3/3 – Él te da paz

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El Señor te bendiga y te guarde

3/3 – Él te da paz

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Carmen Espaillat: Si todos están en busca de paz, ¿por qué a veces es tan difícil encontrarla? Con nosotros Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín, ella está hablando sobre la única y verdadera fuente de paz, Dios mismo.

Nancy Leigh DeMoss: Y la paz de Dios, guardará vuestras mentes y corazones en Cristo Jesús. Es como una fortaleza. Es un lugar al que nadie más puede entrar. Nadie te puede atormentar o vencer en ese lugar. Es como el ojo de la tormenta. Es un fuerte alrededor de nuestras mentes y alrededor de nuestras emociones. De otro modo estarían atormentadas.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con la autora y oradora, Nancy Leigh DeMoss.

Podemos ver a Afganistán y a Irán, y a otros lugares del mundo y pensar: “¿Alguna vez tendrá paz esta tierra?” Pero la verdad es que el conflicto no solo afecta a las naciones del mundo. Lo vemos en los hogares y en los corazones de las personas. Nancy les mostrará la única fuente de paz verdadera, continuando con la serie El Señor te bendiga y te guarde.

Nancy: Creo que una de las cualidades y los dones más buscados hoy en día en este mundo es la paz. Cuando hablo con diferentes mujeres, pienso que esa es una de las cualidades en particular que más mujeres buscan. Quieren paz en sus corazones. Quieren paz en sus hogares. Quieren paz en sus relaciones. Quieren que sus mundos sean sosegados, en lugar de estresados.

¿No les parece sorprendente a cuántos lugares acudimos para encontrar paz, sin embargo la paz parece eludir a la mayoría de las personas? Si vemos a la mayoría de la gente a nuestro alrededor, a la mayoría de nosotras -y muchas veces tengo que incluirme yo misma en esa categoría- no son muchas las personas que podemos decir que son pacíficas, especialmente en este mundo en que vivimos, tan caótico, apresurado, estresado y con relaciones rotas.

Cuando venimos a la bendición a la oración sacerdotal en Números capítulo 6, llegamos ahora a una oración, a una petición por la paz de Dios. Me alegro tanto de que este punto se incluyera porque es una de las cosas que más necesitamos. Es una de las cosas que más anhelamos. Como esta petición es parte de una oración al Señor por su bendición, vemos la fuente de la verdadera paz. Aquellas de nosotras que hemos estado buscando la paz en los lugares equivocados, sin éxito alguno, cuando venimos a esta oración, encontramos que el Dios de esta oración, el Dios de la bendición, es el Dios de toda paz.

Hemos estado viendo esta bendición, esta oración sacerdotal en Números capítulo 6. Leámosla para que veamos esta petición en su contexto. El versículo 24 de Números capítulo 6 dice: “El Señor te bendiga y te guarde”. Es una oración por protección—por protección de la maldad, protección del maligno. Dios es nuestro guardador.

Luego vimos en la última sesión que también es una oración por la presencia de Dios. “El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti… el Señor alce sobre ti su rostro” (versículos 25-26a). «Señor, queremos Tu sonrisa. Queremos Tu complacencia. Queremos Tu presencia en nuestras vidas”.

Luego vimos la petición por el perdón de los pecados. “Señor, que Tu gracia sea sobre nosotros” (paráfrasis). “Necesitamos Tu gracia, cuando vemos todo lo que la luz de tu rostro expone en nuestras vidas. Señor Danos tu perdón”.

Y ahora venimos a la última frase del versículo 26: “[que el Señor] te dé paz.” Que el Señor te bendiga. Que el Señor te dé paz.

Esa es la palabra shalom en hebreo. Es una palabra que era usada como un saludo común. ¡Shalom! El Señor te bendiga. La paz sea contigo. Es una palabra que habla de bienestar, de contentamiento. Es una palabra que habla de salud y seguridad, de amistad, paz con Dios, paz con los hombres, paz aquí en la tierra y paz en el cielo. Es una palabra que habla de plenitud.

Es una palabra que tiene que ver con nuestra relación de pacto con Dios. Él hace posible que dos facciones en guerra, es decir nosotros y Dios, se unan y tengan paz. De nuevo, vemos que Cristo es el cumplimiento de esta oración. Cristo es la bendición. Él es nuestra paz. Él es el que vino del cielo a la tierra y dio su vida en la cruz para poder tender un puente sobre la brecha infinita entre el cielo y la tierra.

Nunca hubiéramos podido acercarnos a Dios. Nunca hubiéramos podido pasar la eternidad en Su presencia. Nacimos torcidas, en dirección contraria a Dios. Éramos sus enemigas. Pero Jesús vino y cerró la brecha en la cruz del Calvario y dijo: “A través de mí ustedes pueden tener paz con Dios”.

Pero Él no solo nos da paz con Dios, sino que también nos promete que podemos tener la paz de Dios guardando nuestros corazones y nuestras mentes en un mundo perturbado, donde no hay mucha paz.

Y pienso en ese pasaje en el capítulo 14 del Evangelio de Juan cuando Jesús les hablaba a Sus discípulos mientras Él se preparaba para ir a la cruz y finalmente de regreso al Cielo. Él había vivido con ellos por tres años de ministerio aquí en la tierra. Ellos habían desarrollado una amistad y una relación cercana e íntima y ahora Él estaba tratando de ayudarlos a entender por qué se iba y que en este mundo tendrían aflicción.

Y comienza en Juan capítulo 14 versículo 1, en ese versículo tan familiar, donde Jesús les dice: “No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí”.

Luego sigue en el versículo 27, y les da una bendición preciosa, un regalo precioso mientras Él se prepara para dejar esta tierra. Él les dice: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da”. Creo que está diciendo que la paz que el mundo da es frágil. Hay acuerdos de paz, y premios de paz, y hay gente luchando por la paz mundial, pero en el mejor de los casos es una paz frágil.

Piensen por un momento en lo que está sucediendo en el Medio Oriente y los intentos de lograr que haya paz. Las personas firman un acuerdo y al día siguiente ya lo están rompiendo. Pero Jesús dice: “No os la doy como el mundo la da.” Él dice: “No se turbe vuestro corazón, ni tengan miedo” (Juan 14:27).

Luego el apóstol Pablo sigue con ese mismo tema en el Libro de Filipenses en el capítulo 4. Él les habla a personas que están pasando por verdaderas crisis en la vida. Él les dice: “Por nada estéis afanosos” (versículo 6). No dejen que nada les robe su paz.

“Antes bien,” sigue diciendo, “en todo mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios” (versículo 6). ¿Y qué sucede cuando hacemos esto? ¿Cuál es el resultado? “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento…” (Versículo 7). Esto es incomprensible.

¡Y cuántas veces no hemos experimentado nosotras mismas esa paz, al clamar al Señor y rendirle nuestras cargas, nuestro dolor, las cosas que nos atormentan, las cosas por las que estamos ansiosas! Clamamos a Él; le hacemos saber nuestras peticiones. Le damos las gracias, ¿y qué sucede? Recibimos una paz inexplicable.

Yo experimenté esa paz mientras estaba sentada en el funeral de mi papá, apenas algunos días después de que el partiera con el Señor. No significa que hubo paz sin lágrimas o sin un enorme sentido de pérdida. Pero con la pérdida, con el duelo, con las lágrimas hubo esa paz de Dios que no se puede explicar.

“Que sobrepasa todo entendimiento,” dice él, y la paz de Dios “guardará vuestras mentes y corazones en Cristo Jesús” (versículo 7). Es como una fortaleza. Es un lugar al que nadie más puede entrar. Nadie te puede atormentar o vencer en ese lugar. Es como el ojo de la tormenta. Es un fuerte alrededor de nuestras mentes y alrededor de nuestras emociones que de otro modo estarían atormentadas.

Y luego sigue en el versículo 8 diciendo: “Todo lo que es verdadero y honorable y justo y puro y amable, en esto piensen” (paráfrasis). Mediten en estas cosas. No mediten en sus circunstancias tormentosas. Mediten en las realidades eternas de la bondad de Dios, en Su fidelidad, en Su carácter, en Sus caminos. El Dios de paz, o como se le llama en el libro de Hebreos, el Dios de toda paz, estará contigo en medio de toda circunstancia, en medio de toda situación (ver Hebreos 13:20).

Ese tipo de paz, la paz de Dios, el Dios de paz que experimentamos es el fruto del Espíritu, ¿no es así? No es algo que podemos experimentar por nosotras mismas; es algo sobrenatural. Si fuéramos a experimentar lo que es natural, viviríamos en constante agitación. Pero podemos tener paz, paz con Dios, la paz de Dios y paz unos con otros en nuestras relaciones humanas, cuando estamos llenas del Espíritu Santo. El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz (ver Gálatas 5:22).

Si quieres la paz de Dios, la quieres en tu corazón, en tus relaciones, en tu hogar, necesitas ser llena del Espíritu de Dios. Cuando eres llena de su Espíritu, estás operando no en tus propias fuerzas, no en tus propios esfuerzos, no en tu propia energía, sino en el poder, en la fuerza, y en la vida que Él da, encontrarás que Dios puede volver esas aguas turbulentas en aguas tranquilas.

Imagínate por un momento a Jesús de pie en esa barca contigo en ese tormentoso mar. Cuando sea la hora, a Su manera y según a Él le plazca, Él hablará y dirá: “Aquiétate.” Aun antes de que esas aguas se asienten, la tormenta a tu alrededor puede seguir con toda su furia. Puede que no le plazca detener las olas en ese preciso momento. Las Escrituras dicen que: “Él agita las olas y que Él la sosiega, que Él las aquieta” pero Él decide cuándo y qué hacer (paráfrasis de Jeremías 31:35). Pero aún cuando las olas se estén agitando, puede haber paz.

¿Alguna vez has notado que casi todas las Epístolas del Nuevo Testamento empiezan con una bendición? Si piensas en los primeros versículos de la mayoría de las cartas del Nuevo Testamento, recordarás que empiezan con un saludo, que es una bendición. Casi siempre se usan las palabras gracia paz.

Romanos capítulo1 versículo 7: “A todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.

Primera a los Corintios capítulo 1 versículo 3: “Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”.

Cuando Pablo hace estas oraciones y les da estas bendiciones a las iglesias a quienes les escribe estas cartas, en realidad él está invocando la bendición sacerdotal que hemos estado estudiando en Números capítulo 6.

Vamos a repasar la bendición. Dios le dice a Moisés: “Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: ‘Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis: El Señor te bendiga y te guarde’» (versículos 23-24). Esa es una oración por la protección de Dios. “El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y alce sobre ti su rostro” (versículos 25-26, paráfrasis). Esa es una oración por la presencia de Dios.

Luego las otras dos peticiones: “El Señor tenga de ti misericordia,” que es una oración por el perdón de Dios, y finalmente. “El Señor te dé paz” (versículos 25-26). Gracia y paz. Esto me recuerda que Dios nos hizo sus sacerdotes. Esta no es una bendición que le pedimos a otra persona que ore por nosotras. Dios nos hizo sacerdotes capaces de orar esta bendición por otras personas.

Pero antes de que podamos hacer esta oración por otros, tenemos que recibirla nosotras mismas. Tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo, al Señor Jesús, quien ha orado y está orando esta bendición sobre nosotras. Él ha orado que el Señor nos bendiga y nos guarde y haga resplandecer su rostro sobre nosotras, que tenga de nosotras misericordia y nos dé paz. Gracia y paz. Vienen a nosotras de parte de Dios. Él es quien bendice. Vienen a nosotras a través de Jesucristo Su Hijo.

Si estamos esperando que nuestros padres, una pareja o un hijo o un trabajo o una amiga o una iglesia sea el medio supremo para obtener gracia y paz en nuestras vidas, nos estamos preparando para una gran decepción. La paz y la gracia vienen a nosotras de parte del Señor.

Cuando Dios haya derramado Su gracia y Su paz sobre tu vida, entonces tendrás una copa llena, un tanque lleno, que al desbordarse ministrará gracia y paz y bendición a todos aquellos a tu alrededor.

Ahora bien, la plenitud de esta bendición, como hemos estado viendo, se completa en el Señor Jesucristo. Él es el que vino a esta tierra a bendecirnos. Hechos capítulo 3 nos dice que Dios lo envió para bendecirnos, apartándonos de nuestros pecados. Él es quien nos guarda de caer (ver el versículo 26).

Él es, de acuerdo a Hebreos capítulo 1, «el resplandor de la gloria de Dios» (versículo 3). Él es la imagen del rostro de Dios. Él es Dios hecho visible. Él es el rostro de Dios brillando sobre nosotras.

Él es el que vino y trajo gracia y verdad a nosotras aquí en la tierra cuando estábamos alejadas de Dios y éramos sus enemigas. Nos trajo gracia. Él es el Príncipe de paz. El Señor de paz. El Dios de toda paz.

Luego leemos en el versículo 27 del capítulo 6 de Números: “Así invocarán mi Nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”. ¿De quién es ese nombre? Es el Nombre de Jesús, el Nombre que es sobre todo nombre.

Jesús vino para poner el Nombre de Dios sobre nosotras, para marcarnos como pertenencia de Dios. De hecho, esa frase: “Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel,” nos da la idea de una marca de propiedad. Ese concepto se menciona de nuevo en otros dos lugares clave de las Escrituras.

El primero es una profecía en Isaías que habla sobre la restauración de Israel a la tierra. Dice que en ese día la gente: “…Escribirá en su mano: ‘Del Señor soy’ y se llamará con el nombre de Israel» (44:5). Israel se dará cuenta de que le pertenece a Dios, de que ha sido guardado por Dios y que Su Nombre está sobre ellos. Habla de un tiempo de bendición cuando Israel será restaurado de la cautividad.

Pero en el libro de Apocalipsis, vemos otra referencia al nombre de Dios sobre Su pueblo. Es cuando el pueblo de Dios sea reunido finalmente alrededor del trono de Dios. Leemos en Apocalipsis 22 que “Ellos verán Su rostro, y [esta parte me encanta dice] Su nombre estará en sus frentes” (versículo 4). Una marca de propiedad.

No sé cómo se verá eso en nuestros cuerpos celestiales y glorificados. No creo que ni siquiera podamos imaginarlo. Pero habrá una marca de propiedad, habrá un sello. Estos son los que le pertenecen al Señor. Recuerden que esto ocurrirá después de un tiempo cuando muchos en la tierra habrán tomado en sus frentes la marca o el número o el nombre del Anticristo, de la Bestia.

Pero Dios ahora dice: “A aquellos que han perseverado, aquellos que se han mantenido, que han sido bendecidos, que han experimentado mi gracia y mi paz, a ellos les pondré Mi Nombre, el Nombre que está sobre todo nombre en sus frentes. O sea que es tinta indeleble de la que estamos hablando. “Mío. ¡Mío!” dice Dios: “Eres mía. Pondré Mi Nombre sobre Mi pueblo”.

Cuando vamos a ese último libro de la Biblia, el libro de Apocalipsis en el capítulo 22, el último capítulo, alcanzamos a ver un vistazo de ese estado final y bendecido del pueblo de Dios. La misma bendición que fue orada en Números capítulo 6: “El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz” (versículos 24-26).

Eso fue lo que el apóstol oró en el Nuevo Testamento: “Gracia y paz sean a ustedes”, y lo que Jesús dijo: “Mi paz os doy”. Solo hemos experimentado una pequeña medida de esa bendición de este lado del cielo. Pero vivimos con la promesa de que en la plenitud del tiempo de Dios vendrá la consumación, la terminación, el cumplimiento total de esa bendición.

Se predice en Apocalipsis capítulo 22 en un lenguaje que apunta hacia esta bendición sacerdotal. En Apocalipsis 22 versículo 3 se nos dice: “Y ya no habrá más maldición”. No más maldición; si no hay maldición, ¿qué habrá? Bendición, bendición eterna, bendición infinita, bendición por siempre.

“El trono de Dios y del Cordero estará allí [en ese lugar en el Cielo], y Sus siervos le servirán. Ellos verán Su rostro, y Su Nombre estará en sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos” (versículos 3-5).

En esa promesa tenemos esperanza. Tenemos confianza. No importa lo que estés viviendo en este momento, no importa lo que esté pasando en tu casa, en tu lugar de trabajo, en tu mundo, en tu iglesia y en este mundo— no importa lo que esté pasando, tú tienes la promesa de la bendición de Dios, Su presencia, Su favor, Su rostro, Su atención, Su nombre, Su poder que te cuida, Su trato misericordioso con nosotras, y Su paz. Él es la fuente y el medio de toda, toda, toda suprema bendición.

Permíteme hacer esta oración por ti. “Que el Señor te bendiga y te guarde. Que el Señor haga resplandecer Su rostro sobre Ti y tenga de Ti misericordia. Que el Señor alce la luz de Su rostro sobre ti, y te dé paz”.

Nancy : Dios dice que cuando hacemos esa oración, Él promete “que pondrá Su Nombre sobre su pueblo y lo bendecirá.” Amén.

Carmen: Hoy Nancy ha desglosado la frase en esta bendición sobre la paz de Dios.

¿Sabías que alguien ha orado por ti hoy? ¿Cómo lo sé? Bueno porque un grupo especial de radioescuchas se ha comprometido a orar por este programa y sus radioyentes.

Nancy: Y no puedo decirles cuán enormemente valiosas son estas oraciones para mí, para nuestro ministerio y para nuestros radioescuchas. Este equipo intercesor está compuesto por un grupo especial de hermanas que han sido bendecidas por el ministerio por Aviva Nuestros Corazones y se han comprometido a hacer tres cosas:

Primero, estas hermanas interceden. Segundo, nuestro equipo interactúa. Ellas comparten este mensaje con otras mujeres que necesitan escucharlo. Y en tercer lugar, ellas apoyan a Aviva Nuestros Corazones todos los meses con una contribución financiera.

Al interceder, al interactuar o invertir, este grupo de amigas del ministerio ofrecen a Aviva Nuestros Corazones un fundamento vital de apoyo constante.

Si escuchas regularmente el programa de Aviva Nuestros Corazones y crees en lo que Dios está haciendo a través del ministerio, quisiera pedirte que consideres unirte a nosotras a un nivel más profundo. Comunícate con nosotros si quieres ayudar nuestro ministerio de alguna de estas formas. Para más información acerca de cómo puedes ser parte de lo que Dios está haciendo entre las mujeres de América Latina, y para ofrendar, visita AvivaNuestrosCorazones.com.

Carmen : Continúa con nosotros mañana. Nancy nos estará hablando acerca de cómo confiar en el Señor en tiempos de tentación y debilidad.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de La Biblia de las Américas, a menos que se indique lo contrario.

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

2/3 – Que Su rostro resplandezca sobre ti

Aviva Nuestros Corazones

Serie: El Señor te bendiga y te guarde

2/3 – Que Su rostro resplandezca sobre ti

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Carmen Espaillat : ¿Conoces del movimiento de Mujer Verdadera?

Jonathan Jerez: Yo creo que el movimiento Mujer Verdadera es una gran ayuda a la mujer hispana.

Carmen: Este es el director de adoración Jonathan Jeréz.

Jonathan Jeréz: Lamentablemente la mayoría de las mujeres cristianas de hoy no viven el rol bíblico de la mujer o lo hacen de manera muy deficiente. El mundo ha convencido a las mujeres cristianas de que ellas son inútiles en su hogar, de manera que muchas ni siquiera saben de lo que se trata el trabajo arduo en la casa y por el contrario lo ven como una pérdida de tiempo y un desperdicio de sus talentos, cuando en realidad hay mucha recompensa en ello.

Si eres una mujer de habla hispana que estás en una posición de liderazgo o influencia dentro de tu iglesia o simplemente tienes un corazón una pasión por enseñar a otras mujeres la verdad de la Palabra de Dios acerca del diseño bíblico para la mujer y hacer discípulos, te invito a la primera Conferencia Mujer Verdadera para Latinoamérica que se llevará a cabo los días 26, 27 y 28 de Febrero del 2015 en Santo Domingo, República Dominicana.

Carmen : Y ahora volvamos con Nancy, quien está en medio de la serie, El Señor te bendiga y te guarde, basada en el texto del libro de Números.

De acuerdo a la Biblia, debemos pedirle a Dios que Su rostro resplandezca sobre Su pueblo. Aquí está Nancy Leigh DeMoss.

Nancy : Si tienes la sonrisa de Dios, puedes sobrellevar la mala cara y el rechazo de cualquier ser humano.

Carmen : Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

¿Qué significa realmente está palabra “bendecida”? Nancy comenzó a definir en sesiones anteriores el concepto de lo que es una bendición, y hoy continuará en una serie llamada, El Señor te bendiga y te guarde.

Nancy : Mientras pienso en bendiciones, me doy cuenta que con frecuencia lo que considero como bendiciones no son realmente las mayores bendiciones.

Estamos viendo la bendición sacerdotal en Números capítulo 6, comenzando en el versículo 24, “El Señor te bendiga y te guarde”- y es una oración con la que estamos tan familiarizadas. Estamos comenzando hoy a ver algunas bendiciones y peticiones específicas que Dios le pide al sacerdote que las ore sobre las personas.

Mientras vemos estas bendiciones particulares que se piden, se darán cuenta que en esta oración no se incluyen algunas de las cosas que usualmente consideramos bendiciones.

Aquí no se pide nada material. No se ora por buena salud, por dinero, o por una casa más grande. Algunas considerarían una bendición el tener un esposo y quizás digan, “Esa es una bendición que realmente me gustaría tener”.

Algunas que ya tienen el esposo modificarían esto y dirían, “Bueno, lo que me gustaría tener es un esposo que sea un hombre de Dios”. Esa es una bendición que me gustaría tener. Esas cosas son bendiciones, y no hay nada de malo en tenerlas.

Y no está mal pedir estas cosas, pero es interesante que las bendiciones anheladas aquí en Números capítulo 6 son más significativas que aquellas que son terrenales, que son bendiciones temporales.

Yo creo que en esta oración, en esta bendición, hay varias peticiones que de obtenerlas, pudiéramos seguir adelante sin necesitar otras muchas bendiciones.

Dios nos da otras bendiciones, y gracias a Él por esto. No hay nada de malo en disfrutar las bendiciones del Señor. Debemos disfrutarlas, pero lo que vemos en esta bendición, en esta oración, es el corazón de Dios en términos de lo que realmente importa, lo que son las prioridades.

Déjenme leerles, entonces, las bendiciones, y luego vamos a ver la primera petición.

Entonces el Señor habló a Moisés, diciendo: “Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: “Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis: “El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.” (Números 6:22-27).

Al hacer estas peticiones, y pedir estas bendiciones; estamos pidiéndole al Yo Soy quien es quien puede complacer estas peticiones. Eso te lo garantizo. No puedes hacerle a nadie más en la Tierra estas peticiones y esperar recibirlas.

Tu esposo no puede hacer estas cosas por ti. Tu mejor amigo, tu pastor, consejero, no puede, en última instancia, hacer estas cosas por ti. Si quieres estas bendiciones, tienes que pedírselas al Señor.

Por eso empieza diciendo, “El Señor te bendiga”. Y entonces la primera petición específica. “El Señor te guarde.”

Esta es una petición de protección del mal, de protección del maligno . Es interesante aquí, al mirar la frase entera, “El Señor te bendiga y te guarde,” ver que por un lado, Dios está proveyendo bendiciones para Su pueblo. “El Señor te bendiga…”

Y por el otro lado, “El Señor te guarde” – Se le pide que nos cuide, que nos guarde y te proteja del enemigo que nos quiere robar las bendiciones. Es decir que el Señor nos da Sus bendiciones, y entonces que el Señor mismo nos guarda; que el Señor provea protección para nosotras del maligno y de aquellos que pudieran tratar de robarnos las bendiciones.

El propósito de esta protección era guardar a Israel en su relación de pacto con Dios, de guardarles de caer, de mantenerlos en alto, sostenerlos, protegerlos. Vemos en las Escrituras que el Señor era el guardador de Israel, así como el Señor es nuestro guardador.

El pasaje que viene a mi mente cuando pienso en que soy guardada por el Señor, es el Salmos 121. Salmos 121 dice en los versículos 4-8,

He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. El Señor es tu guardador…. El Señor te protegerá de todo mal; El guardará tu alma. El Señor guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.

Esto nos dice a nosotras que el Señor es quien nos guarda. Amigas, les diré que mientras más crezco en el Señor, mientras más camino en la vida, más consciente estoy de que no puedo cuidarme a mí misma. El hecho de que hoy continúe siendo una hija de Dios no es porque yo me haya aferrado a Él.

Es porque Él es quien me guarda, y esto debe hacernos sentir seguras y debe confortar nuestros corazón cuando estemos en medio de esas etapas de la vida y pensemos, “No puedo sostenerme”. A fin de cuentas, tu salvación, tu preservación no depende de que te mantengas. Depende de que el Señor es tu guardador, el Señor te sostiene.

No puedes depender de otros para que te guarden. No tienes la seguridad de que tu esposo siempre caminará con el Señor. No puedes saber si tu pastor siempre caminará con el Señor. Nuestra confianza tiene que estar en el Señor que nos guarda. Que el Señor es nuestro guardador.

Esa palabra guardar es una palabra que significa “mantener a salvo; conservar; preservar cuidadosamente”.

No importa las circunstancias en que te puedas encontrar, así como los hijos de Israel cuando se encontraron por años deambulando por el desierto. Dios está atento.

● Él es un centinela.

● Él está despierto.

● Él sabe lo que está sucediendo.

● Él es siempre nuestro guardador.

Al llegar a esta magnífica oración sacerdotal del Señor Jesús en el Evangelio de Juan en el capítulo 17, vemos este tema del Señor protegiéndonos.

Jesús ora mientras se prepara para ir a la cruz, Él ora por Sus discípulos, y Él ora por nosotros, y ¿qué es lo que Él ora?

Nuestro gran sumo Sacerdote ora por estas mismas bendiciones para nosotras, “El Señor te guarde.” Jesús dice en Juan capítulo 17 en el versículo 9, “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos”.

Versículo 11: “Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti, “dijo Jesús, “voy al cielo”. Pero ellos tendrán que quedarse aquí y lidiar con este mundo malo. Y Jesús ora, “Yo voy a ti. Padre Santo, guárdalos en Tu Nombre”.

Versículo 12:

Cuando estaba con ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.

Versículo 15, Jesús le dice a Su Padre, “No te ruego que los saques del mundo [mientras estén en el mundo], sino que los guardes del maligno”. Protégelos. No solo que le des una ruta de escape, sino que mientras estén en este mundo malo, Tú los cubras. Protege sus almas. Guarda sus corazones.

Y Él dice, “No ruego solo por estos,” es decir, por los discípulos que vivían entonces, –y personalmente me encanta esta parte– “sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos” (versículo 20). ¿Quiénes son estos? Estos somos nosotras.

Jesús oró por nosotras. Él oró, “Padre, guárdalos en Tu Nombre. Guárdalos a salvo. Mantenlos fieles. Mantelos protegidos. Guárdalos de pecar.

Y entonces Él oró, “Guárdalos de este mundo malo”. De Satanás –Satanás es como un león rugiente, siempre acechando, buscando a quien devorar. Él está activo. Él está vivo. Él está bien. Él ya ha sido vencido, pero Él no lo ha admitido todavía.

Hay muchas ocasiones, particularmente cuando me estoy preparando para enseñar un material nuevo, que libro una lucha interna en mi corazón por varias razones. Algunas veces, cuando la verdad que me preparo para exponer es muy importante, me siento como si estuviera en medio de una batalla espiritual, porque voy a tratar con algo tan vital, tan clave para ayudar a las mujeres a ser libres, que tengo la impresión algunas veces que el maligno está haciendo todo lo que puede para hacerme caer, para hacerme pecar, para inhabilitarme para exponer esta verdad y no poder enseñarla efectivamente.

Cuando me doy cuenta de esto, resulta ser tan alentador saber que Jesús oró para que yo fuera guardada del maligno, que Él ha puesto un cerco de protección alrededor de mí, y que el maligno, Satanás, así como es de poderoso, no me puede tocar porque estoy protegida por Dios.

Estoy protegida. “El Señor te bendiga y te guarde”. Y pienso en esa bendición en el libro de Judas cuando dice: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída” (versículo 24). ¡Oh cuán agradecida estoy por esto!

Si Dios no me guardara de caer, todo lo que haría sería caerme. Pero Él puede guardarme. Él puede protegernos de caer y presentarnos sin falta, sin mancha, delante de la presencia de Su gloria con gran gozo.

Al único sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria, dominio, y poder por siempre. Al mirar hacia toda la eternidad y a la perspectiva de pasarnos la eternidad con Cristo, lo que nos mantiene desde ahora y hasta entonces es el poder de Dios.

“El Señor te bendiga. El Señor te guarde”. Entonces venimos a esta petición, o a este par de peticiones, en el versículo 25 de Números capítulo 6.

“El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro.” En esta oración para que Dios nos guarde, para que Dios nos proteja, vemos una oración por protección. “El Señor te bendiga y te guarde.” El Señor te proteja del maligno. El Señor te proteja del mal.

Ahora vemos una petición por la presencia de Dios , no solo Su protección, sino también por Su presencia. “El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti, “y entonces la frase paralela en el versículo 26, “El Señor alce sobre ti su rostro”.

Recuerden en el libro de Éxodo cuando Dios le dijo a Moisés, “Quiero que guíes a los hijos de Israel a la Tierra Prometida, y yo les daré provisión; yo les protegeré”.

Dios les dio una lista de cosas – “Yo les enviaré Mi ángel para que vaya con ustedes” – y Moisés le dijo, “Espera un minuto, Señor”, “¿Y qué de Tu presencia?”

“Si tenemos todos Tus regalos y todas Tus bendiciones, pero no te tenemos a Ti, no quiero ir, tengo que saber, Señor, que Tú estás con nosotros en esto”.

Es tan importante para nosotras pedirle al Señor, por nosotros y por los demás, que la presencia de Dios esté en nuestras vidas. Este es el concepto que es presentado aquí cuando dice, “El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti”.

El “rostro de Dios” significa la presencia de Dios. Cuando el rostro de Dios “brilla sobre Su pueblo,” esto significa que Dios se complace en Su pueblo.

Matthew Henry dijo, “Esto parece aludir a la sonrisa de un padre sobre su hijo.” Vemos a estos jóvenes atletas, en estos juegos de básquetbol de las escuelas secundarias donde los muchachos anotan los primeros dos puntos de su vida.

Y este joven ha estado sentado en el banco por 3 años. Y ahora está en su último año de bachillerato, y finalmente entra en el último cuarto del juego, hace un canasto y anota. ¿Hacia dónde él mira? Él mira a su entrenador o mira a su papá sentado en los bancos. Él quiere ver la sonrisa de su papá.

Nos pasamos gran parte de nuestras vidas mirando las caras de las personas en quien buscamos aprobación para ver si la hemos ganado.

Porque la cara de una persona nos dice tanto. Proverbios capítulo 16 en el versículo 15 dice que, “En el resplandor del rostro del rey hay vida, y su favor es como nube de lluvia tardía.”

Queremos ver a aquellos en autoridad, a aquellos que son importantes para nosotros y queremos ver en sus caras que todo está bien. “Tú eres aceptada. Tú puedes entrar en Mi presencia”.

La petición de esta oración no es por satisfacción de ningún rostro humano, sino para la satisfacción del rostro de Dios, saber que Dios nos mira, y que Dios se ha complacido, que Él se sonríe con nosotros, con Su pueblo como un padre se sonríe con su hijo.

Leemos en el libro de Éxodo que Dios habló a Moisés cara a cara, como un hombre habla con un amigo. Esto es una señal de que, “Tú eres bienvenido. Ven ante Mi presencia. Yo te doy la bienvenida para estar aquí”.

Y mientras pensamos en el rostro de Dios, nos damos cuenta que en esta vida, siendo lo que es, a veces tenemos que lidiar con el ceño fruncido o con la desaprobación de los demás.

Puede que algunos nos rechacen. Puede ser que nuestros padres nunca nos hayan mirado con gracia en sus rostros, y esto puede ser un recuerdo o una imagen que guardamos hasta estos días.

Puede ser que sus esposos no les sonrían, no les miren con aprobación. Pero quiero decirles algo: si tienen la sonrisa de Dios, pueden sobrevivir las malas caras y el rechazo de cualquier figura humana.

Ahora bien esto no quiere decir que no importa. No significa que esto no duela, pero en última instancia, la complacencia, la aceptación que necesitamos buscar, la bendición que necesitamos es la sonrisa de Dios.

La amistad con Dios – piensen en este versículo 2da a los Corintios capítulo 4 en el versículo 6 que nos dice,

…Dios, quien dijo, “De las tinieblas resplandecerá la luz,” es el que ha brillado en nuestros corazones para darnos la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.

Como verán, cuando Jesús vino a esta Tierra, Dios se hizo hombre. Pudiéramos decir que Él estaba poniéndole un rostro humano a Dios. En la cara de Cristo, vimos la gloria de Dios. Jesús era Dios sonriéndole a Su pueblo y haciéndose carne para que pudiéramos ver las bendiciones y el favor de Dios.

Déjenme decirles que el rostro de Dios también puede ser algo aterrador. El Salmo 104 el versículo 29 dice, “Escondes tu rostro, se turban”. Cuando Dios esconde Su rostro…Pensamos en el rostro de Dios como brillante, santo, y luminoso, ¿y qué le hace la luz a la oscuridad? La expone.

Al encender la luz en un lugar oscuro, podemos comenzar a ver los insectos y los gusanos y todo lo que sale arrastrándose, corriendo para esconderse.

A algunas cosas no les gusta que las expongan a la luz. Cuando pienso en el rostro de Dios, en sentido humano, es como esos amigos que casi pueden ver a través de ti. En esos casos nos sentimos como que, “Ellos saben lo que estamos pensando.”

Bueno, pues estamos lidiando con Uno con U mayúscula, que puede ver a través de nosotras, delante de quien todas las cosas están desnudas y al descubierto a Su vista , dice en Hebreos capítulo 4 en el versículo 13. El estar delante de la presencia de Dios, si nuestros corazones no son puros, es algo aterrador.

¿Recuerdan en el Huerto del Edén después de que Adán y Eva pecaron contra Dios, qué hicieron ellos? Ellos se escondieron de la presencia del Señor Dios. Esta palabra presencia es la misma palabra que se usa en Números capítulo 6 y que es traducida como, “rostro o semblante”. Ellos se escondieron del rostro de Dios.

“No nos mires. No podemos soportar tu mirada”. Han visto esto, tal vez con sus hijos cuando han hecho algo malo, y no quieren mirarles a los ojos.

Y tú le dices, “Mira a mami a los ojos,” pero tienen miedo. Porque son culpables. Ellos lo saben. Cuando nosotros somos culpables delante de Dios, cuando experimentamos lo que dice el Salmo 90 en el versículo 8, “Has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia,” estar en esa situación resulta algo aterrador.

Por eso es que necesitamos la siguiente petición dentro de esta bendición. “El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti” (Números 6:25). Me recuerda el Salmo 67 el versículo 1 donde tenemos una oración similar, “Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga, y haga resplandecer su rostro sobre nosotros”.

Entonces habiendo ya orado por la protección y por la presencia de Dios, y porque el rostro de Dios brille sobre nosotros, ahora la oración es por el perdón de Dios – por perdón de nuestros pecados que han sido expuestos a la luz de Su rostro. Que “Dios tenga piedad de nosotros”.

Como cuando decimos la oración que Jesús nos enseñó a orar, “Perdona nuestras ofensas” (Mateo 6:12). “Ten misericordia de nosotros pecadores. Necesitamos de tu gracia”. Y la gracia en su naturaleza misma es inmerecida.

No la merecemos. No la podemos ganar. El resultado de la satisfacción de Dios es Su gracia. Su pacto de misericordia es fundamental para nuestra salvación, el darnos cuenta que Dios ha hecho resplandecer Su rostro sobre nosotros. Necesitamos que Su misericordia y Su gracia vengan sobre nosotras.

Pienso en este pasaje del León, la Bruja, y el Ropero donde Aslan es el gran león, el poderoso y feroz león. Él es el rey de las bestias; él es el señor de los bosques. En esta historia, Lucy, la niña, le pregunta al Sr. y a la Sra. Castor la primera vez que escucha hablar de Aslan, “¿Es seguro estar con él?”

El Sr. Castor le respondió, “¿Quién dijo algo acerca de seguro? Claro que no. Pero él es bueno. Él es el rey. Eso sí te digo”. Qué retrato de la gracia de Dios. ¿Es Él seguro? Bueno, si los pecadores vienen ante Su presencia y está sobre ellos el juicio, la ira y el terror del Señor, esto debería aterrarnos si estamos separadas o apartadas de Su gracia.

Pero cantamos de esa gracia, hablamos sobre ella, pero ¿realmente nos apropiamos de ella?

Por su gracia miro que peque y su ley divina quebrante, mi alma entonces contempló por fe al Salvador, Mi alma allí divina gracia halló, Dios allí perdón y paz me dio, del pecado allí me liberto, el Salvador

Cantamos acerca del Calvario, que es donde esta gracia fue derramada.

Maravillosa gracia vino Jesús a dar, más alta que los cielos, más honda que la mar, más grande que mis culpas, clavadas en la cruz, es la maravillosa gracia de Jesús… (Maravillosa Gracia))

¿Dónde? En el Calvario. Allí fue que Dios hizo que Su rostro resplandeciera sobre nosotros.

El terror de Su rostro eventualmente se transformó en la sonrisa y el favor de Su rostro que estuvieron en la cruz de Cristo donde Él nos mostró Su gracia. Allí fue donde Él dijo, “Yo soy el Dios de toda gracia, y quiero bendecirles con esta gracia”.

Enséñanos, Padre, a conocer acerca del terror del Señor y lo que significa vivir bajo el escrutinio de tu mirada, que todo lo encuentra y que todo lo sabe.

Y entonces, por Tu gracia, que Tu ceño de justicia sea transformado en Tu sonrisa de justicia. Y así oramos Señor, bendícenos y guárdanos y haz que Tu rostro resplandezca sobre nosotros y que Tu gracia sea sobre nosotros. En Nombre y por la causa de Cristo oramos esto, amen.

Carmen: Nancy nos ha compartido hoy acerca de una increíble oración:”Que el rostro de Dios resplandezca sobre ti.” Oramos pidiendo esto para los oyentes de Aviva Nuestros Corazones.

Si has estado escuchando el programa por un período de tiempo y aprecias lo que Dios está haciendo a través del ministerio, ¿considerarías apoyarnos a un mayor nivel? Sé parte de nuestro ministerio. Puedes encontrar más detalles visitando AvivaNuestrosCorazones.com. Allí podrás encontrar muchos recursos que te ayudarán en tu caminar con el Señor.

Si todo el mundo está buscando obtener la paz, ¿por qué será que a veces es tan difícil de encontrar? Contestaremos esto en nuestro próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries. Y yo quiero que mi mamá asista a la Conferencia de Mujer Verdadera.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de Las Américas de no ser que se indique lo contrario.

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

1/3 – La bendición sacerdotal

Aviva Nuestros Corazones

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Serie: El Señor te bendiga y te guarde

1/3 – La bendición sacerdotal

Carmen Espaillat: ¿Qué es una bendición? Escucha a esta mujer explicándolo a partir de su propia experiencia.

Mujer: Al final de la vida de mi padre cuando estaba en el hospital, la familia se congregó alrededor de él. Él nos pidió que le llevaramos a su única bisnieta. Cuando se la colocaron en sus brazos él citó Números 6:24-26, “El SEÑOR te bendiga y te guarde; el SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el SEÑOR alce sobre ti su rostro, y te dé paz”.

Yo me senti muy orgullosa de él por haber hecho eso, por ver cómo su mente estaba tan enfocada en el Señor y en dejar un legado.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia Saladín.

Nancy quiere ofrecer una bendición para todo tiempo y momento de nuestras vidas. Probablemente has escuchado antes la palabra bendición pero ¿sabes realmente lo que significa? Nancy va a ofrecernos una perspectiva fresca de esto en la serie El Señor te bendiga y te guarde.

Nancy Leigh DeMoss: Si tienen en sus iglesias un boletín con el programa de los cultos, habrán observado que a veces al final aparece esta palabra: bendición. ¿Qué queremos decir cuando decimos que van a dar una bendición al final de un servicio? ¿Qué significa esa palabra? La palabra bendición significa «hablar bien, hablar palabras de paz o de bendición».

Hoy quiero que estudiemos una de las bendiciones más maravillosas en toda la Palabra de Dios. Hay varias bendiciones en la Escritura. Al final de muchas de las epístolas del Nuevo Testamento, encontrarás algunas hermosas bendiciones que nos animan en nuestro caminar diario.

Al final de 1ra a los Corintios, Pablo dice: «La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. Mi amor sea con todos vosotros en Cristo Jesús» (1 Corintios 16:23-24). Y al final de Romanos dice, «La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros» (Romanos 16:20).

Y así, una y otra vez en las Escrituras vemos bendiciones -alguien habla una palabra de bendición. Y puedo imaginármelo, como en el caso de algunas iglesias, cuando el pastor inclusive levanta sus manos como Cristo levantó sus manos mientras se preparaba para volver al cielo al final de su ministerio terrenal.

Él levantó sus manos sobre sus discípulos y les habló palabras de bendición. En ese caso fue una bendición de despedida, que es como a menudo lo hacemos al final de los cultos de la iglesia y la forma en que aparece al final de muchas de las epístolas del Nuevo Testamento.

Pero cuando vamos al Antiguo Testamento, hay una bendición en particular, que es especialmente conocida. He escuchado esta bendición muchas veces en los últimos años. Yo se la he dicho a muchas personas. En los últimos días, la he estado estudiando y he encontrado que hay en ella mucha riqueza y enseñanzas frescas del Señor que han ministrado una bendición especial a mi vida. Quiero que tomemos tiempo para estudiar esta hermosa bendición.

Si tienes tu Biblia, por favor ábrela en Números capítulo 6. Quiero leer a partir del versículo 22 hasta el final del capítulo. Números capítulo 6, versículo 22:

“Entonces habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: «Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis: ‘El SEÑOR te bendiga y te guarde; el SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti,
y tenga de ti misericordia; el SEÑOR alce sobre ti su rostro, y te dé paz.’ Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.”

Ahora, vamos a desglosar este pasaje palabra por palabra, frase por frase. Esa es la forma en la que debemos estudiar las Escrituras. Simplemente te detienes y meditas en una frase una oración una parte de esa frase y le pides al Espíritu Santo que te ayude a pensar en otros pasajes de las Escrituras que se relacionan con ese pasaje, que arrojan luz sobre él, para entender qué es lo que Dios está diciendo Luego, y a medida que estudiamos, le pedimos a Dios que la aplique a nuestros propios corazones.

Esta es una bendición sacerdotal. Dios habló a Moisés, y le dijo: «Esto es lo que vas a decirles a Aarón y a sus hijos que deben hacer». Ahora, ¿quién fue Aarón en relación a Moisés? Aarón fue el hermano mayor de Moisés. Pero Aarón también tuvo un papel muy especial. Él fue el primer Sumo Sacerdote de Israel. Así que Dios le dijo a Moisés: «Ve a tu hermano y dile que como sacerdote sobre mi pueblo él es el que debe bendecirlos». Él debe ofrecer una bendición sacerdotal.

Algunas personas llaman a esta bendición, la bendición de Aarón. Eso significa que llegó a través de Aarón. Aarón debía bendecir al pueblo de Israel y esta es la bendición que Dios le instruyó que impartiera.

Ahora bien, al estudiar esta bendición, veremos que se basa en una relación de pacto. Las personas que están siendo bendecidas, no son los moabitas ni los amonitas ni los hititas ni todos los «itas» que viven en la tierra de Canaán, hacia donde los hijos de Israel se dirigen.

Hay un sentido en el que Dios bendice justos e injustos. Él manda la lluvia a los que somos sus hijos, así como también a aquellos que no son sus hijos y Él le regala el sol a ambos también. Hay algunos favores y algunas bendiciones generales y comunes que Dios ofrece a todos, pero hay ciertas bendiciones que Dios reserva para aquellos que son Sus hijos.

Esta fue una bendición especial para Israel. A la luz del Nuevo Testamento, creo que es una bendición que se puede aplicar a nosotras como hijas de Dios también.

Ten en cuenta que no es el sacerdote quien inicia esta bendición. Es Dios quien la inicia. Vemos que Dios es la fuente, el manantial de toda bendición. La bendición es una idea de Dios. Dios lo penso. Dios piensa en ello. Él es quien tomo la iniciativa de bendecir a los hijos de Israel. Y él es quien toma la iniciativa de bendecirnos en nuestras vidas.

En cuanto al contexto inmediato en el libro de Números, vemos que los hijos de Israel están en el desierto. Acaban de salir de Egipto, donde fueron esclavos por 400 años. Han sido librados por Dios a través del derramamiento de la sangre del cordero Pascual. Dios los ha librado de Egipto. Él los llevó a través del Mar Rojo, los libró de sus enemigos, los egipcios. Ellos han estado en el monte Sinaí, donde han recibido la Ley de Dios, y ahora es el momento en que van entrar en la Tierra Prometida.

Lo que Dios sabe en este momento –pero que los hijos de Israel desconocen- es que van a pasar los próximos 30 años – tal vez como dos millones de judíos –deambulando por la tierra a través de este desierto árido. Dios sabe que van a necesitar esta bendición.

Dios sabe en qué desierto te encuentras en este momento. Dios sabe el desierto por el que transitarás en un año o en dos o en 38 años a partir de ahora. Dios prepara sus bendiciones a la medida, de forma que sean exactamente lo que Él sabe que necesitaremos en ese momento y en esa etapa de la vida.

¿Qué iban a necesitar los hijos de Israel en ese desierto? Bueno, iban a necesitar protección. Iban a necesitar provisión. ¿Quién iba a alimentar a todos estos judíos? ¿De dónde iban a conseguir alimento para cada día? De hecho, ellos le dijeron a Dios una vez, «¿Puedes preparar una mesa en el desierto?» ¿Cómo se alimentan dos millones de personas en un desierto donde no hay restaurantes de comida rápida?

Ellos iban a necesitar provisión. Iban a necesitar de la presencia de Dios. Iban a necesitar la bendición de Dios. Ellos no podrían sobrevivir sin eso.

No importa dónde tú o yo estemos caminando, realmente estamos siempre en un lugar en la vida donde no podemos sobrevivir sin la bendición de Dios. Necesitamos Su bendición y Dios lo sabe. Así que por eso envió esta bendición para llevar aliento y esperanza y paz a sus hijos en medio de circunstancias difíciles de su vida.

Dios sabía que iba a ser difícil. Él sabía que llegarían a lugares donde no habría agua, o donde no habría nada de comer, o donde serían amenazados por los enemigos. Dios les dijo de antemano, «He preparado una bendición para ustedes». Esa era una bendición que acompañaría a los hijos de Israel y que los cubriría durante todos esos años de vagar por el desierto, y luego más adelante en la tierra prometida y durante todas las batallas que enfrentarían allí.

Esta bendición era un recordatorio:

● del amor de Dios por Sus hijos

● de Su devoción hacia ellos

● de Su atención

● de que Dios estaba pensando en ellos

● de que Él estaba consciente de ellos

● de que Él tenía sus ojos puestos sobre ellos

● de que Él conocia sus necesidades, incluso antes de que ellos las supieran.

Probablamente ellos no se daban cuenta de lo rápido que estarían en necesidad, desesperadamente, pero Dios si lo sabía.

Esta bendición es dada por Dios a través de Sus sacerdotes a S u pueblo y consiste realmente en una serie de peticiones, pero también es una promesa. Es una promesa de que tendrán el favor de Dios, que Él pondrá Sus ojos sobre Su pueblo; que Él atenderá sus necesidades.

Hemos dicho que ese es el contexto inmediato: los hijos de Israel en el desierto necesitan desesperadamente la bendición de Dios y sus promesas. A medida que exploramos esta bendición y comenzamos a estudiarla juntas, vamos a ver que esta bendición del Antiguo Testamento apunta hacia una bendición muy importante que veremos en el Nuevo Testamento.

Creo que uno de los lugares claves en el Nuevo Testamento, donde leemos acerca del cumplimiento de esta bendición, se encuentra en el Evangelio de Juan capítulo 17, donde el Señor Jesucristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, ora una bendición por los creyentes del Nuevo Testamento. En una próxima sesión, hablaremos sobre algunos de los paralelismos entre la oración sacerdotal de Cristo por nosotros, y esta bendición del Antiguo Testamento.

Al leer esta bendición que viene por medio de Aarón, el sumo sacerdote, y sus hijos, se nos recuerda que tenemos un gran Sumo Sacerdote. Su Nombre es Jesucristo. Es Él que pronuncia estas palabras de bendición para nosotros. No solo es Él quien nos bendice, sino que también Él es el cumplimiento de las peticiones de esta bendición. Él es la bendición. Él nos bendice, pero también Él es el cumplimiento de esa bendición. Todo se ha cumplido en Él.

Al leer esta bendición, no solo vemos que Dios bendijo a los hijos de Israel, sino que también Dios nos está bendiciendo con estas palabras del Antiguo Testamento; palabras que se repitirán en esencia en el Nuevo Testamento, y también se nos da un modelo que podemos usar para bendecir a otras personas. Bendecimos a los demás como hemos sido bendecidos. No necesitamos tener un sacerdote para hacerlo, un sacerdote terrenal, en el sentido de la religión terrenal porque tenemos un Sumo Sacerdote en el Cielo hoy que está orando por nosotros.

Esta oración, esta bendición, como aparece en Números capítulo 6, en realidad contiene algo que podría lucir como la imagen dos sujetalibros. En el versículo 22, leemos, «Entonces habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: «Así bendeciréis a los hijos de Israel, les diréis».

Luego tenemos la bendición. Es decir que Dios instruye a Moisés que le diga a Aarón el sacerdote que así es como él debe bendecir al pueblo. Bendecirás al pueblo de Israel. Estas son las palabras que debes hablarles.

Luego tenemos la bendición. Al final tenemos el versículo 27, el colofón o el sujetalibros del otro lado. «Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré». Así que Dios le dice al sacerdote: «Bendice al pueblo, y al hacerlo, yo los bendeciré».

Ahora, ¿qué implica eso? Implica que cuando se imparte la bendición de Dios sobre la vida de otras personas, lo que realmente estamos haciendo es creando un escenario, creando una oportunidad para que Dios pueda, de hecho, bendecir estos individuos. Míralo en el versículo 22. «Bendice al pueblo de Israel. Así le dirás a ellos». A continuación, fijate lo que dice al final: «Y yo los bendeciré». Es increíble.

Piénsalo por un momento. ¿Qué pasaría en la vida de tu pareja, de tus hijos, de tus amigos si Dios hiciera solamente las de cosas que tú hablaras sobre estas personas? Si Dios fuera a bendecir o a maldecir en la misma medida en que tú bendices o maldices a la gente que te rodea, y si Dios fuera sólo a cumplir las cosas que tú pediste, los buenos deseos que expresaste, las oraciones de bendición que oraste por las personas, ¿qué tanto serían bendecidas estas personas?

Al hablar de bendecir, dirás: «El problema es que, yo no soy un sacerdote». Bueno, de acuerdo con el Nuevo Testamento, todos hemos sido constituidos sacerdotes para Dios. No dependemos de algún clérigo para llevar a cabo esta función. Esto es algo que como creyentes del Nuevo Pacto todos podemos hacer. Podemos hablar bendición en la vida de los demás. Cuando lo hacemos, de hecho nos convertimos en un canal, en un conducto de la bendición de Dios en la vida de otras personas.

Así que tenemos estos dos sujetalibros. Tú los bendices, y luego yo los bendeciré. Luego, en el centro tenemos esta oración, que en realidad está en forma poética, en hebreo. Son tres frases, cada frase dividida en dos partes. Tres coplas. «El SEÑOR te bendiga y te guarde.» Esa es una copla. La segunda es: «El SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia.» Otra copla. Luego la tercera copla, «el SEÑOR alce sobre ti su rostro y te dé paz”.

Ahora bien, en realidad hay seis peticiones. Se le pide al Señor que haga algo por la persona. En esto consiste la bendición.

● Que el Señor te bendiga.

● Que el Señor te guarde.

● Que el Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti.

● Que el Señor tenga misericordia de ti.

● Que el Señor alce Su rostro sobre ti.

● Que el Señor te dé paz.

Nota la repetición en esta bendición. Esa es una de las formas más comunes en la poesía hebrea. En primer lugar, te darás cuenta de dos ocasiones en las que esta bendición habla sobre el rostro de Dios. Las palabras cararostro o faz— son la traducción de la misma palabra hebrea para la palabra «cara». Es una imagen de la presencia de Dios. Dos veces habla de la palabra cara, faz o rostro o presencia de Dios.

Al leer esto, nos damos cuenta de que cuando algo se repite en la Escritura, sobre todo en el estilo de la poesía hebrea, significa que ahí hay un énfasis.

Al ver la repetición aquí: el Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti, el Señor te muestre Su rostro, Su cara, Su presencia sobre ti- nos damos cuenta de que la bendición suprema es la de disfrutar de Su presencia. La bendición suprema es entrar a la presencia de Dios. Ese es el objetivo de los propósitos redentores de Dios, que podamos tener una comunión íntima con Él.

Así que la bendición aquí es obtener el favor de Dios; que puedas experimentar Su presencia. Esto se destaca al ver la forma en que se repite la idea de buscar Su rostro.

Pero también te darás cuenta que en las peticiones hay otra cosa que se repite. Se repite tres veces. Lo vemos en los versículos 24, 25 y 26: Y es el Nombre del Señor. Se repite el nombre, Yahvé, en hebreo. Jehová. Tres veces. Creo que esta es una representación velada en el Antiguo Testamento de la Trinidad. El Padre te bendiga. El Hijo te bendiga. El Espíritu Santo te bendiga. Tres personas, un solo Dios.

Cada una de estas tres personas tiene una función. Es el Padre que nos mantiene; ‘El Señor te bendiga y te guarde’. Es el Hijo que muestra gracia hacia nosotros; ‘El Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia’. Ese es el ministerio del Señor Jesucristo en nuestras vidas. Entonces, ¿quién es que nos da la paz? El Espíritu Santo. ‘El Señor alce sobre ti su rostro y te dé paz’. Así que aquí vemos el ministerio del Dios trino. Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo te bendigan.

Esta oración es realmente uno de los mejores regalos que podemos otorgar a los demás. No quiero decir eso solo por las palabras que contiene la oración, aunque es una gran bendición, sino por la idea de bendecir a los demás en el nombre del Señor; es un regalo maravilloso poder recibir del Señor y luego poder extender la bendición a los demás. Uno de los mayores regalos que puedes otorgar a tu esposo, a tus hijos, a tus amigos es la bendición de Dios.

Ahora nota, antes de adentrarnos en los detalles de esta oración, que se trata de una bendición que debe ser audible, debe ser hablada. “Habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: «Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis…» Esta instrucción viene solo por esa pequeña palabra, pero creo que hace hincapié en que tenemos que utilizar nuestras palabras, nuestra boca para bendecir.

Ahora bien, hay otras maneras en que puedes bendecir. Puedes bendecir:

● con actos de servicio y amabilidad

● puedes bendecir con un espíritu dulce

● con otras expresiones de amor

Al pensar en las personas que Dios te ha llamado a bendecir, asegúrate de que que estés hablando bendición sobre sus vidas.

“Dirás a ellos, el Señor te bendiga y te guarde…”

Al mirar estas peticiones diferentes, permiteme hacerte esta pregunta: Si pudieras pedirle a Dios cuatro cosas para ti -piensa en todas las cosas que quieres, todo lo que necesitas, todo lo que te gustaría tener, todas las cosas que te gustaría ver que Dios hiciera por ti- …Pero si tuvieras que limitar la lista, reducirla a cuatro cosas, sabiendo que Dios te daría las cuatro cosas que pidas, ¿qué incluirías en tu lista?

Piensa por un momento en las personas que amas: tu pareja, tus hijos, tus nietos, tus padres, tu pastor, tus amigos. Si solo pudieras pedir cuatro bendiciones para tu esposo o para tus hijos y sabes que Dios haría lo que le pidas, ¿qué estaría en tu lista?

Creo que una oración como esta es de gran ayuda. Estoy tan contenta de que la tenemos en las Escrituras, porque nos recuerda qué es lo realmente importante; lo que debemos tener en nuestra lista. Esta no es la única bendición en la Escritura, y no es la única forma ‘correcta’ por la que podemos pedir. Pero nos recuerda que esto es lo que realmente importa. Esta es la lista de Dios. Esta es Su lista de cómo Él quiere bendecir a Su pueblo.

¿No te gustaría unirte con Dios al decir: «Yo quiero ser bendecido en la forma que Tú, Dios, quieres bendecir? Quiero bendecir a los demás de la manera que Tú quieres bendecirlos».

Así que a medida que avanzamos a través de esta bendición, de esta oración, vamos a ver cuatro bendiciones específicas. Viene en la forma de seis frases, pero se reducen a cuatro bendiciones específicas que estamos pidiendo al Señor, para nosotras mismas y para los demás. Así que veamos desde el principio: “El Señor te bendiga”. Estamos reconociendo de nuevo aquí que es el Señor que está impartiendo la bendición. El Señor te bendiga.

A menudo les escribo a los demás. . . Después de un montón de notas. Al final me despido «bendiciones». A menudo le digo a la gente al despedirlos, «Bendiciones sobre ti». El estudiar este texto me ha dejado ver que lo que estoy diciendo en realidad es «el Señor te bendiga». Es Él el que al final bendice. ‘Bendecirás al pueblo. Dirás a ellos, el Señor te bendiga’. Él es la fuente de toda bendición. Todo viene de Él.

Pienso en ese pasaje de Génesis capítulo 48, cuando Jacob bendijo a su hijo José cuando él estaba a punto de morir. Dijo que el Señor lo había bendecido, y por eso lo estaba bendiciendo a él. Si deseas bendecir a los demás, entonces primero debes recibir la bendición de Dios. Tienes que permitir que Dios te bendiga. Él quiere hacerlo de esta manera que estaremos viendo y de otras maneras también.

Y es que cuando bendecimos a Dios, cuando hablamos bien de Él. Cuando Dios nos bendice, Él nos hace el bien. Él cumplirá las peticiones que se le pidan. Esta bendición resume los beneficios de pacto que Dios quiere mostrar a Su pueblo.

Los judíos del Antiguo Testamento esperarían que un padre hablara palabras de bendición sobre sus hijos. Dios está diciendo: «Ustedes son Mis hijos, y quiero bendecirlos». Así que al pensar acerca de las personas en tu vida, en tu hogar, al hablar con tu marido y con tus hijos; diles: «El Señor te bendiga». Pídele al Señor que los bendiga y diles «Estoy orando que el Señor te bendiga».

Te diré que, aun si no tuvieres otra razón en la vida para ser feliz, si has sido bendecida por el Señor, entonces tienes más que suficiente. La bendición del Señor es la que enriquece, y no añade tristeza con ella. Que el Señor las bendiga.

Carmen: Esa es Nancy Leigh DeMoss, desglosando una de las bendiciones más famosas en la Biblia. Está en Números capítulo 6. Este mensaje es la primera parte de la serie, El Señor te bendiga y te guarde.

Te invitamos a visitarnos en AvivaNuestrosCorazones.com para obtener más recursos como estos.

Y cuando visites la página aprovecha para enterarte acerca de todo lo relativo a nuestra primera conferencia de Mujer Verdadera para América Latina, a celebrarse en febrero del año entrante en Santo Domingo, República Dominicana.

Carmen: De acuerdo a la Biblia debemos pedir que el rostro de Dios ilumine a Su pueblo. Averigua lo que ésto significa cuando Nancy Leigh DeMoss continúe describiendo la bendición sacerdotal que aparece en el libro de Números capítulo 6. Esto será en la próxima entrega de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de La Biblia de las Americas a menos que se indique lo contrario.

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

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