SOMÉTASE AL ESPÍRITU

SOMÉTASE AL ESPÍRITU

9/23/2017

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Romanos 5:5

Tiene que darle al Espíritu Santo el control absoluto de su vida. Usted puede aferrarse a los sentimientos de amargura, ansiedad y odio contra alguien, o puede rendirlos al Espíritu de Dios. Cuando usted se somete al Espíritu Santo, Él toma el control de su vida y sustituye la amargura con el amor y la venganza con el afecto. Pablo dijo: “Acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros” (1 Ts. 4:9).

La capacidad para amar a los demás está en usted; solo tiene que comprender ese recurso. Si usted se somete al Espíritu Santo, Él lo enseñará a amar.

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Esperanza para el peor de los pecadores

SEPTIEMBRE, 23

Esperanza para el peor de los pecadores

Devocional por John Piper

Tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión del que tendré compasión. (Éxodo 33:19)

Moisés necesitaba tener esperanzas de que Dios en realidad podría tener misericordia de un pueblo de dura cerviz, que acababa de cometer idolatría y de menospreciar al Dios que lo había sacado de Egipto.

Para darle a Moisés la esperanza y la confianza que necesitaba, Dios dijo: «Tendré misericordia del que tendré misericordia». En otras palabras: «Mis elecciones no dependen del grado de maldad o bondad que hay en el hombre sino únicamente de mi voluntad soberana. Por lo tanto, nadie puede decir que es demasiado malo para que se le muestre gracia».

La doctrina de la elección incondicional es la gran doctrina de la esperanza para el peor de los pecadores. Lo que esto significa es que, a la hora de recibir o no la gracia, nuestro pasado no influye en absoluto sobre la decisión de Dios.

Si ustedes no han nacido de nuevo y no han recibido la fe que es para salvación en Cristo Jesús, no se hundan en la desesperanza ni piensen que la corrupción o insensibilidad excesiva de su vida pasada es un obstáculo insalvable para la obra de la gracia de Dios. Dios se deleita en magnificar la libertad de su gracia al salvar al peor de los pecadores.

Vuélvanse de su pecado; clamen al Señor. Incluso al leer este devocional, él les está concediendo gracia y les está dando un fuerte incentivo para que acudan a él buscando misericordia.

«Venid ahora, y razonemos —dice el Señor— aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana quedarán» (Isaías 1:18).


Devocional tomado del sermón “Tendré Misericordia del que Tendré Misericordia”

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Jesús le dijo: Si puedes creer…

23 de septiembre

«Jesús le dijo: Si puedes creer…».

Marcos 9:23

Cierto hombre tenía un hijo endemoniado al que atormentaba un espíritu mudo. El padre, habiendo visto el fracaso de los esfuerzos de los discípulos por sanar a su hijo, tenía poca o ninguna fe en Cristo y, por consiguiente, cuando Jesús le mandó que le trajese al muchacho, el padre respondió: «Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos». Ahora bien, en esa pregunta había un «si», pero el pobre y tembloroso padre lo había colocado en un lugar que no le correspondía. Por tanto, Jesús, sin ordenarle que retirara el «si», lo puso, muy afablemente, en su correspondiente lugar. «No —me parece oírle decir—, no debe haber ningún ‘si’ en cuanto a mi poder o mi buena voluntad. Ese ‘si’ hay que colocarlo en algún otro lugar: ‘Si puedes creer, al que cree todo le es posible’». La fe del hombre se afirmó entonces; y, además, este le pidió al Señor que se la aumentara. Al momento, Jesús pronunció la palabra y el diablo salió con orden de no volver jamás. Hay aquí una lección que necesitamos aprender: nosotros, a semejanza de aquel hombre, vemos que, a veces, hay que utilizar un «si» en alguna parte, pero siempre estamos errando en cuanto al lugar donde debe colocarse. Si Jesús puede ayudarme; si él puede darme gracia para vencer la tentación; si puede perdonarme; si puede hacerme salir victorioso… No, no es así; pues si tú puedes creer, Jesús es capaz y quiere hacerlo. Tú has puesto el «si» fuera de su lugar. Si puedes creer con confianza, todas las cosas son posibles para Cristo, y así todas las cosas serán también posibles para ti. La fe tiene valor ante el poder de Dios, y está ataviada con el poder del Altísimo. Se encuentra vestida con el ropaje real y cabalga sobre la cabalgadura del Rey, pues esa es la virtud que el Rey se complace en honrar. Ciñéndose con la gloriosa potencia del Espíritu poderoso, la fe se hace poderosa —en la omnipotencia divina— para actuar, para aventurarse y para sufrir. Todas las cosas, sin limitación alguna, son posibles para el que cree. Alma mía, ¿puedes tú creer en tu Señor esta noche?

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 277). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Agradecimiento y alabanza

23 Septiembre 2017

Agradecimiento y alabanza
por Charles R. Swindoll

Salmos 100

El Salmo 100 continúa con dos preceptos finales y presenta tres razones específicas para «cantar con gozo» (v. 1). Ambos preceptos nos invitan a hablar directamente con el Señor.

6. Denle gracias (v. 4). La palabra hebrea para dar gracias viene de un verbo que significa confesar, alabar, reconocer, exaltar o agradecer. En otras palabras no es sencillamente decir: «gracias Dios, por los bendiciones». En este texto el verbo da a entender una persona que tiene razones específicas para dar gracias, que relata una historia donde Dios es el héroe. Nosotros hacemos esto cuando estamos contándoles a nuestros amigos acerca de algún buen doctor que nos ayudó con una larga enfermedad. La expresión de gratitud es impresionante. Sentimos que las palabras no nos alcanzan para poder hablar bien de ese doctor. De manera similar en este pasaje, la expresión «denle gracias» da la intención de expresar que literalmente no podemos decir con palabras lo bueno que es el Señor y lo que él hace por nosotros.

Una de las señales que muestra que estamos en los últimos días, es la ingratitud. 2 Timoteo 3: 1-5 escribe la palabra «malagradecido» en una lista de actitudes que marcan los días malos antes del fin del mundo. Hay que tener cuidado con esa generación ingrata y mal agradecida. Cultivar un corazón agradecido es algo muy importante para Dios.

7. Bendigan su nombre (v. 4). La palabra hebrea es «barak» y tiene el significado de arrodillarse, elogiar o saludar. La idea es mostrar honor y honra a Dios, reconociendo su nombre por encima de cualquier otro nombre. En el Oriente Antiguo, una persona «bendecía» a un superior arrodillándose o inclinándose ante él. Él o ella entonces expresaban su deseo para que esa persona tuviera poder, prosperidad, longevidad, éxito, etc.

Claro está que el Señor ya posee todo el poder, la prosperidad, la longevidad y siempre tendrá éxito en todo lo que haga; al «bendecir su nombre», afirmamos su poder y su bondad y nos comprometemos a unirnos a su causa.

Esas dos acciones, «dar gracias» y «bendecir su nombre» tiene un significado especial muy arraigado a la tradición del Oriente Antiguo. Recibir la hospitalidad de un noble y pronunciar la bendición como resultado establecía efectivamente una alianza, una deuda duradera que unía a ambas personas en un lazo de amistad. En este caso, el salmista nos invita a que demos lealtad al rey supremo.

Afirmando el alma
Durante los siguientes días, dedique su tiempo de oración a darle gracias y alabar al Señor. Esto no es tan fácil como pedirle al Señor ayuda, sabiduría, fortaleza, sanidad u otras necesidades así que debe prepararse antes de orar. Haga una lista de agradecimientos. Investigue los atributos de Dios. Luego, en oración, relate la historia de la bondad de Dios hacia usted.

Cultivar un corazón agradecido es algo muy importante para Dios.—Charles R. Swindoll

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright
© 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

“Aguijón en la carne”

23 SEPTIEMBRE

2 Samuel 19 | 2 Corintios 12 | Ezequiel 26 | Salmo 74

Me veo obligado a jactarme”, escribe Pablo (2 Corintios 12:1), aunque, desde luego, únicamente lo ha estado haciendo de la manera más irónica (ver la meditación de ayer y la del 21 de septiembre). Pero ahora se enfrenta a un nuevo dilema. Aparentemente, sus enemigos han estado jactándose de sus experiencias espirituales. Incluso puede que estuvieran diciendo algo así como: “Bueno, claro que Pablo tuvo esa experiencia en el camino de Damasco, pero ya hace tiempo de eso. ¿Qué ha sabido él de Dios desde entonces? La gracia de ayer se ha puesto rancia”. En este caso, Pablo no puede usar simplemente la ironía y jactarse de lo opuesto de todo lo que valoran sus enemigos, como lo hizo en el capítulo 11. Lo contrario a tener varias experiencias espirituales es no tenerlas y, en el caso de Pablo, decir que no ha disfrutado de este tipo de vivencia sería una mentira. De manera que, a regañadientes, pasa a hablar de “las visiones y revelaciones del Señor” (12:1). Pero no soporta hablar de sí mismo en este aspecto, así que recurre a un recurso literario y lo hace en tercera persona. Escribe: “Conozco a un seguidor de Cristo” (12:2), aunque claramente se refiere a él (12:5–6).

Aun en este caso, Pablo ofrece tres énfasis para dejar de ser el centro de atención y restarle toda virtud a la costumbre de la jactancia.

Primero, dice que en su caso, no le es permitido hablar sobre las experiencias espectaculares que tuvo en el cielo catorce años antes (12:4). El “tercer cielo” (12:2) es la morada de Dios; el “paraíso” es donde él vive. Algunas de las cosas que vio eran “indecibles”: la gente que no ha experimentado este tipo de visión no cuenta con las categorías para comprenderlas. Más importante aún es que estas visiones tenían el propósito de fortalecer a Pablo; no se le permitía hablar de ellas, lo cual explica su silencio.

Segundo, Pablo teme que la gente piense que él es más de lo que realmente es (lo contrario a nuestros temores) y por eso, como cuestión de principios, prefiere no hablar de asuntos inaccesibles. Si ha de ser juzgado, quiere serlo por lo que dice y hace (12:6) y no por alegaciones de visiones y revelaciones que son inasequibles al escrutinio público.

Tercero, Pablo reconoce que, junto con las grandes ventajas que ha recibido, Dios le ha impuesto—a través de Satanás—un “aguijón en la carne” que no le será quitado, a pesar de sus múltiples y fervientes oraciones intercesoras (12:7–10). Se le dio para evitar que se volviera presumido, para mantenerlo “débil”, de manera que aprendiera que la fuerza de Dios se perfecciona en nuestra debilidad y que, por ello, nunca debía depender de la gracia extraordinaria que había recibido ni se jactara de esta. En este mundo caído, es misericordioso que la gracia copiosa vaya acompañada de gran debilidad, y viceversa.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 266). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Gente brillante

sábado 23 septiembre

Yo soy la luz del mundo.

Juan 8:12

Vosotros sois la luz del mundo.

Mateo 5:14

Sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor.

Efesios 5:8-10

Gente brillante

En la sociedad hay personas consideradas brillantes. Son inteligentes, cultas, tienen una opinión sobre cualquier tema y su compañía es apreciada. ¡Todos conocemos personas así, y quizás estemos un poco celosos de sus facultades intelectuales y de su brillantez!

Amigos cristianos, no tenemos ninguna razón para envidiar a estas personas, pues Dios también nos atribuye la facultad de brillar. Todos los hijos de Dios, sin excepción, todos aquellos que recibieron la vida divina mediante la fe en Jesucristo, son “luz en el Señor”. Sus cualidades personales no tienen ninguna importancia, pues la fuente de luz no está en ellos; solo reflejan la de Cristo. Solo él es “aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (Juan 1:9). En todos los detalles de su vida, Jesús manifestó esta luz compuesta de bondad, justicia y verdad. Al subir al cielo, dejó a los rescatados en la tierra como si fuesen espejos para reproducir sus cualidades.

Y esta pregunta es para cada uno de nosotros, cristianos: ¿Se puede ver en mi vida la luz de Jesucristo? Un espejo sucio y polvoriento no es eficaz. ¡No nos dejemos ensuciar por el mal ni invadir por el polvo de las malas costumbres! Escuchemos esta exhortación del apóstol Pablo: “Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15).

Oseas 3-4 – 2 Corintios 11:16-33 – Salmo 106:40-48 – Proverbios 23:29-35

Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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