“No estoy solo. Dios está conmigo.”

16 DE JULIO

ESCRITURA:

Salmos 23:4: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”

TESORO BÍBLICO:

Amigo, no existe nada que le acerque más a Dios que atravesar los valles sombríos de la vida. Cuando usted se encuentre allí, se asirá de las vestiduras del Señor y se aferrará a su mano. No se apartará mucho del redil en la oscuridad. ¿Cree usted que Él está con usted? El supremo Soberano es su amoroso Salvador. No tendrá que cruzar el Jordán solo. No comparecerá solo ante el juicio del Dios Santo. No morirá solo.

PUNTO DE ACCIÓN:

¡Qué promesa tan alentadora! ¡Usted no está solo! Escriba estas palabras en una tarjeta: “No estoy solo. Dios está conmigo.” Póngalas en un lugar donde pueda observarlas constantemente.

Este devocional procede de los mensajes del Dr. Adrián Rogers del Ministerio EL AMOR QUE VALE www.elamorquevale.org

Escúchenos gratuitamente en: http://www.oneplace.com/ministries/el-amor-que-vale/listen/broadcast-archives.html

Véanos en línea en http://www.lightsource.com/ministry/el-amor-que-vale/

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Verdadero servicio

Verdadero servicio

7/16/2017

Sirviendo al Señor. (Romanos 12:11)

Todo lo que usted haga en la vida cristiana debe ser compatible con la Palabra de Dios y verdaderamente en su servicio y para su gloria. En Romanos 12:11, la palabra que Pablo empleó para describir el servicio cristiano se refiere al servicio de un esclavo, cuya única tarea era llevar a la práctica la voluntad de su amo. Así es como usted debe servir a Dios: como siervo de Jesucristo.

Pero no puede servir al Señor con sus propias fuerzas así como no pudo ir a Él por su propio poder y voluntad. El poder de servir a Cristo viene de Dios. “Para lo cual también trabajo”, dijo Pablo, “luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí” (Col. 1:29).

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org
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El poder para profesar a Cristo

JULIO, 16

El poder para profesar a Cristo

Devocional por John Piper

Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. (Hechos 4:33)

Si nuestro ministerio fuera dar testimonio de Cristo mañana en medio de alguna situación desagradable, la clave no sería nuestra genialidad: la clave sería la abundante gracia venidera.

Entre todas las personas, los apóstoles parecían necesitar la mínima ayuda para ofrecer un testimonio convincente del Cristo resucitado. Habían estado con él por tres años. Lo habían visto morir. Lo habían visto vivo. En su arsenal para testificar tenían «muchas pruebas» (Hechos 1:3). Podríamos pensar que, de todas las personas en aquellos primeros días, el ministerio de ellos de dar testimonio se sustentaría a sí mismo por el vigor de las glorias pasadas que aún eran vívidas.

Pero eso no es lo que dice el libro de los Hechos de los Apóstoles. El poder para dar testimonio con fidelidad y eficacia no provino principalmente de los recuerdos de la gracia, o de reservas de conocimiento; provino de nuevas manifestaciones de «abundante gracia». De esta manera fue para los apóstoles, y de esta manera lo será para nosotros en nuestro ministerio como testigos.

Cualesquiera que sean las señales y prodigios que Dios quiera mostrar para ampliar nuestro testimonio de Cristo, vendrán de la misma manera en que vinieron para Esteban. «Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo» (Hechos 6:8).

Hay una extraordinaria gracia venidera y un maravilloso poder con los que podemos contar en momentos de crisis de necesidad específica en nuestro ministerio. Es un acto de poder que se renueva por el cual Dios «[confirma] la palabra de su gracia» (Hechos 14:3; ver también Hebreos 2:4). La gracia del poder testifica de la gracia de la verdad.


Devocional tomado del libro “Future Grace” (Gracia Venidera), página 293

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¿Qué importa que tu senda esté oscura?

16 de julio

«Te levantarás y tendrás misericordia de Sion; porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado. Porque tus siervos aman sus piedras y del polvo de ella tienen compasión».

Salmo 102:13, 14

Un hombre egoísta que pasa por la aflicción es muy difícil de conformar, pues las fuentes de su consuelo se hallan enteramente en sí mismo y cuando está triste todas esas fuentes se secan. No obstante, el hombre generoso, lleno de filantropía cristiana, cuenta para obtener consuelo con otras fuentes aparte de aquellas que se encuentran en su propia persona. Puede, ante todo, acudir a su Dios y hallar en él abundante ayuda; le es posible, también, encontrar argumentos para obtener consuelo acerca de aquellas cosas relacionadas con el mundo en general, con su país y, sobre todo, con la Iglesia. En este salmo, David estaba muy afligido y escribió: «Soy como el búho de las soledades. Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado» (vv. 6, 7). La única manera como podía consolarse era considerando que Dios se levantaría y tendría misericordia de Sion. Aunque él estuviera triste, Sion prosperaría; a pesar de que él se encontraba abatido, Sion se levantaría. Cristiano, aprende a consolarte con el bondadoso trato que Dios le da a la Iglesia. Aquello tan querido para tu Maestro, ¿no debiera serlo también para ti por encima de toda otra cosa? ¿Qué importa que tu senda esté oscura? ¿No puedes alegrar tu corazón con los triunfos de la cruz y la difusión de la verdad? Nuestras congojas personales quedan olvidadas al mirar no solo lo que Dios ha hecho y está haciendo por Sion, sino también aquellas cosas gloriosas que aún hará por su Iglesia. Prueba esta receta, oh creyente, siempre que tu corazón esté triste y tu espíritu abatido. Olvídate de ti mismo y de tus pequeñas inquietudes, y busca el bienestar y la prosperidad de Sion. Cuando dobles las rodillas en oración a Dios, no limites tus peticiones al estrecho círculo de tu propia vida, por más sometida a prueba que esta esté, sino eleva tus angustiosas oraciones por la prosperidad de la Iglesia: Ora «por la paz de Jerusalén» y tu alma se sentirá refrescada.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 207). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

“Aquí está el Mesías. Vamos a matarlo.”

16 JULIO

Josué 23 | Hechos 3 | Jeremías 12 | Mateo 26

Hechos 3 incluye un breve informe de un sermón que se predicó de manera imprevista. (Sin duda, como tantos otros sermones imprevistos, ¡seguramente se compuso con elementos que Pedro había utilizado antes!) Hay muchos puntos de gran interés.

(1) Pedro enlaza a menudo la venida de Jesús el Mesías con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob (3:13), con Moisés y la promesa de que Dios eventualmente levantaría un profeta como él (3:22; cf. Deuteronomio 18:15–18; ver también meditación del 13 de junio), con el testimonio profético del Antiguo Testamento (3:24) e incluso con la promesa de Dios a Abraham de que, a través de su descendencia, bendeciría a todos los pueblos de la tierra (3:25; ver meditaciones del 14 y 15 de enero). En este momento, Pedro no tenía una comprensión tan amplia de estos puntos como la tuvo más tarde, a juzgar por los capítulos 10 y 11. Pero el hecho de que haya entendido tanto, refleja ese período de capacitación con el Señor Jesús.

(2) Pedro ni por un segundo libera a sus espectadores de su responsabilidad (3:13–15). Muchos de sus oyentes fueron cómplices al exigir que se crucificara a Jesús; pero, como un profeta del Antiguo Testamento, Pedro vio al pueblo entero involucrado en la decisión de sus líderes. El pueblo puede haber actuado “por ignorancia” (3:17) – es decir, no pensaron: “Aquí está el Mesías. Vamos a matarlo.” –, pero en efecto lo mataron y Pedro les recuerda su culpa, no sólo como un hecho inalterable de la historia, sino también porque es esa misma culpa la que Jesús vino a resolver (3:19–20). Más aún, a pesar de que el pueblo es culpable, Pedro entiende que fue precisamente a través de la vil ejecución de Jesús cómo “Dios cumplió lo que había anunciado de antemano por medio de todos los profetas: que su Mesías tenía que padecer” (3:18). Esta es la suprema ironía de la historia.

(3) Hay una serie de características que relacionan este sermón con el sermón de Hechos 2 y algunos otros en el libro de los Hechos. Estos elementos incluyen: el Dios de nuestros padres ha enviado a su siervo Jesús; vosotros lo matasteis – desheredando al Santo y Justo, el autor de la vida –, pero Dios lo levantó de entre los muertos; somos testigos de estas cosas; por la muerte y resurrección de Jesús, Dios cumplió las promesas que hizo a través de los profetas; por tanto, arrepentíos y volveos a Dios. Desde luego que hay variaciones de estos temas, pero retornan una y otra vez.

(4) Aunque “muchos prodigios y señales… realizaban los apóstoles” (2:43), ellos mismos tenían claro que carecían del poder y de la santidad para hacer que un mendigo lisiado caminara (3:12). Su humildad es una lección perpetua. “Esta fe que viene por medio de Jesús lo ha sanado por completo” (3:16).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 197). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Buenos días, ¿cómo está?

domingo 16 julio

He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia… estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre… Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Filipenses 4:11-13

Buenos días, ¿cómo está?

Cuando hacemos esta pregunta trivial, recibimos respuestas muy variadas:

–¡Muy bien, con este hermoso tiempo!

–¡Estupendamente, estoy de vacaciones!

–¡Fenomenal, acabo de aprobar el examen!

–¿Cómo quiere que esté, con este día tan lluvioso?

–El lunes por la mañana siempre estoy desanimado, pero estaré mejor el viernes.

–¡Me siento mal, tengo una migraña!

Estas respuestas demuestran que nuestro estado de ánimo depende de las circunstancias. Todo el mundo está de mejor humor cuando el sol brilla. La mayoría de nosotros espera con impaciencia el fin de semana para poder descansar. ¿No es posible, pues, ser feliz incluso un lluvioso lunes en la mañana, o un día cualquiera, sin un acontecimiento particular que nos alegre?

Escuchemos a un hombre feliz, a Pablo, quien escribió desde una cárcel romana: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Filipenses 4:11). ¿Cuál era el secreto que permitía al apóstol expresarse así? Se resume en una frase: “Para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21).

Cristianos, tenemos una razón para vivir felices, un Salvador que puede iluminar nuestros días más ordinarios. Nos amó hasta dar su vida por nosotros. Nada ni nadie puede separarnos de su amor (Romanos 8:35). Pronto estaremos con él para siempre (Juan 14:3). Pidámosle que nos enseñe esta gran lección conocida por Pablo: “He aprendido a contentarme”.

Miqueas 7 – Lucas 5:17-39 – Salmo 84:5-7 – Proverbios 19:17

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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