Ningún bien tengo fuera de Tí

“Yo dije al Señor: Tú eres mi Señor; ningún bien tengo fuera de ti” (Salmos 16:2).

En salmos 16 David toma refugio en el Señor. Tomar refugio incluye la oración de David para que Dios lo guarde. En otras palabras, la oración “protégeme” (Salmos 16:1) es en sí misma un refugio en Dios. Pero David no sólo le pide a Dios que lo guarde. También habla y declara la verdad a Dios. Él se regocija en Jehová, su refugio (Salmos 16:2).

La última frase del verso 2 está llena de profundas verdades teológicas y combustible para la adoración. Entonces, ¿Qué quiere decir David cuando dice “ningún bien tengo fuera de tí?

Dios es la fuente de toda bondad

Cada cosa buena viene del Dios que es Bueno. Dios es el hacedor y sustentador de todos las cosas creadas. Por eso, en Génesis 1, Él crea y luego evalúa su obra: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gn 1:31).

Anselmo de Canterbury (1033-1109), el brillante teólogo medieval, vio en esta verdad evidencia convincente de la existencia de Dios. Él veía que todos estaban de acuerdo en que hay una gran variedad de bienes en el mundo. Hay bienes físicos, bienes intelectuales, bienes relacionales. Esto es un hecho básico de la realidad. Y a partir de este hecho, Anselmo pregunta, “¿Qué hace a los bienes buenos?”, y concluye que las cosas buenas no son buenas por sí solas. En su lugar, debe haber un bien mayor que haga todas las otras cosas buenas también.

En otras palabras, Anselmo razonó que debe haber un bien supremo que es la fuente de todas las otras bendiciones. Al hacerlo, él seguía los pasos de David en Salmos 16. David confiesa que hay un Bien Supremo que hace a todas las otras cosas buenas. Y Jehová es este bien supremo. O, como David dijo en otro pasaje, Dios es mi “supremo gozo”, literalmente, el gozo de los gozos (Salmos 43:4). David sabe que su refugio es el gozo fundacional sobre el cual todo gozo es construído.

La bondad de Dios es única

Todos los bienes creados son finitos, temporales y cambiantes. Pero Dios es infinito, eterno, e inmutable. El apóstol Santiago celebra esta realidad: “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación” (Stg 1:17).

Los bienes creados hacen sombra. No importa cuán buenos sean, no son bienes infinitos. Son limitados y desaparecen. Pero Dios no tiene sombra, y Él no cambia. Su bondad no tiene límite. La suya es una bondad absoluta y esencial.

Dios es la bondad misma

Las perfecciones de Dios no son sólamente cualidades que Él casualmente tiene. Son esenciales en Él. Son nuestras descripciones humanas de Su ser, Su esencia, Su naturaleza, lo que lo caracteriza. Ésto es lo que significa que Dios sea santo. Sus atributos son completamente perfectos y distintos de los atributos derivados y dependientes de Sus criaturas.

Llamamos a un hombre “justo” porque cumple con el estándar de justicia. Llamamos a un hombre sabio porque se conforma al camino de la sabiduría. Pero Dios es el estándar. Él es el camino. Él no es solamente justo; Él es la justicia misma. Él no es solamente sabio; Él es la sabiduría misma. Él no es solamente fuerte; Él es la fuerza misma. Él no es solamente bueno; Él es la bondad misma. O, nuevamente, el Señor no es solamente justo, sabio, fuerte y bueno. Él es el Justo, Sabio, Fuerte y Bueno.

Esto significa que Dios sea Dios, que Dios sea Jehová, Yo Soy Quién Yo Soy. Por eso Jesús puede decir “Nadie es bueno, sino solo uno, Dios” (Mr 10:18). Él es la fuente de toda bondad, el orígen de todo placer y gozo. Él es infinito, eterno, inmutable, incansable, autosuficiente y suficiente, sin límite ni disminución.

Dios no necesita de mi bondad

Porque Dios es la fuente de toda bondad, mi bondad no lo beneficia de ninguna manera. Él está sobre toda necesidad y mejora. Como Pablo dice, “no mora en templos hechos por manos de hombres, ni es servido por manos humanas, como si necesitara de algo, puesto que Él da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hch 17:24-25).

En este salmo, David revela el hecho de que él no tiene nada para ofrecer a Dios sino su pobreza, su debilidad, su necesidad. Él no tiene don que darle a Dios para devolverle. El Señor es suficiente, y lo es porque Él es suficiente y puede serlo para mi. Esto es porque no tiene necesidad, y puede satisfacer las mías. Lo es porque Él es la Bondad Suprema en la que me puedo refugiar.

Las gotas y el océano

Finalmente, no perdamos el hecho de que estas grandes verdades teológicas son profundamente personales para David. David no solamente confiesa que Jehová es el Señor; él dice “Tú eres mi Señor”. Qué maravillas están implicadas en ese pequeño pronombre posesivo. La fuente eterna e infinita de la bondad, de alguna forma, me pertenece. En Su suficiencia infinita, Él se condesciende y me permite llamarlo “mío”. Mi Señor, mi Maestro, mi Rey.

Y esto significa que Dios no es solamente la mayor y suprema Bondad. Él es mi Bondad. Y que Él sea mi mayor bondad debe ser mi mayor placer. Mi bienestar y felicidad se encuentran en Él, y sólo en Él. Jonathan Edwards (1703–1758) expresó esta gloriosa verdad tan bien como nadie más en su sermón La verdadera vida del Cristiano: Una travesía hacia el cielo:

“Dios es el bien mayor de la criatura sensata. Su disfrute es nuestra felicidad, y es la única felicidad con la que nuestras almas pueden estar satisfechas. Ir al cielo, completamente disfrutar de Dios, es infinitamente mejor que las mejores comodidades que pueda haber aquí: mejor que padres y madres, esposos, esposas, o niños, o que la compañía de cualquiera de nuestros amigos terrenales. Estas no son sino sombras; pero Dios es la sustancia. Son rayos de luz dispersos; pero Dios es el sol. Son pequeñas corrientes; pero Dios es la fuente. Son gotas; pero Dios es el océano”. (Las Obras de Jonathan Edwards, 17:437-38).

Este artículo se publicó originalmente en inglés en https://www.desiringgod.org/articles/i-have-no-good-apart-from-you

Episodio 57 – ¿Cómo lucho contra mis temores sobre el coronavirus

Soldados de Jesucristo

John Piper Responde

Episodio 57 – ¿Cómo lucho contra mis temores sobre el coronavirus

John Piper

Es el fundador y escritor principal de DesiringGod.com y es presidente de Bethlehem College & Seminary. Durante 33 años Piper ha servido como pastor de Bethlehem Baptis Church. Ha escrito más de 50 libros, entre ellos Cinco puntos y Viviendo en la luz: dinero, sexo & poder.

Es uno de los escritores cristianos más reconocidos de las últimas décadas. Su escritura es  caracterizada por un corazón pastoral y un estilo confrontador, pero también alentador. Sus más de 30 años de ministerio están recopilados gratuitamente en artículos y vídeos. Los puedes encontrar en: DesiringGod.org.

El pastor John Piper vive en la ciudad de Minneapolis, Estados Unidos con su esposa Noel. Tiene cinco hijos y catorce nietos.

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El campeón de la Iglesia de Escocia: Juan Knox

El campeón de la Iglesia de Escocia: Juan Knox

MARTÍN LUTERO NO ESTUVO SOLO HACE 500 AÑOS. Y NO ESTÁ SOLO HOY. PARA MARCAR LOS 500 AÑOS DE LA REFORMA, DESIRING GOD PREPARÓ UNA SERIE CON UN ARTÍCULO NUEVO CADA DÍA POR EL MES DE OCTUBRE A TRAVÉS DE PERSONAJES CLAVES DE ESTE EVENTO.

A principios de los años 1500, Escocia tenía algo en común con el resto de Europa: una iglesia profundamente corrupta y espiritualmente empobrecida, con un liderazgo moralmente moribundo. Para citar un ejemplo notorio, David Beaton, cardenal y arzobispo, engendró ilegítimamente al menos catorce hijos. Demasiado para el celibato en acción. La ignorancia espiritual era tal, que George Buchanan podía afirmar que algunos sacerdotes pensaban que el Nuevo Testamento era un libro publicado recientemente por Martín Lutero.

Entra Juan Knox, y la Reforma estaba en marcha.

Nacido en Haddington, East Lothian, en un tiempo entre 1513 y 1515, Knox recibió su educación localmente y luego en la Universidad de St. Andrews. Se convirtió en sacerdote y regresó a su región natal como notario y tutor. Sabemos tan poco acerca de su conversión como sabemos sobre la de Calvino.

CAPTURA Y LIBERACIÓN

Después del martirio del protestante George Wishart en St. Andrews, Knox llegó a la ciudad con algunos de sus estudiantes jóvenes y, en 1547, se unió al grupo de reformadores que vivían en el castillo allí. Cuando Knox fue nombrado para predicar, se negó, pero fue prácticamente obligado a aceptar un llamado de la congregación del castillo para convertirse en su ministro. En cuestión de meses, sin embargo, el castillo fue asediado por barcos franceses en la Bahía de St. Andrews. Knox y otros fueron capturados, y se convirtió en un esclavo de galeras durante el próximo año y medio.

En 1549, Knox fue liberado y se dirigió a Inglaterra. Pastoreó una congregación en Berwick, pero pronto se trasladó a Newcastle. Luego se convirtió en capellán real durante los días del joven Eduardo VI, el Rey. La muerte de Eduardo en 1553 fue un duro golpe para el partido reformista en Inglaterra, lo que llevó a la entronización de María Tudor (“esa idólatra Jezabel”, fueron las palabras cuidadosamente elegidas por Knox para describirla). Knox buscó refugio en el continente.

LA VIDA EN EL CONTINENTE

Entre 1553 y 1559, Knox vivió una existencia algo nómada. Pasó algún tiempo con Calvino en Ginebra, llamándolo “la escuela más perfecta de Cristo… desde los días de los apóstoles”. A partir de entonces, aceptó un llamado para pastorear la congregación de habla inglesa en Frankfurt am Main.

Knox se casó con la inglesa Marjorie Bowes y, en 1556, regresó a Ginebra, donde pastoreó una congregación de unos doscientos refugiados. Al año siguiente, recibió una invitación urgente para regresar a Escocia: 1558 era el tiempo programado para el matrimonio de la joven María, Reina de Escocia, con el hijo mayor del Rey de Francia, un evento que parecía destinar a Escocia a un gobierno católico permanente.

Una muestra del vigor de Knox puede ser percibida en una carta que escribió ese mismo año al pueblo de Escocia, instándoles a no comprometer el evangelio. Les recordó que debían responder por sus acciones ante el tribunal de Dios:

“[Algunos dan excusas:] ‘No éramos más que simples súbditos, no repararíamos las faltas y los crímenes de nuestros gobernantes, obispos, y clérigos; pedimos la reforma, y ​​deseamos lo mismo, pero… nos vimos obligados a dar obediencia a todo lo que exigían’. Estas vanas excusas, digo, nada te servirán en la presencia de Dios”.

REGRESO A ESCOCIA

En 1559, Knox finalmente volvió a casa para comenzar su fase más importante del ministerio público como el campeón de Kirk (el término escocés para la Iglesia). A pesar de sus largas ausencias de su tierra natal, varias cosas equiparon a Knox para dirigir la Reforma allí: su nombre se asociaba con los héroes de los últimos tiempos, sus sufrimientos autenticaban su compromiso, su amplia experiencia lo había preparado para el liderazgo, y su sentido del llamado le hizo “no temer a ningún hombre”. Así, durante los siguientes trece años, Knox se entregó a la reforma de Escocia.

En el verano de 1572, Knox era una sombra de su antiguo yo, y en noviembre, estaba claro que no estaría mucho tiempo en este mundo. En la mañana del 24 de noviembre, le pidió a su segunda esposa, Margaret, que le leyera 1 Corintios 15, y alrededor de las cinco de la tarde llegó su última petición: “Lee dónde arrojé mi primera ancla” (presumiblemente en fe). Ella leyó Juan 17. Al final de la noche, Knox se había ido.

Se han dado muchas explicaciones para la influencia de Knox y la Reforma Escocesa. Sin duda había muchos factores en acción en la providencia de Dios que provocó tal renovación espiritual. Pero la convicción de Knox era ésta: “Dios dio su Espíritu Santo en gran abundancia a hombres sencillos”. En esto radica la mejor lección de su vida.


PUBLICADOR ORIGINALMENTE POR DESIRING GOD. TRADUCIDO POR LAURA CUARTAS.

Cómo resistir a los deseos pecaminosos

JULIO, 23

Cómo resistir a los deseos pecaminosos

Devocional por John Piper

Por la fe Moisés… [abandonó] los placeres temporales del pecado… porque tenía la mirada puesta en la recompensa. (Hebreos 11:24-26)

La fe no se contenta con los «placeres temporales». Tiene un hambre voraz por el gozo, y la Palabra de Dios dice: «en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre» (Salmos 16:11). Por lo tanto, la fe no se desviará hacia el pecado. No se rendirá tan fácilmente en la búsqueda del máximo gozo.

El rol de la Palabra de Dios es alimentar el apetito de la fe por Dios. Al hacerlo, aleja nuestro corazón de los sabores engañosos de la lujuria.

Al principio, la lujuria comienza a engañarme y a hacerme sentir que realmente me perderé alguna gran satisfacción si continúo en mi camino hacia la pureza. Pero entonces tomo la espada del Espíritu y comienzo a pelear.

· Leo que mejor es sacarme un ojo que caer en la lujuria (Mateo 5:29).

· Leo que si pienso acerca de lo que es puro, amable y honorable, la paz de Dios estará conmigo (Filipenses 4:8).

· Leo que poner la mente en la carne trae muerte, pero ponerla en el Espíritu trae vida y paz (Romanos 8:6).

· Leo que los deseos carnales batallan contra mi alma (1 Pedro 2:11) y que los placeres de esta vida ahogan la vida del Espíritu (Lucas 8:14).

· Lo que es aún mejor, leo que Dios no negará ningún bien a aquellos que caminan en integridad (Salmos 84:11) y que los puros de corazón verán a Dios (Mateo 5:8).

En la medida en que oro para que mi fe sea saciada con la paz y la vida de Dios, la espada del Espíritu rasga la cubierta de azúcar del veneno de la lujuria. La veo por lo que realmente es y, por la gracia de Dios, su poder seductor es destrozado.


Devocional tomado del libro “Future Grace” (Gracia Venidera), página 335-336

Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

Un cuento de hadas peligroso para futuras esposas

Un cuento de hadas peligroso para futuras esposas

De niñas pudimos haber pretendido ser una damisela en problemas- secuestrada por un dragón que escupe fuego, y salvadas por un caballero de armadura brillante. Crecemos y dejamos de pretender, pero como mujeres todavía tendemos a inclinarnos por libros y películas románticas.

Lo que más nos gusta de un cuento de hadas romántico es el final feliz. No importa los altos y bajos, el chico y la chica siempre llegan al final y alcanzan la felicidad romántica. Es tan nítido, limpio y perfecto. Sin embargo, los libros y películas románticas son sólo pretensiones. Sus historias nos entregan un cuento de hadas moderno: el sueño americano que viene con una carrera exitosa, dos hijos (un niño y una niña, por supuesto), un esposo fiel y devoto, buena salud, y una abundancia de riquezas y posesiones materiales.

¿Pero qué sucede cuando la realidad no se alinea con nuestras esperanzas y sueños? ¿Y qué tal si la verdadera historia de nuestra vida y matrimonio nos decepcionan? ¿Es nuestro caballero de armadura brillante el que pensamos que era cuando nos casamos con él? ¿Puede él salvarnos del dragón?

Los casados no han llegado

El problema con trasladar un cuento de hadas a nuestra vida personal es nuestras expectativas poco realistas. Queremos el final feliz en nuestra propia vida, y creemos que el matrimonio será esa bendición. Esperamos el final feliz – a veces incluso lo exigimos. Todas tenemos una historia romántica en la cabeza de cómo sería la vida de casada, pero con el tiempo vamos a descubrir que este mundo de fantasía no se corresponde con la realidad. Nuestros nobles y frágiles sueños y esperanzas se rompen. Somos lastimadas y confundidas por el pecado de nuestro esposo (y por los nuestros). Nunca nos dimos cuenta de que el matrimonio podría ser tan difícil.

Nos encantan los libros y películas románticas – el cuento de hadas – porque nuestra propia vida amorosa puede ser una decepción. Tontamente pensamos que por fin hemos “llegado a la meta” cuando pasamos de solteras a casadas.  Pero Dios sabe que apenas hemos comenzado. Tenemos que empezar a ver el matrimonio a través de un género diferente: una película de guerra.

Bodas en tiempos de guerra

Todos necesitamos una mentalidad de tiempo de guerra en el campo de batalla del matrimonio. Cuando vamos más allá de las decisiones del vestido de novia, las flores y las opciones de comida, enfrentamos las decisiones diarias de vivir nuestros votos matrimoniales. La dulce dicha romántica probada en nuestro día de bodas es una parte real del matrimonio – temporadas y momentos que deben ser atesorados – pero son las duras batallas peleadas y ganadas con la gracia que sustentan un matrimonio.

Ya sea que estemos conscientes de ello o no, la batalla comienza, no termina, cuando hacemos nuestros votos. Nuestros deseos pecaminosos se levantarán como un dragón que escupe fuego por la boca. Satanás lanzará su granada de mentiras a nuestros pies. Tendremos que cuidar dónde pisamos para que no activemos las bombas explosivas ocultas en nuestros propios hogares. Muchas veces son nuestras expectativas poco realistas en el matrimonio que nos ciegan para ver las balas que están volando a nuestro alrededor. Hay que dejar al lado el cuento infantil de hadas y pedir a Dios que nos abra los ojos ante la guerra espiritual en nuestro matrimonio, la batalla en la que debemos luchar por fe.

La esperanza de Satanás para tu matrimonio

Satanás quiere destrozar la imagen hermosa del Evangelio en el matrimonio: la representación del amor sacrificial de Cristo por su novia, la iglesia. El enemigo no se detendrá ante nada para destruir cualquier imagen o reflejo de Cristo en este mundo. Él sabe que las expectativas irreales en el matrimonio podrían ayudarlo para matar lo que Dios ama. Entonces, trata de engañarnos minimizando la intención de Dios para el matrimonio.

Satanás quiere que pensemos que el matrimonio es para satisfacer nuestras necesidades y deseos no realizados, vivir el sueño que se vende en las novelas románticas, tachar algo de la lista, o, finalmente, conseguir estabilizar nuestras vidas. Él poco a poco, suavemente nos va adormeciendo hacia un sueño apático para que nos conformemos con menos. Debemos despertar y ver cómo nuestras expectativas irreales establecen un estándar demasiado bajo. Nuestros deseos son demasiado pequeños cuando ponemos nuestra mayor esperanza en nuestro esposo o en el matrimonio mismo. Nuestras expectativas deben aumentar a medida que Dios utiliza nuestras expectativas insatisfechas – y la decepción y el daño resultantes – para guiarnos hacia Él mismo. El matrimonio es un camino que nos lleva hacia un destino mayor: Dios mismo.

Una historia de amor más grande que el matrimonio

Ya ves, realmente deseamos el cuento de hadas en vez de la película de guerra, porque en el fondo sabemos que es verdad. Sabemos que hay un caballero de armadura brillante que va a matar al dragón por nosotros, que va a superar todos los obstáculos y ganar la guerra, que nos buscará en nuestra dificultad y nos salvará. Como el príncipe de Blanca Nieves, cuyo beso trajo a la princesa de vuelta a la vida, Dios nos da el beso divino de la vida a través de Jesús.

Nuestro caballero de armadura brillante es un carpintero de Belén; y Él nunca nos decepciona. Creemos que nuestro matrimonio está diseñado para acomodarnos a nosotros y a nuestros pequeños deseos terrenales, pero nuestros matrimonios son realmente parte de una historia más grande que Dios está contando a través de su Hijo.  Nuestras expectativas deben ser moldeadas mientras atesoramos a Cristo. Sólo entonces podremos dejar de pretender y entonces accionar en una mentalidad de tiempo de guerra hacia el matrimonio.


Una publicación original de DesiringGod.org | Traducido al Español por Alicia Ferreira de Díaz

 Puedo contentarme en todas las cosas

JUNIO, 24

Puedo contentarme en todas las cosas

Devocional por John Piper

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. (Filipenses 4:13)
La provisión diaria de la gracia venidera de Dios hacía que Pablo pudiera estar saciado o hambriento, prosperando o sufriendo, en abundancia o en pobreza.

«Todo lo puedo» realmente significa «todo lo puedo», y no tan solo lo que es fácil. «Todo» significa que en Cristo sé vivir con hambre, en sufrimiento y en necesidad. Así, podemos ver la maravillosa promesa del versículo 19 en su contexto apropiado: «Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús».

¿Qué significa «todas vuestras necesidades» en vista de Filipenses 4:19? Significa «todo lo que necesitamos para tener el contentamiento que glorifica a Dios». El amor de Pablo por los filipenses surgía de su contentamiento en Dios, y su contentamiento surgía de su fe en la gracia venidera de la infalible provisión de Dios.

Entonces, es obvio que la codicia es exactamente lo contrario de la fe: es la pérdida del contentamiento en Cristo lo que hace que comencemos a desear otras cosas para satisfacer los anhelos de nuestro corazón. Y no hay duda de que la batalla contra la codicia es una batalla contra la incredulidad y por la fe en la gracia venidera.

Cuando sintamos que la codicia aumenta en lo más mínimo en nuestro corazón, debemos cerrarle el paso y luchar contra ella con todas nuestras fuerzas, haciendo uso de las armas de la fe.

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La ofensa de temer al hombre

JUNIO, 19

La ofensa de temer al hombre

Devocional por John Piper

Entonces Saúl dijo a Samuel: He pecado; en verdad he quebrantado el mandamiento del Señor y tus palabras, porque temí al pueblo y escuché su voz. (1 Samuel 15:24)
¿Por qué Saúl obedeció al pueblo en lugar de a Dios? Porque temí?a al pueblo en lugar de a Dios. Temí?a las consecuencias humanas de la obediencia más de lo que temí?a las consecuencias divinas del pecado. Temía desagradar al pueblo más de lo que temía desagradar a Dios. Eso es un gran insulto a Dios.

De hecho, Isaí?as dijo que tener miedo de lo que el hombre pueda hacer, al mismo tiempo que hacemos caso omiso de las promesas de Dios, es una clase de orgullo. Él cita a Dios con esta pregunta penetrante: «Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú que temes al hombre mortal, y al hijo del hombre que como hierba es tratado? ¿Has olvidado al Señor, tu Hacedor?» (Isaí?as 51:12-13).

Puede que el temor al hombre no se sienta como orgullo, pero eso es lo que Dios dice que es: «¿Quién crees que eres para temer al hombre y olvidarme a mí, tu Hacedor?».

El punto es el siguiente: si tememos al hombre, hemos comenzado a negar la santidad y el valor de Dios y de su Hijo Jesús. Dios es infinitamente más fuerte. Es infinitamente más sabio e infinitamente más lleno de galardones y gozo.

Darle la espalda por temor a lo que el hombre pueda hacer es pasar por alto todo lo que Dios promete ser para los que le temen. Es un gran insulto. Y en tal insulto Dios no puede complacerse.

Por otra parte, cuando escuchamos las promesas y confiamos en él con valentí?a, temiendo la deshonra que nuestra incredulidad trae a Dios, entonces él es honrado en gran manera, y en ello se complace.

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Cómo interceder por los no creyentes

Cómo interceder por los no creyentes

Devocional por John Piper

Hermanos, el deseo de mi corazón y mi oración a Dios por ellos es para su salvación. (Romanos 10:1)

Pablo ora pidiendo que Dios convierta a Israel. ¡Él ora por su salvación! No ora por tener sobre ellos una influencia infructuosa, sino eficaz. Así es como deberíamos orar también nosotros.

Debemos tomar las promesas de Dios del nuevo pacto e interceder a Dios para que las cumpla en nuestros hijos y vecinos, y en todos los campos misioneros del mundo.

Dios, quita de su carne el corazón de piedra y otórgales un nuevo corazón de carne (Ezequiel 11:19). ¡Circuncida su corazón para que te amen! (Deuteronomio 30:6). Padre, pon tu Espí?ritu dentro de ellos y hazlos caminar en tus estatutos (Ezequiel 36:27). Concédeles el arrepentimiento y el conocimiento de la verdad para que escapen del lazo del diablo (2 Timoteo 2:25-26). ¡Abre su corazón para que crean el evangelio! (Hechos 16:14).

Cuando creemos en la soberanía de Dios —es decir, en el derecho y poder de Dios para elegir y después traer a los pecadores endurecidos a la fe y la salvación— entonces seremos capaces de orar sin contradicciones y con grandes promesas bí?blicas por la conversión de los que están perdidos.

Dios se deleita en este tipo de oración porque le atribuye a él el derecho y el honor de ser el Dios libre y soberano que él es en la elección y la salvación.

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 El tipo de oración que le agrada a Dios

JUNIO, 17
 El tipo de oración que le agrada a Dios

Devocional por John Piper

Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra. (Isaías 66:2)
La primera marca de un corazón recto es que tiembla ante la Palabra del Señor.

Isaías 66 lidia con el problema de que algunas personas adoran a Dios de una manera que a él le agrada y que otras lo adoran de una manera que no le agrada. El versículo siguiente describe al malo que le presenta sacrificios: «El que mata un buey es como el que mata a un hombre, el que sacrifica un cordero como el que desnuca un perro». Sus sacrificios son abominación a Dios: van a la par con un asesinato. ¿Por qué?

En el versículo 4 Dios explica: «Porque llamé, mas nadie respondió, hablé, mas no escucharon». Sus sacrificios eran abominación a Dios porque el pueblo no prestaba oídos a su voz. Pero ¿qué hay de aquellos cuyas oraciones Dios escuchaba? Dios dice en el versículo 2: «Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra».

Por consiguiente, concluyo que la primera marca de los justos, cuyas oraciones son una delicia para Dios, es que tiemblan ante la Palabra de Dios. Esas son las personas a quienes el Señor mirará.

Por lo tanto, la oración del recto que agrada a Dios viene de un corazón que en un principio se siente frágil en la presencia de Dios. Tiembla al oír la Palabra de Dios, porque se siente tan lejos del ideal de Dios, tan vulnerable a su juicio, tan indefenso y arrepentido por sus fallas.

Eso es justamente lo que dijo David en Salmos 51:17: «Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito;
al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás». Lo primero en la oración aceptable delante de Dios es el quebranto y la humillación de la persona que ora.

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Sirvamos a Dios con nuestra sed

JUNIO, 16

Sirvamos a Dios con nuestra sed

Devocional por John Piper

Por eso, ya sea presentes o ausentes, ambicionamos serle agradables. (2 Corintios 5:9)
¿Qué tal si descubrimos (como le ocurrió a los fariseos) que hemos dedicado toda la vida en tratar de agradar a Dios, pero todo el tiempo hemos estado haciendo lo que a los ojos de Dios era abominación? (Lucas 16:14-15)

Alguien podría decir: «No creo que eso sea posible, Dios no rechazaría a una persona que ha tratado de agradarle». ¿Se dan cuenta de lo que esta persona está preguntando? Ha basado su convicción acerca de lo que agrada a Dios en su propia idea de cómo es Dios. Precisamente por eso, debemos comenzar por el carácter de Dios.

Dios es un manantial en la montaña, no un estanque. El manantial se renueva naturalmente, se desborda y abastece a otros de continuo; mientras que a un estanque hace falta llenarlo con una bomba o cubetas de agua.

Si queremos exaltar el valor de un estanque, tendremos que trabajar arduamente para mantenerlo lleno y en funcionamiento. Por el contrario, si queremos exaltar el valor de un manantial, lo que haremos es arrodillarnos con manos y pies en el suelo y beberemos hasta que nuestro corazón quede satisfecho, y hasta conseguir el refrigerio y las fuerzas que necesitamos para descender por el valle e ir a contar a otros lo que hemos encontrado.

Mi esperanza como pecador desesperado, depende de esta verdad bíblica: que Dios es el tipo de Dios que se deleita con lo único que puedo ofrecerle —mi sed—. Es por eso que la libertad soberana de Dios y su autosuficiencia son tan preciosas para mí: son el fundamento de mi esperanza de que Dios no se deleita en la inventiva de recursos como bombas y cubetas, sino en pecadores quebrantados que se arrodillan con manos y pies en el suelo para beber de la fuente de gracia.

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