J11 – Sometiéndonos a Dios

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

J11 – Sometiéndonos a Dios

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Carmen Espaillat: Nancy Leigh DeMoss describe la sumisión.

Nancy Leigh DeMoss: No puedes doblar tus rodillas ante tu esposo si no has doblado tus rodillas delante de Dios. Y, si no has doblado tus rodillas ante tu esposo, tus rodillas no han sido dobladas delante de Dios. Una es el reflejo de la otra.

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

¿Por qué es tan importante tu relación con tu esposo? Bueno, refleja una relación más profunda entre Dios y Su pueblo. Nancy nos explicará, continuando en la serie llamada El hermoso diseño de Dios para la mujer: Viviendo Tito 2:1-5.

Nancy: Algunos años atrás estaba hablando en una conferencia de mujeres ofrecida por un seminario. La conferencia era para mujeres que estaban sirviendo en el ministerio de mujeres—líderes de iglesias locales o que dirigían estudios bíblicos. No digo que solo había este tipo de personas en la conferencia, pero fue así que se promovió, lo cual es de importancia cuando te diga esto que sigue.

Al final de mi charla me pidieron que autografiara unos libros y una mujer que estaba en la fila tenía mi libro, “ Mentiras que las mujeres creen y la Verdad que las hace libres ”. Ella me lo entregó y me dijo, “¡Odio este libro!” No estoy segura si ella quería que yo lo firmara o quería tirármelo. Y yo le dije, “Cuéntame de eso”.

Ella me dijo, “Es eso de la sumisión”—y recuerda que esta conferencia era para líderes de ministerios de mujeres y profesoras de estudios bíblicos—dijo que hasta que leyó ese libro ella ni siquiera había escuchado del principio de las esposas sometiéndose a sus esposos.

Yo no sé si ella entró en la calle sin saber. Yo pensé que esto era realmente inusual en un seminario y en este contexto. Pero lo que realmente me desconcertó fue que luego de varias personas más en la fila vino otra mujer diciendo esencialmente lo mismo. Diciendo, “Yo nunca he escuchado este principio”.

Cuando comencé a hablarles a las mujeres yo tenía 20 años. Yo estaba ofreciendo conferencias para mujeres y seminarios. Cuando enseñaba de 1ra de Pedro o de Efesios 5, entre otras cosas, de las esposas sometiéndose a sus esposos, en esos días (y ya hace casi de eso 30 años) las mujeres a las que hablaba estaban familiarizadas con este concepto de la sumisión antes. Que lo estuvieran viviendo o no eso era otra cosa, pero al menos estaban familiarizadas con esto.

Pero me he percatado que en la última generación, durante estos treinta años, este principio no ha sido enseñado. Es algo atemorizante para un hombre de hoy pararse en el púlpito y enseñar estas cosas. No es políticamente correcto. Es un principio que encuentra una resistencia enorme.

De manera que es muy posible que tengamos muchos oyentes—de los que han leído mis libros, o de los que escuchan Aviva Nuestros Corazones—que digan, “Yo nunca he escuchado este principio antes”. Por eso es que queremos tomarnos el tiempo de explicar y dar un entendimiento fundacional de lo que significa esto de la sumisión.

Durante el programa pasado, terminamos diciendo que existe una posición de autoridad. Una mujer debe someterse a su esposo, no porque él sea buen-mozo o amable o cariñoso o talentoso, espiritual o piadoso o ninguna de esas cosas, sino porque Dios ha dicho que él es la cabeza de la esposa como Cristo es la cabeza del hombre y Dios es la cabeza de Cristo. Es su posición que llama a la mujer a colocarse debajo…Hupotasso—esa es la palabra para sumisión en el griego original. Ella debe colocarse a sí misma debajo de su liderazgo.

Así que eso levanta las siguientes preguntas, ¿Qué significa ser autoridad y que significa sumisión? Quiero darte un par de definiciones que he obtenido de John Piper y que creo que son realmente buenas. El doctor Piper dice, “Ser la cabeza es el llamado divino de un esposo de tomar la responsabilidad primaria de un liderazgo de servicio como el de Cristo, de la protección y provisión del hogar”. Esa es la responsabilidad del hombre. Él es el principal responsable en el hogar de liderar, proteger y proveer.

Sumisión es reconocer y responder a la cabeza. Vemos al esposo funcionando como líder, proveyendo liderazgo, protección y provisión. Y es la esposa colocándose debajo de esa autoridad y respondiendo a ella, reconociéndola y recibiéndola.

De manera que esta es la forma en que el Pastor Piper explica la sumisión. He encontrado esto tan útil. “Es la inclinación a ceder a su liderazgo”. Él guía. Ella sigue. Como el baile de salón. He escuchado tantas parejas hablar de eso. Alguien tiene que liderar y alguien tiene que seguir. Es una inclinación a ceder a su liderazgo y a apoyar sus iniciativas. Si él va a tomar una iniciativa, alguien tiene que apoyar eso. Es la disposición de seguir la autoridad del esposo.

Luego el pastor Piper continúa diciendo, “Sumisión es el llamado divino de una esposa de honrar y afirmar el liderazgo de su esposo y ayudarlo a llevarlo a cabo de acuerdo a sus dones”. Es el llamado divino de una esposa de honrar y afirmar el liderazgo de su esposo y ayudarlo a llevarlo a cabo de acuerdo a sus dones. Así que vemos a un esposo y una esposa trabajando juntos, no uno contra otro, sino juntos para alcanzar una meta en común, no compitiendo el uno contra el otro. Ellos están jugando para el mismo equipo.

Ahora hemos estado viendo el capítulo 2 de Tito, y vemos que una de las cosas que las mujeres mayores deben enseñar a las más jóvenes, es a entrenarlas para que sean sumisas a sus esposos, a responder al liderazgo y a la iniciativa de sus esposos para que la Palabra de Dios no sea blasfemada.

Quiero que hoy veamos lo que la sumisión no significa. Mientras vemos lo que no significa, veremos algunas cosas sobre lo que sí significa. No significa, antes que nada, que tú eres inferior a tu esposo o que vales menos que él. De acuerdo a la Palabra de Dios esposo y esposa son creados ambos a la imagen de Dios y son completamente iguales delante de Dios. Primera de Pedro dice que son coherederos de la gracia de la vida.

El hecho de que ambos son iguales y creados a la imagen de Dios no contradice las diferencias creadas por Dios y que te distinguió en términos de las asignaciones que te dio, en cuanto a tu función. Ahí es que vemos la diferencia.

Ser sumisa no implica una obediencia forzada. A los esposos no se les dice en ningún lugar de las Escrituras que deben someter a sus esposas. La sumisión debe ser la respuesta voluntaria de la esposa como fruto del amor y la obediencia a su Padre celestial. No fruto de la coerción o un cumplimiento forzado.

La sumisión tampoco es una esclavitud o una sumisión servil. No es eso para nada. Son coherederos de la gracia de la vida. Son compañeros de vida. Es una respuesta amorosa, gozosa, hacia su liderazgo.

La sumisión no es ciega. No quiere decir que tú le das a tu esposo una obediencia ciega y sin cuestionamientos. “Sí señor, usted dice ‘salta’ y yo digo, ‘¿cuán alto?’” que no hay criterio, no hay respuesta ni pensamientos. Es solo esta obediencia ciega, sin sentido que no cuestiona nada.

No quiere decir que tú no das tu opinión cuando la tengas y estoy segura que la tienes en muchas ocasiones. Estás hecha para ser ayuda y no lo ayudas al pararte a su lado viendo como se prepara para saltar a un abismo o ves a la familia caminando en una dirección preocupante por lo que sabes de la Palabra de Dios y porque has estado buscando al Señor y tienes preocupaciones en tu corazón. Si eres su ayuda, necesitas dar esas opiniones.

Creo que hay algunas que pensarán, “Bueno, si soy sumisa, no puedo decir nada. Solo me callo y hago lo que él dice.” Eso no es sumisión bíblica. La sumisión bíblica no quiere decir que tu esposo siempre tiene la razón. No quiere decir que su dirección para tu familia siempre es correcta.

De hecho, la sumisión no es realmente probada hasta que llegan a un punto donde tienen un desacuerdo. Si ambos están de acuerdo con algo, realmente no requiere sumisión. Ambos están caminando en la misma dirección y ven la situación de la misma forma y eso está bien. Pero la prueba de la sumisión viene cuando él está en una dirección y tú lo ves de otra manera.

La sumisión no significa que le debes una obediencia absoluta e ilimitada a tu esposo. No quiere decir que debes seguir a tu esposo en el pecado. Si el está dirigiéndote a ti o a tu familia en una dirección contraria a la Palabra de Dios… No estoy diciendo de algo que sea simplemente contrario a tu preferencia, sino que él te esté diciendo que hagas algo que las Escrituras prohíben o te está prohibiendo algo que las Escrituras te mandan a hacer.

Sumisión no quiere decir que corres a tirarte de esa colina y desobedeces a Dios para poder someterte a tu esposo. No debes pecar a fin de someterte. Debes obedecer a la autoridad mayor. Pero cuando obedezcas a la autoridad mayor en esos casos excepcionales donde la dirección de tu esposo sea contraria a la Palabra de Dios, tu respuesta aun en ese momento debe ser con una actitud humilde y respetuosa.

He escuchado a muchas mujeres a lo largo de los años hablar sobre sus problemas con la sumisión. He aconsejado a muchas mujeres; he escuchado muchas historias. Estoy convencida de que es poco usual—de hecho, muy inusual—que el verdadero problema sea que el esposo esté pidiéndole a la esposa que peque.

Claro, eso sucede pero aun en matrimonios muy malos la mayor parte de los asuntos no se deben a que él te esté pidiendo que peques. Más frecuentemente es solo que no están de acuerdo con algo o no crees que es lo mejor. Y puede que tengas razón. Pero no te está pidiendo que peques. Ahora, si te estuviera pidiendo que peques, si esa es la dirección que tú percibes, tu lealtad primera es con Cristo y debes obedecer a la autoridad mayor.

La sumisión tampoco es un sometimiento externo a la dirección de tu esposo. No es un cumplimiento externo únicamente. Como esposa eres llamada a someterte a tu esposo de una forma que se asemeje a Cristo, lo que quiere decir no estar molesta o resentida o no tener una actitud rebelde.

El llamado de Dios en Tito 2 en cuanto a la sumisión de la mujer a su esposo no se limita a ser sumisas en su conducta. Es más bien ser sumisas en su espíritu. ¿Cuántas de ustedes, esposas, saben la diferencia? Quizás sabes lo que es someter tu comportamiento pero no sabes lo que implica el tener un espíritu sumiso. Esa es la prueba.

Déjame darte algunas ilustraciones de algunas de mis amigas que me escribieron sobre esto cuando lo solicité hace algunos días.

Una mujer dijo,

“Años atrás mi esposo y yo fuimos invitados una noche a salir a cenar, y por alguna razón yo me sentí impulsada a preguntarle si debía ponerme un vestido o unos pantalones. [Ella dijo que normalmente no hacía eso pero que ese día en particular lo hizo]. El quería que yo me pusiera un vestido pero ya yo había decidido que quería ponerme pantalones. Yo me “sometí” [Ella puso eso entre comillas] y me puse un vestido, pero por dentro estaba muy de pie con unos pantalones puestos.

A través de este incidente Dios me mostró que la sumisión es mucho más que simplemente hacer lo que se nos pide. Es un asunto del corazón.”

Y aquí una historia similar de otra amiga. Ella dijo,

“Antes entendía la sumisión como no violar de forma directa las instrucciones de mi esposo. Si él definía una línea, yo me sometía. Yo pensaba que eso era sumisión. Mi entendimiento de la sumisión estaba más centrado en las acciones externas que en la humildad interna de un corazón rendido.

El estilo de liderazgo de mi esposo nunca ha sido autoritario. Es un líder muy gentil y amable y raramente es definitivo sobre algún tema. Pero temprano en nuestro matrimonio, si él tomaba una decisión que yo no quería seguir, yo me sometía con resistencia. [Por cierto, puedes hacer sentir a tu esposo miserable con ese tipo de sumisión. Porque él puede percatarse de ello.]

Yo era como un niño en la silla de comer que insistía en pararse en la silla mientras la madre intentaba que se sentara. Cuando finalmente se sentaba, enfáticamente diría, ‘Puede que esté sentado exteriormente pero estoy parado en mi corazón.’ Esa era yo. Puede que me sometiera a las decisiones de mi esposo, pero era con una mala actitud, y si me daba la oportunidad, estaba lista para señalarle por qué esa decisión no funcionaría.”

Y entonces vemos el problema de ese tipo de sumisión no-bíblica, carente de un espíritu sumiso.

“Como resultado de mi personalidad voluntariosa y del temor a la confrontación que temía mi esposo, nuestro matrimonio sufrió mucho bajo esa dinámica invertida: él siguiendo mi liderazgo.

Cuando me percaté de cómo mi dominio lo había afectado, lo había castrado y paralizado con temor, me acerqué a él arrepentida y buscando su perdón. Pero ha sido una ardua tarea la de reconstruir y aplicar serios esfuerzos para desarrollar nuevos patrones de comportamiento y de aprender la actitud humilde que es necesaria para vivir la sumisión bíblica. Para él significa tener el valor de liderar luego de años de seguir mis pautas.”

Así que como ves, con una falta de espíritu sumiso, puedes cavar tu propia tumba y construir patrones en tu matrimonio que serán muy pero muy difíciles de revertir en años posteriores.

De manera que la sumisión implica responder a la iniciativa de tu esposo, a su liderazgo y eso implica la disposición de confiar en Dios y por ende en tu esposo, porque reconoces que Dios es el que está a cargo. Dios es la cabeza. Quiere decir rendir el impulso de estar en control. Quiere decir renunciar a las riendas.

Desde Génesis capítulo 3, eso es muy, muy difícil de hacer para nosotras las mujeres. Existe esta batalla por el control. Me he preguntado, ¿Por qué la sumisión es una lucha tan grande para nosotras en todos los niveles, incluyendo dentro el contexto del matrimonio?

Creo que para muchas es el deseo de control. En Génesis capítulo 3, parte de las consecuencias de la caída en el caso de la mujer fue que Dios le dijo, “Tu deseo, tu inclinación, será para gobernar a tu marido, el tendrá dominio sobre ti” (versículo 16, parafraseado). Estarán desintonizados. No estarán en el orden que fueron creados. Tú no estarás hupotasso—colocada debajo de tu esposo. Tu deseo será dominar su vida. Así que tenemos este deseo de control.

Y creo también que es difícil por causa del miedo. Tenemos el miedo de ¿y qué pasa si él se equivoca? ¿Qué si él dirige nuestra familia a la bancarrota? ¿Y qué si hace que mi vida sea miserable? ¿Y si hace que la vida de mis hijos sea miserable? Eso es temor.

También está el problema del orgullo. “Todo camino del hombre es correcto a sus propios ojos”. Creemos que sabemos más. Es increíble cuando escuchas parejas hablar de conflictos y problemas en su matrimonio. Si oyes a la esposa, piensas, “Oh, ella tiene la razón, él necesita cambiar”. Pero luego cuando escuchas al esposo, piensas, “Oh él tiene la razón, ella necesita cambiar”. Ambos tienen culpa. Cada uno ve las cosas desde su propia perspectiva. Y eso es orgullo.

Luego tenemos este asunto de que somos rebeldes de corazón. ¡Y lo somos! Podemos sentarnos en este salón o en la iglesia o encontrarnos en alguna conferencia y podríamos vernos como muy agradables, bien vestidas y con un espíritu muy dulce, pero de corazón somos rebeldes. Queremos las cosas a nuestra manera. Te digo la verdad. No me importa hacer ninguna de las cosas que debo hacer siempre que no haya otra persona diciéndome lo que debo hacer. ¿Te identificas? Es un asunto de la voluntad. Somos rebeldes. Por eso luchamos.

Ahora para algunas esta lucha es en esta área—y lo he escuchado de muchas mujeres en diferentes maneras—“mi esposo no es un líder”. O, “mi esposo no quiere liderar”. Esta es una gran frustración de muchas, muchas mujeres hoy.

Tengo una amiga que me dijo el otro día, “A mi esposo no le gusta el conflicto ni la confrontación así que él evita dar dirección que piensa que yo no voy a aceptar porque a los hombres no les gusta correr el riesgo de ser derribados o rechazados por hacer lo que ellos creen que es correcto”.

Luego le pregunté al esposo de esta mujer, en presencia de ella, en cuanto a su perspectiva con respecto a esto. Desde la perspectiva del hombre, “Dime ¿porqué es más difícil para algunos hombres liderar a sus esposas?” Y él dijo, “Principalmente, si un esposo siente que su liderazgo va a amenazar su relación, el protegerá la relación y no el liderazgo”. Él se va a retirar porque él no quiere que la relación corra peligro.

Así que puedes obedecer externamente pero tener este espíritu resistente, frío, castigando a tu esposo emocionalmente, siendo manipuladora, controladora, teniéndolo como un rehén. ¿Sabes lo que es posible que pase? Es probable que él se retire. Luego dices, “¿Por qué él no lidera?” Tal vez quieras devolverte y decir, “¿He hecho que el liderar sea algo amenazante para él?”

Como mujeres podemos hacer eso de formas bien silenciosas. Puede que no seas una gritona pero tu esposo sabe cuando él está pagando por haber tomado la iniciativa y haber liderado en algo con lo que no estabas de acuerdo.

Yo he estado haciendo encuestas entre los esposos esta semana pasada, preguntándoles sobre cómo luce la sumisión desde su perspectiva y por qué es difícil para algunos hombres liderar en algunos casos. El esposo de otra amiga me dijo, “Si todo es desafiado y cuestionado, es más difícil liderar que no hacer nada, un esposo pudiera bien decidir no hacer nada en vez de tomar el riesgo al fracaso”.

Una mujer me envió un correo electrónico y decía, “Nuestro matrimonio consiste en un esposo pasivo que no es creyente y una esposa dominante [hablando de ella misma] que como creyente conoce el mandamiento pero está luchando para obedecer y someterse a su esposo. Como resultado, hay muchas ocasiones donde mi esposo simplemente me deja tomar las decisiones para evadir el conflicto. Esto va en constante detrimento de nuestro matrimonio”.

El increíble modelo que tenemos en las Escrituras para la sumisión en acción y en espíritu—el más grande modelo—es el del Señor Jesucristo mismo. El Padre y el Hijo, totalmente iguales, y de todas formas el Hijo le dice al Padre, “He venido a hacer tu voluntad, oh Dios”. En los Salmos, “Me deleito en hacer tu voluntad”. El mandamiento del Padre vino a ser la decisión del Hijo. Sumiso a la voluntad del Padre.

En Juan capítulo 6, versículo 38, Jesús dijo: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Hupotasso—colocándose a sí mismo debajo de la autoridad de su Padre Celestial. Y él lo llevó a las últimas consecuencias. Filipenses capítulo 2, versículo 8, “Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz”.

Tú dices, “Que final tan terrible. Mira a donde le lleva la sumisión”, No, debes leer el próximo versículo. “Por lo cual Dios le exaltó hasta lo sumo, y le dio el nombre que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:9). Ya ves, la sumisión al final es la forma de ser exaltados por Dios.

El asunto fundamental es nuestra sumisión a Dios. Si estamos rendidas y sometidas a Él, colocarse debajo (hupotasso)—someternos a nosotras mismas bajo autoridades humanas—no será tan amenazante para nosotras.

Una amiga me dijo la semana pasada, “Yo no me sometí, ni confié en mi esposo en los primeros años de nuestro matrimonio porque yo no me sometía ni confiaba en el Señor”. ¿No es ahí donde encontramos el verdadero problema? En nuestra relación con el Señor.

No puedes doblar tus rodillas ante tu esposo si no has doblado tus rodillas delante de Dios. Y si no has doblado tus rodillas ante tu esposo, tus rodillas no están dobladas delante de Dios. Una es el reflejo de la otra. Déjame decirte que ese tipo de sumisión debe estar basada en la confianza. Tú dices, “Pero mi esposo no es…” Yo no dije confianza en tu esposo. ¿Dónde está tu confianza? La confianza debe estar en Dios.

Proverbios 21 dice, “Como canales de agua es el corazón del rey en las manos del Señor; Él lo dirige donde le place” (verso 1). Escuchen, mujeres, nuestra disposición para colocarnos debajo de la autoridad ordenada por Dios es la mayor evidencia de cuán grande creemos que Dios realmente es. ¿Crees que Dios es suficientemente grande para convertir el corazón de tu esposo si eso complace al Señor?

Ahora, puede ser que Dios vuelva tu propio corazón hacia Él. Puede que estés pensando que es el corazón de tu esposo que necesita ser cambiado, pero tal vez es tu propio corazón que necesita ser cambiado. ¿Crees, confías en que Dios es suficientemente grande para convertir su corazón si eso complace al Señor y es lo que se necesita?

Puede que tu esposo se equivoque, y lo hará. Los mejores esposos, aquellos con los que tú piensas que te gustaría estar casada si te tocara hacerlo otra vez, los que tú respetas; los ves en el púlpito. Lo escuchas enseñando la Palabra de Dios y piensas, “Oh, esa esposa es muy afortunada”. Escucha, ella vive con él. Tú no. Ese hombre se equivoca, como tu esposo se equivoca, como todos los hombres se equivocan y como tú misma te equivocas.

Todos somos pecadores. Cuando tu esposo da un paso en falso, ¿Cómo permaneces con un espíritu de sumisión? Confías en que Dios es soberano. Confías en que Dios está en control y que Dios no se ha dormido en su trabajo. No se ha levantado de su trono. Él es suficientemente grande y grandioso para convertir el corazón de un hombre y protegerte en el proceso.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss nos ha estado mostrando una imagen de cómo se ve la sumisión cuando las cosas son difíciles.

Es parte de un estudio profundo de Tito 2 que toda mujer debe oír. Esta serie cubre la relación de una mujer con Dios, la doctrina, el dominio propio, las relaciones con otras mujeres de la iglesia, los hijos y los esposos.

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En el próximo programa continuaremos viendo la sumisión de una forma práctica. ¿Cómo se ve entre dos personas imperfectas? Por favor regresa a Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

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J10 – ¿Amar, cuidar y obedecer?

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Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

J10 – ¿Amar, cuidar y obedecer?

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Carmen Espaillat: ¿Qué viene a tu mente cuando piensas en la palabra sumisión? Nancy Leigh DeMoss lo aborda de esta manera.

Nancy Leigh DeMoss: Creo que debemos partir de la premisa de que la sumisión es algo bueno. Es algo hermoso.

Quizás no sea fácil de entender. Quizás no sea fácil vivirlo o abrazarlo porque somos caídos y por naturaleza no queremos someternos a nada ni nadie más que a nosotros mismos. Entonces como pecadores caídos, es difícil.

Pero si tan solo pudiéramos volvernos atrás y tener la perspectiva de que es hermoso; que es bueno; que es para nuestra bendición; para nuestro beneficio; es para nuestra protección. Y mucho más importante, que es para la gloria de Dios.

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín.

Hemos estado en una enriquecedora serie llamada El hermoso diseño de Dios para la mujer: Viviendo Tito 2:1-5. Ha sido espiritualmente profunda y muy práctica, cubriendo una variedad de temas que afectan hoy a la mujer. Aquí esta Nancy Leigh DeMoss.

Nancy: Recientemente me topé con una página web de una planificadora de bodas que ayuda a las novias, futuras jóvenes novias, a planificar sus bodas. He aquí un párrafo de esta página web. Dice así:

“Los votos de una boda tradicional incluyen preguntar al novio si él va a amar y a honrar. Pero a la novia se le pregunta en los votos tradicionales si ella va a amar, honrar, y a obedecer a su esposo. La palabra obedecer [según dice esta página web] parece ser problemática para la mayoría de las novias. Hoy en día, las parejas se ven a sí mismas como compañeros iguales cuando se casan, por lo que la palabra obedecer se elimina de los votos”.

Así que lo que ha sido tradicional, hoy no aplica, según dice esta planificadora de bodas.

Me encontré con una página web cristiana donde había una discusión en uno de sus blogs sobre si incluir o no “obedecer” en los votos matrimoniales. Una mujer que se identificó como “Anne” dijo lo siguiente:

“No me he casado, pero espero algún día hacerlo. Pero no quiero incluir la palabra ‘obedecer’ en mis votos. ¿Amar, honrar y respetar? Sí, definitivamente. Pero no voy a decir ‘obedecer’ a ningún hombre. Yo obedezco a Dios y solo a Él serviré. ‘Obedecer’ para mí significa subyugación, servidumbre, pérdida de derechos, falta de habilidad para tomar decisiones. Quizás cambie de parecer, pero por ahora no lo creo.”

Yo creo que Anne representa dónde muchas, muchas, quizás la mayoría de la mujeres se encuentran en su entendimiento y perspectiva sobre la obediencia; sobre esa palabra obedecer o la palabra con “s”; sumisión. Hoy vamos a sumergirnos en eso y trataremos de obtener luz bíblica sobre cómo luce la sumisión, lo que significa y por qué es importante.

Nos encontramos en Tito capítulo 2, y estamos aprendiendo aquellas cosas que las mujeres mayores deben enseñar a las más jóvenes. Las ancianas deben enseñar lo que es bueno, así como instruir a las jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos. Y ten en cuenta dónde comienza todo este currículo. Comienza con la palabra “amor”… Amar.

Si tienes amor en tu corazón, entonces todo lo demás en esta lista será mucho más fácil de cumplir. “ Que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2:4-5).

Ahora bien, sé de un montón de mujeres que piensan, “Si Dios hubiera podido dejar esa última característica fuera de esta lista, sería mucho más fácil de tragar.” ¿Estoy en lo cierto? Sumisas a sus propios maridos.

¿Qué significa esa palabra? ¿Por qué se encuentra en las Escrituras?

La palabra—y muchas de ustedes han escuchado esto antes—en el lenguaje original sería la palabra hupotasso. Es una composición de dos palabras griegas, hupo que significa “debajo” y tasso que significa “orden”.

Cualquier persona de la época en que esto fue escrito habría sabido que este término es un término militar común en el lenguaje griego. Significaba organizar las tropas al estilo militar bajo el mando de un líder. Así que tienes a un comandante y tienes las tropas que serían dispuestas en orden y de manera organizada bajo el mando de ese líder.

De manera que hoy ya no es solo un término militar. Ha llegado a significar: “colocar de una forma ordenada bajo algo; someterse a otra persona; situarse a uno mismo en sumisión.”

Quiero señalar que esta sumisión, de la forma en que la palabra es usada en el Nuevo Testamento, es un acto voluntario. Es auto someterse. Nadie puede hacer que te sometas a cualquiera ni a nada. Si tienes hijos adolescentes, sabrás cuán cierto es esto.

La sumisión es la aceptación del orden de Dios para nuestras vidas. Y en lo que se refiere al matrimonio, que es sobre lo que estamos hablando aquí—que las esposas se sometan a sus propios maridos—sumisión, para una mujer, significa aceptar el orden Dios para su vida como esposa.

De hecho, para su marido la sumisión significa aceptar el orden de Dios para su vida, y vamos a hablar de eso en un momento. La forma en que la palabra es usada, la forma en que la palabra en el lenguaje original, dice que las mujeres deben estar sometiéndose continuamente a sus maridos.

Esto es un estilo de vida permanente, no es una elección de una sola vez . Tu esposo no toma decisiones con las que no estás de acuerdo solo de vez en cuando. Esto pudiera ser un reto en la sumisión. Pero la sumisión debe ser un estilo de vida, continuamente sometiéndonos a la autoridad ordenada por Dios.

Si tienes el libro de Tito abierto, quiero mostrarte que este concepto de sumisión es un tema que recorre todo el libro, iniciando con el concepto de desobediencia o insubordinación, lo opuesto a la sumisión. Vemos en el capítulo uno que la desobediencia o insubordinación son características de aquellos que no conocen a Cristo. Es una característica de los no creyentes.

Observa en el capítulo 1, en el versículo 6. Aquí se está hablando acerca de los requisitos para los líderes espirituales dentro de la iglesia. “Esto es, si alguno es irreprensible, marido de una sola mujer, que tenga hijos creyentes, no acusados de disolución ni de rebeldía.” Tener un hijo rebelde o insubordinado descalifica a un hombre de ser un líder espiritual en la iglesia.

La palabra insubordinación en el original no es hupotasso esencialmente. Es todo lo opuesto. Es el lado negativo. Es un niño que no está bajo autoridad.

Luego observa en el capítulo 1, versículo 10: “Porque hay muchos rebeldes.” De nuevo una descripción de los no creyentes. Después en el capítulo 1, versículo 16 describiendo a los no creyentes dice—“siendo abominables y desobedientes”. Esa palabra no se diferencia de la palabra insubordinación . Tiene que ver con no dejarse convencer, con no estar dispuesto a escuchar, a estar endurecido, terco y obstinado.

En el capítulo 3, versículo 3, el apóstol Pablo dice: “Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios”— ¿y qué más? “Desobedientes”. Éramos así.

No todos lo vivimos. Fui redimida a la edad de 4 años, así que no tuve una gran cantidad de años para mostrar un montón de desobediencia salvaje en términos de un mal comportamiento. Pero mi corazón no estaba bajo autoridad.

Por el contrario, cuando Pablo se dirige a creyentes él hace énfasis en que la sumisión es una característica de aquellos que verdaderamente han nacido de nuevo. Él habla de la sumisión en el contexto de una variedad de relaciones. Acabamos de ver el capítulo 2, versículo 5 donde las jóvenes tienen que ser sumisas, hupotasso, ordenadas bajo sus propios maridos.

Pero no solo es a las mujeres. Observen en el versículo 9 del capítulo 2. “Exhorta a los siervos a que se sujeten”, hupotasso, “a sus amos en todo, que sean complacientes, no contradiciendo.”

Así que de nuevo tenemos esta estructura de autoridad; existe esta disposición. Se puede comparar esto con el mundo del trabajo. Hay jefes y hay subordinados. Aquellos que se encuentran bajo jefes, deben estar bajo los mismos, hupotasso, sumisos, para agradar, sin argumentar.

Ellos no son los que tienen la última palabra. Ellos no están para contender diciendo: “Lo haré a mi manera”. Ellos están ordenadamente dispuestos por debajo de sus jefes. Revisa el capítulo 3, versículo 1, y de nuevo puedes ver este tema recurrente en Tito.

Ahora él está hablando sobre todo el mundo en el cuerpo de Cristo. Él dice: “Recuérdales que estén sujetos,” hupotasso. “sujetos a los gobernantes, a las autoridades; que sean obedientes.”

Dios ha configurado todo el universo con relaciones de autoridad y sumisión. Hay un orden para este universo. Y Dios es el diseñador del universo. Él es quien mejor sabe cómo debe funcionar, porque Él lo hizo. El llamado a los creyentes es a que estén bajo la autoridad ordenada por Dios, disponernos a estar hupotasso, a estar bajo la autoridad ordenada por Dios.

Ahora en lo que se refiere a la sumisión dentro del matrimonio, este es un botón rojo. Es un tema tan controversial que tienes que tener la piel muy gruesa para hablar de esto en público, especialmente si eres hombre, o un pastor. Necesitamos pastores que prediquen la Palabra de Dios respecto a esto.

Pero creo que una de las razones por las que hoy en día es tan difícil hablar de ello es por todo el montón de ideas erróneas acerca de la sumisión. Hay mucha confusión. Todo este concepto es inconcebible para muchas personas hoy en día, incluyendo tristemente a muchos creyentes.

Hay muchas personas que consideran este concepto como culturalmente irrelevante y simplemente descartan la idea. La denominación Bautista del Sur en el año 2000 modificó su documento básico de teología llamado “La confesión de fe bautista”. Entre otros cambios añadieron una declaración sobre vida familiar. Quiero leerles lo que ese párrafo citaba:

“El esposo y la esposa tienen el mismo valor delante de Dios, ya que ambos fueron creados a imagen de Dios. La relación matrimonial modela la forma en que Dios se relaciona con su pueblo. Un esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a Su iglesia. Él tiene la responsabilidad dada por Dios de proveer, proteger y guiar a su familia.

Una esposa debe someterse de buena gana al liderazgo de siervo de su esposo, así como la iglesia se sujeta voluntariamente a la autoridad de Cristo. Ella, siendo creada a la imagen de Dios así como lo es su marido y por lo tanto igual a él, tiene la responsabilidad dada por Dios de respetar a su esposo y servirle como su ayuda en la gestión del hogar y en la crianza de la próxima generación.”

Ahora bien, ese párrafo a mí me suena muy parecido a un montón de cosas que he escuchado o leído en las Escrituras, las cosas que hemos estado hablando en esta serie. Pero cuando esa corrección fue aprobada en la Convención Bautista del Sur, estalló una tormenta de fuego. Fue algo muy grande en el mundo secular y tristemente también en el mundo cristiano.

Por supuesto, la frase que desató toda la ira fue la frase: “Una esposa debe someterse de buena gana al liderazgo de siervo de su esposo.” La gente se enfureció con esto—tanto los cristianos como los no-cristianos, los bautistas como los no-bautistas.

Un ex presidente de los Estados Unidos—no diré quién—trasladó su membrecía de por vida de la denominación Bautista del Sur, calificándoles de “rígidos” y diciendo que, “Esta declaración era una distorsión del significado de la Escritura”.

Es un tema muy controversial. Es un tema explosivo. Pero debemos iniciar diciendo que este concepto de que las esposas sean sumisas a sus maridos está claramente, e inequívocamente establecido en las Escrituras, múltiples veces, no solo una vez, sino muchas veces.

Los teólogos del presente, muchos de los cuales se llaman a sí mismos cristianos evangélicos, están haciendo todo tipo de malabares para explicar estos textos, para hacerlos decir algo distinto de su significado literal. Ellos dicen algo como, “Ah, eso fue solo para esa cultura. Eso era solo para ese contexto, pero no se aplica a nuestra cultura.”

Al estudiar las Escrituras, puedes ver que este concepto es consistente con la totalidad de las Escrituras y que es algo transcultural. Trasciende las culturas y las épocas. Yo no voy a entrar en todo el debate técnico ni teológico de todo esto. Hay algunos buenos libros que puedes leer sobre el tema, y en nuestra página web www.AvivaNuestrosCorazones.com tenemos algunos recursos que si quieres estudiar más al respecto están disponibles.

Pero me gustaría decir, como punto de partida para todo este concepto de la sumisión en general, y en particular de la sumisión en el matrimonio, que esta es la idea de Dios. Esto no es algo que Pablo se inventó. No es algo que tu esposo ideó. Esto no es algo que los hombres se reunieron y dijeron, “¿Cómo podemos hacer la vida de la mujer miserable? Ajá, ya sé lo que haremos: ¡Haremos que se sometan a nosotros!”

No fue a un club de hombres a quienes se les ocurrió esta idea. Este es el soberano, Dios creador y Señor del universo, que no solo es soberano, pero que es sabio, bueno y amoroso, y nos hizo y cuida de nosotros como Sus hijos y Sus hijas y quiere lo mejor para nosotros. Él es el diseñador. Él sabe lo que es mejor para nosotros.

Él ha establecido relaciones de autoridad y sumisión en todo el universo. Creo que debemos tener este punto de partida de que la sumisión es algo bueno. Es algo hermoso.

Quizás no sea fácil de entender. Puede que no sea fácil de vivir o abrazarlo porque somos caídos y no queremos naturalmente someternos a nada ni a nadie más que a nosotros mismos. Así que como pecadores caídos, es difícil.

Pero si pudiéramos volver atrás y obtener la perspectiva de que es hermoso; de que es bueno, de que es para nuestra bendición; es para nuestro beneficio; es para nuestra protección. Aún más importante, es para la gloria de Dios.

Esta es la perspectiva con la quiero que iniciemos. Si Dios lo ordena, entonces es bueno, es precioso. Para nosotros abandonarlo o rechazarlo o fallar en abrazarlo es hacernos daño a nosotros mismos y al Evangelio.

Mientras me preparaba para esta serie, estaba luchando un poco porque estaba bajo la suposición de que todas las mujeres cristianas ya entienden este concepto de la sumisión. Les guste o no, lo entienden. Y estoy pensando, “¿Qué podría yo decir que sea nuevo o interesante o que no hayan escuchado antes?” Estaba luchando un poco con eso.

Pero luego tuve una cena hace como una semana aproximadamente con algunas de mis amigas. Estábamos hablando y les pregunté, “Cuando se casaron y cuando eran jóvenes esposas, ¿cuál era su concepto sobre la sumisión? ¿Lo entendían?”

Fue interesante ver, mientras recorríamos alrededor de la mesa, como estas mujeres dijeron, todas de maneras diferentes, “Yo no tenía ni idea sobre la sumisión, sobre lo que realmente es, o tenía conceptos erróneos acerca de lo que realmente es.”

Dijeron cosas que les hubiera gustado entender mejor como jóvenes esposas, y es por eso que tenemos Tito capítulo 2 que habla de que las mujeres mayores deben enseñar a las más jóvenes estos conceptos. Una de las mujeres en la mesa dijo: “Mi idea de la sumisión era hacer lo que mi esposo quería que yo hiciera, solo si estaba de acuerdo con eso y si me gustaba.”

Y yo le dije: «¿En serio?»

Y ella me dijo: “Sí. Realmente ese era mi concepto de sumisión. Si me gustaba o estaba de acuerdo con algo, entonces lo hacía.”

Recibí un correo esta semana de otra mujer. Después de la conversación en esa cena envié correos a varias de mis amigas diciendo, “Me gustaría saber cuál era su concepto de sumisión cuando se casaron, y en qué áreas han luchado con este problema.”

Una mujer dijo,

“No solo no sabía nada sobre la sumisión, sino que mi madre era una mujer alemana obstinada quien muy a menudo pisoteaba a mi papá con sus demandas y sarcasmos. Si yo hubiera entendido la sumisión bíblica al inicio de mi matrimonio, hubiéramos podido evitar muchos argumentos hirientes.”

Quiero decir a las mujeres más jóvenes que nos están escuchando, que si puedes venir al entendimiento del concepto de Dios sobre la sumisión bíblica como la de Cristo, podrás evitar muchos problemas que hacen daño a tu matrimonio.

Eso no quiere decir que no habrá problemas, porque la sumisión y la dificultad usualmente van de la mano. Así que esto no es algo fácil. Pero si lo aprendes a la manera de Dios y lo haces a Su manera, encontrarás una enorme protección y bendición en tu matrimonio.

Durante los próximos días, quiero exponer los “ABC” de la sumisión, los conceptos básicos. Puedes haber escuchado antes muy a menudo estas cosas, pero he descubierto, aún siendo una mujer soltera pensando en estos asuntos, que es bueno para mí revisar y ensayar los conceptos básicos.

No voy a cubrir todo el fundamento sobre este tema, no voy a contestar todas las preguntas que pudieran levantarse sobre este tema— ¿cómo se aplica en esta o en aquella situación?—pero voy a ofrecer un conocimiento fundamental, lo que es y lo que no es la sumisión, y cómo se ve en el matrimonio.

Permítanme comenzar diciendo que la sumisión no se basa en cuán sabio o espiritual o piadoso o capaz sea tu esposo. Tampoco se basa en que si te guste su estilo, sus modales o su personalidad. No quiere decir tampoco que él es más espiritual de lo que tú eres. No quiere decir que él sea más inteligente que tú. No está basado en ninguna de esas cosas.

¿Sabes en lo que se basa? Se basa en la posición que Dios le ha dado a él y a ti colocándote bajo su cargo. ¿Cuál es esa posición?

Primera a los Corintios capítulo 11, versículo 3, lo dice con tanta claridad. “Pero quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo.” Los hombres tienen que ser sumisos. “La cabeza de la mujer [de la esposa] es el hombre [su esposo] y la cabeza de Cristo es Dios.”

Entonces, ¿puedes ver la jerarquía en esto? Dios es la cabeza de todo. Él es la cabeza de Cristo. Cristo es la cabeza del hombre, y la cabeza de la mujer es su esposo.

Así que toda sumisión es con relación a Dios. El esposo debe estar sometido a Cristo. Esto pone una enorme responsabilidad sobre los hombres, por cierto, esto de estar sometidos a Cristo. Pero la mujer es responsable, en cuanto a la sumisión, de posicionar a su esposo como su cabeza.

Podemos ver ese mismo pensamiento en Efesios capítulo 5, en los versículos 22 y siguientes. “Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos.” Por cierto, tanto Tito como Efesios expresan claramente que tu sumisión no es hacia el esposo de cualquier otra persona, sino al tuyo.

Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo Él mismo el Salvador del cuerpo. Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella (versículos 22-25).

Se puede ver que el contexto para la sumisión es una relación de pacto. Ése es el contexto. Pablo establece la sumisión de la esposa en el contexto del amor sacrificial de su esposo y el amor de la esposa a su marido.

En Tito capítulo 2, versículo 4 dice (NVI), “Amar a sus esposos, y a sus hijos.” En ese contexto, no será tan difícil someterse.

Al mirar ese pasaje en Efesios capítulo 5, nos damos cuenta que hay muchas más cosas en juego en esto que simplemente cómo te sientes al respecto. El cuadro es más grande. Es el plan de redención. El matrimonio cristiano tiene la intención de ser la imagen de la relación entre Cristo y Su iglesia.

Esta es la razón fundamental para someterte a tu esposo—lo que hace que el mundo piense sobre la relación entre Cristo y Su iglesia. El matrimonio es una imagen de Evangelio. Cuando los esposos y las esposas no cumplen con su rol dado por Dios en el matrimonio, ellos empañan la imagen. Traen reproche sobre la Palabra de Dios.

Así que permíteme preguntarte, ¿qué dice tu matrimonio acerca de la relación de Cristo y Su novia? Dios no te hace responsable por cuán bien tu esposo cumple con su parte dentro de la imagen, hay mujeres en esta sala con esposos no creyentes o que no actúan como creyentes. Tú no eres responsable de eso.

Dios lo va a hacer a él responsable sobre qué tan bien cumplió su ejemplo práctico de amar a su esposa como Cristo ama a Su iglesia. Pero te hará responsable a ti también—y sé que algunas de ustedes son mujeres jóvenes que aún no se han casado. Es necesario que entiendas esto antes de casarte, que tu llamado en el cuadro será el de representar la forma en que la iglesia debe responder a Cristo, su esposo.

No queremos estropear esa imagen. Así que no solo se trata de la dinámica, la química y la danza en tu propio matrimonio. Ten en cuenta mientras vives este concepto de amor, reverencia y sumisión en tu matrimonio, que eres parte de una grandiosa, más grande y mayor imagen y plan.

Tu matrimonio afecta toda la imagen. Así que si no es por el bien de tu marido ni el tuyo, o por el bien de tus hijos, entonces por amor a Cristo di: “Sí, Señor, estoy dispuesta a vivir mi parte de esta imagen y a hupotasso, estar debajo, a colocarme bajo el liderazgo, la autoridad de mi esposo.”

Queremos hablar en la próxima sesión acerca de lo que implica esa autoridad y sobre lo que la sumisión significa y no significa. Pero el punto de partida es diciendo, “Sí Señor. Quiero que mi vida, que nuestro matrimonio, sea una imagen de Tu grandioso plan de redención.”

Carmen: Esta es Nancy Leigh DeMoss. Sabes que someterte a tu marido es solo un aspecto de reflejar la belleza de Dios como una mujer de Dios. Hemos estado estudiando el hermoso diseño de Dios para la mujer durante varias semanas. Espero que escuches la serie completa. Puedes escucharla visitando www.AvivaNuestrosCorazones.com. Obtén todo el trasfondo del tema de la sumisión y aprende también otros distintivos de una mujer de Dios.

Someterte a tu esposo es imposible a menos que primero te sometas a Dios. Descubre por qué, cuando Nancy Leigh DeMoss retome este tema en Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

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Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

J9 –Entrenándote a ti misma y a tus hijos

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

J9 –Entrenándote a ti misma y a tus hijos

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/entrenandote-ti-misma-y-tus-hijos/

Carmen Espaillat: ¿Qué efecto tendría la hipocresía en tus hijos? Aquí está Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss : Creo que debemos al menos hacernos la pregunta: “¿Vieron nuestros hijos, no solo algunas cosas de manera aislada, pero un patrón de vida o un espíritu en nuestro hogar que no era coherente con lo que decíamos creer?”

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín.

Durante varias semanas, Nancy Leigh DeMoss ha ofrecido enseñanzas prácticas acerca de Tito 2:1-5. Es un pasaje poderoso para las mujeres de hoy. Kim Wagner y Holly Ellif, cuyos esposos son pastores, explican como los principios en estas series transformaron sus decisiones como esposas y madres. Aquí tenemos a Holly.

Holly Elliff: Escuché hablar a Gloria Gaither sobre un momento en su vida donde ella fue ante el Señor, y ella se quejaba ante Dios. Ella quería hacer esto, y quería hacer esto otro, y permanecía siendo interrumpida por todas esas otras cosas que le impedían continuar con este otro ministerio y el libro que quería escribir.

Dios vino a ella y le dijo: “Gloria, todas esas cosas que viste como interrupciones eran elegidas por Mí para este tiempo. No eran interrupciones. Yo estaba dirigiendo hacia tu vida aquellas cosas que Yo deseaba que estuvieran allí.”

Ella dice que esto cambió totalmente su perspectiva mientras examinaba como era su vida de años atrás. Pero también dijo, ya como una mujer mucho mayor: “Me hubiese gustado haber sido capaz de mirar hacia atrás mucho antes, porque he desperdiciado tantos años frustrándome con las interrupciones. Desearía haber reconocido antes que no eran interrupciones sino que Dios las había puesto allí en mi vida.”

Nancy: Ciertamente, creo que esa perspectiva puede guardar a una mujer del resentimiento, de la amargura; evitar que se irriten fácilmente, que manifiesten un espíritu impaciente e irritable, como hemos hablado en programas anteriores.

Kim Wagner: Esto nos lleva a un estado de entrega total, donde realmente vemos las cosas desde la perspectiva de Dios, la perspectiva de la soberanía de Dios, reconociendo que “Dios, Tú eres soberano, Tú tienes el control, y todo lo que permites es bueno porque Tú eres un Dios bueno.”

Holly: Creo que es importante, también, darnos cuenta de que esta no necesariamente será una decisión que tomaremos una sola vez.

Kim: Es cierto. Es algo constante.

Holly: A medida que maduramos en Cristo, comprenderemos mejor la soberanía de Dios. Pero literalmente, en ocasiones, cada momento debe ser uno de rendición ante la voluntad de Dios. Así que puede ser que constantemente tenga que salir de la cocina y decir con el espíritu correcto: “¿Dios, cambiare mi corazón mientras me encuentro haciendo estas cosas mundanas, o estas cosas del mantenimiento, o tratando con esta relación? ¿Me podrías dar un corazón dispuesto en medio de todo esto?”

Nancy: Esto es algo crucial para cada madre. ¿No les parece que el espíritu y el tono de una madre tienen mucho que ver con el clima de un hogar?

Kim: Sí. Por supuesto.

Nancy: Yo solo pienso: “¿Qué está pasando con esos esposos y con esos hijos?” Ahora bien, yo no estoy diciendo que las mujeres son las únicas que están en falta aquí. Pero como veo el nivel de frustración, el nivel de irritabilidad, estoy pensando que hay esposos, hijos, nietos, compañeros de trabajo y miembros de la iglesia, que están siendo afectados por estas actitudes y espíritus nocivos.

Es por esto que pienso que, en medio de este práctico pasaje de Tito capítulo 2, sobre las cosas que hacen las mujeres más jóvenes en relación al hogar, el amor y la bondad son como una especie de fundamento o plataforma desde donde estas tareas deben llevarse a cabo.

Kim: Lo que acabas de mencionar Nancy acerca de todas las mujeres que lo están haciendo frustradas y con hostilidad, sin gozo, ni con un espíritu de humildad y gracia, y sobre cómo afecta a las personas a su alrededor… Creo que es ahí, en realidad cuando, en ocasiones, podemos blasfemar la Palabra de Dios, como podemos ver en 1era de Pedro 3 (ver versículos 1-6).

Nancy: Y justo allí es donde termina Tito 2 también.

Kim: Es cierto. Somos creyentes. Somos cristianas, y debemos reflejar el amor de Cristo. Debemos reflejar Su carácter, Su naturaleza, debemos reflejar lo que Él es. Cuando proclamamos que somos seguidoras de Cristo, con el Espíritu de Dios habitando en nuestro interior, y sin embargo, el fruto que producimos es hostilidad, criar nuestros hijos sin gozo, viviendo…

Nancy: Amargadas.

Kim: Amargadas, molestas, ofendiéndonos con facilidad, airadas. Todo esto trae oprobio a la Palabra de Dios, ya que contradice lo que decimos que la Palabra puede hacer en nosotras. Decimos que la Palabra de Dios puede transformarnos y hacernos semejantes a Cristo, sin embargo, no le reflejamos como debiéramos hacerlo. Las personas a nuestro alrededor tienen un gran conflicto ya que pensarán: “Si este es el cristianismo…” o “Si esto es lo que la Palabra de Dios hace… ”

Holly: “. . . ¿Quién querría eso? ¿Quién querría vivir de esa manera?”

Pienso que, por un lado, esta es la razón por la que todo el proceso de Tito 2 comienza por la sana doctrina, donde el comportamiento debe ser coherente con sus creencias. Si yo afirmo ser cristiana, tengo un cierto conjunto de creencias, y mi comportamiento debe modelar estas creencias, debe ejemplificar estas creencias. Así que si mi comportamiento no es coherente con lo que proclamo creer, hay una distorsión, algo anda mal. Es ahí donde vamos al Señor, y le decimos: “Dios, muéstrame dónde no me parezco a Ti. Estas son las cosas que quiero que Tú cambies.”

Nancy: No es solo el comportamiento, porque conozco a muchas mujeres que están haciendo un montón de cosas que son correctas. Pero muchas veces, donde yace el reto es, en hacer las cosas correctas, con el espíritu correcto: Haciéndolo con gozo, con amabilidad, con amor.

Piensen por ejemplo en 1lira a los Corintios capítulo 13 y aplica eso a la vida de una madre: “Si alimento a todos mis hijos, y les hago fabulosas comidas, y puedo decorar mejor que cualquier diseñador, y puedo confeccionarle ropas, y hacer todas las cosas, y manejar este increíble horario, pero no tengo amor…”

Kim: Es címbalo que retiñe.

Holly: El Salmo 101 habla de andar en nuestra casa “en integridad de corazón” (versículo 2). Se requiere comprender que mi hogar es el campo donde lo que creo es probado. Así que no importa cómo me veo en la iglesia cuando todos mis hijos están bien vestidos, o cuando vamos al centro comercial y nos comportamos correctamente. Si no reflejo a Cristo dentro de las paredes de mi hogar, entonces, de nuevo, hay una gran discrepancia entre lo que proclamo creer y lo que realmente creo.

Nancy: Yo quiero ser muy cautelosa aquí, porque hay un sinnúmero de personas y de historias diferentes, e innumerables situaciones y oyentes diferentes. Pero insisto, y hemos abordado esto con anterioridad en Aviva Nuestros Corazones: Hay una realidad y es el hecho de que un gran número de adolescentes cristianos que recibieron formación en sus hogares, que fueron ampliamente expuestos al Cristianismo, cuando crecen y llega el momento de dejar sus hogares, por una razón u otra, rechazan la fe de sus padres, la fe en la que crecieron.

Estoy segura de que hay muchos factores que contribuyen a esto, pero uno de estos factores debe ser las veces que miran atrás y dicen: “En mi casa, yo no vi ni experimenté la realidad de lo que escuchaba en la iglesia, ni de lo que escuchaba decir a mis padres”.

Una vez más, no pretendo cargar todo esto a los padres, pero creo que debemos al menos hacernos la pregunta: “¿Vieron nuestros hijos, no solo cosas aisladas, pero más bien un patrón de vida, un espíritu en nuestro hogar, que no era consistente con lo que proclamábamos creer?”

Kim: Creo que puede resultar en algo muy dañino para las madres de niños pequeños. Sé que cuando yo era una madre joven, no estaba consciente en lo absoluto de que debía ser intencional y abrazar la maternidad con gozo. Yo disfruté a mis hijos, pero en momentos donde el panorama se tornaba muy agitado y yo me encontraba súper ocupada, cuando debía estudiar desde mi casa y cumplir con todas mis materias, y yo tenía que hacer las comidas, me parecía que pasaba todo el día sin ni siquiera haber sonreído ni haber hecho todas las cosas con gracia.

Nancy: solo tachabas de tu lista las cosas que ya habías hecho.

Kim: Si solo tachaba de mi lista las cosas que yo había hecho. Creo que esto podría resultar en algo muy dañino, y estoy tan agradecida de que Dios abriera mis ojos con respecto a eso. Me gustaría que lo hubiera hecho antes, pero abrí los ojos al hecho de que necesitamos divertirnos con nuestros hijos.

Nancy: Y con tu esposo.

Kim: Si con nuestros esposos.

Holly: Eso no va a pasar en cada momento del día, pero si tienes varios hijos pequeños, hay momentos en que estás tan cansada y agobiada que piensas: “Si alguien más me pide algo hoy, voy a explotar”.

Así que tenemos que reconocer que vivimos en cuerpos humanos, y que todavía estamos en esa realidad terrenal, llenas de pecado y corrupción. Pero cuando llegamos a esos momentos en que se nos hace tan difícil el escoger responder de la manera correcta, si llegamos a fallar, es muy importante el darnos cuenta que solo nos tomaría un instante volvernos al Señor y decirle: “¿Dios, podrías gobernar mi espíritu? ¿Podrías controlar lo que sale de mi boca?”

Debemos escoger esta opción, así que cuando fallo, vuelvo al Señor y recibo su gracia para que opere en mi vida, porque la mayoría de las veces —o mejor dicho, nunca— tenemos en nosotras lo que se necesita para hacerlo. Entonces, si lo he estropeado todo frente a mis hijos, estaré modelando para ellos la relación que ellos deben tener con su Padre Celestial si vuelvo a ellos y les digo: “¿Saben qué? La manera en que acabo de hacer esto fue realmente terrible, y estuvo mal. ¿Me perdonan? Estaba realmente enojada, y di la respuesta incorrecta.”

Nancy: Esto es muy importante.

Holly: No fue mi respuesta; fue mi reacción. Usamos mucho esas dos palabras en nuestra casa, pero sus hijos pueden entenderlo, incluso los más pequeñitos. Ellos pueden entender que lo hice mal, que vas a venir a decirle: “Lo siento, me equivoqué. ¿Me perdonas?” Ellos pueden entenderlo rápidamente la mayoría de las veces, (si no han sido heridos en repetidas ocasiones, por largos períodos de tiempo), y nos extenderán el perdón. Entonces, les acabas de enseñar cómo ellos deben tratar con su pecado ante su Padre Celestial.

Kim: Y ante los demás.

Holly: Por lo tanto, lo estás ejemplificando para ellos.

Kim: Entonces, la verdadera bendición es cuando tu hijo por iniciativa propia viene donde ti diciéndote: “Mami, ¿me perdonas? Te hablé de una manera incorrecta. No debí enojarme. No debí hablarte de esa forma”.

Holly: Eso es parte de establecer el nivel de las relaciones en el hogar, es algo muy crucial, especialmente a medida que sus hijos son mayorcitos. Enséñales a tus hijos cuando todavía son pequeños que la manera de lidiar con el conflicto en casa es comunicándose, no permitiéndoles que se marchen a sus dormitorios y luego tiren la puerta. Si deciden escabullirse en sus dormitorios, alguien irá por ellos. Y esa no es la manera correcta. Debemos hablar sobre los problemas.

Así que enséñales desde pequeñitos que manejamos nuestros conflictos hablando sobre lo que pasó, arreglando las cosas en sus corazones, y unos con otros. Si los entrenas de esa manera a medida que van creciendo, es asombrosa la diferencia entre un adolescente que ha crecido hablando sobre los conflictos, en comparación a un adolescente que se ofendió, se fue a su habitación, tiró la puerta, y desarrolló su propia teoría de cómo lidiar con los conflictos.

Una madre me decía el otro día: “Bueno, mi hija no me habla. Ella tiene 10 años, y simplemente va a su habitación y cierra la puerta, y yo no la molesto. Yo quiero que ella tenga su propio espacio.” Yo le dije: “Ve y sácala de su habitación, porque cuando ella llegue a los 13 o 15 años, te estarás enfrentando con una adolescente.

Kim: Sabes es el mismo proceso con los padres también. Si después de hablar con mi hijo, su corazón todavía está endurecido y no hay arrepentimiento, yo le digo: “Vamos a orar por esto”. Entonces lo tomo de la mano y oro. Oro en voz alta, y oro que el Señor lo llene de su amor. Y esto nunca ha fallado mis hijos se quebrantan y se arrepienten.

Nancy: Lo que ellos ven es que no solo se trata de ti, sino que el Señor forma parte de esto.

Kim: Es cierto.

Holly: En ocasiones no debo esperar más de ellos de lo que espero de mi misma. En otras palabras, hay momentos en los que Dios toca mi vida y me dice: “Holly, esto necesita de tu atención”. Y lucho con el Señor hasta llegar al arrepentimiento. Debo extender esa misma gracia a mis hijos. Así que si ellos todavía están luchando, a veces escribo cuatro o cinco preguntas y le digo: “Está bien, quiero que te sientes aquí, que pienses sobre estas preguntas y escríbeme una respuesta”.

Nancy: ¿Preguntas como. . .?

Holly: Preguntas como:

● ¿Qué fue lo que hice que estaba mal? Llamarlo por su nombre.

● ¿Qué podría haber hecho diferente?

● ¿Respondí o reaccioné?

● ¿Qué piensa el Señor sobre esto?

● ¿Qué hubiese querido Dios que yo hiciera?

Los estamos entrenando en cuanto a la forma de tratar con el pecado, cómo manejarse en momentos difíciles, cómo tomar decisiones cuando se encuentran…quiero decir, ahora yo tengo hijos entre las edades de 30 y 11 años, y otras madres tienen hijos de otras edades entre esas dos. Tengo hijos que están en diferentes etapas de la vida que en este instante están tomando decisiones cruciales en sus vidas sobre lo que dicen creer.

Kim: Tú los estás entrenando en cuanto a cómo procesar. . .

Holly: Es cierto. Ellos necesitan saber cómo tomar decisiones bíblicas.

Kim: Y cómo procesar lo que está pasando.

Holly: Exactamente.

Kim: ¿Cuál fue mi motivación? ¿Por qué lo hice? ¿Qué fue exactamente lo que hice?

Holly: Es cierto. Porque si tomo cada decisión por ellos, a medida que van creciendo… algún día ya no estarán en mi casa, y deberán tomar sus propias decisiones. Más nos vale que los entrenemos para que aprendan a escuchar la voz de Dios, para que cuando ya no vivan en nuestras casas, sus mentes sean gobernadas por Dios y no por ellos mismos.

Kim: Yo hago lo mismo. A veces, si yo sé que hay una porción de las Escrituras que se aplica a alguna situación, le digo: “¿Podrías leer esto en voz alta?”

Un día Caleb me dijo, “¿Mamá, podrías leerlo?”

Y yo le dije: “No, yo quiero que tú lo leas en voz alta; quiero escucharte leyéndolo.”

Y entonces la Palabra, y el poder de la Palabra, y mientras él lo lee y hablamos sobre eso….y yo le digo: “Ahora bien, ¿qué significa esto? ¿Cómo crees que se aplica a lo que ha pasado aquí?”

Holly: No siempre tiene que ser sobre una situación grave o terrible necesariamente. Recuerdo un día que estaba tan agobiada por la manera en que mis hijos hablaban (realmente debo hacerlo de nuevo porque tengo ahora otro grupo de chicos en esta edad), pero tuvimos un día de Efesios 4:29 en nuestra casa. Así que memorizamos Efesios 4:29.

Nancy: ¿Qué dice que. . .?

Holly: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.”

Kim: Mi hijo lo conoce bien también, y mi hija. Todo lo que tengo que decir a veces es: “¿Eso que acabas de decir va acorde con Efesios 4:29?”

Holly: Tuvimos un día de Efesios 4:29, donde decidimos que ese día todo lo que saliera de nuestras bocas debía ajustarse a los parámetros de este versículo. Debía también ser adecuado para la necesidad del momento, y debía ser de gracia para aquellos que escucharan, debía ser de edificación.

Lo sorprendente fue que esto fue más difícil para mí que para mis hijos. Yo no podía decir las cosas como normalmente las decía porque no encajaban en el contexto ni en los parámetros del versículo. Así que puede ser algo divertido, y aun así le estás enseñando la verdad. Hasta el día de hoy, mis hijos mayores se dicen unos a otros: “Efesios 4:29”, si alguno de sus hermanos quiere decir algo indebido.

Nuestros adolescentes han estado haciendo algo llamado “prueba de sonido” los miércoles en la noche en la iglesia, donde han estado hablando sobre lo que sale de sus bocas y el hecho de que más nos vale que estemos “probando” lo que sale de nuestras bocas. Es muy parecido a lo que hicimos en el día de Efesios 4:29. Estamos siempre en un proceso de entrenamiento, entrenándonos a nosotras mismas, y luego pasándolo a nuestros hijos.

Hace muchos años atrás un predicador llamado John Henry Yowe predico un Sermón llamado Remordimientos Innecesarios y dijo, aunque hayas herrado y te hubiese gustado volver atrás y haber tomado otro camino y que, quien es nuestro Dios? ¿Cuál es su nombre y su carácter?

¿No puede El deshacer lo hecho y en su infinita gracia rehacerlo de nuevo? El en su gracia puede reparar todo lo que este dañado y lo mal hecho. El puede restaurar la caña cascada, El puede restaurar un corazón roto, El puede lidiar con la promesa incumplida. ¿Y si puede hacer todo esto no puede en su infinito amor corregir nuestros errores y enderezar lo torcido? Pienso que eso es lo que nos debe esperanzar porque ninguna de nosotras vamos a ser madres perfectas, ninguna de nosotras vamos a amar a nuestros hijos correctamente, ninguna de nosotras va a acudir a Dios con la consistencia y persistencia que deberíamos, pero Dios es un Dios redentor, Él puede destejer y retejer el tejido.

Kim: Wao eso es esperanzador Holly.

Nancy: Quizás solamente necesitas decir Señor hay cosas torcidas en mi vida situaciones en las que he fallado en la medida que Dios te lo va mostrando no está tratando de que vivas en condenación lo que El quiere es liberarte de todo aquello, pero el punto de partida para eso es el ser honesta con Dios y decirle, sabes que mis prioridades estaban equivocadas o cuando mis hijos estaban pequeños no te busque de la forma en la que debía hacerlo, por lo que, que debes hacer, ve a los pies del Señor, se honesta con Él, confiésalo, te arrepientes y le dices, Señor por T u gracia me restaurarías? podrías traer orden y sentido a mi vida en estos momento, te entrego estas piezas este desastre y le dices Señor, solo tú puedes restaurar y renovarlo todo, y luego esperas en El Señor, sabes que Dios lidia con todo esto desde la eternidad la historia no se ha terminado.

Tengo amigas muy queridas lidiando con el reto de criar adolescentes, niños adultos y ellas esperan a que El Señor los ilumine y cambie sus corazones, Dios es capaz. Continúa clamando al Señor, dependiendo de Él, buscándolo llevando a cabo lo que solo un Gran Redentor Dios puede hacer.

Holly: Quiero animar también a aquellas madres que hoy pueden reconocer la mano de Dios en distintas áreas de su corazón al tiempo que Dios se lo señala y dice, mira esto pregúntale estas interrogantes.

¿Qué hice que no te agradara?

¿Qué puede haber hecho distinto?

¿De qué me tengo que arrepentir?

Date cuenta de que Dios no te va a dejar estancada y sin esperanzas, su deseo es cambiarte para que el próximo año no mires hacia atrás con la misma lamentación que has tenido este año, nunca es tarde para apropiarte de la Gracia de Dios por lo que si el año pasado fue horrible y fallaste en hacer lo que Dios te había llamado a hacer y Dios ahora te ha dado la oportunidad de verlo con claridad, Él puede redimirte cuando tomes decisiones el próximo año, por lo que mientras avanzas vas a poder mirar hacia atrás algún día y decir, por la Gracia de Dios esas cosas han cambiado en mi vida y no estoy en el mismo lugar en donde solía estar.

Nancy: Hemos hablado sobre la noble misión de la maternidad y de cómo nuestros corazones son moldeados para la eternidad al tiempo que pasamos el bastón de la verdad de generación en generación. Esta es una visión que estamos tratando de inculcarles a las madres para que sepan que lo que hacen es crucial y que deben buscar a Dios por ellas mismas. Hay aspectos elevados y nobles de la maternidad así como también hay aspectos en las practicas reales y no espirituales del ama de casa y de la vida cotidiana de una mujer de Dios en cualquier etapa en la que se encuentre. El mantener una casa así como tantas otras formas de servir a los demás podrían no parecer tener un grado espiritual significativo y hemos estado hablando de eso y del hecho de que esas cosas si tienen un significado espiritual.

Quiero pedirles que oren, y quiero invitar a nuestras oyentes a que se nos unan en oración. Algunas tienen hijos, y otras no. Pero mientras escuchaba, mi corazón está con las madres, y quiero ser una mujer que ora por los hijos de esas madres. Holly y Kim, tengo una carga especial por sus hijos, y por su caminar espiritual al seguir el legado de sus padres. Pero esto requiere de la gracia de Dios. ¿Así que podrías guiarnos en una oración por estas madres y por los hijos que están criando?

Holly: Padre, venimos ante ti con corazones agradecidos porque no nos has dejado solas en nuestros roles de ser madres. Padre, te agradezco por los hogares que tienen padres piadosos. Te ruego que nos convirtamos en esposas que escuchen a sus esposos, que ellos puedan indicarnos las cosas que necesitan de nuestra atención.

Padre, te pido por las madres que están criando sin un esposo piadoso en sus hogares, te pido Señor que tu traigas a otros a sus vidas para animarlas y ayudarlas. Te ruego Señor, que alientes los corazones de las mujeres solteras que están criando a sus hijos sin un padre, lo cual es un inmenso trabajo.

Padre, te pido por las mujeres que están luchando con la idea de maternidad. La maternidad es difícil, y en algunos días, es un trabajo muy, muy largo. Algunos días estamos tan cansadas, que no creemos que podremos dar el siguiente paso.

Padre, yo te ruego que nos infundas Tu gracia, Tu Fortaleza, y que nos concientices de que no tenemos en nosotras lo que se necesita, solo debemos correr hacia Ti. Tú estás dispuesto y eres capaz de darme la fuerza, la energía, los recursos y la mente para llevar a cabo este rol de una manera que te honre y te agrade.

Padre, yo oro por las solteras, y las más jóvenes. Señor, ¿podrías levantar un ejército poderoso de mujeres que comprendan Tu Palabra, que levanten los brazos de las madres a su alrededor, que oren por ellas, y que alienten a sus hijos, para que Señor, Tus propósitos se cumplan en esta generación? Te lo pedimos en el nombre de Cristo, amén

Carmen: Holly Elliff ha estado orando por las madres. Criar es una gran tarea. Hemos estado escuchando acerca del poder de un Dios amoroso que está dispuesto a ayudar a las madres que claman por su ayuda.

Necesitamos el aliento de parte de otras mujeres como Holly y de nuestra otra invitada, Kim Wagner. Necesitamos también el aliento de los maestros de la Biblia, como nuestra anfitriona, Nancy Leigh DeMoss. Esto es de lo que trata Tito 2, que las mujeres mayores instruyan a las más jóvenes.

Sumisión: ¿será esa una mala o una buena palabra? Lo veremos en el próximo programa de esta serie.

Visita nuestro sitio web, www.AvivaNuestrosCorazones.com para que puedas ser fortalecida con todos los recursos que encontrarás allí y que te servirán para animarte en el camino.

Acompáñanos en la próxima entrega de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Voces adicionales:

– Holly Elliff, en la voz de Mildred Pérez de Jiménez.

– Kim Wagner, en la voz de Elba Ordéix de Reyes.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

J8 – El ministerio que ya tienes 

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

J8 – El ministerio que ya tienes

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/el-ministerio-que-ya-tienes/

Carmen Espaillat: Con ustedes, Holly Elliff.

Holly Elliff: Tengo que ser una mujer que acude al Señor. Este tiempo con Dios es crítico ya que tengo que sacar el tiempo para encontrarme con Él y decirle, “Dios, muéstrame lo que es importante para el día de hoy”. Muéstrame lo que tiene que pasar para que podamos vivir en paz; dirígeme a lo largo del día”.

Si vas al Nuevo Testamento —y le prestas atención a la vida de Cristo— verás que siempre está ajustando su agenda durante del día. En algunas ocasiones, la agenda de Cristo cambió; Dios puso personas en Su camino o se sintió obligado a dar media vuelta y regresar a la multitud.

Algunas de ustedes, al igual que yo, tienen una multitud en sus casas. Es posible que Dios cambie las cosas y que terminen haciendo lo que no tenían intención de hacer para ese día en particular.

Es crítico para nosotras, las mujeres, ser lo suficientemente flexibles para escuchar al Señor y hacer lo que Él dice, teniendo en cuenta que las personas en nuestras casas son más importantes que las cosas que tenemos en ellas.

Un autor ha dicho, “Criar es como cavar una zanja”. Como madres, no podemos hacer nada para persuadir o convencer a nuestros hijos de que amen a Dios. Podemos cavar las zanjas, pero no llenarlas.

“Podemos enseñarle a nuestros hijos acerca de Dios, orar por ellos, serles de ejemplo con nuestras vidas y exponerlos ante aquellos que aman y sirven a Dios, pero solo Dios puede darles una vida espiritual”.

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Desde hace semanas, Nancy nos ha estado ayudando a encontrar tesoros en Tito 2:1-5. Está repleto de consejos sabios y prácticos para las mujeres.

Hoy, estamos repasando algunos puntos y aprendiendo cómo aplicarlos todos los días. Con nosotras, han estado escuchando dos esposas de pastores —Holly Elliff y Kim Wagner— quienes nos van a explicar cómo se ven estos principios en sus vidas. Continuamos ahora con Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: No deja de sorprenderme —y sé que ya lo he mencionado en esta serie— el hecho de que Dios escogiera siete características que se suponen sean parte del curriculum de mujeres jóvenes y que cuatro de ellas se relacionen con la familia. Las otras tres también contribuyen. A esto es a lo que Dios le da prioridad.

¿Y en qué estamos poniendo nuestras prioridades? En muchas otras cosas.

He tenido muchas mujeres que vienen o me escriben —esposas y madres jóvenes— y me dicen: “Dios me ha puesto en el corazón que escriba libros, que enseñe, que tenga un ministerio”. Entonces me quedo pensando y le digo, “¿Te das cuenta de lo que tienes?”

Les digo a las mujeres: “Lo que Dios me ha llamado a hacer palidece—ante lo que haces como esposa y madre—con la excepción de que Dios me ha llamado a hacerlo. Pero en términos de impacto, longevidad y multiplicación de generaciones para el Reino de Dios, al amar a tu esposo, al amar y criar a tus hijos, al entrenar a mujeres más jóvenes, estás contribuyendo al crecimiento y al avance del Reino de Dios”.

Eso es enorme.

Holly: Pienso que en muchas ocasiones queremos “un ministerio”, pero olvidamos que ya lo tenemos. Si Dios nos ha dado hijos, si Dios nos ha dado un esposo, ya tenemos la parte integral de un ministerio.

Ese tiene que ser mi ministerio número uno. Si puedo amar a mi esposo en concordancia con la Palabra de Dios, si puedo amar a mis hijos y hacerles ver al Señor como lo dice la Biblia, entonces creo que Dios convertirá en un ministerio por la diligencia con que he atendido esas áreas tan importantes a las que Dios me ha llamado.

Nancy: Holly, puedo distinguir —claramente— dos caminos en tu vida. Uno es que ahora que tienes más edad, pero todavía con hijos pequeños—mujeres jóvenes acuden a ti queriendo que les enseñes y las entrenes. Ellas han visto en ti un ejemplo a seguir.

Kim, eso pasa con las mujeres de tu iglesia también. Ahora bien, el otro camino es lo que Dios está haciendo a través de tus hijos.

Holly, tuve la oportunidad de conocer a tu familia —creo que tus ocho hijos estuvieron presentes en ese almuerzo— y pude ver cómo la madurez espiritual y el entusiasmo de estos niños están causando impacto y multiplicando tu ministerio y el de Bill.

Y pensar en tu primer nieto de un año y en los otros que han de venir —probablemente muchos— años después, cuando ya no estén en este mundo. Y eso, sabemos, es solamente por la gracia de Dios.

Holly: Exactamente.

Nancy: Y aún no se ha escrito el próximo capítulo de ninguno de ellos.

Holly: Cierto.

Nancy: Pero, por el momento, están caminando en el Señor y sirviéndole de corazón. Eso no fue algo que pasó “de un día para otro”.

Ahora bien, no todo el crédito es tuyo y de Bill.

Holly: Ningún crédito es nuestro.

Nancy: Pero ustedes han sido fieles. Y, cuando los padres han sido fieles, pueden estar seguros de que Dios los va a bendecir, los va a honrar y a multiplicar.

Por lo que no simplemente has estado amando a tus hijos y a tu esposo, sino que les has ministrado, impactado y alcanzado. Y esto es enorme.

Holly: Un autor dijo,

“La maternidad es como cavar una zanja. Como madres, no podemos hacer nada para persuadir o convencer a nuestros hijos de que amen a Dios. Podemos cavar las zanjas, pero no las podemos llenar. Podemos enseñarle a nuestros hijos acerca de Dios, orar por ellos, vivir la vida cristiana ante ellos y exponerlos ante otros que amen y sirvan a Dios, pero sólo Dios puede darles vida espiritual.

Dios no necesita nuestra ayuda, pero —en Su plan soberano— nos invita a que tomemos parte activamente y a que colaboremos con Él al tiempo que Él trabaja en sus vidas.”

Una vez escuché la historia de una niña que se asustaba de noche. La mamá le repetía una y otra vez, “Pero, mi amor, no tienes por qué tener miedo; Dios está aquí, contigo”.

Y ella respondía, “Sí, pero necesito a alguien conmigo que tenga piel”.

Pienso —muchas veces— que tenemos que estar dispuestas a estar llenas de Cristo para que nuestros hijos tengan una imagen “con piel”. Muchas, muchas veces es difícil.

Se necesita sacrificio. Se necesita diligencia. Se necesita el autocontrol del que hemos estado hablando.

No puede venir desde nuestro interior. Tiene que venir de Dios el vivir Su vida dentro y a través nuestro. La herramienta que Él usa, especialmente en mi vida, es la maternidad.

La maternidad se convierte en una de las herramientas que Dios usa para darme forma y moldearme; así como lo dijo un autor, “para que me cincele por la eternidad”. Por lo que si aceptamos que la maternidad es parte del proceso de Dios… entonces no es un obstáculo, sino que ese es el proceso de Dios en mi vida.

Nancy: Es santificarte, moldearte a la imagen de Cristo. De nuevo, eso lo obtenemos cuando abrazamos el rol que Dios ha dispuesto en nuestras vidas; porque hay un propósito en ello y es, a través de esto, que somos santificadas.

Es como cuando cumplo con mi responsabilidad al estudiar, escribir y enseñar; yo “cavo una zanja”—que a veces requiere un trabajo agotador. Es distinto a la maternidad, pero es mi maternidad espiritual hacia las mujeres.

Y si no le soy fiel en eso, entonces pierdo un poco en el grado de santificación que Dios quiere para mi propia vida.

Holly: Exacto. Hay veces que Nancy y yo nos hemos escrito correos electrónicos con tan solo unas horas de por medio. El mío escrito a las 3:30 de la madrugada

Nancy: No te has acostado aún.

Holly: Y el de Nancy escrito a las 5:00 de la madrugada. Al levantarse.

Nancy: No es que acostumbre a levantarme a las 5:00 de la madrugada

Holly: Nos reímos de eso porque, entre las dos, hemos cubierto casi un período de 24 horas. Por lo que nuestras vidas son muy distintas.

Nancy pasa más tiempo a los pies del Señor que yo. Si voy a tener un tiempo con Dios, va a ser en medio de mi vida.

Sé que les estoy hablando a madres que luchan por acordarse dónde pusieron sus Biblias. Seguro porque están debajo de una pila de cosas en sus casas. Tenemos que ser muy, pero muy intencionales para sacar tiempo y escuchar a Dios—aunque sea en medio de todo lo que esté ocurriendo en nuestras vidas.

Muchas veces es difícil. Toma mucho “enfoque intencional” para que eso suceda.

Kim Wagner: Pienso que ese es, probablemente, el aspecto más importante de la maternidad: que nuestros hijos vean y reconozcan lo importante que es la Palabra de Dios para sus madres, que ellas están orando por ellos.

Ellos lo reconocen. Lo ven. Es fundamental. Es esperanzador que sientan el deseo de ponerla como una prioridad en sus vidas.

Holly: Sé que algunas de ustedes puede que estén pensando “Ojalá y hubiese sido fiel en esto o aquello, pero no lo he sido”. Puede que estés lamentando el no haber estado dedicándole tiempo suficiente a tus hijos para que conozcan a Dios.

Hace muchos años atrás, un predicador llamado John Henry Jowett, predicó un sermón llamado “Remordimientos Innecesarios”, y dijo:

“Aunque hayas errado y te hubiese gustado volver atrás y haber tomado otro camino, ¿y qué? ¿Quién es nuestro Dios? ¿Cuál es Su nombre y Su carácter?

¿No puede Él deshacer lo hecho y —en su infinita gracia— rehacerlo de nuevo? Él, en Su gracia, puede reparar todo lo que esté dañado y lo mal hecho. Él puede restaurar la caña cascada. Él puede restaurar un corazón roto. Él puede lidiar con la promesa incumplida.

Y si puede hacer todo esto, ¿no puede, en Su infinito amor, corregir nuestros errores y enderezar lo torcido?”

Pienso que eso es lo que nos debe esperanzar porque ninguna de nosotras vamos a ser madres perfectas. Ninguna de nosotras vamos a amar a nuestros hijos correctamente. Ninguna de nosotras va a acudir a Dios con la consistencia y persistencia que deberíamos.

Pero Dios es un Dios redentor. Él puede “destejer y retejer el tejido”.

Kim: ¡Wao! Eso es esperanzador, Holly.

Nancy: Quizás solamente necesitas decir, “Señor, hay cosas torcidas en mi vida, situaciones en las que he fallado”. En la medida en la que Dios te lo va mostrando, no está tratando de que vivas en condenación; lo que Él quiere es liberarte de todo aquello.

Pero el punto de partida para eso es el ser honesta con Dios y decirle: “Sabes que mis prioridades estaban equivocadas”, o “Cuando mis hijos estaban pequeños no te busqué de la forma en la que debí hacerlo”.

Por lo que, ¿qué debes hacer?

● Ve a los pies del Señor. Sé honesta con Él. Confiésalo.

● Te arrepientes y le dices, “Señor, por Tu gracia, ¿me restaurarías? ¿Podrías traer orden y sentido a mi vida en estos momentos? Te entrego estas piezas, este desastre y le dices, “Señor, solo Tú puedes restaurar y renovarlo todo”.

● Luego, esperas en el Señor. Sabes que Dios lidia con todo esto desde la eternidad. La historia no se ha terminado.

Tengo amigas muy queridas lidiando con el reto de criar adolescentes, niños adultos. Ellas esperan a que el Señor los ilumine y cambie sus corazones.

Dios es capaz. Continúa clamando al Señor; dependiendo de Él; buscándolo para que lleve a cabo lo que solo un gran redentor Dios puede hacer.

Holly: Quiero animar también a aquellas madres que hoy pueden reconocer la mano de Dios en distintas áreas de su corazón. Al tiempo que Dios se lo señala y dice, “Mira esto”, pregúntale estas interrogantes:

• ¿Qué hice que no te agradara?

• ¿Qué pude haber hecho distinto?

• ¿De qué me tengo que arrepentir?

Date cuenta de que Dios no te va a dejar estancada y sin esperanzas. Su deseo es cambiarte para que el próximo año no mires hacia atrás con la misma lamentación que has tenido este año.

Nunca es tarde para apropiarte de la gracia de Dios. Por lo que si el año pasado fue horrible —y fallaste en hacer lo que Dios te había llamado a hacer— y Dios ahora te ha dado la oportunidad de verlo con claridad, Él puede redimirte cuando tomes decisiones el próximo año. Por lo que, mientras avanzas, vas a poder mirar hacia atrás algún día y decir “por la gracia de Dios, esas cosas han cambiado en mi vida y no estoy en el mismo lugar en donde solía estar”.

Nancy: Hemos hablado sobre la noble misión de la maternidad y de cómo nuestros corazones son moldeados para la eternidad al tiempo que pasamos el bastón de la verdad de generación en generación. Esta es una visión que estamos tratando de inculcarles a las madres para que sepan que lo que hacen es crucial y que deben buscar a Dios por ellas mismas.

Hay aspectos elevados y nobles de la maternidad, así como también, hay aspectos prácticos, reales y no espirituales del ama de casa, de la vida cotidiana y de la vida de una mujer de Dios en cualquier etapa en la que se encuentre.

El mantener una casa, así como tantas otras formas de servir a los demás, podrían no parecer tener un grado espiritual significativo. Hemos estado hablando de eso y del hecho de que esas cosas sí tienen un significado espiritual.

Pero me encantaría escucharlo de ustedes. Ustedes tienen casas; tienen hijos que necesitan ropa y maridos e hijos que, ocasionalmente, tienen hambre.

¿Cómo encontrar un propósito en los quehaceres prácticos del hogar? ¿Cómo servir con gozo?

¿Te has preguntado alguna vez si lo que haces es significativo? Esa es una tentación que todas tenemos; es la tendencia básica hacia el descontento y al querer otras cosas que no tengo.

¿Cómo hacer esas cosas y no dejarlas a un lado, y en medio de ello encontrar propósito, significado y gozo?

Kim: Parte de ello va de la mano con el no lamentarse al mirar hacia atrás. Debes ser intencional cuando amas a tu familia y le sirves en cada oportunidad que tengas. Tú no quieres vivir lamentándote por lo que no hiciste.

Tengo una buena amiga a quien he escuchado decir, muy a menudo, que tiene un gran remordimiento. Ella era una madre soltera que no se tomó el tiempo de levantarse en las mañanas para darle el desayuno a su hijo antes de que él se fuera para la escuela.

Ella me dijo, “Él no se iba sin desayunar. Se preparaba su cereal y ambos corríamos hacia la puerta”. Pero nunca le preparó un desayuno y lo acompaño mientras comía.

Me alegra que me lo haya confiado, siendo yo aún una madre joven —bueno, por un poco de tiempo eduqué a mis hijos en casa— pero ahora no lo hago y mi hijo sale para la escuela todas las mañanas.

Bueno, les cuento que esa semana, mi hijo pasó la noche en casa de un amigo. Cuando regresó al otro día me dijo, “Mami, su mamá no nos preparó el desayuno”.

Y no es algo que mi hijo demande o espera. Muchas veces sabe cuando me he acostado tarde y me ha dicho “No tienes que levantarte a prepararme el desayuno”, pero sé que es importante para él el tener ese tiempo juntos en las mañanas.

Te he escuchado decir esto antes, Nancy, y a ti, Holly y he tratado de hacer esto: Sé una estudiante de los miembros de tu familia. Aprende lo que les trae gozo. Aprende lo que les comunica tu amor.

No es solamente el amor que viene de ti. Es el amor de Cristo a través de ti cuando les sirves. Puede que no te guste cocinar. Puede que no te guste lavar la ropa.

Nancy: Bueno, algunas de las cosas que haces —como limpiar la casa— no necesariamente va a hacer apreciadas por tus hijos hasta que tengan su casa propia. Quizás ni cuenta se den que haces esas cosas, pero hay que hacerlas para que todo en la casa funcione como es debido. ¿Cómo hacerlo todo “como para el Señor”?

Holly: ¿Sabes qué? Cuando tenía 20 años, esas cosas no estaban en mi lista. Yo iba a ser una patóloga clínica del habla y a manejar un carro deportivo rojo. Eso estaba en mi lista.

Con el paso de los años, he tenido que luchar para poner cada una de estas cosas en las manos del Señor. Las traía a mi vida, primero fue el área de ser esposa y el llamado que tenía de amar a mi marido.

No eran cosas que estaban en mi naturaleza o que salieron de mí. Y no eran cosas que tenía el deseo de hacer.

Nancy: Tú tenías el deseo de amar a tu marido, pero te refieres a algunas de las cosas prácticas…

Holly: Oh, estaba locamente enamorada de mi esposo, pero cuando tenía que recoger sus medias sucias del suelo…

Kim: O solo el mantener la habitación limpia. Durante mis años de adolescencia, nunca tuve un cuarto ordenado.

Sé que algunas adolescentes nos están escuchando. Espero que todas empiecen ahora, como les ha enseñado Nancy, a organizar sus cuartos como si fueran sus casas del futuro.

No me gustaba limpiar mi cuarto, pero aprendí que la forma de verlo con gozo era tenerlo ordenado y limpio. Al hacerlo, se sentía una atmósfera agradable. Creo que esa debe ser una prioridad de las esposas.

Pienso que sus maridos deben llegar a casa y sentirse a gusto en su habitación. La habitación debe ser un lugar acogedor en el que él se sienta cómodo; que no tenga que sortear las canastas de ropa sucia o las de ropa limpia para llegar a su cama.

Ahora, tampoco estoy diciendo que él nunca debe…

Holly: Tengo que interrumpirte un minuto aquí, porque antes de salir esta mañana, dejé dos canastas de ropa sobre mi cama. Por lo que me estoy riendo que Kim esté usando esa ilustración.

Kim: No estoy diciendo que tengas que hacerlo todo siempre perfecto. No.

Holly: Pienso que en resumidas cuentas, y al tiempo que maduramos en Cristo, como lo hacemos todas, no importa dónde estemos en nuestras vidas—nuestro entendimiento, de lo que nos ha llamado a hacer, irá madurando también.

De manera que en la medida que estas cosas van aconteciendo en tu vida, si esas cosas son prioritarias, entonces Dios me llama a tomar mi cerebro que iba a ser un patólogo clínico del habla y aplicar esas cosas que Dios ha puesto en mi cabeza y convertirme en una estudiante de esto.

¿Cómo puedo hacerlo mejor? ¿Cómo establezco un horario?

Si tienes un montón de niños en tu casa, es muy difícil mantener y vivir en ella sin matar a alguien. Por lo que, algunas veces, significa que debo convertirme en una estudiante de la organización. Tengo que transformarme en una estudiante que sepa limpiar la casa.

Hay muchos recursos en la red hoy en día. Si sabes que no eres buena en eso y se convierte en una fuente continua de estrés, navega en Internet. Visita esas páginas web que te den ideas y trucos de cómo hacerlo.

Nancy: Acude a una mujer mayor que tú.

Kim: Eso mismo iba a decir. Hay una señora en nuestra iglesia, una mujer de Dios —ella fue viuda durante un tiempo y ahora está vuelta a casar— ella toma tu libro, “Una mujer conforme al propósito de Dios”, y lo estudia con muchachas recién casadas teniendo primero en cuenta el aspecto espiritual de todo.

Luego, ella les dice: “Ahora, yo voy a ir a sus casas y les voy a enseñar cómo limpiarlas y cómo preparar algunas comidas”. Y esto ha sido una bella experiencia—ver florecer todas estas muchachas en la práctica y en lo espiritual.

Holly: Es como dice Pablo en el Nuevo Testamento, “Las cosas que veas en mi, practícalas”. Es porque muchas de esas cosas no vienen a nosotras de forma natural. Tenemos que aprenderlas y practicarlas.

Mientras más nos rindamos ante Dios e implementemos esas cosas en nuestras vidas, menos esfuerzo requerirán. Son parte de lo que Dios nos ha llamado a hacer para nuestras familias.

Tenemos un adagio en nuestra casa y es que las personas siempre son más importantes que las cosas. Por lo que si me veo entre sentarme con un niño y escucharlo y lavar la ropa, lo más importante es sentarme con ese niño y escucharlo. Pero eso implica que quizás tengas que lavar la ropa tarde en la noche.

Pienso que debemos dejar que Dios nos proporcione un sentido del orden… Ahora bien, mi casa nunca se va a ver como la de Martha Stewart. Nunca va a estar totalmente ordenada. Y por lo que veo, nunca va a estarlo.

Por lo tanto, tengo que ser una mujer que acuda al Señor. Este tiempo con Dios es crítico, ya que tengo que sacar el tiempo para encontrarme con Él y decirle, “Dios, muéstrame lo que es importante para el día de hoy. Muéstrame lo que tiene que pasar para que podamos vivir en paz; dirígeme a lo largo del día”.

Si vas al Nuevo Testamento y le prestas atención a la vida de Cristo, verás que siempre está ajustando Su agenda durante del día. En algunas ocasiones, la agenda de Cristo cambió; Dios puso personas en Su camino o se sintió obligado a dar media vuelta y regresar a la multitud.

Algunas de ustedes, al igual que yo, tienen una multitud en sus casas. Es posible que Dios cambie las cosas y que terminen haciendo lo que no tenían intención de hacer para ese día en particular.

Es crítico para nosotras, las mujeres, ser lo suficientemente flexibles para escuchar al Señor y hacer lo que Él dice, teniendo en cuenta que las personas en nuestras casas son más importantes que las cosas que tenemos en ellas.

Carmen: Holly Elliff nos ha venido enseñando a establecer prioridades. Cuando alguna urgencia se presente, es reconfortante saber que puedes acudir a la Biblia. Eso te ayudará a priorizar tus responsabilidades.

La conversación de hoy entre Holly Elliff, Kim Wagner y —nuestra anfitriona— Nancy Leigh DeMoss, es parte de una serie llamada El hermoso diseño de Dios para la mujer: Viviendo Tito 2:1-5 .

Te invitamos a visitar nuestra página web www.AvivaNuestrosCorazones.com. Allí podrás escuchar algunos de los programas de esta serie que te hayas perdido. También podrás encontrar algunos interesantes recursos que te ayudarán en este llamado a ser mujer.

¿Qué efecto tendrá la hipocresía en nuestros hijos? Aprende a hablar palabras de vida frente a tus hijos y enséñales cómo hacer lo mismo cuando sintonices el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

A la Más Bella de las Flores , Alex Rodríguez

Voces adicionales:

• Holly Elliff, en la voz de Mildred Pérez de Jiménez.

• Kim Wagner, en la voz de Elba Ordéix de Reyes.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

J5 – Ministrando en el hogar

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

J5 – Ministrando en el hogar

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/ministrando-en-el-hogar/

Carmen Espaillat: Kim Wagner tiene algunos huéspedes especiales en su hogar.

Kim Wagner: El ministerio a mis hijos es realmente por un período de tiempo muy corto, entonces durante esos años en que tengo niños en el hogar, mi ministerio primario deben ser mi esposo y luego mis hijos.

Yo estaba limpiando una bolsa de mano vieja hace un par de días, y saqué una nota. Pude ver que era una nota de mi hijo escrita a mano hace varios años.

Nancy: Entonces hace mucho tiempo que no limpias esa bolsa, ¿verdad?

Kim: Sí. Estaba en un clóset que tenía que limpiar. Normalmente sus notas las pongo en un lugar muy especial, entonces pensé: «¿Por qué está todavía esta nota en esta bolsa?» La abrí para ver. Ni siquiera la recordé al principio. Leí esta nota y decía: «Mamá: muchas gracias por pasar el día de San Valentín conmigo. Tú y mi papá vinieron a mi juego». Y sabes, su juego fue durante la noche de San Valentín, y eso era importante para él; tenía valor.

Ahora estoy viendo la recompensa de decisiones como esa que he tomado. Hay otras madres y gente que me comenta acerca de Caleb, o me dice algún comentario que él hizo, tal como: «Me encanta estar con mi mamá. Mi mamá es una de mis personas favoritas con quien disfruto pasar tiempo». También me comentan que Caleb en ocasiones me ha defendido.

Esta es una lealtad que se ha creado a través de los años, de tomar decisiones, en ocasiones de tomar decisiones de no hacer algo que hubiera preferido, quizás de tener una noche para mí sola, o de mi propia elección; y en lugar de ello haber rendido ciertas cosas porque vives con la mentalidad de que el tiempo que tienes a tus hijos en casa es muy, muy corto. Pronto estarán fuera formando sus propias familias y por lo tanto deseas invertir el tiempo que tienes con ellos ahora.

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

La última vez, Nancy vio dos principios de Tito capítulo 2: «Las mujeres deben de ser trabajadoras en el hogar y deben ser amables.» Nancy ha hecho un trabajo excelente al describir este balance de la Escritura. Como mujer soltera, ella quiere escuchar de algunas amigas que tienen experiencias diferentes a las de ella, entonces aquí está Nancy con Holly Elliff y Kim Wagner, continuando en la serie El hermoso diseño de Dios para la mujer.

Nancy Leigh DeMoss: Cuando tocamos algunos de estos temas que estamos cubriendo en Tito capítulo 2, temas que se relacionan muy directa y específicamente con las esposas y las mamás, me siento un poco incómoda. Me doy cuenta de que, como ustedes saben, muchos de los asuntos de la vida y del corazón son los mismos, la diferencia estriba más bien en cómo los aplicas en las diferentes situaciones de la vida. Aun así, cuando estamos hablando, por ejemplo, de amar a tu esposo y a tus hijos, estoy muy contenta de tener a mujeres como ustedes cerca, y otras que vienen a estas grabaciones, quienes están viviendo en el laboratorio de la vida-como por ejemplo en esto de amar al esposo y a los hijos.

Hoy se acercó a mí una esposa. Es una pareja piadosa que no ha estado casada por mucho tiempo, y, con lágrimas en sus ojos ella dijo: «El matrimonio es difícil». No creo que estaba preparada para esto. Ella ama a su esposo y él la ama a ella; y ambos aman al Señor, pero dijo: «Simplemente cuesta trabajo».

Ser padres cuesta trabajo. Es trabajo. Sobre todo cuando no solo lo quieres hacer como una tarea más, sino con la meta de tener un matrimonio que glorifique a Dios e hijos que glorifican a Dios. Esto tiene tantas otras dimensiones. No se trata nada más de cotejar cosas de tu lista; «Lo hiciste bien». Sino que es más bien fallar y confiar y esperar en el Señor y orar y esperar en Su gracia que causa que entiendas tantas cosas.

No tenemos a gente representada en este programa que lo haya «logrado»-en cuanto a tener el matrimonio perfecto o ser los padres perfectos-mucho menos yo. Pero los principios de Dios nos llevan a través de estas situaciones y trabajan dentro de nosotras, ayudándonos a transitar por esas etapas de la vida. Al ver hacia atrás en varios de los temas que hemos comentado en los últimos días, el amar a los hijos-hemos hablado de amar a los esposos, pero el amar a los hijos y cómo luce esto en la práctica-y luego saber cómo luce una mujer como ama de casa, cuidadora del hogar, y cómo eso le afecta a los niños, y hacerlo todo con amabilidad. Quiero que interactuemos un poco, y escucharlas a ustedes-las mamás, las esposas-. Vamos a hablar un poco acerca de cómo Dios les ha dado un corazón para esto; para este llamado a que las mujeres sean madres.

Quisiéramos comenzar por decir que enfrentamos una tentación y una atracción, aun como mujeres cristianas comprometidas, es decir que el ministerio es realmente algo diferente a lo que hacemos en el hogar. Entonces: «Tengo mi familia, pero quiero un ministerio, también». Yo sé que esto es cierto en el caso de las mujeres-tienen un corazón para el ministerio.

¿Jamás se sienten, o jamás han tenido que luchar con hallar el balance en todo esto, y al mismo tiempo tener un corazón para su matrimonio y sus hijos como el principal llamado de Dios y el principal ministerio en sus vidas?

Kim: Recuerdo haber tenido conversaciones con Holly acerca de esto. ¿Cómo balanceas todas esas responsabilidades? Estoy agradecida por mujeres piadosas y amigas como tú y Holly que han llegado a ofrecerme verdad y ánimo, y simplemente a enseñarme a decir «no» y especialmente a darme un buen entendimiento de las diversas etapas de la vida. El ministerio a mis hijos es realmente por un período de tiempo muy corto, entonces durante esos años en que tengo niños en el hogar, mi ministerio primario debe ser mi esposo y luego mis hijos.

Nancy: Y tus hijos son ahora… el último está a punto de salir de casa.

Kim: Correcto.

Nancy: Entonces esa etapa está a punto de cambiar.

Kim: Así es.

Nancy: Pero realmente te has enfocado durante esos años de procrear y criar hijos-no es lo único que has hecho, pero ha sido tu enfoque principal. Yo sé que tu hijo está terminando su último año de la escuela secundaria y has asistido a más juegos de basquetbol y a cosas que no vas ya a tener mucha oportunidad de hacer en el sentido de ser la porrista y animadora en su vida de la misma manera en los días por venir.

Kim: Pero voy a decir-y te doy gracias-que en esos años tempranos no puse (y pensé que sí), pero no puse la prioridad de ministrarles como debí hasta que realmente me vi confrontada con eso en tu conferencia-el evaluar qué prioridad estaba poniendo en mis hijos y mi ministerio hacia ellos, e hizo que hiciera algunos cambios en mi vida.

Holly Elliff: Yo creo, Nancy, que esto es realmente un gran problema para las mamás, el poder balancear esas áreas diferentes de la vida, y es muy difícil. Los hijos de Kim casi son adultos. Van a salir de la casa, entonces su etapa de ser madre, la parte activa, casi se acaba. Yo sé que algunos de ustedes que nos escuchan y que tal vez tienen muchos hijos como yo, no muchos en el sentido de tener ocho a la vez, pero sí tengo ocho hijos, entonces mi etapa de ser madre, de serlo activamente, ha sido muy larga.

Nancy: Y va a continuar así por unos años.

Holly: Sí. Entonces a menudo he tenido que ir al Señor y decirle: «Dios, ¿cómo balanceo el ministerio con las demandas de mi hogar y aun simplemente con las cosas de mantenimiento, las cosas rutinarias que tenemos que hacer cada día, cómo lo balanceo con las necesidades de mis hijos?» Yo creo que hay algunas formas en que tenemos que hacerlo, y una es que tenemos que conocer a nuestros hijos lo suficientemente bien para sentir cuándo nos necesitan más.

Le estaba diciendo a Nancy el otro día que Jessica, mi hija de once años, empezó a venir y subirse a mi pierna cada vez que yo me sentaba en el sillón. Esa era nada más una pequeña señal de que Jessica necesita más tiempo con «mami»; necesitaba algo de tiempo uno-a-uno conmigo. Entonces conocer a tus hijos suficientemente bien para reconocer esos síntomas o esas señales, no estando tan distraídas por otras cosas. Nancy, como más temprano tú estabas compartiendo sobre Marta en la cocina, esa es una lucha constante para mantener ese balance, poder mantener cuentas cortas.

Tengo una afinidad por Marta porque paso tanto tiempo haciendo cosas tipo Marta, que nunca sería mi elección, pero tienen que hacerse. Si tienes una casa llena de gente, tienen que comer, la casa tiene que tener un cierto orden o nadie puede sobrevivir. Entonces lo que he aprendido sobre Marta es, ella tiene que aprender. Si Marta hubiera quizás mantenido cuentas más cortas, quizás no habría explotado ese día y atacado a Cristo en su sala. Podría haber podido tratar con esto más rápidamente. Habría podido hacer planes de antemano para poder tener tiempo a los pies de Cristo. Entonces tengo un poquito de simpatía por Marta. Entiendo lo que significa que te dejen sola en la cocina.

Sí creo que como mujeres tenemos que mantener un corazón muy sensible a las necesidades de los que están a nuestro alrededor, al balance entre los diferentes aspectos de nuestra vida, porque no es nada más una cosa. Es una división constante. La palabra que usaste en un momento para referirte a Marta, que también puede significar fragmentado. Tantas veces te sientes absolutamente fragmentada al tratar de ministrarle a tu esposo y tratar de cumplir con las demandas de tu hogar y cuidar a tus hijos.

Entonces cualquier solidez que poseamos y que nos evite estar fragmentadas y que nos mantenga el juicio debe venir, pienso yo, del entendimiento de cuál es el llamado de Dios para nuestra vida; un entendimiento del panorama general, de por qué hacemos lo que hacemos y de entender que se trata de más que simplemente nosotras mismos.

Me encanta el Salmo 78 y Deuteronomio 6, donde habla acerca del hecho de que lo que estamos haciendo no es nada más para este momento, no es nada más para esta generación. Es para las generaciones venideras.

Me encanta el libro «El corazón de una madre» («A Mother’s Heart») por Jeanne Fleming. Tiene una pequeña sección en este libro sobre el llamado que tienen las madres y lo que eso significa. Dice esto:

«En cada generación, las mamás tienen que responder al llamado a ser lo que nadie más puede ser, de hacer lo que nadie más puede hacer para sus hijos. No es que las mamás no puedan hacer muchas otras cosas, pero si rehúsan aceptar su llamado como madres, algún hijo termina perdiendo, y el espacio vacío que deja esa madre hace eco por generaciones. Las madres no son ni la causa de todos los males de la sociedad, ni las salvadoras de la nación. Pero el futuro de la sociedad sí depende en parte de lo que hacemos con los hijos bajo nuestro cuidado. ¿Qué llamado podría ser más significativo o traerle más gloria a Dios?»

Yo pienso que es un llamado que somos responsables de escoger y aceptar. No es fácil, y a veces dura mucho, mucho tiempo.

Nancy: Claro, al oírte leer esto, Holly, estoy pensando: «¿Sabes? Las mamás aman a sus hijos. Hay un sentir de protección natural como de ‘mamá osa’ y de cuidado y preocupación por sus hijos». Y aun así hay tantas cosas en nuestra cultura, aun dentro del mundo cristiano, de la iglesia, las expectativas, etc. que alejan a las madres de ese llamado.

Ellas tienen un instinto, pero mientras miro a mi alrededor y veo tantas de las mamás que conozco, y están tan ocupadas-no solamente con sus hijos. Casi luce como una especie de conspiración, y quizás lo es en el mundo espiritual y en el poder de las tinieblas. Sabiendo el impacto que tienen las mamás, las tienen tan ocupadas, tan distraídas, tan llenas de cosas en su cabeza y en sus corazones… Veo a muchas de esas mujeres tratando de tener un trabajo de tiempo completo, tratando de cumplir con las necesidades de sus esposos y de sus hijos, de hacer labores en la iglesia, y lo que más hace falta es un buen juicio en medio de todo esto, sin hablar de lo agotadas, exhaustas y fragmentadas que se encuentran. Asumo que están viendo esto al estar ministrando a las mujeres en sus propias iglesias.

Holly: Yo creo que es bastante común ver esto entre las mujeres, especialmente las mujeres más jóvenes que tal vez tienen hijos chicos y están tratando de lograr mucho… deben tener mucha energía para hacer todas esas cosas. Aman el ministerio, aman a las personas, les encanta estar involucradas en muchas cosas. Yo pienso que es parte de por qué tenemos el ejemplo de Marta en Lucas 10:41- 42, porque Cristo le está diciendo a Marta: «Estás distraída por tantas cosas buenas-hay tantas cosas buenas-pero María ha escogido lo que es la cosa principal» (parafraseado).

Creo que hay tantas demandas sobre nuestro tiempo que es muy, muy difícil filtrar esas demandas para poder identificar lo que tendrá valor a largo plazo, qué es lo que va a tener importancia eterna. ¿Qué les va a importar a mis hijos de aquí a cinco años, y qué no será de importancia para ellos? Pienso que se trata de la tiranía de lo urgente-es muy, muy fácil quedar atrapadas en todas estas demandas, y decir «sí» sin pensar.

Nancy: Está también la presión de tener a tus hijos involucrados en muchas cosas que no solamente fragmentan a las mamás pero también están fragmentando a los hijos. «¿No te das cuenta? Si van a entrar a una buena universidad, necesitan tener todas estas actividades extracurriculares y deportes». ¿De dónde viene esa presión?

Holly: Sí, creo que hay mucha presión del mundo que tiene la expectativa de que cada familia entre en un molde en el que tus hijos tienen que tocar piano, y tienen que jugar deportes, y tienen que estar involucrados en todas las actividades de la escuela.

Nancy: Esto puede ser también cierto para las mamás que enseñan en casa.

Kim: Es la motivación de tener éxito, el deseo de tener logros.

Holly: Creo que como madres, si no identificamos esas cosas, si no dejamos que el Señor nos dé una corta lista de lo que realmente importa- ¿qué quiero realmente para mi hijo? ¿Quiero que sea el más exitoso en esta área, quiero que sea un estudiante de calificaciones sobresalientes o quiero que sea un jugador profesional de fútbol algún día? ¿Qué tiene más valor? No es que estas cosas no sean buenas también.

Pero pienso que si no escuchamos del Señor en esos momentos, como María, sentada a sus pies, si no escucho del Señor: «Esto es de valor, esto no», entonces tal vez me distraiga tanto que me veré empujada a hacer muchas cosas que tal vez no sean terriblemente malas, pero quizás estamos perdiendo las pocas cosas que realmente valen la pena.

Me dijo una mamá joven recientemente: «Han pasado cuatro meses desde que cenamos juntos como familia porque mis niños están involucrados en los deportes, entonces nunca estamos en casa al mismo tiempo. Mi esposo tiene a este en un juego, y yo tengo a este otro en este juego, y este está en fútbol, y este está en karate y nunca estamos en casa todos juntos».

Kim: Hice una encuesta-esto fue hace un par de años-en una escuela secundaria cristiana de jóvenes, preguntando varias cosas. Era nada más una encuesta de una hoja para ver dónde andaban, qué estaba pasando en sus vidas. Una de las preguntas que hice fue: «¿Qué tan seguido comes junto con toda tu familia en casa? ¿Ha ocurrido una vez durante la semana pasada?» Yo escribí la pregunta y les di varias opciones. El número promedio de veces era de una noche al mes, entre este grupo tan grande de estudiantes de escuela secundaria.

Nancy: ¿La familia se reunía para comer solo una noche al mes?

Kim: Sí.

Nancy: ¿Qué tanto importa? Yo creo que sí importa, pero, ¿por qué importa? Si las familias están corriendo en todas direcciones y no están comiendo juntos… esto es algo significativo.

Holly: Yo creo que es algo muy significativo. Tenemos que ser muy, muy intencionales.

Nancy: ¿Por qué?

Holly: Porque ese es el momento cuando nos podemos sentar, cuando puedo oír los corazones de mis hijos. Podemos apagar la televisión; nos podemos enfocar en cómo ha sido nuestro día; podemos escuchar el uno del otro. No digo que lo hacemos siete noches a la semana, pero de manera intencional tratamos de hacerlo tan frecuentemente como podamos.

Kim: Es simplemente un ambiente para la comunicación, escuchando el uno del otro, aun ministrando el uno al otro en la comida. Ahora yo solamente tengo a mi esposo y a mi hijo en casa, pero les encanta cuando cocino una buena comida para ellos. Están muy agradecidos por eso. No es simplemente si es solo -como el otro día que era sopa y emparedados de queso, y estaban encantados de comer eso.

Holly: No es que tenga que ser una cena de siete platillos. A veces puede ser un guiso que compré en el supermercado y que ya viene preparado; lo pongo en el horno y es todo lo que hice, pero aun así estamos sentados a la mesa y podemos compartir y hablar. También, yo creo que es muy, muy importante para tus hijos tener un sentido de comunidad en la familia; es importante que no solo disfruten de la comunidad en la escuela o en la iglesia…

Nancy: …o en el grupo de jóvenes…

Holly: …o en el grupo de jóvenes, pero su familia es una comunidad. La familia es un lugar donde ellos son nutridos.

Kim: Tienes entonces la oportunidad de crear lealtad a la familia. Eso es lo que estaba compartiendo con una mujer, una mujer que ni siquiera conozco. Mientras estaba en la tienda de cosméticos el otro día, me dijo: «Mis hijos son tan pequeños ahora, y hay tanto allá afuera en el mundo. Estoy tan preocupada de desviarme y meterme en las drogas, y siempre tengo miedo de ese tipo de cosas». Esta mujer con la que estoy hablando no es creyente. Le he hablado antes de cosas espirituales. De manera que desde un punto de vista práctico, le hablo sobre la necesidad de cultivar la lealtad en sus hijos, la necesidad de que ella se involucre en sus vidas, de que hable con ellos.

Yo pienso que muchas veces nosotras como madres cristianas pensamos: «Bueno, si los tengo leyendo la Palabra, si les estoy enseñando la Palabra, si les estoy haciendo todas estas cosas correctas y estoy haciendo todo lo que debo hacer…» Es fácil llegar a ser tan rápidas y ocupadas que no estés trabajando en construir una relación de lealtad entre tú y ese hijo. Nosotras como mamás cristianas queremos que nuestros hijos le sean leales a Dios primero, pero es importante crear lealtad dentro de la familia. Como tú dijiste, Holly, que la familia debe de ser una comunidad, ¿y cómo pasa eso?

Algo se me acaba de ocurrir. Yo estaba limpiando una bolsa de mano vieja hace un par de días, y saqué una nota. Pude ver que era una nota de mi hijo escrita a mano hace varios años.

Nancy: Entonces hace mucho tiempo que no limpias esa bolsa, ¿verdad?

Kim: Sí. Estaba en un clóset que tenía que limpiar. Normalmente sus notas las pongo en un lugar muy especial, entonces pensé: «¿Por qué está todavía esta nota en esta bolsa?» La abrí para ver. Ni siquiera la recordé al principio. Leí esta nota y decía: «Mamá: muchas gracias por pasar el día de San Valentín conmigo. Tú y mi papá vinieron a mi juego». Y sabes, su juego fue durante la noche de San Valentín, y eso era importante para él; tenía valor.

Ahora estoy viendo la recompensa de decisiones como esa que he tomado. Hay otras madres y gente que me comenta acerca de Caleb, o me dice algún comentario que él hizo, tal como: «Me encanta estar con mi mamá. Mi mamá es una de mis personas favoritas con quien disfruto pasar tiempo». También me comentan que Caleb en ocasiones me ha defendido.

Esta es una lealtad que se ha creado a través de los años, de tomar decisiones, en ocasiones de tomar decisiones de no hacer algo que yo hubiera preferido, quizás de tener una noche para mí sola, o de mi propia elección; y en lugar de ello haber rendido ciertas cosas porque vives con la mentalidad de que el tiempo que tienes a tus hijos en casa es muy, muy corto. Pronto estarán fuera formando sus propias familias y por lo tanto deseas invertir el tiempo que tienes con ellos ahora.

Holly: Aquí es donde entra el aspecto generacional. No se trata nada más de que críe a mis propios hijos, aunque esa es una responsabilidad que tengo delante de Dios. Pero se trata de que debo levantar futuros padres y madres que entiendan cómo Dios quiso que funcionara un hogar, nunca perfectamente, porque el nuestro nunca va a ser perfecto, y frecuentemente es alocado.

Pero Dios sí tiene un propósito más grande, y trasciende a nuestra familia inmediata. Va mucho más allá de mí. Mi responsabilidad es nutrir esas relaciones que tengo ahora con mis hijos, para que cuando salgan de casa, ellos entiendan qué significa eso, qué significa amar a alguien más, sacrificarse por alguien más, hacer lo mejor para alguien más en lugar de para mí mismo. Hay una responsabilidad, si eres parte de una familia, hacia las demás personas de esa familia. También de ir más allá aun de tu propia familia y de ver a los que están afuera y que necesitan conocer a Cristo. De manera que entrenar a tus hijos para que aprendan a reconocer lo que tiene valor eterno es algo grandioso.

Nancy: Claro, mientras conversamos sobre todo esto, no solo estamos tratando de formar buenas familias, pero estamos reflejando a un Dios que es un Dios de la familia, y que tiene, dentro de la Trinidad, relaciones de familia y comunidad y lealtad-las cosas de las que hemos estado hablando-fidelidad de pacto, amor, misericordia, y conexión, relaciones. Él es un Dios relacional, y nos ha llamado a una familia, a la familia de Dios.

Al construir estas relaciones de esposo-esposa, padre-hijo y entre hermanos, ¿no les estamos enseñando realmente a los miembros de nuestra familia sobre cómo tener una relación espiritual eterna entre nosotros? El matrimonio no va a existir en el cielo. Estas relaciones no van a ser iguales en el cielo, pero hay una relación eterna de familia, la novia, los hermanos y hermanas en la familia de Dios, para eso estamos entrenando a estos niños.

Holly: Obviamente, Dios instituyó la estructura para el hogar. Era Su plan. Él lo estableció. Es de valor, y Él lo modela. Por toda la Escritura ves la imagen del Padre y el Hijo. Se modela para nosotros, entonces es importante.

Carmen: Esa es Holly Elliff hablando con Nancy Leigh DeMoss y Kim Wagner acerca del verdadero ministerio que tiene lugar dentro un hogar entre los miembros de la familia. En esta conversación, ellas hicieron referencia a algunas de las enseñanzas que Nancy ha cubierto durante esta serie titulada, El hermoso diseño de Dios para la mujer: Viviendo Tito 2:1-5.

Ha sido una serie rica en significado y llena de formas prácticas de glorificar a Dios como mujeres. En esta serie hemos visto la importancia que tiene la doctrina, el peligro del alcoholismo, el valor de la crianza de los hijos y muchas cosas más. Nancy ha unido estos temas prácticos de manera excelente. Puedes escucharlos todos al visitar nuestra página www.AvivaNuestrosCorazones.com.

Este ministerio se hace una realidad debido a la fidelidad de muchos oyentes que contribuyen mensualmente para ayudarnos a distribuir los mensajes internacionalmente.

Te animamos a contribuir financieramente con nuestro ministerio. Puedes hacerlo por internet visitando www.AvivaNuestrosCorazones.com, pero más que nada necesitamos tus oraciones. ¿Te animarías a orar para que Dios provea de los recursos necesarios para continuar esta obra?

Tito 2 dispone las prioridades de Dios para las mujeres. Aprende cómo algunas mujeres están aplicando esas prioridades en sus vidas. Esto en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

J4 – Una bondad duradera

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

J4 – Una bondad duradera

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/una-bondad-duradera/

Carmen Espaillat: Aquí está Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: Si ustedes tienen un huésped en casa lo quieren atender y hacer sentir como rey, ¿verdad?

Pero si tu esposo o tu hijo adolescente te pide algo, ¿eres más propensa a pensar: “Oye amigo, hazlo tú mismo”? “Tienes manos, tienes ojos y sabes dónde está el refrigerador. Estoy cansada.” A veces es con nuestras familias con quienes menos queremos ser bondadosas.

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Cuando una amiga de la iglesia está en el hospital o tiene un bebé, ¿qué es lo que haces? Bueno, muchas mujeres se ponen en manos a la obra comprando regalos, haciendo comidas y mostrando una gran amabilidad de maneras prácticas.

Hoy consideremos cómo podemos poner manos a la obra en este tipo de actos hacia los más cercanos. Nancy está impartiendo esta enseñanza de una serie llamada El hermoso diseño de Dios para la mujer .

Nancy: Un día al final de una conferencia de Aviva Nuestros Corazones una mujer vino a mí y empezó como a derramarse, contando la historia de lo que Dios había hecho en su vida. Le dije: “Espera un minuto. Quiero tener escrita tu historia.” Así que le pedí: “¿Me mandarías un correo electrónico contándome esa historia?” Entonces ella me lo envió, y aquí está lo que dijo:

“Mi amado esposo ama absolutamente la comida mexicana. A mí no me gusta tanto, así que usualmente solo la preparo para él dos veces al año: el día del padre y en el día de su cumpleaños. Pero comencé a resentir su petición de comida mexicana más seguido.

En su conferencia, el Señor me dio convicción de egoísmo y falta de corazón de sierva hacia mi maravilloso esposo. Fui a casa y le dije que le prepararía comida mexicana al menos una vez por semana.”

Aquí esta mujer puso en práctica lo que escuchó en una conferencia de Aviva Nuestros Corazones. Y siguió diciendo,

“Él no supo qué responder más que no tenía por qué hacer eso. Pero ahora realmente quería hacerlo. ¿Y qué cree? Ahora hasta yo la disfruto. Dios es muy fiel y bueno. Cuando le pedimos que nos ayude a convertirnos en siervos, también nos da gozo en el servicio.”

Ahora estamos en una parte de nuestra serie de Tito 2 que habla de la actitud del corazón con la que servimos. Pasamos varios días hablando sobre las mujeres como cuidadoras del hogar, amas de casa; y sencillamente de las necesidades y responsabilidades domésticas que tienen que ser cubiertas. Tu esposo y tus hijos necesitan ser alimentados. Necesitan ser vestidos.

Hay algunos aspectos hogareños que no son tan glamurosos, de hecho muchos de ellos no lo son, y algunos son bastante tediosos. ¿Cuántas comidas has hecho en los años que llevas casada? ¿Y cuántas cargas de ropa has lavado? Podrá ser emocionante durante el primer mes o dos, pero después de miles de estas cosas, puedes perder el hacerlo de corazón.

Pienso que esto es como un currículum para mujeres jóvenes donde las mujeres mayores deben enseñarles que conforme a la actitud del corazón con que realices las cosas en casa, será la calidad de las mismas.

Déjenme regresar y darles el currículum que viene en el capítulo 2 de Tito. Que las ancianas, versículo 4, “enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, versículo 5, a ser prudentes [pensar con un sano juicio], puras a [tener un corazón puro], hacendosas en el hogar, amables”. Algunas de sus traducciones pueden decir, “a ser bondadosas”.

Ahora, si vamos al fruto del espíritu en Gálatas capítulo 5, en el versículo 22—como sabrás está el amor, el gozo, la paz, la paciencia—dos manifestaciones del fruto del Espíritu se relacionan con este concepto. Uno es la benignidad y el otro es la bondad.

Aquí estamos hablando realmente de ambas. Estamos hablando de las cosas que haces en tu casa para tu esposo, tus hijos, tus vecinos, por la gente en la escuela de tus hijos, por los hermanos en la iglesia, las diferentes maneras prácticas en cómo servimos a los demás. Queremos hacer todas estas cosas no solo como un deber, no solo como algo que tenemos que tachar de nuestra lista de cosas por hacer, no solo porque tenemos una obligación, sino porque Dios a través de su Espíritu Santo ha puesto benignidad y bondad en nuestros corazones.

Esta bondad activa fluye de nuestros corazones. Está motivada por nuestra benignidad. Creo que esto es importante, particularmente para aquellos de nosotros que estamos algo comprometidos con el deber. Vamos a hacer el bien mientras exista el aliento en nuestros cuerpos. Pero encuentro muchas mujeres sirviendo al Señor sin corazón, sirviendo a sus familias sin gozo.

Por cierto, esto puede ser una verdad en cualquier tipo de servicio. El Señor me ha estado hablando en lo que he estado estudiando. Muchas de mis actos, y tareas no son de la esfera doméstica, sino que me la paso estudiando, preparándome para enseñar, escribir libros y cosas que algunas personas piensan que amarían hacer. Les digo que si ellos piensan que amarían hacer eso, nunca lo han hecho. Es un trabajo difícil.

Justo como el trabajo en tu casa, Es un trabajo pesado y muchas veces tedioso, muchas veces cuando ya es muy tarde y todos se han ido a sus camas, y tú empiezas a sentir pena por ti misma y a pensar: “¿Qué consigo con esto?, ¿por qué lo estoy haciendo?, ¿por qué no puedo tener una vida normal como la gente que se va a dormir en la noche?”

Y estás cuidando en la noche a un pequeño que está enfermo, como le pasó anoche a mi amiga Mary Anne; o haciendo almuerzos por milésima vez para tus hijos y pensando, “¿Acaso alguien le importa si hago esto?” Ahora, si no lo haces, les importará. Pero, ¿quién lo nota? ¿A quién le importa?

Podemos empezar a sentirnos resentidas. Podemos comenzar a tener lastima, autocompasión. Podemos empezar a compararnos con las vidas de otros o a desear la vida de alguien más, y solo realizar las tareas rápidamente y sin corazón. Pero la Palabra aquí está hablando de una motivación por servir, una motivación por el quehacer doméstico, que es la benignidad y la bondad en acción.

Ahora, pienso que es tan importante porque nos recuerda que esta vida no se trata acerca de nosotros sino acerca de otros. Todo este capítulo en Tito 2—de hecho toda la Palabra—es un llamado a ser mujeres, no egoístas, no egocéntricas, sino Cristo-céntricas y prójimo-céntricas. Esta es una palabra—esta benignidad, esta bondad—que habla de abundancia. Habla del gozo y del corazón con el que llevamos a cabo nuestro llamado como mujeres.

Mientras pensaba sobre esta cualidad de bondad y benignidad y en lo que hemos venido hablando en estas sesiones sobre domesticidad, sobre ser inclinadas hacia el hogar, sirviendo en nuestras casas, hay una mujer en la Palabra que vino a mi mente que ilustra bellamente ambas cualidades; la domesticidad y la benignidad o la bondad. Han leído sobre ella en Hechos capítulo 9.

Déjenme pedirles que abran sus Biblias, si la tienen con ustedes, en el capítulo 9 del libro de los Hechos, y si buscamos la historia de esta mujer, veremos que solo ocupa un párrafo. Eso es todo lo que se escribió de ella en las Escrituras. Pero quiero decirles algo, que al final de mi vida si se escribiera un párrafo así sobre mí, entonces yo diría que he vivido una vida fructífera.

Hechos capítulo 9, comenzando en el versículo 36. Esto es en los días de la iglesia primitiva y recuerden que el imperio romano, la época romana, fue una época muy malvada. La gente era egocéntrica al extremo y dentro de este contexto vino esta recién nacida iglesia, que era muy diferente del mundo que la rodeaba.

Esta mujer, Dorcas, es una imagen del contraste, de la diferencia que la gracia de Dios hace en la vida de las personas. El versículo 36 dice: “Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido al griego es Dorcas).” Entonces, antes de ser cualquier cosa, o poseer una identidad, en este pasaje ella era una discípula. Era una seguidora de Cristo. Déjenme decirles que este es el lugar para comenzar.

El servicio brota de ser una discípula, una seguidora de Jesucristo. Las mujeres que no conocen a Cristo pueden ser grandes amas de casa. Pueden tener muchos talentos y habilidades. Pueden ser buenas madres. Ellas pueden ser buenas esposas en muchos aspectos. Pero no pueden ser verdaderas mujeres cristianas porque ellas no tienen el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros, que nos capacita y nos motiva, que nos dirige.

Entonces, Dorcas fue primero una discípula. Si vas a ser una mujer verdadera, primero tienes que ser una seguidora de Jesucristo, y eso es lo que ella era.

Luego en la siguiente frase la describe, al final del versículo 36—y me encanta esta frase—dice: “Esta mujer era rica en obras buenas y de caridad que hacía continuamente”. ¿No es esa una descripción genial? Ella era rica en buenas obras. “Buenas” viene de la palabra agathos—benéfica, útil, provechosa, beneficiando a otros, bondad en acción. “Esta mujer era rica en buenas obras y de caridad que hacía continuamente”.

Ella no solo tenía benignidad en su corazón. Sino que ésta brotaba en forma de buenas obras, de modo que otros podían ver esas buenas obras y glorificaban a Su Padre celestial. Estas obras no solo eran una ocupación extra para ella, ella era rica en estas obras buenas y en estos actos de caridad.

No sabemos si ella era casada o soltera. No sabemos cuántos años tenía. No sabemos nada más sobre las condiciones o la época de su vida, pero sabemos que la descripción de esta mujer es que era una discípula de Cristo, y que era rica en obras buenas y de caridad.

Ahora, esto significa que ella era una bendición para muchas personas. Ella no tenía una vida egocéntrica. Ella tenía una vida prójimo-céntrica. Primero centrada en Cristo para poder centrarse en los demás. Entonces, en los versículos 37-38 dice:

Y sucedió que en aquellos días se enfermó y murió; y lavado su cuerpo, lo pusieron en un aposento alto. Como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, al oír que Pedro estaba allí [en Lida], le enviaron dos hombres, rogándole: No tardes en venir a nosotros.

Ahora Dorcas estaba muerta. ¿Qué creían que Pedro iba a hacer? Hoy sabemos lo que Pedro hizo porque tenemos la historia y la hemos leído, pero, ¿qué estaban ellos pensando? ¿Por qué llamaron a Pedro? No lo sabemos realmente.

Sabemos que ellos sabían que el poder de Dios era vivo y activo, pero no había habido muchas resurrecciones. Jesús había vuelto a traer a la vida a un par de personas y a sí mismo, pero ¿sería eso lo que ellos estaban esperando? No lo sabemos. Pero sí sabemos que ellos querían que el hombre de Dios fuera allí a lidiar con la situación.

Entonces Pedro se levantó y fue con ellos. Cuando llegó lo llevaron al aposento alto, y todas las viudas lo rodearon llorando, mostrando todas las túnicas y ropas que Dorcas solía hacer cuando estaba con ellas. (Versículo 39).

Entonces aquí hay una mujer que tenía un ministerio especial para con las viudas. Quizás ella también pudo haber sido viuda. No lo sabemos. Pudo haber sido una mujer joven. Pudo haber sido una mujer mayor con el nido vacío. No lo sabemos. Todo lo que sabemos es que su amor por Cristo fluía en ministración hacia otros, particularmente hacia las viudas.

Era un ministerio práctico. Me refiero un ministerio que ponía manos a la obra. Ella hacía túnicas y otras vestiduras. Tenía una habilidad con la costura. Ella era costurera. Ella utilizaba esa habilidad para beneficiar y bendecir al cuerpo de Cristo.

He reflexionado sobre este relato recientemente, y me he encontrado preguntándome, “¿Cómo seré recordada? Cuando mi cuerpo esté inerte y listo para ser enterrado, ¿cuál será el enunciado que describa mi vida?”

“Oh, ella escribió una tonelada de libros”. “Oh, ella estaba en el radio todos los días”. “Oh, ella era una trabajadora esforzada.” Saben, estas no son las cosas que realmente quiero que la gente recuerde. Lo que quiero que recuerden es que ayudaba, que era amable, que amaba, que tocaba sus vidas en maneras prácticas que hacían una diferencia.

¿Cómo serás recordada? Quiero decir, si tu vida pudiera ser resumida en una sola oración o dos como las que tenemos de aquí, ¿cómo serás recordada? “Ella era amable.” “Ella era buena.” “Ella era una sierva.” “Ella era una dadora.”

¿Quién llorará al pie de tu ataúd pensando en todas las maneras en las que serviste y los bendijiste, y como les mostraste la benignidad de Cristo en maneras prácticas?

Ahora, este llamado a ser amables—el de ser una mujer mayor que enseña a las más jóvenes a ser bondadosas, amables en sus acciones—no es solo un llamado a responder amablemente cuando se presente la oportunidad. Muchas de nosotras podemos hacer esto. Si alguien nos pide algo, “¿Podrías servir, o hacer esto o aquello?” Lo hacemos.

Creo que es algo mucho más que esto. Es el llamado a constantemente buscar oportunidades de ser una bendición a otros, de mostrar la benignidad de Dios a otros, de tener iniciativa. Buscando alrededor de tu iglesia.

Vamos a la iglesia y allí hay mucha gente. Nos encontramos en los pasillos y decimos, “Hola, ¿cómo te va?” “Bien.” La mayoría de las personas no están bien. ¿Nos detenemos para averiguar si realmente están bien y conocer sus verdaderas necesidades? Dios ha puesto cosas en nosotros para dar a otros. Entonces esto es un llamado a constantemente tomar la iniciativa para mostrar amabilidad.

Primera a Timoteo capítulo 5 describe a la anciana que cuando enviuda califica para ser cuidada por la iglesia. Alguna vez haremos una serie completa sobre este texto, pero déjenme leerles la descripción de esta mujer en 1era a Timoteo capítulo 5, versículo 10: “Que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extraños, si ha lavado los pies de los santos [un trabajo nada glamoroso], si ha ayudado a los afligidos y si se ha consagrado a toda buena obra.”

Damas, ese es el retrato de una feminidad verdadera. Esas no son cosas glamurosas. Son tareas desinteresadas y de autosacrificio. Pero es a esto que estamos llamadas como mujeres que deben ministrar la bondad de Dios a otros.

Ahora, ¿a quienes estamos llamadas a mostrar esta bondad? ¿Quiénes deberían ser el objeto de nuestra bondad? Déjenme mencionar solo algunas de ellas. Primeramente, nuestras familias. ¿Por qué a veces somos más propensas y rápidas para ofrecer bondad a las personas fuera de nuestros hogares que a nuestras propias familias? ¿Por qué a veces tratamos más amablemente a los huéspedes que a nuestras propias familias? Si ustedes tienen un huésped en casa lo quieren atender y hacer sentir como rey, ¿verdad?

Pero si tu esposo o tu hijo adolescente te pide algo, ¿eres más propensa a pensar: “Oye amigo, hazlo tú mismo”? “Tienes manos, tienes ojos y sabes dónde está el refrigerador. Estoy cansada”. Ahora, puede que no digas eso, pero, ¿alguien alguna vez se sintió de esa manera para con su propia familia? A veces es con nuestras familias con quienes menos queremos ser bondadosas.

A veces es porque nos han herido, pero a veces es solo porque somos flojas. Muchas veces lo damos por hecho, pero no estamos pensando en mostrar bondad en nuestras casas.

En Proverbios capítulo 31 vemos una mujer que muestra bondad primero hacia su propia familia. Ella hará bien a su esposo, y no mal, todos los días de su vida. Esa bondad se extiende de su marido hacia sus hijos, padres y hermanos, cuidando a los de su propia casa.

Luego más allá, hacia la casa de Dios, hacia la familia de Dios. En Gálatas capítulo 6 versículo 10 dice, “Así que entonces, hagamos bien [agathos] a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe.”

Luego debemos mostrar bondad con el pobre y el necesitado, quienes no pueden ayudarse a sí mismos. Ahora, no es mi responsabilidad arreglar este problema, resolver el problema del hambre mundial, o de todos los huérfanos del mundo o todas las necesidades del mundo. Dios no me ha llamado a hacer eso pero me ha llamado a ser sensible a las necesidades de aquellos que Él puso dentro de mi esfera de influencia , abrir mis ojos para ver quiénes son y a estar dispuesta a ver de qué manera práctica puedo ministrar sus necesidades.

Eso es lo que dice Proverbios 31, versículo 20: “Extiende su mano al pobre, y alarga sus manos al necesitado”.

Después no solo al pobre y al necesitado sino—y aquí tenemos una bien difícil—debemos mostrar bondad hacia nuestros enemigos. A nuestros enemigos. Verán, la bondad no está basada en cómo los demás nos tratan, o si ellos se la merecen. Es fácil ser amable con las personas que actúan en reciprocidad con nosotros, o con aquellos que han sido amables con nosotros a quienes queremos reciprocar.

Pero debemos ser bondadosas con la gente que absolutamente no lo merece. De hecho en Tito capítulo 3, en el versículo 3, hay una descripción de cómo solíamos ser antes de ser salvos, y una de esas características es el haber sido aborrecibles. Éramos aborrecibles. Odiábamos a Dios. Odiábamos a otros. Éramos necios, desobedientes y aborrecibles.

Pero miremos los versículos 4 y 5 del capítulo 3: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor hacia la humanidad, Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia”.

¿Cuándo nos salvó? Cuando éramos aborrecibles. Es entonces cuando su benignidad y bondad vino a nuestras vidas. Cuando nosotros como hijos de Dios somos amables para con los que no lo merecen, mostramos a la gente cómo es Dios. Reflejamos el Evangelio. Reflejamos la asombrosa e inmerecida bondad de Jesucristo. Él ha sido bondadoso con nosotros. Nosotros vertemos de esa bondad a otros.

Después, en el pasaje de Lucas capítulo 6 es similar. Jesús dice,

Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen; orad por los que os vituperan.

Después nos da un montón de maneras prácticas para llevar eso a cabo. Dice que no solo lo hagamos para con aquellos que nos aman. Porque,

Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo…. Antes bien, amad a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad no esperando nada a cambio, y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo; [y escuchen esto] porque Él es bondadoso para con los ingratos y perversos. (Versículos 32-33, 35).

Porque para algunas de ustedes los malagradecidos es gente malvada que habita dentro de las cuatro paredes de tu propia casa. Porque algunas de ustedes los malagradecidos—es gente malvada dentro de las cuatro paredes de tu iglesia. Y ustedes han sido heridas y no desean ser bondadosas. Más bien quieren ser despiadadas. A lo mejor quieren ignorar sus necesidades. Pero Dios es bondadoso aun para con el malagradecido, aun para con aquel que ni siquiera reconoce que Él ha sido amable, aquel que nunca dice gracias. Y para con aquellos que son malvados. Si Él no hubiera sido bondadoso, no nos hubiera salvado. Pero Él fue bondadoso, aun cuando nosotros éramos malagradecidos y malvados.

Luego dice, “Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso” (versículo 36). Ser de corazón bondadoso y hacer acciones bondadosas es ser como Dios.

Recibí hace más o menos una semana un correo electrónico de una de nuestras compañeras de ministerio. Ella decía:

“El que ha sido mi esposo desde hace 66 años, está en su quinto año de demencia. Él tiene 85 años y ha estado en el ministerio alrededor de unos 60 años. Yo tengo 84 años, y no necesito decir que he estado bajo una gran cantidad de presión cuidando de él. De cualquier manera (le enviamos un libro y ella nos ha escrito agradeciéndonos por ello), a través del libro que me enviaron Dios me dejó ver mis actitudes carnales y como yo no estaba sirviendo a mi esposo y cuidándole de una manera amorosa.”

Ella estaba sirviendo a su esposo pero sin bondad. Ella dijo:

“Me sentí tan avergonzada. Clamé al Señor por su perdón. Al día siguiente estaba asombrada de cuanto más fácil se convertía el hacer las tareas más básicas, y como aún continúan siendo así.”

La bondad del corazón ayuda a levantar la carga. No necesariamente hará que todas esas tareas luzcan glamurosas, pero las convertirá en un acto de adoración, un acto de verdadero amor. Sirviendo con bondad de corazón.

Padre, cuánto oro porque como mujeres seamos amables, de corazón bondadoso, y de acciones bondadosas; que el mundo no deje de observar y mirar que como mujeres cristianas somos amables, atentas, serviciales, dadoras. Señor, uno de estos días cuando nuestro cuerpo se encuentre en un ataúd, oramos porque las personas nos extrañen por cómo les mostramos Tu bondad, así como Tú la mostraste tan grandiosamente para con nosotras. En el nombre de Jesús oro, amén.

Carmen: Qué mensaje tan importante nos acaba de impartir Nancy Leigh DeMoss. ¿Serás algún día recordada por mostrar bondad? ¿Qué puedes hacer hoy para empezar a construir ese legado? El mensaje de hoy es parte de la serie llamada El hermoso diseño de Dios para la mujer .

Imagina tener un huésped de honor en tu casa por un corto tiempo. Tendría toda tu atención, ¿verdad? Recuerda que brevemente tendrás a tus hijos en casa, aprende cómo tratarlos, como si fueran tus invitados de honor.

Gracias por estar con nosotros. Te esperamos para nuestra próxima entrega de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

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Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

J3 – Llenando tu hogar de bondad

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

J3 – Llenando tu hogar de bondad

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/llenando-tu-hogar-de-bondad/

Carmen Espaillat: Con ustedes, Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss : Si tienes una casa nítida y preparas comidas increíbles y eres una mamá merecedora de premios por tener una casa que debería estar en la portada de alguna revista, esto no significa nada si no tienes un corazón conectado al Señor.

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Puedes pintar tus paredes, rehacer tus pisos, instalar nuevos accesorios, o actualizar tu apariencia. Ninguna de estas cosas puede verdaderamente crear un hogar cálido.

Pero tu actitud mientras lidias con proyectos como estos tendrá un gran impacto dentro de tus cuatro paredes y más allá. Averigua por qué, mientras Nancy continúa la serie de El hermoso diseño de Dios para la mujer: Viviendo Tito 2:1-5.

Nancy : Si tienes tu Biblia, ve conmigo al Evangelio de Lucas, al capítulo 10. Quiero que veamos un pasaje familiar —familiar para la mayoría de nosotras— acerca de un ama de casa llamada Marta.

Ese parece ser un nombre popular entre amas de casas. Quiero que veamos algunas cosas en la vida de esta mujer que tienen que ver sobre la cualidad de la cual vamos a hablar hoy en Tito capítulo 2.

En Lucas capítulo 10 versículo 38 dice, “Mientras iban ellos [Jesús y sus discípulos] de camino, Él entró en cierta aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su hogar”.

Así que lo primero que aprendemos acerca de Marta es que ella tenía una casa. Sabemos que su casa estaba en la ciudad de Betania y que tenía una hermana que se llamaba María y un hermano llamado Lázaro.

Hasta donde sabemos, ella no estaba casada, pero realmente no sabemos si lo estaba o no. Pero sí sabemos que ella tenía un hogar y que ella tenía un corazón para su hogar y un corazón para la hospitalidad.

Ella trabajaba en la casa, lo que es algo que deben hacer las mujeres y que es lo que hemos venido estudiando en Tito capítulo 2 en las últimas sesiones. Mientras reflejan el Evangelio deben estar trabajando en la casa. Eso era lo que Marta hacía, y por eso ella pudo darle la bienvenida a Jesús y a los que le acompañaron a su casa.

Este probablemente no era un grupo pequeño. Esto no era simplemente una pequeña cena íntima. Allí habría una, dos o tres docenas de personas. Así que de alguna forma tuvo que haber hecho preparativos para recibir a Jesús en su casa.

No sabemos si fue notificada previamente, pero aquí vemos a una mujer que tenía el corazón de servir a través de su hogar. El versículo 39 dice, “Y ella tenía una hermana que se llamaba María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba Su palabra”.

Así que Jesús les está hablando a aquellos que estaban reunidos alrededor de Él, como hacían los rabinos de ese tiempo. Y María, quien parecía tener un corazón contemplativo (al parecer más que el de su hermana) estaba sentada a los pies de Jesús escuchándole enseñar.

Versículo 40, “Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos”. Y estoy leyendo esta vez de la Biblia de Las Américas, y así es como dice allí.

Pero si vas a la Reina Valera dice que ella “se preocupaba con muchos quehaceres”. Ella estaba distraída por todos los preparativos, o distraída por el mucho servicio. La primera palabra de este versículo es la clave de que algo anda mal.

María estaba sentada a los pies de Jesús, escuchando Su palabra. Versículo 40, “Pero Marta…”; Marta estaba haciendo otra cosa. Algunas cosas que necesitaban ser hechas, pero hay un problema ahí.

Ella estaba distraída preparando todo. Ella estaba distraída con mucho servir. Esa palabra distraída significa estar ocupado, halado o arrastrado hacia todas las direcciones.

Ella estaba siendo empujada en muchas direcciones—muchas demandas, hacía todas las cosas que necesitaban ser hechas. Seguro has estado ahí, has pasado por esto. Sabes exactamente lo que esta frase significa.

Si tienes un hogar, si cuidas de un hogar —si tienes un esposo, si tienes hijos, o si eres como yo y vives sola— sabes lo que significa tener personas y demandas que te halan en todas las direcciones mientras al mismo tiempo tratas de servir a los demás.

Así que el versículo 40 dice, “Y acercándose a Él, le dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.”

Ahora, permítanme hacer algunas observaciones sobre las que meditaba esta mañana. Aquí está Marta, que ha pasado de servir a otros a ser egoísta. Analicemos la escena.

Recuerden lo que estaba pasando. ¿Qué estaba haciendo Jesús mientras Marta preparaba todo? Él estaba enseñando. Él estaba hablando.

Probablemente Él no estaba parado en un atril teniendo un servicio de predica oficial. Ellos probablemente estaban sentados en la sala, quizás afuera o donde sea, y las personas estaban reunidas alrededor de Él, y Él les enseñaba sobre el Reino de Dios y el Evangelio. Para eso Él había venido.

Así que Jesús está enseñando. ¿Y qué hacían los otros invitados? Estaban escuchando. Estaban reunidos alrededor de Él.

Así que tenemos aquí un pequeño servicio dirigido por Jesús. Marta aparentemente piensa que lo que sea que haya salido mal en la cocina en medio de su servicio es de tanta importancia que ella tiene que interrumpir a Jesús, quien está hablando, y a los otros que están escuchando.

Nunca se me había ocurrido hasta que comencé a situarme en esta escena —dice claramente lo que Jesús estaba haciendo, y lo que los otros hacían— y Marta va a donde Él y le dice esto… ¡Así que ella interrumpe el “servicio de la iglesia”!

No quiero ser muy dura con Marta. La única razón por la que sé lo que ella está haciendo es porque yo misma he estado en esa situación tantas, pero tantas veces.

Ella interrumpe a Jesús, y su clamor es “se trata todo sobre mí”. “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.” Está centrada en ella misma.

Ella había estado sirviendo, pero se distrajo mientras servía, y terminó centrada en sí misma. Eso causó esta conmoción, esta interrupción, esta distracción de las cosas eternas que estaban ocurriendo entre Jesús y aquellos quienes estaban sentados escuchándolo.

Así que en la medida que uno se centra más en sí mismo, uno se vuelve insensible hacia los demás. Es como si no existieran. O si existen, como si no importaran. Todo lo que importa en este instante es como me siento y qué me está pasando a mí y mis necesidades y mis emociones y lo que quiero que se lleve a cabo.

Veo aquí a una mujer que está molesta. Está irritada. Creo que ella hubiera explicado esto diciendo, “Estoy frustrada. Hay tanto que hacer y solo tengo dos manos. Soy la única persona; no lo puedo hacer todo”.

De nuevo, estoy viendo la mirada de las mujeres aquí presentes y sé que saben exactamente lo que Marta sentía. Todas hemos estado ahí.

No tienes que estar casada ni tener tu propio hogar para saber que a medida que cumples con las responsabilidades que Dios te ha dado en esta etapa de tu vida, hay momentos en que sentirás que es más de lo que puedes sobrellevar, y te frustras.

Y, ¿qué pasa si no llevas esa frustración al lugar adecuado, si no lo manejas a la manera que Dios quiere, con una mente sobria, como hemos discutido a través de esta serie? Vas a pecar al molestarte y airarte.

El pecado no era que había mucho que hacer. El pecado no era que estabas luchando para hacerlo todo, a menos que hayas querido hacer más de lo que debías—esos son otros problemas.

No hay indicación de que ella estuviera haciendo algo que no debía. Era noble. Ella estaba sirviendo.

Pero ella se preocupó, se agotó mentalmente. Ella perdió la cordura con todo lo que estaba pasando.

Como resultado, ella estaba irritada y se molestó contra su hermana, y con Jesús aparentemente, y quien sabe con quién más. Yo oigo en sus palabras un tono acusatorio: “¿Señor, no te importa…?”

Acusatorio contra Jesús, imputándole sus intenciones, sugiriendo que a Él no le importaba; con un tono acusatorio contra su hermana María: “Mi hermana me dejó sola”.

No sabemos lo que no sabemos. No sabemos lo que ella no dijo. No sabemos lo que ella estaba pensando.

Pero lo que se infiere es que ella realmente siente que su hermana ha hecho algo malo. Ella está acusando a su hermana de no ayudarla, de ser negligente con sus responsabilidades.

¿Has notado que, cuando te tornas acusatoria, cuando estás bajo presión, comienzas a asumir sobre el corazón y las intenciones de los demás? Asumes que ellos actúan de esa manera porque “yo no les caigo bien” o porque “ellos no aman a Dios”.

Digo, nuestra mente se va en tantas direcciones si la dejamos. Esta mente no sobria nos lleva por un camino muy errado.

Y percibo también cierto resentimiento aquí. “¿No te importa que mi hermana me deje servir sola?” “¡Ella me ha dejado todo a mí sola!” ¡Cuánta autocompasión! Y luego demandando: “Dile, pues, que me ayude.”

¿Alguna vez te has encontrado diciéndole a Dios qué hacer o diciéndole a tu esposo o ladrando órdenes a tus hijos, siendo demandante? El servir se vuelve—no un privilegio amoroso lleno de gracia y llevado a cabo con alegría—se convierte en un peso, en un trabajo penoso.

Las mismas personas que estamos sirviendo se han convertido en un problema, en una molestia. Solo deseamos que se vayan y nos dejen tranquilas.

Permítanme leerles un correo electrónico de una de nuestras oyentes. Ella dijo,

“Yo soy una mujer cristiana de quien siempre parece que se aprovechan de su gentileza. Otros toman mi gentileza como una debilidad. Estoy empezando a molestarme por todo esto. Estoy tan molesta que estoy sintiendo mi corazón endurecerse”.

¿Te has encontrado en alguna ocasión tan molesta con aquellos a quienes Dios te ha enviado a servir que tu corazón se endurece contra los demás? Contra el Señor, contra los otros… Mira el versículo 41, “Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas.”

Esa palabra preocupada significa “ansiosa”. Está relacionada a otra palabra que significa “ir en diferentes direcciones”. Está ansiosa. Drenada. Está siendo halada en muchas direcciones diferentes. Y está molesta. La palabra griega que es traducida como molesta es una que suena como “turbulento”. Estar en confusión.

Algunas veces nuestros pensamientos hacen eso. Por eso es que necesitamos una mente sobria, un sano juicio, para que no nos preocupemos ni nos molestemos con tantas cosas.

Y luego este pensamiento de “muchas cosas”. Me parece que las cosas se han vuelto más importantes para Marta que las personas. “Tú estás preocupada y molesta por tantas cosas”. Había “tantas cosas”. Ella había perdido la perspectiva. Había perdido el enfoque. Había olvidado lo que realmente importaba, así que Jesús vino a recordárselo.

El versículo 42 dice, “Pero una sola cosa es necesaria.” No es que nada más importa, sino que solo una cosa es absolutamente esencial, sin la cual no se puede vivir y: “María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.

¿Qué es esa cosa buena, esa cosa absolutamente necesaria? Es el proteger tu relación, tu intimidad y tu comunión con el Señor.

Si tienes una casa nítida y preparas comidas increíbles y eres una mamá merecedora de premios por tener una casa que debería estar en la portada de alguna revista, esto no significa nada si no tienes un corazón conectado al Señor, en comunión con Él.

Hemos estado estudiando Tito 2 y viendo que las mujeres mayores deben enseñar lo que es bueno, “Que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar,” y luego a ser “amables” (versículos 3-5).

Llegamos hoy a esa palabra amable. Y estamos llegando al final de las cualificaciones y características de las mujeres aquí: ser amable.

Nota que esta palabra amable sigue a la característica de ser hacendosa en la casa. No es suficiente, como acabamos de decir, simplemente ser un ama de casa y atender tu casa. Esta palabra amable nos dice cómo debemos de hacer eso.

Trata con los motivos, con la disposición; nos dice cómo debe llevarse a cabo el servicio. Marta era un ama de casa consumada, pero en esta situación ella no fue amable. Ella perdió el corazón, el espíritu y el tono con que debemos cumplir con nuestras responsabilidades domésticas. Esto importa.

No importa que simplemente terminemos tareas que teníamos por hacer. Importa el tono y el espíritu, el cómo tratamos y respondemos a nuestra familia y amigos. Eso es lo que importa.

Esta palabra que es traducida como amable significa “ser de buen carácter, ser bueno y benevolente, ser provechoso, útil, beneficioso en su efecto, gentil, de ayuda, caritativo”.

Conozco a muchas mujeres que son fieles, diligentes, amas de casa conscientes, y quiero darles ánimo. Algunas de ustedes son tan fieles en ello. Son tan dedicadas y concienzudas.

Pero te quiero preguntar, ¿tienes una disposición amable al mismo tiempo? O, ¿solo lo haces por hacerlo? O, ¿simplemente lo haces para salir del paso? O ¿lo haces por determinación y puras agallas, o lo haces con amabilidad?

Tus hijos no recordarán tanto que eras una cocinera fabulosa o que tu casa siempre estaba en orden y limpia o que eras una decoradora increíble, tanto como recordarán el espíritu y el tono y el corazón con que hacías todas estas cosas. ¿Lo haces con amabilidad? Esto es extremadamente importante.

Trabajando en la casa, manejando la casa, tratando con tu esposo, interactuando con tus hijos, con demandas—todo puede ser muy rutinario y mundano. Sabes eso mejor que yo. Puede ser frustrante. Tú lo sabes mejor que yo.

Algunas veces te sentirás sola, como le pasó a Marta—como si a nadie le importaras, como si nadie te apreciara, como si nadie se diera cuenta, o como si nadie estuviera ahí para ayudarte. Ser cuidadosa de tu casa requiere diligencia, disciplina y fidelidad cada día.

Pero también requiere amabilidad y gentileza. Y esto también es algo que las mujeres mayores están supuestas a poder enseñarles a las más jóvenes.

Uno de mis diccionarios de la Biblia dice que la mujer del hogar no solo debe tener diligencia, energía, disciplina, pero ella también debe de tener una apariencia llena de gracia y amabilidad—no solo disciplina, pero también la actitud. Esto se refleja en su conducta, su actitud, su espíritu.

Otro comentarista habla de esta amabilidad como “la falta de irritabilidad ante las persistentes tareas y responsabilidades rutinarias y mundanas de una casa.” ¿Porque están muchas de ustedes haciendo muecas? ¿Será que sienten alguna convicción?

De nuevo, no salgan después de haber escuchado estas sesiones (y sé que muchas están inclinadas a hacer esto) y comiencen a atacarse a ustedes mismas. “¡Soy un fracaso!”, “¡Soy un insecto!”, “¡Ay de mí, voy a aislarme y a morir!” No, esa es una respuesta de orgullo.

Cuando el Espíritu Santo convence, lo que Dios quiere que hagamos es que nos humillemos delante de Él para decir, “Señor, Tú tienes razón. Yo me vuelvo irritable. Y mi familia ha visto más irritabilidad que amabilidad en los últimos días”.

“Y Señor, fuera de ti yo no puedo ser amable. Yo puedo hacer las cosas correctas. Soy disciplinada. Sé cómo hacer todo esto. Pero Señor, solamente Tu Espíritu puede hacer que las haga amablemente. Solamente Tu Espíritu puede darme un corazón que sirva a mi familia”.

Así que ve a la cruz. Ve a Cristo. Toma de Su gracia si Dios te está dando convicción sobre esta área de tu vida.

Esta gentileza es lo contrario a ser ruda, cruel, impaciente, demandante, amargada, resentida, severa, o exigente. Esas son algunas de las palabras con las que algunos estamos familiarizados y con las que muchas luchamos a veces. Esas son expresiones de la carne, no del Espíritu en nuestros hogares.

Warren Wiersbe dice sobre este pasaje, “Ella no lleva la casa con una mano de hierro, sino que practica la “ley de la clemencia”, que claro, viene de Proverbios 31:30. Este tipo de gentileza y actitud del corazón esta cimentado en la humildad.

Jerry Bridges dice sobre el tema de la gentileza, “Aparte de la gracia de Dios, la mayoría de nosotros tendemos por naturaleza a preocuparnos por nuestras responsabilidades, nuestros problemas, nuestros planes. Pero la persona que ha crecido en la gracia de la gentileza ha expandido su pensamiento fuera de sí mismo y de sus intereses y ha desarrollado un interés genuino en el bienestar y la felicidad de aquellos que le rodean.”

Amigas, una de las cosas que las ayudará a manifestar gentileza en su hogar es el recordar que no se trata de ustedes. No se trata de sus emociones, su tiempo, de su energía, de ser amada, ser aprobada, o de ser alabada.

Lo maravilloso es que Proverbios 31 dice que la mujer que teme al Señor y da su vida al servir, ella será alabada. Ella tendrá una gran recompensa.

Pero si lo haces por eso, serás defraudada, porque habrá muchas veces donde la gente a quienes sirves ni siquiera saben lo que hiciste para servirles. Como cuando duras horas un día de la semana arrodillada en el piso limpiando las juntas de la cerámica del baño.

¿Será que alguien de tu familia lo va a notar o agradecerlo? ¡Gran cosa! Aun si ellos se dan cuenta, ellos no tienen ni idea de todo el trabajo que pasaste haciéndolo.

Si lo que mueve tu corazón es hacer una impresión en alguien o ser alabada o afirmada, vas a ser una mujer resentida, o comenzarás a ser negligente y a descuidar algunas cosas. Pero cuando tu servicio proviene del amor hacia los demás y te centras en ellos, y cuando te preocupas por la felicidad y el bienestar de ellos, entonces podrás servir con gentileza, con amabilidad y (¿puedo decir esto?) con gozo.

La gentileza y el centrarse en los demás no solo viene de la humildad, sino también de centrarse en Cristo, que es lo más importante. Proviene de una vida que está centrada en Cristo; enfocada en Cristo. Creo que Marta perdió su gentileza porque perdió su perspectiva. Ella olvidó a quién estaba sirviendo y por qué lo estaba haciendo.

Quiero decir, imagínense, ¡poniendo a Jesús a trabajar! ¿Pero no es eso lo que hacemos cuando nos volvemos resentidas por nuestro servir? Una cosa es necesaria, estar con Jesús.

● ¿Te has distraído con mucho servir?

● ¿Has desarrollado alguna dureza en tu corazón, en tu tono de voz o en tu espíritu?

● ¿Te falta gentileza o amabilidad?

Entonces necesitas hacer lo que Jesús le dijo a Marta que hiciera. Fue lo que María decidió hacer. ¿Qué es? Escuchar a Jesús.

“Marta, Marta [Nancy, Nancy], tú estás preocupada y molesta por tantas cosas.” ¿Qué debes hacer? Ponerte de acuerdo con Jesús si Él te ha señalado esto.

Dile, “Señor, he estado sirviendo, pero no con amabilidad. Me he convertido en una amargada. Estoy siempre gritando, ladrando ordenes. No estoy haciendo de este hogar un sitio feliz para mi familia. Sí, ellos están siendo alimentados; sí, sus necesidades son satisfechas, pero no estoy ministrando sus espíritus con gracia.”

Ponte de acuerdo con Dios. Permite que Él restaure tu perspectiva. Hay muchas cosas. Siempre habrá muchas cosas. Siempre habrá muchas cosas más en tu lista de cosas por hacer que horas en el día para hacerlas.

Lo que necesitas saber—y lo sabrás a medida que te acerques a la presencia de Jesús y a Sus pies—es lo que realmente le importa a Él. Las personas importan más que las cosas.

Las personas importan más que las cosas. Recuerda esto cuando vayas a tu casa hoy. Recuerda esto cuando le ministres a tu esposo, a tus hijos.

Debes estar dispuesta a detenerte, a tomar tiempo, para ser gentil, para escuchar. No andes siempre corriendo como si tu casa estuviera en llamas con una lista de 100 cosas por hacer, pasando por alto a las personas a quienes Dios te ha enviado a servir.

Deja que Jesús te prescriba lo que necesitas. Ve a Él, como lo hizo Marta. Haz una decisión consciente de centrar tu vida en Él. “Una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.

Mientras meditaba en esto esta mañana, pensé en las palabras de Jesús en Mateo capítulo 11 los versículos del 28 al 30.

Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.

Así que si estás asediada, exhausta, frustrada, molesta, irritada, demandante— si tienes quizás una mala actitud, si has perdido tu paz, tu amabilidad, y como resultado tu familia ha perdido la paz—ven a Jesús. Siéntate a Sus pies. Aprende de Él.

Encontrarás descanso para tu alma. Solo entonces podrás reflejar Su corazón gentil, humilde y suave a aquellos a quienes sirvas.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss ha estado recordando por qué hacemos lo que hacemos. Ese mensaje es tan importante para las mujeres ocupadas.

Todas nosotras necesitamos tiempo ininterrumpido para sentarnos a los pies de Jesús. Aun cuando es tiempo de levantarse y trabajar, todavía podemos tener una actitud de corazón de sentarnos a Sus pies, sirviendo en humildad y compartiendo con amabilidad.

¿Por qué estamos más dispuestas a ser gentiles con las personas de afuera que con las que viven en nuestros hogares? Mañana veremos esto.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

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J2 – Mejor que perfecto

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

J2 – Mejor que perfecto

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/mejor-que-perfecto/

Carmen Espaillat: Nancy Leigh DeMoss dice que no tienes que ser perfecta para tener un corazón dedicado a tu hogar.

Nancy Leigh DeMoss: Cuando hablamos del cuidado de la casa, lo importante no es qué tan buena cocinera seas, lo bien que cosas o que seas más creativa que otra persona ni que tengas más habilidades domésticas. El punto no son las habilidades ni las tareas. Lo que importa es el corazón de servicio y el deseo de agradar a Jesús, y hacerlo en el contexto de tu hogar para que puedas bendecir y alentar primariamente a tu propia familia, pero también a otras personas desde tu hogar.

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Puedes pintar tus paredes rehacer tus pisos instalar nuevos accesorios o actualizar tu apariencia ninguna de estas cosas puede verdaderamente crear un hogar cálido, algunas personas gastan pequeñas fortunas para lograr que su hogar se vea perfecto. Pero eso no es lo mismo que cuidar de tu hogar. Nancy nos enseña la inversión que verdaderamente valdrá la pena hacer en nuestro hogar, en la continuación de la serie llamada El hermoso diseño de Dios para la mujer .

Nancy: En las últimas dos sesiones hemos hablado de que la mujer ha de ser cuidadosa de su casa—hacendosa en el hogar, inclinada a lo doméstico, a la virtud de la domesticidad, y que debe tener el corazón centrado en el hogar— ¡y cuánta falta hace esto hoy en día! ¡Cuán crucial es! Todo lo que Dios dice que es importante es importante.

Si Dios dice que debemos funcionar de esta manera, es ahí donde encontraremos nuestra libertad, nuestra bendición y nuestro gozo. Es un llamado a cada mujer a decir: “Señor, en esta etapa de mi vida—ya sea en el colegio, la universidad, recién casada, sin hijos, con hijos pequeños, con hijos ya crecidos, o con un nido vacío— ¿cómo puedo reflejar tu diseño para mí? En cada etapa de mi vida, ¿cómo puedo reflejar que mi corazón está centrado en mi hogar?”

En diferentes etapas de tu vida, podrás hacer más ministrando a las personas fuera de tu propia casa, pero de una manera doméstica. Quiero contarte hoy la historia de dos mujeres. En realidad son dos historias.

Una es la historia de una mujer que me envió un correo electrónico. Es una amiga; la conozco desde hace varios años. Le dije que iba a hablar de la domesticidad y yo sabía que Dios había trabajado en esa área de su vida. Le pregunté si estaría dispuesta a compartir algo sobre eso, así que le envié un correo la semana pasada.

Me esperaba un párrafo o dos, pero lo que recibí fue más bien la historia de su vida, cosas que yo ni siquiera sabía. Así que es larga. Pero quiero dedicar el tiempo necesario para compartirla con ustedes porque creo que ilustra algunos de los principios de los que hemos venido hablando, la importancia de que las mujeres concentren sus vidas en ministrar a los miembros de su familia—primero al Señor y luego a su esposo y a sus hijos —y los peligros que pueden surgir cuando descuidamos esas responsabilidades.

Esto fue lo que me dijo en el correo electrónico:

Domesticidad: Esa palabra nunca ha estado en mi vocabulario. De hecho, la mera mención de esa palabra prácticamente me ponía a temblar. Representaba una vida de aburrimiento, pesadez, ingratitud y hasta esclavitud. Obviamente no me imaginaba yo haciéndolo ni mucho menos deseándolo en mi vida.

Sentía un odio profundo hacia mí misma por haber nacido mujer. Verdaderamente aborrecía haber nacido niña y siempre estuve convencida de que si alguna vez Dios había cometido un error, había sido conmigo. Desde que tengo memoria, siempre me decían que estaba supuesta a ser varón.

Pasé todos los años de mi crecimiento tratando de hacer todo lo que hacía mi hermano, pero mejor. Sin embargo, nunca logré obtener el amor y la aprobación de mi padre; por lo menos, a mis ojos, no igual que mi hermano y aun hasta mi hermana.

Además, como dedicaba tanto tiempo a concentrarme en mi padre y a competir con mi hermano, ignoraba a mi madre por completo. Aunque nos hicimos mejores amigas ya cuando yo era adulta, ella nunca trató de desarrollar ningún tipo de relación conmigo mientras fui joven.”

De nuevo les digo a las mujeres mayores y las madres deben enseñar, conectar e involucrar a las más jóvenes en estos aspectos de lo que es ser una mujer. Ella continúa diciendo,

“Mi hermana sí se benefició de la domesticidad de mi madre. Aunque mi madre y mis dos abuelas se dedicaron al cuidado de sus casas, nunca vi el gozo y la libertad que esa posición puede traer a una mujer.

Y al mirar atrás, todo lo que recuerdo es que rendían un servicio por obligación, no por el gozo de servir. Mi madre era fatal en el cuidado de la casa. Solo limpiaba cuando el sucio era insoportable. Lavaba los platos cuando había más sucios que limpios y la ropa cuando ya no teníamos qué ponernos.

Cuando mi hermana era adolescente, ayudaba mucho a mi madre porque yo pasaba la mayor parte del tiempo trabajando afuera con mi hermano y mi padre. Los quehaceres domésticos eran un castigo para mi hermano y para mí. Eso probablemente explique mi actitud hacia la domesticidad.

No tenía ningún problema en limpiar o recoger lo mío, pero no me gustaba para nada limpiar lo de otros. Había oído decir que en este mundo había dos tipos de personas: los que dan y los que toman. Sin duda alguna sabía que yo era una de las que toman y me sentía a gusto siendo así.

Me fue fácil encontrar personas que disfrutaban servirme. Y como yo disfrutaba su servicio, pensaba que eran buenas relaciones.”

Bueno, ya se podrán imaginar lo que sucedió cuando mi amiga se casó. Vamos a llamarle “Tim” a su esposo. Ella dice,

“Cuando Tim y yo nos casamos en 1972, mi pensamiento seguía torcido y dañado. Yo era una mujer de carrera que amaba mi carrera. No disfrutaba ser esposa, y como Tim comenzó a criticar mis esfuerzos, mi actitud quedó cincelada en piedra.

Al principio de nuestro matrimonio, Tim y yo hicimos una especie de pacto de que él haría la mayor parte de los quehaceres domésticos porque a él le gustaba hacerlos y porque no le gustaba la forma como yo los hacía. Cocinábamos los dos y yo me aseguraba de limpiar la cocina. Como mi salario era igual al de él, nos sentíamos a gusto con este acuerdo y lo mantuvimos hasta que yo dejé de trabajar antes de que naciera nuestra hija.

En ese entonces yo traté de hacerme más responsable de los quehaceres y por un tiempo esto funcionó bastante bien. Estaba comenzando a disfrutar lo que hacía y a permitir que la Palabra de Dios reformara mi mente, pero cuando me vine a dar cuenta, había vuelto a trabajar fuera de la casa.

Esto sucedió varias veces. Parecía que cada vez que me acercaba a lo que Dios realmente quería que yo fuera, las circunstancias me obligaban a tomar otro camino.

Cuando nuestra hija tenía siete años, me pidieron que ayudara en un ministerio que quedaba en nuestra área. Instantáneamente me enamoré de mi trabajo. Solamente trabajaba cuando mi hija estaba en la escuela, pero había veces que en realidad resentía tener que dejar de trabajar para ir a recogerla o quedarme en casa cuando ella estaba enferma, en lugar de ir a trabajar.

Una vez se hizo adulta, mi trabajo y mi ministerio arroparon mi vida. Me quedaba trabajando por largas horas en el ministerio e iba a trabajar los días que no me tocaba. No pensaba ni en mi casa ni en Tim en lo más mínimo.

Durante años, él hizo absolutamente todo lo que se puede hacer en una casa, además de cuidar de los carros y las mascotas que yo lo había manipulado para que nos permitiera tener. No recuerdo haberle dado las gracias muy a menudo, pero sí recuerdo muchos gritos y quejas por la forma en que había hecho algo o hasta porque todavía lo no había terminado de hacer.

Tim nunca me gritó por eso, ni siquiera una sola vez.

El 1ro de junio del año 2000 todo eso cambió de un momento a otro. Tim se cansó de que lo usaran, de que abusaran de él, de que lo descuidaran y encontró a otra persona que disfrutaba servirlo y agradarlo, y le gustó. Terminó dejándome para estar con ella.

Mientras Dios estaba trabajando en mi corazón con respecto a muchas cosas en mi vida y en mi matrimonio, también me estaba hablando de mi posición como mujer. Comencé a deleitarme en el hecho de que me hubiera escogido para ser mujer. Quería tanto convertirme en la esposa que Él quería que yo fuera, para lo que Él me había hecho.

Recuerdo haberle dicho a Dios, “Si vuelves a traer a Tim a nuestro hogar, le demostraré el tipo de esposa que puedo ser ahora.”

También recuerdo que Dios me dijo que fuera esa esposa para Él, no para Tim. Poco a poco, comencé a darme cuenta de que el servicio de una esposa es en realidad para Dios. El esposo y los hijos sencillamente reciben los beneficios.”

Para hacer la historia corta, permítanme darles algunos detalles. Con el tiempo Dios ya la trajo a ella al arrepentimiento. Y Dios también trajo a Tim al arrepentimiento. Pasamos por todo ese proceso con ellos en ese tiempo. El matrimonio quedó milagrosamente restaurado. Ha sido un camino difícil, pero hemos visto mucho crecimiento. Es sencillamente un milagro, una transformación por la gracia de Dios.

No he visto a esta mujer desde hace un tiempo. Pero mientras trabajaba en esta serie, hice que mi oficina se comunicara con ella hace unos día para ver si estaba dispuesta a compartir su experiencia. Mientras escribía este testimonio, el Señor trabajó en su corazón nuevamente. Y me dijo lo siguiente:

“Tengo que decirte que aunque he estado en casa por más de un año, sigo luchando con mi rol de ama de casa. Me da vergüenza decir que no lo estoy haciendo tan bien como pudiera. He sentido que el Señor ha estado hablando a mi corazón sobre esto durante bastante tiempo y tu llamada fue la gota que derramó el vaso.

Veo que el problema no son los pensamientos equivocados que adopté cuando era una joven ni la falta de ejemplo o las críticas que me hayan hecho. El problema es la actitud de mi corazón hacia mi salvador. Mi corazón dejó de desear servir y agradar a Jesús.”

Ese es el punto clave. Cuando hablamos del cuidado de la casa, lo importante no es qué tan buena cocinera seas. Lo que importa es el corazón de servicio y el deseo de agradar a Jesús, y hacerlo en el contexto de un hogar para que puedas bendecir y alentar primariamente a tu propia familia, pero también a otras personas en tu hogar.

Esta pareja, afortunadamente, no se encuentra en crisis en este momento. Pero creo que es fácil ver que si no resolvemos el problema de la negligencia cuando es incipiente, se puede convertir en una crisis.

No he visto a esta mujer desde hace mucho tiempo, pero me siento muy agradecida de que Dios la haya puesto en mi corazón el otro día mientras preparaba esta serie y de que ella haya respondido al reto y a la convicción del Espíritu de Dios diciendo, “¿Sabes qué? Hemos mejorado mucho. Hemos hecho grandes cambios. Ha habido mucho arrepentimiento, mucha gracia.”

Ahora tienen un matrimonio muy bueno, hasta donde yo sé. Pero ella se dio cuenta al pensar en todo esto que tenía que volverse a calibrar, que había perdido una parte de ese corazón de servicio y de agradar a Cristo. ¿Y dónde se notó? En su casa, en el descuido de la casa.

No quiero decir que te tenga que fascinar limpiar baños ni cocinar el almuerzo para tu familia todos los días del año. Cualquier rutina puede exasperarnos. La próxima cualidad que vamos a estudiar nos ayudará a ver qué es lo que mantiene ese gozo fresco y vivo. ¿Qué es lo que mantiene el corazón vivo en medio de tantas rutinas y los aspectos mundanos del cuidado del hogar?

No quiero convertir algo que es sencillamente un trabajo duro y que demanda fidelidad en algo romántico. Lo mismo pasa con el trabajo de nuestros esposos en muchos sentidos. En mi experiencia, no importa de qué tipo se trate, 70-80 por ciento del trabajo es pesado y repetitivo. Y luego está el resto que es la gloria, los beneficios y los momentos felices.

Sirve para moldear el carácter. Desde Génesis 3, trabajamos—y trabajamos con cardos, espinos y duramente por la caída. Pero hacemos estas cosas a la luz de un Dios redentor que convierte el trabajo en algo valioso, en un acto de adoración.

Bueno y dije que iba a compartir la historia de dos mujeres. Ya oyeron una y ahora quiero pintarles un retrato a grandes rasgos de una mujer con la que todos estamos familiarizados, una mujer que trabaja en su casa. Ustedes la conocen como la mujer de Proverbios 31.

Quiero que tomemos solo unos momentos para leer una porción de ese pasaje y luego hacer algunos comentarios. Las que nos han estado oyendo durante un tiempo saben que estudiamos Proverbios 31 durante varias semanas en el pasado. Esa serie se llama La mujer contracultura.

Pero quiero, en solo unos minutos, darle un vistazo a grandes rasgos a este pasaje—y que veamos algunas de las cualidades y las características de una mujer que trabaja fielmente en su hogar.

Dudé en hacer esto porque pensé, “Esto es algo tan familiar. No será algo fresco.” Pero luego pensé, “¿Sabes qué? Necesito que estas Escrituras vuelvan a mi mente y estén delante de mí una y otra vez, para reajustarme y ayudarme a recordar porqué hago lo que hago.”

Así que permítanme leer este pasaje de Proverbios 31, comenzando en el versículo 10:

Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas. En ella confía el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias. Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida. (Versículos 10-12).

El resto del pasaje es una descripción de cómo lo hace. ¿Cómo le trae ella bien y no mal todos los días de su vida? ¿Qué es lo que ella hace para vivir su vida de manera que él pueda confiar en ella? ¿Qué se necesita para ser una mujer hacendosa? ¿Cómo ponemos esto en práctica?

Mientras continúo leyendo comenzando en el versículo 13, noten cuáles son algunas de las cualidades que perduran—no tanto las tareas específicas, sino las cualidades perpetuas que representan en esta mujer.

Busca lana y lino, y con agrado trabaja con sus manos. Es como las naves de mercader, trae su alimento de lejos. También se levanta cuando aún es de noche, y da alimento a los de su casa, y tarea a sus doncellas. Evalúa un campo y lo compra (versículos 13-16).

Por cierto, el movimiento feminista evangélico ha tomado algunas de estas frases de Proverbios 31 y las ha convertido en un lema de la posición feminista evangélica. Si buscas la serie de Proverbios 31 sobre La mujer contracultura, me oirás explicar frase por frase este pasaje y podrás darte cuenta de que esta es una mujer primariamente de su casa. Es cuidadora de su casa. Trabaja en su hogar.

Versículo 16: “Con sus ganancias planta una viña.” Luego salta al versículo 18: “Nota que su ganancia es buena, no se apaga de noche su lámpara. Extiende sus manos a la rueca, y sus manos toman el huso” (versículos 18-19). Este pasaje habla mucho de cómo ella trabaja con sus manos. Es algo honorable.

No tiene temor de la nieve por los de su casa, porque todos los de su casa llevan ropa escarlata. Se hace mantos para sí; su ropa es de lino fino y de púrpura. Su marido es conocido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra. Hace telas de lino y las vende, y provee cinturones a los mercaderes (versículos 21-24).

Miremos más abajo el versículo 27: “Ella vigila la marcha de su casa, y no come el pan de la ociosidad.” Ese es el versículo clave; el meollo del asunto. Al hacer esas tareas, no se esfuerza para ganarse el premio de “la mejor ama de casa del año”. Ella vigila cómo marcha su casa. Para poder hacer eso, tiene que ser diligente.

Versículo 30: “Engañosa es la gracia y vana la belleza”—es pasajera; es vacía; es superficial; no dura—“pero la mujer que teme al Señor, ésa será alabada. Dadle el fruto de sus manos, y que sus obras la alaben en las puertas” (versículos 30-31).

Solo unas cuantas observaciones—y son cosas con las que están familiarizadas, pero volvamos a decirlas. Yo creo que nos importan a nosotras, que somos mujeres deseosas de cumplir Tito 2.

Noten, primero, ¿dónde está su esposo? Está en las puertas con los ancianos de la tierra. Él es el que se involucra —y pueden leer la primera parte de Proverbios 31— en asuntos de justicia, en la creación de leyes, para ganarse el pan de la familia. Él está en las puertas.

¿Dónde está la mujer primordialmente? ¿Dónde está su concentración y su base de operaciones? Es alrededor de su hogar y su propiedad familiar. Esta mujer asume la responsabilidad del cuidado y las necesidades prácticas de su esposo y de sus hijos.

Ahora eso no significa que el esposo no se involucra en todas estas cosas. No significa que esté mal que use la aspiradora o ponga los platos en la lavadora. Pero sí significa que ella asume la responsabilidad primaria por la administración del hogar y los asuntos relacionados con él.

Vemos que esta mujer —y creo que esa es una de las cosas que la embellecen tanto— vive una vida centrada en los demás. Tiene un corazón de sierva.

Es una mujer que planifica por adelantado. Sabe que viene el invierno, y no la toma por sorpresa. Por cierto, en eso hay una representación de cómo la mujer prepara a sus hijos para el último invierno del juicio de Dios y se asegura de que estén revestidos de la justicia de Jesucristo—que estén preparados espiritualmente para los tiempos difíciles, para el sufrimiento y para el juicio final de Dios.

Pero hablando en la práctica, nada la toma por sorpresa. Su familia va a tener ropa para pasar esa estación. Las que son madres saben que eso toma tiempo. Vemos aquí a una mujer cuyas prioridades están en orden, cuya vida está en orden.

Uno hasta se pregunta si es demasiado perfecta. ¿Tendría días llenos de trastornos? Claro que sí. Pero sus prioridades y su vida estaban en orden y por eso las cosas volvían a tomar su camino más fácilmente.

Vemos a una mujer que maneja bien el tiempo, que sabe utilizar su tiempo sabiamente. Es una mujer que no es holgazana. Trabaja durante largos días, largas hora, tarde en la noche y temprano en la mañana. Está dispuesta a hacerlo porque es parte de su llamado.

Parte de mi llamado fue acostarme tarde anoche y volver a levantarme temprano esta mañana para prepararme para esta sesión. No me encanta funcionar con cuatro horas y media de sueño, y no creo que eso sea algo que Dios desee para nosotros regularmente.

Pero hay etapas en la vida de una mujer —ya sea con un recién nacido, un bebé amamantando, hijos enfermos o estudiando para Aviva Nuestros Corazones— en que hace lo que haya que hacer. Y puedes hacerlo con un corazón contento, con un corazón rendido, y sin resentimiento si sabes que eso es parte del llamamiento de Dios para ti. Si el llamamiento es de Dios, sabes que Él te dará la gracia que necesitas para lo que sea que Él te llame a hacer.

Es una mujer diligente, no holgazana. Es organizada. Esto puede hacer que las mujeres desordenadas se sientan muy derrotadas o desalentadas.

Digamos que algunas mujeres tienden naturalmente a ser administradoras, a organizar, mientras que otras son más creativas y artísticas. Hay personalidades diferentes; eso no es pecado.

Pero si necesitas ayuda para ser más organizada y cumplir con tus responsabilidades, no seas orgullosa y pide ayuda. Ve donde una mujer mayor o a donde una mujer con esos dones particulares y dile, “¿Me podrías ayudar a organizar este desorden que tengo en casa o a estructurar mi tiempo?”

Hay personas que van más adelantadas y pueden darnos consejos y trucos—no para que puedas tener una vida perfectamente organizada, sino para que tu vida represente el orden y la belleza de la persona que Dios es y del Evangelio.

Es una mujer que sabe manejar asuntos financieros y presupuestos. No va a endeudar la familia. Es ahorrativa; es frugal. Su trabajo en la casa genera ingresos como resultado de su creatividad, su diligencia y su duro trabajo. Busca oportunidades de compra. No gasta el dinero que no tiene, y se contenta con lo que Dios provee.

¡Qué diferencia tan grande haría esto en muchas de nuestras vidas! ¿Dónde se arraiga todo esto? Ella es una mujer que teme al Señor. Siente una reverencia sobrecogedora por Dios. Lo hace para Él. No es para sí misma. No es para verse bien. No es para compararse.

¿Verdad que las mujeres tendemos a compararnos? Miramos a otras y pensamos, “Oh, ella hace que parezca tan fácil, y su vida es tan…” No compares tu vida con la de otra persona. Simplemente di, “Señor, quiero ser una mujer que te tema a ti, que te ame con todo el corazón, que viva el mandato del Evangelio para mí, de que trabaje en mi casa y que cumpla con mis responsabilidades en el hogar.”

Particularmente, las mujeres que son esposas y madres, pero igual todas debemos decir, “Señor, ¿cómo puedo reflejar Tu creatividad, Tus habilidades, Tu orden, Tu belleza, en la manera en que practico esta virtud de la domesticidad?”

Es un privilegio, y es una forma en que nosotras como mujeres podemos servir al Señor y a los demás.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss volverá dentro de poco para orar ella nos ha estado explicando lo que significa ser mujeres cuya pasión es trabajar en el hogar, basándose en Tito capítulo 2.

Tengo que admitir que Tito me sonaba como otro libro cualquiera de la Biblia hasta que comenzamos esta serie con Nancy. Durante las últimas semanas ella nos ha mostrado cuán práctica y poderosamente hablan estos cinco versículos a la mujer de hoy.

Visita nuestra página web para aprender más sobre nuestra serie actual, El hermoso diseño de Dios para la mujer: Viviendo Tito 2:1-5 La dirección es www.AvivaNuestrosCorazones.com. Puedes oír los episodios anteriores de esta serie y leer las transcripciones. La gran cantidad de materiales disponibles en nuestra página se hace posible a través de oyentes que donan al ministerio.

Mañana Nancy te recordará el rol que juega la bondad en el cuidado del hogar, espero que vuelvas a sintonizarte para escucharla. Ahora aquí esta Nancy para cerrar en oración

Nancy: Señor, te oro por estas mujeres. Veo en sus caras y siento que en sus corazones—y conozco de muchas de ellas personalmente—hay un deseo de ser mujeres verdaderas y de llevar a cabo Tu llamado en sus vidas.

Te doy gracias por las muchas, muchas maneras en que estas mujeres sentadas aquí hoy te sirven a ti y a otros. Te pido que las alientes mientras ellas buscan el llevar a cabo el llamamiento tuyo para sus vidas. Que ellas sientan Tu “bien hecho” y Tu deleite. Pero Señor, a medida que te servimos, que nosotras podamos hacerlo con Tu corazón; gentil amable y humilde. Que podamos ser amadoras, dadoras y ser de aquellas que bendicen. Que podamos hacer lo que necesitamos hacer para recibir profundamente de ti; beber profundamente de ti; sentarnos a Tus pies y permitirte que Tú nos llenes. De lo contrario, no tendremos nada que ofrecer a otros. Muchas veces solo los desperdicios.

Que podamos dar de la plenitud de aquello con que Tú nos sigues dando y llenando; porque Tú eres el agua viva, Tú eres el pan de vida, Tú eres el gozo profundo de la salvación. Y seguimos yendo a ti y siendo refrescadas. Y te pedimos todo esto en el nombre de Jesús. Amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

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Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

J1 – Tu hogar es tu misión

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

J1 – Tu hogar es tu misión

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/tu-hogar-es-tu-mision/

Carmen Espaillat: Con ustedes Nancy Leigh DeMoss…

Nancy Leigh DeMoss: Las relaciones extramaritales aumentan exponencialmente cuando las mujeres trabajan fuera del hogar y creo que tiene que ver, primordialmente, con estar en un ambiente donde existe una mayor exposición a la tentación.

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Mucha gente disfruta de opciones cuando se trata del trabajo. Tiempo flexible, la oficina en casa o semanas de cuatro días. Pero mientras evalúas tu horario, Nancy te invita a recapacitar e ir al meollo de este asunto.

¿A qué tipo de escenario de trabajo te está llamando Dios? Nancy te ayudará a pensar sobre esto en la serie llamada El hermoso diseño de Dios para la mujer: Viviendo Tito 2:1-5 .

Nancy: Algunas de ustedes quizás leyeron sobre algo que sucedió hace aproximadamente un año cuando el Seminario Teológico Bautista del Sur en Fort Worth, Texas, estableció un programa de estudios superiores. Se trataba de una especialidad en humanidades con concentración en el trabajo doméstico. Una carrera en trabajo doméstico. Este anuncio causó un gran alboroto.

Una mujer escribió un artículo en el periódico U.S.A. Today titulado “¿Quiere Dios que las mujeres se queden en casa?» Luego leí otro artículo acerca de esta controversia donde un pastor bautista de Texas afirmaba en su blog que esta era una idea era vergonzosa.

Él dijo, «Una carrera en hornear galletas es tan útil como una Maestría en Divinidad con concentración en reparación de autos”. Su artículo afirmaba que este título era frívolo y tonto.

Se hizo una gran tormenta solo por el hecho de que esta universidad cristiana quería ofrecer una carrera en el trabajo doméstico para las jóvenes de esa universidad.

Hemos estado estudiando Tito capítulo 2 y hemos llegado a esta frase: «hacendosas en el hogar” (verso 6) —las mujeres trabajan en sus casas. El contexto aquí, es que las mujeres mayores quienes han tenido vidas ejemplares agradables a Dios deben enseñar lo que es bueno.

No solo viven vidas agradables a Dios, sino que deben asesorar y pasar la verdad a la próxima generación de mujeres. Su deber es «instruir a las más jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a vivir sabiamente y a ser puras, a trabajar en su hogar”, como dice la Nueva Traducción Viviente.

Este concepto de trabajar en el hogar, como hemos estado hablando, ha sido degradado en gran manera en nuestra cultura. Un día encontré un artículo escrito por George Grant que hablaba sobre el libro bien conocido de Betty Friedman «La mística de la feminidad». Él dice opinando sobre el libro que,

“La autora advertía entre otras cosas, que la depresión, las adicciones y el suicidio perseguían a las mujeres que pasaban demasiado tiempo en sus casas persiguiendo los ideales victorianos. Quizás pensando que ella no estaba siendo muy clara sobre este asunto, ella comenzó a argumentar que solo los retrasados mentales podían encontrar gratificante el trabajo en casa y que las mujeres que aceptan el trabajo de esposa están en tanto peligro como los millones que caminaban en fila hacia las cámaras de gas nazis.”1

Ahora bien, eso suena extremo, y nunca se oye declarado de esa forma. Pero mientras investigaba en preparación para esta serie encontré un sinnúmero de correos electrónicos que recibimos de nuestra audiencia de Aviva Nuestros Corazones. Estos mencionaban cómo el ser esposa y tener un corazón para el hogar es totalmente contrario a lo que vemos en la cultura.

Permítame leerles algunos de estos correos a ustedes. Una mujer dijo:

«Yo estudié la carrera de economía doméstica en la universidad. Cuando estaba en la secundaria mi madre cuidaba niños fuera de nuestra casa. Ella cuidaba estos niños desde temprano en la mañana hasta las 5:30 de la tarde. Les daba desayuno y comida. Lo único que los padres hacían era darles su cena y llevarlos a la cama. Y vi cómo mi madre prácticamente estaba criando a estos niños. Entonces me di cuenta que no quería que una guardería criara a mis hijos. Por eso yo escogí la carrera de economía doméstica.

Yo estaba muy emocionada de mi primer año, pero cuando estuve a punto de graduarme, comencé a preguntarme por qué había escogido esta carrera. Llegó el momento de elegir un empleo y no sabía qué tipo de empleo podría yo obtener con el título de economía doméstica. ¡La sociedad está tan acostumbrada a las carreras! La gente piensa que eres loca si no persigues una carrera. Algunas veces me siento avergonzada tratando de explicar a la gente que no quiero una carrera excepto la de ser una buena esposa y madre. Yo creo que más mujeres deberían escuchar que ‘el trabajo doméstico no es algo desagradable.’”

He aquí otra mujer en una etapa de la vida distinta; ella dijo:

«Yo fui educada para creer que el trabajo en el hogar era el llamado más noble. He estado casada por 38 años, y todavía siento muy fuertemente las presiones y los desafíos de la cultura moderna… los mensajes del mundo son tan insistentes que te dicen que no eres nada si no haces estas cosas… que no eres nada si dependes de tu marido, si pones a tu familia antes que a tus propósitos y a tu carrera. Aun a mi edad, todavía lucho con el sentimiento de que he desperdiciado mi tiempo al estar en casa. Otras mujeres tienen sus cheques de jubilación y casas de vacaciones, automóviles y vehículos recreacionales… algunas veces es deprimente.

Yo he pensado mucho, pero he decidido que en cada edad, el enemigo tiene una nueva forma de presentar las cosas viejas. Yo tomé mi decisión temprano. Y no he cambiado de parecer. Tampoco Dios ha cambiado. Estoy camino a mi meta y permaneceré allí.”

Aun los evangélicos han comprado las mentiras de la cultura que no considera el valor y el significado de que las mujeres sean cuidadoras de sus hogares . Mucha de la sociedad evangélica ha mordido el anzuelo, se han alineado y han abrazado la filosofía del mundo sin detenerse a evaluar.

¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Por qué creemos lo que creemos? ¿Por qué pensamos lo que pensamos? ¿Nos hemos ido a la deriva con la cultura y estamos pensando con sobriedad y con buen juicio basado en la Escritura?

No estoy tratando de hacer absolutos en las aplicaciones. Solo estoy diciendo, que es un requerimiento bíblico para nosotras las mujeres el tener un corazón para el hogar. No es el único requisito pero es un requisito.

Yo creo que muchas veces no nos hemos detenido a pensar, ¿cómo se ve eso? ¿Debo sencillamente asumir que solo tengo que hacer lo que hace el mundo o debo considerar ir en contra de la cultura del mundo?

Yo estuve hablando recientemente con un ministro acerca de este tema del trabajo de la mujer en la casa, y él me dijo de un joven que vino a trabajar con él en un ministerio en particular hace algunos años. En ese tiempo el joven estaba casado pero no tenía hijos.

Mi amigo me dijo que él estaba sorprendido de que la esposa de su nuevo empleado no estaba planeando conseguir un empleo. Mi amigo, quien tiene un corazón para el Señor y en verdad ama la Escritura dijo: «En ese tiempo simplemente asumí y me pregunté, ‘¿por qué no trabajará fuera de su casa? No tienen niños, están recién casados.’”

Él dijo: «Fue una simple suposición de mi parte y no me detuve a pensar. Yo estaba tan sorprendido cuando este muchacho dijo: ‘No, hemos planeado que mi esposa se quede en casa desde ahora.’”

Mi amigo dijo: «¿quedarse en casa haciendo qué?»

Y este joven dijo: «Bueno, ella quiere aprender a cultivar habilidades relacionadas con las tareas domésticas que la prepararán como una esposa y después como mamá, y aprender las habilidades que necesitará para el manejo del hogar.»

Él dijo: «Yo he observado a esa pareja a través de los años, y he visto lo que ha sucedido en sus vidas como resultado de esa decisión». Ahora esa pareja tiene seis hijos y tiene una esposa con las habilidades y además está haciendo una gran contribución económica para la familia.

Ella puede hacer cosas y enfocarse en su hogar y ser una buena administradora para su familia en muchas áreas. Hubiera sido difícil desarrollar esas habilidades si hubiese estado fuera trabajando de su casa en los primeros años.

No estoy diciendo que si eres una mujer recién casada sin hijos es pecado tener un empleo fuera de tu hogar. No estoy diciendo eso. Pero puede ser pecado si Dios no te da la fe y la dirección para hacerlo, y si no lo estás haciendo por las razones correctas, pero no es pecado necesariamente.

Quiero retarte a pensar en lo que estás haciendo, ¿por qué haces lo que estás haciendo? ¿Por qué tomas las decisiones que estás tomando? ¿Lo estás haciendo solo porque se supone que es la manera en que debes vivir, que tienes que vivir en cierto vecindario o tienes que tener cierto tipo de casa o poder manejar cierto tipo de automóvil o tener dos automóviles? ¿Por qué es esto algo tan común en los matrimonios de hoy?

Ahora, no me importa si tienes uno o dos o tres o cuatro o cinco automóviles, si Dios te bendice con ello y si esa es la mejor forma que tu familia puede servirle a Dios y si es la mejor forma de administrar lo que Dios te ha encomendado.

Lo que estoy tratando de desafiar es el pensamiento de que debo tener las cosas de cierto modo para estar bien, y de que debo hacer las cosas de cierta manera en lo relacionado a la familia y al matrimonio sin detenernos y preguntarnos, «¿Es este patrón de vida lo que va a cumplir el llamado de Dios en mi familia en mi vida? ¿Va a contribuir al reino de los cielos, o solo estoy siguiendo la corriente al igual que todos los demás?”

Hay consecuencias que vienen a las vidas y a los hogares y a las culturas donde la mujer no se dedica al hogar, cuando la mujer no cumple con este mandato de ser hacendosa o trabajadora del hogar y de guardar su casa.

Podríamos hablar del impacto económico en la cultura, tanto negativa como positivamente, habiendo llegado a un punto donde la familia de dos ingresos es un requisito. La presión que eso pone sobre los hombres, quienes fueron diseñados por Dios para ser los proveedores principales para sus familias, es enorme.

Podríamos hablar de la gran contribución económica que la mujer podría hacer si fuera una diligente guarda de la casa y los gastos que se podrían ahorrar, las áreas donde pudiera haber un beneficio financiero para la familia, y algunos de los gastos que se crean si ella no cumple con la responsabilidad en el hogar.

Podríamos hablar sobre el impacto en los hijos, la ausencia de alguien que le modele en el hogar, la carencia de preparación para la vida cuando no hay una madre en el hogar.

Mis padres hicieron muchas cosas bien; y ellos eran los primeros en decirte que hicieron muchas cosas mal. Ellos eran nuevos creyentes cuando se casaron y comenzaron una familia, y sin tener todos los libros y seminarios y programas de enseñanza que tenemos hoy.

Hay muchos recursos disponibles para las familias hoy que antes no existían, pero una de las cosas que ellos descubrieron en aquel momento y por lo que estoy muy agradecida fue que mi madre fue una cuidadora del hogar. Ella era una mujer muy activa, fructífera, productiva, comprometida, inteligente, e involucrada, quien hacía muchas cosas diferentes, pero que redundaban alrededor del hogar.

Uno de los recuerdos realmente positivos de mi niñez, era que siempre que regresábamos a la casa de la escuela mi madre siempre estuvo allí. Tú puedes decir: «Gran cosa… muchos niños han crecido sin que sus mamás estén allí hasta más tarde, y esto no los dejó marcados de por vida”.

Solo les estoy diciendo, que fue algo muy positivo y que me dio mucha seguridad mientras crecía. Todavía puedo recordar cuando regresaba a casa, sabiendo que ella estaría allí, el sentimiento que me embargaba— la confianza de que ella estaba administrando la casa y que alguien se encargaba de todo de una manera ordenada.

El que esto falte en su infancia puede afectar los niños más adelante. De nuevo, no necesariamente porque la mamá no horneó un pan o porque no elaboró disfraces de mostacilla para los dramas escolares o lo que sea. Es sencillamente el hecho de que la mamá esté en el hogar y que ella tiene esa responsabilidad de administrarlo.

El área donde creo que las consecuencias son más notorias es en el impacto moral de las mujeres que no son guardas de su casa, que no trabajan en el hogar. Es interesante como en Tito 2 el trabajar en casa, el ser hacendosas del hogar viene inmediatamente después de la característica de ser pura. Creo que hay un enlace entre todas estas cualidades, incluyendo estas dos.

Mathew Henry, el maravilloso comentarista del siglo XIX, hace una observación interesante acerca de la conexión entre ser pura y ser hacendosa del hogar. El expresa que en Génesis 34, Dina, quien fue la hija de Jacob, «salió a visitar las hijas de la tierra » (versículo 1).

En ese proceso, y sin entrar en detalles, ella terminó perdiendo su pureza. No quiero darle más importancia a esta conexión de lo que realmente tiene, pero creo que existe algo en las mujeres que no tienen su corazón arraigado en el hogar. Se vuelven más vulnerables al pecado moral, y potencialmente más propensas a la tentación moral.

Mathew Henry, en su lenguaje del siglo XIX, continúa diciendo un poco más acerca de la conexión entre la pureza y el trabajo doméstico:

«Me temo que para aquellas para quienes su hogar es su prisión, también sienten que la castidad es su cadena.»

En otras palabras, si crees que el estar en tu casa es una prisión, entonces es probable que pienses que el ser pura es una prisión. Si no quieres tomar tu lugar en la casa, puedes encontrarte con el deseo de no permanecer pura moralmente. Él dice:

«Habrá ocasiones, en que tengas que salir [se refiere a hacer cosas fuera del hogar]; pero un temperamento parrandero, alegre y amiguero [una manera de referirse a personas que solo quieren pasear, socializar o divertirse], mientras se descuidan los asuntos domésticos, o la inquietud de no querer permanecer en su lugar… comúnmente viene acompañado de… otros males”.

Lo que él está diciendo es que estas cosas van de la mano; cuando una mujer no está satisfecha teniendo el hogar y su rol en el hogar como su prioridad—cuando ella dice que quiere andar en la calle, haciendo otras cosas, involucrada con personas fuera de su hogar—muchas veces encontramos que si ella no encuentra contentamiento en su ministerio y responsabilidades en el hogar, existen otros pecados que irán muy de la mano.

Y podemos ver esto en las Escrituras. Por ejemplo, en primera a Timoteo en el capítulo 5 versículo 14 se instruye a las viudas jóvenes por el apóstol Pablo a casarse, criar hijos y administrar su casa. Pablo les dice: si no lo hacen, le darán al adversario ocasión de calumniar.

¿Por qué sucedería esto? Y, ¿cómo puede suceder? Bueno, él dice en el versículo 11 que sus pasiones pueden alejarlas de Cristo, número uno, y número dos, «y además aprenden a estar ociosas, yendo de casa en casa; y no solo ociosas, sino también charlatanas y entremetidas, hablando de cosas que no son dignas» (versículo 12).

Pablo se refiere a que estas jóvenes realmente necesitan casarse y tener hijos y administrar su casa. Hacer esto las protege de otros pecados y tentaciones que pudieran enfrentar si les sobra tiempo, si se vuelven ociosas, si se vuelven chismosas, si van de casa en casa.

¿Entonces en cuál casa deben de estar? En la suya propia.

De nuevo, esto no significa, que ellas no deben salir nunca o visitar a alguien. No tomes esto como algo extremo. No pongas palabras en mi boca que no he dicho.

Estoy caminando en una cuerda floja con este tema, pero creo que conocerás mujeres que no tienen un corazón para su hogar, sino que están en otras casas, metiendo las narices donde no deben. Tienen demasiado tiempo libre.

El ser administradora en el hogar es parte de la protección espiritual contra la inmoralidad. Las personas pueden pecar inmoralmente bajo cualquier circunstancia, y existen personas trabajando empleos de tiempo completo fuera de su hogar que nunca han sostenido un romance con alguien.

No estoy diciendo que haya una relación de causa y efecto con esto. Solo estoy diciendo que podemos conectar algunos puntos entre todas estas cosas.

Esto lo vemos una vez más en Proverbios capítulo 7 que habla sobre la mujer adúltera y seductora. En los versículos 11 y 12 existe un pasaje interesante que dice que la mujer que seduce al joven ingenuo, es «alborotadora y rebelde, y sus pies no permanecen en casa; está ya en las calles, ya en las plazas, y acecha por todas las esquinas.”

Es alguien que tiene demasiado tiempo disponible. No le interesa ponerle atención a su casa.

Pero de manera interesante, mientras continúas en este texto, encuentras que ella se ha preocupado por hacer de su recámara un lugar agradable para el hombre que ella está tratando de seducir. Ha invertido tiempo en la domesticidad, pero con el objetivo equivocado—no para su marido, no para su familia, sino para una relación ilícita.

Y me viene esto a la mente: si las mujeres pusieran más atención en hacer de su casa un lugar ordenado y hermoso, y un refugio de paz, gozo y contentamiento para sus propios maridos y sus hijos y los huéspedes que Dios traiga a su casa, ¿cuánta protección habría en otros frentes y cuánta protección contra la posibilidad de incurrir en otros tipos de pecados?

Yo pienso que en ocasiones existe una conexión en nuestra cultura entre la inmoralidad y el hecho de que la mujer no tenga un corazón para su hogar.

No quiero llegar demasiado lejos con esto, pero permítame leer un correo electrónico de una de nuestras oyentes que trata este tema. Esta mujer dice:

«Me sentía muy sola en mi primer año de matrimonio. [Y había razones para ello—había algunos problemas]. Yo pensaba que si tenía un bebe en aquel momento las cosas serían diferentes. En lugar de ser una hacedora del hogar, no hacía nada todo el día. Me recostaba en la cama o en el sofá con las ventanas cerradas y las luces apagadas. Por seis meses no limpié la casa ni preparé la cena. Luego, un día visité a una vieja amiga de la universidad. Ella era soltera y empezamos a salir a los clubes, y obtuve la atención de algunos hombres. Llegué al punto de llamar a un viejo novio de la escuela y hablamos de restablecer la relación. Y para empeorar las cosas, nos estuvimos viendo y casi sostuvimos relaciones sexuales.”

La saga continúa, y todo se empeora después. Aquí tenemos a una mujer cuyo matrimonio comenzó con algunas dificultades y que luego se fue en una espiral hacia abajo, poniéndose aun peor a medida que ella descuidaba sus responsabilidades domésticas.

Hay santificación y protección cuando cumplimos aquello que Dios nos ha dado para cumplir en cada estación de la vida. Mi llamado primordial ahora mismo es estudiar la Palabra de Dios y enseñarla a otros.

Hacer esto es una bendición, pero también es laborioso. Toma tiempo y si me vuelvo ociosa, o si pospongo las cosas o si no cumplo el llamado que Dios ha hecho a mi vida para este tiempo, me vuelvo vulnerable a otros tipos de pecados. De manera que hay protección en hacer lo que sea que Dios te haya dado como tarea en esta etapa de tu vida.

Las relaciones extramaritales aumentan exponencialmente cuando las mujeres trabajan fuera del hogar y creo que tiene primeramente que ver con el estar en un ambiente donde aumenta la exposición a la tentación.

Un escritor quien ha escrito sobre este tema dijo: «Muchas relaciones emocionales son producto de ambientes de trabajo y colegiales intensos». Este escritor particular dijo que «más de la mitad de las amistades laborales se convierten en algo más.»

No estoy tratando de asustarlas o de ser alarmista o extrema. Solo estoy diciendo que esta es la realidad, y Dios nos ha dado instrucciones en su palabra para nuestro bien nuestra bendición así como para su gloria. Nosotras ignoramos estas responsabilidades para nuestro propio mal; pero si las abrazamos, seremos muy bendecidas.

Permítanme cerrar con dos citas de comentaristas acerca del alto llamado a ser ama de casa y de la influencia que se puede ejercer en el ejercicio de este llamado. Un comentarista dice:

«No existe un llamado más alto que la labor doméstica. Todo hombre conoce el poder transformador de una hermosa y piadosa esposa.”

Luego otro comentarista dice:

“A fin de cuentas, no puede haber una carrera mejor que la de la labor doméstica. Muchas personas que han dejado una marca en el mundo, lo han podido hacer debido a que recibieron el amor y el cuidado en el hogar. Es infinitamente más importante el estar en casa, llevar a los niños a la cama y escucharlos decir sus oraciones que asistir a todas las reuniones públicas y eclesiásticas del mundo.”

Si esto te suena un poco anticuado, así es. Ciertamente fue escrito hace algunos años. Permítame leer algo más que escribió John Angell James, un predicador del siglo XIX. Tal vez el lenguaje sea un poco singular, pero yo pienso que él lo dice de una forma tan hermosa. Él dice:

«Hogar, dulce hogar, es la esfera de la misión de la mujer casada… El hacer de este hogar un lugar de santidad y de felicidad; el llenar esa esfera con una influencia tan dulce y sagrada… por tal objetivo o propósito, los ángeles considerarían que valdría la pena venir a encarnarse en la tierra”.

En otras palabras los ángeles desearían dejar su lugar en el cielo para venir a vivir a la tierra si pudieran tener esa bendición, el gozo y el privilegio que tiene una mujer que cumple su misión en su hogar haciéndolo un lugar de santidad y felicidad, no de perfección, sino de felicidad y santidad para la gloria de Dios.

Carmen: Es tan fácil perder de vista del verdadero valor de tu hogar, y no estoy hablando del valor de la propiedad, sino del valor de la crianza de la próxima generación que glorificará a Dios por haber estado en un lugar de santidad y felicidad como Nancy nos ha hablado. Es un tema que ha llevado a una radioescucha de Aviva Nuestros Corazones a escribirnos.

Alguien que ha sido retada a reorganizar su vida. Ella ha estado escuchándonos por tres años; nos escribe que cuando empezó a escuchar,

Mujer: Yo era el ícono de una mujer del mundo.

Carmen: Ella era una doctora tenía una vida profesional en lugar de una vida familiar. Tuvo muchas posiciones de poder en una universidad médica. Pero Dios la estaba llamando a algo más y ahora se encuentra desarrollando el ministerio de tiempo completo. Escribió para decir:

Mujer: Nancy, tus enseñanzas del consejo de Dios con el énfasis en la mujer y nuestros roles para el reino de Dios me han ayudado a transformarme completamente y liberarme de la cosmovisión y de las normas culturales de la mujer americana.

Nancy: Que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

Carmen: Quizás te resistes a servir en el hogar porque piensas que no tienes facilidad para hacerlo, pero no debes olvidar que Dios puede hacer grandes cosas en tu hogar.

Visítanos en nuestra página web, www.AvivaNuestrosCorazones.com. Allí podrás encontrar algunos recursos que te ayudarán a crecer en tu relación con Dios y a conocer Su voluntad para tu vida.

¿Has conocido alguna vez a alguien que parece tener todo bajo control? Su casa luce impecable, sus hijos parecen angelitos… parece ser una súper mamá, ¡y te hace sentir inadecuada! En el programa siguiente Nancy ofrecerá algunas buenas noticias para aquellas que sienten que no califican como súper mamás. Te esperamos en Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

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M29 – El verdadero valor de tu hogar

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El hermoso diseño de Dios para la mujer – Viviendo Tito 2:1-5

M29 – El verdadero valor de tu hogar

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/el-verdadero-valor-de-tu-hogar/

Carmen Espaillat: Aun cuando el trabajo de la mamá parece pasar desapercibido, sigue siendo increíblemente valioso, de acuerdo a Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss : Cuando cocinas comidas nutritivas y sabrosas para tu familia, estás señalando hacia Aquel que alimenta al hambriento y que satisface a las almas sedientas con Él mismo. Tú les estás llevando a tener apetito de Él.

Y cuando haces el esfuerzo y te tomas el tiempo para que tu esposo y tus hijos tengan ropa limpia que les sirva, estás señalando hacia Aquel que nos viste con Su justicia.

Carmen: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

La lista de supermercado, los roperos organizados, la delegación de tareas—¿existe algún valor espiritual en estas tareas prácticas? Exploraremos esta pregunta mientras Nancy continúa en la serie El hermoso diseño de Dios para la muje r.

Nancy: Ayer pasé el día en mi estudio preparándome para las grabaciones de hoy. Tengo dos amigas que viven en el área que estaban orando por mí y querían animarme de alguna forma.

Ellas se juntaron y decidieron bendecirme de una forma muy especial. Una hizo una sopa de vegetales y una linda ensalada y la otra me lo trajo a mi casa, junto con un mantel y centro de mesa muy bonito, se quedó por unos minutos y me alentó con su presencia, con el almuerzo y con los bonitos detalles.

Fue un dulce estímulo en medio de lo que hubiera sido un día muy enfocado en estudiar y prepararme. Pensé, como suelo hacerlo, “Soy muy bendecida al tener amigas como éstas que ministran a mi vida en estas formas tan prácticas”. Qué gran reflejo es este del tipo de amor y actitud del corazón de Cristo.

Le dije más tarde en un correo electrónico a una de estas mujeres, “Tú eres justo como la mujer de Proverbios 31 y de Tito 2 envuelta en un solo paquete”. Estoy tan agradecida al Señor por poner a mujeres como éstas en mi vida, que ejemplifican las virtudes de la domesticidad, de las cuales hemos estado hablando en esta serie.

Ahora bien, hay algunas personas que se estarán preguntando, “Y ¿qué significa esa palabra?” Está relacionada a doméstico, algo centrado en el hogar; tener el corazón en el hogar.

Muchos hoy día no tienen ni idea de lo que significa esta palabra. No es una palabra común en nuestro idioma. Sin embargo es una parte vital de nuestra fe, no solo la palabra, pero lo que representa, el concepto.

Y déjenme volver a Tito 2 y leer otra vez los tres versículos que hemos estado viendo bajo un microscopio durante esta serie, comenzando con el versículo 3. “Las ancianas enseñen lo bueno”. Y entonces los versículos 4-5: “que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada”.

Trabajando en la casa—si tienen otra versión de Biblia probablemente tendrán otras palabras en ese versículo. Cada traducción lo maneja algo diferente. Mi traducción dice, “trabajando en el hogar”. La Biblia de las Américas dice, “hacendosas en el hogar”. La Nueva Versión Internacional dice “cuidadosas en el hogar” y la Reina Valera Antigua dice, “que tengan cuidado de la casa”. Cuidadoras del hogar, hacedoras del hogar.

Una de las razones por la que tenemos tantas traducciones diferentes para esta simple palabra en el lenguaje original es porque hay una discrepancia en cuál es la palabra en el griego original. Hay dos palabras muy similares, con una sílaba de diferencia entre ambas y son ambas palabras muy raras. Esta es la única ocasión en que esta palabra es utilizada en el Nuevo Testamento por lo que no se puede comparar con otras partes de la Escritura para saber qué significa.

Y no trataré de darles todo el trasfondo griego de estas palabras, pero ambas son palabras compuestas. La primera parte de esta palabra es la palabra para hogar o casa. Es la palabra oichos. Estas dos palabras: casa y hogar, empiezan con oichos.

Vemos esta palabra oichos combinada con una segunda palabra que significa “trabajo”. De manera que es trabajo del hogar, quehaceres del hogar o trabajo en el hogar. La otra palabra que se usa en otros manuscritos diferentes combina “casa” con “guardián” o “guardia”. Entonces es guardia del hogar—trabajadora del hogar o guardadora del hogar.

La versión Reina Valera está basada en este segundo uso de la palabra, guardadora del hogar, doméstico, guardadoras de la casa, encargándose de los asuntos del hogar.

Afortunadamente en la providencia de Dios, realmente no importa cuál de estas dos palabras sea en el griego original porque ambas expresan el corazón de Dios para las mujeres, trabajando en casa, guardando la casa. Ambas nos muestran algunos aspectos importantes en nuestro rol como mujeres.

Cualquiera de estas palabras tiene que ver con ser devotas a sus hogares, teniendo un corazón por su hogar, teniendo una inclinación hacia lo doméstico. Un diccionario bíblico dice, “Es un manejo eficiente de las responsabilidades del hogar”. Esto tiene que ver con el concepto de una mujer que no es una holgazana en su casa, sino que está activamente envuelta en la vida de su casa y en los deberes del hogar.

Inmediatamente nos llevamos el sentido completo de lo que es una mujer que trabaja en el hogar, de ser una guardadora del hogar; nos damos cuenta de que, primeramente, es un concepto que cada vez es más extraño a nuestra cultura. Segundo, es muy controversial porque durante los últimos 50 años o más se ha hecho un esfuerzo concertado de sacar a las mujeres de sus hogares y de decir que lo que las mujeres hacen dentro del hogar no es tan significativo como lo que hacen fuera del hogar, en términos de su dignidad, de su valor, su significado, y de su contribución a la sociedad.

De manera que se ha dado, así como con todas estas virtudes, un esfuerzo concertado que creo ha sido motivado por el principal enemigo, Satanás mismo, de guiarnos por un camino totalmente contrario al camino de Dios para las mujeres. Pero si queremos tener mentes sanas, como ya hablamos durante esta serie, necesitamos estar dispuestas a caminar en una senda centrada en Dios y dirigida por la palabra, en vez de por la cultura.

Aquellos que tienen problemas con el concepto de domesticidad o de ser ama de casa, de ser trabajadoras en el hogar, pueden sugerir que esto es degradante para la mujer, esto de que Pablo esté diciendo que el lugar de la mujer es en el hogar. Pueden preguntarse: “¿Era Pablo machista?”

¿Está él diciendo que debemos de mantener a las mujeres en la cocina, descalzas y embarazadas?

Y no soy una persona conflictiva, por lo que no estoy engendrando más debate. Pero estoy inalterablemente comprometida con la autoridad de las Escrituras y es ahí en donde tenemos que basar nuestras vidas. Quiero que exploremos durante los próximos días en qué consiste este concepto de trabajar en casa y por qué es importante.

A través del libro de Tito vemos cómo la vida de los creyentes están supuestas a estar en marcado contraste de las vidas de aquellos que no creen. Nuestras vidas están supuestas a destacarse con respecto al resto de la cultura. Nadando contra la corriente como los salmones.

Entonces, ¿hacia dónde va la corriente? Nuestra cultura está caracterizada por cosas como la violencia, la promiscuidad sexual, la ambición, la mentira, la glotonería, el libertinaje, borracheras la rebelión, el odio… Y de paso, todas estas cosas las podemos leer en el libro de Tito.

El mundo está supuesto a mirar a la iglesia y ver una diferencia masiva. Estamos supuestos a ser caracterizados justamente por lo opuesto a estas cosas—estamos supuestos a estar caracterizados por el amor, la mansedumbre, la pureza, el dominio propio, la veracidad, la sumisión, las relaciones familiares bien fundamentadas.

Una de las cosas que debe caracterizar a la mujer cristiana es un corazón por su hogar. Esta es una virtud importante para las mujeres de toda era, empezando desde cuando la Escritura fue escrita. Pero creo que especialmente hoy, en nuestra generación, es crucial revelar el corazón del Evangelio.

En el siglo 21, por varias razones, las mujeres por lo general pasan el tiempo en actividades y búsquedas mayormente fuera del hogar. La realidad es que en el mejor de los casos, el hogar o casa no es más que una estructura física en donde las personas estacionan sus cuerpos en la noche, y el resto del tiempo la mayoría de la gente suele estar corriendo en cientos de direcciones diferentes, en el mejor de los casos.

En el peor de los casos, los hogares, que así se hacen llamar, y más importante, las personas que en ellos habitan, muestran signos de negligencia y desorganización absoluta. Y entonces en otro extremo tenemos personas que hacen un ídolo de sus hogares, tienen hogares ambientados por diseñadores que pueden estar en la portada de una revista pero que en muchos casos contienen familias fracturadas con relaciones rotas.

No se puede separar el trabajo del hogar, o el guardar el hogar, de la parte espiritual de tu vida. Susan Hunt tiene un libro maravilloso que se llama “ La mujer verdadera” y ella cuenta allí una historia que creo que vale la pena compartir.

Ella dice,

Una amiga estaba discipulando a una joven mujer que tenía un gran desorden en su vida. Ellas trabajaron a través de un estudio bíblico sobre cómo cultivar las disciplinas, a través de oración y memorización de las Escrituras. Entonces un día mi amiga le dijo, ‘Ahora tenemos que hacer algo con tu casa’.

Y la joven mujer estaba sorprendida. ‘Esto no importa. Mi esposo es tan desorganizado como yo. Ninguno de los dos seríamos felices sin nuestros regueros y los chicos pensarían que están en la casa equivocada.’

Pero mi amiga persistió y el domingo su esposo habló con mi amiga y le aseguró que él estaba bastante feliz y que realmente prefería las cosas como estaban. Mi amiga siguió persistiendo. ‘Este es un aspecto de tu discipulado’, le dijo.

Entonces mi amiga reunió las tropas para ayudar a esta joven mujer. Una mujer de la iglesia que tenía habilidades para organizar, pasó un día ayudando a organizar sus roperos y gabinetes.

Otra le enseñó cómo planificar almuerzos y a hacer las compras con una lista. Otra le enseñó cómo limpiar y delegar las tareas del hogar entre sus hijos. Entonces otra mujer le ayudó a decorar su casa y la transformación fue notable.

A propósito, antes de continuar con esta historia, pueden ver la ilustración de las mujeres mayores enseñándoles a las más jóvenes y aprendiendo todo esto en un contexto de una comunidad de fe.

Uno no se casa y sabes todas estas cosas. Tú no cumples 21 y automáticamente aprendes todas estas cosas. No las adquieres por ósmosis. Viene, mayormente al pasarla de una vida a otra. Claro, puedes leer libros y usar otros recursos que hay hoy en día, pero la mejor forma de aprender acerca de estas cualidades descritas en Tito 2 es pasándola de una vida a otra, de una amiga a otra amiga.

No es sentada en un salón de clases como estamos hoy. Así no es que se hacen la mayoría de los discipulados. No te voy a hacer una buena ama de casa por sentarte y escucharme hoy. La forma en que nos hacemos buenas amas de casa es compartiendo en las casas y vidas de unas y otras, y ayudándonos de forma práctica con estas habilidades .

Susan Hunt sigue diciendo,

Varias semanas después el joven esposo se acercó a mi amiga. Él le dijo, ‘No creía que importara mucho pero si importa. Ahora estoy deseoso de llegar a casa. Nuestro hogar se ha vuelto un refugio del caos del mundo. Y lo más increíble es que me siento más cerca de mi esposa y la aprecio más de lo que jamás imaginé.

Estamos hablando aquí de construir vidas. No estamos hablando de construir casas que puedan estar en la portada de una revista. Estamos hablando de hogares que puedan reflejar la gloria de Dios, la belleza de Cristo, y que sean refugios e invernaderos y lugares en donde la vida puede ser cultivada y las personas pueden crecer y asemejarse a Cristo, y el Evangelio puede ser manifestado.

Pero vamos a regresar a Tito 2. Esta mujer está trabajando en el hogar, las mujeres mayores deben de enseñar a las más jóvenes a trabajar en el hogar. Entonces, ¿qué deben de estar aprendiendo a hacer las mujeres más jóvenes? A trabajar, trabajar, trabajar.

A veces me preguntan, “¿Crees que existen esposas que son amas de casas o las mamás a tiempo completo?” Mi respuesta es, “Absolutamente”. Esta mujer descrita en Tito 2 es una trabajadora. Ella trabaja duro. Ella no es holgazana. Ella es diligente. Ella es productiva. Ella está trabajando duro.

Cuando hablamos de trabajar en casa, esto no necesariamente significa que tiene que moler su propio trigo o hacer su propio pan. No significa necesariamente que tienes un sótano lleno de frutas y vegetales que has cultivado y enlatado tu misma.

No significa que necesariamente le hagas una manta a cada uno de tus hijos o de tus nietos. No significa que tengas que hacer tu propia ropa y la de tus hijos o que pintes las paredes de sus habitaciones. Aunque si disfrutas hacer estas cosas y estas son cosas que te ministran y bendicen a tu familia, ¡excelente!

Lo que  significa —trabajar en casa— es que estás dedicada a manejar tu casa para satisfacer las necesidades de tu familia. Entonces esta mujer está trabajando. ¿Dónde trabaja? ¿Dónde queda su trabajo? Es en el hogar. Ella trabaja en el hogar.

Esto no significa que nunca deja su casa . Significa que primariamente el punto de partida de su esfuerzo, su productividad, su contribución es su casa, su casa es su primera esfera de influencia y esfuerzo.

Y esto habla de sus prioridades, de lo que le importa, acerca del foco de su atención. Quiero señalar brevemente que al decir que trabajamos en el hogar, no estamos diciendo que necesariamente no se puedan hacer otras actividades fuera de este o incluso trabajar fuera del hogar.

De hecho, tenemos que tener cuidado de no decir lo que la Escritura misma no dice o de imponerles a otros aplicaciones de las Escrituras que el Señor nos haya dado para nuestras propias vidas . Necesitamos darnos cuenta de que cada uno de estos principios, incluyendo el de trabajar en la casa, puede verse diferente para cada mujer, dependiendo la etapa en que estén sus vidas.

Tenemos entre nosotras hoy mujeres solteras. Tenemos algunas que están recién casadas y no tienen hijos. También tenemos mujeres cuyos hijos ya son adultos, mujeres con varios hijos pequeños o adolescentes. Hay etapas en los que una mujer puede tener mayores compromisos fuera del hogar sin ser negligentes con sus prioridades en la casa.

Es por esto que tienes que saber en qué estación de tu vida estás y cómo Dios te está guiando a trabajar con este principio de ser ama de casa, durante esta etapa específica de tu vida.

Carolyn Mahaney escribió un libro excelente que se llama “Feminine Appeal” (“Atractivo Femenino”). Es un libro basado en las cualidades del capítulo 2 de Tito. En este libro ella anima a las mujeres a tomar en consideración el impacto que tendrá sobre su hogar y su familia, el aceptar cualquier oportunidad que reciban de trabajar fuera, además de evaluar la motivación de sus corazones. A evaluar sus motivaciones.

¿Por qué quieren realizar esta actividad en particular o tomar este trabajo o involucrarse en esta búsqueda? Hacerse preguntas como estas:

● ¿Cuáles son mis razones para considerar esta oportunidad?

● ¿Son egoístas u honran a Dios?

● ¿El perseguir esta empresa glorifica a Dios y honra el Evangelio?

● ¿Es esta una empresa que ayudará a mi esposo?

Ella vuelve repetidamente a este punto en este libro, que una esposa necesita preguntarse continuamente, “¿Esto ayudará a mi esposo?” Recordarse que para esto fue que Dios la creó, para ser una ayuda adecuada para complementar a su esposo. Entonces ella anima a las mujeres a preguntarse:

● ¿Ayudará esto a mi esposo?

● ¿Mejorará y enriquecerá esto la vida de mi familia?

● ¿Esta empresa obstaculizará mi rol como cuidadora de mi hogar?

Entonces el ser ama de casa, ser una trabajadora en el hogar, es un llamado a hacer del hogar nuestra prioridad. Es un llamado para toda mujer, ya sea casada o soltera, joven o vieja, en cada estación de su vida.

Déjenme hacer un paréntesis aquí, mujeres solteras, no se pierdan la oportunidad de cultivar la virtud de la domesticidad. No pierdan la oportunidad en sus hogares, donde sea que estos estén, de servir, de bendecir, de animar a la familia de Dios y a compartir a Cristo.

Incluso mientras trabajaba en esta serie, recibí un mail de una amiga soltera que vive en un estado al que yo voy estar viajando en las próximas semanas. Ella me envió un correo electrónico. Es una mujer muy ocupada. Ella tiene un trabajo a tiempo completo y tiene más o menos mi edad.

Ella me dijo, “¿Puedes venir a visitarme? Me encantaría ofrecerte un almuerzo casero”. Solo el pensar en pasar una noche con ella compartiendo una cena casera era una bendición para mí. Espero poder agendarlo en mi calendario, y estoy contenta de que siendo ella una mujer soltera, esté pensando en cómo ser un ama de casa.

Esto es algo hermoso de ver en una mujer, pero creo que estarán de acuerdo conmigo en que es algo cada vez más raro de encontrar. He escuchado de muchas mujeres a través de los años de Aviva Nuestros Corazones, que dicen, “Mi mama no me enseñó eso”. Tal vez sus madres no hicieron estas cosas o simplemente lo hicieron sin tomarse el tiempo de enseñarles cómo hacerlo.

Por lo que esta es una de las enseñanzas que las mujeres mayores tienen que transmitir a las más jóvenes, de madres a hijas, para que las hijas puedan ser mujeres que sepan cómo ser guardadoras de sus hogares.

A través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones, estamos siempre tratando de entrenar a las mujeres a reflejar la belleza y las maravillas de los caminos de nuestro Dios y su gran plan de redención.

Entonces mientras pensamos en esto de ser amas de casa, ¿cómo reflejamos la belleza y maravillas de los caminos de Dios y Su gran plan de redención cuando vivimos este mandato de ser trabajadoras en el hogar, guardadoras del hogar, guardianes del hogar, administradoras del hogar? ¿Cómo refleja esto el Evangelio y el corazón de Dios?

Ser amas de casa, guardadoras del hogar, refleja el corazón de Dios por la casa. Dios ama el hogar. Salmo 68:5-6 nos dicen, “Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su santa morada. Dios prepara un hogar para los solitarios; conduce a los cautivos a prosperidad; solo los rebeldes habitan en una tierra seca”.

Dios es un hacedor de hogares, y reflejamos Su corazón por el hogar cuando cultivamos hogares en donde las personas pueden crecer y ser alimentadas y nutridas.

Cuando traes orden al caos que hay en tu hogar o haces espacio para que esté iluminado y agradable, tú estás reflejando a Aquel que hizo el mundo cuando la tierra no tenía forma y estaba vacía y oscura a las personas en ese hogar. En cierto sentido estás encarnando al Dios Creador, dando a las personas una muestra de quién es Él.

Cuando cocinas comidas nutritivas, sabrosos almuerzos para tu familia, estás apuntando hacia Aquel que alimenta a los hambrientos y que satisface a los que tienen sed por Él. Estás fomentando un apetito por Él.

Y cuando tomas el tiempo y el esfuerzo de asegurarte de que tu esposo y tus hijos tengan ropa adecuada, estás apuntando hacia Aquel que nos viste con Su justicia.

Ves, cada aspecto de los quehaceres domésticos está hecho para reflejar ante el mundo alguna verdad espiritual eterna. Esto es lo que puede tomar lo mundano y tedioso y hacerlo un acto de adoración, una obra de arte, lo puede llevar a ser algo de gran profundidad espiritual.

Cuando aprendes a decorar tu hogar con gusto , le estás dando a tu familia y a las visitas un vistazo de Aquel cuya obra de arte está reflejada en la creación. Los cielos declaran la gloria de Dios y el firmamento muestra Su obra. Pienso en cómo Dios hacia esa obra.

Cuando haces trabajos manuales, cuando haces trabajos creativos, cuando decoras con buen gusto, estás despertando en las personas un hambre por Dios, quien es el supremo, decorador consumado.

Y cuando mantienes la casa limpia , ordenada, estás creando una atmósfera en donde tu familia puede apreciar el valor de estar espiritualmente limpio, limpio del pecado, y de tener vidas que están espiritualmente ordenadas. Estás enseñando, no solamente a estar limpio y ordenado porque esta no es la virtud suprema y eterna. Sino que mientras estás cuidando de tu hogar lo que realmente estás haciendo es creando un apetito por nuestro hogar final en el cielo.

Jesús dijo, “No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi padre hay muchas moradas…; porque voy a preparar un lugar para vosotros” (Juan 14:1-2, NIV). O sea que Jesús es un hacedor de hogares, es doméstico. Su propósito no es Su propio beneficio, “voy a preparar un lugar para vosotros.”

El solo pensar en que Jesús está preparando un lugar para nosotros en el cielo debe guardar nuestros corazones de la preocupación. Esto debe traernos paz mientras esperamos y anticipamos ese hogar eterno.

Por lo que nuestro objetivo último es nuestro hogar celestial eterno y nuestros hogares aquí en la tierra están supuestos a señalar a las personas hacia Cristo y a servir de pequeñas muestras de lo que será el cielo. Están supuestas a ser un reflejo del cielo aquí en la tierra, lugares en donde los corazones puedan ser alentados, no atormentados, en donde los corazones encuentren paz.

Mientras preparamos un lugar para nuestras familias, para aquellos que invitamos a nuestros hogares, les estamos demostrando la forma en que Cristo nos está sirviendo y preparando un lugar para nosotros en la casa de Su Padre.

Carmen: Es tan fácil permitir que los quehaceres del hogar se vuelvan tan mundanos. Nancy Leigh DeMoss nos ha estado dando un vistazo acerca del valor y la belleza de un hogar que refleja el carácter de Dios. Como escuchamos hoy, Tito capítulo 2 les muestra a las mujeres el valor que hay en trabajar en el hogar.

¿Cómo saber si debes trabajar a tiempo completo en el hogar en esta etapa de tu vida? Nancy nos dará algunas perspectivas sobre esto en el próximo programa. También podrás encontrar dirección al leer los recursos de nuestra página web: AvivaNuestrosCorazones.com. Esperamos que nos acompañes.

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