Lo propio del amor psíquico es buscarse a sí mismo | Dietrich Bonhoeffer

Lo propio del amor psíquico es buscarse a sí mismo.
Dietrich Bonhoeffer
La comunidad cristiana puede vivir fundamentada en motivos psicológicos que derivan siempre en procesos de autobúsqueda, o en motivaciones de otro orden. Bonhoeffer lo expresa lucidamente así: «Fundada únicamente en Jesucristo, la comunidad no es una realidad de orden psíquico, sino de orden espiritual […] En la comunidad espiritual no existe, en ningún caso, una relación ‘directa’ entre los que la integran, mientras que en la comunidad psíquica se suele dar una nostalgia profunda y totalmente instintiva de una comunión directa y auténticamente carnal. Instintivamente el alma humana suele buscar otra alma con quien confundirse, ya sea en el plano amoroso o bien, lo que lleva a lo mismo, en el sometimiento del prójimo a la propia voluntad de poder.
Lo propio del amor psíquico es buscarse a sí mismo. En cambio el amor espiritual, cuya raíz es Jesucristo, le sirve sólo a Él y sabe que no hay otro acceso directo al prójimo. Cristo está siempre entre el prójimo y yo… Mi prójimo quiere ser amado tal como es, independientemente de mí, es decir, como aquel por quien Cristo se hizo hombre, murió y resucitó».

Jesús te ha conocido

Esclavos de Cristo

Jesús te ha conocido

Dietrich Bonhoeffer (1906-1945)

El final del sermón del monte se fusiona con las primeras palabras del mismo. Sus palabras en el juicio final llegan a nosotros en su llamada al seguimiento. Pero, desde el principio hasta el fin, sigue siendo exclusivamente su palabra, su llamada. Quien no se aferra en el seguimiento más que a esta palabra, prescindiendo de todo lo restante, será sostenido por ella en el día del juicio. Su palabra es su gracia.

Hemos oído el sermón del monte; quizás lo hemos entendido. ¿Pero quién lo ha entendido rectamente? Jesús responde por último a esta pregunta. Jesús no deja que sus oyentes se marchen con toda tranquilidad; no quiere que hagan de sus palabras lo que les guste, no quiere que saquen de ellas lo que les parece válido para sus vidas, ni que examinen la forma en que esta doctrina se relaciona con la «realidad». Jesús no da su palabra con liberalidad para que sus oyentes la profanen con sus manos de mercachifles*; sólo la da con la condición de que conserve un poder exclusivo sobre ellos. Desde un punto de vista humano, existen innumerables posibilidades de entender e interpretar el sermón del monte. Jesús sólo conoce una posibilidad:

ir y obedecer.

No se trata de interpretar, de aplicar, sino de actuar, de obedecer. Sólo de esta forma se escucha la palabra de Jesús. Pero, insistamos: no se trata de hablar sobre la acción como de una posibilidad ideal, sino de comenzar a actuar realmente.

Esta palabra, a la que doy derecho sobre mi persona, esta palabra que procede del «yo te conocí», que me sitúa inmediatamente en la acción, en la obediencia, es la roca sobre la que puedo construir una casa. A esta palabra de Jesús, procedente de la eternidad, sólo corresponde el acto más sencillo. Jesús ha hablado; suya es la palabra, nuestra la obediencia. Sólo en la acción conserva la palabra de Jesús su honra, su fuerza y su poder entre nosotros. Ahora puede venir la tormenta sobre la casa; la unión con Jesús, creada por su palabra, no puede ser destruida. Junto a la acción sólo existe la falta de acción. Pero no existe una voluntad de actuar que no haga nada. Quien se pone en contacto con la palabra de Jesús de cualquier forma menos con la acción, no da la razón a Jesús, dice «no» al sermón del monte, no hace su palabra. Preguntar, problematizar, interpretar, es igual que no hacer nada. Pensemos en el joven rico.

Por mucho que afirmase mi fe, mi asentimiento fundamental a esta palabra, Jesús dice que esto es no hacer nada. La palabra que no quiero poner en práctica no es para mí una roca sobre la que puedo edificar una casa. No hay unión con Cristo. Nunca me conoció. Por eso ahora, cuando llegue la tormenta, perderé rápidamente la palabra, advertiré que, en realidad, nunca he creído. Yo no tenía la palabra de Cristo, sino una palabra que le había arrancado y que había hecho mía mientras reflexionaba sobre ella, aunque sin cumplirla. Mi casa está ahora en completa ruina porque no descansa sobre la palabra de Cristo.

«La gente quedó asombrada…». ¿Qué había pasado? El Hijo de Dios había hablado Había tomado en sus manos el juicio del mundo. Y sus discípulos se encontraban a su lado.

Bonhoeffer, D. (2004). El Precio de la gracia: El Seguimiento (6ta edición., p. 139-141). Ediciones Sígueme, Salamanca


mercachifle n. com1 col. desp. Comerciante de poca monta.
2 col. desp. Persona excesivamente interesada en sacar provecho económico de su trabajo o profesión.

Dietrich Bonhoeffer (1906 – 1945)

Dietrich Bonhoeffer, fue un líder religioso alemán que participó en el movimiento de resistencia contra el nazismo. Bonhoeffer, pastor y teólogo luterano, fue arrestado y encarcelado.

DIETRICH BONHOEFFER: El teólogo y pastor que se ENFRENTÓ a HITLER

BITE

Serie: Biografía

DIETRICH BONHOEFFER

El teólogo y pastor que se ENFRENTÓ a HITLER 

Tan desanimado había quedado el pueblo alemán después de la derrota en la Primera Guerra Mundial y de la depresión económica posterior que el carismático Hitler parecía ser la respuesta de Dios a la oración, al menos para la mayoría de los alemanes.

Pero una excepción a este pensamiento fue el teólogo Dietrich Bonhoeffer, que estaba decidido no solo a refutar esta idea sino también a derrocar a Hitler.

Bonhoeffer no se crió en un ambiente particularmente radical. Él nació en una familia aristocrática.

Su madre era hija de un predicador de la corte del Kaiser Guillermo II, y su padre era un prominente neurólogo y profesor de psiquiatría en la Universidad de Berlín.

Los ocho hijos de la pareja fueron criados en un ambiente liberal, eran practicantes tibios de la religión y siempre animaron a sus hijos a incursionar en la literatura y en las artes. La habilidad de Dietrich en el piano, de hecho, llevó a algunos en su familia a creer que se dirigía a una carrera en la música. Pero a los 14 años, Dietrich anunció que tenía la intención de convertirse en ministro y teólogo, lo que causó una gran sorpresa y mucha controversia entre sus familiares.

Dietrich se graduó de la Universidad de Berlín en 1927, a la edad de 21 años, y luego pasó algunos meses en España como pastor asistente de una congregación alemana.

Luego regresó a Alemania para escribir una disertación, que le otorgaría el derecho a una cita universitaria. Luego pasó un año en América, en el Union Theological Seminary de Nueva York, antes de regresar a Alemania para ocupar un puesto como profesor de la Universidad de Berlín.

Durante estos años, Hitler ascendió al poder, llegando a ser canciller de Alemania en enero de 1933 y presidente un año y medio después. La retórica y las acciones antisemitas de Hitler se intensificaron, al igual que su oposición, que incluía a personajes como el teólogo Karl Barth, el pastor Martin Niemoller y el joven Bonhoeffer, que junto con otros pastores y teólogos, organizaron la Iglesia Confesante, que anunció públicamente en su Declaración de Barmen su lealtad primero a Jesucristo.

Mientras tanto, Bonhoeffer había escrito El costo del discipulado, un llamado a una obediencia más fiel y radical a Cristo y una reprimenda severa al cristianismo cómodo y conformista de la época.

Durante este tiempo, Bonhoeffer estaba enseñando a pastores en un seminario clandestino, ya que el gobierno le había prohibido enseñar abiertamente.

Pero después de que el seminario fue descubierto y cerrado, la Iglesia confesante se mostró cada vez más reacia a hablar en contra de Hitler, y la oposición moral resultó ser cada vez más ineficaz, por lo que Bonhoeffer comenzó a cambiar su estrategia. Hasta este punto había sido un pacifista, y había intentado oponerse a los nazis a través de la acción religiosa y la persuasión moral.

Ahora se inscribió en el servicio secreto alemán para servir como agente doble mientras viajaba a conferencias de la iglesia en Europa, se suponía que debía recopilar información sobre los lugares que visitaba, pero, en cambio, estaba tratando de ayudar a los judíos a escapar de los nazis. Durante este tiempo, Bonhoeffer también se convirtió en parte de un plan muy ambicioso para derrocar a Hitler.

Como sus tácticas estaban cambiando, se había ido a Estados Unidos para convertirse en conferencista.

Pero no podía sacudirse el sentimiento de responsabilidad por su país.

Tuvo la oportunidad de quedarse en los Estados Unidos en medio de la tensión que pronosticaban una Guerra Mundial. Pero él prefirió regresar a su amada tierra a cuidar del rebaño que Dios le había entregado.

Finalmente, se descubrieron sus esfuerzos de resistencia principalmente su papel en el rescate de judíos.

En una tarde de abril de 1943, dos hombres llegaron en un Mercedes negro, metieron a Bonhoeffer en el automóvil y lo condujeron a la prisión de Tegel.

Bonhoeffer pasó dos años en prisión, escribiendo mucho, pastoreando a otros presos y reflexionando sobre el significado de su fe. A medida que transcurrieron los meses, comenzó a esbozar una nueva teología, que enmarcaba líneas enigmáticas inspiradas por sus reflexiones sobre la naturaleza de la acción cristiana en la historia.

Eventualmente, Bonhoeffer fue transferido de Tegel a Buchenwald y luego al campo de exterminio en Flossenbürg. El 9 de abril de 1945, un mes antes de que Alemania se rindiera, fue ahorcado con otros seis miembros de la resistencia.

Bibliografía: http://bit.ly/245nGBl​


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Voz en off: Josué Castellón (https://twitter.com/josuekstellon​)