Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.(Colosenses 3:1-2)
Jesucristo es refrescante. Apartarse de él y dejarse llevar por los placeres del ocio sin Cristo hace que el alma se reseque.
Quizás al principio uno se sienta más libre y lo pase mejor al escatimar las oraciones y desatender la lectura de la Palabra. Sin embargo, esto luego tiene su precio: superficialidad, impotencia, vulnerabilidad frente al pecado, preocupación excesiva por nimiedades, relaciones frívolas, y una alarmante pérdida de interés por la adoración y las cosas del Espíritu.
No permitamos que el verano haga que nuestra alma se marchite. Dios nos dio ese tiempo de descanso para que fuera un anticipo del cielo, no un sustituto.
Si el cartero le trae una carta de amor de su prometida, no se enamore del cartero. No nos enamoremos del video de preestreno hasta el punto de volvernos incapaces de amar la realidad que se avecina.
Jesucristo es el refrescante centro del verano. Él tiene la preeminencia por sobre todas las cosas (Colosenses 1:18), incluso sobre las vacaciones, los días de campo, las largas caminatas y las comidas y deportes al aire libre. Él nos hace una invitación: «Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28).
La pregunta es: ¿es eso lo que queremos? Cristo se nos ofrece a sí mismo en la medida en que nosotros anhelamos ser refrescados en él. «Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón» (Jeremías 29:13).
Lo que Pedro dice al respecto es lo siguiente: «Arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor» (Hechos 3:19). Arrepentirse no solo implica dar la espalda al pecado, sino también volverse al Señor con el corazón abierto, expectante y sumiso.
¿Qué tipo de actitud veraniega es esta? Es la actitud que describe Colosenses 3:1-2: «Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra».
¡La tierra es de Dios! Es un adelanto de la realidad de lo que el verano eterno será donde «la ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que la iluminen, porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera» (Apocalipsis 21:23).
El sol de verano es un mero destello de luz en comparación con el que ha de ser el sol: la gloria de Dios. El verano nos permite percibir y demostrar esta realidad. ¿Deseamos tener ojos que ven? Señor, haznos ver la luz más allá de la luz.
Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org







Marcos Peña fue llamado a salvación en algún momento de su adolescencia pues su madre lo expuso desde pequeño a la Palabra de Dios. Siendo un adolescente le predicó el evangelio a otros jóvenes que posteriormente fundaron Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo en 1978. Desde los inicios de nuestra Iglesia fue uno de sus jóvenes líderes, pasando algunos años de estudios teológicos formales entre el 1979 y 1980 en el Instituto Bíblico Quisqueyano. Fue elegido como diácono en febrero de 1987 y en abril del 2001 comenzó a formar parte del cuerpo de pastores de IBSJ. Ha dado clases del Antiguo Testamento en el Instituto Bíblico Logos.