Prioridades correctas

Prioridades correctas

3/10/2017

Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3:2)

¿Dónde están sus prioridades? ¿Se está concentrando en las cosas de este mundo o en las cosas espirituales? ¿Si Cristo viniera mañana se estropearían los planes de usted? Lamentablemente, muchos cristianos esperan que Él no se aparezca por algún tiempo.

¡Qué comentario tan triste! Si prefiere estar en la tierra que estar en el glorioso hogar de Cristo en el cielo, entonces usted no ama su venida. Dios se aflige cuando no vivimos esperando su gloriosa presencia y estamos más interesados en las cosas efímeras de este mundo.

¿Dónde está su corazón? Es tiempo de hacer un examen minucioso de sus prioridades. Cuando verdaderamente se está agradecido por la salvación que Dios ha dado, se vive con la esperanza de la plenitud de esa salvación aun por venir. Haga suyo el deseo de Juan: “Sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22:20).

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Adoremos al Cordero

MARZO, 10

Adoremos al Cordero

Devocional por John Piper

Y yo lloraba mucho, porque nadie había sido hallado digno de abrir el libro ni de mirar su contenido. (Apocalipsis 5:4)

¿Alguna vez han pensado en sus oraciones como si fueran el aroma del cielo? La Semana Santa me ha llevado nuevamente a leer Apocalipsis 4 y 5. He aquí un vistazo de la vida en el cielo.

En Apocalipsis 5 vemos al Dios Todopoderoso en el trono con un libro en la mano. El libro tiene siete sellos. Todos tienen que ser desatados antes de que el libro pueda ser abierto.

Pienso que la apertura del libro representa los últimos días de la historia, y el desatar los siete sellos representa el tipo de historia por el que pasaremos a medida que nos acercamos a esos días.

Al principio, Juan lloraba porque no hubiese nadie digno de abrir el libro y mirar su contenido (5:4). Pero luego uno de los ancianos del cielo le dijo: «No llores; mira, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos» (5:5).

Al morir en la cruz, Jesús obtuvo el derecho a abrir el resto de la historia redentora y a guiar a su pueblo a través de ella en victoria.

En el versículo siguiente, el León es visualizado como Cordero: «de pie, como inmolado» (5:6). ¿No es esa una imagen maravillosa de la victoria de Jesús en la cruz?

Es tan cierta como si un león se hubiera devorado al rival, ¡pero la manera en que logró la victoria fue dejando que el rival lo matara como a un cordero!

Es por eso que ahora el Cordero es digno de tomar el libro de la historia redentora de las manos de Dios y abrirlo. Es un acto tan digno de un rey, que los veinticuatro ancianos del cielo (como si fuera el consejo de alabanza de Dios) se postraron ante el Cordero en adoración.

¿Y saben qué son las copas de oro con incienso? El versículo 8 dice que son «las oraciones de los santos». ¿Significa esto que nuestras oraciones son el aroma del cielo, dulce olor ante el trono de Dios y ante el Cordero?

Me siento fortalecido y alentado a orar aún con más frecuencia y con mayor vigor cuando pienso que mis oraciones están siendo reunidas y guardadas en el cielo y ofrecidas a Cristo reiteradamente en actos de alabanza divina.

Bendigamos y adoremos y demos honor todos a Cristo acá abajo con nuestras oraciones; y luego regocijémonos doblemente de que el consejo de alabanza del cielo se las ofrezca otra vez a Cristo como olor de dulce incienso delante del Cordero que fuera inmolado.

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Mi experiencia con el “don” de lenguas

Coalición por el Evangelio

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Mi experiencia con el “don” de lenguas

Enrique Oriolo

Nota del editor: Lo que sigue es un testimonio de un hermano en particular, y no representa la postura de todos dentro del concilio de The Gospel Coalition ni de los contribuyentes de Coalición Por El Evangelio. Sin embargo, entendemos que es útil para conversar sobre estos temas y luego, lo más importante de todo, regresar a las Escrituras y observar qué nos está diciendo Dios a través de Su Palabra.


Antes de que leas mi experiencia, quisiera afirmar que no creo que lo que hoy se conoce como “don de lenguas” sea verdaderamente el don del Espíritu Santo. Para un entendimiento exegético de esta postura, puedes leer el artículo “Por qué soy cesacionista”. Lo que sí quiero es presentarte mi experiencia, orando que sea de edificación para tu vida.

Mi experiencia con el “don de lenguas” comienza en una reunión evangelística, alrededor de agosto de 2007. Hasta ese entonces, mi trasfondo era solo de curanderos y ocultistas. Esta era mi segunda visita, en toda mi vida, a una iglesia evangélica.

En ese lugar encontré que todos hablaban unas palabras tan extrañas, y hasta graciosas. Al final de la reunión, en medio del ambiente emotivo que se había armado, me tomé del hombro con un hermano de la iglesia y terminamos los dos repitiendo esas palabras. Debes entender: para mí no fue algo forzado. Simplemente se dio de esa manera cuando no lo pensé.

De ahí en adelante seguí visitando esta iglesia y seguí esta práctica. Luego fueron enseñándome más sobre ese “don”. Me dijeron que era la evidencia del bautismo del Espíritu Santo, junto con una serie de doctrinas de hombres alrededor de este tema; herejías y mentiras engañosas que eran sus conclusiones propias sobre el tema nacidas de la ignorancia. Los que me enseñaban a mí ni siquiera habían sido enseñados por otros, algo bastante común en mi región.

Como dije anteriormente, yo venía de un trasfondo de curanderos y espiritismo. Como un principiante en ocultismo, ya había tenido muchas experiencias sobrenaturales, como visiones, sueños y “sentir cosas en el cuerpo”. En un sentido, estas experiencias no eran tan diferentes a lo que ya había hecho.

De tanto en tanto se nos instruía que pidiéramos al Señor que nos “renueve las lenguas”: que nos diera lenguas frescas para comunicarnos “en el espíritu” con Dios. Esto suponía repetir otro tipo de palabras. Una de las tantas cosas que nos enseñaron es que la habilidad de orar en lenguas era algo odiado por Satanás, ya que él no las entendía y no podía interferir en nuestra comunión con Dios. No sé de donde sacan estas cosas.

Al pasar el tiempo, me fui sintiendo inquieto. Al examinar las Escrituras no veía que un culto congregacional en el Nuevo Testamento fuera similar a lo que yo veía domingo tras domingo. Pero no podía negar que lo que vivía se sentía real.

Luego de pasar años de seminario, y años de estudiar las Escrituras, de ver sermones en Youtube, buscar estudios y mucho material bíblico sobre el tema, llegué a la convicción de que mis experiencias no están por encima de la Biblia. Entendí por las Escrituras que la Palabra de Dios es la mayor autoridad en nuestra fe, práctica y moral, y que aquello que no se conforme a la Biblia no tiene lugar en nuestra vida cristiana.

Entendí y fui convencido fuertemente de que aunque yo pudiera haber sentido muchas cosas –como el haberme caído cientos de veces al suelo, temblado, tenido “risa santa”, visiones, hablado en lenguas, sentir calor, y tantas otras experiencias– debía pasar mis experiencias por la Escritura, y no pasar a la Escritura por mi experiencia.

¿Qué hice luego de tener mayor convicción? Oré al Señor, me arrepentí por darle mayor importancia a la experiencia que a la verdad bíblica. Le pedí perdón de haber llevado a que mi relación con Dios se basara en conseguir poder y experiencias sobrenaturales a través de las lenguas, de los decretos o de revelaciones nuevas. Me sometí a la Biblia, diciendo que no iba a proveer más para mi carne, sino a aprender cada vez más a vivir como Cristo, conforme a las Escrituras y a la voluntad de Dios.

Hoy continúo siendo santificado progresivamente y creciendo en conformidad a Cristo por su Palabra y no por ninguna experiencia mística. Años hablé en esas “lenguas” en privado y nunca edificaron nada bueno en mí. Hasta recuerdo ver cómo muchos hermanos sufrían y lloraban, creyendo que no tenían el Espíritu Santo porque no las hablaban, y que se estaban perdiendo ese “algo más” de parte de Dios.

¿Tengo experiencias emocionales hoy? ¡Claro que sí! Hoy tengo experiencias más profundas que nunca antes. Una y otra vez soy quebrantado al ver la maravillosa obra de amor de Cristo en la cruz, al ver la belleza del evangelio de la gracia, y al meditar en el amor de Dios al haberme escogido desde antes de la fundación del mundo para sí. Ahora sé que en Cristo Jesús está ese “algo más” que no alcancé antes, y eso es más que suficiente.

Aliado inesperado

9 Marzo 2017

Aliado inesperado
por Charles R. Swindoll

Hechos 5:33-38

El comentarista William Barclay llama a Gamaliel un “aliado inesperado”. En medio de los ánimos caldeados y de la irracionalidad, este sabio y veterano maestro se puso de pie tranquilamente y advirtió: “Tengan cuidado con esto. No se apresuren a condenar”. Les dijo: “Apartaos de estos hombres y dejadles ir. Porque si este consejo o esta obra es de los hombres, será destruida. Pero si es de Dios, no podréis destruirles. ¡No sea que os encontréis luchando contra Dios!” (Hechos 5:38, 39).

El joven fariseo no podía creer lo que había oído. “El deber de este hombre era ser un vocero del judaísmo. Me enseñó mucho de lo que sé del judaísmo y de la ley. Me adiestró para hacer precisamente lo que estoy haciendo. ¡Maestro Gamaliel, usted se volvió loco”.

Pablo, por supuesto, no tenía manera de saber que sería esta clase de tranquilo razonamiento lo que le mantendría cuerdo cuando tuviera después que llevar la antorcha de Cristo. Se recordaría a sí mismo que quienes luchaban contra él estaban en realidad luchando contra Dios. Pero en ese momento, él no sabía nada de eso. Estaba hecho una furia, una furia asesina. No podía creer que el sanedrín siguiera ese tranquilo consejo y pensara en aflojar la mano con esos infieles. Pero eso fue exactamente lo que hicieron.

Si me permite usted un momento de digresión aquí, pienso que Pedro siguió vivo entonces y en los años siguientes, gracias a la sabia intervención de Gamaliel. Creo que este “aliado inesperado” le salvó la vida. Saulo y el resto de los otros habrían lapidado a todo el gruño de creyentes; pero Dios intervino misericordiosamente por medio de Gamaliel. Utilizó a un sabio profesor para preservar las vidas de quienes después tendrían un rol estratégico en la formación de su Iglesia. Recuerde esto cuando sienta que sus circunstancias se han vuelto irremediables. No importa lo que usted enfrente, Dios sigue teniendo el control, obrando de manera silenciosa y soberana de acuerdo con su plan perfecto. Él tiene sus Gamalieles esperando entre bastidores. En el momento preciso, cuando sus palabras tendrán el mayor impacto, estos saldrán de las sombras al escenario para pronunciar sus palabras salvadoras.

No importa lo que usted enfrente, Dios sigue teniendo el control.—Charles R. Swindoll

Tomado del libro Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmundohispano.org). Copyright © 2017 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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¿DÓNDE SE HALLA LA FELICIDAD?

¿DÓNDE SE HALLA LA FELICIDAD?

NO EN EL DINERO. Jay Gould, el millonario norteamericano, al morir dijo: “Supongo que soy el hombre más miserable sobre la tierra.”

NO EN EL PLACER. Lord Byron, quien vivió una vida de placeres y comodidad, escribió: “El gusano, las llagas y la pena son sólo míos.”

NO EN EL PODER MILITAR. Después de que Alejandro el Grande había conquistado el mundo entonces conocido, lloró en frustración porque no había más mundos que conquistar.

NO EN LA INCREDULIDAD. Voltaire, el notorio incrédulo, escribió: “Desearía no haber nacido nunca.”

NO EN LA POSICIÓN Y EN LA FAMA. Lord Baconsfield disfrutó de las dos cosas en muy buena proporción, pero escribió: “La juventud es una equivocación; la adultez es una lucha; la vejez es una pena.”

¿DÓNDE ESTÁ LA FELICIDAD? La respuesta es simple: Solamente en Cristo. Él dijo: “…y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo.” Juan 16:22

«La muerte ha sido absorbida en la victoria.»

«La muerte ha sido absorbida en la victoria.»

10 MARZO

Éxodo 21 | Lucas 24 | Job 39 | 2 Corintios 9

Los dos primeros versos del siguiente poema son una meditación de una parte de Lucas 24:1–8, 13–25.

Los dos últimos se basan en otros relatos de la resurrección (Jn. 20:24–29; He. 2:14–15; 1 Co. 15:50–58).

En inglés se puede cantar con música típica de Londonderry (“Danny Boy”).

Vinieron solas: eran algunas mujeres que le recordaron,

se inclinaron con especias para ungir su cuerpo.

Por oscuras callejuelas, lloraron a su manera y honraron

a aquel cuya muerte había destrozado sus esperanzas.

“¿Por qué buscáis vida entre los sepulcros?

No está aquí. Ha resucitado tal como indicó.

Recordad lo que os dijo estando en Galilea:

El Hijo del Hombre morirá, y resucitará de entre los muertos”.

Dos regresaban a su casa, inmersos en la derrota y la pérdida,

explicando a un desconocido el por qué de su tristeza.

Cómo Jesús pareció ser el Rey ante su cruz,

cómo quedaron sepultadas las esperanzas en su tumba.

“¡Cuánto han tardado en ver que el glorioso peregrinar de Cristo

había de pasar por la cruz”; y entonces partió el pan.

Sus ojos fueron abiertos y entendieron la verdad de las Escrituras:

aquel hombre que les enseñaba había resucitado de entre los muertos.

Era escéptico: no era para él esa fe fácil

que cambia la verdad por un suspiro sentimental.

Si no veía las marcas de los clavos en sus manos

y tocaba su costado, no creería aquella mentira.

Entonces, llegó Jesús, a pesar de las puertas bien cerradas con llave.

“Arrepiéntete por dudar y ven, toca mi costado;

busca las heridas que los clavos dejaron en mis quebrantadas manos.

Y entiende que yo, que ahora te hablo, un día estuve muerto”.

Han pasado muchos años y seguimos temiendo a la muerte,

que nos roba a nuestros seres amados, nos deja deshechos

y sigue confrontándonos, señalando con su aliento helado

el terror final cuando acaba la carrera de la vida.

Mas una cosa sé: el Salvador cruzó primero este sendero,

con su cuerpo vestido de inmortalidad.

Se ha extraído el aguijón: del pecado, el poder se ha destruido.

Cantamos: la muerte ha sido absorbida en la victoria.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, pp. 69–70). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Cristo es la Palabra eterna

Cristo es la Palabra eterna

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Juan 1:1-4

Evangelio según Juan

Cada uno de los evangelios empieza de una manera distinta. Mateo expone la genealogía de Jesús, Lucas empieza con su concepción, su nacimiento y su infancia. Marcos presenta primero el servicio de Juan el Bautista. Juan se remonta al origen de todo. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. Este Verbo (o la Palabra), persona divina y eterna, fue el autor de la creación de todo el universo, y nunca abandonó el mundo que creó.

Un día “el Verbo”, perfecta expresión de Dios el Padre, fue hecho carne “y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). No fue una simple visita, sino una verdadera encarnación. El Verbo se convirtió en un ser humano en la persona de Jesús de Nazaret. El Creador se hizo semejante a sus criaturas. Aquel que es eterno entró en el tiempo. El Todopoderoso conoció el dolor, los golpes, las heridas. El Santo fue expuesto a la tentación. Finalmente, “el Príncipe de la vida” aceptó morir crucificado.

Juan subraya la gloria del Hijo de Dios. La primera parte de su evangelio (cap. 1 a 12) relata siete milagros. Desde el capítulo 13 el Señor se dirige exclusivamente a sus discípulos. Les revela que Él es el único camino para ir al Padre; es la verdad y la vida. En esa segunda parte expone otras manifestaciones del amor de Jesús. Por ejemplo, leemos cómo Jesús se arrodilló para lavar los pies de sus discípulos (cap. 13:1-20). Más tarde, en la cruz, donde Jesús dio su vida, vemos la manifestación suprema de su amor.

Ezequiel 5 – Hechos 16:11-40 – Salmo 31:21-24 – Proverbios 11:9-10

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