4-Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico

EL MARIDO INTEGRAL

Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico

Por Lou Priolo

Capítulo Cuatro

UN CURSO INTENSIVO DE COMUNICAIÓN BÍBLICA

a1Volúmenes de libros podrían, y deberían, ser escritos para explicar las muchas referencias bíblicas sobre la comunicación. Los cinco principios contenidos en este capítulo, a pesar de no ser exhaustivos, pueden ayudarte a ser un comunicador más eficaz, solucionador de problemas. Es probable que inicialmente te resulte dificil practicar consistentemente algunos de estos principios. Ser un comunicador eficaz no es solamente una responsabilidad bíblica sino una habilidad que toma tiempo desarrollar. Entre más practiques las verdades que estás por aprender (o revisar), más competente serás para usarlas eficazmente.

Lección Uno: No puedes fingirlo (si no existe)

Harvey y Priscila estaban sentados en mi oficina confrontándose uno al otro para resolver un problema. Tan pronto comenzaron a hablar, Priscila hizo un comentario muy desagradable y sarcástico a Harvey.

“¡Oh!” dije. “Priscila, esas palabras no están honrando a tu esposo. Podrías tratar de decirlo de otra manera.”

En ese momento capté la esencia de lo que ella trataba de decirle a Harvey y lo repetí de una manera más moderada que lo que ella lo hizo originalmente.

“Inténtalo así,” le dije. “ABCDEFG,” intentando que expresara una versión moderada de sus pensamientos.

Jamás olvidaré lo que sucedió en seguida. Mientras Priscila miraba directamente a los ojos de Harvey, abrió su boca tratando de decir las palabras, pero nada salió. Estaba sentada con la boca abierta y su lengua como colgando en medio de sus dientes.

“Vamos. Lo puedes hacer,” le dije animándola.

Después de haber cerrado su boca por un momento (para descansar), volvió a intentarlo. Cuando lo hizo, un áspero silbido gutural y un sonido de ahogamiento salió, pero nada más.

“Es realmente difícil para mí decir esas palabras,” me dijo ella con una curiosa mirada en su cara.

Después de reflexionar momentáneamente, le pregunte, “¿Quieres saber por qué?”

“¡Por favor dime!”

“Lo que te pedí que le dijeras a Harvey era bastante cortés y humilde. La razón por la que te quedaste sin palabras es que no hay suficiente gracia y humildad en tu corazón para pronunciar esas palabras sin que se te atoren.”

Finalmente ella entendió que no podía hablar amablemente si primero no cambiaba su corazón. Por la gracia de Dios, eventualmente aprendió a “decirlo” más humildemente y con gracia.

Pero ningún hombre puede domar la lengua” (Stgo. 3:8a).

¿Te has preguntado alguna vez por qué Santiago dice que ningún hombre puede domar la lengua? Quizá sea porque la lengua es solamente un músculo sin mentalidad propia – simplemente hace lo que le dice el corazón.

La Biblia habla frecuentemente de la conexión que existe entre el corazón y la boca (junto con los labios y la lengua; cf. 1 Sam. 1:13; Job 33:3; Salmo 12:2; 17:10; 19:14; Prov. 15:2, 28; 16:23; 26:23, 24; Mt. 15:8). Los dos versículos en Proverbios quince que hablan de la lengua usan las palabras hablar (v. 2) y desparramar (v. 28) para describir la lengua y la boca respectivamente. La figura que viene a mi mente es la de una jarra.

La lengua de los sabios destila conocimiento; La boca de los necios escupe necedades. (Pr. 15:2 NVI)

El corazón del justo piensa para responder, Más la boca de los impíos derrama malas cosas (Pr. 15:28 RV60)

En esta analogía, el recipiente de esta jarra (que contiene el líquido) corresponde a tu corazón. El pico de la jarra corresponde a tu boca (labios o lengua). Lo que haya en el recipiente se “derramará” del pico de la jarra cuando se incline Si el recipiente contiene leche, el pico derramará leche. Si contiene café, derramará café. Si hay gasolina dentro, derramará gasolina. Y así es con cualquier líquido (ya sea comestible o venenoso) que haya en la jarra. Es como lo dijo nuestro Señor, “Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mt. 12:34b–35).

La primera lección en la escuela de comunicación bíblica es: No puedes esperar hablar cosas buenas si hay maldad en tu corazón. Jesús hizo la pregunta, “¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?” (Mt. 12:34a). La única manera de tener un corazón verdaderamente limpio es por la obra regeneradora del Espíritu Santo quien habita en quienes han puesto su fe en nuestro Señor Jesucristo. Esto tiene que ser seguido por Su obra santificadora. Para una explicación más detallada sobre lo que es ser un cristiano genuino toma un tiempo para leer el apéndice H: “¿Cómo Puedo Ser Salvo?”

Lección Dos: ¡Tus palabras no son suficientes!

La siguiente lección en comunicación bíblica tiene que ver con lo que llamo “el diagrama de la comunicación.” La comunicación involucra más que palabras (cf. Prov. 16:24). Involucra también nuestro tono de voz (cf. Prov. 16:21) y nuestra comunicación no-verbal (cf. Hechos 12:17). Si vas a aprender cómo comunicarte apropiadamente, debes aprender a hacerlo en estas tres áreas.

Escoge las palabras correctas

De entre las tres porciones, la Biblia pone el mayor énfasis en las palabras.

Y os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” (Mt. 12:36, 37)

Tus palabras, aún las más vanas, serán examinadas en el día del Juicio. Ellas te justificarán o te condenarán. Otras personas también nos juzgan por nuestras palabras. Nuestras esposas lo hacen. ¿Te justifican tus palabras en la mente de tu esposa, o te condenan?

Con tus palabras puedes herirla o sanarla. “Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana” (Prov. 12:18). Puedes edificarla o entristecerla. “No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan” (Ef. 4:29). Tus palabras pueden animarla o desanimarla (cf. Deut. 1:28; 1 Tes. 4:18; 5:11; Heb. 3:13).

¿Cuál de estas dos formas de dirigirse a ella sería la mejor? “¿Cuántas veces te he dicho que no cocines demasiado el pollo?” “Cariño, obviamente has pasado bastante tiempo preparando esta comida, gracias. Está sabrosa. ¿Has podido encontrar cómo mantenerlo húmedo y jugoso?”

Uso apropiado del tono de la voz

La Biblia también habla de la importancia de usar el tono apropiado de voz. “La suave respuesta aparta el furor, más la palabra hiriente hace subir la ira.” (Prov. 15:1; cf. Jue. 1:8; Prov. 16:21, 24; 18:22; Col. 4:6). Algunos profesionales de la comunicación creen que en el idioma inglés el tono de nuestra voz puede comunicar hasta siete veces más del mensaje que nuestras palabras.

Por ejemplo, supón que tu esposa te pregunta, “¿Quisieras más carne?” Si respondes “No gracias,” podría ser interpretado de dos maneras muy diferentes dependiendo del tono de tu voz.

Si lo dices con una inflexión placentera como si dijeras: “No (la carne estaba tan buena que ya me repetí tres veces), gracias (pero, no podría comer más).” Si los dice bruscamente sonaría como si dijeras: “¡No, gracias! (¡Casi me ahogo tratando de tragarme este pedazo!)”

Piensa en las muchas malas actitudes que la inflexión de tu voz es capaz de comunicar: falta de respeto, enojo, odio, amargura, desprecio, venganza, miedo, ansiedad, orgullo, escarnio, dureza, superioridad, justicia propia, sarcasmo, crítica, insensibilidad, impaciencia e indiferencia, por nombrar sólo algunas. Por otra parte, con el tono de tu voz también puedes comunicar actitudes correctas como amor, aprobación, compasión, perdón, paciencia, sumisión, abstención, humildad y gentileza.

Uso apropiado de las formas no-verbales de la comunicación

La Biblia tiene mucho que decir sobre las formas no-verbales de comunicación. La comunicación no-verbal incluye expresiones faciales, contacto visual, gestos, postura y tacto. Muchas personas en nuestros días creen que el lenguaje no-verbal es más eficiente en comunicar el mensaje que las palabras y el tono de voz juntos.1

Comencemos con tu rostro. Entonces el Señor dijo a Caín: “¿Por qué estás enojado” (Gen. 4:6), “y por qué se ha demudado tu semblante?” El enojo es uno de los pecados que la Biblia indica se puede evidenciar en tu rostro.2 ¿Recuerdas la ilustración de la jarra? Bueno, el pico de la jarra no solamente es análogo a tus labios, lengua y boca, sino también a tu rostro. Lo que hay en tu corazón también corre en tu semblante (cf. Neh. 2:2; Prov. 15:13; Ecl. 7:3). En la Biblia la palabra “corazón” representa el “hombre interior” y éste invariablemente se opone al “hombre exterior” (boca, lengua, labios, ojos, semblante, manos, pies, etc.). Isaías lo pone de esta manera, “La expresión de sus rostros testifica contra ellos, y como Sodoma publican su pecado” (Isa. 3:9a).

Alguna vez te has preguntado por qué David se refiere a Dios como “¿la salvación de mi ser?” (Salmo 42:11; 43:5) Es porque se dio cuenta que sólo Dios puede quitar de nuestros corazones el pecado que echa a perder nuestro semblante. Salomón también entendía la relación entre el corazón (el recipiente de la sabiduría; cf. Prov. 2:10; 14:33; 17:16) y el rostro. “La sabiduría del hombre ilumina su faz y hace que la dureza de su rostro cambie” (Ecl. 8:1b).

Ahora, como tú no puedes escuchar ni mirar tu propio rostro, detectar las expresiones faciales inapropiadas es mucho más difícil que detectar las palabras o las inflexiones de voz equivocadas. Necesitarás la ayuda de tu esposa (y quizá la de tus hijos) para corregir cualquier gesto inapropiado. Pregúntale(s) para saber cuando tu rostro está diciendo algo equivocado. La única y la mejor corrección que puedes hacer es sonreír. Una sonrisa puede frecuentemente cubrir multitud de pecados. Al fin y al cabo, al sonreír dejas saber a las personas que estás tratando de comunicarte de una manera afectuosa, amigable, placentera, amable y proactiva. Recuerda, sin embargo, que la solución a largo plazo para mejorar tus miradas es hacerlo desde tu interior, cooperando con el Espíritu Santo mientras que Él desarrolla en ti el carácter de nuestro Señor Jesucristo.

En algunas culturas del mundo es considerado de mala educación mirar a las personas a los ojos. En nuestra cultura, generalmente, no mirar a los ojos mientras estamos hablando con las personas es considerado de mala educación. La Biblia dice en 1 Cor. 13:5 que el amor “no se porta indecorosamente”. Cuando Dios nos aconseja, Él dice que lo hace con los ojos puestos en nosotros (Salmo 32:8). Job le dice a uno de sus consejeros, “Y ahora, tratad de mirarme y ved si miento en vuestra cara” (Job 6:28). Una de las pistas que indican una mentira en potencia (o al menos alguna especie de miedo) es la dilatación de los ojos de la persona que habla. Mira a tu esposa cuando ella te esté hablando. En tanto que sea posible, cuando tu esposa se dirija a ti haz un hábito practicar estas cosas: “Para, Mira y Escucha”. Para de hacer lo que estás haciendo cuando ella te hable (i.e, acomoda el periódico o la revista en su lugar, apaga la televisión, etc.), míra directamente a sus ojos, y escucha atentamente lo que te está diciendo.

El último elemento de la comunicación no-verbal que quisiera tratar es el del tacto. Juan, el discípulo “a quien Jesús amaba”, “se reclinaba en el pecho de Jesús” (Juan 13:23; 21:20). El libro de los Cantares está repleto de referencias afectuosas entre Salomón y la mujer sulamita. Jesús mostró Su compasión por algunas personas tocandolas mientras sanaba sus enfermedades. En el contexto del matrimonio y la familia, algunas formas (no sexuales) de tocar son usadas para comunicar sentimientos tales como amor, compasión, consuelo y simpatía. ¿Cuántas veces tocas a tu esposa (cuando no estás interesado en tener relaciones sexuales con ella)? Otra pregunta que podrías quere añadir a la lista al final del capítulo dos es, “¿Cómo (en qué maneras específicas) te gustaría que exprese mi amor por ti a traves del tacto?

Lección Tres: Debes aprender cómo controlar tu enojo.

Es sábado por la mañana. Te acostaste tarde anoche y tuviste que levantarte temprano esta mañana para resolver algo que desearias no tener que hacer. Vas atrasado y estás convencido que tu esposa no te ayudó lo suficiente para salir de la casa a tiempo. Poco a poco se provocan el uno al otro. Te empiezas a quejar con ella agriamente y ella te responde de la misma manera. El conflicto empeora mientras tu impaciencia se incrementa. La batalla escala al nivel de una guerra total como nunca ha sucedido en años. Ambos están violando docenas de principios bíblicos. Mientras la batalla está teniendo lugar, el teléfono suena. Preparas tu respuesta pensando que la persona con la que se van a reunir quiere saber donde estás. Contestas la llamada con un tono de voz controlada y calmada y de manera amable respondes, “¡Buenos días!”.… “oh, hola Sra. vecina chismosa. ¿Cómo está?”

A los consejeros noutéticos nos gusta contar esta historia cuando las personas a las que aconsejamos nos dicen que no pueden controlar su temperamento. Tú controla tu temperamento más de lo que te imaginas. La razón por la que lo controlas con unas personas más que con otras es porque no puedes salirte con la tuya con algunos, y sabes que puedes salirte con la tuya con otros (especialmente los tu familia inmediata).

Nada puede estropear más tu habilidad para comunicarte eficazmente con tu esposa (o con cualquier otra persona) que tu enojo pecaminoso. Desde luego, no todo enojo es pecaminoso. Efesios 4:26 es, de hecho, un mandamiento a enojarse: “Airaos, pero no pequéis” (ver también Salmo 17:11 y Marcos 3:5). He incluído en el Apéndice H, “Enojo Justo Vs. Enojo Pecaminoso,” alguna de la información contenida en mi libro The Heart of Anger que te ayudará a distinguir entre los dos. Pero recuerda que incluso el enojo justo puede ser expresado de una manera pecaminosa cuando los principios de comunicación bíblica no son seguidos.

Siempre que nos enfrentramos a algun problema, el potencial de enojarnos injustamente (o expresar un enojo justo de forma pecaminosa) aumenta. Existen dos extremos en los cuales este enojo pecaminoso se puede manifestar. Probablemente has escuchado sobre el sindrome de “lucha o huye” que describe lo que sucede fisiológicamente cuando las glándulas suprarrenales inyectan adrenalina extra a la sangre en el momento que las personas experimentan tensión nerviosa. El popular diagrama de Jay Adams es una herramienta útil para entender esta dinámica en el contexto de las relaciones interpersonales.

Los Dos Extremos del Enojo Pecaminoso3

Expresiones pecaminosas del enojo: ventilación e internalización

En un extremo está la ventilación (explosión). El enojo que yace en el corazón humano (con un poco de ayuda de nuestras glándulas suprarrenales) se manifiesta de varias formas antibíblicas de comunicación. Expresiones pecaminosas de enojo incluyen cosas como gritar, insultar, blasfemar, ser grosero, faltar al respeto, acusar falsamente, lanzar objetos, golpear y patear cosas y personas.

En el otro extremo encontramos la internalización (encerramiento). Las personas que se encierran creen que es una buena cosa hacerlo. Citan versículos como Proverbios 17:27a, “Aquel que retiene sus palabras tiene conocimiento,” pero no se dan cuenta que retener sus palabras a veces es malo (cf. Prov. 6:1–5; 24:11, 12; Ecl. 3:7; Ef. 6:19, 20). Peor aún, muchas veces no consideran los efectos tanto físicos como espirituales que tiene la internalización del enojo.

Cuando hay un problema – especialmente en el matrimonio – con toda probabilidad el problema no se resolverá de manera eficaz sino hay quien hable. Ten en mente que Dios te ha hecho el que lleva la iniciativa y el líder espiritual (el principal solucionador de problemas, si me lo permites) de la familia. Las técnicas pecaminosas del que se encierra incluyen estar de mal humor, hacer pucheros, ir a caminar (o “ir a dar una vuelta en el carro”) sin explicaciones, tratar con frialdad a tu esposa, abstenerte a “hablar más sobre el problema” y entretenerte con tu pasatiempo favorito (televisión, golf, pescar, trabajar, etc.) en lugar de atender el problema.

Algunas veces las personas no solamente “explotan” o “se encierran”; sino que mezclan ambas respuestas pecaminosas. Esto es que, explotan primero y después se se cierran, o primero se mantienen cerradas hasta que “no pueden soportarlo,” y luego estallan.

El enojo es una emoción que Dios diseño para destruir algo. ¿A quién estás destruyendo con tu enojo cuando explotas?

“Estoy destruyendo a la persona con quien estoy descargando mi enojo.” Así es. Y desde luego también estás destruyendo tu propio cuerpo tanto física como espiritualmente. Cuando explotas, ¿a quién estás destuyendo con tu enojo?

“Me estoy destruyendo a mí mismo tanto como a la otra persona.”

Exactamente. Ahora mira la figura 2 de nuevo. Si Dios creó en tu cuerpo este “síndrome de lucha o huye” con el propósito de destuir algo – y Él no quiere que te destruyas a tí mismo ni a la persona con la que estás enojada-¿Qué es lo que se supone que Él desea que quiere que destruyas con tu enojo?

“Dios quiere que yo destruya el problema.”

¡Lo entendiste!

“¿Pero, cómo destruyo mi problema con mi enojo?”

Lo haces a través de la comunicación bíblica. La comunicación es indispensable para la resolución de los problemas con la gente. ¿Cuándo fue la última vez que te enojaste con algo más que con una persona? ¿Recuerdas el episodio más reciente de enojo mientras manejabas? Piensa en esto ¿estabas enojado con el automóvil que se te atravesó (o hizo algún otro movimiento peligroso o desconsiderado) o con su conductor? Te enojaste con el conductor. Por supuesto, hay poco que puedas hacer a través de la comunicación para resolver este problema mientras que tú y el otro conductor están en diferentes coches manejando a 100 km por hora –a menos, desde luego, que suceda que tienes su número celular. Quizá esa sea la razón por la cual este tipo de incidentes son tan frustrantes.

Las personas usualmente tienen problemas con las personas. Ésa es la razónor la que la comunicación es necesaria para resolverlos. És también a es la razón por la que las personas que se enojan habitualmente encuentran casi imposible controlar su temperamento hasta que aprenden a comunicarse bíblicamente.

La clave para la comunicación bíblica cuando estás enojado es doble. Primero, como te habrás dado cuenta, debes dirigir tu enojo hacia el problema. En lugar de lanzar un dardo contra la persona que te hizo enojar estallando contra ella, y en lugar de tragarte tú mismo ese dardo quedandote callado, recuerda dirigir el dardo contra el problema real. Segundo, bajo el control del Espíritu Santo debes soltar tu enojo. Depende del Espíritu Santo para que te ayude a obedecer las Escrituras que te mandan a gobernar tu manera de hablar. Para ponerlo en un lenguaje bíblico, debes hablar, “conforme a las Palabras de Dios” (1 Pedro 4:11).

Los Dos Extremos del Enojo Pecaminoso4

Bajo el control del Espiritu Santo dirige tu enojo hacia el problema

La comunicación puede ser comparada al interruptor de circuitos de tu casa. Cuando tu esposa y tú se comunican sin enojo, los circuitos están abiertos y la electricidad fluye. Cuando alguno de los dos “explota”, cierra los circuitos y el interruptor se apaga. El efecto es el mismo cuando uno de los dos se calla. Es como si alguien secretamente se acerca al interruptor y lo mueve – interrumpiendo la fluidez de la energía. Mantén la conexión intacta. No dejes que el enojo estropee el circuito de la comunicación. He incluido en el Apéndice G, “Qué decir para Apaciguar un Argumento con Tu Esposa,” algunos principios de transición que serán de utilidad y harán más fácil para ti y tu esposa evitar que los fusibles estallen.

Lección Cuatro: Puedes dejar de usar formas anti-bíblicas de comunicación.

La siguiente lista, a pesar de no ser exhaustiva, identifica once formas más comunes de comunicación anti-bíblica.

Violaciones Comunes de la Comunicación Bíblica en el Matrimonio

1. Interrupción Ya sea en medio de una oración o de un párrafo, si interrumpes a tu esposa antes de que ella termine lo que está pensando, violas varios principios escriturales. Primero, muestras que eres pronto para hablar y lento para escuchar. “Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira” (St. 1:19). También cometes un error si contestas alguna pregunta antes de escucharla. “El que responde antes de escuchar, cosecha necedad y vergüenza” (Prov. 18:13). No seas desconsiderado. Deja que tu esposa termine lo que quiere decir, no sea que termines demostrando tu necedad y seas avergonzado por tu impaciencia.

2. Falta de atención Una mujer que aconsejé años atrás inventó una frase que describe con precisión un problema verdaderamente común entre los hombres. “Neblina masculina” es el término que ella usaba para describir a su esposo y a otros hombres que ella habia observado y quienes frecuentemente estaban preocupados y distraídos mientras ella trataba de hablarles. Como “Pig-pen”, el personaje de la caricatura creada por Charles Schultz en la tira cómica Peanuts, muchos hombres parecen tener una nube alrededor de su cabeza que les impide oir lo que sus esposas les están diciendo; ellos están demasiado preocupados y distraídos por “cosas mucho más importantes.” La mayoría de ellos son muy buenos para camuflar sus meditaciones secretas. Ellos asienten con su cabeza, sonríen y usan una variedad de afirmaciones verbales mientras sus esposas hablan con elocuencia de algo importante, pero sus mentes están a años luz de distancia. Algunos otros (como yo5) dan a conocer ciertas pistas idiosincrásicas (mirada perdida, movimientos de la mano y la cabeza, etc.) que le hacen ver a sus esposas que ellos están ajenos a la conversacion en la que parecen estar participando.

Otra manifestación de falta de atención, se presenta cuando un esposo escucha la primera parte de lo que su esposa le está diciendo, pero rapidamente “la saca de sintonía” mientras empieza mentalmente a formular una respuesta. “Al necio no le complace el discernimiento; tan sólo hace alarde de su propia opinión” (Prov. 18:2 NVI). Así como Eliú, que puso mucha atención (Job 32:11; 33:1, 33) tanto a Job como a sus consejeros (quienes respondieron antes de escuchar y fueron reprobados por su necedad), debes poner mucha atención a lo que tu esposa te esté diciendo. Si realmente no puedes estar atento cuando ella quiere hablar, al menos explícale por qué no puedes hacerlo y ofrécele brindarle tu total atención más tarde durante el día (si es posible).

3. Juzgar los motivos ¿Qué está mal en las siguientes declaraciones?

• “Dices eso porque quieres hacerme sentir culpable.”

• “Estás siendo amable porque quieres que te compre ese vestido”

• “Te casaste conmigo sólo por mi dinero.”

El problema con estos juicios es que presuponen un motivo perverso. A menos que tu esposa te diga específicamente cuáles son sus motivos (lo que quiere o por qué hace algo.) no tienes derecho a suponer o deducir cuáles son. Puedes juzgar sus palabras y acciones (y quizás sus actitudes), pero no sus motivos. No debes, como si fueras su juez, dar el golpe con el mazo, mentalmente o con tu boca, declarandola culpable de tener motivos perversos.

Por tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad, hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios (1 Cor. 4:5).

Ahora, si sospechas de sus motivos, puedes pedirle que ella se juzgue a sí misma y te diga verdaderamente cuáles son sus motivos (ejm. “Cariño ¿qué te motiva a decir esto?”). Si ella admite tener un motivo perverso entonces debes discutir lo que está mal con eso y qué se debe hacer para cambiarlo. Sin embargo, si ella te dice que sus motivos son correctos, entonces basado en Corintios 13:7 (“El amor todo lo cree”- i.e, cree lo mejor), debes creerle. El amor, en ausencia de evidencia real, interpreta los hechos lo mejor posible.

4. No Comunicarse Voluntariamente Una de las dificultades más comunes de comunicación para los hombres casados es que les es más fácil ser pasivos que activos en el proceso de comunicación. Esta renuencia no es el diseño de Dios para el hombre como el líder (e iniciador) de la relación marital. Simplemente tú no tienes el derecho a no promover con tu esposa esa comunicación que es tan esencial para la relación de “una sola carne.” Hay muchas cosas que son tu responsabilidad discutir con ella (ej., problemas que ella percibe entre ustedes, sus problemas personales, cosas concernientes a los hijos, finanzas familiares, etc.) La falta de voluntad para discutir este tipo de cosas usualmente es un pecado.

5. Generalizaciones indescriminadas: Nota nuevamente lo que está mal con declaraciones como las siguientes:

• “Tú nunca me escuchas.”

• “Siempre estás insatisfecha con todo lo que hago”

• “Las únicas veces que eres amable conmigo es cuando quieres algo.”

• “Eres la peor administradora que jamás he conocido.”

Además de groseras y sin amor, estas declaraciones son deshonestas. De hecho, ¡Son mentira! “Dejando a un lado la falsedad,” nos dice la Biblia, “hablad verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros” (Ef. 4:25). Es casi seguro que es falso que tu esposa (tu prójimo más cercano y un miembro de tu propio cuerpo) sea siempre, nunca o únicamente tan mala como le dices que es utilizando ese lenguaje tan inadecuado. Si verdaderamente crees que hay una falta mucho más pecaminosa en la cual ella regularmente cae, trata de usar frases como “tiendes a” u “observo un patrón” o “parece ser que habitualmente batallas.” Fallar en usar términos como estos puede guiarlos a discutir sobre la frecuencia del problema y poner de lado el problema verdadero. (i.e., “¡Eso no es cierto! ¡Dos años atrás inicié las relaciones sexuales sin necesidad de que tu me buscaras!).

6. Transferir la Culpa Este es literalmente el truco más viejo en La Biblia. “La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol y yo comí.” (Gen. 3:12). El orgullo no sólo nos ciega a nuestro propio pecado, sino que busca a alguien más a quien culpar. Debes “sacar primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano” (Mt. 7:5). Deberías asumir el 100 por ciento de la responsabilidad de tu propio pecado (incluso si crees que solamente tienes el cinco por ciento de culpabilidad y tu esposa el noventa y cinco por ciento).

La próxima vez que empiezan a echarse la culpa el uno al otro por algo, ¿por qué no ofreces ser el primero en poner la cabeza en la guillotina? Quizá puedas decir algunas palabras como estas: “Cariño, tú piensas que soy el culpable y yo pienso que tú lo eres. Por qué no me dices exactamente lo que he hecho mal. Cuando lo hagas, te prometo estar atento para reconocer mi pecado, pedirte perdón y mediante la gracia de Dios arrepentirme. Lo único que te pido es que después de lidiar con mi pecado me dejes dicirte cómo pienso que tu has pecado.”

Este tipo de respuesta no solamente es un buen ejemplo de humildad sino que le hace mucho más fácil a tu esposa reducir su resistencia y humillarse tambien. No te sorprendas si después de que hayas reconocido y arrepentido de tus faltas, ella reconozca tambien sus faltas aun antes de que comiences a decirle algo.

7. Disculparse (en vez de pedir perdón)

“¿Por qué dices que disculparse no es bíblico?” Porque no trata con la ofensa completamente. Tú dices, “Mi amor, lo siento por no haber estado atento cuando me estabas hablando.”

Ella dice “¡sin duda que lo sientes! ¡Eres uno de los hombres más sentidos que jamás haya conocido!”

Cuando tú simplemente dices “… discúlpame,” la pelota aún está en juego; los cabos sueltos aún no están ligados bíblicamente. Lo más probable es que la conversación termine sin saber si el asunto está verdaderamente resuelto para nunca volver a hablarlo. Si le pides a tu esposa que te perdone, asegurarás cierto compromiso de su parte que dejará atras la ofensa y atará cualquier cabo suelto.

¿Qué significa perdonar?

La Biblia nos manda a perdonar, “perdonándonos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo” (Ef. 4:32). ¿Qué significa esto? Dios dice, “Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo y no recordaré tus pecados” y “perdonaré su maldad y no recordaré más su pecado” (Isa. 43:25; Jer. 31:34).

¿Acaso Dios tiene amnesia? ¡Ciertamente no! Dios es omnisciente (todo lo sabe) y sabía de tus pecados antes de que los cometieras. Cuando la Biblia habla de que Dios “olvida” nuestros pecados, se refiere al hecho de que cuando una persona es verdaderamente perdonada, Dios no guarda en su contra esos pecados. Dios no los carga o imputa en nuestra cuenta. Más bien, los carga a la cuenta del Señor Jesucristo, quién murió en la cruz para pagar el castigo de pecadores culpables como tú y yo. La muerte de Cristo fue una substitucion. El murió en nuestro lugar para tomar el castigo de nuestro pecado para que así nosotros, como personas salvas, recibamos el crédito de su justicia. Cuando creemos verdaderamente en el Evangelio, Dios promete no acusarnos más por nuestro pecado. En vez de eso, El imputa a nuestra cuenta la justicia perfecta de Su Hijo. ¿Qué es el evangelio o las buenas nuevas? Consiste en que si nos arrepentimos y depositamos nuestra fe en lo que Cristo ha hecho al morir como substituto por nosotros en la cruz y resucitar de los muertos Dios promete perdonar todos nuestros pecados y darnos vida eterna.

Perdonar, entonces, es en primera instancia y por sobre todo, una promesa. Así como Dios promete no guardar los pecados de los que creen y se arrepienten en su contra, nosotros debemos prometer no guardar el pecado de quienes hemos perdonado en contra de ellos. Tú puedes guardar esta promesa no haciendo al menos tres cosas contra la persona que has perdonado. Primero, no debes sacar de nuevo la ofensa perdonada en contra de la persona. Segundo, no debes discutir la ofensa perdonada con otros. Finalmente, no debes quedarte con la ofensa perdonada, sino recordar que has perdonado “así como también Dios os perdonó en Cristo.”6

Cuando pides perdón en lugar de una simple disculpa, aseguras para ti estas tres promesas. ¿No es esto mucho mejor que simplemente dejar la bola en juego? ¿No quisieras atar los cabos sueltos haciendo que tu esposa se comprometa a no guardar tu ofensa para usarla de nuevo contra tí? A la luz de esto, quisiera sugerir a cada esposo un método muy efectivo para cuando busque el perdón de su esposa. El método usualmente7 tiene cinco pasos.

Paso 1. Reconoce que has pecado contra ella. Dile que te has dado cuenta de lo que hiciste mal. Ejemplo: “Hice mal en no ponerte atención cuando me hablabas.”

Paso 2. Identifica tu pecado por su nombre bíblico. Usando lenguaje bíblico déjale saber que te has dado cuenta que tu pecado es una violación de la Palabra de Dios y un pecado en contra de Él. Ejemplo: “Eso fue egoísta y desconsiderado de mi parte.”

Paso 3. Reconoce el daño que le causó tu ofensa. Muestra remordimiento por el daño que tu pecado les ha causado. Ejemplo: “De verdad lamento haberte lastimado y rechazado.”

Paso 4. Identifica una conducta bíblica alternativa para demostrar tu arrepentimiento. Una de las mejores maneras de demostrarle a tu esposa que te has arrepentido (que has cambiado tu mente), es diciendole que has pensado una opción más bíblica que esa por la cual le estás pidiendo perdón. Ejemplo: “Debí de haber apagado el televisor en cuanto me dijiste que pensabas que estás atravesando por una ‘crisis nerviosa’.”

Paso 5. Pídele perdón. Este paso pone la bola en su cancha. (Es como decir “¿Vas a obedecer a Dios y perdonarme o no?”). Ejemplo: “¿Me vas a perdonar?”

8. Exhumación: Uno de mis amigos pastores cuenta la historia de una mujer que conoció mientra aconsejaba. En respuesta a la pregunta, “¿Cuál es tu problema?” ella lanzó en la mesa un libro de notas que había guardado por años. “Este es nuestro problema,” dijo con confianza. Mi amigo levantó el tomo (el cual estaba escrito a ambos lados de cada hoja con espacio cerrado) y empezó a revisarlo. Prontamente descubrió que la mujer había mantenido un registro de trece años de las muchas maneras en que su esposo le había fallado. Mi amigo fijó su vista en la mujer y le dijo “Ha pasado mucho tiempo desde que conocí a alguien tan amarga como tú.”

Si tu esposa peca en contra tuya debes, por un lado, “pasar por alto la ofensa” y “cubrirla” con amor (cf. Prov. 19:11; 1 Pedro 4:8), o persuadirla (confrontarla) de que tienes la intención de otorgarle el perdón (Lucas 17:3) una vez que reconozca su pecado. Si le has otorgado el perdón por sus pecados contra tí, no debes exhumarlos (sacarlos de donde ya estaban enterrados). Si de verdad la has perdonado, no debes usar esas ofensas en forma peyorativa en su contra. El amor “no toma en cuenta el mal recibido” (“no guarda rencor” 1 Cor. 13:5 NVI).

9. Reprender

Y estando Él en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. Pero algunos estaban indignados y se decían unos a otros: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque este perfume podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y dado el dinero a los pobres. Y la reprendían [énfasis añadido]” (Marcos 14:3–5).

Uno de los términos griegos de donde se deriva la palabra reprender usada en este texto significa “resoplar con ira.”

‘Reprender’ es asaltar o injuriar con un tono violento. La palabra en sí misma parece tener primordialmente un significado similar al de ladrar o aullar. Reprender es siempre la expresión de un espíritu malo y de la pérdida de control del temperamento … la esencia de la reprensión es la multiplicación de palabras hirientes expresando sentimientos fuertes que, aunque eminentemente naturales, deberían ser mantenidas bajo control.”8

¿Reprendes tú a tu esposa? La manera en la que debes hablarle debe ser gentil, no violenta. “La suave respuesta aparta el furor, más la palabra hiriente hace subir la ira.” (Prov. 15:1). La comunicación que tienes con ella debe ser “siempre con gracia (como se estuviese) sazonada con sal” (Col. 4:6).

10. Degradar

• “¿Es que no puedes hacer algo bueno?”

• “¿Por qué no le preguntas a tu madre cómo hacer bien este plato?”

• “Veo que preparaste otra ofrenda quemada para mi cena esta noche”

• “Mi madre nunca dejó los platos en el lavabo.”

• “¡Eres la mujer menos agradecida que he conocido!”

• “No se cómo puedes decir que eres mi ‘ayuda idónea’ ”

Hermanos, no habléis mal [Lit. degradar] los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga la ley; pero si tú juzgas la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella.” (Santiago 4:11).

No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan” (Ef. 4:29)

Degradar a tu mujer, ya sea con apodos, condescendencia, expresiones despectivas, insinuaciones, comentarios derogativos, preguntas humillantes, comparaciones injustas, sarcasmo hiriente o lenguaje soez, todo cae bajo la prohibición de estos dos versos. Tú debes tratarla como vaso más frágil, no como basura (1 Pedro 3:7).

11. Aspereza: La Biblia dice acerca de Nabal que era un hombre áspero y malo. “El hombre se llamaba Nabal, y su mujer se llamaba Abigail. Y la mujer era inteligente y de hermosa apariencia, pero el hombre era áspero y malo en sus tratos, y era calebita” (1 Sam. 25:3). Escucha lo que le dijo a David cuando este le solicitó provisiones para él y sus hombres.

Pero Nabal respondió a los siervos de David, y dijo: ¿Quién es David y quién es el hijo de Isaí? Hay muchos siervos hoy día que huyen de su señor. ¿He de tomar mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, y he de dárselos a hombres cuyo origen no conozco?” (1 Sam. 25:10–11)

Algunos hombres tratan a sus mujeres y les hablan con una severidad que haría que Nabal se apenara. Enseguida hay una lista de algunas maneras como comunmente los esposos son ásperos en su trato con sus esposas. Aunque algunos de los puntos en la lista no son directamente verbables, la aspereza de estas actitudes es claramente manifiesta. Mientras lees la lista, pregúntate a ti mismo, “¿Cómo podría yo estar manifestando esas actitudes asperas a mi esposa?” (De paso, esta lista podría titularse: “Maneras Específicas en que los Esposos Abusan de su Autoridad sobre sus Esposas”)

Manifestaciones Comunes de Aspereza de los Esposos

• No estar dispuesto darle a sus esposas lo que solicilitan.

• Ceder a esas peticiones de mala gana y con mucha queja.

• Negarles el permiso de apelar (o cuestionar) sus decisiones.

• Estar descontento con la manera en que cumplen sus responsabilidades.

• Quejarse de que son negligentes con las responsabilidades domésticas sin ofrecerles ayuda.

• Responderles descortesmente o de modo condescendiente.

• Tener una actitud crítica, condenatoria y prejuiciosa hacia ellas.

• Tener expectativas irreales de ellas y exigirle demasiado.

• Ser intolerante con sus idiosincracias no-pecaminosas.

• Prohibirles que hagan cualquier cosa sin que antes pregunten o pidan permiso.

• Controlar los más diminutos aspectos de sus responsabilidades.

• Ser injustamente sospechoso (en vez de confiar en ellas).

¿Cuál es el antídoto para la aspereza? Ser apacible (o humilde). Me he tomado alguna licencia poetica para modernizar las palabras de William Gouge al terminar esta lección.

“La apacibilidad es un fruto especial, y una evidencia del amor. Es un medio notable para eliminar las ofensas que de otro modo podrían quedar por las muchas cosas dañinas que un esposo le hace a su esposa. El azucar y la miel no son más agradables a la lengua de lo que que la apacibilidad es al corazón. Hace que las cosas que de otro modo irritarían el alma sean bien recibidas y aplicadas – como cuando las píldoras amargas se sumergen en almíbar o se enrollan en la suave pulpa de una manzana para poder tragarlas y digerirlas. Si un esposo desea ser considerado un “siervo del Señor,” debe aprender esta lección. Porque, el siervo del Señor debe ser amable con todos. Si cualquier siervo del Señor debe ser amable, los esposos deben serlo más; si hay que ser amable con todos, hay que serlo más con las esposas.”9

Lección Cinco: Debes esforzarte lo necesario para mantener la unidad del Espíritu.

Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz” (Ef. 4:3 NVI)

Dios no quiere que haya conflictos sin resolver entre sus hijos. Él pone equitativamente la responsabilidad sobre los hombros de cada cristiano para que haya paz entre ellos. Si has ofendido a alguien, debes ir con esa persona y reconciliarte con él.

Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Mat. 5:23–34)

Si has sido ofendido por alguien, debes ir con él con el propósito de perdonarlo (para restaurar tu relación con él) una vez que lo has convencido que ha pecado.

¡Tened cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo” (Lucas 17:3).

Si los problemas no se resuelven entre ustedes, debes buscar la ayuda de otros cristianos.

Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más [énfasis añadido], para que TODA PALABRA SEA CONFIRMADA POR BOCA DE DOS O TRES TESTIGOS” (Mat. 18:15–16).

Ruego a Evodia y a Síntique, que vivan en armonía en el Señor. En verdad, fiel compañero, también te ruego que ayudes a estas mujeres [énfasis añadido]que han compartido mis luchas en la causa del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Fil. 4:2–3).

Ahora bien, si estas reglas son obligatorias para tí como cristiano cuando tiene problemas en la iglesia, ¡cuánto más deben serlocomo miembro de un pacto matrimonial cristiano! Debes usar todos los recursos que Dios te ha dado para mantener la unidad entre tu esposa y tú. No debes dejar que “se ponga el sol sobre vuestro enojo” en contra de ella (Ef. 4:26); más bien debes “buscar la paz” con ella (Heb. 12:14, cf. Romanos 14:19). Si después de hacer “cuanto dependa de ti” para “estar en paz” con ella (Rom. 12:18), no puedes resolver tu conilicto bíblicamente necesitarás la ayuda de otro cristiano. Recomiendo que encuentren a alguna(s) persona(s) cuya sabiduria bíblica les sea confiable (preferentemente un líder de la iglesia), y que se pongan de acuerdo para contactar la próxima vez que que no puedan resolver bíblicament algún conflicto en un período de tiempo razonable.

Inventario de Comunicación Bíblica

La siguiente evaluación te debe dar alguna idea de qué tan bíblica es tu comunicación con tu esposa. Haz la evaluación la primera vez por tu cuenta. Después pídele a tu esposa que te evalué en cada una área. Cuando hayas terminado con la evaluación, pídele que ponga en un orden de prioridad las áreas de tus debilidades (i.e, las áreas que a ella le gustaría ver que cambiaras en primer lugar, en segundo lugar, en tercer lugar, etc.). Pídele que te dé ejemplos de la manera en que te has comunicado mal en el pasado y cómo le gustaría que mejoraras tu comunicación en el futuro. Haz esto por lo menos con las primeras cinco cosas que quiere que cambies. Cuando lo hayas hecho, pídele que te ayude en el futuro llamando amablemente tu atención a las violaciones específicas de comunicación bíblica que ella ha puesto en orden prioritario. Pidele también que se prepare para sugerirte una alternativa biblica en caso de que tú no sepas como mejorar por tí mismo.

Escala:

Puntos:

Casi Nunca

5

Pocas Veces

4

Algunas Veces

3

Frecuentemente

2

Casi Siempre

1

Mi Propia Evaluación

La Evaluación de mi Esposa

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Inventario de Comunicación Bíblica

1. Uso palabras inapropiadas al hablarte.

2. Uso inflexiones inapropiadas al hablarte.

3. Uso expresiones faciales inapropiadas al hablarte.

4. No te miro cuando hablo contigo.

5. No te toco lo suficiente cuando hablo contigo.

6. Exploto (dejo salir mi ira) cuando hablo contigo.

7. Me cierro (internalizo mi enojo) en vez de hablar contigo.

8. Te interrumpo cuando me estás hablando.

9. No pongo atención cuando me estás hablando.

10. Juzgo tus motivos.

11. Parezco desinteresado o indispuesto al hablar contigo.

12. Generalizo demasiado cuando hablo contigo.

13. Te paso la culpa de mis responsabilidades.

14. No te pido perdón.

15. Exhumo cosas del pasado que había prometido perdonar.

16. Te reprendo.

17. Te insulto cuando hablo contigo.

18. Soy áspero cuando hablo contigo.

19. No hago ningún esfuerzo para resolver conflictos contigo.

20. No he buscado ser de ayuda de otros cristianos como debería.

NVI Nueva Versión Internacional

1 Esto probablemente no es así. Aunque la Biblia nos habla de los tres tipos de comunicación, la cantidad de las referencias indica que es a nuestras palabras a lo que debemos poner más atención.

2 Para más información sobre este tema hay una grabación titulada “How To Improve Your Looks from the Inside,” (“Cómo Mejorar tu Apariencia Desde Adentro”) el cual explica ampliamente las maneras en que pecados específicos demudan nuestro rostro. Favor de contactar con Calvary Press at 1-800-789-8175.

3 Para una mayor explicación de este diagrama vea What to Do When Anger Gets the Upper Hand por Jay E. Adams. Frecuentemente está disponible en Presbyterian and Reformed Publishing. (Tel. 908-454-0505)

4 Para una mayor explicación de este diagrama vea What to Do When Anger Gets the Upper Hand por Jay E. Adams. Frecuentemente está disponible en Presbyterian and Reformed Publishing. (Tel. 908-454-0505)

5 Tengo la inclinación a tener conversaciones en mi mente con personas que conozco. A veces discuto sobre un punto teológico, o intento convencer a algunos de mis aconsejados que obedezcan la Biblia, o quizá me estoy defendiéndome de algún abogado sin escrúpulos que me está interrogando en el estrado del los testigos. El problema es que muevo mis labios y hago gestos ligeros con mi mano derecha mientras hablo conmigo mismo. A veces mi esposa y mi hija me preguntan “¿A quién le estás hablando ahora?” Ambas tambien me han preguntado, cuando perciben que no les estoy poniendo atención, “¿Escuchaste lo que te dije?”

NVI Nueva Versión Internacional

6 Extraído de The Heart of Anger pp.179–180. Para información de cómo obtener este libro, favor de contactarse a Calvary Press, Amityville, New York, Tel. 1-800-789-8175. Para un analisis más extenso del perdón bíblico vea: From Forgiven to Forgiving por Jay E. Adams disponible también en Calvary Press.

7 El tercer paso quizá no siempre sea apropiado.

NVI Nueva Versión Internacional

8 H Clay Trumbull, Hints on Child Training, (Brentwood, Tennessee: Wolgemuth & Hyatt, Publishers), pp. 129–131.

9 Gouge (parafraseado) pp. 370–371.

NVI Nueva Versión Internacional

Priolo, L. (2012). El marido integral: Guía práctica para ser un esposo bíblico (pp. 65–91). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.

3-ASÍ QUÉ ¿DE QUÉ TENEMOS QUE HABLAR?

EL MARIDO INTEGRAL

Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico

Por Lou Priolo

Capítulo Tres

ASÍ QUÉ ¿DE QUÉ TENEMOS QUE HABLAR?

a1¿Alguna vez has tenido una conversación rara con alguien y haz terminado siendo conmovido por algo que él o ella dijo? Yo sí. Hace algunos años el ministro de música de la Iglesia donde asistía me envolvió en una discusión (de hecho era más como un discurso) acerca de porqué la Iglesia necesitaba un nuevo sistema de sonido. Nunca entendí porqué estaba tratando de persuadirme pues yo no tenía la autoridad ni la capacidad de ayudarlo. Sin embargo, durante el curso de la plática él dijo algo que tuvo un profundo impacto en mi vida.

Sus palabras exactas fueron estas, “Si nosotros los cristianos estamos en algún un negocio, es el de la comunicación.” Mientras hablaba, supe que estaba en lo correcto. Cuando la conversación terminó, no pude sacar de mi mente su tesis. Entre más pensaba en esto y estudiaba mi Biblia, más me daba cuenta de cuán verdadero fue lo que expresó. Mientras meditaba en varios pasajes de las Escrituras que apoyaban esta declaración, me sorprendió descubrir cuántas formas hay en las que los cristianos deben usar efectivamente la comunicación.

Considera, por un momento, la gran comisión, “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Marcos 16:15). Predicar es una palabra de comunicación. O, considera Mateo 28:19, “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñando a guardar todo lo que os he mandado …” Enseñar es una forma de comunicación que es en esencia hacer discípulos. Después está Efesios 4:15, “sino que hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.” Cuando la verdad es comunicada en amor, hace posible que el creyente crezca y madure en Cristo.

Salomón escribió muchos proverbios acerca de la comunicación. Quizá el verso más completo se encuentra en el capítulo 18, verso 21, “La muerte y la vida están en poder de la lengua …” La potencia de tus palabras es impactante. Son más poderosas de lo que probablemente te imagines. Con tu lengua puedes matar o puedes sanar.1 Puedes salvar o puedes destruir. Salomón continua, (18:21b) “… y los que la aman comerán su fruto.” Esto es, si haces uso (amor) del poder de la lengua, verás sus resultados (comerás su fruto). Si usas tu lengua con fines egoístas, terminarás lastimando a la gente. Si por otra parte, usas tu lengua para edificar a la gente puedes influenciarlos grandemente, y experimentarás una tremenda satisfacción. Proverbios 18:20 declara: “Con el fruto de su boca el hombre sacia su vientre, con el producto de sus labios se saciará.”

Toma como ejemplo mi trabajo. Soy un consejero. Como un consejero bíblico, tengo el gozo de regularmente ver la vida de las personas radicalmente transformadas. Las personas cambian en muchas maneras significativas como resultado del consejo que doy. Desde luego, no soy la persona que las cambia- el Espíritu Santo hace esto. Sin embargo, existe algo que hago desde la perspectiva humana para facilitar esos cambios. ¿Qué es eso? Hago preguntas, escucho y hablo. Me comunico. Le explico a la gente qué es lo que la Biblia dice acerca de sus problemas. Uso las Escrituras para enseñar, para convencer, para corregir, e instruir en justicia (2 Tim. 3:17), y de alguna manera el Espíritu de Dios usa Su Palabra para cambiar vidas, transformándolas, confortándolas a la imagen de Cristo. Enseñar, convencer, corregir e instruir en justicia, todo esto involucra comunicación. Es cierto, las palabras son poderosas – especialmente las palabras de Dios habladas por Sus ministros para Sus propósitos.

¿Sabías que a ti como cristiano te han sido dados más de cuarenta mandamientos de comunicación en las epístolas del Nuevo Testamento? Piensa en eso. Sin incluir los evangelios, el libro de los Hechos, Apocalipsis ni el Antiguo Testamento te han sido dados más de cuarenta imperativos de comunicación. Cuando uso la palabra “imperativo,” estoy excluyendo todos los buenos y malos ejemplos de comunicación, todos los principios y enseñanzas sobre la comunicación que no son mandamientos directos, y todos los puntos de vista complementarios que quizá sean adquiridos a través del diligente estudio de la Biblia. Lo que estoy incluyendo únicamente son los imperativos directos del Nuevo Testamento que requieren que te comuniques o no te comuniques de una manera específica. No me he tomado el tiempo para hacerlo pero, si pudieran ser contados, habría cientos de versículos bíblicos que tratan con la comunicación de alguna u otra manera.

¡Es verdad! si tú como cristiano estás en algún negocio, es en el de la comunicación.

Revelación e Intimidad

¿Recuerdas que en el capítulo uno vimos la relación que existe entre revelación e intimidad? Revisemos esto brevemente y ampliémoslo. De no ser por la Biblia (La revelación de Dios al hombre), no podrías saber lo suficiente acerca de Él para ser salvo – mucho menos para tener una relación intima con Él. Tú puedes saber de saber por la revelación2 general que Dios existe, pero se necesitas la revelación3 especial (La Biblia) para saber cómo ser salvo, cómo glorificarlo y cómo disfrutar de una comunión íntima con Él. En la medida que Dios se te revela a Sí mismo, podrás tener una relación con Él. En la medida que no entiendas Su revelación, tu intimidad con Dios será afectada adversamente. La revelación es un prerrequisito para tener una relación.

El mismo principio funciona para todas las relaciones (cf. Juan 15:15). En la medida que dos personas se revelan a sí mismas mutuamente, experimentarán una relación íntima. Puesto que el matrimonio (ser una sola carne) es la más íntima de las relaciones personales, la medida en que te revelas a ti mismo a tu cónyuge debe exceder la medida en la que te revelas a cualquier otra persona (excepto al Señor, quien te conoce más íntimamente que tú mismo; cf. Salmo 139:1–6). Hablando en términos prácticos, eso significa que tu intimidad y la revelación de ti mismo a tu cónyuge debe ser mayor que la que tengas o le des a tu amigo más cercano, a tus padres o a tus hijos.

Leemos en Génesis 2:24–25, “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban.” La “desnudez” de Adán y Eva no se refiere primordialmente a su falta de ropa, sino más bien a la total apertura y franqueza que disfrutaban el uno con el otro antes de que el pecado entrara en sus vidas. Es nuestro pecado (especialmente el orgullo) el que nos impide ser sinceros y sencillos como lo eran Adán y Eva antes de la caída. El propósito de Dios es que los esposos y esposas cristianos estén gradualmente más y más “desnudos y sin vergüenza” el uno delante del otro, como lo estaban nuestros primeros padres en el Jardín.

Creando un Ambiente Confortable

Si bien es necesario que te sientas cómodo revelándote a tu esposa, es también importante que crees un ambiente en el que a ella también le sea cómodo revelarse. Una de las mejores maneras para hacer que ella se sienta cómoda, es demostrarle que tú no solamente puedes comunicarte efectivamente con ella, pero que de hecho disfrutas hacerlo. Es algo como el sexo. Las relaciones sexuales en el matrimonio usualmente son más agradables para un esposo cuando él siente que su esposa no sólo es capaz de agradarlo, pero obviamente también disfruta de la experiencia sexual. Tu esposa probablemente disfrute revelarse a ti más cuando siente que tú disfrutas el proceso del intercambio verbal.

“Pero la verdad es que yo realmente no disfruto hablar con mi esposa, ¡especialmente en la noche cuando estoy cansado después de haber hablado todo el día! Frecuentemente hablo por una razón – porque tengo que hacerlo. Para mí la comunicación es un medio para un fin: Los medios para completar un asunto. Para mi esposa, la comunicación parece ser un medio en sí mismo. No lo entiendo, ¡y ciertamente no lo disfruto!”

Como alguien que tiene que hablar durante todo el día, puedo apreciar esos sentimientos, pero puedes aprender a disfrutar el proceso de la comunicación con tu esposa de la misma manera que puedes aprender a disfrutar otras responsabilidades bíblicas. El truco está en empezar a hacerlo ya sea que lo disfrutes o no.

Cuando comencé a escribir este segmento del libro lo hice en medio de una de las pruebas más difíciles de mi vida. Realmente, hace 90 minutos no tenía deseos de sentarme a trabajar en este proyecto. Lo que quería hacer era poner mi mente en neutro. Es más, momentos antes de empezar, Kim y yo tuvimos un conflicto en el cual violé algunos de los mismos principios bíblicos que intento explicar en este capítulo y en el próximo. Tuve que pedirle que me perdonara antes de empezar a escribir. Pero en este momento estoy disfrutando la oportunidad para ministrarte a través de las páginas de este libro. Mis sentimientos, en otras palabras, cambiaron momentos después de empezar a escribir. Mientras más practiques con tu esposa la comunicación bíblica serás más competente para comunicarte y aprenderás a disfrutar más esos momentos de comunicación íntima con ella.

Hacer preguntas (de lo cual hablamos en el capitulo anterior) no es la única manera de “sacar” de tu esposa las cosas más profundas de su corazón. Otra opción es incitarla a hablar de las cosas que le interesan. Seguramente has escuchado que se dice que una de las mejores maneras para “ganar amigos e influenciar a las personas” es hablar en términos de lo que les interesa.4 Considera Filipenses 2:4, “no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.” Tu motivación para obedecer este versículo, desde luego, no debe ser para de ganar amigos e influenciar a las personas, sino más bien el de glorificar a Dios y ministrar a otros. Sin embargo, la gente se siente atraida hacia quienes desinteresadamente y sacrificialmente están dispuestos a invertir tiempo y esfuerzo hablando de temas que no son de interés para ellos mismos.

En una ocasión me senté junto a un meteorólogo en el banquete de una universidad. Por dos horas estimulé su cerebro para que hablara sobre el pronóstico del tiempo. Probablemente le hice todas las preguntas que tenía acerca del clima. Cuando pasó la tarde, me extendió su mano y me dijo, “No recuerdo cuando fue la última vez que disfrute hablando con alguien tan interesante como tú.” ¿Yo, interesante? Pasamos el cinco por ciento de nuestra charla hablando acerca de mí y el noventa y cinco por ciento acerca del tiempo. Aún así fui percibido como interesante.

Cuando estás dispuesto a hablar con tu esposa acerca de las cosas que a ella le interesan (no importa cuán trivial o poco interesantes sean para ti), estarás demostrando un amor sacrificial como el de Cristo que le facilitará ser abierta contigo en la comunicación. Aquí hay una lista de sugerencias con posibles temas de interés para que comiences.

1. Doctrina Bíblica

¿Qué tan cómoda se sienta tu esposa preguntando acerca de la Biblia? Es tu responsabilidad ayudarla a encontrar respuestas a sus preguntas sobre las Escrituras y cómo aplicarla a su vida. Refiriéndose a esto Pablo dice, “Y si quieren aprender algo, que pregunten a sus propios maridos en casa.” (1 Cor. 14:35a). Aunque tu esposa tenga más conocimiento bíblico que tú, tu debes estar dispuesto a ayudarla con cualquier pregunta que ella tenga. Quizá debes pasar tiempo extra en la Biblia o pregunta a tus líderes espirituales para que te ayuden. En otras palabras, cuando ella te pregunte algo para lo cual no tienes respuesta, no sólo digas, “no lo sé.” Más bien dile que te vas a tomar el tiempo y el esfuerzo necesario para poder responderle.

2. Nuestra casa

¿Te das cuenta que tu casa es la “base de operaciones” para el ministerio de tu esposa? “Asimismo, las ancianas deben ser … que enseñen a las jóvenes … [a ser] … hacendosas en el hogar … para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” Piensa en esto. Es en casa donde ella realiza las sus dos más importantes ministerios: ser tu ayuda (Gen. 2:18) y ser la madre de tus hijos (1 Tim. 2:15). Es en casa donde ella también ofrece hospitalidad a la familia y amigos y la prepara comida y otros regalos que llenan la necesidad de otras personas. La condición y apariencia de tu casa es probablemente más importante para ella de lo que te imaginas. Así como el ambiente donde laboras puede afectar positivamente o negativamente tu desempeño y actitud laboral, así el ambiente de tu casa puede influenciar significativamente la actitud y efectividad del ministerio de tu esposa.

3. Nuestros Hijos

Las instrucciones neo-testamentarias respecto a las responsabilidades paternales son usualmente dadas en referencia al padre (cf. Gal. 4:2; Ef. 6:4; Col. 3:21; 1 Tes. 2:11; Heb. 12:7). Pero esto no implica que la madre no sea parte integral del proceso de disciplina; solamente establece que el padre, como administrador de la familia, debe cuidar que la instrucción y la disciplina para con a los hijos sea “en el Señor.” Tus hijos (sus fuerzas, debilidades, necesidades, deseos, responsabilidades, instrucción y opciones disciplinarias) deben ser frecuentemente el tema de discusión entre tu esposa5 y tú. Es uno que ella casi invariablemente encuentra interesante. ¿Qué tan interesante es este tema para ti?

4. Tu trabajo

Las actividades y eventos rutinariamente que ocurren diariamente en tu trabajo quizá le interesen a tu esposa más de lo que imaginas. Puesto que ella es tu ayuda (Gen. 2:18), quizá hará mejor su papel si conoce exactamente lo que haces y sabe con más precisión tienes que enfrentar cada día.

“Pero cuando vengo del trabajo la última cosa de lo que quiero hablar es de las cosas difíciles que pasan en el trabajo.”

Aunque puedo identificarme con esos pensamientos, debo recordarte que ella es tu ayuda, y como tal, el Señor puede estar esperando usarla para ministrar tus necesidades de alguna manera. Ella no puede ministrarte efectivamente si tú no le cuentas qué es lo que está pasando en tu vida. Si verdaderamente estás tan agotado para discutir tu día cuando vienes a casa del trabajo, quizá quieras considerar decirle a tu esposa lo que le he dicho a mi esposa Kim varias veces, “Mi amor, realmente no estoy de humor en este momento para recordar ese escenario, pero si es importante para ti, podemos hablar de esto después de la cena”

5. Su familia (tu segunda familia)

La Biblia tiene mucho más que decir sobres las relaciones con tu segunda familia de lo que te imaginas. Algunas controversias de este tipo son mencionadas en las Escrituras. Está la de Esaú y sus esposas contra Isaac y Rebeca: “Cuando Esaú tenía cuarenta años se caso con Judit, hija de Beeri hitita, y con Basemat hija de Elón hitita; y ellas hicieron la vida insoportable para Isaac y Rebeca.” (Gen. 26:34, 35). Otro conflicto del que leemos es el que hubo entre Jacob y Labán en Génesis 29. Después está la ardiente disputa entre Sansón y su suegro quién le dio su esposa a alguien más (Jueces 15). Y por supuesto, no hay que olvidar que David y Saúl fueron segunda familia también.

Más importante, el verso bíblico más fundamental relativo al matrimonio (el cual explica donde se originan los conflictos maritales) es Gen. 2:24. “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” Los problemas del matrimonio ultimadamente vienen cuando se falla en dejar (problemas con tu segunda familia), se falla en unirse y se falla en ser una sola carne. Si quieres evitar serios problemas en tu matrimonio, no evites hablar bíblicamente sobre tu segunda familia. Tampoco olvides que los hermanos y hermanas de tu esposa son tu segunda familia también.

6. Sus Amigos

¿Te importan las amistades que tu esposa elige como sus amigos? ¿Sabes quiénes son sus amigos? ¿O te molestas, como le sucede a muchos hombres, cuando ella empieza a hablar de ellos? Muchos capítulos pueden ser escritos acerca de los beneficios y peligros de desarrollar amistades en el contexto del matrimonio. Lo que puedo hacer aquí no es más que abrirte el apetito esperando que eso te mueva a estudiar lo que dice la Biblia sobre este fascinante tema.

Los amigos de tu esposa pueden influenciarla para bien o para mal. He sido un consejero bíblico de tiempo completo por trece años. En toda mi experiencia como consejero, no recuerdo haber observado a alguna pareja cristiana atravesar por un divorcio6 no bíblico (i. e pecaminoso) sin que el cónyuge que lo inició haya sido fuertemente influenciado por una “tercera” persona. A veces las influencias vienen a través de la familia, otras a través del lugar donde trabajas, pero comúnmente vienen por un amigo (ya sea del mismo o del sexo opuesto). Vez tras vez la Biblia habla del poder de la influencia (i.e., 1 Reyes 11:3, 4; 21:25; Prov. 22:24–25; 29:12; 1 Cor. 5:6–8; 15:33; Gal. 3:1; Heb. 12:5). Las personas pueden influir sobre nuestros pensamientos, valores, motivos, deseos, estados de ánimo, decisiones, lenguaje, e incluso apariencia. ¿Sabes hasta que punto tu esposa ha sido influenciada por aquellos que son cercanos a ella? ¡Debes saberlo si quieres protegerla! Pero probablemente no lo sepas si no estás dispuesto a hablar con ella sobre sus amigos.

Quizá uno de los versos de la Biblia que con más frecuencia son mal citados respecto al poder de la influencia es 1 Corintios 15:33, “las malas compañías corrompen las buenas costumbres.” Dije “mal citado” porque la primera parte del verso es usualmente omitido. ¿Puedes recordar las primeras cuatro palabras de este verso? Estas son, “No os dejéis engañar.” “No os dejéis engañar: las malas compañías corrompen las buenas costumbres.” El prefacio de estas pequeñas cuatro palabras es significativo porque es una advertencia. Pablo en efecto está diciendo, “¡Ten cuidado!, ¡No seas mal influenciado!” Las amistades incorrectas pueden influenciarte a pecar tan sutilmente que si no tienes la guardia alta, no te darás cuenta de cuanto has sido influenciado. El principio que aconsejo tomar en cuanta a quienes están desarrollando amistades con personas de carácter cuestionable es el siguiente: si no hay evidencia de que estás influenciando a esa persona para bien (para Cristo), debes asumir que tú estás sido influenciado para mal (por el mundo, la carne y/o el Diablo).

¿Sobre qué bases tú y tu esposa desarrollan amistades con otros? ¿Es sobre la base de cómo ellos pueden ministrarle a ustedes? O mejor aún ¿Sobre la base de cómo pueden ustedes ministrarle a ellos? Aunque es maravilloso tener amigos especiales que nos ministras, deberíamos también estar dispuestos a desarrollar amistades basándonos en cómo podemos ministrar a otros (cf. Fil. 2:3, 4).

Otra razón más para que inviertas tiempo en discutir el tema de las amistades de tu esposa con ella es que puedas animarla a ministrar a las amistades (especialmente no-creyentes) e influenciarlas para Cristo. Mientras tu esposa ministre e influencie a sus amistades sucederá una de dos cosas. O será una influencia positiva para sus amistades y esto los llevará a una relación más cercana con Cristo, o su testimonio será una ofensa para ellos y ellos mismos se separarán de ella (Lucas 6:22, 23) eliminando así el peligro de una influencia negativa.

En el capítulo 11 hablaré sobre el tema de la influencia de una manera más detallada, pero por ahora déjame darte un pensamiento final para que lo medites: Puesto que tú y tu esposa son una sola carne, tú debes de ser su más íntimo amigo. Si no estás interesado o disponible para hablar con ella acerca de lo que hay en su corazón, ella muy probablemente irá a otros buscando consuelo y consejos.

7. Sus ministerios (dentro y fuera de la casa)

“La vida es un ministerio.”¿Es esa tu filosofía? Debería serlo porque es bíblico (Mt. 6:26–28; Gal. 5:13; 1 Tes. 1:9). Fuimos creados para glorificar a Dios adorándolo a Él y ministrando a otros (1 Cor. 10:31). Tu ministerio involucra ser el líder de tu esposa, criar a tus hijos en la disciplina e instrucción del Señor, y servir en y a través de tu iglesia local. Lo mismo es verdad acerca de tu esposa creyente. La primera prioridad de ella7 después de su comunión con el Señor a través de la Palabra y de la oración, es ser tu ayuda. Después debe ministrar a los hijos con los que el Señor los haya bendecido. Luego su área más importante de ministerio es hacia otros dentro y fuera de la iglesia. Dios la ha bendecido con dones y habilidades los cuales debe de usar para la gloria de Dios (cf. Mt. 25:14–30; Rom. 12:6–8; 1 Cor. 12:4–6; Ef. 4:7–12). Parte de tu trabajo es ayudarla a descubrir y usar efectivamente esos dones de una manera práctica. Pero para que esto se lleve a cabo es indispensable la comunicación. No seas egoísta con el tiempo de tu esposa. Si ella está cumpliendo fielmente sus responsabilidades domesticas bíblicas, ten cuidado de no privarla de las bendiciones del servicio cristiano. Recuerda que ella será recompensada en esta vida y en la otra por el servicio hecho a Cristo con motivos puros (cf. Mt. 10:41, 42; 1 Cor. 3:8; 4:5). El tiempo, esfuerzo, pensamiento y dinero que inviertas ayudándola a identificar e implementar las posibles ministeriales serán gratificados temporal y eternamente para ambos.

8. Sus metas para el futuro

Tú esposa, como cualquier otra esposa y madre tiene varias metas (esperanzas, sueños, deseos y expectativas) para ella, su matrimonio, y sus hijos. Probablemente ella se llena de goza y satisfacción no sólo cuando las anticipa, pero también cuando las puede compartir con entusiasmo con alguien a quien le interese oírlas. Sus metas quizás sean personales (bajar 9 kilos, aprender a montar un caballo, o aprenderse ciertos pasajes de memoria de la Escritura). En sus metas puedes estar involucrado tú y tus hijos u otras personas (ir de vacaciones a una ciudad romántica en Europa, desarrollar el interés mutuo en una actividad recreativa, recortar el tiempo familiar que pasan viendo televisión y pasar más tiempo en la Palabra, o invitar a más ministros a la casa mostrando hospitalidad). Una de las maneras en que puedes agradar a tu esposa (1 Cor. 7:32) y “Gozar de la vida con la mujer que amas, todos los días de tu vida fugaz” (Ecl. 9:9) es compartir con ella el entusiasmo por construir y completar algunos de esos sueños especiales.

9. Maneras específicas en las cuales puedes ser un mejor esposo y padre

¿Cuándo fue la última vez que tomaste nota de cómo estás llevando a cabo tus papeles de padre y de esposo? ¿Cuándo fue la última vez que le preguntaste a tu esposa que evaluara la forma en que estás desempeñándote en estas áreas? Dios demanda que constantemente evaluemos nuestro andar cristiano (1 Cor. 11:27–31; 2 Cor. 13:5; Gal. 6:3–5). Me gustaría sugerirte un proyecto para que lo pruebes cuando creas que tu capacidad para comunicarte ha avanzado lo suficiente como para hacerlo exitosamente. Comienza (después de que hayas completado la lectura completa del libro) haciendo una lista de algunas maneras en las que recuerdes haber fallado en estas áreas. Aquí podrías detenerte e ir al Apéndice C, “Maneras Comunes en las Cuales los Esposos Pecan Contra Sus esposas.” Cuando hagas tu lista no seas impreciso y abstracto, sino concreto y especifico. No digas simplemente, “No he sido considerado contigo.” Más bien di: “No he sido considerado contigo en que constantemente dejo mi ropa tirada en el cuarto y espero que después tú la recojas.” o “No he sido considerado contigo en que después de afeitarme por las mañanas dejo mis vellos en el lavabo los cuales al secarse se pegan a la porcelana y yo espero que tú los recojas.”

Después de hacer esta lista reúnete con tu esposa, explicándole que necesitas 90 minutos de su atención para que te ayude a ser un mejor esposo y padre. Empieza esa reunión con una oración y una porción de la Escritura. Después comienza a confesar tus pecados a tu esposa. Cuando hayas terminado de leerle la lista, pídele que te perdone. (¡Ahora empieza lo divertido!) Una vez que te haya perdonado, entrégale la lista y pídele que agregue otras cosas en las que ella piense que has pecado en su contra. Finalmente, pídele que enumere la lista (tanto de las cosas que tu identificaste como la de las que ella agregó), haciendo una lista maestra con todo incluido. ¡Esta lista les proveerá horas de estimulante conversación!

10. Cosas que haces que le molestan

Si alguna vez sientes que no tienes un tema de conversación que le interese a tu esposa prueba ese. Está garantizado para proveerte horas fascinantes de conversación. De hecho, estarás contento de saber que ella te lo más fácil pues será quien más hable.

“Todo esto se oye muy bien, pero ¿no estás asumiendo que mi esposa y yo tenemos una buena comunicación? Sinceramente, a como está nuestra comunicación ¡estaría muerto de miedo con solo intentar discutir estos temas con mi cónyuge!”

Entonces tendré que darte un pequeño curso intensivo básico de comunicación bíblica. La clase empezará tan pronto estés listo para cambiar de página al próximo capítulo.

Temas para Discutir

1.Doctrina Bíblica

2.Nuestra casa

3.Nuestros hijos

4.Tu trabajo

5.Su familia (tu segunda familia)

6.Sus amigos

7.Sus ministerios (dentro y fuera de la casa)

8.Sus metas para el futuro

9.Maneras específicas en las cuales puedo ser un mejor esposo y padre

10.Cosas que haces que le molestan

Agrega a esta lista los tópicos que vayan surgiendo …

1 c. f Prov. 12:18 Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana.

2 Revelación general es lo que se conoce de manera general acerca de Dios a través de Su creación (como su Eterno poder y divinidad, cf. Rom. 1:20).

3 Revelación especial (La Biblia) es necesaria a causa de las limitaciones de la revelación general al hombre caído. La revelación general es incapaz de describir las perfecciones de Dios que el hombre necesita conocer para glorificarlo y disfrutar de Él. También, la pecaminosidad del hombre distorsiona su habilidad para percibir a Dios a través de la revelación natural. Adicionalmente, la trascendencia de Dios hace imposible para el hombre comprenderlo aparte de la revelación especial.

4 Carnagie, Dale, How to Win Friends and Influence People.

5 Para un excelente recurso que facilita dichas discusiones vea Strengthening Your Marriage por Wayne Mack, Phillipsburg, New Jersey, Capítulo siete titulado “Unity Through a Common Philosophy of Raising Children,” vale la pena comprar el libro.

6 Por divorcio no bíblico, me refiero a un divorcio donde ni la inmoralidad sexual (Mt. 19:1–12), ni el abandono de un cónyuge incrédulo (1 Cor. 7:15–16) estuvieron presentes. Vea Marriage Divorce and Remarriage in the Bible por Jay E. Adams, (Zondervan Publishing House) para una discusión excelente de este tema

7 No conozco otra mejor lista de prioridades que en la Biblia que la de Efesios 5:18–6:7. Después de ser lleno del Espíritu (nuestra prioridad absoluta de adoración a Dios), el texto nos dirige a la relación de esposo-esposa, después a la de padre-hijo y después a la de patróntrabajador.

Priolo, L. (2012). El marido integral: Guía práctica para ser un esposo bíblico (pp. 49–63). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.

2-¡DE REGRESO A LA ESCUELA POR EL RESTO DE MI VIDA!

EL MARIDO INTEGRAL

Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico

Por Lou Priolo

Capítulo Dos

¡DE REGRESO A LA ESCUELA POR EL RESTO DE MI VIDA!

a1“¿Qué es exactamente lo que debo aprender de mi esposa que aún no sé?”

La respuesta a esta pregunta es doble: Primero, tienes que aprender algunas cosas de las mujeres en general. Segundo, tienes que aprender algunas cosas de tu mujer en particular.

Tienes que aprender sobre las necesidades, gustos, intereses, metas, sueños, alegrías, penas, temores, problemas, manera de pensar, motivaciones, sentimientos, dones espirituales y tentaciones de tu esposa.

Vivir con tu esposa de una manera comprensiva, (“sabiamente” RV60) significa que tienes que ser estudioso de tu esposa de por vida. Tendrás que estudiarla y analizarla como un comerciante estudia a sus clientes en potencia – sólo que en una dimensión mucho más grande e íntima. Tendrás que aprender a hacerle preguntas específicas para obtener la información precisa que buscas. Tendrás que aprender a atenderla (incluso cuando esté sentada junto a ti mientras conduces y podrías estar resolviendo algún problema “más importante”). Deberás aprender a percibir lo que le agrada aunque no te lo mencione específicamente – un servicio que por naturaleza seguramente ella te brinda con habilidad. Deberás también estudiar los distintos tonos de voz que usa, al igual que sus peculiares formas no-verbales de comunicación para saber cuando es el momento apropiado para hacer preguntas “sabias” y “adecuadas.”

“Pero quizá te preguntes, ¿por qué tengo que hacer esto el resto de mi vida? ¿De cualquier forma, qué tanto es posible aprender sobre mi esposa? Una vez que aprenda lo que necesito, ¿no puedo dejar de estudiarla para aprender otro tipo de cosas (como golf, caza y pesca)?”

Sí y no. Probablemente llegará un punto en el que no tengas que invertir tanto tiempo, esfuerzo y meditación para estudiarla. Digo esto porque con el paso del tiempo el proceso se volverá fácil y te familiarizarás más con tu materia. Sin embargo, a causa de un pequeño detalle comúnmente conocido como “la prerrogativa de la mujer” nunca podrás deshacerte por completo de tus libros.

La Prerrogativa de la Mujer

Hombres y mujeres cambian constantemente de parecer en todo tipo de cosas- desde la ropa que se ponen diariamente hasta su posición teológica. Cuando mi esposa Kim y yo estábamos en un viaje en nuestro primer año de casados, me paré a llenar el tanque de gasolina en una tienda local. Ella me pidió que le comprara algo de beber. Entonces recordé que me había dicho varias veces antes que su bebida favorita era la Pepsi de Dieta®. Mientras abría la puerta del refrigerador, alcancé a ver una Tab® y recordé que me había dicho que ella odiaba esa bebida. “Tengo que encontrar una Pepsi de Dieta®”, pensé. “ella odia la Tab®”. Después de haberla encontrado pagué la gasolina y la bebida. Confiadamente me acerqué hacia ella con su “bebida favorita” en mi mano, esperando verla complacida por haberme recordado.

“Pepsi de Dieta®,” dijo, con un tono de decepción en su voz. “Yo quería una Tab®

“¡Pero tú me dijiste que odiabas absolutamente la Tab®!”, le dije con profunda incredulidad.

“Lo sé, pero hoy quiero una Tab®” y pienso que me está comenzando a gustar más la Tab® que la Pepsi de Dieta®.”

Como ves, puesto que tu esposa tiene la prerrogativa (si no la tendencia) de cambiar de parecer, tú debes hasta cierto punto continuar estudiándola. Es como la actualización de un software. Estoy haciendo el manuscrito de este libro en mi computadora portátil usando el procesador de textos más común. Hasta la fecha ha habido dos actualizaciones para este programa. En unos años los programadores actualizarán el programa de nuevo. Si para ese tiempo, alguien secretamente instalara la última versión en mi computadora, provocaría todo tipo de dificultades y confusión hasta que pudiese leer el manual de la nueva actualización.

Entendiendo a las Mujeres en General

Lo primero que debes comprender es que, hablando de manera general, existen diferencias significativas entre hombres y las mujeres. Biológicamente, por ejemplo, cada célula en tu cuerpo difiere ligeramente de las células en tu contraparte femenina. Tus células contienen un conjunto de cromosomas ‘xy’, mientras que las células de tu esposa poseen un par de cromosomas ‘xx’. Es la combinación de estos cromosomas lo que genéticamente determina las otras diferencias fisiológicas “femeninas” y “masculinas” entre ambos sexos. Aquí hay más ejemplos de las diferencias biológicas entre los hombres y las mujeres.

Las mujeres tienen una capa subcutánea (debajo de la piel) de grasa que nosotros no tenemos. Mientras la mujer pasa por la pubertad, esta capa se hace espesa, la cual hace que su cuerpo tenga curvas, como también hace que su piel sea más suave al tocar que la de un hombre. Sin duda alguna Dios diseñó esta facción femenina de tu esposa para trabajar ajustada a tu vista que es como tu respuesta al sexo está orientada (diferente a tu esposa cuya respuesta al sexo está orientada hacia el tacto).

La parte posterior del cuerpo calloso, una parte alargada fibrosa del cerebro que conecta sus dos hemisferios (y que se piensa que sirve como nexo de comunicación entre ellos), es notablemente más pequeña en los hombres que en las mujeres.

Las mujeres tienen un pulmón más pequeño que el nuestro. El estómago, riñones, hígado y apéndice de ellas, sin embargo, es proporcionalmente más grande que el de los hombres. Ellas tienen un ritmo cardíaco más rápido, un porcentaje más pequeño de agua en sus cuerpos, menos glóbulos rojos en su sangre, y menos presión arterial que nosotros. De la cabeza a la punta del pie, los músculos y la estructura ósea de las mujeres difieren notablemente de los nuestros en una variedad de formas.

Las mujeres por lo general son más pequeñas que los hombres … los hombres usualmente son 40 por ciento músculo 15 por ciento grasa; las mujeres tienden a tener 23 por ciento de músculo y 25 por ciento de grasa. Los brazos de los hombres son más largos y sus hombros más amplios … La parte de arriba de la cintura es dos o tres veces más fuerte que la de las mujeres kilo por kilo, lo cual da al hombre una enorme ventaja en cualquier actividad o deporte que requiera fuerza, energía muscular (y … coordinación visualespacial).1

Estas diferencias fisiológicas inherentes entre hombres y mujeres demues tran cómo el Creador y el Sustentador del Universo diseño al hombre y a la mujer para que se complementaran el uno al otro (en lugar de competir). Pero la diferencia de géneros entre tu esposa y tú va más allá de la estructura anatómica.

Otra, quizá aún más importante, área de entendimiento con la cual debes familiarizarte, es la de las distintas funciones y responsabilidades bíblicas que Dios ha dado a la mujer. Al paso que estudias estas funciones específicas de la mujer cristiana, habrás ganado una mejor percepción y entendimiento de la naturaleza femenina de tu mujer. Entender el grado hasta el cual Dios le ha dado distintas responsabilidades a tu esposa que a ti te ayudará a apreciar los matices de la diferencia entra la masculinidad y la feminidad.

Rol de la Mujer/Responsabilidad

Referencia Bíblica

Ser una ayuda idónea

Gen. 2:18 Y el SEÑOR Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea.

Ser sumisa a su esposo

Ef. 5:22 Las mujeres [estén sometidas] a sus propios maridos como al Señor.

Glorificar a su esposo

1 Cor. 11:7–9 Pues el hombre no debe cubrirse la cabeza, ya que él es la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre. Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre; pues en verdad el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.

Reverenciar a su esposo

Ef. 5:33 En todo caso, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.

Adornarse a sí misma con espíritu de humildad y serenidad

1 Pedro 3:3, 4 Y que vuestro adorno no sea [únicamente] externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios.

Ser pura y respetuosa en su conducta

1 Pedro 3:2 al observar vuestra conducta casta y respetuosa.

Ser sabia y bondadosa en palabra (y de corazón)

Prov. 31:26 Abre su boca con sabiduría, y hay enseñanza de bondad en su lengua. (Lucas 6:45 “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.”)

Una mujer anciana debe ser:

Reverente en su conducta

No esclava del vino

No calumniadora

Enseñar lo que es bueno

Enseñar a las jóvenes

Tit. 2:3–4 Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que …

Una mujer joven debe ser:

Amorosa con su esposo

Amorosa con sus hijos

Prudente

Pura

Hacendosa en el hogar

Amable

Sujeta a su esposo

Tito 2:5 [las mujeres ancianas deben animar a las mujeres jóvenes] a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.

Estructura Característica

Referencia Bíblica

Fue hecha del hombre

1 Cor. 11:8 Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre;

Fue hecha para el hombre

1 Cor. 11:9 pues en verdad el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.

Fue hecha después del hombre

1 Tim. 2:13 Porque Adán fue creado primero, [y] después Eva.

Su inclinación es controlar a su esposo4

Gen. 3:16 A la mujer dijo: “… tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti.”

Es más fácil de engañar

1 Tim. 2:14 Y Adán no fue el engañado, sino que la mujer, siendo engañada completamente, cayó en trasgresión.

Debe verse a si misma como el cuerpo y a su esposo como su cabeza5

Ef. 5:23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia, siendo Él mismo el Salvador del cuerpo.

Entendiendo a tu mujer particularmente

No todas las mujeres son iguales. Mientras que tu esposa, sin duda, tiene ciertas características femeninas consistentes con otras de su mismo sexo, ella también tiene otras características distintivas que la hacen única. Como ya he explicado, tienes que aprender acerca de sus necesidades, sus deseos, sus intereses, sus metas, sus sueños, sus gozos, sus pesares, sus miedos, sus problemas, su manera de pensar, sus motivaciones, sus sentimientos, sus dones espirituales y sus tentaciones. Tu trabajo es entender las particularidades e idiosincrasias que forman su personalidad y vivir con ella de acuerdo a eso. Esos “defectos de personalidad” que son inconsistentes con el carácter de Cristo, necesitarás, paciente y amorosamente, limpiarlos purificándola “por el lavamiento del agua con la Palabra” (Ef. 5:26). Esas características que te irritan pero que no son inconsistentes con la Escritura, tendrás que aprender a soportarlas (mostrándole paciencia en amor de acuerdo a Ef. 4:2). Aquellas características que muestran el carácter de Cristo que ella tiene tendrás que elogiarlas (Prov. 31:28–29).

“Está bien. Me haz convencido. No he estado viviendo con mi esposa con entendimiento. Tengo que comenzar a hacerlo, pero es una tarea ardua, y no sé cómo empezar.”

¿Por Dónde Comienzo?

Quizá el mejor punto de partida sea que aprendas a hacer las preguntas precisas. Se ha dicho que “las preguntas son para la comunicación como la comida es para la alimentación.” Necesitas una para lograr eficientemente la otra. La habilidad de hacer las preguntas apropiadas es una destreza en la que debes convertirte en un experto si quieres “sacar” de tu esposa la información necesaria para vivir con ella con entendimiento y experimentar la intimidad de “una sola carne” que Dios desea para tu matrimonio. Recuerda: la revelación es un pre-requisito para cualquier relación. Entre más te revelas a ti mismo frente a tu esposa y entre más logres animarla a ella a que se revele a ti (haciendo las preguntas precisas), mayor será la intimidad que lograrás. A continuación presentaré algunas preguntas básicas con las cuales puedes empezar a entrevistar a tu esposa.

Preguntas Sugeridas para Edificar la Intimidad

1. Si pudieras cambiar tres cosas de mí que me hicieran más como Cristo, ¿cuáles serían?

Esta primera pregunta probablemente te llevará horas de conversación. Al enfocarte primero en tus propias debilidades y sacar la viga de tu propio ojo (cf. Mt. 7:1–5) no sólo demostrarás humildad, sino harás que le sea más fácil a tu esposa revelarse a ti posteriormente. Tu esposa probablemente esté bien consciente de los defectos de tu carácter tienen que ser cambiados. Puede ser incluso que ella esté más consciente de ellos que tú. Tu pecado necesita ser discutido al responder esta pregunta. Tus rasgos personales (defectos de carácter) que son inconsistentes con el carácter de Cristo, deben de ser corregidos con la gracia de Dios. Esto no es negociable ni opcional. Si ella presenta evidencia que te convence de tu pecado (cf. 2 Tim. 3:17), debes reconocer ante ella tu trasgresión y con la ayuda de Dios (y la de ella) empezar a sustituir esos patrones pecaminosos con sus alternativas bíblicas.6

2. ¿Tengo algunos hábitos molestos o peculiaridades irritantes que te gustaría que cambiara?

Además de señalarte las deficiencias de carácter que la Biblia dice que de bes cambiar, tu esposa podría tener otras sugerencias que debes consid erar concerniente a otros asuntos. Probablemente existan cosas personales molestas y hábitos que has desarrollado, que aunque no necesariamente pecaminosos, tienden a irritarla. Eso incluye cosas como cierta ropa con la que te vistes, tus hábitos de aseo personal y/o la carencia de ciertas cualidades sociales. Aunque tu esposa debe ser paciente contigo, por el deseo de agradarla (1 Cor. 7:33) deberías considerar esforzarte en corregir esos estos hábitos. Tu disposición a discutir estos asuntos con ella le demostrarán tu amor y posiblemente le darán esperanza.

3. ¿Qué sientes cuando yo … (menciona algo que tú sabes que le molesta)? Una vez que descubres exactamente lo que ella quiere que cambies, puedes empezar a animarla a que ella se revele a ti. Te sugiero que empieces preguntándole acerca de sus sentimientos. Nosotros los hombres tendemos a no enfatizar tanto las emociones que Dios nos ha dado como lo hacen nuestras esposas. Claro que como cristianos, no debemos tomar decisiones basados en nuestros sentimientos; más bien debemos de aplicar principios bíblicos en cada situación. Hacerlo de otra manera es peligroso porque nos conduce a una vida guiada por los sentimientos, no por la obediencia. Nuestros sentimientos nos pueden desviar y nos tientan a no responder bíblicamente a los problemas y presiones de la vida.

“Bueno, podría habértelo dicho ya. Las mujeres son más emocionales que los hombres y son engañadas por sus emociones, así que ¿para qué molestarse en hablarle de sus emociones? Si le pregunto cómo se siente ¿acaso no estimulo más sus emociones en lugar de ayudarla a pensar lógicamente?”

En efecto lo harás si simplemente escuchas sus sentimientos sin ayudarla a relacionar esos sentimientos con sus pensamientos, sus acciones y la Biblia. No debes ignorar el lugar de los sentimientos de tu esposa, entendiendo que le han sido dados por Dios.

¿Te has detenido a considerar que el dolor7 causado emocionalmente puede ser una cosa buena? Así como el dolor físico puede ser bueno porque te permite saber que algo en tu cuerpo está mal, el dolor causado emocionalmente puede ser bueno porque te permite saber que algo está mal con tu manera de pensar. Ansiedad, miedo, enojo, soledad, depresión, desesperación, todos estos sentimientos quizá indican que existe un problema profundo en la vida que necesita ser tratado. Este tipo de dolor es frecuentemente síntoma de un problema más profundo. Esta es la razón por la que la terapia con drogas es en gran medida inefectiva para el tratamiento prolongado de los llamados “desórdenes emocionales”- sólo trata los síntomas y no la causa del problema: acciones y pensamientos pecaminosos.

Son las 3:30 de la mañana y estás profundamente dormido. El detector de humo de tu cuarto altera tu profundo sueño e interrumpe tu tranquilidad con 103 decibeles del sonido desagradable de la alarma de humo. Tu corazón palpita; respiras rápidamente mientras la adrenalina en tu cuerpo activa casi todos los nervios de tu ser. “¿Qué hago?” piensas, mientras tratas de acallar la alarma. “Lo sé, ¡pondré la almohada sobre mi cabeza, mis dedos en mis orejas, y trataré de recuperar el sueño!” Unos segundos pasan. Te das cuenta que tu solución no va a funcionar. Vuelves a reconsiderar mientras que el ruido del detector de humo hace que te enojes más. Finalmente, en tu desesperación buscas bajo la cama el zapato más grande que encuentras, apuntas hacia el detector de humo y le das con el zapato haciéndola añicos. “Finalmente, podré ir a dormir,” piensas, mientras dejas en su lugar el zapato y vuelves la cabeza a la cama olvidándote totalmente del fuego que activó el detector de humo …

Tratar los llamados “dolores emocionales” con medicamentos psicotrópicos (o terapia de electroshock, o compulsión por comer, o ir de compras) sin tratar de descubrir la causa del dolor, es tan necio como quebrar el detector de humo sin tratar de apagar el fuego. Usualmente, cuando localizas y extingues el fuego en tu vida (pensamientos y comportamientos incorrectos), el ruido insoportable de las emociones perturbadoras eventualmente cesará. Mientras animas a tu esposa a discutir sus sentimientos de esta manera (con el propósito de ayudarla a identificar y extinguir cualquier fuego en potencia en su vida) no sólo estarás “viviendo con ella de una manera comprensiva” sino estarás preparando el camino para “lavarla con el agua de la Palabra” (ver capítulo 9). Quizá, a estas alturas será útil repetir con tus propias palabras los sentimientos que ella te está expresando. Quizá tengas que intentarlos más de una vez antes de que lo expreses de una manera que la convenza que verdaderamente la estás entendiendo.

“Ahora déjame ver si esto está claro, cuando no te pongo atención en público tú te sientes ABCDWXYZ”

“No,” dice ella, “cuando no me pones atención en público me siento ABCDEFG”

“¡OH! ¡ABCDEFG! ¿Eso sientes cuando no te pongo atención en público?”

“¡Exactamente!”

Otra razón por la cual es tan importante para ti entender sus sentimientos es porque su dolor, quizá en parte, es resultado de tu pecado. Si entiendes hasta dónde la hiere tu rudeza quizá eso te motive a dejar de ser rudo con ella en el futuro. Desde luego, (y más importante), para que tu arrepentimiento sea genuino, debes tambien entender que tu pecado ha ofendido a Dios y no sólo a tu esposa (Sal. 51:4).

4. ¿Qué es lo que pasa por tu mente cuando yo … (menciona alguna cosa que sabes que le molesta)?

Habiendo pedido a tu esposa que te revele sus emociones, estás listo para inquirir acerca de sus pensamientos. Anímala a que sea totalmente sin cera y franca contigo. Pídele que te dé cuenta palabra por palabra de sus pensamientos. Deberías de nuevo buscar ver el impacto que tu comportamiento ha tenido sobre tu esposa. Como su líder espiritual, debes estar consciente de cualquier patrón pecaminoso de pensamiento que ella te revele en este proceso. En primer lugar, sin embargo, debes estar dispuesto a sacar la viga de tu propio ojo – confesando y abandonando el pecado en tu vida que ella te ha mostrado.

¿Sabías que tienes la habilidad de hablarte a ti mismo en un promedio de 1,300 palabras por minuto? Piensa en esto. En 10 segundos puedes decirte a ti mismo una docena de mentiras. El problema con la mayoría de nosotros es que nos escuchamos a nosotros mismos más de lo que nos hablamos. Así es – más que “hablar verdad en nuestros corazones” (Sal. 15:2), y ser “transformados mediante la renovación de nuestra mente” (Rom. 12:2), “poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo” (2 Cor. 10:5), nos predicamos a nosotros mismos, a un promedio de 1,300 palabras por minuto, las mentiras, falsedades y fabricaciones de nuestro engañoso corazón. En lugar de escuchar pasivamente cuando nos decimos a nosotros mismos cosas como, “No puedo hacer nada bueno,” deberíamos activamente exhortarnos a nosotros mismos de esta manera: “¡No, no debo decir ‘no puedo’ cuando Dios dice que debo hacerlo! ¡Todo lo puedo en aquel que me fortalece! A continuación otros pocos ejemplos comunes de las cosas anti-bíblicas que nos decimos.

• “Probablemente me veré como un tonto”

• “Si la gente no me ama, seré una persona miserable”

• “Cometer errores es terrible”

• “No puedo controlar mis emociones”

• “Debo luchar para ser mejor que otros”

• “Es incorrecto mostrar debilidad”

• “Nunca debería dañar a nadie”

• “No puedo hacer algo a menos que lo sienta”

• “Jamás cambiaré”

• “Jamás podré vencer este hábito”

• “Soy un fracaso”

• “Jamás lo perdonaré”

• “Mi matrimonio jamás funcionará”

• “Podría decir algo que me ponga en vergüenza”

Cuando tu esposa te revela este tipo de patrón pecaminoso de pensamiento, debes ayudarla a que aprenda a pensar bíblicamente: Por lo demás hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en eso meditad. (Fil. 4:8). Sin embargo, al mismo tiempo no minimices las evaluaciones negativas que ella tenga de si misma. Explóralas y trata con ellas.8

5. ¿Qué quieres de mÍ que no te doy?

Esta pregunta va más allá de los sentimientos y pensamientos y te ayuda a obtener información acerca de sus motivos. La Biblia tiene mucho que decir acerca de nuestros motivos. Considera este verso en Hebreos 4:12 “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón” (vs. 12). La Biblia es necesaria para diagnosticar con precisión no solamente nuestros pensamientos, sino también nuestras intenciones.

“Vivir con tu esposa de una manera comprensiva” implica entender los deseos que generan sus pensamientos, palabras y acciones. Sus deseos quizá sean justos o injustos. Ella quizá, por ejemplo, tiene un deseo justo para tener más intimidad contigo y por lo tanto se decepciona cuando no te comunicas lo suficiente con ella. (Por supuesto, si su decepción se vuelve un enojo o ansiedad no justo, quizá se deba a que ella desea una buena cosa desmesuradamente). Por otra parte, si ella te está presionando para tener un trabajo mejor pagado porque ella “quiere que le compres un nuevo Jaguar deportivo con dos plazas” quizá sus deseos son injustos.

Un esposo comprensivo es aquel que hará cualquier esfuerzo razonable para proveerle a su esposa no sólo lo que necesita, sino también lo que legalmente desea, siempre que pueda hacerlo sin pecar (lee Rom. 8:32 a la luz de Ef. 5:25).

6. ¿Qué quieres ver que cambie específicamente en mí en esta área … (menciona algo que sabes que le molesta)?

Alerta: No hagas esta pregunta a menos que estés comprometido a realizar cualquier esfuerzo razonable para cambiar (ya sea implementando sus sugerencias o siguiendo las tuyas propias basadas en la Biblia). En la mayoría de los casos tu esposa ya ha empezado a pensar en las cosas específicas que ella desearía ver que implementaras. De hecho, probablemente ella ya te ha hecho esas sugerencias en distintas maneras en el pasado (aunque quizá no le has puesto atención en el tiempo debido). Si la respuesta a esta pregunta es general y abstracta (“Necesitas ser más considerado conmigo”) lejos de que sea específico y concreto (“No tires tu calcetines en el piso y esperes que los recoja por ti”) pídele que sea más específica. Ser “inconsiderado” es abstracto. “Calcetines en el piso en vez del cesto” es concreto. Una respuesta requiere que adivines lo que le molesta. La otra te da la información exacta que estás buscando. Una no da en el blanco. La otra da exactamente en el centro del objetivo.

7. En una escala del uno al diez ¿Cómo calificarías nuestro matrimonio?

Esta pregunta está diseñada para darte alguna idea sobre cómo estás llevando a cabo tus responsabilidades como esposo. También indicará qué tan feliz es tu esposa contigo. No te sorprendas si tu esposa califica tu relación con ella significativamente menos que tú. La razón para eso tiene que ver con el hecho de que ella está haciendo un mejor trabajo en satisfacer tus necesidades de lo que tú para satisfacerla las de ella. Dios hizo a tu esposa para ser una ayuda idónea. Por ser mujer, ella probablemente es más conciente de cómo ayudarte (Gen. 2:18) y agradarte (1 Cor. 7:34) de lo que tu eres para hacerlo con ella. Después de su relación con Dios, tú eres su primera prioridad en la vida (o al menos deberías serlo). Ella debe ser la tuya. Muchos hombres, después de cumplir exitosamente el reto de asegurase una esposa, con frecuencia buscan otros retos como el de tener éxito en sus vocaciones u ocupaciones. Como esposo cristiano no debes hacerlo. No debes permitir que nada, excepto tu relación con Cristo, se convierta en una prioridad mayor que la de ministrar a tu esposa.9

8. ¿Qué se necesitaría para que nuestro matrimonio estuviera en diez?

Una vez más debes animar a tu esposa a que sea lo más específica posible. Y no hagas esta pregunta si no eres serio en tu deseo de implementar sus ideas. Asegúrate de preguntarle cómo cree que cada sugerencia beneficiaría el matrimonio si no es totalmente claro para ti. Ella quizá tenga algunos puntos de vista que tú ya hayas examinado. También sería de gran ayuda para ella poner las sugerencias en orden de prioridad desde la más importante a la menos importante. Recuerda, como tu ayuda, ella tiene información vital que tú necesitas para hacer del matrimonio un diez.

9. ¿Cuál es tu opinión acerca de ?

Es una pregunta pequeña pero está cargada. Déjame explicarte cómo tu esposa estará tentada a pensar si no haces esta pregunta regularmente.

“Mi corazón está lleno de todo tipo de cosas interesantes. Tengo bastantes ideas buenas, creencias, convicciones, planes, esperanzas y sueños. Lo que soy como persona es proporcional a lo que pienso en mi corazón. Lo que hay en mi corazón es lo que soy como persona ante Dios. Parece ser que mi esposo no le interesa lo que hay en mi corazón. Pienso que eso significa que no se preocupa por mí. Puede ser que la causa sea que no le gusta lo que me ha oído decirle con corazón. Si a él no le interesa lo que está en mi corazón, entonces no le gusto. Si él rechaza lo que hay en mi corazón, entonces me rechaza. Me siento tan rechazada y herida porque me doy cuenta de que mi esposo no me ama.”

Antes de que te burles de esta “lógica femenina”, recuerda que es posible que pensando de manera lógica puedas llegar a una conclusión errónea si tus presuposiciones no son bíblicas. Más aún, si no estás interesado en las opiniones de tu esposa, de acuerdo a la Biblia, su conclusión es parcialmente correcta: realmente tú no la amas. Verás, como 1 Corintios 13 explica, el amor bíblico no es orgulloso (no piensa que puede hacer cada una de sus decisiones sin afectar a otros), no es envidioso (no le importa sólo el impacto que la decisión tendrá para sí mismo), y se regocija en la verdad (constantemente busca la verdad y es feliz cuando descubre la verdad, aun cuando la encuentra en el corazón de otro y no en el suyo).

Además de obtener su opinión en referencia a tus decisiones, debes aprender a obtener su criterio sobre cosas como juicios que tú haces, sus percepciones, puntos de vista e intuiciones acerca de gente que ambos conocen (especialmente tus hijos), tus áreas fuertes y tus debilidades como cristiano, esposo, padre, hombre de negocios, etc., y sobre cómo aplicas porciones específicas de la Escritura a tu vida y la de tu familia.

10. ¿Qué metas personales tienes para tu vida? ¿Qué tanto puedo ayudarte a conseguirlas?

“Y los dos serán una sólo carne y Yo soy el único, ¡y no lo olvides!” Esa es la actitud con la cual muchos hombres entran al matrimonio. Tu esposa tiene metas propias, muchas de las cuales te benefician a ti y a sus hijos directamente, algunas otras te benefician indirectamente, sino es que todas. Ser un esposo compresivo (un amoroso siervo-líder) involucra seguir Fil. 2:3, 4 (dos de los versículos más difíciles en toda la Biblia para muchos).

Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.

Tu esposa tiene intereses a los que debes estar atento. Ella tiene objetivos que le gustaría alcanzar que deben permitirle ser una mujer cristiana más piadosa y satisfecha (cf. Prov. 12:14; 14:14). Tales metas quizá incluyan perder peso, memorizar las Escrituras, cambiar un mal hábito, ser una mejor pareja, aprender a pintar o a jugar golf, tomar unos cursos universitarios, comenzar algunos negocios en casa o leer un libro en particular. Cuando tú inviertes tiempo en hablar con ella acerca de cómo alcanzar esos objetivos (y estás dispuesto a sacrificar algunos de tus recursos para llevarlo a cabo), estás considerando a tu esposa más importante que tú mismo.

Los esposos algunas veces cometen el error egoista de esperar que sus esposas no hagan nada excepto lo relacionado a ser esposas y madre de sus hijos. Sí, estas son responsabilidades primarias que Dios les ha dado; sin embargo, si ella lo hace satisfactoriamente, ¿qué bases bíblicas tienes para evitar que se involucre en otras actividades legalmente-escriturales? Si sus deseos están de acuerdo con las Escrituras y si puede perseguirlos sin violar principios bíblicos, uno de las cosas más amorosas y desinteresadas que puedes hacer es ayudarla a alcanzar esas metas personales que tienen poco o nada que ver con que esté casada contigo.

11. ¿Tienes algunas necesidades o deseos que crees que debería llenar o satisfacer mejor de lo que hago? ¿Cuáles son?

¿Conoces la diferencia entre deseo y necesidad? Deberías. Hoy en día la literatura cristiana está llena en referencias a la “necesidad” de los hombres (y de las mujeres). ¡Ten mucho cuidado! No existen tantas necesidades verdaderamente bíblicas como muchos autores suponen. De hecho, con pocas excepciones, tú podrías (y deberías) sustituir la palabra “deseo” por la palabra “necesidad” en tu lectura,; si lo haces serás más preciso teológicamente.

“¿Entonces cuál es la diferencia?” La diferencia entre necesidades y deseos es si la Biblia lo identifica o no como una necesidad. Como Jesús lo señaló a Marta “Sólo algunas cosas son necesarias, en realidad sólo una.” Lo que más necesitamos nosotros es sentarnos a los pies de Cristo y escuchar Su Palabra- “no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4). Cualquier cosa que las Escrituras no identifican como una necesidad (i.e. 1 Tim. 6:8 “Y si tenemos con qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos.”) debe de ser llamado propiamente deseo. Si tu esposa está confundida con la diferencia entre estos dos términos, debes ayudarla a distinguir entre ellos.

Como proveedor de tu esposa (Ef. 5:23), debes considerarte responsable de velar que sus verdaderas necesidades estén siendo atendidas. De hecho, es Dios quien te está usando como proveedor para esas necesidades. Por supuesto, ultimadamente, ella debe depender de Dios para su satisfacción puesto que tú no puedes satisfacer todo lo que ella necesita. Es posible que tengas que ayudarla a depender de Dios en las cosas que tú no puedes proveerle. En cualquier caso, como su líder amoroso, debes esforzarte plenamente para satisfacer todas sus necesidades y deseos legítimos que sea posible sin pecar en el proceso.

Estas once preguntas deberían ayudarte a empezar. Recuerda que ésta es sólo una lista de sugerencias. Algunas de estas preguntas pueden serte útiles para comenzar a crear un catálogo personalizado de preguntas a tu esposa. Deberás añadir preguntas a esta lista hasta que te vuelvas diestro en preguntar cosas que produzcan una íntima comunicación constructiva. Después de leer cada capítulo, ¿por qué no te tomas unos momentos para desarrollar tu propia lista de preguntas que quisieras añadir? (basándote en el contenido de cada unidad).

Preguntas Que Me Gustaría Hacerle

1. Si pudieras cambiar tres cosas de mí que me hicieran más como Cristo, ¿cuáles serían?

2. ¿Tengo algunos hábitos molestos o peculiaridades irritantes que te gustaría que cambiara?

3. ¿Qué sientes cuando yo …? (menciona algo que tú sabes que le molesta)

4. ¿Qué es lo que pasa por tu mente cuando yo …? (menciona alguna cosa que sabes que le molesta)

5. ¿Qué quieres de mí que no te doy?

6. ¿Qué quieres ver que cambie específicamente en mí en esta área …? (menciona algo que sabes que le molesta)

7. En una escala del uno al diez ¿Cómo calificarías nuestro matrimonio?

8. ¿Qué se necesitaría para que nuestro matrimonio estuviera en diez?

9. ¿Cuál es tu opinión acerca de ?

10. ¿Qué metas personales tienes para tu vida? ¿Qué tanto puedo ayudarte a conseguirlas?

11. ¿Tienes algunas necesidades o deseos que crees que debería llenar o satisfacer mejor de lo que hago? ¿Cuáles son?

Agrega tus propias preguntas …

1 Dianne Desimone and Jo Durden Smith, Sex and the Brain, (New York: Arbor House 1983), p 93

4 Compare Gen. 3:16 con Gen. 4:7 (RV60) que dice: “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo [esto es “su deseo es controlarte”] y tú te enseñorearas de él.” La construcción gramatical en hebreo es idéntica en ambos versos. Ver capítulo 13 para una amplia discusión.

5 Ella debe ver a su esposo así como un brazo, una pierna o un pie ven a la cabeza. Debe de seguir el liderazgo, la dirección y el consejo de su esposo, quien es la cabeza espiritual

6 Los cristianos no rompen con los malos hábitos- los reemplazan con hábitos bíblicamente apropiados. Esto es, ellos “se despojan del viejo hombre” y “se visten del nuevo hombre” (cf. Ef. 4:22–24). Mucho más que comprometerse a no mentir jamás, un cristiano hace su meta convertirse en un experto en decir la verdad. “Por tanto, dejando a un lado la falsedad, hablad verdad cada cual con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.” (Ef. 4:25).

7 Puesto que todo dolor es físico, es probablemente mejor decir “dolor causado emocionalmente” que la frase común “dolor emocional.”

8 Para información de cómo hacer esto, escucha mi mensaje How to Help Those Who are Convinced They Have a Poor Self Image (Cómo Ayudar a los que Están convencidos que Tienen una Baja Auto-estima) el cual esta disponible a través de Calvary Press Tel. (800) 789-8175.

9 El bosquejo de Ef. 5:18–6:9 provee prioridades bíblicas para el cumplimiento de nuestras responsabilidades. 1. Tu relación con Dios (ser controlado por el Espíritu) 2. Tu relación con tu cónyuge. 3. Tu relación con tus hijos y 4. Tu relación con tus jefes y empleados (tu trabajo).

Priolo, L. (2012). El marido integral: Guía práctica para ser un esposo bíblico (pp. 27–48). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.

1-Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico

EL MARIDO INTEGRAL

Guía Práctica Para Ser un Esposo Bíblico

Por Lou Priolo

Capítulo Uno

DESEARÍA QUE ELLA VINIERA CON UN INSTRUCTIVO

a1Tu carro viene con uno. También tu televisión, tu estéreo, tu cámara y tu computadora. Qué lástima que tu esposa no venga también con un instructivo.1 Imagina lo fácil que sería vivir con ella, si viniera con un libro de instrucciones en el cual pudieras encontrar lo que necesitas saber para mantenerla saludable, feliz ¡y al máximo de su capacidad!

Si tuvieras un manual de esta índole, te proveería información esencial sobre las mujeres en general. Pero te daría otros datos valiosos como la información específica de tu producto (tu mujer en particular), instrucciones para el mantenimiento, direcciones para leer sus parámetros e indicadores emocionales, instrucciones de limpieza, advertencias sobre los riesgos e incluso una sección completa sobre “Cómo Resolver Problemas.” Pero tu esposa es una mujer, y las mujeres no vienen con un instructivo – ¿O sí?

Permíteme decirte un pequeño secreto poco conocido: tu esposa viene con un manual. Tú nunca lo has visto porque está metido en su corazón. Muy dentro de su corazón está la información necesaria para entenderla y cuidarla de acuerdo a la Biblia2. Sólo hay algo que debes entender. Tú eres el que debe sacarla. Así es, tu trabajo es sacar esa valiosa información de su corazón, y si fuera necesario, ponerla por escrito. “Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre, y el hombre de entendimiento lo sacará.” (Prov. 20:5). La responsabilidad de ser entendido te la da Dios en 1 Pedro capítulo tres.

“1 Pedro, capítulo tres – ¡Amo ese pasaje! ¿No es allí donde dice que la mujer debe mantenerse callada?”

Bueno, sí, pero yo no me refiero a esos versos (1 & 2). Yo quiero hablarte del verso siete. “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7, RV60). La Biblia pone sobre ti la carga de vivir sabiamente como esposo. Tú eres quien debe tomar la iniciativa para obtener de tu esposa la información necesaria para desarrollar y mantener la intimidad como una sola carne que Dios ha determinado que tengas con ella. Elisabeth Elliot en su libro The Mark of a Man (La Marca de Un Hombre), explica el concepto del hombre como iniciador:

“Lo importante que como hombre debes recordar … es que una mujer no puede responder apropiadamente a menos que el hombre sea apropiadamente el iniciador. Él debe tomar la iniciativa para que ella lo siga, como en un baile. La voluntad de cada uno para ejecutar los ‘pasos’ que han sido ensayados es lo que da libertad a la otra persona.”3

“¡Está bien! ¡Me convenciste! Así que mi trabajo es entenderla. Pero ¿Cómo saco esa información, ese instructivo fuera de su corazón?”

Bueno, para empezar, tienes que entender la perspectiva bíblica del matrimonio y la importancia de la comunicación para la relación marital.

Un Pacto de Compañerismo

Muchos creen que el propósito del matrimonio es la propagación de la raza humana. Pero el matrimonio fue diseñado por Dios para lidiar con el asunto de la soledad (Gen. 2:18–24). El SEÑOR Dios dijo:” No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea.”

En su libro, Marriage, Divorce and Remarriage in the Bible (Matrimonio, Divorcio y Recasamiento), Jay Adams desarrolla este concepto:

Dios hizo a la mayoría de nosotros para que estuvieramos solos sin una relación íntima con quien vivir. Dios proveyó a Eva no sólo (o primariamente) como ayuda para Adán (aunque la ayuda es una dimensión de esa compañía), sino como su compañera. Él también, como todos los demás esposos desde entonces (como veremos), debía proveerle compañerismo a ella. En la Biblia, el matrimonio es descrito en términos de una compañía. En Proverbios 2:17, por ejemplo, se nos dice que “… la mujer extraña … deja el compañero de su juventud, y olvida el pacto de su Dios.” La palabra traducida “compañero” en este verso tiene la idea de “uno que es domesticado” (es usado hablando de domesticar animales), o “uno que tiene una cercana e íntima relación con alguien.” Obviamente es difícil establecer una relación cercana con un animal salvaje, pero uno puede estar cerca de un animal domesticado. La idea central tiene que ver con una relación cercana e íntima. Y eso es exactamente lo que la compañía marital es: la relación cercana e íntima del esposo y la esposa.

El concepto del matrimonio como compañía aparece también en Malaquías 2:14 con un término diferente pero complementario: “El SEÑOR ha sido testigo entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera y la mujer de tu pacto.” Ahora, la palabra aquí traducida compañera tiene como idea central unión o asociación. Una compañera, entonces, es alguien con quien entras en una unión o relación cercana. Al unir estos dos términos obtenemos un entendimiento completo de la idea de compañía. Una compañera es alguien con quien tú estás íntimamente unido en pensamiento, metas, planes, esfuerzos, y en el caso del matrimonio, cuerpos.4

Estos dos pasajes juntos, hacen claro que para ambos, esposo y esposa, el compañerismo es el estado ideal. En proverbios, el esposo es llamado el compañero (mostrándonos que también provee compañía para su esposa); en Malaquías, es la esposa quien es designada como tal. Para ambos entonces, entrar en el matrimonio debería significar el deseo de satisfacer el uno al otro la necesidad de compañía. El amor en el matrimonio se enfoca en darle al cónyuge la compañía que él/ella necesita para eliminar la soledad.

Para que este compañerismo sea establecido, mantenido y alcance madurez, hay algo de suma importancia que es requerido.

La Revelación es un Prerrequisito para la Relación

¿Alguna vez te has detenido a considerar que de no ser por la Biblia, nunca hubieses podido tener una relación personal con Dios a través de Jesucristo? Piensa en eso. De no ser por la revelación escrita que Dios da de sí mismo al hombre, no sabrías lo suficiente para convertirte en cristiano. En la medida en que Él se revela a sí mismo a través de la Biblia (y que tú entiendas esa revelación), puedes tener una relación íntima con Él. En la medida en la que Él no se revele a sí mismo a través de la Biblia (o que no entiendas esa revelación), no puedes tener una relación personal con Él. La revelación, por lo tanto, es un prerrequisito para tener una relación. Esto es verdad no sólo en tu relación personal con Dios, sino también con la gente.

En la medida en que dos personas se revelen a sí mismas la una a la otra, ellas podrán tener una relación íntima. En la medida en que no se revelen a sí mismas, no podrán tener una relación íntima. Ahora, puesto que el matrimonio es la más íntima de las relaciones interpersonales, es razonable que un esposo y su esposa, si han de experimentar la intimidad (compañía) de “una sola carne” diseñada por Dios, deben revelarse el uno al otro más que a nadie. En todo nivel (físico, intelectual, emocionalmente, etc.) ellos deben estar “desnudos y sin vergüenza” (Gen. 2:25). Tristemente, con demasiada frecuencia éste no es el caso. De hecho, a causa del pecado, los esposos y las esposas se avergüenzan y tienen miedo de revelarse el uno al otro. Esta falta de apertura y honestidad (falta de revelación) evita que muchas (me atrevo a decir, bastantes) parejas (aun cristianas) experimenten la seguridad, frescura y felicidad que Dios ha planeado para ellos en el oasis del matrimonio.

¿Qué con respecto a ti? ¿En qué medida te revelas como eres a tu esposa? ¿Te sientes avergonzado y temeroso? ¿Acaso la envidia, el orgullo, la indolencia o la ignorancia evitan que le reveles esa información a tu esposa?

¿En qué medida se revela a ti tu esposa? ¿Se siente ella avergonzada y temerosa también? ¿Acaso el miedo, la envidia, el orgullo, la pereza o la ignorancia le evitan revelarte esa información a ti?

Estorbos a la Revelación

1. Miedo

Quizá el estorbo más grande para revelarnos abiertamente sea el miedo.

Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. Y oyeron al SEÑOR Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del SEÑOR Dios entre los árboles del huerto. Y el SEÑOR Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: “Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí.” (Gen. 3:7–10)

Adán y Eva fueron azotados por el miedo y se escondieron de Dios al darse cuenta que estaban desnudos. Así también los esposos y las esposas son frecuentemente asolados por el miedo y esconden lo que verdaderamente son cuando se dan cuenta de la pecaminosidad de sus corazones. Las parejas cristianas que son una sola carne y están comprometidos a la santificación mutua no deben temer a la vergüenza y el rechazo. De hecho, deberían darse cuenta que en el matrimonio de dos pecadores ambas partes pecarán. Lejos de ser sorprendidos cuando el pecado ocurra deben presuponer que es inevitable (1 Juan 2:1). Lejos de ocultar el pecado el uno del otro deben sentirse libres de revelar sus luchas internas con la esperanza de encontrar ayuda para vencerlas. El esposo, como la persona que debe lavar (santificar) a su esposa con el agua de la Palabra de Dios (Ef. 5:26), y la esposa, como la ayuda de su esposo, son llamados a participar activamente en el proceso de santificación progresiva de sus respectivos cónyuges.

2. Egoísmo

Existe un verdadero corolario en la Biblia entre el miedo pecaminoso y el orgullo. Las personas que son egoístas tienden a ser miedosas. Las personas que son miedosas son necesariamente egoístas. Quizás la mejor manera para demostrar esto es estudiando la antítesis de ambos pecados. De acuerdo a las Escrituras, lo contrario (y un antídoto en contra) del miedo pecaminoso es el amor. 1 Juan 4:18 explica “En el amor no hay temor; sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.” Pero el amor es lo opuesto (un antídoto en contra) del pecado del egoísmo. De acuerdo a 1 Cor. 13:5 el amor “… no busca lo suyo [no es egoísta] …” Puedes tratar de ver esto como una ecuación.

Ahora mira lo que pasa cuando sacas el amor de ambos lados de la ecuación.

Otra manera de demostrar la misma relación bíblica entre miedo y egoísmo es por definición. Considera esto:

Amor

es estar más interesado con lo que puedo dar que con lo que pueda obtener.

Egoísmo

es estar más interesado con lo que puedo obtener que con lo que pueda dar.

Miedo

es estar más interesado con lo que pudiera perder, que con lo que puedo dar.

Cuando permites que el miedo al rechazo de tu esposa te impida amarla de modo que no le muestras lo que es bíblicamente necesario que ella sepa de ti, estás siendo egoísta. En es momento, estás más interesado en cómo lo que le reveles pueda herirte que en cómo ayudar a tu esposa. Cuando fallas al amar a tu esposa (tu prójimo más cercano) de esta manera, simultáneamente fallas en amar a Dios, y por lo tanto quebrantas el primer y el segundo mandamiento (al amar a Dios y tu prójimo cf. Mt. 22:35–40).

3. Orgullo

El pecado del orgullo trae el más severo e inmediato juicio de parte de Dios. Te ciega ante otros pecados en tu vida y evita que te arrepientas de ellos. El orgullo es el Síndrome de Inmunodeficiencia adquirida (SIDA) del alma. Cuando una persona muere a causa de haber adquirido SIDA, realmente no muera a causa del SIDA. Más bien muere de enfermedades complicadas a causa del SIDA (neumonía, tuberculosis, meningitis, etc.). A diferencia de una catarata, el virus del SIDA de alguna manera ciega los ojos del sistema inmunológico de sus víctimas. Esto evita que su sistema inmunológico vea y consecuentemente destruya los virus y bacterias que al final de cuentas lo matará.

Como el SIDA, el orgullo te ciega no sólo de ti mismo, pero también de otros pecados escondidos en lo más profundo de tu corazón y de tu vida. Te hace odiar la corrección y la reprensión. Te esconde de tu pecado, justifica tu pecado, excusa tu pecado, y evita que te arrepientas de tu pecado. Te engaña haciéndote pensar que estás espiritualmente bien, cuando de hecho tienes un cáncer fatal y estás en la necesidad desesperada del Bálsamo del Gran Médico.

Escucha a Richard Baxter, el gran escritor puritano, describir (en mi versión contemporánea) la patología de esta terrible plaga del alma.

El orgullo es una raíz profunda y un pecado que se auto preserva; por lo tanto es más difícil de eliminar y desarraigar que otros pecados. Se esconde para no ser descubierto … No permite que el pecador vea su orgullo cuando es reprobado; tampoco deja que lo confiese cuando lo ve; ni … que lo aborrezca o lo abandone … Aunque reconozca las evidencias del orgullo en otros, no lo ve en sí mismo. Cuando siente desprecio por la reprensión sabiendo que es una señal de orgullo en otros, no lo ve en sí mismo. Si tú tratas de curar a una persona orgullosa de cualquier falta, sentirás como si estás lidiando con una avispa o una culebra; pero aun mientras escupe el veneno de su orgullo contra el que lo reprende, la persona orgullosa no se da cuenta de su orgullo. Este veneno es una parte de su naturaleza y por lo tanto no siente que es dañino o tóxico … 5

Antes de la caída, Adán y Eva estaban desnudos y no tenían vergüenza (Gen. 2:25). Esto no se refiere sólo al hecho de que no usaban ropa. Primordialmente habla de la total apertura, honestidad y franqueza que gozaban antes de que su orgullo les hiciera esconder sus pecados. En definitiva, lo que impide a un esposo y esposa gozar la intimidad de “una sola carne” que Adán y Eva conocieron en el jardín del Edén es el orgullo. Es tu orgullo el que se resiste a revelar a tu esposa las cosas que te avergüenzan. Ella por ser tu esposa tiene la necesidad bíblica de saber ciertas cosas de tu vida que afectan tu relación con ella. Por ser ella tu ayuda tiene la necesidad bíblica de saber ciertas cosas de tu vida que afectan tu relación con Dios (recuerda: Si Dios quiere que tu esposa creyente te ayude con algo ¡es que seas un mejor cristiano!) Cuando tú orgullosamente te resistes a revelarle estas cosas pecas contra Dios, contra tu esposa y contra tu matrimonio.

4. Pereza

Si vas a tomar seriamente los mandamientos que Dios te da como esposo, necesitarás invertir una cantidad considerable de tiempo, esfuerzo y reflexión para estudiar e implementar los pasajes específicos de la Escritura que he tratado de trazar en este libro. Es probable que tengas que cambiar tu manera de pensar, actuar, hablar y priorizar tus otras responsabilidades. Quizás tendrás que cambiar para dejar de ser una persona guiada por los sentimientos6—que hace lo que sus sentimientos le dictan y deja de hacer lo que no le dictan – para ser una persona obediente – que hace lo que la Biblia requiere, tenga deseos o no. Estos cambios serán difíciles al principio, pero recuerda, existe algo más difícil que cambiar – no cambiar: Proverbios 13:15 dice “… el camino de los transgresores es duro.” (RV60). Así que tienes una opción: trabajar duro ahora con la esperanza de la bendición de Dios en el futuro, o seguir el camino “fácil” ahora sabiendo que te espera un camino difícil por recorrer bajo la disciplina de Dios en el futuro.

5. Ignorancia

¿Alguna vez te has detenido a considerar que el hombre era dependiente del consejo de Dios aun antes de caer en pecado? Si Adán necesitaba de la sabiduría de Dios en el huerto del Edén sin haber caído, ¿Cuánto más necesitas tú de Su sabiduría mientras intentas amar a tu esposa y vivir con ella con sabiduría?

Ahora, si aún piensas que vivir sabiamente con tu esposa es imposible puede ser porque ignoras, no sólo las Escrituras, sino también el poder de Dios. Jesús una vez dijo acerca de otro asunto:

¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? (Marcos 12:24)

En primer lugar, puede ser que no te des cuenta que las Escrituras te ordenan entender a tu esposa. 1 Pedro 3:7 no es un consejo, una recomendación o una sugerencia. Es un mandamiento. En otras palabras, ¡tienes que aprender cómo entender a tu esposa!

En segundo lugar, puedes ser que no entiendas el poder de Dios. Siempre que veas en la Biblia un mandamiento que parece imposible de obedecer, debes recordar que Dios nunca pide a un cristiano obedecerle sin la provisión de tres fuentes poderosas.

• Dios promete darte sabiduría para obedecerle.

Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. (St. 1:5)

Si no sabes cómo obedecer debes pedirle a Dios que te enseñe. Esta promesa es primero porque usualmente es necesario saber cómo obedecer a Dios antes de poder hacerlo.

• Dios promete darte la capacidad para cambiar.

Porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito (Fil. 2:13).

Conforme caminas en fe para obedecer lo que Dios ha mandado en Su Palabra, Él provee el poder necesario para hacer lo que antes te parecía imposible. Santiago dice que el hacedor de la Palabra será “bienaventurado en lo que hace” (Stgo. 1:25).

• Dios promete darte el deseo de cambiar.

Porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito (Fil. 2:13).

Es después de que has obedecido lo que has aprendido que probablemente experimentarás el deseo de caminar en obediencia a las Escrituras.

Estas tres promesas son hechas sólo a los cristianos quienes en dependencia del Espíritu de Dios y en conjunción con Su palabra, las reciben e implementan. Mientras lees este libro, aprenderás cómo entender mejor a tu esposa y cómo cumplir mejor tus responsabilidades bíblicas hacia ella.

¿Puedo Guardar una Copia Impresa del Manual?

Sí, pero únicamente con la aprobación de tu esposa.7

Al final de los capítulos dos al trece podrás apuntar en una página separada lo que estés aprendiendo de tu esposa. Estas páginas te ayudarán a aplicar los principios bíblicos discutidos en el capítulo correspondiente. Por supuesto, necesitarás la ayuda de tu esposa para completar la mayoría de ellos. Las páginas quizás deberían ser fotocopiadas antes de completarlas. Después podrías convertirlas en un cuaderno para futura revisión y examen. Este cuaderno “basado en 1 Pedro 3:7” se convertirá en la copia impresa del manual de operación de tu esposa.

Ya sea que elijas hacer una copia impresa del manual o no, te beneficiarás en gran medida llenando mentalmente las páginas adicionales al final de cada capítulo.

1 El concepto de “propiedad” corporal es mutuo en las Escrituras. “La mujer ya no tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposo. Tampoco el hombre tiene derecho sobre su propio cuerpo, sino su esposa.” (1 Cor. 7:4 NVI). Si tu esposa no se siente cómoda con esta terminología, quizá quieras pensar en términos de manual de mantenimiento o manual del operador.

2 En última instancia el instructivo es la Biblia, toda la información esencial que tú y tú esposa necesitan para entender e interpretar la vida está en sus páginas (Salmo 19:7; 2 Pedro 1:3; 2 Tim. 3:16–17).

3 Elliot, Elisabeth; The Mark of a Man, Grand Rapids: Fleming H. Revell, ©1991. Elisabeth Elliot, p. 55, Usado con permiso.

4 Adams, Jay E., Marriage Divorce and Remarriage in the Bible, Grand Rapids: Zondervan, ©1980 by Jay E. Adams, pp. 11–12.

5 The Christian Directory, por Richard Baxter, 1990 (reprint) Ligonier, PA: Soli Deo Gloria, pg. 207

6 Quizás el gran enemigo de una persona indisciplinada (o perezosa) sea “lo que siente.”

7 Tu esposa quizás no se sienta cómoda con tu idea de mantener un diario de lo que estás aprendiendo acerca de ella-especialmente si en el pasado le has dado razones para que no confíe en ti. Si éste es el caso, simplemente haz lo mejor que puedas para aplicar y recordar lo que has aprendido acerca de ella mientras continúas leyendo este libro.

Priolo, L. (2012). El marido integral: Guía práctica para ser un esposo bíblico (pp. 13–24). Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia.