Adoración en medio de una tormenta eléctrica

SEPTIEMBRE, 17

Adoración en medio de una tormenta eléctrica

Devocional por John Piper

Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. (Lucas 17:24)

Viajaba casi solo en el avión durante un vuelo de noche que iba de Chicago a Minneapolis, cuando el piloto anunció que había una tormenta eléctrica sobre el lago Michigan y hasta Wisconsin, y que haría que el avión bordeara el área por el lado oeste para evitar turbulencias.

Miraba por la ventanilla hacia la oscuridad absoluta, cuando de pronto el cielo entero se iluminó y una caverna de nubes blancas apareció a unos seis kilómetros por debajo del avión, para luego desaparecer.

Un segundo más tarde, un túnel blanco de proporciones colosales cruzó de norte a sur el horizonte con una luz fulminante, y nuevamente desapareció en la oscuridad. Pronto los relámpagos se volvieron casi constantes, y volcanes de luz hacían erupción desde las quebradas de las nubes y desde más allá de blancas montañas distantes.

Me quedé sentado negando con la cabeza casi en un gesto de incredulidad. Señor, si esas no fueran más que las chispas que saltan cuando afilas tu espada, ¡cómo será el día de tu venida! Y recordé las palabras de Cristo: «Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día» (Lucas 17:24).

Incluso ahora cuando traigo a memoria esa imagen, la palabra gloria cobra sentido hasta lo sumo para mí. Agradezco a Dios una y otra vez por haber despertado en mi corazón el deseo por él, por verlo y sentarme en el banquete del hedonismo cristiano, y adorar al Rey de Gloria. La sala del banquete es inmensa.


Devocional tomado del libro “Deseando a Dios”, páginas 108-109

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NO EMPAÑEMOS SU IMAGEN

NO EMPAÑEMOS SU IMAGEN

9/17/2017

Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos.

Mateo 5:44-45

Cuando yo era pequeño, un amiguito y yo nos buscamos una vez un problema cuando nos atraparon robando algunas cosas de una tienda. La policía nos llevó a la cárcel de la ciudad. En ese momento mi papá estaba jugando golf con algunos diáconos de nuestra iglesia. Le informaron de lo que había sucedido y fue a la cárcel pensando que se trataba de un error. Entonces tuvo que explicarles a los diáconos por qué estaba su hijo en la cárcel.

Cuando llegué a casa, mi madre estaba llorando porque pensaba que yo nunca haría tal cosa. Alguien me dijo: “MacArthur, ¿has olvidado quién es tu padre?” Nunca he olvidado esa pregunta. Le debía algo a mi padre. Me había dado mi propia vida, y me sentía feliz de ser su hijo. También me siento feliz de ser hijo de mi Padre celestial, de modo que debo manifestar algo de su carácter.

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¡Anímale!

17 de septiembre

«Anímale».

Deuteronomio 1:38

Dios se sirve de los suyos para que se alienten los unos a los otros. Él no dijo al ángel Gabriel: «Mi siervo Josué está a punto de conducir a mi pueblo a Canaán; ve y aliéntalo». Dios nunca efectúa milagros innecesarios. Si sus propósitos se pueden cumplir por medios ordinarios, no utilizará métodos milagrosos. Gabriel no hubiese estado en mejores condiciones que Moisés para cumplir su cometido. La simpatía de un hermano es más valiosa que la embajada de un ángel. El ángel hubiera comprendido mejor el mandato del Señor que el temperamento de Josué. El ángel nunca había conocido las penurias de la peregrinación, ni visto las serpientes ardientes, ni guiado, como Moisés, a una multitud de dura cerviz. Debiéramos estar agradecidos de que, por lo común, Dios obre a través de hombres. Esto constituye un vínculo de fraternidad; y, al depender recíprocamente unos de otros, nos fundimos en una familia en forma más compacta. Hermano, acepta este texto como un mensaje de Dios. Esfuérzate por ayudar a otros y especialmente procura alentarlos. Conversa alegremente con el joven que pregunta ansioso de aprender y procura con amor quitar de su camino las piedras de tropiezo. Cuando halles en el corazón de otro una chispa de gracia, arrodíllate y sóplala hasta que se convierta en una llama. Deja que el joven creyente descubra gradualmente la aspereza del camino, pero háblale del poder que hay en Dios, de la seguridad de la promesa y del encanto de la comunión con Cristo. Aspira a consolar al triste y alentar al abatido. Habla una palabra a tiempo al cansado y alienta a quienes están temerosos para que prosigan su camino con gozo. Dios te alienta con sus promesas; Cristo te alienta al señalarte el Cielo que ha ganado para ti; y el Espíritu te alienta obrando en ti así el querer como el hacer por su buena voluntad. Imita tú la sabiduría divina y alienta a otros según el pasaje de esta noche.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 271). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Padres, necesitamos entender la autoridad bíblicamente

Coalición por el Evangelio

Padres, necesitamos entender la autoridad bíblicamente

Tedd Tripp

Fragmento adaptado de Cómo pastorear el corazón de tu hijo. Tedd Tripp. Poiema Publicaciones.

Nuestra cultura no acepta la autoridad. No es solo que no nos gusta estar bajo autoridad; tampoco nos gusta ser autoridad. Uno de los lugares donde esto se hace más evidente es el hogar.

Necesitamos un entendimiento bíblico de la autoridad. Las preguntas abundan: ¿Cuál es la naturaleza de la autoridad del padre sobre el hijo? ¿Es absoluta o relativa? ¿Está la autoridad investida en los padres por la diferencia de tamaño entre ellos y los hijos? ¿Tenemos el mando porque somos más sabios y tenemos más experiencia? ¿Estamos llamados a gobernar porque no somos pecadores y ellos sí? ¿Tenemos el derecho de decirles a nuestros hijos que hagan lo que queremos que hagan?

Si no contestas preguntas como estas, vacilarás en cumplir tu deber con Dios y con tus hijos, y si no estás seguro de la naturaleza y el alcance de tu autoridad, tus hijos sufrirán gravemente, pues no sabrán qué esperar dado que las reglas de juego cambiarán constantemente. Tampoco aprenderán los principios y las verdades absolutas de la Palabra de Dios, que es la fuente de la sabiduría.

Los padres en nuestra era a menudo improvisan porque no entienden el mandato bíblico de pastorear a sus hijos. Muchas veces, las metas de la crianza no son más nobles que la comodidad y la conveniencia; por eso, cuando los padres demandan obediencia porque se sienten presionados, la obediencia de los hijos se reduce a la conveniencia de los padres. Los padres cristianos tienen que entender la naturaleza de una crianza piadosa, y los niños deben ser instruidos en la enseñanza de que Dios los llama a obedecer siempre.

Llamados a tomar el mando

Como padre o madre, tienes la autoridad, porque Dios te ha llamado a ser una autoridad en la vida de tu hijo. Por tanto, tienes la autoridad de actuar como representante de Dios. Un padre o una madre no ejerce gobierno en la jurisdicción suya, sino en la de Dios, por lo cual actúa de acuerdo a Sus mandamientos —cumple el deber que Él le ha dado. No debes tratar de moldear a tus hijos como te parece, sino como agrada a Dios.

Todo lo que hagas en tu tarea como padre debe ser hecho desde esta perspectiva. Debes tomar a tu cargo toda la instrucción, el cuidado y la crianza, la corrección y la disciplina, porque Dios te ha llamado a esto y debes actuar con la convicción de que Él te ha llamado a actuar en Su nombre. En Génesis 18:19, el Señor dice: “Yo lo he elegido [a Abraham] para que instruya a sus hijos y a su familia, a fin de que se mantengan en el camino del Señor y pongan en práctica lo que es justo y recto […]”. Abraham está haciendo negocios para Dios y está cumpliendo una tarea en la agenda de Dios. Dios le ha llamado a estas cosas y, por tanto, no está trabajando para sí mismo. Él no escribe su propia descripción de trabajo, sino que Dios determina la tarea y Abraham actúa en Su nombre.

Deuteronomio 6 resalta esta perspectiva de la responsabilidad de los padres. En el versículo 2, Dios dice que su meta es que los israelitas, sus hijos y sus nietos teman al Señor guardando Sus decretos. Los padres son las personas por medio de las cuales los decretos de Dios son comunicados, a quienes Dios llama a formar a los hijos cuando se sientan en casa, cuando andan en el camino, cuando se acuestan y cuando se levantan. Dios tiene un objetivo: Él quiere que una generación siga a la otra en Sus caminos. Dios logra este objetivo por medio de la instrucción de los padres.

Efesios 6:4 nos manda a criar a los hijos en la instrucción y el temor del Señor. Este es un mandato a proveer una formación esencial e impartir la instrucción del Señor; a funcionar en el nombre de Dios.

Comprender este simple principio te ayudará a pensar claramente sobre tu tarea. Si eres un agente de Dios en esta tarea de proveer una formación esencial y la instrucción del Señor, entonces también eres una persona bajo autoridad. Tú y tu hijo están en el mismo bote, pues ambos están bajo la autoridad de Dios. Ambos tienen diferentes papeles, pero el mismo Amo.

Si dejas que una ira pecaminosa empañe el proceso de la disciplina, estarás mal y deberás pedir perdón. Tu derecho de disciplinar a tu hijo está ligado a lo que Dios te ha llamado a hacer, no a tu propia agenda.

Tedd Tripp es el pastor principal de Grace Fellowship Church en Hazleton, Pennsylvania. Él y su esposa Margy tienen tres hijos y siete nietos. Tedd tiene una Mastería en Divinidades del Philadelphia Theological Seminary y un Doctorado en Divinidades del Westminster Theological Seminary, con énfasis en consejería pastoral. Es el autor de Cómo Instruir el Corazón de tu Hijo.

https://www.thegospelcoalition.org/coalicion/

¿David rey o Padre?

17 SEPTIEMBRE

2 Samuel 13 | 2 Corintios 6 | Ezequiel 20 | Salmos 66–67

La amenaza al reino de David que Natán había profetizado comenzó con un sórdido relato marginal que, sin embargo, revela exactamente lo que anda mal en el reinado de David (2 Samuel 13).

La multiplicidad de esposas reales significaba que había muchos medio hermanos. En esta situación, surge la horrenda violación de Tamar. Los perfiles de las personas involucradas, exceptuando a Tamar, presentan lo que hoy día llamaríamos una familia disfuncional. Ahora bien, sólo vemos de cerca a dos de los hermanos: Amnón y Absalón. Pero la manera como David maneja la situación—o más bien, su total falta de manejo—es igual a la que anteriormente había fracasado con Joab (ver meditación del 9 de septiembre).

Amnón era lujurioso, inmaduro, irresponsable, engañoso y brutal. Uno de las frases más reveladoras acerca de él es la que se dice inmediatamente después de que él violara a Tamar: “Pero el odio que sintió por ella después de violarla fue mayor que el amor que antes le había tenido” (13:15). Aquí tenemos a un hijo engreído que se ha convertido en un hombre malvado.

Si, en este momento, David hubiera ejercido la justicia que le correspondía como jefe de Estado, la historia de los próximos años habría sido totalmente diferente. Él comparte el mismo pecado de Elí (ver 1 Samuel 3 y la meditación del 13 de agosto): ve cómo sus hijos actúan mal y no hace nada para detenerlos. Si hubiera obligado a Amnón a enfrentarse a toda la fuerza de la ley, no sólo le habría enviado una señal inequívoca a cualquier otro de sus hijos que pensara desviarse, habría demostrado su preocupación por lo que le sucedió a su hija y habría evitado la horrible amargura y la venganza que Absalón—hermano de Tamar por parte de padre y madre—ejecutó.

En este momento, Absalón es una figura trágica. Tiene razón al pedirle cuentas a Amnón. Al no encontrar justicia en el sistema legal que su propio padre ha eludido, opta por la venganza y luego se ve obligado a huir de la ira de David. Es cierto que no debió haber asesinado a Amnón, pero, hasta este momento, aparece como un personaje más atractivo y moral que el hombre al que mató. No obstante, sabe que ni siquiera David puede ignorar este asesinato en particular, así que huye, y deja a su padre con la imagen de un hombre insensato e indeciso.

Las relaciones entre padres e hijos casi nunca son profundas y libres de complicaciones a la misma vez. Pero el patrón de la vida de David, paralela a la de Elí tan solo unos capítulos antes, ilustra los desastres que ocurren en las familias en las que el padre, sin importar lo amoroso, condescendiente, piadoso y heroico que pueda ser, nunca trae a sus hijos a capítulo ni los disciplina cuando se desvían. El fracaso de David con Amnón y Absalón no fue el primero: fue la continuación de una falta moral y familiar que comenzó cuando los niños aún estaban en pañales.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 260). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Esclavo por ignorancia

domingo 17 septiembre

Así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.

Romanos 6:19

Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

Gálatas 5:1

Esclavo por ignorancia

Mucho tiempo después de la proclamación de la abolición oficial de la esclavitud en los Estados Unidos (1863), todavía había personas que creían que seguían siendo esclavas. Sus dueños habían tenido cuidado para evitar que se enterasen de la noticia de su liberación y así poder continuar explotándolos.

También existen cristianos que desconocen su libertad y permanecen bajo la esclavitud del pecado o bajo una ley.

Somos aún esclavos del pecado cuando ignoramos que gracias a la victoria de Cristo, el pecado ya no debe dominar sobre nosotros. Para salir de esta esclavitud (o de una adicción), necesitamos escuchar la buena noticia y creerla: “La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2). Entonces, en vez de contar con nuestras propias fuerzas, dejaremos que el Espíritu Santo nos conduzca y nos dé el poder para vivir como Dios lo desea.

Del mismo modo, ya no somos esclavos de una ley, pero a menudo vivimos como si no lo supiésemos. Tenemos la tendencia a apoyarnos en todo tipo de reglas que nos dan la impresión de ser buenos creyentes, pero esto traduce una falta de dependencia del Señor y limita nuestra capacidad de iniciativa y de consagración. No consideremos, pues, la fe cristiana como un conjunto de obligaciones morales, sino esforcémonos en cumplir lo que ella es realmente: una relación de amor y de obediencia hacia Jesucristo.

2 Crónicas 32:20-33 – 2 Corintios 6 – Salmo 106:6-12 – Proverbios 23:17-18

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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