Autor: Norman Geisler
¿POR QUÉ EL SEMINARIO DE JESÚS RECHAZA LA CONFIABILIDAD DE LOS TESTIGOS DEL NUEVO TESTAMENTO?
Mediante premisas y conclusiones equivocadas este grupo autoproclamado de más de setenta eruditos ha hecho afirmaciones estrafalarias con respecto al Nuevo Testamento, poniendo en tela de juicio el ochenta y dos por ciento de las enseñanzas que los Evangelios atribuyen a Jesús. Uno de los fundadores del grupo, John Dominic Crossan, en su propósito de negar la resurrección de Jesús, llegó al extremo de afirmar que Jesús había sido enterrado muy a ras del suelo, y que los perros lo habían desenterrado y devorado. Las afirmaciones de este seminario no tienen fundamento por diversas razones. Tienen motivos espurios. Como ellos mismos lo reconocen, su meta es crear un nuevo Jesús «ficticio», que conlleva la destrucción de la vieja imagen de Jesús en los Evangelios y la reconstrucción de una figura que se adapte al hombre moderno. En vista de esto, nadie debería buscar en sus escritos al verdadero Jesús.
Su tarea está viciada por su confeso afán de publicidad. En sus propias palabras: «Vamos a desarrollar nuestra tarea a plena luz pública; no solo nos comprometemos con la libertad de información sino que insistiremos en la divulgación pública de nuestra tarea». En una confesión franca, también reconocieron la naturaleza radical de su tarea. El cofundador de este seminario, Robert Funk, dijo: «Estamos internándonos en lo que para muchos es lo más sagrado y, por lo tanto, muchas veces estaremos al borde de la blasfemia».
Usan procedimientos viciados y libros equivocados. Su procedimiento está viciado porque pretenden determinar la verdad por el voto de la mayoría. Este método no es mejor hoy que cuando la mayoría de la gente creía que el mundo era plano. Su votación se basa en parte en un hipotético evangelio Q (del alemán Quelle, que significa fuente) y en un evangelio del siglo dos, el evangelio de Tomás, provenientes de los heréticos gnósticos. Además, apelan a un inexistente Marcos Secreto. El tado es que asignan más credibilidad al evangelio apócrifo de Tomás que al de Marcos o Juan.
Se basan en suposiciones erradas. Sus conclusiones se basan en premisas radicales, una de las cuales es su rechazo a los milagros. Ahora bien, si Dios existe, los milagros son posibles. Por lo tanto, cualquier rechazo de los milagros es un rechazo a la existencia de Dios. Aun más, sus conclusiones se basan en la suposición infundada de que el cristianismo fue influenciado por las religiones místicas. Edwin Yamauchi, el renombrado historiador de la antigüedad, ha demostrado que esto no es el caso, dado que los escritores judíos monoteístas de las Escrituras no podrían haber recurrido a fuentes paganas politeístas y no hubieran podido depender de fuentes posteriores a su tiempo.
Se basan en fechas equivocadas. Este seminario postula fechas tardías injustificadas para los cuatro Evangelios (posiblemente entre los años 70 y 100 d.C.). Con esto creen poder concluir que el Nuevo Testamento está conformado por mitos tardíos de Jesús. Pero esto se contrapone a la evidencia de los manuscritos egipcios del segundo siglo que contienen copias de fragmentos de Juan y que favorecerían su origen asiático en el primer siglo. Además, los Evangelios del Nuevo Testamento están citados en otras obras del primer siglo, como son La epístola de Barrabás, La Didaqué, Los Corintios de Clemente y Las siete epístolas Ignacio. Además, el historiador Colin Hemer ha demostrado que el Evangelio de Lucas se escribió antes que Hechos (cf.1:1 con Hechos 1:1) y que hay firme evidencia que permitiría fecharlo antes de los años 60-62 d.C, durante la misma generación en que murió Jesús. Además, aun los estudiosos críticos aceptan que 1 Corintios se escribió entre 55-56 d.C., o sea unos veintidós a veintitrés años después de la muerte de Jesús (en el año 33 d.C.). No hubiera sido posible que se desarrollaran mitos sustanciales en este período tan breve mientras todavía había testigos oculares que pudieran corregir el error. Finalmente, algunos críticos están dispuestos a admitir fechas tempranas para los Evangelios del Nuevo Testamento. El obispo John A.T. Robinson, ya fallecido, argumentaba en su libro Redating the New Testament [Nueva datación del Nuevo Testamento] que estos habían sido escritos entre los años 40 y no mucho más allá de 60 d. Esto fecharía los primeros registros escritos ¡siete años después de la muerte de Jesús!
Llegan a conclusiones equivocadas. Después de destruir la base para el Jesús real de los Evangelios, este seminario no llega a ningún acuerdo real con respecto a quién fue Jesús en realidad: un cínico, un sabio, un reformador judío, un feminista, un maestro y profeta, un profeta social radical, o un profeta tológico. No es nada sorprendente que algo llevado a cabo por este grupo, con procedimientos erróneos, basado en libros equivocados, fundado en premisas falsas y utilizando fechas erróneas, llegue a conclusiones equivocadas.
Quienes estén interesados en considerar la evidencia de la autenticidad de los cuatro Evangelios pueden consultar The Historical Reliability of the Gospels [La historicidad de los Evangelios], por Craig Blomberg y The Historical Jesus [El Jesús histórico], por Gary Habermas. O mejor aún, ir a los cuatro Evangelios y volverlos a leer.
© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler
