Abundante consolación

Abundante consolación

5/6/2016

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De la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. (2 Corintios 1:5)

a1Cuando sufrimos, Cristo está con nosotros para consolarnos en nuestra angustia. El grado hasta el cual ha experimentado el mismo sufrimiento, y aun más, es la razón de que pueda consolarnos.

La prueba de su carácter es su reacción ante los tiempos más severos de sufrimiento y persecución. Cuando el sufrimiento se vuelve demasiado intenso, lo más fácil es enojarse y culpar a Dios. Cuando la persecución se vuelve demasiado severa, lo más fácil es transigir en la fe. El reaccionar de cualquiera de esas formas hará que usted se pierda la más abundante comunión que puede tener. Es que los momentos más profundos de comunión espiritual con el Cristo vivo son resultado directo del intenso sufrimiento.

El sufrimiento siempre nos lleva a Cristo porque encontramos en Él a nuestro misericordioso Sumo Sacerdote que se compadece “de nuestras debilidades” (He. 4:15) y que “es poderoso para socorrer a los que son tentados” (2:18). Así que considere sus sufrimientos como oportunidades de ser bendecido por Cristo mientras halla consuelo en su comunión.

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Oración de confesión de Esdras

Esdras 8-10

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8:1  Estos son los jefes de casas paternas, y la genealogía de aquellos que subieron conmigo de Babilonia, reinando el rey Artajerjes:

De los hijos de Finees, Gersón; de los hijos de Itamar, Daniel; de los hijos de David, Hatús.

De los hijos de Secanías y de los hijos de Paros, Zacarías, y con él, en la línea de varones, ciento cincuenta.

De los hijos de Pahat-moab, Elioenai hijo de Zeraías, y con él doscientos varones.

De los hijos de Secanías, el hijo de Jahaziel, y con él trescientos varones.

De los hijos de Adín, Ebed hijo de Jonatán, y con él cincuenta varones.

De los hijos de Elam, Jesaías hijo de Atalías, y con él setenta varones.

De los hijos de Sefatías, Zebadías hijo de Micael, y con él ochenta varones.

De los hijos de Joab, Obadías hijo de Jehiel, y con él doscientos dieciocho varones.

10 De los hijos de Selomit, el hijo de Josifías, y con él ciento sesenta varones.

11 De los hijos de Bebai, Zacarías hijo de Bebai, y con él veintiocho varones.

12 De los hijos de Azgad, Johanán hijo de Hacatán, y con él ciento diez varones;

13 De los hijos de Adonicam, los postreros, cuyos nombres son estos: Elifelet, Jeiel y Semaías, y con ellos sesenta varones.

14 Y de los hijos de Bigvai, Utai y Zabud, y con ellos setenta varones.

15 Los reuní junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días; y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví.

16 Entonces despaché a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulam, hombres principales, asimismo a Joiarib y a Elnatán, hombres doctos;

17 y los envié a Iddo, jefe en el lugar llamado Casifia, y puse en boca de ellos las palabras que habían de hablar a Iddo, y a sus hermanos los sirvientes del templo en el lugar llamado Casifia, para que nos trajesen ministros para la casa de nuestro Dios.

18 Y nos trajeron según la buena mano de nuestro Dios sobre nosotros, un varón entendido, de los hijos de Mahli hijo de Leví, hijo de Israel; a Serebías con sus hijos y sus hermanos, dieciocho;

19 a Hasabías, y con él a Jesaías de los hijos de Merari, a sus hermanos y a sus hijos, veinte;

20 y de los sirvientes del templo, a quienes David con los príncipes puso para el ministerio de los levitas, doscientos veinte sirvientes del templo, todos los cuales fueron designados por sus nombres.

21 Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes.

22 Porque tuve verg:uenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan.

23 Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio.

24 Aparté luego a doce de los principales de los sacerdotes, a Serebías y a Hasabías, y con ellos diez de sus hermanos;

25 y les pesé la plata, el oro y los utensilios, ofrenda que para la casa de nuestro Dios habían ofrecido el rey y sus consejeros y sus príncipes, y todo Israel allí presente.

26 Pesé, pues, en manos de ellos seiscientos cincuenta talentos de plata, y utensilios de plata por cien talentos, y cien talentos de oro;

27 además, veinte tazones de oro de mil dracmas, y dos vasos de bronce bruñido muy bueno, preciados como el oro.

28 Y les dije: Vosotros estáis consagrados a Jehová, y son santos los utensilios, y la plata y el oro, ofrenda voluntaria a Jehová Dios de nuestros padres.

29 Vigilad y guardadlos, hasta que los peséis delante de los príncipes de los sacerdotes y levitas, y de los jefes de las casas paternas de Israel en Jerusalén, en los aposentos de la casa de Jehová.

30 Los sacerdotes y los levitas recibieron el peso de la plata y del oro y de los utensilios, para traerlo a Jerusalén a la casa de nuestro Dios.

31 Y partimos del río Ahava el doce del mes primero, para ir a Jerusalén; y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y del acechador en el camino.

32 Y llegamos a Jerusalén, y reposamos allí tres días.

33 Al cuarto día fue luego pesada la plata, el oro y los utensilios, en la casa de nuestro Dios, por mano del sacerdote Meremot hijo de Urías, y con él Eleazar hijo de Finees; y con ellos Jozabad hijo de Jesúa y Noadías hijo de Binúi, levitas.

34 Por cuenta y por peso se entregó todo, y se apuntó todo aquel peso en aquel tiempo.

35 Los hijos de la cautividad, los que habían venido del cautiverio, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, y doce machos cabríos por expiación, todo en holocausto a Jehová.

36 Y entregaron los despachos del rey a sus sátrapas y capitanes del otro lado del río, los cuales ayudaron al pueblo y a la casa de Dios.

Oración de confesión de Esdras

9:1  Acabadas estas cosas, los príncipes vinieron a mí, diciendo: El pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de las tierras, de los cananeos, heteos, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos, y hacen conforme a sus abominaciones.

Porque han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado.

Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo.

Y se me juntaron todos los que temían las palabras del Dios de Israel, a causa de la prevaricación de los del cautiverio; mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde.

Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción, y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios,

y dije:

Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.

Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado; y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en manos de los reyes de las tierras, a espada, a cautiverio, a robo, y a verg:uenza que cubre nuestro rostro, como hoy día.

Y ahora por un breve momento ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar seguro en su santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre.

Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén.

10 Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos dejado tus mandamientos,

11 que prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo: La tierra a la cual entráis para poseerla, tierra inmunda es a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones de que la han llenado de uno a otro extremo con su inmundicia.

12 Ahora, pues, no daréis vuestras hijas a los hijos de ellos, ni sus hijas tomaréis para vuestros hijos, ni procuraréis jamás su paz ni su prosperidad; para que seáis fuertes y comáis el bien de la tierra, y la dejéis por heredad a vuestros hijos para siempre.

13 Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras, y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un remanente como este,

14 ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape?

15 Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto.

Expulsión de las mujeres extranjeras

10:1  Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo amargamente.

Entonces respondió Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, y dijo a Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel.

Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios; y hágase conforme a la ley.

Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra.

Entonces se levantó Esdras y juramentó a los príncipes de los sacerdotes y de los levitas, y a todo Israel, que harían conforme a esto; y ellos juraron.

Se levantó luego Esdras de delante de la casa de Dios, y se fue a la cámara de Johanán hijo de Eliasib; e ido allá, no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los del cautiverio.

E hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se reuniesen en Jerusalén;

y que el que no viniera dentro de tres días, conforme al acuerdo de los príncipes y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y el tal fuese excluido de la congregación de los del cautiverio.

Así todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres días, a los veinte días del mes, que era el mes noveno; y se sentó todo el pueblo en la plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de aquel asunto, y a causa de la lluvia.

10 Y se levantó el sacerdote Esdras y les dijo: Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así sobre el pecado de Israel.

11 Ahora, pues, dad gloria a Jehová Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras, y de las mujeres extranjeras.

12 Y respondió toda la asamblea, y dijeron en alta voz: Así se haga conforme a tu palabra.

13 Pero el pueblo es mucho, y el tiempo lluvioso, y no podemos estar en la calle; ni la obra es de un día ni de dos, porque somos muchos los que hemos pecado en esto.

14 Sean nuestros príncipes los que se queden en lugar de toda la congregación, y todos aquellos que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, vengan en tiempos determinados, y con ellos los ancianos de cada ciudad, y los jueces de ellas, hasta que apartemos de nosotros el ardor de la ira de nuestro Dios sobre esto.

15 Solamente Jonatán hijo de Asael y Jahazías hijo de Ticva se opusieron a esto, y los levitas Mesulam y Sabetai les ayudaron.

16 Así hicieron los hijos del cautiverio. Y fueron apartados el sacerdote Esdras, y ciertos varones jefes de casas paternas según sus casas paternas; todos ellos por sus nombres se sentaron el primer día del mes décimo para inquirir sobre el asunto.

17 Y terminaron el juicio de todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras, el primer día del mes primero.

18 De los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras, fueron hallados estos: De los hijos de Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maasías, Eliezer, Jarib y Gedalías.

19 Y dieron su mano en promesa de que despedirían sus mujeres, y ofrecieron como ofrenda por su pecado un carnero de los rebaños por su delito.

20 De los hijos de Imer: Hanani y Zebadías.

21 De los hijos de Harim: Maasías, Elías, Semaías, Jehiel y Uzías.

22 De los hijos de Pasur: Elioenai, Maasías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasa.

23 De los hijos de los levitas: Jozabad, Simei, Kelaía (éste es Kelita), Petaías, Judá y Eliezer.

24 De los cantores: Eliasib; y de los porteros: Salum, Telem y Uri.

25 Asimismo de Israel: De los hijos de Paros: Ramía, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y Benaía.

26 De los hijos de Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdi, Jeremot y Elías.

27 De los hijos de Zatu: Elioenai, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Aziza.

28 De los hijos de Bebai: Johanán, Hananías, Zabai y Atlai.

29 De los hijos de Bani: Mesulam, Maluc, Adaía, Jasub, Seal y Ramot.

30 De los hijos de Pahat-moab: Adna, Quelal, Benaía, Maasías, Matanías, Bezaleel, Binúi y Manasés.

31 De los hijos de Harim: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón,

32 Benjamín, Maluc y Semarías.

33 De los hijos de Hasum: Matenai, Matata, Zabad, Elifelet, Jeremai, Manasés y Simei.

34 De los hijos de Bani: Madai, Amram, Uel,

35 Benaía, Bedías, Quelúhi,

36 Vanías, Meremot, Eliasib,

37 Matanías, Matenai, Jaasai,

38 Bani, Binúi, Simei,

39 Selemías, Natán, Adaía,

40 Macnadebai, Sasai, Sarai,

41 Azareel, Selemías, Semarías,

42 Salum, Amarías y José.

43 Y de los hijos de Nebo: Jeiel, Matatías, Zabad, Zebina, Jadau, Joel y Benaía.

44 Todos estos habían tomado mujeres extranjeras; y había mujeres de ellos que habían dado a luz hijos.

Reina-Valera 1960 (RVR1960)Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

Enfoca tus oraciones

Mayo 6

Enfoca tus oraciones

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Lectura bíblica: Juan 17:1–4

Así como [Dios el padre] le diste [a Cristo el Hijo] autoridad sobre todo hombre, para que [Jesús] dé vida eterna a todos los que [el Padre] le has dado. Juan 17:2

a11 No oro mucho. Cuando oro, me escondo con un extinguidor, por si acaso a Dios no le gusta lo que digo y me manda fuego.

3 De vez en cuando tiro una oración hacia el cielo. Me preocupo de que cuando Dios me oiga orar diga: “¿Y ese quién es?”.

5 Oro. Pero entre dientes. Creo que Dios prefiere escuchar a mi hermana.

7 Estoy bastante seguro de que Dios me oye. Pero todavía tengo a mano el extinguidor para mis pedidos realmente grandes.

10 Hablo con Dios con seguridad y respeto. Sé que Dios contesta cada oración en una manera que coincide con su voluntad.

Quieres que tus amigos conozcan a Jesús. Y ayer aprendiste que la oración es tu punto de partida para contarles a otros de Jesús. Pero, ¿hasta qué punto estás seguro de que Dios contestará tus oraciones?

Observa esta escala de 1 a 10. ¿Hasta qué punto estás seguro?

Es absolutamente importante que lleguemos a sentirnos seguros al orar. Esta es la razón: Dios tiene un plan para obrar en tu mundo. De hecho, tiene unas promesas extraordinarias que quizá sean nuevas para ti. Pon a prueba ésta: “Pídeme, y te daré por heredad las naciones, y por posesión tuya los confines de la tierra” (Salmo 2:8). Para recibir con más fuerza el impacto de su promesa, exprésalo así: “Si me pides, te daré tu equipo de fútbol, o el chico que se sienta a tu lado en tu clase de matemáticas, o de inglés…”.

Dios promete darte las personas a las cuales puedes hablarles de él. Tu parte es pedir. ¡El tiempo y la experiencia te darán la seguridad para ser audaz cuando oras!
Existe un secreto que te ayudará a pedir con confianza y a apropiarte de lo que Dios prometió: Ora teniendo una meta. Muchos creyentes oran diciendo: “Bendice a Fulano de Tal”, sin tener idea de lo que realmente están pidiendo. Dios quiere que ores enfocado en lo que quieres que haga. Sé específico con Dios al orar por tus amigos, compañeros de escuela, de equipo o familiares no creyentes.

No hay ninguna duda en cuanto a la voluntad de Dios para nuestros amigos. Los quiere a todos en el cielo (ver 2 Pedro 3:9). Así que cuando pedimos que nuestros amigos confíen en Cristo y sean salvos, ¡podemos estar seguros de que estamos pidiendo algo que Dios ha anunciado como su voluntad!

PARA DIALOGAR
¿Cómo pueden enfocar sus oraciones por sus amigos no cristianos?

PARA ORAR
Pídanle a Dios que obre en la vida de sus amigos no cristianos, teniendo como meta que confíen en Cristo.

PARA HACER
Practiquen la costumbre de orar por sus amigos no creyentes.

McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.