LA BONDAD DEL PODER DE DIOS

LA BONDAD DEL PODER DE DIOS

9/5/2017

Jehová es tardo para la ira y grande en poder. Nahum 1:3

El poder de Dios, uno de sus atributos principales, se muestra a menudo para nuestro bien. Nos apoya en nuestros problemas y fortalece nuestra vida espiritual. Casi al fin de su vida, Moisés le dijo al pueblo de Dios: “El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos” (Dt. 33:27).

En sus palabras de despedida a los discípulos, antes de su ascensión, Jesús prometió: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8).

Sean favorables o desfavorables nuestras cir­cuns­tan­cias externas, estas y otras promesas divinas acerca del poder de Dios están allí para que las reclamemos.

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La meta del amor de Cristo

SEPTIEMBRE, 05

La meta del amor de Cristo

Devocional por John Piper

Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria. (Juan 17:24)

Los creyentes en Jesús son hermosos para Dios (¡somos su esposa!), y él nos ama tanto que no permitirá que nuestra hermosura se convierta en nuestro dios.

Dios en verdad hace mucho en nosotros (nos adoptó), pero lo hace de modo que miremos fuera de nosotros mismos y podamos deleitarnos en su grandeza.

Pruébense a ustedes mismos. Si Jesús viniera a pasar el día con ustedes, se sentara junto a ustedes en el sofá y les dijera: «En verdad los amo», ¿en qué se enfocarían por el resto del día que pasarían juntos?

Creo que hay demasiadas canciones y prédicas que nos dan una respuesta errónea. Nos dejan con la impresión de que alcanzaríamos las mayores alturas del gozo meditando con recurrencia en el sentimiento de que somos amados. «¡Él me ama! ¡Él me ama!». En verdad aquello nos llena de gozo; pero no hallamos en eso ni las mayores alturas ni el enfoque correcto.

¿Qué queremos decir con la frase «soy amado»? ¿A qué nos referimos? ¿Qué significa «ser amado»?

Creo que hallaríamos el más grande de los gozos y el que más exalta a Cristo al contemplarlo todo el día y estallar en exclamaciones como «¡Cuán grande eres!, y ¡cuán asombroso!».

  • Él responde hasta la pregunta más difícil: su sabiduría es asombrosa.
  • Él toca a una llaga repugnante y en supuración: su compasión es asombrosa.
  • Él resucita a una mujer muerta en un consultorio médico: su poder es asombroso.
  • Él predice lo que sucederá en las próximas horas: su conocimiento anticipado es asombroso.
  • Él duerme durante un terremoto: su audacia es asombrosa.
  • Él dice «Antes que Abraham fuese, YO SOY»: sus palabras son asombrosas.

Paseamos con él profundamente maravillados de lo que nuestros ojos ven.

¿Acaso no consiste su amor en su deseo de hacer por nosotros todo lo que sea necesario hacer (incluso morir por nosotros) para que podamos maravillarnos en él sin ser incinerados por él? La redención, la propiciación, el perdón, la justificación, la reconciliación —todo eso tenía que suceder—. Todos esos actos constituyen la obra del amor.

Sin embargo, la meta del amor que hace que todas esas obras sean obras de amor es que estemos en él y que quedemos boquiabiertos al ver una gloria tan grande que nos deja atónitos. En esos momentos, nos olvidamos de nosotros mismos y lo vemos y sentimos a él.

Por eso es que ruego a los pastores y maestros: conduzcan a las personas, mediante las obrasdel amor de Cristo, a la meta de su amor. Si la redención y la propiciación y el perdón y la justificación y la reconciliación no nos llevan a deleitarnos en Jesús mismo, no son obras del amor.

Insistan en este punto: es el motivo de la oración de Jesús.

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¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar?

5 de septiembre

«¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar?».

Job 38:16

Algunas cosas de la naturaleza seguirán siendo enigmáticas para los investigadores más inteligentes y emprendedores. El conocimiento humano tiene límites que no es posible traspasar. Si esto es así con las cosas visibles y temporales, puedo estar seguro de que lo es más aún con las cosas espirituales y eternas. ¿Por qué, pues, tengo que torturar mi mente con conjeturas acerca del destino y el albedrío, en cuanto a la predestinación y la responsabilidad humana? Yo no soy capaz de comprender estas profundas y enigmáticas verdades, como tampoco puedo descubrir la profundidad que yace en lo más hondo, de donde el viejo océano extrae sus abundantes aguas. ¿Por qué he de ser tan curioso como para querer conocer la razón de los actos providenciales del Señor, el motivo de sus acciones y el designio de sus juicios? ¿Podré asir el sol con mi puño y sostener el universo con mi palma? No obstante, estas cosas son como una gota de agua comparadas con el Señor mi Dios. No procure yo, entonces, entender lo infinito, mas emplee mis energías en amar. Lo que no puedo conseguir con el entendimiento lo puedo poseer por el afecto, y con esto debo quedar satisfecho. Yo no puedo penetrar en el corazón del mar, pero sí gozar de las brisas que pasan veloces por su superficie y navegar sobre sus aguas con vientos propicios. Si yo pudiese entrar en las fuentes del mar, esa hazaña no tendría, ni para mí ni para otros, utilidad alguna, pues ni salvaría el barco que se está hundiendo ni devolvería al marinero ahogado a su esposa y sus hijos que lloran. Tampoco me serviría de algo la revelación que yo pudiese hacer en cuanto a los profundos misterios, pues el más insignificante amor a Dios y el más simple acto de obediencia para con él son mejores que el conocimiento más profundo. Señor mío, dejo en tus manos lo infinito y te ruego que apartes de mí cualquier afecto por el árbol de la ciencia que pueda privarme del árbol de la vida.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 259). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

¡Pasajes dignos de una meditación!

5 SEPTIEMBRE

1 Samuel 29–30 | 1 Corintios 10 | Ezequiel 8 | Salmos 46–47

1 Corintios 10 incluye varios pasajes dignos de una meditación prolongada. Pero hoy reflexionaremos sobre un pasaje que, superficialmente hablando, es uno de los más fáciles.

Pablo dice a los corintios que las cosas que la Escritura señala que les sucedieron a “nuestros antepasados” (10:1) ocurrieron “para servirnos de ejemplo, a fin de que no nos apasionemos por lo malo, como lo hicieron ellos” (10:6). Después de dar varios ejemplos, el apóstol vuelve a decir: “Todo eso les sucedió para servir de ejemplo, y quedó escrito para advertencia nuestra, pues a nosotros nos ha llegado el fin de los tiempos” (10:11).

(1) Es importante observar la diversidad de propósitos que tienen las Escrituras. En otra parte, por ejemplo, aprendemos que el Antiguo Testamento (o algunas partes del mismo) fue dado: para mostrar el pecado como la atrocidad que es, nada menos que transgresión; para preparar el camino de Cristo, no sólo mediante palabras proféticas, sino con modelos, patrones y “tipos” que anticiparan cómo sería el Cristo; para anunciar el tiempo en el que Dios actuaría definitivamente a favor de su pueblo; para advertir en contra del pecado y el juicio; y por muchas otras razones. Pero aquí la Biblia nos presenta ejemplos para evitar que persigamos cosas malvadas. Esto significa que, si bien los relatos del Antiguo Testamento nos ofrecen indudablemente más que “meras” lecciones morales, tampoco es menos que esto. A la vez que buscamos los complejos niveles de conexión interna en el canon, no podemos ignorar la instrucción moral que yace en la superficie misma del texto.

(2) Los pecados flagrantes que Pablo expone como ejemplo—idolatría, inmoralidad sexual, “poner en prueba” a Dios (es decir, dudar de su bondad o capacidad, como en Ex. 17:2) y murmuración (10:7–10) —no nos son ajenos a los creyentes contemporáneos.

(3) Según Pablo, la intención de Dios era que, al figurar este material en la Escritura, nosotros nos beneficiáramos; “nosotros” se refiere a aquellos a quienes “nos ha llegado el fin de los tiempos” (10:11). Sin duda, esto no se debe tomar como una declaración exhaustiva de la intención de Dios, pero ciertamente es fundamental. Por tanto, desde la perspectiva de Dios, los libros del Antiguo Testamento no eran sólo para su audiencia original. Son también para “nosotros” que vivimos en este momento formidable de la historia en el que estamos experimentando la primera etapa del cumplimiento de promesas eternas.

(4) La implicación de esto es que resulta mucho más chocante si nosotros, que hemos recibido tanta instrucción y advertencias desde la antigüedad, ignoramos el arsenal de beneficios que nos pertenece. En nuestra ceguera, a veces nos asombramos de que los personajes o grupos del Antiguo Testamento abandonaran tan rápidamente la herencia santa y el pacto que habían recibido. ¡Cuánto peor si lo hacemos nosotros!

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 248). Barcelona: Publicaciones Andamio.

¿Cómo se formó la Biblia?

Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

2 Pedro 1:21

Toda la Escritura es inspirada por Dios.

2 Timoteo 3:16

¿Cómo se formó la Biblia?

Unos 45 autores contribuyeron a su redacción. Pertenecieron a todos los ámbitos socioculturales. Entre ellos encontramos a Moisés, hombre de gran erudición, formado en la misma escuela que un faraón; Josué, un jefe de guerra; David, rey de Israel; Daniel, ministro de varios gobiernos sucesivos; Nehemías, copero real; Amós, pastor; Pedro, pescador; Mateo, recaudador de impuestos; Lucas, médico; Pablo, erudito y fabricante de tiendas.

Los libros que constituyen las Santas Escrituras fueron redactados en circunstancias a veces extrañas: Moisés escribió en el desierto, Jeremías y Pablo en la cárcel, Lucas durante sus viajes, Juan durante su exilio. Estos autores experimentaron todos los estados del alma: alegría, amor, temor, inquietud, desamparo, duda.

En el transcurso de varios siglos los autores inspirados por Dios escribieron las diferentes partes de la Biblia. El Antiguo Testamento fue redactado en el idioma hebreo con algunas porciones en arameo, mientras que el Nuevo Testamento fue escrito en griego. Pese a ello, el conjunto presenta una unidad humanamente inexplicable. Sus diferentes autores abordaron cientos de temas sin contradecirse.

¿Cómo es posible que hombres provenientes de épocas y lugares tan variados hayan podido expresar ideas convergentes sobre tan gran número de temas? No es nada sorprendente. Cualesquiera que sean los instrumentos que haya empleado, Dios mismo los inspiró y se reveló a lo largo de las páginas de la Biblia. Para conocer a Dios, escuchémosle: leamos su Palabra.

2 Crónicas 21 – 1 Corintios 12 – Salmo 103:19-22 – Proverbios 22:22-23

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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