Cuando no me quieren en mi iglesia | Jairo Namnún

Cuando no me quieren en mi iglesia

Jairo Namnún

“Tengo un año en mi congregación, y al conocer las doctrinas de la gracia he ido viendo muchas, muchas cosas que no están conforme a lo que veo que enseña la Biblia. Al principio me escuchaban más en la iglesia, pero últimamente ya no me hacen parte. Me han enviado un par de escritos en contra del calvinismo. Y ahora tengo una reunión con el pastor…y no sé qué me va a decir”.

Aunque los detalles varían, esta es una conversación que he tenido docenas de veces. De hecho, difícilmente pase un mes sin que escuche de un caso como este. La “Nueva Reforma”, que no es más que la vieja Reforma llegando al Nuevo Mundo, está ocurriendo en gran parte en jóvenes que son despertados a las doctrinas de la gracia dentro de sus congregaciones, muchos de ellos conociendo verdaderamente el evangelio por primera vez. En muchos casos, esto los pone en una situación difícil: aman su iglesia, tal vez tienen años ahí, con posiciones de liderazgo, y ahora notan que hay errores (a veces graves) en la doctrina de su iglesia.

Esto trae consigo sus propia dificultades. Cuando un nuevo creyente se convierte en nuestras iglesias, o alguien nuevo recién llega, usualmente pasa por algún tipo de discipulado o adoctrinamiento. Empieza a conocer qué es lo que cree la iglesia y cómo se supone luce la vida cristiana. Pero este no es el caso con muchos de estos jóvenes. Ellos conocen lo que cree la iglesia, y ya han sido adoctrinados, pero ahora están en contra de lo que le enseñaron. Por tanto, usualmente demandan explicaciones y expresan desacuerdos, y no siempre de la mejor forma. Si ese es tu caso, o conoces a alguien que esté ahí, escribo esto para ti.

Razones pecaminosas
Lo primero que tenemos que observar es, ¿por qué no me quieren en mi iglesia? Aquí algunas razones pecaminosas de las que es necesario arrepentirse inmediatamente:

1) Orgullo. ¿Has notado por qué Pablo le dice a Timoteo que los pastores no deben ser nuevos creyentes? Porque se envanecen (1 Timoteo 3:6). Ya sea que por primera vez despiertes a la gracia, o que recién conozcas las doctrinas de la gracia, una actitud de orgullo es contrario al carácter de Dios.

2) Falta de amor. Aunque es uno de esos versículos muy mal usados, la verdad es que no podemos ignorarlo: el conocimiento envanece, pero el amor edifica (1 Cor. 8:1). El verdadero conocimiento lleva a amar a Dios y amar a los demás (cp. 1 Co. 8:2-13). Si eso no está ocurriendo, tenemos un grave problema.

3) Irrespeto pastoral. El mandato de la Palabra es a obedecer y sujetarnos a los pastores, colaborando en que lo hagan con alegría (Heb. 13:17). Si alrededor nuestro están ocurriendo cosas que no son sanas, nuestro espíritu va a estar inquieto. Pero cuando nuestra actitud es la de andar quejándonos por todo, criticando cada decisión o desmenuzando cada sermón, ya sea en nuestro corazón o aun públicamente, no solo ofendemos a los pastores que deben cuidar por nuestras almas: ofendemos al gran Pastor y Salvador (1 P. 2:25).

Si has pecado en cualquiera de estas formas (y realmente las tres son muestra de lo mismo: orgullo), más que pensar en irte a otra iglesia, necesitas ir donde el Señor en arrepentimiento e ir donde tu pastor y confesar tu pecado. Después de todo, el descanso para nuestras almas se haya en el yugo de humildad y mansedumbre de nuestro Señor (Mt. 11:29).

Cuando la fricción es mayor
Es posible que las circunstancias no sean remediables. Tal vez en el pasado pecaste contra tus líderes y ellos no quieran perdonarte. (O lo que es peor para ti, tú no les has pedido perdón ni les has perdonado). Es posible que no formes parte de una congregación cristiana y que quienes estén dirigiendo sean falsos maestros. O tal vez no sientes que tienes la fuerza o la influencia necesaria para luchar por los cambios. Si la fricción es tal que estás pensando cambiar de congregación, aquí algunas cosas a considerar antes de tomar en cuenta esta difícil decisión:

1) Ora por la situación. Es increíble cuánto más fácil se nos hace hablar de algo que orar por eso. Si no has orado por esta situación, deja de leer esto y vete a orar. No creas que con cinco minutos de oración ya basta: ora hasta que veas la nube del tamaño de una mano (1 Rey. 18:44). Es decir, hasta que veas a Dios actuando, aunque sea poco.

2) No actúes impulsivamente. ¿Recuerdas alguna buena decisión en la Escritura que haya sido tomada de manera impulsiva? Yo tampoco. Sí recuerdo la impulsividad de Pedro al cortar orejas y asegurar su fidelidad al Señor, y la de Jonás al discutirle al Señor por una matita, y la de Moisés al golpear la roca. ¿Notas el patrón? Mejor procura poner todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo (2 Cor. 10:5) y hacer tuya la actitud del salmista: “Esperé pacientemente al SEÑOR, Y El se inclinó a mí y oyó mi clamor” (Salmo 40:1).

3) Lee “Cuando es momento de dejar una iglesia”. Medita en su contenido. Ora lo que lees y preséntalo una vez más al Señor.

4) Busca consejo. Lo ideal sería que pudieras hablar con tus pastores de las dudas que estás sintiendo, aunque esto no siempre pueda ser así. Recomendaría tener mucho cuidado en la forma de conversar esto con otros líderes de la congregación, para no ser causa de división o piedra de tropiezo. Tal vez tienes algún amigo pastor (preferiblemente alguien que te conozca personalmente, no a través de las redes sociales), con quien puedes hablar tus cosas. Procura buscar consejos, no culpables. Busca ser honesto con tus faltas y no exagerar (mentir) en cuanto a la situación de tu congregación. Haz lo contrario a lo que hizo Roboam: presta atención a la sabiduría de la experiencia, no a tus contemporáneos (1 Rey. 12).

5) Busca un “suplente”. Si estás sirviendo en alguna posición, y entiendes que el Señor te está llamando a salir de esa congregación, procura encontrar a alguien a quien puedas entrenar para que te sustituya. Nadie es insustituible, pero es una muestra de amor a aquellos a quienes sirves el no dejar la mesa con tres patas. Sé que pueda parecerte contraproducente ahora mismo, y que lo que desees sea “llevarte a todo el que puedas contigo”, pero eso dejaría un muy mal testimonio del Cristo que profesas creer[1].

6) Reúnete con tu pastor. Esto no siempre es posible, pero es lo ideal. Recuerda las palabras del Apostol: “Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres” (Ro. 12:18). Así que, en cuanto dependa de ti, procura estar en paz. Además, es muy probable que tengas mucho qué agradecerle y aun que preguntarle antes de decidir salir.

7) Ora por la congregación. En medio de la dificultad y la ansiedad, usualmente nos ensimismamos tanto que olvidamos a los que están alrededor nuestro. Haz una nota mental (o anótalo en tu cuaderno de oración) de siempre orar por la congregación. Ora por los líderes, que sientan pasión por predicar al Dios verdadero. Ora por tus hermanos, que puedan conocer mejor a Cristo. Ora por las finanzas de la congregación. Ora porque el Señor pueda transformar completamente aquellas cosas que no le agraden. Si aun los corintios mostraron arrepentimiento al recibir la epístola de Pablo, lo mismo puede suceder en donde estés.

Yo sé que esta es una situación de gran dificultad y dolor. Pero es posible glorificar a Dios en medio de una iglesia donde no te sientes parte. Si has fallado ya, recuerda el evangelio, que no solo te perdona a ti, sino que te capacita para perdonar. Es mi oración que los días de escasas iglesias sanas queden en el pasado, hasta que nuestro Señor regrese pronto, y que jóvenes reformados puedan traer gloria a Dios en lo que eso ocurre.

[1] Si formabas parte de una secta o una congregación que predicaba abiertamente otro evangelio, es posible que no sea correcto preparar a un suplente, pues estarías colaborando con la propagación del reino de Satanás. Por eso la importancia de buscar consejo de alguien más maduro, puesto que un artículo pinta con un lápiz muy grueso, y la vida requiere de trazos más finos.

Jairo Namnún sirve como pastor plantador de la Iglesia Piedra Angular en República Dominicana, y tiene estudios en el Southern Baptist Theological Seminary (MATS, M.Div). Está casado con Patricia y tienen tres hijos. Puedes encontrarlo en Twitter.

Divisiones en la iglesia | Jairo Namnún

Divisiones en la iglesia

Jairo Namnún

Imagina una iglesia en una ciudad importante, repleta de nuevos creyentes y con varios pastores en medio de ellos. Resulta que esta congregación tuvo un pastor “plantador”. Ese que llegó a arar el terreno y poner la semilla. El que llegó nuevo a la ciudad y presentó el evangelio y preparó a los primeros líderes. Pero resulta que con el tiempo llegaron otros líderes. Uno en específico, vino de otra congregación, mostrando sabiduría y poder. El pastor plantador ya se ha ido: está en otro lugar, plantando iglesias. Por supuesto, muchos lo extrañan. “Ay, las cosas eran diferentes antes”, dicen. Pero este otro impactante líder también tiene sus seguidores. “Por fin esta iglesia es lo que tiene que ser”.

Una división como esta debe causar muchos problemas dentro de la iglesia, ¿cierto? Quizás tú mismo has estado en una situación similar.

Ahora, no tenemos que imaginarnos una iglesia como esa: la tenemos en la Biblia.

“Así que yo, hermanos, no pude hablarles como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Les di a beber leche, no alimento sólido, porque todavía no podían recibirlo. En verdad, ni aun ahora pueden, porque todavía son carnales. Pues habiendo celos y discusiones entre ustedes, ¿no son carnales y andan como hombres del mundo? Porque cuando uno dice: “Yo soy de Pablo,” y otro: “Yo soy de Apolos,” ¿no son como hombres del mundo?”, 1 Corintios 3:1-4

El contexto de la división
La iglesia en Corinto tenía problemas serios. Uno de los problemas que se repite constantemente en la carta es este: la división. Pablo fundó la iglesia en Corinto poco después de su visita a Atenas (Hch. 18:1-17), y estuvo entre ellos no menos de un año y seis meses (Hch. 18:11). Aparentemente, Priscilla y Aquila estuvieron con él por algún tiempo en esta plantación (Hch. 18:3-5). Esta misma pareja es aquella que se encuentra con e instruye a Apolos un poco más adelante en Éfeso (Hch. 18:26), quien tenía una presencia imponente en la iglesia, por su elocuencia y su habilidad del manejo del Texto. Es la iglesia en Éfeso –en la cual estaban Priscilla y Aquila– quienes motivan a Apolos a que fuera a Corinto (Hch. 18:27-19:1. Corinto era la capital de la provincia de Acaya). Éste predicador estuvo entre los corintios por algún tiempo después de Pablo, enseñando y alentando a la congregación, y sin duda algunos lo prefirieron a él antes que al apóstol Pablo. Otros evidentemente se quedaron con el recuerdo de Pablo y preferían al apóstol que a este predicador.

Problemas entre ovejas
Desde aquí podemos ver que entre Pablo y Apolos no había división. Pablo plantó la iglesia, compañeros de ministerio de Pablo instruyeron a Apolos, y Apolos fortaleció a la iglesia en Corinto. Lo que es más, en la misma Carta a los Corintios (1 Co. 16:12) vemos que Pablo y Apolos mantenían una constante relación. La Biblia no presenta ningún tipo de problemas entre estos líderes. El problema era entre las ovejas.

Sin duda, en algún momento todos hemos pasado por una situación similar, donde preferimos la manera de un líder hacer las cosas por encima de la del otro. Pero en Corinto no era algo esporádico: ellos tenían divisiones reales y profundas. Pareciera ser que no era solo un asunto de preferencias, era ya de jactancias (1 Co.3:21-23). Que los que habían conocido a Cristo por Pedro o por Pablo o por Apolos pensaban que su fidelidad a estos hombres los hacía de alguna manera superior a los demás. Quizás algunos admiraban y se gloriaban en que Pedro era uno de los 12 apóstoles y era un hombre de acción; quizás otros se mofaban en el conocimiento y los milagros de Pablo; quizás los otros pretendían de que su maestro Apolos era como pocos en su elocuencia. Y otros se consideraban mucho mejor que los demás, pues su Maestro Cristo era como ningún otro. (Es muy posible que estos últimos, “los de Cristo” se jactaran en que no tenían que hacer caso a ningún hombre porque ellos eran siervos solo de Cristo). Debía ser bastante incómodo pastorear esta iglesia.

¡No sean carnales!
Este pasaje de 1 Corintios es uno que de diversas formas hoy es malinterpretado. De seguro lo has visto: dices que te gusta algún maestro o que sigues alguna enseñanza, y casi de inmediato alguien dice “¡Cuánta carnalidad! Yo no sigo a hombres, ¡yo soy de Cristo!”. O tal vez presentas con gracia y verdad lo que enseña la Palabra sobre algún falso maestro y la persona te responde “¡Yo sé muy bien a quién sigo. Yo soy de los de Fulano! Tu porque eres de los de Mengano te crees eso”. También lo oyes como “dices eso porque eres de los calvinistas. Yo soy cristiano, no arminiano ni reformado ni nada de eso”.

Esta mentalidad pasa por alto que la fiebre no está en las sábanas. Pocos hombres han influido tanto en mi vida espiritual como Miguel Núñez. Yo amo la retórica de C.S. Lewis. Respeto profundamente el testimonio del pastor MacArthur. Soy miembro gozoso de la iglesia que pastorea C.J. Mahaney. Y de más está decir que siento una profunda deuda y gratitud hacia el pensamiento de Juan Calvino. Tú de seguro tendrás tus propios nombres que poner ahí. Eso no nos hace carnales, tanto como tampoco serían carnales los corintos (1 Co. 11:1), los filipenses (Fil. 3:17), ni los tesalonicenses (1 Tes. 1:6). Ellos eran seguidores de Pablo, y al serlo, estaban siendo obedientes al Señor.

El problema de la división no es que nos guste lo que alguien tenga que decir. Es que encontremos nuestra identidad en ese alguien. Es que, al menos en la práctica, consideremos lo que diga esa persona como de igual peso a lo que enseña la Biblia. Es que nuestra gloria sea el ser seguidor de esa persona. Que nuestra jactancia sea haber sido enseñados por algún hombre. Esto lleva entonces a que haya “celos y discusiones entre (n)osotros”, porque cada uno representa a un “partido”. Esto es lo normal en el mundo, pero en la iglesia, todos somos de Cristo (1 Co. 3:23), y Pablo y Apolos y Priscila y Aquila y Núñez y MacArthur y Mahaney y Calvino son nuestros (1 Co. 3:22).

En contra de las divisiones
Podemos tener nuestras preferencias. Sin duda tendremos predicadores favoritos. Y en nuestra misma iglesia, tendremos pastores que apreciamos y admiramos más que otros. Simplemente, esa es la vida debajo del sol.

Pero que la palabra o la preferencia de ninguno de esos pastores se comparen a la Palabra del gran Pastor. Que entre nosotros no haya ni rastros de “celos y discusiones”. En la iglesia, procuremos unidad. Lo demás es carnalidad e inmadurez.

“¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo? Servidores mediante los cuales ustedes han creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento”, 1 Corintios 3:5-6.

Jairo Namnún sirve como pastor plantador de la Iglesia Piedra Angular en República Dominicana, y tiene estudios en el Southern Baptist Theological Seminary (MATS, M.Div). Está casado con Patricia y tienen tres hijos. Puedes encontrarlo en Twitter.

El catolicismo y el evangelio

Coalición por el Evangelio

Noticias de gran Gozo

El catolicismo y el evangelio

 JAVIER DOMÍNGUEZ • JAIRO NAMNÚN • STEVEN MORALES

¿Qué significa ser un católico? ¿Qué creen los católicos? ¿Qué son los sacramentos? Aunque algunos piensan que los católicos y los evangélicos creen lo mismo, la verdad es totalmente al contrario. Lo que separa principalmente al evangélico del católico es lo que cree acerca de la salvación: cómo se cumple y quién la cumple. En este episodio de Coalición Radio, Jairo Namnún y Steven Morales conversan con Javier Dominguez sobre su experiencia en la Iglesia Católica y cómo usan muchas de las mismas palabras que los evangélicos, pero con significados muy diferentes.

Javier Domínguez es Pastor Presidente de la Iglesia CIA El Salvador, así mismo Presidente de la Fundación Véritas, dedicada la creación de instituciones educativas cristianas y fundador del ministerio “Regresando a la Palabra”, que a través de conferencias promueve el regresar a la suficiencia de las Escrituras y la preeminencia de Cristo Jesús. Actualmente se encuentra estudiando una maestría en Divinidades en el Centro Latinoamericano de Estudios Reformados (CLER), asociado al Centro de Postgrado Andrew Jumper de Brasil. Casado, padre de tres hijos. Puedes seguirlo en Twitter.


Jairo Namnún
 sirve como Director de Coaliciones Internacionales, y colabora de cerca con el equipo de Coalición por el Evangelio. Es parte del liderazgo de la Iglesia Bautista Internacional en República Dominicana, y tiene estudios en el Southern Baptist Theological Seminary (MATS, M.Div). Está casado con Patricia y tienen tres hijos. Puedes encontrarlo en Twitter.

Steven Morales es el director creativo de The Gospel Coalition. Dirige el equipo creativo, supervisando los esfuerzos de marca, medios y marketing para todos nuestros proyectos. Anteriormente se desempeñó como director de operaciones en Coalición por el Evangelio. Vive en Nashville con su esposa, Gabriela, y su hijo Joaquín. Puedes encontrarlo en Twitter Instagram.

Recuerda el evangelio: Una reflexión sobre el pecado de Ravi Zacharias

Coalición por el Evangelio

Recuerda el evangelio: Una reflexión sobre el pecado de Ravi Zacharias
Escrito por: FABIO ROSSI • JAIRO NAMNÚN • JOSÉ “PEPE” MENDOZA • JOSUÉ BARRIOS

Ravi Zacharias International Ministries (RZIM) publicó el día de ayer un extenso reporte de 12 páginas confirmando el resultado de investigaciones privadas sobre la vida del reconocido ministro y apologista. El reporte, que contiene información detallada de sus actos y que recomendamos leer con la discreción del caso, revela que por muchos años Ravi Zacharias vivió una doble vida que escondía su verdadero carácter a los ojos de su familia, sus colegas de ministerio y el público en general. 

RZIM expresó estas palabras en una carta pública difundida ayer:

“Ravi utilizó una amplia serie de medidas para ocultar su conducta de su familia, compañeros y amigos. Sin embargo, también reconocemos que en situaciones de abuso prolongado, a menudo existen problemas significativos de estructura, política y cultura interna… Nuestro personal, nuestros donantes y el público confiaron en nosotros para que mentoreáramos y supervisáramos a Ravi Zacharias y nos aseguráramos de que rindiera cuentas, y en esto hemos fallado”.

Estos hechos han traído consternación y dolor al pueblo evangélico en el mundo entero, considerando que el ministerio que lideró Zacharias es la organización de apologética más extensa en el mundo. Este reporte llega después de varios meses de revuelo dentro de la organización, luego de que el apologista –quien falleció en mayo del 2020– fuese acusado recientemente de sostener relaciones impropias con otras mujeres, sumándose a otras denuncias hechas años atrás por conductas desviadas y abusivas.

Queremos expresar nuestro profundo dolor por lo ocurrido. Lamentamos la realidad del pecado en la vida de Ravi, condenamos los actos descritos en el reporte y oramos por consuelo y fortaleza para la familia, la restauración de las víctimas y también por todas las decisiones que deberán tomar las autoridades del ministerio.

Consideraciones para nuestras vidas y ministerios

¿Cómo podemos reflexionar con respecto a todo esto? Aquí te compartimos algunas consideraciones para nuestras vidas y ministerios.

Debemos ser cuidadosos en nuestro caminar cristiano, teniendo presente tres consejos importantes y milenarios de los apóstoles Pablo, Pedro y Juan. Son consejos inspirados por el Espíritu Santo para bendición y cuidado de nuestras vidas. 

En primer lugar, no busquemos ocultar nuestra realidad personal ante los demás. Por el contrario, busquemos la ayuda necesaria para dejar la vida vieja y caminar en la nueva con libertad. El apóstol Pablo dijo: 

“Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia el nuevo conocimiento, conforme a la imagen de Aquel que lo creó… Cristo es todo, y en todos” (Colosenses 3:9-11).

Hace tan solo unos años, el mismo Ravi llegó a decir que “Aquellos de ustedes que me conocen en público no tienen idea de cómo soy en privado”. Esta es una verdad teológica que todos podemos reconocer, ya que todos somos culpables de pecado privado. A la vez, a la luz de los acontecimientos recientes sabemos que estas palabras ocultaban mucho más de lo que parecía. Esto no debe ser así entre los hijos de Dios. Aunque todavía luchamos con el pecado, la integridad, la verdad, la sinceridad son piedras y señales del camino angosto de la libertad en Cristo.

En segundo lugar, Pedro nos recomienda que seamos valientes al buscar caminar siempre en la voluntad de Dios. Él dijo:

“Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, ármense también ustedes con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne, ya no para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios” (1 Pedro 4:1-3).

Todos somos tentados con tentaciones similares a aquellas que hoy sabemos que Ravi decidió ceder. El leer estos sucesos debe llevarnos a reflexionar en la necesidad de vivir para Dios en cada decisión que tomamos. La santidad personal, la vida de piedad y felicidad que todos anhelamos, el escuchar “buen siervo fiel al final” tiene que ver con una serie de pequeñas decisiones que se van tomando; algunas sencillas, muchas muy duras, todas eternas. Cuando sintamos la tentación a esa segunda mirada, a esa pequeña mentira, a ese repetido descuido, recordemos el precio de ceder a las pasiones carnales y lo glorioso de rendirnos a la voluntad de Dios.

Finalmente, el apóstol Juan nos exhorta a que decidamos vivir en la luz de la comunión con Dios y con nuestros hermanos, huyendo de la oscuridad en donde podemos esconder nuestra maldad. Él dice:

“Si decimos que tenemos comunión con Él, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si andamos en luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:6-7).

La vida cristiana no se puede vivir con integridad de manera solitaria. Todos nosotros necesitamos la corrección que otras personas puedan traer a nuestras vidas en el contexto de la vida de la iglesia. En el caso de Ravi, ahora es evidente una falta de transparencia y rendición de cuentas. Este hecho lamentable nos recuerda que una vida de comunión transparente con Dios y la iglesia es una vida donde al pecado se le dificulta florecer. 

Dios permanecerá

A raíz del pecado descubierto de Ravi Zacharias muchos condenarán nuestra fe y blasfemarán de nuestro Dios. Otros estarán decepcionados y posiblemente se alejarán del Señor. Otros quizás se sentirán profundamente traicionados y tendrán dificultad para confiar en sus líderes y pastores.

Volvemos a darnos cuenta de que Jesucristo fue a la cruz para poder pagar con su propia sangre por nuestros pecados horrendos.  La sombra de la cruz recae sobre todos nosotros sin distinción alguna. La cruz declara nuestra culpabilidad delante de Dios. 

El evangelio nos recuerda que hemos sido comprados por precio para vivir en novedad de vida para la gloria de Dios. La Palabra de Dios nos anima al saber que estamos en paz con Dios, el Espíritu Santo habita en nosotros, nuestro Señor Jesucristo ha prometido estar con nosotros todos los días, tenemos libre acceso al Padre y el Señor nos ha colocado en una comunidad cristiana en donde podemos sobrellevar los unos las cargas de los otros. La cruz no es un símbolo de derrota, sino de victoria porque Cristo pagó por nuestros pecados y nos otorgó la redención, venció a la muerte y resucitó de entre los muertos para que nosotros vivamos por Él una vida nueva. ¡Bendito evangelio! ¡No lo olvidemos ni por un segundo!

No sabemos cómo te encuentras tú al momento de leer esta nota, pero hay algo que sí sabemos: Aunque los hombres fallen y caigan, Dios siempre permanecerá y su iglesia prevalecerá. Pon tus ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Recuerda que vivimos en un mundo quebrantado por el pecado y bajo el ataque constante de un enemigo feroz, así que camina con el gozo de la salvación puesto delante de ti, y corre la carrera sabiendo que nuestro Dios sigue sentado en su trono. Estas verdades eternas son las que nos ayudarán a soportar las pruebas y salir victoriosos (He 12:1-2).

Fabio Rossi sirve como Director Ejecutivo en Coalición por el Evangelio, estando a cargo de la administración general del equipo de trabajo, liderando todas nuestras iniciativas y supervisando el funcionamiento de nuestras diferentes plataformas. También sirve como Anciano Pastor en la Iglesia Centro Bíblico El Camino, en la Ciudad de Guatemala, donde vive junto a su esposa Carol, y sus dos hijos.

Jairo Namnún sirve como Director de Coaliciones Internacionales, y colabora de cerca con el equipo de Coalición por el Evangelio. Es parte del liderazgo de la Iglesia Bautista Internacional en República Dominicana, y tiene estudios en el Southern Baptist Theological Seminary (MATS, M.Div). Está casado con Patricia y tienen tres hijos. Puedes encontrarlo en Twitter.

​José “Pepe” Mendoza es el Director Editorial en Coalición por el Evangelio. Sirvió como pastor asociado en la Iglesia Bautista Internacional, en República Dominicana, y actualmente vive en Lima, Perú. Es profesor en el Instituto Integridad & Sabiduría, colabora con el programa hispano del Southern Baptist Theological Seminary, y también trabaja como editor de libros y recursos cristianos. Está casado con Erika y tienen una hija, Adriana. Puedes seguirlo en twitter.

Cómo no ser un mal padre cristiano

Jairo Namnún

Cómo no ser un mal padre cristiano

Ningún padre es perfecto. Aun los mejores tienen ciertos pesares acerca de cosas que hubieran hecho mejor. Y todo hijo cristiano debe entender eso. Ellos ciertamente se equivocaron, pero con toda probabilidad nos amaron y nos aman y tratan de hacer lo mejor que pueden para instruirnos. 

Si eres un padre cristiano, con toda seguridad ya has experimentando tu necesidad de la gracia de Dios para perdonar tus faltas para con tus hijos. En su gracia, Dios no solamente nos perdona, sino que nos capacita para poder cumplir sus mandamientos. Uno de esos mandamientos lo encontramos en Efesios 6:4, donde el Señor nos dice “Y ustedes, padres, no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor”.

Recientemente los hermanos de 9Marks publicaron los siguientes consejos de cómo provocar a nuestros hijos a la ira. Por asuntos de claridad, aquí los traduzco y adapto hacia lo que sí debemos hacer: es decir, cómo no provocar a nuestros hijos a la ira.

10 cosas a tomar en cuenta para no provocar tu hijo a la ira

  1. No disciplines a tu hijo cuando estás molesto
  2. No regañes a tu hijo en público. No lo ridiculices ni te burles de él.
  3. No avergüences a tu hijo delante de sus amigos. No le llames por sobrenombres ofensivos. 
  4. Sé consistente con las reglas, sin dobles estándares que confunden a los hijos.
  5. No prediques un evangelio de autodisciplina. Predica el evangelio de la gracia.
  6. Admite tus errores y pídeles perdón.
  7. No inspecciones cada detallito de tus hijos. No levanten un estándar que sea imposible de cumplir. 
  8. No actúes como juez en una discusión entre tus hijos hasta haber escuchado ambas partes. 
  9. No compares a tu hijo con los demás. 
  10. No le prometas cosas que luego no vayas a poder cumplir. 

Esto de ser padres es un asunto de toda la vida, y por la gracia de Dios cada día es una nueva oportunidad para crecer en la imagen de nuestro Padre amoroso. Muchas gracias a 9Marks por ese recordatorio, y oro que pueda serte de edificación como lo fue para mí.

Jairo sirve como director ejecutivo de Coalición por el Evangelio y está encargado de idear y supervisar el contenido del ministerio.Es director del grupo de universitarios en la Iglesia Bautista Internacional en República Dominicana, y tiene una Maestría en estudios teológicos del Southern Baptist Theological Seminary. Está casado con Patricia. Puedes encontrarlo en Twitter.

Estoy en un noviazgo y mi novio no es creyente, ¿qué hago?

Jairo Namnún

Estoy en un noviazgo y mi novio no es creyente, ¿qué hago?

La pregunta que tenemos por delante es una cada vez más común en nuestros días. De hecho, ni siquiera es tan nueva porque de una manera u otra vemos situaciones similares en el Antiguo Testamento. El asunto es este: a veces una persona empieza un noviazgo y tiempo después conoce al Señor; ahora su alma se siente inquieta por que se da cuenta que su novio o su novia todavía no conoce al Señor y ya los intereses y los gustos de cada uno han variado bastante. O a veces un creyente inicia una relación de noviazgo con un inconverso y el Espíritu Santo le va inquietando y le hace saber que esto no está bien. Pero, ¿por qué? ¿Cuál es el problema?

Definitivamente el Señor nos muestra, como mencioné antes en el Antiguo Testamento, los grandes peligros que sucedieron en Israel al asociarse a las naciones paganas. Pero también de manera específica tenemos en el Nuevo Testamento el mandato del Apóstol en 2 Corintios 6: no se unan en yugo desigual con los incrédulos porque no hay asociación entre luz y tinieblas. Entonces el asunto es este: estos pasajes no están hablando de noviazgo porque bíblicamente tenemos el noviazgo como un periodo de amistad con el propósito del matrimonio. Es un tiempo en el cual estamos alistándonos y conociéndonos para poder casarnos. Los pasajes hablan más específicamente sobre el matrimonio. Sin embargo, si el noviazgo es el periodo en el cual estamos buscando casarnos y el yugo desigual está prohibido en la Palabra, definitivamente el noviazgo con un inconverso no es una decisión sabia y particularmente no es una decisión sana.

¿Entonces qué hacemos? Te recomendaría de manera particular que hables con tus pastores o líderes. Habla con aquellos que conocen al Señor y te conocen a ti, y debes buscar la forma de separarte de esa relación de noviazgo. La razón es que en la Palabra, en la práctica, y en la Iglesia no hay noviazgos misioneros. Tú inicias una relación de noviazgo y luego esperas a ver si el Señor salva esa persona. No hay sabiduría en eso. Más bien la sabiduría está en decir: “Te amo, te aprecio, a mi me encantaría poder vivir una vida contigo a través del santo matrimonio pero ahora mismo nuestras prioridades son muy diferentes. Ahora mismo no estamos en el lugar que debemos estar. Ahora mismo siendo totalmente honestos mi mayor pasión es el Señor. Mi mayor amor está por conocer al Señor, por servir a la Iglesia y en este momento tú no estás ahí”. Le dices: “Hay pocas cosas que yo desearía más que tú conozcas a ese Señor que yo he conocido, y de hecho, tú tienes total libertad de hacerlo”. Puedes ir con el tiempo presentándole el evangelio pero alejándote a la vez, y limitando ese noviazgo lo más pronto posible. La razón última es esta: la Palabra de proverbios nos enseña una y otra vez el peligro de asociarnos con aquellos que no conocen al Señor. El Salmo 1 nos muestra el gran peligro de asociarnos con el inconverso, con aquellos que son escarnecedores.

Un noviazgo es una relación donde hay mucho corazón a flor de piel, donde hay mucho deseo de estar con el otro, de conocer al otro, y de amar al otro. Si esa persona no está conociendo y amando al Señor, esa persona te va alejar del Señor. Así que no solamente hay una franca desobediencia si te casas con un inconverso, sino que hay falta de sabiduría al mantener una relación de noviazgo con un inconverso. Por tanto, una vez más acércate a alguien que conozca al Señor y te conozca a ti y pídele un consejo sabio. Pero desde aquí te puedo decir por amor al Señor y por amor a tu alma, aléjate de esa relación y ora por la salvación de esa pareja.

¿QUÉ VAMOS A HACER EN EL CIELO? | Jairo Namnún

 

¿QUÉ VAMOS A HACER EN EL CIELO?

Jairo Namnún

Recuerdo hace muchos años preguntarle a mi hermano que si no nos íbamos a aburrir en el cielo de adorar a Dios. Le pregunté con algo de miedo, porque no quería ser irrespetuoso con Dios. Pero me sonaba como que con el tiempo iba a ser aburrido pasarme el día entero “adorando a Dios”. En aquel momento, lo que yo conocía como adoración musical era más bien seco y frío, solo con himnos y sin instrumentos. Y una eternidad cantando himnos con pistas no me sonaba tan hermoso.

Con el tiempo, he notado que esta forma de pensar del cielo como el lugar donde pasaremos la eternidad solo cantando es lo que piensa la mayoría de los cristianos a nuestro alrededor. Pero eso no es lo que revela todo el consejo de Dios. Permíteme hacer esta analogía para introducir:

Cuando cumplí 18 años, por mi tercer año en la universidad, me regalaron mi primer vehículo: un Volkswagen Polo 2001. En su momento, yo amaba ese carro. Ya no tenía que andar en transporte público y en taxis. Por los primeros meses estuve extasiado con mi vehículo, y –a pesar de que no me gusta eso de estar lavando y decorando carros– lo mantenía bien limpio y cuidado. Pero al poco tiempo me dio el primera problema: una falla en el motor que me costó un par de miles de pesos (menos de 100 dólares). Al poco tiempo, difícilmente pasaba un mes sin pasar por el taller. El día que cumplí 19 años, recuerdo que aquel Volkswagen estaba en el taller por un trabajo de más de 400 dólares. Hubo un tiempo que el carro tenía una falla que hacía que cuando llovía afuera, se entrara el agua. En una ocasión tuve que manejar unas 8 millas sosteniendo la puerta, porque no quería cerrar. Y así, poco a poco yo dejé de disfrutar mi carro. Aunque estaba agradecido de él, los problemas que me daba lograron que ya yo no lo quisiera más.

Unos años después tuve la oportunidad de cambiarlo, y mi esposa y yo adquirimos un Toyota Camry del 2004 (por ahí por el 2010). Este carro fue bien fiel y nunca me dio ningún problema grave, por lo que lo aprecié más que aquel Volkswagen Polo. Al ser un poco más nuevo y de mejor calidad, la experiencia fue mucho mejor. Y hace poco tuve la oportunidad de probar un Tesla del año totalmente nuevo, un vehículo que es una maravilla de la ingeniería y la electrónica, con un confort increíble, que hacía mi Camry lucir como una motocicleta. Habrá que ver cómo serán los carros nuevos en unos 20 años.

¿Qué tiene que ver eso con el cielo? Mira lo que nos enseña el Libro de Apocalipsis:

“Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: “El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado…Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino”, Apocalipsis 21:1-410-11.

Cuando los cristianos hablan del cielo, usualmente se refieren al cielo nuevo y tierra. Apocalipsis nos habla de este hermoso lugar donde moraremos por la eternidad en la presencia misma del Dios santo. Un lugar sin dolor y sin llanto, donde Jesús mismo morará entre nosotros, sin necesidad de sol porque Él será nuestra luz, ni de templo porque el Señor y el cordero están ahí. Tampoco habrá allí nada inmundo, sino solo aquellos con su nombre escrito en el Libro de la Vida. Este es el cielo: el cielo nuevo y tierra nueva.

Volviendo al ejemplo de los vehículos: El Tesla último modelo que probé era bastante diferente a mi Camry: era un carro nuevo, por el que no había que preocuparse por alguna falla, con piloto automático, cámaras en todos lados, y un increíble sistema de sonido… pero seguía siendo un carro. Con un motor, gomas (o llantas), con las habilidades de llevarnos del punto A al punto B. La tierra nueva es un lugar increíble, pero es una tierra. Y allá haremos lo mismo que hacemos aquí en la tierra (que no sea pecaminoso o producto del pecado), pero un millón de veces mejor.

¿Qué encontramos ahí en la tierra nueva? Una ciudad que tiene la gloria de Dios. No sabemos exactamente cómo luce esa gloria de Dios. Sí he visto cosas que me han dejado con la boca abierta, que uno puede decir “eso es glorioso”. Pero todo eso se queda corto de la gloria de Dios. ¿Qué es un rayo de luz comparado con el sol? Y al apóstol Juan nos dice que esta ciudad tiene la gloria de Dios, y que su brillo es tal como el de una piedra preciosa. Lo que nos depara por la eternidad es una ciudad tan hermosa como una piedra preciosa.

Pero volvemos otra vez al punto: es una ciudad. ¿Qué hay en una ciudad? Hay trabajo. Tal vez te sorprenda que va a haber trabajo en el cielo, pero no hay ninguna razón para pensar que no. Cuando Dios creó el Jardín del Edén, era un lugar perfecto donde todas las cosas funcionaban para el bien de Adán y Eva, y los animales se sometían a ellos, y las frutas eran increíblemente buenas, y no había pecado. Y allí Dios ordenó al hombre trabajar al ejercer domino sobre la tierra y nombrar los animales. Lo que sucedió en Génesis 3 es que el pecado corrompió e hizo más difícil el trabajo, pero el trabajo no es una consecuencia de la caída. El trabajo que haremos en el cielo no será como el de ahora, donde la tierra nos da problemas. Más bien será un trabajo que disfrutemos, que seremos perfectamente capaces de hacerlo bien, sin pesar ni dolor ni quejas. Un trabajo que entenderemos y que resultará excelente.

¿Qué más hay en una ciudad? Relaciones. En el cielo tendremos relaciones unos con otros. Así como era posible reconocer a Jesús en su cuerpo glorificado (Jn. 20:16), nosotros tendremos un cuerpo como el de Él (1 Co. 15:49-53), nos reconoceremos unos a otros, y no solo eso, también reconoceremos a los santos que ya han muerto. Para mí es increíble pensar que en la eternidad yo voy poder ver a mi esposa de frente y la voy a amar más de lo que la amo hoy, pero yo voy a amar a cualquier otro cristiano igual como amo a Patricia (cp. Mt. 22:30). Y también me voy a sentar a hablar con Charles Spurgeon, y con Jonathan Edwards, y con Agustín, y con muchos de mis hermanos (como tú) de quienes podré aprender por la eternidad.

¿Qué más hay en una ciudad? Comida y bebida y risas y compartir y música. Los mejores chistes que nunca se hayan dicho se dirán allá; chistes sanos sin ningún tipo de pecado. La mejor comida que jamás haya existido (cp. Mr. 14:25Ap. 22:1-3. Sí debo admitir que no estoy seguro cómo funcionará eso, ya que no hay muerte). Al tener cuerpos glorificados, las mejores competencias de deporte se harán allá, sin importar quién “gane”, y nadie va a perder.

¿Qué más habra en el cielo nuevo y tierra nueva? Una naturaleza sin pecado. Podremos ver y tocar los leones y las ballenas y los canguros y las avestruces, todas al servicio del Hijo del Hombre y sus hermanos.

En el cielo va a estar todo lo que toda la vida hemos deseado pero nunca podemos alcanzar. Como esos caramelos engañosos que uno prueba y prueba y te dan un toque del saber que uno quiere, pero nunca la totalidad Y uno busca más y más con tal de encontrar ese saborcito. En el cielo estará el sabor real de aquello que nosotros apenas probamos hoy.

Un último detalle, el más importante de todos. Lo que hace al cielo el cielo es que Dios va a estar ahí.

Él será la luz que ilumine.

Él será quien nos diga qué trabajos haremos.

Él estará en nuestras reuniones, y será el centro de nuestras conversaciones. Y será la razón de nuestra alabanza y nuestro gozo.

Nosotros tendremos toda la eternidad para aprender de Él, y después de mil años de aprendizaje, apenas estaremos en el principio de la uña del meñique. Y seguiremos con todas las ganas del universo de seguir aprendiendo. Pero no para tener más conocimiento, sino para poder apreciar cada vez más y mejor lo increíble de su sacrificio en la cruz (Ap. 5:9-14).

Entonces, ¿qué vamos a hacer en el cielo? Lo mismo que le pregunté a mi hermano: adorar a Dios. Pero recuerda que adorar no es solo levantar las manos: al hablar, al reír, al leer, al vivir, se supone que yo estoy adorando a Dios. Y eso es lo que haremos por la eternidad: adorar a Dios con todo lo que somos y con todo lo que hagamos.

JAIRO NAMNÚN

​Jairo sirve como director ejecutivo de Coalición por el Evangelio. Sirve en la Iglesia Bautista Internacional en República Dominicana y es graduado del Southern Baptist Theological Seminary con una maestría en estudios teológicos. Está casado con Patricia. Puedes encontrarlo en Twitter.

https://blogs-es.thegospelcoalition.org/jairo-namnun/que-vamos-a-hacer-en-el-cielo/

¿DE DÓNDE SALIÓ SAN VALENTÍN?

Coalición por el Evangelio

imgres-2

¿DE DÓNDE SALIÓ SAN VALENTÍN?

Jairo Namnún

El 14 de febrero, para algunos es el día más depresivo del año, para otros el día más feliz que pueden imaginar, y para muchísimos más, es martes. Este día, conocido como “San Valentín” o “El día del amor y la amistad”, es una de esas celebraciones que están altamente ligadas con el comercio (en Estados Unidos solamente se estima un gasto de 19 mil millones en el 2015), pero el hecho de que se llame “San” Valentín indica que algo tiene que ver la Iglesia con esta celebración, ¿cierto? Pues, más o menos.

La historia detrás de Valentín

Como dice el Dr. Justin Taylor, la respuesta corta a “¿Quién fue San Valentín?” es “No sabemos”. Pero en su escrito sobre el origen de esta festividad (de donde sale la información de esta sección) él apunta a los estudios de Maggi Dawn, quien nos dice que San Valentín pudiera basarse en una de estas tres historias, o en una amalgama de las tres:

  • La historia más popular y de mayor peso habla de un obispo (o sacerdote) del siglo III, cuando el emperador romano Claudio II había impuesto una prohibición al matrimonio. Este emperador, que era perseguidor de la fe cristiana, necesitaba más hombres para su ejército, y para los hombres casados el servicio militar no era obligatorio, por lo que muchos varones preferían casarse que verse obligados a la guerra. Para mantener lo sagrado del matrimonio cristiano, el padre Valentino continuó haciendo matrimonios en secreto, lo que le llevó a la cárcel y a una sentencia de muerte. Se dice que mientras estuvo preso, él recibió notas de amor y agradecimiento de las diversas parejas que él casó, lo que puede ser la inspiración de enviar cartas en esta fecha, ya que él fue ejecutado el 14 de febrero del 269.
  • Hubo otro Valentino que también se encontró en prisión en el siglo tercero, también por servir a los cristianos. Se dice que él quedó enamorado de la hija de su carcelero, a quien le enviaba cartas firmadas como “De tu Valentín”. Algunos comentan que estos dos eran el mismo Valentino, y que de hecho Dios hizo un milagro y sanó de ceguera a esta hija del carcelero, lo que hace su historia de amor aún más increíble.
  • También se habla de que hubo un conocido maestro gnóstico en el siglo II llamado Valentino. Este no era un cristiano, pero sí tuvo mucha influencia en su área, argumentando que el sexo y el matrimonio eran de vital importancia para el cristianismo.

Sea cual sea el caso, en el 469 se hizo el primer festín de “Valentín” y, como tantas otras celebraciones, era una festividad por parte de la Iglesia buscando sustituir con el amor ágape y lo valioso del martirio las fiestas paganas del amor y la fertilidad que se realizaban a mitad de febrero.

¿Qué hago con San Valentín?

Los cristianos no celebramos a los santos, puesto que nuestra adoración es a Dios y no a los hombres. A la vez, es una muestra de gracia común que un mundo tan egoísta y cargado de pecado como el que vivimos tenga un día de celebración al amor y a la amistad, ambos regalos de Dios, y que pueda celebrarse con regalos y palabras de aliento. Los cristianos podemos aprovechar esta ocasión para celebrar de una manera diferente.

Entonces, si Dios te ha dado el privilegio de estar casado, todavía estás a tiempo de darle alguna muestra de cariño. Quizás no tengas mucho dinero para comprar algo costoso, pero puedes esforzarte de otra manera y dejarle saber a tu esposo o esposa cuán agradecido estás del Señor por su compañía, perdón, y cariño.

Aun si no estás casado, puedes expresarle a tus amistades el amor del Señor, recordándoles cuán agradecido estás de su afecto y compañerismo, y cómo agradeces al Señor por ellos. Y si estás de novios camino al matrimonio, probablemente ni tenga que decirte nada, porque ya gastaste el dinero del mes en el regalo.

Sea lo que sea que vayas a decir o hacer el 14 de febrero, mi recomendación es que sea algo concreto y no solo palabras generales de “amor y amistad para todos, ¡Bendiciones!”. La cruz es el mayor ejemplo de que el amor se muestra en acciones, y tú puedes mostrarle a los que te rodean cuánto los amas. No sabemos exactamente quién fue Valentino y qué hizo, pero sí sabemos que “ahora permanecen la fe, la esperanza, el amor: estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Co. 13:13).

Encuentra más recursos en http://coalicionporelevangelio.org