¡Jóvenes! Una historia para reflexionar
¡Jóvenes! Una historia para reflexionar
Autor: Desconocido
Jenny pensó que sus padres no le darían
permiso para irse de fiesta con unos
amigos, de manera que les mintió y les dijo
que iba al cine con una compañera.
Aunque se sintió un poco mal porque no
les dijo la verdad, tampoco le dio muchas
vueltas al asunto y se dispuso a divertirse.
La pizza estuvo bien y la fiesta genial. Al final su amigo Pedro que ya
estaba medio borracho, la invitó a dar un paseo; pero sus vicios ocultos llamaron
a su corazón, la lujuria y la depravación sólo necesitaban estimulación.
Sin miedo, vergüenza ni temor se drogo.
De repente Pedro comenzó a propasarse. Eso no era lo que Jenny quería
del todo. ¡Reflexiono! tal vez mis padres tienen razón -pensó; quizás soy muy joven
para salir así. ¿Cómo pude ser tan tonta? Por favor, Pedro llévame a casa,
no me quiero quedar -dijo.
Molesto, Pedro arrancó el carro y comenzó a conducir a toda velocidad.
Jenny, asustada, le rogó que fuera más despacio, pero mientras más ella
le suplicaba, más él pisaba el acelerador.
De repente, vio un gran resplandor. «Oh, Dios ayúdanos. ¡Vamos a chocar!
Ella recibió toda la fuerza del impacto, todo de repente se puso negro. Aun
consciente, sintió que alguien la sacó del carro retorcido, y escuchó
voces: ¡Llamen a la ambulancia!, estos jóvenes están en problemas.
Le pareció oír que había dos carros involucrados en el choque.
Despertó en el hospital viendo caras tristes. Estuviste en un choque
terrible -dijo alguien… En medio de la confusión se enteró de que Pedro
estaba muerto.
A ella misma le dijeron: Jenny, hacemos todo lo que podemos, pero parece
ser que te perderemos a ti también.
¿Y la gente del otro carro? -preguntó Jenny, llorando… También murieron
-le contestaron.
Jenny oró así: Dios perdóname por lo que he hecho, yo sólo quería una
noche de diversión.
Y dirigiéndose a una de las enfermeras pidió: Por favor, dígale a la familia
de los que iban en el otro carro que me perdonen que yo quisiera
regresarles a sus seres queridos.
Por favor enfermera, ¿Les podrá decir esto de mi parte?, dígale a mi mamá
y a mi papá que lo siento, porque mentí, y que me siento culpable porque
varios hayan muerto. La enfermera se quedó callada, como una estatua.
Instantes después, Jenny murió.
Un hombre cuestionó entonces a la enfermera:
¿Por qué no hizo lo posible para cumplir la última voluntad de esa niña?; la
enfermera miró al hombre con ojos llenos de tristeza, y le dijo: Porque la
gente en el otro carro eran su papá y su mamá que habían salido a
buscarla.
Romanos 6:23Reina-Valera 1960 (RVR1960)
23 Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
