A Su imagen y semejanza | Génesis 1:26–27

A Su imagen y semejanza
Devocional 2/10
Serie: “Génesis: Los comienzos de la Gracia”
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”— Génesis 1:26–27
Estas palabras coronan el relato de la creación.
Después de llenar los cielos y la tierra de vida, Dios hace algo único: forma al hombre y a la mujer a Su imagen.
No somos fruto del azar, sino el reflejo intencional de un Dios personal, santo y lleno de amor.
Ser creados “a Su imagen” significa que fuimos hechos para reflejar Su carácter, Su bondad y Su gloria en todo lo que hacemos.
En 2018, durante los incendios forestales en California, un fotógrafo captó una escena conmovedora:
un bombero, cubierto de ceniza, sostenía entre sus brazos a un pequeño venado que había rescatado del fuego.
Aquel gesto de compasión se volvió símbolo de esperanza en medio del desastre.
Y es que esa capacidad de cuidar, de sentir misericordia y actuar con amor,
es parte de la imagen de Dios impresa en cada ser humano.
Aun en medio del caos, cuando la creación gime bajo el peso del pecado,
Dios sigue revelando destellos de Su imagen en actos de bondad y gracia (Romanos 8:22).
Ser creados a imagen de Dios significa que fuimos hechos para reflejar quién es Él.
Amamos porque Él nos amó primero — “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19).
Perdonamos porque Él nos perdonó — “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Efesios 4:32).
Y servimos porque Cristo vino a servir — “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10:45).
El pecado no destruyó por completo esa imagen divina, pero la distorsionó.
Desde la caída, el hombre busca identidad en lo creado en vez de en el Creador.
Pero Cristo, “la imagen del Dios invisible” — Colosenses 1:15 — vino para restaurar esa semejanza perdida.
Y por medio de Su Espíritu, somos transformados cada día “de gloria en gloria” — 2 Corintios 3:18 — hasta reflejar Su carácter plenamente.Tu valor no depende de lo que haces, ni de lo que tienes, sino de quién te hizo.
El mundo mide la dignidad por logros o apariencias, pero la Palabra de Dios enseña que toda vida tiene valor porque lleva Su imagen.Tratar a otros con respeto, amar sin condiciones y cuidar de la creación es honrar al Creador que nos formó.
Y si estás en Cristo, esa imagen está siendo renovada cada día por Su gracia y Su Espíritu Santo (Efesios 4:24).
El ser humano fue creado para reflejar la gloria de su Creador.
Fuimos formados para mostrar Su amor, redimidos para anunciar Su gracia
y transformados para vivir conforme a Su verdad.
Tu existencia tiene sentido solo cuando tu vida apunta a Él.
Fuiste creado para reflejar a Cristo.
Señor, gracias porque me creaste a Tu imagen y semejanza.
Aunque el pecado ha manchado lo que soy, en Cristo me haces nuevo.
Restaura en mí Tu reflejo, y que mi vida muestre Tu amor y Tu gracia.
Porque en tiempo favorable me escuchaste, y en el día de la salvación me socorriste. ¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora es el día de salvación!», lo ruego en el nombre de Jesús, Amén.
«Recuerda que una mente renovada y un corazón firme en Cristo pueden transformar cualquier vida.» AEA
Somos el Ministerio Alimentemos El Alma.
Que la gracia y la paz de Cristo estén con todos ustedes hoy y siempre.








