¿ES LA MALDAD SOLO UNA ILUSIÓN?

Autor: Ronald Rhodes

¿ES LA MALDAD SOLO UNA ILUSIÓN?

a1Algunas personas, en particular las afiliadas a las ciencias mentales, arguyen que el mal es una ilusión. Mary Baker Eddy, fundadora de la Ciencia Cristiana, argumentaba que la materia, el mal, la enfermedad y la muerte no tienen realidad y que son ilusiones de la mente mortal. Dentro de la Corriente Unitaria del Cristianismo, Emily Cady, escribió de modo similar: «El mal no existe… El dolor, la enfermedad, la pobreza, la vejez, y la muerte no son reales, y no tienen poder sobre mí» Ernest Holmes, fundador de la Ciencia Religiosa, escribió: «Todo el mal aparente es resultado de la ignorancia, y desaparecerá de tal grado que nadie más pensará en este, ni creerá en este, ni lo sufrirá».

Si el mal no es más que una ilusión, sin embargo, ¿por qué combatirlo? Aunque Mary Baker Eddy sostenía que el sufrimiento de la enfermedad corporal y la muerte no eran más que ilusiones, es un hecho histórico que, en los últimos años de su vida, estuvo bajo atención médica, recibió inyecciones de morfina para aliviarle el dolor, usó lentes, tuvo extracciones de dientes, y al final murió, «retractándose» de todo lo que había profesado creer y enseñar.

Cuando las personas dicen que el mal es una ilusión, creo que tengo derecho a preguntarles si de noche cierran con llave las puertas de sus hogares. (Si lo hacen, les pregunto por qué). ¿Dejan acaso las llaves dentro de sus autos cuando lo estacionan en la avenida principal del centro? (Si no lo hacen, ¿por qué?). ¿Se abrochan los cinturones de seguridad cuando viajan en auto? (¿Por qué?). ¿Van al dentista? (¿Por qué? ¿No quedamos en que el dolor de muelas era una ilusión?). ¿Le colocan chalecos salvavidas a sus hijos pequeños cuando se bañan en la playa? (¿Por qué?). ¿Les advierten a sus hijos pequeños que no se acerquen demasiado al fuego cuando hacen un asado al aire libre? (¿Por qué?). ¿Apoyan las leyes contra los pederastas? (¿Por qué?). Si el mal no es más que una ilusión, estas acciones serían completamente inne- cesarias y nadie tendría de qué preocuparse.

Explicar la maldad aduciendo que no es más que una ilusión es contraria a toda experiencia humana y lógica. Limitarse a negar la existencia del mal no elimina su realidad. Esta explicación del mal es en sí la peor de las ideas ilusorias. Jesús, sin duda, creía en la realidad del mal. En la oración del Padre Nuestro, no dijo que oráramos: «Líbranos de la ilusión del mal», sino que nos enseñó a orar: «Líbranos del mal».

De aceptar el punto de vista de la Ciencia Cristiana que el mal es una ilusión, estaríamos negando nuestras propias experiencias sensoriales y personales. Vale la pena notar que las Escrituras a menudo nos exhortan a prestar atención a la experiencia empírica que nos aportan nuestros cinco sentidos. Frente a la duda de Tomás, Jesús le pidió que pusiera sus dedos en las cicatrices de los clavos para demostrarle que efectivamente había resucitado de entre los muertos (Juan 20:27). En Lucas 24:39, Jesús resucitado le dijo a sus seguidores: «Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven los tengo yo». En 1 Juan 1:1, leemos que Juan y los apóstoles hablaron de «lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les anunciamos respecto al Verbo que es vida». Los mismos sentidos que nos permiten testificar con tanta convicción del Cristo resucitado, testifican de la rea~ lidad del mal en nuestro mundo, no solo a un puñado de personas, sino universalmente y en todas las edades.

 

¿QUIÉN CREO A DIOS? Edición en español publicada por Editorial Vida – 2007 Miami, Florida

© 2003 por Ravi Zacharias y Norman Geisler

Una actitud de gratitud

Septiembre 29

Una actitud de gratitud

Lectura bíblica: Éxodo 20:17

No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás… cosa alguna que sea de tu prójimo. Éxodo 20:17

a1Carlos tiene una patineta de calidad profesional. Beatriz tiene un perro de pura raza. Yoli tiene su propia TV y su propio teléfono. Francisco tiene un sistema de sonido tan fuerte como para romper los vidrios de las casas a su alrededor. ¿Y Lito? Él lo quiere todo.

La crisis de querer lo que todos los demás tienen no es nueva. Ya en el tiempo cuando dio los Diez Mandamientos, Dios sabía muy bien lo que era ansiar cosas. De hecho, él pensó que tener que encarar los deseos era un tema bastante grande como para merecer su propio mandamiento. Es el décimo.

Los otros nueve mandamientos tienen que ver con acciones hacia Dios y el prójimo. El que tiene que ver con los deseos enfoca una actitud, las cosas que queremos.

En el décimo mandamiento, Dios nos dice que no “codiciemos”. Esta es una palabrita rara. Pero significa tener un gran deseo de poseer algo que pertenece a otra persona. Codiciar no es sólo que te guste algo. Es sufrir porque no lo tienes, y estar dispuesto a hacer lo que sea para conseguirlo.

Dios reconoció un montón de tipos de cosas que nos volverían locos de deseos, cosas que codiciaríamos. Listó casas y cónyuges ajenos, siervos y animales, y lo que todo lo incluye: “ni cosa alguna que sea de tu prójimo”.

Quizá no quieras la casa de un amigo. (O quizá sí, la que tiene una piscina). Pero tus amigos pueden tener muchas cosas más pequeñas que tú quieres. Y no importa si las cosas son de tu vecino de al lado o del señor millonario. Si te mueres de deseo de tener algo que no tienes, estás codiciando.

Existe un solo remedio para la codicia. Es el contentamiento. Es desarrollar una actitud de gratitud por lo que ya tienes, sea poco o mucho.
¿Te suena imposible? No lo es.

Escucha como Pablo se las arregló para ser feliz con lo que tenía. Escribió: “He aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé vivir en la pobreza, y sé vivir en la abundancia. En todo lugar y en todas las circunstancias, he aprendido el secreto de hacer frente tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad” (Filipenses 4:11, 12). Eso es contentamiento.

Tener muchas cosas puede o no ser la voluntad de Dios para ti. Pero ser agradecido siempre está dentro de los planes de Dios cuando perteneces a Cristo Jesús (ver 1 Tesalonicenses 5:18). ¿Tienes una actitud de gratitud?

PARA DIALOGAR
¿En qué ocasión han querido algo desesperadamente? ¿Cómo pueden alentarse mutuamente para no querer tanto?

PARA ORAR
Señor, queremos muchas cosas. Pero realmente queremos desear únicamente las cosas que tú quieres para nosotros, a tu manera y a tu tiempo.

PARA HACER
¡Prepara una lista de las cosas por las cuales estás agradecido! ¡Pégala donde la puedas ver!

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.