Llamados a sufrir

Llamados a sufrir

3/6/2017

Para [el sufrimiento] fuisteis llamados. (1 Pedro 2:21)

Aunque el versículo de hoy parece indicar que se nos llama a sufrir, en realidad se refiere a la última parte del versículo 20, que dice: “Si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios”. Cuando los cristianos soportan con paciencia el sufrimiento, eso agrada a Dios.

Eso no debiera sorprendernos. Al comienzo de este capítulo de Primera Pedro, el apóstol afirma que los cristianos “sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (v. 9). Nuestro mundo sombrío se resiente y a menudo es hostil con quienes representan al Señor Jesucristo. Ese resentimiento y esa hostilidad pueden sentirse en determinados momentos y lugares más que en otros, pero siempre está allí en cierto modo como parte del privilegio de ser suyos.

Disponible en Internet en: http://www.gracia.org
DERECHOS DE AUTOR © 2012 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros (http://www.gracia.org/acercaDeGAV.aspx?page=derechos).

Dios aprecia al humilde

MARZO, 06

imgres-5

Dios aprecia al humilde

Devocional por John Piper

El eterno Dios es tu refugio, y debajo están los brazos eternos. (Deuteronomio 33:27)

Puede ser que en este momento estemos atravesando circunstancias que nos estén preparando de manera dolorosa para algún servicio preciado para Jesús y su pueblo. Cuando una persona toca fondo con una sensación de impotencia y vacío, puede ser que descubra que ha golpeado la Roca de la eternidad.

Recuerdo una frase exquisita del Salmo 138, que leímos en nuestro devocional del desayuno el sábado pasado: «Porque el Señor es excelso, y atiende al humilde…».

Uno no puede hundirse tan bajo en la desesperación de los recursos personales que Dios no pueda verlo y tomar cuidado. Es más, él está en el fondo, esperando para agarrarnos. Como dice Moisés: «El eterno Dios es tu refugio, y debajo están los brazos eternos» (Deuteronomio 33:27).

Sí, él nos ve temblorosos y equivocándonos. Él puede agarrarnos (y a menudo lo ha hecho) antes de que toquemos fondo; pero en las oportunidades en que no lo hace, tiene algunas lecciones nuevas que impartir.

El salmista dijo en Salmos 119:71: «Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos». No dice que fuera fácil o divertido o agradable. En retrospectiva, simplemente dice: «Bueno es para mí».

La semana pasada estuve leyendo un libro escrito por un ministro escocés llamado James Stewart. Él decía: «En el servicio del amor, solo los soldados heridos pueden servir». Es por eso que creo que algunos de ustedes están siendo preparados en este momento para ciertos servicios de preciado amor —porque están siendo heridos—.

No vayamos a pensar que la herida ha llegado separada de los amables designios de Dios. Recordemos su palabra: «Ved ahora que yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay dios… Yo hiero y yo sano» (Deuteronomio 32:39).

Que Dios otorgue una gracia especial a todos aquellos que estén gimiendo bajo una carga. Busquen ansiosamente las nuevas ternuras de amor que Dios les está impartiendo, aun ahora mismo.

http://solidjoys.sdejesucristo.org/

OTROS PUEDEN, TÚ NO PUEDES

OTROS PUEDEN, TÚ NO PUEDES

g-d-w-500x500

por G.D. Watson

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.”

(Mateo 16:24-25)

Si Dios te ha llamado a ser como Jesús verdaderamente en todo tu espíritu, Él te guiará a una vida de crucifixión y humillación. Pondrá sobre ti tales demandas de obediencia que no vas a poder imitar a los otros cristianos. En muchas maneras, parecerá que Él permite a otras buenas personas hacer ciertas cosas que a ti no te permite.

Otros que parecen ser muy religiosos y útiles pueden esforzarse, tirar de algunos hilos y seguir ciertos esquemas para realizar sus planes, pero tú no puedes hacer lo mismo. Si lo intentas, enfrentaras a tanto fracaso y reproche del Señor que terminarás profundamente arrepentido.

Otros pueden jactarse de sí mismos, de su trabajo, de sus éxitos, de sus escritos, pero el Espíritu Santo no te permitirá hacer ninguna de estas cosas. Si lo intentas, Él te guiará a una profunda mortificación que te hará despreciarte a ti mismo y detestar todas tus «buenas” obras.

A otros les será permitido tener éxito ganando grandes cantidades de dinero, o habiendo recibido una herencia, o viviendo lujosamente, pero Dios quizás solo supla tus necesidades de día en día, porque Él quiere que tengas algo mucho mejor que el oro: una dependencia total en Él, y en los tesoros suyos que no puedes ver.

El Señor permitirá que otros sean honrados y reconocidos mientras que tú estés escondido en la oscuridad, porque quiere producir un fruto selecto y fragante para su gloria venidera que se produce solo en la sombra.

Dios podrá permitir que otros sean grandes, pero te mantendrá pequeño. Permitirá a otros obrar por Él y recibir el merito, pero Él hará que tu trabajes duro sin saber cuánto estás haciendo. Y luego, para hacer que tu obra sea aun más preciosa, permitirá que otros reciban el mérito por la obra que has hecho; para enseñarte el mensaje de la Cruz, de la humildad, y un poco del valor de estar encubierto con su naturaleza.

El Espíritu Santo mantendrá una vigilancia estricta sobre ti, y con un amor celoso te reprenderá por tus palabras y sentimientos ociosos, o por gastar el tiempo; algo que no parece preocupar a los demás cristianos.

Entonces, decídete y entiende que Dios es soberano e infinito y tiene todo el derecho de hacer lo que le parezca con los suyos, y que probablemente no te dé una explicación para miles de cosas que pueden confundir tu razón en sus tratos contigo.

Dios te tomará la palabra. Si te entregas totalmente para ser su esclavo, Él te envolverá en su amor celoso y permitirá que las otras personas digan y hagan muchas cosas que tú no podrás hacer o decir. Resuélvelo ahorita, para siempre; si tratarás directamente con el Espíritu Santo, Él tendrá el privilegio de amarrarte la lengua o encadenarte la mano o cerrarte los ojos en formas que los demás no son tratados. Sin embargo, conoce este gran secreto del Reino:

Cuando estés totalmente controlado por el Dios Viviente, de tal manera que en el lugar secreto de tu corazón estés contento y gozoso por esta guardia y mantenimiento tan peculiar, personal, privado y celoso del Espíritu Santo sobre tu vida, habrás encontrado el vestíbulo del cielo, el supremo llamado de Dios.

G.D. Watson (1845-1924) Ministro y evangelista wesleyano, metodista, radicado en Los Ángeles. Sus campañas evangelísticas lo llevaron a Inglaterra, las Antillas, Nueva Zelandia, Australia, Japón y Corea. Ha escrito varios libros.

Elija hacer la voluntad de Dios

6 Marzo 2017

Job 42:10-17

Un gran objetivo de los cristianos sanos y saludables es la esperanza de alcanzar la madurez antes de que la muerte se presente. Le diré, sin vacilación alguna, que uno de los grandes objetivos de mi vida es crecer en madurez a medida que me vuelvo más viejo. Unas excelentes palabras grabadas en una lápida serían: “Aquí yace un hombre que se mantuvo creciendo a medida que seguía envejeciendo”. Madurar y envejecer necesitan ir de la mano. Pero tenga esto por seguro: la madurez es un proceso lento y penoso. Job lo logró; alcanzó esa meta. No es de extrañar que leamos que murió anciano y lleno de años. Vivió el resto de sus años (140 más) lleno de entusiasmo y pasión. ¡Qué manera tan envidiable de llegar al final de la vida!

Tenemos dos alternativas cuando se presentan las dificultades: Podemos verlas como una intrusión, un atropello, o como una oportunidad para responder con obediencia concreta a la voluntad de Dios y con esa severa virtud que Santiago llama “paciencia”.

La paciencia no es una resignación a regañadientes ni un consentimiento pasivo. Es “una larga paciencia en la misma dirección.” Es mantenerse en la senda de la obediencia a pesar de todas las indicaciones en contrario. Es la tenaz determinación de buscar la santidad cuando las condiciones de la santidad no son favorables. Es la decisión, en medio de nuestro sufrimiento, de hacer lo que Dios nos pidió que hiciéramos, lo que haya sido, y por todo el tiempo que Él nos pida que lo hagamos. Como escribió Oswald Chambers: “Elegir el sufrimiento no tiene sentido en absoluto; elegir hacer la voluntad de Dios en medio de nuestro sufrimiento es lo más sensato del mundo.”

¿Dónde se encuentra usted hoy? ¿Adónde le está conduciendo el viaje que está haciendo? Más importante aún, ¿qué opción ha elegido? ¿Está viendo su prueba como un atropello o como una oportunidad? Haga el esfuerzo de no olvidar las lecciones que Job nos enseña sobre nosotros mismos. Eso hará un cambio significativo en su vida. A medida que usted avance en edad, siga creciendo en madurez; y, en vez de simplemente leer sobre la vida de Job, comience a vivir esa clase de vida.

Eso sería lo más sensato del mundo, ¿no le parece?

A medida que usted avance en edad, siga creciendo en madurez.—Charles R. Swindoll

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

– See more at: http://visionparavivir.org/devocional#sthash.7tS96m32.dpuf

Un paso más hacia la cruz

Un paso más hacia la cruz

imagen-blog-devocional

6 MARZO

Éxodo 17 | Lucas 20 | Job 35 | 2 Corintios 5

A estas alturas en el ministerio de Jesús, las tensiones entre él y los poderes fácticos se han agudizado. Algunas de ellas son abiertamente teológicas, mientras que otras son más bien pragmáticas y tienen mucho que ver con la protección de territorio. Cada unidad de Lucas 20 refleja algo de esta tensión creciente.

Vamos a concentrar nuestra atención en la parábola de los terratenientes (20:9–19). El relato se hace más comprensible para la mente occidental cuando tenemos en cuenta que estos arrendatarios no eran simples empleados (en el sentido moderno de la palabra), sino trabajadores vinculados a toda una estructura social. Debían al propietario de la viña no sólo un porcentaje de los productos, sino también una lealtad respetuosa. La manera como trataron a los siervos que envió no era solamente cruel y avariciosa, sino también vergonzosa. Que decidiera enviar a su hijo no sería visto como una estupidez por su parte, sino que sería inconcebible que le matasen. Pero en el relato que Jesús explica, esto es precisamente lo que ocurre: le matan, esperando de alguna forma que el terreno pasase a ser suyo, ahora que el legítimo heredero está muerto.

¿Qué hará el dueño? Jesús mismo da la respuesta a su propia pregunta: “Volverá, acabará con esos labradores y dará el viñedo a otros” (20:16).

Los oyentes comprenden el significado de la parábola. Las líneas interpretativas son claras: Dios era el propietario de la viña, los arrendatarios era Israel, los siervos maltratados y rechazados por los arrendatarios eran los profetas, hasta que Dios acaba enviando a su propio hijo (sin duda, una categoría algo dudosa para ellos), y el resultado es que la tierra junto con la prosperidad provista por el dueño, les es quitada y entregada a otros. No es de extrañar que digan: “¡Dios no lo quiera!”.

Pero esta es justamente la respuesta que Jesús esperaba oír de su parte. Les había preparado el terreno para que respondiesen así. Pero les mira fijamente y les cita las Escrituras para demostrarles que será así el desenlace, y que así es como debe ser. Pues, ¿no dicen las Escrituras: “la piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular” (20:17; Salmo 118:22)? Esta “piedra” acaba por ganar: aquellos que tropiezan con esta piedra serán destruidos, y aquellos sobre quienes cae, serán destruidos. Pero resulta que se trata de una piedra inicialmente rechazada por los edificadores.

Sin duda, los oyentes de Jesús no captaron todas las ramificaciones de esta parábola. Pero los escribas y los fariseos conocían lo suficiente como para saber que ellos mismo no salen muy bien parados en ella: deben figurar entre los que maltratan a los profetas y acaban por matar al propio Hijo de Dios. Políticamente, esto nos lleva un paso más hacia la cruz; en el plano teológico, Jesús enseña a los suyos qué clase de Mesías es, y cómo su muerte es tan inevitable como las profecías de las Escrituras lo predicen.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 65). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Quién es el mayor?

 ¿Quién es el mayor?

imgres

(Los discípulos preguntaron a Jesús:) ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

Mateo 18:1-3

Algunas preguntas de la Biblia

Esta pregunta se repite continuamente. ¿Quién es el más fuerte en el patio de la escuela? ¿Quién es el primero de la clase? ¿Quién ganó la carrera? ¿Quién tiene el mejor salario? ¡Y la lista podría continuar!

Cuando los discípulos le hicieron esta pregunta, Jesús llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Les mostró que los que querían entrar en el reino de los cielos tenían que convertirse y volverse como niños. Así debemos recibir humildemente el Evangelio, renunciando a nuestra propia inteligencia y a toda pretensión. ¡Somos salvos únicamente por la fe!

Luego Jesús respondió a la pregunta: “Cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos” (v. 4). Así que, entre los creyentes, somos grandes en la medida en que nos humillemos. Somos grandes cuando nos ponemos a disposición de los demás. La verdadera grandeza está ligada al amor que se complace en servir y darse por los demás.

Dios detesta el orgullo. “La soberbia y la arrogancia… aborrezco”, dice el Señor (Proverbios 8:13). “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). Si tenemos una alta opinión de nosotros, Dios tendrá que enseñarnos a ser humildes. Pensemos en la humillación voluntaria de nuestro Señor. Él es nuestra verdadera vida, nuestro tema de gloria (Gálatas 6:14). Nuestra riqueza es su amor, su fidelidad. Pensando en él, en sus intereses, nos olvidamos de nosotros y podemos reflejar algunos rasgos de su belleza moral.

Ezequiel 1 – Hechos 13:26-52 – Salmo 30:6-12 – Proverbios 11:1-2

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.chlabuena@semilla.ch