EL DOLOR

EL DOLOR

David Logacho
PROGRAMA NO. 2016-03-09
a1Saludos cordiales mi amiga, mi amigo. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Estamos tratando el tema de los sinsabores de la vida. Los hemos llamado valles. Lo último que vimos fue acerca del valle de la muerte. La Biblia nos presenta algunas metáforas de la muerte para ayudarnos a entender mejor lo que la muerte significa. La muerte es un lazo que atrapa por sorpresa. La muerte es una ligadura que causa dolor y angustia. La muerte es una sombra que parece amenazante, pero para los creyentes es inofensiva. La muerte es un aguijón que ha perdido su poder en aquellos que hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador. En el estudio bíblico de hoy hablaremos acerca de una de las consecuencias de la muerte, el dolor.

La reacción más común e inmediata ante la muerte de un ser querido es el dolor. Después de ello, habrá otras emociones como ira, enojo, temor, desesperación, abandono. Pero definitivamente el dolor es lo primero que aparece en la lista. En esta oportunidad me gustaría compartir con usted amable oyente, dos características del dolor que se produce por la partida de un ser querido o por la pérdida de cualquier otra índole. En primer lugar, el dolor expone nuestra vulnerabilidad. Todos nosotros en mayor o menor grado, inconscientemente unas veces y conscientemente otras veces, pretendemos tener control absoluto sobre nuestra vida. Pero no sólo la muerte sino también cualquier otra pérdida hace explotar esa ilusión así como una aguja hace explotar un globo lleno de aire. El dolor que experimentamos se produce porque de una forma violenta somos confrontados con nuestra fragilidad y vulnerabilidad como seres finitos, como seres mortales. La muerte irrumpe con violencia en los más recónditos lugares de nuestra alma y saca a la luz emociones que ni siquiera sabíamos que existían peor que teníamos que enfrentarlas. Nadie busca voluntariamente experimentar emociones de soledad, vulnerabilidad, inseguridad, nostalgia. Solamente cuando la muerte visita a alguno de nuestros allegados nos vemos forzados a reconocer estas emociones. El dolor por la muerte, ciertamente expone nuestra vulnerabilidad. Definitivamente no somos dueños de nuestra propia vida, no somos los que tenemos la última palabra en cuanto a nuestra existencia en este mundo. No somos quienes hacemos que las cosa sucedan. La muerte es una bofetada a la autosuficiencia del hombre. La muerte descubre la realidad de lo que somos y por eso causa profundo dolor y angustia. Al mirar el dolor bajo esta perspectiva, algunos llegan a pensar que tanto dolor es mucho que se tiene que pagar para obtener el gozo y la paz, que viene después. Por esto, muchos intentamos ignorar el dolor con la esperanza de no quedar a merced del mismo, pero recuerde lo que dice Proverbios 14:12 Hay camino que al hombre le parece derecho;
Pero su fin es camino de muerte.
Parece que fuera buena idea esto de ignorar el dolor en nuestra vida, pero si fallamos en enfrentar el dolor, perderemos oportunidades de experimentar el gozo que podríamos tener. En segundo lugar, el dolor puede elevarnos a encumbradas alturas o puede arrojarnos a profundos valles. Una de dos. Todos hacemos lo mejor que podemos tratando de evitar un encuentro frente a frente con el dolor producido por la partida de un ser querido o en general por la pérdida de cualquier cosa que consideramos de valor. Por eso cuidamos lo que amamos, sean personas o cosas. Por eso es que protegemos lo mejor que podemos nuestros bienes. Pero cuando a pesar de todo lo que hacemos por proteger lo que amamos, sean personas o bienes, nos visita la muerte o los ladrones o la bancarrota, nos embarga un profundo dolor. ¿Qué hacer ante la presencia de este dolor? Básicamente tenemos dos opciones. La una mala y la otra buena. La mala es dejar que el dolor nos domine y nos tornemos en personas amargadas, resentidas contra Dios. La buena es hacer que el profundo dolor nos eleve a una comunión más íntima y más estrecha con Dios. Muchos creyentes han pasado por experiencias así. El dolor no ha desaparecido inmediatamente. El dolor se ha quedado en la vida por un tiempo más, a veces por bastante tiempo, otras veces por poco tiempo, pero en algún momento, en medio del dolor ha brotado la dulce calma de confiar en Dios quien sabe a la perfección lo que está haciendo aunque a nosotros con nuestra mente finita nos parezca un despropósito. Sin temor a equivocarse se puede decir que la fe se fortalece cuando el dolor se mitiga por la intervención directa de Dios. La confianza en el Señor se fortalece cuando en medio del dolor podemos experimentar su maravilloso consuelo. Por eso, amable oyente, si este preciso momento usted está atravesando por alguna situación que le ha producido un profundo dolor, tal vez por la muerte de algún ser querido o por la pérdida de su trabajo, o por la pérdida de algún bien material, o por la pérdida de su honor, yo le animo a que no se deje dominar por el dolor causado por el percance, pensando que ha sido víctima del destino, o de la mala suerte, como si eso existiera, o algo por el estilo, o que Dios le ha abandonado y por eso está sufriendo ese intenso dolor. No, amable oyente, mas bien, deje que el dolor sea como el cincel en las hábiles manos del escultor, para sacar de su vida lo que no corresponde a la forma que Dios quiere darle. Deje que el dolor en su vida sea como las alas de águila que le lleva a alturas insospechadas. Sólo así podrá sacar el beneficio del dolor y experimentar el gozo que viene detrás de él. Cuando Mathew Henry, el famoso erudito bíblico fue despojado de su cartera por los ladrones que le asaltaron, escribió en su diario estas palabras: Señor, te agradezco primeramente porque nunca antes he sido robado, segundo, te agradezco porque aun cuando los ladrones se llevaron mi cartera, no me quitaron la vida, tercero, te agradezco porque aun cuando todo lo que tenía estaba en mi cartera, sin embargo no era mucho y cuarto, te agradezco porque yo fui quien fue robado y no fui yo quien robó. ¿Ve usted amable oyente? No hay ni un dejo de amargura por lo que le acababa de pasar. No hay ni huella de resentimiento ni contra Dios ni contra los ladrones. Sólo hay toneladas de gratitud a Dios y una confianza plena en los propósitos soberanos de Dios. Por algo dice la palabra de Dios en 1 Tesalonicenses 5:18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
Los que oyen la palabra de Dios diciendo: No te desampararé ni te dejaré, son los que pueden decir en su corazón: El Señor es mi ayudador, no temeré lo que pueda hacerme el hombre. Cuando descubrimos el significado de esta verdad, podemos estar seguros que aun cuando otros nos abandonen, ya sea porque no quieren saber nada de nosotros o ya sea porque parten de este mundo a la eternidad, nos dejará un profundo vacío en el alma, sin embargo, el Señor no nos abandonará nunca y si él es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Esta confianza no quitará el dolor como por arte de magia, pero en cambio nos capacitará para evitar que el dolor nos aplaste como una aplanadora. Así como el sol puede derretir el chocolate y endurecer el barro, el dolor también puede derretir el corazón de una persona para que se acerque más al Señor y hallé en él el consuelo y el gozo en medio de la tribulación. Pero también el dolor puede endurecer el corazón de una persona y volverle amargada, llena de resentimiento y rencor, controlada por la ira. La respuesta la tiene usted, mi amiga, mi amigo. Es usted quien puede hacer del dolor un terrible adversario o un fiel aliado. Si desea hacer del dolor un aliado suyo, necesita primeramente ver por fe al varón de dolores, experimentado en quebranto, nuestro Señor Jesucristo, quien con su sufrimiento, muerte y resurrección ganó para nosotros la victoria sobre la muerte y nos regaló un lugar junto a él por la eternidad. Usted necesita recibir a Cristo como su Salvador. Mi desafío a usted es que no ignore el dolor. Esto no traerá nada provechoso a su vida. Tampoco deje que el dolor le domine. Le animo que usted vea al dolor como un aliado para que le lleve a cumbres de la gloriosa comunión con Dios.

LA MUERTE COMO UN AGUIJÓN

LA MUERTE COMO UN AGUIJÓN

a1Saludos cordiales amable oyente. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Hablando de los momentos difíciles que todos enfrentamos en la vida, nos estamos refiriendo al valle de la muerte. En esta oportunidad, hablaremos de la muerte como un aguijón. Que Dios utilice su palabra para nuestra edificación espiritual.

La Biblia nos habla de la muerte en forma de metáforas con la finalidad de que podamos entender su real significado. Ya hemos visto que la muerte es vista en la Biblia como un lazo. A no ser que el Señor venga por su iglesia muy pronto, es muy posible que usted y yo seamos atrapados en el lazo de la muerte. Si somos del Señor, por haber recibido a Cristo como Salvador, no debemos temer ser tomados por sorpresa en el lazo de la muerte. La palabra de Dios nos habla de que el temor de Jehová es manantial de vida. También hemos visto que la muerte es vista en la Biblia como una ligadura. Una ligadura que oprime y produce aflicción y dolor. Muchos de nosotros hemos vivido esta realidad cuando ha muerto un ser querido. Es indescriptible el dolor que se siente, aunque es necesario señalar que también está a la mano el consuelo de saber que la persona amada está disfrutando de rica bendición en el cielo. Esto último, por supuesto, en el caso de los que hemos confiado en Cristo como nuestro Salvador únicamente. Lo último que vimos fue que la muerte es considerada en la Biblia como una sombra. La sombra, aunque existe, es como si no existiera. Así es la muerte para el creyente. La muerte en el caso de los creyentes ha perdido ese sabor a derrota, a que todo ha terminado, como normalmente se presenta. La Biblia nos promete que aunque andemos en valle de sombra de muerte, no debemos temer mal alguno, porque Jehová está con nosotros. A decir verdad, es Jehová con todo su poder a disposición, quien hace que la muerte sea nada más que una sombra para los creyentes. En esta oportunidad vamos a tratar sobre otra metáfora de la muerte. La muerte es vista en la Biblia como un aguijón. En 1 Corintios capítulo 15, el apóstol Pablo recuerda a los creyentes de Corinto que algún día, sus cuerpos mortales se transformarán en cuerpo inmortales, cuerpos incorruptibles, cuerpos incontaminados, cuerpos inmarcesibles, cuerpos glorificados. Esto sucederá cuando seamos levantados de los muertos y seamos revestidos de cuerpos glorificados, a semejanza del cuerpo glorificado de Cristo. Estos serán cuerpos diseñados para la eternidad, cuerpos que no envejecen, cuerpos que no enferman, cuerpos que no sufren dolor, cuerpos que nunca se cansan, cuerpos que no tienen ningún vínculo con el pecado. Al meditar en esto, el apóstol Pablo prorrumpe en una doxología que brota de lo más profundo de su ser. 1 Corintios 15:54, al final, dice: Sorbida es la muerte en victoria. Luego mira a la muerte como un enemigo derrotado y pronuncia las palabras que tenemos en 1 Corintios 15:55-57. La Biblia dice: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

1Co 15:56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.

1Co 15:57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

1Co 15:58 Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.

Sí. La muerte es como un aguijón. El aguijón es la púa que tienen en el extremo del abdomen el escorpión y también otros insectos, como las abejas y las avispas, y con lo cual pican. Yo nunca he sido picado por el aguijón de un escorpión, pero recuerdo muy bien, cuando siendo niño, una abeja hundió su aguijón en mi pie cuando estaba caminando descalzo sobre el pasto fresco. Qué dolor. Mi pie se hinchó tanto, pero tanto, que no podía usar zapatos por un par de días. Lo peor fue que era en época de vacaciones de la escuela y justo esos días estaba por acompañar a mi papá en uno de sus viajes. Por culpa de ese aguijón hincado en mi pie me tuve que quedar en casa casi inmóvil. Me imagino que será mucho más dolorosa la picadura de un escorpión. He oído que algunas especies de escorpión inyectan un veneno tan poderoso al picar, que aunque no producen la muerte en las víctimas, el dolor es tan intenso que las víctimas quisieran morirse. Pero mucho más grave y severo es el aguijón de la muerte amable oyente. Este aguijón de la muerte, puede arrojar a una persona incrédula a su eterna condenación. Pero cuan diferente es el caso de los que somos creyentes. En este caso, el aguijón de la muerte se clava, causa dolor, angustia y sufrimiento, pero nada más. Los creyentes estamos inmunizados contra el veneno del aguijón de la muerte. Esta inmunización la logramos cuando confiamos en Cristo como nuestro Salvador personal, porque fue él, quien con su muerte y resurrección ganó para nosotros la victoria sobre la muerte. Por eso dijo Pablo: Sorbida es la muerte en victoria. Jesús conquistó a la muerte. Jesús privó a la muerte de su aguijón y Jesús hace posible que nosotros también podamos conquistar la muerte. ¿Significará esto que la muerte ya no causará ningún dolor a nosotros que somos creyentes? De ninguna manera. La muerte no es natural al ser humano en general y por tanto, la muerte seguirá siendo un lazo, una ligadura, una sombra, tal como lo hemos descrito anteriormente, pero aún así, la muerte para los creyentes ya no es lo que solía ser. La muerte ya no es el fin de todo. La muerte ha sido derrotada por la nueva vida que tenemos en Cristo. Es justamente esta nueva vida que tenemos en Cristo, lo que nos capacita para soportar bien sea nuestra propia muerte o bien sea la muerte de algún ser querido. Todos nosotros hemos probado el aguijón de la muerte. Todos nosotros hemos experimentado el dolor y la angustia de la pérdida. En el proceso de salir del valle de la muerte, en el proceso de recuperarnos la pérdida causada por la muerte, tenemos la tendencia a describir a la muerte con frases llamativas para minimizar su lacerante tragedia. Pero nunca debemos dejar de lado las metáforas que la Biblia utiliza para describir a la muerte. Dios dice en su palabra que la muerte es un lazo, es una ligadura, es una sombra y es un aguijón. Sin embargo de esto, para los que somos creyentes, la muerte ha sido sorbida en victoria. Dios ha derrotado a este poderoso enemigo por medio de la muerte y resurrección de su Hijo amado, el Señor Jesucristo. Si ha recibido a Cristo como Salvador, puede mirar a la muerte de frente y reconocer que su aguijón no tiene ya el poder para causar destrucción. Usted puede salir victorioso del valle de la muerte, pero no será sin que antes haya confiado totalmente en Dios quien le ama tanto que dio a su Hijo unigénito para que muera en lugar de usted. Si está experimentando el dolor por la muerte de uno de los suyos que confió en Cristo, recuerde la letra del himno que se cantó en la ceremonia fúnebre de Carlos Spurgeon. La letra del himno fue escrita por Sarah Doudney bajo el título: Las buenas noches del cristiano. Una parte de la letra dice así: Duerme, amado, duerme y toma tu descanso. Inclina tu cabeza sobre el pecho de tu Salvador. Te amamos mucho, pero el Señor Jesús te amó más. Buenas noches, buenas noches. Pensar así no resulta de la nada, amable oyente. Resulta de una dependencia total hacia aquel que derrotó a la muerte, por medio de su muerte y resurrección. Si usted se siente indefenso ante la muerte bien sea la suya propia o la de alguien que quiere y aprecia mucho, es probable que no conozca personalmente al único que puede darnos victoria sobre la muerte, al Señor Jesús. Si ese fuera el caso, no siga más a merced del temor a la muerte. Hoy mismo reconozca que es pecador, porque la Biblia dice que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. Luego reconozca que está en peligro de recibir castigo eterno a causa de su pecado. La Biblia dice que la paga del pecado es muerte. Después reconozca que Dios ama al pecador. Dios le ama, amable oyente y por ese amor, Dios envió a su Hijo unigénito a este mundo para que muera en la cruz por usted, tomando sobre sí el castigo que usted merece. Y no olvide que el Señor Jesús venció la muerte, porque la Biblia dice que resucitó al tercer día. Habiendo reconocido todo esto, dé un paso de fe recibiendo a Cristo como su Salvador. La Biblia dice: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Cuando tome la decisión de recibir a Cristo como su Salvador, se terminará el temor a la muerte. La muerte ya no será el aguijón que pone fin a todo y usted también podrá decir como muchos ya lo decimos: ¿Dónde está, oh muerte tu aguijón? Que Dios le bendiga.

LA SOMBRA DE LA MUERTE

LA SOMBRA DE LA MUERTE

a1Es un gozo estar nuevamente junto a usted amable oyente, para compartir nuestro estudio bíblico de hoy. Estamos tratando el tema de los sinsabores de la vida. Los hemos llamado valles. Ya hemos hablado del valle de la duda, del valle de la depresión, del valle de la calamidad y estamos en proceso de tratar el tema del valle de la muerte. Para salir victoriosos del valle de la muerte es necesario reconocer a la muerte tal cual como la Biblia lo presenta. La muerte es en esencia consecuencia del pecado en el hombre y por tanto no es natural al hombre. Por eso, hemos visto ya que la muerte es como un lazo que atrapa por sorpresa a sus víctimas. También es como una ligadura que causa dolor y aflicción a los que son apretados en ella. En esta oportunidad hablaremos de la muerte como una sombra. La sombra de la muerte.

Una parte del hermoso y popular salmo 23 dice textualmente: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. En esta porción bíblica, se compara a la muerte con una sombra. La sombra es una metáfora de la muerte amable oyente. De esto podemos aprender algunas cosas sobre la muerte. En primer lugar la sombra se presenta pero es como si no fuera real. Permítame explicarlo. Usted ve la sombra, está allí, pero es lo mismo que si no estuviera. No ocupa lugar en el espacio. La sombra puede entrar al agua y no se ahoga, al fuego y no se quema, puede ser pisoteada y golpeada y ni se inmuta. Es como si no existiera. Bueno, la muerte es igual. La muerte está presente, pero no es real. Es como la sombra. En segundo lugar, la sombra nos sigue dondequiera que estemos en un día soleado. Igual es con la muerte, nos sigue dondequiera que estemos a la luz de la vida. Si no hubiera vida no habría muerte. En tercer lugar, la sombra es inofensiva. Esto es una lección que los niños aprenden muy rápido en alguna etapa de su crecimiento. Cuando son muy tiernos tienen miedo de la sombra. Pero cuando crecen aprenden que la sombra es inofensiva. Así es con la muerte. Está presente, pero es inofensiva. Si pretendemos salir victoriosos del valle de sombra de muerte debemos mirar a la muerte como una sombra. Así es como se ve a la muerte en la Biblia. Permítame citar algunos textos donde esto se hace evidente. Isaías 9:2 dice: El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.

Esto se refiere al efecto de la presencia de Jesús en el mundo. Sin Jesucristo, el mundo estaba sumido en sombra de muerte, pero cuando Jesucristo vino, resplandeció la luz y se disipó la sombra. Jeremías 13:16 dice: Dad gloria a Jehová Dios vuestro, antes que haga venir tinieblas, y antes que vuestros pies tropiecen en montes de oscuridad, y esperéis luz, y os la vuelva en sombra de muerte y tinieblas.

Una vez más, este texto nos habla de sombra de muerte. En los Salmos, se nos habla también de la muerte como una sombra. Salmo 44:19 dice: Para que nos quebrantases en el lugar de chacales,

Y nos cubrieses con sombra de muerte.

Job fue alguien que tuvo a la muerte en su familia y muy cerca de él mismo. Una persona con autoridad para hablar sobre la muerte. Mire lo que dice una parte de su libro. Job 3:5 Aféenlo tinieblas y sombra de muerte;

Repose sobre él nublado Que lo haga horrible como día caliginoso.

Está claro entonces que la Biblia nos muestra a la muerte como una sombra. Algo que está presente, pero es como si no estuviera. Algo inofensivo. Algo que no se debería temer. Así es como lo consideró David cuando escribiendo el Salmo 23 dijo aquellas magistrales palabras: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. La muerte es una sombra. No hay motivo para temer. La presencia augusta de nuestro Padre celestial desvanece el temor que produce la sombra de la muerte. Sólo así se explica que por ejemplo Susana Wesley, la madre de Juan y de Carlos, dijera antes de morir: Hijos, cuando me vaya, canten un himno de alabanza al Señor, o que Lady Glenorchy dijera: Si esto es morir, es la cosa más placentera imaginable. O que John Pawson dijera: Sé que estoy muriendo, pero mi lecho de muerte es un rosal. El cielo ya ha comenzado para mí. La muerte no es más que una sombra mi amiga, mi amigo. Es real pero es inofensiva. Pero a lo mejor, amable oyente, usted ha considerado a la muerte como el más peligroso adversario. Si ese es su concepto de la muerte, es probable que no tenga a Cristo como su Salvador. Porque si este es su caso, entonces allí si, la muerte es lo peor que le podría sobrevenir, porque la muerte en este caso significa el fin de su oportunidad para recibir a Cristo como su Salvador y usted saldrá de este mundo directo a su eterna condenación. Cuando el filósofo ateo Voltaire estaba en su lecho de muerte dirigiéndose a su médico de cabecera le dijo: Me siento abandonado de Dios y del hombre. Le daré la mitad de mi fortuna si me concede seis meses más de vida. El médico respondió: Señor, usted no va a vivir ni seis semanas. Voltaire contestó: Entonces me iré al infierno, y usted irá conmigo. Poco tiempo después expiró. Esta es la realidad para los que no conocen a Cristo como Salvador amable oyente. Pero en cambio para los que conocemos a Cristo como Salvador, la muerte es sólo como una sombra. Está pero es inofensiva. Cuando Juan Knox estaba por expirar dijo: vivan en Cristo, vivan en Cristo y la carne no tendrá por qué temer a la muerte. Martín Lutero dijo al morir: Nuestro Dios es el Dos de quien viene la salvación. Dios es el Señor por quien escapamos de la muerte. ¿Quiere usted mirar a la muerte como una sombra, así como lo presenta la Biblia, así como lo vieron Job, David, Isaías, Jeremías? Entonces necesita primero mirar al Salvador Jesucristo. Necesita mirarlo muriendo en la cruz en lugar de usted. La Biblia dice que usted es pecador y que por tanto está separado de Dios y condenado a una eterna perdición tan pronto salga de este mundo. Pero Dios le amó tanto, que dio a su Hijo unigénito para que creyendo en él tenga no sólo la salvación de su alma, sino también la paz de saber que la muerte es sólo una sombra. Esta es la esperanza que tenía D. L. Moody.

Sabiendo que pronto se iría de este mundo, Moody dijo a un amigo: Algún día, leerás en los periódicos que D. L. Moody de Northfield ha muerto. No creas una palabra de ello, porque en ese mismo momento, yo estaré más vivo que lo que estoy ahora. Habré ido lo más alto posible. Estaré fuera de esta vieja y deteriorada habitación de barro a una casa que es inmortal, a un cuerpo que no puede ser tocado por el pecado, un cuerpo que no puede ser manchado por el pecado, a un cuerpo a semejanza del cuerpo glorioso de Cristo. Yo nací en la carne en 1837, nací en el Espíritu en 1856. Lo que nació de la carne debe morir, pero lo que nació del Espíritu vivirá para siempre. Ah, amable oyente, qué seguridad que tenía este hombre. Qué confianza en cuanto a que la muerte es sólo una sombra. ¿Tiene usted esta seguridad? Si no la tiene, ¿le gustaría tenerla? Si es así, entonces es necesario que hoy mismo llegue a tener vida eterna. La vida eterna amable oyente es Cristo morando en el ser humano. Para eso, es necesario que delante de Dios se vea a usted mismo como un pecador imposibilitado de cumplir con las demandas de Dios para obtener la salvación. Es necesario también que se vea en el peligro de ser condenado en el infierno de fuego por la eternidad y finalmente es necesario que vea a Cristo Jesús recibiendo sobre sí mismo el castigo que como pecador merece. Cuando tome conciencia de esto, es imprescindible que reciba a Cristo como su Salvador personal. Para ello, solamente hable con Dios como hablara a su mejor amigo y en la dulce quietud de la conversación con él, reciba el regalo que él le ha hecho en Cristo. Sólo así, podrá considerar a la muerte como la consideraron personajes como Job, David, Isaías. Es decir, considerará a la muerte como una inofensiva sombra.

MATRIMONIO CIVIL Y ECLESIÁSTICO, FRACASO EN LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS

MATRIMONIO CIVIL Y ECLESIÁSTICO, FRACASO EN LOS ESTUDIOS UNIVERSITARIOS

Desde Perú nos escribe una amiga oyente para hacernos la siguiente consulta: Quisiera saber sobre el matrimonio civil y eclesiástico.

a1Al matrimonio amable oyente se lo ve como un compromiso ante Dios, ante las autoridades y ante la sociedad. El compromiso ante Dios lo hacen los contrayentes cuando ante Dios se comprometen a unirse el uno al otro como marido y mujer, siguiendo el principio que aparece en varios pasajes de la Biblia como por ejemplo Génesis 2:24 donde dice: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
El compromiso ante las autoridades lo hacen los contrayentes cuando recurren a las autoridades civiles conforme a lo que establece la legislación de cada país para ser declarados marido y mujer. Esto es lo que se conoce como el matrimonio civil. La sumisión a las autoridades civiles es un principio ampliamente fundamentado en la palabra de Dios como por ejemplo Romanos 13:1-5 donde dice: Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.
El compromiso ante la sociedad lo hacen los contrayentes cuando participan a sus familiares y amigos, que se han unido en matrimonio. Este compromiso es motivo de regocijo para todos. En esto consiste el matrimonio, amable oyente. Como Usted habrá notado, son los contrayentes los que por voluntad propia contraen este solemne compromiso. El Nuevo Testamento no ordena a la iglesia local a efectuar matrimonios, o lo que comúnmente se llama el matrimonio eclesiástico. El matrimonio no es una ordenanza para la iglesia local. Esto sin embargo no significa que sea malo realizar una ceremonia matrimonial en una iglesia local, pero no es indispensable para que una pareja se considere casada. Cuando una pareja de creyentes ha decidido casarse, en algún momento deberían los dos solos ante Dios comprometerse el uno al otro a amarse, respetarse, y ser mutuamente fieles. Luego deberían recurrir a las autoridades civiles de su país para que sean declarados marido y mujer por las leyes de ese país. Después deberían comunicar a sus familiares y amigos el feliz acontecimiento y si esto se realiza en una iglesia local, no hay problema con ello, pero si no se lo hace, tampoco hay problema con ello.

La segunda consulta nos llega desde Panamá. Es de un joven amigo oyente quien es muy fiel al Señor testificando a sus compañeros en la universidad, lo cual le ha traído como consecuencia el rechazo y el desprecio de algunos de ellos. A pesar del esfuerzo que ha hecho para estudiar la carrera que está siguiendo, sus calificaciones no son del todo buenas y teme que de continuar así no pueda seguir estudiando esta carrera. Piensa que si esto llegara a suceder sería algo muy difícil de soportar para él porque se sentiría un fracasado. Nos pide un consejo.

Gracias por haber tomado tiempo para compartir con nosotros acerca de esta situación, amable oyente. En primer lugar, me gustaría felicitarle y animarle a seguir siendo fiel al Señor a pesar de las pruebas. Es en las pruebas donde se manifiesta el verdadero carácter del creyente. Las pruebas en realidad son los medios que Dios utiliza para formar nuestro carácter. Note lo que dice Santiago 1:2-4 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
Así que, ánimo amigo oyente. Si está siendo probado es porque Dios está moldeando su carácter para que sea lo que Él quiere. Por otro lado, el sufrir por la causa de Cristo es una bendición. Observe lo que dice 1 Pedro 4:14-16 Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello.
Cuando Usted dice que por testificar de Cristo en la universidad es rechazado y despreciado, está siendo vituperado por el nombre de Cristo. Siendo este el caso, en lugar de desanimarse, Usted debe sentirse bienaventurado, esto significa dichoso, muy feliz, no porque sea agradable ser rechazado o despreciado, sino porque el rechazo y el desprecio por la causa de Cristo es una evidencia concluyente de que el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre Usted. El mundo odia y desprecia a Cristo y es natural que también odie y desprecie a los que somos sus seguidores. Juan 15:18-19 dice: Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
Con el odio y el desprecio por la causa de Cristo que recibe el creyente, el mundo blasfema contra Cristo, pero con el mismo odio y el desprecio por la causa de Cristo que recibe el creyente, el creyente glorifica a Cristo. De manera que Pedro aconseja a sus lectores que ningún creyente padezca como homicida o ladrón o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno, pero si un creyente padece por la causa de Cristo, que no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Muy bien. Ahora vamos a la otra prueba. Me refiero a sus estudios en la universidad en la carrera que está siguiendo. Usted dice que a pesar de todo el esfuerzo que está haciendo, sus calificaciones no son buenas. Teme que le saquen de la carrera por no llegar a los mínimos requeridos en cuanto a calificaciones. Si esto llegara a pasar, Usted piensa que sería algo muy frustrante. Bueno, amigo oyente, permítame compartir algunos consejos al respecto. En primer lugar, ore al Señor sobre esta situación. Abra su corazón delante de Dios. Dígale como se siente por lo que está pasando, pero sobre todo dígale que lo que más desea en la vida es hacer lo que Dios quiere. Dígale que si la voluntad de Dios es que no continúe estudiando esa carrera, que Dios le dé la suficiente sabiduría para discernir cual es la voluntad de Dios. Dígale que Usted va a estar gozoso tanto si deja de estudiar esa carrera como si sigue estudiando esa carrera. También dígales que si la voluntad de Dios es que estudie otra carrera, que Dios mismo le guíe a saber cuál. En segundo lugar, organice su tiempo para disponer de al menos unos 30 minutos diarios para leer, estudiar, meditar y memorizar la Biblia. La voluntad de Dios jamás está separada de la palabra de Dios. En tercer lugar, hasta que no esté seguro de cuál es la voluntad de Dios en cuanto a la carrera que está estudiando haga todo lo humanamente posible para obtener las mejores calificaciones. Ore como si todo dependiera de Dios y estudie como si todo dependiera de Usted. Este es el equilibrio perfecto. Si haciendo esto mejoran sus calificaciones, es muy posible que Dios le esté diciendo que su voluntad es que siga en esta carrera, pero si haciendo esto, sus calificaciones siguen en descenso, entonces es muy posible que Dios le esté diciendo que su voluntad es que cambien de carrera. Si este fuera el caso, no lo tome como algo personal, como un fracaso de su parte. Simplemente tómelo como algo que Dios está queriendo hacer en su vida. Podría ser inclusive que la voluntad de Dios es que no estudie ninguna carrera en la universidad y que dedique su vida a prepararse para servir al Señor como misionero u obrero en una iglesia local. También podría ser que la voluntad de Dios es que Usted no estudie ninguna carrera sino que trabaje en alguna actividad legítima. Después de todo, es bueno obtener un título superior en alguna carrera, pero no es indispensable. No olvide jamás que hacer lo que Dios quiere siempre es lo mejor para cada uno de sus hijos. En cuarto lugar, busque el consejo de sus padres, de los pastores o ancianos y de personas maduras en la fe que le orienten en la decisión que debe tomar. Espero que estas ideas le ayuden a sortear satisfactoriamente esta prueba. Que el Señor le bendiga.

VALLE DE LA MUERTE

VALLE DE LA CALAMIDAD ESPIRITUAL

10. VALLE DE LA CALAMIDAD ESPIRITUAL

a1Saludos cordiales amable oyente. Es motivo de mucho gozo compartir este tiempo con usted. Bienvenida, bienvenido a nuestro estudio bíblico de hoy. Estamos tratando el tema de los momentos difíciles que todos enfrentamos en la vida. A estos momentos difíciles los hemos llamado valles. Por ahora estamos tratando el tema del valle de la calamidad. En el estudio bíblico de hoy hablaremos del valle de la calamidad espiritual.

Las personas en general y los creyentes en particular, podemos caer en el valle de la calamidad. Esta calamidad puede ser económica o personal. De esto nos hemos ocupado ya en nuestros estudios bíblicos últimos. El día de hoy veremos que también existe una calamidad espiritual. Definamos bien los términos que estamos utilizando. Al hablar de calamidad espiritual nos estamos refiriendo a la experiencia de llegar al final de los recursos espirituales. Esto sucede por ejemplo a personas que en algún momento de sus vidas ven caer en pecado grosero y público a personas que ellos consideraron siempre como modelos de moral y madurez espiritual. De pronto, todo lo que hasta ese momento daba soporte a sus creencias espirituales se viene abajo y la persona queda hundida en calamidad espiritual. También sucede por ejemplo a personas que en algún momento de sus vidas reconocen que su religión ha fracasado en traer la paz que el alma necesita tan ardientemente. Este fue el caso de un joven rico de quien nos habla el Nuevo Testamento y nosotros lo vamos a tomar como caso de estudio. El relato se encuentra en Marcos 10:17-22. La Biblia dice: Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?

Mar 10:18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.

Mar 10:19 Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre.

Mar 10:20 El entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud.

Mar 10:21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.

Mar 10:22 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

El joven rico es el prototipo de la persona convencida que puede heredar la vida eterna sobre la base de someterse a elevadas normas morales. Desde muy pequeño, probablemente, se le enseñó que para ser aceptado por Dios debía guardar al pie de la letra los mandamientos de Moisés. Hasta cierto punto lo estaba logrando, porque nadie podía acusarle de haber matado o haber robado o haber dicho falso testimonio o de haber defraudado o de haber deshonrado a su padre y a su madre. Una vida ejemplar sin duda. Pero sin embargo, algo muy dentro de él, algo que él quizá ni lo entendía totalmente, le decía que algo definitivamente no encajaba, algo estaba flotando. Había seguramente oído hablar mucho de Jesús y un buen día, los caminos de este joven rico y de Jesús se cruzaron. Cuando el joven rico vio a Jesús, corrió hacia él y se hincó delante de él, reconociendo la grandeza de su persona. Luego, quizá musitó las palabras: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús conocía a fondo a este joven rico, aún cuando nunca le había visto en su vida. Con ese conocimiento en mente, Jesús comienza por aseverar su carácter divino cuando dice al joven rico: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Después, Jesús va a dar al joven rico la oportunidad de lucirse ante los hombres por la vida ejemplar que llevaba. Le dijo: Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. El joven rico, se arroja flores sobre sí mismo diciendo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Una declaración ceñida a la verdad, pero insuficiente en absoluto para conducir a alguien a la vida eterna. Fue en este instante cuando Jesús miró con amor al joven rico. En la mirada de Jesús, no había reproche ni condenación sino sólo amor. Así es como mira Jesús a todo ser humano que confía en sus buenas obras para llegar a Dios. Es digno de compasión ver tanta gente que piensa que porque no ha matado a nadie, porque no ha robado a nadie, porque no ha engañado a nadie es merecedora de la vida eterna. Esta gente no necesita el reproche, ni la condenación. Esta gente necesita amor, porque está sinceramente auto engañada. Es como un ciego que está convencido que está en buen camino, pero no sabe que más adelante existe un profundo precipicio. Después de amar al joven rico, Jesús va a quitar la venda espiritual de sus ojos. Le dice: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Jesús es experto en quitar el manto de auto piedad de las personas y mostrar la podredumbre de lo que está por dentro. Lo hizo con los fariseos cientos de veces y ahora lo hace con el joven rico. Externamente el joven rico era intachable. Esto podría impresionar favorablemente a los hombres pero no a Dios. Dios no mira lo externo solamente sino el corazón. Y allí justamente es donde estaba el problema con este joven rico. El corazón de este joven rico estaba poseído por la codicia de los bienes materiales. No es que Jesús estaba diciendo que para tener vida eterna es necesario ser pobre. No. La salvación no se consigue con hacer voto de pobreza. La salvación es un regalo de Dios para todo aquel que recibe a Cristo como su Salvador personal. Tampoco Jesús estaba enseñando que para ser salvo es necesario vender todo lo que uno tiene y ese dinero repartirlo entre los pobres. No, la salvación no es por dar a los pobres, la salvación es por recibir a Cristo como Salvador personal. Tampoco Jesús estaba enseñando que la riqueza es pecaminosa o que ser rico es pecado. La Biblia es clara en condenar el amor a la riqueza mas no la riqueza en sí mismo. Jesús simplemente estaba desnudando la codicia de este joven rico. Las palabras que Jesús pronunció fueron como el descorrer el velo de auto piedad para dejar al descubierto la impiedad del corazón del joven rico. En este instante, el joven rico se encontró en la calamidad espiritual. Claro, por años el joven rico había pensado que con cumplir externamente las órdenes de la ley de Moisés era suficiente para obtener la vida eterna. Este era el dogma de su vida. Sin embargo, he aquí acaba de encontrase que no ha sido así. Sus convicciones espirituales se vinieron al suelo. Lo prudente para él hubiera sido que ponga en orden sus prioridades y dé el primer lugar a Dios en su corazón. Pero desgraciadamente, no lo hizo. Dice el texto leído que afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Este es el único caso en el Nuevo Testamento cuando alguien se aleja triste de Jesús. El joven rico llegó al fin de sus recursos espirituales. Estaba en bancarrota espiritual. Pero a diferencia de la mujer quien estaba en calamidad económica y Pablo quien estaba en calamidad personal, según vimos en nuestros estudios bíblicos pasados, este joven rico no se superó de su calamidad espiritual. Hasta donde se sabe, el joven rico debe haber muerto en su pecado. La gran pregunta es ¿por qué? ¿Qué hizo la diferencia entre la mujer que superó su calamidad económica y Pablo que superó su calamidad personal y este joven rico que sucumbió a su calamidad espiritual? La respuesta es porque la mujer tuvo fe en Dios para salir de su calamidad económica, Pablo tuvo fe en Dios para salir de su calamidad personal, pero este joven rico no tuvo fe en Dios para salir de su calamidad espiritual. Quizá usted, amable oyente, ha llega también a su calamidad espiritual. Todo lo que hasta ahora creía a pie juntillas se ha ido al suelo por una u otra razón. Hoy se encuentra sin saber qué creer. Si ese es su caso, yo le invito a tener fe en Dios. Él ha dado a su Hijo el Señor Jesucristo para que muera por usted. No desperdicie este regalo sin igual. Hoy mismo reciba a Cristo como su Salvador personal y ese será el principio para que viva un estilo de vida caracterizado por bienestar espiritual en todo sentido de la palabra.

MALOS PENSAMIENTOS, INCRÉDULOS Y EL ESPÍRITU SANTO

CONSULTORIO BÍBLICO 137

MALOS PENSAMIENTOS, INCRÉDULOS Y EL ESPÍRITU SANTO

PROGRAMA NO. 2016-02-25

Desde Ecuador se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: estoy confundido, estoy desanimado, no puedo orar, no quiero leer la Biblia y si leo no entiendo, mis pensamientos están todo el tiempo en las mujeres. Necesito su consejo.

a1Gracias por comunicarse con nosotros para pedirnos consejo acerca de la situación espiritual y emocional en la cual se encuentra estos momentos. Antes de sugerir algunas pautas para solucionar su problema, me gustaría hacerle la siguiente pregunta: ¿Ha recibido al Señor Jesucristo como su único y personal Salvador? Si lo ha hecho, gracias a Dios, porque Usted tiene todo lo que necesita para arreglar su situación espiritual y emocional, si no lo ha hecho, debe hacerlo lo antes posible porque de esta manera, no solo obtendrá perdón de pecados y vida eterna sino que también tendrá el poder para vivir la vida abundante que nos prometió el Señor Jesucristo. No está por demás al menos mencionar que para ser salvo necesita primeramente reconocer que es pecador, Romanos 3:23 dice que todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios. También tiene que reconocer que por ser pecador está en peligro de recibir eterna condenación. Romanos 6:23 dice que la paga o el castigo por el pecado es la muerte. Además debe reconocer que Dios ama al pecador y por ese amor dio a su Hijo unigénito para que muera en lugar del pecador, de modo que el pecador que cree en él tenga vida eterna. Juan 3:16 dice: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Si Usted reconoce todo esto y lo acepta sin reparo alguno, entonces debe recibir al Señor Jesucristo, el Hijo unigénito, como su único y personal Salvador. Es un acto de fe sobre la base de lo que dice la Biblia. Juan 1:12 dice: Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Hable con Dios en oración y exprésele su deseo de recibir a Cristo. Dios oirá su clamor y llegará a ser salvo. Muy bien. Asumamos que ya ha tomado esta decisión, bien sea este momento o anteriormente. Usted dice que no logra concentrarse en lo que lee en la Biblia, y por tanto no entiende lo que está leyendo, porque su mente está ocupada con las mujeres. Siendo este el caso, no es de sorprenderse que se sienta confundido, desanimado, sin deseos de orar o leer la Biblia. ¿Qué hacer en esta situación? La solución a su problema aparece en Filipenses 4:8. La Biblia dice: Por lo demás,  hermanos,  todo lo que es verdadero,  todo lo honesto,  todo lo justo,  todo lo puro,  todo lo amable,  todo lo que es de buen nombre;  si hay virtud alguna,  si algo digno de alabanza,  en esto pensad.

Este es el texto lema para mantener bajo control nuestros pensamientos. Algo muy útil que Usted debe saber es que la Biblia enseña que los creyentes tenemos la capacidad de controlar lo que pensamos. No tiene sentido adoptar una actitud fatalista al afirmar que no podemos evitar el pensar en cosas que no son loables. El hecho real es que Usted o yo, o en general cualquier creyente, tenemos la capacidad de decidir sobre aquello que va a ocupar nuestra mente, es decir, nuestros pensamientos. El secreto consiste en un acto voluntario de pensar en cosas loables. Un mal pensamiento se saca de la mente cuando entra un buen pensamiento. Una persona no puede abrigar malos pensamientos y pensamientos sobre el Señor Jesús, al mismo tiempo. En la práctica esto funciona de la siguiente manera: Si un mal pensamiento surge en mi mente, lo debo desechar inmediatamente por medio de pensar en la Persona y Obra del Señor Jesucristo. No se necesita de mucha indagación para saber que el versículo de Filipenses 4:8 habla del carácter de la persona del Señor Jesucristo. En Él encontramos todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, todo lo que es virtuoso, todo lo que es digno de alabanza. Veamos de qué se trata cada una de estas cualidades. Lo verdadero es lo que se encuentra en Dios, en su Hijo el Señor Jesucristo, en el Espíritu Santo y en las Escrituras. Lo honesto significa lo que es digno de respeto. Los creyentes debemos pensar en lo que sea digno de admiración y adoración, es decir en lo sagrado y no en lo profano. Lo justo se refiere a lo que es correcto. El creyente debe pensar en armonía con los estándares divinos de la santidad. Lo puro es todo lo moralmente limpio y sin mancha. Lo amable se refiere a aquello que es agradable. Lo que es de buen nombre es aquello que es considerado como bueno en el mundo, tal como la cortesía, la amabilidad, el respeto a otros. En general, el creyente debe ocupar su mente en pensar en todo aquello que tenga alguna virtud o excelencia moral y en todo aquello que sea digno de alabanza o algo recomendable. Así que, amable oyente, Usted necesita organizar su vida de manera que dedique al menos unos treinta minutos cada día, a leer una pequeña porción de las Escrituras. Trate de ir ordenadamente por alguno de los libros de la Biblia, tal vez el Evangelio de Juan. Tome unos pocos versículos y léalos en voz alta, pausadamente, varias veces, tratando de entender lo que ha leído. Una vez que ha entendido lo que ha leído, escriba un corto resumen en un papel. Luego medite en lo que acaba de escribir. De esta manera, en su mente se irán almacenando los pensamientos de Dios, y poco a poco irán desapareciendo los malos pensamientos. Luego de meditar en esa corta porción de las Escrituras, le sugiero que tome unos minutos para hablar con Dios en oración acerca de lo que ha guardado en su mente en cuanto a las Escrituras. Este ejercicio espiritual diario, tiene la virtud de llenar su mente de la palabra de Dios y es un gran antídoto para alejar al pecado en general de su vida. Note lo que dice Salmo 119:9-11. ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.

Si es fiel adoptando esta práctica, podrá mirar con claridad lo que Dios quiere para su vida, experimentará el gozo de ser un hijo de Dios, y dentro de Usted comenzará a surgir un deseo profundo por conocer más de la palabra de Dios. Cuando eso pase, podrá vivir en la práctica lo que dice Dios en Isaías 26:3 donde dice: Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera;  porque en ti ha confiado.

A través del correo electrónico se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: ¿Puede una persona que no es salva, sentir la presencia del Espíritu de Dios y recibir bendiciones sólo con asistir a una iglesia y compartir con cristianos en las reuniones y fuera de ellas? ¿Como puede estar realmente segura una persona de su salvación?

Una persona incrédula no tiene el Espíritu Santo en su vida. Hablando a los creyentes, Pablo les dice lo que aparece en Romanos 8:9: Mas vosotros no vivís según la carne,  sino según el Espíritu,  si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.  Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo,  no es de él.

Un incrédulo por tanto no tiene el Espíritu Santo en su vida. Siendo así, el incrédulo no puede ver el fruto del Espíritu Santo en su vida. A propósito he evitado usar la palabra “sentir” porque en la vida cristiana las cosas se aceptan o se rechazan por la fe, no por los sentimientos. Un creyente puede no sentirse salvo, pero si ha depositado su fe en la persona y obra del Señor Jesucristo, es salvo, porque eso es lo que dice la palabra de Dios, a pesar que no se sienta salvo. Por otro lado, todo incrédulo recibe bendiciones de Dios, por lo que los teólogos llaman la gracia común. Según Mateo 5:45, el Señor Jesús dijo que Dios hace salir el sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Esta gracia común sin embargo, no significa que los que la reciben son automáticamente salvos. Hace falta que el incrédulo reciba a Cristo como Salvador para que la gracia salvífica de Cristo se derrame sobre el incrédulo y llegue a ser salvo. Cuando un incrédulo entra a un templo y recibe bendiciones de Dios, está recibiendo los beneficios de la gracia común, pero eso no le hace salvo. Necesita recibir a Cristo como Salvador para ser salvo. El creyente puede estar seguro de su salvación cuando conoce y sabe lo que dice la palabra de Dios sobre la salvación. Cuando por ejemplo, toma para sí lo que dicen textos como Juan 3:36 donde dice: El que cree en el Hijo tiene vida eterna;  pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida,  sino que la ira de Dios está sobre él.

Creer en Cristo, lo cual es equivalente a recibirlo como Salvador, resulta en tener vida eterna. Esto es la palabra de Dios y si lo acepto sin reservas, puedo disfrutar de estar seguro de mi salvación.

 

VALLE DE LA CALAMIDAD PERSONAL

VALLE DE LA CALAMIDAD PERSONAL

PROGRAMA NO. 2016-02-24

a1Saludos cordiales amable oyente. Es motivo de gran gozo compartir este tiempo de estudio bíblico con usted. Gracias por su sintonía. Estamos estudiando acerca de cómo salir de los valles profundos por los cuales se encaminan a veces nuestros pasos en la vida. Ya hemos hablado acerca del valle de la duda el valle de la depresión. Estamos ahora hablando acerca del valle de la calamidad. La calamidad puede ser económica, como fue el caso de aquella pobre viuda que debía pagar una deuda muy grande y sus acreedores le presionaban amenazándola con llevarse a los hijos en calidad de esclavos si no pagaba a tiempo. En nuestro estudio bíblico pasado vimos como Dios intervino por medio de Eliseo para que esta viuda tenga más de lo que necesitaba y pueda no sólo cumplir con su compromiso de cancelar sus deudas sino también de iniciar su propio negocio de compra venta de aceite. En esta ocasión trataremos sobre una persona que cayó en el valle de la calamidad personal.

Las calamidades, amable oyente, pueden ser de diversa índole. Ya hemos visto que pueden ser económicas, pero también pueden ser personales, en el sentido que ponen en peligro la vida del que las sufre. La Biblia presenta una gran cantidad de personas que sufrieron calamidades personales y salieron muy bien libradas de ellas. A manera de estudio de un caso, tomemos al apóstol Pablo. Observemos en primer lugar, la severidad de sus calamidades personales y en segundo lugar la solución para sus calamidades personales. En cuanto a la severidad de sus calamidades personales, tenemos dos pasajes bíblicos, ambos en la segunda epístola a los Corintios. El primero en el capítulo 4, versículos 8 y 9 donde dice: que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
2Co 4:9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;
Bueno, la vida de Pablo no fue un lecho de rosas que digamos. Según este pasaje, Pablo fue conducido innumerables veces al profundo valle de la calamidad personal. En ese valle, Pablo se vio en tribulación, en apuros, en persecución y bajo constante ataque enemigo. Un poco más adelante en 2 Corintios 4:12 Pablo dijo lo siguiente: De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.

Con esto, Pablo está señalando que todas estas calamidades personales ponían en serio riesgo su propia vida. La muerte andaba rondando cerca de Pablo constantemente. Sin embargo, según su propio testimonio, Pablo nunca se dejó dominar de su calamidad personal, porque el texto dice que aunque estaba en tribulación, no llegó a angustiarse, aunque estaba en apuros, no llegó a desesperarse, aunque estaba bajo persecución, no llegó a sentirse abandonado, aunque estaba derribado, no llegó a sentirse destruido. La gran pregunta es ¿Cómo lo logró? Esperemos un momento por al respuesta. Por lo pronto vemos la severidad de la calamidad personal en la vida del Apóstol. El segundo pasaje se encuentra en 2 Corintios 11:23-27 donde Pablo registra su experiencia. La Biblia dice: ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.

2Co 11:24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.

2Co 11:25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;
2Co 11:26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;
2Co 11:27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;
Bueno, con lo que a usted le está pasando, quizá pensó que es el capeón en cuanto a sufrir calamidades personales. Pero al escuchar el testimonio de Pablo, estoy seguro que habrá llegado a la conclusión no ha padecido ni una mínima fracción de lo que padeció Pablo. Dice que por cinco veces recibió de los judíos 39 azotes, uno menos que cuarenta, lo cual era lo máximo que permitía la ley de Moisés. Para no quebrantar la ley de Moisés por posibles equivocaciones en la cuenta de los azotes, los judíos siempre se detenían en el azote número 39. Esto era de poco consuelo para el azotado ciertamente. El Nuevo Testamento no registra detalles de esto, pero eso fue lo que pasó con Pablo. También dice que por tres ocasiones fue azotado con varas. Una de esas ocasiones fue cuando estuvo en Filipos antes de ser arrojado a la cárcel, de dónde fue sacado milagrosamente por el Señor. Pero ¿y las otras dos veces? Nadie sabe dónde fue ni cómo fue. Dice además que fue apedreado, De esto sí nos habla el Nuevo Testamento en el libro de Hechos. Ocurrió en Listra. Después de ser apedreado, Pablo fue sacado de la ciudad pensando que estaba muerto, pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad. También afirma que por tres veces había sufrido naufragio. El Nuevo Testamento se refiere a un naufragio en el cual Pablo estaba presente, pero este naufragio ocurrió en su viaje a Roma, unos tres años después que Pablo escribiera esto que hemos leído en 2 Corintios. De modo que no se sabe cómo ni dónde Pablo sufrió la espeluznante experiencia de estar en tres naufragios. Así por el estilo, amable oyente, usted estará de acuerdo conmigo en cuanto a que Pablo fue un campeón de sufrir calamidad personal, superado únicamente por Cristo Jesús, porque verdaderamente nadie ha padecido tanto como nuestro amado Salvador. Eso explica por qué Pablo estaba en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez. Aun una noche y un día, estuvo como náufrago en alta mar. Pero ni aun eso doblegó su espíritu. La única explicación posible es la directa intervención de Dios.

Hemos considerado la severidad de la calamidad personal en Pablo. Sin embardo, Pablo siguió firme.

¿Cómo lo hizo? Consideremos pues, la solución a la calamidad personal en Pablo. La clave radica en que Pablo tenía un elevado concepto de la grandeza de Dios. Pablo sabía que todo eso que estaba pasando, no era porque Dios le había abandonado o porque Dios le estaba castigando, o porque Dios se deleitaba en el sufrimiento que estaba soportando. Pablo sabía que esas situaciones que vivió eran los vientos contrarios que podían elevarle cual águila a las alturas de una relación más íntima y pura con Cristo Jesús. Se dice que cuando un águila quiere retozar en el vuelo, busca una corriente aire y extendiendo sus alas se deja llevar plácidamente por la corriente de aire. Pero cuando el águila está en peligro y trata de escapar por su vida, busca una corriente de aire y vuela en contra de ella. De esa manera, la corriente de aire contraria a la dirección de vuelo tiene el efecto de elevar al águila tan alto como sea posible para escapar del peligro. Así deben ser vistas las calamidades personales amable oyente. Son el viento contrario que cuando lo sabemos aprovechar nos remontarán a las alturas insospechadas de íntima y dulce comunión con el Señor. Los árboles más fuertes no son aquellos que crecen en la quieta hondonada de los valles. Los árboles más fuertes son los que crecen en la escarpada montaña, donde el viento, la lluvia, la nieve azotan con feroz fuerza. Las calamidades personales eran consideradaza por Pablo como la inclemencia del tiempo que hacía más fuerte el árbol de su vida. Yo no sé si alguna vez ha visto un instrumento musical eólico. Son esos aparatos que emiten música cuando sopla viento. Cuando el viento es suave o inexistente, el instrumento musical eólico permanece mudo, quieto. Pero cuando sopla el viento con toda su fuerza, del instrumento eólico brota la encantadoras melodía que deleita el oído.

Pablo sabía que sus calamidades personales eran el viento que hacía brotar música hermosa de su vida y eso le ayudó a mantenerse firme en el valle de la calamidad. Puede ser que usted amable oyente, este momento esté en el valle de la calamidad personal. No se desespere, no se sienta derrotado. Mire a su calamidad como la ráfaga de viento que va a producir acogedora música en su vida. Música que traerá gloria al nombre de Dios. Sólo así podrá como Pablo soportar sus aflicciones y eventualmente Dios mismo le sacará del valle de la calamidad personal.

¿Ha caído alguna vez en el valle de la calamidad económica, o la calamidad personal, o la calamidad espiritual? ¿Cómo se ha sentido? ¿Le gustaría salir de allí?

CONSULTORIO BÍBLICO

PROGRAMA NO. 2016-02-23
David Logacho
Saludos cordiales amable oyente. Gracias por su sintonía a este programa. Bienvenida, bienvenido al estudio bíblico de hoy. Esta serie de estudios bíblicos tiene que ver con las vicisitudes de la vida. A estas vicisitudes de la vida las hemos llamado valles. En lo que va de esta serie, ya hemos hablado sobre el valle de la duda y el valle de la depresión. En esta ocasión trataremos acerca del valle de la calamidad. ¿Ha caído alguna vez en el valle de la calamidad económica, o la calamidad personal, o la calamidad espiritual? ¿Cómo se ha sentido? ¿Le gustaría salir de allí? Pues, entonces siga en nuestra sintonía.
¿Ha sufrido alguna vez el embate de alguna calamidad? A lo mejor en el área económica cuando el dinero se acaba antes que se acabe el mes, o cuando un banco amenaza con embargar sus bienes por falta de cumplimiento en el pago de alguna deuda. O a lo mejor en lo personal, cuando ha sufrido un accidente o cuando le ha atacado alguna enfermedad perniciosa, o cuando la fuerza de la naturaleza ha arremetido con furia en forma de terremoto o inundación o tornado. O a lo mejor en el área espiritual, cuando todo lo que ha creído se ha venido abajo y de pronto se encuentra sin saber en qué creer. Si ha sufrido alguna de estas calamidades, quiero decirle que no está solo. Existen muchos que también han sufrido calamidades así y probablemente en mayor grado que lo que usted ha padecido o está padeciendo. En todo caso, para toda persona que ha caído en el valle de la calamidad, existe una esperanza firme en las páginas de la palabra de Dios. En esta ocasión, estudiaremos el caso de una mujer que sufrió el impacto de la calamidad económica, pero supo reponerse de ello. Vemos como ocurrió. La historia se encuentra en el libro de 2 Reyes, capítulo 4, versículos 1 a 7. Consideremos en primer lugar la naturaleza de la calamidad. 2 Reyes 4:1 dice: Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos.Aquí lo tenemos. Se trata de una mujer, no sabemos su edad, que era esposa de un profeta de Israel. Del profeta sabemos que era un hombre que vivía en estrechez económica, al punto que tuvo que endeudarse para atender las necesidades básicas de él y su familia. Por alguna razón que la Biblia no revela, este profeta murió. Esto fue un peldaño más en la inexorable caída de la viuda al valle de la calamidad económica. La viuda tenía que afrontar no sólo las necesidades actuales de la familia, sino también tuvo que asumir las deudas de su difunto esposo. Para complicar aun más las cosas, el acreedor no era una persona comprensiva ni compasiva, sino totalmente intratable e intransigente. Para este acreedor, la situación era simple. O me paga lo que me debe o me llevo a sus dos hijos en calidad de esclavos. La pobre viuda no sabía qué hacer. La calamidad económica se había ensañado contra ella. En esas difíciles condiciones, la infortunada viuda recurrió al gran profeta Eliseo, quien tenía en gran estima al difunto profeta, porque en vida, esta profeta, era temeroso de Jehová. En el clamor de la viuda se nota la profunda angustia de su alma afligida. Inmediatamente Eliseo entra en acción. Eliseo sugiere la manera como contrarrestar la calamidad económica. Veamos lo que sucedió. 2 Reyes 4:2-4 dice: Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite,

2 Ryes 4:3 El le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas.
Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.

Hay tanto para aprender de aquí. Eliseo atiende el pedido de la viuda. Pregunta a la viuda: ¿Qué te haré yo? Casi puedo ver el signo de interrogación en el rostro de la pobre viuda. Lo único que ella sabía es que necesitaba dinero inmediatamente para pagar las deudas y librar a sus hijos de la esclavitud, pero no tenía la más mínima idea de cómo conseguir ese dinero. Ante esto, Eliseo dice a la viuda: Declárame qué tienes en casa. La viuda no puede ocultar la triste realidad de su calamidad económica. Todo lo que tenía, quizá lo vendió para obtener dinero para pagar la deuda. Sólo le quedaba una vasija con aceite. Con esta información Eliseo instruye a la viuda a ir y pedir prestado a todos sus vecinos la mayor cantidad de vasijas vacías que pueda. Luego, tenía que encerrase en su casa con sus hijos y comenzar a echar el aceite de la vasija que ella tenía, en las vasijas vacías que había conseguido. Al hacerlo se iba a operar un milagro. De esa sola vasija de aceite que la viuda tenía iba a salir tanto aceite como para llenar todas las vasijas vacías. Detengámonos aquí para considerar algunas cosas importantes. Notamos que Eliseo preguntó a la viuda qué es lo que tenía en casa y la viuda respondió: Una vasija de aceite. Esto nos muestra que Dios quiere que usemos lo que tenemos a la mano para salir de la calamidad económica que enfrentamos. A veces decimos: Ah… si tan solo tuviera tal o cual cantidad de dinero, podría salir de mi triste situación económica. O, ah… si estuviera en tal o cual lugar, podría salir de mi triste situación económica. Pero con la viuda no aconteció así. Ella tenía sólo una vasija de aceite y de aquí Dios hizo el milagro. Usted también amable oyente, debe tener su propia vasija de aceite en su casa. No sé lo que será. Quizá alguna habilidad manual para hacer algo, o un lote de terreno, o una máquina de coser, o alguna herramienta para trabajar. Pues, si quiere salir de su atolladero económico, comience a usar lo que tenga más a la mano en plena dependencia del Señor. El Señor hará también prosperar esa actividad para permitir que salga de su calamidad económica. No sea como un amigo mío, quien se quedó sin trabajo, y por años se pasó de vago en su casa, aduciendo que si no encontraba un trabajo como el que había tenido antes, no iba a trabajar en nada. Claro, en cuestión de meses su economía se vino al suelo. Gracias a Dios que después entendió que él también tenía su propia vasija de aceite a la mano, para partiendo de allí producir lo necesario para él y su familia. También notamos que Eliseo dio instrucciones para que el milagro se realice a puerta cerrada. Eliseo no quería correr el riesgo que la gloria por el milagro sea para él o para la viuda y sus hijos. La gloria debe ser solamente para Dios y la ausencia de espectadores ávidos de ver lo sobrenatural garantizaba eso. ¿Qué aconteció después? Leamos lo que dice 2 Reyes 4:5-7. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite.

2 Reyes 4:6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite.

2 Reyes 4:7 Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.

Fascinante final, amable oyente. Bien por la viuda. No preguntó detalles a Eliseo, no dudó en ningún momento. Sólo obedeció la palabra. Dios le premió con la realización del milagro. Allí encerrada con sus hijos, comenzó la operación multiplicación. Tomó su vasija con aceite y vertió el aceite en otra vasija totalmente vacía. Esta vasija se llenó. Pidió otra vasija e hizo lo mismo. Esta también se llenó. Así sucesivamente hasta que se terminaron todas las vasijas vacías. Uno de sus hijos informó que ya no quedaban más vasijas. Solamente allí cesó de fluir aceite de la vasija de la viuda. Qué maravilloso portento. Dios honró la sencilla fe de esta viuda y sus hijos. La viuda contó todo a Eliseo y pidió instrucciones. Eliseo dijo: Vende el aceite y con una parte de la venta, paga a tus acreedores y con la otra parte vive tú y tus hijos. La mujer dejó atrás el valle de la calamidad económica. Si eso pasó con esta viuda, amable oyente, también puede pasar con usted. Pero para eso necesita estar en dependencia de Dios por medio de su palabra y la oración, así como la viuda estaba en dependencia de Eliseo. Usted también necesita tener fe en Dios, una fe tan sencilla que simplemente hace lo que Dios pide sin preguntar ni qué ni por qué. Y Dios hará el milagro para que salga de su calamidad económica. No pierda la esperanza. Confíe en Dios y él lo hará.

He orado varias veces a Dios pidiendo perdón por mi pecado, pero todavía no siento que he sido perdonado. ¿Será que no puedo creer en Cristo y por tanto me espera castigo eterno en el lago de fuego, según Apocalipsis 21:8?

CONSULTORIO BÍBLICO

 Programa No. 2016-02-12
PABLO LOGACHO
Desde Quito, Ecuador se ha comunicado con nosotros un amigo oyente para hacernos la siguiente consulta: He orado varias veces a Dios pidiendo perdón por mi pecado, pero todavía no siento que he sido perdonado. ¿Será que no puedo creer en Cristo y por tanto me espera castigo eterno en el lago de fuego, según Apocalipsis 21:8?
DAVID LOGACHO
a1Gracias por su consulta amigo oyente. Usted dice que ha pedido a Dios perdón por su pecado, pero no se siente perdonado. El problema suyo es que está dependiendo de sus emociones o de sus sentimientos. Pero los creyentes no debemos depender de nuestras emociones o sentimientos, sino de lo que dice la palabra de Dios. Permítame por tanto hacerle algunas preguntas. ¿Cree Usted que es un pecador y que por tanto está separado de Dios por su pecado? Usted debe creerlo, porque eso es lo que dice Dios en su palabra. Oiga lo que dice Romanos 3:23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
¿Cree en esta palabra de Dios? Si lo cree, entonces podemos avanzar a mi segunda pregunta. ¿Cree que por ser pecador está en peligro de recibir condenación eterna? Usted debe creerlo porque eso es lo que dice Dios en su Palabra. Oiga lo que dice Romanos 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.La paga del pecado es muerte. ¿Cree en esta palabra de Dios? Si lo cree, entonces podemos avanzar a mi tercera pregunta. ¿Cree que Cristo Jesús, el Hijo de Dios murió en la cruz en lugar de Usted, para pagar su deuda por ser pecador? Usted debe creerlo porque eso es lo que dice Dios en su Palabra. Oiga lo que dice Romanos 5:8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Por amor al pecador, Dios envió a su Hijo, el Señor Jesucristo para que tome el lugar del pecador y reciba el castigo de Dios por el pecado, la muerte. Cristo murió en lugar de Usted, amigo oyente. ¿Cree en esta palabra de Dios? Si lo cree podemos avanzar a mi cuarta pregunta. Ahora que sabe que es pecador, que sabe que está en peligro de recibir condenación eterna a causa de eso, que sabe que Dios le ama y por eso di a su Hijo, el Señor Jesucristo para que muera por Usted, tomando su lugar, esta es mi pregunta: ¿Le gustaría recibir al Señor Jesucristo como su Salvador? Debe hacerlo, porque eso es lo que dice la palabra de Dios. Oiga lo que dice Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Para ser un hijo de Dios, y por ende, tener perdón de pecado y vida eterna, es necesario recibir al Señor Jesucristo como Salvador. ¿Cree en esta palabra de Dios? Si lo cree, debe dejar que actúe su voluntad y debe hacer lo que Dios le pide, me refiero a recibir a Cristo como su Salvador. Si ese es su deseo, hable con Dios, allí donde se encuentra y simplemente dígale en sus propias palabras que Usted ha entendido que debe recibir a Cristo como su Salvador, para llegar a ser un hijo de Dios y que por tanto lo recibe. ¿lo ha hecho? Si lo ha hecho, entonces Usted es un hijo de Dios, su pecado ha sido perdonado y tiene vida eterna. Esto es cuestión de creer, es cuestión de fe, no es cuestión de sentir. Si Usted, sinceramente, de corazón, ha tomado la decisión de recibir a Cristo como su Salvador, es salvo, tiene vida eterna, sin importar si se siente o no se siente salvo. 2 Corintios 5:7 dice: Porque por fe andamos, no por vista. De manera que, amigo oyente, créale a Dios, si Dios dice que Usted es salvo porque ha recibido por la fe a Cristo como su Salvador, crea eso y aunque su mente o sus sentimientos le digan lo contrario, no los crea, crea a Dios. Algo adicional, cuando una persona recibe por la fe a Cristo como Salvador, llega a ser una nueva criatura, y como tal se manifiesta el fruto de esa nueva vida. 2 Corintios 5:17 dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Como nueva criatura, en su vida debe manifestarse al menos una tendencia a dejar las prácticas de su vida de antes de tomar decisión por Cristo y al menos una tendencia a incorporar nuevas prácticas o hábitos piadosos para la vida. En otras palabras, su vida va a mostrar el fruto de haber sido hecho hijo de Dios. Habrá en su vida un deseo de congregarse con otras personas que tienen su misma fe, habrá un deseo de alimentarse espiritualmente de la palabra de Dios, habrá un deseo de compartir su fe con otros y muchas otras cosas más. Cosas como estas son el resultado de haber sido hechos hijos de Dios. Si Usted ha recibido por la fe a Cristo como su Salvador y ve el fruto de esa decisión en su vida, entonces no hay motivo para dudar de su salvación. Oiga lo que dijo el Señor Jesucristo sobre los que somos sus ovejas por haberle recibido como nuestro Salvador. Se encuentra en Juan 10:27-30 donde dice: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.

Los que somos hijos de Dios estamos en las manos del Señor Jesucristo y en las manos de Dios el Padre. ¿Quién nos puede sacar de allí? Absolutamente nadie. En resumen, amigo oyente, si ya ha tomado la decisión de recibir a Cristo como su Salvador, disfrute de su salvación, disfrute de su destino eterno en el cielo y si le asaltan dudas sobre si es salvo o no, no se desespere, vaya a la fuente, a la palabra de Dios y allí encontrará toda la seguridad que necesita para contrarrestar cualquier duda. Que Dios le bendiga.

PABLO LOGACHO
La segunda consulta para el programa de hoy nos llega desde Perú y dice así: Si el señor dijo que las oraciones deben ser en secreto según Mt. 6:5-8. ¿porque algunas denominaciones hacen por radio largas oraciones? Esta es una duda que tienen muchos de mis discípulos en todos lugares donde voy como misionero. En las escuelas bíblicas donde enseño les digo que la oración se debe hacer en las congregaciones entre cristianos congregados o personalmente. ¿está bien?
DAVID LOGACHO
Doy gracias al Señor por su vida y por su gran deseo de evangelizar y discipular a los que manifiestan su decisión de recibir a Cristo como Salvador. El tema de su consulta tiene que ver con el pasaje bíblico acerca de la oración que se encuentra en Mateo 6:5-8 y su relación con la oración pública. Qué tal si damos lectura a este pasaje bíblico. Dice así: Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

Es conocido que estas palabras del Señor Jesucristo han sido mal interpretadas con mucha frecuencia para sostener que la Biblia prohíbe la oración pública, pero no es así, por dos razones importantes. La primera, porque el Señor Jesús no está condenando la oración pública sino la hipocresía de la persona que ora en público. Por eso el Señor Jesús dijo: Y cuando ores, no seas como los hipócritas. ¿En qué consistía su hipocresía? Pues en fingir que realmente estaban buscando dialogar con Dios cuando en realidad estaban buscando ser admirados por los hombres que les veían y oían. El Señor Jesús dijo que si lo que buscan es la alabanza de los hombres, ya la tienen, pero eso es lo único que tendrán, porque Dios no les recompensará de ninguna otra manera. Pero si alguien verdaderamente desea ser oído por el Padre, no necesita que otros le miren al orar en público. Perfectamente puede hacerlo entrando en su aposento y cerrando la puerta para que nadie vea ni oiga. El único que verá y oirá será el Padre y eso es lo que importa. Lo que se hace en secreto con una motivación pura algún día va a ser recompensado en público por el Señor Jesucristo. La segunda razón es porque la misma Biblia muestra que existía la costumbre de orar en público. Pedro estaba preso por orden de Herodes y se temía lo peor, pero note lo que hizo la iglesia. Hechos 12:5 dice: Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.

La iglesia toda en Jerusalén se puso en vigilia de oración a favor de Pedro. Fue una oración pública. Dios oyó la oración y liberó a Pedro. Tan pronto estuvo en libertad, Pedro fue a la casa de María y note lo que encontró. Hechos 12:12 dice: Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.

Los hermanos estaban en una reunión de oración, haciendo oración pública. Tal vez Usted dirá: Pero esto era sólo entre creyentes, no había inconversos. Seguramente fue así, pero de todos modos los hermanos que oraban no lo estaban haciendo en su cámara secreta. Pero la Biblia también exhorta a hacer oración pública en todo lugar. Note lo que dice 1 Timoteo 2:8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.

Así que no hay problema con orar en público en cualquier lugar, siempre y cuando sea con la motivación correcta, no para ser vistos de los hombres. No hay problema tampoco con hacer oración a través de la radio.

DAVID LOGACHO
Hoy desearía que el programa de no se termine, pero bueno casi esta al finalizar quiero recordarle que La Biblia Dice es un ministerio sin fines de lucro que se mantiene gracias a las oraciones y ofrendas de muchos hermanos al rededor del mundo que se han comprometido con Dios y su obra, si Dios ah puesto en su corazón el deseo de apoyarnos por favor comuníquese con nosotros para indicarle la manera de hacerlo y antes de despedirme quiero dejarle con ustedes nuestra pagina web para que conozca la respuesta a LA PREGUNTA DEL DÍA, hoy se trata de una persona que tiene dificultad para hablar y desea consejo para saber que debe hacer para estar realmente agradecido a Dios por ello, tome nota de nuestra dirección en el Internet, tiene con que anotar … aquí va http://www.labibliadice.org ahí le esperamos hasta pronto.
https://soundcloud.com/labibliadice/lbd-2016-02-12
http://labibliadice.org/programa-no-2016-02-12/