Entrar por la puerta

Entrar por la puerta

8/5/2017

Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia. (Tito 3:5)

Cuando usted entra por la puerta estrecha de la salvación, tiene que pasar solo. Tal vez una puerta de torniquete represente mejor el concepto de la puerta estrecha. Solo una persona a la vez, sin equipaje, puede pasar por una puerta de torniquete. Dios ha ordenado que las personas entren en su reino individualmente, no en grupos. Usted no puede aprovecharse de lo que haya logrado su iglesia, su familia o sus amigos, sin que importe cuán espirituales sean.

La puerta de Dios es tan angosta que además de pasar por ella solo, tiene que ir desnudo. No puede pasar por la puerta vestido de pecado y terquedad. Como dijera el himno: “Nada en la mano llevo, sino que a tu cruz me aferro”. Ese es el camino de la cruz, que es el evangelio. Y el evangelio es la puerta estrecha, que implica negación de sí mismo. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mt. 16:24-25).

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Diez significados de Yahweh

AGOSTO, 05

Diez significados de Yahweh

Devocional por John Piper

Dijo además Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: “El Señor, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros.” Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación. (Éxodo 3:15)

El nombre de Dios casi siempre se traduce como SEÑOR (con todas las letras en mayúsculas) en diferentes versiones de la Biblia. Pero en hebreo se pronuncia de un modo parecido a Yahweh, y proviene del término que significa ‘Yo soy’.

Por lo tanto, cada vez que oímos la palabra Yahweh, o cada vez que vemos la palabra SEÑORen la Biblia, deberíamos pensar: este es un nombre propio (como Pedro o Juan) basado en el término que significa ‘Yo soy’ para recordarnos cada vez que Dios absolutamente es.

Hay al menos diez cosas que el nombre Yahweh, ‘YO SOY’, dice acerca de Dios:

1. Él jamás tuvo un principio. Todos los niños preguntan: «¿Quién hizo a Dios?». Y todo padre sabio responde: «Nadie hizo a Dios. Dios simplemente es y siempre fue. No tuvo principio».

2. Dios jamás tendrá un final. Si nunca nació, tampoco puede dejar de ser, porque él es.

3. Dios es la realidad absoluta. No hay realidad antes de él. No hay realidad fuera de él, a menos que él mismo así lo desee y la cree. Él es todo lo que fue desde la eternidad. Ningún espacio, ni universo, ni vacío. Solo Dios.

4. Dios es totalmente independiente. No depende de nada que asegure su existencia, ni necesita de nada que lo sostenga, ni que lo aconseje, ni que haga lo que él es.

5. Todo lo que no es Dios depende enteramente de Dios. La totalidad del universo es absolutamente secundaria. Existe porque Dios lo creó y sigue existiendo, a cada momento, por la decisión de Dios de mantener su existencia.

6. Todo el universo, en comparación a Dios, es como nada. La realidad dependiente y contingente es a la realidad independiente y absoluta, como la sombra es a la sustancia. Como el eco es al trueno. Todo lo que nos asombra del mundo y de las galaxias, comparado a Dios, es como nada.

7. Dios es constante. Es el mismo ayer, hoy y siempre. No puede mejorar. No se está convirtiendo en nada. Él es quien él es.

8. Dios es el parámetro absoluto de verdad, bondad y belleza. No hay libro de la ley por el que él se rija para saber lo que es correcto. No hay registro que establezca hechos y acontecimientos. No hay gremio que pueda determinar lo que es excelente o bello. Él mismo es el estándar de lo que es correcto, lo que es verdadero, lo que es bello.

9. Dios hace todo lo que le place hacer y esto es siempre correcto y siempre es bello y siempre es acorde a la verdad. Toda realidad que se halle fuera de él, él la creó y la diseñó y la gobierna como la absoluta realidad. Por lo tanto, es totalmente libre de cualquier condición que no se haya originado según el consejo de su propia voluntad.

10. Dios es la persona y la realidad más valiosa e importante del universo. Él es más digno de interés y atención y admiración y deleite que todas las demás realidades, incluyendo el universo entero.

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¿Irán vuestros hermanos a la guerra, y vosotros os quedaréis aquí?

5 de agosto

«¿Irán vuestros hermanos a la guerra, y vosotros os quedaréis aquí?».

Números 32:6

Los parientes tienen sus obligaciones. Los rubenitas y los gaditas no se habrían mostrado muy fraternales si, después de reclamar para sí la tierra que ya había sido conquistada, hubiesen dejado a los demás luchar solos por sus posesiones. Nosotros hemos recibido mucho por medio de los esfuerzos y sufrimientos de los santos de la antigüedad, y si no retribuimos con algo por todo ello a la Iglesia de Cristo, dándole nuestras mejores energías, somos indignos de contarnos en sus filas. Otros están combatiendo valientemente los errores del mundo o sacando a aquellos que se pierden de entre las ruinas de la Caída; si nosotros nos cruzamos ociosamente de brazos, necesitaremos que se nos exhorte para que la maldición de Meroz no caiga sobre nosotros. El Señor de la viña dice así: «¿Por qué estáis aquí todo el día ociosos?». ¿Cuál es la excusa del haragán? El servir a Jesús personalmente se convierte tanto más en el deber de todos cuando algunos lo llevan a cabo alegre y ampliamente. Las fatigas de los consagrados misioneros y de los pastores fervientes nos avergonzarán si nos sentamos en la indolencia. El evitar las pruebas constituye la tentación de «los reposados en Sion» (Am. 6:1). De buena gana evitarían estos la cruz y, sin embargo, llevarían la corona. Para los tales es muy apropiada la pregunta que tenemos para meditar en esta noche: si lo más precioso se prueba con fuego, ¿hemos de eludir nosotros el crisol? Si el diamante debe sufrir la tortura de la rueda, ¿vamos nosotros a ser perfectos sin sufrimiento? ¿Quién ha ordenado al viento que deje de soplar porque nuestro barco se halla encima del abismo? ¿Por qué debemos nosotros ser tratados mejor que nuestro Señor? Si el primogénito experimentó la vara, ¿por qué no lo harán los hermanos menores? La elección de una almohada suave y una cama blanda para un soldado de la cruz supone una ostentación cobarde. Es mucho más sabio quien, habiéndose sometido a la voluntad de Dios, crece mediante la energía de la gracia para satisfacerse con ella y, así, aprende a recoger lirios al pie de la cruz o, como Sansón hiciera, a hallar miel en la boca del león.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 227). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Esperando con paciencia

5 Agosto 2017

Esperando con paciencia
por Charles R. Swindoll

Salmos 26

David concluye su canción acerca del afán del maltrato injusto pero antes decide comprometerse a tener paciencia.

6. Resolución: Pacientemente esperaré el alivio (vv. 9-12)

No recojas mi alma junto con los pecadores
ni mi vida con los hombres sanguinarios,
en cuyas manos hay infamia
y cuya mano derecha está llena de soborno.
Pero yo andaré en mi integridad;
redímeme y ten misericordia de mí.
Mis pies se han afirmado en suelo llano;
en las congregaciones te bendeciré, oh Señor.

Hay algo en la naturaleza humana que nos impulsa a tratar de resolver las cosas rápidamente. En esta sección de su canción, David no dice que eso es  lo que la gente a su alrededor hace. La mayoría decía que ellos no aguantarían tal cosa. Otros buscaban los malos deseos y las manos llenas de soborno. Pero David no iba a hacer eso. Él se separó de ellos diciendo: «Pero yo andaré». En hebreo, el pronombre es extremadamente enfático.

Él quería que se supiera que a diferencia de la mayoría, él no iba a caer en el pánico e involucrarse en esas ansiedades carnales y actividades de auto vindicación que solo producen úlceras. ¡De ninguna manera! ¿Qué es lo que dice entonces?

«Yo andaré en mi integridad» y le pide a Dios que le ayude.

Esas palabras muestran confianza y una gran calma.
En lo que respecta a mi situación actual: «… caminaré en integridad».
En lo que respecta a mi defensa: «… redímeme y ten misericordia de mí».
En lo que respecta a mis sentimientos internos: «…mis pies se han afirmado».

A eso le llamo yo estabilidad. A eso le llamo yo una paciencia admirable. Eso es seguridad. Allí no hay noches sin dormir, no hay dudas constantes, sólo la paciencia esperando.

El versículo utiliza el término, «redimir». Esta palabra viene del hebreo, «padah» que significa liberar o dar un rescate. Es un término de liberación. Da la idea de liberar a alguien de una tensión terrible o de la misma muerte. Y no pase por alto la frase intrigante en el versículo 12: «… mis pies se han afirmado en suelo llano». Esa frase, «en suelo llano» viene del término hebreo, «mishore», que proviene del verbo, «yashar» y significa liso o derecho. El primer término entonces habla de algo plano y representa la idea de un lugar alto, con una amplia visión en contraste a un lugar en una cueva profunda donde no se puede ver nada.

¿Entiende el concepto? David está complacido de esperar en el Señor y mantenerse objetivo. Cuando él espera en Dios para que lo libere, eso le permite mantener una perspectiva panorámica; él puedo ver el proceso completo desde la perspectiva de Dios, no desde su propia perspectiva humana limitada. En resumen, él puede mantenerse sabio.

Estoy seguro que puede anticipar la aplicación. Cuando esperamos pacientemente en la liberación de Dios, podemos mantenernos en calma, ser objetivos y sabios en medio del maltrato. Podemos contar que nuestro Dios nos liberará en el momento justo. Mientras tanto, la espera nos permite mantenernos en la perspectiva de Dios.

Repase nuevamente las seis resoluciones de David que le ayudarán a aguantar el maltrato:

1. Seré transparente ante el Señor.
2. Recordaré su amor y continuaré obedeciendo su Palabra.
3. Rehusare la tentación de vengarme.
4. Mantendré una actitud positiva.
5. Seré fiel en mi adoración pública.
6. Esperaré pacientemente el alivio.

Afirmando el alma
¿Está de acuerdo con cada una de las resoluciones o necesita aceptar una o dos de ellas? ¿Conoce usted a alguien en este momento que esté sufriendo el afán del maltrato? En caso que así sea, ¿por qué no escribirle una nota de ánimo? O tal vez algo mejor, vaya consuélele en persona.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

En la época en la que no había rey en Israel

5 AGOSTO

Jueces 19 | Hechos 23 | Jeremías 33 | Salmos 3–4

Una vez llegamos a Jueces 19, vemos que la ley de la jungla ha triunfado en la joven nación de Israel.

El levita que ya conocimos ha tomado ahora para sí una concubina. (Los levitas se supone que sólo se casaban con vírgenes; ver Levítico 21:7, 13–15.) Esta le fue infiel y lo abandonó para regresar a casa de su padre. El levita la quiso recuperar, así que viajó a Belén y la encontró. Dado que emprendieron su viaje de regreso por la tarde, no lograron completar la travesía en un día. Y como preferían no detenerse en uno de los pueblos cananeos, siguieron hasta Gabaa, un poblado de la tribu de Benjamín. Un residente local advirtió al levita y a su concubina de que no se debían quedar a dormir en la plaza, pues era muy peligroso, y los acogió en su casa.

Por la noche, una multitud de vándalos lujuriosos le pidieron al dueño de la casa que les sacara al levita para sodomizarlo. Esto es impresionante. En primer lugar, bajo los estándares sociales del antiguo Oriente Próximo, era inconcebible no mostrar hospitalidad—y ellos quieren violar en grupo a un visitante. A medida que continúa el relato, queda muy claro que violarían tanto a hombres como mujeres; en realidad no les importa.

Pero quizás el momento más horrible de la narración ocurre cuando el dueño de la casa, al recordar las reglas de hospitalidad y seguramente atemorizado también por su propia seguridad, les ofrece a su hija y a la concubina del levita. El relato es breve y escueto, pero no hace falta demasiada imaginación para visualizar el terror—dos mujeres cuyos hombres no las defienden sino que las abandonan y las traicionan, ofreciéndolas a una alborotada chusma de violadores para salvar sus propios pellejos. La multitud insistió en que eso no era suficiente, de manera que el levita agarra a su concubina y la saca a la puerta, sola. Así comenzó su última noche en la tierra, en una pequeña ciudad que pertenecía al pueblo de Dios.

Al amanecer, vemos al levita ordenarle a esta mujer que se levante porque es hora de partir, pero se da cuenta de que está muerta. Arrastra el cadáver y se lo lleva a su casa, donde lo divide en doce pedazos y envía una parte a cada tribu de Israel, como quien dice, en esencia: ¿Cuándo acabará la violencia? ¿En qué momento diremos basta y cambiaremos estas costumbres horribles?

En la época en la que no había rey en Israel” (19:1).

Pero, ¿qué decir de su propia complicidad y profunda cobardía? El absoluto horror de los pedazos desmembrados del cuerpo seguramente provocaría una reacción, pero durante esta época, no sería la respuesta justa de un pueblo bíblico, pensativo y controlado. Sólo alguien muy ingenuo podría pensar que esto no produciría el descenso a una vorágine de maldad y violencia.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 217). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Quién me ha tocado?

sábado 5 agosto

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos.

Mateo 7:21

Y estando fuera empecéis a llamar a la puerta… comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá:… apartaos de mí todos vosotros.

Lucas 13:25-27

¿Quién me ha tocado?

Jesús se dirigía a la casa de un jefe de la sinagoga cuya hija estaba enferma. Una gran multitud lo acompañaba. De repente Jesús se detuvo e hizo una inesperada pregunta: “¿Quién es el que me ha tocado?”. Los discípulos, traduciendo la sorpresa general, respondieron: “Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado?” (Lucas 8:45).

Una mujer se acercó y le confesó que después de haber buscado en vano la sanación a través de los médicos, había tocado el borde de su manto. Inmediatamente había quedado curada de su enfermedad. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz” (Lucas 8:48).

Hoy los cristianos pueden ser comparados a esas personas que se agolparon alrededor de Jesús. Y él hace esta pregunta a cada uno: “¿Quién es el que me ha tocado?”. ¿Quién de nosotros lo ha “tocado” realmente? Alcanzados por la terrible “enfermedad” del pecado, no podemos ser curados por ningún médico. Pero Jesús está ahí, a nuestro alcance. Él tiene el poder para curar nuestra alma, es decir, para perdonar nuestros pecados y darnos la vida eterna. Para ello es necesario «tocarlo», es decir, tener un contacto personal con él mediante la fe.

Si nos contentamos con formar parte de “la multitud”, pasamos al lado del único medio real para ser curados. Acerquémonos con confianza al Señor, y él nos dirá: “Tu fe te ha salvado; ve en paz”.

1 Crónicas 18 – Lucas 15 – Salmo 90:13-17 – Proverbios 20:25-26

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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