QUÉ SIGNIFICA BIENAVENTURADOS LOS POBRES EN ESPÍRITU? POR ALISTAIR BEGG
“Volviendo Su vista hacia Sus discípulos, decía: ‘Bienaventurados ustedes los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios’”. Lucas 6:20
Jesús exalta lo que el mundo menosprecia y rechaza lo que este admira.
Este es el gran reto de las Bienaventuranzas y sobre todo de esta enseñanza de Jesús sobre las riquezas. Vivimos en un mundo que nos mueve a exaltarnos, en particular en el ámbito de las finanzas y de las riquezas materiales. La comodidad es suprema en nuestra cultura y la cultura es el agua en la que todos nadamos.
Así que las primeras palabras de la enseñanza de Jesús en este sermón nos enfrentan: “Bienaventurados ustedes los pobres”. ¿Qué está haciendo Jesús? ¿Está sugiriendo que la pobreza material de alguna manera es clave para la salvación? ¡Para nada! Más bien, está explicando que los que en verdad toman consciencia de su pobreza espiritual entrarán al reino de Dios.
Por supuesto, hay algunos que afirman que la enseñanza de Jesús es que, si eres pobre, debes estar agradecido porque automáticamente eres parte del reino de los cielos. Pero ese tipo de pobreza no es la clave para entrar en el reino de Dios, como tampoco las riquezas en sí mismas son la principal razón para la exclusión de otro. De hecho, tanto los pobres como los ricos son bienvenidos a Su reino si se dan cuenta de su necesidad de perdón y si llegan a la fe en Jesús como su Salvador. Si este no fuera el caso, entonces una mujer llamada Lidia que vivía en Filipos como comerciante adinerada nunca habría abierto sus ojos y su corazón a la verdad del evangelio (Hch 16:11-15). No, lo que se necesita es la consciencia de nuestra pobreza espiritual estando separados de Cristo.
La Palabra de Dios es un regalo glorioso. Nuestro Padre nos la ha dado para que conozcamos a Su Hijo y para que vivamos en el poder de Su Espíritu, en obediencia a Su verdad.
No obstante, es importante notar que la pobreza financiera también puede ser un medio de bendición espiritual. Esta pobreza a menudo lleva a las personas a descubrir su dependencia absoluta en Dios, no solo para sus necesidades físicas y materiales, sino también para las bendiciones espirituales. Por esta razón, la pobreza tiende a provocar una respuesta mucho mejor al evangelio que la riqueza. Disfrutar de abundancia material fácilmente puede cegarnos a nuestra necesidad más profunda: nuestro acceso al reino de Dios. La riqueza es a menudo un terreno fértil para el orgullo, de manera que nuestro corazón se olvida de que, tanto el rico como el pobre “pasará como la flor de la hierba” (Stg 1:10).
Juan Calvino lo explicó así: “Solo aquel que es reducido a nada en sí mismo y que descansa en la misericordia de Dios es pobre en espíritu”. La pobreza puede traer consigo pruebas, pero ¿alguna vez te has dado cuenta de que la riqueza también trae consigo las tentaciones del orgullo, de la autodependencia y de la autocomplacencia espiritual?
Así que ¿estamos dispuestos a admitir nuestra pobreza espiritual? ¿O estamos demasiado seguros en nosotros mismos y satisfechos en nuestras riquezas terrenales? Aquí está una manera en la que podemos conocer la verdadera respuesta a estas preguntas: ¿puede tu corazón resonar con la oración de Agur en Proverbios: “No me des pobreza ni riqueza” (Pro 30:8)?
Este artículo sobre ¿Qué significa bienaventurados los pobres en espíritu? fue adaptado de una porción del libro Verdad para vivir, publicado por Poiema Publicaciones.
LOS PLANES ETERNOS DE DIOS SE DESARROLLAN EN MEDIO DE LO ORDINARIO
POR ALISTAIR BEGG
Entonces las mujeres dijeron a Noemí: ‘Bendito sea el Señor que no te ha dejado hoy sin redentor; que su nombre sea célebre en Israel. Que el niño también sea para ti restaurador de tu vida y sustentador de tu vejez…’. Entonces Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de criarlo”. Rut 4:14-16
La presentación de un nuevo bebé a sus abuelos no es una escena inusual. Pero la historia de Noemí y el futuro de esta pequeña familia hacen que esta escena sea extraordinaria. Noemí regresó a Belén después de haber enterrado a su esposo e hijos, con las manos vacías y afligida. Ahora su vida y su regazo estaban llenos de alegría y esperanza. Aquí estaba la futura generación de su familia para darle vida y sustento en su vejez. En este sentido, el niño le trajo la libertad y redención. Pero al contemplar esta escena ordinaria desde este lado de la encarnación, también sabemos que declara una noticia extraordinaria: debido al cuidado bondadoso de Dios por dos viudas indefensas, toda la nación de Israel —de hecho, toda la humanidad— fue beneficiada. A través de Rut, Dios continuó una línea familiar que más tarde conduciría al rey David, y luego al mismo Jesucristo.
Incluso Jesús, este Rey de reyes y Señor de señores, se encontró entre las cosas ordinarias de la vida. Él también estuvo en el regazo de alguien. Tuvo padres terrenales ordinarios. Nació en un establo, no en un gran palacio. Su victoria llegó a través de la cruz de un criminal, no de un trono conquistador. Esto no es lo que la mayoría esperaría del Dios Todopoderoso encarnado; sin embargo, al igual que los sabios buscaron a Jesús primero en el palacio (Mt 2:1-3), a menudo comenzamos a buscarlo en los lugares equivocados. Y cuando lo hacemos, corremos el peligro de acabar como una “Mara” en lugar de una “Noemí” (Rut 1:20), sintiéndonos amargados en lugar de disfrutar de contentamiento.
La Palabra de Dios es un regalo glorioso. Nuestro Padre nos la ha dado para que conozcamos a Su Hijo y para que vivamos en el poder de Su Espíritu, en obediencia a Su verdad.
Los planes eternos de Dios se desarrollan en medio de lo ordinario: personas ordinarias en lugares ordinarios haciendo cosas ordinarias. Si llevas una vida ordinaria, esto debería animarte. Muy pocos de nosotros seremos siquiera una nota a pie de página en la historia. Tanto si eres una madre ordinaria que cría a niños ordinarios y hace cosas ordinarias todos los días, como si eres un abuelo ordinario que cuenta las mismas historias ordinarias de siempre, o un estudiante ordinario que hace sus deberes y actividades ordinarias —cualquiera que sea tu nivel de lo ordinario—, la gloria de Dios puede encontrarse a tu alrededor. Y tu fidelidad en medio de lo ordinario puede, por Su gracia, convertirse en el medio de un impacto extraordinario por el bien del evangelio.
Cuando te sientas tentado a pensar que no estás haciendo mucho —a creer la mentira del diablo de que no puedes marcar la diferencia o que estás fuera de los propósitos de Dios— recuerda esto: mucho después de que los logros, las palabras y la sabiduría humana se desvanezcan, la fidelidad, la bondad, la integridad, el amor y la gracia que Dios obra en ti y a través de ti habrá tenido un impacto más extraordinario en las vidas de hombres y mujeres de lo que podrías imaginar. Esta es la maravilla de la historia de Noemí y la maravilla de toda la historia: que la extraordinaria gloria de Dios actúa en lo ordinario. Esa verdad puede cambiar cómo te sientes y cómo vives tu día.
Este artículo sobre Los planes eternos de Dios se desarrollan en medio de lo ordinario fue adaptado de una porción del libro Verdad para vivir, publicado por Poiema Publicaciones.
En el Nuevo Testamento, un ministerio evangelístico exitoso requería realizar muchos cambios. Aunque era libre, Pablo se hizo a sí mismo un siervo a todos (1 Co 9:19-23). A los judíos, se hizo como judío. A los que estaban bajo la ley, se hizo como uno bajo la ley. A los que estaban fuera de la ley, de nuevo, cambió de manera correspondiente. A los débiles, se hizo débil. Todo esto es para decir que, por el bien del ministerio del evangelio, él cambió. Se adaptó. Hizo lo que fuera necesario con tal de ver el nombre de Cristo glorificado.
Sin embargo, como todos podemos atestiguar, el cambio es muy difícil para la mayoría. Pablo incluso concluyó la lista de sus cambios asemejando su ministerio a una rigorosa competencia atlética (1 Co 9:24-27). El cambio no es fácil, y las iglesias a menudo no son los mejores ejemplos cuando se trata de hacer cambios. Sin embargo, si queremos ver a Dios hacer grandes cosas por el evangelio a través de nosotros, debemos “proseguir a la meta” (Fil 3:14) y vencer la oposición al cambio.
Para ayudarnos a considerar el cambio, aquí hay una lista de ocho razones por las que las iglesias se resisten a cambiar y ocho maneras en que los líderes pueden vencer esa resistencia. Lo que viene a continuación es, en su mayor parte, sabiduría práctica que podría parecer bastante evidente. No obstante, a veces, como dice Pedro, debemos simplemente ser estimulados por “recordatorio” (2 P 1:13; 3:1).
OCHO RAZONES POR LAS QUE LAS PERSONAS RESISTEN EL CAMBIO Así que, ¿por qué las personas resisten el cambio? ¿Y por qué nosotros mismos lo resistimos cuando nos encontramos en esa posición?
Nos gustan nuestras propias ideas Una sencilla razón es que, si no iniciamos el cambio, sino no fuimos los primeros en imaginarlo, entonces no podemos abrazarlo y, por tanto, no nos gusta. El cambio está bien si nosotros mismos lo diseñamos, pero cuando se trata de confiar en el plan de otra persona… ¡olvídalo! Una manera en que podemos ayudar a las personas a superar esta barrera es buscar su aportación y llevarlos al punto donde tomen esta idea como suya. Si pueden abrazarla de alguna manera, entonces será más fácil que avancen con nosotros.
El cambio altera nuestra rutina Tendemos a ser criaturas de hábitos. Vemos cualquier cosa que altere nuestra manera de hacer las cosas como una amenaza. Si nos gusta nuestra rutina y nos llama más que el cambio potencial, nos oponemos a ese cambio. La rutina puede volverse sagrada.
Nos da miedo lo desconocido Conocemos los resultados que obtenemos de nuestras rutinas y tradiciones. Son predecibles. Sin embargo, cuando el liderazgo decisivo trae nuevas ideas, enfoques o conceptos, nos saca del ámbito de lo familiar. Nos vemos empujados fuera de nuestra zona de confort y forzados a tomar un paso hacia lo que no podemos ver por completo.
Nos da miedo el fracaso A menudo, nos sentimos tan tiranizados por el prospecto de fallar que simplemente no queremos cambiar nada. Este puede ser un factor paralizante tanto para líderes como para seguidores. No obstante, en algún punto debemos creerle a Dios cuando dice: “No temas, porque Yo estoy contigo” (Is 41:10) y confiar que Él nos sacará adelante… aun cuando haya fracasos (que inevitablemente habrá en algún momento).
Creemos que la recompensa no vale la pena Nos oponemos al cambio porque percibimos que la recompensa es inadecuada para nuestro esfuerzo. En otras palabras, que lo que obtendremos no es lo suficientemente bueno cuando lo comparamos con lo que tenemos que dar. En algunos casos, este titubeo es justificado. Sin embargo, en otras situaciones, los líderes deben hacer todo a su alcance por presentar una visión atractiva que demuestre beneficios claros.
Estamos satisfechos con el statu quo Quizá, simplemente estamos satisfechos con la forma actual de las cosas. Por supuesto, el statu quo no es siempre deficiente; debemos ser agradecidos por un trabajo bien hecho cuando las cosas andan bien. Aun así, si somos honestos, todos sabemos que fácilmente podemos volvernos complacientes y cómodos con la forma en que son las cosas, aun cuando desesperadamente requieran mejoras.
Nos falta respeto por el liderazgo Es cierto que los nuevos líderes a menudo llegan en un momento y cambian cosas antes de desarrollar una confianza clara. No obstante, es igualmente cierto que, en la iglesia, Dios nos manda: “Obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos”, y también a permitir que nos pastoreen “con alegría y no quejándose” (Heb 13:17). ¿Nuestras palabras y acciones hacen más fácil que nuestros pastores practiquen un liderazgo gozoso?
Nos aferramos a nuestras tradiciones Finalmente, tendemos a aferrarnos a las tradiciones en la iglesia, a veces con demasiada fuerza. Es cierto que vale la pena mantener algunas tradiciones. De hecho, en algunos casos sería bueno que tuviéramos más cercanía con la tradición. Sin embargo, las tradiciones no siempre trascienden los cambios culturales del tiempo. Debemos evaluar nuestros hábitos colectivos de vez en cuando.
OCHO MANERAS EN QUE LOS LÍDERES PUEDEN VENCER LA OPOSICIÓN AL CAMBIO Si alguna vez has estado en una posición de liderazgo, sabes que no tarda mucho antes de aprender lecciones importantes… a veces a la mala. Seguramente, cada líder de iglesia encallará en algún arrecife alguna vez. Sin embargo, Dios es fiel para sacarnos adelante y se asegurará de que perseveremos en nuestros esfuerzos por influenciar a la gente para el bien del reino.
Aquí hay ocho principios que pueden ayudar a cumplir este objetivo:
Identifica con exactitud lo que tiene que cambiar Los ministros del evangelio deben considerar con mucho cuidado qué cosas deben cambiar. Cuando el entusiasmo por implementar cambios toma las riendas, a menudo es fácil no considerar con diligencia todos los ángulos y planear de acuerdo con esto. Una falta de precisión y de esmero al planear puede terminar promoviendo un caos en lugar de una visión.
Toma tiempo para desarrollar confianza Los líderes de ministerios, en especial los pastores, deben conocer a su pueblo y fortalecer su confianza. Los líderes son dados a asumir demasiado, demasiado pronto, y esto puede llevar a todo tipo de problemas. El capital de confianza y de relación necesario para implementar cambios solo puede crecer con el tiempo.
Mantente moviéndote hacia adelante Si la necesidad de confianza hace que tengas que detenerte por un rato, entonces debes balancearlo con la necesidad de que los líderes de hecho sean agentes del cambio. Si todo permanece exactamente igual a pesar de grandes esfuerzos, algo está mal. Es necesario que haya cambios para mejorar. Aunque en muchos casos es lento y gradual, en general, los buenos líderes deben mantenerse moviéndose hacia adelante.
Identifica a las personas con influencia Los líderes de la iglesia necesitan identificar a las personas en su congregación que son capaces de influenciar a otros. Una vez que se ha hecho esto, comunicarles la visión es clave para que ellos puedan ayudar a esparcir esta visión a otros. Si eres pastor, entonces los demás pastores o ancianos deben liderar y ser influencia junto contigo. Ellos también pueden apaciguar cualquier entusiasmo desenfrenado de tu parte y ayudar a aclarar cualquier aspecto confuso de tu visión.
Demuestra los beneficios Las personas deben entender cómo dará frutos el cambio. Necesitan ver que este cambio ayudará a cumplir la visión y metas globales que han establecido. Cada iglesia local debe tener una visión y metas claras, y los pastores deben destilar los grandes principios del Nuevo Testamento para convertirlos en objetivos identificables y establecidos.
Cambia de manera gradual El cambio debe ocurrir de manera gradual con una mentalidad de largo plazo. Toma tiempo establecer los fundamentos y aún más lograr una respuesta. A menudo, debe haber más tiempo de escuchar que de hablar. Estos pueden parecer principios elementales, pero, como hemos dicho, muchos líderes sobreestiman lo que puede lograrse en un solo año y subestiman lo que puede lograse en cinco o diez.
Comunica de manera clara y constante Si las personas han de seguir a un líder, ellos querrán saber adónde se dirigen. Los líderes deben explicar con claridad lo que están haciendo, por qué lo están haciendo y cuándo piensan hacerlo. Es verdad que puedes decir demasiado, demasiado pronto, antes de haber desarrollado confianza, planeado con precisión, etc. Sin embargo, es mejor que comuniques con demasiada frecuencia que demasiado poco.
Crea un descontento sano Finalmente, los pastores y los líderes deben crear un descontento sano por el statu quo. Los ancianos de la iglesia tienen la responsabilidad de revisar la operación entera. Esto no debe ser hecho como amenaza, ni de manera tiránica, sino de una forma que refine y que condicione para el bien del reino. Debe hacerse en oración de tal manera que produzca aliento tanto para los líderes como para los congregantes.
Todos sabemos que el cambio no viene sin un precio, pero la verdad es que el cambio es una parte necesaria de la vida cristiana. Los cristianos sanos cambian. No debemos esperar que mañana seamos los mismos que ayer. Queremos que Dios siga haciéndonos avanzar en santidad y en eficacia para Cristo. Lo mismo es cierto de nuestras iglesias: deseamos tener en algún punto un crecimiento en nuestra producción para el reino e, inevitablemente, eso requerirá cambios… inclusive cambios significativos en alguna ocasión.
A pesar de las dificultades, perseveramos por amor de Jesús. Su reino lo vale.
Alistair Begg es el pastor principal de la Iglesia Parkside en Cleveland, Ohio. Lleva en el ministerio pastoral más de 40 años. Él y su esposa, Susan, tienen tres hijos. Su ministerio, Truth for Life trabaja con Poiema para publicar sus artículos y libros en español.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés aquí.