El valor de la autodisciplina

El valor de la autodisciplina

7/1/2017

John MacArthur

Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura. (1 Corintios 9:26)

La cultura actual está obsesionada con la diversión, los deportes, el materialismo y el placer emocional. En realidad, esas preocupaciones excesivas se han convertido en las características de nuestra superficial, amoral y a veces inmoral sociedad.

Hace un siglo el Presidente Teodoro Roosevelt predijo esos resultados cuando dijo que la prosperidad a cualquier precio, la paz a cualquier precio, la seguridad antes que el deber, el amor a la vida cómoda y la teoría de la vida de hacerse rico destruirían con el tiempo a los Estados Unidos de América.

Un antídoto seguro para semejante manera de vivir es la autodisciplina que se muestra en la vida cristiana genuina. Su dirección y poder espiritual vienen del Señor, pero necesita la autodisciplina si Él va a obrar con eficiencia por medio de usted.

Pablo le escribió a Timoteo: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Ti. 4:8). Pídale a Dios que haga eso una realidad en su vida.

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Y oyeron al SEÑOR que se paseaba en el huerto al fresco del día

1 de julio

Spurgeon, C. H.

«Y oyeron al SEÑOR que se paseaba en el huerto al fresco del día».

Génesis 3:8 (LBLA)

Alma mía, ahora que ha llegado el fresco del día, retírate un poco y escucha la voz de tu Dios. Él siempre está listo para hablar contigo tan pronto como te encuentres preparada para oír. Si hay alguna tardanza en la comunicación, no se debe al Señor sino a ti exclusivamente: pues él está a la puerta y llama; y, si los suyos le abren, él se goza en entrar. Sin embargo, ¿en qué estado se halla mi corazón, que es el huerto de mi Señor? ¿Puedo aventurarme a esperar que esté bien podado y regado, y que se encuentre produciendo frutos dignos de él? Si no es así, él tendrá mucho que reprobar; pero, con todo, yo le ruego que venga a mí, porque nada puede llevar mi corazón a un estado aceptable de un modo tan seguro como la presencia del Sol de Justicia, que en sus alas traerá salvación. Por tanto, ven, oh Señor, Dios mío; mi alma te invita encarecidamente y te aguarda con ansiedad. Ven a mí, oh Jesús, mi bien amado, y planta nuevas flores en mi huerto como las que florecen con perfección en tu inmaculado carácter. Ven, oh Padre mío, que eres el Labrador, y trátame con tu ternura y prudencia. Ven, Espíritu Santo, y riega todo mi ser ahora, mientras las hierbas se humedecen con el rocío de la noche. ¡Ojala que Dios me hablara! ¡Habla, Señor, que tu siervo escucha! ¡Oh si él anduviera conmigo! Estoy pronto a entregarle todo mi corazón y toda mi mente, de modo que cualquier pensamiento distinto a este quede eliminado. Solo estoy pidiéndole lo que él se complace en dar. Estoy seguro de que él condescenderá a tener comunión conmigo, porque él me ha dado su Santo Espíritu para que permanezca conmigo para siempre. El fresco de la noche es agradable, cuando cada estrella parece el ojo del Cielo y el aire fresco es como el aliento del amor celestial. Padre mío, Hermano mayor, dulce Consolador, háblame con cariño, pues tú has abierto mi oído y yo no soy rebelde.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 192). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Así que!, estás pensando plantar una iglesia?

Así que!, estás pensando plantar una iglesia?Nathan Knight

No puedes plantar una iglesia si no sabes lo que es una iglesia

¿Qué piensas que necesitas? ¿El evangelio? Si. ¿Ser habilitado por el poder del Espíritu? ¿Una iglesia enviadora? Si. ¿Otros que vayan contigo? Si. ¿Algo de dinero? Probablemente. ¿Pero qué hay acerca de una eclesiología robusta?

La eclesiología no puede ser asumida o no debería ser considerada una distracción para la misión del plantador de iglesia. Tampoco puede ser un tipo de añadidura que incluyes aquí o allá según la necesidad. En cambio, la eclesiología debería informar, instruir, y aún ejercer la misión de plantar iglesias para la gloria de Dios.

En otras palabras: plantador de iglesias, necesitas una eclesiología robusta que se encuentre bien colocada antes de intentar comenzar a plantar una iglesia.

Una iglesia es más que una reunión de personas alrededor de un punto de predicación y cánticos. Hay líneas muy definidas que han sido dadas a nosotros por el Señor. Estas líneas distinguen a los cristianos del mundo así como ilustran una mejor ciudad en la cual todos viviremos por la eternidad. Debemos tomar el tiempo para pensar en estas líneas y cuidadosamente instituirlas para el bien de nuestros vecinos y la gloria de Dios.

Plantamos la iglesia Restauración aquí en el Distrito de Columbia en el año 2010. Permíteme dirigirte a través de cuatro de las preguntas que fueron útiles para nosotros conforme iniciamos nuestro trabajo.

  1. ¿Qué es una iglesia?

Suena ridículamente simplista, pero responder esta pregunta probó ser una de las cosas más útiles que hicimos.

¿Era nuestro estudio bíblico una iglesia? ¿Era la reunion de las personas con música y predicación una iglesia? ¿Cómo sabíamos que habíamos «tenido éxito» en plantar una iglesia?

Simplemente desglosando la palabra «iglesia» (ekklessia) en la Biblia aprendimos que la iglesia era un asamblea de «llamados».

También encontramos la definición clásica muy práctica. Esta definición requiere tres cosas antes de considerar una reunión de cristianos como una «iglesia».

  • La predicación apropiada de la Palabra de Dios (Proclamar el Evangelio)
  • La administración apropiada de las ordenanzas (Retrato del Evangelio)
  • Ejerciendo la disciplina de iglesia restauradora (Proteger el Evangelio)

Armado con esa definición y esas tres descripciones, sabemos que tanto nuestros objetivos como nuestros éxitos se parecen.

  1. ¿Quién forma parte de la iglesia?

La respuesta a esta pregunta pudiera parecer fácil excepto para aquellas advertencias en la Biblia de los falsos maestros, profesores que no perseveran, y aquellos que hacen cosas en el nombre del Señor pero nunca eran conocidos por Él. Por lo tanto, Él sabía que necesitábamos ser cuidadosos acerca de quien se identificaba con la iglesia.

Textos como Mateo 16:13-20 y 18:15-20 eran muy instructivos para nosotros. Nos ayudaban a ver la necesidad para definir apropiadamente tanto el mensaje del evangelio como los poseedores de ese mensaje atando y desatando a las personas según su doctrina y vida del evangelio.

Debido a esto, también pasamos mucho tiempo enseñando sobre el evangelio y lo que significaba vivir como un cristiano. Sólo después de hacer todo esto entonces comenzamos a darle la bienvenida a aquellos alrededor nuestro a la membresía de la iglesia que estábamos formando con oración (1 Corintios 12).

  1. ¿Quién toma las ordenanzas?

Una vez que la definición de una iglesia y las personas que hacen la iglesia es clarificado, comenzamos a discutir la relación entre la iglesia y las ordenanzas del bautismo (Mateo 28:19-20, Romanos 6:1-4) y la Cena del Señor (Marcos 14:22-25; 1 Corintios 11:17-33).

Las ordenanzas fueron dadas a la iglesia como señales o marcas de los embajadores del reino. Por lo tanto, sabíamos instintivamente no practicarlas hasta que nos hayamos convertido en iglesia.

El 28 de marzo de 2010 tuvimos una ceremonia donde miembros convinieron juntos en acuerdo con nuestra declaración de fe y pacto de iglesia. Otro hombre y yo fuimos subsecuentemente instalados como ancianos y sólo después de eso practicamos el bautismo y tomamos la Santa Cena juntos.

Puedes imaginar el gozo de aquellas 18 personas esa noche conforme nos reunimos y nos convertimos en iglesia. Eso por lo que habíamos estado orando, enseñando, y hablando por muchos meses finalmente se hizo realidad. Había sido plantada una iglesia, y Cristo era exaltado mientras otra reunión de cristianos era sacada del mundo a través de las líneas brillantes y valientes de la membresía, el bautismo y la Cena del Señor.

  1. ¿Cuál es mi trabajo como pastor?

Fuimos instalados como pastores porque nuestra gente había sido instruida sobre que buscar en las epístolas pastorales (1 Timoteo 3:1-7, Tito 1:5-9). Una vez que nos convertimos en iglesia y fuimos oficialmente llamados como pastores, tomamos nuestras indicaciones de Hechos 6:1-6 y 20:17-35.

Estos pasajes nos dijeron que la mayor parte de nuestro trabajo era predicar, orar, estar alerta ante los lobos, pastorear el rebaño, cuidarnos a nosotros mismos, cuidar nuestras familias y hacer discípulos. Hebreos 13:17 se destacó también en nuestra mente: responderemos a Dios por la manera como hemos dirigido a estas personas.

La Eclesiología es importante

Una clara eclesiología establecida desde el inicio definió nuestra orientación para la plantación de iglesia. Nos dirigió, motivó y mantuvo enfocados en el plan de Dios para estas personas. El trabajo era duro, y continúa siéndolo, pero nunca nos hemos arrepentido empuñando la Palabra de Dios en la difícil labor de plantar iglesias.

La eclesiología es una de las metodologías de Dios para gloria. No nos frena o desvía de la misión. En cambio, alimenta la misión de la iglesia sacando del mundo al pueblo de Dios. Pablo le escribió a una iglesia local y le dijo que ellos eran «luces… en medio de una generación incrédula y perversa» (Filipenses 2:15).

Plantador de iglesia, piensa ahora en estas preguntas. No esperes para instituir convicciones claras hasta que hayas reunido una multitud, sino ordénalas cuidadosamente a medida que avanzas. Explica a aquellos alrededor de ti lo que haces y lo que no haces, para que puedan estar informados por el bien de su comunidad y la gloria de Dios.

Nathan Knight es el pastor de Restoration Church en Washington, D. C., Estados Unidos.

No puedes plantar una iglesia si no sabes lo que es una iglesia

«Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles.»

1 JULIO

Carson, D. A.

Josué 3 | Salmos 126–128 | Isaías 63 | Mateo 11

El primer versículo del Salmo 127 suele citarse hoy día: “Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles.” Sin embargo, en esta época de superpoblación, no citamos tanto el versículo 3: “Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa.” Podemos obtener una perspectiva útil si observamos cuatro cosas.

Primero, en hebreo, el salmo utiliza varios juegos de palabras que se pierden en la traducción y estos recursos literarios nos pueden ayudar a leerlo mejor. La palabra casa (127:1) puede referirse a un edificio. Por extensión, esto se aplica entonces a la ciudad en un sentido metafórico (127:1b–3). Más importante aún, casa también podría referirse a un hogar, edificado en este caso mediante la bendición de los hijos (127:3–5). Además, las palabras edificadores e hijos suenan de forma muy parecida en hebreo.

Segundo, esto nos sugiere el tema que unifica las distintas partes, aparentemente desconectadas, del salmo: que en cada esfera de la vida, sólo la bendición y provisión de Dios pueden provocar un resultado exitoso. En relación al aspecto más mecánico de la construcción de una casa, esto es verdad. Dios da fuerzas a los trabajadores; los sostiene en vida; evita enviar una tormenta catastrófica que arrase la estructura; puede impedir un sinnúmero de sorpresas (cemento inseguro, un lodazal bajo la superficie del terreno, “accidentes” que lastimen a los obreros, entre muchas otras). El mismo principio es cierto en la operación defensiva básica de velar sobre la muralla de una ciudad o proteger una nación con un sistema de radar: si Dios te sostiene, tu defensa será suficiente y si no, no importa cuán profesional y costosa sea, resultará inadecuada. En el hogar, la procreación es una función “natural”, pero, en un mundo ordenado providencialmente, los hijos son herencia del Señor. La lección a aprender no es la pasividad, sino la confianza y el descanso, una reducción divina de la afanosa labor (127:2).

Tercero, el Salmo 127 se ubica dentro de los cánticos de ascenso precisamente porque el peregrinaje a Jerusalén para observar las fiestas ordenadas en el pacto ofrecía un momento excelente para reflexionar sobre la gracia y provisión de Dios en todas las áreas de la vida (se puede comparar también con el Salmo 128).

Cuarto, entre los cánticos de ascenso, sólo este se atribuye a Salomón. Tristemente, Salomón es una figura que no siempre aplicó su gran sabiduría a la propia vida: su propio programa de edificación, tanto física como metafórica, se tornó insensato (1 Reyes 9:10–19), su reino se convirtió en una ruina (1 Reyes 11:11–13; ver también la meditación del 8 de octubre) y su hogar- particularmente sus múltiples matrimonios paganos- llegó a ser una negación sistemática de las alegaciones del Dios vivo (1 Reyes 11:1–9). ¡Cuán importante es pedirle a Dios la gracia de vivir conforme a lo que entendemos!

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 182). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El escudo de Dios en contra del desánimo

1 Julio 2017

El escudo de Dios en contra del desánimo
por Charles R. Swindoll

Salmo 5

Algunas veces sufrimos desánimo debido a circunstancias difíciles que no son causadas por alguien en particular. Por ejemplo, los desastres naturales, la enfermedad, los debacles económicos o una lesión. No obstante, con frecuencia sufrimos cuando nuestros enemigos nos hieren.  Ese fue el lamento de David en el Salmo 5. Él sabía que su desánimo podía convertirse rápidamente en resentimiento, amargura, odio y finalmente en venganza. Él tenía miedo de volverse igual que sus opresores. Por esa razón, David reflexionó en el carácter de Dios y le pidió la oportunidad de realizar cosas pero en la voluntad de Dios. David entonces considera el carácter y las acciones de sus enemigos (Salmo 5: 9-10).

Porque no hay sinceridad en su boca;
sus entrañas están llenas de destrucción.
Su garganta es un sepulcro abierto,
y con su lengua hablan lisonjas.
Decláralos culpables, oh Dios;
caigan por sus propios consejos.
Échalos por la multitud de sus rebeliones,
porque se rebelaron contra ti.

David decide deliberadamente entregar sus enemigos a Dios, quien es la única autoridad que puede hacer justicia y misericordia. También le pide a Dios que ellos «…caigan por sus propios consejos». Cuando lidiamos con aquellos que se oponen a la justicia, debemos recordar que ellos están luchando contra Dios, no contra nosotros. Consecuentemente, usted puede estar seguro que Dios no permitirá que las obras malas continúen para siempre. Él limitará el pecado y responsabilizará a los pecadores. La Biblia dice que si ellos siguen sus propios consejos, caerán por sí mismos.

Pablo, el apóstol, lo dice claramente en Romanos 12: 17-19.

No paguen a nadie mal por mal. Procuren lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, tengan paz con todos los hombres. Amados, no se venguen ustedes mismos sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor.

El afán del desánimo se minimiza cuando confiamos que el Señor peleará nuestras batallas.

Finalmente, después de celebrar el carácter justo de Dios, después de pedir la capacidad de mantenerse del lado de Dios en el asunto, y después de considerar el destino final de los malignos, David se refiere al gozo futuro del justo (Salmo 5: 11).

Se alegrarán todos los que confían en ti;
para siempre gritarán de júbilo,
pues tú los proteges.
Los que aman tu nombre se regocijarán en ti.

El concepto clave de este versículo es el gozo. ¿Cómo es su rostro? ¿Es un rostro gozoso? ¿Vive usted por encima de las presiones? ¿Existe evidencia de paz en su rostro? Si usted intenta pelear sus batallas sin el Señor, usted se volverá una persona amargada, gruñona y finalmente su rostro mostrará las marcas de la batalla.

¿Alguna vez usted ha examinado la respuesta de Caín cuando Dios rechazó su ofrenda? Hay una frase muy significativa que aparece en Génesis 4: 5: “Por eso Caín se enfureció mucho, y decayó su semblante». El texto en hebreo se puede traducir también de una forma más dramática: «…y Caín ardía de enojo al punto que su rostro lo mostraba». Si tenemos enojo y resentimiento, nuestros rostros lo demuestran. Nuestra quijada se tensa, apretamos los dientes. Es imposible esconder el desánimo interno. Los rostros «caídos» revelan un corazón desanimado. David quería que Dios se llevara esa carga interna y la remplazara con el gozo.

Finalmente, el compositor menciona la promesa que frecuentemente olvidamos:

Porque tú, oh Señor, bendecirás al justo;
como un escudo lo rodearás con tu favor. (Salmo 5: 12)

David concluye su canción mirando al Señor y alejado de las causas de su desánimo. Él le ha entregado a Dios su carga en la mañana, el desánimo de David se ha ido. El escudo que él menciona al final de su canción en el versículo 12, se refiere a uno de esos escudos grandes que los guerreros tenían y que les cubría todo el cuerpo. Entonces, ¿cuál es la promesa?

Dios bendecirá a aquél que busca su protección. ¿Cómo lo hará? Lo hará mediante su favor y su escudo. Un escudo invisible amplio y protector. ¡Tomemos el escudo y deshagamos del desánimo!

Afirmando el alma

Durante su tiempo con el Señor, preferiblemente en la mañana, y mientras ora para vencer el desánimo, las siguientes directrices del Salmo 5, le serán muy útiles:

  • Descríbale su actitud y cuanto le duele.
  • Medite en los atributos de Dios.
  • Pídale la oportunidad de realizar cosas de acuerdo con la voluntad de Dios.
  • Sea específico en sus oraciones.
  • Recuérdese asimismo que Dios le defiende.
  • Recuerde las promesas de Dios.

Y cuando usted se sienta muy desanimado para orar por usted mismo, pídale alguien más que ore por usted.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

El placer de Dios en hacernos bien

JULIO, 01

El placer de Dios en hacernos bien

Devocional por John Piper

No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. (Lucas 12:32)
Jesús no se quedará de brazos cruzados, dejándonos en la incredulidad, sin antes dar batalla. Él toma el arma de la Palabra y la pronuncia con poder para todos aquellos que luchan por creer.

Su fin es derrotar al temor de que Dios no es el tipo de Dios que realmente quiere ser bueno con nosotros, o en otras palabras, que Él no es verdaderamente generoso y ayudador y amable y tierno, sino que básicamente está irritado con nosotros —enojado y con mala predisposición—.

En ocasiones, aunque creamos en nuestra mente que Dios es bueno con nosotros, es probable que sintamos que su bondad es de alguna manera forzada u obligada. Quizá como si fuera un juez acorralado por algún abogado astuto debido a un tecnicismo de procedencia jurídica, de modo que el juez tuviera que retirar los cargos contra el prisionero, a quien realmente preferiría enviar a la cárcel.

Pero Jesús se esfuerza para que no nos sintamos de esa manera hacia Dios. En este versículo, él está tratando por todos los medios de describirnos el indescriptible valor y la excelencia del alma de Dios al enseñarnos el placer ilimitado que le da el entregarnos el reino.

«No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino». Cada palabra de esta maravillosa oración es intencionada y busca quitar el temor con el que Jesús sabe que luchamos: que Dios nos da con resentimiento sus beneficios; que él se siente forzado y obligado cuando hace cosas buenas por nosotros; que en el fondo está enojado y ama ventilar su enojo.

Esta una oración acerca de la naturaleza de Dios. Acerca del tipo de corazón que Dios tiene. Es un versículo acerca de lo que hace feliz a Dios —no meramente acerca de lo que Dios hará o tiene que hacer, sino más bien de lo que él disfruta hacer, lo que ama hacer y lo que le da placer hacer—.

Cada palabra cuenta.Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

 

El Dios vivo

sábado 1 julio

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

Salmo 42:2

Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti.

Salmo 63:1

El Dios vivo

Tener “sed de Dios”. ¡Qué intensa necesidad; qué sorprendente expresión! Es la necesidad que hay en lo más profundo del corazón de cada uno de nosotros. Pero, ¿de qué Dios tenemos sed? ¡Del Dios vivo! Este no es solo un Dios que existe, sino el Dios que da la vida, que habla y escucha; es el Dios que actúa en la historia de los hombres y en nuestra propia historia. No es un Dios lejano que no se interesa en los hombres, sino un Dios muy cercano que se revela a la fe.

Orar a Dios como al Dios viviente es reconocer que tiene el poder de liberarnos del miedo y del mal. También es tomar conciencia de que él conoce todo lo que hacemos e incluso lo que pensamos. ¡No podemos esconderle nada!

Pensar en el Dios vivo puede atemorizar al que no está en regla con él, e incluso aterrorizarlo. ¡Pero qué fuente de paz y de confianza para el que va a Dios por medio de la fe! Dios se revela de una manera tan real, tan profunda, que la expresión “Dios viviente” viene a los labios del creyente cuando expresa su ardiente deseo de comunión con su Dios (Salmos 42 y 84).

Cuando por la fe experimentamos la presencia de Dios, nos inclinamos con respeto y amor, cautivados por su grandeza.

“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmo 42:1).

“Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios del Señor; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Salmo 84:2).

Daniel 4:1-18 – 1 Juan 2:18-29 – Salmo 78:21-31 – Proverbios 18:13

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