Jesús – Conclusión (9)

Domingo 5 Marzo

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.

Juan 1:10-12

Jesús – Conclusión (9)

Jesús era un hombre sin pecado, siempre hacía la voluntad de Dios y confiaba en él, en todas las circunstancias.

Humilde de corazón, decía la verdad costase lo que costase. Fue obediente hasta la muerte, y ayudó a todos sin pensar en sí mismo. Estas son algunas de las características de “Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5).

Pero, ¿quién era Jesús, este hombre único? Fue crucificado, y su muerte fue única, pues las tinieblas cubrieron la tierra en pleno mediodía. ¡Tres días después salió de la tumba, y más tarde subió al cielo! Todo demuestra que Jesús, en la tierra, era “Dios… manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16). “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él… y envió a su Hijo en propiciación (sacrificio) por nuestros pecados” (1 Juan 4:9-10). Jesús dijo: “Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna” (Juan 6:40).

¿Podríamos seguir nuestro camino sin reconocer en él al Señor Jesús, y creer en él para ser salvo? Él es “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13).

“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16).

2 Samuel 24 – Hechos 13:1-25 – Salmo 30:1-5 – Proverbios 10:31-32

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La vara de almendro

Sábado 4 Marzo

La palabra del Señor vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. Y me dijo el Señor: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.

Jeremías 1:11-12

La vara de almendro

El nombre hebreo del almendro es «el árbol que vela» (Shaqed). De forma concreta y sorprendente, Dios imprimió en la memoria de su joven profeta Jeremías la seguridad de que él vela sobre su palabra para ejecutarla.

Jesús lo confirma: “Hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:18).

Pero en la Biblia la vara de almendro también tiene un significado particular: para poner fin a una controversia sobre la legitimidad del sacerdote Aarón, Moisés pidió que cada uno de los doce jefes de tribu llevase una vara al tabernáculo sagrado. Dios designaría claramente al hombre que había escogido. “El día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras” (Números 17:8). Dios no solo mostró quién estaba a cargo del servicio religioso, sino que dio a ese milagro un significado concreto, es decir, anunció la resurrección. ¡Una vara seca y podada recobró vida en una noche, reverdeció, produjo brotes, flores y almendras maduras!

¡Sí! El almendro es a la vez figura del que vela para que su palabra y el anuncio de la resurrección se cumplan. ¡Qué consuelo cuando pensamos en nuestros seres queridos que partieron de este mundo habiendo puesto su confianza en Jesús! ¡Sabemos que el Señor cumplirá su promesa de resucitarlos en el día postrero! (Juan 6:3911:24).

2 Samuel 23 – Hechos 12 – Salmo 29:7-11 – Proverbios 10:29-30

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¿Necesita un milagro?

Miércoles 10 Agosto
( Jesús dijo:) Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Mateo 11:28
No queréis venir a mí para que tengáis vida.
Juan 5:40
¿Necesita un milagro?
Leer Juan 5:1-15
“Toma tu lecho, y anda”, ordenó Jesús a un hombre paralítico desde hacía 38 años, que esperaba la sanación al borde del estanque de Betesda. ¡Qué ironía!, dirá el que no conoce a Dios. Pero esto es desconocer su poder y su amor. El paralítico creyó a Dios, y por la fe obedeció y fue sanado.

Cosa extraña, había una multitud de enfermos alrededor del estanque, pero solo uno fue sanado. El poder de Jesús es plenamente suficiente para todos, pero para beneficiarse de él es necesario creer.

Como este hombre paralítico, el ser humano sin relación con Dios no puede hacer nada. Pero Jesús abre el camino y se acerca. Abrió ese camino hacia cada uno de nosotros cuando murió en la cruz. Levantémonos y sigámosle. Así no formaremos parte de aquellos a quienes Jesús dice: “No queréis venir a mí para que tengáis vida”.

A pesar de ser testigos de una sanación tan maravillosa, los judíos no se alegraron en absoluto. Al contrario, atacaron al hombre sanado: “Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho”. Quizás alguien le diga a usted también: “No te es permitido comprender por ti mismo la Biblia, ni acercarte directamente a Dios…”. El paralítico hubiera tenido muchas razones para no responder a la invitación de Jesús: sus muchos intentos fallidos, la opinión de los que lo rodeaban, su enfermedad incurable… Pero su fe desbarató todos los razonamientos. Contó con el que estaba ahí, presente, y recibió de él la fuerza para sobrepasar todos los obstáculos.

Jeremías 14 – Lucas 19:1-27 – Salmo 92:5-9 – Proverbios 21:5-6

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