Tesoros en Cristo

Tesoros en Cristo

“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo deamor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si
alguna misericordia” (Fil. 2:1).

Cuando todos los valores desaparecen en nuestro mundo, en Cristo tenemos
cuanto nossea necesario. El apóstol no supone sino que afirma lo que hay en el
Señor, literalmente dice: ya que hay en Cristo. Todas las bendiciones se alcanzan en
Él y sólo unidos a Él se pueden disfrutar las cuatro que siguen.

Primero hay consolación. La idea es que Jesús viene a nuestro lado para
ayudarnos en el modo de andar en el camino de la vida cristiana. Cuando las
fuerzas flaquean o la senda se cubre por la niebla del conflicto, la luz brilla firme en
Cristo alumbrando el paso estrecho y peligroso. Él es además ejemplo para el modo
de obrar en cada momento, basta con “correr con paciencia la carrera que tenemos
por delante, puestos los ojos en Jesús” (He. 12:1-2).

En Cristo hay también consuelo de amor. Es un mensaje que descansa en Su
propia gracia. El amor con que Dios nos ama se expresa en Jesús, que me amó y se
entregó por mí (Gá. 2:20b). No tendremos estímulo para el compromiso de vida si
no es en el amor de Cristo. Muchas veces buscamos que alguien nos muestre amor
y nos desalentamos al no encontrarlo, cuando el Señor nos está amando siempre,
en cualquier momento, en cualquier circunstancia. Vivimos rodeados de Su amor y
podemos sentirlo en la medida en que estemos en comunión con Él.

Además tenemos la comunión en el Espíritu. Él une a cada creyente con Cristo, y
nos une unos a otros como miembros en Su cuerpo. Esta es una unión eterna. La
comunión horizontal de los creyentes es el resultado de la unión vertical de cada
uno con Dios mismo (1 Jn. 1:3). No estamos solos y aislados en el mundo,
formamos parte de una gran familia celestial, hijos del mismo Padre y herederos de
todas las riquezas en Cristo.

En el Señor hay afecto entrañable. Lo que Dios nos mostró debe ser también
nuestra experiencia. No tenemos que esperar que otros nos muestren amor, nuestra
bendición es amar a todos desinteresadamente como hemos sido amados por Dios.

Así lo hacía Pablo: “Dios me es testigo de cómo os amo a todos con el entrañable
amor de Jesucristo” (Fil. 1:8). El Espíritu traslada a cada uno el amor de Cristo para
que podamos amar a todos, “aunque amando más sea amado menos” (2 Co. 12:15).

En Jesús encuentro también misericordia. Es el amor compasivo que me muestra
en todas mis aflicciones. Ese es el amor que permite amar al miserable. Son los
brazos del padre extendiéndose para abrazar al pródigo que vuelve harapiento,
sucio y miserable (Lc. 15:20). Se que no hay justificación a mis caídas, ni disculpas a
mis fracasos, pero también se que en el Señor hay siempre misericordia para mí. No
hay razón para vivir en la tristeza y la desesperanza, si tengo todo cuanto preciso
en Cristo. Tan sólo necesito vivir en plena comunión con Él. La fuente del amor, del
consuelo y de la misericordia está corriendo para que pueda satisfacer toda mi sed
espiritual. No hay nada que me impida tomar de ella ahora cuanto necesite.
Señor, dame siempre de esa agua para que no tenga sed.

Samuel Pérez Millos, es pastor en la Iglesia Evangélica Unida de la ciudad de Vigo, España, desde el 26 de septiembre de 1981. – Cursó los estudios de Licenciatura en Teología, en el Instituto Bíblico Evangélico, graduándose el 10 de junio de 1975.

http://www.perezmillos.com/

Motivo de los proverbios

Proverbios 1-3

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Motivo de los proverbios

1:1  Los proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel.

Para entender sabiduría y doctrina,
Para conocer razones prudentes,

Para recibir el consejo de prudencia,
Justicia, juicio y equidad;

Para dar sagacidad a los simples,
Y a los jóvenes inteligencia y cordura.

Oirá el sabio, y aumentará el saber,
Y el entendido adquirirá consejo,

Para entender proverbio y declaración,
Palabras de sabios, y sus dichos profundos.

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.

Amonestaciones de la Sabiduría

Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre,
    Y no desprecies la dirección de tu madre;

Porque adorno de gracia serán a tu cabeza,
Y collares a tu cuello.

10 Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar,
No consientas.

11 Si dijeren: Ven con nosotros;
Pongamos asechanzas para derramar sangre,
Acechemos sin motivo al inocente;

12 Los tragaremos vivos como el Seol,
Y enteros, como los que caen en un abismo;

13 Hallaremos riquezas de toda clase,
Llenaremos nuestras casas de despojos;

14 Echa tu suerte entre nosotros;
Tengamos todos una bolsa.

15 Hijo mío, no andes en camino con ellos.
Aparta tu pie de sus veredas,

16 Porque sus pies corren hacia el mal,
Y van presurosos a derramar sangre.

17 Porque en vano se tenderá la red
Ante los ojos de toda ave;

18 Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas,
Y a sus almas tienden lazo.

19 Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia,
La cual quita la vida de sus poseedores.

20 La sabiduría clama en las calles,
Alza su voz en las plazas;

21 Clama en los principales lugares de reunión;
En las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones.

22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza,
Y los burladores desearán el burlar,
Y los insensatos aborrecerán la ciencia?

23 Volveos a mi reprensión;
He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros,
Y os haré saber mis palabras.

24 Por cuanto llamé, y no quisisteis oír,
Extendí mi mano, y no hubo quien atendiese,

25 Sino que desechasteis todo consejo mío
Y mi reprensión no quisisteis,

26 También yo me reiré en vuestra calamidad,
Y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;

27 Cuando viniere como una destrucción lo que teméis,
Y vuestra calamidad llegare como un torbellino;
Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.

28 Entonces me llamarán, y no responderé;
Me buscarán de mañana, y no me hallarán.

29 Por cuanto aborrecieron la sabiduría,
Y no escogieron el temor de Jehová,

30 Ni quisieron mi consejo,
Y menospreciaron toda reprensión mía,

31 Comerán del fruto de su camino,
Y serán hastiados de sus propios consejos.

32 Porque el desvío de los ignorantes los matará,
Y la prosperidad de los necios los echará a perder;

33 Mas el que me oyere, habitará confiadamente
Y vivirá tranquilo, sin temor del mal.

Excelencias de la sabiduría

2:1 Hijo mío, si recibieres mis palabras,
    Y mis mandamientos guardares dentro de ti,

Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;
Si inclinares tu corazón a la prudencia,

Si clamares a la inteligencia,
Y a la prudencia dieres tu voz;

Si como a la plata la buscares,
Y la escudriñares como a tesoros,

Entonces entenderás el temor de Jehová,
Y hallarás el conocimiento de Dios.

Porque Jehová da la sabiduría,
Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.

El provee de sana sabiduría a los rectos;
Es escudo a los que caminan rectamente.

Es el que guarda las veredas del juicio,
Y preserva el camino de sus santos.

Entonces entenderás justicia, juicio
Y equidad, y todo buen camino.

10 Cuando la sabiduría entrare en tu corazón,
Y la ciencia fuere grata a tu alma,

11 La discreción te guardará;
Te preservará la inteligencia,

12 Para librarte del mal camino,
De los hombres que hablan perversidades,

13 Que dejan los caminos derechos,
Para andar por sendas tenebrosas;

14 Que se alegran haciendo el mal,
Que se huelgan en las perversidades del vicio;

15 Cuyas veredas son torcidas,
Y torcidos sus caminos.

16 Serás librado de la mujer extraña,
De la ajena que halaga con sus palabras,

17 La cual abandona al compañero de su juventud,
Y se olvida del pacto de su Dios.

18 Por lo cual su casa está inclinada a la muerte,
Y sus veredas hacia los muertos;

19 Todos los que a ella se lleguen, no volverán,
Ni seguirán otra vez los senderos de la vida.

20 Así andarás por el camino de los buenos,
Y seguirás las veredas de los justos;

21 Porque los rectos habitarán la tierra,
Y los perfectos permanecerán en ella,

22 Mas los impíos serán cortados de la tierra,
Y los prevaricadores serán de ella desarraigados.

Exhortación a la obediencia

3:1 Hijo mío, no te olvides de mi ley,
    Y tu corazón guarde mis mandamientos;

Porque largura de días y años de vida
Y paz te aumentarán.

Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad;
Atalas a tu cuello,
Escríbelas en la tabla de tu corazón;

Y hallarás gracia y buena opinión
Ante los ojos de Dios y de los hombres.

Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.

Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.

No seas sabio en tu propia opinión;
Teme a Jehová, y apártate del mal;

Porque será medicina a tu cuerpo,
Y refrigerio para tus huesos.

Honra a Jehová con tus bienes,
Y con las primicias de todos tus frutos;

10 Y serán llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de mosto.

11 No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,
Ni te fatigues de su corrección;

12 Porque Jehová al que ama castiga,
Como el padre al hijo a quien quiere.

13 Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría,
Y que obtiene la inteligencia;

14 Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata,
Y sus frutos más que el oro fino.

15 Más preciosa es que las piedras preciosas;
Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.

16 Largura de días está en su mano derecha;
En su izquierda, riquezas y honra.

17 Sus caminos son caminos deleitosos,
Y todas sus veredas paz.

18 Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano,
Y bienaventurados son los que la retienen.

19 Jehová con sabiduría fundó la tierra;
Afirmó los cielos con inteligencia.

20 Con su ciencia los abismos fueron divididos,
Y destilan rocío los cielos.

21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos;
Guarda la ley y el consejo,

22 Y serán vida a tu alma,
Y gracia a tu cuello.

23 Entonces andarás por tu camino confiadamente,
Y tu pie no tropezará.

24 Cuando te acuestes, no tendrás temor,
Sino que te acostarás, y tu sueño será grato.

25 No tendrás temor de pavor repentino,
Ni de la ruina de los impíos cuando viniere,

26 Porque Jehová será tu confianza,
Y él preservará tu pie de quedar preso.

27 No te niegues a hacer el bien a quien es debido,
Cuando tuvieres poder para hacerlo.

28 No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve,
Y mañana te daré,
Cuando tienes contigo qué darle.

29 No intentes mal contra tu prójimo
Que habita confiado junto a ti.

30 No tengas pleito con nadie sin razón,
Si no te han hecho agravio.

31 No envidies al hombre injusto,
Ni escojas ninguno de sus caminos.

32 Porque Jehová abomina al perverso;
Mas su comunión íntima es con los justos.

33 La maldición de Jehová está en la casa del impío,
Pero bendecirá la morada de los justos.

34 Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores,
Y a los humildes dará gracia.

35 Los sabios heredarán honra,
Mas los necios llevarán ignominia.

Reina-Valera 1960 (RVR1960)Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

LO IMPOSIBLE

LO IMPOSIBLE

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Audio

Pablo Martini
Programa No. 2016-07-15

La imposibilidad es el primer paso para un milagro. Es el ingrediente imprescindible para que lo increíble se torne realidad. Hay quienes desarrollan sus emprendimientos solo en el plano de lo humanamente posible. La vida de fe y dependencia en un Dios omnipotente les es extraña. Todo lo calculan según sus fuerzas y si algo pasa el límite de lo conocido, simplemente dan un paso atrás admitiendo que dicho proyecto es imposible. Otros, viven bajo el recuerdo de sus propios intentos frustrados y han llegado a aceptar esto o aquello como una utopía, simplemente porque el record de sus resoluciones deja un historial de fracasos que los anula y se limitan a ser simples espectadores de las victorias ajenas. Hay dos tipos de personas en el mundo, los que han quedado sepultados bajo los escombros de sus intentos derrumbados y los que han usado esos mismos escombros como cimientos para construir nuevos comienzos. También están aquellos otros que se desaniman ante la crítica ajena. “No podrás lograrlo”, le dijeron a Noé mientras construía aquella arca, pero se salvó él y su familia. “Su hijo no tiene futuro en las matemáticas” le dijo la maestra a la madre de Thomas Edison, sin saber el genio que había dentro de él. “¿Quién nos moverá la piedra?”, fue la pregunta de las mujeres camino al sepulcro aquel domingo de resurrección, y al llegar encontraron al ángel sentado sobre la piedra ya movida. Es que donde los hombres vemos una piedra, Dios ve una silla. Depende con qué óptica mires los desafíos que la vida te propone. Hay dos tipos de personas en la tierra, los que pretenden ver a Dios a través de sus circunstancias difíciles y los que ven a sus circunstancias difíciles a través de un Dios especialista en milagros.

PENSAMIENTO DEL DIA:

Recuerda: no hay nada imposible para Dios.

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