El cristiano y la depresión | CATHERINE SCHERALDI

El cristiano y la depresión
CATHERINE SCHERALDI

Dios creó un mundo bueno, donde reinaba la armonía. Cada cosa creada, cada órgano y sistema, funcionaba como debía ser. Sin embargo, el hecho de que exista un Diseñador perfecto, quien creó perfectamente, no niega el hecho de que también existió una caída.

Génesis 3 narra que la muerte entró al mundo perfecto de Dios, y las enfermedades que antes no existían comenzaron a aparecer. Todos los órganos —el corazón, los pulmones, el hígado, y aun el cerebro— comenzaron a padecer de disfunciones.

Incluyendo la depresión.

La depresión es una de esas enfermedades que surgieron fruto de la caída. La forma de pensar de los seres humanos se trastornó tanto que Pablo nos advierte: “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas” (Tit. 1:15).

Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es “un desorden mental común, caracterizado por una persistente tristeza o pérdida de interés en las actividades que normalmente disfrutarías, acompañada por una incapacidad de realizar actividades diarias, por al menos dos semanas”. La depresión es un desorden complejo. Un estudio publicado en 2016 demostró que hay cuatro diferentes subtipos dentro de la depresión persistente, dependiendo de los síntomas. Se estima que la depresión afecta a aproximadamente 300 millones de personas en el mundo, mayormente mujeres. Sabemos que si hay depresión en un miembro de la familia, el riesgo de que otros puedan padecerla aumenta. En personas que ya han padecido de depresión no es raro que esta se repita durante su vida. Podemos observar que esta disfunción tiene un componente genético; sin embargo, la relación entre la mente y el cerebro es compleja; no siempre es fácil saber dónde la termina biología y dónde comienzan los hábitos y conductas pecaminosas.

¿Cristianos deprimidos?
En muchos círculos cristianos existe la creencia de que es imposible para un verdadero creyente deprimirse a menos que esté en pecado, tenga falta de fe o falta de conocimiento bíblico. Sin embargo, un estudio de la Palabra demuestra que varios profetas se deprimieron: algunos por su propio pecado (como David), y otros por el pecado del pueblo (como Moisés). Jeremías se deprimió porque el Señor le reveló lo que le pasaría al pueblo judío… ¡se deprimió porque conoció la realidad!

Al decir que todos los pacientes deprimidos lo están por haber pecado, estamos haciendo mucho daño en los que están deprimidos por razones médicas. Estas personas terminan sintiendo los síntomas típicos de la depresión y además la culpabilidad por “haber pecado”, cuando muchas veces no lo han hecho. Generalizar de esta manera convierte a los acusadores en personas como los amigos de Job, quienes dieron consejos y explicaciones sin entender completamente la situación.

No podemos ver la depresión como toda espiritual, o toda biológica, ya que usualmente es una combinación de ambos componentes. El cuerpo y el alma están entrelazados. La depresión aumenta la oscuridad típica de la mente caída, resultando en un corazón más duro y egocéntrico. Nuestro corazón nos engaña (Jer. 17:9). Sentimos una especie de nube de duda y temor siempre encima, y una neblina que no nos deja ver las cosas como son. Comenzamos a pensar que esto nunca se irá. Los problemas parecen más grandes que las promesas de Dios, y las heridas y el dolor vencen nuestra fe. Como resultado, perdemos de vista que este mundo no es nuestro hogar. En vez de buscar las razones para alabar al Señor, preferimos maldecir nuestra crisis.

Como creyentes, hay muchas razones para tener gozo; sin embargo, seguimos viviendo en un mundo caído. Al conocer a Cristo, el Espíritu Santo ha abierto nuestros ojos y podemos ver la maldad en el mundo que nunca habíamos visto como no creyentes. Dios también nos sensibiliza al dolor y a la maldad, y no podemos ignorarlos, lo que puede convertirnos en el blanco de Satanás. Como si esto no fuera suficiente, el Espíritu Santo está continuamente exponiendo la maldad que no sabíamos que existía en nuestro propio corazón. Como en el caso de Jeremías, la depresión puede ser una respuesta a la realidad cuando uno se da cuenta de la profundidad de la maldad en el mundo y nuestra incapacidad de corregirla. Por eso hemos de aprender a confiar una y otra vez en Jesús, quien venció (Jn. 16:33).

Como médico y alguien que ha padecido de depresión, creo que este padecimiento frecuentemente es un instrumento en las manos de Dios para santificación. Si nada escapa la mano de Dios (Mt. 10:29-33) y Él usa todo para nuestro bien (Ro. 8:28), entonces Él puede utilizar la depresión para formarnos a su imagen.

Qué hacer en medio de la depresión
Y entonces ¿qué debemos hacer? Primero, buscar ayuda. Cristo nos dejó una familia, su Iglesia, porque Él conoce nuestras debilidades y la necesidad que tenemos.

Cuando la depresión es por pecado, la solución es arrepentirnos. Es posible que la depresión sea un llamado de Dios para volvernos al redil y sanarnos, porque el pecado nos esclaviza y nos separa de Dios. Oseas 6:1 nos dice: “Vengan, volvamos al Señor. Pues Él nos ha desgarrado, pero nos sanará; nos ha herido, pero nos vendará”. Sabemos que Jesús, el buen pastor, dejará las 99 ovejas para buscar a aquel que salió del redil (Lc. 15:4-7).

En la mayoría de los casos de depresión no producida por un desbalance químico, la consejería bíblica es suficiente para mejorar. Sin embargo, particularmente cuando la depresión es severa y la persona no responde a la consejería, puede ser que la medicación sea necesaria. Si la depresión es por un desbalance químico, la persona necesita buscar ayuda médica. Aunque la mayoría de las depresiones pueden ser tratadas de manera ambulatoria, las severas pueden requerir ingreso en un hospital. Cualquier persona psicótica (depresión acompañada de alucinaciones o delirios) o con pensamientos suicidas necesita ayuda psiquiátrica inmediata. El paciente psicótico requerirá antipsicóticos combinados con antidepresivos, mientras que las depresiones no psicóticas pueden necesitar antidepresivos e incluso, en algunos casos, antipsicóticos. Para los casos más severos, cuando el tratamiento con fármacos no ha sido exitoso, puede recurrirse a la terapia electroconvulsiva.

Para el creyente, el tratamiento médico siempre debe ser acompañado de consejería bíblica; es en la Palabra donde encontramos la verdad. El medicamento sin consejería bíblica no llega al raíz del problema, y cada vez que se trate de suspender los medicamentos la depresión regresará. En todos los casos, el cuerpo de Cristo debe involucrarse en la vida de la persona deprimida para sobrellevar la carga unos y de otros, como nos lo manda Gálatas 6:2.

Aguardando ansiosamente
Vivimos en un mundo caído, pecaminoso, disfuncional, y lleno de dolor. Romanos 8:22-23 nos dice: “Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora. Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, aun nosotros mismos gemimos en nuestro interior, aguardando ansiosamente la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo”.

El cuerpo humano es una “máquina” inmensamente complicada, creada por un Dios incontenible. Aunque nuestros cuerpos han sido quebrantados por la caída y son afligidos por toda clase de enfermedades físicas y mentales, podemos confiar en que —cuando regrese por los suyos— Dios recreará lo que Él creó.


Nota del editor:
Este artículo fue publicado gracias al apoyo de una beca de la Fundación John Templeton. Las opiniones expresadas en esta publicación son de los autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de la Fundación John Templeton.

​Catherine Scheraldi de Núñez es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer de la Iglesia Bautista Internacional. Conduce el programa Mujer para la gloria de Dios, en Integridad y Sabiduría. Puedes seguirla en Twitter.

Tomado de: https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/cristiano-la-depresion/

¿Qué es una mujer? | Catherine Sheraldi

¿Qué es una mujer?
CATHERINE SCHERALDI

Una de las grandes ironías de nuestra época es que mientras el mundo celebra hoy el Día de la Mujer, por lo general no pueden explicar exactamente y de manera razonable qué se debería celebrar hoy. Hay confusión sobre qué es una mujer y qué la hace única, en especial debido a que el feminismo ha distorsionado el verdadero rol de la mujer y sus características, y también por el auge de la ideología de género. ¿Qué es una mujer? En este escrito, quiero invitarte a reflexionar en cómo la Biblia y la ciencia nos ayudan a responder esta pregunta.

En el jardín del Edén, Dios creó una pareja binaria que consistía solo en un hombre y una mujer. Era una pareja con una naturaleza santa, que caminaba en relación íntima con su Creador como portadora de Su imagen. Dada la grandeza y sabiduría de Dios, Él creó dos géneros con grandes similitudes y diferencias para que, al vivir en armonía, lo pudieran reflejar ante el mundo de una manera mejor que si solo hubiera un género. Ambos, el hombre y la mujer, serían capaces de mostrar la sabiduría y grandeza de Dios.

Al ver a la pareja en el jardín notamos que eran iguales en dignidad, aunque tenían roles diferentes que cada uno aceptó (Gn 1:27-28; 2:15-18; 3:2-3). No obstante, a pesar de sus diferencias, cada uno valoraba al otro y juntos tenían una meta en común por la que trabajaban en equipo (2:23-23; 1:28). Como al comienzo no conocían el pecado, había una inocencia en sus formas de pensar y actuar, y cada uno confiaba en el otro (2:25; 3:2-3).

Es lamentable, pero en la actualidad tenemos una confusión respecto al género, porque la cosmovisión en auge en nuestra cultura está a años luz de la realidad diseñada por Dios. Hoy se afirma que el género no es binario y que es posible ser de un género y estar «atrapado» en el cuerpo del sexo opuesto, lo cual requiere nuestra «emancipación de dicha tiranía», como algunos han sugerido. Sin embargo, solo una generación individualista puede concluir que la esencia de una persona puede ser definida con base en los sentimientos, incluso si estos sentimientos son contrarios a la genética, embriología, endocrinología, neurobiología y neurofisiología.

Aunque la diferencia genética entre el hombre y la mujer es de solo un 1 %, las implicaciones de este porcentaje son inmensas en manos de un Dios sabio e infinito

La ciencia pone al descubierto el diseño radicalmente distinto del hombre y de la mujer. Por ejemplo, aunque parecen iguales en el aspecto anatómico, la función fisiológica es distinta en cada género. Aunque la diferencia genética entre el hombre y la mujer es de solo un 1 %, las implicaciones de este porcentaje son inmensas en manos de un Dios sabio e infinito. Con el descubrimiento de las resonancias funcionales y las tomografías por emisión de positrones, se han demostrado las diferencias en la función cerebral de cada género, lo que a su vez demuestra las diferencias en las habilidades de cada género.

Por ejemplo, desde el embarazo, el cerebro femenino experimenta cambios y se prepara para lidiar con la vida multitarea que se le avecina. A través de las feromonas, la madre es capaz de apegarse a su niño de una manera especial incluso antes de que nazca, no necesita esperar hasta ver a su bebé para amarlo. Además, estos cambios cerebrales producen que por lo general sea más paciente con las rabietas del niño al punto de inclinarse a consentirlo más, y entonces el padre usualmente balancea esta permisividad con la justicia. De esta forma, ambos demuestran diferentes aspectos del amor de Dios: la mujer llena de una manera particular la necesidad del niño de sentirse amado y el hombre lo prepara para enfrentarse con un mundo caído.

Dios siempre ha sido relacional; existe eternamente una relación perfecta entre las tres personas de la Trinidad. Con esto en mente, también podemos entender que Él ha formado a la mujer con una necesidad y capacidad particular de relacionarse con otros, de una manera distinta a la del hombre, y así ella también demuestra que Dios la creó conforme a Su imagen y semejanza. Su particularidad, por ejemplo, promueve en ella el deseo de armonía en las relaciones. Debido a las conexiones cerebrales que tiene, su reacción más común es evitar una confrontación, a diferencia del hombre (a quien le faltan algunas de estas conexiones y tiene más facilidad para confrontar). De nuevo, podemos ver que tanto el hombre como la mujer son necesarios para reflejar a Dios como Él ha diseñado que lo hagamos. Dios mismo nos buscó para quitar la enemistad que nuestro pecado produjo (2 Co 5:18-19), por lo que la disposición a confrontar en amor también es un aspecto del carácter de Dios que es necesario que reflejemos (Gn 3:11-19).

Al hablar sobre qué es una mujer, no podemos dejar de mencionar el rol de ayuda idónea que le fue otorgado en su creación

Al hablar sobre qué es una mujer, tampoco podemos dejar de mencionar el rol de ayuda idónea que le fue otorgado en su creación (2:18). Adán recibió las instrucciones de cuidar y cultivar el huerto antes de la creación de Eva (2:15); sin embargo, para llevar a cabo esta tarea asignada por Dios, fue necesario unir a dos personas con una multiplicidad de características típicas de su diseño. Entonces, a Adán se le otorgó el rol de ser cabeza y líder, mientras Eva lo complementaba para desarrollar la creación como fue ordenado por Dios (1:28). Aunque este rol de ayuda idónea alcanza una expresión muy especial en el matrimonio, dada sus condiciones de diseño original, la contribución de las mujeres ha sido monumental en el desarrollo de las civilizaciones. Es por eso que podemos decir que no hay esfera de la vida humana que no se beneficie profundamente de la intervención de las mujeres, sean solteras o casadas, en la medida en que ellas caminan según el diseño de Dios para sus vidas.

Ahora bien, nada de esto quiere decir que las mujeres siempre manifiestan estas características de la misma forma. Cada persona es diferente y, por lo tanto, sus características innatas debido a su género pueden tener distintos matices de expresión en diferentes contextos y etapas de la vida. Por ejemplo, aunque las mujeres por lo general prefieren no confrontar, es posible que una mujer no tenga dificultad en hacerlo. Esto no la hace menos mujer. Recordemos también que el trasfondo cultural de las personas también ejerce una gran influencia. Por consiguiente, tanto los hombres como las mujeres pueden tener diferentes grados de expresión de aquellas cualidades que son típicas de uno u otro. Pero lo que nunca se puede negar es que las mujeres y los hombres son distintos por diseño, cada uno con rasgos particulares que derivan de la forma en que Dios los hizo para Su gloria, incluso en detalles que son imperceptibles a menos que los examinemos de cerca.

Entonces, ¿qué es una mujer? Es uno de los dos géneros que Dios creó, con un conjunto de características divinas específicas. Fue hecha con la capacidad de complementar al hombre y brindar su aporte a las áreas donde él necesita ayuda para desarrollar la creación y glorificar a Dios. De esta manera, trabajando juntos en armonía demuestran al mundo quién es Dios.

Mientras el mundo en general está confundido con respecto a qué es una mujer, recordemos y proclamemos con alegría y asombro esta verdad para la gloria de nuestro Dios.

​Catherine Scheraldi de Núñez es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer de la Iglesia Bautista Internacional. Conduce el programa Mujer para la gloria de Dios, en Integridad y Sabiduría. Puedes seguirla en Twitter.

Amor verdadero

Amor verdadero
Por Catherine Scheraldi de Núñez

Génesis 3 ha cambiado toda nuestra manera de pensar. Antes de la caída nuestra cosmovisión se alineaba con la cosmovisión de Dios, esto producía que nuestras interpretaciones de las verdades fueron correctas. Con la caída, la naturaleza pecaminosa trastornó tanto nuestra forma de pensar que, sin la iluminación del Espíritu Santo es imposible ver la verdad. Esto explica por qué personas tan inteligentes llegan a conclusiones erradas a pesar de tener la información correcta.

La evolución es un ejemplo típico. Carlos Darwin fue en un viaje a diferentes países para estudiar la flora y fauna local, él vio una variación de diferentes especies que en su opinión fueron perfectamente adaptados a su ambiente. Al llegar a las islas de las Galápagos notó diferentes tipos de pinzones con picos de diferentes tamaños, con la ayuda de un especialista de aves (ornitólogo), a pesar de que él clarificó que no todos eran pinzones, como naturalistas, llegaron a la conclusión que 12 de las 14 especies eran indígenas a las islas y se habían adaptado para sobrevivir en su ambiente. El resto es historia. Vimos cómo esta teoría cambió el mundo a pesar de que la ciencia aun hoy no la aprueba. Darwin sabía que la conclusión era opuesta a lo que la Biblia relataba y, como científico, puso más peso en sus pensamientos que en los de Dios.

Esto es una advertencia para nosotras que cada vez que encontramos nueva información tenemos que cuidarnos en la interpretación a no desviarnos de lo que Dios nos ha enseñado.

¿Qué es el amor?
El diccionario de la lengua española lo define en varias formas:

«Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia necesita y busca el encuentro y unión con otro ser». «Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear». «Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo».

En la rama de neurobiología/endocrinología sabemos que hay lugares cerebrales específicos envueltos en la creación de los sentimientos producidos por neurotransmisores también específicos. Al interpretarlo como naturalista, el amor es algo necesario para el seguimiento de la raza humana y para llenar nuestra insuficiencia. Es algo totalmente egoísta para llenarnos de satisfacción y es pasajero.

La definición bíblica es totalmente diferente. Dios es amor (1 Juan 4:8). Pablo define el amor cristiano en 1 Cor. 13:4-8: «El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser».

Al examinar esta lista nos damos cuenta de que el amor verdadero es sufrido y totalmente centrado en el otro. Y como Dios es eterno es permanente. A lo largo de su ministerio terrenal, Jesús mostró su amor por los demás al bendecir y servir a los pobres, los enfermos, los afligidos y a todos nosotros que nunca pudiéramos retribuirle. Él les dijo a sus discípulos que debíamos amar a los otros como Él los había amado (Juan 15:12).

Según Cristo mismo, el amor más grande es cuando damos nuestra vida por nuestros amigos (Juan 15:13). La diferencia en las dos interpretaciones es como el día y la noche. Al estudiar la neurobiología/endocrinología vemos a un Dios tan sabio que puede crear seres tan complicadas que responden a químicas microscópicas no solamente para nuestra bien, sino también para llenarnos con satisfacción y gozo mientras nos da la oportunidad de reproducir física y espiritualmente cuando pasemos el legado a la próxima generación.

Como las emociones —incluyendo la del amor— están creadas en el sistema límbico cerebral, el área lo cual nos da el sentir de recompensa, cuando somos obedientes amando a nuestras familias, esposos, amigos y hasta nuestros enemigos, Cristo se nos manifiesta en una forma tal que nuestros corazones se rebosan con Su presencia y Su amor (Juan 14:21) aumentando la recompensa y habilidad de amar.

Oremos que nuestras vidas representen a nuestro Salvador mientras respondemos en amor a aquellos a nuestro alrededor, llenando sus vidas con el amor de nuestro Dios.

Bendiciones


Catherine Scheraldi de Núñez

Es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y es conductora del programa radial «Mujer para la gloria de Dios». Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y . Puedes seguirla en twitter.

Ideología de género: Tergiversación y verdad

Ideología de género: Tergiversación y verdad
CATHERINE SCHERALDI

Hasta hace unas décadas, las palabras sexo y género podían usarse de manera indistinta sin ningún problema. Hoy, sin embargo, las cosas son muy distintas. Mientras que el sexo se define como las características biológicas que hacen de un individuo varón o hembra, el género como tal (masculino o femenino) se denomina una construcción social y no biológica.

Según nuestra sociedad, la biología no tiene nada que ver con la identidad de género. Pero las cosas no son así tan sencillas.

La ciencia
Para entender cómo se determina el sexo de una persona, es importante regresar a la genética y la embriología. En el núcleo de cada célula hay genes con diferentes combinaciones de ADN (ácido desoxirribonucleico), las unidades hereditarias que determinan no solamente las características físicas de la persona, sino también el funcionamiento de cada órgano.

Las diferentes combinaciones en el ADN determinan las características de los seres humanos: el color de pelo, el tono de piel, o cualquier otra característica que marca la individualidad de cada persona. En los humanos, hay 23 pares de cromosomas (46 en total); 22 pares se conocen como autosomas y aparecen iguales en el sexo masculino y femenino. Además existe un último par, con los que llamamos “cromosomas sexuales”. Aquí existe una diferencia: las personas femeninas tienen dos cromosomas X (XX) y las personas masculinas tienen un cromosoma X y otro Y (XY).

El sexo es determinado por el tipo de gen que el feto reciba de sus padres. El hijo o hija recibe un cromosoma sexual de cada progenitor. La madre siempre donará un cromosoma X y el padre en ocasiones dona un cromosoma X y otras veces dona un cromosoma Y.

Aunque el sexo es determinado en el momento de la concepción, en el estado fetal el desarrollo de ambos sexos es idéntico hasta la sexta semana. Si el feto es masculino, entrará en juego una proteína conocida como proteína SRY, la cual se produce a partir de un gen en el cromosoma Y. Esta proteína ocasiona la formación de los órganos masculinos. Si la proteína SRY está ausente, se desarrollarán los órganos femeninos. Así, la composición genética (lo que llamamos el genotipo) es lo que determina cómo el individuo luce y funciona (lo que llamamos el fenotipo).

La caída
Cuando una persona dice sentirse más como el sexo opuesto al que su fenotipo demuestra, entonces se habla de disforia de género. Esa persona profesa sentimientos como si estuviera en el cuerpo del sexo equivocado, condición que ha sido denominada como transexualidad. El término disforia de género también se utiliza para hablar de personas que sienten que su género no es exclusivo (masculino o femenino) sino que dice ser “bigénero” e identificarse con ambos. También existen aquellos que se denominan “agénero”, porque sienten una ausencia de género o porque se consideran de un tercer género totalmente separado de los otros dos.

El pensamiento popular ahora es que lo que determina el género en el individuo no es su genética, sino lo que cada persona “siente”.

Dot Brauer, psicóloga clínica y directora del Centro de LGBTQA en la universidad de Vermont, define la identificación del género como “lo que se siente bien para la persona”. Ella dice que “en su generación toda la información fue dada desde una perspectiva limitada y con lenguaje limitado impartido en la clase de salud y aquello que fue aprobado por la junta de educación”, sugiriendo que ellos tenían una mente estrecha. Se dice que el género existe en una gama, afirmando que hay muchas diferentes expresiones entre los dos géneros. Lisa Fields, de WebMD, escribe que ser transgénero “se trata de lo que una persona siente en su interior”. El Dr. Michael L. Hendricks, un psicólogo clínico en Washington que trabaja con pacientes durante su transición (personas cambiando de lo que su biología ha determinado hacia lo que sienten), dice que no hay un patrón, sino que varía con cada paciente. Ahora es claro por qué Facebook tiene 71 diferentes géneros para que elijas en tu perfil.

La cosmovisión ha cambiado, y por lo tanto ha cambiado el lenguaje. Ya no es “género biológico”, como siempre se ha dicho, sino “género asignado”. Con esto se quiere señalar que el género fue asignado al nacer por el personal médico, sin saber si realmente ese será el género con el cual el niño o niña decidiría identificarse.

Como hemos visto, la biología, la embriología, y la genética demuestran que solamente hay dos sexos. Esta noción de que el género es independiente del sexo biológico es precisamente denominada una ideología porque no está basada en la ciencia. Aunque la disforia de género todavía es considerada como una anormalidad en la psiquiatría, eso parece estar por cambiar.

En el siglo XVIII, el mundo pasó por la revolución científica, donde la verdad se buscaba a través del método científico. Para que algo fuera aceptado como verdad tenía que ser probado a través de la experimentación y la corroboración de los resultados iniciales. Esto es efectivo cuando la información es medible, pero en otras áreas es impreciso.

Una de las áreas donde el método científico no tiene valor es precisamente en el área de las emociones. Muchas afirmaciones en el ámbito filosófico, moral, y psicológico fueron aceptadas como postulados científicos cuando en realidad el método científico no puede ser aplicado a ninguna de ellas.

A medida que la sociedad cambió, el hombre se volvió más egocéntrico e individualista, llegando a pensar que lo que establece la verdad para cada individuo es su propia opinión. En el mejor de los casos, el hombre de hoy piensa que si él no tiene la razón, la mayoría sí la tendrá. Esto es el fruto del corazón engañoso del hombre que lo lleva a creer que él siempre tiene la razón (Proverbios 21:2).

En nuestros días, la mayoría ha llegado a pensar que la autorealización es lo que trae la felicidad; esto es tierra fértil para la aceptación de algo como la ideología de género. Si la felicidad es un derecho y la verdad es relativa, entonces la tolerancia a cualquier ideología será el resultado natural, con el consecuente rechazo de cualquier verdad absoluta.

El evangelio
Es importante entender que con la caída del hombre en Génesis 3, todos los aspectos del ser humano fueron afectados. Esto incluye el desarrollo físico, la facultad mental, las emociones, y la dimensión espiritual. Dios nos creó para que hubiera armonía en todos los aspectos; sin embargo, con la entrada del pecado, esta armonía se perdió.

Los sentimientos y emociones de cada persona son reales y pueden ser bastante fuertes, aunque no necesariamente correspondan a la verdad de su biología. A pesar de esto, si permitimos que la verdad sea definida por los sentimientos y el individualismo, en vez de por aquello que corresponde a la realidad, entonces terminaremos en la posición que estamos hoy, donde nadie conoce lo que es verdad.

Si las personas con disforia de género son estimuladas a abrazar lo que es una patología, lo única que logramos con esto es empeorar su disfuncionalidad. Un 32-50% de las personas transgénero cometen un intento de suicidio aun en lugares como Suiza, donde esta ideología es aceptada. El cristiano siempre debe desear lo mejor para la otra persona. Para estas personas eso implicaría ayudarles a abrazar el diseño del creador. Esto seria amarles verdaderamente.

Con la caída del hombre todos los aspectos del ser humano fueron afectados. Esto incluye el desarrollo físico, la facultad mental, las emociones, y la dimensión espiritual.

Desde el surgimiento del deseo de Adán de ser como Dios y su subsiguiente caída, la cosmovisión secular tiene como su meta desplazar el control desde Dios hacia el hombre; quiere esconder la imagen de Dios, impuesta en Su diseño. El hombre desea ser su propio dios, para tener el derecho de decidir lo que quiere hacer y cómo hacerlo.

Sin embargo, 1 Crónicas 29:11-12 nos recuerda que solamente Dios está en control y Job 42:2 nos enseña que no hay nada que puede frustrar Sus planes. Los hombres están “entenebrecidos en su entendimiento” (Efesios 4:18) y su corazón es “engañoso” (Jeremías 17:9). Esto explica el porqué personas inteligentes y educadas no ven lo obvio y hasta ignoran las leyes de Dios que ellos mismos han descubierto a través de la ciencia para creer una mentira (Juan 3:19).

Dios ha hecho dos sexos que muestran la imagen de Dios, hombre y mujer, cada uno con características y virtudes diferentes. Y cuando ellos se unen en armonía, complementándose el uno al otro, la gloria y sabiduría de Dios es desplegada a través de las relaciones de forma única. La majestad y sabiduría del Señor es evidente en toda la creación del mundo, pero lo que mejor debe demostrar su gloria sobre todo lo demás es la corona de su creación: el hombre y la mujer. Ellos fueron los únicos que fueron creados a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27).

Cuando borramos las diferencias entre los sexos, distorsionamos la imagen de Dios y, por lo tanto, la escondemos. Satanás puede mantener el mundo ciego (2 Corintios 4:4) llevándolo todo el tiempo a cambiar la verdad por la mentira (Romanos 1:25). Esto produce lo que Pablo dijo a Timoteo, “Pero los hombres malos e impostores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:13). Con todo, el próximo versículo nos recuerda lo que debemos hacer: “Sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido”.

Dios ha hecho dos sexos que muestran la imagen de Dios, cada uno con características y virtudes diferentes. Y cuando ellos se unen en armonía, la gloria y sabiduría de Dios es desplegada.

Nosotros somos embajadores de Cristo para predicar el evangelio, y vivir Su diseño es otra forma de expresar que creemos Su verdad. Así glorificamos su nombre y afirmamos que existe un único y verdadero Dios, creador de todo lo visible e invisible. De esta manera el mundo queda sin excusas (Romanos 1:20).


​Catherine Scheraldi de Núñez es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer de la Iglesia Bautista Internacional. Conduce el programa Mujer para la gloria de Dios, en Radio Eternidad. Puedes seguirla en Twitter.

5-EL PODER INVISIBLE DE DIOS | Cathy Scheraldi de Núñez

Conferencia Por Su Causa

SERIE: Pelea La Buena Batalla

PLENARIA: EL PODER INVISIBLE DE DIOS

Carlos Contreras

PELEA LA BUENA BATALLA
Para nadie es un secreto que estamos viviendo días muy complejos y turbulentos… días que nos recuerdan la realidad de que siempre hemos estado bajo una guerra espiritual que frecuentemente se intensifica sobre la Iglesia y en especial sobre sus líderes. Siempre ha habido una brecha entre el mundo y el pueblo de Dios, pero con el paso de los años esa brecha se ha ido acrecentando al punto que, se dice que en Occidente estamos viviendo una era pos-cristiana, una época donde los valores cristianos ejercen cada vez menos influencia sobre nuestra sociedad. El mundo se vuelve cada día más hostil hacia nosotros y por eso es necesario recordar el consejo del apóstol Pablo a su discípulo más joven, Timoteo —“pelea la buena batalla de la fe”—, para que al final de nuestros días podamos decir como él: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2 Tim. 4:7).

Cambia tus pensamientos… ¿y cambiará tu mundo?

Coalición por el Evangelio

Cambia tus pensamientos… ¿y cambiará tu mundo?

CATHERINE SCHERALDI DE NUÑEZ

“Cambia tus pensamientos y cambiará tu mundo”. – Norman Vincent Peale

Toda verdad es verdad de Dios, sin importar quién lo ha dicho. Entonces al leer el famoso dicho de Norman Vincent Peale: “Cambia tus pensamientos y cambiará tu mundo”, me pregunto si será que esta frase contiene alguna verdad bíblica. Es importante aclarar que estoy en desacuerdo con la teología de Peale. Con toda probabilidad, él se estaba refiriendo más al poder de la positividad de las palabras y no de la Palabra de Dios. Otra conocida frase es: “Cuida tus pensamientos porque se convertirán en tus palabras, tus palabras en tus acciones, tus acciones en tus hábitos, tus hábitos en tu carácter, y tu carácter en tu destino”. Es fácil estudiar la Biblia y distorsionar su mensaje, ¿no? Por eso es tan importante seguir lo que la Palabra enseña en Juan 5:39: “Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!”.

Cuando el mundo habla sobre el poder del pensamiento positivo, ¿qué está diciendo realmente? Todos hemos oído el refrán, “¿Estas viendo el vaso medio lleno o medio vacío?”. Es cierto. Hay diferentes formas de ver la misma cosa o situación. Tu cosmovisión puede llevarte a tener una perspectiva positiva. No se trata de ver todo a través de un lente rosado e ignorar la realidad para ver bien las cosas. Más bien el dicho enseña que debemos buscar el beneficio no importa la situación. En otras palabras: tener una perspectiva positiva.

El psicólogo Martin Seligman explica que esa es la forma en la que debemos ver la vida. Él explica que las personas positivas aceptan el crédito cuando las cosas van bien pero culpan a otros cuando van mal. Su última esperanza está en que todo va a salir bien en el final. Por otro lado, los pesimistas creen que las cosas siempre saldrán mal y que será su propia culpa. Hasta Abraham Lincoln dijo: “La mayoría de las personas solo son tan contentas como deciden serlo”.

Como nuestros pensamientos están cimentados en nuestras creencias, y hay algo de verdad en lo que estos dos hombres están diciendo, es necesario preguntarnos, ¿qué dice la Biblia al respecto? ¿Debo ver el vaso medio lleno o medio vacío? La realidad es que los cristianos pueden quedarse contentos sea que el vaso esté medio lleno o medio vacío. Dios es quien nos lo ha dado todo, y Él ha prometido suplir todas nuestras necesidades (Fil. 4:19). Esto no necesariamente significa que nada malo nos pasará, y tampoco que tendremos todo lo que deseamos, sino que cuando tengamos una necesidad, podemos saber que hay un propósito tras él y Dios lo usará para nuestro bien (Ro. 8:28-29). Si el vaso está medio vacío es porque Dios ha decidido que eso es precisamente lo que necesito en ese momento. En otras palabras, en nuestro momento de necesidad, necesitamos esa carencia para que la imagen de Cristo sea formada en nosotros. Esto cambia nuestra perspectiva de un vaso medio vacío a uno completamente lleno, porque sabemos que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos en ese momento.

Dios tiene que moldear nuestro corazón. Después de todo: “…del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias. Estas cosas son las que contaminan al hombre” (Mt. 15:19-20). Nuestro corazón es engañoso (Jer. 17:9), y al igual que con los judíos, a veces el Señor necesita traernos al desierto para que veamos la gravedad de nuestro pecado en nuestro corazón y en nuestros pensamientos.

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón”, Hebreos 4:12.

La Palabra de Dios es suficiente para destruir las pensamientos que se levantan contra el conocimiento de Dios, y traerlos a la obediencia a Cristo (2 Co. 10:5Fil. 4:8).

Entonces, es verdad que el cristiano debe ser una persona “positiva”. No porque el positivismo mejorará mi vida, sino porque Cristo dio Su vida para darnos vida eterna (Ro. 8:32). Esta verdad nos muestra la verdadera libertad que tenemos en Cristo (Gál. 5:1); una libertad que sobrepasa cualquier sufrimiento de este tiempo (Ro. 8:18). Dios es quien controla las circunstancias, y transforma mi forma de pensar. Cuando nuestra mente es renovada a través de un estudio de la Palabra, y esa Palabra es aplicada a nuestra vida, Dios cambiará no solo nuestra perspectiva sino también nuestro corazón.

​Catherine Scheraldi de Núñez es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer de la Iglesia Bautista Internacional. Conduce el programa Mujer para la gloria de Dios, en Radio Eternidad. Puedes seguirla en Twitter.

Vuelve a Dios y él te acercará

Vuelve a Dios y él te acercará

Catherine Scheraldi de Núñez

“Así dice el Señor de los ejércitos: ‘Volveos a mí’ —declara el Señor de los ejércitos— ‘y yo me volveré a vosotros’ —dice el Señor de los ejércitos.” (Zacarías 1:3).

Nuestro Dios no es solamente un ser santo, sino que él es tres veces santo y cohabita con nosotros. Cuando estamos en pecado es tan traumático para nosotros que, por nuestro bien, él se esconde. Él no se aleja, somos nosotros quienes nos alejamos y entonces nos es más difícil oír su voz.

Adán y Eva, antes de Génesis 3 tenían una relación cara a cara con Yahweh; sin embargo, tan pronto el pecado entró en ellos, su reacción fue esconderse. ¿Por qué? Por miedo (Gn. 3:10). La reacción de Isaías fue parecida como leemos: “¡Ay de mí! Porque perdido estoy, pues soy hombre de labios inmundos y en medio de un pueblo de labios inmundos habito, porque han visto mis ojos al Rey, el Señor de los ejércitos” (Is. 6:5).

La reacción de Pedro en Lucas 5 no fue diferente, cuando él había estado pescando toda la noche sin éxito, Jesús le mandó echar las redes de nuevo y la cantidad de peces fueron tantos que las redes estaban rompiéndose; leemos en Lucas 5:8: “Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!”. Esta es la razón por la cual Dios nos había dicho en Éxodo 33:20: “No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir”. La analogía o comparación más cercana en que puedo pensar es esta: si nos acercáramos al sol, su brillantez quemaría nuestros ojos produciendo una ceguera, y el calor nos quemaría hasta la muerte.

En nuestra naturaleza, hay cosas que son imposibles para nosotros, y estar en la presencia del Señor sin haber recibido perdón por nuestros pecados, ¡es una de ellas!

Hay otra razón por la cual sentimos alejamiento de Dios que también es beneficiosa para nosotros, y es para que su ausencia produzca en nuestros corazones el deseo de volver donde él. En Salmos 27:5 leemos: “Porque en el día de la angustia me esconderá en su tabernáculo; en lo secreto de su tienda me ocultará; sobre una roca me pondrá en alto”.

Vivimos en un mundo caído, en medio de una guerra espiritual y las fuerzas de las tinieblas, aunque no son visibles, son palpables. Sin la protección de Dios, viviríamos sobrecogidos de miedo, con preocupaciones, ansiedad y vergüenza. El único sitio donde estamos protegidos es cuando estamos caminando con él. Es como si fuéramos caminado bajo la lluvia, mientras estamos bajo el paraguas de Dios, quedamos secos. Sin embargo, tan pronto salimos del paraguas, la lluvia nos moja. La única forma de erradicar estas emociones es a través del perdón de pecado por la obra de Jesucristo en la cruz, para que seamos adoptados en la familia de Dios. Y como hijos podemos decir: “si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Ro. 8:31). Nuestra capacidad de tener éxito depende totalmente de nuestra caminar con él (Jn. 15:5), y cuando persistimos en pecado, no solamente perdemos su protección, más aún Dios mismo es quien nos entrega a nuestros enemigos, de nuevo para nuestro bien, con el propósito de que volvamos a él (Ez. 39:23), porque sin él, la vida no solamente se vuelve de mal y peor, sino que carece de propósito.

Como cristianos tenemos muchos enemigos, ¡incluyendo nuestro propio corazón! Isaías 64:7 nos enseña: “Y no hay quien invoque tu nombre, quien se despierte para asirse de ti; porque has escondido tu rostro de nosotros y nos has entregado al poder de nuestras iniquidades”. Gálatas 5:17 nos demuestra la razón: “el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis”. Los deseos naturales de nuestro corazón son pecaminosos y la única forma de dominarlo es “Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne” (Gá. 5:16). Es importante identificar que nuestros enemigos incluyen los principados y potestades, el sistema del mundo y nuestro propio corazón. Sin el poder del Espíritu Santo iluminando nuestras vidas, nuestro corazón nos engaña (Jer. 17:9) y empeoramos cada día hasta destruir nuestras propias vidas.

Sin embargo, servimos a un Dios misericordioso, quien renueva su misericordia diariamente. Esto requiere que nos humillemos y volvamos a él.  “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones” (Stg. 4:8). Sin arrepentimiento, el rostro de Dios sigue escondido, pero cuando volvemos a él, él es fiel y nos sana (Jer. 3:22). Por su misericordia, aún su disciplina tiene el propósito de sanarnos y volvernos a él (Is. 54:8).  Aunque su rostro se esconda, su oído se mantiene inclinado para oír nuestras suplicas (Sal. 22:24). Él es fiel a los suyos y “está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad” (Sal. 145:18).

Cuando nos volvemos a él, suplicamos su perdón y obedecemos de nuevo a sus estatutos, su presencia de nuevo se hace real a nosotros (Mal. 3:7). Dios es un Dios bueno, misericordioso, lleno de compasión y su anhelo es tenernos cerca para recibir su protección y para completar los planes de bienestar que él tiene para nosotros. Y aún más, cuando nos mantenemos cerca de él, tenemos la garantía que “los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a su clamor” (Sal. 34:15).

Y “como todas las cosas cooperan para bien” (Ro. 8:28), la misma misericordia de Dios es lo que produce el vacío y dolor en nuestras vidas cuando estamos en pecado para crear nuevamente el anhelo de estar cerca de él. Él no es un juez malo, sino un juez justo que está dándonos una nueva oportunidad de obtener los beneficios que Él anhela darnos. Regresa a él, para que él te limpie y te dé un corazón nuevo.

Puedes encontrar más contenido de Catherine Scheraldi de Núñez en su programa Mujer para la Gloria de Dios, dirigido a mujeres con el fin de  orientarles acerca de cómo vivir su diseño para la gloria de Dios, en Radio Eternidad.

Cuida tu corazón del falso perdón 

Cuida tu corazón del falso perdón 

Catherine Scheraldi de Núñez

Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos”, (Lucas 6:35). 

El perdón genuino es mucho más profundo que la ausencia del perdón. No es un parche superficial para mejorar una relación, sino que es cuando el corazón hace un giro de 180 grados en lo que piensa sobre el ofensor. Muchas veces creemos que hemos perdonado cuando en realidad la única cosa que hemos hecho es cubrir nuestro resentimiento. 

El perdón es reconocer que el Creador del mundo nos ha elegido, nos ha adoptado, murió por nuestros pecados pagando la deuda que no éramos capaces de pagar; y luego nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Efesios 1). Nosotros en respuesta daremos nuestra vida para agradecerle a Él, haciendo lo que Él quiere que hagamos. Al reconocer la profundidad de este amor que perdona, nos apremia obedecerle y demostrar el perdón que hemos recibido para con otros (2 Corintios 5:14-15). 

Aunque reconocemos que no podemos perder nuestra salvación (Juan 10:29), también sabemos que aquellos que no son salvos siguen muchas de las enseñanzas de Jesús. Muchas personas creen que son salvos cuando realmente no lo son. Leamos lo que Cristo dijo en Mateo 7:22-23 “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Jamás os conocí; APARTAOS DE MÍ, LOS QUE PRACTICÁIS LA INIQUIDAD. 

Si tenemos un espíritu implacable que no está dispuesto a perdonar, tenemos que reflexionar seriamente si en verdad somos salvos. El Espíritu Santo, quien mora en nosotros, nos convence de pecado, y si no sentimos o no tenemos convicción cuando rehusamos seguir sus enseñanzas, hay una gran posibilidad de que no seamos una de sus ovejas, ya que Marcos 11:26 nos dice que: “Si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones. 

Si realmente somos salvos y rehusamos perdonar a nuestros ofensores, estamos abriendo una oportunidad para que Satanás pueda zarandear nuestras mentes y nuestras vidas hasta que nos arrepintamos, y podamos vencer este espíritu maligno de no perdonar.  Sin embargo, si continuamos con un espíritu no perdonador, esto puede ser evidencia de que no somos salvos y es el mismo Señor quien nos entregará a Satanás para torturarnos en el infierno. En Mateo 18:23-34 leemos cómo Jesús comparó el reino de los cielos con una parábola sobre un rey que perdonó a su siervo una cantidad de dinero que era imposible pagar, y luego este mismo no perdonó a su consiervo de una deuda más pequeña. 

En los versículos 32-35 vemos la reacción del señor hacia él:  “siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. ¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti? Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano. Si eres creyente y te rehúsas a perdonar, la separación que ocurre con Dios abrirá la puerta para que Satanás te zarandee, pero, eventualmente el Espíritu Santo te convencerá de obedecer, aunque terminarás pagando las consecuencias. 

Sin embargo, un espíritu no perdonador y la ausencia de la convicción del Espíritu Santo es evidencia de la ausencia de conversión, confirmando así lo que Filipenses 2:12-14 nos dice: “Así que, amados míos… ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito. Aun cuando no tenemos el deseo de perdonar, nuestra obediencia prueba que confiamos en un Dios justo y perfecto (1 P. 2:23). Y a través de la obediencia, el Señor cambiará nuestros deseos mientras Él nos demuestra su amor y poder en el plan que tiene para nosotros, en la circunstancia donde nos encontremos (Jn. 14:21). 

El Señor nos ha dicho en 1 Samuel 15:22 que “el obedecer es mejor que un sacrificio” porque al obedecer, y aun más cuando es contra nuestra voluntad, es un sacrificio. Cuando perdonamos estamos presentándonos como sacrificio vivo y santo que es agradable a Dios (Ro. 12:1) y Él considera nuestras obras sacrificiales como “fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios (Fil. 4:18)Al Señor le agrada cuando perdonamos porque dice la Escritura: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma” (Ef. 5:1-2). 

Cuando Cristo nos perdonó en la cruz, Dios padre aceptó su sacrifico como un aroma fragante. No solamente lo aceptó, sino que lo recibió como un perfume de mucho valor que permea el ambiente; y cuando nosotros perdonamos a otros, Dios Padre se agrada igual. Como la mujer pecadora que, sin importar lo que la gente pensara de ella, se humilló y ungió los pies de Cristo. De la misma forma debe ser nuestra actitud con Él. Nuestras buenas obras deben permear el ambiente para recordar a aquellos a nuestro alrededor que servimos a un Dios vivo. 

Nuestro deber es andar en el Espíritu: “Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis (Gá. 5:16-17). La falta de perdón es un deseo de la carne y Romanos 8:6-8 es bien claro cuando dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz; ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios. 

La habilidad de perdonar bíblicamente viene del mismo Señor según Efesios 2:10“no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.”  Cada circunstancia o situación que estamos viviendo fue puesta personalmente por Dios para enseñarnos: 

  1. Lo que hay en nuestros corazones.  
  2. Nuestra disposición o no, de obedecerle.  
  3. Cuando vencemos nuestra carne y obedecemos nos demuestra “la sabiduría, autoridad y poder que Él tiene”. 

Entonces, en resumen, Él nos regenera dándonos la disposición de querer obedecerle, Él preparó las buenas obras para que anduviéramos en ellas y luego nos da el deseo y la habilidad de hacerlas. Como es Dios quien está obrando de principio a fin, un espíritu implacable es evidencia de que Dios no está obrando en dicha persona. 

Para que uno pueda dar el perdón bíblico a otros, primero es necesario recibir personalmente su perdón. Y cuando esto ocurre, nuestras buenas obras deben permear el ambiente como un perfume y aún más cuando se trata de nuestros enemigos, porque cualquiera puede hacer buenas obras hacia sus familiares, sus amistades y sus colegas. Incluso el mundo puede hacerle bien a un desconocido. Sin embargo, hacerle bien al enemigo es una obra del Señor la cual pone en evidencia que nuestro Dios ha resucitado y que Él sigue viviendo, reinando con autoridad y con poder, y que todo obra para la gloria de su nombre. 


Usted puede encontrar más contenido de Catherine Scheraldi de Núñez en su programa Mujer para la gloria de Dios, dirigido a mujeres con el fin de  orientarles acerca de cómo vivir su diseño para la gloria de Dios, en Radio Eternidad. 

Catherine Scheraldi de Núñez

Catherine Scheraldi de Núñez es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y es conductora del programa radial «Mujer para la gloria de Dios». Puedes seguirla en twitter.