4-Preguntas incorrectas

https://www.oneplace.com/ministries/aviva-nuestros-corazones/player/rut-el-poder-transformador-del-amor-redentor-dia-4-950188.html?ref=popout

Aviva Nuestros Corazones

Serie:  Rut: El poder transformador del amor redentor 

4-Preguntas incorrectas

Nancy DeMoss Wolgemuth: Te encuentras en alguna situación o estás enfrentando alguna dificultad con una persona, quizás un inconveniente en el trabajo, o una circunstancia particular en la iglesia que ha sido muy dolorosa, y que no puedes resolver, y te preguntas: «¿Qué hice para merecer esto?» 

Annamarie Sauter: Con nosotras Nancy DeMoss Wolgemuth.

Nancy: Tal vez no hayas hecho nada. Realmente no necesitas la respuesta a esa pregunta, lo único que necesitas saber es que Dios tiene un propósito y un plan que es mucho más grande que tú. 

Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.

Hoy Nancy nos desafía a hacer las preguntas correctas y a buscar las respuestas en el lugar adecuado, como continuación de la serie titulada, Rut: El poder transformador del amor redentor.

Nancy: Una de las cosas que más me impresionan del corazón y de los caminos de Dios, es que apenas fallamos y nos alejamos de Su voluntad, Él inmediatamente está orquestando circunstancias que nos traigan de vuelta hacia Él.

Eso fue lo que sucedió en el jardín del Edén. El pecado de Adán y Eva no tomó a Dios por sorpresa. No lo tomó desprevenido. No se sentó en el cielo y dijo, «¡oh no! Mi plan se ha estropeado, ¿qué voy a hacer ahora?»

Dios ya tenía un plan para redimir al hombre de sus pecados desde antes de la fundación del mundo, un plan para traerlo de regreso y restaurarlo a un lugar de obediencia y de comunión con Él.

En estos días hemos estado estudiando el libro de Rut, y estamos en el capítulo 1. Hemos visto en los primeros dos versículos que Elimelec tomó a su familia en un tiempo de hambre, llevó a su esposa y a sus dos hijos de Belén y se fue al lejano país de Moab, pensando que las cosas serían mejores allí. No se dio cuenta de que estaba llevando a su familia a un lugar donde enfrentarían dificultades, problemas y luchas aún mayores. 

Así que hoy llegamos al versículo 3, y vemos que «Elimelec, el esposo de Noemí, murió». Y ahora ella se encuentra en una tierra extranjera, un lugar a donde su esposo la había llevado. No sabemos si ella colaboró con esta decisión de ir a este lugar, o si simplemente siguió a su esposo por obediencia, pero independientemente de eso, Dios sigue siendo el Rey. Dios todavía está en Su trono.

Noemí estaba en Moab, viuda, y con dos hijos. En el versículo 4 vemos que sus dos hijos, «se casaron con mujeres moabitas, una llamada Orfa y la otra Rut. Y vivieron allí unos diez años». Tengamos en cuenta que cuando fueron por primera vez a Moab tenían la intención de quedarse allí solo por un corto tiempo.

Pero como el pecado hace a menudo, los había llevado a un lugar donde terminaron lejos, en un país extranjero, Moab, fuera de la voluntad de Dios, durante mucho tiempo, ya había pasado una década.

«Y luego de vivir allí por diez años», esta mujer viuda con sus dos hijos y sus dos nueras, leemos en el versículo cinco: «Murieron también los dos, Mahlón y Quelión, y la mujer quedó privada de sus dos hijos y de su marido».

Ahora vemos una circunstancia en la que Noemí queda totalmente desamparada y sola, se encuentra en una situación desesperante, difícil y dolorosa.

Y pienso que en este caso, estas circunstancias fueron evidencia de la mano de Dios en la vida de esta familia, tratando de restaurarlos de Moab, la tierra a donde habían huido, para traerlos de vuelta al lugar al que pertenecían, Belén, en Judá.

Permítanme decirles rápidamente que no todas las circunstancias dolorosas en nuestras vidas son resultado de algún pecado. Algunas personas podrían decirte tras alguna pérdida, ya sea de una pareja, de un padre, de un hijo, o alguna otra pérdida en particular, que eso sucedió porque has pecado contra Dios. 

Esto fue lo que los amigos de Job trataron de decirle. El hecho es que a veces es y otras veces no es el resultado de nuestro pecado. Un ejemplo de esto es la muerte, que es siempre el resultado del pecado en algún sentido, porque vivimos en un mundo pecaminoso, pero muchas veces esta ocurre como consecuencia directa de nuestras malas decisiones. Algunas veces hemos estado viviendo una vida de obediencia y de todas formas tenemos que caminar por estos tiempos difíciles. Lo asombroso de los caminos de Dios, es que Dios tiene pleno control de todo lo que sucede, y está llevando a cabo Sus propósitos y tiene planes para tu vida, sin importar cómo llegaste a esa situación que estás atravesando.

Y regresando a la historia, vemos que Noemí y su familia habían dejado de lado la voluntad de Dios, huyeron del hambre, de Belén hacia Moab. Y Dios inmediatamente empezó a crear circunstancias que los trajeran de regreso a Belén. Estas circunstancias, por muy dolorosas que fueran, eran una expresión del amor de Dios hacia esta familia y su compromiso con esta familia. 

Y podrías decir, «esa es una forma extraña de demostrar amor, es una forma inusual de mostrar Su compromiso con ellos». Pero Dios sabía exactamente lo que era necesario para que esta familia regresara a casa.

De esa misma manera, Dios sabe exactamente lo que necesita tu vida para ser moldeada, santificada y conformada a la imagen de Cristo. Algunas veces las circunstancias son el resultado de tu pecado. En otras ocasiones son el resultado de vivir en un mundo caído, donde las enfermedades y la muerte son una realidad. A pesar de esto, Dios está obrando y expresando Su amor.

Esas circunstancias difíciles en las que nos encontramos son diseñadas por Dios para traernos de regreso a casa, nos llevan a arrepentirnos de nuestras malas decisiones, y nos llevan a ver menos atractivo el lugar donde nos encontramos, y nos permiten ver que nuestro hogar es el mejor lugar donde podemos estar. 

En esos tiempos puede venir la tentación de ver esas circunstancias como si vinieran de la mano de un Dios airado, en vez de ver todo esto como parte del amor y la misericordia de Dios al crear estas circunstancias en nuestras vidas.

Vamos a ver dos cosas que trajeron de regreso a Noemí a Belén. La primera la veremos el día de hoy y la segunda el día de mañana.

La primera fue la mano disciplinaria de Dios. Noemí tuvo que llegar a ver, al igual que nosotras, que las circunstancias a las que se enfrentaba no eran un castigo, eran entrenamiento y enseñanza. Ese es el propósito de la disciplina.

Cuando estamos en tiempos de adversidad, presión y problemas, la pregunta más importante no es, «¿por qué me está sucediendo esto?», sino más bien, «¿qué quiere enseñarme Dios a través de esta circunstancia?»

A menudo, lo que Él quiere enseñarnos está relacionado con algún área en la que nos hemos desviado y necesitamos ser restauradas. 

Necesitamos que nuestro corazón vuelva a casa. Podemos haber estado ciegas a nuestra necesidad o a nuestro fracaso, y Dios quiere abrir nuestros ojos para enseñarnos.

En este caso, la muerte de Elimelec no fue suficiente para que Noemí volviera a casa. Ella continuaba en Moab. Tal vez pensó, «no estoy tan solaNo puedo hacer ese viaje de regresoHe hecho amigas aquí. Pienso que mejor me quedaré aquí». No sabemos lo que pensó, pero sí sabemos que Dios sabía exactamente lo que se necesitaría para llevarla de vuelta a su país de origen.

Hemos visto que Noemí se quedó en Moab lo suficiente como para que sus hijos tomaran esposas de entre las mujeres moabitas. No estaba expresamente prohibido por Dios que los judíos se casaran con moabitas. Ellos sí tenían prohibido casarse con cananeas.

Dios no había dicho que no podían casarse con moabitas, pero había advertido a Su pueblo: «Si te casas fuera de tu fe, es probable que seas arrastrado por la idolatría y por las religiones paganas».

Así que esta fue definitivamente una elección insensata, fue falta de sabiduría por parte de esos jóvenes. Y a propósito, aplicando esto a las madres, cuando llevas a tus hijos a vivir en el sistema del mundo, cuando permites que estas cosas entren en tu hogar y llevas a tu familia a pensar y practicar las cosas del mundo, no te sorprendas que tus hijos crezcan atraídos por las cosas terrenales y no por las cosas espirituales y eternas.

Al parecer, los dos hijos de Noemí estaban lo suficientemente cómodos en Moab como para decidir establecerse allí y tener sus esposas. Madres, esto es algo que deben enseñar a sus hijos e hijas -–la falta de sabiduría o insensatez que hay en casarse fuera de su fe, en yugo desigual y cómo muchos han hecho naufragar su propia fe por casarse con una persona que no tiene un corazón para Dios.

En este caso en particular, los hijos de Noemí perdieron sus vidas. Pero quiero que veas que aun esto es un acto de la misericordia de Dios. ¿Qué era lo que Dios quería hacer? Él estaba tratando de llevar a Noemí y a su familia de regreso a casa, de regreso al lugar de obediencia, y no solo por el bien de ellos.

Dios tenía un plan mayor, un propósito mucho más grande que tenía que ver con la redención. Se trataba del Mesías. Todo apuntaba a una línea familiar de santidad y pureza que Dios quería crear para traer la salvación al mundo.

Recordemos que Dios tiene propósitos mayores que mi comodidad y mi bienestar. Debo estar dispuesta a rendirme para que Dios cumpla Sus propósitos, sin importar el costo que tenga en mi propia vida.

Cuando los hijos de Noemí murieron, ella quedó en una situación en la que ya no tenía heredero para el nombre de su esposo. La línea familiar se detuvo. 

No había forma en la que esos nombres tuvieran continuidad. No había manera en la que su herencia fuera garantizada. Estas dos cosas, la herencia y el nombre de la familia, y las tierras de la familia, eran muy importantes en la cultura judía.

Noemí lo perdió todo. Alguien ha dicho que un buen resumen de esta parte de la historia, es que el pecado te lleva más lejos de lo que quieres ir, te retendrá más tiempo del que quieres quedarte y te costará más de lo que quieres pagar.

Así que en la vida de Noemí, vemos que ella experimentó el dolor y la pérdida. Vemos que las decisiones tienen consecuencias. A veces son nuestras consecuencias y otras tenemos que sufrir las consecuencias de las elecciones equivocadas de otras personas. Pero a pesar de todo, Dios tiene propósitos en medio de todo esto.

El objetivo de Dios es restaurar. Su meta es construir una línea familiar, un legado piadoso, una herencia santa. Noemí pensó que lo había perdido todo, y parecía que así era.

Me pregunto si alguna vez te has encontrado en una posición, en un momento dado en tu vida, en la que parecía que por tus propios fracasos o por los fallos de algún miembro de tu familia, ya no había posibilidad de tener una línea familiar piadosa.

Tal vez has pensado: simplemente no podemos ser una familia piadosa. De la misma manera, parecía que toda esperanza se había perdido en el caso de Noemí. Pero esta es la historia de cómo Dios toma una línea familiar destruida, impía, con decisiones equivocadas, muchos fracasos, y la redime para que se convierta en una línea familiar que llevaría a Cristo.

Hay esperanza para tu familia. Eso implica que tienes que estar dispuesta a abrazar las circunstancias que Dios utiliza para restaurarte. Pueden ser dolorosas. Pueden traer lágrimas. Pueden implicar incluso a veces algo tan severo como la muerte. Pero recuerda que siempre es una expresión del amor de Dios, que esas circunstancias en nuestras vidas son en realidad expresiones de Su misericordia, que están destinadas a nuestra instrucción.

Eso no significa que los resultados de nuestras decisiones sean culpa de Dios. Vivimos en un mundo caído, donde hay pecado, y recibimos las consecuencias de esto. Pero significa que cuando nosotras pecamos, u otros pecan contra nosotras, o cuando enfrentamos circunstancias y situaciones difíciles en la vida que parecen estar fuera de control, aún ahí Dios gobierna, Él gobierna sobre todas las circunstancias.

Pienso en una joven mujer que conozco que perdió a su padre a la edad de ocho años, y cuando era adolescente su hermano fue asesinado. Cuando estaba en la universidad, un día antes de regresar a casa para las vacaciones de Navidad, un hombre entró a su apartamento y la asaltó –una terrible y horrible experiencia.

Parecía que había una cosa tras otra en la vida de esta joven. Bueno, han pasado unos doce años desde ese último episodio, y si pudieras conocer a esta joven ahora, dirías que por muy difíciles y dolorosas que fueron las circunstancias que llegaron a su vida –sobre las cuales ella no tuvo ningún control– ahora miras a esta mujer y dices: «Aquí hay una joven que conoce a Dios».

Esta joven ha sido instruida en los caminos de Dios. Hay una libertad y una fragancia que ha surgido en ella como resultado de algunas de las circunstancias difíciles y dolorosas que ha atravesado en su vida.

Dios usa la aflicción con el propósito de disciplinar y corregir. Vemos esto en Hebreos capítulo 12, aquí el autor del libro se dirige a los creyentes que están atravesando persecución y tiempos difíciles por causa de su fe. Les da palabras de aliento, y les exhorta: «Consideren, pues, a Aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Él mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón». De hecho, continúa diciendo: «Porque todavía, en su lucha contra el pecado, ustedes no han resistido hasta el punto de derramar sangre» (Heb 12:3-4).

Así que mantén tus ojos en Jesús, pon tus ojos en Cristo. Más adelante, el escritor de Hebreos nos brinda una perspectiva más amplia acerca de la disciplina de Dios. Nos dice en el capítulo 12 versículo 5: «Además, han olvidado la exhortación que como a hijos se les dirige». 

Es muy cierto que existen momentos en la vida donde necesitamos palabras de exhortación. (Así como vimos en el capítulo 1 de Rut, donde Noemí se encontraba en un momento en el que necesitaba de estas palabras). Algunas de ustedes también necesitan una palabra de exhortación para lidiar con las diversas circunstancias que están atravesando en sus vidas. El escritor de Hebreos dice aquí: «Has olvidado algo y necesitas que te lo recuerden».

Veamos a continuación esas palabras de exhortación en Hebreos 12:5-6, esta es una porción que también se encuentra en el Antiguo Testamento, y dice: «Hijo Mío, no tengas en poco la disciplina del Señor, ni te desanimes al ser reprendido por Él. Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo».

Esto significa que la disciplina es una expresión del amor de Dios. Quizás se lo has dicho a tus hijos, «estoy haciendo esto porque te amo». Y no es una tarea fácil, disciplinar no es algo sencillo, pero como madre sabes esto, que cuando amas a tus hijos, los disciplinas. (Esto lo vemos también en Proverbios 3:11-12).

La Escritura nos está diciendo aquí en Hebreos 12, que tenemos un Padre amoroso que disciplina a Sus hijos, y esta disciplina es una expresión de Su amor. Dice que Él disciplina a todo aquel que ha aceptado como a un hijo.

Cuando llegas al versículo 8, dice, «a todos sus hijos disciplina», todo hijo de Dios. De hecho, el hecho de que experimentes aflicción, corrección y disciplina es una evidencia de que eres una hija de Dios.

Si no has experimentado la disciplina en tu vida, sería bueno que te preguntes, «¿soy una verdadera creyente?», porque las Escrituras nos dicen que Dios disciplina a todo aquel que ha recibido como hijo.

Tú no disciplinas a los hijos de tu vecino, disciplinas a tus propios hijos; y Dios disciplina a Sus hijos. Si somos una de Sus hijas, vamos a experimentar Su disciplina.

Ahora, este pasaje nos enseña cómo debemos responder en esos tiempos de disciplina. Dice en el versículo 7, que es para su corrección que sufren la disciplina. No dice cuál es la razón por la que se encuentran en esa dificultad. 

No dice que la corrección fue el resultado de algún pecado personal o el pecado de otra persona. En cierto sentido no importa, Él dice: «Estás sufriendo y es difícil. ¡Soporta la disciplina! Acéptala, no huyas de ella. No la resientas. No la resistas, permanece firme».

Resistir sugiere que hay un largo recorrido involucrado. Significa que existe una carrera que no es de velocidad sino a campo traviesa. Esta es una forma distinta de responder. 

Eso me recuerda una caminata que hice con una amiga que me pidió que nos fuéramos a hacer senderismo. Fuimos a una montaña cercana y no pudimos tomar la ruta más fácil ya que estaba en construcción y esa parte estaba cerrada. Así que rodeamos la montaña por detrás, e hicimos lo que yo no consideraría como senderismo. Yo diría que fue más bien una escalada de montañas.

A mitad de camino estábamos sofocadas, y algunos de nosotros nos preguntábamos si sobreviviríamos a esa penuria. Mirábamos lo que faltaba y esperábamos que fuera la cima y decíamos: «Parece que hay un cielo ahí arriba». Pero en el proceso de llegar desde abajo hasta la cima, hubo dificultades. Había necesidad de resistir.

Continuamos en el versículo 9, pero permítanme comenzar desde el inicio del versículo 7: 

«Es para su corrección que sufren. Dios los trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si están sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces son hijos ilegítimos y no hijos verdaderos. Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos?» (Heb 12:7-9).

¿Cuál debería ser nuestra respuesta? No solo resistir, perseverar, sino también respetar a Dios en ello, y rendirnos a Él si queremos ser vivificadas a través de esa disciplina. Someternos a Él. Esto es lo que les dices a tus hijos cuando los disciplinas.

Sométete a la instrucción. Sométete a la disciplina. Rinde tu voluntad. Cuando disciplinas a tus hijos, si es una disciplina efectiva, los llevarás a un lugar en el que sabes que su voluntad será quebrantada.

Y Dios pone disciplina en nuestras vidas hasta que nuestra voluntad sea quebrantada, dejemos de patalear y de resistirlo, y donde seamos dóciles, mansas y tiernas en Sus manos.

Dice en el versículo 10: «Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía», nuestros padres terrenales, «pero Él (Dios) nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de Su santidad».

Esto se refiere al propósito de Dios con todo esto. Es importante que lo mantengas en mente cuando atravieses por la disciplina. ¿Cuál es la meta de Dios?

Sabemos que ¡es para nuestro bien! Es para nuestra bendición, para nuestro beneficio. Y el propósito final es que podamos ser partícipes de Su santidad.

Dios está comprometido en hacer que tú y yo seamos más como Jesús. Y eso implica un proceso, porque no empezamos así. Hay tanto en mi corazón, en mi actitud, en mi forma de tratar a las personas, hay tantas cosas en mi forma de responder a la vida que no reflejan el carácter de Cristo.

Entonces, ¿qué hace Dios? Envía dificultades. Y esas dificultades pueden tomar muchas formas diferentes. Pueden ser las pequeñas cosas de la vida, las que nos hacen tropezar en el transcurso del día. Pueden ser crisis grandes y monumentales, pero el objetivo siempre será que lleguemos a ser partícipes de la santidad de Dios, que lleguemos a ser como Jesús.

Continuamos leyendo en el versículo 11: «Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza». Entonces, si no es dolorosa, no es disciplina. No nos importaría que Dios nos disciplinara si no nos doliera. Pero la naturaleza de la disciplina es que es dolorosa. No es placentera. Ninguna disciplina parece ser causa de gozo en el momento.

Tus hijos no te dirán, «quisiera ser disciplinado. Dame alguna dificultad. Quiero más tareas. Dame alguna reprensión». No pedimos disciplina. No es placentera, pero las Escrituras dicen que produce algo agradable. Algo que hace que merezca la pena toda esa dificultad. Él dice, «sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, después les da fruto apacible de justicia» (Heb 12:11).

Todo esto significa que esto no ocurre inmediatamente. No se ponen semillas en la tierra y de repente aparece una cosecha. Nos dice, «por un tiempo, tenemos que atravesar esta disciplina y luego producirá frutos».

Y podrías preguntarte, «¿por cuánto tiempo? ¿Qué tanto durará?» No lo sé. Tampoco tú lo sabes, pero conocemos a alguien que sabe, Dios lo sabe, y Él está diciendo: «¡Mantente firme! Persevera, resiste, no te desalientes, cobra ánimo, y recuerda que esto producirá frutos de justicia».

Tenemos la certeza de que si permanecemos, si estamos dispuestas a ser entrenadas por la disciplina y nos sometemos a ella, tendremos frutos apacibles de justicia.

Ahora bien, la disciplina no siempre tiene los resultados que nosotras esperamos. Si nos resentimos, si nos resistimos, si huimos, entonces tendremos la disciplina, pero no produciremos frutos apacibles de justicia.

Cuánto mejor es decir: «Sí, Señor. Acepto esto». Tal vez fuiste responsable de las consecuencias recibidas; o tal vez no fue tu culpa. Quizás fue alguien más que te llevó a este problema. Tal vez fueron circunstancias que no pudiste controlar, pero aún así decides tener un corazón enseñable que dice: «Señor, quiero llegar a conocerte a Ti y a Tus caminos a través de esta circunstancia. Me someto a esta disciplina. Estoy dispuesta a ser entrenada». Es entonces con esta actitud, que alcanzarás la promesa de que se producirán frutos apacibles de justicia y paz.

Mirarás hacia atrás y dirás: «Gracias, Señor. Tú sabías algunas cosas que yo no sabía. Tenías un plan en mente. Tenías el propósito de transformar mi vida conforme al carácter de Cristo. Gracias por todas las decisiones que tomaste, a pesar de lo dolorosas que fueron, como resultado ahora puedo tener una comunión y una intimidad contigo, que es más abundante y más dulce de lo que hubiera podido disfrutar sin la disciplina».

¿Estás pasando por algún tipo de disciplina en estos momentos? Pienso que todas podemos recordar algún tiempo en el que estuvimos ahí, pero me pregunto si hay alguien que esté pasando por algún tipo de disciplina ahora mismo. Sé que yo lo estoy. Incluso el desarrollo de Aviva Nuestros Corazones es una disciplina en mi vida. No está relacionada al pecado, no lo creo, pero es una expresión del amor de Dios y Su misericordia. Hay aspectos en los que Dios me ha puesto en un nuevo tipo de ministerio que son desafiantes, que son dolorosos.

La pregunta no es, «¿pasaré por estas cosas?» Porque la realidad es que va a haber dificultades. La pregunta que debes hacer es «¿realmente resistiré? ¿Someteré mi voluntad a la voluntad de Dios? ¿Soportaré la prueba? ¿Soportaré Sus propósitos, y dejaré que Dios me enseñe a través de la disciplina?»

¿Dejarás que Dios te enseñe en medio de la disciplina, las dificultades y los retos? En alguna situación con una persona, un inconveniente en el trabajo, o una circunstancia particular en la iglesia que ha sido muy dolorosa, y que no puedes entender, y te preguntas: «¿Qué hice para merecer esto?» Tal vez no hayas hecho nada. Realmente no necesitas la respuesta a esta pregunta, lo único que necesitas saber es que Dios tiene un propósito y un plan que es mucho más grande que tú. 

Es más grande de lo que puedes ver. Él lo está llevando a cabo. Él cumplirá Sus propósitos. Y cuando hayas sido probada, saldrás de ahí tan pura como el oro.

Annamarie: ¿Has visto el amor de Dios por ti en medio de la disciplina? ¿Confías en que Él tiene buenos y mayores propósitos aún en medio de la dificultad? Nancy DeMoss Wolgemuth te ha animado a reflexionar en estas cosas. 

Si te has alejado de Dios hoy es un buen día para volverte a Él, para acercarte a Él. Y si te encuentras en medio de una situación que no entiendes, pregúntale al Señor en oración, «¿qué quieres enseñarme a través de esto?» Aquí está Nancy para orar con nosotras.

Nancy: Padre, quisiera detenerme y agradecerte por Tu mano que nos disciplina. Usualmente no me gusta la disciplina, pero hoy te amo más a causa de ella. Sé que existen áreas en mi vida que son más parecidas a Ti hoy en día por causa de Tu disciplina en mi vida.

No me agrada precisamente la idea de más disciplina, pero estoy segura de que esto también es parte de la expresión de Tu amor, una expresión de Tu relación, de Tu compromiso conmigo. Señor, quiero en esos momentos de disciplina poder permanecer, someter mi voluntad a la tuya, ser enseñable, ser humilde y ser transformada a Tu imagen.

Y quiero orar por las hermanas que están enfrentando tiempos de aflicción o disciplina, quizás por sus propias decisiones erróneas, tal vez por las malas decisiones de otros. O quizás han sido circunstancias que vienen de Ti, con el propósito de conformarlas y moldearlas a la imagen de Cristo. ¿Alentarías sus corazones? ¿Les darías fortaleza? Ayúdales a mirar más allá de la disciplina y cosechar frutos apacibles de justicia y paz, como lo has prometido a aquellos que han sido entrenados en ella. ¡Oro en el nombre de Jesús, amén! 

Annamarie: Amén. Asegúrate de acompañarnos mañana para la continuación de esta serie. 

Conociendo el poder del amor redentor juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.

Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.

Nancy DeMoss Wolgemuth

Nancy DeMoss Wolgemuth ha tocado las vidas de millones de mujeres a través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y del Movimiento de Mujer Verdadera, llamando a las mujeres a un avivamiento espiritual y a la feminidad bíblica. Su amor por Cristo y por Su Palabra es contagioso y permea todos sus alcances, desde sus conferencias hasta sus programas de radio.

Ha escrito veintidós libros, incluyendo Mentiras que las mujeres creen y la Verdad que las hace libres, En busca de Dios (junto a Tim Grissom), y Adornadas. Sus libros han vendido más de cuatro millones de copias y están llegando a los corazones de las mujeres alrededor del mundo. Nancy y su esposo, Robert, radican en Michigan.

3-Un atajo

https://www.oneplace.com/ministries/aviva-nuestros-corazones/player/rut-el-poder-transformador-del-amor-redentor-dia-3-950187.html?ref=popout

Aviva Nuestros Corazones

Serie:  Rut: El poder transformador del amor redentor 

3-Un atajo

Annamarie Sauter: Tan a menudo vivimos pensando en nosotras mismas, que olvidamos el efecto que nuestras vidas tienen en las personas que nos rodean. 

Nancy DeMoss Wolgemuth: Tú y yo podemos ser un instrumento de ruina y destrucción para las vidas de quienes nos rodean, pero cuando elegimos obedecer a Dios, nuestras vidas pueden ser instrumentos de bendición y avivamiento.

Annamarie: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy: Hoy continuamos nuestro estudio del libro de Rut en el Antiguo Testamento. Ya hemos visto que Rut vivió en una era corrupta y caótica, cuando la mayoría de las personas a su alrededor estaban haciendo lo que les parecía bien a sus propios ojos. Suena familiar.

Y tú, ¿alguna vez te has encontrado con ganas de huir de la presión? Debo decirles que la otra noche recibí, en un período de veinticuatro horas, un par de correos electrónicos que simplemente detallaban mucho trabajo y crearon algo de presión en mi mente. Era tarde en la noche, y finalmente eché un vistazo a todo lo que sabía que estaría involucrado en el seguimiento de estos correos. Dije, creo que me voy a acostar, quizás si me voy a dormir al despertar mañana ya no esté todo este trabajo aquí.

De maneras pequeñas, pero también para algunas de nosotras en grandes maneras, la tentación en medio de la presión, del dolor, de los problemas, de los asuntos de la vida, es querer escapar. Bueno, te alegrará saber –a medida que nos adentramos en la historia de Rut– que no eres la única que se encuentra deseando correr y escapar de la realidad de la vida.

Estamos en el libro de Rut en el primer capítulo, seguimos en el versículo 1. Esta historia tuvo lugar en los días de los jueces, la era oscura de la historia de Israel; y la Escritura dice:

«Aconteció que en los días en que gobernaban los jueces, en Israel hubo hambre en el país. Y un hombre de Belén de Judá fue a residir en los campos de Moab consu mujer y sus dos hijos» (v.1) .

«Hubo hambre en la tierra». Ahora, cuando revisamos otros libros del Antiguo Testamento, particularmente el libro de Deuteronomio, encontramos que bajo el antiguo pacto, Dios prometió a Su pueblo que si lo obedecían serían bendecidos, y esa bendición vendría en forma material y de prosperidad física, la tierra sería fructífera, ellos serían fértiles, tendrían familias y la tierra produciría en abundancia.

Ahora, Dios nos bendice hoy de diferentes maneras, ya no promete ese mismo tipo de bendiciones. Pero para la nación de Israel, Dios les dijo que si lo obedecían, la tierra y sus mujeres serían fructíferas. Serían prósperos.

También les prometió que si desobedecían Sus leyes, habría consecuencias naturales y físicas de su desobediencia. Prometió que habría castigo y que vendría en forma de hambruna y escasez, opresión militar y diferentes formas en que serían castigados si desobedecían a Dios.

Ahora, el propósito de Dios al traer este tipo de consecuencias era que quería mostrar que Él era el que tenía el control de la tierra, que no eran los dioses paganos cananeos de Baal y Astarot quienes estaban a cargo de la tierra y controlaban la fertilidad, sino que Dios era el Señor y el dueño de la tierra, y Su propósito al traer el castigo era restaurar a Su pueblo y llevarlo a un lugar de obediencia. Dios sabía que cuando hubiera presión, el pueblo clamaría a Él y Él podría bendecirlos y enviarles Su misericordia.

Pienso en esa línea de Francis Thompson, El sabueso del cielo, donde Dios dice: «Todo lo que tomé de ti, lo tomé no para hacerte daño, sino para que tú lo busques en Mis brazos». Te das cuenta, cuando Dios envía una hambruna, ya sea una hambruna literal o una hambruna espiritual o una hambruna emocional en nuestras vidas, Su propósito no es arruinar nuestras vidas. Su propósito es abrir nuestros corazones y nuestras manos para recibir lo que solo Él puede darnos.

Ahora bien, en esos días hubo hambre en la tierra, por lo que sabemos que probablemente Dios estaba castigando a Su pueblo. Estaba tratando de restaurarlos y llevarlos a un lugar de obediencia. Se nos dice que en medio de esa hambre, un hombre de Belén en Judá, dejó Judá, dejó su tierra natal para irse a vivir al país vecino de Moab.

Ahora la palabra Belén significa «casa de pan», la palabra Judá significa «alabanza»; así que este hombre vivía en un lugar que significaba «casa de pan y alabanza». Ese mismo nombre muestra que el hambre era inusual en la tierra, que la norma era la fertilidad y la prosperidad, que Dios estaba enviando el hambre para castigar a Su pueblo.

Dios quiere, por cierto, que nuestras vidas sean casas de pan y alabanza; casas de plenitud; casas de abundancia. Puede que no siempre sea plenitud física, abundancia material, pero Dios quiere que nuestras vidas sean fructíferas, plenas.

Cuando desobedecemos a Dios, Él a menudo envía hambre a nuestros corazones y a nuestras vidas de alguna manera, para que veamos las áreas en las que lo hemos desobedecido. Es importante que en esos tiempos aceptemos que el hambre viene de la mano de Dios.

La Escritura dice que este hombre salió de Belén, de Judá, tomó a su esposa y sus dos hijos y se fue a vivir por un tiempo a Moab, el país vecino. Moab estaba aproximadamente a 97 km de Belén. Si te imaginas un mapa de Canaán, estaba al otro lado del Mar Muerto.

Los moabitas, como recordarás, eran descendientes de Lot, como resultado de su relación incestuosa con su hija mayor, de ahí venía esta nación. Los moabitas eran enemigos de los judíos. Había malas experiencias entre los moabitas y los judíos, pero este hombre sintió que el hambre era tan terrible en su tierra que decidió huir, escapar al pais vecino, a Moab. Eso fue lo que le pareció mejor en ese momento.

Ahora, ten en cuenta por qué Dios enviaba hambrunas en esos días; porque quería castigar a Su pueblo que le había desobedecido. Entonces, si la hambruna era el resultado de la desobediencia por parte del pueblo de Dios, ¿cuál era la solución para el hambre y la escasez? No era correr, era arrepentirse. Elimelec, este hombre judío, eligió correr en lugar de ser quizás un instrumento de avivamiento y llamar al pueblo de Dios al arrepentimiento, a días de oración y ayuno, a buscar al Señor.

Realmente, irse a Moab reveló falta de fe y que él no vio el propósito ni la mano de Dios en medio de esta situación. Creo que no hay duda de que debió haberse quedado donde estaba. Pero el lugar donde estaba parecía tan lleno de problemas que pensó que el lugar al que se dirigía sería la solución a sus problemas. Entonces, en lugar de quedarse donde estaba, en Belén, y arreglárselas con Dios, reunir a su familia y a los demás y buscar a Dios, reunió a su familia y se fue a otro país pensando que estarían mejor allí.

Lo que sugerimos aquí es que probablemente tenía la intención de quedarse solo por un corto tiempo. Dice que se fue a vivir por un tiempo, pero cuando llegamos al final del versículo 2, vemos que él continuó allí. Hizo un viaje corto pensando que volvería, pero tres de los cuatro que dejaron Judá y se fueron a Moab, nunca regresaron, terminaron quedándose en Moab, viviendo allí, plantando allí a su familia. Se encontraron con consecuencias aún peores de las que estaban tratando de escapar cuando llegaron a Moab.

Déjenme decirles que el camino a la destrucción y el camino a la amargura (vamos a ver a Noemí como una mujer que sabía mucho sobre la amargura), ese camino comienza cuando tratamos de escapar de las consecuencias que Dios ha diseñado para moldearnos, para santificarnos, para disciplinarnos. Cuando intentamos huir de esas circunstancias, nos encaminamos hacia algo mucho peor.

Recuerdo ese versículo del Salmo 55 donde el salmista dice: «¡Quién me diera alas como de paloma! Volaría y hallaría reposo. Ciertamente huiría muy lejos; Moraría en el desierto. (Selah) Me apresuraría a buscar mi lugar de refugio contra el viento borrascoso y la tempestad» (vv. 6–8).

¿Alguna vez deseaste que Dios te llamara a las regiones deshabitadas del mundo? Ahora, Señor, si pudiera ir a esta isla desierta donde no hay gente, donde no hay problemas. Bueno, hay días en los que solo queremos escapar de todo. En ese salmo vemos que David aprendió lo mismo que la familia de Noemí iba a aprender: la clave no es huir. La clave es enfrentar el problema, enfrentar la dificultad, encontrar a Dios dentro del problema y abrirnos camino hacia el ojo de la tormenta.

Muy a menudo, cuando estamos en tiempos de hambre, pérdidas, dificultades, privaciones, circunstancias que nos presionan, tal vez sea por nuestro propio pecado o los pecados de otros, pero la hambruna nos afecta a nosotros, y en lugar de buscar el rostro de Dios y preguntar por qué estamos en esta condición, lo que hacemos es mirar otros campos del mundo, otros países, otros lugares, y ponemos nuestro corazón en ese lugar.

A menudo creo que no es porque el mundo o el lugar al que corremos sea tan atractivo, sino porque el lugar en el que vivimos, la realidad del mundo en el que estamos se ha vuelto tan seca, y pensamos que tiene que ser mejor en otro lugar. Entonces, en lugar de enfrentar la verdadera causa de nuestra sequedad y llegar a la fuente del problema, hacemos lo que hicieron Elimelec y su familia. Hacemos lo que hizo el hijo pródigo, huimos a un país lejano.

Invariablemente, buscamos algún sustituto de lo que hemos perdido, pensando que si pudiéramos estar en una situación diferente, si pudiéramos mudarnos, si pudiéramos tener un conjunto diferente de circunstancias, entonces nos libraríamos de nuestros problemas. El problema es que cuando huimos de nuestros problemas, abandonamos la misericordia de Dios que Él quiso darnos en medio del hambre, en medio de nuestros problemas.

Nos decimos a nosotras mismas: «Es solo por un corto tiempo. Solo necesito un descanso. Solo tengo que alejarme un poco». ¿Entonces cómo hacemos eso? Bueno, Moab puede tomar muchas formas diferentes en nuestras vidas. Para mí, la otra noche fue simplemente irme a la cama. «Me iré a dormir y escaparé de todo esto». Ahora, no hay nada de malo en dormir cuando es hora de dormir, pero si estoy durmiendo para huir de la presión y de los problemas, voy a encontrar que realmente eso no resuelve mis problemas.

Algunas de nosotras corremos hacia la comida o al centro comercial –de compras; otras corremos a un trabajo, a una carrera. Es posible que en algún momento te hayas encontrado corriendo a una ubicación geográfica diferente. Quizás toda tu familia se muda solo para escapar de algunos problemas.

Todas nosotras a veces nos encontramos corriendo hacia nuestras amigas; y no hay nada de malo con los amigos, a veces pueden darnos consejos piadosos, pero a veces solo estamos tratando de conseguir a alguien que pueda sentir empatía, alguien que sienta compasión y alguien que sea un escape para nosotras de la realidad, de la dolorosa realidad de nuestras circunstancias.

Sé de mujeres que han corrido hacia las drogas, el alcohol, medicamentos recetados y eso se ha convertido en un escape. Están tratando de anestesiar el dolor, tratando de no tener que enfrentar la realidad de su hambre. Hay mujeres que han corrido a los brazos de un hombre pensando que ese es su lugar de escape. Quizás piensan que pueden salir del dolor de su matrimonio actual, del dolor de sus relaciones difíciles actuales para encontrar a alguien que sea comprensivo, cálido, que tenga un oído atento y que se identifique con su situación.

¿Qué están haciendo en realidad? Están corriendo hacia Moab. Huyendo del hambre, de su situación actual, de su matrimonio actual, de su entorno. Creo que esta es una de las razones por las que para las mujeres de hoy, incluidas las cristianas, son tan importantes las novelas románticas. Son un escape del dolor, del mundo real, de la vida real. Un escape a un mundo de fantasía, de sueños.

El internet ofrece muchos medios de escape, no solo para los hombres, sino también para las mujeres. Un medio para encontrar relaciones, atajos del dolor de las relaciones reales en este mundo, a relaciones en un mundo de fantasía. A menudo nos decimos a nosotras mismas: «No va a ser por mucho tiempo, solo voy a probar, solo voy a ver cómo se siente, solo voy a experimentar, solo voy a tener un pequeño alivio, será por un corto periodo de tiempo».

Probablemente eso fue lo que pensó Elimelec. Solo vamos a ir a Moab por un tiempo, mientras la presión aumenta. Regresaremos. Pero sabes qué, Elimelec nunca regresó, sus hijos nunca regresaron. Y muy a menudo, terminamos quedándonos en ese país lejano.

Di una conferencia recientemente y leí algunos de los comentarios de las mujeres que luego compartieron sobre temas importantes: la adicción y la esclavitud. No comenzaron siendo adictas al alcohol, a las pastillas para dormir o a la comida. ¿Qué sucedió? Pensaron que solo iban a escapar por un corto tiempo. Pero poco tiempo se convirtió en un largo tiempo, y ahora descubren que están encarceladas en su Moab. No pueden escapar, no pueden salir.

Ahora no tienen un corazón para Dios, no tienen un corazón para el pueblo de Dios. Y las consecuencias en Moab son mucho peores de las que estaban tratando de escapar mientras estaban en casa. Un lugar que a menudo pensamos que traerá alivio, libertad de la presión y de los problemas, termina convirtiéndose en un lugar de dolor aún mayor…y a veces incluso la muerte.

Es interesante que al leer esta historia se nos recuerda que cuando dejamos la voluntad de Dios, cuando dejamos el lugar que Dios ha diseñado para nuestra santificación, rara vez nos vamos solos. Dice que este hombre se fue y se llevó a su esposa y sus dos hijos con él. Invariablemente, tú y yo nos llevamos a otros con nosotras cuando dejamos la voluntad de Dios.

Puede que no tengamos la intención de herir a otros, pero nuestras decisiones sí afectan a los demás. De hecho, todo lo que tú y yo hacemos –nuestras actitudes, nuestras acciones, nuestras elecciones, todo lo que hacemos– afecta la vida de nuestra familia y de las personas que nos rodean. Ahora, sus vidas pueden arruinarse por nuestra desobediencia, o pueden ser bendecidas por nuestra obediencia. Pero nuestras vidas sí tienen influencia.

No pienses ni por un momento que las decisiones que tomas que parecen tan pequeñas e insignificantes no tienen nada que ver con quienes te rodean.

Me pregunto si Elimelec hubiera podido leer la historia que leímos y saber qué iba a pasar, qué le iba a pasar a su familia… Supongo que era un hombre que se preocupaba por su familia, los amaba. No creo que quisiera llevarlos a un lugar donde sus vidas fueran a ser destruidas, pero aparentemente no se detuvo a pensar en lo que esta decisión de huir podría significar para sus seres queridos, y ni hablar de lo que significó para su propia vida.

Tú y yo podemos ser un instrumento de ruina y destrucción para las vidas de quienes nos rodean, pero cuando elegimos obedecer a Dios, nuestras vidas pueden ser instrumentos de bendición y avivamiento.

Desafortunadamente, a menudo son los niños quienes se ven afectados por nuestras decisiones y quienes pagan las consecuencias.

A menudo me sorprenden las tarjetas de oración que las mujeres entregan en nuestras conferencias. Con frecuencia, las mujeres aparentemente no ven la conexión entre sus propias decisiones y dónde están sus hijos espiritualmente. He visto tarjetas en las que las mujeres decían: «Tengo esta esclavitud a algún hábito pecaminoso, un área donde no tengo autocontrol, por favor, oren por mí». Y luego, en la siguiente línea, dicen: «Oren por mis hijos que están viviendo vidas de inmoralidad abierta y latente». No están haciendo la conexión.

Al elegir vivir vidas que están fuera de control y no vivir vidas entregadas a Dios, han creado un entorno en el que es más fácil para sus hijos avanzar en su pecado y en sus estilos de vida destructivos.

Creo que una de las cosas que hace que esto sea más desafiante –era cierto entonces y es cierto hoy– es que hay tan poca diferencia medible en esta era, entre Moab, el país pagano, e Israel, donde vivía el pueblo de Dios. El pueblo de Dios había caído tanto en los caminos del mundo, que no creo que Moab realmente pareciera tan lejano desde un punto de vista espiritual.

Moab era un lugar pagano e idólatra que ofrecía sacrificios de niños. Allí se practicaba una religión malvada, pero los judíos estaban haciendo muchas de las mismas cosas.

Así que hoy, cuando las iglesias se vuelven tan parecidas al mundo, cuando nos mudamos a ese país lejano, ese lugar de escape y huida, muchas veces no pensamos que sea tan importante. No nos damos cuenta de cuánto nos hemos alejado de los caminos de Dios.

Ahora, la sugerencia aquí es que Elimelec tomó a su familia y los condujo a Moab; eso plantea la pregunta: ¿Qué pasa si tu esposo los lleva a ti y a su familia por un camino equivocado? ¿Fue Noemí parcialmente responsable aquí? ¿Quién tuvo la culpa y qué debe hacer una esposa si su esposo dice: «Vamos a Moab»?

Permítanme hacer varias sugerencias que no surgen directamente de este texto, sino a modo de aplicación. Creo que la primera es asegurarte de que tu conciencia esté tranquila como esposa.

Hay algunas cosas que no se cuentan en esta historia. No sabemos, por ejemplo, ¿influyó Noemí en Elimelec para que fuera a Moab? ¿Fue idea suya? Como Sara diciéndole a Abraham que tomara a Agar para resolver el problema de cómo tener hijos.

¿Era Noemí tan miserable e infeliz y llorona que Elimelec dijo: «Nos vamos de aquí. No voy a aguantar más a esta mujer quejumbrosa. Vamos a Moab»? No lo sabemos.

¿Tenía miedo Noemí? ¿No estaba contenta? O tal vez ninguna de las opciones anteriores. Cuando vio que su esposo estaba a punto de tomar una decisión equivocada, ¿se acercó a él? ¿Oró por él? ¿Lo animó a considerar las consecuencias? ¿Cuál fue su actitud? ¿Oró para que Dios cambiara su corazón?

¿Fue una víctima o fue parcialmente responsable de esa decisión?

Aquí está el desafío: cuando veas a alguien en una situación difícil, en un matrimonio difícil, por ejemplo, no asumas que conoces todos los hechos.

Veo algunos matrimonios y escucho a una de las partes contar la historia y pienso: «¡Oh! ¡No puedo creer que esa esposa haya tenido que aguantar esa situación dentro de ese matrimonio!» Pero el hecho es que no conozco todos los detalles.

No sabemos si Noemí fue culpable o no.

Ahora, al fin de cuentas, ya sea que ella fuera inocente o culpable, todavía había gracia disponible. Pero primero, como esposa, asegúrate de que tu conciencia esté limpia, ten cuidado cuando saques conclusiones sobre los tratos de Dios en la vida de otras personas. Puede parecernos muy obvio que alguna esposa es la parte inocente, pero el hecho es que no lo sabemos. No sabemos qué sucede detrás de las paredes de una casa.

He escuchado tantas historias en las que escuché por primera vez el lado de uno de los involucrados y pensé que la culpa era del otro. Entonces escuché al otro, y pensé que el primero tenía la culpa. La verdad a menudo se encuentra en algún punto intermedio, rara vez tenemos todos los hechos.

Así que asegúrate de que tu conciencia como esposa esté limpia, que hayas tenido una actitud piadosa, un espíritu correcto, que no sea tu desobediencia lo que contribuya a que la familia vaya en la dirección equivocada, que tu esposo no esté reaccionando a tus sentimientos, lloriqueos, tus miedos, tu descontento. He visto a maridos sacar a sus familias del ministerio, de la iglesia, de la voluntad de Dios, como reacción a la actitud de una esposa quejumbrosa.

Y él parece el malo. No digo que no tenga sus propios problemas, solo digo, como esposa, si tu familia va en la dirección equivocada, asegúrate de que no fue tu pecado lo que contribuyó, incluso en una pequeña parte, a esa decisión.

Entonces recuerda que Dios no te hace responsable por el pecado de tu esposo, Dios te hace responsable de tus elecciones, de tu pecado, de tus reacciones, de tus respuestas, recuerda que puede haber ocasiones en las que tengas que seguir a tu esposo a una situación que tal vez no sea la voluntad ideal de Dios para tu familia. Cuando lo hagas, por obediencia a Dios y a tu esposo, puede haber ocasiones en las que tengas que sufrir consecuencias con el resto de tu familia por la decisión equivocada de otra persona.

Digamos que tu esposo hace un cambio de carrera o una reubicación geográfica y no se hace dentro de la voluntad de Dios y tienes que mudarte con él. Puedes terminar con tu esposo en Moab sin ningún pecado propio, sino teniendo que seguirlo y experimentar algunas de las consecuencias de sus decisiones incorrectas.

Ahora, ¿qué pasa cuando terminas ahí? Recuerda que no puedes controlar sus decisiones. No puedes controlar sus elecciones, pero aún puedes estar bien con Dios. Todavía puedes tomar decisiones correctas en términos de tus reacciones, tus respuestas.

Cuando tu esposo te lleva a esa situación, y por cierto, esto puede ser en ambos sentidos; porque muchas esposas toman decisiones equivocadas que también afectan a los maridos. Somos un ministerio de mujeres y por eso hablamos a las mujeres. Cuando tu esposo toma, como lo hará a veces, decisiones incorrectas, tú puedes responder de una manera piadosa.

No puedes culpar a tu esposo y sus decisiones, de tus respuestas incorrectas (tus quejas, tus críticas). Eres responsable de tus elecciones, de cómo respondes a esa situación.

Así que aquí tenemos a un hombre que tomó una decisión y una esposa que lo siguió. Si ella fue parte de esa decisión o no, no lo sabemos. Incluso si fue víctima de la decisión equivocada de su esposo, llega el punto en esta historia cuando tiene que asumir la responsabilidad de su propia vida y regresar a Belén. Ella no tiene que pasar su vida prisionera de sus malas decisiones. Llega un momento en que ella puede, en nombre de su familia, arrepentirse, regresar a Judá, dejar Moab y tomar las decisiones correctas.

Eso nos dice que tú y yo podemos tomar decisiones correctas y piadosas independientemente de nuestro pasado, independientemente de lo que hayamos hecho o de lo que nos hayan hecho, podemos tener una relación correcta con Dios. Independientemente de dónde se encuentra espiritualmente tu familia, independientemente de si tu esposo camina con Dios o no, tú puedes caminar con Dios.

Incluso si tu esposo te lleva a Moab y lo sigues por obediencia a Dios y reverencia a tu esposo, puedes tener una relación íntima, personal y correcta con Dios. En última instancia, mientras esperas en el Señor y te rindes a Él, en plena confianza de lo que Él hará contigo, vas a experimentar lo que finalmente experimentó Noemí, y ese es el gozo de la restauración, viendo que Dios realmente puede sacar bien del mal.

La Escritura dice que Dios hará incluso que la ira de los hombres lo alabe, que las decisiones equivocadas de otros que afecten nuestras vidas puedan, en última instancia, convertirse en decisiones que glorifiquen a Dios, si estamos dispuestas a mantener nuestro lugar, a tomar nuestro lugar ante el Señor con humildad y obediencia y decir: «Señor, yo elijo, independientemente de las decisiones que tomen otras personas, elijo caminar contigo y confiar en Ti, Tu presencia y tu provisión me bastarán en este lugar».

Annamarie: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando que cada una de nosotras es responsable de sus decisiones. Y tú, ¿cuál es tu «Moab»? ¿Buscarás hoy al Señor? 

Muchas veces no hacemos las preguntas correctas, y esto es clave para obtener respuestas correctas. Mañana Nancy te hablará acerca de esto. Ahora, ella regresa con unas últimas palabras.

Nancy: Me pregunto si viene a tu mente alguna situación en la que otra persona haya tomado una decisión equivocada y haya afectado tu vida; quizás tu marido…o tus padres, quizás sea un jefe, o el pastor de tu iglesia, y terminaste experimentando algunas consecuencias debido a las decisiones equivocadas de otra persona.

¿Reconocerías la verdad de que es posible que Dios te conceda vivir una vida piadosa y caminar con Él incluso en medio de esas circunstancias? Si has estado resentida y resistiéndote, lloriqueando, quejándote, amargada, hablando mal de otra persona por las decisiones que ha tomado, ¿te arrepentirías ahora mismo en tu corazón y dirías, «Señor, no es solo su pecado, es también el mío. Así es como respondí. Así es como he reaccionado en mi espíritu, mis palabras, mis acciones… No he esperado en Ti . No he confiado en Ti? ¿Le pedirías perdón a Dios por tus reacciones incorrectas, o por cualquier parte que pudiera haber contribuido a esa decisión equivocada? No puedes elegir por otra persona, pero puedes elegir caminar con Dios.

Señor, ¿comenzarías incluso en este momento a derramar Tu gracia y a crear circunstancias para lograr la restauración de las mujeres que pueden estar en un Moab hoy porque alguien más tomó una decisión incorrecta? ¿Les darías un sentido de esperanza y fe en que todavía tienes el control y que vas a hacer que estas circunstancias funcionen para su bien supremo y para Tu gloria? Oro por el amor de Jesús y en Su nombre, amén.

Annamarie:Conociendo el poder del amor redentor juntas, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.

Todas las Escrituras son tomadas de la Nueva Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.

Nancy DeMoss Wolgemuth

Nancy DeMoss Wolgemuth ha tocado las vidas de millones de mujeres a través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y del Movimiento de Mujer Verdadera, llamando a las mujeres a un avivamiento espiritual y a la feminidad bíblica. Su amor por Cristo y por Su Palabra es contagioso y permea todos sus alcances, desde sus conferencias hasta sus programas de radio.

Ha escrito veintidós libros, incluyendo Mentiras que las mujeres creen y la Verdad que las hace libres, En busca de Dios (junto a Tim Grissom), y Adornadas. Sus libros han vendido más de cuatro millones de copias y están llegando a los corazones de las mujeres alrededor del mundo. Nancy y su esposo, Robert, radican en Michigan.

Escogidos en Cristo

Momento de Gracia

John MacArthur

Escogidos en Cristo

En la voz de Henry Tolopilo

Lo que más necesita la gente es la verdad –una relación dinámica e informada con la Palabra de Dios. En un mundo caótico cegado por la incredulidad, tradición, el misticismo y error doctrinal, la Palabra de Dios penetra todo esto y proveé respuestas. Sintonize “Gracia a Vosotros” para escuchar una enseñanza clara, práctica, versículo a versículo, impartida por el Pastor John MacArthur.

https://www.oneplace.com/ministries/momento-de-gracia/

Amando a Cristo

Momento de Gracia

Jhon MacArthur

Amando a Cristo

En la voz de Henry Tolopilo 

Lo que más necesita la gente es la verdad –una relación dinámica e informada con la Palabra de Dios. En un mundo caótico cegado por la incredulidad, tradición, el misticismo y error doctrinal, la Palabra de Dios penetra todo esto y proveé respuestas. Sintonize “Gracia a Vosotros” para escuchar una enseñanza clara, práctica, versículo a versículo, impartida por el Pastor John MacArthur.

https://www.oneplace.com/ministries/momento-de-gracia/