El Regalo de Dios

Iglesia Evangélica Unida

El Regalo de Dios

Samuel Perez Millos

 

Samuel Pérez Millos

 Casado con Noemí Susana Colacilli, misionera durante 24 años en Palabra de Vida.

Samuel es responsable del área de formación bíblica en la Iglesia Unida de Vigo.

 Licenciado y Master en Teología (TH. M) por el Instituto Bíblico Evangélico.

Pastor de la Primera Iglesia Evangélica de Vigo, hoy Iglesia Evangélica Unida, desde el 26 de septiembre de 1981.

Profesor de Biblia y Teología en la Facultad Evangélica de España y del Departamento de Teología Sistemática de la escuela Escrituras.

http://www.unidavigo.es

La Necesidad de Servir

Iglesia Evangélica Unida

La Necesidad de Servir

Samuel Perez Millos

Samuel Pérez Millos

 Casado con Noemí Susana Colacilli, misionera durante 24 años en Palabra de Vida.

Samuel es responsable del área de formación bíblica en la Iglesia Unida de Vigo.

 Licenciado y Master en Teología (TH. M) por el Instituto Bíblico Evangélico.

Pastor de la Primera Iglesia Evangélica de Vigo, hoy Iglesia Evangélica Unida, desde el 26 de septiembre de 1981.

Profesor de Biblia y Teología en la Facultad Evangélica de España y del Departamento de Teología Sistemática de la escuela Escrituras.

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La Alabanza

Iglesia Evangélica Unida

La Alabanza

Samuel Perez Millos

Samuel Pérez Millos

 Casado con Noemí Susana Colacilli, misionera durante 24 años en Palabra de Vida.

Samuel es responsable del área de formación bíblica en la Iglesia Unida de Vigo.

 Licenciado y Master en Teología (TH. M) por el Instituto Bíblico Evangélico.

Pastor de la Primera Iglesia Evangélica de Vigo, hoy Iglesia Evangélica Unida, desde el 26 de septiembre de 1981.

Profesor de Biblia y Teología en la Facultad Evangélica de España y del Departamento de Teología Sistemática de la escuela Escrituras.

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Vida en Cristo

Iglesia Unida de Vigo

VIDA EN CRISTO

Samuel Perez Millos

 

Samuel Pérez Millos, es pastor en la Iglesia Evangélica Unida de la ciudad de Vigo, España, desde el 26 de septiembre de 1981. – Cursó los estudios de Licenciatura en Teología, en el Instituto Bíblico Evangélico, graduándose el 10 de junio de 1975.

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Vida Plena

Vida Plena

Samuel Perez Millos

Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová; dame entendimiento conforme a tu palabra” (Sal. 119:169).

Llegamos a la última estrofa del Salmo (vv. 169-176). Un tesoro lleno de enseñanzas para nuestra vida, en cada circunstancia y en cada ocasión. Quiero tomar esta final como el resumen de todo el contenido, cerrando la reflexión como el secreto para una vida plena.

COMPROMETIDO CON LA ORACIÓN

Primeramente, esa vida debe estar comprometida con la oración (vv. 169-170). La oración fue la tónica del Salmo. En ocasiones pidió ayuda sobre los enemigos (v. 153), otras aliento en la prueba (v. 153b), pidiendo ayuda para entender las razones por las que se produce (Stg. 1:5). La oración será en ocasiones un clamor que sube delante de Dios (v. 169a); otras un ruego: “dame entendimiento” (v. 169b); a veces un diálogo con Dios, que es la oración (170a).

En esto seguimos el ejemplo del Señor, y obedecemos Su mandamiento que nos insta a “orar sin cesar”. La razón para orar es la promesa de Dios: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jer. 33:3).

COMPROMETIDO CON LA ALABANZA

En segundo lugar, una vida plena es aquella en que la alabanza se manifiesta (v. 171). En cada momento hay razones para alabar a Dios, Él ha mostrado “su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro. 5:8). Sus misericordias son nuevas proveyendo una salvación segura, el aliento en cada circunstancia adversa, la restauración en las caídas y la suprema esperanza de gloria, que es Cristo en nosotros (Col. 1:27). Hoy tenemos razones para alabarle. Ningún problema es mayor que Su gracia.

VIVIR EN DEPENDENCIA

En tercer lugar, se nos llama a una vida de dependencia (v. 173). Necesitamos sustento y socorro, no hay recursos en nosotros, pero Su mano está siempre pronta para socorrernos. Debo entender que, separado de Él, nada puedo hacer (Jn. 15:5). Debemos oír Su advertencia: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). Es el tiempo para volvernos en dependencia a Dios y decir delante de Él, como el antiguo himno: Por fe yo voy, sintiendo mi flaqueza”.

VIVIR EN SANTIDAD

También la vida plena se desarrolla en la santificación (v. 174). Nuestra salvación se desarrolla en la santidad: “como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 P. 1:15.16).

AMAR LA PALABRA

La penúltima base es amor por la Palabra. El Salmo nos enseñó que es fuente de orientación (v. 24); de consuelo (v. 77); de esperanza (v. 92); de liberación (v. 143). El secreto no está en conocer la Biblia, sino en vivir conforme a ella.

DAR TESTIMONIO

Finalmente, la vida plena es una vida de testimonio (v. 175). Miro todo esto y me doy cuenta que debo confesar delante del Señor que muchas veces fracaso porque soy “como oveja extraviada” (v. 176). Quiero reconocer que no siempre estoy en el camino correcto que Él me marca. Pero, se también que es en mi debilidad donde se manifiesta el poder de Dios. Por eso tengo una petición que quiero expresar delante de Él: “busca a tu siervo”, de otro modo “sostén a tu siervo”.

Mi mayor bendición no es la de ser restaurado, sino la de ser sostenido.

 Me doy cuenta, cada vez más, al cabo de mis años, que esta es mi mayor necesidad.

Señor, dame un corazón que ore siempre, mientras Tú me sustentas en la gracia.

Samuel Pérez Millos, es pastor en la Iglesia Evangélica Unida de la ciudad de Vigo, España, desde el 26 de septiembre de 1981. – Cursó los estudios de Licenciatura en Teología, en el Instituto Bíblico Evangélico, graduándose el 10 de junio de 1975.

Familia

 

Familia

Samuel Perez Millos

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2:24). 

         La familia es la unidad básica de la sociedad establecida por Dios mismo. Esta unidad está afectada por las circunstancias adversas que el pecado produce contra todo lo establecido por Dios. El matrimonio es, por tanto, una institución controvertida y en crisis. Sin embargo, el matrimonio como base y la familia como consecuencia adquieren una dignidad peculiar en razón de los valores con que fue investido por Dios mismo desde el principio de la humanidad. Es un estado de alta estima y valor, a la vez que frágil, a causa del pecado humano. La institución matrimonial, conforme al propósito de Dios, es para toda la vida de los cónyuges. El matrimonio es también una esfera de intimidad máxima en todos los órdenes. Quiero conducir a una reflexión sobre este asunto, que por su extensión tendré que dividirla en, por lo menos, dos veces.

         El matrimonio es la base del hogar y de la familia. El término hogar, procede del latín focarem, lugar donde se coloca el fuego. El de familia, procede también del latín famula, que significa criado, dando una idea de servicio de unos hacia otros (Ef. 5:21). Uniendo los conceptos, el matrimonio debe expresar: unidad; convivencia (lat. convivium), una vida en común; cohabitación (lat. connubium), que tiene que ver con la esfera de la intimidad personal; consorte (lat. consortium), que significa compartir la misma suerte; vida en común (lat. conjugium), que significa aguantar bajo el mismo yugo, compartiendo juntos toda la problemática. Junto con esto calor entrañable de hogar y la ayuda mutua, vital en la relación.

         El matrimonio es honorable para todos (He. 13:4). La prohibición del matrimonio como algo que contribuye a alcanzar mayor nivel de espiritualidad en el servicio es una enseñanza, que el apóstol Pablo califica de diabólica (1 Ti. 4:1-3). Afirmar que el celibato es un estado superior al matrimonio contradice la  instrucción bíblica.

         Acudiendo a la Palabra, única autoridad en materia de doctrina y ética, se aprecia que cuando Dios creó al hombre, lo hizo con la determinación de delegar sobre él la responsabilidad y privilegio del gobierno del mundo, capacitándolo para ello (Gn. 1:26). El el proyecto divino estaba en crear a un varón, primero, y luego a una mujer, procedente de esa primera creación (Gn. 1:27). No es verdad que haya creado a un ser en el que había hombre y mujer, que luego serían separados, como enseña el Taillardismo, contrario a la verdad de la Palabra. La revelación divina está orientada a una familia en la que el gobierno es compartido por el varón y la mujer, notándose el plural que la Escritura usa (Gn. 1:28).

         La condición imperfecta en esa creación consistió en la presencia del varón solo, de ahí la observación divina: “no es bueno que el hombre esté solo” (Gn. 2:18). Eso marca un profundo contraste con lo que anteriormente dice Dios cuando observa la creación: “era bueno en gran manera” (Gn. 1:31). Toda la creación era buena incluyendo el propósito de la creación, tanto del hombre como de la mujer (Gn. 1:27). La presencia de un varón solo dejaba incompleto el programa divino para la humanidad. Dios acudió a la solución creando a la mujer (Gn. 2:2b-22). No fue para servir al hombre, para eso estaban los animales. No era para que gobernase sobre el hombre, ya que éste es la cabeza. La idea de ayuda idónea es la de un ser capaz de dialogar y mantener comunión en igualdad de condiciones.

         El matrimonio es una institución divina (Gn. 2:24). Dios como Padre trae la mujer al hombre. Éste la recibe como un don divino (Pr. 18:22). La esposa, por tanto, ha de ser tratada como tal don (1 P. 3:7). El Señor aclaró que esa institución es un mandamiento del Creador (Mt. 19:4-6).

         Dios establece la unidad matrimonial. Establece una relación exclusiva y excluyente: “El hombre… su mujer”. Cualquier otra relación con otro hombre o con otra mujer está excluida en el propósito de Dios. Establece también una relación reconocida: dejará. Los vínculos familiares anteriores se sustituyen por los de la nueva familia, creando otra unidad distinta. Esto no supone que se deje de “honrar padre y madre” (Ef. 6:2). Se establece también una disposición de entrega:se unirá. Cada una de las partes se entrega a la otra, pero en el texto comienza la obligación por parte del marido. Finalmente Dios establece una relación permanente: “serán una sola carne”. No está en la mente del Creador disolver la unidad matrimonial. Es más, esa relación no son dos yo, que se convierten en un nosotros, sino dos yo, que se convierten en otro yo. De manera que cuando se rompe la unidad matrimonial, no es un retorno de nosotros  a otros dos yo, sino la muerte irremediable de un yo, que no puede resucitarse.

         Un aspecto que se olvida hoy es el concepto de pacto matrimonial. Quiere decir que el matrimonio es el resultado de la decisión voluntaria de unión de un hombre y una mujer, aceptando lo establecido por Dios (Gn. 2:24). El garante del pacto matrimonial es Dios mismo (Mal. 2:13-14). Él se constituye en testigo de cargo contra quien rompa el pacto. El matrimonio es un convenio en el que Dios interviene. Pero algo más, el matrimonio es un estado sometido a juramento (Dt. 6:13), puesto se hace reconociendo y aceptando lo que Dios ha determinado. Por tanto es un pacto sagrado (Pr. 2:17), sin darle a esto un carácter sacramental como medio de gracia. La expresión más elevada del matrimonio es que Dios lo toma para referirse a Su relación con Su pueblo (Ez. 16:8), en el antiguo orden y de Cristo y la Iglesia en el nuevo.

         El matrimonio no se basa en disposiciones humanas reguladas por leyes, sino en preceptos divinos. Se utilizan con frecuencia textos que enseñan sobre la institución matrimonial en el Antiguo Testamento (Gn. 1:27; 2:24). Esa misma fue la enseñanza de Jesús (Mr 16:6 s.; Mt. 19:4 s.), como también por el apóstol Pablo (1 Co. 6:16; Ef. 5:31). El matrimonio es, conforme a la enseñanza bíblica, la vida en común de un solo hombre con una sola mujer. No se contemplan, sino como pecaminosas, otras uniones diferentes. El Nuevo Testamento enseña la unidad del matrimonio mientras vivan ambos cónyuges (Ro. 7:2-3). De ahí que la relación matrimonial exija lealtad absoluta (1 Co. 7:2).

         La normativa del Nuevo Testamento para la celebración del matrimonio, es también clara. No le confiere carácter sacramental, ni se establece como ordenanza para la iglesia, puesto que el matrimonio no es un aspecto religioso, sino una determinación soberana de Dios para la regulación de la sociedad humana. El poder civil es el que da testimonio del hecho y regula como debe celebrarse legalmente el matrimonio en el tiempo histórico de la ley. El creyente está obligado a la obediencia al poder civil y a las leyes que regulan el matrimonio (Ro. 13:1a). Los gobernantes regulan el aspecto de su celebración para que quede constancia del hecho, entendiendo que ejercen autoridad por delegación divina (Ro. 13:1-2).

         El cristiano debe recuperar estas verdades sobre el matrimonio, en un mundo donde la institución atraviesa por una de las mayores crisis de su existencia. El divorcio ha tomado carta de naturaleza en la sociedad y, lo que es más lamentable, entre cristianos. Las leyes permisivas de los hombres han degradado la institución permitiendo uniones distintas a la que Dios ha establecido, absolutamente perversas no desde el punto de vista de la moral religiosa, sino desde la norma natural. Es urgente una aproximación a este vital tema que iremos abordando en sucesivos temas.

Samuel Pérez Millos, es pastor en la Iglesia Evangélica Unida de la ciudad de Vigo, España, desde el 26 de septiembre de 1981. – Cursó los estudios de Licenciatura en Teología, en el Instituto Bíblico Evangélico, graduándose el 10 de junio de 1975.

http://www.perezmillos.com/

Una puerta abierta

Una puerta abierta

Iglesia Unida de Vigo

Samuel Pérez Millos

Es pastor en la Iglesia Evangélica Unida de la ciudad de Vigo, España, desde el 26 de septiembre de 1981.
-Cursó los estudios de Licenciatura en Teología, en el Instituto Bíblico Evangélico, graduándose el 10 de junio de 1975.
-Master en Cristología y Espiritualidad Trinitaria.
-Autor de más de 45 libros de teología, comentarios bíblicos y vida cristiana.
-Actualmente está produciendo el Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento, obra en veinte volúmenes, (ver apartado Literatura).
-Colaborador en programas de Radio y Televisión, tanto en España como en Hispanoamérica.
-En el Ministerio Exterior es conferenciante en distintos países de Europa, Hispanoamérica, Estados Unidos y Australia.
-Profesor en el Instituto Bíblico “Escrituras” (AA.HH.), profesor en la Escuela Evangélica de Teología (Fieide), profesor en la Facultad Internacional de Teología (IBSTE) de Barcelona.

https://unidavigo.es/

¿Es el humanismo la respuesta?

¿Es el humanismo la respuesta?

Samuel Pérez Millos

Es pastor en la Iglesia Evangélica Unida de la ciudad de Vigo, España, desde el 26 de septiembre de 1981.
-Cursó los estudios de Licenciatura en Teología, en el Instituto Bíblico Evangélico, graduándose el 10 de junio de 1975.
-Master en Cristología y Espiritualidad Trinitaria.
-Autor de más de 45 libros de teología, comentarios bíblicos y vida cristiana.
-Actualmente está produciendo el Comentario Exegético al Texto Griego del Nuevo Testamento, obra en veinte volúmenes, (ver apartado Literatura).
-Colaborador en programas de Radio y Televisión, tanto en España como en Hispanoamérica.
-En el Ministerio Exterior es conferenciante en distintos países de Europa, Hispanoamérica, Estados Unidos y Australia.
-Profesor en el Instituto Bíblico “Escrituras” (AA.HH.), profesor en la Escuela Evangélica de Teología (Fieide), profesor en la Facultad Internacional de Teología (IBSTE) de Barcelona.

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