¿QUÉ VAMOS A HACER EN EL CIELO? | Jairo Namnún

 

¿QUÉ VAMOS A HACER EN EL CIELO?

Jairo Namnún

Recuerdo hace muchos años preguntarle a mi hermano que si no nos íbamos a aburrir en el cielo de adorar a Dios. Le pregunté con algo de miedo, porque no quería ser irrespetuoso con Dios. Pero me sonaba como que con el tiempo iba a ser aburrido pasarme el día entero “adorando a Dios”. En aquel momento, lo que yo conocía como adoración musical era más bien seco y frío, solo con himnos y sin instrumentos. Y una eternidad cantando himnos con pistas no me sonaba tan hermoso.

Con el tiempo, he notado que esta forma de pensar del cielo como el lugar donde pasaremos la eternidad solo cantando es lo que piensa la mayoría de los cristianos a nuestro alrededor. Pero eso no es lo que revela todo el consejo de Dios. Permíteme hacer esta analogía para introducir:

Cuando cumplí 18 años, por mi tercer año en la universidad, me regalaron mi primer vehículo: un Volkswagen Polo 2001. En su momento, yo amaba ese carro. Ya no tenía que andar en transporte público y en taxis. Por los primeros meses estuve extasiado con mi vehículo, y –a pesar de que no me gusta eso de estar lavando y decorando carros– lo mantenía bien limpio y cuidado. Pero al poco tiempo me dio el primera problema: una falla en el motor que me costó un par de miles de pesos (menos de 100 dólares). Al poco tiempo, difícilmente pasaba un mes sin pasar por el taller. El día que cumplí 19 años, recuerdo que aquel Volkswagen estaba en el taller por un trabajo de más de 400 dólares. Hubo un tiempo que el carro tenía una falla que hacía que cuando llovía afuera, se entrara el agua. En una ocasión tuve que manejar unas 8 millas sosteniendo la puerta, porque no quería cerrar. Y así, poco a poco yo dejé de disfrutar mi carro. Aunque estaba agradecido de él, los problemas que me daba lograron que ya yo no lo quisiera más.

Unos años después tuve la oportunidad de cambiarlo, y mi esposa y yo adquirimos un Toyota Camry del 2004 (por ahí por el 2010). Este carro fue bien fiel y nunca me dio ningún problema grave, por lo que lo aprecié más que aquel Volkswagen Polo. Al ser un poco más nuevo y de mejor calidad, la experiencia fue mucho mejor. Y hace poco tuve la oportunidad de probar un Tesla del año totalmente nuevo, un vehículo que es una maravilla de la ingeniería y la electrónica, con un confort increíble, que hacía mi Camry lucir como una motocicleta. Habrá que ver cómo serán los carros nuevos en unos 20 años.

¿Qué tiene que ver eso con el cielo? Mira lo que nos enseña el Libro de Apocalipsis:

“Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: “El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado…Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino”, Apocalipsis 21:1-410-11.

Cuando los cristianos hablan del cielo, usualmente se refieren al cielo nuevo y tierra. Apocalipsis nos habla de este hermoso lugar donde moraremos por la eternidad en la presencia misma del Dios santo. Un lugar sin dolor y sin llanto, donde Jesús mismo morará entre nosotros, sin necesidad de sol porque Él será nuestra luz, ni de templo porque el Señor y el cordero están ahí. Tampoco habrá allí nada inmundo, sino solo aquellos con su nombre escrito en el Libro de la Vida. Este es el cielo: el cielo nuevo y tierra nueva.

Volviendo al ejemplo de los vehículos: El Tesla último modelo que probé era bastante diferente a mi Camry: era un carro nuevo, por el que no había que preocuparse por alguna falla, con piloto automático, cámaras en todos lados, y un increíble sistema de sonido… pero seguía siendo un carro. Con un motor, gomas (o llantas), con las habilidades de llevarnos del punto A al punto B. La tierra nueva es un lugar increíble, pero es una tierra. Y allá haremos lo mismo que hacemos aquí en la tierra (que no sea pecaminoso o producto del pecado), pero un millón de veces mejor.

¿Qué encontramos ahí en la tierra nueva? Una ciudad que tiene la gloria de Dios. No sabemos exactamente cómo luce esa gloria de Dios. Sí he visto cosas que me han dejado con la boca abierta, que uno puede decir “eso es glorioso”. Pero todo eso se queda corto de la gloria de Dios. ¿Qué es un rayo de luz comparado con el sol? Y al apóstol Juan nos dice que esta ciudad tiene la gloria de Dios, y que su brillo es tal como el de una piedra preciosa. Lo que nos depara por la eternidad es una ciudad tan hermosa como una piedra preciosa.

Pero volvemos otra vez al punto: es una ciudad. ¿Qué hay en una ciudad? Hay trabajo. Tal vez te sorprenda que va a haber trabajo en el cielo, pero no hay ninguna razón para pensar que no. Cuando Dios creó el Jardín del Edén, era un lugar perfecto donde todas las cosas funcionaban para el bien de Adán y Eva, y los animales se sometían a ellos, y las frutas eran increíblemente buenas, y no había pecado. Y allí Dios ordenó al hombre trabajar al ejercer domino sobre la tierra y nombrar los animales. Lo que sucedió en Génesis 3 es que el pecado corrompió e hizo más difícil el trabajo, pero el trabajo no es una consecuencia de la caída. El trabajo que haremos en el cielo no será como el de ahora, donde la tierra nos da problemas. Más bien será un trabajo que disfrutemos, que seremos perfectamente capaces de hacerlo bien, sin pesar ni dolor ni quejas. Un trabajo que entenderemos y que resultará excelente.

¿Qué más hay en una ciudad? Relaciones. En el cielo tendremos relaciones unos con otros. Así como era posible reconocer a Jesús en su cuerpo glorificado (Jn. 20:16), nosotros tendremos un cuerpo como el de Él (1 Co. 15:49-53), nos reconoceremos unos a otros, y no solo eso, también reconoceremos a los santos que ya han muerto. Para mí es increíble pensar que en la eternidad yo voy poder ver a mi esposa de frente y la voy a amar más de lo que la amo hoy, pero yo voy a amar a cualquier otro cristiano igual como amo a Patricia (cp. Mt. 22:30). Y también me voy a sentar a hablar con Charles Spurgeon, y con Jonathan Edwards, y con Agustín, y con muchos de mis hermanos (como tú) de quienes podré aprender por la eternidad.

¿Qué más hay en una ciudad? Comida y bebida y risas y compartir y música. Los mejores chistes que nunca se hayan dicho se dirán allá; chistes sanos sin ningún tipo de pecado. La mejor comida que jamás haya existido (cp. Mr. 14:25Ap. 22:1-3. Sí debo admitir que no estoy seguro cómo funcionará eso, ya que no hay muerte). Al tener cuerpos glorificados, las mejores competencias de deporte se harán allá, sin importar quién “gane”, y nadie va a perder.

¿Qué más habra en el cielo nuevo y tierra nueva? Una naturaleza sin pecado. Podremos ver y tocar los leones y las ballenas y los canguros y las avestruces, todas al servicio del Hijo del Hombre y sus hermanos.

En el cielo va a estar todo lo que toda la vida hemos deseado pero nunca podemos alcanzar. Como esos caramelos engañosos que uno prueba y prueba y te dan un toque del saber que uno quiere, pero nunca la totalidad Y uno busca más y más con tal de encontrar ese saborcito. En el cielo estará el sabor real de aquello que nosotros apenas probamos hoy.

Un último detalle, el más importante de todos. Lo que hace al cielo el cielo es que Dios va a estar ahí.

Él será la luz que ilumine.

Él será quien nos diga qué trabajos haremos.

Él estará en nuestras reuniones, y será el centro de nuestras conversaciones. Y será la razón de nuestra alabanza y nuestro gozo.

Nosotros tendremos toda la eternidad para aprender de Él, y después de mil años de aprendizaje, apenas estaremos en el principio de la uña del meñique. Y seguiremos con todas las ganas del universo de seguir aprendiendo. Pero no para tener más conocimiento, sino para poder apreciar cada vez más y mejor lo increíble de su sacrificio en la cruz (Ap. 5:9-14).

Entonces, ¿qué vamos a hacer en el cielo? Lo mismo que le pregunté a mi hermano: adorar a Dios. Pero recuerda que adorar no es solo levantar las manos: al hablar, al reír, al leer, al vivir, se supone que yo estoy adorando a Dios. Y eso es lo que haremos por la eternidad: adorar a Dios con todo lo que somos y con todo lo que hagamos.

JAIRO NAMNÚN

​Jairo sirve como director ejecutivo de Coalición por el Evangelio. Sirve en la Iglesia Bautista Internacional en República Dominicana y es graduado del Southern Baptist Theological Seminary con una maestría en estudios teológicos. Está casado con Patricia. Puedes encontrarlo en Twitter.

https://blogs-es.thegospelcoalition.org/jairo-namnun/que-vamos-a-hacer-en-el-cielo/

CONQUISTADORES CONQUISTADOS

25 jul 2017

CONQUISTADORES CONQUISTADOS

por Carlos Rey

Su vida entre los indios comenzó cuando naufragó en las costas de Yucatán. Hacía sólo una década que había despedido el siglo quince y le había dado la bienvenida al dieciséis. Pero Gonzalo Guerrero, marinero del puerto de Palos, decidió sacarle todo el provecho posible a la oportunidad que le había deparado el destino, y se adaptó de manera extraordinaria a un nuevo ambiente y a una extraña cultura. Con decir que llegó a ser cacique en tiempos de paz, y capitán en tiempos de guerra. Para completar, tuvo tres hijos de una mujer maya.

Su nuevo mundo comenzó a resquebrajarse en 1519 cuando Hernán Cortés mandó buscarlo. Ya llevaba un cuarto de siglo trasplantado en tierra extranjera, y se sentía a gusto, así que se negó a unirse a los hombres de Cortés. Envió más bien a decirle que allí tenía hijos bonitos, y que si Cortés los favorecía con una parte de su mercancía, él se la daría a sus hijos y les diría: «Estos juguetes los envían mis hermanos, desde mi tierra.»

Ante la inesperada respuesta de Guerrero, Cortés ordenó que Alonso de Ávila y sus jinetes arremetieran contra aquellos indígenas de Yucatán. No les importó que su antiguo amigo formara parte de su nuevo enemigo, ni que ese enemigo estuviera en tremenda desventaja militar. Al contrario, aprovecharon la superioridad de sus armas para barrer con los guerreros que les ofrecieron resistencia. Y se retiraron, victoriosos, dejando a su medio hermano entre los vencidos en el campo de batalla. Un tiro de arcabuz le había partido la frente a aquel extraño indio con barba. Su cuerpo, desnudo, estaba labrado de arabescos de tinta y sangre, y símbolos de oro le colgaban de la nariz, los labios y las orejas.

Gonzalo Guerrero cayó en el nuevo mundo defendiendo su nueva tierra. Peleó junto a sus hermanos y contra sus hermanos. Pero los hermanos que él escogió no fueron los antiguos con los que nació sino los nuevos con los que murió. Por eso lo califica el escritor Eduardo Galeano como «el primer conquistador conquistado por los indios».1 Así como el conquistador Guerrero, también nosotros navegamos en busca de un mundo mejor. El nuevo mundo nuestro es el cielo, donde no hay guerra ni muerte ni dolor.2 Si lo deseamos, cuando naufragamos en sus costas, podemos nacer de nuevo al igual que Gonzalo.3 En el caso nuestro, descubrimos una nueva familia a la que podemos pertenecer, y decidimos formar parte de ella. Adoptamos nuevos valores y una nueva cultura, y cambiamos a tal grado que ya no somos los mismos de antes.4 Esa familia espiritual es la familia de Dios. Al unirnos a ella, adoptamos a Dios como nuestro Padre, y a sus hijos como nuestros hermanos, los únicos en la vida que nosotros mismos podemos escoger.5 Permitamos que Dios nos conquiste como hijos suyos, y de nosotros se dirá que somos conquistadores conquistados por el Padre celestial.

Eduardo Galeano, Memoria del fuego I: Los nacimientos, 18a ed. (Madrid: Siglo XXI Editores, 1991), p. 112-13.
2 Ap 21:4
3 Jn 3:3‑13
4 Ro 12:2
5 Jn 1:12 

http://www.conciencia.net/

Qué significa amar el dinero

JULIO, 25

Qué significa amar el dinero

Devocional por John Piper

Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero. (1 Timoteo 6:10)

¿Qué quiso decir Pablo cuando escribió esto? No pudo haberse referido a que el dinero siempre está en nuestra mente cuando pecamos. Cometemos muchos pecados sin estar pensando en el dinero.

Mi interpretación es la siguiente: él se refería a que todos los males del mundo vienen de un cierto tipo de corazón, específicamente, el tipo de corazón que ama el dinero.

Ahora bien, ¿qué significa amar el dinero? No es admirar el papel color verde o las monedas de cobre o los siclos de plata. Para entender qué significa amar el dinero, debemos preguntarnos: ¿qué es el dinero? Yo respondería esa pregunta así: el dinero es simplemente un símbolo que representa recursos humanos. El dinero representa lo que podemos conseguir de los hombres y no de Dios.

Dios trabaja con la moneda de la gracia, no con el dinero: «Todos los sedientos, venid a las aguas; y los que no tenéis dinero, venid, comprad y comed» (Isaías 55:1). El dinero es la moneda de recursos humanos. Por lo tanto, el corazón que ama el dinero es el que pone sus esperanzas y pone su confianza en lo que los recursos humanos pueden ofrecer, y persigue sus placeres.

Así que el amor al dinero es prácticamente lo mismo que poner la fe en el dinero, es decir, tener la convicción (confianza, esperanza, seguridad) de que el dinero suplirá nuestras necesidades y nos hará felices.

El amor al dinero es la alternativa a la fe en la gracia venidera de Dios. El amor al dinero es la fe en los recursos humanos venideros. Por lo tanto, el amor al dinero, o la confianza en el dinero, es la otra cara de la incredulidad en las promesas de Dios. Jesús dijo en Mateo 6:24: «Nadie puede servir a dos señores… No podéis servir a Dios y a las riquezas».

No podemos confiar en Dios y en el dinero al mismo tiempo. Creer en uno es desconfiar del otro. El corazón que ama el dinero —que apuesta su felicidad al dinero— no está apostando a la gracia venidera de Dios para su satisfacción.


Devocional tomado del libro “Future Grace” (Gracia Venidera), página 323-324   

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En su angustia me buscarán

25 de julio

«En su angustia me buscarán».

Oseas 5:15

Las pérdidas y las adversidades son a menudo los medios que el gran Pastor utiliza para conducir al redil a su oveja perdida. Esas adversidades, como perros rabiosos, acosan a los extraviados, haciéndolos regresar al aprisco. No se puede domar a los leones cuando están muy bien alimentados: hay que abatir su fuerza y reducir la ración para sus estómagos; entonces se someterán a la mano del domador. Muchas veces hemos visto a los cristianos llegar a ser obedientes a la voluntad del Señor por medio de la escasez de pan y los duros trabajos. Cuando están ricos y llenos de bienes, numerosos creyentes llevan sus cabezas demasiado erguidas y hablan con mucha jactancia. Como David, se vanaglorian diciendo: «No seré conmovido». Cuando el cristiano se enriquece, tiene buena reputación, goza de buena salud y tiene una familia feliz, con demasiada frecuencia, admite también al Sr. Seguridad Carnal para que se deleite a su mesa; y, entonces, si realmente es un hijo de Dios, hay una vara preparada para él. Aguarda un momento y quizá veas como sus bienes se desvanecen como un sueño. Ahí va una parte de su posesión: ¡Qué pronto cambian los bienes de mano! Esa deuda, esa factura impagada: ¡Cuán rápidamente se suceden sus pérdidas! ¿Dónde terminarán? Es una bendita señal de la vida divina cuando, al presentársele esas dificultades, el creyente empieza a afligirse por su apostasía y acude a su Dios. ¡Benditas las olas que purifican al marinero sobre la roca de la salvación! Las pérdidas en los negocios se ven a menudo santificadas para el enriquecimiento de nuestras almas. Si el alma elegida no viene al Señor con las manos llenas, vendrá a él vacía. Si Dios en su gracia no encuentra otros medios para que lo honremos entre los hombres, nos echará en el abismo. Y si no lo honramos en la cumbre de las riquezas, nos llevará al valle de la indigencia. Sin embargo, no desmayes, tú heredero del dolor, cuando así se te reprende; reconoce más bien la mano amorosa que te castiga y di para ti: «Me levantaré e iré a mi Padre».

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 216). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Debe regir la humildad

Debe regir la humildad

7/25/2017

No seáis sabios en vuestra propia opinión. (Romanos 12:16)

Los cristianos presumidos y egoístas son una seria contradicción. Si hemos de seguir a Cristo debemos someternos a la voluntad de Dios como se presenta en su Palabra. Cualquier confianza que usted tenga en sí mismo, en su propia sabiduría o en sus talentos naturales debe subordinarse a los mandatos del Señor.

De ninguna manera debe ser presumido, ni en ningún sentido considerarse mejor que los demás creyentes. Más bien Dios quiere que usted acepte y abrace a cada miembro del cuerpo de Cristo: “No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Fil. 2:4).

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La incomparable Palabra de Dios

25 Julio 2017

La incomparable Palabra de Dios
por Charles R. Swindoll

Salmos 19

Mientras David considera el impacto de la comunicación escrita de Dios en la segunda sección del Salmo 19, él siente el impulso de elogiar el valor de la Escritura. Él utiliza dos ilustraciones con el propósito de hacer una comparación:

1. Oro… oro fino (v. 10). David, siendo el rey de Israel, conocía el valor que tiene el oro. Él tenía mucho oro.  Y al igual que en la actualidad, se le consideraba una de las posesiones más preciadas. El poder de un rey — su capacidad de gobernar y realizar sus actividades — se medía parcialmente por la cantidad de oro en su tesoro. La frase, «oro fino» se refiere al oro purificado en contraste con piezas de joyería, monedas o polvo al azar. A través de la historia, este metal preciado sigue un proceso riguroso con el cual se remueven las impurezas, incluyendo otros metales. El resultado es la riqueza concentrada y no adulterada en la forma de un lingote.

2. Miel… panal (v.10) David dice que la Palabra de Dios es más dulce que la mayoría de los alimentos. Note que no se está refiriendo solamente a la miel si no a la miel que fluye del panal. Durante mucho tiempo de su juventud, David vivía en el desierto y aprendió a sobrevivir en él. Pregúntele a cualquier experto en supervivencia y él le dirá que encontrar un panal de miel es como encontrar un tesoro. Son puras calorías en la forma más deliciosa. Además, existen varias metáforas que podemos considerar:

Es provista por el trabajo de alguien más; la abeja prácticamente nos la sirve en el plato.

Es un alimento natural que no necesita una gran cantidad de tiempo de digestión para que comience a funcionar. La miel provee energía instantánea.

Tiene un sabor incomparable. No hay nada que tenga la dulzura y el rico sabor de la miel.

En pocas palabras, la miel es una analogía muy apropiada.

Lea nuevamente esas tres cosas teniendo en mente la Palabra de Dios. Tenemos su palabra por medio del esfuerzo de otra persona. Empieza a funcionar inmediatamente que entra a nuestro sistema espiritual. Y no existe otra literatura que pueda compararse con su singularidad.

Finalmente, los versículos 11 al 13 hablan de maneras específicas en que la verdad de Dios funciona dentro de nosotros. A través de las Escrituras se nos advierte acerca del mal y de otros peligros potenciales. El individuo que realmente conoce y aplica su Biblia evita una gran cantidad de pecados simplemente porque cree en las señales de advertencia de Dios.

Los principios bíblicos también nos aseguran una recompensa personal, «un gran galardón». Además nos proveen de discernimiento y con ello me refiero a la habilidad de saber lo que es bueno y lo que es malo.

La buena aplicación de la Palabra de Dios, aunque suene algo muy simple, es una de las señales más confiables de madurez según Hebreos 5:14. «Pero el alimento sólido es para los maduros; para los que, por la práctica, tienen los sentidos entrenados para discernir entre el bien y el mal».

La palabra de Dios también revela el error, el pecado, la presunción y la transgresión de aquellos que meditan en las páginas de la Escritura.

Afirmando el alma
¿Cómo se ha beneficiado de su conocimiento de la Biblia? Piense en términos prácticos, tales como el matrimonio, la familia, el trabajo, la ética y la toma de decisiones. Repase el Salmo 19 y considere los «errores», las «faltas ocultas» (v. 12) así como los «pecados de arrogancia» (v. 13). Pídale a Dios que se los revele esta semana.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

¿Hay para Dios alguna cosa difícil?

25 DE JULIO

ESCRITURA:

Génesis 18:14a: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil?

TESORO BÍBLICO:

Un niñito trataba de mover una roca mientras su padre le observaba de lejos. El pequeño empujaba agotado, mas no podía darle vuelta a la piedra. Su papá, con una sonrisa, le preguntó: “¿Estás usando toda tu fuerza?” El niño respondió: “Sí, papi. Uso toda mi fuerza.” Y el papá le explicó: “No, no la estás usando porque no me has pedido que te ayude. Mi fuerza es tu fuerza.”

En ocasiones luchamos con problemas y decimos: “No sé qué hacer.” Nuestro Padre quiere que digamos: “Yo ya no tengo fuerzas”, y pidamos su ayuda. Él está allí. No hay ningún problema demasiado grande para Jesús. ¿Cree en eso? Esperamos que sí.

PUNTO DE ACCIÓN:

¿Posee algún problema que se le sale de las manos? Entrégueselo a Jesús. Él puede hacerse cargo de éste.

Este devocional procede de los mensajes del Dr. Adrián Rogers del Ministerio EL AMOR QUE VALEhttp://www.elamorquevale.org

Escúchenos gratuitamente en: http://www.oneplace.com/ministries/el-amor-que-vale/listen/broadcast-archives.html

Véanos en línea en http://www.lightsource.com/ministry/el-amor-que-vale/

Prohibida toda reproducción para la venta. Prohibida la producción o reproducción de los materiales de EL AMOR QUE VALE en video o audio.

Apelación de fe

DÍA 9


Salmo 7
Apelación de fe
Dosis: Defensa divina

“¡Sálvame, SEÑOR mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.” (Salmo 7:1–2) (NVI)

¿Alguna vez te has sentido perseguida? ¿Te acusaron injustamente? ¿Desgarraron tu alma? David vivió esta experiencia. Este Salmo es una de las oraciones que él hace frente a acusaciones injustas, cuando tuvo que confrontar a uno de sus enemigos y vindicar su inocencia: “SEÑOR mi Dios, ¿qué es lo que he hecho? ¿Qué mal he cometido? Si le he hecho daño a mi amigo, si he despojado sin razón al que me oprime, entonces que mi enemigo me persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos.
David dialoga con Dios acerca de su conciencia limpia. ¡Qué importante es hacer esto en medio del conflicto! Cuando tal vez la otra parte involucrada no está dispuesta a escucharnos, debemos ir en oración a Dios y pedir su auxilio. David aquieta su alma en la presencia de Dios y le pide que sea Él quien lo defienda. Apela a su justicia utilizando verbos activos: ¡levántate, álzate o enfréntate y despierta!:“¡Levántate, SEÑOR, en tu ira; enfréntate al furor de mis enemigos. ¡Despierta, oh Dios, e imparte justicia!”.
Si te acusaron injustamente, si malinterpretaron tus palabras o tus actitudes tienes a quien acudir. En vez de tomar venganza por sus propias manos, David deja su asunto en las manos de Dios. Le pide que Él actúe confiando plenamente en su justicia. ¿Has aprendido a confiar en Dios hasta este límite? Muchas veces cuando tratamos de resolver las cosas por nosotras mismas, en vez de arreglarlas las empeoramos. David en oración dice “hazlo tú Señor”, “vindica tú mi nombre, revela tu justicia”.
Es interesante notar que no hace esto de una forma ligera, pues ya se ha hecho un auto-examen por eso puede apelar a la justicia de Dios: “Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo; Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón. Mi escudo está en Dios, Que salva á los rectos de corazón. Dios es juez justo: Y Dios está airado todos los días contra el impío”.
Frente a las injusticias de la vida, David puede asegurar que “Dios es su escudo” por eso termina el Salmo alabándolo: “¡Alabaré al SEÑOR por su justicia! ¡Al nombre del SEÑOR altísimo cantaré salmos!”.26

Oración: Señor enséñame a resguardarme en ti como mi escudo y a confiar plenamente en tu justicia. Amén.

De Vergara, P. A., de Vera, A. D., & Harris, K. O. (2012). Isha-Salmos: Una dosis diaria de fe para ti. (P. A. de Vergara, Ed.) (Primera Edición, p. 24). Lima, Perú: Ediciones Verbo Vivo.

Gedeón

25 JULIO

Jueces 8 | Hechos 12 | Jeremías 21 | Marcos 7

En muchos aspectos, Gedeón fue un gran hombre. Cauteloso cuando el Señor lo llamó por primera vez, tomó los primeros pasos de la obediencia de noche (Jueces 6). Luego, lleno del Espíritu del Señor (6:34) y convencido de que Dios estaba con él gracias a dos señales extraordinarias (6:36–40), dirigió a su pequeño grupo de trescientos hombres hacia una impresionante victoria sobre los madianitas (Jueces 7).

No obstante, a pesar de toda su grandeza, Gedeón representa un poco de lo que anda mal en la nación. Graves defectos de carácter y la inconsistencia se multiplican y se corrompen, de manera que al final del libro, la nación entera se encuentra en un estado desastroso.

En el primer incidente de Jueces 8, Gedeón sale bien parado y los hombres de Efraín bastante mal. Nadie estaba dispuesto a pelear contra los madianitas antes de que Dios levantara a Gedeón. Ahora que la victoria con Gedeón fue tan asombrosa, los hombres de Efraín le acusan de no invitarles a participar de la lucha con anterioridad. Él responde de manera diplomática, alabando sus esfuerzos en la etapa final de la operación, y ellos quedan aplacados (8:1–3). Ni los pueblos de Sucot y Peniel, ni Gedeón quedaron bien (8:4–9, 13–17). Los residentes de estos pueblos son cobardes, sin principios y dispuestos a mantenerse neutrales hasta ver en qué dirección están soplando el viento. Sin embargo, la respuesta de Gedeón, por justa que parezca, es vengativa. Cuando se trata de la ejecución de los reyes madianitas Zeba y Zalmuna (8:18–21), su decisión no se basa exactamente en principios de justicia pública ni en los mandatos del Señor en cuanto a la limpieza de la tierra. Más bien, se deja llevar por una venganza personal: sus propios hermanos habían muerto en la guerra.

Por un lado, Gedeón no parece tener sed de poder. Rechaza la aclamación popular que buscaba hacerle rey, afirmando que sólo Dios debe gobernar sobre este pueblo del pacto (8:22–23). Pero luego tropieza de manera muy fea. Solicitó anillos de oro y acaba con tal cantidad que construye un efod elaborado, una vestimenta externa adornada con más de diecinueve kilos de oro. El estado de la religión en Israel es tan deplorable que este efod pronto se convirtió en un objeto de idolatría, no sólo para la nación, sino incluso para la familia de Gedeón (8:27). La lealtad al pacto que logra mantener en la nación es sólo parcial.

Se avecinan peores problemas. Toma, no dos ni tres esposas, sino muchas y tiene setenta hijos. A su muerte, la nación regresa a un paganismo desenfrenado y demuestra una ingratitud tenaz hacia la familia de Gedeón (8:33–35). Y uno de sus hijos, Abimelec, resulta ser un carnicero cruel y sediento de poder (Jueces 9).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 206). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La realidad de la fe

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Hebreos 11:1

Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.

Santiago 1:22

La realidad de la fe

A veces se les reprocha a los cristianos vivir en un sueño, sobre todo cuando evocan la perspectiva del más allá. Los opositores a la fe se jactan de vivir en el mundo real. Dicen que la fe de los cristianos es una huida ante la realidad, una especie de autosugestión que, según ellos, los hace vivir en un mundo imaginario.

Al contrario, la Biblia enseña a enfrentar la realidad; al que vive en el mal, le pide volver en sí mismo, dejar de huir, abandonar lo ilusorio. ¡Si soy cristiano, no soy un soñador irresponsable! Estoy seguro de que habrá un más allá mejor, pero esta esperanza no me hace despreciar la realidad de todos los días, porque es en la tierra donde debo vivir mi fe para la gloria de Dios.

Las Santas Escrituras me ponen continuamente ante la verdad y la realidad. Lejos de llevarme a esconderme en paraísos imaginarios, la Palabra de Dios me invita a estar despierto y me advierte que la vida cristiana no siempre es fácil. Puedo afrontar esta realidad con Jesucristo: me dio la prueba de su amor sufriendo por mis pecados en la cruz y llevando sobre sí mismo el castigo que yo merecía. Prometió que estaría conmigo todos los días (Mateo 28:20), y puedo confiar en él. La fe me llena de certezas para mi vida presente y para el más allá.

“Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Timoteo 1:15).

1 Crónicas 6:49-81 – Lucas 9:44-62 – Salmo 88:8-12 – Proverbios 20:4-5

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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