Teología para la gloria de Dios

Ministerios Ligonier

Serie: El ahora cuenta para siempre

Teología para la gloria de Dios
Por Steven Lawson

Nota del editor: Este es el sexto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: El ahora cuenta para siempre

l estudio de la teología nunca debe convertirse en un fin en sí mismo. El objetivo de la sana doctrina nunca es producir personas que tengan la cabeza llena pero los corazones vacíos y las vidas estériles. El propósito de la teología reformada nunca es producir «escogidos congelados». Más bien, el conocimiento de Dios y Su verdad tiene como propósito llevarnos a conocerlo y adorarlo. La enseñanza de la Escritura nos es dada para encender nuestros corazones en devoción por Dios e impulsarnos a vivir para Él. En pocas palabras, una teología sólida debe producir una doxología vibrante.

Estudiamos teología no para ser educados con el propósito de aparentar. La teología no es más que un medio para alcanzar el fin más elevado. Estudiamos la verdad acerca de Dios para conocerle mejor y que esta nos lleve a la madurez. La teología renueva nuestras mentes. Enciende nuestros corazones. Eleva nuestra adoración. Dirige nuestras oraciones. Humilla nuestras almas. Ilumina nuestro camino. Da energía a nuestro caminar. Santifica nuestras vidas. Fortalece nuestra fe. Profundiza nuestra pasión. Da forma a nuestros ministerios. Fortalece nuestro testimonio. La teología hace todo esto y mucho más. Cada aspecto de esta búsqueda de toda la vida trae gloria a Dios.

Debemos glorificar a Dios en todo lo que hacemos. Pablo escribe: «Ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Co 10:31). Este encargo de honrar a Dios abarca también el estudio de la teología. El apóstol advierte: «El conocimiento envanece» (8:1) si este no nos lleva a amar a Dios y a los demás. Debemos estudiar «la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos» (Jud 1:3) en última instancia para «el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor» (2 Pe 1:2). Esta verdad, a su vez, nos impulsará a darle a Él la gloria debida a Su nombre.

Hay un versículo importante que aclara esta verdad de manera especial. Pablo escribe: «Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén» (Rom 11:36). Esta confesión concluye la más profunda enseñanza de Pablo sobre cómo Dios salva a pecadores que perecen. Pablo ha expuesto las grandes doctrinas de la condenación, la justificación, la santificación, la glorificación y la elección, y entonces estalla en esta ferviente alabanza a Dios. Consideremos detenidamente esta doxología y emulemos la respuesta del apóstol dando gloria a Dios.

Este versículo comienza con tres frases preposicionales, «de Él, por Él y para Él», seguidas de cuatro palabras que lo abarcan todo: «son todas las cosas» (Rom 11:36). Esta es la frase más abarcadora jamás escrita. Esta es una cosmovisión cristiana completa. Es prácticamente una teología sistemática en sí misma. Este es el hilo argumental de toda la Biblia en pocas palabras. Es la historia del mundo sintetizada. Nada queda por fuera de los parámetros de esta tríada de frases. «Todas las cosas» incluye todo en tres grandes áreas: la creación, la historia y la salvación.

En primer lugar, el apóstol escribe que todas las cosas son y provienen «de Él». Esto apunta a la eternidad pasada, cuando Dios diseñó Su plan maestro para todo lo que habría de suceder. Dios es el autor de Su propósito eterno («de Él»), que incluye todo lo que ocurrirá. Antes de la fundación del mundo, Dios diseñó el plano de toda la creación, incluyendo las especificaciones detalladas de la tierra (Job 38-39). Además, Él elaboró Su decreto eterno que incluía todo lo que ocurriría dentro del tiempo (Is 46:8-9). Hace mucho tiempo, Dios escogió a Sus elegidos (Rom 8:29Ef 1:42 Tes 2:13). Luego se los entregó a Su Hijo para asegurar su salvación (Jn 6:37). Toda esta planificación previa de la creación, la historia y la salvación es «de Él».

En segundo lugar, Pablo afirma que todas las cosas son «por Él». Esto significa que, dentro del tiempo, Dios lleva a cabo «todas las cosas» que planeó. Él es el Creador quien llamó al universo a la existencia (Gn 1:1Sal 33:6-7) y que continuamente lo sostiene con Su poder (Col 1:16Heb 1:2). Además, Él preside sobre los asuntos de la providencia, obrando todas las cosas según el consejo de Su voluntad (Ef 1:11). Nunca se desvía de Su plan original para adoptar una estrategia alternativa. Nada sucede, ni siquiera el más mínimo movimiento, fuera de Su propósito soberano (Pr 16:33Mt 10:29). Cosas como la buena suerte, la mala suerte, el azar o el destino ciego no existen. Asimismo, la obra de Dios en la salvación de todos Sus elegidos es completamente eficaz. Obrando a través de Su Hijo y del Espíritu Santo, Dios convence, llama, atrae, regenera, santifica, preserva y glorifica a todos Sus elegidos (Jn 6:37-4044Rom 8:29-30).

En tercer lugar, Pablo escribe que «para Él» son «todas las cosas». Esto afirma que Dios dirige todo hacia Su propia gloria. El propósito más elevado del mundo físico es exhibir Su majestad (Sal 19:1). Todo lo que Él realiza en la historia es para mostrar la grandeza de Su nombre (Is 48:11). Todo lo que Él hace en la salvación para rescatar a los pecadores que perecen es para alabanza de la gloria de Su gracia (Ef 1:361214). Todas las cosas tienen este fin supremo: soli Deo gloria, solo para la gloria de Dios.

Todo es «de» Dios, procedente de Su voluntad soberana en la eternidad pasada. Todo es «por» Él, realizado por Su actividad soberana en el tiempo. Todo es «para» Él, promoviendo así Su gloria soberana en todo tiempo. Todo lo que planeó y predestinó lo realiza y preserva para Su propio propósito y placer.

Pablo luego afirma que es esta teología trascendente —y solo esta teología— la que produce la siguiente doxología: «A Él sea la gloria para siempre. Amén». Aquí esta elevada doctrina acerca de Dios nos lleva a una profunda devoción hacia Él. Aquel que creó y controla todas las cosas, quien convierte a todos Sus elegidos, merece toda la alabanza. No hay gloria alguna que pertenezca al hombre. Ni tampoco debe repartirse entre Dios y el hombre. Nuestro Dios celoso no comparte Su gloria con otro (Is 42:8).

La palabra gloria (del griego doxa) incluye el significado de «una correcta opinión o estimación de alguien». Transmite la idea de la reputación que alguien tiene. De doxa se deriva la palabra ortodoxia, que significa una creencia correcta sobre algo. Luego pasó a designar una opinión elevada sobre una persona notable de gran renombre y reputación. Indica el honor que se le debe a una persona de alto rango. Cuanto más grande sea la persona, más debe ser reverenciada. Asimismo, cuanto más estudiemos teología, más elevada será nuestra visión de Dios. Y a su vez, más le alabaremos.

La Biblia habla de gloria de dos formas diferentes que debemos distinguir. La primera es la gloria intrínseca de Dios. Esto es la suma y sustancia de todo lo que Dios es. Esta gloria representa la totalidad de Su ser divino. Incluye todas las perfecciones de Sus atributos divinos. Esta gloria intrínseca es inmutable, nunca aumenta ni disminuye. Desde la eternidad hasta la eternidad, Dios es «el que era y el que es y el que ha de venir» (Ap 4:8). No podemos darle a Dios gloria intrínseca. No podemos añadir ni quitar nada a quien Él es.

La Biblia habla también de Su gloria adscrita. Esta es la única respuesta apropiada al contemplar Su gloria intrínseca. Esta es la gloria que debemos darle a Él. Cuanto más comprendamos la gloria intrínseca de Dios, más le atribuiremos gloria. Cuanto mayor sea nuestro conocimiento de Dios, mayor será nuestra adoración a Él. Una visión elevada de Dios producirá una gran alabanza hacia Él. La persona que crece en el conocimiento de Dios, lo alabará más fervientemente.

Esta gloria debe darse a Dios «para siempre», o literalmente «por los siglos». Pablo reconoce que nunca habrá un momento en el tiempo o en la eternidad en el que él no estará dando gloria a Dios. Esta es su preocupación presente y será su impulso a través de los siglos venideros. Este es el fin supremo para el que fue creado. Y es por eso que existimos. Debemos ser consumidos por vivir para la gloria de Dios, tanto ahora como para siempre.

Nunca cesaremos de alabar a Dios, porque Él es inmortal y nunca tendrá fin: «Al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, a Él sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén» (1 Tim 1:17). «Gloria» le será dada «por los siglos de los siglos» porque reinará supremamente como Rey a través de las edades venideras.

La última palabra de este versículo es la afirmación final de Pablo respecto a la teología que acaba de enseñar. Él concluye: «Amén». Esto es un rotundo «¡Es verdad!». En otras palabras, «Es correcto»; «Que así sea»; «¡Sí!». La teología debería producir esta respuesta ferviente en nuestros corazones. Esta verdad acerca de Dios debe crear este tema central y dominante en nuestras vidas. Este debe ser nuestro mayor latido y nuestra mayor pasión. Este debe ser nuestro más profundo celo y nuestra más alta motivación. Debemos vivir y morir —y luego vivir por siempre— para la gloria de Dios.

Que nuestro estudio de la teología sea para la gloria de Dios. Que nos lleve a darle la alabanza que solo a Él le pertenece. Amén.


Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Steven Lawson
Steven Lawson

El Dr. Steven J. Lawson es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.

Proclamar la ética cristiana

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Serie: La ética cristiana

Proclamar la ética cristiana
Por Steven Lawson

Nota del editor: Este es el séptimo capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: La ética cristiana

Es imposible sobreestimar el poder santificador de un ministerio con un púlpito sólido. Dios diseñó la predicación de la Palabra para que fuera el medio principal de gracia en la vida de cada cristiano. La proclamación de la Escritura debe ser el medio principal por el cual se nutre la verdadera espiritualidad en nuestras iglesias locales. La predicación fiel equipará a los creyentes para brillar con intensidad en una cultura impía de corrección política y depravación inmoral. Todo el consejo de Dios debe ser llevado a cada oyente y esto incluye el tema de la ética cristiana, que es de importancia crítica. Por la gracia de Dios, he aquí una palabra de exhortación a todo predicador.

Como predicador dedicado a la Palabra de Dios, inevitablemente enfrentarás muchos problemas éticos. La enseñanza bíblica no solo contiene la verdad teológica, sino también las implicaciones necesarias con respecto a la ética. La doctrina siempre impone exigencias prácticas a nuestras vidas. He encontrado útil esta guía práctica sobre lo que requieres para tu predicación respecto a la ética cristiana.

PREDICA LA BIBLIA

Cualquier cosa que afirmes acerca de la ética debe encontrar su base en la Palabra escrita de Dios. No existe una autoridad vinculante en las tendencias sociales del día ni en las tradiciones religiosas de una cultura. Fuera de la Biblia, cualquier imposición de moralidad conduce al legalismo. Tienes una autoridad principal: las Escrituras inspiradas. El único estándar determinante en todas las exigencias éticas que predicamos debe ser: «Así dice el Señor». 

DEFINE EL PROBLEMA

Debes especificar el problema moral, explicando claramente lo que está bien y lo que está mal. El tema ético que se aborda —el aborto, la eutanasia, la homosexualidad o cualquier otro asunto—, se abordará de alguna manera en las Escrituras. A veces, la ley moral, que se encuentra en los mandamientos de Dios, se ocupará de ella directamente. En otras ocasiones, las implicaciones del texto y las buenas y necesarias consecuencias de los relatos bíblicos proporcionarán la guía. La ética cristiana también se expresa en principios eternos extraídos de la literatura sapiencial y de la misma manera encontramos pecados reprendidos por los profetas. La ética cristiana se enseña en los discursos de Cristo y se explica en las epístolas de los apóstoles. Dondequiera que se encuentre la ética en la Biblia, debes pararte en el púlpito y proclamar estas verdades eternas con claridad y valor.

EXPLICA LA RAZÓN

Debes explicar por qué cada tema ético es de gran importancia. Cada asunto moral debe verse a la luz del carácter santo y los atributos justos de Dios. Además, debes presentar esta verdad a la luz de otras doctrinas y enseñanzas que se encuentran en otras partes de las Escrituras. Cada tema moral que abordes debe cuadrar con el resto de la Biblia. Debe ser consistente con el diseño de Dios para la santidad de la vida y las instituciones del hogar, la Iglesia y el gobierno, así como el lugar de trabajo.

EXPÓN EL CORAZÓN

Debes comenzar tu aplicación abordando el estado del corazón del oyente. En el Sermón del monte, Jesús priorizó y enfatizó una religión del corazón. Sostuvo que las acciones pecaminosas proceden de pensamientos pecaminosos y deseos carnales. Afirmó que el asesinato y el adulterio son pecados concebidos en el corazón antes de que se conviertan en hechos externos. Toda desviación de una ética correcta, ya sea de palabra o de hecho, siempre brota primeramente en el corazón.

LLAMA A LA OBEDIENCIA

Una vez establecida la moralidad del asunto, debes llamar a la debida obediencia. No es suficiente que las personas sean oidores de la Palabra. Debes responsabilizarlos de que sean hacedores de ella. No le des a la gente sugerencias para considerar. Más bien, debes señalarles los estatutos de las Escrituras y desafiar sus voluntades. Debes ir más allá de hablar solo con declaraciones indicativas y abordarlos con órdenes imperativas que demanden su respuesta.

PROMETE LA BENDICIÓN

Dios honrará a aquellos que guarden Su Palabra. Aunque el camino puede ser exigente y costoso, no obstante glorifica a Dios. Es mejor para tus oyentes estar en un desierto abrasador dentro de la voluntad de Dios que estar en un palacio deslumbrante fuera de Su voluntad. No importa cuán contracultural sea esta ética cristiana, debes reafirmar que un corazón puro y una sumisión obediente conducirán de manera inevitable a la bendición de Dios.

ADVIERTE A LOS OYENTES

No retengas la amonestación sobre cuestiones éticas. Debes advertir a tus oyentes que violar la Palabra de Dios siempre tiene un precio muy alto. En nuestros días, vemos la destrucción que la moral pecaminosa ha traído sobre nuestro mundo. Mientras predicas, nunca te disculpes por presentar las advertencias de Dios contra la maldad. La ley de sembrar y cosechar nunca ha sido revocada. Algunos efectos del pecado son duraderos, incluso de por vida. Otros producen efectos más breves. De cualquier manera, siempre habrá consecuencias dolorosas por la desobediencia.

PROMETE EL PERDÓN 

Sin duda, habrá personas en tu congregación que ya hayan cometido el pecado al que te estás refiriendo. Sin embargo, esto no significa que no deba confrontarse desde el púlpito. Esto requiere de su confesión de pecado y arrepentimiento. No obstante, debes prometer el agua viva del perdón divino a aquellos que ya hayan transgredido este asunto. Asegúrales que Dios está más que dispuesto a perdonar su pecado.

FORTALECE A LOS FIELES 

Tus oyentes viven en un mundo de tolerancia moral hacia cada concesión pecaminosa. Deben estar equipados para resistir la tentación de guardar silencio cuando deban dar testimonio de la verdad. La predicación audaz profundizará sus convicciones, para que no cedan ante la mayoría en el trabajo o en su vecindario. Deben estar preparados para estar solos, si es necesario, por causa de la justicia, incluso si tienen que sufrir por ello.

Como ministro de la Palabra, tienes esta gran responsabilidad. Dios te ha designado para enseñar la Biblia y alimentar al rebaño que se te ha confiado. Una parte importante de tu deber pastoral es instruir a tu congregación en sus obligaciones morales, tal como se encuentran en las Escrituras. La verdad entendida de manera intelectual nunca es un fin en sí misma. Es solo un medio para alcanzar una meta mucho mayor: que las vidas y los corazones estén comprometidos con la pureza moral para la gloria de Dios.

Solo entonces el pueblo de Dios estará preparado para sostener la antorcha de la verdad en nuestra hora presente.


Publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Steven Lawson
Steven Lawson

El Dr. Steven J. Lawson es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.

Metáforas atléticas para la vida cristiana

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Serie: Metáforas bíblicas para la vida cristiana.

Metáforas atléticas para la vida cristiana

Steven Lawson

Nota del editor: Este es el quinto capítulo en la serie de artículos de Tabletalk Magazine: Metáforas bíblicas para la vida cristiana.

El deporte es un lenguaje que la gente habla en todo el mundo. Ciertamente era un tema con el que estaban familiarizados los ciudadanos romanos del primer siglo. Los atletas eran los íconos del mundo antiguo, los héroes de los muchachos y la moda de la cultura. Basándose en esta popularidad, los escritores del Nuevo Testamento decidieron comunicar muchos aspectos importantes de la vida cristiana por medio a metáforas atléticas. Se valieron de eventos deportivos para ilustrar verdades importantes relacionadas a nuestra santificación. He aquí algunos aspectos específicos que nos enseñan sobre nuestra búsqueda de la santidad.

Primero, entrenamiento estricto. Se requiere que un atleta se someta a un entrenamiento riguroso a fin de competir al más alto nivel. Él se ejercita vigorosamente para desarrollar sus músculos, agrandar sus pulmones y aumentar su resistencia. Un atleta flojo y fuera de forma nunca logrará el premio. Solo aquellos que estén físicamente en forma ganarán. Del mismo modo, Pablo escribe que los creyentes deben hacer lo mismo: «Más bien disciplínate [Lit., ejercítate; o entrénate, NTV] a ti mismo para la piedad» (1 Tim 4:7). «Disciplínate» (griego gymnazō) literalmente significa «hacer ejercicios desnudo» y se introduce al idioma español como gimnasio. El gimnasio antiguo era un lugar donde los atletas se quitaban la ropa para que nada restringiera sus movimientos físicos durante el entrenamiento. Del mismo modo, cada cristiano debe remover todo obstáculo que impida su crecimiento espiritual. Luego debe ejercitarse diligentemente en las Escrituras. Debe disciplinarse en la oración. Debe fortalecer su corazón para Dios en adoración personal y colectiva.

Segundo, obediencia comprometida. Un atleta tiene que competir de acuerdo a las reglas. Ningún participante puede inventar su propio conjunto de regulaciones. Las reglas ya están establecidas y son aplicadas por el árbitro, y romperlas resultará en una penalidad o descalificación. De manera similar, todo creyente debe vivir en obediencia a las Escrituras. Pablo escribe: «Y también el que compite como atleta, no gana el premio si no compite de acuerdo con las reglas» (2 Tim 2:5). Se requiere obediencia a los mandamientos de la Biblia para todo aquel que corre la carrera de la fe. La obediencia agrada a Dios y se apoya en Su voluntad. La obediencia es una evidencia de verdadera fe salvífica, trae seguridad de salvación y es necesaria para ser como Cristo.

Se requiere obediencia a los mandamientos de la Biblia para todo aquel que corre la carrera de la fe.

Tercero, dominio propio. Se requiere que un atleta ejercite dominio sobre su cuerpo durante su entrenamiento. Si quiere ganar, le corresponde a él limitar sus libertades. Es necesario que se abstenga de comidas poco saludables para controlar su peso. Necesita monitorear cuánto duerme para preservar su fuerza. Del mismo modo, se requiere este mismo dominio propio en la vida cristiana. Pablo escribe: «Y todo el que compite en los juegos se abstiene de todo» (1 Co 9:25). «Se abstiene» significa «autorrestricción, autogobierno». Como creyentes, debemos velar por lo que permitimos que entre a nuestras mentes y corazones. Debemos rehusar consumir la comida chatarra tóxica de este mundo que está envenenada con sus ideologías seculares. En cambio, debemos decidir ser «nutrido[s] con las palabras de la fe y de la buena doctrina» (1 Tim 4:6). Esto requiere de un banquete diario de cada palabra que procede de la boca de Dios (Mt 4:4).

Cuarto, arduo esfuerzo. Un atleta tiene que ejercer un esfuerzo máximo a fin de ganar su evento. Esfuerzos a medias nunca lograrán la corona. Los corredores relajados que apenas mueven los pies perderán la carrera. La corona le pertenece al que gasta cada onza de energía en su competencia. De la misma manera, Pablo dice que debemos «trabaja[r]» (1 Tim 4:10) si hemos de ganar el premio. «Nos esforzamos» (griego kopiaō) significa «esforzarse hasta el punto de agotamiento». En la búsqueda de santidad, debemos entregarnos hasta que no podamos dar más. Otra vez usando la metáfora atlética, Pablo escribe: «Sigo adelante» (Flp 3:12), empleando una palabra (griego diokō) que significa «moverse rápido y decisivamente tras un objeto». Pablo declara que él estaba corriendo tras el conocimiento de Cristo tan rápido como sus piernas espirituales lo impulsaban. La Biblia dice: «Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Heb 12:1). Esta «carrera» (griego agōn) era el terrible evento a larga distancia que involucraba agonía y era agonizante. Debemos gastarnos en correr la carrera de toda la vida que tenemos por delante.

Quinto, puntería estratégica. En el mundo antiguo, un boxeador entraba al cuadrilátero para pelear contra su oponente. Su objetivo era asestarle golpes directos y demoledores a su contrincante hasta que estuviera ensangrentado y acabado. Un boxeador de aquellos tiempos no podía darse el lujo de desgastarse tirando puños salvajes al aire. No tenía mucha fuerza para gastar. Cada golpe tenía que dar en el blanco. De la misma manera, el apóstol Pablo se veía como un boxeador: «Peleo, no como dando golpes al aire» (1 Co 9:26). En su vida espiritual, él no estaba haciendo boxeo de sombra y lanzando jabs al aire. El apóstol aclara: «Golpeo [O, hiero] mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado» (v. 27). «Golpeo» (griego hupopiazō) literalmente significa «herir, hacer moretones». El apóstol dice que debe golpear a su formidable enemigo hasta que sangre. Irónicamente, este oponente es su propia carne pecaminosa.

Sexto, enfoque singular. Todo atleta tiene que permanecer concentrado en la meta. Debe mantener una concentración intensa en el premio. Es este enfoque miope lo que lo impulsa con estallidos de energía renovada. Mirar hacia otros corredores o hacia el estadio hará que corra más lento y lo llevará a su derrota. De manera similar, los cristianos deben tener «puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Heb 12:2). Nuestro enfoque singular debe mantenerse en Cristo, quien genera la fuerza que necesitamos para correr con resistencia. Mantener nuestra mirada fija en Cristo produce la energía que se requiere para ganar la corona incorruptible. Mientras corría su carrera de vida, Pablo escribió que él estaba «olvidando lo que queda atrás» (Flp 3:13). Él no podía ganar la corona si estaba mirando atrás a sus victorias o fracasos pasados. Él tenía que mantenerse mirando a Jesucristo.

Si has correr «de tal modo que gan[es]» el premio (1 Co 9:24), debes competir como un atleta totalmente comprometido en la vida cristiana. Se requiere sudor santificado. Pero valdrá la pena recibir la corona incorruptible del mismo Señor Jesucristo.

Este articulo fue publicado originalmente en Tabletalk Magazine.
Steven Lawson
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El Dr. Steven J. Lawson es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.

10/11 – Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida

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Serie: El Salmo 23

10/11 – Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida

Steven Lawson

Nota del editor: Este es el décimo capítulo en la serie «El Salmo 23», publicada por la Tabletalk Magazine. 

Dwight L. Moody, un destacado evangelista del siglo XIX, fue abordado en su oficina una vez por una mujer que necesitaba consejería. Ella alegaba que dos hombres la estaban siguiendo. Cada vez que ella se subía al tranvía de la ciudad, ellos se subían detrás de ella. Cuando ella se bajaba, ellos se bajaban. Con un tic nervioso en su cuello, insistía en que incluso había sido seguida hasta esa oficina por estos dos hombres.

Moody podía detectar fácilmente que esta preciosa mujer estaba sufriendo de algún tipo de delirio mental. No había nadie siguiéndola. Pero para tranquilizarla él le dijo: “Esos dos hombres que te siguen son hombres de David. Sus nombres son Bien y Misericordia”. Él entonces abrió su Biblia en el Salmo 23:6 y le mostró: “Ciertamente el Bien y la Misericordia te seguirán todos los días de tu vida”. Con alivio ella exclamó: “Qué maravilloso. Siempre me he preguntado cómo se llamaban”. Ese día la mujer se fue en paz, consolada al saber que eran el bien y la misericordia que la seguían.

Nunca habrá un día en que el bien y la misericordia de Dios no estén cerca de nosotros.

Como creyentes en Jesucristo, tú y yo también necesitamos confiar en que el bien y la misericordia de Dios nos siguen a cada paso. Es necesario que tengamos la misma confianza y consuelo, creyendo que cada día de nuestras vidas, estos dos amigos de David están con nosotros en cada momento.

En el Salmo 23, aprendemos que hay una relación cercana e inseparable entre el Buen Pastor y Sus ovejas. Un vínculo inquebrantable los une como si fueran uno solo. El versículo 6 apoya esta idea y lo evidencia claramente. David empieza el versículo resaltando la certidumbre de esta unión indisoluble. Esta realidad se ve en la primera palabra “ciertamente”. No hay duda de que lo que aquí se afirma debe ser creído con una seguridad absoluta. No importa cuán oscuro sea valle, o cuán profundo sea el barranco, ciertamente este bien y misericordia le pertenecen a las ovejas. La cercana presencia del Pastor con Su tierno amor es una verdad indisputable. Su preocupación nunca debe ser puesta en duda, ni su cuidado cuestionado. Con la certeza del irrevocable amor pactal de Dios, Su gran bondad está firmemente comprometida con Su rebaño.

Cuando David testifica que el “bien” lo seguirá, él usa una palabra hebrea que cuando se usa como adjetivo, significa “hermoso” o “placentero”. Representa la manera atractiva con la que Dios muestra Su amor por Sus ovejas. Dios es perfectamente bueno en Su carácter e impecablemente bueno en Sus acciones. Por lo tanto, Él solo puede hacerle bien a Su amado rebaño. Esto se evidencia en cómo Él cuidadosamente vela por las muchas necesidades de Sus ovejas.

David también testifica que la “misericordia” le sigue. Esto es el amor incondicional del Buen Pastor para con aquellos que el Padre ha escogido y le ha encargado. Él los ama con Su amor soberano que jamás podrá ser extinguido. Aun cuando somos infieles, Él permanece fiel a nosotros.

El verbo hebreo traducido “seguir” muestra estas dos virtudes —el bien y la misericordia— como si persiguieran activamente a David. Se puede decir que estos dos componentes gemelos del amor divino son perros ovejeros que ayudan al pastor a acorralar su rebaño. Ellos siguen al rebaño para guiarlo en la dirección correcta. Cuando las ovejas se desvían, estos perros las traen de vuelta. Cuando disminuimos el paso, ellos nos impulsan a seguir adelante. Así que es con el bien y la misericordia que se tira de la retaguardia. Ellos nos acercan constantemente al Buen Pastor.

Esta persecución puede recordarnos los días en que David huía de Absalón. David testifica que no importa las amenazas que lo han perseguido o acosado, siempre hay un perseguidor más grande que lo acompaña: el bien y la misericordia. Aunque ha sido acosado por aquellos que tratan de hacerle daño, él permanece confiado en que este amor divino seguirá cada uno de sus pasos. Está convencido de que este amor divino estará con él hasta el fin.

Aquí está la perseverancia del Pastor en el cuidado de Sus ovejas. Aun cuando David se encontraba en situaciones de vida o muerte, la bondad de Dios estaba muy cerca. Sin importar la prueba, Su bondad amorosa siempre lo acompañaba.

Cuando David afirma que estas bendiciones gemelas “me seguirán”, está enfatizando cuán personales son para él. El punto aquí es que este cuidado divino no está dirigido hacia un grupo anónimo de ovejas sin nombre de una manera general e inespecífica. Al contrario, David sabe que el enfoque de Dios está fijo sobre él como una oveja particular llamada por su nombre.

Esta misericordia perseguirá a David “todos los días de [su] vida”. No habrá un solo día en que este fiel favor no lo siga de cerca. Estas dos partes del amor de Dios le pisarán los talones todo el día, cada día y por el resto de su vida. Nunca habrá un día en que el bien y la misericordia de Dios no estén cerca de nosotros. Nunca podremos escapar del fiel amor de este Buen Pastor.

Este artículo fue publicado originalmente en la Tabletalk Magazine.
Steven Lawson
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El Dr. Steven J. Lawson es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.

¿Por qué creó Dios?

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¿Por qué creó Dios?

Steven Lawson

¿Por qué creó Dios? Ciertamente no porque necesitaba amar a alguien. En la eternidad pasada Dios gozaba de perfecto amor e íntima comunión con su propio ser. Las tres personas de la Trinidad –Padre, Hijo, y Espíritu– gozaban una relación perfecta que los llenaba por completo. Entonces, Dios no estaba vacío por dentro, ni siquiera personalmente vacío; estaba completamente satisfecho, contento en sí mismo, y contenido en sí mismo. Entonces Dios no creó porque tenía alguna limitación en Él. Más bien creó todo de la nada para desplegar su gloria para el deleite de sus criaturas, y para que ellos pudieran declarar su grandeza. El libro de Génesis nos habla del increíble despliegue de la soberanía de Dios al hablar el universo en existencia, y en salvarlo.

En Génesis, Moisés registró la increíble demostración de la soberanía de Dios en la creación. Dios no vio al futuro para ver que el universo evolucionaba de la nada. No previó un big bang, para después adoptar los resultados caóticos en su plan eterno. Por el contrario, Dios habló intencionalmente, y de esa manera creó todo de la nada. Nadie lo obligó a crear. No había una presión externa sobre Él. Más bien, su acto de crear desplegó con magnificencia su soberanía imperial. Nadie puede atar la suprema autoridad de Dios, ni Satanás, ni los ángeles caídos, mucho menos simples humanos.

A. W. Pink escribió con asombro pensante sobre la extraordinaria soberanía de Dios antes de la creación:

En la gran expansión de la eternidad, la cual va más allá de Génesis 1:1, el universo no había nacido, y el universo existía solamente en la mente del gran creador. En su soberana majestad, Dios moraba completamente solo. Nos referimos a ese período distante antes de que los cielos y la tierra fueran creados. No había ángeles que cantaran himnos a Dios, no había criaturas de las cuales tuviera que tomar nota, no había rebeldes a quienes tuviera que sujetar. El grandioso Dios estaba solo entre el terrible silencio de su propio vasto universo. Pero inclusive en ese tiempo, si pudiera llamársele así, Dios era soberano. Él podía crear o no crear de acuerdo a su propia voluntad. Podía crear de una manera u otra; podría crear un mundo o millones de mundos, ¿y quién podía resistir su voluntad? Con su voz podría crear millones de diferentes criaturas y ponerlas en absoluta equidad, dándoles las mismas facultades y el mismo ambiente; o podía crear millones de criaturas diferentes sin nada en común excepto el ser criaturas, ¿y quién podría decirle que no? Si le placía, podía crear un mundo tan inmenso que sus dimensiones fueran más allá de toda computación finita; y si se le antojaba, podía crear un organismo tan pequeño que nada excepto un poderoso microscopio pudiera revelar su existencia a los ojos humanos. Era su derecho soberano crear, por un lado, el serafín exaltado que arde alrededor de su trono, y por el otro, un pequeño insecto que muere la misma hora en que nace. Si el poderoso Dios quería tener una gradación en su universo, del más alto serafín a un pequeño reptil, con mundos dando vueltas y átomos flotando, de macrocomos a microcosmos, en lugar de hacer todo de manera uniforme, ¿quién podía cuestionar su deleite soberano?

Esta sorprendente demostración de la soberanía en la creación es un ejemplo de su derecho a reinar en la salvación. Dios, quien mandó que la luz apareciera en el primer día de la creación, pronto ordenaría que la luz del evangelio brillara en los corazones oscuros de pecadores con ceguera espiritual. Dios, quien separó las aguas en el segundo día, causaría un cisma infinito que lo separaría de los pecadores. Dios, quien recogió las aguas en el tercer día, recogería a los pecadores a sí mismo. Dios, quien creó el sol, la luna, y las estrellas en el cuarto día, crearía de manera omnipotente la fe salvadora. Dios, quien comenzó a crear el mundo animal en el quinto día, por gracia mandaría a su Hijo, el cordero de Dios que quita el pecado. Dios, que creó a Adán y Eva en el día seis, pronto volvería a crear a los pecadores en su propia imagen. Su gracia gratuita llevaría acabo un segundo Génesis en la salvación de hombres y mujeres perdidos.

Publicado originalmente en el blog de Ligonier Ministries. Traducido por la Coalición por el Evangelio.

Steven Lawson

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El Dr. Steven J. Lawson es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.

El TULIP y las Doctrinas de la Gracia

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El Blog de Ligonier

El TULIP y las Doctrinas de la Gracia

Steven Lawson

La verdad central de la gracia salvadora de Dios se establece de forma resumida en la afirmación: “La salvación es del Señor”. Esta fuerte declaración significa que cada aspecto de la salvación del hombre proviene de Dios y depende totalmente de Dios. La única contribución que hacemos es el pecado que fue puesto sobre Jesucristo en la cruz. El apóstol Pablo afirmó esto cuando escribió: “Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre” (Ro. 11:36). Esto quiere decir que la salvación es determinada por Dios, comprada por Dios, aplicada por Dios y asegurada en Dios. De principio a fin, la salvación es solo del Señor.

Esta verdad se resume mejor en las doctrinas de la gracia, que son: la depravación total, la elección incondicional, la expiación definida, el llamado eficaz, y la gracia que preserva. Estas verdades presentan al Dios trino como el autor de nuestra salvación de principio a fin. Cada miembro de la divinidad, Padre, Hijo, y Espíritu, juega un papel en la redención, y trabajan juntos como un solo Dios para rescatar a aquellos que perecen bajo la ira divina. En perfecta unidad, las tres personas divinas hacen el trabajo que los pecadores destinados al infierno, quienes son completamente incapaces de salvarse a sí mismos, no pueden hacer.

La única contribución que hacemos es el pecado que fue puesto sobre Jesucristo en la cruz.

Depravación total

El primer hombre, Adán, pecó, y su transgresión y culpa fueron inmediatamente imputadas a toda la humanidad (excepto Cristo). Con este único acto de desobediencia, contaminó moralmente cada parte de su ser: mente, afectos, cuerpo, y voluntad. Por este pecado, la muerte entró al mundo, y la comunión de Adán con Dios se rompió.

La culpa y la corrupción de Adán fue transmitida a su descendencia natural en el momento de la concepción. A su vez, cada uno de los hijos de sus hijos hereda esta misma caída radical. De manera consecuente se ha transmitido a cada generación hasta el día de hoy. La naturaleza perversa de Adán se ha extendido a la totalidad de cada persona.

Fuera de la gracia, nuestras mentes están oscurecidas por el pecado, incapaces de comprender la verdad. Nuestros corazones están contaminados, incapaces de amar la verdad. Nuestros cuerpos están muriendo, progresando hacia la muerte física. Nuestras voluntades están muertas, incapaces de elegir lo bueno. La incapacidad moral para agradar a Dios contamina a todas las personas desde su entrada en el mundo. En su estado no regenerado, nadie busca a Dios. Nadie es capaz de hacer el bien. Todos están bajo la maldición de la ley, que es la muerte eterna.

Elección incondicional

Mucho antes de que Adán pecara, Dios ya había decretado y determinado la salvación para los pecadores. En la eternidad pasada, el Padre eligió a un pueblo que sería salvo en Cristo. Antes de que el tiempo comenzara, Dios eligió a muchos entre la humanidad a quienes se proponía salvar de su ira. Esta selección no se basó en ninguna fe prevista en aquellos a quienes eligió. Tampoco fue motivado por su bondad inherente. En su lugar, de acuerdo con su amor infinito y su sabiduría inescrutable, Dios puso su afecto en sus elegidos.

El Padre dio a los elegidos a su Hijo para ser su novia. Cada uno de los elegidos fue predestinado por el Padre para ser hecho a la imagen de su Hijo y cantar sus alabanzas para siempre. El Padre comisionó a su Hijo para venir este mundo y entregar su vida para salvar a estos mismos elegidos. Del mismo modo, el Padre comisionó al Espíritu para traer a estos mismos elegidos a la fe en Cristo. El Hijo y el Espíritu concurrieron libremente en todas estas decisiones, haciendo de la salvación la obra indivisible del Dios trino.

Expiación definida

En la plenitud de los tiempos, Dios el Padre envió a su Hijo a entrar en este mundo caído con la misión de redimir a su pueblo. Nació de una virgen, sin naturaleza pecaminosa, para vivir una vida sin pecado. Jesús nació bajo la ley divina para obedecerla por completo en nombre de los pecadores desobedientes que la habían roto repetidamente. Esta obediencia activa de Cristo cumplió todas las justas exigencias de la ley. Al guardar la ley, el Hijo de Dios logró una justicia perfecta, la cual es contada a los pecadores creyentes para que sean declarados justos (justificados) ante Dios.

Esta vida sin pecado de Jesús lo calificó para ir a la cruz y morir en lugar de los pecadores culpables y destinados al infierno. En la cruz, Jesús soportó la completa ira del Padre por los pecados de su pueblo. En esta muerte vicaria, el Padre transfirió a su Hijo todos los pecados de todos aquellos que creerían en Él. Siendo un sacrificio y cargando el pecado, Jesús murió como sustituto en lugar de los elegidos de Dios. En la cruz, Él propició la justa ira de Dios hacia los elegidos. Por la sangre de la cruz, Jesús reconcilió al Dios santo con el hombre pecador, estableciendo la paz entre ambos. En su muerte redentora, Él compró a su novia, su pueblo elegido, de la esclavitud del pecado y la liberó.

La muerte de Jesús no solo hizo a toda la humanidad potencialmente salvable. Tampoco su muerte simplemente logró un beneficio hipotético que puede o no ser aceptado. Su muerte, tampoco, simplemente hizo a toda la humanidad redimible. En su lugar, Jesús en realidad redimió a un pueblo específico a través de su muerte, asegurando y garantizando su salvación. Ni una gota de la sangre de Jesús se derramó en vano. Él verdaderamente salvó a todos por quienes murió. Esta doctrina de la expiación definida se conoce en ocasiones como expiación limitada.

Llamado eficaz

Con unidad de propósito, el Padre y el Hijo enviaron el Espíritu Santo al mundo para aplicar esta salvación a los elegidos y redimidos. El Espíritu vino a convencer a los elegidos de pecado, justicia, y juicio, y a volverse al Hijo, a todos aquellos que el Padre le dio. En el tiempo divinamente señalado, el Espíritu quita de cada elegido su incrédulo corazón de piedra, endurecido y muerto en pecado, y lo reemplaza con un corazón creyente de carne, receptivo y vivo para Dios. El Espíritu implanta vida eterna dentro del alma espiritualmente muerta. Él concede a los hombres y mujeres elegidos los dones del arrepentimiento y la fe, lo que les permite creer que Jesucristo es el Señor.

De repente, todas las cosas se vuelven nuevas. La nueva vida del Espíritu produce un nuevo amor por Dios. Nuevos deseos de obedecer la Palabra de Dios producen una nueva búsqueda de la santidad. Hay una nueva dirección de vida, vivida con una nueva pasión por Dios. Estos nacidos de nuevo dan evidencia de su elección con el fruto de la justicia. Este llamado del Espíritu es efectivo, lo que significa que los elegidos ciertamente responderán cuando se les dé dicho llamado. Finalmente no se resistirán. Por este motivo, la doctrina del llamado eficaz en ocasiones se le llama la doctrina de la gracia irresistible.

Gracia que preserva

Una vez convertido, cada creyente se mantiene eternamente seguro por las tres personas de la Trinidad. A todos los que Dios conoció de antemano y predestinó en la eternidad pasada, glorificará en la eternidad futura. Ningún creyente abandonará a Dios o se apartará. Cada creyente está firmemente retenido por las manos soberanas del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, y nunca se perderá. Ninguna de las ovejas por las cuales Jesús dio su vida perecerá. El Espíritu Santo sella de manera permanente en Cristo a todos los que atrae a la fe. Una vez nacido de nuevo, no podría no haber nacido. Una vez creyente, ninguno puede convertirse en incrédulo. Una vez salvo, ninguno puede dejar de serlo. Dios los preservará en la fe para siempre, y perseverarán hasta el fin. Es por esto que la doctrina de la gracia que preserva a menudo se llama la doctrina de la preservación de los santos.

De principio a fin, la salvación es del Señor. En realidad, estas cinco doctrinas de la gracia forman un cuerpo completo de verdad con respecto a la salvación. Están inseparablemente conectadas y por lo tanto se mantienen o caen todas juntas. Abrazar cualquiera de las cinco requiere abrazar las cinco. Negar una es negar las otras y fracturar la Trinidad, poniendo a las tres personas en desacuerdo entre sí. Estas doctrinas hablan juntas a una sola voz para dar la mayor gloria a Dios. Esta alta teología produce alta doxología. Cuando se comprende correctamente que solo Dios: Padre, Hijo, y Espíritu, salva a los pecadores, entonces toda la gloria es para Él.

Publicado originalmente en el blog de Ligonier Ministries. Traducido por la Coalición por el Evangelio.

Steven Lawson
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El Dr. Steven J. Lawson es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.

Fieles en el Púlpito (1ª Timoteo 4:13-16)

Conferencia Expositores

Fieles en el Púlpito (1ª Timoteo 4:13-16)

Steven Lawson

https://youtu.be/LwN24NzVr-E

Steven Lawson es el presidente y fundador de OnePassion Ministries, un profesor asistente de Ligonier y autor de númerosos libros.

La conferencia Expositores existe para fortalecer a la iglesia local a través de la capacitación de sus líderes. Hemos diseñado una conferencia anual que se realiza en Los Angeles, California en el campus de Grace Community Church. Esta conferencia está dirigida a hombres, pero las mujeres también están bienvenidas.

http://www.conferenciaexpositores.org

Los profetas menores, un gran mensaje

Ministerios Ligonier

Renovando tu Mente

Los profetas menores, un gran mensaje

Steven J. Lawson

https://www.ivoox.com/profetas-menores-gran-mensaje-audios-mp3_rf_45408420_1.html

En esta, nuestra última sesión llegamos ahora a los Profetas Menores, y como ustedes saben bien, no se llaman profetas menores porque su mensaje fuera menor, sus libros son más breves que Isaías, Jeremías y Ezequiel, estos se llaman Profetas Mayores debido a la extensión de sus libros, los profetas menores tenían un mensaje mayor solo que en una forma más abreviada. Hay doce Profetas Menores, tres anteriores al exilio —perdón, nueve anteriores al exilio— y tres posteriores al exilio, y vamos a recorrerlos.

Y queremos comenzar con el libro de Oseas, si toman su Biblia y van conmigo al libro de Oseas, capítulo 1, versículo 2, se nos presenta de inmediato una sociedad decadente, un pueblo que no conoce a Dios, nuevamente ellos son el pueblo de Dios por nacimiento étnico, en el sentido de que nacen dentro de la nación de Israel, pero no conocen a Dios y eso se volverá muy obvio cuando veamos el versículo 9.

Pero primero el versículo 2, cuando por primera vez el Señor habló por medio de Oseas, el Señor le dijo: “Anda, toma para ti a una mujer ramera, y engendra hijos de prostitución; porque la tierra se prostituye gravemente abandonando al Señor”. Oseas tenía que casarse con una mujer que era prostituta o iba a convertirse en prostituta, y ella tendría hijos a consecuencia de su prostitución, y todo eso debía ser una lección práctica del estado espiritual de la nación de Israel que estaba involucrada en adulterio espiritual —que es una metáfora de la idolatría.

Ellos se habían apartado del Señor su Dios, se habían desligado de Él, y no tenía una relación salvadora con Dios, y una vez más, vemos que es muy posible ser religioso y estar expuesto al sonido de la Palabra de Dios, y estar en un contexto religioso, incluso en un contexto que tenga la verdadera Palabra de Dios, y no obstante no estar convertido en el corazón, y ese es el caso aquí.

Así que, la mujer Gomer tuvo tres hijos, el último de los cuales se menciona en el versículo 9 “Y el Señor dijo: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, y yo no soy vuestro Dios”, una clara declaración de que no tenemos ninguna relación en lo absoluto.

Yo no los conozco, ustedes no me conocen, no soy su Dios, ustedes no son mi pueblo, estamos totalmente separados, no hay reconciliación, no existe una relación íntima personal entre nosotros, ustedes saben de mí, pero no me conocen y yo no los conozco, y sé todo sobre vosotros.

De eso testifica el versículo 9 y esto habla nuevamente de la doctrina de la Depravación Total, habla de la corrupción radical, aquellos cuyas mentes están entenebrecidas por el pecado, aquellos cuyos corazones están contaminados y depravados por el pecado, y aquellos cuya voluntad está muerta y encadenada al pecado, cada facultad de la persona no convertida está bajo el dominio del pecado: mente, afectos y voluntad.

Así que esto es Depravación Total, y la nación entera fue arrastrada a la apostasía porque eran adúlteros espirituales, lo que significa que tenían otros amantes aparte de Dios, no amaban a Dios de manera absoluta. Por lo tanto, en realidad eso significa que no amaban a Dios en lo absoluto, amaban a otros dioses, se amaban a sí mismos, amaban al mundo, sus posiciones, cualquier cosa, pero no amaban a Dios de manera suprema.

Esa es la marca de un cristiano, ama a Dios más que cualquier otra cosa en la vida, Jesús dijo: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, y a sus hermanos y hermanas, aun su propia vida, no puede ser mi discípulo”, es un llamado poderoso el que hace Cristo, que debemos amarlo a Él más que a nadie, más que cualquier otra cosa, y el amor que tenemos por aquellos que son nuestros más cercanos, parecería odio comparado con el amor supremo que tenemos por Dios. Ahora si uno ama a Dios al máximo, va amar más a sus padres, va amar más a su cónyuge, va amar más a sus hijos, pero debemos amar a Dios en primer lugar.

Bueno, ese no es el caso aquí, así que Dios hace este anuncio —Yo no soy su Dios, y ustedes no son mi pueblo, no tenemos ninguna relación ustedes están perdidos y están pereciendo—. Vamos ahora al capítulo 2, versículo 23, y si van hacer salvos Dios debe comenzar algo, si van a entrar en una relación personal con Dios, Dios debe ser el que lo lleve a cabo, y lo realice, porque el que no conoce a Dios está huyendo de Él, no acercándose.

Así que leemos en Oseas 2, versículo 23: “Tendré compasión de ella” —refiriéndose a la nación—, y “de la que no recibió compasión, y diré al que no era mi pueblo: Tú eres mi pueblo”. Dios es el que comienza esto, y dice esto, que cita Pablo en Romanos 9, versículo 25 que los que no son pueblos de Dios, de pronto se convertirán en pueblo de Dios, y esto habla del nuevo nacimiento y de ser llevados a una relación correcta con Dios, habla de venir ahora a conocer a Dios y de Dios darse a conocer a ellos, y de ellos ser atraídos por su gran compasión hacia esta relación.

Esto es lo que sucederá ahora, y eso habla del Llamado Eficaz de Dios, habla del llamado irresistible de Dios, habla de la regeneración soberana de Dios, hubo un tiempo cuando tú no eras su pueblo, y hubo un tiempo cuando Él no era tu Dios, y entonces llegó ese momento, probablemente habían ocurrido muchas cosas antes, la siembra de la semilla, el convencimiento de pecado, el cultivo de tu corazón; pero en ese momento, de repente, Él vino a ser tu Dios, y de repente tú te convertiste en su pueblo, cuando el Señor te llevó y te atrajo hacia Él con cuerdas de amor y compasión, eso es lo que sucederá en la nación.

Ahora, en Oseas 4, versículo 17, no todos son atraídos, no todos son atraídos, no todos vienen a ser su pueblo, habrá algunos que serán pasados por alto, y habrá algunos que serán dejados en su estado de separación de Dios, sin el conocimiento de Dios, y leemos de esto en el capítulo 4, versículo 17: “Efraín se ha unido a los ídolos”, bueno, eso era cierto de toda la nación, ya lo hemos visto, pero observen lo que Dios le dice a Efraín: “Déjalo”.

Es Romanos 1, es Mateo 12, y el pecado de la blasfemia contra el Espíritu Santo, están siendo entregados, están siendo entregados a sus propios pecados, y Dios no los atrae hacia Él, esa es la doctrina de la reprobación divina, hay algunos de quienes Dios dice ¡déjenlos!, déjenlos solos, déjenlos solos en sus pecados, Dios no los envía al pecado, Dios dice solo déjenlos en sus pecados, porque han escogido su propio camino.

Vamos al libro de Amós, al profeta Amós, en Amós capítulo 3, versículo 2, hay una declaración muy singular acerca de Elección Soberana, de la elección incondicional de Dios, Dios le dice a la nación en Amós 3, versículo 2: “Solo a vosotros he escogido de todas las familias de la tierra” —esa es una declaración poderosa, Dios dice: de todas las naciones los he escogidos a ustedes para que sean mi pueblo; y la palabra escogido aquí en realidad es la palabra hebrea que significa conocer, solo a ustedes los he conocido.

Ahora Dios sabe acerca de todas las naciones, Él conoce sus números, aun los cabellos de sus cabezas están contados, ningún pajarillo cae a tierra sin el Señor, ninguno de ellos existe sin su conocimiento, Él ha señalado el momento de su nacimiento, Él ha señalado el momento de su muerte, pero no los conoce, sabe acerca de ellos, pero no los conoce en una relación salvadora y personal.

Y aquí vemos que, cuando Dios conoce a alguien es sinónimo de que Dios lo escoge y elige conocerlo, y elige amarlo con un amor distintivo especial, y con esa elección viene una gran responsabilidad, por eso el resto del versículo dice “por eso os castigaré por todas vuestras iniquidades”, conlleva un sentido de responsabilidad más elevado, un sentido acentuado de rendición de cuentas por haber sido escogidos por Dios.

Bueno, vamos al libro de Jonás, el profeta Jonás, y vemos claras muestras de la soberanía de Dios, ¿no es así? En Jonás, capítulo 1, leemos que la Palabra del Señor vino a Jonás capítulo 1, versículo 2: “Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí”.

Nínive era la capital del imperio Asirio, fue una gran ciudad en tamaño, pero también grande en pecado, y Dios comisionó a su profeta para que fuera a Asiria y a Nínive, y predicara contra ella, pero en lugar de eso, Jonás toma un barco y se va en la dirección totalmente opuesta a Tarsis —que creemos que probablemente sea la España actual—. Eso sería como si Jonás estuviera en San Luis, y Dios lo llamara a que fuera a Nueva York, y él tomara un avión a Los Ángeles; él se va en dirección totalmente opuesta para huir de la voluntad de Dios.

Entonces ¿qué hace Dios?, bueno, Dios controla soberanamente cada circunstancia de la vida de Jonás, así que en el versículo 4 leemos: “Y el Señor desató sobre el mar un fuerte viento”, Él es el Señor del estado del tiempo y es Señor de la tormenta, y es Señor del mar, y envió toda esta tormenta al mar Mediterráneo por causa de una persona, a fin de hacer volver a esta persona a Nínive, porque hay miles de personas que Dios va a salvar en Nínive.

Dios tiene un propósito, y Dios tiene una razón, no solo ha designado el fin —que es la salvación de los que están en Nínive— sino que Dios ha designado los medios para ese fin, que es la predicación de la Palabra de Dios. Así que Dios va hacer volver a su profeta porque, no solo ha predeterminado la salvación de los escogidos, sino que ha predeterminado la predicación de la Palabra de Dios por parte de sus siervos, por eso Dios envió esta tormenta para hacer volver al profeta en la dirección correcta.

Y entonces, ustedes conocen el resto del relato aquí, en Jonás capítulo 1, y como en el versículo 7, los marineros a bordo se dieron cuenta, ellos eran paganos, eran incrédulos, pero se dieron cuenta de que esta tormenta es casi de proporciones sobrenaturales, que los dioses debían estar enojados con ellos, alguien a bordo no está bien con su dios, los incrédulos eran más sensatos que el profeta de Dios.

Así que echaron suertes para ver quién entre ellos no está bien con su dios, y entonces echaron suertes, y por supuesto cayó en Jonás el profeta. ¿Creen que eso fue coincidencia? ¿Creen que eso fue por azar? ¿Creen que Dios tenía el control de la suerte que echaron? ¡Por supuesto que sí! Y Dios hizo que la suerte cayera de forma que revelara a Jonás.

Así que agarran al profeta Jonás y lo tiran por la borda, en ese mismo momento la tormenta se detiene, ¿creen que eso simplemente ocurrió? Esa es la soberanía de Dios, mis amigos, así que Dios designó un gran pez en el versículo 17 “Y el Señor dispuso un gran pez que se tragara a Jonás”, ¿creen que eso simplemente ocurrió? No.

Y Jonás pasó la noche sobre un colchón de espuma de grasa, fue tragado, y estuvo tres días y tres noches en el estómago del pez, ¿creen que eso simplemente ocurrió? Esa es la soberanía de Dios, porque Dios va a salvar a los escogidos que hay en Nínive, y Él va a enviar a su profeta y va a redirigir a su profeta porque Dios no solo ha designado el fin, sino que también ha designado los medios para cumplir con su finalidad.

Y así, ¡cuán hermoso son los pies de los que anuncia la paz!, de los que anuncian buenas nuevas, y este será Jonás, Dios es el Dios de una segunda oportunidad para Jonás, entonces sabemos que al final en el fondo del mar, en el vientre del pez, Jonás finalmente se rinde, es decir, le tomó tres días llegar a este punto, ¡qué obstinado era Jonás!

Finalmente, luego de tres días y tres noches, él hace esta gloriosa declaración al final del capítulo 2, versículo 9: “La salvación es del Señor”, cuando él dice esto, se refiera a una salvación temporal del vientre del pez, pero también es cierto acerca de la salvación eterna de la ira de Dios, en ambos casos es del Señor, y eso realmente es la esencia de las doctrinas de la gracia.

Se puede reducir a Dios salvaba a los pecadores, como ya he dicho, o simplemente la salvación es del Señor. Eso es lo que las doctrinas de la gracia declaran de manera resumida.

Entonces en el versículo 10, el Señor dio una orden —por favor observen que fue el Señor— “Entonces el Señor dio orden al pez, y éste vomitó a Jonás en tierra firme”, Dios tiene control del pez, Dios tiene control del profeta, así que, ahora Jonás sale a toda marcha y va a Nínive, la gran ciudad, a proclamar allí este mensaje, y en el versículo 4 “Jonás comenzó a recorrer la ciudad camino de un día, y proclamaba, diciendo: Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada”, era un mensaje de juicio, también era un mensaje de gracia, porque hay una ventana de tiempo, hay cuarentas días, el Señor podría haber descargado el martillo de su ira sin dejar días para arrepentirse, pero hay cuarentas días.

A medida que Jonás camina por esta gran ciudad sucedió la cosa más asombrosa, versículo 5: “Y los habitantes de Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos”. Versículo 6 “Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza”, y emitió un mandato de que ese día todas las personas se humillaran bajo la poderosa mano de Dios, ¿creen que eso simplemente sucedió? No con la doctrina de la Depravación Total.

No tenemos la declaración de la Elección Soberana o del Llamado Irresistible, pero sabemos que la mano invisible de Dios es la que llevó a cabo la salvación de estas personas, quizás fue la mayor cosecha y reunión evangelística que haya ocurrido en la historia del mundo en este tiempo, fue notable y testifica de la soberanía de Dios en la salvación, habla de la gracia soberana de Dios, de lo intencional que fue Dios: ellos oirán el mensaje y creerán, y eso habla de la soberanía de Dios sobre los medios para hacer cumplir este fin, y cómo nosotros debemos ir y predicar el evangelio, y debemos orar por los incrédulos, y debemos llevar una vida pura y santa, y cómo debemos mostrar amor y compasión a los incrédulos, para construir puentes hacia ellos, para llevarles el evangelio.

Dios es soberano tanto sobre el que lleva el mensaje, como sobre el que va a recibir y escuchar el mensaje. Me encanta esto, y sé que a ustedes también.

Buenos, debemos avanzar muy rápido, pueden anotar esto nada más, Miqueas 7, versículo 18 y 19, y Nahum versículo 7, pero quiero pedirles que vayan a Hageo versículo 23, él es el primero de los profetas post exílicos, y habla acerca del pueblo de Dios, este es el último versículo de todo el libro, y llegamos al capítulo 2, versículo 23 y dice: “Y te pondré como anillo de sello, porque yo te he escogido —declara el Señor de los ejércitos”, y aquí está la potente doctrina de la soberana elección de Dios, y tú eres como un anillo de sellar, tú eres valioso, tú eres precioso para mí porque yo te he escogido.

En Zacarías 12, versículo 10, hay otra gran profecía y habla del tiempo futuro en la nación de Israel, Él dice: “Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y me mirarán a mí, a quien han traspasado. Y se lamentarán por Él, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por Él, como se llora por un primogénito” —por favor observen en el versículo 10: yo haré esto, luego ellos harán aquello, causa y efecto.

La causa es, en realidad este es Cristo hablando, el que fue crucificado, “derramaré sobre la casa de David el Espíritu de gracia”, luego leemos tres veces “me mirarán a m픓se lamentarán por Él”, Dios el Padre dice esto “Llorarán por Él”. Causa y efecto, raíz y fruto. Dios es primero, el hombre luego responde a lo que Dios dice que va suceder ¡qué glorioso pasaje! Y habla de un tiempo futuro en la historia de Israel, cuando vendran a un conocimiento salvador del Señor Jesucristo.

Pienso que el comienzo de este cumplimiento es el día de Pentecostés cuando Pedro se pone en pie frente a la casa de Israel y les predica a miles, y tres mil se salvan en un día, y en última instancia se cumplirá al final de esta era, cuando todo Israel sea salvo, Romanos 11 al final del capítulo.

Y finalmente llegamos al libro de Malaquías capítulo 1, versículos 1 y 2, el Antiguo Testamento termina y concluye con esta potente declaración sobre la Elección Soberana de Dios. Profecía de la Palabra del Señor a Israel por medio de Malaquías, capítulo 1, versículo 1.

Y ahora el versículo 2 —Dios es el que habla aquí—: “Yo os he amado —dice el Señor—. Pero vosotros decís: ¿En qué nos has amado? ¿No era Esaú hermano de Jacob? —declara el Señor—. Sin embargo, yo amé a Jacob”, aquí nuevamente ser escogido y ser amado por Dios, son expresiones sinónimas, son expresiones paralelas, aquellos a los que Dios ha escogido, los ha escogido porque los ama, y aquellos a los que ama, los ama porque los ha escogido, y Dios les recuerda que Él no puso su amor en Esaú, quien nació primero, Él invirtió el orden.

Y las elecciones de Dios son siempre —casi siempre—, son insólitas, porque no ha escogido a muchos poderosos, ni a muchos nobles, Él ha escogido las cosas viles de este mundo para confundir a los sabios y a los malvados, e incluso en el caso de Israel, ellos no eran los más grandes en número, y escogió a los descendientes de Jacob. La Elección Soberana de Dios desde el nacimiento, y Romanos 9 nos dirá que incluso cuando los gemelos estaban en el vientre de la madre, dijo: “a Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”.

Así que, al llegar al final del Antiguo Testamento se nos recuerda una vez más la voluntad suprema de Dios, la voluntad soberana de Dios, de que Él tendrá misericordia de quien quiera tenerla, y tendrá compasión de quien quiera tenerla, y endurecerá a los demás.

Esto nos debe hacer humilde al pensar en nuestra propia salvación, pues Dios fácilmente pudo habernos dejado en nuestro pecado y que no fuéramos su pueblo, y que Él no fuera nuestro Dios, Él podría habernos dejado como los demás, pero el Alfarero nos hizo de la arcilla vasos de misericordia, preparados para su salvación.

Le damos tantas gracias y le damos la gloria, y decimos con Jonás la salvación es del Señorla salvación es del Señor. Lo único que yo he provisto es mi pecado, que fue puesto sobre el Salvador en la Cruz, esa fue mi contribución a mi salvación, pero fue el Señor quien nos compró, fue el Señor quien nos buscó, y fue el Señor quien nos trajo.

Todo lo hizo el Señor, es por eso que un día cuando lleguemos al cielo, y Él nos dé una corona, tomaremos esa corona y de inmediato la pondremos a sus pies, queriendo decir que todas las cosas son de Él, y por Él y para Él, e incluso esta corona debe volver a Él porque la salvación es del Señor.

Esta es la enseñanza a través de todo el Antiguo Testamento.

 

Steven J. Lawson

Es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.

 

 

 

 

R.C. Sproul

Es el fundador de Ligonier Ministries, el maestro principal de la programación de radio Renewing Your Mind, y el editor general de la Biblia de estudio Reformation.

 

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Profetas de renovación y poder

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Renovando tu Mente

Profetas de renovación y poder

Steven J. Lawson

https://www.ivoox.com/45408421

Estamos examinando el Antiguo Testamento en busca de las doctrinas de la gracia. Ahora llegamos a dos profetas Ezequiel y Daniel, y al mirar estos dos libros proféticos seguimos viendo la doctrina de la gracia soberana de Dios y la soberanía de Dios sobre todas las cosas de la vida.

Así que por favor tomen sus Biblias y vayamos al libro de Ezequiel, y en el capítulo 2, versículos 3 y 4, vemos algunas evidencias iniciales de la Depravación Total del hombre: “Entonces me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel”, —y ahora la descripción de los hijos de Israel “a una nación de rebeldes que se ha rebelado contra mí”, nuevamente se trata de judíos de nacimiento, pero que no han nacido de nuevo, no han venido a un conocimiento salvador de Dios, por lo tanto sus corazones son obstinados y ellos son rebeldes, se sublevaron contra Dios ellos “y sus padres se han levantado contra mí hasta este mismo día” —En otras palabras, esto ha sido así de generación a generación.

Versículo 4 Dios le dice a Ezequiel: “A los hijos de duro semblante y corazón empedernido, a quienes te envío”, fue una advertencia para el profeta de que su mensaje no sería bien recibido. El problema no es el mensaje ni el mensajero, el problema está en los oyentes que tienen oídos, pero no oyen, tienen ojos, pero no ven; y el mensaje no será recibido sin la gracia soberana, sin que Dios abra los ojos, y abra los oídos, y abra el corazón.

Vayamos al capítulo 11, Ezequiel capítulo 11, versículos 19 y 20, donde vemos lo que debe ocurrir para que el mensaje sea recibido, y lo que tuvo que ocurrir en tu vida para que recibieras el mensaje de salvación del Señor, Dios dijo: “Yo les daré un solo corazón”, en otras palabras, Dios les dará un nuevo corazón y será el mismo corazón para todo el que se convierta en un verdadero creyente, el corazón que le da a uno es el corazón que le da a otro, es un corazón receptivo, es un corazón enseñable, es un corazón creyente, este es el corazón que Dios debe dar para que el mensaje sea recibido y creído.

Versículo 19: “Yo les daré un solo corazón y pondré un espíritu nuevo”, aquí ‘espíritu’ debe entenderse con ‘e’ minúscula, una nueva actitud, una nueva persona interior, nuevos afectos, nuevos deseos para recibir ahora el mensaje que el profeta trae: “Y quitaré de su carne el corazón de piedra”, su viejo corazón aquel con el que nacieron físicamente era un corazón espiritual lleno de incredulidad, era un corazón muerto, era un corazón endurecido hacia las cosas de Dios, era un corazón que se resistía al mensaje de este profeta y de otros profetas anteriores.

Para uno poder venir al conocimiento salvador de Dios, Dios debe hacer lo que el hombre no puede, Dios debe hacer lo que nadie más puede hacer, Dios debe quitar ese viejo corazón, debe haber un trasplante de corazón, y en su lugar se debe colocar un nuevo corazón.

Así que sigamos leyendo, el versículo 19: “Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne”, cuando dice un corazón de carne no se refiere un corazón de carne fisica, es una metáfora, es una analogía, y el corazón de carne contrasta con el corazón de piedra, el corazón de piedra no tiene vida, está muerto. Mientras que el corazón de carne está vivo, tiene un pulso espiritual por así decirlo, es receptivo al mensaje de Dios, a la verdad que traerían los profetas; así que dice: “Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne”.

Observen también los pronombres que aparecen aquí, en primera persona del singular: ‘Yo’, Yo les pondré un corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo”. —Yo les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen “y pondré en ellos un corazón de carne”. Fíjense que no dice ‘nosotros’ no se trata de Dios y el hombre trabajando juntos en una regeneración sinergista; es una regeneración monergista, monergista significa que solo hay agente activo que está operando y no es otro que Dios mismo, no es una sociedad entre Dios y el hombre, esta es la realidad del nuevo nacimiento, esta es una regeneración soberana que solo Dios puede llevar a cabo.

En la Iglesia evangélica promedio de hoy, no verían una regeneración monergista sino que dirían ‘nosotros’, esto es lo que Dios hace y esto es lo que yo hago, trabajamos juntos en esto. Bueno, nada podría estar más lejos de la verdad, en toda la Biblia no hay ningún pasaje que hable con ese tipo de vocabulario o lenguaje, cada vez que la Biblia se refiere al nuevo nacimiento siempre alude a él como una obra que solo Dios realiza.

Quiero hacer una pregunta ¿qué rol desempeñaste tú en tu nacimiento físico? —¡Estoy esperando! — Eres bueno, pero tan bueno, ¡ninguno! No tuviste nada que ver en tu nacimiento físico, Dios simplemente actuó y tú apareciste, lo mismo es cierto en tu nacimiento espiritual, no hay nada que tú o yo hayamos hecho, fuimos pasivos, Dios fue activo.

El resultado del nuevo nacimiento es que nos arrepentimos y creemos, pero los corazones de piedra no se arrepienten, los corazones de piedra no creen, los corazones de piedra solo rechazan el evangelio, es por eso que para que alguien crea el evangelio, primero Dios debe cambiar su corazón y darle un corazón de carne, y luego darles el don del arrepentimiento y darles el don de la fe para que puedan creer en el Señor.

Todo esto ocurre en un instante, pero hay una causa y efecto, hoy el cristiano promedio diría: cree y nace de nuevo, pero la Biblia no habla así, la Biblia dice debes nacer de nuevo, entonces creerás, entonces te arrepentirás, todo esto ocurre en un milisegundo, pero no obstante hay una causa y efecto, primero Dios da un corazón de carne, luego nosotros somos capacitados para creer, así es el control que Dios tiene en este nuevo nacimiento.

¿Y cuál es la evidencia? ¿Cómo sabemos que Dios ha dado un corazón de carne?, es decir, ¿cuál es la prueba externa?, bueno, el siguiente versículo continúa la oración y nos da lo que en realidad es una firme seguridad de salvación, en el versículo 20: “Para que anden”, y se refiere aquellos que han tenido un trasplante de corazón espiritualmente hablando, se refiere a aquellos cuyo corazón de piedra ha sido quitado y han recibido un corazón de carne para que ellos —y podríamos añadir— y solo ellos “anden en mis estatutos, guarden mis ordenanzas y los cumplan”, como ven, la obediencia de corazón a la palabra y la voluntad de Dios se convierte en la prueba más segura de que uno ha nacido de nuevo de arriba.

¿Qué dijo Jesús en Mateo 7:21? “No todo el que me dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”, no está diciendo que ganamos la salvación haciendo la voluntad de Dios, sino que está diciendo que la prueba más segura de que uno realmente conoce al Señor es la obediencia de corazón en nuestra vida, es lo que dice claramente.

Solo la fe salva dice Juan Calvino, pero la fe que salva nunca está sola, la fe que salva es una fe activa que tiene buenas obras y en Efesios 2, versículos 8 al 10 aprenderemos que somos salvos por gracia mediante la fe para buenas obras, tus buenas obras no te llevarán al cielo, sino que tus buenas obras te seguirán al cielo y si tienes una fe verdadera, genuina, estará unida a la obediencia, a la voluntad y la palabra de Dios, y habrá una obediencia de corazón, es decir, no esforzada, uno simplemente ama hacer la voluntad de Dios, uno se deleita en obedecer la Palabra de Dios. Este es un texto maravilloso.

Y luego el versículo 20 concluye: “Entonces” —esa es una palabra importante— “Entonces serán mi pueblo”, ¿quiénes son ellos? Bueno, son aquellos a los que se les ha quitado el corazón de piedra y han recibido un corazón de carne, y ahora ellos con un nuevo corazón están caminando en los mandamientos del Señor, estos y solo estos serán mi pueblo, y solo para ellos seré su Dios. Esta es una doctrina potente, esta es la verdad de la Palabra de Dios. Y como vemos está en el Antiguo Testamento, los profetas enseñan el nuevo nacimiento.

Ahora quiero que vayamos al capítulo 36, Ezequiel 36 —y Ezequiel abundará sobre esto un poco más—, en Ezequiel 36, versículos 25 al 27 habrá una reafirmación de lo que acabamos de ver en el capítulo 11, versículos 19 y 20, esta es ahora una repetición —aunque levemente expandida— la repetición de eso subraya su importancia.

Entonces, comenzando en el versículo 25: “Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios”, está claro que antes estaban sucios, estaban mugrientos, como judíos eran el pueblo de Dios, ellos iban al templo, escuchaban la predicación de la Palabra, iban a las fiestas y a los festivales, y sabían acerca de Dios, pero no estaban limpios, sus pecados nunca habían sido lavados, nunca habían pasado por el lavamiento de la regeneración del cual Tito 3:5 habla.

Así que dice, “Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios”, no está hablando de un baño físico, está hablando de un baño espiritual, y creo que esta es la referencia que hace Jesús en Juan 3, versículo 5: “En verdad, en verdad te digo que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”, ahí el agua no se refiere a agua física como si hubiera que bautizarse para ir al cielo, aquí el agua se refiere metafóricamente a la limpieza del Espíritu Santo en el milagro del nuevo nacimiento, en este pasaje de Juan 3 se usan dos metáforas del nuevo nacimiento, una es el agua y una es el viento.

Y en Juan 3, versículo 8 dice: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va, así es todo aquel que es nacido del Espíritu”; dos metáforas para el misterioso ministerio del Espíritu Santo en el nuevo nacimiento. Él actúa como el viento y obra como el agua, al igual que el viento es poderoso e invisible no se puede ver al Espíritu Santo, pero se siente la fuerza en el poder del Espíritu cuando sopla. Y lo mismo es cierto del agua, uno es lavado y limpiado desde adentro, es decir, Él lo deja bastante claro aquí en el versículo 25 porque sigue diciendo “de todas vuestras inmundicias os limpiaré”.

Uno pregunta ¿qué tipo de inmundicia? Bueno, sigamos leyendo “y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Sí, ahora queda muy claro, se refiere a la contaminación espiritual, la idolatría y la inmoralidad dentro de su propio corazón. Esto ocurre en la regeneración soberana, esto ocurre en una regeneración monergista.

Miren ahora el versículo 26 “os daré un corazón nuevo”, en Ezequiel 11, versículo 19 dice “les daré un solo corazón”, queriendo decir que cada creyente recibirá un mismo nuevo corazón, aquí dice “os daré un corazón nuevo”, Él nos dará algo que antes no teníamos, nos dará algo que es lo contrario de lo que antes habíamos experimentado, a la voluntad, porque la voluntad es simplemente una sierva del corazón, la voluntad hace lo que desea el corazón.

“Os daré un corazón nuevo”, y en la cultura hebrea el corazón se refiere a toda la persona interior, se refiere a la mente, se refiere a los afectos y deseos, y también se refiere “y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros”, una nueva disposición, nuevos apetitos, nuevos deseos, nuevas aspiraciones, ya no desearán cosas terrenales, ahora procurarán las cosas espirituales, ya no se buscará el interés propio sino a Dios su gloria y su Reino. “Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra”, ya leímos eso en Ezequiel 11:19 “Y os daré un corazón de carne”, te sacaré el corazón muerto y te daré un corazón vivo, te sacaré el corazón no receptivo y te daré un corazón receptivo.

Versículo 27 “Pondré dentro de vosotros mi Espíritu”, el Espíritu Santo con ‘E’ mayúscula. Antes tu vida estaba vacía, antes el templo de tu cuerpo estaba desocupado, eras el caparazón vacío de una persona viviendo una vida vacía, no había nada de Dios en ti, estabas sin Dios, pero ahora pondré dentro de vosotros mi Espíritu, será una profunda obra de la gracia de Dios, no se queda meramente en la fachada externa de tu vida, no es solo una religión externa, no; Él pone su Espíritu dentro de nosotros en la profundidad misma de nuestro ser más íntimo, en el epicentro de nuestra alma, ahora todo va operar desde adentro hacia afuera, pondré dentro de vosotros mi Espíritu, fíjense en el verbo “y haré que andéis en mis estatutos”, es un impulso divino, muy potente para caminar ahora en la Palabra de Dios.

No estamos en una posición neutral como si estuviéramos parados en el medio de la cerca, no, Dios te lleva totalmente hacia su lado y el Espíritu Santo de Dios dentro de ti está en esencia, empujándote en la dirección correcta y haciéndote caminar en sus estatutos ¡y lo harás! “Y haré que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas”, aquí no habrá excepciones, cada persona que genuinamente ha nacido de nuevo ha sido regenerada y espiritualmente resucitada por el Espíritu Santo de Dios, cumplirá cuidadosamente los preceptos de Dios porque ahora tiene un nuevo corazón, y si no es así, es una clara prueba de que no has recibido un nuevo corazón, tienes una religión, pero no tienes la realidad en el corazón.

Ahora muy rápidamente el capítulo siguiente, Ezequiel 37 habla de una futura resurrección espiritual del pueblo de Dios, en un momento cuando ellos estaban espiritualmente muertos en delitos y pecados: “La mano del Señor vino sobre mí”, versículo 1 “y me sacó en el Espíritu del Señor, y me puso en el medio de valle que estaba lleno de huesos”, solo huesos muertos que representaban a Israel, el pueblo de Dios en un estado de muerte espiritual, inertes, ellos tienen un viejo corazón de piedra, no tienen al Espíritu Santo de Dios en su interior, no están caminando en los preceptos de Dios de corazón.

“Y Él me hizo pasar en derredor de ellos; y he aquí eran muchísimos sobre la superficie del valle”, en otras palabras, casi la nación entera, “y he aquí estaban muy secos”, no solo secos, ¡muy secos! No solo muertos, ¡muy muertos! Espiritualmente hablando.

“Y Él me dijo: Hijo de hombre ¿vivirán esos huesos? Y yo respondí” —y esta es una buena respuesta—, “Señor Dios, tú lo sabes. Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd la Palabra del Señor”, eso es lo que yo haga cada vez que me paro a predicar, hay algunos huesos secos en los asientos, que en realidad son ataúdes, y me paro a predicar a huesos secos, tengo muchas almas vivientes, pero entre las almas vivientes siempre hay huesos muertos esparcidos, y alguien dirá, es inútil predicar a huesos secos, ¿qué pueden hacer los huesos secos? Nada, a menos que haya un movimiento del Espíritu de Dios y una resurrección espiritual por la cual son levantados a la vida y a creer.

Luego, el versículo 5 “Así dice el Señor Dios a estos huesos: He aquí, haré entrar en vosotros espíritu, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, haré crecer carne sobre vosotros, os cubriré de piel, y pondré espíritu en vosotros, y viviréis; y sabréis que yo soy el Señor”, escuchen, cuando predico a los huesos secos solo llega a oídos sordos, tiene que haber otro predicador ahí ese día, tiene que estar Dios predicando a esos huesos secos, y mi voz solo puede ir hasta el oído y no puede ir más allá, tiene que haber una voz más fuerte, más potente que la lleve del oído al corazón y le diga al corazón levántate, y el que habla, el segundo predicador, infunde vida en los muertos.

Versículo 7 “Profeticé, pues, como me fue mandado”, y eso hace cada predicador del verdadero evangelio de Jesucristo, hacemos lo que aparentemente en términos humanos es ilógico e imposible, hablamos a hombres muertos “y mientras yo profetizaba, hubo un ruido, y luego un estremecimiento y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí había tendones sobre ellos” —y ustedes conocen el relato, ellos volvieron a la vida.

Este es el milagro del nuevo nacimiento, y esto representa un momento en la historia del pueblo de Dios en Israel cuando habrá una resurrección espiritual, y creo que es Romanos 11, al final de la era todo Israel será salvo y habrá una gran reunión de judíos en una relación salvadora, en un conocimiento salvador de Dios, pero será Dios el que sople vida en su antiguo pueblo y ellos serán su pueblo, y Él será su Dios.

Vamos por favor muy rápidamente a Daniel, Daniel capítulo 2, y solo quiero que vean algunos versículos que hablan de la soberanía de Dios, no se refieren a las doctrinas de la gracia particulares, respecto a la salvación, sino al principio general de la soberanía divina, y es bueno que veamos que Dios puede hacer todo lo que le plazca, y eso es cierto no solo con los reyes y gobernantes, sino que también es cierto acerca de los pecadores.

Pero en Daniel capítulo 2, versículo 21, leemos, “Él es —refiriéndose a Dios— quien cambia los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da sabiduría a los sabios, y conocimiento a los entendidos”. Sí, es Dios quien es el Dios de la historia, el Rey de reyes está sobre los reyes de la tierra, Él saca a uno y eleva a otro, según sus propios propósitos soberanos, este es Dios.

En Daniel, capítulo 4, versículo 17, leemos algo muy similar, que “el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place, y pone sobre él al más humilde de los hombres”, y luego al final de este capítulo, Daniel capítulo 4, versículo 34, esto viene de Nabucodonosor, quien era el hombre más poderoso en la tierra hasta que Dios lo humilló, y ahora este es su testimonio: “Yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre —y esto es lo que dijo— porque su dominio es un dominio eterno”, él se da cuenta de que es un rey que fue sacado de tu trono y otro rey lo sucederá, pero no el verdadero Rey de reyes, Él reina con esplendor y soberanía por siempre “y su reino permanece de generación en generación. Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada”.

Ahora tienen importancia para él, pero nada de la influencia y del poder de ellos puede siquiera hacerlo alterar sus propósitos un ápice, sino que Él actúa conforme a su voluntad, “mas Él actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo, y entre los habitantes de la tierra, nadie puede detener su mano, ni decirle ¿qué has hecho?”, ¡este es Dios!

No un pequeño figmento de la imaginación de los hombres de hoy, algunos suponen que Dios está tirando la cuerda con Satanás, y si tan solo podemos alinear suficientes personas a un lado de la cuerda con Dios, podemos ayudar a tirar y vencer a Satanás. Dios es el único soberano, y establece reyes y depone reyes, y hace lo mismo en su reino espiritual y lleva personas a su reino por su misericordia y su gracia, y ningún corazón endurecido resistirá en aquel día porque Él dará un nuevo corazón, y creerán y llegarán a ser hijos e hijas en su reino.

 

 

Steven J. Lawson

Es fundador y presidente de OnePassion Ministries. Es maestro de enseñanza de Ligonier Ministries, director del programa de doctorado en The Master’s Seminary y anfitrión del Instituto de Predicación Expositiva. Ha escrito más de dos docenas de libros.

 

 

 

 

R.C. Sproul

Es el fundador de Ligonier Ministries, el maestro principal de la programación de radio Renewing Your Mind, y el editor general de la Biblia de estudio Reformation.

 

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Heraldo de las promesas del pacto

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En esta sesión llegamos al profeta Jeremías y el otro libro que él escribió, Lamentaciones.

Les pido que tomen su Biblia, y vayamos ahora al libro de Jeremías y veremos el capítulo 1, versículo 5. Este libro comienza de inmediato con la clara enseñanza de la Elección Soberana, como he dicho antes en la Iglesia de hoy, casi esconderíamos un versículo como este para el final del libro, pero Jeremías lo ubica en la parte frontal misma del libro y nos introduce de inmediato a esta verdad.

Así que, en Jeremías 1, desde el versículo 4, leemos: “Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo: Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí”, detengámonos ahí, obviamente Dios sabía acerca de Jeremías, pero esto va mucho más profundo.

Para que Jeremías dijera que el Señor lo conocía significa que el Señor había entrado en una relación salvadora con él antes que naciera, que Dios había puesto su corazón sobre él. La palabra ‘conocer’ se usa aquí como sinónimo de amar, y aquí tenemos la idea de presciencia, lo cual alude aquellos a los que Dios eligió amar previamente, eso es lo que significa conocer previamente.

No tiene nada que ver con que Dios mire por el famoso túnel del tiempo para ver qué harían las personas, eso es una tontería, ni siquiera es lo que significa la palabra. En primer lugar, Dios nunca ha mirado al futuro para llegar a conocer algo porque Dios lo sabe todo.

¿Por qué Dios iba a mirar al futuro cuando Él es el que ha ordenado ya el futuro y conoce ya el futuro? Eso no es lo que significa la presciencia. La presciencia significa aquellos que Dios conoció de antemano y que Dios conoce es una palabra que significa: aquellos a los que Dios amó con un amor distintivo de antemano.

La palabra ‘conocer’ en la Biblia se usa para describir la relación entre el esposo y la esposa, en Génesis 4, versículo 1, el texto dice que el hombre conoció a Eva su mujer, y ella concibió y dio a luz un hijo, la palabra ‘conocer’ significa entrar en la relación de amor más íntima personal que puede haber entre dos personas, al decir que Dios conoce alguien se está usando exactamente de la misma forma, no físicamente sino espiritualmente.

Así que esta es una extraordinaria declaración que Dios le dio a conocer a Jeremías: Antes que yo te formara en el vientre, te conocí, ya había puesto mi corazón sobre ti, ya te había elegido y escogido a ti para mí.

Y luego, la línea siguiente, “Y antes que nacieras, te consagré”, eso significa que Dios apartó a Jeremías para sí mismo de la raza humana, de entre todos los hijos de Adán que han heredado una naturaleza pecaminosa y están separados de Dios, Dios ya había consagrado a Jeremías y lo había apartado para Él. Dios mismo escogió Jeremías para sí mismo, escogido por Él para Él.

Eso es lo que dice este pasaje, y para un gran propósito. Él dice: “Te puse por profeta a las naciones”, somos elegidos para ser sus siervos, somos escogidos para salvación, pero esta salvación es una búsqueda activa y dinámica del Señor por la cual somos usados para sus propósitos, y Dios tenía un gran designio para la vida de Jeremías, porque él vendría a ser un portavoz por medio del cual Dios hablaría a la nación.

De manera que vemos, en el comienzo mismo del libro de Jeremías ésta clara y distintiva declaración de los propósitos soberanos y electivos de Dios, si eres un creyente en Jesucristo, lo mismo se puede decir de ti, que Dios te conoció antes de que nacieras, y Dios te consagró antes de que salieras del vientre de tu madre, y perteneces al Señor y Él te está usando, no como profeta como fue Jeremías, pero de la forma única conforme a la dotación y oportunidades únicas que el Señor te ha concedido.

Hay un sentido de destino en tu vida de que Dios ha ido delante de ti, y te ha marcado el camino y ha predestinado para buenas obras para anduvieras en ellas. Así que, así es como comienza el libro de Jeremías, y comienza con una nota muy elevada.

A medida que avanzamos a través del libro de Jeremías, también hay declaraciones muy claras acerca de la Depravación Total de la raza humana. En el capítulo 4, versículo 22, Dios hace esta declaración usando a Jeremías como instrumento, en Jeremías 4, versículo 22, Dios dice: “Porque mi pueblo es necio, no me conoce; hijos torpes son, no son inteligentes. Astutos son para hacer el mal, pero hacer el bien no saben”. 

Aquí vemos un pueblo que no conoce a Dios, eso significa que no están convertidos, no son salvos, están fuera del Reino espiritual de Dios, aunque están dentro del pueblo étnico de Dios —son judíos por nacimiento— no obstante no tienen un conocimiento salvador de Dios, es muy posible ser religioso, pero no regenerado, ser alguien que conoce acerca de Dios, pero no conoce a Dios mismo, y eso es lo que vemos aquí, incluso entre el pueblo de Dios, y Dios dice muy claramente que ellos son brillantes para el mal, pero son estúpidos para hacer lo bueno.

En el capítulo 5, versículo 21, leemos nuevamente algo similar: “Oíd ahora esto, pueblo necio e insensible, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen”, y esto habla de su estado no regenerado, son un pueblo apóstata, se han alejado del Dios vivo y eso es evidencia de que nunca tuvieron una relación genuina con Dios.

Bien se ha dicho, la fe que decae antes de la meta tuvo una falla desde el principio, y su supuesta fe, fue una seudo fe, una fe falsa, hacían una profesión de fe, pero no había posesión de la fe, y eso es lo que registra aquí el profeta Jeremías. Y en el versículo 23 “Pero este pueblo tiene un corazón terco y rebelde; se han desviado y se han ido. Y no dicen en su corazón: Temamos ahora al Señor nuestro Dios”, la Depravación Total del corazón no convertido.

A continuación, capítulo 13, versículo 23 —Jeremías 13, versículo 23—, es un texto muy importante, sin duda han escuchado citarlo a menudo cuando se sientan a escuchar la predicación de la Palabra de Dios, “¿Puede el etíope mudar su piel?”. Es una pregunta retórica, ¿qué piensan ustedes? La respuesta es no, es físicamente imposible que el etíope cambie su piel.

Segunda pregunta “¿O el leopardo sus manchas?”, ¿puede un leopardo decidir cambiar sus manchas?, la respuesta es no. Y ahora plantea la idea, así vosotros “¿podréis hacer el bien estando acostumbrado hacer el mal?”. Está en forma de pregunta, y la respuesta a esa pregunta es no, esta es la incapacidad moral de la carne para cambiar su propio corazón, para cambiar su propia vida, para cambiar su propia mente, para cambiar su propia voluntad sin la operación soberana de Dios.

Y está muy claro que esto es la incapacidad moral del corazón no convertido. Pero ahora vamos a Jeremías capítulo 17, versículo 9 [repite], y esta es una potente y directa declaración de la Depravación Total, Jeremías registra lo siguiente: “Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?”, esa es una pregunta para la cual no hay nadie que pueda entender las profundidades y el engaño de la depravación del corazón humano, es mucho más profundo, es mucho más complejo, está mucho más corrompido de lo que cualquiera de nosotros puede siquiera comenzar a entender.

Las profundidades de la contaminación de la mancha del pecado dentro del corazón humano, es engañoso, es un corazón lleno de engaño, e incluso se engaña a sí mismo, no podemos conocer ni siquiera nuestro propio corazón sin la luz de la Palabra de Dios y sin el ministerio del Espíritu Santo, y sin recibir un nuevo corazón y una nueva mente, pero el que no está convertido no puede ni siquiera comenzar a entender sus propios motivos, sus propias ambiciones, sus propios deseos, están espiritualmente ciegos a su propia condición, están espiritualmente sordos al diagnóstico que Dios está dando de su corazón. Hasta el momento en que Dios le da ojos para ver y oídos para oír, y les da un nuevo corazón para creer. Sí, el corazón es más engañoso que todo lo demás.

En el capítulo 18 comenzando en el versículo 1, se haría luego la pregunta ¿qué debe hacer Dios, entonces, para que se convierta aquel cuyo corazón es tan engañoso, que está desesperadamente enfermo? Y la respuesta es ésta:

          “Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor, diciendo: Levántate y desciende a la casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Entonces descendí a casa del alfarero, y he aquí, estaba allí haciendo un trabajo sobre la rueda. Y la vasija de barro que estaba haciendo se echó a perder en la mano del alfarero; así que volvió hacer de ella otra vasija, según le pareció mejor al alfarero hacerla. Entonces vino a mí la palabra del Señor, diciendo: ¿No puedo yo hacer con vosotros, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? —declara el Señor. He aquí como el barro en manos del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de Israel.

Por supuesto, el apóstol Pablo tomará esta metáfora y la ampliará en Romanos capítulo 9, pero aquí vemos que Israel, el pueblo de Dios, es como un pedazo de arcilla en la mano del Alfarero puesta sobre el torno del Alfarero, y Dios le va a moldear, le va a dar la forma que Él desee, y detrás de esa verdad está la doctrina de la Elección Soberana conforme a la soberana voluntad y el propósito eterno Dios.

En Jeremías 31, versículo 3, según seguimos avanzando a través de este profeta mayor, que se llama Jeremías —el profeta llorón— y uno diría, bueno, ya hemos visto la Depravación Total y hemos visto la Elección Soberana, ¿habrá algo acerca del amor de Dios y algo de la gracia de Dios para nosotros, para su pueblo? ¿Es todo fatalidad y sombra? ¿Es todo nada más que depravación y muerte?

Y aquí en Jeremías 31, versículo 3, vemos la radiante luz del eterno amor salvador de Dios por aquellos que ha escogido, en el versículo 3, leemos: “Desde lejos el Señor se le apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado”, eso apunta hacia el pasado, es un verbo en tiempo pretérito, te he amado con amor eterno; no te amaré con amor eterno, mirando al futuro, esto mira al pasado, ¿qué tan atrás? Hasta la eternidad pasada.

Y dice: “Con amor eterno te he amado”, esta es la doctrina de la Elección Soberana, la elección incondicional por parte de Dios del remanente dentro de Israel, aquellos que Él ha escogido de entre aquellos que son escogidos, Israel era una nación escogida, pero tuvo que haber otra elección dentro de la nación de Israel de aquellos que fueron escogidos, no solo para hacer judíos de nacimiento, sino escogidos para ser hijos de Dios mediante el segundo nacimiento.

Esto comenzó en la eternidad pasada cuando Dios con amor eterno puso su corazón sobre sus escogidos, y aquí vemos también que amor y escogido se usan de manera intercambiable, por lo tanto, por cuanto te he escogido en la eternidad pasada te he atraído con misericordia.

Una cosa es ser amado en la eternidad pasada y otra cosa es nacer en este mundo, pero es otra distinta, hay otro paso que se debe dar dentro del tiempo, el que fue escogido en la eternidad pasada, el que nació dentro del tiempo, ahora, debe ser atraído hacia Dios, y Dios dice: sí te he atraído, te he atraído hacia mí, te he atraído con expresiones de mi amor por ti. En el versículo 3 dice “por eso te he atraído con misericordia” —¡cuánta bondad en Dios!

Estábamos huyendo de Dios, no estábamos corriendo hacia Él, estábamos huyendo de Él, Él tuvo que tomar la iniciativa de venir tras nosotros y luego tuvo que atraernos a Él con su misericordia, porque nosotros andábamos según la corriente de este mundo e íbamos en dirección totalmente contraria a Dios.

Ahora, aquí está la doctrina de la Elección Soberana y aquí está la verdad del Llamado Eficaz, que nos atrae hacia Dios. En el mismo capítulo, en los versículos 31 al 34, leemos más acerca del nuevo pacto que es el pacto de salvación: He aquí, vienen días —declara el Señor—, versículo 31, en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus padres —esto se refiere al antiguo pacto que se instituyó en el monte Sinaí— el día que los tomé de la mano para sacarlo de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos —declara el Señor—, es decir, ellos fueron infieles aunque yo permanecí fiel con ellos.

Pero leamos en el versículo 33, Él dice: “Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —declara el Señor—. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré”. Detengámonos ahí, eso presupone clara y obviamente que cuando ellos nacieron en este mundo, la ley de Dios no estaba en el corazón de ellos, y la ley de Dios no estaba dentro de ellos, puede que haya estado en sus oídos físicos y puede que haya estado ante sus ojos físicos porque ellos crecieron en la comunidad del pacto del pueblo de Dios, pero no estaba en sus corazones, y no estuvo dentro de ellos hasta que Dios la puso en ellos por su gracia soberana.

Veamos nuevamente el versículo 33: “Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré”; una vez más quiero hacer hincapié en que la ley no estaba allí originalmente cuando nacieron en este mundo, es por eso que tienen que nacer de nuevo “yo la escribiré”, y ¿cuál será el resultado de esto?, será una nueva relación que Dios tendrá con ellos.

Observen, y “yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”, una vez más esto presupone que antes de que esto sucediera ocurría lo contrario, ellos no tenían una relación con Dios, no en un sentido salvífico, ellos no conocían a Dios, no eran el pueblo de Dios, en el sentido más verdadero, formaban parte de la comunidad de adoración de Israel, pero todo eso era externo, todo eso era físico, no había realidad espiritual en el corazón, mientras Dios no obrara dentro de sus corazones.

Y cuando lo hacía y ponía su ley en sus corazones, entonces venían a ser el pueblo de Dios, y Él venía a ser el Dios de ellos. Pues ahora pasaban a conocer a Dios de una manera personal y salvadora. ¿Te ha ocurrido eso a ti? Una cosa es estar en la iglesia, otra distinta es estar en Cristo, una cosa es profesar a Cristo otra totalmente distinta es poseer a Cristo y ser poseído por Él. Una cosa es conocer acerca de Dios y otra muy distinta es conocer realmente a Dios de una forma profunda y verdadera, en una relación personal y salvadora. Aquí vemos la enseñanza muy clara de las doctrinas de la gracia.

Bueno, vamos al libro de Lamentaciones, quiero concluir nuestra sesión en el libro de Lamentaciones. Y en Lamentaciones capítulo 3, este texto tan familiar, cantamos ese himno Grande es tu Fidelidad, está tomado de Lamentaciones 3, versículo 22. Jeremías sigue siendo el autor. Las misericordias del Señor jamás terminan, las misericordias del Señor jamás terminan, comenzó en la eternidad pasada hacia sus escogidos y continuará por toda la eternidad futura hasta el fin de las eras venideras.

Esta es una declaración de la eterna seguridad del creyente, esta es una declaración de la Perseverancia de los Santos, ¡qué realidad es la perseverancia del Salvador! La perseverancia del Espíritu, Su gran amor nunca se acaba y su compasión nunca falla, el Señor nunca, nunca, nos dejará ni nos abandonará, versículo 23 “sus bondades; son nuevas cada mañana”, nunca habrá una mañana en la que la compasión y el amor del Señor no se extiendan hacia nosotros su pueblo, tenemos una relación con Él que jamás se romperá.

Y en el mismo capítulo, en el versículo 37, leemos sobre la soberanía de Dios: “¿Quién es aquel que habla y así sucede, a menos que el Señor lo haya ordenado?”. Es la soberanía universal de Dios la que lleva a cabo su eterna voluntad y nosotros podemos mandar cosas, pero solo sucederán si el Señor mismo manda que sucedan, hay muchas cosas que yo he mandado que nunca se han realizado y la razón última es que el Señor no ha hecho que sucedan.

Y luego el versículo 38: ¿No salen de la boca del Altísimo tanto el mal como el bien?, no se refiera a la maldad si no a problemas, es decir, calamidades, adversidades y dificultades, y la lectura del libro de Job revela claramente que Dios está detrás del telón, detrás de la escena, porque estando incluso las pruebas y la tribulación en nuestra vida para un propósito mucho mayor que a veces solo Dios conoce, y nosotros ignoramos.

Así que, aquí en Jeremías y Lamentaciones vemos las brillantes, relucientes, rutilantes luces, estrellas en una noche oscura, como son las doctrinas de la gracia de Dios sostenidas por su soberanía.

R.C. Sproul es el fundador de Ligonier Ministries, el maestro principal de la programación de radio Renewing Your Mind, y el editor general de la Biblia de estudio Reformation

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