A Su imagen y semejanza | Génesis 1:26–27

A Su imagen y semejanza
Devocional 2/10
Serie: “Génesis: Los comienzos de la Gracia”
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”— Génesis 1:26–27

Estas palabras coronan el relato de la creación.
Después de llenar los cielos y la tierra de vida, Dios hace algo único: forma al hombre y a la mujer a Su imagen.
No somos fruto del azar, sino el reflejo intencional de un Dios personal, santo y lleno de amor.
Ser creados “a Su imagen” significa que fuimos hechos para reflejar Su carácter, Su bondad y Su gloria en todo lo que hacemos.

En 2018, durante los incendios forestales en California, un fotógrafo captó una escena conmovedora:
un bombero, cubierto de ceniza, sostenía entre sus brazos a un pequeño venado que había rescatado del fuego.
Aquel gesto de compasión se volvió símbolo de esperanza en medio del desastre.
Y es que esa capacidad de cuidar, de sentir misericordia y actuar con amor,
es parte de la imagen de Dios impresa en cada ser humano.
Aun en medio del caos, cuando la creación gime bajo el peso del pecado,
Dios sigue revelando destellos de Su imagen en actos de bondad y gracia (Romanos 8:22).

Ser creados a imagen de Dios significa que fuimos hechos para reflejar quién es Él.
Amamos porque Él nos amó primero — “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19).
Perdonamos porque Él nos perdonó — “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Efesios 4:32).
Y servimos porque Cristo vino a servir — “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Marcos 10:45).

El pecado no destruyó por completo esa imagen divina, pero la distorsionó.
Desde la caída, el hombre busca identidad en lo creado en vez de en el Creador.
Pero Cristo, “la imagen del Dios invisible” — Colosenses 1:15 — vino para restaurar esa semejanza perdida.
Y por medio de Su Espíritu, somos transformados cada día “de gloria en gloria” — 2 Corintios 3:18 — hasta reflejar Su carácter plenamente.Tu valor no depende de lo que haces, ni de lo que tienes, sino de quién te hizo.
El mundo mide la dignidad por logros o apariencias, pero la Palabra de Dios enseña que toda vida tiene valor porque lleva Su imagen.Tratar a otros con respeto, amar sin condiciones y cuidar de la creación es honrar al Creador que nos formó.
Y si estás en Cristo, esa imagen está siendo renovada cada día por Su gracia y Su Espíritu Santo (Efesios 4:24).

El ser humano fue creado para reflejar la gloria de su Creador.
Fuimos formados para mostrar Su amor, redimidos para anunciar Su gracia
y transformados para vivir conforme a Su verdad.
Tu existencia tiene sentido solo cuando tu vida apunta a Él.
Fuiste creado para reflejar a Cristo.

Señor, gracias porque me creaste a Tu imagen y semejanza.
Aunque el pecado ha manchado lo que soy, en Cristo me haces nuevo.
Restaura en mí Tu reflejo, y que mi vida muestre Tu amor y Tu gracia.
Porque en tiempo favorable me escuchaste, y en el día de la salvación me socorriste. ¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora es el día de salvación!», lo ruego en el nombre de Jesús, Amén.

«Recuerda que una mente renovada y un corazón firme en Cristo pueden transformar cualquier vida.» AEA
Somos el Ministerio Alimentemos El Alma.
Que la gracia y la paz de Cristo estén con todos ustedes hoy y siempre.

En el principio, Dios | Génesis 1:1

En el principio, Dios

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” — Génesis 1:1

Toda la Escritura comienza con una afirmación gloriosa: Dios es el origen de todo. Antes del tiempo, antes de la materia, antes del ser humano, Dios ya era. El relato no intenta probar Su existencia; simplemente la declara. En una sola frase, se nos muestra la majestad del Creador que habla, y el universo obedece. Génesis 1:1 nos recuerda que todo lo que existe proviene de Dios y existe para Su gloria. Nada es fruto del azar. Cada átomo, cada estrella, cada vida, fue formada por la voluntad soberana del Señor. En el principio, no hay caos fuera del control divino: hay orden, propósito y gracia en acción.

En 1968, durante la misión del Apolo 8, los astronautas dieron la vuelta a la luna por primera vez. Mientras contemplaban la Tierra suspendida en la oscuridad del espacio, uno de ellos, William Anders, tomó una Biblia y leyó al micrófono: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”Millones escucharon aquellas palabras desde el espacio. En ese momento, la humanidad, que había alcanzado un logro tecnológico sin precedentes, reconoció su pequeñez frente a la inmensidad de un Creador eterno.

La creación no solo muestra poder, sino intención redentora. Juan 1:3 nos dice que “todas las cosas por Él fueron hechas”, refiriéndose a Cristo. Desde el primer versículo de la Biblia, el Hijo eterno está obrando. Esto significa que el mundo no es un accidente; fue diseñado para reflejar la gloria del Hijo. La belleza de la naturaleza, el orden del universo y la vida misma son ecos de Su sabiduría. Sin embargo, este mundo caído nos recuerda que el hombre, al apartarse de su Creador, trajo la maldición del pecado. Pero aun así, Dios sigue buscando y llamando a pecadores por medio de Su Espíritu. El mismo Dios que dio forma al vacío del principio, hoy forma nueva vida en quienes confían y creen en Cristo……

Señor ayúdanos a comprender que cada amanecer, cada respiración, cada detalle de nuestra existencia nos grita: “Dios está en control”. En tiempos de incertidumbre, de prueba debemos recordar que Dios “en el principio” ya tenía un plan perfecto para nosotros, el cual si confiamos y perseveramos en la Fe de Dios nos traerá paz, una paz que busca y anhela el hombre, pero que no la encuentra en nada, ni nadie fuera de Dios.

Así como el universo no surgió sin propósito, tampoco tu vida es un accidente. Eres parte de la historia que Dios escribe con gracia. El mismo poder que hizo los cielos actúa en ti, moldeando tu carácter conforme a la imagen de Cristo.

Génesis 1:1 no solo abre la Biblia, abre también nuestro entendimiento: la vida comienza con Dios y solo encuentra sentido en Él. Cuando el alma reconoce su origen en el Creador, encuentra salvación, dirección, propósito y descanso. Todo empieza —y termina— en Dios…….

Padre amado, gracias por recordarme que Tú eres el principio y el fin. Nada en mi vida escapa de Tu control. Así como diste forma al vacío del universo, forma hoy mi corazón conforme a Tu voluntad. Hazme descansar en Tu poder creador y en la gracia de Cristo, que renueva todas las cosas. Porque en tiempo favorable me escuchaste, y en el día de la salvación me socorriste. ¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora es el día de salvación!», lo ruego en el nombre de Jesús, Amén.

«Recuerda que una mente renovada y un corazón firme en Cristo pueden transformar cualquier vida.»

Somos el Ministerio Alimentemos El Alma.

«Que la Gracia y la Paz de Cristo estén con todos ustedes hoy y siempre.»

Youtube: https://youtu.be/2GeweeghtZQ

Paz en Cristo | Christopher Shaw

Paz en Cristo

Por Christopher Shaw

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16.33

La sinceridad de Cristo con sus discípulos presenta un marcado contraste con la proclamación de una gran cantidad de «profetas» de nuestro tiempo. Ellos ofrecen una vida llena de bendiciones, donde todo es victoria y alegría. Inclusive, uno de los famosos grupos religiosos que han surgido en los últimos años tiene como lema: «¡Pare de sufrir!»
Cristo no anduvo con vueltas, ni trató de esconder la realidad a sus discípulos. Su declaración es sencilla y directa: «¡En el mundo tendréis aflicción!»
No hacía falta que diera mayores explicaciones acerca del tema, pues los discípulos mismos eran testigos del sufrido paso de Jesús por la tierra. Se había visto obligado a luchar con el hambre, el cansancio y el frío. A diario debía manejar el acoso de las multitudes, con su interminable procesión de curiosos, interesados y necesitados. Además de esto, debió lidiar con los cuestionamientos, las sospechas y las agresiones por parte de los movimientos religiosos del momento. Y, ¿qué podremos decir de las angustias particulares que el grupo de hombres cercano a él le produjeron en más de una ocasión? Todo esto formaba parte de la experiencia de transitar por este mundo.
En esta ocasión Cristo acompaña esta revelación con algunos principios importantes. Gran parte del sufrimiento en tiempo de aflicción no procede de la circunstancia misma, sino de la manera en que reaccionamos a ella. Nuestra reacción frecuentemente es negativa porque nos sorprende lo que nos ha tocado vivir. La inocencia de nuestro pensar queda admirablemente expuesta cuando exclamamos: «¿por qué a mí?» Jesús les dijo que lo que les había compartido era para que tuvieran paz en él. Es decir, ninguno de ellos podía aducir que nadie les había advertido lo que les esperaba como consecuencia de ser discípulo del Mesías. Se reducía, de esta manera, un importante obstáculo en el manejo de conflictos.
Acompañó esta observación declarando que, como hijos de Dios, tenían acceso a la paz. Esta es, de hecho, la característica más sobresaliente de aquellos que viven conforme al Espíritu, y no a la carne. No es que están libres de las dificultades, los contratiempos, y los sufrimientos, sino que en medio de las más feroces tormentas experimentan una quietud y un sosiego interior que no tiene explicación. Son inamovibles en sus posturas, porque lo que ocurre fuera de ellos no logra derribar la realidad interna.
Cristo les hizo notar, sin embargo, que esta paz la tenían en él. No era producto de la disciplina, ni del cumplimiento de una serie de requisitos religiosos, ni de una decisión que habían tomado en el pasado de seguir a Jesús. La paz estaba en la persona de Cristo y solamente tendrían acceso a ella quienes estaban cerca de él. La paz es, en última instancia, el resultado directo de Su victoria, no de la nuestra.

Para pensar: Dios en su sabiduría no nos da la paz, sino acceso a la persona que tiene la paz. Esto nos obliga a buscarlo siempre a él, fuente eterna de vida y plenitud. ¿Pecados privados?

Shaw, C. (2005). Alza tus ojos. Desarrollo Cristiano Internacional.

El inminente regreso de Cristo | 1 Juan 2:18

El inminente regreso de Cristo

Audio:https://podcasts.captivate.fm/…/36cacc75…/18-03-2024.mp3

Hijitos, ya es el último tiempo… [y] han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo. 1 Juan 2:18

Los acontecimientos actuales nos muestran cuán cerca estamos de los últimos tiempos. Las personas tienen puestas máscaras de alegría, pero tras ellas hay corazones vacíos y doloridos. Todo va de mal en peor, y los intentos humanos de resolver los problemas del mundo son inútiles. La estructura moral y espiritual se está debilitando, mientras que el modernismo y las falsas religiones proliferan más que nunca. Vemos oscuridad espiritual donde antes había luz. El cristiano puede decir con total seguridad: “Conociendo el tiempo… ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” (Ro. 13:11).

El regreso personal de Cristo será uno de los acontecimientos más grandiosos en la historia de este mundo, y está muy cerca de ocurrir. Él nos ha hecho la siguiente promesa: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:3). No cabe duda de esto. Nuestro Señor no miente. Lo ha prometido. Hoy en día muchos se burlan de esta promesa, como lo hicieron con la profecía de Noé acerca del diluvio. Sin embargo, ellos perecieron por su incredulidad cuando el diluvio cayó sobre este mundo.

Cristo vendrá “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles” (1 Co. 15:52). “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Ts. 4:17). Después de esto, los juicios de Dios caerán sobre toda la tierra: será un día de ira que nadie podrá resistir.

Su regreso traerá una vindicación total de su gloria, mientras que el creyente experimentará la culminación de su salvación eterna. “Esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya” (Fil. 3:20-21). Estaremos con él y lo alabaremos por la eternidad.

¿Está usted preparado para el próximo gran acontecimiento de la historia?

F. B. Tomkinson

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Él es profeta y orará por ti, y vivirás.

Audio: Él es profeta y orará por ti, y vivirás.

Génesis 20:7
Nuestra infidelidad y la fidelidad de Dios

Esta es una afirmación muy sorprendente si pensamos en su contexto. Dios es quien está hablando, y el hombre al que llama “profeta” es Abraham, que en ese momento tenía 99 años. Dentro de unos meses, él y su esposa Sara esperan recibir a Isaac, el hijo que Dios les había prometido. Sin embargo, durante su estadía en Gerar, Abraham le dijo a Abimelec, el rey de aquel lugar, que Sara era su hermana, y Abimelec la tomó como esposa. Dios entonces le habló a Abimelec acerca del mal que estaba cometiendo y le dijo que devolviera a Sara a su marido. ¡Es entonces que hallamos esta declaración tan sorprendente!

Abraham y Sara habían acordado mentir acerca de esto cuando salieron de la casa de su padre (v. 13). De hecho, ya habían sido expulsados de Egipto con anterioridad debido al mismo motivo. Sin embargo, Dios le dijo a este rey pagano que Abraham era profeta, es decir, alguien que hablaba en su nombre, y que iba a orar por él para que fuese perdonado y no muriera. Dios estaba del lado de su profeta que, por miedo, había expresado esta mentira (de hecho, una ’verdad a medias’) durante años. ¿Cómo pudo Dios utilizar a un hombre como Abraham, que había estado mintiendo durante tanto tiempo?

¿Y qué hay de nosotros? ¿Mentimos alguna vez para engañar a los demás? ¿Acaso nunca hemos sido hipócritas? Y, sin embargo, somos preciosos para Dios. Le pertenecemos, porque hemos sido comprados por la sangre del Señor Jesucristo. Incluso tenemos el privilegio de servirlo, de hablar en su nombre y de orar por los demás. Nuestro santo Dios no nos ha descartado como descalificados para su servicio. Dios se identifica con nosotros; somos suyos y él está por nosotros. Incluso quiere utilizarnos, aunque nuestro engaño haya sido expuesto y debemos, avergonzados, como Abraham, confesar lo que hemos hecho durante tanto tiempo. “Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos”.

Tal es la fidelidad de Dios, a pesar de nuestros fracasos. Esto debería humillarnos profundamente ante Dios y ante los hombres.

Eugene P. Vedder, Jr.
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Nuestra infidelidad y la fidelidad de Dios | Génesis 20:7

Nuestra infidelidad y la fidelidad de Dios
Él es profeta y orará por ti, y vivirás. Génesis 20:7
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Esta es una afirmación muy sorprendente si pensamos en su contexto. Dios es quien está hablando, y el hombre al que llama “profeta” es Abraham, que en ese momento tenía 99 años. Dentro de unos meses, él y su esposa Sara esperan recibir a Isaac, el hijo que Dios les había prometido. Sin embargo, durante su estadía en Gerar, Abraham le dijo a Abimelec, el rey de aquel lugar, que Sara era su hermana, y Abimelec la tomó como esposa. Dios entonces le habló a Abimelec acerca del mal que estaba cometiendo y le dijo que devolviera a Sara a su marido. ¡Es entonces que hallamos esta declaración tan sorprendente!
Abraham y Sara habían acordado mentir acerca de esto cuando salieron de la casa de su padre (v. 13). De hecho, ya habían sido expulsados de Egipto con anterioridad debido al mismo motivo. Sin embargo, Dios le dijo a este rey pagano que Abraham era profeta, es decir, alguien que hablaba en su nombre, y que iba a orar por él para que fuese perdonado y no muriera. Dios estaba del lado de su profeta que, por miedo, había expresado esta mentira (de hecho, una ’verdad a medias’) durante años. ¿Cómo pudo Dios utilizar a un hombre como Abraham, que había estado mintiendo durante tanto tiempo?
¿Y qué hay de nosotros? ¿Mentimos alguna vez para engañar a los demás? ¿Acaso nunca hemos sido hipócritas? Y, sin embargo, somos preciosos para Dios. Le pertenecemos, porque hemos sido comprados por la sangre del Señor Jesucristo. Incluso tenemos el privilegio de servirlo, de hablar en su nombre y de orar por los demás. Nuestro santo Dios no nos ha descartado como descalificados para su servicio. Dios se identifica con nosotros; somos suyos y él está por nosotros. Incluso quiere utilizarnos, aunque nuestro engaño haya sido expuesto y debemos, avergonzados, como Abraham, confesar lo que hemos hecho durante tanto tiempo. “Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos”.
Tal es la fidelidad de Dios, a pesar de nuestros fracasos. Esto debería humillarnos profundamente ante Dios y ante los hombres.
Eugene P. Vedder, Jr.
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El ejemplo del Señor para nuestras relaciones con los demás

El ejemplo del Señor para nuestras relaciones con los demás

Audio:https://podcasts.captivate.fm/…/bbb91184…/04-03-2024.mp3

Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas… quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente. 1 Pedro 2:21, 23

Es común que el corazón humano se resienta y busque retribuir las ofensas recibidas. ¡Cuán extraño es responder al sentimiento natural como lo hizo Cristo! Ante las burlas cortantes y el mal inmerecido, él logró vencer el mal con el bien (Ro. 12:21). ¡Cuánto nos cuenta hacer lo mismo!

Los hermosos rasgos del carácter de nuestro Señor, descritos tan bellamente en los versículos previos por el apóstol Pedro, resplandecieron en su vida para que los imitemos. Cuando se encontró con un Natanael cargado de prejuicios (Jn. 1:46), el Salvador pasó por alto sus pensamientos preconcebidos y destacó sus cualidades, diciendo: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño” (Jn. 1:47). Más adelante, sus discípulos lo abandonaron (Mt. 26:56), pero después de su resurrección se les apareció y, en lugar de reprenderlos, les dijo: “Paz a vosotros” (Jn. 20:19).

Parece ser que varios de los discípulos se empaparon de esta forma de pensar, “esta actitud que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5 NBLA). Pablo se sintió obligado a reprender a Pedro en presencia de todos y a dejar constancia de este hecho (Gá. 2:11-14). Pedro debió sentir profundamente la severidad de esta reprensión, sin embargo, ¿guardó algún rencor contra Pablo? Leamos como se refirió a él en su segunda epístola: “Nuestro amado hermano Pablo” (2 P. 3:15).

Cuando nos sintamos tentados a pronunciar alguna palabra dura, o de tomar represalias de forma precipitada y brusca, preguntémonos si nuestro Salvador habría reaccionado así. Si los demás son poco amables, desconsiderados o desagradecidos con usted, remita su causa a Dios. Háblele solo a Dios acerca de las faltas de los demás en oración. ¿Represalias? Tal pensamiento no debe habitar en un cristiano. “Vosotros no habéis aprendido así a Cristo” (Ef. 4:20).

J. R. MacDuff

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Servir y volver al Señor | Marcos 6:30-32

Servir y volver al Señor

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Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco… Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto. Marcos 6:30-32

En Marcos 3, Jesús eligió a doce discípulos para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar cuando llegara el momento. Durante aproximadamente un año lo acompañaron, observando su andar perfecto y la mansedumbre con la cual interactuaba con las personas. En Mateo 11:29, Jesús dice: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Esta es una lección importante para todos nosotros. Necesitamos aprender de ese carácter manso que emana del corazón amoroso de Cristo. Cuanto más tiempo pasemos con él en secreto, más útiles le seremos en público.

Entonces llegó el momento en que Jesús envió a estos doce discípulos a predicar. Recibieron instrucciones específicas acerca de su comportamiento, el mensaje que debían dar y a dónde debían ir, y el Señor les dio su autoridad para cumplir su misión. No se nos dice cuántos días pasaron yendo de aldea en aldea, pero cuando su misión terminó, ellos volvieron a Jesús. ¡Qué buena práctica! ¿Tenemos este mismo hábito? Los discípulos debían estar entusiasmados, porque habían tenido una experiencia inolvidable: habían expulsado a los demonios y sanado a los enfermos. Esto es lo que Jesús había hecho anteriormente, ¡y ahora ellos habían sido capaces de hacer lo mismo! Sin embargo, habían olvidado que el Señor es quien les había dado la autoridad para hacer tales cosas. Jesús no los reprendió, sino que los invitó amablemente a apartarse a un lugar desierto y descansar un poco.

Después de mucha actividad, sirviendo aquí y allá, nosotros también necesitamos estar a solas con el Señor en tranquilidad, permitiendo que él refresque nuestros corazones y nos libere del enfoque en nosotros mismos. Necesitamos que el Señor vuelva a llenar nuestros corazones y nos dé descanso.

Jacob Redekop

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¡Todo por mi amado Salvador! | 1 Samuel 18:1, 4

Audio: https://podcasts.captivate.fm/media/79496d68-fead-4d58-936f-233097a1f7a7/01-03-2024.mp3

El alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo… Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte.
1 Samuel 18:1, 4
¡Todo por mi amado Salvador!
Junto con los miles de soldados de Israel, Jonatán había visto a David salir al encuentro de Goliat, cuyo tamaño, aspecto y palabras habían sembrado el terror en el corazón del pueblo. Jonatán había visto a este orgulloso gigante ser abatido por el poder de la fe. Pero había algo más que esto. No se trató solamente de la victoria, ¡ahora el corazón de Jonatán estaba lleno de la persona misma del vencedor! No es que valorara menos la victoria, sino que valoraba más al vencedor. Por eso se despojó con gozo de sus vestiduras y su armadura para vestir a David, el objeto de su afecto.

Esto nos deja una valiosa lección. ¡Con qué facilidad nos enfocamos en la redención en lugar de hacerlo en el Redentor! ¡Nos gozamos más en la salvación que en el Salvador! ¿No deberíamos, como Jonatán, tratar de magnificar la persona de aquel que descendió al polvo de la muerte por nosotros? David no le pidió a Jonatán que le diera su túnica o su espada. Si lo hubiera hecho, la escena habría carecido de belleza. No, Jonatán se olvidó de sí mismo y solo pensó en David. Así debe ser con nosotros y nuestro verdadero Señor, el verdadero David. En tal caso, podremos decir como Pablo: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Fil. 3:7-8).

¡Que seamos más llenos de este espíritu! Que nuestros corazones sean atraídos y unidos más y más a Cristo en este día de hueca profesión y vana formalidad religiosa. ¡Que seamos tan llenos del Espíritu Santo que con propósito de corazón nos aferremos a nuestro Señor y Salvador Jesucristo!

C. H. Mackintosh
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Las cuatro revelaciones dadas a Pablo | Gálatas 1:11-12

Las cuatro revelaciones dadas a Pablo | (1) – El Evangelio

El evangelio anunciado por mí, no es según hombre… sino por revelación de Jesucristo. Gálatas 1:11-12

Audio: https://podcasts.captivate.fm/…/82240cc7…/29-02-2024.mp3

Pablo fue un instrumento escogido, un siervo especial del Señor; recibió personalmente muchas revelaciones directas del Señor Jesús (véase Hch. 9:15; 2 Co. 12:7). Él mismo menciona cuatro de estas revelaciones en sus cartas. La primera está relacionada con el evangelio de la gracia.

A través de las voces de falsos maestros, los gálatas fueron persuadidos a añadir la Ley mosaica al mensaje del evangelio. Estos falsos maestros les enseñaron que debían circuncidarse para ser salvos. El apóstol Pablo condenó esta enseñanza en términos inequívocos, utilizando un lenguaje fuerte y claro para advertir a todos los creyentes (Gá. 1:6-9; 3:1-3). A menudo nos escandalizamos cuando hay inmoralidad en medio de los creyentes, mientras que a veces somos indiferentes al error doctrinal. Es interesante observar el contraste entre el trato que Pablo da a los corintios “carnales”, mostrándoles amor a pesar de los “celos, contiendas y disensiones” que había entre ellos (1 Co. 3:3), y la severidad con la que se dirige a los gálatas, cuyo mal era doctrinal.

El Evangelio es la doctrina fundamental sobre la que se basan el resto de doctrinas. Si lo manipulamos, ya nada está bien. Algunos falsos maestros decían que Pablo no tenía nada que ver con los otros apóstoles (Hch. 6:2). Les dijeron a los gálatas que no debían prestar atención a sus enseñanzas. La respuesta del apóstol Pablo fue que, efectivamente, él no tenía ninguna relación con los apóstoles originales. Entonces les da muchos detalles acerca de la singularidad de su conversión y su llamamiento. Les relata cómo, muchos años después de su conversión, cuando por fin se reunió con los apóstoles en Jerusalén, estos le dieron “la diestra en señal de compañerismo” (Gá. 2:9). Pablo quería mostrar que el Evangelio que predicaba no era diferente al de los otros apóstoles, sino que le había sido revelado directamente por el Señor Jesús. Cuidémonos de no desviarnos ni un milímetro de este Evangelio: la salvación es solo por gracia y por medio de la fe.

Brian Reynolds

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