Una vida sobrenatural

Una vida sobrenatural

7/5/2017 

Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. (Filipenses 2:13)

La vida cristiana obediente y productiva está dirigida y facultada por el Espíritu Santo. Por lo tanto, es una vida sobrenatural. Es algo ajeno al pensamiento del inconverso, y no puede alcanzar semejante vida.

El vivir de modo sobrenatural es conformar la vida externa a la vida interior, y vivir conforme a la nueva naturaleza que se tiene en Jesucristo. Pero no es una vida mística e indefinida basada en conceptos filosóficos abstractos. Es una vida práctica derivada de obediencia consciente a los mandamientos de Dios. Es pensar, hablar y actuar cada día en conformidad con su Palabra y su voluntad.

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¿Es inminente el regreso de Cristo?

The Master’s Seminary

¿Es inminente el regreso de Cristo?

John MacArthur

Cristo podría regresar en cualquier momento. Lo creo con todo mi corazón, no por lo que leo en el periódico, sino por lo que leo en la Escritura.

Desde los primeros días de la iglesia, tanto los apóstoles como la primera generación de cristianos, tenían una ferviente esperanza de que Cristo podría regresar en cualquier momento para reunir a su iglesia y llevarla al cielo. Santiago, al escribir lo que probablemente fue la primera epístolas del Nuevo Testamento, escribió explícitamente que el regreso del Señor es inminente:

Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta (Santiago 5:7-9).

Testimonio de Pedro, Juan y el escritor de Hebreos

Pedro también tenía el mismo sentir cuando escribe: “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración (1 Pedro 4: 7).” Inclusive el escritor de Hebreos habló acerca del inminente regreso de Cristo como una razón para permanecer fieles: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca… Todavía un poco, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (Hebreos 10:24-25, 37).
TODOS ESTOS TEXTOS DEMUESTRAN QUE LA PRIMERA IGLESIA PENSABA EN EL REGRESO DE CRISTO COMO ALGO QUE PODRÍA SUCEDER EN CUALQUIER MOMENTO

El apóstol Juan exhortó a los cristianos a poner su confianza en la promesa del pronto regreso de Cristo: “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo” (1 Juan 2:18). Inclusive cuando escribe su visión en el libro de Apocalipsis, dice que estas cosas “deben suceder pronto” (Apocalipsis 1:1).

A través del Nuevo Testamento los escritores describen el regreso de Cristo como si Jesús fuese a “aparecer” repentinamente, transmitiendo así la sensación de que tal evento podría suceder de forma inminente. Juan comenta: “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados” (1 Juan 2:28; cp. 2 Colosenses 3:4; 2 Timoteo 4:8; 1 Pedro 5:4).

Todos estos textos demuestran que la primera iglesia pensaba en el regreso de Cristo como algo que podría suceder en cualquier momento. El Nuevo Testamento demuestra que la iglesia tenía la convicción del inminente regreso de Cristo.

Testimonio de Pablo

Cuando el apóstol Pablo describe la venida del Señor por la iglesia, utiliza pronombres personales los cuales demuestran que estaba convencido de la posibilidad de estar entre los que privilegiados que recibirían al Señor en la carne. Pablo esperaba que Cristo regresase durante su vida:

“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. … Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:15, 17).

Además, Pablo dejo en claro que la esperanza en la segunda venida de Cristo es una actitud piadosa que la gracia de Dios enseña a todo creyente:

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2: 11-13).

Pero si ya han pasado dos mil años…

Algunos argumentan que la venida de Cristo no pudo haber sido inminente para la iglesia primitiva, dado que ya han pasado dos mil años…y Jesús todavía no ha regresado.

Escépticos a menudo ridiculizan el cristianismo o desafían la infalibilidad de la Escritura en este mismo punto. Después de todo, los testimonios de Santiago, Pedro, Juan, el escritor de Hebreos y Pablo demuestran que ellos pensaban en el regreso de Cristo como si estuviese “a la puerta” (Santiago 5:9); “cerca” (Filipenses 4: 5; 1 Pedro 4:7); “se acerca” (Hebreos 10:25); “pronto” (Apocalipsis 3:11; 22:7).

¿Cómo puede ser, entonces, que dos mil años después todavía no ha regresado Cristo? ¿Puede ser que los apóstoles se equivocaron al creer en el regreso inminente de Cristo? Esto es precisamente lo que afirman algunos escépticos.

¿Cómo deberíamos responder nosotros, cristianos? ¿Es acaso el paso de los años evidencia de que la venida de Cristo no era inminente en la era de la iglesia primitiva, y por lo tanto los apóstoles estaban equivocados? Por supuesto que no. Recuerde la declaración de Cristo en Mateo 24:42: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.” Ni los apóstoles mismos sabían la hora exacta, mucho menos nosotros.

Cristo podría regresar en cualquier momento. El juez está todavía a la puerta, el día de su venida todavía no ha llegado. Ya que no hay otros eventos que deben ocurrir antes de que Cristo venga por su iglesia en el calendario profético, él podría venir en cualquier momento. Es por eso que la venida de Cristo es inminente no sólo hoy en día, sino que lo fue también para los cristiano de la primera iglesia.

Supongo que es posible que Cristo podría retrasar su regreso otros dos mil años o más, aunque dada la rápida decaida moral en la sociedad, no veo cómo eso sería posible; pero seguramente los apóstoles mismos tampoco esperaban que Cristo fuese a demorar tanto, dado el estado de la sociedad en su tiempo. Por lo tanto podríamos estar viviendo mucho antes del regreso de Jesucristo. Sin embargo, ya sea que Jesús venga inmediatamente o si demora más tiempo, él nos enseño a estar listos para su venida (ver Mateo 24:42-25:12).

LA VERDADERA RAZÓN DE LA DEMORA DEL SEÑOR ES PORQUE DIOS PERMITE QUE EXISTA ESTE TIEMPO PARA QUE LA GENTE ESCUCHE DEL EVANGELIO

El hecho de que no ha regresado en más de dos mil años no va en contra de la fidelidad de Dios y su Palabra. Por eso es que Pedro escribió la respuesta que deberíamos tener hacia aquellos que se burlan de la promesa del regreso de Cristo: “Con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8).

La cantidad de tiempo que pasa en espera de su regreso no tiene ninguna consecuencia, pues es irrelevante desde el punto de vista atemporal de Dios. Él no está limitado por el tiempo al igual que nosotros, y la cantidad de tiempo, por más grande que sea, podría anular su fidelidad. Por eso es que Pedro continúa diciendo: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

En otras palabras, la verdadera razón de la demora del Señor no es porque Dios es negligente o descuido en el cumplimiento de sus promesas, sino porque él, en su paciencia y amor, retrasa la venida de Cristo, pues junto con su regreso vendrá ira en contra del impío. Dios permite que exista este tiempo para que mucha gente escuche del evangelio, pues Jesús no regresará hasta que los propósitos misericordiosos de Dios se cumplan. Dios no nos ha abandonado por causa de apatía o negligencia, sino que el largo retraso antes de la aparición de Cristo simplemente subraya la extraordinaria profundidad de su misericordia y paciencia casi inagotable.

Por lo tanto el hecho de que hayan transcurrido dos mil años es totalmente irrelevante para la doctrina del inminente regreso de Cristo. La venida de Cristo fue y es inminente. Podría ocurrir en cualquier momento. El mandamiento de estar listos y vigilantes es tan aplicable a nosotros hoy en día como lo fue para la iglesia primitiva. De hecho, el regreso de Cristo debería ser un tema aún más urgente para nosotros, porque ese día se acerca cada día más.

No sabemos cuando Cristo volverá, pero lo que sí sabemos es que estamos dos mil años más cerca de su regreso que lo que estuvieron los miembros de la primera iglesia.

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John MacArthur es el presidente de The Master’s Seminary y pastor de la iglesia Grace Community Church. Sus predicaciones en el programa de radio Gracia A Vosotros son escuchados alrededor del mundo. Él y su esposa Patricia tienen cuatro hijos y quince nietos.

 

Confiad en el SEÑOR para siempre, porque en DIOS el SEÑOR tenemos una Roca eterna

5 de julio

«Confiad en el SEÑOR para siempre, porque en DIOS el SEÑOR tenemos una Roca eterna».

Isaías 26:4 (LBLA)

Ya que contamos con un Dios así en quien confiar, descansemos en él de forma absoluta. Eliminemos resueltamente toda nuestra incredulidad y esforcémonos por librarnos de dudas y temores, que tanto perjudican nuestro bienestar, ya que si Dios es la base de nuestra confianza no tenemos excusa alguna para temer. Un padre amoroso se sentiría muy afligido si su hijo no confiara en él. ¡Que poco generosa, que poco amable es nuestra conducta cuando ponemos tan escasa confianza en nuestro Padre celestial, quien nunca nos ha fallado y nunca nos fallará! Si la desconfianza fuese desterrada de la familia de Dios, sería un gran bien; pero debe temerse esa incredulidad que es tan ágil en nuestros días como lo fue cuando el Salmista preguntaba: «¿Ha cesado para siempre su misericordia? […] ¿Ha olvidado Dios tener misericordia?» (Sal. 77:8, 9). David no había probado durante mucho tiempo la poderosa espada del gigante Goliat; pero, sin embargo, dijo: «Ninguna como ella». La había probado una sola vez en la hora de su victoria juvenil, y ella había demostrado ser de buen metal; por eso después la elogió siempre. De la misma forma debiéramos nosotros hablar bien de nuestro Dios, pues no hay ninguno como él ni en el Cielo ni en la tierra. «¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis?, dice el Santo» (Is. 40:25). No hay otra roca como la roca de Jacob. Nuestros propios enemigos testifican de ello. Nunca permitiremos que las dudas aniden en nuestros corazones; antes, prenderemos a esa detestable banda —como hizo Elías con los profetas de Baal— y la degollaremos en el arroyo. Para matarla, elegiremos el torrente que brota del costado herido de nuestro Salvador. Hemos pasado por muchas pruebas pero, no obstante, nunca fuimos echados en un lugar donde no pudiésemos hallar en nuestro Salvador todo lo que necesitábamos. Tomemos aliento para confiar en el Señor siempre, seguros de que su eterna fortaleza será, como ya lo ha sido, nuestro socorro y nuestro apoyo.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 196). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Una canción de alabanza

5 Julio 2017

Una canción de alabanza
por Charles R. Swindoll

Salmo 8

Después de adorar a Dios con una corta doxología, David reflexiona en la grandeza de su Dios y al hacerlo, le alaba. Observe como el rey David toma su lugar ante una congregación de creyentes y los dirige en adoración.

Has puesto tu gloria sobre los cielos.
De la boca de los pequeños
y de los que todavía maman
has establecido la alabanza
frente a tus adversarios
para hacer callar al enemigo y al vengativo. (Salmo 8:1-2)

La diferencia entre la alabanza y la petición es la ausencia del ego. David quiere que el enfoque sea solamente en Dios y lo hace por medio de esta expresión de alabanza. Él declara que la majestad y la gloria de Dios se muestra en los cielos. El Señor le ha otorgado al universo físico un reflejo del asombroso esplendor de su majestad. El salmo 19:1 verifica este hecho: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos».

También lo leemos en Romanos 1: 20:

Porque lo invisible de él —su eterno poder y deidad— se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas de modo que no tienen excusa.

David continúa ilustrando su concepto de la gloria de Dios mencionando otro extremo; él considera la dependencia de los bebés y como Dios puede utilizar aun a los pequeños infantes para callar a aquellos que se oponen a Dios. Dios se muestra asimismo majestuoso y glorioso en su amor por el débil.

Un amigo mío que es obstetra me dice que aun antes de ser cristiano, él no podía ignorar el poder de Dios cuando sostenía en sus manos a cada bebé que él ayudaba a dar a luz. Él me dice que fue esto lo que le llevó a buscar respuestas en la Biblia y finalmente encontrar la salvación a través de la fe en Jesucristo. Es por ello que: «De la boca de los pequeños y de los que todavía maman» se declara el poder y la majestad de Dios. Podemos afirmar la prueba viviente del poderío creativo de Dios al ver su amor por los débiles. Cuando analizamos las características pequeñas y delicadas de un bebé, nos asombramos de ver el cuidado y la atención de Dios en su creación. El versículo 2 concluye con un recordatorio de que hasta los enemigos de Dios tienen que guardar silencio al analizar el universo o al considerar a los bebés.

Los infantes pueden ser pequeños y las galaxias pueden ser gigantescas pero ambos conllevan un profundo significado para aquél que les observa. Ese mismo significado debe mantenernos enfocados cuando cavilamos pensando que ya no somos valiosos o necesarios. Aunque Dios nos honra permitiendo que su obra se realice por medio de nosotros, esa no es la base de nuestro valor. En otras palabras, nosotros no somos valiosos ante Dios por nuestra utilidad. Él nos valora seamos productivos o no.

Este mensaje debería consolarnos. Dios no nos da su amor en base a nuestro poder o a nuestra capacidad. Él nos ama de cualquier manera. Somos especiales para Él sin importar lo que ocurra, aun cuando seamos tan débiles como un recién nacido.

Afirmando el alma
Si Dios le ama y le valora sin importar cuáles son sus atributos personales: fortaleza, riqueza, talento, apariencia, inteligencia o moralidad, ¿de qué forma esto cambia su sentido de autoestima? ¿De qué manera afecta sus decisiones diarias?

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

Es mucho mejor que se nos sacuda bruscamente antes de que las cosas se descontrolen.

5 JULIO

Josué 7 | Salmos 137–138 | Jeremías 1 | Mateo 15

Por supuesto que no siempre funciona de esta manera. A veces, el pecado de un hombre y de su familia- en este caso, Acán- no supone la derrota de toda la comunidad de creyentes (Josué 7). Por ejemplo, el pecado de Ananías y Safira sólo les provocó la muerte a ellos mismos (Hechos 5), y el castigo que sufrieron produjo un temor piadoso sobre el resto de la asamblea. Por otro lado, el pecado de David repercutió trágicamente en la nación entera. Tal vez, los casos más atemorizantes son aquellos en los cuales muchísimas personas cometen innumerables pecados y Dios no hace absolutamente nada al respecto. Porque el peor juicio ocurre cuando Dios le da la espalda al pueblo y decide dejar que el pecado siga su curso. Es mucho mejor que se nos sacuda bruscamente antes de que las cosas se descontrolen. Por esto, durante gran parte de los últimos cuarenta años en el desierto, ellos estuvieron entregados a la disciplina de Dios: el propósito era tanto educativo como reformador.

Cualquiera que sea el caso en otras partes de las Escrituras, aquí el pecado de Acán y su familia provoca una derrota vergonzosa al contingente de tropas enviadas a tomar el pueblito de Hai. Peor aún, supuso la muerte de treinta y seis israelitas (7:5). En un sentido, Acán era un asesino. Cuando Josué, consternado, busca el rostro de Dios, Dios le responde un tanto abruptamente y le dice: “Deja de orar y resuelve el problema del pecado en el campamento” (7:10–12). Dios le había dado instrucciones explícitas en repetidas ocasiones y habían sido violadas. El pacto entre Dios y los israelitas era esencialmente comunitario, de manera que Dios estaba decidido a enseñarle a toda la comunidad a ejercitar entre sus miembros la disciplina ordenada por el pacto.

No hay duda de que debemos tener en cuenta ciertas diferencias sustanciales al pensar en el nuevo pacto. Sin embargo, aquí también Dios dice algunas cosas explícitas y espera que la comunidad del pacto ejerza la disciplina (por ejemplo, 1 Corintios 5; cf. 2 Corintios 11:4; 13:2–3). Pablo nos advierte que dejar de tomar una acción disciplinaria en la iglesia cuando ha habido una crasa violación, pone en peligro a la comunidad entera (1 Corintios 5:6). Los pastores de iglesias y los líderes de otras organizaciones cristianas que ignoren esta perspectiva le están abriendo la puerta al desastre en medio del pueblo al que son llamados a dirigir. Se puede apelar a la paz cuando la verdadera motivación puede ser sencillamente cobardía o, peor aún, no tomar las en serio palabras de Dios. Este tema se refuerza en la segunda lectura asignada para este día: “Yo… alabaré tu nombre por tu gran amor y fidelidad. Porque has exaltado tu nombre y tu palabra por sobre todas las cosas” (Salmo 138:2–3).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 186). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Mirad, pues, cómo oís.

miércoles 5 julio

Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.

Salmo 32:8

Mirad, pues, cómo oís.

Lucas 8:18

Paneles indicadores

Si el cristiano sabe que el Señor Jesús le preparó un lugar en el cielo, y que nadie se lo puede quitar, durante su travesía por esta tierra no se queda sentado como si fuera en un tren directo. Más bien está al volante de un automóvil que va por una carretera llena de peligros: obstáculos, niebla, baches, hielo… Por eso debe estar atento para evitar accidentes y no retrasarse inútilmente.

La Biblia coloca en el camino del creyente paneles de señalización para informarlo. También encontramos:

–Itinerarios aconsejados: Jesús nos dice: “Sígueme tú” (Juan 21:22).

–Exhortaciones muy serias como: “Huid de la fornicación” (1 Corintios 6:18). “Huye también de las pasiones juveniles” (2 Timoteo 2:22).

–Advertencias que señalan un peligro: “Raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Timoteo 6:10). “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21).

–Áreas de descanso: “Venid vosotros aparte… y descansad un poco” (Marcos 6:31).

La lectura de la Biblia nos enseña, pues, a conocer los peligros que nos acechan. El Espíritu Santo atrae nuestra atención hacia ellos, y es tanto más necesario porque la niebla de nuestros propios pensamientos fácilmente puede nublarnos la vista. El deseo de agradar a Dios nos conduce a evitar y a rechazar la tentación de detenernos en un lugar peligroso… ¡o demasiado cómodo! La oración y la confianza en la gracia poderosa de Dios nos conducirán a nuestro destino de manera segura.

Daniel 7 – 2 Juan – Salmo 78:65-72 – Proverbios 18:20-21

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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