3/3 – Los ojos del Señor

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Qué hacer cuando la vida duele

3/3 – Los ojos del Señor

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/los-ojos-del-senor/

Carmen Espaillat: Aquí está Nancy Leigh DeMoss para comentarnos sobre la forma como oramos en ocasiones cuando nos encontramos en medio de un conflicto.

Nancy Leigh DeMoss: “Señor, por favor cambia esta persona, por favor arregla a esta persona, por favor cambia esta situación, por favor obra en este asunto”. Pero si te quedas de rodillas suficiente tiempo y permaneces en la presencia de Dios el tiempo necesario, te darás cuenta que tu oración —tarde o temprano— se convertirá en, “Señor, cámbiame a mí”.

Carmen Espaillat: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladin. Hemos estado transitando por la serie titulada Qué hacer cuando la vida duele. Nancy ha estado enseñando de 1ra de Pedro 3, acerca de cómo podemos responder al sufrimiento y a la crítica de una forma que le de gloria a Dios.

Nancy continuará hoy, y aquí está ella leyendo 1era de Pedro 3:12

Nancy: “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones”. ¿Qué te dice este texto con relación a ese matrimonio difícil en el que estás o esa situación imposible en el trabajo con tu jefe quien es un ogro? Dios te está diciendo, “Busca la paz, persevera, haz el bien, devuelve bien por mal, bendice no maldigas…” Tengo todas estas instrucciones, “Ten un corazón humilde, un espíritu tierno, amor fraternal, compasión, pero, ¿no te sientes realmente sola a veces? (Ver vv. 8-11).

Pienso en una de las mujeres con las que he hablado recientemente, ella es la única creyente dentro de su familia, y su familia se encuentra perdida, sin Cristo, desprovista de piedad. Ellos acaban de pasar por una crisis, la muerte de un familiar, y mi amiga ha tenido que dar testimonio de su fe como cristiana en un ambiente desprovisto de gracia y piedad. Ha habido ocasiones en las que ella se ha sentido muy sola. Para esto es el Cuerpo de Cristo; para Dios nos dio el uno al otro.

Pero, habrá tiempos en tu vida, en tu matrimonio, en tu lugar de trabajo, en tu ambiente, cuando nadie te comprende o cuando nadie puede entender por lo que estás pasando. Ahí es donde necesitas recordar que si eres hija de Dios, y si tienes el Espíritu Santo morando dentro de ti, tú nunca, nunca, nunca estás sola.

“Los ojos del Señor están sobre los justos”. Yo creo que la palabra «justo» tiene dos significados, y creo que ambos aplican aquí. Uno es que tú has sido hecha posicionalmente justa, que de hecho eres hija de Dios, que eres cristiana, que tú has sido justificada a través de la fe en Cristo Jesús y solamente por Cristo.

Pero yo creo que tenemos otro aspecto de esta palabra justa, y es que vives justamente, que estás viviendo una vida piadosa, que estás obedeciendo lo que las Escrituras dicen aquí, que estás dejando a Jesús «ser Jesús» en ti.

Se trata de vivir las Escrituras, de ir adelante en fe, y hacer lo que tienes que hacer aun cuando tus sentimientos no estén allí. Y mientras obedeces a Dios, entonces podrás saber que los ojos de Dios están sobre ti, que Él está mirando. «Los ojos del Señor,» Proverbios dice que, «están en todo lugar, observando a los malos y a los buenos». (15:3)

De cierta forma, aunque de forma diferente, los ojos del Señor, están sobre tu pareja, o sobre ese niño, o sobre esa persona que está haciendo maldad. Los ojos del Señor también están tomando nota de ello. Pero Dios también está observando tu respuesta. Él no solamente observa la forma en que las personas de tu iglesia creen que tú respondes.

Pero Dios conoce la verdad de cómo eres realmente cuando nadie más te está mirando, cuando nadie más se está enterando.

Él no solo conoce tu comportamiento externo. El no solo conoce las palabras que salen de tu boca, sino que Él conoce la motivación de tu corazón que está detrás de todo. “Los ojos del Señor están sobre los justos”.Esto es lo que significa vivir en el temor del Señor. Significa vivir en el constante y consciente conocimiento de que Dios está aquí; que Él está mirando, que Él sabe lo que estoy pensando, Él sabe cómo estoy reaccionando.

Dios lo sabe, y vivir en el temor del Señor es hablarle a esa persona como si Jesús estuviese parado ahí. Los ojos del Señor están en ese lugar. Los ojos del Señor están sobre los justos, y continúa diciendo el versículo 12 de 1era de Pedro el capítulo 3, «y Sus oídos atentos a sus oraciones». Ora. Clama al Señor.

Ahora, tú me dices, “Bien, dime algo que sea práctico. Mejor dime qué debo hacer”. Esto es lo que debes hacer. Orar. “Pero es que eso es muy espiritual.” No, eso es real. Lo que está escrito en este Libro es verdad. Es práctico. Es real. Pero lo que queremos muchas veces es una píldora o una prescripción o una solución o una forma de escapar o alguien que lo arregle, o alguien que lo cambie. Y Dios nos está diciendo, “Has lo que te digo —ora. Mírame a Mí”.

Es verdad que muchas de nosotras terminamos orando, pero terminamos orando después de haber hecho un montón de cosas, después de haber hablado con una multitud de personas, hemos hablado con tres de nuestras amigas y les hemos expuesto lo que hay en nuestro corazón. Hemos estado hablando mal de la persona que nos lastimó y queremos asegurarnos que las demás personas sepan lo que nos han hecho a nosotras. O vamos a seis consejeros, o vamos y derramamos nuestro corazón delante del pastor.

Quizás no haya nada malo en ello, dependiendo de cómo lo hagas, el involucrar a otra persona o discretamente compartir la situación con la meta de que esa persona te señale las Escrituras y te ayude a ver cómo debes responder. Pero antes de hacer cualquiera de estas cosas, ¿por qué no le preguntas al Señor?

“Señor, estoy en esta situación. No siento que pueda soportar mucho más en este lugar. Estoy siendo maldecida, estoy siendo ridiculizada, estoy siendo mal entendida, estoy siendo falsamente acusada Señor y esto es muy difícil”. Dile al Señor, sé honesta con Él. Confiésale a Él cómo te estás sintiendo, lo que estás pensando y cómo estás respondiendo.

“Señor, si me dejas a mi sola en esta situación no voy a poder manejarlo correctamente. No puedo hacer esto sin Ti, Señor, Te confieso que he estado enojada, he sido una mujer mal geniosa, he sido peleona, he sido una esposa quejumbrosa”. Y, amigas, esto me recuerda que escucho tantas mujeres compartir sus problemas de cómo sus esposos y otras personas en sus vidas les están haciendo sus vidas miserables.

Pero sin embargo puedo contar con los dedos de mi mano el número de veces que he escuchado a una mujer decirme, “Sabes, realmente soy una mujer peleona, contenciosa. Soy una persona con quien resulta difícil convivir”. He escuchado mujeres más de lo que puedo contar decirme, “Yo no puedo vivir con mi esposo”, o variaciones de ese mismo tema. No estoy poniendo en duda que esos esposos sean difíciles de soportar. Pero mientras clamas al Señor y le pides que maneje esa situación en la que te encuentras, debes asegurarte de que estás siendo honesta y humilde acerca de ti misma y de tus asuntos, que le estás dando la oportunidad al Señor y le estás pidiendo, “Señor, permite que Tu luz brille en mi vida. Muéstrame”.

¿Acaso hay formas en las que estoy hiriendo el espíritu de mi pareja? ¿O de mi hijo adolescente, o de mi hijo adulto, o de mi suegra? ¿Acaso hay veces en las que he estado —quizás no intencionalmente Señor— viviendo o respondiendo de una forma que esté causando que ellos reaccionen como lo hacen? Señor, purifícame. Manda un avivamiento a nuestro hogar, pero empieza por mí.

Proverbios nos habla una y otra vez acerca del tipo de mujer con la que los hombres no quieren vivir. Ahora, no estoy diciendo que los hombres no pueden ser contenciosos, pero Proverbios no habla de hombres contenciosos habla de mujeres contenciosas. Yo creo que muchas, muchas mujeres son peleonas, contenciosas y constantemente están molestando y llevando a sus esposos a la desesperación casi a la locura.

Y Proverbios dice sobre este hombre, que lo que quiere hacer es irse a vivir a un rincón del techo, o irse a vivir a un desierto (Pr. 21:9). Él prefiere ser un ermitaño. Y algunos esposos se convierten en ermitaños aunque continúen viviendo en el mismo hogar. Simplemente se alejan. En algunos casos es porque —al menos en parte— la esposa no buscó la paz. Ella no era apacible, simplemente reaccionaba.

Tienes dos personas reaccionando debido al dolor, viendo las cosas desde su propio punto de vista. Y Proverbios nos dice que, “Todo camino del hombre es recto ante sus ojos” (21:2). Y ¿No es esto verdad? Habla con cualquier pareja en conflicto, o cualquiera de los dos grupos en algún conflicto en la iglesia, o de un conflicto en el trabajo, o en medio de algún conflicto entre dos miembros de la familia.

Cada quien cree estar bien ante sus propios ojos. Estaba en el teléfono la semana pasada tratando con un conflicto familiar. Escuché los dos lados de la historia y, ¿creerías si te digo que parecía que estaban hablando de dos historias diferentes? Porque todo camino del hombre es correcto ante sus propios ojos.

Bueno, pero volvamos de regreso a Pedro. Pedro dice que los oídos del Señor «están atentos a tus oraciones» (v.12). Y ahora vamos al Salmos 66 nos dice, «si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará». Si te aferras a tu propio pecado, no esperes que el Señor responda a tus oraciones si tú no estás dispuesta a ser honesta y a quebrantarte delante del Señor.

Cuando vayas a orar sobre estas situaciones, tu primer pensamiento será, “Señor, por favor cambia a esa persona, por favor arregla esta persona, por favor cambia esta situación, por favor trata con este asunto”. Pero si te quedas de rodillas el tiempo suficiente y permaneces en la presencia de Dios el tiempo necesario, te darás cuenta que tu oración —tarde o temprano— se convertirá en, “Señor, cámbiame a mí. Señor, usa esta situación en mi vida”, como siempre Él hará si tan solo lo dejas a Él obrar. “Señor hazme más como Jesús. ¿Cómo, puedes ser Tu glorificado en mi vida en medio de esta situación?”

Probablemente te darás cuenta de que te terminarás arrepintiendo. Ahora, eso no significa que debes cargar con los pecados de otros. Conozco algunas mujeres que han caído en esa trampa. “Es mi culpa que mi esposo sea un hombre iracundo.” Toma la responsabilidad por lo que Dios te está señalando que es tu responsabilidad, y luego deja que Dios se encargue de tu esposo.

Tu disposición para hacer esto es realmente la evidencia de cuán grande piensas que Dios es. Si vas a tomar las cosas en tus propias manos y si dices, “Tengo que arreglar esto, o tengo que salir de aquí, o tengo que manejar esto”, lo que realmente estás diciendo y haciendo es “Yo puedo manejar esto mejor que Dios”.

Pedro nos lleva de regreso a Dios, quien es soberano, quien está sobre todo, quien todo lo ve, quien escucha nuestro clamor. “Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones”. (1 Pedro 3:12) Hay una última frase en este versículo “Pero el rostro del Señor está contra los que hacen el mal”.

Ahora, puedes leer esto de dos formas, y supongo que las dos son correctas. Puedes decir, ¡Sí! El rostro del Señor, el juicio de Dios, está sobre mi esposo, sobre ese jefe, sobre ese diácono de la iglesia, o sobre quien sea que está haciendo maldad. Ciertamente, esa persona tendrá que enfrentar al Señor y tendrá que darle cuentas. Pero en el contexto aquí donde Pedro está hablando a los creyentes, a aquellos que quieren vivir correctamente y que también están sufriendo, él simplemente les dice, «No hagas maldad, sino que en lugar de ello haz el bien» (3:11).

Y al menos en parte, creo que lo que él dice es, “Si tú no obedeces esto, si escoges responder al mal haciendo el mal, cuenta con que el mismo Dios estará en tu contra”. Ahora, déjame preguntarte, en tu matrimonio, ¿quieres que Dios trabaje en contra tuya? En tu lugar de trabajo ¿quieres que Dios te trate con mano dura? ¿Quieres que Dios mismo se coloque en tu contra?

Pedro continúa diciendo en el capítulo 5 en el versículo 5 que Dios se opone al orgulloso. “Dios se coloca en tu contra” , dice una paráfrasis, “y se prepara para la batalla contra el orgulloso, contra aquellos que hacen maldad”. Y yo no sé tú, pero yo no quiero a Dios en mi contra. Yo quiero el rostro de Dios resplandeciendo sobre mí y bendiciéndome; quiero tener Su favor y obtener de Su luz para caminar; para que me muestre el camino. Yo quiero hablar y vivir con Él cara a cara como una persona habla con su amigo. Yo anhelo su amistad. Necesito su amistad en estas circunstancias desesperantes.

No necesito que Él voltee su cara en mi contra. Pero cuando yo misma me pongo en contra de Dios, entonces yo, en un sentido, lo estoy forzando a Él a mantenerse a distancia. ¿Por qué me odia? NO, porque me ama, porque Dios intenta purificar mi vida y la tuya. Su intención es hacernos como Jesús.

Dios sabe que si estoy devolviendo mal en respuesta a la maldad que me han hecho entonces necesito la presión. Necesito sentir que estoy yendo en contra de la barrera de la disciplina y el castigo que Dios me pone. En la economía de Dios, cuando respondemos como Dios manda, a Su manera, generalmente Dios cambia la situación y producirá una transformación en la vida de la otra persona.

Creo que es ahí donde debemos comenzar, ejercitando nuestra fe y creyendo que Dios puede de hecho cambiar el corazón de la otra persona. Y no asumas que porque su corazón no ha cambiado —aun en años— que Dios aun no puede obrar. Dios puede hacerlo rápidamente. Quizás lo haga, quizás no. Pero Él es capaz.

Creo que necesitamos animarnos unas a otras y continuar esperando en Dios y creer que Dios realmente puede cambiar la situación. Ese esposo, o el hijo adulto que nos insulta, que blasfema, que maldice, no está fuera del alcance de la gracia de Dios. Mientras tengamos aliento tenemos esperanza.

Ahora, no puedes basar tu felicidad y bienestar en la esperanza de que esa persona pueda cambiar algún día, porque quizás nunca suceda. Pero a la misma vez no te des por vencida al pedirle al Señor creyendo que Él realmente es capaz de hacerlo.

Porque si tratas a tu pareja como si él nunca fuera a cambiar tal vez estés aumentando las posibilidades de que no lo haga. Pero si vives con la fe de que Dios realmente puede redimir y santificar y cambiar el corazón de esa persona, vas a tratarla diferente.

Creo que le das más espacio a Dios para moverse. Lo que quiero decir es que a veces Dios realmente usa tu obediencia para cambiar la situación. ¿No es esa la razón por la que podemos estar aquí sentadas hoy, porque Cristo sufrió, y porque el justo pagó por el injusto para así traernos a Dios?

Eso es lo que Pedro nos dice en 1 era de Pedro capítulo 3,

Vosotras mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres; al observar vuestra conducta casta y respetuosa .(vv. 1-2)

Pedro está diciendo que a veces ellos serán ganados para Cristo, no te des por vencida de creer que Dios es capaz de hacer esto, y de que Dios desea usarte como un instrumento de santificación y de bendición en el corazón de los miembros de tu familia.

Pero creo que hay veces —por razones que solo Dios conoce y que tenemos que dejar a Dios— donde quizás Él no cambie el corazón del individuo. Le permite a esta persona continuar con un corazón endurecido y continuar insultándonos y maldiciéndonos. Pero la pregunta entonces es ¿perseverarás tú? Y lo único que puedo decirte es lo que la Palabra de Dios dice “continua bendiciendo, no lo insultes”.

Ahora, tal vez necesitas tomar dos o tres mujeres piadosas y maduras alrededor tuyo que puedan apoyarte en esta situación; que puedan ayudarte para que perseveres en el largo trecho, en términos de tu fortaleza espiritual y de tu perseverancia.

Pero escucha lo que Pedro dice en 1era de Pedro capítulo 3. De nuevo, hablando particularmente a las mujeres pero también a los hombres que están viviendo situaciones en las que están siendo ridiculizados y maldecidos. Versículo 13,

¿Y quién os podrá hacer daño si demostráis tener celo por lo bueno? Pero si aún sufrís por causa de la justicia, dichosos sois.

Esto quiere decir que tú no estás sufriendo porque tú lo provocaste, tú no estás sufriendo por ser una mujer contenciosa con quien es imposible convivir. Estás sufriendo por hacer el bien, y si aún debieras pasar por esto, él dice que serás bendecida por ello. (vv. 13-14)

Pero quizás tú me dirás: “Es que no me siento muy bendecida”. Bueno, necesitamos definir la palabra bendición. La bendición del Señor es la que nos enriquece y la bendición del Señor es duradera. Es una bendición eterna. Hay bendiciones que Dios tiene reservadas para ti. Es como los padres cuando guardan los regalos de navidad para sus hijos

No puedes tenerlo ahora, no puedes verlos ahora, pero están ahí. Están envueltos. Están debajo del árbol o en algún armario en el cual te has metido a escondidas para verlos. No puedes abrirlos ahora. No sabes qué hay dentro. No puedes usarlos ahora. No puedes jugar con ellos ahora. Pero están allí. Han sido comprados y están bajo el árbol, están en ese closet.

Anticípalo. Hay bendiciones. Ya sea que las experimentes ahora en alguna medida o que tengas que esperar hasta después para experimentarlas en toda su plenitud, la Palabra de Dios dice que, “Serás bendecida”.

Esta es una ilustración de una situación donde tendremos que decirnos la una a la otra, mientras lidiamos con las dificultades de la vida, “¿Qué dice la Palabra de Dios?” Aconseja tu corazón de acuerdo a la Palabra de Dios y serás bendecida.

Luego Pedro continúa diciendo “No os amedrentéis por temor a ellos, ni os turbéis”. ¿Quiénes son ellos? Son las personas que están maldiciendo que están insultándote, “no tengas temor de ellos y no te preocupes”. Y yo solo estoy leyendo lo que dice.

Si yo fuese una consejera o terapeuta y tú vinieras y me pidieras consejo y yo sólo te dijera eso, sin la autoridad que viene de la Palabra de Dios, tal vez sientas que estoy siendo poco compasiva o que no muestro interés o quizás que soy una necia.

Pero el caso que Dios es quien lo está diciendo. Es la verdad, es verdad. Él dice, “No tengas temor de ellos, no seas controlada por sus explosiones emocionales. No reacciones en pánico o en miedo. Los ojos del Señor están sobre ti, y sus oídos están atentos a tu clamor”. Dios es soberano, Él está en Su trono y todavía está en control. Cuando sabes que Él lo está, no tienes que tener miedo. Entonces déjalo a Él ser Dios, y tú no te preocupes.

¡No camines por ahí cabizbaja, como una mujer acongojada y deprimida, desanimada, o descorazonada! No te preocupes. Otra vez, déjame decirte, “Eso es más fácil decirlo que hacerlo”. Pero es lo que la Palabra de Dios nos dice y entonces tú tienes que decirle a tu corazón: «corazón no te preocupes». No es que las circunstancias no sean serias, pero Dios nos está diciendo ¡”No te abrumes por algo que parece ser sobrecogedor, porque Yo soy más grande aún! ¡Es Dios quien tiene el mundo en sus manos!”

Y a través de todo el libro de 1ra de Pedro… Por cierto, te reto a hacer un estudio de esta carta, memorizándotela. Es algo que yo he hecho cantidad de veces a través de los años. Medita en este libro. Te reto a que hagas esto con 1ra de Pedro, y verás cuando llegues al capítulo 4, al versículo 12 que dice, “Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo…”

Que no te tome por sorpresa. No digas “¿Por qué yo? ¿Porqué me está ocurriendo esto a mi?” Pedro dice que te va a ocurrir.. No te sorprendas si te ocurre. En lugar de ello, mira lo que dice el versículo 13 —y si él no tuviera la autoridad de la Palabra diríamos que está loco— pero él nos dice: «Regocíjate.»

Él no solo está diciendo, “Sujétate hasta con las uñas, pon una sonrisa en tu rostro cuando vayas a la iglesia, se fuerte, sopórtalo, sobrevive…” Él está diciendo haz más que eso. Alégrate, “Regocijaos, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría”.

Cuando sufres al vivir con esa persona que es crónicamente mala, estás compartiendo el sufrimiento de Cristo en medio de esa situación, y en un sentido puedes decir “¡Qué honor! ¡Qué honor!”

Carmen: Nancy Leigh DeMoss ha estado ofreciendo esperanza para las familias en sufrimiento. Este mensaje es parte de la serie titulada, «Que Hacer cuando la Vida Duele». Para muchas oyentes, esta serie ha sido un punto de cambio en sus vidas. Muchas de las mujeres han decidido entregarle a Dios su dolor y caminar en abundancia.

Gracias por acompañarnos durante esta serie. Mañana Nancy inicia una serie titulada «Un camino para nuestro Dios», la cual nos recordará acerca del consuelo que Dios le ofrece a Sus hijos. No dejes de escuchar nuestro siguiente programa en Aviva Nuestros Corazones.

Y antes de concluir el programa de hoy, quiero recordarte visitar AvivaNuestrosCorazones.com para que te informes acerca de todos los detalles de nuestra próxima conferencia de Mujer Verdadera 2015 dirigida a América Latina. ¡No querrás dejar de ser parte de esto!

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Toda Escritura es tomada de la Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

2/3 – Cuando el matrimonio duele

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Qué hacer cuando la vida duele

2/3 – Cuando el matrimonio duele

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/cuando-el-matrimonio-duele/

Carmen Espaillat: Aquí está Nancy Leigh DeMoss.

Nancy Leigh DeMoss: Toda nuestra cultura está siendo motivada y conducida a no experimentar dolor; a no tener que sufrir, y entonces tomamos todo tipo de medicamentos para quitar, o aminorar, o neutralizar el dolor. Y así muchas mujeres cristianas están viviendo vidas adormecidas tratando de escapar del dolor.

Ahora, no estoy diciendo que sí tienes un dolor de cabeza esté mal tomarte una aspirina. Pero yo creo que lo que necesitamos es una teología que nos lleve más allá de la aspirina que diga, “Puedo tener un dolor de cabeza— físico, emocional, o espiritual y mi vida aun está bien porque Dios continua siendo bueno.

Carmen: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss, en la voz de Patricia de Saladín.

En el programa anterior, Nancy inició una serie titulada “Qué hacer cuando la vida duele”. Ella nos comparte desde su corazón, y contesta algunas preguntas de los miembros de nuestra audiencia. Ella continuará hoy enfocándose en 1era de Pedro 3 1-9. Déjame leerlo.

“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al observar vuestra conducta casta y respetuosa. Y que vuestro adorno no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios. Porque así también se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos.

Así obedeció Sara a Abraham, llamándolo señor, y vosotras habéis llegado a ser hijas de ella, si hacéis el bien y no estáis amedrentadas por ningún temor. Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.

En conclusión, sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde; no devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición.”

El libro de 1era de Pedro trata sobre el sufrimiento. ¿Por qué aborda Pedro el matrimonio dentro de este contexto?

Aquí está Nancy.

Nancy: El matrimonio es una relación que obviamente incluye sufrimiento. Sin importar qué tan bueno sea tu matrimonio, hay asuntos donde tú no vas a ver las cosas de la misma forma que las ve tu pareja. Si tomamos un hombre y una mujer y los juntamos, van a tener diferencias y van a tener retos y oportunidades para sufrir.

Pero en el contexto que tenemos aquí Pedro habla a los creyentes que están sufriendo por su fe. Él dice, “Tú vas a tener sufrimiento. Si vas a vivir una vida de santidad y vas a seguir a Cristo tú vas tener que sufrir en muchas áreas y de diversas formas y en diversas temporadas”. De manera que la meta aquí no es huir del sufrimiento. La meta es encontrar la forma de caminar a través de ese tiempo de una manera piadosa.

Y luego que él nos da este increíble ejemplo de Cristo en el capitulo 2 de 1ra de Pedro, quien sufrió por nosotros sin tomar represalias, sin defenderse Él mismo, sino bendiciendo a aquellos que lo maldijeron, devolviendo bien por mal, sometiéndose al sufrimiento y todo esto porque Él conocía algo…

Él sabía que Dios era quien iba a reivindicar su justicia. Ves, si tu teología es correcta, si tu pensamiento es correcto, entonces te capacitará para vivir correctamente aun en circunstancias dolorosas e imposibles.

Entonces Pedro sigue diciendo “Ahora déjame ser aún más práctico porque de seguro estás ahí sentada pensando, ‘bueno yo no soy Jesús”, pero él dice, “tú eres una esposa”. O, a los esposos: “tú eres un esposo; tú vives en una familia”.

Luego continúa hablando acerca de las relaciones de trabajo, las relaciones donde incluso hay persecución política o religiosa. Y él dice entonces, “tú tienes circunstancias reales de la vida.” Y la primera con la que empieza es esta del matrimonio en la cual habla primero a las esposas.

Y él dice, “Algunas de ustedes están casadas con hombres que no obedecen la Palabra”. En su época, como en la nuestra, había muchas mujeres que habían llegado a conocer a Cristo, pero sus esposos no habían conocido a Cristo y las estaban ridiculizando por su fe. Estos hombres le estaban haciendo difícil el vivir como cristianas. Bueno, pues Pedro les habla a las mujeres que están viviendo circunstancias como esas.

Ayer, una mujer se acercó a mí y me dijo “Yo quiero bendecir a mi esposo pero él es muy profano. Maldice e insulta. Noventa por ciento de lo que sale de su boca es para criticar; y es horrible. Ha herido a mis hijos, quienes ya son adultos y ahora tratan de sobreponerse a ese dolor y al sufrimiento”.

Pero entonces ¿qué dice Pedro que tenemos que hacer? Sufrir. Bueno, lo que dice es “Sujétate. Sé sumisa. Ve y sométete a la autoridad de Dios. Y el someterte a la autoridad de Dios significa estar bajo la autoridad de tu pareja y hacerlo con un espíritu de humildad y de mansedumbre; con un espíritu quieto y sereno”.

¿Y cómo luce un espíritu manso, tierno y sereno? Es un espíritu que confía en Dios. Confía en que Dios es más grande, en que Dios es poderoso, que Dios es más real y que Dios está en control. El corazón del rey está en las manos de Dios (Pro. 21:1). Tu esposo no es el último rey del universo, aunque él crea que lo es. Y tampoco lo eres tú.

Así que Pedro dice “sujétate al Señor, y entonces, porque tú estás sujeta al Señor podrás sujetarte a tu pareja y podrás hacerlo con un espíritu de mansedumbre; esto es, que no le responderás de forma irrespetuosa; no responderás de la misma manera como él lo hace al tratar con las situaciones.

Pedro continúa hablando a los esposos, pero no nos enfocaremos en eso. Pero sí, también aplica esto a los esposos, quienes tienen que vivir con esposas que son imposibles de entender —y esto aplica como es la realidad de cualquier esposa en un momento determinado. Y él les dice, “Tú como hombre tienes que vivir con tu esposa de una forma comprensiva, aunque ella sea incomprensible. Así es como luce la sumisión en el caso de los hombres.

Después continúa diciendo, “En conclusión, todos ustedes, versículo 8 de 1era Pedro capítulo 3, “sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde”.

Ahora, si tan solo pudiéramos tener estas cualidades ¿no terminaría esto con el 90 por ciento de todos los conflictos? Pero se empieza con una actitud de corazón que es diferente de la actitud de la persona que no conoce a Cristo. Solo con el poder del Espíritu Santo puedes tener este tipo de actitud.

Te diré algo —no vaya a ser que vayas a la casa y lo intentes— esto es algo que no puedes hacer por ti misma. No puedes ser compasiva y tener amor y amor fraternal y un corazón tierno y una mente humilde por ti misma. Ahí es donde nosotras debemos clamarle al Señor y decirle, “¡No puedo hacer esto! ¡Te necesito! Sé Tú, Jesús, en mí. Vive tu vida a través de mí. Lléname con tu Espíritu ”.

Eso es lo que realmente significa ser cristiana. Significa Cristo dentro de ti viviendo Su vida a través de ti por el poder del Espíritu Santo y el poder de la gracia de Dios.

Entonces Pedro dice “haz eso”, y luego la expresión de esa actitud de corazón, de ese corazón tierno, y de esa mente humilde… Y, por cierto, la mente humilde significa, de acuerdo con Filipenses capítulo 2, que debes estimar a todos los demás como mejores que tú misma.

Ahora aquí estamos hablando en el ámbito de lo imposible. Sé que es así, pero estamos hablando de algo sobrenatural, aquello que es posible sólo cuando estas llena del Espíritu.

Entonces dice él, “Una vez que tienes esta mente humilde y este corazón tierno y un amor fraternal y compasión, entonces te interesará más el bienestar de los demás que tu propia persona,” y él pasa a decir, “¿Cómo se vive esto?”

Bueno, el versículo 9, de 1era de Pedro 3 dice, “No devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien” [¿qué palabra usa aquí?.. bendecir, elogiar, hablar bien de alguien] “Sino más bien bendiciendo”. Ahora ¿De quién está hablando Pedro aquí?” ¿A quién estás bendiciendo? Estás bendiciendo a la persona que te está haciendo daño. Estás bendiciendo a la persona que te maldijo.

Él le dice a la mujer que tiene un marido injurioso, que la insulta, que la destroza, que maldice su fe, que es sencillamente un malvado… Él le dice a esta mujer “Bendice a tu marido, no lo maldigas. No le pagues de la misma forma”.

Ahora, hay muchas más cosas de las que podríamos hablar aquí. Déjenme hacer una pequeña aclaración, donde hay transgresión de la ley, donde existe comportamiento que puede dañarte físicamente… Este no es el único pasaje que aplica en esta situación. Hay otros pasajes que son tan buenos como este de primera de Pedro y que hablan acerca del papel que juega la iglesia. Es mejor que te asegures de estar en una iglesia y bajo su protección, bajo la protección espiritual de líderes piadosos y espirituales en tu iglesia. Porque hay otras ocasiones donde tendrás que acudir a la ley y a las autoridades civiles.

Las Escrituras no te dicen que le permitas a tu esposo romperte todos los huesos y que sólo te quedes ahí y lo bendigas. En adición a esto, Dios hace otras provisiones no sólo para tu bien sino también para el bien de él. De manera que hay otros pasajes que tienen aplicación aquí, pero no puedes pasar por alto este que estamos viendo.

Y por otra parte, déjame decirte que al pasar de los años he hablado con cientos de mujeres. En la gran mayoría de los casos las dificultades que vemos no llegan a estos extremos. Estamos refiriéndonos aquí a situaciones donde el esposo es simplemente un gruñón, una persona difícil para convivir. Y algunos de esos tipos de abusos y de heridas emocionales pueden ser aún más difíciles de asimilar — de acuerdo a lo que me han dicho algunas mujeres— más aun que el abuso físico.

Dios nos está diciendo que cuando seamos maldecidas nos aseguremos de no maldecir de vuelta, y nos anima a pedirle la gracia para hacer lo que dice Pedro —bendecir. Escucha el final de ese versículo 9: “Porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición”.

Cosechas lo que siembras. Siembra bendiciones en las vidas de los miembros de tu familia y de tus amigos, y vas a cosechar bendiciones. Siembra maldiciones y cosecharás maldiciones.

“Así que mientras siembras bendiciones en tu familia”, Pedro dice, “vas a cumplir tu llamamiento. Dios quiere bendecirte”. Y Él lo hará, Él puede; y tú te colocarás en una posición en la que puedes ser bendecida por Dios si regresas bendiciones a esos que te maltratan y maldicen en tu contra.

Carmen: Esta es Nancy Leigh DeMoss en la serie titulada “Qué hacer cuando la vida duele”.

Nancy nos ha llevado a través de 1era de Pedro 3. Vamos a retomarlo de nuevo desde los versículos 8 al 10:

“En conclusión, sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde; no devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición. Pues EL QUE QUIERE AMAR LA VIDA Y VER DIAS BUENOS, REFRENE SU LENGUA DEL MAL Y SUS LABIOS NO HABLEN ENGAÑO.”

Aquí está Nancy.

Nancy Leigh DeMoss : Me imagino a Pedro aquí hablándole a una mujer cristiana (tal vez una joven creyente) que se acerca a él para decirle lo que muchas veces me cuentan algunas mujeres: “Mi esposo hace esto y esto, o mis padres hacen esto y aquello. Son muy crueles. Son muy duros. Son muy injustos. Son muy pecadores. ¿Qué puedo hacer al respecto?”

A menudo lo que estas mujeres realmente están diciendo es “¿Qué puedo hacer para arreglar o cambiar a la otra persona?” Y algunas veces pienso que quisieran que yo lo arregle o lo cambie y tal vez Pedro estaba pensando lo mismo. Y le dice a esta mujer (o pudiese haber sido un hombre, si la situación fuese al revés) él le diría algo como, “Tú no puedes hacer nada acerca de la otra persona. Tú no eres responsable por la otra persona”. Ahora bien, nuestro comportamiento y nuestras decisiones tendrán un impacto en la otra persona, pero en última instancia esa no es nuestra responsabilidad. Él nos dice, “Tú eres responsable de ti misma”.

Entonces él no dice nada acerca de la lengua o los labios del agresor o de la persona que ha estado maldiciendo. Pero él si dice “Guarda tu lengua de maldad, guarda tus labios de hablar engaño. Guarda tu corazón, guarda tu lengua, guarda tus palabras, guarda tu espíritu, guarda tu actitud.” De estas cosas es de lo que Dios te hace responsable. Ahora, mantén en mente el contexto. Él está hablando a alguien que está siendo víctima de la maldad y de la agresión. Él les dice, “Apártate del mal, y haz el bien”.

Y luego, me encanta este versículo que Pedro cita. De hecho todo este pasaje que él cita corresponde al Antiguo Testamento. (Que por cierto es otro recordatorio de cuán importante es tener la Palabra de Dios grabada en nuestro sistema para que cuando la necesites puedas hacer uso de ella, ya sea para tu necesidad o para la necesidad de alguien más).

Pedro aquí está citando, tal y como lo hacen los autores del Nuevo Testamento, él está citando el Antiguo Testamento. Ellos ni siquiera tenían copias de la Biblia, pero podían citar de forma literal pasajes completos del Antiguo Testamento. Si quieres saber cómo puedes prepararte para manejar las emergencias de la vida y las circunstancias extremas, parte de la clave (y volvemos a repetir lo mismo) es asegurarte de que conoces la Palabra de Dios.

¿Podrías recitar el Salmo 34 en tu situación o en la situación de tu amiga, de tu vecino o para alguien que está atravesando por un matrimonio difícil y está pidiendo ayuda? ¿Podrías ir a la Palabra de Dios?

Esto podría ocurrir en tu lugar de trabajo, podría suceder en la iglesia, o podría pasar en el ministerio, lo creas o no. Yo he estado en el ministerio durante toda mi vida adulta y esto pasa en nuestros grupos de líderes, pasa en el ministerio para mujeres en tu iglesia o entre los líderes de tu estudio bíblico, se darán esas situaciones. Anoche estaba hablando con alguien de una situación de la cual estoy enterada dentro de nuestro ministerio ahora mismo, en la cual hay dos personas del liderazgo que están viendo las cosas de manera diferente, y se han herido mutuamente. Esto ha causado que algunas cosas se hayan dicho que probablemente no debieron haberse dicho.

Cada una de las partes debe darse cuenta de esto, “Yo no soy responsable por el otro, solo soy responsable por mi misma”. ¿Entonces qué debo de hacer?

Hay un mal que se está haciendo. Pero debo alejarme de la maldad y hacer el bien. Eso es ser proactivo. No significa que debo correr a esconderme para escapar de la situación —aunque esa sería nuestra inclinación natural. Queremos salirnos de la situación.

Toda nuestra cultura está siendo motivada y conducida a no experimentar el dolor; no quiere tener que sufrir, y entonces tomamos todo tipo de medicamentos concebibles para quitar, o aminorar, o neutralizar el dolor. Y así muchas mujeres cristianas están viviendo vidas adormecidas, muy medicadas, tratando de escapar del dolor.

Ahora, no estoy diciendo aquí que si tienes un dolor de cabeza esté mal tomar una aspirina. Pero yo creo que lo que necesitamos es una teología que nos lleve más allá de la aspirina que diga, “Puedo tener un dolor de cabeza físico, emocional, o espiritual — y aun así mi vida esta bien porque Dios continúa siendo bueno, porque no todos los dolores de cabeza son curables”.

Dios te va a permitir caminar a través de circunstancias diversas. En algunos casos Dios va a crear circunstancias en tu vida que creerás que son un gran dolor de cabeza. Y no se van a ir, tal vez no se te quitará pronto; tal vez nunca se vaya por el resto de tu vida.

Dios te está diciendo, “No corras, no corras de la cruz”. La cruz es la razón de todo. Ese es el quid del asunto; regresar a la cruz. Es la disposición de sufrir justamente por causa de aquellos que son injustos para que Dios sea glorificado y para que ellos puedan se sanados. Es Dios que dice, “Busca hacer el bien de forma proactiva. No huyas”.

Ahora, yo no estoy diciendo, “Lánzate frente a un tren en movimiento; o ponte en el camino del peligro. Lo que estoy diciendo es “pídele a Dios que te muestre cómo —en medio de ese matrimonio, con ese hijo, con ese padre, en esa situación en tu iglesia— pídele cómo puedes hacer el bien.

La tentación será devolver mal cuando se te ha hecho daño. Esa maldad quizás no implique tomar un hierro y lanzárselo a alguien. Porque no es algo tan obvio. Pero hacemos mal con nuestro espíritu, con nuestros ojos, con nuestro lenguaje corporal, evadiendo a las personas. Hacemos maldad con la forma en que hablamos de la persona con otros.

Y Pedro nos está diciendo: “No hagas maldad, no peques al responder al pecado de los demás. En lugar de ello, haz el bien. De nuevo, déjame decirte esto de nuevo. Es Cristo haciendo el bien en ti, y a través de ti. Él es quien nos da la gracia, y el deseo y el poder para hacerlo”.

Después Pedro dice: “Busca la paz y síguela”. Wao, activamente ve tras la reconciliación. Sigue la paz. Esto es muy difícil de hacer. Aquí es donde la cosa se pone dura y se pone a prueba tu Cristianismo.

El que piense que el Cristianismo es sinónimo de debilidad no sabe de lo que se trata el Cristianismo. Necesitas de todo el poder de Dios en ti para hacer esto. Esposas, esto significa que si sus esposos deciden permanecer con ustedes, conforme a lo que dice 1era a los Corintios capítulo 7, no abandonen su matrimonio.

Ahora, sé que desde que digo esto algunas personas van a mandarme correos electrónicos y cartas contándome sobre sus matrimonios. Sí quiero escuchar acerca de sus situaciones, y me interesa, y queremos ayudarlas, y nuestro equipo quiere sostenerlas en oración.

Pero te diré algo: tenemos que volver de regreso a lo que dice la Palabra de Dios. Y esto es lo que dice, que si tu esposo (aun si no es creyente) está dispuesto a quedarse en el matrimonio, entonces Dios te dice: “No dejes tu matrimonio busca la paz y síguela”.

Ahora, Pablo dice en Romanos capítulo 12 versículo 18 que “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. Esto sugiere que hay algunas situaciones donde no es posible porque la otra persona no está dispuesta a ser parte del proceso de paz.

Pero nos está diciendo: Si ese matrimonio se va a romper , asegúrate que no sea porque tú no buscaste la paz. Asegúrate que no sea porque tú incitaste los conflictos o porque tú fuiste la que buscaste el rompimiento de tu matrimonio.

Al decir esto sé que estoy hablándoles a algunas mujeres que, si obedecen las Escrituras y buscan y siguen la paz en su matrimonio, eso podría implicar el pasar el resto de sus vidas, aquí en la tierra, en un matrimonio difícil donde nunca podrán experimentar el tipo de amor y la relación y la intimidad que Dios quiso para el matrimonio.

Tal vez para algunas de ustedes esto suena como una sentencia de muerte. En un sentido tal vez si lo sea, porque todo lo que tiene vida, viene a través de la muerte. Si deseas tener la vida de Cristo viviendo plenamente dentro de ti, entonces tienes que estar dispuesta a ir a la cruz con Él. No hay atajos para la vida abundante sin ir a través de la cruz.

Pero déjame recordarte que más allá de la cruz hay una resurrección. Si tan solo pudiéramos echar un vistazo de la eternidad que hay mas allá de esta vida, entonces, una vida entera de ser mal entendida, o de ser ridiculizada, o de ser rechazada, solo sería un punto en el radar o en la pantalla… Cuando lo vemos todo dentro de la perspectiva de Dios.

Pablo dice que se trata de una “ligera aflicción momentánea” (2 Cor 4).Y tú dirás, “Esto no parece ser muy momentáneo,” ¿cuarenta años es momentáneo? Bueno depende de tu perspectiva. Estamos tan arraigadas aquí en la tierra que parecería durar para siempre, pero cuarenta años no es para siempre.

Y Pablo te dice, “Tienes que ponerlo en contexto, esa aflicción está obrando en ti y está produciendo en ti un eterno peso de gloria. Y en un momento —tan solo será un momento a la luz de la eternidad— cuando tú y yo nos paremos delante del Señor con todo el tiempo detrás y la eternidad por delante, diremos que todo valió la pena; que valió la pena hacer las cosas a la manera de Dios y obedecerle”.

Entonces Pedro dice, volvemos a 1era de Pedro capítulo 3 versículo 11 “Busca la paz y síguela”.

Carmen Espaillat: Nancy Leigh DeMoss ha estado enseñándote algo importante. Puedes responder con amabilidad, incluso cuando alguien te está tratando mal. Hacerlo no es fácil, pero puedes mostrar amabilidad con el poder de Dios.

Este programa es parte de la serie Qué hacer cuando la vida duele.

Aquí está Nancy para decirte acercas de una forma en la que te puedes preparar para los dolores de la vida y para crecer durante ellos.

Las mujeres que han asistido a las conferencias de Mujer Verdadera en los EE UU testifican de cuan maravilloso fue sentirse parte de un ejército de mujeres que comparten sus luchas y su caminar con el Señor. ¿Alguna vez has asistido a una de estas conferencias? Habrá una oportunidad muy pronto cerca de ti, en Santo Domingo, República Dominicana. Se trata de Mujer Verdadera 2015, la primera conferencia dirigida a América Latina.

Visita AvivaNuestrosCorazones.com para que obtengas más información acerca de cómo puedes participar de este evento histórico.

Cuando le estás pidiendo al Señor que cambie a alguna otra Él podría responder cambiándote a ti. Aprende por qué en el próximo programa de Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un Ministerio de alcance de Life Action Ministries. Y mi mamá es una Mujer Verdadera.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com

1/3 – Conocer vs sentir

Aviva Nuestros Corazones

Serie: Qué hacer cuando la vida duele

1/3 – Conocer vs sentir

https://www.avivanuestroscorazones.com/podcast/aviva-nuestros-corazones/conocer-vs-sentir/

Carmen Espaillat : ¿Basas tus acciones más en lo que sabes o en lo que sientes? Aquí está Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.

Nancy Leigh DeMoss: Nuestra conclusión es “Si no lo siento, no debe ser verdad”. En realidad, no decimos eso, pero, por lo general lo que sentimos nos importa más de lo que sabemos. Aquí es donde yo creo que muchas mujeres terminan afectadas emocional y espiritualmente. Porque ellas están confiadas en que sus sentimientos son un barómetro exacto de la verdad.

Carmen : Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss.

Todos pasamos por situaciones dolorosas. Durante toda esta semana, Nancy ofrecerá consejos prácticos sobre qué hacer cuando la vida duele. Durante los tiempos estresantes es importante actuar de acuerdo a la verdad que conocemos en lugar de cómo nos sentimos en esos momentos. ¿Como podremos aprender hacer esto? Aquí está Nancy para mostrarnos.

Nancy: Estamos hablando acerca de cómo algo que conocemos intelectualmente puede ser muy diferente de lo que llega al corazón. Yo creo que la victoria empieza con lo que sabemos. Si tú no conoces la verdad, entonces esta nunca va a llegar a tu corazón.

Hay mucha gente que conoce mucho de la verdad pero esa verdad nunca afecta la forma como se siente, o como vive, o actúa, o como responde. Pero una vez que conocemos la verdad, es en ese momento cuando necesitamos comprometernos con todo este proceso de santificación para cada área de nuestras vidas.

En primer lugar está lo que pensamos. La batalla empieza en la mente, porque mientras nos aferremos a las mentiras, éstas continuarán controlando la forma en la que nos sentimos y la forma en que vivimos. Pero una vez conocemos la verdad y la hemos aceptado intelectualmente, entonces necesitamos la función del Espíritu.

Y es el trabajo del Espíritu el santificar, limpiar, lavar, y renovar cada una de las áreas de nuestras vidas como son nuestras emociones, nuestra voluntad y nuestro comportamiento. Yo creo que para nosotras las mujeres, las emociones son nuestro punto débil. Porque muchas veces conocemos la verdad, pero porque no lo sentimos, nuestra conclusión es: “Bueno si no lo siento, entonces no debe ser verdad”.

Ahora, seguro que no lo diríamos así, pero por lo general lo que más nos importa a nosotras las mujeres es lo que sentimos, más aún que lo que sabemos es realmente la verdad. Yo creo que aquí es donde muchas de las mujeres terminan afectadas emocional y espiritualmente. Ellas están confiadas en que sus sentimientos son un barómetro exacto de lo que es la verdad. Yo creo que este es un principio que nosotras las mujeres debemos tener muy pendiente durante toda nuestra vida, y es no darle mucho crédito a nuestras emociones.

Los sentimientos en sí mismos no son malos; no son inherentemente pecaminosos, pero pueden ser muy engañosos. No hay un día que pase en el que yo no tenga que examinar mis emociones. Porque por lo regular mis emociones siempre tienden a llevarme a creer y hacer cosas que no son consistentes con la Palabra de Dios. Y yo quiero llegar a ser disciplinada en esta área de mis emociones.

Una cosa es disciplinar nuestros cuerpos, pero otra cosa es disciplinar nuestras mentes. Todas reconocemos que es muy difícil decirle a nuestras emociones “no van a gobernar mi vida”. Mis sentimientos pudieran ser algo como esto: Es que no tuve muchas horas de sueño en las últimas noches, o estoy en tal o cual etapa de mi vida, o estoy en ese día del mes’, o donde sea que nos dirijan. Tenemos que disciplinar nuestras emociones. Tenemos que ser muy disciplinadas en esta área.

Pero yo creo que la misma cosa que santifica nuestras mentes, la Palabra de Dios, es también lo que santifica nuestras emociones . Es un proceso. No sucede simplemente con seis semanas de citas de consejería. No sucede con sólo sentarte en la iglesia el Domingo en la mañana y escuchar la Palabra. Sucede cuando hago un compromiso de lavar todo mi ser con la Palabra de Dios, un día tras otro.

Es la Palabra: la que nos sana, nos limpia, nos renueva. Me doy cuenta que si no soy consistente con lo que yo llamo mega dosis de la Palabra en mi alma, mis emociones serán mucho más fuertes, estarán mucho más elevadas y fuera de proporción de lo que debieran estar. Y tenderé a hacerle caso a mis emociones. Porque son muy poderosas, particularmente en nosotras las mujeres.

He visto al Señor una y otra vez tomar control sobre mis emociones cuando estas están fuera de control. Es asombroso cómo un miembro de la familia puede decir algo sin importancia, algo que si dicho por otra persona, no te irrita tanto, no duele de la misma forma. Pero viene de esa persona de quien quieres tener aprobación, y eso hiere tus emociones. Tú sabes lo que es darle vueltas y vueltas en la cabeza a esa irritación por largo tiempo, obsesivamente, hasta que ya lo ves totalmente fuera de proporción, y ese pensamiento comienza a controlarte, comienza a dirigirte.

La próxima vez que ves esa persona, estas lista para matarla. Entonces te detienes y dices “Pero espera un minuto, son las emociones las que están manejando mi vida.

Y he visto al Señor muchas, muchas, muchas veces tomar la Palabra y usarla para controlar, para manejar, para dirigir mis emociones.

Me encanta lo que hago. Yo amo mi ministerio, amo a la gente, la mayoría del tiempo. Pero hay muchos momentos, cuando en mi propia fatiga, o mis debilidades, o por sentirme inadecuada e incapaz, no me siento a la medida de lo que Dios está esperando de mí, o no puedo responder a los retos que Él está poniendo en mi vida que muchas veces tienen que ver con mis relaciones.

Es ahí entonces cuando debo recurrir a la Palabra de Dios, de rodillas, y decir, “Señor, lava mis emociones”.

Dios puede hacerlo en un momento. Él puede hacerlo con un pasaje particular, con una palabra especifica, pero yo creo que la clave es que esto ocurre al pasar el tiempo. Ocurre en semanas y meses y años de fielmente permanecer en la Palabra de Dios, meditando en ella, memorizándola, recitándotela a ti misma y a otros, cantándosela de vuelta al Señor… O cualquier cosa que tengas que hacer para grabarla dentro de tu corazón.

Y ese es el fundamento. Cuando tienes esas emociones que van en todas direcciones, o esa palabra hiriente penetra, o cuando viene ese recuerdo de algo muy doloroso que te pasó en tu niñez… Tal vez alguien pecó contra ti, y ese recuerdo vuelve otra vez. Tal vez es el rostro de esa persona que arruinó tu matrimonio, esa ex pareja, ese maestro o esa niñera que lastimó tu hijo o tu hija. Esa imagen, ese rostro viene a tu mente y tus emociones solo desean castigarla. Tú quieres estar amargada, tú quieres estar enojada, quieres aferrarte, y alimentar y atesorar todos esos sentimientos.

Pero si tú has puesto el fundamento sólido de pensar bíblicamente acerca de Dios, acerca de ti misma, acerca de tus circunstancias, y de los propósitos y los planes de Dios, entonces durante el momento de crisis, o en el momento de estrés, o en esos momentos cuando las emociones están corriendo sin parar, podrás ir de regreso a la Palabra de Dios y rápidamente mantenerte aferrada a la Verdad.

Pero si tú no lo has estado haciendo por un largo tiempo, quizás semanas o meses, o años, entonces cuando estés en la crisis y abras tu biblia y le digas “Dios has algo con este problema”, quizás Dios te dé de Su gracia y te de justamente la palabra necesaria, el versículo que te ministre en ese momento. Pero no tendrás la reserva, no tendrás el pozo del cual puedas extraer las verdades para suplir y para llenar tus necesidades en ese momento. No puedo dejar de mencionar la importancia de esto.

A menudo digo que si tan solo tuviera un solo mensaje para compartir con las mujeres, seria el mensaje sobre la vida devocional. Y con esto no me estoy refiriendo simplemente a hacer devocionales.

Me refiero al hábito diario de tomarnos tiempo a solas con el Señor para cultivar nuestra relación con Él, para llegar a conocerlo en Su Palabra, respondiendo a Él en alabanza, en admiración, en oración, en humildad, en confesión y arrepentimiento, ingiriendo la Palabra. Gracias a la influencia de mis padres yo desarrollé el hábito de leer las Escrituras, ellos desde el momento en que se convirtieron a Cristo empezaron a leer las Escrituras diariamente. Y con ese ejemplo en mi hogar, he leído a través de las Escrituras ya no sé cuántas veces. No hay una sola forma correcta de hacerlo, pero si sé que mi necesidad es mucha. Entonces trato de entrar una mega dosis de las Escrituras dentro de mi sistema.

Cuando te resfrías, ¿has visto como te dicen que tomes mucha vitamina C y equinacea y que bebas mucha agua? Bueno ese es un ejemplo de lo que debes hacer con la Palabra, empiezas a meterla de forma masiva en tu sistema.

Bueno, si como estilo de vida estás consumiendo la Palaba de Dios, entonces no carecerás de reservas. Y los retos, y el dolor, y las heridas que vienen con la vida, porque vendrán (no puedes evitarlos), en la medida en que vengan a tu vida, tendrás la habilidad para responder a esos problemas porque tu corazón está aferrado a la verdad. Y eso no sucede de la noche a la mañana. No hay atajos para esto. Es un estilo de vida, muy parecido a la dieta física.

Una cosa es empezar una dieta de comida saludable por seis meses —lo cual no es una mala idea— pero sería mucho mejor si realmente te interesara tu condición general, tu condición física general; si te interesaras por tener un estilo de vida saludable.

Acabo de hacer un gran cambio en mi estilo de alimentación, y estoy comprometida en eso, no solo por un corto período de tiempo pero si el Señor lo permite, por el resto de mi vida. Y lo acabo de decir, así que ahora estoy obligada a hacerlo Pero sé que eso es lo que necesito y sé que eso es lo que va a hacer la diferencia. Ha sido un cambio drástico, pero sé que si lo hago solo por un poco de tiempo no habrá mucha diferencia. Tiene que ser una meta a largo plazo. Y eso es difícil.

El meternos en la Palabra de Dios cada día y dejar que ésta nos ministre y que nos lave es difícil. Estamos ocupadas y el tiempo para ello nunca llega. Necesitamos tomar decisiones, necesitamos ser responsables. Esto significa que algunas veces fallaremos — en ocasiones, o muchas veces— pero debemos levantarnos y continuar otra vez y decir, “No es una carrera de corta distancia la que estoy corriendo, es un maratón; es a campo traviesa; esto es algo a largo plazo”.

Estoy decidida a hacerlo y necesitamos comprometernos con ayudarnos unas a otras. Este es el compromiso que creo que realmente nos dará la gracia para obtener la sanidad de nuestras emociones dañadas y que nos dará las reservas para responder cuando nuestras emociones sean retadas.

Carmen: Nancy Leigh DeMoss está en medio de una de las series tituladas “Qué hacer cuando la vida duele”. Miembros de nuestra audiencia le han hecho a Nancy algunas preguntas difíciles. Aquí está ella respondiendo a la pregunta: ¿Qué haces cuando tus problemas parecen ser más reales que la Biblia?

Nancy Leigh DeMoss : Ahí es cuando tenemos que aconsejar a nuestro corazón de acuerdo a la Palabra de Dios. Tienes razón… A veces nos vemos en esa situación cuando valoramos mucho nuestras emociones. Nos volvemos muy débiles espiritualmente. El problema es que nos hemos acostumbrado a pensar que lo que sentimos es real, y es porque le hemos dado mucha importancia a nuestras emociones. Y muchas veces mis sentimientos no tienen conexión con la realidad.

Ahora bien, no es que las circunstancias no sean reales. Hay cosas que son dolorosas, hay cosas que son difíciles y hay retos. No es que estemos exagerando, bueno, aunque a veces sí somos emocionales sin razón. Pero a veces realmente hay razones relacionadas con nuestra salud, o con tiempos de pérdida y de sufrimiento.

El otro día estaba yo hablando con alguien acerca del número de funerales a los que he asistido durante mi vida; llorando con personas de mi propia familia, o junto a otras familias; experimentando pérdidas que van desde personas ancianas hasta bebés pequeños… Cosas que son inexplicables y difíciles de comprender cuando se trata de alguien cercano.

Esas son emociones naturales y no son necesariamente pecaminosas o malas. Lo que está mal es dejar que estas emociones dicten la forma en que voy a vivir o dejar que esas emociones me lleven a creer algo que no es verdad. El hecho de que esté sufriendo, que sienta perdida o que sienta dolor, no significa que Dios no está interesado, no significa que no voy a sobrevivir. Tal vez sienta que no voy a sobrevivir esto, pero eso no es verdad.

El hecho de que yo me sienta mal no es necesariamente malo o pecaminoso. Tal vez haya circunstancias que realmente me hagan sentir mal. Lo que es pecado es cuando yo permito que mis emociones sean las causantes de empezar a pensar cosas que no son verdaderas, y entonces que yo alimente esos pensamientos para después empezar a actuar en base a mis sentimientos.

Personalmente, muchas veces me tengo que obligar a mí misma a enfrentar los problemas y cuando no puedo hacerlo por mí misma —y ciertamente he estado ahí— he pedido a Dios que me rodee con personas que me ayuden a hacerlo. Porque para eso es el cuerpo de Cristo.

Durante esos tiempos es muy bueno tener una amiga misericordiosa o un amigo misericordioso; que pueda poner sus brazos alrededor tuyo y decirte “¿Sabes qué? Estarás bien, tú vas a sobrevivir”.

Pero te digo algo, por la manera en que estoy constituida y por mi forma de ser, en esos momentos, también necesito personas que puedan venir a decirme “Piensa solamente en lo que es verdad”. Personas que me reten y que me obliguen a enfrentar la verdad.

Y también ha habido ocasiones en las que he dejado que mis emociones se salgan de control. Te digo algo sobre mis emociones: si les doy una pulgada, se toman una milla. Y hay algunos pensamientos y sentimientos que no puedo darme el lujo de soltar.

El problema es como que a nosotras nos gusta vivir con esas emociones. Queremos alimentarlas. Queremos saborear otra vez esos pensamientos. Queremos pensar y pensar sobre ese dolor. Tenemos que llegar a ser disciplinadas espiritualmente y decir “Yo no puedo permitirme a mí misma continuar teniendo malos pensamientos en contra de esa persona, aunque lo que me hicieron sin duda alguna fue muy malo. Yo tengo que escoger el camino del perdón.

Recuerdo específicamente una situación en la que yo fui muy lastimada por algo que se dijo durante una reunión en la que yo estaba presente. Era una especie de acusación que fue dirigida hacia mí. Yo sentí que esto era totalmente injustificado; no era verdadero. Venía de alguien cuya aprobación era importante para mí. Esto fue hecho en público en una reunión y yo estaba muy dolida. Solo recuerdo haberme ido a mi casa llorando, me estaba doliendo muy profundamente. Luché por varias horas, hasta la mañana siguiente con este problema.

Una parte de mi (yo no lo hubiera admitido en ese momento) realmente quería estar enojada con esa persona. Quería aferrarme a ello, no quería liberarlo. Pero yo sabía en mi corazón que el único camino a mi libertad era dejarlo ir; escoger el camino del perdón. Creerías si te digo que a la mañana siguiente, durante mi tiempo de devoción — sé que sí lo creerás, porque Dios hace esto muy a menudo— estaba justo leyendo las Escrituras. Estaba en Mateo capítulo 5, en las bienaventuranzas, en el Sermón en el Monte, donde Jesús está hablando sobre el perdón.

Perdón. Él solo dijo, “hazlo”, y te diré que sentía que para mí era como si me estuviera forzando a abrir los dedos de mi puño cerrado, porque yo todavía estaba sintiendo muy intensamente las heridas de aquellas palabras y me sentía muy a la defensiva.

En mi mente estaba imaginándome maneras en las que pudiera aparentar ser espiritual mientras estaba hiriendo a esa persona como me había herido. Y yo quería aferrarme a ello. Quería asegurarme de que esa persona supiera cuánto mal me había hecho y cuánto me había lastimado y para ese entonces mis emociones estaban fuera de control.

Pero la Palabra de Dios me decía “Perdona, libéralo”. Mis sentimientos gritaban lo opuesto: aférrate sujétalo, ataca. En realidad no iba a tener un ataque de gritos, pero conocía algunas formas muy sutiles con las que podía hacer a esta persona sentir dolor. Pero Dios me dijo “NO” y entonces me encontré enfrentándome a una decisión.

Conocí la verdad durante noche anterior, pero no traté con ello inmediatamente sino que lo dejé seguir por horas, y algunas de nosotros hemos hecho esto no solo por horas, sino por semanas; por meses. Yo he estado ahí también. Algunas han vivido por años rehusándose completamente a perdonar. Entonces tus emociones se convierten en el “dios” de tu vida. Tú has quitado a Dios de Su trono —no que a Dios se le pueda quitar de Su trono— pero en tu vida tú estás actuando como si Él no fuera Dios.

Bueno, pues me acerqué a mi silla donde paso mi hora de comunión íntima con Dios, y me arrodillé allí y solo con un acto de mi voluntad dije “Yo perdono, lo dejo libre. Estoy cediendo el derecho de alimentar este dolor. Estoy cediendo el derecho de continuar viviendo en esto. Estoy cediendo el derecho a mi reputación, a lo que esta persona o cualquier otra persona de ese salón puedan pensar de mí. Me rindo por completo. Estoy dejando ir, liberando a esa persona”.

Y después, por supuesto, lo que más nos ayuda con esto, especialmente cuando esto involucra personas que nos han lastimado, es dar un paso más allá: cuando devolvemos bendición por maldición; cuando buscamos formas de invertir en las vidas de aquellas personas que nos han lastimado, buscando ver cómo esa persona nos habló de esa forma mostrando su necesidad de ser ayudada, y esto es lo que se ha revelado.

Por eso es que Romanos capítulo 12 versículo 20 dice “Si tu enemigo…” Esta hablando aquí acerca de regresar bendición por maldición. Entonces nos dice que vayamos un paso mas allá. “Si tu enemigo tuviere hambre dale de comer”.

Está diciendo realmente, “Tu enemigo está demostrando por la forma en que te ha tratado que él tiene una necesidad en su vida”. Trata de encontrar la forma de saber cuál es esa necesidad. ¿Está hambriento? ¿Está sediento? ¿Alguna vez, él o ella han recibido una bendición en su vida? ¿Qué necesidad están manifestando? Y después pídele a Dios que te muestre como puedes ser un instrumento de ayuda para llenar esa necesidad.

Tú puedes llegar a ser un instrumento de sanación en la vida de esa otra persona, pero yo creo que el poder está en como eso nos sana también a nosotros. Nos está liberando. En la medida en que empiezas a orar por aquellos enemigos, por aquellas personas que te han dañado; en la medida que oras por las bendiciones de Dios en las vidas de ellos, para hacerles bien, para amarlos, para bendecirlos, te darás cuenta que ya no puedes continuar odiando a la persona por quien estás orando.

Tú no puedes estar por un lado alimentando el enojo, los celos, la hostilidad, o los sentimientos competitivos y a la misma vez, orar para que Dios bendiga a esa persona. No hay espacio en tu mente para ambos pensamientos al mismo tiempo. Entonces reemplaza —desplaza y reemplaza— la negatividad, el enojo, la amargura, el resentimiento y las emociones fuera de control por pensamientos que son puros, verdaderos y buenos . A medida que inviertes en la vida de esa persona, Dios te libera de las ataduras de esas emociones.

Carmen: Este útil mensaje de Nancy Leigh DeMoss es parte de la serie Qué hacer cuando la vida duele.

El programa de hoy es un buen ejemplo de la misión de Aviva Nuestros Corazones. Estamos ayudando a las mujeres a encontrar libertad, plenitud y abundancia de frutos en Cristo. Sabemos que tú puedes ser liberada de la amargura sin importar qué situación dolorosa hayas tenido.

Tal vez conozcas a alguien más que esté pasando por una situación dolorosa en estos momentos, y quizás te gustaría compartir esta serie como una fuente de ayuda para ministrarles gracia a ellos en su hora de necesidad.

Nancy : Recientemente recibí una nota de un oyente masculino en Canadá él nos dijo:

“Sé que tu ministerio está orientado a las mujeres, pero he sido muy motivado por Aviva Nuestros Corazones, algunas veces las cosas se han visto muy sombrías y siempre hubo aliento para mí. No puedo apoyarlos económicamente pero están en mis oraciones.

No les puedo decir cuánto significan para mí esas oraciones de nuestros oyentes. Estamos absolutamente impedidos de hacer cualquier cosa sin la ayuda del Señor, por eso necesitamos tanto de que nuestros oyentes me presenten a mí y a este ministerio delante del Señor.

Quizás el Señor te tiene a ti en un lugar donde sí puedes aportar para Aviva Nuestros Corazones, puedes hacer una contribución en línea visitándonos en AvivaNuestrosCorazones.com o puedes llamar al 1-800-569-5959 desde los Estados Unidos o Canadá. Si llamas asegúrate de pedir que tu ofrenda se aplique al ministerio hispano.

Carmen: Bueno Nancy Leigh DeMoss estará de regreso para continuar con esta serie ella cubrirá muchos temas prácticos como que hacer cuando tu esposo te está lastimando, por favor continúa acompañándonos en Aviva Nuestros Corazones.

Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh Demos es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.

Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.

Tomado de: Aviva Nuestros Corazones

Todos los Derechos Reservados

Disponible sobre el Internet en: http://www.avivanuestroscorazones.com