Características que fomentan la unidad en la iglesia | Costi W. Hinn

Características que fomentan la unidad en la iglesia
Por Costi W. Hinn

Hay una vieja broma eclesiástica que dice algo así: “Una vez un hombre puso un perro y un gato en una jaula juntos como un experimento, para ver si se llevarían bien. Lo hicieron, así que puso un pájaro, un cerdo y una cabra. Ellos, luego de unos pequeños ajustes, también se llevaron bien. Luego, puso un bautista, un luterano, un presbiteriano y un pentecostal adentro. Luego de varios minutos, ¡No quedaba nada vivo!”.

Aunque es gracioso, es demasiado certero que cuando pones cristianos juntos habrá conflictos. Más allá de las diferencias denominacionales, en las congregaciones locales donde la mayoría de las personas están de acuerdo con los distintivos doctrinales, aún puede haber preferencias personales, opiniones y actitudes que rompen la unidad en lugar de preservarla. Todos podemos ser culpables de hacer una ley espiritual donde no hay una ley bíblica, o en un esfuerzo por tomarnos de nuestras libertades cristianas, podemos ser culpables de abusar de ellas. En todos los casos, la oportunidad de dividirse se presenta, y hasta se vende, como una piedad más profunda o una posición más alta con Dios, solo para dejarnos en las ruinas de la división.

La unidad es difícil de lograr en la fe cristiana, pero es importante para nosotros cumplir con nuestro llamado. Y es alcanzable, no importa las diferencias secundarias que podamos tener, siempre y cuando todos caminen en la familia de Dios de la forma en la que fueron llamados (Ef 4:1). Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿pero eso no cambia nuestro objetivo, o sí?

Luego de establecer una base rica en el evangelio, en los primeros tres capítulos de Efesios, el apóstol Pablo comienza a decirle a la iglesia cómo debía vivir a la luz del hecho de que la gracia de Dios los había cambiado. El orgullo, las facciones y el interés propio dominaba en su antigua forma de pensar. Ahora, con el Espíritu Santo habiendo tomado lugar en sus corazones, debían vivir su fe en sumisión a Dios, no en sus propios impulsos carnales. Esta nueva forma de vivir conduciría a la unidad.

Basado en lo que Pablo escribe en Efesios 4:2-3, aquí hay cuatro características que alentarán el tipo de unidad que cada creyente (y pastor) desea en su iglesia local:

Humildad

Pablo dice que caminar de acuerdo con su llamado incluiría caminar “…con toda humildad…” (Ef 4:2a). Humildad significa “modesto o por debajo” y es una idea enteramente cristiana. Los griegos y romanos celebraban la confianza en uno mismo, la arrogancia y el orgullo. La humildad era rebajada a una debilidad. Algunos lingüistas incluso dicen que no había equivalente para la palabra “humildad” en el lenguaje griego, por lo que es probable que Pablo tuviera que inventar una, y así comenzara a esparcirse la idea de humildad cristiana. La humildad era modelada por Jesús mismo. En otra oportunidad, Pablo escribe:

“No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil 2:3-8).

Jesús tenía la gloria del cielo, nunca tuvo forma humana, estaba por encima de todos nosotros, y era verdaderamente Dios. Él viene a la tierra y toma forma humana, sin dejar de ser Dios, sino rebajándose a sí mismo al convertirse en un hombre. Él entonces vela la totalidad de Su gloria, limitándose al punto de que, Él podría haber destruido a todos sus enemigos, tomado venganza en cada ocasión, vaporizado a todos los que se oponían a Él, y dejado registro peleando Su santa guerra justo allí y en ese momento como una deidad igual a Dios el padre. En su lugar, Él no ve Su igualdad con el Padre como algo a qué aferrarse, sino que se somete al padre voluntariamente para que Él pudiera redimir a los pecadores mediante una vergonzosa, brutal y humilde muerte en una cruz.

Por el ejemplo de Cristo, debemos pasar cada ambición, cada pelea o respuesta rápida, cada decisión, cada palabra y cada pensamiento por un filtro: ¿Se ve como mi Señor?

Esa visión va a alentar a la unidad.

Mansedumbre

Pablo luego dice “…y mansedumbre…” (Ef 4:2b). La mansedumbre es una palabra griega que tiene correlación con la palabra “paciencia”. Esto es, ser amables y considerados hacia otros, y es una cualidad muy importante porque, si no somos mansos, terminamos viviendo y relacionándonos con otros como una bola de demolición, destruyendo y rompiendo en lugar de construir. La mansedumbre en la vida de Cristo se veía como fuerza bajo control. Jesús poseía una columna de acero y un corazón suave. Para un cristiano, la paciencia no es debilidad, aún si el mundo mira a las personas pacientes como alfombras de piso pasivas que nunca hacen que algo ocurra. Cuando, en realidad, la persona mansa sí es un activista, pero lo es de forma sabia, con gracia y a la manera de Cristo. Los cristianos no se llevan todo por delante en busca de un resultado final. La mansedumbre es tan importante porque es útil al lidiar con el pecado, que es un asunto común en la iglesia, formada por seres humanos. Gálatas 6:1 nos recuerda, “si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”.

Un cristiano no debería ser una espina que pincha, sino un bálsamo que cura, aún si la verdad apesta, la sanación y la pureza son los resultados. La mansedumbre está unida a la oferta de Cristo para los pecadores que buscan encontrar paz en cualquier lugar erróneo, y terminan cargados por el peso destructivo del pecado, cuando Él dice:

“Vengan a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas” (Mt 11:28-29).

¿Eres conocido por ser manso? ¿La gente del cuerpo de Cristo, quiere ir a ti para admitir sus debilidades, confesar sus pecados, buscar sabiduría y encontrar ánimo? ¿Deseamos retener la venganza cuando podríamos destruir a alguien? Solo porque podamos satisfacer nuestra alma con venganza, ¿lo hacemos? Siempre siento mi culpa por lo que una vez dijo Chuck Swindoll: “Podemos estar en lo correcto, pero no necesitamos ser irrespetuosos por eso”. Eso es mansedumbre. Piensa en un semental salvaje que ha sido domesticado, pero aún tiene espíritu, lucha y se esfuerza por correr. El semental es feroz y fuerte, pero, aun así, corre hacia donde su dueño lo dirige, y solo cuando su dueño lo dirige. Una iglesia mansa hace que el enemigo tiemble porque somos fuertes, y aun así, disciplinados y difícil de seducir por sus trampas y esquemas.

Paciencia

Efesios 4:2c también incluye “con paciencia”. Esta es la palabra griega makrothumia y es un “estado de continua tranquilidad al esperar un resultado”. Es lentitud para reaccionar, es aguantar, es ser de temperamento lento en circunstancias desafiantes. Este tipo de actitud es clave para la unidad en la iglesia porque causa que seamos menos reactivos hacia los demás. Es difícil ofender a una persona paciente. La paciencia a menudo está unida a la fe y confianza en el Señor. Es por eso por lo que muchos de los héroes de la fe fueron pacientes, aun cuando pasaban por desafíos, cuando recibían pecados, o cuando no tenían todo lo que querían en seguida

Noé construyó un arca durante 120 años mientras que todos se burlaban de él, y ni siquiera una gota de lluvia caía.
José soportó décadas muy duras antes de gobernar Egipto.
David fue ungido mucho antes de convertirse en rey, luego fue atacado por su predecesor Saúl.
Dios fue paciente con nosotros; en lugar de darnos lo que merecemos como pecadores es paciente, lento para la ira, y nos adopta como Sus propios hijos amados.
¿Confiamos en el Señor cuando otros pecan contra nosotros? ¿Confiamos en Él en épocas de espera? ¿Estamos prontos para quejarnos por nuestras preferencias o consideramos lo que Dios pueda estar enseñando? Cuando Dios no sigue nuestra línea de tiempo, o cuando los demás no cumplen con nuestras expectativas, ¿demandamos exigentes que las cosas ocurran a nuestro tiempo o a nuestra forma? Los cristianos somos llamados a ser pacientes porque vamos a tener que soportar desafíos, Dios nos hará crecer mediante pruebas, y seremos maltratados, engañados, atacados o malentendidos a lo largo de nuestras vidas. La paciencia es clave para seguir a Cristo, y fomenta la unidad porque, en lugar de culpar a otros o atacar a otros en los momentos de espera, confiamos en el Señor, aceptando Sus tiempos.

Soportándonos en Amor

Finalmente, Pablo escribe, “…soportándose unos a otros en amor”. Soportarnos en amor no es pasar por alto la verdad, es continuar amando, sirviendo y cuidando de alguien que te molesta, que te desagrada o te decepciona con sus decisiones algunas veces. El amor es tan importante para la unidad porque cuando nuestros sentimientos nos llevan a decisiones arduas, o palabras duras, el amor nos mantiene arraigados.

Colosenses 3:14 dice: “Y sobre todas estas cosas, vístanse de amor, que es el vínculo de la unidad”. El amor es el pegamento que mantiene al cuerpo unido. La humildad fluye del amor, la mansedumbre fluye del amor y el soportar a otros fluye del amor. No puedes tener ninguna de estas características si no tienes amor. Por eso Pablo oraba para que los efesios estuvieran “arraigados y cimentados en amor” (3:17) y para que conocieran el amor de Cristo y estuvieran llenos de Él.

Armados con estas características, los creyentes deben esforzarse “por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Ef 4:3). Esto significa que debemos ser fervientes y dispuestos en perseverar en la unidad que ya ha sido provista por medio de la cruz de Cristo.

Cuando los creyentes caminan de una forma digna al llamado con el que han sido llamados, la unidad siempre es el resultado porque Dios ha diseñado Su cuerpo para trabajar de esa manera.

Costi W. Hinn
Costi W. Hinn es pastor ejecutivo de la iglesia Mission Bible en Tustin, California.

La Nueva Era

Podemos notar un cambio drástico en la vida espiritual de las personas en los últimos cien años. La interconectividad entre naciones, culturas y religiones abrió un abanico de experiencias místicas para el hombre moderno de cualquier rincón del globo. A nuestro entender, la Nueva Era es una de las religiones mundiales más influyentes que esclaviza al incrédulo cegado por la obra de Satanás (2 Cor. 4:4). Por esa razón, se describen a continuación, las creencias de esta religión espiritista, las diferencias que posee con la enseñanza apostólica y la influencia maliciosa que ha causado en el cristianismo.

El credo de la Nueva Era [1]
El término “Nueva Era” es utilizado para identificar a una multitud de grupos organizados que adoptaron parte del antiguo pensamiento gnóstico de la era post apostólica y parte del hinduismo antiguo. Se caracterizan por prácticas ocultistas, espiritismo y misticismo oriental. La organización mundial de esta religión promueve una influencia silenciosa pero eficaz sobre la población. Todo esto la vuelve difícil de detectar, y, por lo tanto, altamente peligrosa.

Los afiliados a la Nueva Era creen:

Que existe un mundo espiritual profundamente relacionado con el terrenal.
Que todo es divino (sea el hombre, sea la creación).
Qué hay reencarnación.
Que el pensamiento positivo es la clave.
Que los elegidos pueden salvarse por medio de una iluminación especial.
Que la palabra del hombre tiene autoridad divina, al punto que puede reclamar lo que desea.
Las prácticas de la Nueva Era son:

Panteísmo: “Dios está en la naturaleza, por lo tanto, la naturaleza es dios. Dios está en el hombre, por lo tanto, el hombre es dios”.

Iluminación global: “Para alumbrar la ignorancia que se haya en ti, y desatar los poderes de tu mente, debes practicar un poco de meditación trascendental; o puedes conectarte con el mundo espiritual a través de médiums”.

Astrología: “Vivimos en un viejo orden mundial, conocido como la era de piscis. Pero pronto nos adentraremos a La Nueva Era de Acuario (de aquí el nombre de la secta), donde el hombre iluminado conocerá una súper conciencia”.

Actitud Mental Positiva: “La muerte y la enfermada son ilusiones. Esta vida está diseñada para tener salud, prosperidad y felicidad. Si enfocas tu mente en pensamientos positivos, si visualizas la realidad ideal que imaginas, y por medio de declaraciones positivas lo reclamas, pronto podrás obtener cualquier cosa que desees. El hombre es dios, por lo cual todo lo que su mente pueda concebir se hará realidad”.

Reencarnación: “Eres espiritual, pero vives encerrado en la prisión de tu cuerpo carnal. Cuando llegue tu hora de morir, pasarás a un nuevo cuerpo, hasta que un día purificarás la luz que hay en ti, despojándote de lo material para unirte por siempre a la Energía del Cosmos” (pensamiento similar a la Moksha del hinduismo).

Salud holística: “¿Por qué sufres dolor? ¿Por qué sigues atado a tus energías negativas? Recurre a cualquiera de las siguientes terapias naturales: Quiropráctica, Homeopatía o Macrobiótica. Asiste a terapias mentales: Yoga. Consulta terapias para manipular tu energía interior: Acupuntura; Reiki; Iridología; Toque sanador. O elige terapias sobrenaturales: Guías espirituales y Mediumnismo”.

Los símbolos que identifican la Nueva Era son:

Cristales
Delfines
Flor del loto
Pegaso
Símbolo de paz
Arco iris
Unicornios
Ying Yang
Cabeza de chivo
Pirámides
Ojo en un triángulo
Rayo de luz
La herejía que disemina la Nueva Era sobre la población mundial es que el hombre moderno necesita explotar el potencial divino que lleva dentro hasta llegar a ser dios. El problema del hombre es su conocimiento. La salvación se obtiene para un grupo élite por medio de un conocimiento iluminado de la Era venidera. La moral es subjetiva, y cada miembro decide qué es bueno y qué malo para él mismo. Jesús solo fue un gran profeta que tuvo una iluminación superior y la Biblia es un libro que habla de cosas espirituales como cualquier otro.

La enseñanza apostólica
Para este punto se utilizará únicamente la epístola del apóstol Pablo escrita a los cristianos de Colosa [2]. Pasando por alto los importantísimos detalles históricos, culturales y religiosos que contextualizan la carta, nos adentramos a describir de manera abreviada las marcadas diferencias que posee el cristianismo bíblico con la Nueva Era.

Para Pablo, Dios no es la creación y los seres humano no son dioses. Sino que el Mesías, encarnado en Jesucristo, es el Hijo de Dios y Creador de todo el universo —incluyendo seres angelicales—:

“Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado… Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él” (Col 1:13, 15-16).

El mensaje apostólico se centra en una Persona: Jesucristo. Él es Sabiduría de Dios. Solo Cristo es la bandera que la reforma tomó prestada de este misionero cristiano. El pleno conocimiento no radica en la compresión de una Nueva Era mundial, sino en reconocer a Jesús de Nazaret como el Mesías prometido, cuya fe en Su vida, muerte y resurrección nos completa como seres humanos:

“…Resultando en un verdadero conocimiento del misterio de Dios, es decir, de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Esto lo digo para que nadie os engañe con razonamientos persuasivos” (Col 2:2-4).

En el pensamiento paulino, el hombre es una criatura moral que debe rendir adoración al Creador. El fin principal del hombre es glorificar a Dios. El problema central de ser humano no es su conocimiento embotado, sino su rebelión pecaminosa. Y si el hombre no se arrepiente en vida, será condenado el día del Juicio Final:

“Y aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras… [que eran] la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría. Pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas…” (Col 1:21; 3:5-7).

Por lo tanto, la predicación apostólica señala otro camino de salvación diametralmente distinto a la Nueva Era. La solución no viene por un conocimiento iluminado dirigido a una clase élite de la población humana. Sino que el Mesías se humanó, viniendo al mundo que creó para morir por los pecados de Su pueblo. Es por medio de Jesucristo crucificado, y Su sangre derramada, que las personas pueden reconciliarse con Dios, con sus semejantes y con la creación:

“Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos… ahora Él os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de Él,” (Col 1:19-20, 22).

La muerte de Jesús en el Calvario, lejos de ser la derrota y fracaso del Mesías, fue Su triunfo sobre el pecado, el diablo y la muerte:

“Habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él” (Col 2:14-15).

Ahora bien, a diferencia de la Nueva Era y su clase elitista, estas buenas nuevas pueden predicarse a toda criatura racional sobre la faz de la tierra, sin importar su condición espiritual, clase económica o raza en particular. La salvación es solo por la fe y solo por gracia para toda criatura:

“A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en Cristo…en la cual no hay distinción entre griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo o libre, sino que Cristo es todo, y en todos… orando al mismo tiempo también por nosotros, para que Dios nos abra una puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo…” (Col 1:28; 3:11; 4:3).

Todo esto implica que el pecador unido a Jesús por la fe ahora es un nuevo hombre. Ya tiene una nueva identidad en Él, formando parte del reino del Mesías: “Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado” (Col 1:13). Y como tal, debe distanciarse radicalmente de prácticas paganas como:

La astrología: “Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo” (Col 2:8).
La interacción con ángeles o demonios: “Nadie os defraude de vuestro premio deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en las visiones que ha visto, hinchado sin causa por su mente carnal,” (Col 2:18).
Por ende, a partir de su unión a Jesús, la vida del hombre renovado debe vivirse en obediencia al Señor. La comunidad de fe no tiene licencia para pecar como guste: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios… Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría” (Col 3:3, 5). El Mesías es Norma y Ejemplo para la vida cristiana, tanto para esposas (Col 3:18); esposos (Col 3:19); hijos (Col 3:20); padres (Col 3:21); empleados (Col 3: 22) y jefes (Col 4:1).

Otro choque importantísimo con esta herejía se ve en que para los apóstoles la palabra humana no tiene poder creativo en absoluto, sino que las Sagradas Escrituras son la única regla de fe y conducta: “Que la palabra de Cristo habite en abundancia en vosotros, con toda sabiduría enseñándoos y amonestándoos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales…” (Col 3:16). Sola Escritura es el lema reformado que encaja con el pensamiento paulino.

Finalmente, Pablo no espera la reencarnación ni la unión con la Energía del Cosmos. Sino que anida la esperanza de la resurrección futura —donde no se pierde el ser, ni se anula la conciencia—, con la seguridad de ver la Majestad de Dios cara a cara al recibir un cuerpo glorificado similar al Mesías ascendido: “Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria” (Col 3:4).

Influencia negativa de la Nueva Era dentro del cristianismo
Existen algunos focos donde la Iglesia cedió terreno en esta batalla espiritual contra las huestes infernales. De manera silenciosa la filosofía de la Nueva Era se enraizó en muchos conceptos cristianos, deformando la enseñanza original de los apóstoles de Jesucristo. Señalemos algunas áreas doctrinales afectadas por cierto sincretismo:

La Bibliología: Para muchos cristianos la Biblia es inspirada por Dios, pero no llega a ser suficiente en la vida diaria. Necesitamos recurrir a otras fuentes de “sabiduría” externas a la Palabra de Dios. Por ejemplo, este pensamiento iguala el Libro divino con la psicología moderna.

La Teología propia: El concepto de Dios que tiene la Iglesia en muchos casos puede ser lamentable. El pueblo redimido no conoce a su Dios. Para la Nueva Era Dios ni es santo, ni personal. Y justamente es la Majestad de Dios la que no es temida y Su Personalidad la que no es abraza por Su pueblo.

La Cristología: Jesucristo es anunciado como el Salvador de nuestros pecados, la Puerta al cielo y el Camino a Dios. Pero no es el Señor de nuestras vidas. La gran hazaña lograda por la Nueva Era es separar la conversión de la santidad. Se alega que uno puede estar “iluminado” por la Verdad sin ser transformado por ella. En muchos creyentes el poder del evangelio no refleja la formación de la imagen del Hijo de Dios.

La Pneumatología y angeología: Hay iglesias donde las experiencias espirituales con demonios son el centro de atención. Hay otras donde las manifestaciones del Espíritu Santo son indispensables para su confirmación. También hay congregaciones donde predicar sobre el Espíritu Santo parece un pecado. La Nueva Era causa toda esta confusión. Algunos se apegaron demasiado al mundo espiritual, otros se alejaron sobremanera de las realidades invisibles que nos definen.

La Antropología: Este es el punto más fuerte sobre el cual la Nueva Era ha logrado agrietar la vida de la Iglesia. Las iglesias locales están centradas en el hombre, no en Jesús. El hombre se adora a sí mismo como dios. “Declarar” sucesos, “proclamar” profecías, “atar” demonios, etc. Todo ello es pura Actitud Mental Positiva. La iglesia moderna es humanista no Cristocéntrica.

La Hamartiología: En muchas congregaciones, el pecado parece ser nuestro amigo en vez de nuestro archienemigo. Algunos temen las tentaciones del diablo más que las asechanzas del pecado en sus corazones. Otros practican el pecado sin recibir disciplina alguna de la iglesia local. La carnalidad en el Cuerpo del Mesías revela la influencia antinomianista de la Nueva Era, desatando el libertinaje de Sus miembros.

La Sotereología: La maraña de pecados ocultos, practicas mundanas, falta de Biblia, ignorancia de Dios y una excesiva confianza en los sentimientos personales, hacen del creyente moderno un blanco fácil para los ataques de la Nueva Era. Cristianos que viven sujetos a temor ya que nunca están “completamente seguros” de su redención. Para muchas almas sinceras es difícil encontrar descanso en su salvación porque “sienten que no conocen lo suficiente” de la Biblia.

La Eclesiología: Hoy en día existen miembros de iglesias locales que no escucharán las predicaciones y consejos de sus ministros a menos que tengan una formación académica. Si el candidato a anciano no tiene un título en divinidades, o si la iglesia no es gobernada por un misionero capacitado con un doctorado, entonces se piensa que vamos rumbo a la catástrofe. Semejante inclinación solo es un eco del conocimiento iluminado que la Nueva Era proclama sobre un grupo élite. Quienes así se conducen, manifiestan creer que la salvación de una iglesia local no viene del Mesías, del Espíritu Santo y de las Sagradas Escrituras, sino de la sabiduría iluminada que posee un maestro adoctrinado bajo un altísimo nivel de pensamiento académico. Esto es elitismo intelectual.

La Escatología: la Nueva Era espera un nuevo orden mundial llamado Acuario, en el cual, la historia de la humanidad comenzará a ser regida por los iluminados. La historia de la redención que se cumple y culmina en Jesucristo como el Mesías Rey que se sienta en Su Trono Blanco para juzgar a los vivos y los muertos, para ellos es descartada. Ellos no creen en la supremacía de Yahvé, ni en el infierno, ni en un Juicio Final ejecutado por el Juez Supremo de los hombres. Parte de este pensamiento se filtró en no pocos púlpitos de iglesias evangélicas, donde semana tras semana la gente se reúne a oír la Palabra pero jamás es llamada al arrepentimiento de sus pecados, ni desafiada por el temor al juicio venidero sobre sus acciones, ni sacudidas por los terrores del infierno sobre su cuerpo y alma.

Conclusión
Vemos que esta religión mundial tiene sus raíces en el gnosticismos del siglo II, encontrando paralelos incluso con el antiguo hinduismo. No quedan dudas de la gravedad que acarrea sobre la Iglesia de Dios ignorar sus falsas enseñanzas. Los incautos serán devorados sin piedad por esta bestia escarlata.

Como Iglesia de Jesucristo nos compete conocer las artimañas y errores que disemina la Nueva Era, sumergiéndonos en las Sagradas Escrituras para empuñar la espada del Espíritu con destreza, proclamando el evangelio a toda criatura para que sean salvos. Los ministros del Nuevo Pacto deben batallar contra estos razonamientos diabólicos, llevando todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo (2 Cor 10:3-5). La pureza de la Iglesia será recobrada en la medida que retomemos nuestro camino a la fe apostólica.

En cuanto a cómo evangelizar a los capturados por esta herejía, un buen comienzo sería tocando los puntos de encuentro que tiene con la fe cristiana. Por ejemplo, ellos aceptan el mundo espiritual, reconocen que existe una sabiduría superior y afirman que todo ser humano necesita ser salvo de su actual estado. Podemos construir una charla con base en esto. Este era el método paulino usado en las ciudades paganas (Hch 17: 19-31). Pero en última instancia solo nos queda orar al Señor por sus almas, sabiendo que el Hijo puede hacerlos libres de su esclavitud (Jn 8:32, 36).

[1] June Hunt, Consejería Bíblica Tomo 9 (CLC Bogotá 2010) 235

[2] Cesar Vidal, Los orígenes de la Nueva Era (Grupo Nelson, Tennessee 2009) 57 Kindle

Soldados De Jesucristo
http://sdejesucristo.org
Nuestra misión es predicar el evangelio de la gracia de Dios haciendo un llamado al arrepentimiento y fe en Jesucristo.

Un error llamado teología inclusiva | Augustus Nicodemus Lopes

El modelo de Dios para el ejercicio de la sexualidad humana es la relación entre un hombre y una mujer en el marco del matrimonio. En este ámbito, la Biblia sólo deja dos opciones para los cristianos: el matrimonio heterosexual y monógamo o la vida célibe.

A la luz de las Escrituras, las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo no son vistas como una opción o alternativa, sino como una abominación, un pecado y un error, siendo tratadas como una práctica antinatural. Sin embargo, en este tiempo que vivimos, está creciendo en la sociedad en general, y en sectores religiosos, una valoración de la homosexualidad no sólo como un comportamiento aceptable, sino supuestamente compatible con la vida cristiana. Se han propuesto diferentes enfoques teológicos para admitir que hombres y mujeres homosexuales pueden ser aceptados como parte de la Iglesia y expresar libremente su homosexualidad en el ámbito cristiano.

Hay muchos pasajes en la Biblia que se refieren a la relación sexual patrón, normal, aceptable y ordenada por Dios, que es el matrimonio monógamo heterosexual. Desde el Génesis, pasando por la ley y la trayectoria del pueblo hebreo, hasta los evangelios y epístolas del Nuevo Testamento, la tradición bíblica apunta al sentido de que Dios creó al hombre y a la mujer con roles sexuales definidos y complementarios desde el punto de vista moral, psicológico y físico. Así, es evidente que no es posible justificar la relación homosexual desde las Escrituras, y mucho menos darle a la Biblia algún significado que minimice o neutralice su caracterización como un acto pecaminoso. En ningún momento la Palabra de Dios justifica o legitima un estilo de vida homosexual, como han tratado de hacer los defensores de la llamada “teología inclusiva”. Sus argumentos tienen poco o ningún apoyo exegético, teológico o hermenéutico.

La “teología inclusiva” es un enfoque según el cual, si Dios es amor, aprobaría todas las relaciones humanas, cualesquiera que sean, siempre que exista este sentimiento. Esta línea de pensamiento ha llevado al surgimiento de iglesias donde los homosexuales, en esta condición, son admitidos como miembros y se les enseña que el comportamiento homosexual no es un impedimento para la vida cristiana y la salvación. Entonces, siempre que haya un amor genuino entre dos hombres o dos mujeres, su comportamiento se validará a la luz de las Escrituras. La falacia de este pensamiento es que la misma Biblia que nos enseña que Dios es amor también dice que Él es santo y que Su voluntad respecto a la sexualidad humana es que se exprese dentro del matrimonio heterosexual, estando prohibidas las relaciones homosexuales.

En segundo lugar, la “teología inclusiva” sostiene que las condenas que se encuentran en el libro de Levítico se refieren únicamente a las relaciones sexuales practicadas en conexión con cultos idólatras y paganos, como fue el caso de las practicadas por las naciones alrededor de Israel. Además, tales prohibiciones se encuentran junto a otras normas contra el consumo de sangre o carne de cerdo, que ya estarían desfasadas y, por tanto, no serían válidas para los cristianos. También argumentan que la prueba de que las prohibiciones de las prácticas homosexuales eran culturales y ceremoniales es que estaban penadas con la muerte, algo que no se admite desde la época del Nuevo Testamento. Es un hecho que las relaciones homosexuales tuvieron lugar incluso, pero no exclusivamente, en los cultos paganos de los cananeos.

Sin embargo, es evidente que la condena de la práctica homosexual trasciende las fronteras culturales y ceremoniales, como se repite claramente en el Nuevo Testamento. Forma parte de la ley moral de Dios, válida en todos los tiempos y para todas las culturas.

La muerte de Cristo abolió las leyes ceremoniales, como la prohibición de comer ciertos alimentos, pero no la ley moral, donde encontramos la voluntad eterna del Creador para la sexualidad humana. En cuanto a la lapidación, baste decir que otros pecados punibles con la muerte en el Antiguo Testamento continúan siendo pecados en el Nuevo, aunque se ha abolido la pena capital para ellos, como, por ejemplo, el adulterio y la desobediencia habitual a los padres.

Augustus Nicodemus Lopes
Es un ministro presbiteriano, teólogo, profesor, conferenciante internacional y autor de éxito. Augustus tiene una licenciatura en teología en el Seminario Presbiteriano del Norte en Recife, Brasil, una Maestría en Teología en Nuevo Testamento de la Universidad Reformada de Potchefstroom, Sudáfrica, y un doctorado en interpretación bíblica en el Seminario Teológico de Westminster en Filadelfia. Él es también un pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana de Recife.

Consejos de una madre puritana

Estos extractos son tomados del diario de Elizabeth Jollie, la esposa del reverendo Timothy Jollie, quien fue el ministro de la congregación no conformista en Sheffield desde 1681 hasta 1714.

La señora Jollie era la hija del reverendo James Fisher, el pastor expulsado de Sheffield que murió en 1666 cuando Elizabeth tenía 19 años de edad. Habiendo predicado aceptablemente por un año a la congregación de New Hall, Timothy Jollie fue ordenado en el ministerio en abril de 1681 y poco después, el 2 de julio, él y Elizabeth Fisher estaban casados. El diario de Elizabeth muestra que ella no era una mujer común ya que, aunque no era robusta físicamente, poseía un carácter y fe puritanos y era ayudante de su esposo en su familia, la iglesia y la academia Attercliffe. Su carácter pronto fue puesto a prueba, ya que en 1682 Timothy Jollie fue forzado a irse de Sheffield para escapar de ser arrestado debido al Acta de las Cinco Millas de Carlos II de Inglaterra.

El diario comienza en 1683 cuando su primera hija Betty tenía cerca de un año. La señora Jollie parece haber tenido temores sobre su propia seguridad y salud, y estaba ansiosa por dejar constancia de las persecuciones que sufría su esposo, así como por guardar consejos espirituales maternos para su hija en los años siguientes. Al principio, describe cómo esperaba el nacimiento de Betty en los tiempos del Acta de las Cinco Millas, pero que “agradó al Señor el ordenar que su querido padre viniera a casa y se quedara mientras yo trabajaba de miércoles hasta el día del Señor. Luego de esto, él se quedó conmigo algunas semanas y luego fue forzado a retroceder, e ir de la casa de un amigo a la del otro, y algunas veces venía a casa y luego se iba de nuevo. El 19 de enero de 1683, vino a casa y la noche siguiente fue llevado en una muy violenta manera. No le permitirían hablar conmigo”.

Los siguientes dos años conllevaron encarcelamiento, adversidad y mudanza de una casa a la otra por la familia Jollie. En la incertidumbre de la vida, Elizabeth cuidó a la pequeña e indefensa Betty y escribió palabras de consejo espiritual que ayudarían a la siguiente generación de su familia a mantener la herencia del puritanismo que ella tanto amaba. Ella escribe:

“Y ahora, mi querida hija, te dejo pocas cosas sin saber si viviré para tener la oportunidad de hablarte; concretamente:

  1. En cualquier lugar que el Señor por Su providencia te ponga, asegúrate de que Su honor sea la primera y más grande preocupación. Busca primero el reino de Dios, etc.
  2. Sé diligente en hacer tu tarea tanto como sepas.
  3. Nunca te apresures en moverte a un nuevo lugar y condición. Siempre ora al Señor por dirección y pide el consejo de amigos fieles.
  4. Asegúrate, si alguien te confía algo que debe ser guardado en secreto, de ser fiel o habrás primero deshonrado a Dios; segundo, perdido una buena conciencia; tercero, perdido a tu amigo; y cuarto, dado un mal ejemplo.
  5. Si alguien te ha mostrado benevolencia, no le devuelvas con mal después.
  6. No te inclines a escuchar historias contadas por aquellos con los que vives.
  7. No te apresures en creer todo lo que escuchas sin buenos fundamentos para hacerlo.
  8. No te entrometas innecesariamente en los asuntos de otras personas. Ten cuidado de ser una entrometida.
  9. Ten cuidado de contar historias de otros. El Señor me ha hecho ver el gran mal de esto.
  10. Pruébalos conversando antes de confiar en ellos.
  11. Si vives para ser capaz de dar consejos, asegúrate de evaluar bien el asunto y escuchar las circunstancias antes de dar tu opinión.
  12. Asegúrate de ser cuidadosa de hablar algo de alguien o con alguien de lo que luego tengas que arrepentirte.
  13. Sin importar con quién estés, asegúrate de temer de ti misma. Vigila tus pensamientos, palabras, acciones y ojos.
  14. Pasa mucho tiempo leyendo las Escrituras. Pídele a Dios que te ayude a entenderlas.
  15. Asegúrate de rogar al Señor seriamente que te ayude, que tu conversación tanto hacia Dios como hacia los hombres sea sin culpa e inofensiva, como corresponde al Evangelio”.

Habiendo dado a su hija palabras de consuelo en cuanto al vivir cristiano, la señora Jollie reflexionó, no solo acerca de la incertidumbre de la vida, sino también acerca de las dificultades que Betty podría enfrentar en guardarse. Recordando que todos sus bienes habían sido confiscados y los reducidos medios de los no conformistas en general, le aconseja a Betty cómo conducirse en un empleo:

“Mi querida hija, no sé qué porción de este mundo el Señor te dé, pero si no tienes con qué mantenerte, te aconsejaría, antes que ser de carga a alguno de tus amigos, ir a servir si puedes encontrar un buen lugar.

  1. Asegúrate de ir con una familia creyente y también donde puedas expandir tu conocimiento en relación a los asuntos externos de este mundo, y también donde puedas tener algo con qué suplir tus necesidades.
  2. Asegúrate de aprender tu labor, que nadie tenga motivos para hablar mal de ti.
  3. Sé fiel a tu confianza en palabra y hecho. Si tus pares son infieles, repruébalos y aconséjales hacer su labor. Si no te escucharan, díselo a tu amo o ama. Ten cuidado de no ser parte de su pecado con tu silencio.
  4. Si tus pares te hablaran con palabras delicadas, ten cuidado. Pruébalos antes de confiar en ellos.
  5. Ten cuidado ante cualquier carroza encantada3. Está más atenta que nunca en compañía de hombres. No pongas tentaciones delante de ti de ninguna manera. Si te presentan una tentación, aborrécela y sé más que cuidadosa en cómo te rodeas de su compañía.
  6. Si tienes mucho trabajo, asegúrate de siempre apartar tiempo para tu tiempo con Dios en oración y lectura de las Escrituras. Atiende a la oración familiar y a escuchar la Palabra leída. Colosenses 3. 1 Pedro 2.
  7. Está muy dispuesta a aprender aquellas cosas que quieres entender.
  8. Está dispuesta a que te marquen tus errores y ten cuidado ante cualquier respuesta inapropiada tuya”.

Siendo ella misma la hija del fundador de la Iglesia no conformista en Sheffield, Elizabeth Jollie entendía la importancia de estar ligada a una sociedad “recolectora”. Remarca su experiencia para mostrar que ser un miembro de la congregación New Hall no había sido un procedimiento automático, sino que había implicado un serio ejercicio espiritual. Para ella, el valor del camino de gracia y la participación de la Cena del Señor son claros a medida que continúa con sus consejos:

“Mi querida hija, si el Señor suscitara en tu corazón el deseo de unirte como miembro de alguna comunidad y que entonces participes del bendito mandamiento de la Cena del Señor, asegúrate de que la comunidad esté llamada por, y se haya unido en, el evangelio, y que tenga ordenanzas administradas evangélicamente. Fue mi esfuerzo hacerlo y tanto como el Señor me da entendimiento, me uní a una comunidad que caminó más cerca del evangelio que cualquier otra a la que me podría haber unido.

Aunque debo decir, tuve alta estima de y honré otras comunidades por aquí y allá; sin embargo, pienso que a la que me uní fue la más cercana al camino que Dios nos ha trazado para caminar. Debo decirte que me costó muchas oraciones y lágrimas, y buscar en libros que tocaran ese tema antes que llegara a cualquier base de satisfacción.

  1. Si has encontrado una comunidad en la que te sientes satisfecha con sus buenos fundamentos, asegúrate de estar correctamente calificada de acuerdo al Evangelio para ser miembro de ella antes de unírtele.
  2. Debes ser capaz de dar tal muestra de tu fe que satisfaga a las personas con las que te unas.
  3. Analiza tu deber en lo que debes hacer en tal gran relación, tanto con respecto a Dios, tu alma, y las personas con las que te unes. Debo decir que a mí me costó mucho autoexamen y probar mi corazón, como también pedir consejos de mis amigos. Tuve en ello mucho beneficio y consuelo. Me encontré con grandes pruebas después. Si no hubiese entrado en esa etapa de dificultad, hubiese sido mucho peor para mí. Hay una cosa sobre la que no sería optimista, pero desearía que desarrolles relaciones en la iglesia antes de casarte. Encontré en esto un gran beneficio, ya que tuve mucho que hacer luego. Tengo ahora mucho sobre mí más que nunca”.

A este consejo acerca de la conducta general, trabajo y membresía de la iglesia, la señora Jollie agrega consejos a Betty acerca del matrimonio. Su propio matrimonio feliz hasta su muerte en 1709 había visto tiempos de persecución tanto como de prosperidad, y es un ejemplo elocuente a la verdad de las siguientes palabras:

“Mi querida hija, si el Señor por su providencia te llamara al matrimonio,

  1. Asegúrate de no entrar en esa relación antes de derramar tu caso ante el Señor. Ruega por Su dirección. Puedo decirte desde la experiencia que Su presencia está por sobre todas las comodidades. No te apresures.
  2. Asegúrate de poner tu amor donde Dios ha puesto el Suyo. Ten cuidado del que no es hijo de Dios. Consulta a tu padre. No hagas nada sin Su consejo. Entendí que leer mi deber a menudo me ha ayudado a entenderlo y a inclinarme más a hacerlo. Pero fíjate que está bien no leer desmesuradamente, sino meditar en lo que leímos, asentarlo en la mente y trabajar para entenderlo. Así es como me beneficio más de ello”.

Algunas entradas hasta el año 1696 acerca de las providencias y muertes en la familia siguen a los extractos anteriores, mezclados con exhortación a agradecimiento en oración, y en 1688, “Querida Betty, recuerda la Revolución”.4

Leer un consejo tan santo nos lleva a preguntarnos cómo creció Betty años después. Afortunadamente, tenemos más información de ella del diario de su hermano más joven, Timothy. (Debido a que estaba enferma, se fue a vivir con su familia a Londres y murió allí el 17 de noviembre de 1739, a la edad de 57 años.) Su hermano, Timothy habla de ella en su diario:

“En Su voluntad soberana, el sabio Dios me separó de una muy querida familiar, cuyo ejemplo y habla habían sido muy benéficos para mi familia. Mi querida hermana Elizabeth Jollie sufrió de un desorden asmático por 10 años… Al final, sobrepasó sus fuerzas y ella rindió su alma en las manos del que se la dio el 17 de noviembre. Fue enterrada en Bunhill Fields el 23 de noviembre. Que su ejemplo viva con nosotros. Su devoción no se vio afectada, su religión era uniforme, su conocimiento era considerable y su prudencia, extraordinaria; su carácter inofensivo y obediente se ganó una benevolencia universal”. Betty nunca se casó.

La señora Jollie también escribió un segundo diario acerca de la infancia de su hijo, Timothy, ya mencionado arriba. Fue escrito durante 1706, cuando Timothy tenía 14 años. En el diario, cuenta la liberación providencial de muchas enfermedades infantiles y peligros desde que “eras de 11 días de edad, cuando te ofrecimos en bautismo y tu querido padre te bautizó, y honestamente queremos que puedas responder a Su nombre. Deseamos consagrarte al servicio del Señor para trabajar en Su viña si ese es el llamado con el cual lo honrarás más. Sinceramente deseo que Él incline tu corazón y te haga un fiel obrero para ganar muchas almas para Jesucristo”. Ese deseo fue completado, ya que Timothy Jollie junior estudió en la Academia de su padre Attercliffe, y luego de ser asistente en Upper Chapel, en Sheffield, se convirtió en asistente de Matthew Clarke en Miles Lane Chapel, Cannon Street, Londres, E.C., y luego pastor de esa congregación por 31 años.5

Siendo su salud precaria, la señora Jollie se dedicó a escribir consejos espirituales para su hija menor que hacen eco de lo que le había escrito a Betty hacía tiempo. Con una fe firme que había superado las tormentas de persecución y prosperidad, escribe:

“Mi querida hija, no sé por cuánto tiempo tenga a bien el Señor darme la vida, hay muchas alarmas. Por ello, dejo escrito estas cosas para que cuando mires atrás y veas lo que el Señor ha hecho por ti, admires cómo te ha seguido con su bondad y te ha dado misericordia cuando las necesitabas. También te dejo unas cosas que te puedan ser útiles si eres cautelosa en practicarlas.

  1. Asegúrate de orar a Dios diariamente. Trabaja para obtener el asombro de Él en tu corazón y un verdadero sentido de tus necesidades. Presta atención ante la formalidad y busca aceptación en y a través de Cristo Jesús.
  2. Lee cada día la Palabra de Dios. Hazla el hombre de tu consejo, deja que sea la guía para toda tu vida.
  3. Ocúpate constantemente de la palabra predicada cuando le agradare al Señor el concederte el honor. Presta atención ante las excusas insignificantes que se presenten para desviarte de tu labor.
  4. Presta atención ante la hipocresía y la formalidad en todas las tareas que vayas a realizar.
  5. Abunda en meditar en Dios y en Jesucristo y en la eternidad.
  6. Sé muy cautelosa en realizar tareas pertinentes. Cuanto más practiques esto, más cómoda te sentirás en tu vida.
  7. Mi querida hija, sobre todo, sé ungida en Cristo Jesús, sin el cual no podemos ser felices ni aquí ni en lo venidero.
  8. Ora diariamente que Dios te ayude a amarlo y a amar su palabra y mandamientos y a su pueblo, sin importar quienes sean.
  9. Presta atención ante un espíritu crítico. Trabaja para amar la imagen de Dios, donde sea que la veas.
  10. Trabaja para aquella caridad de la que el apóstol habla en 1 Corintios 13. No tomes la religión por nombre; eso es lo que ha hecho tanto mal en esta pobre nación por la que tenemos motivo para lamentar.

La señora Elizabeth Jollie murió en 1709 a la edad de 62 años, habiendo ejemplificado Proverbios 31:10-30: “Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas. En ella confía el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias. Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida… Abre su boca con sabiduría, y hay enseñanza de bondad en su lengua… Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada… Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, ésa será alabada”.

Este artículo fue publicado primero en la edición de mayo de 1977, edición de Banner of Truth Magazine.

Notas

  1. J.E. Manning, A Good Puritan Woman: Pages from the diary of Mrs Timothy Jollie, (Sheffield Independent Press, 1900)
  2. “A Puritan Woman of Sheffield”. Sheffield Local History Archives. Local Notes and Queries, Vol.2, p 48, 1875.
  3. Suave (lujuriosa) conducta.
  4. “La Revolución Gloriosa’ de 1688 que llevó a William y Mary al trono inglés, y causó al católico romano James II escaparse al extranjero.
  5. Gatty’s Joseph Hunter’s Hallamshire (1869), pp 293 et seq., 425.

Soldados De Jesucristo

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Nuestra misión es predicar el evangelio de la gracia de Dios haciendo un llamado al arrepentimiento y fe en Jesucristo.

Homosexualidad: Perspectiva Bíblica

Homosexualidad: Perspectiva Bíblica
Por Abraham Paniagua

“Un predicador cristiano fue arrestado y encerrado en una celda por decirle a un transeúnte que la homosexualidad es un pecado en los ojos de Dios” El predicador bautista, Dale McAlpine, fue acusado y arrestado por causar “acoso ” después que un oficial homosexual lo oyó decir que el homosexualismo está incluido dentro de la lista de pecados según la Biblia. McAlpine mencionó la blasfemia, la borrachera y el homosexualismo, entre otros. Los oficiales alegan que McAlpine hizo el comentario lo suficientemente alto como para ser escuchado por otros y lo han acusado por usar un “lenguaje abusivo o insultante”.

Todo esto tiene su base en el Acto del Orden Publico (Public Orden Act) que fue introducido en el 1986 con el propósito de afrontar alborotadores violentos, y fanáticos violentos del football. Predicadores cristianos alegan que este acto está siendo utilizado para eliminar los discursos religiosos o predicas.

Esto lo podemos comprobar investigando más sobre casos pasados. Harry Hammond fue condenado en 2002 por violentar la sección 5 del acto al sostener un cartel que decía “Paren la inmoralidad. Paren el homosexualismo. Paren el lesbianismo. Jesús es el Señor” mientras predicaba. Asimismo, Stephen Green fue preso (y luego liberado) en el 2006 por repartir panfletos cristianos en un festival gay.

¿Por qué la homosexualidad no es como cualquier otro pecado?

¿Qué nos muestra esto?
Esto nos muestra la intolerancia religiosa a la que la sociedad se está moviendo. No solo intolerancia religiosa, sino intolerancia al cristianismo más específicamente. Aquí vemos pastores y personas apresadas por enseñar y repetir las palabras de la misma Biblia.

Esta intolerancia está sucediendo en una época donde se nos promueve la idea de “tolerancia” a nuevas ideas y otras creencias.

Esto nos muestra que la “libre expresión” de la que tanto se nos hablaba y vemos en nuestras leyes, ya no es tan libre. Vemos que la “libre expresión” está sujeta a la intolerancia de las personas a escuchar de la Biblia.

Pero, ¿Qué nos enseña la Biblia al respecto?

Enseñanza Bíblica
La Biblia nos enseña muy claramente qué Dios aborrece. Aquello que El aborrece es llamado pecado, y el homosexualismo ciertamente está incluido en la lista.

Primero que todo, la Biblia nos enseña el diseño original de Dios, el cual el homosexualismo pervierte y distorsiona:

“Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. (Génesis 2:24)

Segundo, se nos muestra cómo Dios destruyó a Sodoma y Gomorra por su pecado, donde se incluye las relaciones sexuales del mismo sexo. Vemos también, en Levíticos la prohibición:

“No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación”. (Levíticos 18:22)

“Si alguno se acuesta con varón como los que se acuestan con mujer, los dos han cometido abominación;…” (Levíticos 20:13)

En el Nuevo Testamento vemos a Pablo hablando de este asunto en su carta a los Romanos:

“Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos; porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén. Por esta razón Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la función natural por la que es contra la naturaleza; y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío”. (Romanos 1:24-27)

En 1ra de Corintios:

“¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios”. (1 Corintios 6:9-10)

En 1ra de Timoteo:

“Pero nosotros sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente, reconociendo esto: que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los transgresores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los inmorales, homosexuales, secuestradores, mentirosos, los que juran en falso, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina”. (1 Timoteo 1:8-10)

Vemos aquí entonces que McAlpine fue preso por predicar y enseñar lo que la Biblia claramente expresa. Claro, no debemos olvidar que en nuestros días ya vemos pastores homosexuales y matrimonios del mismo sexo, lo cual la Biblia condena, aunque las personas crean o no en Dios. La intolerancia nos tratará de llevar a callar las verdades absolutas que la Biblia posee.

¿Implica esto que los cristianos somos homofóbicos? De ninguna manera. El cristiano no debe ser homofóbico, ya que la Biblia nos llama a predicarles el evangelio a estas personas. El evangelio es para todos los pecadores, por lo que estamos llamados a predicarlo a todos no importa raza, sexo, inclinación sexual o estatus social. Debemos predicar a Jesucristo crucificado y resucitado, a todo ser humano para que así Dios les conceda el arrepentimiento.

Es la misma Biblia que nos enseña que todos nosotros nacemos en pecado, y tanto la mentira como el homosexualismo, el robo y la borrachera, son productos de nuestro pecado. Es por esto que los cristianos no nos creemos (ni debemos creernos) superiores a los homosexuales, mentirosos, etc. por el simple hecho de que somos cristianos. Debemos reconocer la gracia de Dios sobre nosotros y compartir de esta gracia.

Algo interesante que debemos notar es que, ¿por qué apresar a un hombre que enseña que el homosexualismo es pecado si ni siquiera los que lo apresan creen en el pecado o la misma Biblia? Si el cristianismo es un invento del hombre, una fantasía, ¿por qué condenar a aquel que diga que el homosexualismo es pecado? Cuando la conciencia de los que no creen en Dios se inquieta porque al pecado se le llama pecado y se enseña que la Biblia lo condena, se confirma la ley moral inscrita por Dios en los corazones de los hombres.

Abraham Paniagua
Es originario de República Dominicana. Licenciado en teología, y con una maestría del Southeastern Baptist Theological Seminary (SEBTS) donde actualmente cursa sus estudios doctorales. Esposo de Lía.

¿Qué es la sabiduría? | Josías Grauman

¿Qué es la sabiduría? Si somos honestos, la sabiduría es un término difícil de definir. Casi siempre se trata de definir en términos lógicos, según nuestra opinión u experiencia personal. ¿Acaso la sabiduría consiste en poseer conocimiento o, quizás, implica ser inteligente? ¿Tal vez tiene que ver con ser astuto? Aunque el mundo probablemente responda que sí a las preguntas anteriores, nosotros, los hijos de Dios, no debemos contentarnos con definiciones que no toman en cuenta a nuestro Creador y Redentor. Por esa razón, debemos replantear la pregunta, a fin de enfocarla de manera correcta: ¿cómo define Dios la sabiduría? Esa es la perspectiva correcta no solo de esta pregunta, sino de todo en la vida. Para responder a nuestra pregunta reformulada, veremos la sabiduría desde cinco características que la Biblia le asigna.

La sabiduría es un regalo de Dios, la fuente de toda la sabiduría

Antes de definir lo que es la sabiduría, es importante recalcar que la verdadera sabiduría no se encuentra entre los hombres, pues aún «la necedad de Dios es más sabia que los hombres» (1 Co. 1:25). El contraste es claro y evidente. Por más esfuerzo que el hombre haga, por más que intente, no podrá ser sabio en sí mismo. La sabiduría divina solo viene de Dios, del único y sabio Dios (1 Ti. 1:17). Santiago 3:17 afirma lo mismo, que la sabiduría viene «de lo alto»; por eso es descrita como «primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía».

Así que, si queremos encontrar la sabiduría, no podemos buscarla entre los hombres. Tenemos que ir a Dios, directo a la fuente. Y, si queremos ser más específicos aún, debemos acudir a la revelación visible de la sabiduría de Dios: su Hijo Jesucristo, «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col. 2:3). Y a Él lo podemos ver en las páginas de las Escrituras (2 Co. 3:15-18).

Cristo es, entonces, nuestro motivo para buscar la sabiduría. Si queremos ser como Él, necesitamos ser sabios. Necesitamos reflejar su perfecta sabiduría.

La sabiduría solo se obtiene por los que temen a Dios

Probablemente el versículo más famoso acerca de la sabiduría se encuentra en Proverbios 1:7a: «El temor del Señor es el principio de la sabiduría». Temer al Señor o, alguien que teme al Señor, es otra manera de referirse a un creyente—aquel que teme la ira del Señor en contra del pecado y corre a Él para recibir perdón—. Allí comienza todo: cuando uno cree en Dios y abraza su evangelio. Al contrario, el incrédulo no tiene sabiduría, es un necio, pues «ha dicho en su corazón: “No hay Dios”» (Sal. 14:1). En palabras de Salomón: «los necios desprecian la sabiduría y la instrucción» (Pr. 1:7b).

Santiago 1:5-7 afirma que solo los que tienen fe reciben el regalo divino de la sabiduría:

«Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero que pida con fe, sin dudar. Porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor» [énfasis añadido].

Por lo tanto, si eres hijo de Dios y crees en Él, puedes obtener sabiduría. Así que solamente debes acudir a Él y pedirla.

La sabiduría es saber cómo vivir correctamente

En las palabras más sencillas posibles, la sabiduría es saber hacer las cosas de la forma como se deben hacer. En el Antiguo Testamento, la palabra normalmente traducida como sabiduría es « חָכמְהָ (ḥāḵmā[h])», que tiene que ver con «la capacidad de comprender y, por lo tanto, tener habilidad para vivir, lo que implica la adhesión a un estándar establecido».[1] Esta destreza de vivir bien puede aplicarse a las cosas más cotidianas de la vida, como cocer una vestidura («a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón», Éx. 28:3), o la habilidad de mediar correctamente en el pleito entre dos mamás (1 R. 3:16–28).

La sabiduría, entonces, no es mera inteligencia. No es un conocimiento teórico solamente. De hecho, la palabra griega que se emplea en el Nuevo Testamento y que se traduce como sabiduría, también enfatiza lo práctico que es la sabiduría. El diccionario griego define «σοφία (sophia)» como «la capacidad de entender y funcionar debidamente».[2] El sabio no solo entiende una situación, sino que entiende cómo aplicar el conocimiento para actuar correctamente en dicha situación.

Una ilustración de lo práctico que es la sabiduría se encuentra en la matemática. Es común que el alumno de matemática sepa cómo resolver ecuaciones en el aula. Sin embargo, luego cuando se le presenta un problema matemático en la vida real, no entiende cómo aplicar la ecuación correcta a la situación. Tiene conocimiento, pero no sabe cómo aplicarlo a la vida. Al sabio no le pasa esto. El sabio entiende cómo aplicar el conocimiento para actuar de la mejor manera en cada circunstancia. Pero ¿cómo definimos lo que es mejor en cada circunstancia?

La sabiduría se aprende solo por medio de la Palabra de Dios

La única manera de aprender cómo vivir correctamente es vivir como Dios dicta. Andar en sabiduría es hacer las cosas que le agradan a Él. Dios es nuestro Creador, por lo tanto, Él determina cómo debemos vivir. Nunca al revés. De hecho, cuando Pablo enseña que debemos andar como sabios, lo resume diciendo que la sabiduría es hacer la voluntad de Dios: «Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Así pues, no sean necios, sinoentiendan cuál es la voluntad del Señor» (Ef. 5:15-17).

Entonces, la manera de andar sabiamente es buscar agradar a Dios en todo. Es decir, yo no determino lo que es mejor en cada circunstancia. Yo no defino lo que es bueno. Solamente el Creador establece las leyes de su creación. Y Él nos dice que el motivo detrás de cada acción nuestra debe ser agradar a Dios. Pablo explica esto varias veces en sus cartas con palabras sinónimas. Si no hacemos todo de esta manera estamos haciéndolo todo mal. Todo lo que hacemos debe glorificar a Dios (1 Co. 10:31). Todo lo que pensamos y hacemos debemos hacerlo en el nombre de Cristo (Col. 3:17).

Entonces, ya establecimos que la sabiduría se trata de vivir como Dios manda, pero ¿cómo es que Él comunica sus mandatos a nosotros? A través de la Palabra de Dios. Moisés explica: «Miren, yo les he enseñado estatutos y decretos tal como el Señor mi Dios me ordenó, para que así los cumplan en medio de la tierra en que van a entrar para poseerla. Así que guárdenlos y pónganlos por obra, porque esta será su sabiduría y su inteligencia […]» (Dt. 4:5-6). Es decir, llegamos a ser sabios cuando recibimos y obedecemos la enseñanza de los estatutos y decretos que nuestro Dios nos ha mandado en su Palabra.

De hecho, existe una porción de la Escritura que se llama «los libros de sabiduría». Son los libros de Job a Cantares. Cuando pensamos un poco acerca de esta sección de la Biblia nos damos cuenta de que lo que nos enseñan es a cómo vivir de una manera que agrada a Dios, por ejemplo:

  • Job tiene un capítulo completo sobre el tema de la sabiduría (Job 28), que nos exhorta a temer al Señor aún en medio del sufrimiento. Job enseña al creyente que la manera de lidiar con la aflicción es someterse a Dios y confiar en su plan, sin cuestionarle.
  • Los Salmos nos enseñan que la reacción más sabia en cualquier circunstancia es adorar a Dios. Cada Salmo comienza en un lugar diferente. Pero todos nos enseñan a adorar.
  • Los Proverbios nos enseñan muchos principios acerca de la sabiduría. Por ejemplo, uno llega a ser sabio cuando acepta la corrección (Pr. 12:1519:20) y cuando es más pronto para escuchar que para hablar (Pr. 17:27-28).
  • Eclesiastés nos enseña la vanidad de este mundo y que el sabio vive para su eternidad con Dios.
  • Cantares nos enseña a aplicar la sabiduría a nuestro hogar, amando a la esposa de nuestra juventud. En resumen, la Biblia está llena de sabiduría, porque toda la Biblia nos revela quién es Dios y cómo vivir para Él.

Un sabio debe vivir a la luz de su sabiduría

Lamentablemente, lo cierto es que uno puede ganar sabiduría, pero rehusar obedecerla. El mejor ejemplo de un sabio que vivió como un necio es el mismo Salomón, el hombre más sabio de la historia (1 R. 4:31). Él supo lo que debía hacer, pues Dios le había llenado de mucha sabiduría. Sin embargo, decidió pecar contra Dios y buscar deleitarse en los placeres del mundo. Al final, se dio cuenta de su error y se arrepintió, escribiendo el libro de Eclesiastés para instruirnos a no seguir su camino.

Pero esa realidad —que un sabio puede desobedecer la sabiduría— confirma nuevamente nuestra definición: que la sabiduría es entender cómo vivir correctamente. Pero también afirma que la sabiduría en sí misma no es suficiente. No sirve de nada si no la llevamos a la práctica. Necesitamos obedecer lo que la sabiduría dicta.

Por lo tanto, dos aplicaciones surgen de lo que hemos estudiado. Primero, debemos buscar la sabiduría. Es un tesoro de infinito valor. Debemos estudiar las Escrituras y aprender cómo vivir para la gloria de Dios. Debemos correr hacia la Escritura, meditando y memorizando cómo es Dios y qué es lo que pide de nosotros. Solo así vamos a saber cómo vivir sabiamente. Solo así vamos a entender cómo agradar a nuestro Creador. Solo así, vamos a comprender cómo andar como Cristo anduvo (1 Jn. 2:6).

Pero surge una segunda aplicación también. Debemos aplicar la sabiduría. Debemos obedecer la sabiduría que aprendemos en la Palabra. De nada nos aprovecha saber cómo vivir bien, si no vivimos bien. ¿De qué te sirve saber cómo agradar a Dios, si lo que haces le contrista? Solo aumentará tu disciplina, ya que el que sabe la voluntad de su Señor y no lo hace, «recibirá muchos azotes», porque «a todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él» (Lc. 12:47-48). El que más fuertemente será juzgado es el que escucha la voz de la sabiduría clamando, pero luego va y hace lo opuesto. De esta persona, la sabiduría dice lo siguiente:

«También yo me reiré de la calamidad de ustedes, me burlaré cuando sobrevenga lo que temen, cuando venga como tormenta lo que temen y su calamidad sobrevenga como torbellino, cuando vengan sobre ustedes tribulación angustia. Entonces me invocarán, pero no responderé; me buscarán con diligencia, pero no me hallarán, porque odiaron el conocimiento, y no escogieron el temor del SEÑOR» (Pr. 1:26-29).

Conclusión

Debemos buscar sabiduría y después de encontrarla, obedecerla. No hay atajos ni secretos. No vale saber cómo agradar a Dios si no lo hacemos. Y ¿sabes, querido lector, lo que más agrada a Dios? Lo que agrada a Dios sobre todas las cosas es creer en Cristo y buscar imitarlo. La obra sobresaliente que Dios nos pide, el acto primario que agrada a Dios, es creer en Cristo. De hecho, cuando los judíos preguntaron a Cristo qué debían hacer para obedecer a Dios, «Jesús les respondió: “Esta es la obra de Dios: que crean en el que Él ha enviado”» (Jn. 6:29).

Entonces, terminamos donde empezamos. El inicio, el principio de la sabiduría es creer en Dios y obedecer su evangelio. En contraste, lo más necio que uno puede hacer es ir al infierno por rehusar creer en Cristo. El necio es el que muere sin Cristo, confiando en su propio mérito. El que piensa que estará bien en el juicio por sus propias obras es el más necio posible. Piénsalo de esta manera: La sabiduría es saber cómo vivir bien; la necedad, entonces, es lo opuesto. Es no saber cómo vivir bien. Y esto aplica a cada circunstancia de la vida. Pero, sobre todo, aplica a la eternidad. La sabiduría nos enseña a vivir a la luz de la eternidad. La sabiduría nos enseña cómo llegar al cielo. La necedad siempre dirige al infierno.

Y es por eso que la sabiduría siempre nos dirige a Jesucristo. Porque la única manera de estar seguro en el juicio es ser vestido de las obras perfectas de Cristo. Debemos confiar en Jesucristo, quien murió en la cruz y resucitó al tercer día para justificar al creyente delante de Dios. Solo el que cree en Cristo es sabio. Pero el sabio no solo cree en Cristo para su salvación eterna, también busca agradar a Dios hoy. Entonces, aunque es cierto que el cristiano será transformado a la imagen de Cristo cuando muera (1 Jn. 3:2), también es cierto que debemos buscar ser transformados a la imagen de Cristo todos los días. Si Dios se complace en Cristo (Mt. 3:17), entonces, se complacerá en nosotros mientras más nos parecemos a Él (2 Co. 3:18). Por eso debemos no solo creer en Cristo, sino también buscar vivir como Él.

La sabiduría imita a Cristo (Fil. 2:5), que se hizo hombre, para obedecer la ley por nosotros, y así morir la muerte que merecíamos por nuestro pecado. Debemos imitar su amor, su justicia, su santidad, su misericordia, y por supuesto, su sabiduría. Él es quien siempre supo cómo vivir para agradar a su Padre. Y no solo lo supo, sino que también lo hizo siempre. Cristo dijo: «[…] yo siempre hago lo que le agrada» (Jn. 8:29). Por eso, es mi oración que, al leer este libro, crezcas en sabiduría —en particular, que crezcas en tu conocimiento de Cristo para saber cómo vivir como Él—:

«Bienaventurado el hombre que halla sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento. Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades mejor que el oro fino. Es más preciosa que las joyas, y nada de lo que deseas se compara con ella» (Pr. 3:13-15).

Sin embargo, recuerda que crecer en sabiduría es solo la mitad de la ecuación. También, oro que pongas en práctica lo que la sabiduría te informe. Que vivas como Cristo. Que agrades a Dios, no siendo oidor de la Palabra solamente, sino hacedor (Stg. 1:22).

[1] James Swanson, Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains: Hebrew (Old Testament) (Oak Harbor, WA: Logos Research Systems, Inc., 1997), « חָכמְהָ ». Veáse también Ludwig Koehler et al., The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament (Leiden, Países Bajos: E.J. Brill, 1994–2000), p. 314.

[2] William Arndt et al., A Greek-English lexicon of the New Testament and other early Christian literature (Chicago, IL: University of Chicago Press, 2000), p. 934. Es la «prudencia, discreción […] la capacidad de comprender y, por lo tanto, de actuar sabiamente». James Swanson, Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains: Greek (New Testament) (Oak Harbor: Logos Research Systems, Inc., 1997), «σοφία».

Josias Grauman

Es licenciado en idiomas bíblicos por The Master’s University y con Maestría en Divinidad por The Master’s Seminary. Sirvió durante cinco años como capellán del Hospital General de Los Angeles (California), y sirvió como misionero por dos años en la Ciudad de México. En la actualidad, está encomendado como anciano de la iglesia Grace Community Church donde sirve en el ministerio hispano. Josías y su esposa Cristal tienen tres hijos.

Ahora comprendo | Augustus Nicodemus Lopes

Como ya comenté en algún momento, en esta época del año se celebra la Pascua en toda la cristiandad, ocasión que solo pierde en popularidad ante la Navidad. A pesar de esto, hay muchas concepciones erróneas y equivocadas sobre la fecha.

La Pascua es una fiesta judía. Su nombre, “pascua”, viene de la palabra hebrea “פסח” Pessach que significa “pasar por encima”, una referencia al episodio de la Décima Plaga narrado en el Antiguo Testamento, cuando el ángel de la muerte “pasó por encima” de las casas de los judíos en Egipto y no entró en ninguna de ellas para matar a los primogénitos. La razón fue que los israelitas habían sacrificado un cordero por orden de Moisés, y esparció su sangre en los umbrales de las puertas. Al ver la sangre, el ángel de la muerte pasaba de largo por aquella casa.

Para la gran mayoría de los jóvenes en Latinoamérica, la Pascua es solo una semana con feriado, excelente para ir a la playa o cualquier otro sitio. Mucho ha pasado en el mundo para que esta fecha se convierta en lo que es hoy.

Todo comenzó con el arresto y la muerte de un judío llamado Jesús de la ciudad de Nazaret durante una fiesta judía llamada Pascua hace dos mil años en Jerusalén. Antes de morir, instruyó a Sus discípulos a comer pan y beber vino en sus reuniones como símbolo de Su cuerpo y de la sangre que sería derramada.

De hecho, murió crucificado en un Viernes de Pascua y fue sepultado. Sin embargo, el domingo siguiente por la mañana, su tumba fue encontrada vacía y Sus discípulos salieron a anunciar al mundo que Él había resucitado y que se les había aparecido varias veces a muchos de ellos, incluso a un judío que anteriormente había sido enemigo de los cristianos llamado Saulo de Tarso.

El mensaje de Saulo y de otros cristianos es que Jesús murió por nuestros pecados, resucitó para nuestra salvación y resurrección.

Este mensaje dio vuelta al mundo y el cristianismo se convirtió en la religión más grande del planeta, con millones de adeptos en todos los países, profesando y declarando haber recibido a Jesús en sus corazones como su salvador personal y Señor de sus vidas.

Yo soy uno de ellos. Tenía 23 años cuando creí en este mensaje. En ese entonces era estudiante de Diseño Industrial en la Universidad Federal de Pernambuco. Mi vida consistía en estudiar, trabajar y frecuentar a los bares dentro y fuera del campus de la universidad.

Aquella noche de septiembre en Recife, cuando comprendí y creí en el mensaje de la resurrección de Jesús, mi vida tomó un rumbo diferente y mucho mejor.

Seguí en la universidad y disfrutando de los feriados de la Semana Santa, pero ahora sabía su verdadero significado. A diferencia de antes, cuando disfrutaba del feriado, pero sin saber que su origen es la muerte violenta de un hombre tan importante que dividió la historia del mundo en un antes y después de Él.

Augustus Nicodemus Lopes
Es un ministro presbiteriano, teólogo, profesor, conferenciante internacional y autor de éxito. Augustus tiene una licenciatura en teología en el Seminario Presbiteriano del Norte en Recife, Brasil, una Maestría en Teología en Nuevo Testamento de la Universidad Reformada de Potchefstroom, Sudáfrica, y un doctorado en interpretación bíblica en el Seminario Teológico de Westminster en Filadelfia. Él es también un pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana de Recife.

Amor hasta el extremo | John Piper

Al tratar de preparar mi corazón para encontrarme con Jesús de una manera especial el Domingo de Ramos, el Jueves Santo, el Viernes Santo y el Día de la Resurrección, una serie de imágenes han vuelto a mi mente una y otra vez. Permítanme intentar describirles la historia.

Un corderito nació blanco como la lana, con las patas flacas y la nariz húmeda, como todos los demás corderitos. Pero cuando el cordero se convirtió en una oveja, las otras ovejas empezaron a notar una diferencia. Esta oveja tenía un extraño bulto en la frente.

Al principio, pensaron que se había golpeado, pero el bulto nunca desapareció. En cambio, una gran almohadilla de lana blanca y profunda creció sobre el bulto y lo hizo muy suave y firme. El bulto podría haber dejado de llamar la atención si no fuera porque esta oveja empezó a utilizar el bulto de su cabeza de formas muy extrañas.

En primer lugar, el bulto parecía pesar sobre su cabeza, de modo que siempre parecía que se inclinaba y mostraba reverencia a algún rey invisible. Luego empezó a buscar a otras ovejas enfermas o heridas. Utilizaba el bulto firme y blando de su frente para ayudar a las débiles a ponerse en pie y para enjugar sus lágrimas.

Rebaños enteros de ovejas empezaron a seguirle, pero las cabras se reían de él. Las ovejas ya eran repugnantes, pero una oveja con un bulto extraño en la frente era más de lo que podían soportar. Lo acosaban todo el tiempo e inventaban chistes y burlas: “¿Cómo es que llevas esa cabeza colgando? ¿Y ese bulto de plomo?” Y les enfurecía que se alejara de ellos y siguiera haciendo tranquilamente sus obras de misericordia.

Así que un día las cabras lo rodearon y lo embistieron con sus cuernos hasta que murió, y lo dejaron solo en el campo. Pero mientras yacía allí, sucedió algo muy extraño. Empezó a crecer. La lana ensangrentada se desprendió y dejó ver un pelo liso y blanco como el de un caballo. La suave almohadilla de lana de color blanco intenso se desprendió de su frente y de ese bulto misericordioso creció un poderoso cuerno de acero carmesí que no se parecía a ningún otro cuerno que haya existido o que existirá.

Y entonces, como si fuera una orden, el enorme unicornio se puso en pie de un salto. Su lomo estaba a dos metros del suelo. Los músculos de sus hombros y cuello eran como el mármol. Los tendones de sus piernas eran como cables de hierro. Ya no tenía la cabeza inclinada, y cuando miraba a la derecha o a la izquierda, el cuerno carmesí cortaba el aire como un sable bañado en sangre.

Cuando las ovejas le vieron, se postraron y le adoraron. Él se inclinó y tocó a cada una en la frente con la punta de su cuerno, les susurró algo al oído y se alejó en el cielo. No se le ha vuelto a ver desde entonces.

Esa es la visión que tengo en mi mente al entrar en la Semana Santa. Es un retrato de Jesucristo pintado por Isaías bajo la inspiración de Dios y expuesto por Mateo 12:18-21.

Como toda buena obra de arte, este retrato tiene un propósito, hacer que pongamos nuestra esperanza en Jesucristo. Y estoy orando para que esto ocurra en tu vida, porque sé que todo lo demás en lo que pones tu esperanza te decepcionará al final. Pero si esperas en Jesucristo, él será honrado en tu vida, y nunca te arrepentirás.

John Piper
http://desiringgod.org
John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

Un aplauso para los fracasos | Tim Challies

Un aplauso para los fracasos
Por: Tim Challies

Una vez escuché a un cristiano decir que cuando llegue al cielo no espera oír «bien, siervo bueno y fiel», sino «buen intento». Él no quiere decir que Dios vaya a quedar impresionado por una sucesión imprudente de precipitados intentos de egocentrismo. No quiere decir que Dios lo elogiará por los proyectos que comenzó con gran pasión antes de perder el interés y distraerse con la siguiente gran tarea. No, solo quiere decir que cree que Dios le recompensará por sus constantes intentos de buscar y hacer lo que Él manda. Él espera que, aunque en la cuenta final sus logros sean pocos, sus intentos de ser fiel sumen mucho. 

Hay muchas cosas que comenzamos con gran energía y muchos proyectos que emprendemos con gran entusiasmo. Convictos por la predicación de la Palabra o persuadidos por nuestra lectura de la Providencia, determinamos que haremos un cambio sustancial en nuestras vidas o nos embarcaremos en un ministerio que bendecirá a otros. Intentamos pequeñas cosas, grandes cosas y cosas intermedias. Y aunque algunas de ellas tienen éxito algunas veces, muchas no lo tienen. Aunque unas pocas crecen hasta convertirse en grandes cosas, muchas más siguen siendo pequeñas o pronto se convierten en cosas pasadas. 

Un hombre anhelaba crear un ministerio a través de su iglesia local que sirviera a los residentes de una residencia de ancianos. Sin duda era un deseo bueno y noble, y se embarcó en él con gran entusiasmo. Pero aunque trabajó con diligencia, tuvo pocas oportunidades de reunirse con la gente en esa residencia o de cuidar de ellos. Y aunque se lo contó a otros creyentes, se dio cuenta de que pocos tenían interés en unirse a él. Siguió adelante durante un tiempo, pero acabó rindiéndose a lo inevitable y decidió que invertiría su tiempo y energía en otras formas de servicio.Y aunque este ministerio no tuvo éxito en la mayoría de los aspectos, estoy convencido de que Dios le dirá con orgullo: «Buen intento». 

Una mujer que dedicaba su vida a criar a sus hijos, deseaba complementar los ingresos de su familia, así que empezó un negocio a tiempo parcial. Sus motivos eran buenos como lo era su plan. Empezó a trabajar siguiendo los horarios de la familia, levantándose unos minutos antes, quedándose despierta una hora más tarde, enviando algunos correos electrónicos durante la hora de silencio de los niños. El negocio creció al principio, pero luego se estancó. El negocio generaba algunos ingresos, pero solo unos pocos, no los suficientes para ayudar de forma sustancial o incluso para justificar su tiempo. Así que lo abandonó. ¿Fue un fracaso? En cierto sentido puede haberlo sido, ya que el negocio tuvo que cerrarse, pero en otro sentido no lo fue, porque la mujer no hizo nada malo ni cometió ningún pecado. Por la razón que fuera, la providencia de Dios dispuso que el negocio no prosperara ni tuviera éxito. Pero seguramente ella también oirá: «Buen intento». 

Misioneros que parten a tierras extranjeras, pero pronto tienen que regresar. Pastores que fundan iglesias que no crecen. Autores que derraman su corazón en la página, pero venden pocas copias de sus libros. Jóvenes que crean un grupo cristiano en el campus, pero nadie se presenta. Sospecho que, para ser honesto, tendrías que admitir que tu vida se parece mucho a la mía, en el sentido de que está marcada por todo tipo de fracasos: fracasos en el hogar, fracasos en la iglesia, fracasos en el vecindario, fracasos en el trabajo. Y si no es un fracaso rotundo, es pura mediocridad, falta de éxito, falta de grandes triunfos. Pero seguramente parte de la razón por la que fracasamos es que intentamos mucho. Seguramente parte de la razón por la que vemos tantos resultados mediocres es que al menos tenemos el valor de intentarlo. La única forma de evitar el fracaso es no intentar nada. Pero eso, por supuesto, es su propia forma de fracaso. 

El objetivo que Dios nos ha dado en la vida no es tener éxito en todo lo que intentamos. Es bueno ser exitoso, por supuesto, y no debemos alabar el fracaso como si fuera más noble que el éxito. Pero es Dios quien es soberano sobre todos nuestros asuntos y Su preocupación no es tanto que tengamos éxito o que fracasemos, sino que crezcamos en carácter piadoso. Lo que le importa a Dios no son nuestros aplausos y elogios, sino nuestra conformidad a Cristo. Y el hecho es que aunque Dios nos forma a través de nuestros éxitos, a menudo lo hace aún más a través de nuestros fracasos. Es a través de los fracasos como a menudo aprendemos nuestra finitud, a través de nuestros fracasos como a menudo adquirimos humildad, a través de nuestros fracasos como a menudo nos despojamos de muchos vicios y nos revestimos de muchas gracias. Dios obra en nosotros incluso cuando nos cuesta ver cómo puede actuar a través de nosotros. 

Llegará el día en que nos presentaremos ante el Señor para rendir cuentas de cómo hemos utilizado nuestros dones, talentos, tiempo, energía, entusiasmo y todo lo demás que Dios nos ha concedido generosamente. El fracaso sería admitir que no sólo no hicimos nada, sino que no intentamos nada. El éxito sería contar aquellas cosas con las que soñamos, por las que oramos y que intentamos, incluso si no condujeron a grandes resultados. Porque sin duda en la mente de Dios, la fidelidad es su propio logro, la fidelidad marcada por los intentos de hacer aquellas cosas que deleitan Su corazón. Sin duda es Su alegría elogiarnos tanto por los éxitos como por los fracasos: «Buen intento, siervo bueno y fiel». 

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo Blog ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por mas de 6000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

Amor verdadero

Amor verdadero
Por Catherine Scheraldi de Núñez

Génesis 3 ha cambiado toda nuestra manera de pensar. Antes de la caída nuestra cosmovisión se alineaba con la cosmovisión de Dios, esto producía que nuestras interpretaciones de las verdades fueron correctas. Con la caída, la naturaleza pecaminosa trastornó tanto nuestra forma de pensar que, sin la iluminación del Espíritu Santo es imposible ver la verdad. Esto explica por qué personas tan inteligentes llegan a conclusiones erradas a pesar de tener la información correcta.

La evolución es un ejemplo típico. Carlos Darwin fue en un viaje a diferentes países para estudiar la flora y fauna local, él vio una variación de diferentes especies que en su opinión fueron perfectamente adaptados a su ambiente. Al llegar a las islas de las Galápagos notó diferentes tipos de pinzones con picos de diferentes tamaños, con la ayuda de un especialista de aves (ornitólogo), a pesar de que él clarificó que no todos eran pinzones, como naturalistas, llegaron a la conclusión que 12 de las 14 especies eran indígenas a las islas y se habían adaptado para sobrevivir en su ambiente. El resto es historia. Vimos cómo esta teoría cambió el mundo a pesar de que la ciencia aun hoy no la aprueba. Darwin sabía que la conclusión era opuesta a lo que la Biblia relataba y, como científico, puso más peso en sus pensamientos que en los de Dios.

Esto es una advertencia para nosotras que cada vez que encontramos nueva información tenemos que cuidarnos en la interpretación a no desviarnos de lo que Dios nos ha enseñado.

¿Qué es el amor?
El diccionario de la lengua española lo define en varias formas:

«Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia necesita y busca el encuentro y unión con otro ser». «Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear». «Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo».

En la rama de neurobiología/endocrinología sabemos que hay lugares cerebrales específicos envueltos en la creación de los sentimientos producidos por neurotransmisores también específicos. Al interpretarlo como naturalista, el amor es algo necesario para el seguimiento de la raza humana y para llenar nuestra insuficiencia. Es algo totalmente egoísta para llenarnos de satisfacción y es pasajero.

La definición bíblica es totalmente diferente. Dios es amor (1 Juan 4:8). Pablo define el amor cristiano en 1 Cor. 13:4-8: «El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser».

Al examinar esta lista nos damos cuenta de que el amor verdadero es sufrido y totalmente centrado en el otro. Y como Dios es eterno es permanente. A lo largo de su ministerio terrenal, Jesús mostró su amor por los demás al bendecir y servir a los pobres, los enfermos, los afligidos y a todos nosotros que nunca pudiéramos retribuirle. Él les dijo a sus discípulos que debíamos amar a los otros como Él los había amado (Juan 15:12).

Según Cristo mismo, el amor más grande es cuando damos nuestra vida por nuestros amigos (Juan 15:13). La diferencia en las dos interpretaciones es como el día y la noche. Al estudiar la neurobiología/endocrinología vemos a un Dios tan sabio que puede crear seres tan complicadas que responden a químicas microscópicas no solamente para nuestra bien, sino también para llenarnos con satisfacción y gozo mientras nos da la oportunidad de reproducir física y espiritualmente cuando pasemos el legado a la próxima generación.

Como las emociones —incluyendo la del amor— están creadas en el sistema límbico cerebral, el área lo cual nos da el sentir de recompensa, cuando somos obedientes amando a nuestras familias, esposos, amigos y hasta nuestros enemigos, Cristo se nos manifiesta en una forma tal que nuestros corazones se rebosan con Su presencia y Su amor (Juan 14:21) aumentando la recompensa y habilidad de amar.

Oremos que nuestras vidas representen a nuestro Salvador mientras respondemos en amor a aquellos a nuestro alrededor, llenando sus vidas con el amor de nuestro Dios.

Bendiciones


Catherine Scheraldi de Núñez

Es la esposa del pastor Miguel Núñez, y es doctora en medicina, con especialidad en endocrinología. Está encargada del ministerio de mujeres Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y es conductora del programa radial «Mujer para la gloria de Dios». Ezer, de la Iglesia Bautista Internacional y . Puedes seguirla en twitter.