La mancha del pecado | Jeremiah Johnson 

La mancha del pecado

Jeremiah Johnson 

En el relato del apóstol Juan sobre el Señor levantando milagrosamente a Lázaro de entre los muertos, hay una breve declaración que nunca deja de hacer sonreír a los niños de la iglesia. Siempre atenta a las cuestiones prácticas y al decoro, cuando Marta, la hermana de Lázaro, advirtió con premura a Cristo: “Señor, ya huele mal, porque hace cuatro días que murió” (Jn. 11:39 NBLA).

Como ya hemos visto en esta serie, la resurrección de Lázaro es una descripción vívida de la obra de salvación de Dios en la vida del creyente. Y aún en su estado resucitado, Lázaro —todavía envuelto en sus ropas sucias de la tumba— tiene una clara similitud con la nueva vida del creyente en Cristo. Como John MacArthur explica:

La historia de Lázaro ofrece una ilustración particularmente gráfica de nuestra situación como creyentes. Hemos sido creados para que andemos en vida nueva (Ro. 6:4). “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios” (Ro. 7:22). Sin embargo, no podemos hacer lo que deseamos (Gá. 5:17). “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Ro. 7:18). Somos prisioneros de las consecuencias inherentes a la mismísima caída de la que hemos sido redimidos (Ro. 7:22). Es como si todavía estuviéramos atados con la ropa con que nos enterraron…

Existe, sin embargo, una diferencia importante entre nuestra situación y la resurrección de Lázaro. Él se despojó de su vendaje de momia, de inmediato. Era simplemente una mortaja de lino. Afortunadamente, la corrupción de la muerte, caracterizada por el terrible hedor que temía Marta, no siguió a Lázaro desde la tumba.

Nuestra situación, sin embargo, no se puede resolver tan rápido. No es solo una mortaja de lino lo que nos ata, sino un cadáver hecho y derecho: Pablo lo llama “el cuerpo de muerte” (Ro. 7:24). Es el principio del pecado carnal el que cubre nuestra gloriosa vida a lo largo de nuestra peregrinación terrenal. Confunde nuestra atmósfera espiritual, rodeándonos del fétido olor del pecado. Ya no puede dominarnos como un tirano despiadado, pero nos afligirá con la tentación, el tormento y el dolor hasta que finalmente seamos glorificados. [1].

A pesar que hemos sido transformados a través de la obra redentora de Cristo, todavía llevamos las manchas de nuestro pasado pecaminoso. La última vez, consideramos cómo el Señor, mediante la obra santificadora del Espíritu Santo, disminuye el efecto y la influencia de nuestro pasado pecaminoso.

Pero no todos los creyentes profesos se someten voluntariamente a la obra perfeccionadora de la santificación. De hecho, muchos rechazan la situación por completo, adoptando una actitud arrogante hacia sus pecados y evitando cualquier amonestación o condenación a causa de éste.

En generaciones pasadas, defender esa posición usualmente significaba invocar la idea de cristianos “carnales”. Basado en una malinterpretación de la amonestación de Pablo en 1 Corintios 2 y 3, muchos cristianos han sido llevados a creer que hay dos clases de cristianos: carnales y espirituales. Los cristianos espirituales manifiestan la evidencia de su estatus a través de su piedad: una vida recta y una fe madura. Por otra parte, los cristianos carnales hacen profesiones de fe, pero permanecen sumidos en el pecado y la corrupción del mundo.

Hoy en día, una idea similar está creciendo rápidamente en popularidad. Cuando se trata de lidiar con pecados permanentes en la vida de un creyente, la solución de moda es no predicar arrepentimiento y disciplina, sino enfocarse exclusivamente en la gracia de Dios. En lugar de lidiar bíblicamente con su pecado —“Cortando en pedazos a Agag”— ellos argumentan que la salvación nos libera de cualquier expectativa de obediencia a la ley de Dios, y que la gracia de Dios disuelve la culpa y apacigua la convicción de pecado en la vida del creyente. Ellos argumentan que no es la culpa de nuestro pecado, sino el esforzarse por la justicia que lleva a tantos creyentes a la frustración y desesperación espiritual. De hecho, ellos tratan de avergonzar a otros creyentes para que dejen de perseguir la santidad, al erróneamente etiquetarla como obras de justicia, es decir, obras hechas para ganar el favor de Dios.

En su libro, Una conciencia decadente, John MacArthur advierte en contra de tergiversar la gracia de Dios en una excusa.

La gracia de Dios no implica que la santidad sea opcional. Siempre ha habido personas que abusan de la gracia de Dios y suponen que tienen licencia para pecar. Parafraseando esa filosofía, Pablo escribe: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” (Ro. 6:1). Si la gracia abunda más donde el pecado es peor (Ro. 5:20–21), entonces, ¿no magnifica, nuestro pecado, la gracia de Dios? ¿Deberíamos continuar en pecado para que la gracia de Dios pueda ser magnificada?

¡Que no sea así nunca! Responde Pablo de manera enfática. La noción de que cualquiera usaría tal argumento para entregarse al pecado era claramente ofensiva para Pablo. “En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Ro. 6:2)[2].

Lamentablemente, esta corrupción de la gracia de Dios no está restringida a los límites de la iglesia. Proviene de algunos de los más populares oradores y autores en el movimiento evangélico de hoy. Y es una amenaza para el crecimiento espiritual y la piedad de los innumerables hombres y mujeres atrapados en su engaño.

La próxima vez, veremos más de cerca cómo están malinterpretando y distorsionando la Palabra de Dios, y la amenaza que sus enseñanzas representan para sus seguidores.

Artículo del Blog Gracias a Vosotros: https://www.gracia.org/library/blog/GAV-B210609

¿Cuál es el Pecado Imperdonable?

¿Cuál es el Pecado Imperdonable?
by Jeremiah Johnson

Una de las defensas que los carismáticos emplean con más frecuencia ante las críticas, es la persistente amenaza del “pecado imperdonable”. Ellos advierten a los críticos del grave peligro de blasfemar contra el Espíritu Santo, y defienden su propia falta de discernimiento como un intento por evitar cometer ellos mismos la ofensa mortal.

Pero, ¿es así como debemos entender la advertencia de Cristo sobre la “blasfemia contra el Espíritu [que] no será perdonada” (Mateo 12:31)? ¿Acaso condenó Cristo a todo aquel que cuestionara una supuesta obra del Espíritu Santo? ¿Prohibió Él el discernimiento cuando se trata de afirmaciones de señales y maravillas sobrenaturales? ¡Por supuesto que no!

En su libro Diferencias Doctrinales Entre Los Carismáticos y los no Carismáticos, John MacArthur explica cómo este malentendido del pecado imperdonable tiene profundas raíces en los círculos carismáticos.

¿Qué es el pecado contra el Espíritu Santo? Charles y Frances Hunter, un matrimonio que sirve en un ministerio muy bien conocido, han escrito varios libros y hablan constantemente a favor de la experiencia carismática.

Aunque los Hunter no son eruditos ni teólogos, se comunican fácilmente con la persona promedio y su influencia se siente ampliamente dondequiera que dan su interpretación de la Escritura. En la introducción a su libro Why Should “I” Speak in Tongues? (¿Por qué debería “yo” hablar en lenguas?), los Hunter comparan a cualquiera que cuestiona las lenguas u otros aspectos del movimiento carismático con los fariseos que criticaban a Jesús y le atribuyen su obra a Satanás[1]. Los Hunter también implican que los críticos del movimiento carismático pueden estar peligrosamente cercanos a cometer el pecado imperdonable de blasfemia contra el Espíritu Santo[2]. ¿Tienen razón los Hunter? ¿Acaso cuestionar la doctrina carismática equivale a blasfemar contra el Espíritu Santo? Cuando alguien niega que las lenguas son para hoy, o que el bautismo del Espíritu es una experiencia posterior a la salvación, ¿ha cometido esa persona un pecado imperdonable?[3].

Innumerables líderes carismáticos como los Hunter han hecho acusaciones similares, incluyendo algunos que respondieron al libro Fuego Extraño de John MacArthur. En un artículo titulado “Dear Dr. MacArthur (Estimado Dr. MacArthur)”, R.T. Kendall escribió: “En primer lugar, si su libro habla del peligro de ofender al Espíritu Santo con una adoración falsificada, me temo que usted está en mayor peligro de ofender al Espíritu Santo al atribuir Su obra a Satanás”[4].

En su artículo “John MacArthur, Strange Fire and Blasphemy of the Spirit (Fuego Extraño y Blasfemia del Espíritu)”, Michael Brown niega haber hecho la acusación contra John MacArthur, antes de insinuarla de todos modos. Respondiendo a la afirmación del pastor John, de que el movimiento carismático “blasfema del Espíritu Santo; atribuye al Espíritu Santo incluso la obra de Satanás”, Brown escribe:

“Para que quede perfectamente claro, no estoy afirmando ni por un segundo que el pastor MacArthur esté blasfemando contra el Espíritu (¡Dios no lo quiera!), pero en el Nuevo Testamento, blasfemar contra el Espíritu es atribuir conscientemente las obras del Espíritu a Satanás (Marcos 3:23-30), y me preocupa mucho más negar el fuego verdadero que apagar cada aberrante hoguera carismática”[5].

La afirmación de Brown representa la actitud casi supersticiosa de muchos carismáticos cuando se trata de las supuestas obras del Espíritu, como si cualquier duda constituyera un pecado imperdonable. Pero esa mentalidad no puede ser la que Cristo pretendía, no cuando las Escrituras instruyen a los creyentes a: “Probar los espíritus para ver si son de Dios” (1 Juan 4:1), y a imitar a los nobles bereanos, que: “Recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hechos 17:11).

Está claro que Dios quiere que su pueblo tenga discernimiento, especialmente cuando se trata de los que dicen hablar en su nombre. En cierto sentido, ese fue el punto de Cristo en su confrontación con los fariseos en Mateo 12:22-32.

El pasaje comienza con Jesús sanando a un hombre ciego y mudo que también estaba poseído por un demonio (Mateo 12:22). El versículo 23 nos dice: “Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será este aquel Hijo de David?”. La gente comprendió con razón que aquel poder milagroso sólo podía pertenecer al Mesías. Para disuadir a la multitud de esa idea que suponía una amenaza directa a su propia autoridad, los fariseos hicieron circular la acusación blasfema de que: “Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios” (Mateo 12:24).

John MacArthur explica la profundidad depravada de la afirmación de los fariseos:

“Beelzebú, el señor de las moscas, era una deidad filistea. Se creía que era el príncipe de los espíritus malignos, y su nombre se convirtió en otro nombre para Satanás; así que lo que los fariseos estaban diciendo era que Jesús echaba fuera demonios por el poder de Satanás”[6].

Aunque los fariseos no tuvieron el valor de hacer su acusación perversa delante del Señor, las Escrituras nos dicen que Él conocía sus pensamientos (Mateo 12:25). Él reprendió a los fariseos públicamente, exponiendo lo absurdo de su afirmación.

“Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?” (Mateo 12:25-26).

En términos sencillos, Cristo mostró lo ridículo que sería que Satanás trabajara en contra de sí mismo. Él redujo la acusación a su absurda esencia, y reveló la necedad y perversión de los corazones de los fariseos. Como explica John MacArthur: “Los fariseos tenían tal odio por Cristo que su lógica estaba distorsionada. En lugar de ser racionales, estaban siendo absurdos”[7].

Se suponía que estos hombres eran los líderes espirituales de Israel, y estaban engañando intencionalmente a la gente acerca de demostraciones obvias e innegables del poder divino de Cristo.

Habiendo expuesto la verdadera naturaleza de la acusación engañosa de los fariseos y el odio que consumía sus corazones, Cristo procedió a condenar en los términos más severos posibles el rechazo de ellos a la obra del Espíritu a través de Él.

“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (Mateo12:31-32).

En su comentario sobre este pasaje, John MacArthur explica la naturaleza y el alcance de la condena de Cristo.

“Jesús declaró en primer lugar que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres. Aunque la blasfemia es una forma de pecado, en este pasaje y en su contexto las dos cosas se tratan de modo separado, con la blasfemia representando la más extrema forma de pecado. Pecado aquí representa toda la gama de pensamientos y acciones inmorales e impías, mientras que blasfemia representa consciente condena y rechazo a Dios. La blasfemia es irreverencia desafiante, el pecado especialmente terrible de hablar intencional y abiertamente mal contra el Dios santo, o difamarlo o escarnecerlo (Marcos 2:7). El castigo en el Antiguo Testamento para la blasfemia era la muerte por lapidación (Levítico 24:16). En los últimos días, la blasfemia será una característica sobresaliente de quienes se oponen a Dios de manera rebelde e insolente (Apocalipsis 13:5-6; 16:9; 17:3).

“Pero blasfemar o hablar contra el Espíritu Santo era algo más grave e irremediable. Esto no solo reflejaba duda, sino incredulidad resuelta: rechazar después de haber presenciado toda la evidencia necesaria para tener un entendimiento completo, incluso para considerar creer en Cristo. Esto era blasfemar contra Jesús en su deidad, contra el Espíritu Santo de Dios que lo habitaba y fortalecía de forma única. Reflejaba rechazo resuelto a Jesús como el Mesías, en contra de todas las pruebas y argumentos. Reflejaba ver la verdad encarnada y luego, a sabiendas, rechazar y condenar al Hijo de Dios. Demostraba un rechazo absoluto y permanente a creer, lo cual resultó en pérdida de oportunidad de alguna vez ser perdonado, ya sea en este siglo o en el venidero”[8].

Esa es una distinción importante, y muy diferente de la amenaza que los líderes del movimiento carismático utilizan para anular el discernimiento y sembrar la credulidad en sus congregaciones. Mediante la tergiversación de las palabras de Cristo, los carismáticos han asustado a sus seguidores para que nunca cuestionen sus afirmaciones ni contrasten sus enseñanzas con las Escrituras, engañándoles con la idea de que dudar de las afirmaciones sobrenaturales es un pecado imperdonable. Mientras tanto, siguen blasfemando contra el Espíritu Santo al atribuirle sus engaños y divagaciones incoherentes.

El pueblo de Dios no debe tolerar este abuso de Su Palabra. Tenemos que hablar en contra de cualquiera que falsamente utilice la amenaza de la condenación eterna para silenciar a sus críticos y suprimir el discernimiento de sus seguidores.

Los Verdaderos Pastores Conocen a sus Ovejas | by Jeremiah Johnson

Los Verdaderos Pastores Conocen a sus Ovejas
by Jeremiah Johnson

El otro día, mientras estaba sentado ante un semáforo en rojo, observé cómo un joven instalaba minuciosamente una pequeña cámara en un parque local. Ajustó el trípode varias veces, hasta conseguir el ángulo perfecto para grabar la acrobacia que estaba a punto de realizar. Esperó a que una pareja de ancianos saliera del encuadre antes de agacharse, colocando sus brazos entrelazados alrededor de su torso y lanzándose a dar una voltereta hacia atrás.

Sin embargo, algo salió mal. Él no completó el giro y se tambaleó toscamente al aterrizar. Cuando cambió el semáforo para seguir en marcha, él se preparó para otro intento.

Toda la escena fue muy breve, pero fue un recordatorio divertido de un punto que no tenemos en cuenta lo suficiente: Las redes sociales no son la vida real.

Tú No Eres Tu Avatar

Ojalá esto sea un alivio para usted. Nadie, por mucho que profese valorar las virtudes modernas de la autenticidad y la transparencia, va a mostrarle hasta el último detalle de sus vidas. Por muy perfectamente ordenados que estén los muebles y la decoración, siempre hay un montón de ropa sucia en algún lugar fuera de la vista. Como el acróbata aficionado que observé ese día, siempre hay tomas fallidas y secuencias que terminan en un archivo que nunca se publica.

Las vidas perfectas que usted ve en Internet no son reales. Están cuidadosamente seleccionadas y editadas para presentar la versión de la realidad que esas personas quieren que usted vea, y a menudo envidia.

Esa pareja que viaja a lugares lejanos y exóticos –ellos no muestran la falta de sueño que padecen ni lo demacrados que están cuando llegan a casa. Las personas que hornean postres elaborados y exquisitos no le enseñan todos los pasteles que no suben y todas las galletas que se queman. Los culturistas y los modelos fitness no publican sus selfies durante un ataque particularmente desagradable de gripe estomacal.

Usted hace lo mismo. Usted no publica todas las fotos de su pareja en la playa—sólo las mejores. Lo mismo ocurre con las fotos familiares, las historias que comparte sobre sus hijos y mascotas, y los comentarios públicos que hace sobre deportes, política y actualidad. Todo ha sido editado y seleccionado para maximizar la respuesta que recibirá de sus amigos y seguidores en Internet.

Incluso, si usted fuera más honesto públicamente sobre sus fracasos y errores que esas personas influyentes en línea, no hay manera de que un perfil de Facebook o una cuenta de Instagram pueda resumir la totalidad de lo que usted es y lo que usted cree. Sin duda, usted tiene pensamientos y opiniones que nunca compartiría con otras personas, porque algunas cosas simplemente no son aptas para ser publicadas, ni siquiera en Twitter.

Usted No Puede Pastorear las Ovejas que No Conoce

Todo esto se aplica a los promotores de la meta-iglesia, quienes con engaños prometen que pueden alimentar, guiar y discipular a un rebaño digital.

La tarea que Dios ha encomendado a sus pastores está claramente definida en las páginas de las Escrituras. Pablo encargó a los ancianos de Éfeso con estas palabras:

“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:28-30).

Pero el trabajo de pastor es imposible para quien ni siquiera conoce a las ovejas. No es un trabajo que pueda hacerse a distancia, a intervalos intermitentes. La idea de un pastor que intenta proteger a sus ovejas de los lobos hambrientos a través de una llamada de FaceTime o una reunión por ZOOM es motivo de risa.

Pero como explica John MacArthur en un artículo titulado “More Than Just a Preacher“ (Más Que Un Simple Predicador), la vocación del pastor es mucho más que proteger a sus ovejas de amenazas externas.

Las ovejas carecen de instinto de supervivencia. Son tan humildes y mansas que, si se las maltrata, fácilmente se les aplasta el espíritu, y pueden simplemente rendirse y morir. El pastor debe conocer el temperamento individual de sus ovejas y tener cuidado de no infligirles un estrés excesivo. En consecuencia, un pastor fiel ajusta su consejo a la necesidad de la persona a la que ministra. Debe: “Amonestar a los ociosos, alentar a los de poco ánimo, sostener a los débiles, y ser paciente para con todos” (1 Tesalonicenses 5:14).

Una vez más, eso simplemente no puede suceder si todo lo que el pastor sabe acerca de un miembro de su congregación es lo que publican en las redes sociales. Y en muchos de estos llamados rebaños digitales, es probable que ni siquiera lo sepan. Los miembros de la meta-iglesia a menudo no son más que un nombre de usuario y un avatar. Eso podría significar una simulación de dibujos animados de la persona real, pero ¿cómo podría alguien más en la meta-iglesia saber si incluso esos vagos detalles corresponden con la realidad?

Francamente, el metaverso no trata de simular la realidad—sino de evitarla. Demasiado de lo que ocurre en las redes sociales y en las interacciones basadas en la web tiene que ver con el escapismo. Para algunos, se trata de construir una fachada para parecer más simpáticos, atractivos e interesantes de lo que son en la vida real. Para otros, se trata de dar rienda suelta a los aspectos de su personalidad que no encajan en el mundo real, diciendo y haciendo cosas que nunca harían en persona o delante de amigos y familiares. El relativo anonimato y oscuridad de la web no es una ayuda para cuidar y discipular al pueblo de Dios. Al contrario, es una barrera casi impenetrable para las funciones bíblicas de la iglesia y el trabajo de un pastor piadoso.

Además, también impide que las ovejas lleguen a conocerlo de verdad. Como explica John, las ovejas no pueden seguir a un líder que no pueden observar.

Pedro desafió a sus compañeros ancianos a “apacentar el rebaño de Dios entre vosotros” ejerciendo “cuidado sobre esta” (1 Pedro 5:2). Dios les confió la autoridad y la responsabilidad de guiar al rebaño. Los pastores son responsables de cómo lideran, y el rebaño de cómo sigue (Hebreos 13:17).

Además de enseñar, el pastor ejerce el cuidado del rebaño por medio del ejemplo de su vida. Ser pastor implica estar entre las ovejas. No se trata tanto de un liderazgo desde arriba como de un liderazgo desde adentro. Un pastor eficaz no pastorea a sus ovejas desde la retaguardia, sino que las guía desde el frente. Ellas le ven e imitan sus acciones.

El valor más importante del liderazgo espiritual es el poder que tiene una vida ejemplar. Primera de Timoteo 4:16 instruye a un líder de la iglesia a: “Tener cuidado de sí mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren”.

Las ovejas no ganan nada con un pastor al que sólo ven de vez en cuando, e incluso entonces, sólo desde una gran distancia y a través de varias barreras. Bíblicamente hablando, eso no es un pastor. Nadie dotado y llamado al cuidado del rebaño de Dios sería tan displicente y descuidado en el desempeño de tan elevadas obligaciones.

Hillsong y Dios

Gracia a Vosotros

Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

Hillsong y Dios

por Cameron Buettel y Jeremiah Johnson

La verdad importa, especialmente cuando se trata de adorar. Eso debería ser obvio; usted no puede adorar de manera apropiada al Señor si usted no sabe quién es Él. Cristo mismo fue inequívoco en este punto – Él dijo que los verdaderos adoradores “deben adorar en espíritu y en verdad” (Juan 4:24, énfasis añadido).

Sin embargo, gran parte de la música de adoración moderna parece apuntar a reducir al único Dios verdadero. Algunas “canciones de adoración” populares no son nada más que una adoración artificial ofrecida a un dios diferente. En su libro Adorar, John MacArthur describe las consecuencias del analfabetismo bíblico que permea a la Iglesia en la actualidad.

La “Adoración” tiene como objetivo ser lo más informal y relajada posible, reflejando una fácil familiaridad con Dios que no es apta para Su majestad trascendente. Este tipo de “adoración” parece apuntar principalmente a lograr que los pecadores estén cómodos con la idea de Dios -suprimiendo de nuestros pensamientos todo lo que sea temor, temblor, reverencia o verdad bíblica profunda…

El derrumbe de la verdadera adoración en las iglesias evangélicas es una señal alarmante. Refleja una degradación de Dios y una apatía pecaminosa hacia Su verdad entre el pueblo de Dios. Los evangélicos han estado jugando una especie de búsqueda trivial en la cultura pop durante décadas; y como resultado, el movimiento evangélico ha perdido la visión de la gloria y la grandeza de Aquel a quien adoramos.

Durante nuestras recientes visitas a Hillsong Los Ángeles hemos visto cómo esa tendencia se desplegó con vívidos detalles. Peor aún, hemos identificado algunas características no bíblicas que Hillsong atribuye a Dios de manera rutinaria.

 

El dios de Hillsong es pasivo

En su declaración de creencias, Hillsong afirma – sin ningún fundamento bíblico – lo siguiente: “creemos que Dios quiere sanarnos y transformarnos para que podamos vivir vidas saludables y bendecidas con el fin de poder ayudar a otros de manera más eficaz.”

Esta declaración plantea algunas preguntas importantes: ¿que está impidiendo a Dios hacernos saludables y bendecidos? Y, ¿por qué está el mundo lleno de enfermedad, pobreza y penurias, si Dios no quiere que así sea?

La respuesta simple es que Hillsong adora a un dios pasivo e impotente. Una y otra vez durante nuestro tiempo en Hillsong Los Ángeles, se nos animó a “invitar a Dios a liderar y guiar” y a “permitir” que Él nos lidere. Fuimos enseñados que la adoración abre la puerta para que Dios obre en nuestras vidas – que le ofrece a Él la oportunidad de traer un quiebre de nuestras circunstancias. Una noche se nos aseguró categóricamente que “nuestras oraciones pueden incluso hacer que Dios cambie de opinión.”

Eso está muy lejos del Dios de la Biblia, quien “hace lo que le place” (Salmo 115:3); cuyos propósitos no pueden ser frustrados (Job 42:2); quien predestina a Su pueblo de acuerdo con Su propósito y voluntad (Efesios 1:11); y quien gobierna de manera soberana sobre toda Su creación (Salmo 103:19). Si bien la soberanía de Dios se menciona ocasionalmente en canciones y sermones, el concepto de un Señor verdaderamente soberano es totalmente ajeno a la teología de Hillsong.

 

El Dios de Hillsong es unidimensional

Pero eso no es una sorpresa, debido a la miopía general de Hillsong cuando se trata de los atributos divinos. En la economía doctrinal de Hillsong, un aspecto del carácter de Dios sobresale con respecto a los demás: Su amor. En más de una ocasión, se nos dijo que “Dios ama desesperadamente a cada persona aquí en Los Ángeles.” Se nos recordó de manera repetida que el Evangelio y el mensaje de Jesucristo son “inclusivos” – que a Dios no le interesan las personas perfectas; que Él te ama “tal como eres” (más acerca de esto la próxima vez).

En un servicio vespertino, escuchamos a Christine Caine, una activista en contra de la trata de personas y conferencista internacional, siendo ella misma un producto de Hillsong. Su mensaje se refirió a la fidelidad de Dios en mantener Sus promesas. Ella utilizó la historia de Abraham y Sara como su texto. Finalizó asegurándonos que Dios aún nos ama después de las “cosas tontas” – un término que ella aplicó a todo tipo de pecado, incluyendo la fornicación de Abraham con Agar. Su punto fue que no hay nada que nosotros podamos hacer – sin importar cuán escandaloso y rebelde el pecado sea – para que Dios nos ame menos. Su gran amor por la humanidad siempre ganará, superando cualquier obstáculo.

El problema con esa perspectiva del amor de Dios es que ignora muchos de Sus otros atributos fundamentales. No se medita en Su santidad, Su justicia o Su ira justa. De hecho, tal como muestra Romanos 5:8-9, el amor de Dios y Su ira se comprenden mejor conjuntamente. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en Su sangre, por Él seremos salvos de la ira.”

Hillsong se apresura en aplicar las bendiciones y beneficios del gran amor de Dios. Pero fuera de esos otros aspectos vitales de Su carácter, parece poco más que un afecto confuso. Dicho de manera simple, el amor de Dios pierde su brillo en el vacío.

Tal como John MacArthur explica en un vídeo blog a principios de este año, “no se puede tomar un atributo de Dios – cualquier atributo de Dios – y aislarlo como si el mismo definiera a Dios. Dios debe ser entendido en todo el conjunto de Sus atributos.” En la naturaleza divina de Dios, dichos atributos se complementan uno con el otro – no compiten entre sí. Y no pueden ser comprendidos en su totalidad o de manera precisa si están aislados.

 

El Dios de Hillsong es familiar

Quizás uno de los otros peligros de sobre enfatizar el amor de Dios es que lo convierte en un benefactor benévolo, robándole la debida reverencia y respeto. Los servicios de adoración no necesitan ser sombríos, pero existe una falta de sobriedad notoria que es difundida en los encuentros de Hillsong.

Y no es tan sólo un tema del ambiente parecido al de un club o a la parafernalia de un concierto de rock. No se percibe un sentido de reverencia o temor reverente a Dios – ninguna noción de que Él es un fuego consumidor (Hebreos 12:28-29). Y si bien pasan un tiempo importante atrayendo a las personas para que entren en una relación con Cristo, no hay un sentido de “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31). Más bien, el Dios de Hillsong es un mayordomo cósmico, atento a todas nuestras necesidades y deseoso de dar rienda suelta a nuestros logros, sanar nuestras relaciones y derramar bendiciones en nuestras vidas. Él está a nuestro servicio y disposición.

El sentido de la trascendencia o la santidad de Dios ha desaparecido por completo. De hecho, las reacciones de hombres como Moisés, Isaías, Ezequiel, Pablo y Juan, quienes de manera humilde cayeron sobre sus rostros ante la presencia del Señor, atónitos en temor reverente, parecen inapropiados para una deidad tan íntima y familiar como la que Hillsong describe.

Esa actitud puede conducir a un alarmante debate casual y negligente de la persona y la obra de Dios. Por ejemplo, en el mensaje de Christine Caine mencionado anteriormente, ella condujo a la audiencia a la histeria con la siguiente descripción de la obra creadora de Dios: “Dios despertó un día y eructó y (gestos) la Tierra y dijo: “Uy, mira lo que he hecho.”” Estas, simplemente, no son palabras de alguien que toma a Dios y a Su palabra en serio.

 

Una Palabra Acerca de la Palabra de Dios

Ese mismo descuido frívolo se despliega en la mayoría de la predicación que oímos en Hillsong Los Ángeles. Los oradores con frecuencia juegan con la Escritura y su significado. Rara vez se preocupan por su contexto. El modelo general es aislar una porción narrativa de la Escritura; y convertirla en una analogía para la audiencia y en una promesa de bendición y favor de Dios.

Inclusive los versículos y pasajes más familiares son extremadamente flexibles en manos del liderazgo de Hillsong. El primer domingo que atendimos, el pastor líder de Hillsong Los Ángeles, Ben Houston, convirtió a Juan 3:16 en una exhortación a ofrendar a la Iglesia, explicando cómo “Dios amó de tal modo que dio,” y que nuestro amor por la Iglesia debería impulsarnos a dar nuestro dinero.

Ese tipo de flexibilidad posmoderna es traída al texto en cada servicio; y convierte a cada lección en un recordatorio del provocador amor de Dios por usted, Su ardiente deseo de bendecirlo y su parte integral en desatar esa bendición en su propia vida. No es más que una versión diluida del Evangelio de la prosperidad o el movimiento Palabra de Fe.

En su libro Adorar, John MacArthur señala varios ejemplos del Antiguo Testamento para ilustrar cuán seriamente Dios considera la adoración. Ya sea que se trate de los israelitas moldeando un becerro de oro en los pies del monte Sinaí, o el fuego extraño ofrecido por Nadab y Abiú o Uza, para asegurar el arca del pacto, el mensaje es claro:

Dios no aceptará la adoración pervertida. Algunos insisten en que cualquier tipo de adoración sincera es aceptable a Dios, pero eso simplemente no es verdad. La Biblia enseña que aquellos que ofrecen adoración diseñada por ellos mismos es inaceptable a Dios, sin importar sus buenas intenciones. No importa cuán pura pueda parecer nuestra motivación o cuán sincera pueda ser nuestra intención, si no somos capaces de adorar a Dios como Él lo ha ordenado, Él no puede bendecirnos.

En el mejor de los casos, el dios de Hillsong es una sombra pálida e incompleta de la plenitud definida en la Escritura. En el peor de los casos, él es un ídolo falso, hecho en la imagen del hombre e incapaz de proveer la redención y la transformación que los pecadores necesitan de manera tan desesperada.

* Cameron Buettel y Jeremiah Johnson son los escritores regulares del blog de Grace To You.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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Hillsong y la adoración

Gracia a Vosotros

Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

Hillsong y la adoración

por Cameron Buettel y Jeremiah Johnson

 

Traigo mi alabanza

Es más que palabras

Esto no es una actuación

No es por emociones

Por lo que yo canto

Solo tú eres la razón

 

Por siempre cantaré

Y con todo gritaré

Solo a ti Jesús mi Rey

 

No puedo imaginar

Cantar solo por cantar

Lo que quiero es adorar

 

En este momento de la canción – titulada “Por Siempre Cantaré” – la música se eleva, las luces estroboscópicas se encienden y todos en el escenario y en la multitud comienzan a bailar con un abandono excesivo.

Es difícil pasar por alto la ironía.

Esa canción – de la banda Hillsong Young and Free – resume numerosos problemas con mucha de la música de adoración de Hillsong: contenido lírico impreciso, perspectivas doctrinales confusas y un énfasis en el estilo por sobre la sustancia.

 

Apelar por Medio de la Ambigüedad

 La filosofía de Hillsong encaja bien con el espíritu de nuestros días. Los científicos sociales nos dicen ahora que la moralidad es subjetiva, el género es fluido y la verdad es una ilusión. Claramente, la teología precisa adoptada en los himnos antiguos ya no logra el objetivo.

Hillsong probablemente ha hecho un mejor trabajo que los demás en llenar el vacío musical que muchas iglesias modernas han experimentado. Sus canciones son pegadizas, sus músicos son excelentes y sus compositores saben cómo “sonar lo suficientemente cristianos” como para suavizar las conciencias de todos los que asisten. En consecuencia, su música permea el mundo cristiano y las ventas de sus álbumes son masivas – inclusive para los estándares seculares.

En este punto, nosotros necesitamos decirle claramente que no espere que éste sea un discurso fundamentalista: éste no es un escrito largo y aburrido en contra de la música moderna que se infiltra en la Iglesia.

Pero debemos ser cautelosos cuando nuestra fe antigua y exclusiva es invadida con canciones modernas que muestran un mensaje fluido y vago. En muchas instancias, las letras de Hillsong son tan vagas que podrían ser aceptadas por la mayoría de las religiones.

 

Al despertar

Te cantaré

Mis ojos en

Ti fijaré

Al ritmo de

Tu corazón

Caminaré

Hacia tu amor

 

Tu fuego en mi interior

Ardiendo está

Salvaje amor

Que brillará

Esta pasión

Todos verán

Tu gloria resplandecerá

 

Tú nunca me dejarás

Tu amor me sostendrá

Junto a mí estarás

Y por siempre brillarás

 

Tú vives en mí

Vives en mí

Soy tuyo para siempre

 

Esta letra es de “Vives en Mí,” una canción sin ningún elemento cristiano distintivo. De hecho, muy poco la distingue de los desvaríos de abandono de una carta de amor escrita durante el colegio secundario.

Los pastores de Hillsong señalan rápidamente que todas sus canciones son analizadas por su exactitud teológica. Pero cuando se trata de canciones como “Vives en Mí,” y “Por Siempre Cantaré,” ¿qué es lo que hay que examinar?

 

Lagunas Doctrinales y Negligencia

No todas las canciones de adoración de Hillsong son ambiguas; algunas muestran evidencia de intentar ser más concretas teológicamente. “Hermoso Nombre[1]” es un ejemplo en donde los temas bíblicos son al menos discernibles.

El primer verso hace referencia a la eternidad y a la deidad de Cristo: “Tú fuiste el verbo en el principio / Unigénito de Dios” (cp. Juan 1:1). Más adelante, la canción se refiere a Su resurrección: “La muerte venciste / El velo partiste… Resucitaste en majestad.” Y a lo largo de la canción, Cristo es referido como Rey.

Sin embargo, el segundo verso es un gran ejemplo de las enfermedades doctrinales que plagan la mayor parte del catálogo de Hillsong – negligencia, antropocentrismo y falta de información.

No querías el cielo sin nosotros

Así que Jesús Tú trajiste el cielo hacia abajo

Mi pecado fue grande, Tu amor fue mayor

Qué podría separarnos ahora. . .[2]

El autor de “Hermoso Nombre” nos haría creer que el motivo para la vida, muerte y resurrección de Cristo fue porque Él no quería el cielo sin nosotros. Ese es un sentimiento agradable, pero no es ni siquiera remotamente bíblico. De hecho, es negligencia doctrinal por parte de personas que ya deberían saberlo.

La Biblia no expresa en ningún lugar que una soledad poco satisfactoria en el cielo fue el motivo de Dios para redimir a las personas. Más bien, el tema que resuena a lo largo de la Escritura es el deseo de Dios de glorificarse a sí mismo mediante la redención de pecadores. Romanos 3:21-26 describe de manera explícita la expiación de Cristo como la manifestación de la justicia de Dios. Sin lugar a dudas, la cruz también fue la demostración del gran amor de Dios por los pecadores (Juan 3:16), pero eso no significa que Él se sentía solo sin nosotros.

Además, esta declaración no bíblica fluye de una cosmovisión centrada en el hombre que se extiende en casi todo lo que Hillsong hace. En lugar de vernos a nosotros mismos como los beneficiarios que no merecen el plan redentor de Dios, nos convertimos en los personajes principales de una historia que tiene como propósito glorificar a Dios.

El otro gran problema que afecta inclusive a las mejores canciones de Hillsong también es evidente en “Hermoso Nombre”. Inclusive cuando logran ser teológicamente correctos, la información que falta le quita al contenido lírico cualquier significado útil. “Mi pecado fue grande, tu amor fue mayor,” provoca más preguntas de las que ellos están dispuestos a responder. Es extremadamente inusual que la adoración de Hillsong siquiera mencione al pecado, pero inclusive si lo hacen, queda completamente sin definir.

Temas similares como la ira de Dios, el arrepentimiento, el juicio, la depravación y la santidad personal están virtualmente ausentes de todo el catálogo de Hillsong. Estas realidades bíblicas componen el trasfondo necesario para explicar la mayoría de las cosas acerca de las cuales Hillsong habla: la gracia, la misericordia, el perdón y la salvación. Si la gracia es un favor inmerecido, necesitamos saber por qué no la merecemos. La misericordia carece de significado sin la comprensión de la ira que merecemos. El perdón es incomprensible si no entendemos nuestra culpa personal delante de Dios. Y la salvación parece algo en vano si nunca se nos dice de qué somos salvos.

En la Conferencia Fuego Extraño, John MacArthur dijo esto acerca de otra banda cristiana popular y lo que en muchas iglesias de hoy en día es considerado como música de adoración:

Permítame explicar la adoración de un modo sencillo. Cuanto más profundo es su entendimiento de la verdad de Dios, más profundo su entendimiento de Dios mismo, más elevada es su adoración. La adoración está directamente relacionada con el entendimiento. Cuanto más rica sea su teología, mayor será su comprensión de la verdad bíblica y su adoración será más elevada. Usted no tiene que poner música para que yo pueda adorar. Un entendimiento limitado de Dios -superficial, fútil comprensión de Dios- conduce a una histeria superficial, sin contenido. Usted puede estimular esto, puede crear esta clase de frenesí. No tiene nada que ver con la adoración; no es adoración. No está relacionado con la adoración; es simplemente histeria en una expresión necia. Ustedes han estado cantando himnos esta semana. ¿Por qué? Porque existe una teología rica en los himnos. No tenemos que ser histéricos; queremos que su mente esté completamente comprometida… No necesito coros 7-11, siete palabras repetidas once veces. Necesito avanzar la doctrina. Necesito avanzar la riqueza. Necesito profundizar la verdad y ampliar la verdad; y los himnos tienen versos, no simplemente cinco palabras repetidas, y repetidas, y repetidas y repetidas, pero nunca con matices de teología. Entonces, sí… Eso no es adoración, eso ni siquiera es cristiano. No es diferente de un concierto de rock. Hay muchos modos de manipular la mente de las personas y ellos han descubierto cómo hacerlo.

La doctrina importa. En el mejor de los casos, una dieta constante de música de Hillsong lo dejará a usted con una teología incompleta de salvación. En el peor de los casos, promueve falsedades no bíblicas acerca de Dios, nosotros, y cómo podemos ser reconciliados con Él.

 

Estilo sobre el Contenido

Vale la pena señalar que nosotros no escogimos las letras que se mencionan arriba. En un catálogo musical tan extenso como el de Hillsong, no sería difícil encontrar algunas canciones para criticar.

En cambio, las canciones mencionadas anteriormente provienen directamente de nuestras visitas a los servicios religiosos de Hillsong. Desde hace unos meses, hemos estado visitando Hillsong Los Ángeles – una de las iglesias más recientes del ministerio. Mientras que el público estadounidense está familiarizado principalmente con las bandas de adoración, CDs y conciertos de Hillsong, en la mayor parte del resto del mundo, son una de las redes de iglesias de más rápido crecimiento dentro del evangelicalismo. Con franquicias establecidas en todo el mundo, recientemente han comenzado a expandirse en los Estados Unidos de América.

En nuestra opinión, Hillsong representa la próxima ola del tipo de buscador sensible acerca de la cual John MacArthur nos ha advertido a lo largo de su ministerio. Ellos están cortados por la misma tijera de Robert Schuller, Bill Hybels, y Rick Warren, ellos sólo están apuntando a una audiencia más joven y moderna.

Los servicios religiosos de la Iglesia Hillsong de Los Ángeles son prácticamente idénticos a los conciertos de rock. Desde el momento en el que usted entra, sus ojos y oídos son asaltados por pantallas multimedia confusas, con un arte indefinido que se hace pasar por profundo.

Si bien los elementos familiares de un servicio de Iglesia están ahí – la oración, la adoración, la enseñanza, etc. – son usualmente diseñados y desplegados como algo atractivo para sus sentidos, no su alma. Hace que uno se pregunte qué piensa la gente que se está comprometiendo durante el pseudo-llamado al altar con el cual finaliza cada servicio.

Finalmente, el descuido y la ambigüedad de Hillsong se extiende más allá de sus letras, tocando cada elemento de su ministerio global. En los días venideros, veremos la teología práctica que ellos proclaman y la compararemos con sus propias afirmaciones doctrinales y, en última instancia, con las Escrituras.

Lo que va a ver – tal como nosotros hemos visto de primera mano – es que la influencia significativa que Hillsong ejerce está sembrando confusión y corrupción en la siguiente generación de la Iglesia.

* Cameron Buettel y Jeremiah Johnson son los escritores regulares del blog de Grace To You.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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[1] La versión en español de esta canción es un poco diferente a la versión original.

[2] Esta es la traducción literal de la versión original en inglés.