Ser autodisciplinado

Ser autodisciplinado

7/3/2017

Para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí. (Colosenses 1:29)

Como cristiano, aprenda a cultivar la autodisciplina. He aquí algunas maneras prácticas de alcanzar ese objetivo:

Comience por lo más sencillo. En su hogar, por ejemplo, comience por el gobierno de la casa en el dor­mitorio principal. Cuando se establezca esa disciplina, extiéndala al resto del hogar.

Sea puntual. Haga un hábito el estar a tiempo.

Resuelva primero las tareas difíciles. Si hace primero los trabajos más difíciles, no quedarán a medias.

Sea organizado. En vez de reaccionar ante las circunstancias, tenga un plan para el día y para la semana.

Agradezca la crítica. No esquive la crítica constructiva; acéptela como un medio de autosuperación.

Practique el renunciar. Esto puede comenzar de una manera sencilla: sustituya las comidas rápidas dañinas con una merienda saludable. La disciplina en el ámbito de lo físico se traslada al reino de lo espiritual.

Acepte responsabilidades. Recibir con beneplácito una nueva oportunidad lo obliga a ser organizado.

Estas cosas pudieran parecer insignificantes, pero pueden ser una buena práctica para llegar a ser un mejor siervo de Cristo.

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¡Si sufrimos, también reinaremos con Él!

3 de julio

«Si sufrimos, también reinaremos con él».

2 Timoteo 2:12

Si no somos de Cristo, no debemos pensar que estamos sufriendo por Cristo y con Cristo. Querido amigo, ¿estás confiando solo en Jesús? De lo contrario, sea lo que sea que tengas que lamentar en la tierra, no estás por eso «sufriendo con Cristo» ni tienes esperanza alguna de reinar con él en el Cielo. Tampoco hemos de inferir que todos los sufrimientos que experimenta un cristiano los padece con Cristo: pues es indispensable que sea llamado por Dios a sufrir. Si somos temerarios e imprudentes y entramos en lugares para los cuales ni la Providencia ni la gracia nos han preparado, debemos preguntarnos si no estamos, más bien, pecando que teniendo comunión con Jesús. Si permitimos que la pasión tome el lugar de la discreción y la voluntad propia reine en lugar de la autoridad de las Escrituras, estaremos peleando las batallas del Señor con las armas del diablo, y si llegáramos a cortarnos nuestros propios dedos, no deberíamos sorprendernos. Además, en las aflicciones que nos sobrevienen como consecuencia del pecado, no debemos soñar que estamos sufriendo con Cristo. Cuando María habló mal de Moisés y la lepra la contaminó, no sufría por la causa de Dios. Por otra parte, el sufrimiento que Dios acepta debe tener como fin su propia gloria. Si sufro para ganar reputación y merecer aplauso, no obtendré otra recompensa que la del fariseo. Es indispensable también que el amor a Jesús y el amor a sus elegidos sea siempre la fuente principal de toda nuestra paciencia. Debemos manifestar el Espíritu de Cristo en mansedumbre, bondad y perdón. Indaguemos y veamos si en realidad estamos sufriendo con Jesús. Y si en verdad sufrimos, ¿qué es nuestra leve tribulación comparada con el reinar con él? ¡Oh, es tan bienaventurado estar en el horno con Cristo y tan honroso encontrarse en el cepo con él que, aunque no hubiera una retribución futura, podríamos considerarnos felices con el honor presente! Sin embargo, cuando la recompensa es tan eterna, infinitamente mucho más de lo que tenemos derecho a esperar, ¿no tomaremos la cruz con presteza y proseguiremos gozosos nuestro camino?

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 194). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

En presencia de santidad.

3 JULIO

Josué 5 | Salmos 132–134 | Isaías 65 | Mateo 13

Tres elementos resaltan en Josué 5.

(1) Aquí, se circuncida a todos los varones nacidos durante los años en los que vagaron por el desierto. Según y cómo, esto es bastante sorprendente: ¿Por qué no lo hicieron cuando nacieron los niños? En muchas ocasiones la multitud se quedaba en un lugar por largo periodo de tiempo y sin duda, desarrollaban vida de comunidad. ¿Qué les impidió que obedecieran este claro mandato del pacto?

Ha habido muchas teorías, pero carecemos de una definitiva. Más importante aún en este contexto es el hecho de que el rito se hace ahora a todos por igual. Por ende, surge como un punto de inflexión, una afirmación simbólica comunitaria del pacto en el momento en que el pueblo está a punto de entrar a la Tierra Prometida. Egipto ya quedó atrás; el descanso asegurado les espera. “Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto” (5:9).

(2) El maná cesó (5:10–12). De ahora en adelante, el pueblo se alimentará de “los frutos de la tierra de Canaán”. Esto también fue una señal dramática de que se habían acabado los días errantes y que el cumplimiento de la promesa de una nueva tierra comenzaba a revelarse ante ellos. El cambio les debió haber provocado tanto miedo como emoción, especialmente a toda una generación que nunca había conocido la vida sin la seguridad del maná.

(3) En los primeros capítulos de este libro, Josué experimenta una serie de hechos que lo destacan, tanto en su propia mente como en la del pueblo, como el sucesor legítimo de Moisés. Este capítulo termina con una de estas señales. Sin duda, la más dramática antes de este capítulo fue cuando cruzaron el río Jordán, una especie de recreación milagrosa del momento en el que pasaron el Mar Rojo (Josué 3–4). Aparte de ser una manera eficiente de mover a las multitudes a través del río, la dimensión personal está explícita: “Aquel mismo día, el Señor engrandeció a Josué ante todo Israel. El pueblo admiró a Josué todos los días de su vida, como lo había hecho con Moisés” (4:14- aunque esa última frase se debe tomar con un tono un tanto irónico).

Pero, ahora, hay otro paso: Josué se encuentra con un “hombre” que parece ser una especie de aparición angelical. Él es un guerrero, un “comandante del ejercito del Señor” (5:14). Por un lado, esto fortalece la fe de Josué para creer que el Señor mismo irá delante de él en las competencias militares que le esperan. Pero aún más: la escena en cierto sentido nos recuerda a Moisés ante la zarza ardiente (Éxodo 3:5): “porque estás pisando tierra santa”. Si bien estas circunstancias son únicas, nosotros también debemos tener líderes acostumbrados a estar en presencia de santidad.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 184). Barcelona: Publicaciones Andamio.

El valor de las criaturas de Dios

3 Julio 2017

El valor de las criaturas de Dios
por Charles R. Swindoll

Salmo 8

Todos nosotros ansiamos sentirnos necesitados. Deseamos sentirnos queridos. Dios nos creó con el deseo de saber que podemos contribuir con algo valioso y que puede impactar significativamente en la vida de los demás. En el pasado, grandes hombres y mujeres deseaban dejar sus huellas en el mundo, creando un legado que continuaría después que ellos murieran.

En nuestra juventud, tendemos a basar nuestra autoestima en nuestra habilidad de contribuir con los demás o de ayudar a otros en su necesidad. Durante esa época, los jóvenes se llenan de actividades, de ingenio y es esa exuberancia la que los ciega al hecho de que algún día acabará. Luego, ya sea sutilmente o abruptamente, las circunstancias cambian y nos encontramos en un lugar donde ya no somos necesarios. Diferentes situaciones opacan nuestra utilidad mientras vemos sus pasos devastadores. La injusticia puede quitarnos la libertad. La calumnia puede llevarse nuestra reputación. La enfermedad puede robarse nuestra fuerza. La mala fortuna puede acabar con nuestra riqueza. La depresión puede llevarse nuestra esperanza. Y ni qué decir del paso constante de la edad que se lleva nuestra vitalidad. Piénselo, el solo hecho de envejecer nos saca de la carrera. Cuando alguien es promovido en vez de nosotros o nos toca ir a la banca porque un jugador más fuerte ha entrado al equipo, nos sentimos abandonados y eso duele.

Nadie quiere sentirse despreciado.

La canción 8 del himnario antiguo de Dios es un bálsamo durante esa época de nuestra vida cuando nos sentimos desapercibidos, abandonados y separados. El salmo enfatiza el valor que Dios le da a sus criaturas y aún más a la humanidad.

Afirmando el alma
¿Cómo mide su valía? ¿Su propio valor como persona? Sea honesto consigo mismo; esto es entre usted y el Señor. ¿De qué manera el factor monetario se ha hecho parte de su autoestima? ¿Que tal su posición? ¿Su poder o autoridad? ¿Su capacidad para impactar el mundo o influir en las vidas de los demás le da una sensación de más valor?

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

Buenas noticias: Dios es feliz

JULIO, 03

Buenas noticias: Dios es feliz

Devocional por John Piper

El glorioso evangelio del Dios bendito… ?(1 Timoteo 1:11)
Esta es una hermosa frase de 1 Timoteo que está enterrada bajo la superficie de las palabras de la Biblia con las que estamos familiarizados. Pero cuando la desenterramos, suena más bien así: «las buenas nuevas de la gloria del Dios feliz».

Una gran parte de la gloria de Dios es su felicidad.

Para el apóstol Pablo, era inconcebible que a Dios se le negara el gozo infinito y que aun así fuera totalmente glorioso. Ser infinitamente glorioso significaba ser infinitamente feliz. Él uso la frase «la gloria del Dios feliz» porque es algo glorioso que Dios sea tan feliz como él es.

La gloria de Dios consiste en gran manera en el hecho de que él es más feliz de lo que podamos imaginar jamás. Como dijo el gran predicador del siglo XVIII, Jonathan Edwards: «Parte de la plenitud que Dios comunica es su felicidad. Esta felicidad consiste en disfrutar y regocijarse en sí mismo; en esto también consiste la felicidad de la criatura».

Y ese es el evangelio: «el evangelio de la gloria del Dios feliz». Que Dios sea gloriosamente feliz es una buena noticia. Nadie querría pasar la eternidad con un Dios infeliz.

Si Dios no fuera feliz, la meta del evangelio no sería un objetivo feliz, y esto significa que, al fin y al cabo, no sería evangelio. Pero Jesús nos invita a pasar la eternidad con un Dios feliz cuando nos dice: «entra en el gozo de tu señor» (Mateo 25:23).

Jesús vivió y murió para que su gozo —el gozo de Dios— esté en nosotros y nuestro gozo sea completo (Juan 15:11; 17:13). Por lo tanto, el evangelio es «el evangelio de la gloria del Dios feliz».

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Buen viaje (2)

(Jesús dijo:) Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.

Juan 14:6

Buscad al Señor, y vivid.

Amós 5:6

Buen viaje (2)

El tiempo de viaje también nos permite conocer a otras personas e intercambiar experiencias. Sin embargo, debo reflexionar personalmente sobre el sentido de mi vida actual, sobre el más allá. Necesito encontrar respuestas a tantas preguntas ocultas, pero siempre presentes, que resurgen y se van acumulando. ¿Qué debo hacer para saldar ese pasado que me acosa, para ser liberado de las mentiras, de las infidelidades y de las impurezas que cargan mi conciencia? ¿Cómo terminar con mi rebeldía contra Dios?

¿Debo reflexionar solo? ¡No, alguien quiere acompañarme! Jesús dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Responda a su llamado mediante una oración sincera. Al empezar el viaje con él dígale todo lo que hiere el corazón y carga la conciencia. Escuche su enseñanza y créala. Jesús es “el camino, y la verdad, y la vida”. Por medio de él podemos ir a Dios y hallar el perdón y la paz desde ahora. Una luz totalmente nueva viene así a dar un sentido al viaje de la vida, con la perspectiva de una eternidad feliz junto a Jesús, quien borra la condenación que yo merecía. Junto a él, a pesar de los callejones sin salida de la vida, el viaje se hará en paz. “La paz os dejo, mi paz os doy”, dijo el Señor (Juan 14:27). Esta promesa se convierte en una realidad presente para todos los que le reciben en su vida.

¡No viaje solo, Jesús quiere acompañarle desde hoy!

“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre” (Salmo 16:11).

Daniel 5 – 1 Juan 4 – Salmo 78:40-55 – Proverbios 18:16-17

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