Ago 21 – Vengan a ver un Hombre

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Libre para ser genuina

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Ago 21 – Vengan a ver un Hombre

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Carmen Espaillat: ¿Eres libre para ser genuina? Exploramos esto durante el programa anterior aquí con Nancy Leigh DeMoss en Aviva Nuestros Corazones. Nancy nos llevó a Juan 4, donde Jesús se dirigió a una mujer que estaba sentada junto al pozo.

Nancy Leigh DeMoss: Él quería darle libertad permanente de los asuntos de su corazón que estaban destruyendo su vida. Pero para poder hacer esto, para poder darle a ella el agua viva, eso requería llegar hasta los verdaderos problemas de su corazón.

Carmen: Es raro que alguien se abra y hable sobre los problemas más íntimos de su corazón. Es mucho más común usar una máscara y actuar como si todo estuviera bien.

Nancy: ¿Cuál es esa área de tu vida sobre la que no quieres que nadie te pregunte? Te digo que si quieres el agua viva que Jesús te quiere dar, esa es el área que Él te va a pedir que expongas.

Carmen: Si te perdiste el programa anterior, o parte de él, puedes escucharlo en www.AvivaNuestrosCorazones.com

Ahora, acompañemos y acompaña a Nancy Leigh DeMoss mientras ella continúa en Juan capítulo 4.

Nancy: De manera que la máscara de esta mujer ha sido removida. Y ahora ella está en el proceso de descubrir quién es el que sabe todo acerca de ella. Entonces llegamos al versículo 19, la mujer le dice: “Señor, me parece que Tú eres profeta”. ¿De qué otra manera podría Él saber todo esto?

Ahora, creo que ella estaba nerviosa en ese momento, entonces trató de cambiar el tema. Vamos a hablar de algo seguro. ¿Qué tal si hablamos sobre teología?

Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes [los judíos] dicen que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: “Mujer, [¿quieres hablar de teología? Yo sé algo de eso, créeme] cree lo que te digo, la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen [ustedes los samaritanos], nosotros [los judíos] adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores….

Haz un círculo alrededor de esas palabras, los verdaderos adoradores. No todos los adoradores son verdaderos adoradores. Los verdaderos adoradores, los que realmente se conectan con Dios…

…adoraran al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que Le adoren. Dios es espíritu y los que le adoran deben adorar en espíritu y en verdad.”

No puedes adorar con una máscara puesta. Y luego el versículo 25:

Dice: La mujer le dijo: “Sé que el Mesías viene, (el que es llamado Cristo); cuando Él venga nos declarará todo”.

Él nos explicará todos estos asuntos teológicos. Y Jesús le dice en este asombroso momento de revelación:

“Yo soy, el que habla contigo.” (vv. 20-26)

Ahora, la mujer conocía ese término, ese nombre. Porque el texto en el griego original es, “yo quien habla contigo, Yo soy”. ¿Has escuchado ese nombre antes? Yo soy. ¿Quién es el Yo Soy en el Antiguo Testamento? Jehová. Jesús está diciendo, “El que está hablando contigo es Dios. Y es así como lo sé”.

Y el versículo 27,

En esto llegaron sus discípulos y se admiraron de que hablara con una mujer, pero ninguno le preguntó: “¿Qué tratas de averiguar?” o “¿Por qué hablas con ella?” Entonces la mujer dejó su cántaro…

Me encanta esa pequeña frase. Parece ser como que se le olvidó la razón por la que fue al pozo en primer lugar. El cántaro de agua. Ya ni siquiera tenía importancia en ese momento, porque estaba por encontrar el Agua Viva.

Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres: “Vengan, vean a un hombre…” (vv. 27 -29)

Ahora, déjenme usar un poco de imaginación acerca del texto en este momento. La gente en este pueblo había escuchado a esta mujer decir esta misma frase antes—seis veces para ser exactas. Pero este hombre es diferente. “Vengan y vean a un hombre”, y mira como lo describe, “Él me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Cristo? ¿Será este el Cristo?”

Ahora, si conocieras a alguien que sepa todo lo que tú has hecho, ¿te sentirías cómoda al introducirlo a otras personas? ¿Crees que le dirías a las personas: “Vengan, vengan a ver esta persona que lo sabe todo de mí. Nunca lo he conocido antes pero él sabe todo sobre mí”. ¿No crees que estarías un poco temerosa?

Pero cuando esa persona es Jesús no tienes nada que temer. Puedes venir ante Su presencia. Puedes traer a otros contigo. Puedes atreverte a ser honesta. Puedes tener la libertad de ser genuina porque aunque seamos grandes pecadores—y lo somos—Jesús es un gran Salvador. Y ella los está introduciendo al Salvador.

Bueno, pues su historia fue muy convincente. En el versículo 30 nos dice: “Y salieron de la ciudad y fueron donde Él estaba”. Y vamos ahora a saltar al versículo 39:

Muchos de los samaritanos creyeron en Él por la palabra de la mujer que daba testimonio, diciendo: “Él me dijo todo lo que yo he hecho”.

Por cierto, quizás pienses que una cosa es decirle a Dios todo lo que tu has hecho porque Él ya lo sabe, pero algunas veces tenemos miedo de bajar las barreras cuando se trata de otros. Escucha, una vez que hayas quitado el techo en tu relación con Dios, puedes quitar las paredes. Puedes ser genuina con los demás una vez hayas sido genuina y honesta con Dios.

Y ese testimonio lo compartimos con otros así como Stormie compartió con nosotros tan abierta y honestamente acerca de su pasado de amargura, de ira y odio. Ella lo compartió. Ella bajó las murallas. ¿Y acaso no fueron nuestros corazones conmovidos al creer que Jesús puede llenar nuestras necesidades como la escuchamos a ella decir de las suyas? Su testimonio, el testimonio de esta mujer en Juan capítulo 4 es conmovedor. Y muchos creyeron en Él porque la mujer no continuó con la máscara puesta. Se la quitó en versículo 40.

De modo que cuando los samaritanos vinieron, rogaban a Jesús que se quedara con ellos; y Él se quedó allí dos días. Y muchos más creyeron por Su Palabra, y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que Tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído y sabemos que este es en verdad el Salvador del mundo”. (vv. 40-41)

¿Quieres agua viva? ¿Quieres que la sed de tu alma sea satisfecha? Te has dado cuenta de que las cosas del mundo no están logrando satisfacerla. ¿Quieres el Agua Viva? Recordemos que no podemos recibir la bendición y la vida que Dios nos quiere dar hasta que estemos dispuestas a quitarnos la máscara y seamos honestas acerca de quiénes somos, lo que hemos hecho, y sobre cómo estamos en realidad; acerca de nuestro dolor, nuestras batallas, nuestros problemas, nuestros ídolos (que es la palabra bíblica para la adicción)—acerca de nuestro pasado, acerca de nuestra condición espiritual real. Escucha, cuando estamos dispuestas a ser honestas, genuinas, acerca de nuestro pecado y sobre nuestros fracasos, entonces la gracia de Dios viene a inundar nuestras vidas para perdonarnos.

Recuerdo haber hablado con una mujer que se acercó a mí. La esposa de un líder cristiano, se acercó un día y me dijo:

“Tengo que ser honesta. Tengo que ser genuina. Años atrás, al principio de nuestro matrimonio, le fui infiel a mi esposo. Nunca he sido honesta con él acerca de esto. Lo he engañado todos estos años. Y nuestra relación se ha estancado porque he temido salir a la luz. Dios me ha mostrado que me tengo que quitar la máscara y ser honesta con mi esposo.

Ahora eso es algo muy doloroso. Y si Dios te está trayendo convicción con algo similar, ve con una mujer piadosa o madura y dile, “¿Podrías ayudarme a orar durante este proceso? Ayúdame mientras transito por este tiempo”. Pero quiero decirte algo, cualquiera que sea el problema, cualquiera que sea el pecado cualquiera que sea tu fracaso, cuando lo expongas a la luz, irás a una fuente llena con la sangre derramada de las venas de Emmanuel que limpiará hasta blanquear cada pecado y toda la culpa de tu pasado, sin importar lo que sea. ¡Alabado sea Dios!

Necesitamos ser honestas, no solo acerca de nuestros pecados y nuestros fracasos y nuestro pasado, pero tenemos que ser honestas sobre nuestras debilidades, sobre nuestras necesidades. Estamos tan acostumbradas a tener que probarle a los demás que somos súper mamás, súper mujeres, ¡súper de todo!

Junté un grupo de amigas íntimas hace justamente unas cuantas semanas y les dije, “necesito ser honesta con ustedes”. Hay áreas donde estoy batallando. Hay áreas en las que soy débil, donde estoy necesitando ayuda. El público no tiene forma de saber esto, no porque yo esté tratando de ocultarlo, sino porque ellos no viven conmigo. Ellos no viven mi vida. Y me junté con esas amigas que me iban a ayudar a ministrar gracia a mi vida, la gracia de Dios, y que me ayudarán a pensar en estrategias que me guíen a caminar en la luz, a ser genuina, para poder recibir la gracia y la fortaleza que Dios quiere darme. Hay una fortaleza que viene cuando reconocemos nuestras debilidades y somos honestas.

Y una observación final: podemos arriesgarnos a quitarnos la máscara y ser honestas en la presencia de Cristo, porque Su gracia es lo que necesitamos. Esta mujer dijo, “Vengan a ver a un hombre que me dijo todo lo que he hecho”. ¿Puedes creer que esa fue su manera de vender el Evangelio? Soy libre para ser genuina. Esa es una estrategia de venta excelente en un mundo que se oculta, que se esconde y que vive para aparentar.

El Evangelio es que Jesús lo sabe todo, pero además:

  • Él murió por nuestros pecados
  • Él murió por nuestros fracasos
  • Él murió por nuestra corrupción
  • Él murió por nuestra inmoralidad
  • Él murió por nuestras debilidades
  • Él murió para liberarnos para que no tuviéramos que escondernos.
  • Él murió para que pudiéramos estar en una correcta relación con Él y con los demás.

Entonces en solo unos cuantos minutos voy a extenderte una invitación para que te quites la máscara, para que seas honesta, para que des un paso hacia la luz, para que vengas tal y como eres.

Tal vez tengas que ser sincera acerca de un área específica de tu vida donde desesperadamente necesitas de la gracia de Dios. Necesitas reconocer delante de Dios y delante de alguien en este lugar, que no puedes manejar esto tu sola.

Tal vez es ese hijo de quien nunca se escribió un libro de texto. Y tu dices no puedo ser una buena madre para este hijo y necesito la gracia de Dios. No tienes que seguir pretendiendo de que eres una súper gran madre. ¿Quién es una gran madre? Las súper mamás no existen, ¿ok? Entonces vamos a ser honestas con Dios y con cada una de nosotras.

Necesitas ser honesta acerca de tu verdadera condición espiritual— no sobre lo que otros piensan de ti, pero acerca de donde realmente te encuentras ahora. Tal vez tengas que ser honesta acerca de tu pecado que has estado encubriendo—la amargura, la falta de perdón, la inmoralidad, el aborto, algo que parece ser muy grande o muy pequeño, lo que sea que esté siendo un obstáculo entre tú y la libertad para ser genuina. Te voy a invitar a que vengas a la luz.

Tal vez es esa unión pecaminosa que necesitas confesar. Quizás necesitas pararte delante de la luz porque tal vez sea el hecho de que no eres cristiana. Has estado jugando a la iglesia, pretendiendo. Pero necesitas quitarte la máscara, ser honesta. Y piensas, “Todos en mi iglesia piensan que soy cristiana. ¿Qué pensarán todos ellos si soy honesta?” Ellos pensarán que la gracia de Dios está activa en tu vida hasta que finalmente te vean quitarte la máscara y decir: “Necesito a Jesús”.

Algunas de ustedes profesan algo que no son cuando se trata de tu cristianismo. Estás batallando y luchando muy duro para ser una buena cristiana. Pero eso te matará. No puedes ser una verdadera cristiana si no tienes a Jesús en ti, viviendo Su vida a través de ti. Algunas de ustedes necesitan quitarse la máscara.

En solo unos cuantos momentos, ven hacia delante, hacia una de las personas que están aquí delante, y dile, “necesito una relación con Jesús. Necesito ser honesta. Entonces te estoy animando para que te quites la máscara y después vengas a ver un hombre. Ven a Jesús. Contempla a Jesús con el rostro descubierto, por medio de quien “estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu”. (2 Cor 3:18)

¿Te sentirías liberada si te atrevieras a dejar ver a los demás la verdad de la persona que realmente eres? Bien, la invitación está abierta para cada corazón quebrantado.

Damas, es tiempo de dejar de jugar a la iglesia y ser honestas. Es hora de cerrar, dejar de pretender ser lo que no somos. Déjame decirte algo, no puedes imaginar el impacto que haríamos en un mundo perdido y sin fe cuando dejamos de pretender ser lo que en realidad no somos. Cuando dejamos de esconder nuestro dolor, cuando dejamos de defendernos a nosotras mismas, nuestros pecados, y nuestro orgullo y nuestras adicciones y nuestras relaciones quebrantadas, nuestras aventuras y divorcios y nuestros espíritus de auto-rectitud.

Cuando dejamos de defender todo esto y salimos a la luz y recibimos la gracia de Dios para transformar nuestras vidas, es allí cuando el mundo se detendrá y notará y creerá que realmente existe un Salvador que puede transformar sus vidas.

Este es un momento santo. Qué pena sería el abortar el proceso que Dios está haciendo, la forma como ha estado hablando a muchos de nuestros corazones. Acompáñame en oración y levantemos nuestros corazones delante el Señor.

Oh Señor, Te doy las gracias de que Tú, el que tiene ojos como llamas de fuego, Tú ves, Tú sabes y conoces. Tú ves en mi corazón Tú ves las cosas de mí que nadie más en este lugar sabe o conoce. Oh Señor, Te doy gracias por la libertad que he encontrado y que estoy encontrando en Ti, porque ahora estoy dispuesta a quitarme la máscara y a ser sincera delante ti y delante los demás.

Señor yo creo que aquí hay muchas, muchas otras mujeres en este lugar y en lugares alrededor de nuestro país y alrededor del mundo, que han estado jugando a las máscaras. Hoy, en este día, necesitas pararte en la luz y quitarte la máscara y ser honesta delante de Dios y delante de otros también.

Gracias Señor, de que no necesitamos temer al venir a Tu presencia a menos que todavía estemos tratando de ocultarnos. Entonces oro porque en los siguientes momentos Tú hagas de esto un santuario, un lugar santo, que se haga tu voluntad, oh Señor haz Tu voluntad en cada corazón. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.

La primera vez que compartí este mensaje hace años atrás, después de la sesión en el viernes por la noche, cuando compartí acerca de la mujer en el pozo, una mujer se acercó a mí.

Vino a la mañana siguiente y me dijo, “escribí una canción anoche cuando hablaste”. Y me atreví—nunca había conocido antes a esta mujer—ni la había oído hablar, me atreví a pedirle ese sábado en la mañana durante la sesión que subiera a la plataforma para cantar la canción que ella había escrito acerca de esta mujer en el pozo.

Dios ha venido hablando y preparando nuestros corazones y ahora quisiera que tomes unos minutos para escuchar a June cantar esta canción puedes encontrar la traducción en la transcripción de este programa cuando visites www.AvivaNuestrosCorazones.com.

June Murphy (canción)

Casi toda mi vida, me sentía como una mujer, una mujer de mala reputación. Por las cosas que hice y las cosas que me hicieron, sentí que no tenía valor. Como la mujer del pozo que hablo con Jesús a solas buscando de beber. Había buscando el amor en lugares equivocados, débil y en necesidad.

Ahora que conozco a Cristo, al mundo proclamaré, palabras de invitación. Por siempre Su nombre levantaré y cantaré: “Vengan a ver a un hombre que sabe todo lo que hecho y el amor que anhelo”. Vengan a ver que no deja ni olvida. Quien murió en la cruz y me da libertad. Vean a un hombre que da vida eterna es el pan de vida, agua viva a tu ser

Vean a Aquel que da nueva vida, oportunidades, te hace renacer ,

Su nombre es Jesús. Su nombre es Jesús.

Si sientes esto mismo, creyendo que no hay donde ir también puedes venir a Cristo donde fluye agua viva, te ama eso lo sé, puedes cantar :

Conozco a un hombre que sabe todo lo que he hecho y el amor que anhelo. Vengan a ver que no deja ni olvida. Quien murió en la cruz y me da libertad. Conozco a Aquel que da vida eterna es el pan de vida, agua viva a tu ser, Vean a aquel que da nueva vida, oportunidades, te hace renacer .

Su nombre es Jesús. Su nombre es Jesús. Podemos cantarlo juntas, unidas como un solo cuerpo, digámosle al mundo de Cristo, Jesucristo el hijo de Dios. Podemos cantar: Vengan a ver a un hombre que sabe todo lo que hecho y el amor que anhelo . Vengan a ver que no deja ni olvida. Quien murió en la cruz y me da libertad. Vean un hombre que da vida eterna es el pan de vida, agua viva a tu ser. Vean a aquel que da nueva vida, oportunidades, te hace renacer. Su nombre es Jesús. Su nombre es Jesús. Su nombre es Jesús. Su nombre es Jesús.

Carmen: Esa era June Murphy. Escribió la canción después de escuchar a Nancy Leigh DeMoss hablando sobre el capítulo 4 del libro de Juan y la historia de la mujer del pozo. Hemos estado escuchando a Nancy compartir el mismo mensaje. Si conoces a alguna mujer que pueda beneficiarse de escuchar este mensaje, te invitamos a compartir con ella el enlace en www.AvivaNuestrosCorazones.com.

Queremos expresar nuestro agradecimiento a Dios por los hermosos testimonios que recibimos diariamente y que nos animan al ver cómo Dios está usando este programa para animar a tantas mujeres alrededor del mundo.

Cuán agradecida nos sentimos por la forma como Dios usa las verdades de Su Palabra para traer aliento, esperanza y gracia a las vidas de personas que lo necesitan. Cada oyente tiene una historia particular y los programas contribuyen a fortalecerles y ministrarles en las diversas situaciones.

Este ministerio se hace una realidad debido a la fidelidad de muchos oyentes que contribuyen mensualmente para ayudarnos a distribuir los mensajes internacionalmente.

Te animamos a contribuir financieramente con nuestro ministerio. Puedes hacerlo por internet visitando www.AvivaNuestrosCorazones.com o llamando al 1-809-569-5959, desde EEUU y Canadá. Tu participación con este ministerio es muy valiosa para nosotros. Puedes ser una de nuestras colaboradoras regulares, cooperando con una cantidad fija cada mes o puedes simplemente dar una ofrenda.

Pero más que nada necesitamos de tus oraciones. ¿Te comprometerías a orar por nuestro ministerio? Si estos mensajes han sido de bendición para tu vida, ¿porqué no los compartes con otras de tus amigas? Ayúdanos a contribuir a discipular a otras mujeres con este mensaje, ayudándoles a formar la imagen de Cristo, y conviértete en una de nuestras embajadoras. ¡Contamos contigo!

La mujer de la que escuchamos hoy, la mujer del pozo, continuaba buscando cosas que no la satisfacían. Una vez conoció a Jesús ella descubrió la alegría de buscarlo solo a Él.

Aprovecha la oportunidad de tomarte un tiempo apartada de las ocupaciones de la vida y evalúa si le has estado buscando y encontrando tu satisfacción en Él.

Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se indique otra fuente.

Música: Omar Salas, No Importa Quien Soy, Dependo de ti ℗ 2007 Omar Salas

Permisos de publicación autorizados del Ministerio Aviva Nuestros Corazones para Alimentemos El Alma

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

Ago 20 Quítate la máscara

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Libre para ser genuina

Ago 20 Quítate la máscara

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/quitate-la-mascara/

Carmen Espaillat: Libre para ser genuina. Nancy Leigh DeMoss fue invitada a hablar durante una conferencia acerca de ese tema y este concepto la puso a pensar.

Nancy Leigh DeMoss: En la medida que pensaba en este tema de tener libertad para ser genuina, recordé una historia acerca de un actor quien, durante la recesión económica, no podía encontrar trabajo, no encontraba empleo.

Mientras buscaba en los anuncios clasificados del periódico  vio un anuncio del zoológico que decía que les estaban haciendo falta algunos monos. El pensó, “eso es algo que podría hacer”. Así que fue  al zoológico.  Aplicó para el trabajo y lo obtuvo.  Le dieron un traje de mono y se lo puso.  Se metió dentro de  la jaula de los monos.

El era un comediante de corazón, de manera que hacía todo lo que hacían los monos. Cuando los monos se rascaban, él se rascaba, si ellos comían plátanos, el comía plátanos.  Luego él notó que había una cuerda colgando de arriba, dentro de la jaula de los monos.

Pensó en poder alcanzar esa cuerda y empezó a mecerse de un lado al otro de la jaula; pensó que las multitudes se entretendrían con esto. De manera que comenzó  a mecerse de un lado al otro. El hacia todo tipo de acrobacias y de trucos.  Como actor, le encantaba hacer eso.

Un sábado en la mañana, amaneció un día hermoso con un sol brillante.  Multitudes de todas partes se reunieron para mirar este mono asombroso que desafiaba a la muerte, colgándose y meciéndose de un lado al otro en la cuerda.  Ahora, lo que él no había notado era que la jaula justo al lado era la jaula de los leones.  Mientras se columpiaba de un lado a otro y cada vez mas y mas lejos y haciéndose cada vez más y más atrevido, se columpió justo sobre la jaula de los leones.

A la audiencia le encantó esto, hasta que de pronto la cuerda se rompió y él cayó justo en medio de la jaula de los leones.  Los leones empezaron a enseñar las garras y a rugirle. Y un león empezó a correr hacia él para atacarlo.

De pronto el actor rompió su traje de mono, y empezó a gritar, ¡Ayuda!  ¡Auxilio!  ¡Sáquenme de aquí!  Solo para escuchar al león decir: “Cállate tonto, o perderemos nuestro empleo”.

El hecho es que la mayoría de nosotros vamos por la vida con una especie de máscara, actuando un papel.  Si vamos a decir la verdad, muchas de nosotras no nos sentimos libres para ser genuinas. Estamos avergonzadas—avergonzadas de nuestros secretos, o de nuestro pasado, en muchos casos.  Estamos temerosas de lo que otros pudieran pensar si ellos supieran quienes somos realmente.  Estamos temerosas del rechazo.  Somos actrices y actores, ¿verdad que si?

Carmen: Hoy te invitamos a descubrir la libertad para ser genuina.

Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy: Espero que hoy hayas traído tu Biblia contigo.  Quiero pedirte que si tienes una, la abras en el Evangelio de Juan capítulo 4. Déjame empezar por leer el versículo 3 donde vemos que, Jesús dejó Judea, la parte más al Sur de Israel, y de ahí partió a Galilea, en la parte Norte de Israel, y tuvo que pasar por Samaria.

Ahora, si tú has estudiado este pasaje, sabrás que Samaria está justo en medio, entre Judea y Galilea.  Típicamente los judíos, por razones que vamos a ver en unos momentos, no pasaban por la ruta más directa, a través de Samaria.  Si era posible ellos la evitaban y la rodeaban—aunque el camino fuera más largo— debido a los años de animosidad y odio entre los judíos y los samaritanos.

Pero las Escrituras nos dicen que Jesús tenía que ir a través de Samaria.  Yo creo que la razón fue por que Dios le dijo que fuera por ese camino, era Dios que sabía, en Su providencia, que había una mujer allí que necesitaba tener un encuentro con Jesús.

Entonces (Jesús) llega a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que Jacob le había dado a su hijo José.  El pozo de Jacob estaba allí, y Jesús, agotado luego de su viaje, estaba sentado al lado del pozo.  Era como la sexta hora (o las doce del día de acuerdo con nuestro reloj).

Una mujer de Samaria vino a sacar agua y  Jesús le dijo, “Dame de beber”. Pues Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. Entonces la mujer samaritana le dijo: “¿Cómo es que Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?” (vv. 7-9)

Ahora, no entraremos en muchos detalles, excepto que esta mujer sabía que ella tenía al menos dos faltas en su contra. Fue asombroso que Jesús iniciara una conversación con ella que era una samaritana, quienes eran despreciados por los judíos, y  aun más como mujer, quienes eran despreciadas en muchas ocasiones por los hombres en aquellos días. Era asombroso que Jesús comenzara una conversación con ella.

Respondió Jesús y le dijo: “Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber,’ tú le habrías pedido a Él….” (inició la conversación v.10).

Ahora, necesitamos recordar que cuando se trata de la gracia, nosotros nunca iniciamos una relación con Dios.  Él es siempre el que viene a iniciar la relación con nosotras, pero Jesús le dice a ella, “Si tú conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber,’ tú le habrías pedido a Él, y Él te hubiera dado agua viva”.

Ahora, la mujer había venido al pozo para sacar agua, literalmente.  Ella sabía eso.  Y Jesús le pide a ella agua literal, física, para beber. Pero ahora Jesús lleva la conversación hacia algo completamente diferente, y esta vez se trata de la verdadera agua viva, del agua para el alma sedienta, que después de todo era la mayor necesidad y la razón por la que Jesús la llevó a ese pozo aquel día.

Y ahora la mujer está confundida.  Ella no conoce nada acerca de esta agua viviente.  Ella solo conoce el agua en el pozo, y ella dice,

Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo del cual bebió él mismo, y sus hijos, y sus ganados?

Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua (el agua del pozo) volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás.. (vv. 11-14)

Jesús le está ofreciendo a esta mujer y a nosotras hoy el agua que apaga la sed de nuestras almas sedientas para siempre.

Y continúa diciendo “Sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna. Y la mujer le dijo: “Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla”. (vv. 14-15)

Ahora, Jesús acababa de decir en unos cuantos versículos atrás, “ Si me pidieras, yo te daría agua viva”.  Ahora la mujer está pidiendo, y tú creerías que en el siguiente versículo Jesús va a decir, “Aquí está el agua viva”.  Pero aquí hay algo interesante, lo que parece ser una desviación en este punto en el texto.  Jesús no le proporciona el agua inmediatamente.

En lugar de ello, se dirige en otra dirección, y yo creo que la razón es que Él sabía que esta mujer estaba buscando un alivio temporal para sus problemas. Ella quería un escape para sus problemas, así como lo anhelamos nosotros también. Pero Jesús quería darle algo más rico, más profundo que simplemente un alivio temporal.

Él quería darle a ella libertad permanente de los problemas de su corazón que estaban destruyendo su vida, pero para poder ofrecerle eso, para poder ofrecerle el agua viva, eso requería llegar al verdadero problema de su corazón—a su corazón.

Entonces Jesús le hace a esta mujer una pregunta que tiene la intención de que ella se quite la máscara. Él indaga acerca de una parte de su corazón, acerca de una parte de su historia que ella había mantenido oculta, algo de lo que ella no quiere hablar, un lugar a donde ella no quiere ir. Jesús dice: “Si quieres tener agua viva, tienes que estar dispuesta a ir a ese lugar, a este lugar oculto de tu corazón”.

Entonces en versículo 16, Él le dijo: “Ve, llama a tu marido y ven acá”. Respondió la mujer y le dijo: “No tengo marido”.

Ahora, en la medida que te detienes en ese texto, empiezas a sentir que lo que realmente ella le está diciendo es, “Punto.  Fin de la conversación.  No quiero hablar de eso; de ningún modo. Puedes preguntarme cualquier otra cosa.  Puedes preguntarme acerca del clima, puedes preguntarme acerca de política, puedes preguntarme acerca de deportes, ¿pero de mi matrimonio? No. No tocaremos el tema.  Esa es una parte privada de mi corazón. Hay, mucho dolor ahí.”  Hay demasiado…quizás ¿culpa tal vez en su caso? No sabemos los detalles.  Pero “no me hables acerca de mi familia”.

¿Cuál es esa área de tu vida sobre la cual no quieres que nadie te pregunte, que no quieres que nadie penetre o que quieres mantener bien guardada, donde quieres quedarte detrás de tu máscara? ¿Cuál es esa área de tu vida que es la más incómoda para ti de hablar?

Puedo decirte que si quieres el agua viva que Jesús quiere darte para satisfacer y saciar tu alma sedienta, esa es el área sobre la cual Él te hará preguntas. Ese es un lugar, entre otros, al que tendrás que ir.

Eso me lleva a mi primera observación acerca de este pasaje y es  que nuestra inclinación natural, nuestro instinto natural no es el ser genuinas. En lugar de ello, ocultamos las cosas, las encubrimos, nos ponemos máscaras.

Una vez yo estaba entre un grupo de personas.  Estábamos introduciéndonos y lo hicieron de esta forma:  El grupo era un tanto pequeño, y dijeron “ Todos tomaremos el turno y nos dirás tu nombre y una cosa acerca de ti misma que nadie más en este grupo conoce sobre ti”.

Pensé en algo muy profundo, como, “Yo tocaba el chelo cuando estaba en la escuela secundaria o preparatoria”.  Nadie en ese grupo sabía esto.  Bien, eso era verdad, pero te garantizo  algo: Todos tenemos partes de nuestra historia, partes de nuestro pasado, partes de nuestros corazones —incluyéndome a mí misma— que de ninguna manera vamos a compartir en círculos como estos. Solo decimos cosas con las que nos sentimos seguros de compartir a los demás, cosas con las que no tenemos problemas que los demás sepan.  Eso es porque nuestra tendencia, nuestra inclinación es a esconder, cubrir — a no ser transparentes.

Esto nos lleva de regreso a Génesis capítulo 3.  ¿Qué hicieron Adán y Eva después de haber, pecado contra Dios?  Trataron de esconderse de Dios detrás de los arbustos.  Eso es como tratar de encontrar un lugar donde esconderme en medio de esta plataforma con todas estas cámaras… No lo puedes hacer. Pero ellos lo intentaron.  Se escondieron de Dios.  Se escondieron el uno del otro.

Su intimidad fue descubierta. Cuando Dios vino a ellos y les dijo “¿Qué han hecho?” ¿Fueron ellos transparentes, reales?  Claro que no.  Se escondieron.  Lo encubrieron.  Culparon e inventaron excusas.  Y somos expertos para esconder, para cubrir, para cubrir quienes somos, y lo que hemos hecho.

Somos expertas en:

  • Defendernos a nosotras mismas
  • En culpar a otros
  • En racionalizar
  • Y hacer excusas

Somos maestras en ser hipócritas.

Por eso cuando vamos a la iglesia y todos nos preguntan, “¿Cómo estás?”  ¿Qué es lo que la mayoría de nosotras decimos?  “Bien”.  Ahora, si estás bien, está bien decir, “Bien,” pero muchas de nosotras no estamos bien.

En esta audiencia hay mujeres que se van a dormir llorando por las noches sobre algún asunto, sobre alguna carga, sobre algo que pesa en sus corazones o en sus vidas o por alguna carga que llevan por un miembro de la familia.  Pero todas estamos “bien”.  ¿Por qué? Porque tenemos miedo de ser sinceras; de ser genuinas.

Pensamos que tal vez a nadie le interesa, o que “si ellos supieran como en realidad me siento, ellos no me aceptarían”.  Tal vez me rechacen. Tenemos miedo, culpa, vergüenza y orgullo.

De manera que la mujer samaritana dice, “No tengo esposo”.  Queriendo decir,  “Yo no quiero discutir esto ni seguir adelante con esta conversación.  No quiero ir  ahí”.  Ella estaba incómoda.  Esto era vergonzoso. Había cosas vergonzosas acerca de su pasado.  Había miedo al rechazo, tal vez culpa y esas cosas nos impiden querer salir a la luz.

Queremos que Dios y los otros piensen que estamos bien.  Estamos bien.  No estamos ni mejor ni peor que otros; somos buenas esposas, buenas mamás, buenas amigas, buenas hermanas, buenas personas, buenas cristianas, espirituales—y nos escondemos.

Cuando te escondes tras una máscara, tal vez te luzca como la forma más fácil al principio, pero habrá consecuencias.  Piensa acerca de esta mujer que estaba escondiéndose tras su pasado, y el aislamiento y la alineación que resultó de todo eso. Y has de decir:  “¿Cómo sabes esto?”

Bien, hay una clave en este pasaje.  Parece ser que esta mujer vino al pozo sola.  Sabemos que ella vino a —¿a qué hora del día?  Al mediodía.  El mediodía no era la típica hora en que las mujeres vendrían al pozo a sacar agua.  Esa es la hora más caliente del día.  Esta es una tarea difícil.  Entonces ellas usualmente venían temprano por la mañana o después en la tarde cuando estaba más fresco.

Pero esta mujer viene sola a las doce del mediodía.  ¿Por qué?  No es usual en las mujeres. A nosotras las mujeres nos gusta hacer las cosas en manadas, en grupos.  ¿Cuándo fue la última vez que saliste a cenar con algunas parejas y un hombre se levantó de la mesa diciendo “voy al baño. Alguno de ustedes le gustaría acompañarme?” Por supuesto que no.  ¿Pero las mujeres? Hacemos esas cosas juntas.  Las hacemos con una multitud.

Pero esta mujer vino sola.  ¿Por qué crees que esto ocurre? Yo creo que tenemos a una mujer que se sentía alienada de las otras mujeres, al menos por su pasado.  Ella se sentía rechazada, de manera que ella vino sola. Cuando nos escondemos detrás de una máscara, no somos sinceras con Dios.  Y cuando no somos sinceras con Dios, no podemos ser sinceras  con los demás, entonces construimos murallas.

Y como veremos, cuando nos escondemos tras las máscaras, no podemos realmente conectarnos con Dios.  No podemos verdaderamente alabar a Dios.  Claro, podemos cantar.  Podemos levantar nuestros brazos, podemos alzar nuestras manos durante las alabanzas y seguir todos los rituales, pero no estar adorando a Dios realmente. ¿Y sabes por qué no podemos? Porque nos estamos escondiendo, estamos ocultando; estamos levantando muros y usando máscaras.

Entonces Jesús le dice a esta mujer, “ve por tu esposo”.  Él está diciendo, “Yo quiero la verdad, y sí quieres tomar de esta agua viva que te estoy ofreciendo, tú tienes que decirme la verdad”.  Él quiere la verdad acerca de quién es ella, donde ella ha estado, lo que ella ha hecho, y lo que le han hecho a ella.  Él quiere la verdad acerca de su pasado y de su presente, acerca de las cosas que la avergüenzan, las cosas que ella no quiere que nadie sepa, acerca de su necesidad y sí, también las formas pecaminosas y vergonzosas en las que ella ha intentado satisfacer estas necesidades.

Jesús quería que esta mujer viniera tal y como ella era, sin orgullo, sin pretensiones, sin ocultar, sin tratar de aparentar ser respetable, sin decir que estás bien cuando en realidad no lo estás.  Entonces en el versículo 17, Jesús le dice a ella, “Bien has dicho: “No tengo marido”. Ahora bien, con algunas de nosotras el problema es que hemos leído este pasaje tantas veces, que estamos demasiado familiarizadas con él. Pero quiero que te pongas en las sandalias de esta mujer. Ella está delante de un completo extraño; delante de un hombre que nunca ha visto, y que le dice,

Bien has dicho: “No tengo marido, porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad”. (vv. 17-18) Estás en una relación inmoral.

Ahora, si tienes el hábito de marcar en tu Biblia, déjame animarte a marcar o circular esa palabra verdad, porque la veremos de nuevo más adelante. Jesús quiere la verdad.  Él quiere la verdad de esta mujer.  Él la quiere de nosotras.

No sabemos los detalles del porqué esta mujer ha tenido cinco matrimonios, ya haya sido por muerte o divorcio o por ambos motivos, pero sabemos que ahora ella está en una relación inmoral y tiene una serie de matrimonios rotos.

Los detalles no son realmente importantes.  Lo que es importante es que ella sabe que Él sabe, no solo el número de matrimonios sino que implica que,  “Yo sé todo lo que hay detrás de cada una de esas relaciones fracasadas”.  ¡Sorprendida! ¡Atrapada!  ¡Expuesta!  ¡Se cayó la máscara!  Y así es donde  encontramos esperanza de obtener el agua viva.

De manera que Jesús entra en la historia de esta mujer, entra en su dolor, en su rechazo, en las formas en las que han pecado en contra de ella, pero también en las formas en las que ella ha pecado.  Y es que el corazón del problema no eran las veces que ella estuvo casada o la naturaleza de la relación en la que ella se encontraba en ese momento.

El corazón del problema era su relación quebrantada con Dios, la cual era evidente por las formas como constantemente corría a los pozos, a los pozos de hombres, en su caso, y quizás a otros pozos. Por que todos tenemos estos pozos, los pozos a los que ella corría en lugar de Cristo para tratar de satisfacer las necesidades más profundas de su corazón.  Entonces vemos que nuestra inclinación no es a ser sinceras, sino a ocultar.

Y también está la observación de que Dios ve detrás de nuestras máscaras.  Él sabe quiénes somos realmente, no solo la imagen que tratamos de proyectar frente a otros, no solo las impresiones que cuidadosamente construimos para otros, pero Él sabe la verdad, toda la verdad.

“En todo lugar están los ojos del SEÑOR,
observando a los malos y a los buenos” nos dice Prov. 15:3.

Los Salmos nos dicen,

Oh SEÑOR, tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme;
desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso,
y conoces bien todos mis caminos. Aun antes de que haya palabra en mi boca,
he aquí, oh SEÑOR, tú ya la sabes toda.  (139:1-4)

Jesús dijo en el Evangelio de Lucas, “Y nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse”. (12: 2)

Primera a los Corintios 4, “Por tanto, no juzguéis antes de tiempo, [dice Pablo] sino esperad hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones”. (vs.5)

Hebreos capítulo 4 dice, “Y no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. (v.13)

  • ¿Cuál es la verdad que tú quieres mantener escondida?  ¿Podría solo recordarte algo? Jesús lo sabe.  Él sabía todo acerca de la mujer en Samaria, y Él sabe todo acerca de ti.  Él sabe lo que los demás te han hecho, el rechazo, el abuso, el esposo que te abandonó.  El Señor lo sabe.
  • Él sabe las cosas que te hacen sentir incómoda.
  • Él no solo sabe las cosas que se te han hecho a ti, Él conoce lo que tú has hecho.
  • Él sabe de esos hábitos, de tus muchos gastos, de la deuda, las adicciones— la televisión, películas juegos de computadora, novelas de romance comida, alcohol, las adicciones ,la adicción a los medicamentos—cosas a las que corres para escapar del dolor, para escapar del mundo real.
  • Él sabe de la ira, el problema de temperamento que nunca le has dicho a las personas de la iglesia, pero que Jesús conoce.
  • Él sabe acerca de tus malos hábitos y desórdenes  alimenticios.
  • Él sabe que hay mujeres en la audiencia que están alejadas de sus padres.
  • Él sabe de la relación inmoral que tuviste antes de casarte.
  • Él sabe que hay mujeres aquí presentes y alrededor del mundo que ahora mismo están jugando con fuego, involucradas en una relación inmoral con un hombre, quizás por el internet o quizás con alguien que conociste en el trabajo.

Nadie más sabe las cosas que no te atreves a decirle a las personas que son más cercanas a ti, pero Él lo sabe.

Él sabe cosas acerca de nosotras que nadie más conoce.  Él sabe cosas acerca de nosotras que nosotras no sabemos o que nunca hubiésemos admitido por nosotras mismas, las cosas que el Salmo 19 llama los pecados ocultos de nuestros corazones.

Él sabe lo que hacemos algunas de nosotras, quizás de acuerdo a las apariencias, luciríamos estar bien. Quizás eres una líder cristiana o una líder de estudios bíblicos o alguien que lidera ministerios de mujeres en la iglesia. Tienes un exterior impresionante, pero Jesús sabe, no solo lo de afuera, Él conoce lo de adentro. Él conoce los corazones, los pensamientos, las intenciones, los motivos por los que le sonreímos a las personas con esta sonrisa piadosa, cuando en nuestros corazones, no los soportamos, Él lo sabe todo.

Él lo sabe, y Él está esperando a que nosotras seamos honestas para que Él pueda darnos agua viva.

Carmen: Jesús ofreció palabras desafiantes a la mujer sentada al lado del pozo.  Esas palabras son igualmente retadoras para cualquier mujer que esté dispuesta a escuchar hoy.

Nancy Leigh DeMoss a estado ayudándonos a entender el corazón de esas palabras del libro de Juan, y escucharemos la segunda mitad en el próximo programa.

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Una mujer escuchó una vez a Nancy enseñar en la mujer del pozo  un viernes en la noche en una conferencia.  Ella se conmovió tanto que escribió una canción sobre el tema, le dijo a Nancy de su canción y al día siguiente de pronto se encontró a sí misma arriba en la plataforma cantándola.  Escucha más de la historia en la siguiente entrega de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras fueron tomadas de la Biblia de las Américas a menos que se cite otra fuente.

Música: Lléname de Ti, Marcos Vidal, Concierto España ℗ 2002 Nuva Music Inc

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