¿QUÉ ES EL MAL? | Norman Geisler

PREGUNTAS ACERCA DEL MAL

Norman Geisler

Tarde o temprano debo encarar este asunto con lenguaje sencillo: ¿qué razón tenemos —salvo nuestros propios deseos— para creer que Dios es —en cualquier forma concebible— «bueno»? ¿Acaso la evidencia prima facie no sugiere exactamente lo opuesto? ¿Qué tenemos para contrarrestar eso?
«Cristo es nuestro argumento. Pero, ¿y si Él se hubiera equivocado? Sus últimas palabras tienen un significado perfectamente claro. Descubrió que el Ser a quien llamaba Padre era terrible e infinitamente diferente de lo que supuso. La trampa, por tanto tiempo preparada —con tanto esmero— y tan sutil carnada, saltó por fin a la cruz. Triunfó el chiste cruel … Paso a paso fuimos «dirigidos camino arriba, hacia el jardín». Otra vez, cuando más bondadoso parecía, en realidad, preparaba la próxima tortura».
Esas palabras no provienen de un ateo o escéptico que trata de sacudir la fe en Dios que alguien pueda tener. Proceden de C.S. Lewis, uno de los más grandes defensores del cristianismo. Las escribió cuando aún estaba de duelo por la pérdida de su esposa, que murió de cáncer. Tal respuesta señala que, tarde o temprano, cada uno de nosotros debe tratar el problema del dolor, es decir, el problema del mal.
Si Dios no dijera que es bueno, el problema sería sencillo, pero lo es. Si no fuera omnipotente, tal como proponen los deístas finitos, no habría dificultad alguna. Si el mal no fuera real, podríamos eludir el problema. Pero no es así. Es muy real, especialmente pala quienes sufren dolor, y aunque no le demos una respuesta a cada situación individual, podemos hallar ciertos principios generales acerca del mal. Al menos podremos mostrar que la idea de un Dios bueno y poderoso no es irreconciliable con la existencia del mal.

¿QUÉ ES EL MAL?

¿Cuál es la naturaleza del mal? Hablamos de actos malos (asesinatos), de gente mala (Charles Manson), de libros malos (pornografía), de acontecimientos malos (huracanes), enfermedades malas (cáncer o ceguera) pero, ¿qué hace que todo eso sea malo? ¿Qué es el mal cuando lo vemos por sí mismo? Algunos han dicho que el mal es una sustancia que se adhiere a ciertos seres u objetos y los hace malos (como un virus que infecta un animal), o que es una fuerza contraria en el universo (como el lado oscuro de la película «La fuerza de Luke Skywalker»). Pero si Dios hizo todas las cosas, eso lo hace responsable del mal. El argumento parece ser como sigue:

  1. Dios es el autor de todo.
  2. El mal es algo.
  3. Por lo tanto, Dios es el autor del mal.

Agustín versus Maniqueo
Maniqueo fue un hereje dualista del siglo III de la era cristiana, proclamaba que el mundo fue hecho de materia no creada que era mala en sí misma. De ello deducía que toda existencia física era mala; solo las cosas espirituales podían ser buenas. Agustín escribió para demostrar que todo lo que Dios creó fue bueno y que el mal no es una sustancia.


«¿Qué es el mal?

Quizá usted replique: La corrupción. Innegablemente es una definición general del mal, porque implica oposición a la naturaleza, como también herir. Pero la corrupción no existe por sí misma, sino que aparece en un ente que se corrompe, de manera que no es una sustancia. Así que la cosa que se corrompe no es corrupción, no es mal, pues lo que es corrupto sufre pérdida de pureza e integridad. De modo que eso que no tiene pureza que perder no puede ser corrupto; y lo que tiene es necesariamente bueno ya que participa de la pureza. Repito, lo que se corrompe es descompuesto; y lo que es descompuesto sufre pérdida de orden; y el orden, es bueno. Ser corrupto no implica necesariamente ausencia de bien, pues la corrupción priva de lo bueno, lo que no ocurriría si hubiera ausencia de bien». [Sobre la moral de los maniqueos, 5.7.]
La primera cláusula es verdadera. Así que parece que debemos negar la realidad del mal para negar la conclusión (como hacen los panteístas). Podemos negar que el mal es una cosa o sustancia, sin decir que no es real. Es cierta carencia en las cosas. Cuando lo bueno que debería haber está ausente de algo, eso es malo. Después de todo, si no tengo una verruga en mi nariz, eso no es malo; porque, en primer lugar, no debe estar allí. Sin embargo, si a un hombre le falta la habilidad para ver, eso es malo. Asimismo, si una persona carece de la bondad y el respeto por la vida humana que debería tener, entonces puede asesinar. El mal es, en realidad, un parásito que no puede existir salvo como una grieta en algo que debiera ser sólido.
En algunos casos, el mal es explicable fácilmente, tal como sucede con las malas relaciones. Si escojo un buen revólver, le pongo una buena bala, lo apunto a mi buena cabeza, pongo mi buen dedo en el buen gatillo y le doy un buen apretón … resulta una mala relación. Las cosas involucradas en esta relación no son malas en sí mismas, pero la relación entre las cosas buenas carece definitivamente de algo. En este caso, la falta o carencia se da porque las cosas no se usan como deberían usarse. Los revólveres no se deben usar para matar indiscriminadamente, aunque son buenos para el esparcimiento. Mi cabeza no fue concebida para practicar tiro al blanco. De igual manera, nada malo hay en los vientos huracanados que se mueven circularmente, pero la mala relación surge cuando el ojo del huracán pasa por un lugar donde están estacionadas varias casas móviles. Las malas relaciones son malas porque la relación en sí carece de algo, de modo que nuestra definición del mal sigue viva. El mal es la falta de algo que debería haber en la relación entre las cosas buenas.

Geisler, N., & Brooks, R. (1997). Apologética: Herramientas valiosas para la defensa de la fe (pp. 69-72). Editorial Unilit.

¿DICE LA BIBLIA EXPLÍCITAMENTE QUE ES LA «PALABRA DE DIOS»?

Autor: Norman Geisler

¿DICE LA BIBLIA EXPLÍCITAMENTE QUE ES LA «PALABRA DE DIOS»?

a1Sí, lo dice. Muchas veces la Biblia afirma ser «la Palabra de Dios» con estas mismas palabras u otras equivalentes. Jesús les dijo a unos dirigentes judíos de su tiempo: «Así por causa de la tradición anulan ustedes la palabra de Dios» (Mateo 15:6). Pablo se refiere a las Escrituras como «las palabras mismas de Dios» (Romanos 3:2). Y Pedro declara: «Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece» (1 Pedro 1:23). Y el autor de Hebreos, afirma: «Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón» (4:12). Jesús usó la frase: «palabra de Dios» como equivalente a la Ley (Torá) y a la Escritura: «No está escrito en su ley … a aquellos para quienes vino la palabra (y la Escritura no puede ser quebrantada)» Juan 10:34-35).

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

¿DE QUÉ OTRAS MANERAS DECLARA LA BIBLIA QUE ES LA PALABRA DE DIOS?

Autor: Norman Geisler

¿DE QUÉ OTRAS MANERAS DECLARA LA BIBLIA QUE ES LA PALABRA DE DIOS?

a1Por medio de frases como: «dice el Señor» (p.ej. Isaías 1:11,18), «afirma el Señor» (p.ej. Jeremías 2:3,9), «dijo Dios» (p.ej. Génesis 1:3,6), «La palabra del Señor vino a Jeremías» (Jeremías 34:1), y «El Señor me dirigió la palabra» (p.ej. Ezequiel 30:1), las Escrituras afirman que vienen de Dios. Dichas frases ocurren cientos de veces en las Escrituras y revelan, sin sombra de duda, que el escritor afirma estar registrando las Palabras mismas de Dios. Solo en el libro de Levítico, aparecen sesenta y seis veces frases como: «el Señor le ordenó a Moisés)) (p.ej. 4:1; 5:14; 6:1,8,19; 7:22). Ezequiel registra numerosas veces frases como: «vi una visión)) o «el Señor me dirigió la palabra)).

Cinco veces en veintiocho versículos del capítulo 12, Ezequiel dice: «el Señor me dirigió la palabra)) (vv. 1,8,17,21,26), y cuatro veces escribe: «así dice el Señor)) (vv. 10,19,23,28); y en el versículo 28, usa la com~ binación: «así dice el Señor omnipotente» y «lo afirma el Señor omnipotente)) (cf. 20:3). Isaías (p.ej. 1:1,11,18,24; 2:1), Jeremías (p.ej. 1:2,13; 2:1,3,5) y otros profetas hacen afirmaciones similares. La impresión general no deja duda con respecto al origen confeso de Dios en los mensajes de los profetas.

 © 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

¿TENÍAN PERMITIDO LOS PROFETAS CAMBIAR LAS PALABRAS QUE RECIBÍAN DE DIOS?

Autor: Norman Geisler

¿TENÍAN PERMITIDO LOS PROFETAS CAMBIAR LAS PALABRAS QUE RECIBÍAN DE DIOS?

a1Los profetas bíblicos tenían prohibido alterar el texto de las Escrituras Sagradas. Dios era implacable con cualquiera que intentara cambiarlas. Después de que el rey Joacim cortó y quemó columna tras columna de las palabras del Señor, Dios le dijo a Jeremías: «Toma otro rollo, y escribe exactamente lo mismo que estaba escrito en el primer rollo» (Jeremías 36:28). Nadie debía agregar ni quitar nada de lo que Dios había dicho. Agur escribió: «Toda palabra de Dios es digna de crédito … No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y te exponga como a un mentiroso»

(Proverbios 30:5~6). Es más, Juan escribió esto acerca de las palabras de su profecía: «Si alguno le añade algo, Dios le añadirá a él las plagas descritas en este libro. Y si alguno quita palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa, descritos en este libro» (Apocalipsis 22:18~19). Esto no significaba que no pudieran recibir nuevas revelaciones sino que no podían alterar nada de lo que estaba escrito.

 © 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

¿CÓMO RECIBÍAN LOS PROFETAS SUS MENSAJES DE PARTE DE DIOS?

Autor: Norman Geisler

¿CÓMO RECIBÍAN LOS PROFETAS SUS MENSAJES DE PARTE DE DIOS?

a1

De diversas maneras. Algunos, por medio de sueños (cf. Génesis 37:1,11); otros, tenían visiones (d. Daniel 7); y algunos, escuchaban una voz audible (cf. 1 Samuel 3) o una voz interior (cf. Oseas 1; Joel1); otros, recibían revelaciones de ángeles (cf. Génesis 19:1,29); algunos, por medio de milagros (cf. Éxodo 3); y otros, echando suertes (cf. Proverbios 16:33). El sumo sacerdote usaba unas piedras preciosas, conocidas como «urim y el tumim» (Éxodo 28:30). A otros, Dios les habló a través de la naturaleza, mientras meditaban sobre su revelación (cf. Salmo 8; 19:1,6). Por diversos medios, como lo expresa el autor de la carta a los Hebreos: «Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas» (Hebreos 1:1).

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

¿PODÍAN LOS PROFETAS AGREGAR IDEAS PERSONALES AL MENSAJE DE DIOS?

Autor: Norman Geisler

¿PODÍAN LOS PROFETAS AGREGAR IDEAS PERSONALES AL MENSAJE DE DIOS?

a1No, les estaba prohibido. Dios dijo: «No añadan ni quiten palabra alguna a esto que yo les ordeno» (Deuteronomio 4:2). Así se le ordenó a Jeremías: «Así dice el Señor: «Párate en el atrio de la casa del Señor, y di todas las palabras que yo te ordene … No omitas ni una sola palabra»» (Jeremías 26:2).

La naturaleza de un profeta bíblico era la garantía que no agregaría sus ideas al mensaje de Dios porque debía hablar «todo lo que el Señor le había dicho» (Exodo 4:30). DIOS le dijo a Moisés, hablando de un profeta: «Pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande» (Deuteronomio 18:18). Y Amós escribió: «Habla el Señor omnipotente; ¿quién no profetizará?» (Amós 3:8). O sea que un profeta era alguien que decía lo que Dios le ordenaba, ni más ni menos.

La naturaleza misma de un profeta exigía que la Escritura profética fuera exactamente lo que Dios quería decir a la humanidad. Y dado que la Biblia se presenta como tal de principio a fin (cf. Mateo 5:17,18; 2 Pedro 1:20,21; Apocalipsis 22:19), debe, mas considerar que el registro histórico de los profetas era inspirada por Dios. De hecho, esto es lo que el profeta Zacarías declaró cuando escribió: «Para no oír las instrucciones ni las palabras que por medio de los antiguos profetas el Señor Todopoderoso había enviado con su Espíritu, endurecieron su corazón como el diamante. Por lo tanto, el Señor Todopoderoso se llenó de ira» (Zacarías 7:12).

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

¿QUÉ ERA UN PROFETA EN LOS TIEMPOS BÍBLICOS?

Autor: Norman Geisler

¿QUÉ ERA UN PROFETA EN LOS TIEMPOS BÍBLICOS?

a1Los autores bíblicos fueron profetas y apóstoles de Dios.

Hay muchas referencias a los profetas que nos revelan cuál era su papel en la producción de las Escrituras. Entre otras cosas, se nos dice que fueron:

• Hombres de Dios (cf. 1 Reyes 12:22), lo que significa que los había elegido.

• Siervos del Señor (cf. 1 Reyes 14:18), para indicar que eran fieles a él.

• Mensajeros del Señor (d. Isaías 42:19), para mostrar que los había enviado.

• Videntes o visionarios (d. Isaías 30:10), para revelar que sus visiones eran de él.

• Llenos del Espíritu del Señor (d. Oseas 9:7; Miqueas 3:8), para que se supiera que hablaban por él Espíritu de Dios.

• Centinelas (d. Ezequiel 3:17), para reflejar que estaban atentos a Dios.

• Profetas (que es como comúnmente se llamaban), una indicación de que eran los voceros de Dios.

En suma, un profeta habla en nombre de Dios; es una persana elegida y preparada por él, un instrumento en sus manos para transmitir su palabra a su pueblo.

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

¿FUERON LOS ESCRITORES BÍBLICOS SIMPLES SECRETARIOS DEL ESPÍRITU SANTO?

Autor: Norman Geisler

¿FUERON LOS ESCRITORES BÍBLICOS SIMPLES SECRETARIOS DEL ESPÍRITU SANTO?

a1Los autores bíblicos no se limitaron a transcribir lo que Dios les dictaba. Ellos no fueron meros secretarios o autómatas, sino que, con fidelidad, anunciaron todo el mensaje de Dios sin agregar ni quitar nada (cf. Proverbios 30:6; Apocalipsis 22:18- 19). Dios usó las personalidades individuales, sus vocabularios, los estilos literarios y deseos conscientes de los autores bíblicos para producir su Palabra. Por lo tanto, si bien se originaron completamente de Dios, las palabras de las Escrituras también son humanas y escritas en idiomas particulares (hebreo, griego, arameo), expresadas en formas literarias humanas determinadas que incluyen la narrativa (cf. 1 y 2 Samuel), la poesía (cf. Salmos) y las parábolas (cf. los Evangelios), así como la metáfora (cf. Juan 15:1-8), la alegoría (cf. Gálatas 4:21-5:1), e hipérbole (cf. Salmo 6:6; Lucas 14:26).

No obstante, el producto final es exactamente como Dios lo ordenó y en su providencia lo determinó: la Palabra de Dios con autoridad divina, infalible y exenta de error; porque la Escritura «no puede ser quebrantada» (Juan 10:35), y «ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán» (Mateo 5:18).

Es «la verdad» (Juan 17:17) que viene de aquel que se nos dice que «es imposible que Dios mienta» (Hebreos 6:18). En resumidas cuentas, todo lo que afirma está exento de error, no solo en lo que respecta a asuntos espirituales sino también a cuestiones de ciencia (cf. Mateo 19:12; Juan 3:12) y de historia (cf. Mateo 12:40-42; 24:37).

En suma, los escritores bíblicos fueron seres humanos a quienes Dios eligió para ser sus voceros mediante el uso de lenguas humanas y formas literarias.

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?

Autor: Norman Geisler

¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?

a1La Biblia no solo dice que se trata de palabras inspiradas por Dios, sino que fue producida por escritores movidos, por el Espíritu. Pedro dice que los profetas del Antiguo Testamento fueron hombres «impulsados» por el Espmtu Santo. «Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de DIOS, impulsados por el Espíritu Santo» (2 Pedro 1:21). David, agregó: «El Espíritu del Señor habló por medio de mí; puso sus palabras en mi lengua» (2 Samuel23:2). La Biblia, por lo tanto, dice que vino de Dios a través de hombres de Dios.

La Biblia fue escrita por profetas de Dios. Él es la fuente originaria de la Biblia, pero sus hombres, llamados profetas, fueron sus instrumentos para registrar sus palabras. El papel de los profetas bíblicos fue exclusivo. Eran sus voceros, encomendados para pronunciar sus palabras, ni más ni menos (cf. Proverbios 30:6; Apocalipsis 22: 18, 19). Dios le dijo a Balaam: «Limítate a decir sólo lo que yo te mande» (Números 22:35), y él respondió: «Solo que no podré decir nada que Dios no ponga en mi boca» (v. 38). O, como lo expresa Amós: «Habla el Señor omnipotente; ¿quién no profetizará?» (Amós 3:8).

Todo el Antiguo Testamento fue escrito por profetas; algunos fueron profetas de oficio. Moisés fue un profeta (cf. Deuteronomio 18:15). Escribió los primeros cinco libros de la Biblia conocidos como «el libro de Moisés» (Marcos 12:26) o «Moisés» (Lucas 24:27). Todos los libros posteriores a estos al principio se llamaron «los profetas» (Mateo 5.17; Lucas 24:27). El Nuevo Testamento se refiere al conjunto de los libros del Antiguo Testamento como «las profecías» (2 Pedro 1:20,21; cf. Hebreos 1:1). Desde Samuel (cf. 1 Samuel 10:10,12) ha habido un grupo de profetas (cf. 1 Samuel 19:20). Algunos hombres, como Elías (cf. 1 Reyes 18:36; Malaquías 4:5) o Eliseo (cf. 2 Reyes 9:1), fueron reconocidos de esa forma.

Otros escritores del Antiguo Testamento fueron profetas porque tenían ese don. Es decir, no pertenecieron a ningún grupo o conjunto de profetas, pero Dios habló por medio de ellos y les dio un mensaje para transmitir al pueblo (cf. Amós 7:14,15). Daniel era un príncipe por profesión (cf. Daniel 1:3,6), pero se convirtió en profeta porque recibió el llamado y el don. Jesús lo llamó «el profeta Daniel» (Mateo 24:15). David era un pastor, pero Dios le habló. David escribió: «El Espíritu del Señor habló por medio de mí; puso sus palabras en mi lengua» (2 Samuel 23:2). Incluso Salomón, que escribió Proverbios, Eclesiastés, y el Cantar de los Cantares, recibió las revelaciones de Dios como un profeta (cf. 1 Reyes 3:5). El resto de los autores del Antiguo Testamento están dentro de esta categoría, porque sus escritos estaban en la sección conocida como «los profetas» (Mateo 5:17; Lucas 24:27) y porque el Antiguo Testamento se conoce como Escrituras Proféticas (cf. Hebreos 1:1; 2 Pedro 1:20-21).

De igual manera, todos los escritores del Nuevo Testamento fueron «apóstoles y profetas», porque la iglesia se construyó sobre este fundamento (Efesios 2:20). Ellos también dijeron que recibieron su mensaje de Dios. Se considera que Pablo, que escribió casi la mitad de los libros del Nuevo Testamento, lo hizo tan inspiradamente como los escritores del Antiguo (cf. 2 Pedro 3:15-16); Mateo y Juan estaban entre aquellos a quienes Jesús prometió guiar «a toda verdad» (Juan 16:13; 14:26). Pedro, uno de los principales apóstoles, escribió dos libros basados en sus credenciales como apóstol y testigo ocular de Jesús (cf. 1 Pedro 1:1; 2 Pedro 1:1~16). Los otros escritores del Nuevo Testamento eran asociados de los apóstoles y tenían el don de la profecía, porque Dios habló también por medio de ellos (cf. Santiago 1:1; Judas 1-3).

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

Preguntas difíciles acerca de la Biblia

Autor: Norman Geisler

Preguntas difíciles acerca de la Biblia

a1La mayoría de los miembros de la iglesia (incluso muchos pastores) no están formalmente entrenados para defender la fe (apologética) y, por lo tanto, no siempre pueden responder a las preguntas difíciles que se les hace. No obstante, la Biblia nos manda: «Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno» (Colosenses 4:6). Pedro exhorta: «Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes» (1 Pedro 3:15). Son mandamientos para todos los creyentes, no se limitan a los líderes cristianos. El apóstol Pablo insistió en que todo líder de iglesia debía «apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan» (Tito 1:9).

En tiempos de creciente escepticismo, agnosticismo y cultismo, se nos convoca con más ahínco a conocer las respuestas de las preguntas que nos formulen. Esto no es solo cierto para poder responder a quienes damos testimonio, sino aun más para los miembros de la familia de Dios que también tienen preguntas sin respuestas con respecto a la fe. Una de las cuestiones más atacadas es la creencia de que la Biblia es la Palabra de Dios. A continuación presento algunas respuestas breves a algunas de las preguntas difíciles que se nos hacen.

Los evangélicos creen que las Escrituras provineron de Dios por medio de hombres piadosos que ,transcribieron las palabras mismas de Dios. Es decir, la Biblia tiene un origen divino, aunque se produjo mediante instrumentos humanos. Sin embargo, esta creencia despierta muchas preguntas de parte de nuestra cultura. Las siguientes dudas son solo algunas de las más comunes.

¿DE DÓNDE PROVIENE LA BIBLIA?

La Escrituras dicen que vino de Dios. Al referirse a todo el Antiguo Testamento, Pablo escribió: «Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia)) (2 Timoteo 3:16). Al Nuevo Testamento también se lo llama las Escrituras. Cuando Pablo cita al evangelio en 1 Timoteo 5:18, lo llama «las Escrituras». Y Pedro, en 2 Pedro 3:15,16, también se refiere a las epístolas de Pablo como Escrituras. Por lo tanto, tanto todo el Antiguo como el Nuevo Testamento, los Evangelios y las epístolas, se consideran escritos «inspirados por Dios». Jesús usó una expresión similar cuando se refirio a la Palabra de Dios como proveniente «de la boca de DIOS», diciéndole al tentador: «No sólo de pan vive el hombre, smo de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mateo 4:4).

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler