El camino angosto

El camino angosto

8/10/2017

Angosto el camino que lleva a la vida. (Mateo 7:14)

La puerta estrecha de la salvación lleva al camino angosto de la vida recta. Por el contrario, la puerta ancha de la condenación lleva al camino espacioso de la vida descuidada y perversa.

Hubo una vez un hombre que escogió el islam en lugar del cristianismo porque para él el Islam “es una senda noble y espaciosa. Hay lugar en ella para un hombre y sus pecados. El camino de Cristo es demasiado angosto”.

Lamentablemente, en la actualidad hay muchos que se dicen cristianos que no ven el asunto con tanta claridad como ese musulmán. No entienden ni aceptan la definición de Jesús del camino angosto como la senda exigente y difícil. Es la vida de sacrificio y de esfuerzo intenso. Si está llevando esa vida, peleará “la buena batalla de la fe, [echará] mano de la vida eterna, a la cual asimismo [fue] llamado” (1 Ti. 6:12).

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Ten piedad de mí, oh Dios

AGOSTO, 10

Ten piedad de mí, oh Dios

Devocional por John Piper

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones. (Salmos 51:1)

Lo dice tres veces: «Ten piedad», «conforme a tu misericordia», y «conforme a lo inmenso de tu compasión».

Eso es lo que Dios había prometido en Éxodo 34:6-7:

El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; el que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable.

David sabía que había culpables que no serían perdonados. Y que había culpables que, por alguna misteriosa obra de redención, no serían contados entre los culpables, sino que serían perdonados. El Salmo 51 es su manera de aferrarse a ese misterio de misericordia.

Nosotros sabemos más que David acerca del misterio de la redención: conocemos a Cristo. Pero nos asimos de la misericordia de la misma manera que él.

Lo primero que David hace es volverse rendido hacia la misericordia y el amor de Dios. Hoy en día, esto significa volverse a Cristo en esa misma condición.

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El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados

10 de agosto

«El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados».

Mateo 9:6

He aquí una de las más extraordinarias habilidades del gran Médico: ¡tiene poder para perdonar pecados! Mientras vivió aquí —aun antes de que pagase el rescate, antes de que se rociara la sangre sobre el propiciatorio—, Jesús tenía poder para perdo nar. ¿Acaso no lo tendrá ahora, después de haber muerto por el pe cador? ¡Qué poder debe residir en Aquel que pagó puntualmente todas las deudas de su pueblo hasta el último céntimo! Ahora, que ha terminado con la transgresión y vencido el pecado, Jesús tiene un poder ilimitado. Si lo dudas, ¡míralo mientras resucita de entre los muertos; contémplalo en su creciente esplendor, ya exaltado a la diestra de Dios! ¡Óyelo cuando intercede delante del eterno Padre, mostrando sus heridas, presentando los mé ritos de su sagrada Pasión! ¡Qué poder para perdonar hay en él! «Subiendo a lo alto […] dio dones a los hombres» (Ef. 4:8). «A éste Dios ha exaltado con su diestra […] parar dar a Israel arre pentimiento y perdón de pecados» (Hch. 5:31). El rojo carmesí de su sangre borra los pecados más escarlatas que haya. Querido lector, cualquiera que sea en estos momentos tu maldad, Cristo tiene poder para perdonar: para perdonarte a ti y a millares de otros como tú. Con una sola palabra lo hará. Él no necesita hacer nada más para obtener tu perdón; pues toda la obra de expiación ha quedado concluida. Él puede, en respuesta a tus lágrimas, perdonar hoy tus pecados y hacértelo saber: es capaz de infundir en tu alma, en este mismo momento, una paz con Dios que sobrepase to do entendimiento, la cual brotará de la perfecta remisión de tus múltiples iniquidades. ¿Crees esto? Yo confío en que lo crees. ¡Puedes experimentar ahora mismo el poder de Jesús para perdonar pecados! No tardes en acudir al Médico de las almas, sino ve pronto a él y dile palabras como estas:

Lávame, por piedad; por amor, límpiame

con tu sangre, Cordero de Dios;

y mi lengua agradecida cantará

alabanza, bendición y amor.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 232). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Booz se casó con Rut

10 AGOSTO

Rut 3–4 | Hechos 28 | Jeremías 38 | Salmos 11–12

Los académicos no se ponen de acuerdo sobre la importancia social de cada acción que se toma en Rut 3–4, pero la línea general es bastante clara. Es casi seguro que no se seguían muy consistentemente las leyes del levirato, las cuales permitían u ordenaban a los hombres casarse con sus cuñadas viudas bajo algunas circunstancias para mantener el nombre familiar. Siguiendo las instrucciones de Noemí, Rut tomó un poco de iniciativa: se acostó a los pies de Booz en un área donde sólo dormían los hombres. Cuando él se despertó, ella de dijo: “Extiende sobre mí el borde de tu manto, ya que tú eres un pariente que me puede redimir” (3:9). Esto fue una invitación, pero no barata. Le indicó a él su disposición de ser su esposa, si Booz ejecutaba su deber como pariente-redentor. Booz lo recibió como un halago: aparentemente, había suficiente diferencia de edad entre ellos (3:10, sumado a su costumbre de referirse a Rut como “hija mía”) de modo que le conmueve la disposición de ella para casarse con él en vez de buscar a los jóvenes.

La historia continúa con integridad romántica. A Hollywood no le gustaría en absoluto: no hay nada de sexo apasionado, y menos prematrimonial. Pero el relato tiene un encanto seductor, junto con un respeto íntegro a la tradición y al procedimiento, así como un claro conocimiento de la naturaleza humana. Finalmente, Noemí predice con seguridad que Booz “no va a descansar hasta dejar resuelto este asunto hoy mismo” (3:18).

Tenía razón, desde luego. La puerta de la ciudad era el lugar para los acuerdos públicos y allí Booz tomó a diez ancianos como testigos y con delicadeza exigió que el hombre que era el pariente más cercano de Noemí (y que por tanto tenía derecho a rehusar primero) cumpliera sus obligaciones como pariente-redentor o abandonara legalmente esa posibilidad (4:1–4). Aparentemente, en aquella época los derechos matrimoniales estaban vinculados a la posesión de la tierra del marido difunto. A este pariente-redentor le hubiera encantado obtener la tierra, pero no quiso casarse con Rut. Su hijo primogénito en ese tipo de unión recibiría la propiedad y herencia familiar del marido difunto; los próximos hijos heredarían del padre natural. Pero la situación era complicada. ¿Y qué si Rut sólo engendraba un hijo?

Así que Booz se casó con Rut y ella dio a luz un hijo, a quien llamaron Obed. A Noemí no sólo le regalan un nieto, sino una familia entera dispuesta y capaz de cuidar de ella.

En cierto sentido, esta es una historia sencilla de la fidelidad de Dios en las cosas pequeñas de la vida, en una época de malestar social, declive religioso, confusión política y anarquía frecuente. Dios aún tiene a su pueblo: trabajando arduamente, actuando con honor, casándose, engendrando hijos, cuidando de los mayores. No tenían idea de que el linaje de Obed engendraría al rey David y, según la carne, al Rey Jesús.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 222). Barcelona: Publicaciones Andamio.

En busca de la ayuda de Dios

10 Agosto 2017

En busca de la ayuda de Dios
por Charles R. Swindoll

Salmos 27

Aunque la primera reacción de David hacia el temor no era un ruego de auxilio lleno de pánico, eso no significaba que él vivía en negación. Más bien, significaba que él celebraba el poder de Dios y recordaba los triunfos pasados. David utilizaba ese momento para pedirle a Dios lo que necesitaba. Sin el pánico atacándolo, David expresaba sus deseos con una emoción intensa.

Peticiones

Escucha, oh Señor,
mi voz con que clamo a ti.
Ten misericordia de mí y respóndeme.
Mi corazón ha dicho:
“Busquen su rostro”.
¡Tu rostro buscaré, oh Señor!
No escondas de mí tu rostro;
no apartes con ira a tu siervo.
Tú has sido mi ayuda;
no me dejes ni me desampares,
oh Dios de mi salvación.
Aunque mi padre y mi madre me dejen,
con todo, el Señor me recogerá.
Enséñame, oh Señor, tu camino;
guíame por sendas de rectitud
a causa de los que me son contrarios.
No me entregues a la voluntad de mis adversarios,
porque contra mí se han levantado
testigos falsos que respiran violencia. ( vv. 7-12)

Más que analizar estos versículos de manera individual, analicémoslos como un conjunto. Observe los imperativos que aparecen en estos versículos.

Versículo 7: » Escucha… ten misericordia de mí… respóndeme».
Versículo 9: » No escondas… no apartes… no me dejes ni me desampares».
Versículo 11: «Enséñame…guíame».

Versículo 12: «No me entregues a… mis adversarios».
A mí me parece que David no está haciendo una oración monótona como si fuera un rezo mecánico. Yo creo que David está abriéndose ante Dios, una oración llena de determinación. De manera respetuosa y con efervescencia ilimitada, el compositor menciona sus peticiones sabiendo que son parte de la voluntad de Dios. En otras palabras, David no le estaba pidiendo a Dios nada que él no le hubiese prometido ya. En la actualidad, sería bueno que imitásemos al salmista con esa clase de oraciones. Después de todo, el Señor quiere concedernos esas peticiones. Los siguientes son tres versículos que hablan del mismo tema:

Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia para que alcancemos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4:16).
La ferviente oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho (Santiago 5:16).

Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias (Filipenses 4:6).

Cuando leo estos versículos, me doy cuenta que muchas veces nos hace falta ser más fervientes con nuestras oraciones. Nos falta ser más abiertos. Debemos pedirle a Dios de corazón. Nuestro Dios se complace cuando le pedimos honestamente y sin dudar.

Antes de pasar a la última estrofa de la canción de David, note lo que dice el versículo 10: «Aunque mi padre y mi madre me dejen, con todo, el Señor me recogerá». En medio de esa lista de peticiones, encontramos una admisión breve de David. Sus padres, por alguna razón que no conocemos, le habían «abandonado». El término original hebreo  significa abandono o deserción. A mí me intriga que los propios padres de David lo habían abandonado aun cuando él era un hombre justo. Pero también me emociona ver la seguridad de David al decir: «el Señor me recogerá».

¿Recuerda usted las conmovedoras palabras de Isaías 49:15 -16? ¡Qué gran esperanza nos ofrecen!

¿Acaso se olvidará la mujer de su bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas se olviden, yo no me olvidaré de ti. 16 He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada; tus murallas están siempre delante de mí.

El profeta, hablando de parte de Dios, dice que las madres tal vez pueden olvidarse de sus recién nacidos, pero el Señor nunca olvida a los suyos. Y eso le incluye a usted.

¿Le han abandonado? ¿Sus padres se han vuelto contra usted? Aun cuando usted ha intentado mantener una relación saludable con ellos, ¿ellos no le comprenden? ¿No están de acuerdo con usted? Rehúse caer en la amargura. Acepte la seguridad que el Señor quiere darle. Usted no tiene nada que temer porque usted tiene en su corazón al que ha vencido el temor. Su cuidado es más constante que el de sus padres.

Afirmando el alma
¿Pasa usted mucho tiempo bajo presión? (A propósito, la presión es otra forma de temor). Durante esta semana, planee al menos un par de veces, alejarse de sus actividades normales y dedique ese tiempo a cantarle alabanzas a Dios y a presentar sus peticiones. Mírelo como una inversión en su productividad espiritual.

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

¿Y mañana?

Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas… Teme al Señor, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.

Proverbios 3:5-8

¿Y mañana?

Muchas personas, ante la avalancha de consejos y advertencias para proteger el planeta o cuidar nuestra salud, reaccionan y se someten a una higiene de vida muy estricta. Pero, ¿basta esto para darnos la seguridad sobre el futuro? ¿Qué sucederá mañana?

Nuestro mañana será diferente si recibimos las palabras de Dios. Pero, ¿le damos crédito a Dios, o preferimos fiarnos de nuestra propia sabiduría?

Obviamente, creer lo que Dios dice es ver muy lejos, más lejos que el futuro inmediato, es la seguridad de una eternidad junto a Dios, completamente feliz. Pero quizás, y con razón, el día de hoy le preocupe y le impida ver más lejos. ¡A lo mejor usted no puede comprender qué beneficio le aportará el hecho de creer en Dios desde hoy!

Dios quiere darse a conocer a cada uno de nosotros como Aquel cuyo amor sobrepasa toda esperanza. Nos asegura aquello que nadie puede darnos: un futuro sin sombras en su presencia, y desde ahora la paz interior y el gozo, incluso en la adversidad. ¡Sí, aquello que los hombres buscan desesperadamente sin Dios, solo se encuentra en él!

Pero, dirá usted: si Dios existe, ¿cómo podría acercarse a él alguien como yo? Ciertamente esto no es posible… sin pasar por Jesucristo. Él se acercó a nosotros para atraernos a él. Nos pide que oremos con fe, que creamos que él hizo todo para llevarnos a Dios. ¡Lea el Evangelio, créalo, y así podrá mirar el futuro con confianza!

1 Crónicas 23 – Lucas 19:1-27 – Salmo 92:5-9 – Proverbios 21:5-6

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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