Jul 9 – La torre de vigilia

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 9 – La torre de vigilia

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Carmen Espaillat: Nancy Leigh DeMoss dice que el tiempo que pasas a solas con el Señor no es solo para ti.

Nancy Leigh DeMoss: No trates de enseñarle a tus hijos los caminos de Dios si no has estado escuchando lo que Él te ha estado diciendo a ti. No trates de corregir a tu marido o de arreglar sus cosas si no has subido a la torre de vigilia, te has puesto en guardia y has estado atenta a lo que Dios te va a decir.

Habacuc dice, “ «Voy a mirar y a ver lo que Él me va a decir a mí».”

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Para un profeta del Antiguo Testamento, era crucial escuchar la voz de Dios con toda exactitud. No es menos importante para nosotras en el día de hoy. Nancy nos va a explicar a medida que profundicemos en este estudio titulado “ «Habacuc: del temor a la fe «

Nancy: Finalmente hemos llegado al capítulo 2 de Habacuc. Algunas de ustedes pensaron que nunca íbamos a llegar ahí. El capítulo 2 contiene 3 versículos muy conocidos.

Si tienes tu Biblia, ábrela en Habacuc en el capítulo 2. Mira la segunda parte del versículo 4 “mas el justo por su fe vivirá”. ¿Has escuchado eso antes? “El justo por su fe vivirá.” Es citado tres veces en el Nuevo Testamento.

Ese es uno de los versículos más conocidos y uno de los más importantes en toda la Biblia. Ya llegaremos a esa parte en algunos días.

El versículo 14 es también uno que creo que es muy familiar: “Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar.”

Eso nos habla del alcance del plan de Dios. Nos da esperanza. Nos recuerda todo lo que nos espera más adelante mientras sigamos soportando la vida en este planeta caído, lidiando con caldeos y demás.

Luego el versículo 20 que es muy conocido también, leemos: «“Pero el Señor está en Su santo templo: calle delante de Él toda la tierra».” Puede que hayas escuchado ese versículo, o quizás lo hayas visto en relación a asistir a la iglesia.

En realidad esa no es la aplicación de este versículo, cuando lleguemos al final del capítulo 2 veremos lo que es que verdaderamente significa. Pero aquí tenemos tres versículos que son muy familiares. Creo que será muy emocionante el enterarnos del por qué estos versículos están en la Biblia, en qué contexto encajan y qué tienen que ver con todo este grandioso plan de Dios.

Eso es parte de lo que veremos en los próximos días, pero empecemos hoy en el capítulo 2, versículo 1. Para aquellas de ustedes que no han estado con nosotras, recapitulo un poco lo que hemos tratando hasta ahora:

Habacuc está sosteniendo un diálogo serio, intenso y honesto con Dios. Él mira a su alrededor y ve cosas que están sucediendo en el pueblo de Dios, que no debieran estar ocurriendo. Él ve el pecado, la violencia, la injusticia, la gente haciendo alarde de su desobediencia ante la ley de Dios y nadie hace nada al respecto. Los líderes tampoco están tomando las cosas con la seriedad que deberían.

Habacuc está, verdaderamente agobiado no solo por lo que está pasando sino porque Dios no parece estar haciendo nada al respecto. Por lo que él clama a Dios. Él ha estado orando. Él ha estado haciéndole preguntas a Dios.

Dios, finalmente, le dice «“Estoy trabajando en tus días».” “No estoy pasivo. No estoy actuando ociosamente como crees que estoy. Contrario a todas las apariencias, estoy trabajando, pero la manera en la que lo estoy haciendo las cosas no es la que probablemente tú pensarias que haría.”

Dios le dice a Habacuc que El está levantando a los caldeos a los babilonios para que vengan y disciplinen a los judíos.

Habacuc reacciona con un “¿Qué? Eso no era lo que yo tenía en mente. Sé que necesitan disciplina, sé que necesitan castigo, ¿pero los caldeos? Ellos son malos, son muy malos. ¿Cómo puedes usar a gente tan malvada, tan viciosa, tan violenta y sin escrúpulos como los caldeos? ¿Cómo pueden ser ellos el instrumento que utilices para cumplir Tus propósitos? ¿Cómo un Dios santo puede utilizar a gente profana para llevar a cabo Su trabajo?”

Por lo que Habacuc lucha con Dios. Eso es lo que su nombre significa: “uno que lucha”. Él está luchando con estas preguntas tan duras.

Hemos dicho que no está mal el hacer preguntas —acerca del porqué o por cuánto tiempo— mientras no lo hagas con el puño apretado contra Dios sino con un corazón que realmente busca. Yo creo que ese era el corazón de Habacuc.Habacuc está, verdaderamente agobiado no solo por lo que está pasando sino porque Dios no parece estar haciendo nada al respecto. Por lo que él clama a Dios. Yo creo que ese era el corazón de Habacuc.

Pero en el proceso de hacer estas preguntas, él está cayendo en cuenta de que está conociendo algo acerca Dios que es aún más importante que el obtener todas las respuestas. A veces hablamos y decimos «“No puedo esperar a llegar al cielo y saber todas las respuestas a todas las cosas que no tienen sentido aquí en la tierra».”

Y no es que Dios va a sacar su computadora y nos va a poner en pantalla todas las respuestas. Creo que en el cielo no vamos a estar muy interesadas en conocerlas.

Cuando lo veamos como Él es, Él va a ser suficiente respuesta; y eso es lo que Dios está haciendo por Habacuc. Él se le está revelando a Habacuc diciendo “Habacuc, soy la respuesta a tus preguntas, a tus problemas y a tus asuntos. Cuando no puedas comprender Mis caminos o a Mí, lo único que puedes hacer es confiar.”

En eso es en lo que siempre caemos: “El justo por su fe vivirá.” Vas a escuchar eso varias veces antes de que terminemos esta serie.

Ahora, al final del capítulo 1, Habacuc está desconcertado con eso de que Dios haya escogido a los caldeos… e incluso dio una descripción gráfica al respecto. Es como que todos somos peces en el mar y los caldeos lleguen con sus anzuelos y nos saquen del agua. Ellos matan sin piedad. ¿Durará esto toda la eternidad?

Habacuc se ha alborotado al describirle sus preocupaciones a Dios. De hecho, ese es el último versículo del capítulo 1 versículo 17 “¿Vaciará pues su red y seguirá matando sin piedad a las naciones?”

De nuevo, a medida que medito en este pasaje, siento como que hay una gran pausa sin respuesta. Por lo que ¿qué va a hacer Habacuc ahora? ¿Qué hace mientras dura el silencio?

En el capítulo 2 versículo 1, Habacuc dice, “Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; velaré para ver lo que Él me dice, y qué he de responder cuando sea reprendido.”

Ahora bien, creo que este es el momento clave del libro en lo concerniente a la historia de Habacuc. Habacuc va a su torre de vigilia: “estaré en mi puesto de guardia en la torre”.

No creo que ésta sea una torre de vigilia o una fortaleza en sentido literal. La mayoría estaría de acuerdo con eso. Es una imagen de Habacuc diciendo “yo voy a irme a un lugar sólo, apartado y silencioso para tratar de entender lo que está pasando desde la perspectiva de Dios.”

Es imaginarse una actitud de expectación. Habacuc está viéndose a sí mismo como un centinela en una fortaleza. Puedes imaginarte una torre alta y a un centinela haciendo guardia de pie, observándolo todo.

Él quiere verlo desde lo alto. Él no quiere ver lo que está pasando solo desde el suelo. Él quiere mirar el horizonte y ver qué es lo que está pasando, cuál es el panorama.

Por lo que Habacuc está diciendo: “Quiero ver por encima de mis circunstancias. Quiero ver la perspectiva de Dios en todo esto.”

Déjenme decirles, amigas, que es en ese puesto de guardia donde encontramos esperanza. Es donde encontramos perspectiva. Es donde miras hacia el Señor, esperas por Él, oyes lo que Él te dice. Es donde dejamos de hablar y —finalmente— dejamos a Dios hablar.

Y eso lo veremos múltiples veces en las Escrituras. Ya hablaremos —a través de esta serie— sobre algunas mujeres que tenían mucho que decirle a Dios, como Habacuc, y que al final, se quedan sin palabras.

Luego dicen, “ «Ok, ahora estoy lista para escucharte».” Es casi como si Dios dijera “déjame saber cuando acabes de hablar y te voy a decir lo que pienso acerca de esto.”

Pero tienes que llevar tu corazón a un lugar tranquilo y callado. Un lugar donde te dispongas a esperar y a escuchar a Dios hablar. Esa es la actitud que necesitamos tener al abrir la Palabra de Dios. “Voy a ponerme de guardia en mi torre”.

De hecho, he estado usando este versículo recientemente en mi tiempo con Dios. “Voy a subir a la torre, voy a asumir mi puesto y a estar atenta a todo lo que Dios me quiera decir.”

  1. No más darle yo respuestas a Dios.
  2. No más decirle a Dios cómo debe dirigir el universo
  3. No más hacerle a Dios todas mis preguntas.
  4. Solo voy a permanecer tranquila, me voy a callar y a estar atenta. Voy a tratar de ver las cosas desde el punto de vista de Dios, escucharé con atención para ver lo que Él me va a decir.

Matthew Henry dijo que era muy importante que cuando recurriéramos, leyéramos u oyéramos la Palabra de Dios, que observaramos cuidadosamente lo que Dios nos dice a través de ella; palabras que nos lleguen al alma ya sean de convicción, de consuelo o de cautela. Y que podamos recibirlas y someternos a Su poder.

Es la actitud que debemos tener cuando vamos a la iglesia y escuchamos la predicación de la Palabra o cuando abrimos nuestras Biblias en nuestro tiempo con Dios. Es la actitud de un centinela, de un guardián en su puesto diciendo “voy a mirar el panorama y a ver lo que Dios me está diciendo a mí.”

“¿Dios, qué es lo que me quieres decir?” Quiero enfatizar este punto porque creo que en la sociedad de hoy en día, nos movemos muy rápido. Siempre estamos a la carrera y muy ocupadas.

Me he percatado de que, en muchas ocasiones de mi tiempo con Dios, estoy apurada. La forma en la que leo la Palabra de Dios es apresurada. Me tomo mis vitaminas espirituales rápidamente ese día y reviso los devocionales que tengo pendientes, PERO no he encontrado a Dios, no me he encontrado con Dios. No he oído de Dios. No he estado en mi torre de vigilia.

Muchas veces tenemos circunstancias y preguntas en nuestras vidas. Necesito sabiduría en muchas áreas de nuestro ministerio. Necesitamos la dirección del Señor en distintas cosas y ¡tengo tantas preguntas para las que no tengo respuestas!

Tienes asuntos pendientes en tu matrimonio, con tus hijos, en tu trabajo, en tu iglesia. Necesitas respuestas. Necesitas la perspectiva de Dios, pero el problema es que estamos tan ocupadas trabajando, luchando y haciendo no se cuántas cosas —en nuestros estilos de vida— que nunca nos detenemos a escuchar lo que Dios nos tiene que decir.

Luego nos preguntamos por qué no obtenemos respuestas. Algunas de ustedes necesitan apagar el televisor, la computadora o la radio. Algunos amigos me han retado para que no revise mi correo electrónico hasta no haber tenido mi tiempo a solas con el Señor.

Algunas de ustedes quizas estarán pensando “no hubiera asumido que es así como vives”. He caído en la rutina, en el patrón de revisar primero mi correo; luego —cuando estaba en mi tiempo con Dios— mi corazón latía y mi mente volaba y no estaba ocupando mi puesto en la torre y escuchando a Dios.

Tienes que apagar, tienes que parar, tienes que apagarlo todo. Apagar la radio. No puedo creer que como maestra en la radio, les esté diciendo eso, pero necesitan apagarla; deben aquietarse y en silencio escuchar la voz de Dios.

Lo que Habacuc está haciendo es alejándose de todos sus problemas; no escapando, sino poniendo cierta distancia de por medio, quitando los ojos de sus problemas para poder enfocarse en el Señor. Él estaba desahogándose con eso de los caldeos y, al final del capítulo 1, vemos como dice “que se va a un lugar donde pueda ver lo que Dios le va a decir.”

¿Qué tiene que decirte acerca de tu matrimonio, acerca de la situación en tu iglesia, acerca de esta persona en el trabajo, acerca de esta decisión que tienes que tomar? De esta forma él empieza a escuchar, y tiene una actitud sumisa ante lo que Dios le diga acerca de esta situación.

Los profetas de Dios hacían guardia en los muros. Escuchaban las palabras que salían de la boca de Dios y les hacían advertencias al pueblo. Por lo que Habacuc necesitaba hacer esto no solo para sí, sino porque él era el responsable de advertir al pueblo. Él necesitaba saber ¿Qué es lo que está diciendo Dios?

“¿Qué es lo que está pasando allá afuera? Ese es el trabajo de un centinela y es crucial que esté atento en su puesto para que pueda alertar sobre el peligro. Madres, ustedes son las centinelas de sus hijos, tienen que estar en esa torre.

Necesitas ir a tu torre y escuchar lo que Dios tenga que decirte acerca de sus hijos. ¿Estás solamente criando a tus hijos? ¿Los estás solamente vistiendo, alimentando, llevándolos al piano y al ballet a tiempo?

O estás sacando el tiempo para decir:

  1. Dios, ¿qué quieres para este niño?
  2. ¿Qué debo enseñarle?
  3. ¿Qué es lo que tengo que supervisar en sus vidas?
  4. ¿Cómo los necesito entrenar?
  5. Señor, ¿cómo quieres que lidie con esta situación?

Mantente alerta ante la posibilidad de un peligro, buscando el conocimiento de Dios para que les puedas enseñar a otras y para que veas lo que Dios está haciendo y les puedas decir a otros.

El Salmo 85 versículo 8 dice, “ «Yo voy a oír lo que Dios mi Señor me va a decir»” (parafraseado). Esa es la postura. Esa es la actitud. Déjenme recordarles que, como mujeres de Dios, necesitamos oír lo que Dios nos va a decir antes de que seamos Sus voceras.

No trates de enseñarle a tus hijos los caminos de Dios si no has estado escuchando lo que te ha estado diciendo a ti. No trates de corregir a tu marido o de arreglar sus cosas si no has subido a la torre de vigilia, sino te has puesto en guardia y has estado atenta a lo que Dios te va a decir.

Habacuc dijo, “ «Yo voy a mirar para ver qué Él me va a decir a mí».” Es un ajuste que me está ayudando en mi tiempo con Dios porque siempre estoy preparando mensajes para otras personas, PERO tengo que subir a mi torre, ponerme en guardia y ver lo que Dios me va a decir a mí.

Comencé a estudiar el libro de Habacuc hace meses atrás, viviendo en él, meditando en él. Yo sabía que quería hacer una serie, pero primero tenía que esperar a ver lo que Dios me iba a decir a través de este libro.

Dios me ha estado hablando en mi torre, durante mi vigilia y espero que, lo que Dios me esté diciendo, sea de bendición para ustedes. Eso es lo que es el ministerio: es un derramarnos en otros luego de habernos encontrado con Dios primero.

Esa es la actitud que vemos en Proverbios capítulo 8 versículo 34 donde se habla de la sabiduría. “Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas día a día, aguardando en los postes de mi entrada.”

¿Es esa la actitud que tienes para con Dios cuando te está hablando? “Voy a escucharlo. Voy a velar todos los días. Voy a estar a la expectativa esperando que Dios me hable.”

Habacuc dice, “ «Voy a tomar mi puesto en la torre».” Esa no es la imagen de mi tiempo con Dios últimamente. A veces cometo el error de tratar de tener mi tiempo de silencio, de quietud con Dios en la cama y es ahí verdaderamente cuando mi tiempo con Dios se torna bien callado.

No estoy diciendo que tienes que hacer tu tiempo devocional de pie, lo que digo es que hay una postura espiritual, de estar alerta, de estar presente, de estar despierta, de estar conectada. El Salmista dice, «Despierta mi alma»” .

Es como sacudirte a ti misma y decir “necesito estar alerta y necesito estar conectada.” Imaginate a un centinela dormido en su puesto y, cuando el enemigo se vislumbra en el horizonte, él no lo ve. Hay vidas que podrían ponerse en peligro.

Madres, quiero decirles que hay vidas corriendo peligro espiritualmente hablando. Si no tomas el tiempo, cada día, de mirar y ver lo que Dios te dice sobre tu vida y sobre la de tu familia podrían correr peligro. Necesitas estar alerta ante cualquier peligro espiritual que se presente en tu hogar.

No puedes vivir la vida haciendo cosas y corriendo de aquí para allá y manteniéndote ocupada, corriendo todo el tiempo y esperar tener la sabiduría de Dios para la vida de tus hijos.

Algunos de tus hijos van a terminar en problemas porque no tuvieron una mamá que se mantuvo alerta. Una mamá todo el tiempo en guardia esperando la dirección de Dios. Dios te da advertencias en su Palabra para la vida de tus hijos.

No digo que si mantienes esa actitud ninguno de tus hijos va a meterse en problemas. Lo que digo es que hay cosas que se pueden evitar en tu vida y en las circunstancias de aquellos a quienes amas si tomas el tiempo para estar alerta, despierta y conectada con lo que Dios tiene que decirte.

Lo que Habacuc vio en la torre de vigilia cambió su vida. En los próximos días, veremos que cuando Habacuc bajó de la torre no era el mismo hombre que cuando subió.

Lo que vio transformó su vida y así ha sido con muchos otros a lo largo de las Escrituras. Pienso en el profeta Isaías por ejemplo. En el capítulo 5 vemos al profeta Isaías anunciando aflicciones a la nación y todas estas cosas —con las que los condenaba y los juzgaba— y son cosas que deben tomarse muy en serio.

Pero cuando, en el capítulo 6, Isaías dice “ «Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime..”.» (ver Isaías 6:1-5). Isaías salió transformado de esa experiencia. Tenía una perspectiva totalmente nueva de Dios y de lo que pasaba en el mundo a su alrededor.

Mira a Job también. Durante los primeros 37 capítulos Job lucha por entender su sufrimiento. Él está luchando con Dios, reclamando su inocencia y llega a un punto donde él dice “¡Yo no merezco esto!”

Visto desde la perspectiva humana, Job no merecía eso. Pero a partir del capítulo 38, Job ve a Dios. Job oye a Dios. Job se queda lo suficientemente callado como para dejar que Dios hable y, en el proceso él obtiene la perspectiva que Dios tiene de su sufrimiento.

Cuando sale de él mismo, él no es el mismo hombre. Todo se ve diferente. Todo es diferente. Él tiene esperanza, tiene fe y tiene gracia. Tiene todo lo que necesita para seguir adelante, no solo como un sobreviviente sino como un triunfador que ha visto a Dios.

Él dice, «“Oh, Señor, antes de estas circunstancias, de oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”». (Job 42:5) Él tiene una nueva perspectiva, no solo de Dios sino de sí mismo. Él ya no se ve como una víctima inocente.

Él se ve como un pecador que necesita la gracia y la misericordia de Dios. Esto pasó porque fue a su torre de vigilia y tomó el tiempo para escuchar a Dios.

En el capítulo 1, Habacuc está cuestionando; está retando a Dios; está perplejo. En el mejor de los casos, está confundido, quizás hasta desilusionado, incómodo y aún peor. “Señor, ¿por qué no oyes? ¿Por qué clamo y no salvas?”

En el capítulo 2, él oye a Dios. Llega a un punto en el que Dios le puede hablar. Vamos a ver ese mensaje y el resto del capítulo 2 en los próximos días, pero les adelanto que no es un mensaje fácil.

Lo que él ve, lo que él oye cuando sube a la torre no es fácil de escucharlo. No es lo que él estaba esperando, pero esa verdad lo libera. Cuando baja de la torre y llegamos al capítulo 3, su corazón está tranquilo, está quieto y callado. Ya no contiende con Dios.

Él todavía no lo entiende todo. Si así fuera, sería Dios, pero ahora no tiene los puños apretados contra Dios, no tiene furia —solo asombro, temor, humildad, confianza y alabanza. Él puede incluso cantar en medio de las pruebas.

¿Dónde se produce este giro en los eventos? En el capítulo 2 versículo 1, “ «Voy a ir a mi torre. Me voy a poner en guardia. Voy estar pendiente a lo que Dios me va a decir».”

Por lo que, ¿qué es la torre de vigilia? Es un corazón enfocado en Dios, un corazón que se levanta por encima de las voces, de los ruidos y del clamor de este mundo.

Habacuc le dio un discurso a Dios. Eso fue en el capítulo 1. Pero ahora, se calla. Escucha. Espera oír de Dios y eso lo transforma todo. Cuando llegas al punto en el que paras de hablar, escuchas, y esperas, y ves lo que Dios te va a decir — te digo que desde esa postura todo se transforma.

Carmen: ¿Has pasado mucho tiempo en la torre? Nancy Leigh DeMoss ha explicado por qué es tan importante para nosotras conectarnos con Dios todos los días en oración y a través de Su Palabra.

Hoy, Nancy explicó el por qué es tan crucial. Deja que ella ahora te explique cómo pasar más tiempo con el Señor también.

Lee su libro “ «En la quietud de Su presencia»”, Te proveerá estrategias acerca de cómo sacarle provecho a la Biblia. Te enseñará a desarrollar hábitos consistentes y también te ayudará con las distracciones que, usualmente, nos asaltan. Puedes obtenerlo en tu librería cristiana favorita. Si vives en los EEUU o Canadá puedes ordenarlo a través de la pagina ReviveOurHearts.com, o llamando al 1-800-569-5959.

No sé si ya le habías dedicado tiempo al libro de Habacuc, pero —como hemos visto esta semana— toca muchos tópicos que nos son útiles a las mujeres: abarca desde la duda hasta la vida devocional; dos temas muy importantes.

Mencioné, al principio, cuán crucial era para un profeta el escuchar a Dios. Bueno, es crucial para nosotras también, pero oímos las cosas de Dios de forma distinta a como lo escuchaba un profeta como Habacuc. Escucha más de esto en el próximo programa.

Nancy va a orar para que seamos como Habacuc y estemos atentas ante la acechanza de cualquier peligro tanto para nosotras como para los demás.

Nancy: Señor, nos mostrarías lo que significa para nosotras el estar alerta en nuestras torres, el estacionarnos en una torre y esperar a ver lo que nos vas a decir? Muéstranos cómo hacer eso en medio del clamor, de los ruidos y de las ocupaciones de nuestros días.

Ayúdanos a hacer todo lo que sea necesario para poder encontrarnos contigo, para poder escucharte. Gracias porque desde esa posición Te vas a revelar a Ti mismo y nos vas a revelar Tus caminos. Cámbianos. Cambia nuestra perspectiva. Cambia nuestras vidas mientras te buscamos para ver lo que Tu tienes que decirnos. Oro en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

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Jul 8 – Amando la disciplina

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 8 – Amando la disciplina

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Carmen Espaillat: Con ustedes, Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: Si eres hija de Dios, cuando la disciplina de Dios viene a tu vida, no es punitiva. Su intención no es destruirte. Su meta al castigarte es la de restaurarte. Un castigo restaurador para hacernos más santas.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín. Cuando pasan cosas malas en tu vida, ¿piensas en que Dios está enojado u empecinado contra ti? Hoy vamos a determinar si ese punto de vista es el acertado mientras Nancy continúa el estudio del libro de Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Estamos tratando de entender algunos conceptos un poco fuertes, conjuntamente con Habacuc, el profeta del Antiguo Testamento, que vio a su alrededor y dijo «Dios, hay tantas cosas sucediendo entre tu pueblo que me preocupan. Lo que más me preocupa es «que no pareces estar haciendo nada al respecto». Estoy orando y suplicándote, pero no pareces estar activo. Más bien pareces estar pasivo».

Dios le dice «Espera un minuto, Habacuc. He estado escuchándote. De hecho, estoy trabajando en tus días. Quiero que mires. Quiero que veas. Abre tus ojos y vas a ver lo que estoy trabajando. Pero cuando te diga lo que estoy haciendo, podrías no creerlo».

En la última sesión vimos la descripción dada por Dios de los caldeos (de los babilonios es otro nombre para los caldeos) – un grupo terrorista, fiero, violento, viciado, sin escrúpulos que Dios dijo que iba a levantar como respuesta a las oraciones de Habacuc. Dios dice que estos babilonios, estos caldeos, van a apoderarse del mundo. Van a tomar a Judá. Van a ser Mis instrumentos para santificar a Mi pueblo. Ahora bien, esa no era la respuesta por la que estaba orando Habacuc.

Después de nuestra última sesión, Kendra vino y me recordó que son muchas las personas que temen orar por miedo a como Dios vaya a responder sus oraciones. Kendra, ¿por qué no compartes con todas lo que me dijiste? Creo que es una buena observación.

Kendra: Bueno, es que mucha gente me dice «cuidado con lo que pides». Mi respuesta es que es una mortificación innecesaria porque no tenemos que tener cuidado cuando oramos y pedimos. Dios nos ama con un amor perfecto. El amor perfecto elimina todo temor.

No tenemos que temer lo que Dios vaya a hacer en la vida de las personas a quienes amamos. Somos libres de orarle y pedirle a Dios que haga todo lo que Él necesite hacer. Él puede levantar caldeos en la vida de nuestros seres queridos, pero Él tiene un amor perfecto hacia nosotras. Él es santo. Él no hará cosas equivocadas -o con las motivaciones erradas- como nosotros pudiéramos hacerlo. De modo que si podemos confiar en Dios.

Nancy: Gracias, Kendra. Pienso que Kendra tocó un punto crítico que cada madre ha sentido alguna vez. «Si oro para que Dios haga su voluntad en la vida de mis hijos, si oro para que mis hijos se arrepientan o mi marido o cualquier otra persona a la que amo, ¿qué implicaciones tendría? ¿Qué podría hacer Dios? Algunas veces hay ese miedo que hace que nos contengamos ante Dios.

Vamos a ver en Habacuc que la persona que cree en Dios no tiene por qué tener miedo. No tienes por qué retraerte de miedo si confías en que Dios es bueno, en que Dios es maravilloso, en que Dios es soberano, que Dios es sabio y que Dios ama a tus seres queridos más de lo que podrías amarles tú. Él sabe exactamente lo que se necesita en sus vidas. Por lo que si de hecho levanta a los caldeos en sus vidas para responder tus oraciones, no tienes que asustarte por eso.

Ahora, vamos a ver que Habacuc sí tiembla. Y es que no quiere decir que vaya a ser fácil, pero lo que sí significa es que tus pies van a estar bien plantados. Puedes confiar en el Señor aunque los caldeos sean levantados.

En este punto de nuestro recuento, en Habacuc capítulo 1, Habacuc está profundamente mortificado por la respuesta de Dios. Dios le ha dicho «estoy levantando a los caldeos, pueblo feroz e impetuoso». Esta no era, para nada, la respuesta que él estaba esperando.

Es incomprensible para Habacuc que Dios use gente tan mala como los caldeos para lidiar con el pecado dentro de Su pueblo. Por lo que la respuesta de Dios a las preguntas de Habacuc trae más problemas que soluciones.

Dijimos que Habacuc quiere decir «luchador, uno que lucha». Él está luchando con estas preguntas y está batallando con Dios tratando de entender -dentro de la sabiduría inescrutable de Dios- qué es lo que está pasando y cómo Dios pudo hacer esto.

Por lo que en el versículo 12 de Habacuc, capítulo 1, Habacuc le responde a Dios. Dios acaba de decir «estoy levantando a los caldeos». Habacuc le dice en el versículo 12 «¿No eres tú desde la eternidad?» Imagino que, luego de que Dios terminara con esta larga descripción de cómo eran los caldeos, hubo una pausa prolongada. Fue como que Habacuc se quedó sin aliento. Luego, dijo «¿No eres tú desde la eternidad, oh Señor, Dios mío, Santo mío? No moriremos».

Por lo que, ¿qué hace Habacuc? Él regresa a las cosas que conoce como verdaderas cuando ve su mundo sacudirse y Dios le da una respuesta asombrosa. Dios le dice «Cuando veas esto, cuando oigas de esto que estoy haciendo, no lo vas a creer». Habacuc reacciona con un «Estás en lo cierto. Me has dejado sin aliento». ¿Cómo puede Dios levantar estos terroristas para que se apoderen de nuestra nación?

De repente, no está preocupado por el pecado de su pueblo que originó todo esto. Ahora, lo que le concierne es la devastación a la que van a ser sometidos. Por lo que en este torbellino, en este torbellino de emociones y pensamientos, Habacuc regresa a las cosas que conoce. ¿No eres tú desde la eternidad, oh Señor, mi Dios, Santo mío?» ¿Qué es lo que Habacuc está diciendo? «Dios, te conozco. Tú eres desde el principio. Eso es algo de lo que sí estoy seguro.

  • Tú eres inmutable (es la implicación aquí)
  • Tú no cambias.
  • Tú carácter es siempre el mismo.
  • Tú mantienes Tus promesas.

Y él luego continúa diciendo «Tú eres el Señor. Eso quiere decir el Dios soberano. Tu eres mi Santo. Eres santo en esencia». Es como si lo estuviera repitiendo para sí «Esto es lo que sé que verdadero sobre Dios».

Eso es algo muy bueno cuando tu cabeza te da vueltas y estás confundida con lo que están pasando a tu alrededor. Regresa a lo que sabes que es verdadero. Una cosa es el carácter de Dios. ¿Qué sabes del carácter de Dios? Ensáyalo, repítelo. Dile a Dios lo que sabes.

Luego, el pacto de Dios. Él dice «Tú eres mi Dios». Tenemos una relación de pacto. «Tú mantienes tus pactos. Tú vas a mantener Tu pacto con Tu pueblo». Es por eso que dice «No moriremos».

«Dios, puedes disciplinarnos. Puedes castigarnos, pero Tú no nos vas a destruir. No va a haber un cataclismo, un juicio final contra aquellos que son, verdaderamente, Tu pueblo. No vamos a morir, de eso estoy seguro. Somos hijos del pacto, aquellos que hemos creído en Ti».

Por lo que él revisa de nuevo el carácter de Dios, el pacto de Dios y -luego- las opciones de Dios. En el versículo 12 continúa,

Oh, Señor, para juicio lo has puesto; Tú, oh Roca, lo has establecido para corrección.

La mente de Habacuc está procesando lo que Dios le ha dicho.. Él está reconociendo lo que Dios le acaba de decir.

«Ok está bien, los caldeos son un instrumento en las manos de Dios para castigar, para disciplinar, para redargüir a Su pueblo. Los has destinado para juicio. Los has castigado». Esto es lo que Dios está haciendo. Habacuc está repitiéndole a Dios lo que Dios le acaba de decir.

«Dios déjame ver si entendí. Estoy de acuerdo Contigo. Reconozco que lo que dices es verdad y que Tu mano está en esto. Esto no es un accidente.. No te has quedado dormido. No te has caído de Tu trono. No has abdicado el gobierno de este mundo. Lo has organizado.» Y Habacuc reconoce la soberanía de Dios.

Él reconoce la necesidad de redargüir al pueblo de Dios; de castigarlos y disciplinarlos. Él cae en cuenta de que Dios no va a permitir que Su pueblo siga pecando indefinidamente. ¿No era eso lo que le preocupaba a Habacuc en un principio?

«Dios, cómo puedes mirar todo esto y no hacer nada al respecto?» Dios le contesta «Estoy haciendo algo al respecto». Habacuc continúa «Oh, veo que lo que estás haciendo es que vas a reprobarlos. Los vas a disciplinar. Vas a castigar a Tu propio pueblo». No pases por alto, a medida que lees este pasaje- que Habacuc está en lo correcto; la intención de Dios es únicamente castigar a sus hijos, no demolerlos o destruirlos.

Si eres una hija de Dios, cuando la disciplina de Dios llegue a tu vida, no es punitiva. Su intención no es la de destruirte. Su meta es castigarte para poder restaurarte – el castigo tiene la intención de restaurar para hacernos más santas. Eso es lo que se dice en Hebreos capítulo 12 acerca de la disciplina, el castigo de Dios. Él nos castiga para que seamos copartícipes de Su santidad.

Por lo que Habacuc se identifica con los propósitos de Dios. «Señor, has determinado su juicio. Has decidido reprobarlos y castigarlos. No vamos a morir, pero Tú vas a disciplinarnos».

Pero también ten en cuenta que Dios escoge el medio y el método de disciplina que Él considera el mejor. Tienes que dejarle eso a Dios. Habacuc no hubiera escogido a los caldeos para castigar a los judíos. Quizás para el resto de las naciones paganas sí, pero no para los judíos. «Señor, yo se que necesitamos un castigo, pero hubiera escogido otro instrumento.» Dios le dice «Déjamelo a mí.»

Por lo que Habacuc dice «OK, Dios, ya entendí. Se que eres Dios y se que Tu no cambias. Sé que Tú mantienes tu pacto. se que estás castigando a tu pueblo. Señor, no lo entiendo, pero lo creo. Lo veo. Has hecho todo esto para usar a los caldeos como castigo y los utilizarás como instrumento de castigo. Esto no es un accidente. Esto no está fuera de Tu control».

Pero todavía no lo asimila. No le parece que un Dios recto y santo utilice este medio. Por lo que en el versículo 13 dice: Dios déjame entender esto «Muy limpio son tus ojos para mirar el mal, y no puedes contemplar la opresión». Eso es algo que siempre he sabido de TI. Tú eres Santo». Habacuc tiene un profundo conocimiento de la santidad de Dios.

Por cierto, esta es una de las razones por las que creo que no luchamos más profundamente con las cosas espirituales: porque no entendemos mucho la santidad de Dios. Por eso lo que pasa en este mundo no nos molesta demasiado porque estamos «curadas»; estamos vacunadas. Estamos acostumbradas. Nuestros ojos están acostumbrados a la oscuridad. Habacuc no tenía sus ojos acostumbrados a la oscuridad. Él sabía que la santidad de Dios era pura.

«Dios, Tú no te complaces en la maldad. No puedes mirar lo mal hecho». Leemos esto en Salmos 5 en los versículos 4-5 donde el Salmista dice: » Porque tú no eres Dios que se complace en maldad; el malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad».

Por lo que Habacuc dice «Dios, si eres santo, pero esto me deja perplejo. No tiene ningún sentido». Él está buscando una explicación lógica. y él continúa en el versículo 13 ¿Por qué entonces toleras a los traidores? ¿Por qué guardas silencio mientras los impíos se tragan a los justos

Él empezó diciendo «Señor, sé que mi gente no es correcta. Sé que necesitan cambiar. Sé que necesitan ser disciplinados, pero ahora dices que el instrumento de tu reprimenda van a ser los malvados caldeos. O sea, Dios, somos malos, pero ellos son malvados. ¿Cómo puedes estar ajeno y quedarte callado cuando estos malvados caldeos acaben con otros que son más justos que ellos?

Cuando Habacuc empezó a quejarse, al principio del libro, no estaba llamando «justos» a los judíos, pero ahora cambia la cosa un poco. De buenas a primeras, en comparación con los caldeos, los judíos son bastante buenos aunque hayan estado destruyendo, luchando, discutiendo y todo los peyorativos que usó en el primer párrafo del libro. Pero ahora, se ven de lo más bien en comparación con los caldeos.

Por lo que la conducta de Dios (al usar a los caldeos para disciplinar a los judíos) no parece ser consistente con lo que Habacuc sabe del carácter y de los caminos de Dios. Aquí es donde te preguntas si no está dejando que la auto-justicia lo contamine. Yo sé lo que eso hace en nuestros corazones. El profeta siente que la gente de Judá es más justa que los caldeos. Creo que está demostrando que no se está dando cuenta de que tan seriamente Dios ve el pecado en Su pueblo.

De hecho, el pueblo de Dios es más responsable porque tiene la ley de Dios. Ellos conocen a Dios. Dios se les ha revelado. Dios hasta puede que esté tomando más seriamente el pecado de Su pueblo que la maldad de las naciones paganas.

Dios toma todo pecado seriamente, pero hay algo dentro de nosotras que dice «Dios puede que tengamos algunos asuntos y necesidades, pero no tan malas como el instrumento que estás usando para corregirnos». Por lo que aquí tienes una esposa que tiene necesidades espirituales y quiere que Dios se encargue de ellas, pero se queda pasmada cuando Dios usa a su «no-tan-santo-marido» como instrumento para su santificación. «Dios eso no me parece correcto. Eso no me parece justo».

Pero esta calle tiene dos vías. No hace mucho recibí un correo de un esposo -tenemos algunos hombres que nos escriben a Aviva Nuestros Corazones — y él nos rogaba que oráramos por su matrimonio. Él y su esposa se habían separado, quizás hasta divorciado si no recuerdo mal .

Él estaba rogándole a Dios una reconciliación con su esposa. Quería que supiéramos que iba en serio con todo esto. Por lo que envió una carta de dos páginas en la que hacía listas, y decía «Mis pecados son…» Él fue bastante honesto acerca de sus fracasos y las fallas en su matrimonio. Luego dijo «Los pecados de mi esposa son…»

Bueno, mientras leía la lista -estoy segura de que no fue intencionalmente- pude notar que ella tenía más pecados que él. Los de ella eran tan malos como los de él, pero peor aún y las esposas hacen esto también, ¿no es así ? No estoy señalando a ese esposo. Lo que estoy diciendo es que tenemos la tendencia de decir yo tengo fallas pero mi pareja realmente tiene fallas.

En esa carta nos decía «quería ir a consejería, pero mi mujer no. Estoy dispuesto a lidiar con nuestros problemas, pero mi mujer no. Él estaba haciendo comparaciones y creo, que desde un corazón genuino, pero así es que pensamos. «Señor, tengo fallas, ¿pero cómo puedes usar a alguien peor que yo como instrumento para lidiar con mi vida?»

Pensando en este correo, pienso que Dios ha traído un caldeo a su vida: su esposa. Por supuesto, que si le preguntáramos a ella, quizás ella diría «aquí están mis pecaditos y aquí están todos los de él» por lo que eso depende del ojo con el que se mire.

Aunque estuviera un 100% en lo correcto, Dios quizás esté usando a su «mala mujer» como instrumento para quebrantarlo y llevarlo a la humildad y al arrepentimiento. A veces parece medio enredado que Dios trabaje así, ¿no es cierto?

Por lo que Habacuc le dice a Dios en el versículo 14 me está dando trabajo entender esto. «¿Por qué has hecho a los hombres como peces del mar, como reptiles que no tienen jefe? Ahí tienes una ilustración de qué tan indefensos están los insectos y los peces que nadan en el mar.

Luego, en los versículos 15 y 16 dice. «A todos los saca (aquí habla del imperio Babilónico) con anzuelo el pueblo invasor, los arrastra con su red y los junta en su malla. Por eso se alegra y se regocija, por eso ofrece sacrificio a su red y quema incienso a su malla, pues gracias a ellas su pesca es abundante, y suculenta su comida».

Por lo que aquí tienes a la gente malvada que Dios usa como instrumento para castigar a Su pueblo y la gente malvada se sale con la suya. De hecho, hasta se están enriqueciendo en el proceso.

Somos como esos peces nadando en el océano o como esos insectos indefensos que encontramos por ahí y ahí viene el rey de los babilonios. Lanza su anzuelo y saca uno tras otro. O sea, nos están matando y se están enriqueciendo mientras lo hacen.

Es más, los babilonios están felicitándose por su prosperidad y su capacidad militar. Son auto-suficientes. No piensan en nada ni en nadie. O sea no tienen a un Dios. Y Habacuc está diciendo «Dios, no tiene sentido que uses a gente como esa».

Versículo 17: «¿Vaciará, pues, (Babilonia) su red y seguirá matando sin piedad a las naciones?»

¿Alguna vez te has encontrado llorando en el medio de problemas en tu matrimonio o en asuntos relacionados con tus hijos o en el trabajo y preguntas : «Señor, ¿y es que esto no se va a acabar? Me va mejor si me separo. Les va mejor si lo hago. Vamos en la dirección equivocada. ¿Cuánto más durará esto?»

Al Habacuc protestar por lo que le parecía un injusto e incomprensible acto de parte de Dios, Habacuc corre el riesgo de olvidar qué tan pecaminoso es el pueblo de Dios y qué tan merecedores son de ser disciplinados porque «no son tan malos comparados con los caldeos».

El problema es que Habacuc está viendo las cosas, solamente, desde su perspectiva. Si pudiera verlo desde la perspectiva de Dios, vería lo que dijimos hace unos momentos atrás «que el pueblo de Dios es más responsable. A los ojos de Dios su condición es tan seria como la de los caldeos».

¿Verdad que es fácil para nosotras excusar nuestro propio comportamiento? Podrías decir » Pero Señor, mi marido fue que cometió adulterio. Yo solo soy orgullosa». Las Escrituras dicen que Dios se opone y resiste a los orgullosos. Dios odia el orgullo. Está en la lista como uno de los peores pecados. El adulterio no está en la lista que está en Proverbios capítulo 6, pero el orgullo sí.

Por lo que tenemos la tendencia de compararnos con aquellos que son peores como un escape a nuestra propia responsabilidad y protestamos diciendo «Dios, no me parece bien que uses a esa gente tan malvada cuando yo solo… solo soy orgullosa. Dios quiere que veamos que ese orgullo o el pecado que sea en tu vida hay que enfrentarlo. Dios sabe con cuál instrumento lo va a hacer.

Es en este punto que algunas personas se amargan contra Dios. Lo eliminan de sus vidas y dicen «me harté». Si así es como Dios va a ser conmigo, si así es como va a comportarse, si ese es el instrumento que va a usar, no pienso tratar con Él».

Eso o actúan como que si estuvieran lidiando con Dios, pero mecánicamente. «Sí, voy a seguir yendo a la iglesia. Voy a seguir trabajando duro. Voy a seguir haciendo mis deberes cristianos, pero no voy a comprometerme con un Dios que se comporta de esta manera». Ese es el camino que mucha gente escoge. Se echan para atrás en lugar de insistir y seguir adelante en la fe.

Habacuc se ve en esta encrucijada. Él puede escoger sentir miedo y rabia o puede escoger fe, esperanza y rendición . Habacuc ve que esta situación tan incomprensible es en realidad una oportunidad de llegar a conocer mejor a Dios. Por lo que dice por fe «Voy a seguir adelante. No entiendo nada, pero voy a mantenerme comprometido con Dios».

Y por eso tenemos el capítulo 3 de Habacuc. Siéntete en libertad de leerlo hasta el final para que veas el gozo tan espectacular que sale del corazón de Habacuc. ¿Sabes por qué? Porque estuvo dispuesto a caminar durante el proceso, a quedarse aferrado a Dios, no a amargarse, sino a decir «voy a seguir caminando por fe aunque no pueda ver».

Señor te oro para que nos ayudes a continuar conociéndote, viéndote y explorando Tus caminos, buscando Tu corazón y dejando que hagas lo que consideres necesario en nuestras vidas; en las vidas de aquellos que amamos, lo que sea que eso signifique, parezca y tome. Toma el control y se Tu con nosotros, oh, Dios. Oro en el nombre de Jesús, amén.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss nos ha estado ayudando a darle sentido a esos pasajes difíciles que encontramos en Habacuc. Tal y como lo acaba de decir, ya veremos el gozo que brota del corazón de Habacuc. Si necesitas esa clase de gozo, quédate con nosotras.

También escudriña Habacuc por tu propia cuenta… De esta forma, puedes profundizar y encontrar lo que dice acerca de tu situación.

Si te has perdido algunos de los programas visita nuestra página AvivaNuestrosCorazones.com.

En los días de Habacuc, los soldados se quedaban de guardia (en las torres de control) con los ojos bien abiertos por si se acercaba el enemigo. Entérate de por qué el profeta subió a una de esas torres y el por qué debes hacerlo tú también. Nancy te lo mostrará en el programa de mañana.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Música: Esperaré, Andy Mercedes, Caminando En Fe ℗ 2012 Andy Mercedes

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 7 – Respuestas inesperadas

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 7 – Respuestas inesperadas

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/respuestas-inesperadas/

Nancy Leigh DeMoss: Dios no hace las cosas como nosotros las haríamos. Si supiéramos cómo escribir este guion, entonces seríamos Dios, y no necesitaríamos a Dios.

Pero Dios nos dice, «Tú no eres Dios. Yo soy Dios. Yo estoy escribiendo este guion. Yo sé lo que estoy haciendo». Aquí es donde tienes que confiar en que Dios sabe lo que está haciendo y que Él tiene un propósito y su propósito es bueno.

Carmen Espaillat: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy ha estado en una serie llamada Habacuc: del temor a la fe . Ha sido asombroso ver cómo las preocupaciones de un profeta del Antiguo Testamento se parecen mucho a los de nuestros días.

¿Por qué permite Dios que pasen cosas malas? ¿Es Él realmente bueno? ¿Puedo confiar en Él? Nancy continuará explorando las preguntas de Habacuc- y quizás las tuyas también.

Nancy: Espero que ya hayas encontrado en tu Biblia el libro de Habacuc- ese pequeño libroestá hacia el final del Antiguo Testamento, escrito alrededor de 600 años antes de Cristo.

Estamos pasando varias semanas caminando despacio, tomando nuestro tiempo, yendo versículo por versículo, frase por frase a través del libro de Habacuc porque en este pequeño libro, están las semillas de muchos temas bíblicos poderosos y verdades del Nuevo Testamento.

De hecho, vamos a ver las semillas del Evangelio en el libro de Habacuc. Vamos a ver la evidencia de Cristo en el Antiguo Testamento al estudiar el libro de Habacuc, y estamos aprendiendo mucho del corazón y de los caminos de Dios.

Hemos visto que Habacuc era un profeta de Dios. Era un hombre que tenía una carga en su corazón mientras miraba a su alrededor y veía la violencia y la injusticia y la opresión y la lucha que había entre el pueblo de Dios. Él vio al pueblo de Dios hacer alarde de su ley, rompiendo las leyes y nadie haciendo nada al respecto; la gente que se suponía debía estar a cargo no estaba haciendo nada.

Luego Habacuc miró hacia arriba y dijo, «Dios, tampoco parece que Tú estés haciendo algo al respecto». Él le hizo a Dios unas preguntas sinceras y honestas, «Dios, ¿por qué estás permitiendo que estas cosas pasen entre Tu pueblo? ¿Por cuánto tiempo oraré a Ti y no harás nada?

Bueno, después de que Habacuc ha derramado su corazón delante Dios en el primer párrafo del capítulo 1, Dios le responde a Habacuc, y le dice (como vimos en la última sesión) en el versículo 5 de Habacuc capítulo 1 : «Mirad entre las naciones, y observad.» En otras palabras, «abre tus ojos. Ten una perspectiva amplia. Obtén una visión más grande. Has estado muy limitado solo viendo lo que está pasando a tu alrededor. Levanta tus ojos».

«Mira y ve lo que estoy haciendo entre las naciones…porque estoy haciendo una obra en tu día que no lo creerías si te lo dijeran». Lo que Dios le está diciendo a Habacuc es, «Esto es algo que si lo pudieras ver y si lo supieras, te maravillarías. Te asombrarías de ver lo que estoy haciendo».

Dios desafía a Habacuc, «Mira lo que estoy haciendo. Observa que sí estoy obrando en tus días. No estoy dormido. No soy pasivo. No soy indiferente a tu apuro. Si estoy interesado. Y si estoy obrando».

Espero que, al mirar tu propia vida, esto te anime. Pienso en unos correos electrónicos que recibimos aquí en Aviva Nuestros Corazones, y nos encanta recibir esos correos. Tenemos un equipo de personas que ora por esas peticiones.

Pero algunas de ellas parecen no tener esperanza- mujeres que están enterradas en circunstancias de la vida que son realmente muy desesperantes. Nuestro corazón late con ellas, y clamamos y decimos, «¡Oh Señor, ayúdalas! ¿Qué se puede hacer?»

A veces parece que en medio de esas circunstancias estas mujeres sienten que no está pasando nada. Nada está cambiando. Estoy orando, pero Dios no está haciendo nada. Dios nos tranquiliza. Él dice, «Estoy obrando en tus días- en este mundo. Estoy obrando. Confía en mí. Yo sé lo que estoy haciendo, estoy obrando».

Ahora bien, mientras Dios le contesta a Habacuc y le dice, «Estoy escuchando tu oración, y estoy obrando,» Habacuc tenía una noción preconcebida acerca de cómo Dios le contestaría sus peticiones.

No estamos seguras de qué era lo que él esperaba , pero sí sabemos que lo que Dios procede a decirle no es lo que él esperaba. Habacuc pudo haber sido un niño durante los días del rey Josías, quien, si no recuerdo mal, fue el último rey bueno en Judá.

Y un hombre que daba honor a Dios, y bajo el reinado de Josías hubo un avivamiento. Dios trajo al pueblo a un lugar de arrepentimiento- a amar la Ley de Dios. Fue un tiempo de avivamiento espiritual en Judá.

Ahora vemos que Habacuc ya es un hombre adulto, y clama al Señor, y está viendo que el pueblo se está descarriando -otra vez. Me pongo a pensar si quizás él estaba esperando que Dios respondiera su oración mandando otro avivamiento para tratar con la corrupción y la maldad entre el pueblo de Dios.

Lo que fuera que él estaba pensando, lo que fuera que él estaba esperando, Habacuc no estaba preparado para la respuesta cuando Dios finalmente le da la respuesta a su oración. Dios le dice en el versículo 5, «haré una obra en vuestros días que no creeríais si se os contara,» y esa declaración termina siendo una descripción insuficiente de lo que realmente vendría.

Porque después que Dios le dice esto, Habacuc le dice , «Estas en lo cierto, ¡no lo creo!» Mira el versículo 6 del capítulo 1 de Habacuc. «He aquí» Dios le dice, «Yo levanto a los caldeos». Algunas de sus Biblias dicen los babilonios. Es lo mismo -los caldeos son los babilonios.

«Estoy levantando a los caldeos, esa nación feroz e impetuosa, que marcha por la anchura de la tierra para apoderarse de moradas ajenas».

Ahora, mira el panorama aquí. Habacuc está en Judá derramando su corazón delante de Dios acerca de la condición del pueblo de Dios. Se lamenta por la corrupción de la justicia que está ocurriendo entre el pueblo de Dios.

Al mismo tiempo, a 900 millas en Babilonia, Dios está organizando los eventos para contestar la petición de Habacuc- pero de una manera que Habacuc nunca lo hubiera soñado.

Dios le dice, «Estoy levantando a los caldeos». Ahora, en ese momento, como dijimos antes en la serie, los asirios eran el poder dominante del mundo, pero los babilonios, los caldeos apenas comenzaban a tener poder.

Estaban empezando a conquistar naciones. Unos 15 o 20 años después, tomarían el control sobre Judá. Pero era un pueblo muy poco conocido para Habacuc. Realmente no le era familiar. Es como cuando escuchas de una guerra en algunos países del mundo, y dices, «me parece que escuché de ese lugar cuando estaba en octavo grado en la escuela , pero no sé exactamente dónde está ese país».

Estos caldeos comienzan a hacerse más importantes a hacerse más poderosos, y luego Dios continúa describiendo cómo eran los caldeos (ya que Habacuc realmente no los conoce) .

Quiero leerles del versículo 6 al 11, y mientras lo hago, escuchen las características de los Caldeos. Dios dice que era un:

«Pueblo feroz e impetuoso, que marcha por la anchura de la tierra para apoderarse de moradas ajenas, imponente y temible es; de él mismo proceden su justicia y su grandeza.

Sus caballos son más veloces que los pardos y más astutos que lobos al anochecer. Al galope vienen sus jinetes, sus jinetes vienen lejos, vuelan como águila que se precipita a devorar.

Vienen todos ellos para hacer violencia, su horda de rostros avanza, recoge cautivos como arena. Se mofa de los reyes, y los gobernantes le son motivo de risa; se ríe de toda fortaleza, amontona escombros para tomarla. Entonces pasará como el viento y seguirá, y se le tendrá por culpable, porque hace de su poder su dios.»

Esa es la descripción que Dios hace del pueblo que Él está levantando para contestar la oración de Habacuc. Eran corruptos, agresivos, crueles, maliciosos, fieros, fuertes, y bestiales. Estaban decididos a dominar el mundo. Los puedes ver tomando el control como una tormenta -barriendo con todo y conquistando al mundo conocido.

Invencibles – por lo menos ellos pensaban que lo eran. Irresistibles. Todos caían como pequeñas víctimas bajo su ataque. Inconquistables, indomables, inquebrantables, abrumadores -ese es el sentir que nos da.

Arrogantes, orgullosos. Ellos adoraban su propia fuerza. «su poder es su dios» (versículo 11). Ellos piensan que son Dios. Se trata de un poder mundano, arrogante, despiadado, cruel y estos son los instrumentos que Dios ha escogido y tiene la intención de usar para cumplir Sus propósitos en el mundo.

Dios le dice, «Estoy obrando en tu día, y esto es lo que estoy haciendo. Estoy levantando un grupo de terroristas despiadados, arrogantes para cumplir mis propósitos y para contestar tus oraciones. Por medio de ellos trataré con el pecado y la injusticia de Judá».

Dios está obrando, pero no es lo que nosotros esperábamos. No es la manera que nosotros hubiésemos escrito el guión porque es una obra de juicio. Dios va a traer ira y juicio, y Él va a usar esta nación violenta, perversa, arrogante- a los babilonios – para hacerlo. La gente está anonadada. Por eso Dios dijo, «asombraos y admiraos».

No lo pueden creer. No es lo que ellos hubieran esperado que Dios hiciera. Dios dice, «Voy a tratar con los pecados de mi pueblo por medio de un pueblo que es aun más malo». Dios les dice, «Estoy levantando a una nación malvada, pagana, impía, despiadada, violenta para realizar Mis propósitos con Mi pueblo escogido».

Tienes que ponerte a pensar, así como Habacuc- nos daremos cuenta por qué Dios usó a los caldeos. Me pongo a pensar si quizás fue con la intención de ser la imagen en lo que Judá se convertiría si se dejaba sin corrección; si no era castigada por Dios. Allí es hacia donde te guiará el pecado.

Estaba con unas amistades, con una familia que estaba de vacaciones este verano pasado, y juntos estudiamos el libro de Habacuc, y había algunos jóvenes en aquella familia.

Mientras discutíamos el libro de Habacuc, surgió esta pregunta, «¿Por qué Dios escogería a los caldeos, un pueblo como ese para realizar Sus propósitos?» Uno de esos jóvenes dijo, «Dios ha de haber estado muy molesto con el pecado de Su pueblo para usar a gente como los babilonios para tratar con ellos».

Pensé que este comentario traía una buena perspectiva. Dios dijo, «Esto es lo mucho que me molesta tu pecado. Esto es lo mucho que me importa. Así de afligido estoy por tu pecado. Voy a levantar a un pueblo que es feroz e impetuoso, violento, perverso y despiadado para venir a castigarte».

Si estuviéramos escribiendo esto en estos días modernos, sería como si Dios nos dijera, «Estoy levantando a los de Corea del Norte, o a Al Qaeda, o a los iraquíes para aterrorizar tu nación, para conquistar, para perseguir y encarcelar a todos los creyentes».

«Van a venir. Van a dominar el mundo, y van a dominar tu país, y van a dominar tus familias y tu tierra.» Hemos estado orando por avivamiento, y decimos, «Señor, pero no es así como me imagine que lo harías!»

Bueno, quizás no sería un gran poder mundial como esas naciones que acabamos de nombrar. Quizás Dios diría, «Voy a levantar jueces, oficiales públicos y legisladores corruptos, un cónyuge abusivo, un jefe impío y malvado, un maestro escolar o un entrenador impío en la vida de tu hijo».

Dios en ningún momento está aprobando estas obras malvadas, pero lo que Dios está diciendo es, «Puedo usar cualquier instrumento para cumplir Mi propósito en las vidas de Mis hijos». A veces, Dios escoge y usa los instrumentos más inesperados, y esa es una clave para entender el libro de Habacuc. Dios a menudo obra de maneras inesperadas.

Dios no hace las cosas como nosotras las haríamos. De nuevo, si nosotras supiéramos cómo escribir este guión, entonces seríamos Dios, y no necesitaríamos a Dios.

Pero Dios dice, «Tú no eres Dios. Yo soy Dios. Yo estoy escribiendo este guión. Yo sé lo que estoy haciendo». Aquí es donde tienes que confiar que Dios sabe lo que está haciendo y que Él tiene un propósito y Su propósito es bueno.

Ahora, déjame hacer algunas observaciones y señalar unos puntos importantes que pienso tienen aplicación para nosotras. En primer lugar, es obvio por este pasaje que Dios conoce todo acerca de nuestros opresores.

Las circunstancias y las personas en nuestras vida que nos oprimen no toman a Dios por sorpresa. Dios es el que da la descripción que acabamos de leer en el capítulo 1. Habacuc no es el que da la descripción de los caldeos, la descripción la ofrece Dios.

Realmente al ver esto parecería que si Dios conoce a esta gente muy bien. Dios fue que dijo que eran despiadados; salvajes; aterradores. Dios los describió, y Dios conoce todos los detalles y las características de la gente y de las circunstancias que te están oprimiendo.

A veces nos preguntamos si Dios realmente sabe lo malo que son los malos, o cuánto nos están afectando o el mal tiempo que estamos atravesando, o lo que ellos están planeando. Solo quiero asegurarte por medio de este pasaje que- Dios sí sabe.

No tienes que ponerte a pensar -cuando te sientas ahogada por estas circunstancias terribles, «¿Tendrá Dios alguna idea de lo que está pasando aquí?» Él sabe. Dios fue el que la describió.

Dios sabe. Él ve. A veces él permite que hombres malos lo destrocen todo. ¿Puedo recordarte que aun los malvados son parte del plan de Dios para los justos? Aun los malvados son parte del plan de Dios para manifestar y exhibir Su gloria en el mundo.

Dios es quien dice, «Algún día causare que aun la ira de los hombres me alabe». No es como si Dios tuviera un plan, que esté tratando de realizar Sus propósitos en el mundo, pero que todos estos hombres y naciones y circunstancias malvadas están interrumpiendo ese plan de Dios. ¡No! No lo toman por sorpresa. Dios no tiene que estar a la defensiva.

«Oh, ¿Qué voy a hacer con los caldeos?», o «¿Qué voy a hacer con este jefe malo o este entrenador o esta persona o esta nación?» No. En realidad Dios usa a los malvados como instrumentos y herramientas en Sus manos para realizar Sus propósitos.

Ahora, no me pidas que lo entienda enteramente o que te lo explique. Porque no puedo, y tú tampoco podrás. Pero puedes confiar que es cierto. Dios dice, «estoy levantando a los caldeos». Dios es el que está ordenando y disponiendo y organizando todas las circunstancias aquí para realizar Sus propósitos.

Vemos la soberanía de Dios sobre los asuntos mundiales. Dios es soberano sobre las naciones, sobre los reyes, sobre los eventos, sobre la historia. En última instancia cada nación en este mundo y cada persona en este mundo está bajo la mano y el control de Dios.

Si eres una hija de Dios, no hay persona o circunstancia o nación o terrorista o ladrón o cosa alguna que pueda venir a tu vida, fuera del permiso y del plan de Dios.

Ahora eso plantea algunas cuestiones difíciles. ¿Ordenó Dios que esta cosa mala ocurriera en mi vida? Dios nunca hace que ocurra el pecado, pero este es un mundo caído y un planeta caído. Dios está en el proceso de redimir y de hacer todas las cosas nuevas. Parte del proceso es que Dios obra soberanamente – aun a través de gente mala y de circunstancias y eventos malos.

Leer un versículo que dice «Estoy levantando a los caldeos,» es preocupante para nuestra teología, aflige nuestras mentes débiles. Sería una cosa si Dios dijera, «Los caldeos vienen, y voy a obrar a pesar de ellos,» pero eso no es lo que dice aquí.

Dios dice, «Estoy levantando a los caldeos -esas naciones, esos reyes malos, esos gobernantes malos». Dios los está moviendo como piezas en un tablero de ajedrez y usándolos para realizar Sus propósitos soberanos.

Los caldeos pensaban que ellos eran soberanos, independientes, y poderosos. Y no se daban cuenta que solamente eran instrumentos en las manos de un Dios soberano y que ese Dios los tomaría en Su mano y los levantaría de tal manera que tendrían un impacto significativo sobre Su pueblo y cumplirían Sus propósitos en el mundo.

Dios es soberano. Recuerda que Dios a veces contesta nuestras oraciones dejando que las cosas vayan de mal en peor. A veces, las cosas empeoran antes de mejorar, y gritamos chillamos y arrastramos los pies y decimos, «¡oh Dios, no! ¡Esto no es lo que quería decir! ¡esto no es lo que yo tenía en mente! ¿Cómo puedes hacer esto? No entiendo».

Lloramos, y nos quejamos, y nos preocupamos y nos estresamos, y batallamos, y peleamos con Dios. Pero entiende que a veces Dios contesta nuestras oraciones con aquello mismo que estamos resistiendo.

No le puedes decir a Dios cómo contestar tus oraciones ni cómo manejar tus preocupaciones. Habacuc le dijo a Dios, «¿Por qué no haces algo?» Dios respondió y dijo, «Sí estoy haciendo algo».

Cuando lleguemos a la próxima sesión Habacuc va a decir, «Dios, esto no es exactamente lo que tenía en mente. Esta no es la manera en que yo quería que actuaras». Estamos orando por avivamiento, y Dios dice, «¿Quieres avivamiento? Puedo escoger castigar y purificar Mi pueblo en esta nación con sufrimiento, con aflicción, con desastre financiero, con terrorismo».

Cuando leo esa frase en el versículo 10 acerca de Babilonia, «Se ríe de toda fortaleza, amontona escombros para tomarla… se mofa de los reyes y los gobernantes le son motivo de risa». Recordé el 11 de septiembre y vino a mi mente la idea de los terroristas yendo contra los símbolos de fortaleza más inquebrantables y riéndose mientras los volaban en pedazos.

Gente mala haciendo cosas despiadadas. Y pensábamos que éramos invencibles. Pero Dios dice, «¿Crees que eres invencible? Solo déjame enseñarte que no lo eres». Oramos por avivamiento, y Dios dice, «Voy a derribar las cosas en las que tú confías».

Todavía en mi país confiamos en el dinero. Confiamos en nosotros mismos. En realidad, no somos tan distintos a los caldeos. No somos tan distintos a los babilonios, y Dios dice, «Yo sé cómo tratar contigo. Yo sé cómo castigarte. Yo sé cómo cumplir Mis propósitos en tu vida».

Pides avivamiento, y luego Dios manda hambre o peligro o espada o desastre financiero o plagas o enfermedades. Y decimos, «Señor eso no es lo que tenía en mente. No era como esperábamos que ibas a contestar. No es lo que pensábamos que ibas a hacer».

Pero Dios dice, «Déjame a Mí contestar. Déjame hacerlo a Mi manera. Estoy obrando en tu día. Es Mi obra. Confía en Mí». ¿Quieres que Dios trate con tu esposo inconverso? ¿Quieres que Dios lo cambie? Ora por él.

Y quizás tu oración es «Dios, salva a este hombre,» o, «Dios salva a este hijo,» y luego Dios trae desastre a sus vidas. Quizás empeoran antes de mejorar. Si tu esposo pierde su trabajo por ser falsamente acusado, o tiene un jefe impío y tu esposo se siente miserable, y quizás estás pensando, «Oh Dios, yo no quiero que se sienta miserable. yo sólo quiero que sea salvo».

Dios está diciendo, «Puede que tenga que hacerlo miserable antes que llegue al fin de sí mismo y se salve». Y vemos a nuestros seres queridos y los vemos miserables, y los queremos rescatar de la Cruz. Pero Dios dice, «No, Yo estoy obrando. Yo estoy levantando a este jefe. Yo estoy levantando estas circunstancias. Yo estoy levantado estas situaciones. Déjame ser Dios, y déjame contestar la oración en la manera que yo sé que es mejor».

Sí se puede confiar en Dios. Él sabe lo que está haciendo. Él está obrando en nuestros días. Admiraos y asombraos. Él está haciendo una obra que si la pudiéramos ver ahora, nos asombraríamos. No lo creeríamos.

Cuando Dios nos dice cuál es la obra, Él nos ofrece una perspectiva fresca. «Estoy trayendo estas circunstancias, esta situación, este mal, esta atrocidad horrible, esta cosa en tu vida o en tu mundo o en tu casa o en tu iglesia». Deja que Dios sea Dios. Déjalo que use a los caldeos, si Él quiere, para cumplir Sus propósitos. Ahora bien, ese no es el final de la historia, y por eso espero que no dejes de escuchar esta serie porque no es el final, es solo un capítulo.

Es un capítulo importante. Es un concepto importante. Necesitas saber que más allá de utilizar a los caldeos, Dios tiene planes más grandes y magníficos. Admírate. Asómbrate, y confía.

Carmen: Si le has estado pidiéndole a Dios que conteste tu oración, la enseñanza de hoy de Nancy Leigh DeMoss puede ayudarte y ofrecerte una perspectiva más amplia de cómo Él podría responder. Esta enseñanza es parte de una serie llamada, Habacuc: del temor a la fe. Hemos estado estudiando el temor de Habacuc, pero no hemos llegado a la parte de la fe todavía .

Como Nancy mencionó, estamos viendo algunas de las partes más difíciles del libro, así que no te rindas. Si te has perdido alguno de los programas de esta serie, visita AvivaNuestrosCorazones.com.

Cuando Dios te disciplina, nunca es con un sentido de venganza. Él no te hace pagar antes de que esté dispuesto a perdonarte -entonces ¿por qué nos disciplina? ¿Cuál es su propósito? Exploraremos eso la próxima vez.

Para cerrar el programa de hoy, oremos con Nancy.

Nancy: Señor, estas cosas están más allá de nuestro entendimiento, y solo nos recuerdan que no somos Dios, pero Tú sí lo eres. Confiamos en Ti. Queremos confiar más en Ti. Necesitamos confiar más en Ti.

Quiero pedirte por aquella mujer escuchando hoy que está sintiendo que está siendo derrotada por los caldeos. Ayúdala a ver que Tú has levantado circunstancias en su vida, y que Tú las estás usando para Tus propósitos.

No traerás el castigo por un tiempo más largo o con más dolor que el que absolutamente necesitas para cumplir Tus propósitos. En medio de la dificultad, en medio de los desafíos, te pido que nos ayudes a confiar y a saber que Tú eres Dios, y que Tú estás cumpliendo Tus propósitos. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de Las Américas a menos que se indique lo contrario.

Música: Soberano Salvador, Jonathan & Sarah Jerez, Vivir Es Cristo ℗ 2013 Jonathan & Sarah Jerez

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 6 – Dios está trabajando

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 6 – Dios está trabajando

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/dios-esta-trabajando/

Carmen Espaillat: Nancy Leigh DeMoss tiene una palabra importante para aquellas que han olvidado la habilidad que Dios tiene para cambiar vidas.

Nancy Leigh DeMoss: Dios está obrando en tu vida . Dios está obrando en países de los que nunca has oído hablar y de los que no sabes nada. Dios está obrando en el mundo musulmán. Dios está obrando en la China. Dios está obrando en países pequeñitos en los que el Evangelio está prohibido de manera oficial. Dios está obrando.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Imagina que le compraste un regalo a tu hijo. Y —mientras esperas el momento adecuado para dárselo— te suplica que se lo compres, como si dudara de que tienes la mejor de las intenciones, preguntándose si lo has abandonado. ¿Alguna vez te has dirigido a Dios como ese hijo?

Piénsalo al tiempo que Nancy continúa la serie llamada Habacuc: del temor a la fe.

Nancy: Alguna vez te han preguntado tus hijos «¿Mami, no me estás oyendo? Y tú les contestas, «¿te refieres a cuántas veces te he escuchado hoy o cuántas en el día de ayer?» «No me estás escuchando. Tú no me estás escuchando».

Ahora bien, también es cierto que tus hijos podrían decirte eso porque, verdaderamente, no los estás escuchando. Las madres tienen la capacidad de aislar lo que ocurre a su alrededor. De la misma forma, en algunas ocasiones sí los estás escuchando, pero lo que tus hijos realmente están diciendo es esto: «mami, no me estás respondiendo lo que yo quiero que me respondas»; «No estás haciendo lo que quiero que hagas». Por lo que entonces preguntan «¿me estás oyendo?»

Algunas veces pensamos que porque Dios no ha hecho lo que queremos que Él haga y lo que esperamos que Él haga no nos está escuchando. Como esos niños decimos «Dios no me estás oyendo?» o «¡No me estás oyendo!»

Mientras estudiamos la primera parte del libro de Habacuc, vemos que Habacuc acusa a Dios de no estarlo escuchando, de no estar oyendo sus súplicas.

Pero —a medida que avanzamos en el pasaje de hoy, nos daremos cuenta de que Dios lo había estado escuchando todo el tiempo. Y Dios respondió a las súplicas de su profeta. Dios no estaba callado.

El hecho de que Dios responde -y veremos lo que hace en el versículo 5 del capítulo 1- evidencia que Él sí ha estado escuchando las oraciones de su profeta.

Habacuc empieza su historia, este intercambio, diciendo: «Señor, ¿cuánto más tendré que suplicarte por las cosas que están pasando a mi alrededor? ¿Por cuánto tiempo voy a seguir orando mientras Tú no haces nada? ¿Y por qué estás permitiendo que todas estas cosas sucedan? ¿Por qué toda esta lucha, violencia, discusión y destrucción entre tu pueblo? Estás viéndolo sin hacer nada. Estás viendo lo que pasa, y no haces nada al respecto. No parece que estés escuchando.»

Finalmente, en el versículo 5 del capítulo 1, Dios habla. Déjame decirte, por cierto, como hemos dicho a lo largo de esta serie: espero que no estés splo oyéndome enseñar el libro de Habacuc. Espero que estés abriendo tu Biblia, leyéndolo por ti misma, haciendo anotaciones, buscando patrones, tratando de entender lo que Dios está diciendo.

Obtendrías muchísimo más de la Biblia si la escudriñas por ti misma. El Espíritu Santo te enseñaría cosas y aplicaciones del pasaje que quizás yo no he visto.

Ahora, en el versículo 5, Dios finalmente responde la oración de Habacuc. Y le dice a su servidor: «Mirad entre las naciones, observad, asombraos, admiraos, porque haré una obra en vuestros días que no creeríais si se os contara».

Dios le dice «Miren. Miren entre las naciones». Ese verbo mirar y el verbo observar en Hebreo están en plural. Dios no sólo le está hablando a Habacuc. Él le está hablando a todo Su pueblo, a la colectividad y les está diciendo «Ustedes todos». No sólo Habacuc, sino todos ustedes. Miren y observen.

El Señor le está diciendo a sus siervos -Habacuc y a todo el pueblo- «Amplíen su perspectiva. Miren entre las naciones y observen». Dios les está diciendo «La visión de ustedes no es lo suficientemente amplia. Ustedes han estado muy centrados en sus propias situaciones y circunstancias. Ustedes necesitan observar entre las naciones. Su perspectiva es demasiada estrecha».

Muy a menudo nosotros solo podemos ver un pedacito de todo el panorama. Vemos nuestra salud, nuestros problemas, nuestra familia, nuestra iglesia, nuestro país, nuestras circunstancias; y nos vemos absortas en lo que nos está pasando a nosotras. ¿Sabes por qué? porque vivimos como si todo se tratara de nosotras. Esa es nuestra perspectiva de la vida. Tenemos una perspectiva miope cuando estamos centradas en nosotras mismas. Todo se trata de lo que me esté sucediendo a mí. Todo se trata de cómo me afecta a mí.

Pero lo que Dios está diciendo es «Levanta los ojos y mira el panorama completo. No vivas tan absorta en tu situación personal».

Es más, desafortunadamente, tenemos la tendencia de leer la Biblia de esa misma manera. Siempre vemos «lo que dice para mí». Y eso es algo bueno de preguntarnos. Queremos ver cómo se aplica en nuestras vidas. pero también queremos decir «Señor, ¿cómo lo que estás haciendo, o lo que está sucediendo y lo que estás diciendo se aplica a tu plan cósmico del universo para darte gloria ante el mundo y ante las naciones?»

¿Qué tanto te preocupa esto? ¿Qué tanto énfasis y tiempo le dedicas cuando estás orando? ¿O es casi todo «mi familia, mi iglesia, mi situación, mi salud, mis necesidades, mi trabajo -mi, mi y mi? Lo que Dios está diciendo es: «Tu mundo es muy pequeño. Mi corazón es para el mundo. Mira entre las naciones y observa».

A Dios le importa Su gloria y el destino de este planeta. Dios siempre está trabajando para llevar a cabo la inmensidad de sus propósitos. Lo que está pasando en nuestras vidas es un pedacito microscópico de un panorama mucho más amplio. Y nos vamos a desencantar y a frustrar mientras mantengamos los ojos puestos solo en lo que está pasando a nuestro alrededor.

La pregunta que debemos hacer es «Señor, ¿cómo encaja esto en la totalidad de Tu panorama? ¿Cómo se acomoda en el todo? Dame la perspectiva». Mirad a las naciones y observad.

Luego dice «asombraos, admiraos». Si pudiéramos ver lo que Dios ve y supiéramos lo que Él sabe, nos asombraríamos y admiraríamos. La palabra asombraos habla de «ensimismamiento, de estar estupefactas». Nos asombraríamos si pudiéramos ver lo que Dios ve y saber lo que Dios sabe acerca de lo que está pasando en el mundo, pero desde Su punto de vista. La perspectiva de Dios es mucho más grandiosa y diferente que la nuestra. ¡Si pudiéramos tener ojos para ver!

¿Recuerdas al sirviente de Eliseo cuando vio la casa en la que ellos se hospedaban rodeada por el ejército Sirio… que se llenó de espanto de miedo? El Se asustó muchísimo. Eliseo oró pidiendo «Dios, abre sus ojos para que vea lo que en realidad está pasando». Y el sirviente vio los ángeles de Dios, los guerreros, las carrozas de fuego rodeando al enemigo (2 Reyes 6: 15-17, parafraseado)

Una vez el sirviente tuvo ojos para ver la realidad espiritual, ¡quedó asombrado! No tuvo más temor, ni desencanto ni depresión. Si pudiéramos ver la realidad espiritual como Dios la ve, nos maravillaríamos. Nos asombraríamos. Nos quedaríamos estupefactas y sin habla.

Ahora bien, esas dos palabritas «mira y observa, mirar y observar» -una vez más, cuando estés estudiando las Escrituras busca las palabras que se repiten. En el libro de Habacuc es imposible obviar el hecho de que las palabras «mirar y observar o ver» se repiten muchas veces. De hecho, ¡9 veces en los primeros 18 versículos! Mirad, observad, mirad, observad. ¡Abre tus ojos!, es lo que dice Dios.

Tenemos que preguntarnos ¿Qué es lo que estamos viendo? ¿Estás obsesionada con tu propio mundo, o estás mirando entre las naciones para ver todo el panorama de lo que Dios está haciendo?

Levanta tus ojos hacia arriba. Observa la mano de Dios en las cosas del mundo. Cuando leas las noticias en el Internet, las veas en la televisión o las escuches por la radio, no asumas que los periodistas saben lo que está pasando. Ellos pueden relatarte los hechos aparentes, pero lo que no te pueden, ni te van a decir es «¡¿Qué está haciendo Dios en todo esto?!»

Verás, todos esos asuntos mundiales y toda la historia de la humanidad es -en realidad- la historia del plan redentor de Dios para este mundo. Es la imagen y la historia del reino de Dios y la gloria de Dios avanzando en nuestro mundo.

Por lo que cuando escuches acerca de guerras, hambre, peligros inminentes, tsunamis, huracanes, terremotos, plagas, problemas de tránsito o de lo que sea- que no te quepa duda de que Dios está haciendo algo en este mundo para hacer avanzar Su reino, para promover Su gloria. Mira entre las naciones, mira y pregunta «¿Dios qué estás haciendo?»

Pídele a Dios que te de ojos para ver desde Su ventajosa posición – para que veas a tu familia, tu iglesia, el vecindario, el mundo, el gobierno, otros países-para que los puedas ver desde la perspectiva de Dios.

Tengo a un amigo, Dick Eastman, que me viene a la mente en este momento. Él es el líder de un gran ministerio internacional -uno de los ministerios más grandes del mundo. Por muchos años, décadas, Dick Eastman ha orado todos los días por 200 países y protectorados del mundo, con un mapa mundi, orando por cada país y llamándolo por su nombre. Nombres que ni siquiera puedo pronunciar, países que han sido puestos en el mapa desde que él ha estado orando.

Él los presenta al Señor. Él es un hombre que mira entre las naciones y observa. Él dice «Dios, ¿qué estás haciendo? Dios, que Tu Reino venga. Que Tu voluntad sea hecha en la tierra así como se hace en el cielo».

Él, aunque ora por sus asuntos personales, no se centra solo en ellos. Él ora por mí. Él ora por Aviva Nuestros Corazones. Él ora por su familia. Él tiene asuntos que le conciernen y ora por ellos, pero no limita sus oraciones a sus asuntos personales.

Al pensar en tu vida de oración, ¿está debidamente balanceada? ¿Estás buscando entre las naciones? ¿Estás observando lo que Dios está haciendo?

Hay un asunto con esto de ‘las naciones’ y la ‘tierra’. Esas son un par de palabras que se repiten a lo largo del libro de Habacuc. En trece ocasiones se hace referencia a las naciones o a la tierra. Dios quiere que sepamos que Su corazón es para el mundo. A Dios le importan las naciones. A Dios le importa la tierra. Hoy en día, Dios está lidiando con las naciones de este mundo.

  • Vamos a ver en este libro la soberanía de Dios sobre las naciones.
  • Vamos a ver que Dios juzga a las naciones malvadas.
  • Pero Dios tiene un corazón compasivo y tiene misericordia y anhela que las naciones se arrepientan y vengan a los pies de Cristo.

Quiero tener un corazón como el de Dios para con el mundo. Recuerdo que cuando era niña tenía un corazón más así que ahora. Mi familia solía tener un mapa mundi colgado en la pared de nuestro desayunador. Tenía fotos pagadas en el borde de los diferentes misioneros -a quienes mi familia apoyaba- y desde esas fotos salían hilos que los unían con los países en los que estaban esos misioneros trabajando. Orábamos por esos misioneros. Leíamos sus cartas. Mis padres querían que creciéramos con un corazón sensible al mundo.

Pero confieso que -algunas veces- solo me preocupo por mi mundo y el de nuestro ministerio. Una de las cosas que me retan -en el libro de Habacuc- es que necesito tener el corazón de Dios para con el mundo. «Miren entre las naciones y observen. Maravillense y quédense estupefactas».

¿Qué es lo que Dios quiere que Habacuc vea? Mira la segunda parte del versículo 5: «porque haré una obra en vuestros días que no creeríais si se os contara». Dios le dice «Habacuc estoy trabajando en tu época y en tus días».

Si has escuchado las primeras sesiones de esta serie, sabrás que Habacuc se estaba quejando de que Dios no estaba haciendo nada. «Oh, Dios, por cuánto tiempo clamaré por ayuda y no vas a escucharme? ¿O gritarte «¡Violencia!» y no salvas?» (1:2) Señor, ¿Por qué no haces nada?

Dios parecía ser indiferente. Dios parecía estar pasivo. Dios parecía estar inactivo. Y Dios le dice a Habacuc «Estoy trabajando en tus días. No estoy siendo pasivo. No estoy siendo indiferente. No estoy inactivo».

¿Podría sugerirte que Dios está siempre trabajando? Dios nunca duerme. Nosotras dormimos. Pero Él nunca está somnoliento ni duerme. Dios siempre está trabajando en cada tiempo, en cada circunstancia, en cada estación, en cada situación de la vida. Dios está trabajando en nuestros días.

Desde que era niña, siempre he tenido una carga en mi corazón por el avivamiento de la iglesia. Y tengo que decir -desde mi perspectiva- que no estoy segura de estar cerca de que ahora suceda uno. Cuarenta años atrás empezó a ser una carga en mi corazón y aun ahora no veo gran diferencia.

Pero esa es solo mi perspectiva. Algunas veces, me quedo mirando las iglesias y pienso «Señor, nada bueno está pasando, nada que evidencie Tu mano. ¿Por qué no lidias con la situaciones de estas iglesias, con esas «que dicen ser cristianas», pero viven como el mundo?»

Pero Dios dice «Mira. Abre tus ojos. Mira las realidades espirituales. Si no lo puedes ver con tus propios ojos, créelo por fe porque sí estoy trabajando en tus días. Dios siempre está trabajando. Incluso cuando aparenta estar en silencio, pasivo o ausente. Incluso cuando no podemos ver lo que está haciendo. Incluso cuando no sabemos lo que está haciendo. Dios está trabajando.

Esto se ha convertido en una de mis frases favoritas del libro de Habacuc: «Estoy trabajando en tus días.» Créelo por fe. Y veremos que en el libro de Habacuc, es la única forma de que encuentres paz en la vida. La única forma en la que tendrás gozo es si vives creyendo que lo que Dios ha dicho es verdad.

Ya sea que lo puedas ver o no, Dios está trabajando.

  • Él está trabajando.
  • Él no es pasivo.
  • Él está presente.
  • Él está activo.
  • Él está comprometido.
  • Él está involucrado.
  • Él es soberano sobre las vidas y los asuntos de Su pueblo y los de este mundo. El hecho de que no lo podamos ver, no quiere decir que Él no esté trabajando.

Jesús dijo en Juan capítulo 5 versículo 17, «Hasta ahora mi Padre trabaja y yo también trabajo». Dios está trabajando. Y Jesús está trabajando. Él está edificando Su iglesia. Él está forjando Su Reino. Él está planificando y trabajando para mostrar Su gloria en la tierra. Y vamos a ver, cuando veamos Habacuc capítulo 2, que el día llegará cuando la gloria de Dios llene y cubra la tierra así como las aguas cubren los mares.

Dios está trabajando para ese día. Su verdad está en marcha. Dios trabaja y Su trabajo es asombroso. Es sobrenatural. Está más allá de todo entendimiento humano. Por lo que el mensaje aquí es créelo dentro de tu corazón. Ten fe. Anímate. Dios está trabajando.

William Cowper fue un poeta y escritor de himnos del siglo XVIII. Él fue un hombre interesante. Era amigo de John Newton y ambos sirvieron y trabajaron juntos en una iglesia de Olney, Inglaterra por muchos años. Pero Cowper sufrió severas depresiones casi toda su vida. Él trató de suicidarse y por momentos pensó en que iba a perder la cabeza. Él tuvo una vida de altas y bajas.

Pero en sus momentos de mayor oscuridad escribió-en medio de lo que llamaríamos una enfermedad mental. No sé exactamente de lo que se trataba, pero -en esos períodos oscuros de su vida- afloraron las ideas más asombrosas acerca del corazón y de los caminos de Dios.

William Cowper escribió un poema que quizás es familiar para algunas de ustedes, pensé en él mientras leía este pasaje de Habacuc que describe cómo Dios está obrando en nuestros días, dice así:

«Dios se mueve de manera misteriosa» :

Dios se mueve de manera misteriosa

para realizar maravillas;

Sus huellas planta en el mar

cabalga sobre la tormenta.

En la profundidad inescrutable

El guarda destrezas y habilidades

Donde atesora sus brillantes diseños

Y obra Su soberana voluntad

Santos temerosos, cobrad nuevo valor;

las nubes que tanto teméis

están llenas de misericordia y se abrirán

con bendiciones sobre vuestras cabezas.

No juzguéis al Señor con vuestros

débiles sentidos,

sino confiad en Su gracia;

detrás de una providencia fruncido

Él esconde un rostro sonriente.

Sus propósitos cumplira con rapidez,

Revelandose hora tras hora;

el capullo tendrá amargo sabor,

mas dulce será la flor.

La fe ciega nos llevará al error,

Y en vano discernir su obra.

Dios es su propio intérprete y lo dejará ver claramente.

(William Cowper. «God Moves in a Mysterious Way»)

Puedes ver aquí un corazón que tiene fe en que Dios siempre está trabajando. Siempre se está moviendo para llevar a cabo Sus santos, maravillosos y eternos propósitos sobre nuestras vidas en esta tierra.

Alguien me señaló recientemente uno de mis versículos favoritos, Isaías capítulo el 50 versículo 10, dice «¿Quién hay entre vosotros que tema al SEÑOR, que oiga la voz de su siervo, que ande en tinieblas y no tenga luz?

Él está hablando de una persona que trata de agradar al Señor, que trata de servir al Señor, pero en un momento de la vida en el que no puede ver lo que está sucediendo.

No lo puedes descifrar. Estás, más bien, confundida y sin respuestas.

¿Y cuál es la respuesta de Dios? ¿Qué debemos hacer? Confía en el nombre del Señor y en Su palabra. Caminamos por fe, no por vista.

El piloto de un avión no se guía por lo que ve. Él confía en sus instrumentos. Incluso cuando no puede ver hacia dónde va y no puede ver lo que está sucediendo, él confía en sus instrumentos.

Confía en quien controla todos los instrumentos. Que no te quepa duda de que Dios está trabajando en nuestros días. Dios está trabajando en tu iglesia, independientemente de si las circunstancias son exasperantes o no. Dios está trabajando en la vida de tu esposo cuando parece que él no le está prestando atención a Dios, que no está cambiando en lo absoluto, que no está siendo sensible. Dios trabaja en tus días.

Dios está trabajando en tus hijos universitarios aunque estén lejos de ti, no los puedas ver y te preguntas con quienes se estarán juntando. Recuerdo llevar al hijo de una amiga a la universidad -hace unos años atrás- dejarlo en el dormitorio que le correspondía, ver algunos carteles colgados en la pared y pensar «Oh, Dios, ¿cómo podemos dejar a este muchacho aquí?»

Y recuerdo orar como una loca cuando partí dejándolo allí. «Señor, mantén el temor de Dios en ese joven mientras sus padres y amigos lo dejan en ese campus». Dios está trabajando y Dios trabajó durante ese tiempo en el que estuvo en la universidad. Dios está trabajando. Cuando no lo puedes ver, cuando no puedes retener el control, cuando no puedes hacer que las cosas sucedan, Dios está trabajando. «Estoy haciendo una obra en tus días».

Dios está trabajando en tu comunidad. Dios está trabajando en países de los que nunca has oído hablar y de los que no sabes nada. Dios está trabajando en el mundo musulmán. Dios está trabajando en China. Dios está trabajando en países pequeñitos en los que el Evangelio está prohibido de manera oficial. Dios está trabajando.

«Yo estoy trabajando en esta época». Por lo que mira. Mira entre las naciones y observad. Maravíllate y sorpréndete. «Estoy trabajando en tus días y no lo creerías si te lo dijera».

Carmen: Nancy Leigh DeMoss va a regresar a orar con nosotras en un minuto. Basado en lo que hemos escuchado hoy, la respuesta a esa oración podría no parecer lo que esperamos. Pero será una buena dádiva de Su mano.

Quizás estás luchando con una oración sin contestar o las cosas no han salido como esperabas. ¿Podrías explorar el libro de Habacuc para que aprendas más de la oración, el silencio y las respuestas inesperadas? Te dará una perspectiva cuando Dios no esté contestando tus oraciones. Profundizará en tu entendimiento de la adoración.

Si estuvieses escribiendo el guión de tu vida, ¿estaría desarrollándose como lo está haciendo ahora? Aprende mañana acerca de cómo confiar en el autor de nuestra fe cuando Nancy continúe escudriñando el libro de Habacuc.

Ahora, Nancy nos va a guiar en oración.

Nancy: Padre cuanto te agradecemos el que estés trabajando en el hoy y ahora. Nunca cesas de glorificarte y redimir a este planeta y este mundo caído. Haces todas las cosas nuevas. Estás trabajando —indistintamente— en aquello que podemos ver y en lo que no podemos ver.

Por lo que ayúdanos, Señor cuando no podamos ver. Ayúdanos a confiar en que lo que has dicho es verdadero y que Tú siempre estás trabajando en aras de lograr tus propósitos para este mundo. Que esta realidad nos traiga gozo. Que esta realidad nos deje maravilladas y asombradas. Oro en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 3 – ¿Por qué?

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 3 – ¿Por qué?

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/por-que/

Carmen Espaillat: Aquí está Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy Leigh DeMoss: Podemos preguntarle a Dios ¿por qué? mientras no lo hagamos con un puño acusatorio, sino examinando nuestros propios corazones. Hay una diferencia entre esas preguntas sinceras, honestas que le hacemos a Dios y cuando le hacemos acusaciones o somos demandantes con Dios para que nos dé respuestas, queriendo que sean respuestas según nuestros deseos y en el tiempo que queremos. Hay una gran diferencia.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss ¿Le has preguntado a Dios por qué? Si es así, tú estás en la compañía de un grupo de personajes bíblicos que cuestionaron a Dios: Moisés, David, y el profeta del cual oiremos el día de hoy. Aquí está Nancy en la serie titulada: Habacuc: Del temor a la fe.

Nancy: Algunas de ustedes me han escuchado compartir esto antes, porque nunca lo voy a olvidar. Tuvo un gran impacto en mi vida hace muchos años atrás mientras estaba en el servicio fúnebre de mi hermano de 22 años de edad quien había muerto en un accidente automovilístico. Un hermano que había estado preparándose para el ministerio, un hermano que había llegado amar al Señor y que tenía un corazón genuinamente apasionado por Cristo y por las personas, y en un instante había perdido su vida. En la inescrutable elección, voluntad y providencia de Dios, David había partido.

Yo recuerdo estar sentada en el servicio fúnebre y escuchar a uno de los predicadores decir: Podemos preguntarle a Dios ¿por qué? mientras no lo hagamos con un puño acusatorio, sino examinando nuestro propio corazón. No con un puño amenazador sino para examinar la conciencia. Tú puedes decir las mismas palabras y solo Dios sabe algunas veces si tu corazón se está examinando o está amenazando.

Ayer hablamos acerca de Joni Eareckson y de cómo ella fue víctima de aquel accidente de clavado que la dejó paralítica del cuello hacia abajo, y como en los primeros días después de su accidente ella tenía muchas preguntas. Ella se sentía enojada con Dios. ¿Por qué pasó esto? ¿Por qué me pasó esto a mí?

Y después de estas preguntas Joni continúa reflexionando y dice,1

La mayoría de las preguntas que hice en los primeros días de mi parálisis fueron preguntas hechas con un puño amenazante, para descargar mis emociones, para desahogar mi ira. Yo no sé qué tan sinceras eran mis preguntas. Yo estaba simplemente enojada. Pero después de muchos meses, esas preguntas hechas con un puño amenazante hacia Dios se convirtieron en un examen de conciencia. sincera y honestamente, quería encontrar respuestas.

Podemos preguntarle a Dios ¿por qué? mientras no lo hagamos con un puño acusatorio, sino examinando nuestro propio corazón. Hay una diferencia entre esas preguntas solemnes, honestas que le hacemos a Dios y cuando le hacemos acusaciones o somos demandantes con Dios para que nos dé respuestas, queriendo que sean respuestas según nuestros deseos, en el tiempo que queremos. Hay una gran diferencia.

Ahora a medida que he estado estudiando el libro de Habacuc, me he preguntado muchas veces si Habacuc estaba haciendo estas preguntas con un puño amenazante o con un examen de conciencia. En el primer párrafo del capítulo 1, él hace dos preguntas que con mucha frecuentemente son hechas por todos los seres humanos: «Oh Dios, ¿hasta cuándo seguirá esto? ¿Hasta cuándo y Tú no haces nada con mis oraciones? Y Dios, ¿por qué?» (verso 2 parafraseado).

¿Hasta cuándo? y ¿por qué? -Las dos preguntas de la condición humana. Las dos cosas que queremos saber de Dios. Él hace estas preguntas, y él prosigue a formular preguntas severas en el transcurso del primer capítulo.

He tratado de entender el corazón de Habacuc y he tratado de discernir si él estaba haciendo preguntas solemnes y honestas o estaba acusando a Dios. «Tú no oyes. Tú no salvas. Tú no estás haciendo nada». Mientras leía unos comentaristas, algunos están muy seguros que él preguntaba con un puño amenazador pero otros comentaristas están igualmente seguros de que él estaba cuestionando con un corazón humilde.

Yo he concluido que sé la respuesta. y la respuesta es que: Nosotros no sabemos. Nosotros no sabemos qué había en el corazón de Habacuc. Yo no puedo saber qué hay en tu corazón, y tú no puedes saber qué hay en mi corazón cuando hacemos esas preguntas.

Dios es el único que escudriña nuestros corazones y Dios es el único que sabe.

  • ¿Estamos cuestionando a Dios con un puño amenazante?
  • ¿Estamos enojadas con Dios?
  • ¿Lo estamos acusando?
  • ¿Estamos demandando que Él haga las cosas a nuestra manera?
  • ¿O estamos cuestionando con humildad, concienzuda y honestamente a Dios.

Nosotros sabemos que Habacuc, independientemente de lo que había en su corazón en estas primeras preguntas y en el transcurso del libro, llega a un momento de fe. Tú vas a oír esta palabra una y otra vez durante en esta serie. Fe. Hay un punto decisivo en este libro donde su duda se convierte en fe. Su temor se convierte en fe. Su queja y su preocupación se convierte en adoración. En adoración basada en la fe.

No precisamente porque sus preguntas fueron contestadas, sino porque él llega al punto de descansar en Dios para sus preguntas y decir: «yo no tengo que saber las respuestas, pero si necesito conocer a Dios. Yo quiero conocer a Dios». El luchador (que Habacuc significa «uno que lucha») se convierte en uno que abraza, uno que se aferra fuertemente a Dios diciendo, «Yo confio en ti aunque Tú no me des respuestas».

Como empezamos a ver en la última sesión sobre las circunstancias y la situación de Habacuc, vimos que él estaba muy preocupado por la corrupción, la injusticia, la violencia que había entre el pueblo de Dios.

Esto no está simplemente ocurriendo en el mundo. Esto está sucediendo en medio del pueblo de Dios. Él no estaba tan preocupado por las naciones paganas. De hecho, en la primera parte de este libro, Habacuc no tiene ningún interés por lo que está pasando en las naciones para nada. Él está preocupado por lo que está sucediendo con el pueblo de Dios.

Él está perplejo por la supuesta indiferencia de Dios y por la falta de respuesta a sus oraciones. Él dice, «Yo he estado orando por avivamiento, he estado orando para que tú hagas algo, orando para que tú traigas convicción, orando para que tú cambies los corazones de las personas, pero nada está ocurriendo».

Te da la impresión aquí de que él ha estado orando por mucho tiempo. No era como que él había acabado de orar esa mañana y no había obtenido respuesta en la tarde y se haya enojado con Dios. No, esto ha estado sucediendo por mucho tiempo.

Así que él dice en el versículo 3 del capítulo 1, «¿Por qué me haces presenciar calamidades? ¿Por qué debo contemplar el sufrimiento?» (NVI). En la última sesión, vimos la pregunta del «hasta cuándo». Hoy veremos en este tercer versículo la pregunta del «por qué». Es una pregunta recurrente. ¿Por qué? El pregunta tres veces en este capítulo. ¿Por qué? «¿Por qué me haces presenciar calamidades? ¿Por qué debo contemplar el sufrimiento?» (NVI)

Mientras pensaba en esa frase, «¿por qué debo contemplar el sufrimiento?», recordé una experiencia de años atrás. estaba viajando, y tenía que trasbordar en el Aeropuerto Internacional de Baltimore-Washington. Y fui y me senté en uno de esos pequeños restaurantes del aeropuerto.

En esos días yo tenía un maletín, uno de esos maletines duros y yo lo deje en el piso justo a mi lado mientras ordenaba algo para comer. En un instante durante mi comida, un hombre que estaba sentado cerca de la mesa, vestido con un traje -si mal no recuerdo- se puso de pie de su mesa, caminó hacia mí donde yo estaba sentada, tomo mi maletín y se fue.

Claramente no era su maletín era mi maletín. Estaba justo a mi lado. Bueno, inmediatamente tomé dominio de la situación, y vi que allí cerca había un oficial de la policía, y le dije: «Ese hombre se llevó mi maletín». El oficial de policía no hizo nada.

Ciertamente, me siento agradecida de que la mayoría de los oficiales de policía hacen algo cuando están uniformados y están en la escena del crimen. No quiero decir que esto es una característica de los oficiales de policía, pero en ese momento -si mal no recuerdo la situación- simplemente recuerdo haber estado sorprendida de que este oficial de policía, teniendo una posición de autoridad, y escuchándome decir, que este hombre se había llevado mi maletín, solo se quedará ahí parado sin hacer nada. Y hoy puedes notar, veintitantos años más tarde, que todavía continúo irritada por esto.

Cuando pienso en Habacuc diciéndole a Dios, «Tú contemplas el sufrimiento. Tú ves lo que está pasando. Tú sabes acerca de la situación, y si no sabías acerca de ella, yo te lo acabo de decir, y aún así Dios no estás haciendo nada».

Bueno, tal vez te preguntes qué hice acerca de ese maletín. Hice algo que -en retrospectiva- no puedo creer que lo haya hecho. Fue muy insensato de mi parte pero yo camine tras este hombre yo misma. Él iba cambiando por un pasillo donde había mucha gente.

Caminé hacia él y le dije, «Discúlpeme, creo que eso que usted tiene es mío». Él simplemente me lo devolvió, me dio la espalda y se fue caminando. Cuando pienso lo que pudo haber sucedido, me doy cuenta de que no fue lo mejor que pude haber hecho, pero si el oficial de policía no estaba haciendo nada, yo sí tenía que hacer algo al respecto.

Bueno, hay muchas situaciones mucho más serias en la vida donde se están cometiendo crímenes, donde hay peligro, y hay gente que solo se para a mirar y no hace nada. Recuerdo a una mujer que recientemente escribió a Aviva Nuestros Corazones y compartió que desde niña su padre la había violado cada noche por años, mientras desde la perspectiva de esta niña pequeña, su madre se hizo de la vista gorda y no hizo nada.

Nos da un gran sentido de injusticia. ¿Por qué contemplas el sufrimiento? Dios tú lo estás viendo. ¿Por qué no estás haciendo algo al respecto?

John Stott dice,

La punzada real del sufrimiento no es la calamidad en sí misma, ni siquiera el dolor o la injusticia de esta, es más bien el abandono aparente de Dios en medio de ella. El dolor es soportable, pero la aparente indiferencia de Dios no lo es.

Por cierto, ¿no es esta una ilustración de lo que tal vez Jesús sintió en la cruz cuando dijo, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:47 RV-1960). En un sentir es, «Yo pudiera aguantar esto si tan solo supiera que Tú estás aquí haciendo algo al respecto».

Así que Habacuc le dice a Dios, «Tú me haces ver el mal y Tú ves la maldad, pero no haces nada». Él está preocupado por la aparente pasividad de Dios, Su indiferencia, Su inactividad». «¡No te quedes solo ahí, haz algo por favor! ¿Por qué contemplas el sufrimiento y no haces nada?»

Después él dice, «Veo ante mis ojos destrucción y violencia» (verso 3 NVI). Verás la palabra violencia aparece seis veces en el libro de Habacuc. Es un tema. Es algo por lo cual él está preocupado.

Esto está pasando entre el pueblo de Dios. Destrucción, violencia, riñas y contiendas. Versículo 4:

«Por eso no se cumple la ley y nunca prevalece la justicia. Pues el impío asedia al justo; por eso sale pervertida la justicia».

Ahora, es importante que mientras tú lees estos versículos te des cuenta que Habacuc está turbado por la maldad y la injusticia que está sucediendo entre el pueblo de Dios y por la aparente apatía y negligencia de Dios sobre la situación, aún a pesar de las constantes oraciones fervientes de Habacuc. Esto no le parece correcto.

Destrucción, violencia, riña, contienda. Los impíos sobrepasan en número a los piadosos en la iglesia, entre los que se llaman creyentes en la iglesia. Los impíos sobrepasan en número a los piadosos en la iglesia. La ley y el orden dejaron de funcionar. Las personas que deberían ejercer autoridad espiritual están cerrando sus ojos para no ver. Están escondiéndolo debajo del tapete. Ellos no están haciendo nada al respecto.

No te engañes a ti misma al pensar que las cosas que le preocupaban a Habacuc en su tiempo no están sucediendo en las cuatro paredes de nuestros propios hogares cristianos y en nuestras iglesias de hoy en día. La violencia y la injusticia prevalecen. Te preguntarás cómo. Divorcio. Si eso no es violencia, si eso no es riña y contienda, no sé entonces qué es.

No me sorprende o me asombra que los no creyentes se divorcien. ¿Cómo podrían mantener un matrimonio unido? Tienes a dos personas egoístas que no conocen a Dios, pero el pueblo de Dios, que alega tener el amor de Cristo, que ha sido perdonado, ¿no puede mantener sus matrimonios unidos por medio del perdón?

Riña y contienda. Disputas familiares. Divisiones en la iglesia. Conflictos no resueltos. Relaciones rotas en el cuerpo de Cristo.

En las últimas semanas he estado escuchado muchas historias. Estoy prácticamente sola sentada en mi estudio la mayor parte del tiempo. No salgo ni ando por ahí la mayor parte del tiempo. Pero aun en mis breves encuentros y conversaciones con la gente, escucho historias de personas que se llaman cristianos haciendo cosas no muy cristianas. Algunas de estas personas participan activamente en el ministerio. Hay amargura, conflictos no resueltos durante mucho tiempo entre creyentes.

La semana pasada escuché acerca de dos profesores de una universidad cristiana que están involucrados en un romance. Ahora bien, los de la universidad todavía no lo saben, y me pregunto, ¿por qué no saben acerca de esto? Digo, uno escucha estas cosas. Uno piensa, estas personas están enseñando a nuestros hijos en una universidad cristiana, mientras ellos están teniendo una relación adúltera.

Pornografía. Adulterio. Bromas vulgares. Profanación. Baile vulgar. Lenguaje sugestivo. Todo esto he escuchado en tan solo las últimas semanas y está sucediendo dentro el pueblo de Dios. Y la gente lo está justificando, defendiendo, riéndose de esto a veces, siendo entretenido por esto. Personas en posición de liderazgo. Y uno clama con Habacuc, «¡¿O Dios, hasta cuando?! ¿Por qué dejas que esto siga? ¿Por qué te sientas y miras esto y no haces nada al respecto?»

Hace poco un amigo me dijo acerca de un jefe que él tiene que dice ser cristiano. Él es un miembro activo de su iglesia y también es dueño de un comercio, y abiertamente está admitiendo trámites ilegales en su contratación de empleados y en su ética laboral. Y después él va a la iglesia y está involucrado en grupos pequeños y en liderazgo, pero en su trabajo es un hombre completamente diferente, evade la ley, hace cosas que no son triviales y que son totalmente ilegales.

Este joven que trabaja para él está viendo todo esto y está hablando con el hombre, y el hombre reconoce que está mal, pero sigue haciéndolo. ¿Por qué Dios no hace algo al respecto? Uno ve personas en liderazgo que no están haciendo nada al respecto y que algunas veces de hecho están participando en ello. Y uno dice, «Dios, ¿Cómo puedes contemplar esto y no hacer nada?»

¿Quizás piensas que sueno preocupada y alterada en este momento? Ese es el espíritu que percibes de Habacuc a medida que él medita en estas cosas, a medida que él ve que estas cosas ocurren. Tú sientes su preocupación intensa acerca de la condición espiritual y moral de Su pueblo. Esto perturba a Habacuc.

Mientras meditamos en este pasaje, quisiera preguntarte, «¿Te perturba esto a ti?»

  • ¿Te duele ver el pecado, el pecado no arrepentido, el pecado continuo, el pecado habitual, los patrones de pecado en la conducta del pueblo de Dios?
  • ¿Te duele?
  • ¿Te rompe el corazón?
  • ¿Te asombra?
  • ¿Te sientes irritada por esto?
  • ¿Te lamentas del pecado y la violencia entre el pueblo de Dios?

Y pienso, desafortunadamente, que la mayoría de nosotras nos hemos adaptado a esta actitud complaciente: y decimos bueno así son las cosas. Los niños no dejarán de ser niños: esa fue la respuesta que una autoridad le dio a una amiga mía cuando ella le comentó su preocupación de algo que los jóvenes estaban haciendo en una escuela cristiana en particular. «Los niños no dejarán de ser niños. Así son las cosas. Somos solo humanos. Tú eres una perfeccionista. Tú eres una legalista».

Si tú expresas preocupación por algunas de estas cosas hoy en día, este es el tipo de respuesta que vas a recibir. Una amiga me dijo, «cuando menciono estas cosas, la gente me mira como si estuviera loca». «¿Estoy loca porque me preocupan estas cosas? ¿Soy la única que está perturbada por esto?» Bueno, es muy triste que nos tengamos que hacer esta pregunta, ¿verdad? ¿Te sientes contristada? ¿Te cargan las cosas que contristan el corazón de Dios?

Siglos atrás Juan Calvino escribió un comentario sobre el libro de Habacuc, él dijo,

Este pasaje nos enseña que todo aquel que realmente sirve y ama a Dios tiene que arder con una indignación santa en cualquier momento que vean la maldad reinando sin control entre los hombres, y especialmente en la iglesia de Dios. No hay nada que nos debe causar más dolor que ver a hombres violentos, con un desprecio profano hacia Dios y sin ninguna consideración hacia Su ley y por Su verdad divina.

Así que Habacuc hizo esto un asunto sobre el cual interceder; una petición de oración. Él llevó su preocupación a Dios porque él se dio cuenta que no había otro lugar donde llevarla. No hay nadie más que pueda hacer algo al respecto.

Amigas, una cosa es estar molesta, hablar una con la otra acerca de lo terrible que están las cosas, conmiserarse junto a otras, escribir cartas, quejarse, gritarle a la televisión cuando veas algo que te molesta. Pero, la pregunta es: ¿has orado al respecto? ¿Has orado por lo que estás viendo en tu familia, lo que estás viendo en tu iglesia, en nuestra cultura… has orado al respecto? Eso es lo que Habacuc hace.

Y porque la maldad sigue y sigue a pesar de sus oraciones, Habacuc equivocadamente concluye que Dios no está haciendo nada, que Dios es indiferente. Recuerda, Dios parece ser indiferente, solo desde el punto de vista de Habacuc. Pero Dios no es indiferente. Dios nunca está inactivo, Dios nunca está ocioso. Dios siempre está haciendo algo, y lo veremos a medida que avanzamos en este pasaje.

A medida que pensamos en esta maldad que continúa, déjame leerte unos cuantos escritos de creyentes antiguos que me han sido de gran ayuda al pensar en este pasaje.

Primero, he estado leyendo recientemente de uno de mis autores tradicionales favoritos, Fenelon. En su libro «Perfección cristiana» ( Christian Perfection ) él dice,2

Una cosa que me confunde es entender cómo Tú permites que tanta maldad se mezcle con lo bueno.

Él está hablando con Dios. Y él le dice,

Tú no puedes hacer el mal. Todo lo que haces es bueno. ¿Entonces por qué la faz de la tierra está cubierta con crímenes y miseria? Es como si el mal prevaleciera en todas partes por encima del bien. Tú hiciste el mundo solamente para Tu gloria, y estamos tentados a creer que se está volviendo en Tu deshonra. El número de los malvados infinitamente sobrepasa el número de los buenos, aun en la iglesia.

Esto fue escrito siglos atrás. Él sigue diciendo,

Toda carne ha pervertido su camino… todos sufren. Todo está en un estado de violencia… ¿Por qué esperas tanto, Señor, para separar el bien del mal? Apresúrate. Glorifica Tu nombre. Haz saber a esos que lo blasfeman lo grande que es. Te lo debes a Ti mismo, el restablecer el orden de las cosas.

Después él dice, «Pero oh mi Dios, cuán profundos son tus juicios». Aquí es cuando tu preocupación se vuelve adoración. Aquí es cuando el temor se convierte en fe. Él dice,

Tus caminos son más altos que nuestros caminos, así como los cielos están de la tierra. Nosotros estamos impacientes porque nuestra vida entera es solo un momento. En contraste, Tu gran paciencia está fundamentada en Tu eternidad, para la cual mil años son como un ayer que acaba de pasar.

Después está este recordatorio de Oswald Chambers, otro de mis autores favoritos, como lo escribe en » En pos de lo Supremo «3, él dice:

Hay momentos cuando tu Padre aparentarará ser… insensible e indiferente, pero recuerda que Él no lo es… Si hay una sombra en el rostro del Padre por ahora, puedes estar segura de que, al final, Él mal mostrará Su revelación y Él será justificado en todo lo que ha permitido… Mantente firme en tu fe, creyendo que lo que dijo Jesús es cierto, aun si por el momento tú no entiendes lo que Dios esté haciendo. Él tiene asuntos más importantes en mente que las cosas que tu estás pidiendo. Dios tiene un propósito mayor. Dios tiene un plan más grande.

Ahora bien, cuando volvamos en la próxima sesión, vamos a ver que Dios no está en silencio. Él oye las oraciones de Habacuc. Él responde a la oración de Habacuc. Él no es pasivo. Él no es indiferente.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss volverá para orar con nosotras. Ella solo nos dio un adelanto de lo que escucharemos en la próxima sesión de la serie actual llamada Habacuc: Del temor a la fe. Hemos estado viendo unas preguntas serias que Habacuc hizo y a medida que la serie progrese, encontraremos por qué Habacuc pudo cambiar su enfoque para empezar a adorar a Dios.

Cuando Dios responde las oraciones, el resultado puede ser muy diferente a lo que esperabas. Esto es lo que descubrió Habacuc, y es lo que veremos en la próxima sesión. Por favor sintonízanos de vuelta mañana. Ahora oremos con Nancy.

Nancy: Padre, solamente quiero agradecerte porque podemos confiar en Ti. Si algo he aprendido en estos 50 años de caminar contigo, es que Tú eres fiel, sabio, amoroso, y bueno, independientemente de que tan nublada Tu providencia parezca ser a veces o cuán inescrutables tus caminos. Todas las cosas son conocidas por Ti. Todas las cosas son claras para Ti.

Es solo nuestra finitud, nuestra carne, nuestra debilidad que las hace misteriosas para nosotras. Pero gracias, Señor, que un día la fe será por vista. Todo será claro y todo el mundo adorará tus caminos y afirmara que Tú has hecho todas las cosas bien. Así que hasta ese día, Señor, ayúdanos a no vacilar en la fe y aferrarnos a Ti, aunque aún estés velado para nosotros. Te adoramos, Te esperamos y nos entregamos a Ti completamente. En el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se cite otra fuente.

1http://www.powertochange.com/changed/jeareckson.html 2 Fenelon. Christian Perfection. (San Francisco: Harper & Brothers, 1947). p. 125-6. 3 Oswald Chambers. My Utmost for His Highest. 9/12.

Música: Oh Que Amigo Nos Es Cristo (What a Friend We Have in Jesus), Integrity Worship Singers, Himnos de Inspiración ℗ 2001 Integrity Media, Inc.

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 2 – Lidiando con oraciones no respondidas

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 2 – Lidiando con oraciones no respondidas

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/lidiando-con-oraciones-no-respondidas/

Carmen Espaillat: Muy probablemente has leído pasajes en la Biblia que prometen que Dios escuchará y contestará la oración. Igualmente Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: Pero siendo honestas ¿acaso no es cierto que a veces nuestra experiencia parece contradecir esas promesas? ¡Sé honesta! No te ha sucedido que en ocasiones dices, “yo sé lo que la Palabra de Dios dice, pero he estado orando. He estado clamando, y no parece que Dios escuche ni conteste mis oraciones.”

Escucha. Cualquiera puede confiar en Dios un día malo o en situaciones de corta duración. Pero qué pasa cuando tienes un sufrimiento prolongado, y clamas, “¿Hasta cuándo, Señor? Sigo clamando a ti, Señor, ¡pero todavía no haces nada!”

Es esa pregunta “hasta cuándo, ¿Señor, no me escucharás?»

Carmen: Estás escuchando “Aviva Nuestros Corazones” con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy continuará hoy una serie que iniciamos ayer sobre un profeta, y que nos ayuda a sobrellevar la oración no contestada. Con ustedes Nancy en la serie llamada: Habacuc: Del temor a la fe.

Nancy: Fue en una calurosa tarde de julio del 1967, cuando una joven de 17 años se tiró al agua en un clavado en un lago poco profundo, y su vida cambió para siempre cuando se fracturó el cuello; un accidente que la dejó paralítica del cuello hacia abajo por el resto de su vida.

Ustedes conocen la historia de Joni Eareckson Tada, sobre cómo sufrió esa fractura de su espina dorsal, algo que la dejó paralítica e incapacitada de sus brazos y sus piernas.

Joni ha hablado y escrito acerca de algunos de los sentimientos y pensamientos que tuvo unos días después del accidente. En una ocasión ella dijo:

“Yo tenía tantas preguntas. Creía en Dios, pero estaba enojada con Él. Si Dios era todo amor y todopoderoso, entonces —lo que me sucedió a mí— ¿cómo podía ser esto una demostración de su amor y de su poder? Seguramente Él pudo haberlo evitado. ¿Cómo puede una parálisis permanente ser parte de su amoroso plan para mí?”

Lo que Joni Eareckson Tada dijo en esos oscuros momentos de desesperación de su vida es muy similar a lo que el profeta Habacuc sintió al iniciar el primer capítulo de su profecía en Habacuc capítulo 1.

Él está clamado a Dios y en esencia lo que él está diciendo es: “¿cómo puedo saber que este Dios merece mi confianza a menos que obtenga una respuesta?

Él tiene preguntas y así lo dice en el capitulo 1, en el versículo 2:

¿Hasta cuándo, oh SEÑOR, pediré ayuda, y no escucharás, clamaré a ti: ¡Violencia! y no salvarás?

Y a propósito, al leer y estudiar todo el libro de Habacuc, busca referencias a la palabra “salvar” o “salvación”. Encontrarás varias. Porque hay un tema recurrente a través de este libro y es que Dios siempre está obrando para la salvación de Su pueblo.

Pero a Habacuc esto no le parece así en este momento. “Señor, estoy clamando a ti, ¡violencia! Pero no salvarás. No pareces ser un Dios que salva”.

Versículo 3:

¿Por qué me haces ver la iniquidad, y me haces mirar la opresión? La destrucción y la violencia están delante de mí, hay rencilla y surge discordia. Por eso no se cumple la ley y nunca prevalece la justicia. Pues el impío asedia al justo; por eso sale pervertida la justicia. (Habacuc 1:3-4)

Lo que Habacuc dice es, “tengo un problema sobre cómo Dios gobierna el universo, o como parece no estar gobernando el universo. Tengo interrogantes.”

Son preguntas intensas. Creo que algunas veces actuamos en nuestros mundo cristiano como si fuera un error, o fuera malo tener preguntas. Como que no deberíamos hacer preguntas, y deberíamos poner nuestras mentes a dormir y sólo decir: “Bueno, esas preguntas no importan.“

Lo que Habacuc está diciendo es, “tengo preguntas sinceras, y yo quiero consultar al que me las puede contestar. ¿Por qué me haces ver la iniquidad?, ¿Por qué me haces mirar la opresión?”

Nos encontramos en el principio del libro donde vemos este diálogo entre Dios y Su profeta, una mirada muy íntima a las preguntas que este hombre hace a Dios. Algunas de sus Biblias tendrán un título para este párrafo: “la queja de Habacuc.”

La queja de Habacuc. Él comienza derramando su corazón a Dios y lo notamos con las primeras dos palabras del versículo 2: “Oh Señor”. Oh Señor.”… Veremos esta pequeña frase seis veces en el libro de Habacuc.

Este es el clamor de un hombre desesperado. Se dice que sus oraciones son las oraciones más fervorosas. “Oh Señor.“ Ahora bien, notemos que Habacuc no clama a Judá, quien inicialmente es el pueblo por el que él está preocupado. Ellos son las personas sobre la que él habla en los primeros versículos; son las personas que han pervertido los caminos de Dios.

Ellos no están viviendo como creyentes.

Habacuc tampoco clama a los babilonios o a los caldeos, a quienes Dios va a usar para traer juicio a Judá. ¿A quién clama Habacuc? Él clama a Dios: “Oh Señor.”

La carga que se produce en su corazón al ver a su alrededor se vuelve una intercesión —se torna en una oración. Es lo que dice Oswald Chambers en “» En pos de lo Supremo” » [My Utmost for His Highest.]

No lo estoy citando exactamente, pero él dice que cuando Dios hace que te apercibas de una situación y pone la carga en tu corazón o en tu mente, Su meta es que la conviertas en intercesión.

“Oh Señor, yo veo esto. Estoy preocupada por esto. No entiendo esto. Oh Señor.” Habacuc sabe que Dios tiene el control. Él sabe que el Señor es el único que en realidad puede hacer algo con sus preocupaciones.

Entonces él dice, “»Oh Señor».” Él dirige su oración al que puede hacer algo por su situación. Y al ir directamente al Señor, él obtendrá Su perspectiva sobre lo que está ocurriendo a su alrededor.

“Señor, ¿cómo ves esto?” ¡Pregúntale a Dios! Medita sobre lo que está pasando en tu vida y pregúntale al Señor, “Señor ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Qué me estás tratando de decir?¿Qué estás tratando de hacer?

Él recibe el mensaje para ese día. Él obtiene la dirección para su ministerio. Él consigue Su consejo; obtiene su ayuda yendo directamente al Señor. “Oh Señor, oh Señor. “

Pienso en las personas que escriben a Aviva Nuestros Corazones con algunas preguntas y problemas realmente difíciles; ellas se desahogan acerca de esto o aquello que les está sucediendo. Lo leo, y solo pienso, “»Oh Señor, ¿qué hacer? ¿Qué decir?» “ y algunas veces lo mejor que podemos decir a estas mujeres es, ”¡Pregúntale al que sabe! Nosotros no podemos resolverlo, pero Dios tiene una respuesta. Dios conoce los misterios. Él sabe cómo resolverlo. ¡Ve a Él, acude a Él!“

Dile, “oh Señor.” Y viene a mi mente ese himno que dice: «¡Vives débil y cargado

De cuidados y temor? A Jesús, refugio eterno, Dile todo en oración. “¡Cuánto nos preocupamos y nos estresamos y luchamos y nos llenamos de ansiedad y y nos agitamos al contarle a otros nuestras cosas hasta que nos hacemos un manojo de nervios, cuando todo lo que necesitamos es decir “oh Señor!»

“Oh Señor. ¿Qué hacer? ¿Cómo debo ver esto! ¿Cómo responder?“ ¿Quieres un entendimiento de tus circunstancias? Pudieras estar en una situación imposible ahora mismo en el ámbito de tu vida.

¿Quieres entenderlo? ¿Quieres saber cómo responder a las circunstancias de la vida? ¿Quieres saber cómo entrenar a tus hijos cuando se encuentran en esa etapa imposible y nada parece funcionar?

Clama: “Oh Señor. ¿Qué hago? ¿Qué me estás diciendo?¿Cuál es tu propósito?¿Qué quieres? Oh Señor. “

¿Quieres saber cómo ministrar a una amiga en necesidad —a una hermana que te está llamando y te está diciendo: “mi matrimonio se está destruyendo” y tú no sabes qué decir porque no estás allí. No puedes escuchar ambos lados de la historia.

Aun si supieras todos los hechos, no sabes qué hacer. ¿Quieres saber cómo ministrar ánimo y gracia? No solo le des una cantaleta con tus opiniones personales. No le digas simplemente: “bueno, yo creo…”

Ayúdense una a la otra a llegar al trono de la gracia, al trono de Dios donde se puede encontrar misericordia y gracia para encontrar ayuda en el momento de necesidad diciendo, “Oh Señor.” La ministración efectiva de otros proviene de la comunión con Dios.

Ora por esa situación, y di: “Oh Señor, ¿qué debo hacer? ¿Cuál es Tu perspectiva? ¡Búscalo a Él. Escúchalo a Él. Dile, “Oh Señor!”

Necesitamos recordarnos a nosotras mismas que en última instancia, la paz y la perspectiva y las respuestas que necesitamos sobre los misterios de la vida no se encontrarán yendo a un consejero o a un terapeuta o leyendo un libro o desahogándonos con una amiga o un amigo confiable.

En última instancia, la perspectiva, la paz, las respuestas que necesitamos las vamos a encontrar al ir al maravilloso consejero, en clamor diciendo, “¡Oh Señor! ¡Oh Señor!”

Él dice,

Habacuc dice, ¿Hasta cuándo, oh SEÑOR, pediré ayuda, y no escucharás, clamaré a ti: ¡Violencia! y no salvarás? ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y me haces mirar la opresión? (Habacuc 1:2-3)

En esos dos versículos, Habacuc le hace a Dios dos preguntas fundamentales, y estas dos preguntas han sido hechas innumerables veces a través toda la historia de la raza humana. ¿Cuáles son estas dos preguntas?

La primera es : ¿Hasta cuándo? Y ¿Cuál es la segunda? ¿Por qué? Hasta cuándo y por qué. Habacuc hace estas preguntas repetidamente. Al final del capítulo 1, él dice: “¿Seguirá esto para siempre?“ ¿Hasta cuándo?

¿Por qué? Él pregunta otra vez en el versículo 13 del capítulo 1”¿por qué?” ¿por qué Dios no escucha? ¿Por qué Dios no socorre? Entonces Habacuc se encuentra a sí mismo enfrentando el desafío de la oración no contestada y la aparente indiferencia de Dios.

A Dios no parece importarle. No parece estar poniendo atención. Piensa en Joni Eareckson y como justo después de su accidente, en esos primeros días, ella clamaba a Dios, ¿Por qué? ¿Por qué a mi?

Y ella confesó cómo luchaba con el silencio de Dios. Dios no escribió ninguna respuesta en el cielo. Dios no envió ningún mensaje grabado, “bueno esto es lo que tengo en mente. He aquí lo que voy a hacer.” Los cielos parecían estar hechos de cobre; parecía imposible que Dios escuchara su clamor.

A veces tú oras por tu pareja o por tu niño o por tu empleo o tu iglesia o tu salud, y sientes como si tus oraciones no fueran a ninguna parte.

“Señor, ¿hasta cuándo? ¿hasta cuándo tengo que seguir orando y Tú sin contestar? ¿Hasta cuándo voy a clamar a Ti y no me das respuesta?”

¿Acaso no tenemos todas esas promesas en la Biblia donde Dios nos dice “»ora por eso y te contestaré. Clama a mí y te responderé» ?”

Pero si somos honestas ¿no es cierto, que a veces nuestras experiencias parecen contradecir esas promesas? ¡Seamos honestas! No te ha sucedido que en ocasiones dices, “yo sé lo que la Palabra de Dios dice, pero he estado orando. He estado clamando, y no parece que Dios escuche o conteste mis oraciones.”

Luego están las ocasiones en las que pedimos cosas que parecen estar alineadas con la voluntad de Dios, pero nada sucede —hasta donde podemos ver. O quizás sucede lo opuesto. Estás orando por algo, y luego parece que Dios hace exactamente lo opuesto.

Recuerdo hace unos años atrás cuando estuve orando por algo junto con un número de personas por mucho, mucho tiempo. Y luego la puerta se cerró totalmente, daba la impresión de que Dios hubiera causado un resultado el 100% contrario a lo que habíamos estado pidiéndole durante todos esos meses.

Les puedo decir que durante meses después, difícilmente podía leer mi Biblia porque cada vez que llegaba a esas promesas donde dice que Dios escucha y responde la oración, me sentía burlada.

Ahora, dentro de mi cabeza y de acuerdo a mi teología, sabia que no podía decir: “Dios no escucha, ni responde la oración,” pero así era que me sentía. Me sentía como “¿por qué puso Dios estas promesas en la Biblia? Parecen no tener veracidad alguna.”

Entonces, la siguiente pregunta es: “¿De qué sirve la oración?” ¿Por qué orar? ¿Por qué seguir orando? ¿En verdad hará algo la oración?¿Valdrá la pena continuar batallando en oración por la salvación de mi marido? O ¿Por el arrepentimiento de mi hijo o de mi hija? ¿Por un cambio en esta situación, por un avivamiento en mi iglesia?

Parece como si no pasará nada. Habacuc le dice a Dios: “»Estoy angustiado por la violencia y la corrupción que veo a mi alrededor, y Dios, te lo digo; clamo por ayuda, pero no hay muestras de que me escuches, y si me escuchas, no estas haciendo nada al respecto».”

Él dice “¿no salvarás?,” podemos escuchar el dolor en la voz de Habacuc, el corazón dolido. Su plegaria, “Dios, ¿por qué no haces algo?”

Algunas veces parece que Dios no está haciendo nada por el sufrimiento, la injusticia, y el abuso a nuestro alrededor. ¿Será Dios olvidadizo? ¿Sabrá Él lo que sucede alrededor? Y decimos, “por supuesto que sabe. Él es omnisciente. Él lo sabe todo.”

Bueno, pues si Él lo conoce todo, entonces ¿será que no le importa? Bueno, si, por supuesto. Él ama y se preocupa por nosotros. Bueno, pues si le importa, ¿será que es impotente para hacer algo sobre esta situación? Bueno, no, Él es todopoderoso. Bueno, pues si Él es todopoderoso, ¿Por qué no interviene?

Y de esta forma nos envolvemos en un círculo de preguntas sin respuesta, y cualquiera de esas posibilidades —la que “Dios no escucha” o que “a Dios no le importa” o “Dios es impotente” o la de que Dios simplemente ha decidido no intervenir— cualquiera de esas posibilidades hace que Dios quede mal parado.

Se estremece tu mundo. ¿Por qué Dios no salva ese hijo?¿Por qué Dios no cambia la situación?

No hace mucho tiempo tuve una conversación con una pareja que estuvo en el ministerio pastoral. Él había sido pastor por muchos años y luego él tuvo una cirugía de corazón, había sufrido casi un infarto y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente.

Como resultado, tuvo que dejar el ministerio, ya que físicamente no pudo continuar con las presiones que este le exigía. Ellos eran una pareja joven, y a raíz de esto vieron como él no pudo encontrar empleo. Tampoco ella pudo encontrar un empleo.

Estaban relatándome su historia, mientras cenábamos juntos esa noche, y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras ella me describía la depresión en la que él había caído, después de años de servir al Señor.

La recuerdo diciéndome, “nos sentimos tan abandonados por Dios. Oramos; clamamos; miramos alrededor; y no podemos encontrar respuestas. Nos sentimos abandonados por Dios.”

¿No es así como ocurre algunas veces? Clamamos. Y aparentemente no hay respuesta, entonces asumimos que Dios no ha escuchado o que no está salvando, y terminamos desilusionadas con Dios.

Sentimos que nos ha abandonado, y en ocasiones, desafortunadamente, el próximo paso es que comencemos a acusar a Dios. Levantamos el dedo hacia Él y lo acusamos falsamente.

Es aquí donde entramos en peligro acusando a Dios falsamente, en el peligro de acusar a Dios, de algo que hizo mal, solo porque no ha llenado nuestras expectativas y nuestras demandas.

“Dios, no me escuchas,” dice Habacuc. “no salvarás. Ignoras la maldad”. Esto me recuerda la historia de Marta y María en Juan capítulo 11 cuando ellos llamaron a Jesús porque su hermano Lázaro estaba enfermo.

Ellas sabían que Jesús podía sanarlo, Él podía hacer algo al respecto, pero Jesús, por razones insondables, decidió quedarse donde estaba unos cuatro días más. Para el tiempo cuando Él llegó a Betania, Lázaro había muerto. Primero Martha y luego María le dicen a Jesús “Señor, si hubieras estado aquí esto no hubiera pasado. Nuestro hermano aún viviría.” Lo que quisieron decir fue, “¿Por qué? ¿Por qué no hiciste algo? ¿Por qué no te importó?

Otra vez el sentimiento de quizás acusar a Dios por el mal. En contraste, pienso en el capítulo 1 de Job. ¿Recuerdan cuando Job enfrentó crisis tras crisis en su vida, una después de la otra?

La Escritura dice que en medio de todo esto, Job no pecó ni acusó a Dios por el mal. Ahora, eso cambió más adelante en el libro del Job, pero al principio él nunca acusó a Dios por el mal. Él supuso que Dios sabía lo que él desconocía.

Bueno, muchas veces no vemos esto. Solo tenemos nuestra perspectiva de las cosas. Decimos, “Señor, ¿será que no te importa? Si hubieras estado aquí… por qué no hiciste algo?»

De manera que tenemos este desafío con los sufrimientos y con el dolor y con los problemas a largo plazo; con esos que perduran.

Escucha. Cualquiera puede confiar en Dios en el día malo o en situaciones de corto plazo. Pero cuando tienes un sufrimiento prologado, la cosa se pone difícil.

Cuando tienes a ese padre envejeciente cuya vida pende de un hilo o atraviesa tanto dolor. El padre o la madre que está a punto de morir de cáncer y que está débil y que tú dices, “Señor, por qué no te lo llevas? ¿Por qué permites que sufra así?”

Es a largo plazo.. en el sufrimiento que se prolonga. Se trata de ese hijo o esa hija que se ha alejado de Dios por años y ha creado un desastre y dolor en tu familia. Y tú clamas, “¿Hasta cuándo, Señor? Sigo clamando a Ti, Señor, pero aún así, no haces nada.” Es esa la pregunta “¿Hasta cuándo?”.

“No escucharás”. Habacuc acusa a Dios de no escucharlo. En última instancia, al ir por este libro, veremos que Habacuc se da cuenta que él no había estado escuchando a Dios.

Dios lo había estado escuchando, pero él necesitaba aprender a escuchar a Dios; de eso se trata la oración. Se trata de aprender a escuchar a Dios. Sí, expresándole nuestras preguntas sinceras y luego escuchando lo que Él tiene que decirnos. Cuando le escuchamos, Él nos da Su perspectiva.

Entonces Habacuc clama persistentemente, él clama a Dios de manera prolongada. Y aparentemente no hay respuesta. A fin de cuentas, Dios va a responder, pero Él dice, “No voy a responder necesariamente de inmediato, y no responderé de la manera que tú esperas, necesariamente,.

Mientras leemos todo el libro de Habacuc, vemos que Dios no contesta todas las preguntas de Habacuc.

(Y a propósito espero que tú estés haciendo lo mismo con nosotras en estas semanas. Te quiero animar no solo a que leas una vez, sino que lo leas una y otra vez para que aprendas a tratar con lo que Habacuc trató).

No significa que Dios no conozca las respuestas, pero no se las da todas a Habacuc, y las respuestas que Dios si le da levantan aun más interrogantes como veremos al adentrarnos más en el capítulo 1.

Quiero decirte que Dios no va a contestar todas tus preguntas. Si conocieras todas las respuestas, serías Dios y no necesitarías de Él. Dios no responderá todas tus preguntas, pero te diré lo que si hará.

Mientras le haces preguntas a Dios y mientras luego lo escuchas, Él se revelará a ti. Dios le dio a Habacuc una perspectiva más amplia y eterna que lo ayudó a continuar y lo capacitó para hacerlo, aun sin conocer todas las respuestas.

Dios te quiere dar una perspectiva que te capacitará para enfrentar tu situación; para enfrentar tus circunstancias, aun sin conocer todos los “porqués”. Habacuc en última instancia, llega a un punto de poder adorar sin entender todo lo que sucede.

Eso requiere fe el tipo de fe que puede adorar cuando no sabes las respuestas es la que agrada a Dios. Joni Eareckson dijo en esos primeros días: “A menos que encontrara respuesta, no podía entender cómo Dios podía ser digno de confianza.”

Y a eso se reduce todo, Es a esa pregunta: “¿Es Dios digno de mi confianza?”¿Se puede confiar en Dios? Quiero decirte que la respuesta es un rotundo, SI!

Él puede ser confiado. Él es digno de tu confianza. Y mientras le haces tus preguntas honestas —sin acusarlo, sino colocándote en una posición donde Dios pueda revelarse a ti y pueda darte Su perspectiva sobre las circunstancias— encontrarás que si se puede confiar en Dios. Y entonces tu preocupación se tornará en adoración. Ya no habrá mas “por qué”, sino “Dios, yo te adoro a Ti.”

Carmen: Nancy Leigh DeMoss pone nuestra mirada donde necesita estar –aun si hay problemas sin resolver en la vida, problemas que no se irán, u oraciones sin respuesta. Nancy regresará en un momento.

Muchas mujeres están descubriendo palabras de vida a través de series como estas de Habacuc que escuchamos hoy. ¿Es correcto preguntarle a Dios “por qué? Escucha lo que Nancy tiene que decir acerca de esta pregunta mientras nos enseña sobre el libro de Habacuc en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones. Ahora está ella de vuelta para orar.

Nancy: Señor, gracias que no respondes a todas nuestras oraciones inmediatamente o en el tiempo que nosotras escogemos y de la forma que elegimos. Como lo dijo un escritor, “si lo hicieras, seríamos unos cristianos empobrecidos”.

No te conoceríamos. No tendríamos el tipo de fe que nos vemos obligadas a desarrollar cuando no podemos ver las respuestas. Cuando no podemos ver todas las respuestas. Por eso Señor, en nuestro cuestionar, recuérdanos siempre que Tú eres digno de nuestra confianza.

Te dejamos las respuestas a Ti. Ponemos nuestros problemas, nuestras preguntas, esos misterios sin resolver, a tus pies. Y queremos ver a través de nuestro estudio de este libro que podemos confiar en Ti.

Que nuestras quejas, nuestras preocupaciones, nuestro estrés, nuestra agitación, puedan convertirse en adoración al verte como en realidad eres. Oro en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Música: Intercede Por Mi, Omar Salas, No me Dejarás, ℗ 2011 Omar Salas

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Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Jul 1 – ¿Has orado por eso?

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Habacuc: del temor a la fe

Jul 1 – ¿Has orado por eso?

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/has-orado-por-eso/

Carmen Espaillat: Aquí está Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: Algunas de nosotras estamos luchando con Dios. Quizás tú podrás estar luchando con Dios por una situación en tu vida o en tu hogar o en tu iglesia. Y está bien luchar, siempre y cuando llegues al punto de abrazar y aferrarte fuertemente por la fe.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh Demoss en la voz de Patricia de Saladín.

¿Es Dios realmente bueno? ¿Realmente existe? Si Él de verdad existe, ¿por qué pasan cosas malas? Parece que muchas mujeres están haciéndose preguntas como éstas. Pero el concepto no es nuevo.

Un profeta bíblico también tuvo algunas preguntas muy serias acerca de la bondad de Dios. Conoceremos más sobre esto a medida que Nancy inicia un estudio llamado: Habacuc: del Temor a la fe.

Nancy: ¿Cuántas de ustedes dirían que tienen una situación en su vida sobre la cual han orado por un largo, largo tiempo y parece que nada está pasando? Si yo les pidiera que levantaran sus manos…puedo asumir que casi todas las manos se levantarían. Nada parece cambiar, y tal vez en esta situación te sientes desalentada. Te preguntas, «¿Por qué Dios no está haciendo nada para cambiar esta situación?»

Tal vez sea que tienes un hijo o una hija que está tomando malas decisiones, y tú has orado y orado y orado, pero parece que ellos se están alejando cada vez más, yendo en la dirección contraria.

Tal vez, como algunas mujeres que nos han escrito, tú tienes un esposo que está tomando decisiones insensatas – un esposo que es adicto a la pornografía, o hace cosas que tú sabes que no son bíblicas. Y aún así dice ser cristiano. Tú has orado, Señor, cambia su corazón. Señor, háblale. Señor, por favor cámbialo. Por favor haz algo con esto». Pero parecería que nada está pasando.

Tal vez hay un conflicto en tu iglesia; y hay dos grupos y parece que sigue y sigue. Tienes a los Pérez por un lado y a los González por el otro, y no hay forma de unir estas dos partes.

Tal vez te sientas como algunas mujeres que nos han escrito diciendo, «entre los cristianos que conozco hay mucha falta de santidad, vemos muchas elecciones incorrectas hechas por creyentes o por supuestos creyentes, vemos acciones que no son piadosas». Y tú sigues orando.

Una mujer mayor me dijo esta mañana, «He estado orando por avivamiento en mi iglesia por años». Durante todos esos años me ha parecido que nada está pasando. Hay mucha mundanalidad. Hay indiferencia hacia las cosas de Dios. No hay pasión por las cosas de Dios. Aún así ella ha estado orando, pero parece como si Dios no estuviera haciendo nada.

Tal vez has tenido una experiencia donde Dios estaba haciendo algo, y era obvio que era Dios, pero lo que Dios estaba haciendo no tenía ningún sentido para ti. Parecía que Él se estaba moviendo en la dirección contraria o moviendo las cosas en la forma contraria a como tú sentías que Él debía hacerlo.

De hecho, vi una encuesta en internet esta semana donde se le preguntó a varias personas, «¿Qué te gustaría preguntarle a Dios?» Surgieron diez preguntas que la gente quisiera preguntarle a Dios.

La pregunta número uno, como ya se imaginarán, fue, «¿por qué no detienes el dolor y el mal? ¿Por qué permites que estas cosas sucedan? ¿por qué permites que sucedan desastres? ¿Por qué Dios? Sabemos que Tu mano está sobre todo. Creemos que Tú eres Dios. Creemos que Tú eres todopoderoso pero hay cosas que no tienen sentido. ¿Por qué?»

En las próximas semanas, queremos llegar a conocer en las Escrituras a un hombre que tuvo muchas preguntas, un hombre que supo lo que era orar y orar y orar por algo y ver que no parecía ocurrir ningún cambio. De hecho, parecía que empeoraba, y cuando Dios finalmente se reveló a sí mismo, las respuestas de Dios no tuvieron ningún sentido para el razonamiento de este hombre.

El nombre de este hombre es Habacuc. Quiero pedirte que vayas en tu Biblia al libro de Habacuc. Puede que se encuentre en un lugar en tu Biblia donde las páginas tienden a pegarse; porque no es un libro que frecuentemente leamos. Está en el Antiguo Testamento, escondido en una sección de la Biblia que llamamos los Profetas Menores -no porque sean profetas poco importantes, sino porque son libros más pequeños.

Al final del Antiguo Testamento encontrarás el libro de Habacuc, y consta solo de tres capítulos. y te preguntarás, «¿cómo podemos pasar varias semanas viendo solo tres capítulos?» Bueno, espera y verás.

Ahora bien, estos tres capítulos del libro de Habacuc son realmente un intercambio íntimo entre el profeta Habacuc y Dios. De hecho, este es el único profeta del Antiguo Testamento donde el profeta nunca se ve hablándole al pueblo, en lugar de ello él habla solamente con Dios acerca de su perspectiva de la situación.

De manera que este intercambio que se da entre Habacuc y Dios es como si se leyera el diario de oración de Habacuc. Obtenemos un vistazo del corazón de este hombre. Pero también es como leer el diario de Dios porque obtienes un vistazo del corazón de Dios.

Habacuc mira a su alrededor en su tiempo, y él se abate. Él ve cosas que le preocupan. Él está abatido por el comportamiento poco piadoso de la gente que se llama a sí misma el pueblo de Dios. Así que él le hace unas preguntas a Dios, preguntas honestas, y él lucha con unas situaciones difíciles. Él explora el corazón y los caminos de Dios.

Permítanme darle una sinopsis del libro de Habacuc. Habacuc vivió aproximadamente 600 años antes de Cristo. Él fue contemporáneo de un hombre mucho más conocido para la mayoría de nosotras: Jeremías, al que conocemos como el profeta llorón, un profeta que tiene inquietudes muy similares a las de Habacuc.

Cerca de los años 600 a.C. – esto fue hacia finales del Imperio Asirio. Recuerden que los asirios conquistaron la nación de Israel, al norte en Palestina. El Imperio Asirio era la potencia mundial.

Pero en este mismo tiempo había una nueva potencia mundial emergiendo, estos eran los babilonios.

Dependiendo de tu traducción, en el libro de Habacuc podrás leer acerca de los babilonios o de los caldeos, se trata del mismo grupo de personas. Los caldeos, o los babilonios, apenas estaban emergiendo como una potencia mundial.

De hecho, en el 586 a.C. ellos conquistaron Judá llevándola cautiva. En este momento donde se encontraba Habacuc esto aún no había sucedido, pero va a ocurrir. Dios lo sabía y va a revelarle Sus planes a Su siervo Habacuc.

Así que se le revela a Habacuc lo que Dios va a hacer, y él interactúa con Dios. Él intercede. Él dice, «Dios, ¿por qué estás haciendo esto? Quiero conocer Tus caminos».

Verán en este libro que es correcto hacerle preguntas honestas a Dios, batallar con Dios, luchar con preguntas serias. En este proceso, si decidimos hacerle preguntas a Dios si hacemos esto honesta y humildemente, encontraremos que conoceremos algo sobre Dios que de otra forma nunca llegaríamos a saber.

Hay una progresión en el libro de Habacuc. Nosotras vemos esta progresión del capítulo uno al capítulo tres. Warren Wiersbe escribió un libro sobre el libro de Habacuc, y él lo tituló «De la Preocupación a la Adoración». Ese título describe la progresión que vemos en el libro – que va de la preocupación a la adoración.

Martyn Lloyd-Jones, un gran predicador de la generación pasada, también escribió un libro sobre Habacuc, y lo tituló «Del Temor a la Fe». De la preocupación a la adoración; del temor a la fe. Esta es la progresión que verán del capítulo uno al capítulo tres de Habacuc.

Así que espero que ustedes nos acompañen durante toda la serie porque si solo escuchan la primera parte, solo obtendrán la preocupación y el miedo. Pero queremos permanecer y seguir adelante hasta ver cómo Habacuc llega a un estado de adoración, de fe y de gozo.

Una de las cosas que amo del libro de Habacuc es que contiene semillas de muchas, muchas verdades y doctrinas del Antiguo Testamento, en tan solo estos tres cortos capítulos. De manera que vamos a ver muchas cosas, muchos conceptos que podrás leer en otras partes de las Escrituras, particularmente en el Nuevo Testamento… Aquí ustedes verán la semilla, tendremos un pequeño atisbo de estos conceptos en el libro de Habacuc.

En este libro también aprendemos mucho sobre el carácter de Dios, sobre sus caminos. Permítanme listarles algunos de los temas. He estado estudiando el libro de Habacuc durante los últimos meses, y estos son algunos de los temas que han surgido.

Dos temas importantes que corren paralelamente a través del libro son el juicio y la salvación. De hecho, al estudiar la Palabra de Dios, encontrarás que estos temas corren a través de todas las Escrituras. Donde veas a Dios juzgando, también verás a Dios salvando, porque no hay salvación sin juicio. Juicio y salvación.

Aprendemos mucho acerca del juicio de Dios, un tema que no es muy popular al día de hoy.

¿Por qué Dios juzga?

¿Cómo son Sus juicios?

¿Por qué debemos adorar a Dios por sus juicios?

Pero, alabado sea Dios… Él no es solo un Dios que juzga. Él es también un Dios salvador. Él es un Dios redentor. Un Dios que busca salvar a Su pueblo. Veremos unas verdades preciosas acerca de la salvación a medida que estudiamos juntas el libro de Habacuc.

Aprenderemos también muchas cosas acerca de Dios. A medida que leas el libro de Habacuc, o cualquier otro libro de las Escrituras, quiero animarte, a que escribas o te hagas una imagen mental de «¿qué es lo que Dios me quiere enseñar con esto?¿Qué me enseña este versículo acerca de Dios? ¿Qué me enseña este capítulo o este libro sobre Dios?»

Solo en el libro de Habacuc:

Veremos que Dios es eterno y lo que eso significa, veremos lo que esto implica.

Veremos que Dios es soberano.

Veremos la santidad de Dios. Habacuc pudo vislumbrar la maravillosa santidad de Dios.

Veremos el poder de Dios.

Veremos la ira de Dios.

Veremos la asombrosa misericordia de Dios.

Veremos mucho acerca de Dios en estos tres capítulos.

También aprenderemos mucho acerca de la fe. ¿Qué es la fe? ¿Cómo trabaja? ¿Por qué es tan importante? De hecho la fe, como veremos, es el tema central del libro de Habacuc.

Aprenderemos algo acerca de esperar, algo que la mayoría de nosotras no hacemos muy bien, algo que no nos gusta hacer. Pero aprenderemos cómo esperar en el Señor.

Aprenderemos sobre el sufrimiento. De hecho, desarrollaremos una teología del sufrimiento a medida que estudiamos este libro -por qué Dios envía adversidad a nuestras vidas y cómo tratar con ésta.

Pero no solo vamos a aprender acerca del sufrimiento y la adversidad. También vamos a aprender acerca del gozo, cómo obtener gozo en medio del sufrimiento y la adversidad.

Aprenderemos mucho en este libro sobre la oración y acerca del problema de la oración no contestada o cuando Dios tarda en responder la oración.

Aprenderemos acerca de la alabanza y la adoración y acerca del plan cósmico de Dios para revelar Su gloria en este mundo, sobre los grandes propósitos y el plan de Dios. Nos veremos a nosotras mismas y nuestro pequeño mundo y veremos que Dios tiene un plan mucho más grande y mucho mejor, superior; y veremos cuál es ese plan.

Aprenderemos acerca de la ley de siembra y cosecha, acerca de la retribución divina. Cosecharás lo que siembras. Aprenderemos sobre la depravación del hombre. Aprenderemos acerca del triunfo final del bien sobre el mal.

Aprenderemos también acerca de un concepto que los teólogos llaman teodicidad. Tal vez esta palabra no sea familiar para algunas ustedes, pero es una rama de la teología que defiende la bondad de Dios y su justicia ante la existencia del mal. ¿Cómo puede un Dios bondadoso, un Dios justo, permitir que sucedan cosas malas? Estudiaremos juntas acerca de esto.

Tomaremos un tiempo explorando estos temas, e iremos versículo por versículo, frase por frase, por todo el libro de Habacuc. Así que quiero animarlas, en estas próximas semanas, a que estudiemos juntas, y no simplemente a que me escuchen enseñar el libro de Habacuc. Quiero animarlas a encontrar Habacuc en sus propias Biblias, a abrirla y estudiarlo, leerlo una y otra y otra vez.

Mi Biblia ya se abre sola en el libro de Habacuc en este momento porque ahí es donde he estado por más de tres meses, examinándolo, meditándolo, memorizándolo. Y si escudriñan conmigo a medida que vemos el libro de Habacuc, estoy segura que le sacarán mucho más provecho.

Cuando ustedes escuchan la Palabra de Dios en su iglesia o en Aviva Nuestros Corazones o en una emisora de radio cristiana, no se conformen con ser alimentadas a cucharadas, no se conformen con dejar que otra persona prepare toda la comida y ustedes solo tengan que tomarla. Eso es lo que hacen los bebés. Hay que alimentarlos a cucharadas. Pero yo quiero animarlas a crecer espiritualmente y a aprender a alimentarse por ustedes mismas.

Algunas de ustedes se van a preguntar, «¿de dónde sacó ella esta enseñanza del libro de Habacuc?» Bueno, lo hice de la misma forma que ustedes pueden hacerlo. Te sumerges en la Palabra de Dios. Te arrodillas delante del Señor con humildad. Le dices, «Señor, no entiendo esto, ¿Tú me enseñarías?

Pídele al Espíritu Santo en ti que te enseñe la Palabra y los caminos de Dios. Ponla bajo un microscopio. Examínala. Permanece en ella. Centra tu atención en ella. Observa palabras y frases repetitivas.

Yo todavía estoy descubriendo cosas acerca del libro de Habacuc, y no estoy del todo lista para enseñarlo porque aún estoy aprendiendo cosas nuevas. Pero decidí que había llegado el momento de enseñar todo esto y mientras lo estudiemos juntas, sé que estaremos aprendiendo más cosas nuevas.

Bueno ahora, empecemos con Habacuc capítulo 1, versículo 1. Es todo lo que veremos en el día de hoy. El versículo 1 dice, «profecía que tuvo en visión el profeta Habacuc».

Habacuc: esta palabra significa «el que lucha» o «el que abraza». Las Escrituras casi no nos dicen nada del hombre que era Habacuc. Lo único que sabemos de él es lo que encontramos en este libro, y no hay mucho allí acerca de su vida personal.

Pero su nombre significa «el que lucha» o «el que abraza» o «el que sostiene fuerte» Así que nos preguntamos, «¿fue Habacuc alguien que abrazó o alguien que luchó? La respuesta es sí a ambas cosas.

Al principio del libro encontramos que Habacuc es un hombre que está luchando con Dios. «Dios, no te voy a dejar ir hasta que me des algunas respuestas». Él lucha con Dios.

Pero el llega al punto de abrazar a Dios, aferrándose fuertemente a Dios por la fe y diciendo, «Señor, aunque no tenga todas las respuestas, confío en ti».

Algunas de nosotras estamos luchando con Dios. Tú tal vez estés luchando con Dios por una situación en tu vida, en tu hogar o en tu iglesia. Está bien luchar mientras llegues al punto de abrazar o de aferrarte fuertemente a la fe.

«Profecía que tuvo en visión el profeta Habacuc». Esta palabra de «profecía» no la usamos todos los días. En algunas de sus traducciones, se traduce «carga», «la carga que vió Habacuc profeta». [Reina-Valera Antigua]. La palabra en Hebreo significa «una carga; algo pesado».

Cuando leemos los profetas del Antiguo Testamento, vemos que ellos tienen usualmente una carga [un pesar] que deben expresar -algo que Dios pone en sus corazones que tiene que salir. Es algo que tiene un peso divino. Es un mensaje, pero usualmente es un mensaje duro porque usualmente es un mensaje de juicio.

Una profecía en contra del pueblo o una profecía en contra de las naciones; ustedes encontrarán esta frase en el Antiguo Testamento. Era un anuncio de que Dios traería juicio al pueblo. Era una profecía, la carga que el profeta Habacuc vio.

Este tipo de profecía, este tipo de carga o mensaje no es fácil de recibir. Es uno difícil para recibirlo de parte de Dios. Pero es aún más difícil transmitirlo a otros, dar este mensaje duro de parte de Dios.

Pero cuando Dios pone ese tipo de carga o de mensaje en tu corazón, te das cuenta que no tienes otra opción que no sea la de recibirlo y transmitirlo porque es el mensaje de Dios. Es un mensaje, es una carga que es dada por Dios.

De manera que cuando los profetas del Antiguo Testamento tuvieron este tipo de cargas que Dios les dio, ellos transmitían este mensaje con autoridad divina. No era Habacuc hablando, ni Jeremías ni Isaías ni Malaquías. Era Dios hablando. El mensaje llevaba una carga divina porque era Palabra de Dios.

Algunos de los contemporáneos de Habacuc prefirieron dar mensajes más suaves; ustedes pueden leer acerca de estos en el Antiguo Testamento. Ellos eran los que decían, «Paz, paz. Todo va a estar bien. Queremos que se sientan bien con ustedes mismos». Ellos predicaron mensajes que la gente quería escuchar.

Puedo imaginarlos a ellos comentando sobre un mensaje de Habacuc, o de Isaías, o de Jeremías, de estos mensajes dados por Dios, «Esa no es la forma de atraer gente a tu iglesia. Ese es un mensaje cruel. Esa no es la forma de atraer a las multitudes. Guarda ese mensaje para otro día de la semana cuando los visitantes no estén aquí. No queremos ofender a la gente. No queremos que se vayan porque este mensaje es difícil de escuchar».

Recuerdo cuando primero comenzamos Aviva Nuestros Corazones años atrás, una de las cosas que Dios puso en mi corazón era que Él me iba a dar Su mensaje de Su Palabra, y que era mi trabajo ser fiel en transmitirlo aun si a la gente le gustaba o no, aun si fuera fácil o difícil de escuchar , aun si lo recibieran bien o no.

Estaba conversando con unas personas que me decían, «si quieres entrar en ciertas estaciones de radio, tienes que hacer más de esto en tu programa». Ahora bien, no había nada esencialmente malo con lo que ellos estaban sugiriendo que hiciéramos, pero mientras escuchaba, pensaba, «Oh, Señor, no quiero ser motivada por lo que se requiere para poder entrar a ciertas estaciones de radio o por lo que es necesario hacer para que un editor publique mi libro. Quiero ser motivada primero por lo que hay en Tu corazón. ¿Qué es lo que Tú quieres que hagamos?»

Quiero ser movida por lo que la gente necesita escuchar. No necesariamente por lo que ellos quieran escuchar, sino por lo que ellos necesitan escuchar. El reto en mi vida y en este ministerio no es ser motivados por el mercado, sino motivados por el mensaje; es poder decir, «Señor, ¿cuál es Tu mensaje, Tu carga, Tu palabra para esta generación?»

La medida del éxito en un ministerio, se trate de tu iglesia o de un ministerio para eclesiástico como el nuestro, no es a qué tanta gente le gusta tu mensaje o qué tan popular seas como predicador. Es simplemente qué tan fiel eres al proclamar la Palabra de Dios.

Habacuc debía rendirle cuentas a Dios. Los profetas del Antiguo Testamento también. Nosotros tenemos que rendirle cuentas a Dios de haber pasado Su mensaje a Su pueblo.

Dios nos ha dado Su Palabra. El libro que sostenemos en nuestras manos, esta Biblia, la Palabra de Dios, no es menos autoritativa o pesada que el mensaje que Dios le dio a Habacuc. Esta es la Palabra de Dios. Dios se ha revelado a Sí mismo a nosotros -ha revelado Su corazón, Su carga, Su mensaje- en este libro.

Una amiga quien ha sido cristiana por muchos años me dijo recientemente,

Nancy, en los últimos años, es como si un velo se hubiera levantado de mis ojos, y recién me he dado cuenta que esta es la Palabra de Dios. Esto ha cambiado mi vida. Ha cambiado la forma en que leo las Escrituras. Ha cambiado la forma en que pienso de las cosas que siempre he conocido de la Palabra de Dios, al darme cuenta que es Dios quien está hablando.

Volvamos a la profecía, a la carga que el profeta Habacuc vio. Dense cuenta que no dice que él la escuchó; él vio algo. Dios le mostró a Habacuc algo en este libro. Dios le mostró a él una carga. Dios le mostró a él la perspectiva de Dios de Su mundo y de la situación que Habacuc estaba enfrentando.

Y quiero decir que a medida que estudiemos este libro juntas, que Dios querrá mostrarles a ustedes algunas cosas. Él quiere mostrarnos Su perspectiva. Él quiere mostrarnos Su corazón. Él quiere mostrarse a Sí mismo a ti. Él quiere revelarse a sí mismo y Sus caminos a ustedes. Él quiere poner una carga fresca en sus corazones -Su carga, Su mensaje para nuestra generación.

A medida que Dios pone esta carga en sus corazones, en nuestros corazones, mi oración es que se convierta en un interceder por otros y en ser fieles en pasar ese mensaje a otros. No es casualidad que hoy ustedes estén oyendo este mensaje. Ustedes están escuchando porque tienen corazones hambrientos, porque necesitan oír a Dios, porque quieren saber lo que Él tiene que decir.

Mientras escuchamos, mientras esperamos en el Señor, mientras miramos y decimos, «Señor, te estoy escuchando; habla, Señor; tu sierva está escuchando», Dios te mostrará algunas cosas.

Tal vez no sea una carga fácil. Tal vez no sea un mensaje sencillo. Pero será el mensaje de Dios, y cambiará nuestras vidas, cambiará las vidas de las personas a quienes le compartamos el mensaje.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss nos ha dado una vistazo preliminar de lo que esperamos ver mientras estudiamos juntas la historia de Habacuc. Nancy estará con nosotras de vuelta para guiarnos es oración.

Habacuc es un libro importante para cualquiera que esté luchando con el miedo, luchando con la voluntad de Dios, o cuestionándose sobre la bondad de Dios. ¿Estudiarás el libro de Habacuc más profundamente? Pasa unos minutos al día leyendo este libro y escuchando a Nancy. Espero que este estudio te lleve a entender a Habacuc más a fondo.

¿Por qué a veces no contesta Dios las oraciones? Habacuc se preguntaba esto. Escuchen acerca de sus preguntas y de sus revelaciones cuando regresemos en el próximo programa.

Ahora Nancy está con nosotras de vuelta para orar.

Nancy: Gracias, Señor, gracias porque en nuestros días Tú eres un Dios que le habla a Su pueblo por medio de Tu palabra. Es mi oración Señor que Tú nos des oídos para oír y ojos para ver la carga, el mensaje que está en Tu corazón para nuestra generación. Ayúdanos a ver y a entender Tu perspectiva sobre nuestro mundo, sobre nuestras circunstancias, sobre nuestras preguntas abrumadoras.

A medida que te traemos estas cosas a Ti y a medida que luchamos con estas preguntas, permítenos llegar al punto de abrazar, de aferrarnos, de sostenernos fuertemente a Ti por medio de la fe y por medio de Tu Palabra. Lo pido en el nombre de Jesús, amén.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

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J30 – Aliento para mantenerse en la batalla

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Una mujer verdadera se une a la batalla

J30 – Aliento para mantenerse en la batalla

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/aliento-para-mantenerse-en-la-batalla/

Carmen Espaillat: Al buscar seguir la voluntad de Dios para tu vida, pasarás por algunas temporadas de desaliento. Así es como lo experimentó Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: He luchado contra del temor, contra el cansancio, contra la duda. No puedo decir cuántas veces he querido simplemente desaparecer.

Carmen: ¿Cómo manejas temporadas así?

Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Esta semana hemos estado estudiando el libro de Jueces con Nancy. Ella ha estado describiendo la valentía de Débora en un mensaje que dio en una de las conferencias Mujer Verdadera. Ha sido un rico retrato de una mujer que inspiró a los hombres alrededor de ella a confiar en Dios y a tomar acción.

Si te has perdido las dos partes anteriores de esta historia, puedes escucharlas visitando AvivaNuestrosCorazones.com.

Vamos a unirnos a esta historia heroica comenzaremos revisando algo de lo que escuchamos ayer.

Nancy: Mira el versículo 17, Galaha se quedó del otro lado del Jordán ¿y por qué se quedó Dan en las naves? Aser se sentó a la orilla del mar y se quedó junto a sus puertos -versículo 23 del capítulo 5- maldecid a Meros, muchos comentaristas creen que fue una ciudad en Neftalí cerca de la batalla, «Maldecid a Meros dijo el ángel del Señor, Maldecid, Maldecid a sus moradores porque no vinieron en ayuda del Señor, en ayuda del Señor contra los guerreros».

Y en su comentario Philip Brooks dice, Meros es el ejemplo del bueno para nada, está dispuesto a ver a otras personas luchar contra las batallas de la vida mientras él viene y toma el botín y el comentarista Mathew Henry dice, «Muchos no hacen su deber por miedo a involucrarse en problemas por amar estar tranquilos y tienen un afecto a los negocios mundanos».

Nancy: Esto ha sido un reto para mí, ya que Dios me ha llamado a la batalla todos estos años y a veces he tenido mucho miedo, he querido permanecer atrás muy lejos del problema, se me ha recordado que el miedo a tener problemas , el amor a la tranquilidad y un amor por los negocios de este mundo me mantiene fuera de la batalla. Amigas, Dios no necesitó esas tribus para darles la victoria, el lo hizo sin ayuda, Él tiene estrellas, truenos, tormentas y todo eso a su disposición. Pero el problema es que estas personas perdieron la oportunidad de alinearse con Dios, dieron excusas para no involucrarse y sufrieron la deshonra porque eligieron sentarse fuera de la batalla.

Dios no nos necesita, Dios no te necesita y no me necesita a mí, los propósitos del Rey se cumplirán en este mundo con o sin nosotras, pero Él nos ha dado una oportunidad increíble en nuestra generación para unirnos con Él, en lo que Él está haciendo en este mundo, en la batalla entre el bien y el mal, hay una oportunidad de pararnos firmes con Él y Su pueblo y arriesgarnos nuestra seguridad y si es necesario nuestras vidas para involucrarnos. ¿Vas a ser de las que se une a la batalla? ¿O te vas a sentar fuera de la batalla para estar más segura?

Carmen: Aquí está Nancy en la tercera parte de un mensaje llamado, Una mujer verdadera se une a la batalla. Débora no es la única mujer a quien Dios usó en esta historia del libro de los Jueces.

Nancy: Este es el recuento de la destrucción de Sísara. Y no tomaré tiempo para leer todo el pasaje ahora, pero el comandante cananeo fue destruido a manos de una mujer llamada Jael.

Ella no era israelita, pero en este caso ella se puso del lado del Dios de Israel y en contra de Sus enemigos.

Sísara huye a la carpa de Jael en medio de un aguacero torrencial, (una tormenta que Dios ha enviado) asumiendo que él estaría a salvo ahí puesto que su familia tenía un tratado con los cananeos.

Él llega a su carpa. Y te lo puedes imaginar: tiene frío; está mojado; está totalmente empapado. Y Jael le da la bienvenida. Lo invita a entrar a su carpa. Le da leche. Él está exhausto; se queda dormido, ella lo cubre y después toma un martillo y clava la estaca, en su cabeza. Ahora ten en mente mientras Sísara machacándole la cabeza y lo remata atravesándole las sienes.

Ahora, ten en mente mientras lees esta historia sangrienta, que Sísara era un hombre violento, despiadado que estaba intentando destruir al pueblo escogido de Dios. De hecho, en el capítulo 5, en el versículo 30, su propia madre, habla sobre cómo él y sus hombres nunca hubieran pensado dos veces en violar y matar a cualquier mujer que pensaran que era una enemiga; ahora, pon esto en este contexto.

En el himno de victoria de Débora, en el capítulo 5, el acto de valentía de JaeI es celebrado y ella es bendecida por Dios.

Mi amigo, Charles Haddon Spurgeon dice en uno de sus libros,

«El Señor puede todavía usar instrumentos débiles. ¿Por qué no yo? Él puede usar a personas que no son comúnmente llamadas a grandes compromisos públicos. ¿Por qué no tú?»

Entonces, tenemos la conclusión de la batalla. El capítulo 4, verso 23, nos dice «Así sometió Dios en aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel». El capítulo 5, versículo 31, nos dice: «Y el país tuvo descanso por cuarenta años».

Nota la secuencia: primero la batalla, después el descanso. Nosotros queremos el descanso, queremos la victoria sin pasar por todas las adversidades de la batalla.

Hay momentos en los cuales nos agotamos mucho. Tú sabes cómo es eso. ¿Tienes un adolescente? Tú puedes estar sintiendo eso ahora mismo. Si tú tienes niños pequeños, tú puedes estar sintiendo eso ahora mismo.

Recuerda, primero la batalla y después el descanso. No podemos disfrutar el descanso, la paz, la victoria hasta que hayamos pasado por la batalla.

El impacto de la vida de Débora, su valentía, su fe, su influencia piadosa no tan solo fue sentido por su generación, sino también por los siguientes cuarenta años. ¿Qué impacto dejará tu vida en tu generación y en la venidera?

No tengo que decirte que la batalla espiritual en nuestros días no es menos intensa de que lo fue en los días de Débora. El enemigo no es menos poderoso. Dios nos está castigando como su pueblo por nuestros pecados y por nuestra idolatría. Hay muchos creyentes que aparentan no tener ni la menor idea de lo que está pasando. Hay muchos otros quienes se dan cuenta de lo que está pasando, pero se sienten incapaces, impotentes de hacer algo al respecto.

John Angell James, a quien cité en el principio, quiero citarlo de nuevo el dice:

«No es probable que en una comunidad en donde la mujer cumple con su misión sea derrocada, porque por el poder de su espíritu noble ( el de la mujer ) sobre el corazón de otros, la levantará de sus ruinas y la restaurará nuevamente al júbilo y a la prosperidad.»

¡Oh! cuánto oro para que Dios levante en nuestros días, no solo una mujer, sino miles de mujeres por todo este país y por todo el mundo; mujeres que se levanten como lo hizo Débora; mujeres de la Palabra de Dios, mujeres de visión diáfana, de transparencia, de valentía, de convicción, de fe, de humildad, mujeres que estén dispuestas a decir, «Sí Señor»; mujeres cuyas vidas inspiren a los hombres alrededor de ellas a creer en Dios por lo que solo Él puede hacer.

Yo creo que la influencia de ese ejército de mujeres de Dios va a ser incalculable en , en nuestras Iglesias y en nuestra cultura.

Esta es una batalla -quiero advertirles- que no es para débiles de corazón. Tenemos un enemigo incansable que odia a Dios, que no está complacido con la idea de que haya miles de mujeres diciendo, «sí», a Cristo. De hecho, hace un año y medio cuando estuvimos en la conferencia Mujer Verdadera 2008, en Shaumburg. Illinois-fue un grandioso, grandioso fin de semana. Dios se manifestó de una manera poderosa allí, como lo ha hecho este fin de semana. Pero tengo que confesarles que no estaba preparada para la batalla a la que estábamos entrando.

Desde el lanzamiento del Movimiento Mujer Verdadera en esa conferencia en el 2008, para mí, y para otros a mi alrededor, la batalla se ha intensificado. He luchado contra el temor -algo con lo que no estaba realmente familiarizada antes de este momento- he luchado con cansancio, con duda, con desaliento, con mi propia carne. No puedo decirte cuántas veces he querido simplemente desaparecer… Me he cansado de nadar contra la corriente, me he cansado de sentirme atacada. He querido regresar al lugar donde me siento segura para vivir una vida más normal.

De hecho, te diré, y nuestro equipo sabe esto, si hubiese sido por mí no hubiésemos tenido la conferencia Mujer Verdadera 2010. Yo estaba muy cansada y no quería hacerla; no porque no quería ver el resultado sino porque quería salir de la batalla.

Pero Dios tiene Su mano y Su llamado en mi vida. Mi vida no es mía; está sujeta a Cristo, quien es el Autor y el Consumador de nuestra fe.

Estoy aprendiendo que nuestro Dios es:

Castillo fuerte, castillo fuerte es nuestro Dios. Defensa y buen escudo, con su poder nos librará en este trance agudo.

Algunas de ustedes han leído la historia en Las Crónicas de Narnia por C.S. Lewis La travesía del Viajero del Alba. Hay un punto en esa historia en donde Edmund, Lucy y Caspián viajan de Narnia dirigiéndose Asia el este hacia el país de Aslan en el fin del mundo.

En un punto, su barco, el Viajero del Alba, arroja su ancla al agua cerca de la bahía y los tripulantes descienden a tierra. Algunos de los marineros están cansados por el largo viaje. Y ellos quieren parar ahí y pasar el resto del invierno ahí donde están y después dirigirse al oeste y regresar a casa, a Narnia, en la primavera. Se les dice que si se quedan donde están, cada noche se les dará un festín digno de un rey. Eso los hace más reacios a dirigirse hacia el este, al país Aslan.

Entonces habla Ripichip. ¿Te acuerdas de Ripichip, el valiente ratón parlanchín ?, él expresa su determinación de avanzar sin importar nada. Esto es lo que él dice:

«Mis planes están hechos. Mientras pueda, voy a navegar hacia el este en el Viajero del Alba. Cuando este me falle, yo remaré hacia el este con mi pequeña embarcación. Cuando esta me falle, nadaré hacia el este con mis cuatro patas y cuando ya no pueda nadar, si no he llegado al país de Aslan, entonces me hundiré con la nariz hacia el alba.»

Dios no nos ha prometido que el viaje será fácil, pero Él ha prometido que irá con nosotras. Él ha prometido ir contigo a donde quiera que vayas a la batalla hoy. Él ha prometido que un día la oración se convertirá en adoración, la fe se convertirá en visión, cada lágrima será secada, y nuestra jornada será recompensada.

Algunas están cansadas y quieren parar; no quieren continuar. Algunas quieren su recompensa aquí y ahora y pueden elegir regresar. Quizás algunas que han venido contigo puedan hacer esa elección. Pero por la gracia de Dios y por Su gloria, mi rumbo está fijado. Mis planes están hechos y yo planeo continuar hasta llegar al país Aslan-la Nueva Jerusalén, la ciudad del Gran Rey.

¿Irás tú conmigo? Amén.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss sabe lo que es llegar a sentirse cansada y desalentada cuando estás siguiendo el llamado de Dios en tu vida. Ella también sabe el valor de mantenerse en la batalla. Yo espero que el recuento honesto de Nancy sobre sus batallas y sobre el gozo de mantenerse en la batalla te haya alentado.

Liz Flanagan es una líder ministerial para mujeres en su iglesia y ella fue alentada por este mensaje. Esto es lo que sobresalió del mensaje de Nancy.

Liz Flanagan: Ella dijo, «¿Vamos a llevar este mensaje a casa? ¿Vamos a ir a casa para entrar en la batalla? o, ¿Vamos a ir a casa a sentarnos al margen de la batalla?»

Carmen: Mientras ha aprendido a ser una mujer verdadera de Dios, Liz Flanagan ha necesitado hacer algunas elecciones difíciles sobre relaciones, amargura, perdón y valentía.

Estamos a punto de escuchar la historia de Liz. Cuando su hijo tenía dieciséis años y comenzó a cortejar una chica llamada Alison.

Alison O’Steen: Yo soy una hija pródiga.

Carmen: Alison O’Steen.

Alison: Yo crecí yendo a la iglesia. Nada tenía sentido en realidad.

Liz: Ella ha sido la novia de mi hijo desde que tenían dieciséis años.

Alison: Por alguna razón, cuando comenzamos a salir, yo vine a ser su proyecto, pienso. Yo tenía una madre que trabajaba, y ella estaba con mucha frecuencia lejos de mi hermana y de mí. Yo iba a su casa a menudo. No era algo fuera de lo común que yo estuviera en su casa sentada a la mesa para la cena, entonces, yo había formado lazos cercanos con ellos.

En mi primer año universitario serví como misionera durante el verano, pero en mi segundo año, hubo una ladera resbalosa.

Me insensibilicé en un número de áreas-empezando con la música que escuchaba, los amigos con quienes salía, y todo se agravó.

Carmen: El novio de Alison, Michael había ido a la misma universidad. Anteriormente habían sido influenciados por la familia e iglesia a trabajar como pareja en mantener la pureza en su relación.

Alison: Pero esta era la primera vez que estábamos solos en la universidad.

Estábamos en un ambiente de fiesta. Fui seducida a la mentira del mundo que dice que si estás en la universidad aunque sea una universidad cristiana, necesitas ir con el mundo. Está bien que andes de fiesta, que tomes y que tengas relaciones íntimas antes del matrimonio.

Entonces, ahí era donde me encontraba-como una hija pródiga en la pocilga. Estaba en la pocilga y mi corazón se endureció.

Recuerdo claramente cuando Michael me dijo que su madre sabía «todo» y yo literalmente no podía comer.

Liz: Yo me sentía muy traicionada por ella y literalmente pensé ser la hija del trueno puesto que pedí relámpagos para ella. Dije, «Dios sácala de la vida de mi hijo».

Carmen: Y esta tensión continuó aun cuando Michael y Alison estaban casados.

Alison: Yo no sé cuántas suegras piden en oración que descienda el fuego sobre ti…

Carmen: La relación entre Liz y Alison continuó siendo tensa por seis años.

Alison: Yo había puesto una pared emocional. No la dejaba entrar fue horrible. Pero estaba tan adentro del abismo que no sabía cómo salir. Me había alejado del Señor; no estaba en la Palabra. Todavía tenía toda esta carga emocional y no estaba segura de cómo Dios lo arreglaría.

Liz: Mi pastor había regresado de la conferencia Heart Cry (Un clamor del corazón) y me había traído un librito. El librito se llamaba Santidad, escrito por Nancy Leigh DeMoss. Cuando llegué a la página 21 o 22 en donde ella escribió la oración, «Oh Dios, muéstrame más de mi pecaminosidad».

Lo tecleé inmediatamente en mi computadora y lo puse en un marco. Ahora mismo está sobre la repisa de mi baño y la veo todos los días. La leo todos los días para recordar cuán Santo es y cuánto lo necesito.

Carmen: Después de eso un equipo de Life Action Ministries visitó la iglesia de Liz. Life Action es la organización matriz de Aviva Nuestros Corazones. Un miembro de nuestro equipo le habló a Liz sobre otro libro de Nancy.

Liz: Ella comenzó a describirme, Mentiras que las mujeres creen y la verdad que las hace libres, entonces lo compré, pero lo compre primero para mi nuera.

Alison: Y yo leí el título y dije, «¡Qué me importa!» Esto era lo último que quería leer. Ella me quiere dar algo… yo no tengo tiempo para esto.

Yo sé que era obra del Espíritu Santo que me decía, «Tú necesitas leer esto». Y lo empecé a leer.

Me había considerado cristiana por mucho tiempo, pero hasta ese punto, nunca me había rendido a Dios. Yo sabía todas las cosas que debía decir y bien me podía llevar mi Biblia a la iglesia. Yo había hecho todas las cosas cristianas que se te enseña hacer, pero esto era cuestión de mi corazón.

Cuando terminé con el libro, desde que leí la primera página hasta este momento, Dios ha continuado transformando mi mente, corazón y mi forma de pensar. ¡Él ablandó mi corazón!

Todo -todo ha sido cambiado en mi vida. Me siento aquí y no puedo expresarte lo que Dios ha hecho en mí porque no soy la misma mujer. ¡No lo soy!

Lo entiendo ahora. Lo entiendo.

Liz: Desde el momento que ella lo empezó a leer me llamaba o me mandaba un correo electrónico y me decía, «¿Has leído esto? ¿Has leído esto ya?» Y todavía no había leído el libro así es que ella estuvo pendiente de que lo leyera ese verano.

Y lo leí y fue como una revelación. Aquí estoy; tengo cincuenta años. Había estado dando una clase dominical para mujeres en nuestra iglesia por muchos años. Y aunque amaba al Señor y estaba enseñando, estaba enseñando algo que no estaba siguiendo. No sabía en cuántas áreas me estaba engañando a mí misma.

Alison: Leí Mentiras en abril y el siguiente mayo renuncié a mi trabajo, era maestra de tiempo completo en la mejor posición de enseñanza. Era ideal, pero yo sabía que Dios me estaba llamando a casa. Nosotros estábamos orando por esto por casi un año y Liz estaba orando con nosotros.

Carmen: Y Liz se dio cuenta de que tenía que pedir perdón a su esposo.

Liz: Yo no me daba cuenta de la mujer controladora y enojada que era. La palabra de Dios me humilló al punto que tenía que pedirle perdón a él. Después de leer Mentiras que las mujeres creen y después de escuchar Aviva Nuestros Corazones día tras día, Dios me mostró, «tienes que quitarte del camino, tienes que pedirle perdón a tu esposo». Y ahora veo el fruto de eso.

Carmen: El cambio en el corazón de estas mujeres afectó la relación entre ellas. Después de leer el libro ellas tuvieron la oportunidad de subirse al carro y conversar.

Alison: Por primera vez yo le pedí perdón a ella porque sabía que le había roto el corazón, puesto que ella me había acogido en su familia como si fuera uno de ellos.

Entonces cuando llegamos a casa, a la mañana siguiente durante mi tiempo de oración, estaba orando y Dios me dijo, «Has hecho una parte pero ahora necesito que hagas más». Entonces me senté a escribirle un correo electrónico, un correo muy extenso, y se lo conté todo, no dejé ningún detalle afuera. Le dije todo -todo lo que pensé que el Señor quería que le dijera.

Esta era una mujer que estaba orando por mí durante mi rebelión…y no te olvidas simplemente de algo así.

Entonces le envié ese correo, le dije -le prometí que en caso que algo le pasara a su hijo, mi esposo, yo sería su «Rut».

Liz: Ella me llama su «Noemí».

Alison: Ella no es mi suegra; ella es mi mejor amiga.

Liz: Yo he visto como se ha convertido esta joven mujer en una extraordinaria esposa, madre, hija, hermana y amiga. Es porque Dios sí saca belleza de las cenizas.

Alison: Él nos saca de nuestras ruinas y nos torna en algo hermoso.

Liz: Dios nos ha bendecido puesto que nos juntamos cada lunes por la mañana.

Alison: Oramos juntas.

Liz: Solamente ella y yo.

Alison: Memorizamos las Sagradas Escrituras.

Liz: Ella me ha enseñado; yo le he enseñado a ella.

Carmen: No tan solo Liz pasa tiempo con Alison cada semana, ella también está invirtiendo su tiempo con un grupo de mujeres, enseñándoles verdades importantes que ha aprendido en los últimos años.

Liz: Es tan maravillosa la manera cómo Dios hace accesible Su Verdad, un corazón a la vez, y que me haya querido usar-porque soy un desastre; era un fracaso, pero Nancy me ha enseñado que aun así puedo enseñar en medio de mis fracasos.

Carmen: Cuando hablamos sobre el movimiento Mujer Verdadera-es así como es; mujeres que escuchan el mensaje de Aviva Nuestros Corazones lo comparten con los corazones de otras que necesitan escucharlo.

Liz: Porque yo vivo en una comunidad llena de mujeres que están estresadas; están luchando; están tratando de ser súper mamás, súper esposas y quiero que vean que la Verdad las liberará.

Alison: Yo estoy creyendo que Dios va a levantar una generación de mujeres de mi edad que mansa y tiernamente vuelvan sus corazones a Él e influencien a todos los hombres a nuestro alrededor y consecuentemente vuelvan nuestro país hacia Él.

Liz: Ella me llama; yo la llamo, le digo, «¿Has escuchado Aviva Nuestros Corazones hoy?» Ella me dice, «No, todavía no». Ella dice, «¿Has leído el blog de Mujer Verdadera?»

Y yo digo, «No, todavía no».

Y ella dice, «¡Lo tienes que ver hoy!»

Alison: Día tras día, semana tras semana, te confrontan cara a cara; te fuerzan a que profundices a fondo y saques la Palabra y la vivas.

Liz: Estoy tan agradecida por el ministerio de Aviva Nuestros Corazones porque mi corazón ha sido avivado. Quiero ver más corazones avivados; quiero ver a Dios entre nosotras; quiero ver la presencia de Dios.

Hemos estado orando por un avivamiento. Lo hemos estado haciendo por tres años y continuaremos orando para que Dios traiga un avivamiento.

Carmen: Estoy tan agradecida por las radioescuchas que donan y nos ayudan a continuar hablándole a mujeres como Liz y Alison.

Un grupo que hace una diferencia significativa en ayudarnos a hablarle a mujeres semanalmente es el Equipo Mensual de Socios.

Cuando te conviertes en colaboradora mensual, te comprometes a orar por Aviva Nuestros Corazones regularmente. Te comprometes a hablarle a otras mujeres de este ministerio. Y te comprometes cada mes a apoyar a este ministerio económicamente.

Cuando te unes al equipo de patrocinadores, recibes noticias sobre el ministerio para saber cómo y sobre qué orar. Para unirte al equipo de colaboradores mensuales visita AvivaNuestrosCorazones.com.

Mañana Nancy iniciará una serie de Habacuc, del temor a la fe. No dejes de acompañarnos en esta nueva serie que sabemos que será de bendición.

Y ahora aquí está Nancy para concluir.

Nancy: En todas las áreas de la vida, incluyendo esta, al final no se trata de mí. No se trata de lo que lo que me hace feliz; no se trata de lo que quiero; no se trata de lo que facilitará mi vida, y es fácil para mí estar frente a ustedes diciendo esto, pero cuando me bajo de esta plataforma y la vida presiona, y vivo ahí en donde vives tú, con dificultades, citas y frustraciones, ¿en quién pensamos? En mí,?¿cómo me afecta esto a mí?

Pero si nos podemos distanciar de eso y tratamos de ver las cosas desde el punto de vista grandioso de Dios, nos acordamos que no se trata de nosotras. Se trata de Dios-de Su plan, de Sus propósitos, de Su reino, se trata de la eternidad y de la divulgación del Evangelio.

Carmen: Mañana Nancy comenzará una nueva serie que no te puedes perder. ¿Alguna vez te has sentido como que Dios no esta escuchando tus oraciones? El profeta Habacuc paso por esa experiencia, miraba la injusticia que le rodeaba y se preguntaba por que Dios no parecía interesado en cambiar la situación mientras continuaba mirando a Dios el profeta tuvo respuestas pero fueron muy distintas a las que él esperaba , aprende como alabar a Dios en medio de la preocupación, de la confusión y de la frustración , en esta serie práctica basada en el libro de Habacuc .Te esperamos mañana en un nuevo programa de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las citas bíblicas están tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique otra cosa.

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J29 – ¿Te unirás voluntariamente a la batalla?

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Una mujer verdadera se une a la batalla

J29 – ¿Te unirás voluntariamente a la batalla?

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/te-uniras-voluntariamente-la-batalla/

Carmen Espaillat: Hoy en Aviva Nuestros Corazones.

Antes de comenzar con el programa de hoy, queremos compartirte el testimonio de Paulina. Ella nos escribe:

“Hola, mi nombre es Paulina. Y así como yo escucho el programa de Aviva Nuestros Corazones me gustaría también que otras mujeres lo escucharan. No saben cuánto me ha cambiado el escuchar sus consejos porque para mí sus consejos y el hablar de Cristo Jesús nuestro Dios han sido maravillosos, nos hacen ser mujeres verdaderas, ser libres de todos nuestros pecados, seguirlo a Él, alabarle a Él y prepararle un camino a Él para cuando venga. Así estaremos listos para luchar contra la maldad porque el diablo es como un león rugiente y anda buscando a quién devorar. Animo a todas las mujeres a escuchar el programa, se lo digo yo, que me ha cambiado.

Y ella continúa diciéndonos. Nos anima a ser mujeres verdaderas y a entregarle nuestro corazón a Jehová, dejarle nuestras cargas a Él y no permitirle al diablo que gane. Así cuando Él venga estaremos preparadas. Con todas las cosas que están sucediendo ahora debemos refugiarnos en Él escudriñando la Biblia, es el momento de entregar sus corazones al Señor pues está cerca”. Ciertamente, damos gracias a Dios por lo que Él está haciendo a través de este ministerio en nuestras mujeres de América Latina.

Aquí está Nancy:

Nancy Leigh DeMoss: La batalla es de Dios. Dios saldrá victorioso y Sus enemigos serán vencidos. Cuando el mal venga devastadoramente, Dios levantará un estandarte contra él. Su nombre, la Cruz de Cristo, el Evangelio de Cristo, la verdad de Dios— es más poderoso que todos los carros, ideologías, filosofías, poderes, ejércitos y religiones falsas del mundo. Dios es el victorioso. Dios es el campeón. La batalla es del Señor.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Ayer comenzamos a escuchar un mensaje que Nancy entregó durante la conferencia “Mujer Verdadera” en Forth Worth hace unos años. Nancy Leigh DeMoss nos contó la historia de Débora en Jueces 4 y 5. Vamos a unirnos a esta historia heroica. Comenzaremos revisando algo de lo que escuchamos ayer.

Nancy: Continuando en el versículo 9 dice: Entonces Débora se levantó —y me encantan esas palabras— porque muy frecuentemente tengo temor de meterme en la lucha, prefiero quedarme en un ambiente más conveniente, más cómodo, no me levanto y comienzo a involucrarme en la batalla. Me alegro que Débora se levantara. Ella sabía que era lo que Dios quería que ella hiciera y ella salió fuera de su zona de seguridad, ella se levantó y fue con Barac a Cedes y Barac convocó a Zabulón y a Neftalí a Cedes y subieron con él diez mil hombres, Débora también subió con él.

Ahora, ella sabía que esto iba a ser una situación peligrosa. La batalla se encontraba lejos de donde Débora vivía. Ella pudo haberse quedado atrás, o permanecer fuera sin involucrarse con ellos, pero ella tenía que involucrarse porque Dios le hizo un llamado para su vida y ella tuvo un corazón para Dios y para Su pueblo.

Nosotras vemos en esta historia que Dios utiliza instrumentos humanos para cumplir los propósitos de Su Reino, pero no siempre usa las personas que nosotros esperamos. En este caso Dios escogió y usó medios poco convencionales para derrotar al enemigo y librar a Su pueblo.

En primer lugar Él utilizó a dos mujeres como parte del plan de la batalla: a Jael y a Débora. de una manera inesperada, esa no es la manera que nosotros hubiéramos escrito el guión y ciertamente no es la manera que se hubiera escrito en esa época.

Él también utilizó, como estamos viendo en este pasaje, soldados de infantería, 10.000 hombres de a pie. Y tú dirás: “¿Y cuál es la gran cosa ? ¿Cuál es el problema con eso?» Recuerda cómo los cananeos estaban viajando, ellos viajaban con novecientos carros de hierro. Estas eran armas de destrucción masiva, eran vehículos de guerra masivos y estos eran los carros con los que habían oprimido a los pueblos por veinte años y ¿vas a enviar soldados de a pie para la batalla?

¿Por qué Dios hace las cosas de esa manera? Para que Él reciba toda la gloria, por lo que no pueden gloriarse en la carne humana. “Oh, sí, un gran general del ejército que nos llevó a la batalla y teníamos todas esas armas grandes”. De ninguna manera. Sabemos cuando leemos esta historia ahora, que solo podemos decir que Dios es el Conquistador. Dios es el único que obtiene la victoria. Él elige y utiliza vasos frágiles, que están listos para ser utilizados.

Ahora, el patrón normal de Dios como tú lo puedes ver mediante las Escrituras, es que los hombres sean llamados y levantados para ser los líderes principales, protectores y proveedores para el pueblo de Dios. Y no podemos tomar el tiempo ahora para ir a todos los pasajes de la Escritura en donde se nos ilustra esto. Y no me malinterpreten, aquellas que están citándome en las redes sociales, ya que podría tener problemas. Pero, la norma de Dios es que el liderazgo principal, la protección y la provisión para Su pueblo viene de los hombres.

Sin embargo, en el periodo de los jueces había una falta de liderazgo masculino. Los hombres estaban asustados. Ellos estaban pasivos. Eran inactivos. Y veo en Débora un modelo de mujer completamente femenino y que fue llamada y fue utilizada por Dios para ayudar a promover y para incrementar un liderazgo masculino en la nación . Y tal vez se preguntarán ¿cómo sabes esto? ¿Te lo estás inventando?

De hecho, Débora ha llegado a ser algo como un ícono para aquellos que mantienen una teología igualitaria de los roles tanto de hombres como de mujeres. pero me gustaría rescatar a Débora e ir nuevamente con ella para que pueda mostrarte e ilustrar una visión complementaria del hombre y la mujer. Primero que todo, no hay evidencia de que ella misma quisiera o aspirara liderar la nación. Su corazón estaba en servir.

Y si vamos al capítulo 5, al versículo 7, ustedes verán la percepción de Débora misma tenía de su rol, su corazón .

«Quedaron abandonadas las aldeasen Israel;

quedaron abandonadas hasta que yo, Débora, me levanté.

¡Me levanté como (qué?)como una madre en Israel!» (versículo 7)

Ahora, hay muchas otras cosas que ella podría decir. “Me levanté como una profetisa”. “Me levanté como juez”. “Me levanté como una guerrera”. “Me levanté como una estratega”. “Me levanté como alguien que se hizo cargo de la nación pues ninguno de los hombres tuvo el coraje o las agallas para hacer algo para continuar”. Nada de eso.

¿Cómo se veía a ella misma? Como una madre. Esto es una referencia al instinto de protección de crianza. Esto es lo que le dio a ella el coraje para ir hacia la batalla –un corazón de madre. Amigas, no tienen que tener hijos biológicos para tener el corazón de una madre. Dios ha puesto en mí como mujer soltera sin hijos biológicos propios, un corazón de madre por el pueblo de Dios. Dios también puede poner ese corazón en ti. Eso fue lo que la motivó a ella. Ella no se dejó llevar por el deseo de poder, ni de control, tampoco de posición, de reconocimiento, ella estaba motivada como una madre en Israel.

El pastor John Piper ha escrito un material precioso sobre la masculinidad y la feminidad bíblica.

Hay un recurso del pastor John Piper titulado ¿Cuál es la diferencia? Y está disponible en inglés y es una de las referencias más útiles que he leído acerca de las diferencias entre hombres y mujeres, bíblicamente hablando. El pastor habla de lo que significa ser una mujer verdadera. Él dice:

“En el corazón de una feminidad madura hay una disposición o inclinación liberadora…” Es una disposición liberadora. No es para ponernos en prisión. Es liberadora. “Es una inclinación para afirmar, para recibir y cultivar fuerza y liderazgo de hombres dignos, en formas que son apropiadas para las diferentes relaciones de una mujer”.

Esto es feminidad madura—“esa disposición e inclinación para afirmar, recibir y cultivar fuerza y liderazgo de hombres dignos en formas que son apropiadas en nuestras diferentes relaciones”. Tu comportamiento es diferente con tu esposo, con tu jefe o con un colega de trabajo o con un hermano. Diferentes relaciones, diferentes formas que son apropiadas, pero Él dice que es una inclinación liberadora para nosotras como mujeres.

Pienso que Débora ilustra esto de una forma preciosa. Ella actuó de esa forma para afirmar y levantar el liderazgo masculino. Ella no le ordenó a Barac ni le dijo qué hacer. Ella simplemente entregó un mensaje del Señor. Capítulo 4:6, “Esto ha ordenado el Dios de Israel”. Ella estimuló el liderazgo en Barac, sin resaltar lo que ella estaba tratando de lograr. “Sí, nosotras las mujeres vamos a ayudar a los hombres a ser más hombres». No, nada de esta actitud y me encanta esto de ella. Ella le proveyó una oportunidad a Barac de llevar a cabo o cumplir el llamado de Dios como líder, protector y defensor.

La vemos en un rol de ayuda sensible. Ella está acompañando a Barac voluntariamente a la batalla, ante su iniciativa y la solicitud de él. No es una mujer que está tomando las riendas. El capítulo 4:9 dice: “Ciertamente iré contigo” ante la iniciativa de Barac. Ella estaba maravillada al ver un hombre levantado y tomando el liderazgo— así como nuestros corazones son animados al ver que Dios levanta hombres a orar, predicar, y liderar nuestras iglesias y nuestros hogares. Queremos estar agradecidas por esto, deleitarnos y animarnos por ello.

Miremos el versículo 2 del capítulo 5 en el himno de Débora, “¡Por haberse puesto al frente los jefes en Israel, por haberse ofrecido el pueblo voluntariamente, bendecid al SEÑOR!” Ella estaba agradecida por esto. Miremos el vers. 5:9. “Mi corazón está con los jefes de Israel, los voluntarios entre el pueblo”. ¡Bendecid al Señor! Ella afirma el liderazgo masculino.

Así pues vemos en Débora una mujer de fe y una mujer valiente. El legado de su vida es que mediante su influencia y su valor, los hombres de aquellos días llegaron a ser hombres que fueron hacia adelante, con intensidad, aceptando la responsabilidad, para pelear contra el mal y defender a sus esposas y a sus hijos. Esto es, amigas, no el poder del control, sino el poder que tenemos de influenciar como mujeres.

Veo en esta mujer un corazón humilde, hay humildad. Es como la gracia principal y la antítesis es el orgullo— la raíz principal de todo pecado es el orgullo. Pero veo aquí un corazón humilde; una mujer que no está buscando obtener el crédito o ser la heroína de la historia. De hecho, si tú estuviste anoche durante el tiempo de oración , escuchaste a una niña de 9 años llamada Abby, citar para nosotros los últimos versículo de Hebreos capítulo 11. Ella se sentó durante toda la conferencia y tomó notas de cada predicador. Ella llenó todas las páginas con notas y dejó una para esta mañana. (Y necesito seguir porque ella probablemente no tendrá más espacio). Pero ella citó para nosotros los últimos versículos el gran salón de la fe de Hebreos capítulo 11.

Y en este pasaje hay catorce hombres del Antiguo Testamento y son nombradas dos mujeres del Antiguo Testamento. ¿Recuerdas quiénes son? Sarah y Rahab. Ninguna Débora en esa lista. Ella no es nombrada. Pero escuchen esto, Hebreos 11:32

«¿Y qué más diré? Pues el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia».

¿Cómo Barac logró estar en la lista y Débora no? A Débora no se le nombra, pero sí a Barac como un hombre de gran fe. Ciertamente no comenzó de esta manera. Débora vivió en una era donde los hombres fueron pasivos y temerosos, negándose a tomar el rol que les correspondía. Débora tuvo la fe para los inicios y al final la fe de Barac fue la que fue reconocida en Hebreos 11.

¿Saben qué? Creo que esto le habría agradado a Débora. Creo que le habría hecho feliz porque ella estaba cumpliendo su rol creado por Dios como ayuda idónea. Cuando Barac fue reconocido al final como un gran hombre de fe, ¿no crees que ella dijo, “Sí, Señor gracias por haber levantado a este hombre y haberle dado valentía y fe.

Y recuerda, en los libros del cielo, el nombre de Débora está allí, y tu nombre puede estar allí junto con el de hombres a los que Dios ha influenciado a través de tu vida para hacer grandes hazañas, en el capítulo 4, verso 12, tenemos una descripción de la batalla.

«Avisaron a Sísara que Barac, hijo de Abinoam, había subido al monte Tabor. Y juntó Sísara todos sus carros, novecientos carros de hierro (para que no olvidemos lo fuerte que era el enemigo), y a todo el pueblo que estaba con él, desde Haroset-goim hasta el torrente Cisón. Entonces Débora dijo a Barac: ¡Levántate!, porque este es el día en que el Señor ha entregado a Sísara en tus manos; he aquí, el Señor ha salido delante de ti. Bajó, pues, Barac del monte Tabor seguido de diez mil hombres». (vv. 12-14).

Ahora, Barac está en una situación peligrosa que atenta contra su vida y ¿qué hace Débora? Ella viene a su pedido y anima a este hombre con las promesas de Dios. Sabemos el final de la historia pero todo lo que Barac sabe es que aquellos 900 carruajes acabarán con los 10.000 hombres de a pie. Pero él se armó con las promesas de Dios. ¿Y dónde escuchó él estas promesas? De los labios de una mujer de fe. Ella lo animó con las promesas de Dios y lo inspiró a continuar en la fe.

Amigas, las palabras de una mujer pueden inspirar valentía y fe en los hombres a su alrededor, en esposos e hijos, en pastores y en otros. Así que dejemos de hablar de hombres pasivos y hombres que no saldrán a escena. Seamos mujeres valientes, mujeres de fe, humildes y hablemos palabras que edifiquen en lugar de derribar.

Y déjame hacerte esta pregunta. ¿Viste el video de Kim compartiendo con transparencia de su propia vida, cómo ella, poquito a poco, erosionó la hombría de su esposo hasta que este hombre que había sido hombre valiente simplemente se anuló?

¿Cuántas de nosotras como mujeres con nuestras palabras destruimos la valentía, la fe y la masculinidad de los hombres nuestro alrededor ? ¿Podemos poner un fin a esto y comenzar a hablar palabras de ánimo, palabras de fe? Y quizás tú piensas: “Es que mi esposo no es un guerrero”. ¿Crees que Dios puede hacer de él un guerrero y podría inyectar fe en su corazón? Quizás me dices “Tú no sabes, es que él es un desastre”. ¿Crees que Dios puede redimir desastres? Dios nos ha redimido a nosotras, Él nos está redimiendo.

Y por cierto hay mucha necesidad de redención. Algunos de estos hombres son tan pacientes con nosotras, mujeres controladoras, conspiradoras y manipuladoras, siempre teniendo una mejor idea. Dios ten misericordia de estos hombres viviendo con algunas de nosotras, quienes a veces somos fierecillas. Aquí está la mujer que es el modelo de valentía y cómo sus palabras inspiraron valentía en lugar de desánimo. Miremos el versículo 15:

«Y el Señor derrotó a Sísara, con todos sus carros y todo suejército, a filo de espada delante de Barac; y Sísara bajó de su carro, y huyó a pie. Mas Barac persiguió los carros y el ejército hasta Haroset-goim, y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada; no quedó ni uno.» (vv. 15-16)

¿Quién es el héroe, el campeón de esta historia? No es Débora. No es Barac. ¿Quién es? ¿Quién derrotó a Sísara y todos sus carruajes? Fue Dios. ¿Quién sometió a Jabín el rey de Canaán frente a la gente de Israel en el v.23? El Señor lo hizo. Dios será el victorioso y sus enemigos serán derrotados.

Cuando el enemigo venga como una ola de maldad, Dios se levantará un estandarte en contra de él. El nombre, la cruz de Cristo, el Evangelio de Cristo, la Verdad de Dios —es más poderosa que todos los carros, ideologías, filosofías, poderes, ejércitos y religiones falsas del mundo. Dios es el victorioso. Dios es el campeón. La batalla es del Señor.

Y podemos mirar algo maravilloso en este pasaje. Podemos ver en la vida como Dios usa seres humanos para la batalla. Él utilizó a Barac. Los soldados israelitas pelearon muy duro, pero Dios también intervino con algo sobrenatural y divino para ganar la batalla. Mira el versículo 20 del capítulo 5, tal vez nunca antes has mirado detenidamente esos versículos.

«Desde los cielos las estrellas pelearon, desde sus órbitas pelearon contra Sísara. El torrente Cisón los barrió, el antiguo torrente, el torrente Cisón.»

¿Qué quiere decir todo esto? Mientras estudias este pasaje, parece que Dios envió en medio de esta batalla una tormenta violenta. Rayos, lluvia torrencial, granizo. Y el río Cisón, que normalmente era un arroyo muy pequeño, se desbordó. ¿Y qué fue lo que sucedió con las ruedas de esos carros cananeos que ellos pensaban que era lo mejor que tenían? Se quedaron varados en el lodo de la inundación. Y el enemigo se llenó de pánico y de confusión, y los hombres que estaban en esos carros trataron de huir a pie para escapar de la ira de Jehová Dios y de Su ejército.

Lo mejor de esta historia es que Baal, que era el dios cananeo, era el dios de las tormentas, al menos eso era lo que pensaban. En este momento Jehová Dios demostró ser supremo en Su poder sobre las tormentas, sobre Baal y sobre todos los dioses falsos. Señoras, no hay límite para los recursos de Dios y Su poder. Entrégate, tan débil como eres, a Su disposición y Él moverá el cielo y tierra si es necesario para defenderte y glorificarse a sí mismo. No subestimes el poder, ni la grandeza ni la gracia de Dios.

Ahora al ver esta historia desenvolverse, vemos que hubo algunos israelitas que voluntariamente se unieron a la batalla. Pero hubo otros que se quedaron en casa y rehusaron involucrarse. Los participantes, los voluntarios, fueron premiados y bendecidos por involucrarse voluntariamente.

Mira lo que dice el versículo 11 del capítulo 5 “Entonces el pueblo del Señor descendió a las puertas”.

Versículos 14-15, “De Efraín descendieron los radicados en Amalec, en pos de ti, Benjamín, con tus pueblos; de Maquir descendieron jefes, y de Zabulón los que manejan vara de mando.v.15 Los príncipes de Isacar estaban con Débora; como Isacar, así también Barac; al valle se apresuraron pisándole los talones”.

Verso 18: «Zabulón era pueblo que despreció su vida hasta la muerte. Y también Neftalí, en las alturas del campo».

Estas fueron las tribus que se involucraron en la batalla. Pero hubo otros que se negaron a involucrarse aunque vivían cerca, y estos fueron amonestados.

Continúa leyendo en el capítulo 5:15, “Entre las divisiones de Rubén había grandes resoluciones de corazón”. Ellos se sentaron y pensaron en esto.

Versículo 16, “¿Por qué te sentaste entre los rediles, escuchando los toques de flauta para los rebaños? Entre las divisiones de Rubén había gran escudriñamiento de corazón”. Ellos pensaron en eso, pero no hicieron nada. Optaron por sentarse y dejaron a sus hermanos ir al peligro de la batalla y pelearla.

Mira el versículo 17. “Galaad se quedó al otro lado del Jordán. ¿Y por qué se quedó Dan en las naves? Aser se sentó a la orilla del mar, y se quedó junto a sus puertos”.

Versículo 23 del capítulo 5 “Maldecid a Meroz”, —muchos comentaristas creen que fue una ciudad en Neftalí, cerca de la batalla. “Maldecid a Meroz”, dijo el ángel del Señor, “maldecid, maldecid a sus moradores; porque no vinieron en ayuda del Señor, en ayuda del Señor contra los guerreros”.

En su comentario, Phillips Brooks dice, “Meroz es el ejemplo del bueno para nada. Esta dispuesto a ver a otras personas luchar en las batallas de la vida mientras él viene y toma el botín”. El comentarista Matthew Henry dice, “ Muchos no hacen su deber por miedo a involucrarse en problemas, por aman estar tranquilos, y tienen un afecto exagerado por los negocios mundanos”.

Y esto ha sido un reto para mí, ya que Dios me ha llamado a la batalla todos estos años y a veces he tenido mucho miedo, he querido permanecer atrás, muy lejos del problema. Se me ha recordado que el miedo a tener problemas, el amor a la tranquilidad y un amor por los negocios de este mundo, me mantienen fuera de la batalla.

Amigas, Dios no necesitó esas tribus para darles la victoria. Él lo hizo sin ayuda. Él tiene estrellas, truenos y tormentas y todo eso a Su disposición, pero el problema es que estas personas perdieron la oportunidad de alinearse con Dios. Dieron excusas para no involucrarse y sufrieron la deshonra porque eligieron sentarse fuera de la batalla.

Dios no nos necesita, Dios no te necesita. y no me necesita a mí. Los propósitos del Reino se cumplirán en este mundo con o sin nosotras. Pero Él nos ha dado una oportunidad increíble en nuestra generación para unirnos con Él en lo que Él está haciendo en este mundo. En la batalla entre el bien y el mal, hay una oportunidad de pararnos firmes con Él y Su pueblo, y arriesgar nuestra seguridad y, si es necesario, nuestras vidas para involucrarnos.

¿Vas a ser de las que se unen a la batalla o te vas a sentar fuera de la batalla para estar más segura?

Carmen: Esas son preguntas comprometedoras de Nancy Leigh DeMoss. Escuchamos parte de lo que ella habló en la conferencia Mujer Verdadera. Esta fue en Forth Worth, Texas. La que escuchamos se llama “Una mujer verdadera se une a la batalla”.

Mañana vamos a escuchar el final de la historia de Débora. Nancy compartirá sus luchas para abrazar por completo el llamado de Dios en su vida.

Nancy : Me he cansado de nadar en contra de la corriente. He querido volver a donde es seguro para tener una vida normal. Pero Dios tiene Su mano y Su llamado en mi vida. Él ha puesto hombres y mujeres maravillosos a mí alrededor que han tenido el coraje cuando yo no lo he tenido. Mi vida no me pertenece, está atada a Cristo quien es el autor y el consumador de la fe. He aprendido en mis debilidades que no hay lugar más seguro que estar con Él en medio de la batalla.

Carmen: Por favor regresa a Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las citas bíblicas están tomadas de la Biblia de las Américas, a menos que se indique otra cosa.

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J26 – Pero ciertamente yo iré contigo

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Una mujer verdadera se une a la batalla

J26 – Pero ciertamente yo iré contigo

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Carmen Espaillat: Nancy Leigh DeMoss nos recuerda, que las Escrituras están llenas de historias donde Dios usa a los débiles para hacer grandes cosas.

Nancy Leigh DeMoss : Dios es el que se lleva la victoria. Él elige y utiliza los vasos débiles que están dispuestos a ser usados.

Carmen : Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

¿Ha puesto Dios en tu corazón una gran tarea para hacer? ¿Quizás alguna necesidad que ves en tu mundo que puedes suplir de forma exclusiva? Se necesita coraje para seguir adelante y tomar medidas.

Nancy Leigh DeMoss te animará a que abraces el llamado de Dios en tu vida, en un mensaje llamado, “Una mujer verdadera se une a la batalla”. Originalmente ella llevó este mensaje en una de las conferencias de Mujer Verdadera. Escuchemosla.

Nancy: Voy a orar a Dios para que envíe mil mujeres de este lugar, que vivan el mensaje de verdadera feminidad y que reproduzcan este mensaje en las vidas de aquellas a su alrededor.

Ahora bien, pudieras estar pensando, como ya hemos hablado de este movimiento, de la feminidad bíblica, de la nación y el mundo, que tu insignificante vida no es tan importante o que realmente puedas hacer una diferencia.

Permíteme leerles una cita de un pastor y un escritor británico de los años 1700 a 1800. Su nombre era John Angell James, el lenguaje es un poco pintoresco puesto que es muy diferente a la forma en que hablamos hoy en día, pero creo que si sigues la idea de este mensaje y escuchas, verás el punto que estoy tratando de señalar.

Cito, toda mujer, ya sea rica o pobre, casada o soltera, tiene un círculo de influencia (Toda mujer tiene un círculo de influencia y esa eres tú. Tienes un círculo de influencia) en el que de acuerdo a su personalidad, está ejerciendo cierta cantidad de influencia para el bien o para el mal. Toda mujer, por su virtud o su vicio, por su necedad o por su sabiduría, por su ligereza o su dignidad, está añadiendo algo a nuestra exaltación o a nuestra degradación nacional.

Cada una de nosotras como mujeres añade algo a la situación de su país. Estamos ayudando a que sea un lugar mejor o lo estamos destruyendo. No hay punto neutral , y tiene que ver con nuestro carácter y la forma como nos vemos en nuestro círculo de influencia.

Y él continuó diciendo:

Una comunidad donde una mujer cumpla con su misión, no es probable que sea derrocada ya que, por el poder de su noble corazón y de su influencia sobre los corazones de los demás, ella la levantará de entre sus ruinas y la restaurará de nuevo a la prosperidad y la alegría (la influencia que cada una de nosotras tiene como mujer).

Déjame pedirte que abras tu Biblia, si puedes, en el libro de Jueces en el Antiguo Testamento, después del libro de Josué, en el capítulo 4. y Vamos a ver un relato en los siguientes minutos, y confío en que Dios los usará para retar tu corazón sobre como Él quiere usar tu vida.

Esta historia sucedió alrededor de los años 1200 a.C. y es la historia de una mujer que cumplió su misión. Dios usó el noble corazón de esta mujer para levantar a su comunidad de las ruinas y para restaurarla de nuevo a la prosperidad y la alegría. Es la historia de Débora, que es una ilustración de una mujer verdadera, una mujer que ejerció una influencia fuerte y piadosa, de una manera que fue distintivamente femenina y de una manera que alentaba a los hombres a su alrededor a ser más piadosos y a tomar un mayor liderazgo.

Débora no fue una mujer débil. A veces tenemos la idea de que si vas a ser una mujer verdadera de Dios tienes que ser pequeña, débil y endeble. Ella era una mujer valiente, ella fue valiente y al mismo tiempo fue humilde y femenina. Solo te diré que es un equilibrio que sólo el Espíritu de Dios puede hacer realidad en nuestras vidas y ese fue el caso de Débora.

Ahora, en el capítulo 4 tenemos la historia, el relato de cómo Débora fue fundamental en la liberación de Israel de la opresión de un poderoso régimen cananeo. Y luego, en el capítulo 5 tenemos un relato poético de la misma en un canto de victoria, es una canción de liberación, que probablemente fue escrito por Débora. Nos vamos a centrar durante este tiempo sobre todo en el capítulo 4, pero un par de ocasiones voy a ir hacia adelante y hacia atrás, porque hay algunos detalles que se encuentran en el capítulo 5 en el himno, en ese recuento de la historia, que no lo vemos en el capítulo 4.

Así que el capítulo 4, los versículos 1-3 prepara el escenario para este relato. Se describe un ciclo que se repite por lo menos siete veces en el libro de Jueces. Este ciclo se puede resumir en cuatro palabras. Tú puedes seguir este ciclo, no solo a través del libro de los Jueces, sino que probablemente puedes rastrearlo en tu propia vida, porque es un retrato de los caminos de Dios.

En primer lugar está la desobediencia. El Pueblo de Dios le desobedecía. Luego está la disciplina. Dios traía disciplina a las vidas de sus hijos. Y luego, bajo la mano de la disciplina de Dios, el pueblo de Dios es llevado a un lugar de desesperación, y desde esa desesperación ellos clamaba al Señor y Dios enviaba liberación.

Así que tenemos: desobediencia, disciplina, desesperación y liberación .Mira la desobediencia en el capítulo 4:1, es el comienzo de este ciclo:

Cuando murió Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos del Señor.

Aod era uno de los jueces de Israel en ese tiempo. y dice que los hijos de Israel volvieron… Este era un patrón en sus vida, no eran paganos los que estaban actuando de esta manera, aunque los paganos también lo hacían , pero este era el pueblo del pacto, el pueblo escogido por Dios y estaba haciendo lo malo ante los ojos del Señor.

Tenemos la tendencia en nuestros días a centrarnos en los pecados de los inconversos y todas las cosas malas que están haciendo en nuestra cultura, pero en realidad Dios está preocupado más por la pureza y la santificación de Su pueblo.

Ahora, ¿qué fue lo que hizo el pueblo de Dios que fue tan malo? Bueno, es posible que desees verlo por ti misma o simplemente escuchar si prefieres, pero vamos de vuelta al capítulo 2 y veamos una descripción de lo que sucedió una y otra vez con los hijos de Israel.

En el capítulo 2:12 dice: «Abandonaron al Señor, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto.» Dios los había rescatado; Él los había redimido y ellos lo abandonaron. Su Salvador, su Redentor, su Señor, su padre, su amante, ellos lo abandonaron, y peor aun, se fueron tras otros dioses, otros amantes de entre los dioses de los pueblos a su alrededor, y se inclinaron a ellos, y provocaron al Señor a ira. Este fue un período de apostasía espiritual de la nación de Israel, de una horrible decadencia moral entre el pueblo de Dios.

Así que, ¿qué trae la desobediencia? la desobediencia trae disciplina. Dios trae Su disciplina y lo vemos en el versículo 2, el capítulo 4,

Y el Señor los vendió en mano de Jabín rey de Canaán, que reinaba en Hazor.

Ahora, Jabín era un rey poderoso, y Hazor es una ciudad en la región norte de Israel. y Es importante recordar que esto es cerca de diez millas al norte del mar de Galilea, y vas a ver cómo la geografía juega un papel importante en toda esta historia.

El jefe de su ejército era Sísara, que vivía en Haroset-goim, que es un pueblo también en el norte de Israel y voy a volver a la primera parte del versículo 3 en un momento, pero mira la última parte del versículo 3: Este comandante «tenía novecientos carros de hierro y había oprimido duramente a los hijos de Israel por veinte años».

¿Quién entregó el pueblo de Dios para que fuera oprimido por sus enemigos? ¿Quién los vendió? Dios lo hizo. Esta es la mano castigadora de Dios y Dios usa las circunstancias externas y a las personas como sus instrumentos para disciplinar a Sus hijos.

Aquí tenemos una nación, el pueblo de Dios, entregado a la idolatría y bajo la disciplina, la mano castigadora de Dios. Están bajo el régimen opresivo de los cananeos. Escucha, tú no puedes ver a Dios, pero puedes ver los efectos de lo que Él trae en esta disciplina. A veces nos irritamos contra los instrumentos humanos, contra las herramientas que Dios está usando para castigar; cuando lo que Él quiere es que reconozcamos Su mano detrás de todo eso, tratando de llevarnos a un lugar de arrepentimiento. A este punto:

• Los israelitas están abrumados.

• Están completamente sin esperanza y los enemigos son mucho más numerosos que ellos.

• Se sienten vulnerables.

• Carecen de armas.

• Tienen miedo.

• Hay una baja en la moral.

• Y el pueblo está desalentado.

• El pueblo se encuentra en un estado de miedo, de terror y de caos.

• Como veremos en un momento, otra señal de la disciplina de Dios, es que había escasez de un fuerte liderazgo masculino.

Así que la desobediencia trae disciplina y, esperamos que ¿a dónde va a llevar esto? A la desesperación. Mira la parte del versículo 3 que pasamos por alto hace un rato, la primera parte del versículo 3. Entonces… ¿cuándo?… después de la disciplina “Y los hijos de Israel clamaron al SEÑOR”.

Se requirió de una intensa disciplina durante un período prolongado de tiempo para que Dios llamara la atención de las personas. ¿recuerdas cuánto tiempo pasó? ¡Veinte años! y Tú dirás: «¿pero cómo pueden las personas ser tan tontas, tan necias? ¿Cómo es que no lo entendían? ¿Veinte años?”

¿Cuánto tiempo te ha tomado a ti? ¿Cuánto tiempo me ha tomado a mí entenderlo? ¿Ser llevadas a un lugar de desesperación donde clamamos al Señor en humildad y en arrepentimiento? ¿No nos demuestra esto la paciencia y la misericordia de Dios, que durante todos estos años tuvo que esperar? Él continuaba ejerciendo presión, pero todo con el objetivo de restaurar a Su pueblo a un lugar de obediencia y de humildad.

Puedes ver que la disciplina de Dios, Su castigo tiene la intención de humillarnos, de postrarnos, para llevarnos hasta el final de nosotras mismas y entonces hacernos conscientes de nuestra necesidad de Él y volver nuestros corazones hacia Él. Así es el corazón misericordioso y redentor de Dios que cuando Su pueblo clama Él envía Su liberación.

Mira el versículo 4 del capítulo 4.

Débora, profetisa, mujer de Lapidot juzgaba a Israel en aquel tiempo. Ella solía sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bethel, en la región montañosa de Efraín, y los hijos de Israel subían a ella a pedir juicio. (Vv. 4-5)

He aquí una mujer que estaba sirviendo fielmente al Señor, sirviendo a su familia, sirviendo a su gente y utilizando los dones dados por Dios, cumpliendo con su llamado. Ella fue una mujer que vivió para los demás, no para sí misma. Ella no estaba buscando un lugar más grande, una oportunidad más grande, una posición mayor en su ministerio. Ella estaba haciendo fielmente lo que Dios le había llamado a hacer donde Él la había llamado a hacerlo.

Y en este pasaje aprendemos tres cosas sobre Débora, y por cierto, solo voy a dar una pincelada de la superficie de este pasaje. Si quieres escuchar una enseñanza extendida, versículo por versículo a través de todo el pasaje, tenemos una serie de Débora en nuestro programa Aviva Nuestros Corazones. Está disponible en los recursos de nuestro sitio en internet, a este punto yo solo quiero que captes la esencia y el corazón de este pasaje.

En primer lugar, vemos que ella era una profetisa, y sin entrar en detalles sobre el papel de las profetisas en el Antiguo Testamento versus Nuevo Testamento, sabemos que tenía un ministerio de enseñanza de la Palabra de Dios, de advertencia y ánimo basado en la Palabra de Dios.

Luego vemos que ella era esposa. Yo no creo que sea insignificante que la Escritura señale que ella era esposa. Esta era su relación humana primaria, y ella fue capaz de servir al Señor sin descuidar su hogar.

Y además ella era juez. Los jueces en esta época fueron los que Dios puso y capacitó para rescatar a Su pueblo de sus enemigos. Débora fue el cuarto juez en Israel. Observa que ella no se autodesignó. Esta no es una posición que cuando ella tenía nueve años de edad, ella dijo, «me gustaría crecer y ser jueza». Ella no se llamó a sí misma para esta tarea.

Dios la levantó para un momento como este . Y la gente la buscaba para resolver las diferencias, para dar consejo y sabiduría, porque ella era una mujer que conocía a Dios y que conocía a Su Palabra. Ella sabía cómo escuchar Su voz.

Ahora, Débora vivía en esos pequeños pueblos que hemos mencionado. Ellos pueden o no serte familiares, pero ayuda saber la manera en que se desarrollaron los hechos, al darnos cuenta de que ella vivía en el sur de Israel, cerca de Jerusalén, a bastante distancia de las fortalezas cananeas que estaban en la parte norte del país, pero ella estaba consciente de lo que estaba pasando. A pesar de que la opresión no había influenciado su región como lo había hecho en el norte, ella estaba consciente, y estaba lista y disponible y preocupada cuando Dios la llamó a hacer algo al respecto.

Ella mandó a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí (que está en el extremo norte), y le dijo: «Esto ha ordenado el Señor, Dios de Israel: “Ve, marcha al monte Tabor y lleva contigo a diez mil hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón. (estas eran las tribus del norte) “Y yo (El Señor) atraeré hacia ti a Sísara, comandante del ejército de Jabín, con sus carros y sus muchas tropas al torrente Cisón, y lo entregaré en tus manos». (Vv. 6-7)

Así que Débora ha escuchado del Señor y envía a buscar a Barac y le dice que él debe reunir 10.000 hombres de las tribus cercanas, las más afectadas por el conflicto y los llama al Monte Tabor, que se encuentra estratégicamente ubicado en la confluencia de las tribus de Neftalí, Zabulón, e Isacar. Así que Débora ha escuchado del Señor y envía a buscar a Barac y le dice que él debe reunir diez mil hombres de las tribus cercanas, las más afectadas por el conflicto y los llama al Monte Tabor, que se encuentra estratégicamente ubicado en la confluencia de las tribus de Neftalí, Zabulón, e Isacar, era un lugar seguro desde donde podía atacar a las fuerzas cananeas y a sus carros.

Dios había prometido a Débora, que es la que le transmite la promesa a Barac, que Dios sacaría a Sísara y a las fuerzas cananeas a la batalla y que Dios las entregaría en las manos de Barac. He aquí una mujer que creía en Dios, que creía que Él era soberano, que Él era poderoso, y que Él iba a ganar la batalla.

Y una vez más, vemos que se trata de una mujer sabía que sabía cómo escuchar la Palabra de Dios. Ella no solo estaba hablando sus propias palabras o sus propias ideas. Nosotras, las mujeres, hacemos esto muchas veces; y la gente se cansa de escucharnos a nosotras, porque solo estamos dando nuestras propias opiniones. ¿Y sabes qué? Mi opinión no cuenta más que la tuya o la de cualquier otra persona, pero cuando llegamos a ser esas mujeres de la Palabra de Dios, que conocemos la Palabra de Dios, las promesas de Dios, las hemos interiorizado, las vivimos, las creemos y las compartimos con otros; entonces las personas se detienen y son influenciadas por esa Palabra.

Cuando ella habló y le dio las directrices, era la palabra que había recibido del Señor. Ahora, ten cuidado cuando regreses a tu hogar, y no se te ocurra lanzar tus notas a todo el mundo y al liderazgo de las mujeres del ministerio en tu iglesia y decirles: «Tenemos que cambiar las cosas por aquí porque Susan Hunt dijo esto y lo otro, ustedes necesitan leer este libro». Sé amable, sé piadosa. Escucha y espera en el Señor. y Pídele que te muestre el momento adecuado, las palabras correctas y claridad de dirección en cuanto a la forma en que se debe aplicar en tu situación.

Entonces ella le dice a Barac «¿no te ha mandado el Señor, el Dios de Israel?» Debido a que esta mujer tenía confianza en la Palabra de Dios, la gente la miraba a ella en busca de respuestas.

¿Te ven las personas a ti cuando buscan respuestas cuando están luchando en su matrimonio? No sé si has tenido tiempo de ver o escuchar el testimonio de Kim y LeRoy Wagner . He sido amiga de Kim mucho tiempo y he visto a mujeres en masa, por correo electrónico y en las conferencias haciendo fila durante horas para hablar con una mujer que ha vivido y vive el mensaje de la feminidad bíblica y tiene un corazón humilde, arrepentido y conoce y sabe de Su Palabra.

¿Las personas vienen a ti? A ti, mujer de más edad, ¿Viene la gente a ti buscando sabiduría, buscando consejo? y quizás tú me dices: «Es que yo no soy consejera». No necesitas ser una consejera, lo único que necesitas conocer es al Admirable Consejero y la gente necesita saber que tú le escuchas a Él, que conoces Su Palabra y que sabes cómo guiarlas a ellas a las Escrituras. Ellas pueden ir a cualquier programa televisivo para conocer el pensamiento del mundo. Pero, ¿saben realmente cómo llegar a ti para obtener la verdadera visión, la forma de pensar de Dios?

El versículo 8 dice,

Barac le dijo: «Si tú vas conmigo, yo iré, pero si no vas conmigo, no iré». Y ella dijo: «Ciertamente iré contigo. Sin embargo, el honor no será tuyo en la jornada que vas a emprender, porque el SEÑOR venderá a Sísara en manos de una mujer». (Vv. 8-9)

Ahora bien, no se nos dice por qué Barac insistió en que Débora debía ir con él. Quizás quería seguridad de la presencia de Dios, porque él sabía que Dios estaba con esta mujer. Lo que sí sabemos es que Débora accedió en ir, pero ella le dijo a Barac que el honor de la victoria, humanamente hablando, no iría a Barac, sino a una mujer.

Ahora, si conoces el resto de la historia, sabes que ella no estaba hablando de sí misma, ella estaba hablando proféticamente del papel que Jael tendría en la victoria.

Y continuando en el versículo 9 dice: “Entonces Débora se levantó”. Y Me encantan esas palabras, porque muy frecuentemente tengo temor de meterme en la lucha; prefiero quedarme en un ambiente más conveniente, más cómodo; no me levanto y comienzo a involucrarme en la batalla. Me alegro de que Débora se levantara; ella sabía que era lo que Dios quería que ella hiciera. Y ella salió fuera de su zona de seguridad.

Ella se levantó y fue con Barac a Cedes. Y Barac convocó a Zabulón y a Neftalí a Cedes. Y subieron con él diez mil hombres. Débora también subió con él. (vv. 9-10)

Ahora, ella sabía que esto iba a ser una situación peligrosa. La batalla se encontraba lejos de donde Débora vivía. Ella pudo haberse quedado atrás o permanecer fuera, sin involucrarse con ellos, pero ella se tenía que involucrar porque Dios le hizo un llamado para su vida y ella tuvo un corazón para Dios y para Su pueblo.

Nosotras vemos en esta historia que Dios usa instrumentos humanos para cumplir los propósitos de Su Reino, pero no siempre usa las personas que tú esperarías. En este caso, Dios escogió y usó medios poco convencionales para derrotar al enemigo y liberar a Su pueblo.

En primer lugar, Dios utilizó dos mujeres como parte del plan de la batalla, a Jael y Débora. De una manera inesperada— no es la manera que nosotras hubiésemos escrito el guión y ciertamente no la manera que se hubiera escrito en esa época.

Él también utilizó, como estamos viendo en este pasaje, soldados de infantería, 10.000 hombres de a pie. Y tú dirás: «¿Y cuál es la gran cosa, cuál es el problema con eso?» ¿Recuerda cómo los cananeos estaban viajando? Ellos viajaban con novecientos carros de hierro. Estas eran armas de destrucción masiva. Eran vehículos de guerra masivos y estos eran los carros con que los habían oprimido a los pueblos durante veinte años y ¿vas a enviar soldados de a pie a esa batalla?

¿Por qué Dios hace las cosas de esa manera? Para que Él reciba toda la gloria. Por lo que no pueden gloriarse en la carne humana. «Oh, sí, un gran general del ejército que los llevó a la batalla, y teníamos todas esas armas grandes». De ninguna manera. Sabemos cuando leemos esta historia ahora, que solo podemos decir que Dios es el Conquistador. Dios es el que se lleva la victoria. Él elige y utiliza los vasos débiles que están dispuestos a dejarse utilizar.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss ha estado invitando a las mujeres a que con valentía se unan a la batalla. Ella relató esta historia de Débora en una de las conferencias de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones hace llegar las conferencias, programas de radio y recursos en línea de forma gratuita, gracias a los oyentes que apoyan el ministerio financieramente. Finalmente, tú nos estás ayudando a poder hablarle a las mujeres como Heather, en Indiana. Ella nos escribió un correo electrónico que decía: «Las enseñanzas de Nancy alimentaron mi rabia».

Ella estaba enfadada con Dios y la iglesia, así que empezó a escuchar las enseñanzas de Nancy Leigh DeMoss porque ella pensó que al hacerlo, esas palabras le “confirmarían como los cristianos eran dañinos».

Así que, Nancy, ¿cómo te sientes cuando mujeres escuchan Aviva Nuestros Corazones solamente para “alimentar su rabia”?

Nancy: Bueno, me imagino que quizás ella no es la única. Pero desde el principio de este ministerio, yo sabía que si tenía que enseñar el mensaje que Dios había puesto en mi corazón y enseñar todo el consejo de Dios, estaría nadando contra la corriente. No soy una luchadora por naturaleza. Quiero que la gente me quiera, pero desde el primer momento, mi deseo ha sido el de simplemente hacer lo que Dios me ha llamado a hacer y ser fiel a Su Palabra.

Carmen: Heather continuó en ese correo electrónico:

Después de escuchar día tras día, mi corazón se ha ablandado, y reconozco que me he convertido en una ex-feminista. Le doy gracias por Sus enseñanzas desafiantes y honestas, ya que ha sido un instrumento en mi sanidad.

Nancy : Estoy muy agradecida por la forma en que Dios usa este ministerio para suavizar los corazones como el de Heather. Las mujeres escuchan este programa en todo tipo de circunstancias, y la Palabra de Dios intercepta sus vidas de una manera que no podríamos predecir. Son nuestras oyentes que hacen posible esas conexiones a través de sus oraciones y de sus contribuciones.

Carmen: Si te sientes movida a donar para nuestro ministerio, visita AvivaNuestrosCorazones.com.

¿Qué harías por el reino de Dios si no tuvieras ningún temor? Aprende a decir NO al temor en nuestro próximo programa en el cual Nancy continúa con esta serie sobre Débora. ¡Te esperamos!

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

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