Espíritus inmundos y lugares áridos

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Espíritus inmundos y lugares áridos

Robert W. Carver

Nota del editor: Este es el decimoséptimo capítulo en la serie «Las duras declaraciones de Jesús», publicada por Tabletalk Magazine. 

«¡Beelzebú! ¡Este no expulsa los demonios sino por Beelzebú!» Con tal malicia respondieron los fariseos después de que Jesús sanó a un endemoniado. Jesús señaló que su acusación era absurda e ilógica, y luego los acusó de haber cometido el pecado imperdonable (Mt 12:22-32). Dijo que los ninivitas (que se arrepintieron con la predicación de Jonás) y la Reina del Sur (que vino para escuchar la sabiduría de Salomón) se levantarían en el juicio contra «esta generación» (vv. 41-42). Uno mayor que Jonás y Salomón estaba en medio de ellos, y sin embargo, lo rechazaron.

Jesús entonces habló de un espíritu inmundo saliendo de una persona, deambulando, y finalmente volviendo a entrar en esa persona junto con otros siete espíritus más malvados que él (vv. 43-45):

Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso y no lo halla. Entonces dice: “Volveré a mi casa de donde salí”; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. Va entonces, y toma consigo otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero. Así será también con esta generación perversa.

El contexto del pasaje es como una serie de círculos concéntricos cada vez más amplios. El contexto más específico se centra en la hostilidad de los fariseos hacia Jesús y la condenación de Jesús hacia ellos. El contexto más amplio se remonta al ministerio de Juan el Bautista. Ante la predicación de Juan, muchas personas (al menos externamente) cambiaron a un mejor estilo de vida (3:5-6). El ministerio de Jesús también atrajo un gran interés inicialmente. En un determinado momento, la gente estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para convertirlo en su rey (Jn 6:15). Pero al día siguiente, muchos de Sus «discípulos» se dieron la vuelta y ya no andaban con Él (6:59-66).

Una persona que ha sido purgada por la auto-negación se vuelve vulnerable a la reinfestación por males aun más graves.

De modo que, podemos decir que un espíritu inmundo y demoníaco sale de una persona cuando esta decide hacer un cambio para bien. Ha iniciado una nueva etapa por su propio esfuerzo y las cosas parecen estar mejor. Pero en realidad, se ha creado un vacío espiritual. Como dice la Reformation Study Bible: «A menos que el Espíritu de Dios venga a habitar en ella (Rom 8:9), una persona que ha sido purgada por la auto-negación se vuelve vulnerable a la reinfestación por males aun más graves tales como el orgullo, la hipocresía y el desprecio por los demás». En consecuencia, el estado final de esta persona resultará mucho peor que el primero.

Jesús concluye: «Así será también con esta generación perversa». Jesús describió a esa generación (tipificada por los fariseos) como caprichosa, perversa y adúltera debido a que fallaron en recibirlo por quien Él es: el Salvador enviado del cielo. Lo mismo ocurrirá con cada generación (y cada individuo) que no lo reconozca y acepte.

Este artículo fue publicado originalmente en la Tabletalk Magazine.
Robert W. Carver
Robert W. Carver

Robert W. Carver se desempeñó como profesor asociado de griego y Biblia en Clearwater Christian College en Clearwater, Florida, durante más de treinta y cinco años.

Los discípulos atesoran la Palabra de Dios en sus corazones

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Los discípulos atesoran la Palabra de Dios en sus corazones

Nota del editor: Este es el 11vo capítulo en la serie «Discipulado», publicada por la Tabletalk Magazine. 

«¿Yo? ¿Memorizar las Escrituras? Pero ya no soy un niño. Además, ahora enseño a niños. Yo enseño; ellos aprenden». Aunque tal vez no sean las palabras reales de los cristianos adultos, estos sentimientos pueden representar la actitud de muchos. Prácticamente no han memorizado pasajes específicos de las Escrituras en muchos años (o tal vez nunca).

Sin embargo, para un verdadero discípulo de Cristo, que realmente quiere ser como Cristo, memorizar las Escrituras es una disciplina vital. Si memorizaste las Escrituras cuando eras niño, probablemente aprendiste el Salmo 119:11: «En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti». El Salmo 119 no es solo el capítulo más largo de la Biblia, sino que también está saturado de aspectos estilísticos notables. El poema hebreo está dividido en veintidós estrofas, una para cada letra del alfabeto hebreo. Cada verso dentro de una estrofa comienza con una letra particular. Esta estructura alfabética era una ayuda para la memorización.

Cuando la duda y la depresión nos acosen, la verdad de Dios que hemos almacenado será un ancla segura y estable para nuestra arca sacudida por la tempestad.

Este salmo se destaca no solo por su extensión y su forma literaria, sino también por lo elevado de su enfoque. Desde su comienzo hasta su final, cada verso es sobre la Palabra de Dios. La estrofa «beth» comienza: «¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando tu palabra» (v. 9). La estrofa termina: «Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos. Me deleitaré en tus estatutos y no olvidaré tu palabra» (v. 15-16). La clave para evitar y escapar de las trampas del enemigo de nuestras almas es conocer la Palabra, meditar en la Palabra y recordar la Palabra. En medio de estas instrucciones se encuentra el mandato bíblico de memorizarla.

Una de las tareas sagradas de un padre judío era familiarizar a su hijo con la Torá (Génesis-Deuteronomio) y enfatizar la importancia de memorizar con precisión lo que Dios había dicho (Deut 6:4-7). Por lo tanto, la Ley se recitaría en la audiencia del niño desde sus primeros días, y los pasajes clave serían repetidos una y otra vez. Puesto que la mayoría de los hogares eran demasiado pobres para tener su propia colección de pergaminos del Antiguo Testamento, la memorización era esencial.

Quien memorice las Escrituras obtendrá muchos beneficios. En primer lugar se encuentra la ayuda que las Escrituras ofrecen para poder resistir las tentaciones de Satanás. La respuesta de Jesús de «escrito está» para cada una de las tentaciones del adversario en el desierto es el mejor ejemplo de esto (Mat 4:4,7,10). Además, la Palabra de Dios escrita en las tablas del corazón permanece ahí para la meditación todo el día (Sal 119:97). Las Escrituras ayudan a la renovación de nuestra mente para que nuestro pensamiento esté formado por la Palabra que mora en nosotros (Rom 12:22 Cor 10:5). La verdad de Dios guardada en el corazón vendrá más fácil a la mente al momento de tomar de decisiones, aconsejar, evangelizar, enseñar, etc. Cuando la duda y la depresión nos acosen, la verdad de Dios que hemos almacenado será un ancla segura y estable para nuestra arca sacudida por la tempestad.

Entonces no te demores. Comienza ahora. Escoge un verso (o pasaje). Escríbelo. Repásalo de manera continua. Ríndele cuentas a alguien. Apréndetelo no para jactarte, sino para que puedas vivirlo y para que Cristo sea visto en ti.

Este artículo fue publicado originalmente en la Tabletalk Magazine.
Robert W. Carver
Robert W. Carver
Robert W. Carver se desempeñó como profesor asociado de griego y Biblia en Clearwater Christian College en Clearwater, Florida, durante más de treinta y cinco años.