Nuestro Señor fuerte y poderoso | Salmo 24:8

Nuestro Señor fuerte y poderoso
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¿Quién es este Rey de gloria? Jehová, fuerte y valiente; Jehová el poderoso en batalla. Salmo 24:8
Este maravilloso salmo habla del “Rey de gloria”. Quizás, Salomón pudo representar débilmente a este Rey, pero su verdadero cumplimiento solo lo vemos en aquel que es “más grande que Salomón” (Mt. 12:42 NBLA), nuestro Señor Jesucristo.

Al buscar el significado de las palabras “fuerte y valiente”, creemos que podríamos hacer la siguiente aplicación de ellas: él es fuerte para llevar a cabo la voluntad de Dios y poderoso para acabar con todo enemigo.
¡Qué maravilloso! Al hacerse Hombre, Cristo vino para hacer la voluntad de Dios. De hecho, hacer la voluntad de su Padre era su deleite, su alimento. En su primera venida, cuando estuvo en Getsemaní, la multitud que vino a arrestarlo cayó al suelo al escuchar su nombre divino: “Yo soy”. Sin embargo, él no había venido para poner el mundo en orden, sino para dar su vida en rescate por muchos (Mr. 10:45). ¡Pero él vendrá otra vez! Y cuando se manifieste nuevamente, será con gloria. En ese momento, él hará cumplir la voluntad de Dios tanto en la tierra como en el cielo por la fuerza de su brazo. Y con su poder derrotará a todo enemigo. Incluso la misma muerte será finalmente abolida por su poder (véase 1 Co. 15:26). ¡Qué fuerte y poderoso es él!
Querido lector, ¿es usted débil? ¿Es consciente de la debilidad que hay en nuestros hogares, en la congregación local de los creyentes y en el testimonio cristiano en general? ¿Cuál es la respuesta?
Ya conocemos al Señor “fuerte y poderoso”, a quien se le ha conferido todo el poder en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18). Si nosotros somos débiles, él es fuerte. Si sentimos la debilidad de nuestras manos para cumplir la voluntad de Dios, sus manos son fuertes para fortalecernos para cumplir su voluntad el día de hoy. Si nos sentimos débiles y estamos prontos a darnos por vencido ante nuestros enemigos, ante la carne, el mundo y el diablo, él es poderoso para liberarnos hoy mismo y darnos la victoria. ¡Mirémoslo a él!

Kevin Quartell
© Believer’s Bookshelf Canada Inc.

Algunas de las glorias del Señor Jesús | 1 Tesalonicenses 1:10

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Y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
1 Tesalonicenses 1:10
Algunas de las glorias del Señor Jesús
¡Qué maravillosas glorias de nuestro Señor encontramos en este versículo! Consideremos brevemente algunas de ellas.

  1. Él es el Hijo. Este nombre de nuestro Señor nos presenta pensamientos maravillosos acerca de la relación eterna entre el Padre y su único Hijo en la Deidad. Esa relación se manifestó luego en la tierra cuando el Hijo se hizo Hombre. Él es quien pudo decir en su oración al Padre: “Me has amado desde antes de la fundación del mundo” (Jn. 17:24).
  2. Él es el que vendrá de los cielos. Hoy esperamos, como los tesalonicenses, que el Hijo regrese de los cielos. Sabemos que él ya vino una vez (1 Jn. 5:20). En su primera venida, vino para “quitar de en medio el pecado” y nuestros pecados mediante el sacrificio de sí mismo (He. 9:26, 28).
  3. Él resucitó de entre los muertos. El Hijo de Dios murió como nuestro sustituto. Pero la muerte no lo pudo retener, y al tercer día resucitó “por la gloria del Padre” (Ro. 6:4).
  4. Él es Jesús. Aquel que desde la eternidad es Dios y se hizo Hombre. Jesús es el nombre que tomó cuando vino a este mundo, el cual significa “Jehová Salvador”. Vino a salvar a su pueblo de sus pecados (Mt. 1:21).
  5. Él es nuestro Libertador. A menudo pensamos en la ira eterna, el lago de fuego, de la que hemos sido salvados por la obra del Señor Jesús. Pero la ira también caerá pronto sobre este mundo que ha rechazado al Hijo de Dios (1 Ts. 5:1-4, 9; Mt. 24:21). A esto comúnmente se le denomina como “la tribulación”. Durante ese periodo, ¿estará aún la iglesia en la tierra? ¡No! El Señor Jesús es aquel que nos librará de esta “ira venidera”. “Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Ap. 3:10).

Kevin Quartell
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