Los Verdaderos Pastores Conocen a sus Ovejas | by Jeremiah Johnson

Los Verdaderos Pastores Conocen a sus Ovejas
by Jeremiah Johnson

El otro día, mientras estaba sentado ante un semáforo en rojo, observé cómo un joven instalaba minuciosamente una pequeña cámara en un parque local. Ajustó el trípode varias veces, hasta conseguir el ángulo perfecto para grabar la acrobacia que estaba a punto de realizar. Esperó a que una pareja de ancianos saliera del encuadre antes de agacharse, colocando sus brazos entrelazados alrededor de su torso y lanzándose a dar una voltereta hacia atrás.

Sin embargo, algo salió mal. Él no completó el giro y se tambaleó toscamente al aterrizar. Cuando cambió el semáforo para seguir en marcha, él se preparó para otro intento.

Toda la escena fue muy breve, pero fue un recordatorio divertido de un punto que no tenemos en cuenta lo suficiente: Las redes sociales no son la vida real.

Tú No Eres Tu Avatar

Ojalá esto sea un alivio para usted. Nadie, por mucho que profese valorar las virtudes modernas de la autenticidad y la transparencia, va a mostrarle hasta el último detalle de sus vidas. Por muy perfectamente ordenados que estén los muebles y la decoración, siempre hay un montón de ropa sucia en algún lugar fuera de la vista. Como el acróbata aficionado que observé ese día, siempre hay tomas fallidas y secuencias que terminan en un archivo que nunca se publica.

Las vidas perfectas que usted ve en Internet no son reales. Están cuidadosamente seleccionadas y editadas para presentar la versión de la realidad que esas personas quieren que usted vea, y a menudo envidia.

Esa pareja que viaja a lugares lejanos y exóticos –ellos no muestran la falta de sueño que padecen ni lo demacrados que están cuando llegan a casa. Las personas que hornean postres elaborados y exquisitos no le enseñan todos los pasteles que no suben y todas las galletas que se queman. Los culturistas y los modelos fitness no publican sus selfies durante un ataque particularmente desagradable de gripe estomacal.

Usted hace lo mismo. Usted no publica todas las fotos de su pareja en la playa—sólo las mejores. Lo mismo ocurre con las fotos familiares, las historias que comparte sobre sus hijos y mascotas, y los comentarios públicos que hace sobre deportes, política y actualidad. Todo ha sido editado y seleccionado para maximizar la respuesta que recibirá de sus amigos y seguidores en Internet.

Incluso, si usted fuera más honesto públicamente sobre sus fracasos y errores que esas personas influyentes en línea, no hay manera de que un perfil de Facebook o una cuenta de Instagram pueda resumir la totalidad de lo que usted es y lo que usted cree. Sin duda, usted tiene pensamientos y opiniones que nunca compartiría con otras personas, porque algunas cosas simplemente no son aptas para ser publicadas, ni siquiera en Twitter.

Usted No Puede Pastorear las Ovejas que No Conoce

Todo esto se aplica a los promotores de la meta-iglesia, quienes con engaños prometen que pueden alimentar, guiar y discipular a un rebaño digital.

La tarea que Dios ha encomendado a sus pastores está claramente definida en las páginas de las Escrituras. Pablo encargó a los ancianos de Éfeso con estas palabras:

“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:28-30).

Pero el trabajo de pastor es imposible para quien ni siquiera conoce a las ovejas. No es un trabajo que pueda hacerse a distancia, a intervalos intermitentes. La idea de un pastor que intenta proteger a sus ovejas de los lobos hambrientos a través de una llamada de FaceTime o una reunión por ZOOM es motivo de risa.

Pero como explica John MacArthur en un artículo titulado “More Than Just a Preacher“ (Más Que Un Simple Predicador), la vocación del pastor es mucho más que proteger a sus ovejas de amenazas externas.

Las ovejas carecen de instinto de supervivencia. Son tan humildes y mansas que, si se las maltrata, fácilmente se les aplasta el espíritu, y pueden simplemente rendirse y morir. El pastor debe conocer el temperamento individual de sus ovejas y tener cuidado de no infligirles un estrés excesivo. En consecuencia, un pastor fiel ajusta su consejo a la necesidad de la persona a la que ministra. Debe: “Amonestar a los ociosos, alentar a los de poco ánimo, sostener a los débiles, y ser paciente para con todos” (1 Tesalonicenses 5:14).

Una vez más, eso simplemente no puede suceder si todo lo que el pastor sabe acerca de un miembro de su congregación es lo que publican en las redes sociales. Y en muchos de estos llamados rebaños digitales, es probable que ni siquiera lo sepan. Los miembros de la meta-iglesia a menudo no son más que un nombre de usuario y un avatar. Eso podría significar una simulación de dibujos animados de la persona real, pero ¿cómo podría alguien más en la meta-iglesia saber si incluso esos vagos detalles corresponden con la realidad?

Francamente, el metaverso no trata de simular la realidad—sino de evitarla. Demasiado de lo que ocurre en las redes sociales y en las interacciones basadas en la web tiene que ver con el escapismo. Para algunos, se trata de construir una fachada para parecer más simpáticos, atractivos e interesantes de lo que son en la vida real. Para otros, se trata de dar rienda suelta a los aspectos de su personalidad que no encajan en el mundo real, diciendo y haciendo cosas que nunca harían en persona o delante de amigos y familiares. El relativo anonimato y oscuridad de la web no es una ayuda para cuidar y discipular al pueblo de Dios. Al contrario, es una barrera casi impenetrable para las funciones bíblicas de la iglesia y el trabajo de un pastor piadoso.

Además, también impide que las ovejas lleguen a conocerlo de verdad. Como explica John, las ovejas no pueden seguir a un líder que no pueden observar.

Pedro desafió a sus compañeros ancianos a “apacentar el rebaño de Dios entre vosotros” ejerciendo “cuidado sobre esta” (1 Pedro 5:2). Dios les confió la autoridad y la responsabilidad de guiar al rebaño. Los pastores son responsables de cómo lideran, y el rebaño de cómo sigue (Hebreos 13:17).

Además de enseñar, el pastor ejerce el cuidado del rebaño por medio del ejemplo de su vida. Ser pastor implica estar entre las ovejas. No se trata tanto de un liderazgo desde arriba como de un liderazgo desde adentro. Un pastor eficaz no pastorea a sus ovejas desde la retaguardia, sino que las guía desde el frente. Ellas le ven e imitan sus acciones.

El valor más importante del liderazgo espiritual es el poder que tiene una vida ejemplar. Primera de Timoteo 4:16 instruye a un líder de la iglesia a: “Tener cuidado de sí mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.

Las ovejas no ganan nada con un pastor al que sólo ven de vez en cuando, e incluso entonces, sólo desde una gran distancia y a través de varias barreras. Bíblicamente hablando, eso no es un pastor. Nadie dotado y llamado al cuidado del rebaño de Dios sería tan displicente y descuidado en el desempeño de tan elevadas obligaciones.

¿Por Qué Peleo?

¿Por Qué Peleo?
Por John MacArthur

Una vez me presentaron en una convención como el hombre que es mucho más simpático en persona que en sus libros. No pude evitar reírme, ya que esta presentación era sin duda una broma amistosa. Pero había verdad en esas palabras, y yo lo sabía.

Entiendo que muchos -tanto dentro de la Iglesia como fuera de ella- me consideren un cascarrabias, hiperdoctrinal, duro, inflexible e intransigente. Incluso me han llamado mezquino. Y, en cierto modo, entiendo por qué la gente me ve así; después de todo, parece que casi siempre estoy en el centro de algún debate evangélico. Algunas de las personas más cercanas a mí me han dicho que ya es hora de explicar por qué. Este pequeño libro es mi intento de hacerlo.

Cuando era joven y me preparaba para el ministerio, nunca pensé que me pasaría la vida luchando. No sabía que este era el ministerio que Dios tenía para mí. Pero aquí estoy.

Y cuanto más reflexiono sobre el ministerio, más me doy cuenta de que hay una cierta esquizofrenia en él, una especie de mundo dual en el que vivo. Mi trabajo es tratar a aquellos que Dios ha puesto bajo mi cuidado -la gente de Grace Community Church- con amor, ternura, amabilidad, misericordia y compasión. Tiene que haber confianza entre un pastor y su pueblo, la suavidad del cuidado pastoral. Y sin embargo, al mismo tiempo, tengo que librar batallas para proteger a las ovejas de Grace Church.

Dios me ha dado la responsabilidad de luchar por mi rebaño, y estoy llamado a llegar muy lejos para hacerlo.

Charles Spurgeon utilizó la imagen de la espada y la paleta para describir esta doble realidad pastoral: con la paleta, el pastor está construyendo cuidadosamente su iglesia. Y con la espada en la otra mano, está luchando para proteger lo que ha construido. La imagen de un pastor como alguien que, por un lado, es un pastor tierno y, por otro, un guerrero que lucha contra el enemigo, es fundamental para la noción bíblica de pastor.

Pablo advierte a los ancianos de Éfeso de esta realidad en Hechos 20: que entrarían lobos de entre ellos, que no perdonarían al rebaño (Hechos 20:29). Hombres malvados se levantarían y llevarían a muchos por mal camino, y hoy estamos presenciando exactamente eso. Este es el estado actual de nuestra iglesia.

Pero entre muchos líderes evangélicos de estos días, parece haber una renuencia a luchar. La iglesia cree ahora que el papel del pastor es complacer y mimar a los inconversos; los líderes de hoy se apresuran a evitar la más mínima ofensa, cuando, en realidad, todo su ministerio estaba destinado a ser una ofensa. Como resultado, hay mucho menos convicción en la iglesia de lo que solía haber. Muchos pastores ya no defienden los temas por los que nuestros padres en la fe una vez perdieron sus vidas.

Mi oración y anhelo, no sólo por los pastores sino por todos los creyentes, es que lleguen al final de sus vidas y puedan exhalar con el apóstol Pablo, He peleado la buena batalla. Y mientras estemos vivos, esta lucha nunca terminará. Los personajes cambian, los escenarios cambian, pero la batalla sigue siendo la misma: la lucha es siempre y para siempre por la Palabra de Dios.

Y, por desgracia, he perdido a muchos amigos en esta lucha. He visto -lenta y constantemente- cómo se adelgazaban las filas ministeriales. ¿Por qué hemos perdido a tantos? Porque ya no estaban dispuestos a librar la batalla cuando y donde ésta era más feroz.

Hay un viejo refrán que dice que si luchas la batalla en todas partes menos donde es más intensa, eres un soldado infiel. He visto la triste realidad de ese dicho ante mis ojos. Los líderes de la iglesia deben ir al punto del conflicto más feroz, y luego deben permanecer allí.

No basta con adoptar una postura donde no hay lucha. El terreno donde se libra la batalla es donde se demuestra la fidelidad.

Pero comprendo los estragos que puede causar la lucha. Recuerdo haber leído la triste biografía de A.W. Pink, una mente tan formidable y un erudito tan fiel. Pasó la mayor parte de su vida estudiando, predicando y pastoreando y, sin embargo, en sus últimos días, se encontró recluido en un pequeño apartamento de la costa norte de Escocia. Lo único que le quedaba era hostilidad hacia el mundo.

¿Cómo acabó así?

A.W. Pink se cansó del rechazo, de la batalla. Dejar el pastorado fue potencialmente el momento decisivo en la caída de A.W. Pink. Se alejó de una congregación amorosa de personas que equilibraban los desafíos y las decepciones del ministerio con amor y aliento. Abandonar el ministerio pastoral y convertirse en un pastor errante sin ningún lugar al que acudir para ser abrazado y amado es algo peligroso. Deja al pastor vulnerable al cansancio de la lucha. El ministerio consiste en luchar contra el enemigo por el bien de la verdad y la protección de tu pueblo, y luego derramar tu corazón a una congregación de personas que te amarán y te sostendrán en sus corazones. Esto es lo que llena de alegría mi corazón de pastor.

Soy un defensor de la verdad, y la Iglesia es el pilar y el apoyo de la verdad. En definitiva, vivo para la verdad. Nunca quiero tergiversar la verdad. Pero una vez que comprendo la Palabra de Dios, no se me pasa por la cabeza lo que puedan pensar los demás. Mi suposición es que los santos abrazarán la verdad, y los perdidos la rechazarán. Nuestro Señor enseñó la verdad pura y fue crucificado a mano de las multitudes. El mundo es hostil a la verdad, que es la razón por la que hay una batalla.

Mi trabajo es defender fielmente la verdad, no complacer a los hombres.

En los primeros años de mi vida y de mi ministerio pastoral, el enemigo solía estar fuera de la Iglesia: en las sectas, en las falsas religiones y en la flagrante impiedad. Pero ahora el enemigo -parece que cada día- encuentra nuevas grietas por las que colarse en la Iglesia. En mi ministerio de hoy, apenas recibo hostilidad de los que están fuera de la iglesia, pero recibo mucha de los que están dentro de ella. Y esto es exactamente lo que Judas dijo que sucedería. Judas escribe:

Amados, por el gran empeño que tenía en escribiros acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribiros exhortándoos a contender ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos. Pues algunos hombres se han infiltrado encubiertamente, los cuales desde mucho antes estaban marcados para esta condenación, impíos que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y niegan a nuestro único Soberano y Señor, Jesucristo. (Judas 3-4, la cursiva es mía)

¿Por qué lucho? Sencillamente, porque se me ha ordenado hacerlo.

En este pasaje se me ordena contender fervientemente por la fe revelada en las Sagradas Escrituras que ha sido “transmitida una vez para siempre a los santos.” Esta es la esencia misma de la vida cristiana.

La vida cristiana no trata de personalidades u opiniones; trata de la verdad.

Judas es el único libro de las Escrituras enteramente dedicado a la lucha por la verdad. En el Nuevo Testamento, Judas se sitúa a la sombra del libro del Apocalipsis, y sigue inmediatamente a 1-3 Juan, libros enteramente dedicados al concepto de la verdad. Por ejemplo, los primeros versículos de 2 Juan dicen:

El anciano a la señora escogida y a sus hijos, a quienes amo en verdad, y no solo yo, sino también todos los que conocen la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros y que estará con nosotros para siempre: Gracia, misericordia y paz serán con nosotros, de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, en verdad y amor. Mucho me alegré al encontrar algunos de tus hijos andando en la verdad, tal como hemos recibido mandamiento del Padre. (2 Juan 1-4a, la cursiva es mía)

La verdad se repite cinco veces en el discurso inicial de esta carta. El mismo énfasis puede encontrarse en las palabras iniciales de 3 Juan:

El anciano al amado Gayo, a quien yo amo en verdad. Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud. Pues me alegré mucho cuando algunos hermanos vinieron y dieron testimonio de tu verdad, esto es, de cómo andas en la verdad. No tengo mayor gozo que este: oír que mis hijos andan en la verdad. (3 Juan 1-4, la cursiva es mía)

Las últimas cartas del último apóstol vivo estaban dedicadas a la preeminencia de la verdad. E inmediatamente después de las últimas cartas de Juan está el libro de Judas. El mensaje de Judas es que los creyentes van a tener que luchar hasta el final por la verdad. A medida que se acerca el fin, los falsos maestros se multiplicarán, propagando mentiras que muchos creerán. Como resultado, esta Era de la Iglesia es esencialmente una lucha incesante por la verdad, hasta que el Señor regrese.

Fue el Señor quien preguntó: “Cuando venga, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lucas 18:8). Qué pregunta tan sorprendente, sobre todo a la luz de lo vibrante que fue el comienzo de la iglesia. El día de Pentecostés, tres mil almas se convirtieron a la Iglesia. Luego, en los días y semanas siguientes, miles y miles se arrepintieron y creyeron. Esto fue solo en los primeros meses de la iglesia.

Pero la pregunta de Jesús aún permanece: “Cuando Él venga, ¿encontrará fe en la tierra?”

La implicación es clara: no podemos dar por sentado que la fe se va a extender como un reguero de pólvora por todo el mundo. Las mentiras del enemigo van a intentar -por todos los métodos imaginables- ahogar la expansión de la iglesia. Las batallas implican oposición. Y si usted piensa que es menos que una batalla, el ministerio será un shock total.

Pablo escribe sobre estos últimos días:

Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. (1 Tim. 4:1)

Este versículo advierte de los falsos maestros que han perdido todo temor de Dios, que han cauterizado de tal manera sus conciencias que sus conciencias están marcadas en silencio.

Pablo advierte a los creyentes tesalonicenses: “Que nadie os engañe en ninguna manera, porque no vendrá sin que primero venga la apostasía y sea revelado el hombre de pecado, el hijo de perdición,” (2 Tesalonicenses 2:3). Viene una apostasía, una enorme deserción de la iglesia.

El libro de 2 Pedro advierte que vendrán falsos maestros. Pedro escribe:

Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina. Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado; y en su avaricia os explotarán con palabras falsas. El juicio de ellos, desde hace mucho tiempo no está ocioso, ni su perdición dormida.. (2 Pedro 2:1-3)

La batalla se libra entre la verdad y los que propagan el error. Pedro escribe que ya vienen; y luego Judas dice que ya están aquí. Llegaron los falsos maestros. Y ahora es una parte esencial de la vida cristiana de cada creyente ejercitar el discernimiento y entrar en batalla contra estas amenazas inminentes sobre y dentro de la iglesia.

La historia de la Iglesia es una larga guerra. Es implacable y exige valentía. El discernimiento es necesario en todo momento. Requiere audacia y sacrificio, sacrificio de popularidad, relaciones y amistades queridas. Pero la verdad merece la pena.

John MacArthur

Es el pastor-maestro de Grace Community Church en Sun Valley, California, así como también autor, orador, rector emérito de The Master’s University and Seminary y profesor destacado del ministerio de medios de comunicación de Grace to You.

¿Por qué hay pastores que no pastorean?

¿Por qué hay pastores que no pastorean?
Por Oscar Morales

Hace aproximadamente unos 15 años solía escuchar a través de la radio casi todos los días a un pastor de una congregación grande de mi país. Sus enseñanzas las consideraba de bastante bendición y mucho conocimiento, por lo que decidí un día ir a su iglesia para poder aprender un poco más. Al llegar a la congregación tomé mi lugar y el servicio empezó, sin embargo no lograba localizar visualmente al pastor. Al terminar el momento de alabanza una señora subió a dar algunos anuncios y luego hizo la presentación del pastor. El pastor salió de una de las puertas de al lado del escenario junto con tres personas más. Estas personas estaban vestidas de la misma forma y tenían walkie-talkies en las manos, uno de ellos llevaba una Biblia, la cual después de dejar al pastor en el púlpito entregó a él. Estos eran lo que hoy conocemos como “escuderos del pastor”, algo que yo en aquel tiempo no tenía ni la menor idea de qué significaba. Después de que el pastor subió, la señora le entregó un vaso de agua y junto con estas personas se sentaron en unas sillas en el escenario, justo detrás del pastor.

Años después, a través de varios amigos, me enteré que este pastor le decía clara y constantemente a la gente que por favor no le buscaran, que su labor era predicar y nada más, el no tenía tiempo ni le gustaba saludar gente. Que la razón de tener a este equipo de personas era para que le ayudaran a que nadie se le acercara después de haber predicado.

¿Un pastor que no pastorea?
¿Puede alguien ser un pastor que no pastorea? Tristemente, esto se mira demasiado. Pero, ¿debería ser así? El llamado pastoral descrito en la Palabra de Dios es un llamado serio del cual todos daremos cuentas de lo que hicimos (Heb. 13:17). Es un llamado en la mayoría de casos a sufrir juntamente con Cristo (1 Co. 16:8-9; 2 Co. 1:8-11; 4:8-11; 6:3-5; 11:16-33). También es un llamado el cual Dios nos advierte que no deberíamos buscarlo con ligereza (Stg. 3:1). Y sumado a todo esto, la Biblia también nos da las características de quienes buscan el llamado, la descripción y las responsabilidades de este llamado (1 Tim. 3, Tito 1, 1 Pd. 5). El que Dios en Su infinita sabiduría y soberanía haya usado la figura del “pastor de un rebaño” para describir la labor del liderazgo de ancianos en la iglesia no es para nada casualidad, y no solo eso, Jesús mismo se describe como “el buen Pastor” (Jn. 10). Esta es una de las más grandes responsabilidades y privilegios que Dios nos ha dado (1 P. 5:3; Jn. 21:15-19). Entonces, surge otra pregunta.

¿Por qué hay pastores que no pastorean?
Las razones pueden ser varias. Desde problemas emocionales, miedo al hombre y a los conflictos hasta la inmadurez, inexperiencia o la peor y más peligrosa razón: simple y sencilla indiferencia. Al final, ellos fueron llamados a enseñar, ocupar el púlpito, ser admirados excesivamente, recibir toda clase de elogios y aplausos, pero ¡Dios guarde que tengan que ensuciarse las manos con las personas que Dios ha permitido que estén bajo su cuidado!

Pueden ser varias las razones, pero al final la raíz creo que es la misma: no han entendido lo que significa ser pastor. El pastorear no es una labor fácil y mucho menos con caducidad de tiempo. El pastorear involucra tiempo, esfuerzo, paciencia, y por sobre todo amor para con el rebaño. Es curioso que Jesús en su conversación con Pedro haya usado dos palabras para enfatizar la labor que por amor a Él debía de hacer, apacentar y pastorear las ovejas.

Cuando Cristo no está sentado en el trono de nuestro corazón por completo, amamos más otras cosas, personas y experiencias que a Él. Probablemente estamos amando más la admiración, la posición, el liderazgo, el reconocimiento, etcétera; cosas que desde el inicio del mundo el mismo diablo ofreció a nuestros primeros padres: “… serán como Dios” (Gn. 3:5), y al mismo Jesús “…todo esto te daré” (Mt. 4:9), a cambio de adorarle a él y desobedecer a Dios.

Pongamos atención a la conversación de Jesús con Pedro, la condición para poder pastorear y apacentar al rebaño era su amor por su Señor. ¿Cómo puede alguien que se dice pastor decir que no tiene tiempo ni ganas ni llamado para atender, escuchar o estar con la gente? ¡Que Dios nos perdone y tenga misericordia!

Pastor, ¿estamos obedeciendo a Dios en nuestras responsabilidades como pastores de Su rebaño? ¿Estamos siendo buenos mayordomos de ese llamado? No tenemos empleados, son ovejas. No tenemos jefes, son ovejas. No tenemos sirvientes, son ovejas. No tenemos sub-ordinados, son ovejas. Ovejas por las cuales nuestro Señor Jesucristo dio su vida por amor y nos encomendó enseñarles, modelarles y amarlos a través de ese mismo mensaje. Recuerdo una vez haber leído una frase de Ed Stetzer que decía:

“El evangelio vino a los griegos y los griegos lo volvieron filosofía. El evangelio vino a los romanos y los romanos lo volvieron un sistema. El evangelio vino a los europeos y los europeos lo volvieron a la cultura. El evangelio vino a América y nosotros lo hemos vuelto un sistema de empresa/negocio.”

Amado pastor, oremos al Señor, arrepintámonos día a día, regresemos a la cruz y el evangelio a cada minuto y preguntémonos si estamos levantando día a día el reino de Jesús en la vida de quienes nos rodean. ¿O es solo nuestro propio reino? Estamos desarrollando más lideres para des-centralizar el liderazgo de la iglesia y poder pastorear adecuadamente al pueblo de Dios ¿o queremos ser “el único”? Te ves como el presidente ejecutivo de una compañía multinacional ¿o te ves como el siervo más humilde que lava los pies de quien incluso lo iba a traicionar? (Jn. 13:1-15) ¿Permites que un Zaqueo pueda compartir su vida contigo? (Lc. 19:1-10). ¿Dejas que los niños se acerquen contigo o sientes que interrumpen y aturden al “siervo de Dios”? (Mt. 19:14). O incluso ¿permites que una mujer con flujo de sangre (considerada sucia) te toque sin decirle a tus “escuderos” que estás muy ocupado? (Lc. 8:43-48).

Recuerda, amado pastor, que de todo lo que hagamos con el rebaño, daremos cuenta un día delante de Dios.

Oscar Morales

Es pastor en Iglesia Reforma, ha trabajado por más de 20 años en el ministerio. Está casado con Regina, es papá de Alex y Sofía. Disfruta de la música, de los deportes y la tecnología. Lo puedes encontrar en Twitter o en su blog personal.

Querido pastor: No te compares

Querido pastor: No te compares
Michael Staton 

Este es un artículo de nuestra serie «Querido pastor», en el que proporcionamos a pastores reales situaciones ficticias y les pedimos que respondan en una carta. Esta situación—aunque inventada—representa a innumerables pastores que experimentan luchas similares.
Nuestra meta es servirte, querido pastor.

Situación: 

Un querido amigo te llama. Ha sido pastor durante varios años. El desánimo en su voz es evidente. Admite que su iglesia se está reduciendo, pero que parece que todas las iglesias de sus amigos pastores están creciendo. Sus iglesias tienen múltiples servicios y contratan nuevo personal para mantener el ritmo de crecimiento. Mientras tanto, recientemente, su pastor asociado tuvo que pasar a tiempo parcial porque el presupuesto es demasiado reducido. Se esfuerza mucho, dice, pero nada parece funcionar.

Oras por tu amigo y haces lo poco que puedes para animarle en el momento, pero no puedes sacártelo de la cabeza ni siquiera después de la llamada telefónica. Así que te sientas al día siguiente y le escribes una carta.

Querido pastor,

Gracias por tu honestidad al compartir conmigo lo que hay en tu corazón. Tal y como lo describiste, es desalentador trabajar con todas tus fuerzas sólo para ver que otras iglesias están cosechando recompensas más visibles. Tal vez algunas personas se sorprendan al escuchar que los pastores luchan con los celos ministeriales, pero permíteme asegurarte que esa lucha es común. Debes entender que esta preocupación no es inusual entre los pastores.

Dicho esto, no importa su prevalencia, el pecado debe ser tratado rápida y completamente. De hecho, los celos son un asunto que debemos confesar. Solo cuando deseamos las cosas del Señor podemos dejar atrás la envidia terrenal. Te animo a que te desprendas de los grilletes de la envidia pastoral y encuentres un sentido más profundo de confianza en el Señor. Considera estas tres preguntas para ayudarte.

¿Por qué luchamos con celos ministeriales?

El pastoreo puede ser sumamente desalentador. Amas a la gente, oras por ellos, trabajas para alimentarlos con la Palabra, y sin embargo puedes experimentar un crecimiento mínimo. ¿Pasas semana tras semana entregándote a tu preciosa gente sólo para ver que la asistencia disminuye? ¿Murmuran y parecen desinteresados en compartir la carga del ministerio? Eso duele. Mencionaste que sigues a otros pastores en Facebook. Cuando observas las publicaciones o escuchas las historias de otras iglesias que se ven obligadas a añadir múltiples servicios y a contratar personal adicional para mantenerse al día con el aumento de la asistencia, te haces vulnerable a la desesperación. Cuando dejas que la desesperación eche raíces, no pasará mucho tiempo antes de que las alegrías de otros se conviertan en una fuente de celos para ti.

En nuestro mundo de las redes sociales, vemos el «lado bonito» de innumerables iglesias. A veces, parece que todas las iglesias están floreciendo excepto la nuestra. Aunque es un gran regalo, la tecnología puede ser una fuente constante de inseguridad, alimentando nuestros sentimientos de insuficiencia. A menudo experimentamos celos ministeriales porque comparamos los puntos bajos de nuestro ministerio con los más destacados de otros. Te pido que no lo hagas.

¿Por qué los celos ministeriales son tan peligrosos?

Cuando permitimos que los celos habiten en nuestros corazones, no ponemos la gloria de Dios por encima de la nuestra. Si el Señor decide que una iglesia, un pastor o un ministerio específico reciba frutos visibles de su trabajo, es una oportunidad para que adoremos y alabemos al Señor por eso. Pero, cuando la envidia echa raíces, le robamos al Señor la gloria debida a su nombre y, en cambio, alimentamos esa semilla de la envidia y permitimos que crezca.

Además, los celos ministeriales convierten a otras iglesias en nuestra competencia, en lugar de colaboradores. Nunca debemos olvidar que dondequiera que veamos al Señor trabajando, Él nos está dando razones para alabarlo. Por supuesto, queremos que a nuestra propia iglesia local le vaya bien, pero debemos mantener una visión de la obra de Dios que es más grande que nosotros mismos. En otras palabras, el ministerio tiene que ver con el Reino, no con nuestro domicilio. Si olvidamos esto, comenzaremos a ver a otras congregaciones como rivales en lugar de verlas correctamente como hermanos y hermanas, que se asocian con nosotros para servir al Rey.

¿Cuáles son algunas maneras prácticas de superar los celos ministeriales?

Me gustaría ofrecer algunas maneras prácticas y útiles para combatir los celos. En primer lugar, comienza con un método estructurado para orar genuinamente por otros pastores. En mi caso, oro por otras iglesias y pastores cuando pienso en ellos, pero también he implementado un sistema para orar por otras congregaciones. Llego a mi estudio temprano el domingo por la mañana, saco mi «lista de oraciones por los pastores» y empiezo a orar por los nombres de estos hombres y sus iglesias. Tengo mi lista dividida en tres categorías: pastores de mi estado, pastores con los que estoy en contacto desde el seminario, y pastores que conozco de todo el país y de otras naciones. Al orar por estos hombres cada semana, le pido al Señor que los bendiga y fortalezca sus iglesias. Después de haber hecho esto durante años, me siento parte de sus ministerios al orar por ellos.

En consecuencia, cuando escucho que Dios está obrando entre ellos, mi corazón se llena de alegría. Los celos se alejan cuando nos apoyamos mutuamente en la oración. Cada victoria se comparte entre todos nosotros, ¡para la gloria de Cristo!

Una segunda estrategia práctica es mantenerse en constante comunicación con los hombres por quienes estás orando. Después de orar por estos hombres (mi lista tiene alrededor de 65 pastores e iglesias), les envío un breve texto haciéndoles saber que he orado por ellos. Quiero recordarles—a ellos y a mi propio corazón—que estamos trabajando juntos en la labor de predicar el Evangelio. Por supuesto, hay veces que sus iglesias pueden tener más señales visibles de crecimiento que la mía. Puede haber otras temporadas en las que mi ministerio tenga más fruto discernible que el de ellos. Sin embargo, he descubierto que la comunicación semanal con estos hombres fieles me ayuda a anhelar genuinamente que sucedan cosas buenas en sus ministerios y permite que mi corazón siembre semillas de apoyo, no de envidia. Después de todo, cuando escucho informes de la obra de Dios entre ellos, eso es literalmente una respuesta a mis oraciones.

Un último estímulo es hacerse esta pregunta regularmente: ¿He sido fiel al Señor esta semana? A menudo nos preguntamos qué piensa la congregación de nosotros. Nos preguntamos cómo evaluarían otros pastores lo que hacemos. Sin embargo, la única cuestión que merece nuestra atención constante es lo que el Señor piensa de nosotros. He descubierto que pedirle al Espíritu de Dios que escudriñe mi corazón y arraigue mi fidelidad sólo a Él es una manera eficaz de mantenerme satisfecho en el privilegio de ser un siervo de Cristo.

Cuando permitimos que los celos den su malvado fruto, nos sentimos insatisfechos y anhelamos lo que otro disfruta. Ninguno de nosotros es pastor del rebaño de Dios porque se lo haya ganado. Sin duda, esta vocación es costosa y supone un reto continuo. Sin embargo, tenemos el privilegio de ser portavoces del Dios altísimo. Él nos salvó, nos redimió, nos llamó, nos equipó y ahora nos utilizará como Él considere adecuado. Él ha sido más bondadoso con nosotros de lo que podríamos merecer. Servimos para Su gloria, y ninguna cantidad de reconocimiento o estima de los hombres podría igualar lo que ya se nos ha dado en Cristo.

Así que anímate, hermano mío. No estás solo en tu lucha contra los celos ministeriales. Pero también, toma acción, mi hermano. Los celos no son una debilidad que se debe tolerar. Acudamos al Señor en arrepentimiento y busquemos su ayuda. Ora por tus compañeros de milicia. Toma un papel activo orando por su éxito espiritual. Luego descansa sabiendo que el Señor te ha llamado al lugar en el que estás, y descansa en el gozo de saber que sólo su aprobación debe ser el deseo continuo de tu vida.

Tu hermano en Cristo,

Michael Staton

admisiones@tms.edu

Michael Staton

Michael Staton (D.Min., The Masters Seminary) is the Senior Pastor of the First Baptist Church in Mustang, Oklahoma, where he has served since 2000. He has been married to his wife Marcy for 24 years and they have two sons. For sermons and other writings, visit his ministry website at everywordpreached.com.

Seis Características De Los Pastores Que Usted Necesita Evitar

Seis Características De Los Pastores Que Usted Necesita Evitar
Por Adriel Sánchez

No todos los que se identifican como pastores o maestros religiosos deben ser escuchados. Pedro advirtió a los creyentes en su día: «Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró….». (2 Pedro 2:1) La iglesia de hoy necesita pastores que representen fielmente a Jesús en su predicación y estilo de vida. Si te sientas bajo este tipo de ministerio, da gracias a Dios. Si usted no está seguro de si lo hace, aquí hay seis características de los pastores que necesita evitar:

  1. Ellos confían más en su intuición y sentimientos personales que en la Palabra de Dios.
    Dios habló por medio del profeta Jeremías, diciendo: » No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan. Ellos os conducen hacia lo vano; os cuentan la visión de su propia fantasía, no de la boca del Señor.» (Jeremías 23:16; véase también Ezequiel 13:3.) Los pastores que desean compartir «lo que hay en su corazón» y «cómo se sienten» cada domingo, pueden acercarse peligrosamente a hablar de las visiones de sus propias mentes. No importa cuán interesante sea la vida personal de su pastor, Dios le ha encargado que proclame la vida de otro, Jesús. Su pastor tiene la aleccionadora tarea de permitirle escuchar la voz de Dios a través del texto de las Escrituras cada domingo. Cuando los pastores pasan más tiempo compartiendo sus pensamientos que el texto, silencian la voz del Cielo. Cualquier pastor que funcionalmente ministra como si sus palabras fueran más importantes que las de Dios, debe ser evitado a toda costa.
  2. Son autoproclamados y no fueron enviados por Dios ni por la iglesia.
    El apóstol Pablo asumió que aquellos llamados por Dios para ministrar en Su favor eran enviados por iglesias locales que habían observado su integridad y fidelidad a la palabra de Dios (1 Ti. 3:1-7). Escribe: «¿Cómo predicarán si no son enviados? (Romanos 10:15). En la Biblia, el llamado de Dios a la vida de un pastor es confirmado por la afirmación externa de los creyentes dentro de la iglesia local. Los maestros religiosos autoproclamados pueden sentirse «llamados por Dios», pero si un cuerpo de creyentes no está afirmando ese llamado, hay un motivo de preocupación. Ordinariamente, Dios llama a personas a través de la iglesia, no aparte de ella. Los autodenominados maestros religiosos pueden caer bajo la categoría de Jeremías 14:14, » Mentira profetizan los profetas en mi nombre. Yo no los he enviado, ni les he dado órdenes, ni les he hablado; visión falsa, adivinación, vanidad y engaño de sus corazones ellos os profetizan.» (Véase también Jeremías 23:21).
  3. No hablan del pecado o lo tratan a la ligera.
    A lo largo de toda la Biblia, este es uno de los identificadores clave de un falso maestro. Su pastor puede tener una gran sonrisa y ser muy alentador, pero si tiene miedo de hablar del pecado, es un pobre pastor. Esta fue la principal contención de Dios con los profetas en los días de Jeremías. » Y curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: “Paz, paz”, pero no hay paz. ¿Se han avergonzado de la abominación que han cometido? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun han sabido ruborizarse.” (Jeremías 6:14-15)

Hay dos maneras en que he observado que el pecado es tomado a la ligera en la iglesia hoy. Primero, está el intento de algunos pastores de comprometerse con el mundo exterior al tener una visión suave del pecado. La iglesia en este caso no sólo da la bienvenida a los pecadores sino también al pecado. El estilo de vida de una persona, sea o no contrario a la palabra de Dios, es aceptado, e independientemente de cómo viva, es tratado como un miembro con buena reputación en la iglesia. El mantra repetido es: «Dios es amor» y «¿Quién soy yo para juzgar?». Esto es atractivo en nuestra sociedad pluralista, pero al final sólo dice «¡Paz, paz! Usted encuentra este error en muchas denominaciones principales, así como en las autoproclamadas iglesias cristianas progresistas. La segunda manera en que he visto que el pecado se toma a la ligera es prominente en los círculos cristianos conservadores. Algunos pastores no tienen problema en hablar sobre el pecado de la sociedad en general, pero no están dispuestos a desafiar los pecados internos. Estos ministros señalan con el dedo al mundo exterior y crean una cultura malsana dentro de la iglesia al no confrontar los pecados de sus propias congregaciones. Esta es la manera farisaica de tomar el pecado a la ligera, hacemos una gran cosa del pecado de todos los demás, pero pasamos por alto el pecado dentro de nosotros, y el pecado de aquellos más cercanos a nosotros. Si sus pastores son grandes en confrontar el pecado de todos los demás, pero pasan por alto el pecado en sus propias vidas y en la vida de su congregación, es una receta para el desastre. Los buenos ministros no minimizan el pecado por dentro o por fuera. Ellos dan la bienvenida a la iglesia a los pecadores de todas las razas (porque pueden identificarse con ellos), pero reconocen que el Hijo de Dios se dio a sí mismo para librarnos de nuestros pecados (Gá. 1:4).

  1. Su vida interior no concuerda con su personalidad exterior.
    Jesús fue muy claro en su advertencia: “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.” Los falsos maestros son hipócritas, y aunque pueden pretender ser seguidores de Cristo, en realidad son ministros de Satanás según el apóstol Pablo (2 Co. 11:14-15). Esta característica es difícil de ver porque no podemos observar lo que sucede dentro del corazón de una persona. Jesús continuó, sin embargo: “Por sus frutos los conoceréis….” (Mateo 7:16). En vez de cultivar el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), los falsos maestros son sensuales y son conducidos por sus deseos carnales. Pablo dijo: “cuyo fin es perdición, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su vergüenza, los cuales piensan sólo en las cosas terrenales” (Fil. 3:19) Aunque estas pasiones pecaminosas no siempre son observables de inmediato, con el tiempo a menudo se hacen evidentes y causan gran escándalo a la iglesia de Jesucristo (2 Tim. 3:13).
  2. Su doctrina es novedosa.
    Cuando se trata de enseñar, los pastores deben basarnos en lo que históricamente se conocía como la Regla de Fe (Regula Fidei en latín). Este era el cuerpo de enseñanza que se les confió a los apóstoles. Pablo le dijo a Timoteo: “Retén la norma de las sanas palabras que has oído de mí, en la fe y el amor en Cristo Jesús. Guarda, mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros, el tesoro que te ha sido encomendado” (2 Tim. 1:13-14) Los pastores de hoy deben llevar la antigua batuta que Pedro y Pablo tenían en sus manos: la fe entregada de una vez para siempre al pueblo de Dios (Jud. 1:3). Los falsos maestros abandonan la Regla de Fe pública por nuevas «revelaciones» privadas de Dios. Si el ministerio de un pastor está marcado por creencias que contradicen la Regla de Fe, o si son conocidos por tener puntos de vista teológicos sin precedentes, deberíamos estar preocupados. En palabras de Pablo: “Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al[a] que os hemos anunciado, sea anatema.” (Gálatas 1:8)
  3. El enfoque principal de su ministerio no es Jesucristo.
    El enfoque central del ministerio de la Palabra es Cristo y Él crucificado (1 Co. 2:2). Un sello distintivo de los falsos maestros es que se enfocan en casi todo lo demás además de la cruz. Estoy convencido de que Satanás se contenta con apartar los ojos de la iglesia de Jesús de cualquier manera que pueda. Juan advirtió: “En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.” (1 Jn. 4:2-3) ¿Cómo podemos conocer al Espíritu de Dios? Según Juan, el Espíritu de Dios está presente donde la Persona y la obra de Cristo están siendo confesadas. Si el ministerio de un pastor no se trata de Jesús, entonces no vale la pena seguirlo.

Adriel Sanchez

Adriel Sánchez es pastor de North Park Presbyterian Church, una congregación de la Iglesia Presbiteriana de América. Además de sus responsabilidades pastorales, también sirve como un anfitrión del programa de radio Core Christianity. Él y su esposa Ysabel viven en San Diego, California con sus tres hijos.

UN MUNDO SIN TEMOR A DIOS 

Coalición por el Evangelio
Vivimos en un mundo que cada día avanza en una dirección contraria a la verdad de Dios y sus mandatos. ¿Por qué? La Biblia dice que el mundo no tiene temor de Dios. Es importante que el pueblo de Dios sea capaz de discernir la corriente de este mundo y la raíz de su orientación. Para ello, necesitamos conocer la descripción que la Biblia hace del mundo sin temor de Dios.

En este sermón, el pastor Carlos Contreras nos enseña a la luz del Salmo 33:8-12, la realidad espiritual del hombre natural en contraste con la nueva naturaleza que el Señor le ha dado a su pueblo.

Carlos Contreras es miembro del concilio de Coalición por el Evangelio. Carlos es pastor en la Iglesia Cristiana Gracia Soberana, de Ciudad Juárez, México. Está casado con María Eugenia (Kena) Flores, con quien ha tenido cuatro maravillosos hijos y tres nietos. Puedes seguir a Carlos en Twitter o en Facebook.

¿Deberías quedarte o irte?

Mark Dever

Para cumplir la Gran Comisión, los primeros discípulos fueron. Pero no estaban continuamente yendo y viniendo.

Algunas veces, los jóvenes cristianos escuchan el mandato de «ir» y lo tratan como el mandato básico de la vida cristiana. Esa es una forma bastante miope de pensar. Una vez que vas, tienes que quedarte. Si estas yendo siempre, nada se hará excepto la acumulación de más millas de viajero frecuente. Para que el viaje tenga algún significado, debes quedarte durante una cantidad significativa de tiempo: algunas semanas, algunos años, tal vez el resto de tu vida.

La pregunta que todo cristiano enfrenta es, ¿debería mudarme a un lugar donde ahora no se sabe que el evangelio es parte de un equipo de plantación de iglesias allí? ¿O debo unirme a un equipo que plante una nueva iglesia o ayude a recuperar una iglesia cercana? ¿O debo quedarme en mi iglesia actual, adorando, discipulando y evangelizando mientras apoyo a otros que salen?

Las tres opciones pueden ser buenas. Dependen de quién eres y de lo que el Señor te está llamando a hacer.

12 FACTORES A CONSIDERAR
Quiero sugerirte 12 factores a considerar al decidir si vas a permanecer en tu iglesia actual o te vas a mover a otra congregación local o internacional. Deberías considerar:

  1. El propósito de tu mudanza

Si está pensando en irte, ¿sería tu propósito mayormente negativo: irte por algo que no te gusta en tu iglesia actual? ¿O tu propósito sería mayormente positivo: edificar una obra evangélica en otro lugar? Si vas, tiene que ser por razones positivas. Además, no debes irte basado en un sentimiento de culpa o falsos ideales sobre lo que haría un cristiano «maduro». Los propósitos negativos, la culpa fuera de lugar y los falsos ideales no te sostendrán a través de los desafíos de apoyar un trabajo nuevo o revitalizante.

  1. La teología y filosofía del ministerio

¿La iglesia o el equipo de plantación que estás considerando cree y enseña correctamente la Palabra de Dios? ¿Tienen un entendimiento bíblico tanto del evangelio como de lo que es una iglesia?

  1. Evangelismo

¿Es la iglesia a la que te diriges una a la que puedes llevar a tus amigos no cristianos porque sabes que escucharán el evangelio y verán el evangelio fielmente vivido? (Obviamente, este puede no ser el caso en un proyecto revitalizante, al menos al principio).

  1. Edificación

Está bien que quieras crecer como cristiano. Por tanto, deberías trabajar para estar en una iglesia que te ayude a crecer espiritualmente. ¿Estás prosperando en tu iglesia actual? ¿Crees que prosperarías en la otra? ¿Irte sería espiritualmente dañino para ti o para otra persona? Piensa en cómo las asistentes de vuelo de un avión te dicen que te pongas la máscara sobre tu cara antes de colocarla sobre la cara de la persona que viaja contigo. De la misma manera, está bien que te ocupes primero de tu propia salud espiritual. Necesitas poder respirar y crecer espiritualmente si quieres ayudar a los demás.

Hay tres categorías diferentes de personas en la iglesia: las personas infelices, las personas que están bien y las personas que están creciendo azarosamente. Las personas infelices generalmente no deberían unirse a un equipo de plantación o revitalización de iglesias. ¡Ahora, en plena confesión, mi tentación como pastor es enviar precisamente a estas personas! Pero eso no es sabio. Si no estás satisfecho con tu iglesia actual, probablemente sea mejor para ti permanecer entre las personas que te conocen bien y pueden ayudarte a trabajar en los orígenes de esa infelicidad. Además, podrías llevarte la infelicidad contigo a la nueva iglesia que necesita tu ayuda.

Si perteneces al tercer grupo de personas, — actualmente estás creciendo vertiginosamente—es posible que desees también permanecer en tu iglesia actual por un tiempo. ¡Estás creciendo! ¡No dejes de hacer lo que estás haciendo! Ahora, si este crecimiento ha perdurado por algún tiempo, tal vez hables con un anciano y analicen el asunto juntos.

Las mejores personas para unirse a una plantación o un proyecto de revitalización suelen ser personas del grupo intermedio. Esta es la mayoría de la gente en una iglesia, después de todo. Si ese eres tú, lo estás haciendo bien. Estás creciendo, pero lentamente, nada excepcional. Eres estable y puedes ser de gran ayuda para una nueva obra. ¡Incluso podría darte una pequeña sacudida!

  1. La naturaleza estratégica del trabajo de la iglesia

¿Es este un trabajo que te parece particularmente importante, al que te gustaría contribuir y sientes que puedes hacerlo? ¿Existe una oportunidad vocacional estratégica dada por Dios que brindaría oportunidades para apoyar a una iglesia en particular, particularmente en el extranjero? ¿Hay algún grupo de personas al que quieras alcanzar con el evangelio?

  1. El ministerio que tienes actualmente en tu iglesia

Considera el ministerio que ya Dios te dio, y ten mucho cuidado de no irte si un ministerio en particular depende de ti. Quizá tus habilidades de enseñanza o discipulado ya se están utilizando bien, o tal vez podrías darles un mejor uso en un nuevo proyecto. Tal vez formes relaciones rápidamente y eso se trasplantaría bien a una nueva ubicación. O tal vez te lleve mucho tiempo formar relaciones de tal manera que desees pensar un poco más antes de mudarte. Si tú no eres un «exportador neto» del ministerio en su iglesia actual—evangelizar, discipular, animar—hay pocas razones para pensar que podrías estar en otra iglesia.

  1. Los pastores en particular que estarías apoyando

Puede tener una relación personal con un hombre o su familia. O tal vez te has encontrado creciendo de manera marcada bajo su enseñanza. Esas son buenas razones para ir y apoyar el trabajo, ¡y qué maravilloso estímulo podrías ser para los líderes y otros!

  1. Geografía

¿A qué distancia vives actualmente de donde se reúne tu iglesia y vive la mayoría de sus miembros? ¿Su proximidad se presta a la asistencia regular, el voluntariado fácil y la integración de tu vida con la vida de otros miembros? ¿Cómo impacta el lugar donde vives el ministerio evangelístico que tienes en la vida de tus vecinos, o en la vida de tus compañeros de trabajo? Si vives más lejos, ¿podrías ser usado para establecer o fomentar un buen trabajo más cerca de dónde vives? Si vives cerca, te podría disuadir de unirte a un nuevo proyecto a menos que estés dispuesto a mudarte a donde sea que el nuevo proyecto se realice.

  1. Etapa de vida

La etapa de tu vida es algo legítimo en lo que pensar. ¿Eres soltero? ¿Quieres encontrar un cónyuge que esté de acuerdo contigo en forma práctica y teológica en tu comprensión de la vida cristiana? Si eres padre, ¿será la futura iglesia un buen lugar para discipular a tu esposa e hijos?

  1. El estado de tus finanzas

Otra vez, es completamente legítimo que consideres si no puedes pagar tu status actual o cualquier situación futura posible. ¿Podrás pagar el alquiler? ¿La educación para tus hijos? ¿Otros gastos de manutención? Pablo observa que «si alguno no provee para…su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo» (1 Timoteo 5:8). Por otro parte, ¿has considerado si realmente necesitas todo lo que se supuso que necesitabas? Ten cuidado sobre tus suposiciones.

  1. El estado de tus relaciones con los otros

Deberías dejar un lugar cuando tus relaciones estén en buena forma, no en mala forma. No deberías irte para evitar lidiar con problemas relacionales difíciles.

  1. Oración

¿Piensas que Dios quiere que vayas a otra iglesia o que te quedes en tu iglesia actual? Tenemos libertad en Cristo. Frecuentemente hay más de una buena opción frente a nosotros. Alabado sea Dios por la libertad que tenemos.

ALGUNOS DEBERÍAN IRSE, ALGUNOS DEBERÍAN QUEDARSE
El hecho de que una mudanza pueda ser costosa no significa que no deberías irte. Ha sido costoso para la mayoría de los santos que obedecieron el mandato de Jesús de ir. Y a menos que vivas en Jerusalén, ¡alabado sea Dios porque alguien pagó ese costo y llevó el evangelio a tu nación y tu ciudad y tu casa para que creas!

¿El punto de todo esto es decir que algunos de ustedes deberían dejar sus iglesias? Más o menos. Algunos deberían ir a ayudar a las iglesias que luchan. Algunos deberían plantar otras. Algunos deberían irse al extranjero. Y algunos deberían quedarse.

Por supuesto, la gente tiene que quedarse para que una congregación determinada siga siendo una congregación. Toda iglesia necesita coherencia en el liderazgo, el discipulado y las amistades a largo plazo. De hecho, permanecer en nuestra cultura es a menudo algo contracultural, especialmente entre la generación más joven. Con todas las transiciones profesionales o educativas que caracterizan la vida urbana moderna, lo radical para algunos será permanecer en un mismo lugar durante décadas.

Cualquier cosa que hagas, no tomes esas decisiones en forma acelerada. Y no tomes tales decisiones de forma aislada, sino tómalas en oración y en conversación con tus amigos que te conocen bien, y con al menos un anciano que te conozca.

Traducido por Renso Bello


Nota del editor: El siguiente es un extracto de la próxima publicación de Mark Dever Entendiendo la Gran Comisión , en la serie Church Basics (B&H, abril de 2016). Reimpreso con permiso de B&H.

John Bunyan y el Llamado pastoral

Por Matt Haste

En la esquina suroeste del prado de St. Peter del poblado inglés de Bedford, cerca de la calle hay una estatua de bronce de un hombre. Los ojos del hombre están mirando hacia el cielo y hay una Biblia en sus manos; él tiene una expresión de desesperación en su rostro, pero parece preparado para hablar una palabra de verdad en cualquier momento con el fin de suplicar a los transeúntes. Aparentemente, esa es exactamente la manera en que John Bunyan quería ser recordado.

Su representación del pastor ideal en su famosa alegoría titulada El Progreso del Peregrino, suplicaba la inspiración de la estatua. Con su espalda hacia el mundo y su mirada hacia el cielo, el hombre estaba entre los pocos autorizados a guiar a otros en su camino hacia la ciudad celestial. Bunyan era un puritano típico en su veneración del pastorado. Y con esa visión del ministerio pastoral podríamos pensar, ¿cómo es que los puritanos disciernen quien fue llamado por Dios a su gran obra?

EL CONCEPTO PURITANO DEL LLAMADO
El concepto puritano del llamado fue construido bajo las convicciones de la Reforma acerca de la vocación. Como lo expresa William Perkins, el llamado de alguien es una mayordomía «ordenada e impuesta por Dios para el bien común». Según la mente puritana, Dios designó a cada persona para una vocación particular con el fin de cumplir sus propios propósitos soberanos. Si Dios llamaba a un hombre al pastorado, los puritanos creían que su vida reflejaría ciertas características que confirmaban su llamado.

Un estudio de los escritos puritanos sobre el tema revela que los puritanos no destacaban un aspecto del llamado por encima del resto, sino que buscaban unir las características que demostraban la mano de preparación sabia de Dios. Cuando un hombre cumplía con los requisitos necesarios: convicción para dirigir y enseñar, capacidad para el trabajo, carácter como Cristo y confirmación del pueblo de Dios, entonces y solo entonces podía considerarse llamado al ministerio.

EL LLAMADO DE BUNYAN AL MINISTERIO
El camino recorrido por John Bunyan hacia el pastorado es una ilustración útil de la manera en que estos principios obraron en la vida de un hombre. Luego de varios años de su conversión, algunos miembros de su iglesia local que lo observaban comenzaron a reconocer su potencial. Tal y como él escribió en su autobiografía espiritual titulada Grace Abounding to the Chief of Sinners [Gracia abundante para el mayor de los pecadores], ellos «pudieron percibir que Dios me había hecho digno de comprender algo de su voluntad en su santa y bendita palabra, y que me había otorgado la capacidad de declararla en alguna medida, de expresar a otros lo que veía para su edificación».

Por tanto, le pidieron a Bunyan que expusiera una «palabra de exhortación» en una próxima reunión, lo cual a su vez fue bien recibido. Como Bunyan reportó más adelante, «descubrí mi don entre ellos» ya que la congregación fue «tanto afectada como confortada». Luego se le pidió que predicara varias veces más y él comenzó a orar y ayunar por sabiduría. Cuando la iglesia lo designó para un papel de predicación más frecuente, él confesó: «evidentemente encontré en mi mente un secreto que dirigía hacia ello». Su corazón se enfocó especialmente en 1 Corintios 16:15, donde en la versión autorizada que Bunyan leía hablaba de que los apóstoles «se dedicaron al ministerio de los santos». Al sentir que este mismo deseo aumentaba en su propio corazón y seguir viendo el fruto de su trabajo Bunyan concluyó, «por tanto, estas cosas fueron otra confirmación para mí, de que Dios me había llamado y acompañado en esta labor».

Bunyan fue reconocido primeramente por su carácter y luego probado para evaluar su capacidad. Mientras la iglesia confirmaba sus dones, él comenzó a desarrollar la convicción de que debía servir al Señor de esta manera. La suma de esos elementos llevó a Bunyan a concluir con el hecho de que en realidad había sido llamado al ministerio. Bunyan permaneció confiado en su llamado aún cuando enfrentó persecución y pasó doce años en la cárcel de Bedford, donde se encuentra su estatua hasta el día de hoy. Él se convirtió más adelante en uno de los predicadores más apreciados y autores más influyentes de la era puritana, pero solo luego de que estuvo seguro de que cumplía con todos los requisitos necesarios.

LLAMADO Y CALIFICADO
La perspectiva puritana sobre el llamado no está por encima de la crítica, pero las siguientes recomendaciones destacan la sabiduría que sus escritos ofrecen a los pastores de hoy en día. Cada punto provee un contraste útil con el enfoque de muchos evangélicos modernos.

Primero, los puritanos vieron el llamado al ministerio en el contexto del desarrollo de una doctrina de la vocación. En lugar de volver al pensamiento medieval que dividía lo sagrado de lo secular, los puritanos reconocieron que todas las personas son llamadas por Dios y dotadas para vocaciones específicas.

Segundo, los puritanos enfatizaron lo externo en lugar de la confirmación interna. Ellos motivaron al hombre a considerar los dones que Dios le había otorgado, las oportunidades que estaban ante él y especialmente la manera en que otros le respondían. Esto atribuyó la responsabilidad primaria a la sabiduría colectiva de la iglesia y sus líderes en lugar de la evaluación subjetiva del individuo.

Finalmente, el enfoque puritano era multifacético en lugar de místico o minimalista y en lugar de simplificar más el proceso o destacar un aspecto del llamado por encima del resto, los puritanos motivaron a los jóvenes a ver el asunto a partir de diferentes ángulos. Las cuatro características señaladas en este artículo: convicción, capacidad, carácter y confirmación, permanecieron relativamente iguales en lo que se refiere a ayudar a alguien a determinar si Dios lo había capacitado para el ministerio vocacional. Y esta inclinación es paralela a una práctica que es enseñada por otra serie de palabras claves que pueden ser familiares para algunos lectores.

En el siglo veinte los gemólogos identificaron «cuatro Cs» que ayudaban a clasificar la calidad de un diamante: el corte, los quilates, el color y la claridad. Cada característica sirve de indicador para la calificación general de la piedra, pero ninguna medida es suficiente en sí misma para determinar el valor del diamante. Un joyero sabio examina el diamante a partir de todos los ángulos, fijando sus ojos experimentados en las potenciales imperfecciones o deficiencias. Una gran marca en una categoría podría distorsionar la evaluación de un novato porque un experto sabe como calificar la piedra a través de las cuatro categorías.

El paralelo de los cuatro temas discutidos aquí es instructivo. Y así como los diamantes son evaluados a través de una serie específica de categorías establecidas, debemos también entrenar a los jóvenes para que se evalúen a sí mismos. Rechazando un enfoque simplista, deben observar sus vidas a partir de todos los ángulos y buscar ayuda de otros para descubrir si Dios verdaderamente los ha capacitado para la obra del ministerio. Bunyan y los puritanos entendieron el alto llamado del pastorado y estuvieron dispuestos a proteger el oficio. Ellos ofrecieron un ejemplo sabio para ayudar a los hombres jóvenes a determinar si habían sido llamados por Dios a servir como pastor hoy en día.

Matt Haste es profesor asociado de espiritualidad bíblica y director de estudios doctorales profesionales en el Seminario Teológico Bautista del Sur

La humildad en los pastores y líderes

Serie: El orgullo y la humildad

Por C.N. Willborn 

Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El orgullo y la humildad

La humildad es una cualidad, una actitud o un sentimiento de ausencia de importancia personal, que no hace que uno sea mejor que otro. Conlleva la idea de modestia, mansedumbre e incluso dulzura. La palabra tiene un pedigrí en francés antiguo y en latín. En el latín eclesiástico, encontramos algunas raíces de «tierra» o «terrenal». Sin embargo, debemos tener claro que la humildad no debe identificarse con alguien que camina con una apariencia abatida, que se estremece en cada encuentro. No es andar vestido con cilicio y ceniza.

Vivir la humildad bíblica comienza con el reconocimiento de la propia deuda con Dios como autor y consumador de nuestra fe. Para los pastores y ancianos, significa vivir con una conciencia aguda de que todo lo que tienen es un regalo de Dios y que todo lo que hacen depende de la gracia de Dios.

Vivir esta humildad implica imitar los buenos ejemplos. En la Biblia tenemos varios. Después de todos los logros de José en los altos niveles políticos, concluyó que los puntos bajos, así como los más destacados de su vida, eran singularmente atribuibles a Dios y a Su plan soberano y a la disposición de todas las cosas (Gn 50:19-21). Algún tiempo después de que David fuera ungido como sucesor de Saúl como rey, escuchamos la autodescripción de David mientras Saúl lo persigue: «¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?» (1 Sam 24:14). El rey David también se describió a sí mismo en toda su gloria real como un gusano (Sal 22).

Jesús llamó a Juan el Bautista el más grande de los profetas, y sin embargo Juan resumió su propia postura de esta manera: «Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya» (Jn 3:30). ¿Y el apóstol Pablo? Un hebreo de hebreos. Con respecto a la ley, intachable. Sin embargo, no reclamó ninguna fama, sino que se subordinó a la fama de Cristo Jesús (Flp 3). Con todo, Pablo nos recuerda que nuestro Salvador es el modelo a seguir y que, por tanto, cada uno de nosotros debe «[considerar] al otro como más importante que a sí mismo» (2:3). Eso es humildad.

Todo esto nos dice cómo debe afectarnos la vida bajo el plan soberano de Dios. No tenemos ninguna razón para ser orgullosos. La arrogancia nunca debe aferrarse a nosotros, sino la dulzura de nuestro Salvador. Después de todo, Pedro dijo que «todo cuanto concierne a la vida y a la piedad» ha venido de Él (2 Pe 1:3). La nuestra debe ser la humildad del gran Rey Jesús, que se sometió a la humillación de este mundo lleno de pecado, incluso a una muerte injusta y cruel en la cruz. Vivir bajo la bandera del plan soberano de Dios para nuestras vidas produce la misma vida humilde.

¿Qué pasa cuando el orgullo surge en nosotros? Después de todo, todos luchamos con él. La respuesta, por supuesto, es el arrepentimiento. Así como Martín Lutero llegó a ver, el arrepentimiento no es un acto único u ocasional, sino una vida continua de contrición: el reconocimiento, el dolor y el abandono del pecado. Para los ministros y ancianos, esto seguramente incluirá la confesión a uno mismo, a los demás y a Dios de nuestros pecados de palabra, pensamiento y obra. Los ministros y ancianos se encontrarán pidiendo perdón a Dios y a aquellos a los que sirven cuando su pecado sea expuesto ante ellos. De hecho, debemos predicar con el ejemplo (1 Pe 5:3). Dios llama a nuestros feligreses a imitar nuestra fe (Heb 13:7). ¿Nos atreveremos a dejar que imiten nuestra arrogancia, orgullo y rudeza, en una palabra, nuestra pecaminosidad? Más bien, ¿qué tal si ponemos ante ellos el dulce aroma de nuestro Salvador? Cuando pecamos y el aroma se sustituye por un hedor, debemos arrepentirnos rápidamente; la humildad bíblica lo exige.

Hace muchos años, Albert N. Martin escribió un folleto de una profunda convicción titulado Las implicaciones prácticas del calvinismo. Estaba repleto de puntos de sabiduría bíblica, pero uno que ha permanecido conmigo a lo largo de los años es este: no se puede creer en la soberanía de Dios y ser un cristiano orgulloso. Un cristiano es alguien que se ha encontrado cara a cara con el Dios vivo y tres veces santo. ¿La respuesta de Isaías en ese caso? Cayó sobre su rostro en humilde dolor por su pecado y solo después se levantó con la voluntad de servir a Dios. La arrogancia no tiene cabida en la vida cristiana. Mucho menos, entonces, el orgullo y la arrogancia no tienen buen lugar entre los ministros y ancianos cuando viven y dirigen. Apoyémonos todos en el Espíritu del Dios vivo mientras perseguimos la mansedumbre que conduce a una herencia inestimable de nuestro Señor y Salvador.

Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.

C.N. Willborn
El Dr. C.N. Willborn es pastor principal de Covenant Presbyterian Church en Oak Ridge, Tenn., Y profesor adjunto de teología histórica en Greenville Presbyterian Theological Seminary en Greenville, S.C.

LAS CARACTERÍSTICAS DE UN OBRERO EFICAZ

Alex Montoya ha sido el pastor principal en FFBC desde 1972. El pastor Montoya se ha desempeñado como profesor asociado de Ministerio Pastoral en The Master’s Seminary y anteriormente fue profesor de griego en el Seminario Teológico Talbot.
Es miembro y expresidente regional de las Iglesias Fundamentales Independientes de América (IFCA).Fundó el Seminario Bíblico Fundamental y es el autor del libro “Predicando con pasión”.
Él y su esposa Favy tienen hijos adultos casados y varios nietos.