¿Qué es la SALVACIÓN?

Desde Cochabamba, Bolivia, nos escribe un amable oyente para hacernos la siguiente consulta: ¿Qué es la SALVACIÓN? ¿Cómo podemos obtener la SALVACIÓN? ¿Tiene que ver con las OBRAS? ¿Por qué si o por qué no?

Gracias por su consulta. De acuerdo a su amplio significado, la palabra salvación representa la obra total de Dios por medio de la cual rescata al hombre de la ruina eterna y la sentencia por el pecado y le confiere las riquezas de su gracia, incluyendo la vida eterna ahora y la gloria eterna en los cielos. La salvación es de Jehová, según el testimonio de Jonás 2:9 donde dice: Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; 

 Pagaré lo que prometí. 

 La salvación es de Jehová.

Esto significa que cada aspecto de la salvación es una obra de Dios a favor del hombre y no es en ningún sentido una obra del hombre a favor de Dios. Usted hace la pregunta: ¿Cómo podemos obtener la salvación? La Biblia habla de varios pasos. En primer lugar, es necesario reconocer que todo ser humano es pecador. Para hacerlo personal, tengo que reconocer que yo soy pecador. Note lo que dice Romanos 3:22-23 Porque no hay diferencia,

Rom 3:23  por cuanto todos pecaron,  y están destituidos de la gloria de Dios,

La salvación es para los que nos reconocemos pecadores, no para los que se dan de justos. En segundo lugar, es necesario reconocer que estamos en peligro de recibir castigo eterno a causa de nuestro pecado. Romanos 6:23 dice: Porque la paga del pecado es muerte,  mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

La paga o el castigo o e resultado del pecado es muerte. Esto no sólo significa muerte física, sino una eterna separación de Dios en un lugar de tormento en fuego llamado infierno. Hablando a personas que jamás arreglaron su problema de pecado con Dios, el Señor Jesús dijo que algún día van a escuchar el fatídico veredicto que aparece en Mateo 25:41 Entonces dirá también a los de la izquierda:  Apartaos de mí,  malditos,  al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

El infierno o el fuego eterno no fue preparado para el hombre sino para el diablo y sus ángeles. Pero cuando una persona sale de este mundo sin haber recibido perdón de pecados, pasará en ese lugar por la eternidad. Hasta aquí todas son malas noticias. Pero luego vienen las buenas noticias. En tercer lugar, Dios ama al pecador y ha hecho todo lo necesario para que el pecador pueda ser perdonado de su pecado. Juan 3:16 dice: Porque de tal manera amó Dios al mundo,  que ha dado a su Hijo unigénito,  para que todo aquel que en él cree,  no se pierda,  mas tenga vida eterna.

El amor de Dios por el pecador es de tal calidad que no escatimó a su propio Hijo unigénito, sino que lo entregó para que reciba el castigo por el pecado, de modo que todo pecador que cree en su Hijo no reciba el castigo que merece por ser pecador sino que reciba vida eterna. Por amor, el unigénito Hijo de Dios tomó el lugar de todo pecador para recibir el castigo por el pecado. Esta fue la razón por la cual siendo puro y sin mancha, el Hijo de Dios tuvo que sufrir pena de muerte como si fuera el peor de los criminales. Estando en el clímax de su tormento en la cruz, poco antes de expirar, el Señor Jesús exclamó: Consumado es, anunciando al mundo visible y al mundo invisible, que la obra para poder salvar de condenación a todo pecador estaba completa. El Señor Jesucristo pagó mi deuda por mi pecado cuando murió en la cruz del Calvario. En cuarto lugar, para obtener el beneficio de la obra del Señor Jesucristo al morir en lugar del pecador, el pecador necesita recibir por la fe al Señor Jesucristo como Salvador. El Señor Jesucristo murió por todo el mundo, pero no todo el mundo es salvo, porque no todo el mundo recibe por la fe al Señor Jesucristo como Salvador. Note lo que dice Juan 1:12-13  Mas a todos los que le recibieron,  a los que creen en su nombre,  les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

Joh 1:13  los cuales no son engendrados de sangre,  ni de voluntad de carne,  ni de voluntad de varón,  sino de Dios.

Cuando el pecador reconoce su estado espiritual delante de Dios, cuando toma conciencia del peligro en que está si sale de este mundo sin el perdón de su pecado, cuando reconoce que Dios le ama y que el Hijo de Dios recibió el castigo que el pecador merece, el pecador debe dar un paso de fe recibiendo al Señor Jesucristo como su único y personal Salvador. Si da este paso de fe, este pecador deja de ser un pecador condenado y pasa a ser un pecador perdonado. En estas condiciones, por el solo hecho de haber recibido a Cristo como Salvador y por haber creído en su nombre, el pecador perdonado es hecho hijo de Dios con todos los privilegios y responsabilidades que esto conlleva. Esta es la manera como un pecador llega a ser salvo, amable oyente. En todo este proceso, Usted habrá notado que no hay lugar para las obras por parte del pecador para obtener su salvación. La Biblia es clara al afirmar que la salvación no resulta de hacer obras. Observe lo que dice Efesios 2:8-9. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;  y esto no de vosotros,  pues es don de Dios;

Eph 2:9  no por obras,  para que nadie se gloríe.

Gracia significa favor no merecido. Por gracia sois salvos significa que la salvación es algo que el pecador no merece. Esta salvación se la obtiene por medio de la fe. Todo es cuestión de creer a Dios. La salvación por gracia y la fe para beneficiarse de salvación por gracia es un don o un regalo de Dios. El problema del hombre es que es pecador por naturaleza, el hombre es pecador desde el instante mismo que es concebido. Salmo 51:5 dice: He aquí,  en maldad he sido formado, 

 Y en pecado me concibió mi madre.

Un ser que es pecador desde su concepción, no puede de ninguna manera aspirar a ser aceptado por Dios. Todas las obras que pueda hacer un hombre pecador por naturaleza, no son lo suficientemente buenas para que Dios premie a ese pecador con la salvación. Por eso es que a los ojos de Dios, las buenas obras de un hombre pecador son consideradas como trapos de inmundicia. Note lo que dice Isaías 64:6  Si bien todos nosotros somos como suciedad,  y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia;  y caímos todos nosotros como la hoja,  y nuestras maldades nos llevaron como viento.

La Biblia es muy franca al hablar de la esencia del hombre pecador. Es como suciedad. En estas condiciones, nuestras justicias, o nuestras mejores obras son como trapo de inmundicia. Los trapos de inmundicia son los paños que utilizaban las mujeres de aquella época durante su período menstrual. Así es como ve Dios a las buenas obras de los hombres, cuando los hombres tratan de obtener la salvación por medio de ellas. De manera que, amable oyente, la salvación no es el resultado de las buenas obras del hombre, como por ejemplo ser parte de alguna religión, o participar en los ritos de alguna religión, o hacer algún sacrificio en bienestar del prójimo, o abstenerse de cometer algún pecado. Sin embargo, amable oyente, las buenas obras tienen su lugar en la Biblia, no para obtener la salvación, sino como resultado o fruto o producto de la salvación. Es interesante notar que después de afirmar que la salvación es por gracia por medio de la fe, la Biblia dice que los que por la fe hemos recibido a Cristo como Salvador, hemos sido creado para hacer buenas obras. Permítame leer Efesios 2:10 Porque somos hechura suya,  creados en Cristo Jesús para buenas obras,  las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Los creyentes, quienes hemos recibido la salvación por gracia, por medio de la fe, aparte totalmente de las obras, somos hechura de Dios. La palabra “hechura” es la traducción de una palabra de la cual proviene nuestra palabra “poema” Los creyentes somos el poema de Dios, creados en Cristo Jesús con el propósito de hacer buenas obras. Estas buenas obras han sido preparadas de antemano por Dios para que los creyentes las hagamos. Por esto amable oyente, los creyentes no somos salvos por buenas obras sino para buenas obras.

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LAS CAMPANAS DE DIOS

LAS CAMPANAS DE DIOS

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Pablo Martini
Programa No. 2016-09-17

David fue una persona en la cueva otra en el palacio. Fue uno perseguido y otro aclamado, fue uno en el campo de batalla y otro en la azotea de su casa Real. Las reflexiones que escribió mientras pernoctaba en cuevas repletas de ladrones del desierto son monumentos de piedad. Pero una vez instalado en el palacio, cuando rey, sus problemas familiares le abrumaban. Mientras luchaba por su vida y la de sus soldados en los campos de batalla, su fe se aferró tan fuerte a su Dios como su puño a su espada. Cuando delegó a su ejército la tarea de liderar y se quedó descansando en la casa Real, en el tiempo en que todos los reyes salían a la guerra, perdió la peor de las batallas, la de la santidad, y cayó. Es que a veces necesitamos estar bajo presión para no perder el rumbo, Dios lo sabe. Es por eso que tantas veces nos expone a situaciones en las que, humanamente hablando no hay respuesta. No es que se haya olvidado de nosotros sino que nosotros nos estamos olvidando de Él. Es entonces cuando Él hace sonar su campanita de la adversidad en nuestras vidas para atraernos nuevamente hacia su presencia. Si te fijas, en la acusación que el profeta Natán le hace al adúltero Rey David, menciona el hecho de su pecado con Bernabé como algo consecuente, pero va más abajo y descubre que, el verdadero motivo de su caída fue el haber descuidado y tenido en poco su tiempo con la Palabra de Jehová. (2° Samuel 12:9) Nos olvidamos de Dios cuando las cosas nos van bien. Seguramente recuerdas esos momentos solo en la sala de espera de un hospital frotando tus manos, llorando y clamando al cielo con un nudo en tu garganta por la vida de tu hijita, luego del accidente. O el día que tuviste que llegar a tu casa, arrodillarte junto a tu esposa y orar al Dios que todo provee porque te habían despedido del trabajo. O cuando te enteraste que tu hijo consumía drogas y estuvo faltando a la escuela las últimas dos semanas. Urgente llamaste al pastor para que venga a orar contigo y te aconseje. ¿Lo ves? Necesitamos las pruebas, y cuanto más nos olvidemos de Él, más pruebas habrá.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Es que la flecha de la oración que traspasará los cielos se debe lanzar de un arco completamente doblado. (Casi a punto de quebrarse)

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Profecía contra los pastores de Israel

Ezequiel 34-36

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Profecía contra los pastores de Israel

34 Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y di[a] a los pastores: “Así dice el Señor Dios[b]: ‘¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? ‘Coméis la grosura, os habéis vestido con la lana, degolláis la oveja engordada, pero no apacentáis el rebaño. ‘Las débiles no habéis fortalecido, la enferma no habéis curado, la perniquebrada no habéis vendado, la descarriada no habéis hecho volver, la perdida no habéis buscado; sino que las habéis dominado con dureza y con severidad. ‘Y han sido dispersadas por falta de pastor, y se han convertido en alimento para toda fiera del campo; se han dispersado. ‘Mis ovejas andaban errantes por todos los montes y por todo collado alto; mis ovejas han sido dispersadas por toda la faz de la tierra, sin haber quien las busque ni pregunte por ellas.’”

Por tanto, pastores, oíd la palabra del Señor: Vivo yo —declara el Señor Dios—, ya que mi rebaño se ha convertido en presa, que incluso mi rebaño se ha convertido en alimento para todas las fieras del campo por falta de pastor, y que mis pastores no han buscado mis ovejas, sino que los pastores se han apacentado a sí mismos y no han apacentado mi rebaño, por tanto, pastores, oíd la palabra del Señor: 10 “Así dice el Señor Dios: ‘He aquí, yo estoy contra los pastores y demandaré mi rebaño de su mano y los haré dejar de apacentar el rebaño. Así los pastores ya no se apacentarán más a sí mismos, sino que yo libraré mis ovejas de su boca, y no serán más alimento para ellos.’”

11 Porque así dice el Señor Dios: He aquí, yo mismo buscaré mis ovejas y velaré por ellas. 12 Como un pastor vela por su rebaño el día que está en medio de sus ovejas dispersas, así yo velaré por mis ovejas y las libraré de todos los lugares adonde fueron dispersadas un día nublado y sombrío. 13 Las sacaré de los pueblos y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las barrancas y por todos los lugares habitados del país. 14 Las apacentaré en buenos pastos, y en los altos montes de Israel estará su apacentadero. Allí reposarán en apacentadero bueno, y apacentarán en ricos[c]pastos sobre los montes de Israel. 15 Yo apacentaré mis ovejas y las llevaré a reposar[d] —declara el Señor Dios. 16 Buscaré la perdida, haré volver la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré la enferma; pero destruiré la engordada y la fuerte. Las apacentaré con justicia.

17 Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías, así dice el Señor Dios: “He aquí, yo juzgaré entre oveja y oveja[e], entre carneros y machos cabríos. 18 “¿Os parece poco pacer en los buenos pastos, para que holléis con vuestros pies el resto de vuestros pastos; o que bebáis de las aguas claras, para que enturbiéis[f] el resto con vuestros pies? 19 “Y en cuanto a mis ovejas, tienen que comer lo que habéis hollado con vuestros pies, y tienen que beber lo que con vuestros pies habéis enturbiado[g].”

20 Por tanto, así les dice el Señor Dios: He aquí, yo mismo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca. 21 Por cuanto vosotros habéis empujado con el flanco y con el hombro, y habéis embestido con vuestros cuernos a todas las débiles[h]hasta dispersarlas fuera, 22 libraré mis ovejas y ya no serán presa; juzgaré entre oveja y oveja. 23 Entonces pondré sobre ellas un solo pastor que las apacentará, mi siervo David; él las apacentará y será su pastor. 24 Y yo, el Señor, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas. Yo, el Señor, he hablado.

25 Haré un pacto de paz con ellos y eliminaré de la tierra las bestias feroces, para que habiten seguros en el desierto y duerman en los bosques. 26 Y haré de ellos y de los alrededores de mi collado una bendición. Haré descender lluvias a su tiempo; serán lluvias de bendición. 27 El árbol del campo dará su fruto y la tierra dará sus productos, y ellos estarán seguros en su tierra. Y sabrán que yo soy elSeñor cuando yo quiebre las varas de su yugo y los libre de la mano de los que los han esclavizado. 28 No serán más presa de las naciones, y las fieras de la tierra no los devorarán; sino que habitarán seguros y nadie los atemorizará. 29 Y estableceré para ellos un plantío de renombre, y no serán más víctimas[i] del hambre en la tierra, ni sufrirán más los insultos de las naciones. 30 Entonces sabrán que yo, el Señor su Dios, estoy con ellos, y que ellos, la casa de Israel, son mi pueblo —declara el Señor Dios. 31 Vosotras, ovejas mías, sois el rebaño de mi prado, hombres sois, y yo soy vuestro Dios —declara el Señor Dios.

Profecía contra Edom

35 Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia el monte Seir, y profetiza contra él, y dile: “Así dice el Señor Dios[j]:

‘He aquí, estoy contra ti, monte Seir,
extenderé mi mano contra ti,
y te convertiré en desolación y en soledad.
‘Dejaré en ruinas tus ciudades,
y serás convertida en desolación;
y sabrás que yo soy el Señor.

‘Por cuanto tuviste enemistad perpetua y entregaste[k] a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su calamidad, en el tiempo del castigo[l] final,por tanto, vivo yo —declara el Señor Dios—, que a sangre te entregaré[m] y la sangre te perseguirá; ya que no has odiado el derramamiento de sangre, la sangre te perseguirá. ‘Haré del monte Seir desierto y desolación, y cortaré de él al que vaya y al que venga. ‘Y llenaré sus montes de sus muertos; en tus collados y en tus valles y en todas tus barrancas caerán los muertos a espada. ‘Te haré desolación perpetua, y tus ciudades no serán habitadas; y sabréis que yo soy elSeñor.

10 ‘Por cuanto has dicho: “Las dos naciones y las dos tierras serán mías, y las[n]poseeremos”, aunque el Señor estaba allí. 11 ‘Por tanto, vivo yo’ —declara el Señor Dios—, ‘haré contigo conforme a tu ira y conforme al celo que mostraste a causa de tu odio contra ellos, y me haré conocer entre ellos cuando te juzgue.12 ‘Entonces sabrás que yo, el Señor, he oído[o] todas las injurias que has hablado contra los montes de Israel, diciendo: “Están desolados; nos han sido dados para alimento.” 13 ‘Con arrogancia habéis hablado[p] contra mí y habéis multiplicado vuestras palabras contra mí; yo lo he oído.’ 14 “Así dice el Señor Dios: ‘Para alegría de toda la tierra, yo haré de ti una desolación. 15 ‘Como te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel porque fue asolada, así te haré yo a ti. Serás una desolación, monte Seir, y todo Edom, todo él; y sabrán que yo soy el Señor.’”

Los montes de Israel bendecidos

36 Y tú, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel, y di: “Montes de Israel, oíd la palabra del Señor. “Así dice el Señor Dios[q]: ‘Por cuanto el enemigo ha dicho contra vosotros: “¡Ajá!” y: “Las alturas[r] eternas han pasado a ser posesión nuestra,” por tanto, profetiza y di: “Así dice el Señor Dios: ‘Porque os han asolado y aplastado por todos lados, para que fuerais posesión de las demás naciones, os han hecho el blanco de la habladuría[s] y de la calumnia del pueblo.’”’“Por tanto, montes de Israel, oíd la palabra del Señor Dios. Así dice el Señor Diosa los montes y a los collados, a las barrancas y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades abandonadas, que han venido a ser presa y escarnio de las demás naciones alrededor; por eso, así dice el Señor Dios: ‘Ciertamente en el fuego de mi celo he hablado contra las demás naciones y contra todo Edom, que se han apropiado[t] para sí de mi tierra como posesión, con alegría, de todo corazón y con desprecio de alma, para dejarla[u] como presa.’ “Por tanto, profetiza acerca de la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, a las barrancas y a los valles: ‘Así dice el Señor Dios: “He aquí, yo he hablado en mi celo y en mi furor porque habéis soportado los insultos de las naciones.” ‘Por lo cual, así dice el Señor Dios: “Yo he jurado[v] que las naciones que os rodean, ellas mismas soportarán sus insultos. “Pero vosotros, montes de Israel, echaréis vuestras ramas y produciréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque pronto vendrán. “Pues, he aquí, estoy por vosotros y me volveré a vosotros, y seréis labrados y sembrados. 10 “Multiplicaré hombres en vosotros, toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y las ruinas reedificadas.11 “Multiplicaré en vosotros hombres y animales, y se multiplicarán y serán fecundos. Haré que seáis habitados como lo fuisteis anteriormente y os trataré mejor[w] que al principio; y sabréis que yo soy el Señor. 12 “Sí, haré andar hombres sobre vosotros, a mi pueblo Israel. Ellos tomarán posesión de ti, y serás su heredad, y nunca más les privarás de sus hijos.” 13 ‘Así dice el Señor Dios: “Porque os dicen: ‘Eres devoradora de hombres y has privado de hijos a tu nación[x]’, 14 por tanto, ya no devorarás hombres y ya no privarás de hijos a tu nación” —declara el Señor Dios. 15 ‘Y nunca más te haré oír el ultraje de las naciones, ni soportarás más los insultos de los pueblos, ni harás que tu nación tropiece más’ —declara el Señor Dios.

16 Entonces vino a mí la palabra del Señor, diciendo: 17 Hijo de hombre, cuando la casa de Israel habitaba en su propia tierra, ellos mismos la contaminaron con su conducta y con sus obras; como la impureza de una mujer en su menstruación fue su conducta delante de mí. 18 Por tanto, derramé mi furor sobre ellos por la sangre que habían derramado sobre la tierra y por haberla contaminado con sus ídolos.19 Los esparcí entre las naciones y fueron dispersados por las tierras. Conforme a sus caminos y a sus obras los juzgué. 20 Cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, porque de ellos se decía: Estos son el pueblo del Señor, y han salido de su tierra. 21 Pero yo he tenido compasión de mi santo nombre, que la casa de Israel había profanado entre las naciones adonde fueron.

22 Por tanto, di a la casa de Israel: “Así dice el Señor Dios: ‘No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi santo nombre, que habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis. 23 ‘Vindicaré la santidad de mi gran nombre profanado entre las naciones, el cual vosotros habéis profanado en medio de ellas. Entonces las naciones sabrán que yo soy el Señor’ —declara el Señor Dios— ‘cuando demuestre mi santidad entre vosotros a la vista de ellas. 24 ‘Porque os tomaré de las naciones, os recogeré de todas las tierras y os llevaré a vuestra propia tierra. 25 ‘Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré. 26 ‘Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27 ‘Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas. 28 ‘Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. 29 ‘Os libraré de todas vuestras inmundicias; llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no traeré[y] hambre sobre vosotros.30 ‘Y multiplicaré el fruto de los árboles y el producto del campo, para que no recibáis más el oprobio del hambre entre las naciones. 31 ‘Entonces os acordaréis de vuestros malos caminos y de vuestras obras que no eran buenas, y os aborreceréis a vosotros mismos[z] por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. 32 ‘No hago esto por vosotros’ —declara el Señor Dios— ‘sabedlo bien. Avergonzaos y abochornaos de vuestra conducta, casa de Israel.’

33 “Así dice el Señor Dios: ‘En el día que yo os limpie de todas vuestras iniquidades, haré que las ciudades sean habitadas y las ruinas reedificadas. 34 ‘La tierra desolada será cultivada en vez de ser desolación a la vista de todo el que pasa. 35 ‘Y dirán: Esta tierra desolada se ha hecho como el huerto del Edén; y las ciudades desiertas, desoladas y arruinadas están fortificadas y habitadas. 36 ‘Y las naciones que quedan a vuestro alrededor sabrán que yo, el Señor, he reedificado los lugares en ruinas y plantado lo que estaba desolado; yo, el Señor, he hablado y lo haré.’

37 “Así dice el Señor Dios: ‘Aún permitiré a la casa de Israel que me pida hacer esto por ellos: Multiplicar sus hombres como un rebaño. 38 ‘Como el rebaño para los sacrificios[aa], como el rebaño en Jerusalén en sus fiestas señaladas, así se llenarán las ciudades desiertas de rebaños de hombres. Entonces sabrán que yo soy el Señor.’”

Notas al pie:

  1. Ezequiel 34:2 Lit., diles
  2. Ezequiel 34:2 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor, y así en el resto del cap.
  3. Ezequiel 34:14 Lit., gordos
  4. Ezequiel 34:15 Lit., las haré reposar
  5. Ezequiel 34:17 O, entre cordero y cordero
  6. Ezequiel 34:18 Lit., pisoteéis
  7. Ezequiel 34:19 Lit., pisoteado
  8. Ezequiel 34:21 O, enfermas
  9. Ezequiel 34:29 Lit., los recogidos
  10. Ezequiel 35:3 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor, y así en el resto del cap.
  11. Ezequiel 35:5 Lit., derramaste
  12. Ezequiel 35:5 O, de la iniquidad
  13. Ezequiel 35:6 Lit., te prepararé
  14. Ezequiel 35:10 Lit., la
  15. Ezequiel 35:12 O, que yo soy el Señor; he oído
  16. Ezequiel 35:13 Lit., os habéis engrandecido con vuestra boca
  17. Ezequiel 36:2 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor, y así en el resto del cap.
  18. Ezequiel 36:2 Heb., Bamoz
  19. Ezequiel 36:3 Lit., labio de la lengua
  20. Ezequiel 36:5 Lit., dieron
  21. Ezequiel 36:5 Lit., arrojarla
  22. Ezequiel 36:7 Lit., he alzado mi mano
  23. Ezequiel 36:11 Lit., causaré más bien
  24. Ezequiel 36:13 O, tus naciones, y así en el resto del cap.
  25. Ezequiel 36:29 Lit., pondré
  26. Ezequiel 36:31 Lit., ante vuestros rostros
  27. Ezequiel 36:38 Lit., de cosas sagradas
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