Ver la realidad de una vida transformada

Ver la realidad de una vida transformada

12/5/2017

Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento. (Hechos 28:30-31) 

El versículo de hoy muestra que, aunque Pablo estaba bajo arresto domiciliario “en una casa alquilada”, siguió predicando. A pesar de las circunstancias, Pablo siguió haciendo lo que se le había llamado a hacer.

Tal vez usted esté pensando: No puedo ir y predicar el evangelio. No puedo ser evangelista, ni maestro bíblico. Estoy atado a mi trabajo. Pero no importa si usted está encadenado a un escritorio, a una línea de montaje en una fábrica, a un aula, a un vehículo o a un puesto de vendedor; todo eso brinda oportunidades de predicar el evangelio. Cuanto peor es su confinamiento, tanto mayor es la oportunidad de brillar con una vida de santidad.

A menudo me dicen lo difícil que es dar testimonio en el centro laboral. Mi respuesta es que por lo general es más difícil dar testimonio en condiciones ideales que en una situación más difícil. Se debe a que en las situaciones difíciles la realidad de una vida transformada es más patente, y eso no puede menos que impresionar a quienes no la han experimentado.

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No hay desvío hacia el Calvario

DICIEMBRE, 05

No hay desvío hacia el Calvario

Devocional por John Piper

Y sucedió que mientras estaban ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito; le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. (Lucas 2:6-7)

Podríamos pensar que si Dios gobierna el mundo hasta el punto de usar el censo de todo un imperio para llevar a María y a José a Belén, entonces sin duda podría haberlos provisto de una habitación en el mesón.

Sí, podría haberlo hecho. También Jesús podría haber nacido en una familia rica. Podría haber convertido la piedra en pan en el desierto. Podría haber llamado a una legión de diez mil ángeles para que lo ayudaran en Getsemaní. Podría haber bajado de la cruz para salvarse a sí mismo. La cuestión no es qué podría haber hecho Dios, sino qué quiso hacer.

La voluntad de Dios era que, aunque Jesús era rico, por nosotros se volviera pobre. Los carteles de «sin habitación disponible» de las posadas de Belén fueron por nosotros. «Por amor a vosotros se hizo pobre» (2 Corintios 8:9).

Dios gobierna todas las cosas, incluso la capacidad de los hoteles, por amor a sus hijos. El camino al Calvario empezó con un cartel de «sin habitación disponible» en Belén y terminó con las escupidas y burlas de la cruz en Jerusalén.

Y no debemos olvidar sus palabras: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz».

Vamos junto a él por el camino del Calvario y lo oímos decir: «Acordaos de la palabra que yo os dije: “Un siervo no es mayor que su señor”. Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros» (Juan 15:20).

Al que clama con entusiasmo: «¡Te seguiré adondequiera que vayas!», Jesús le responde: «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza».

Sí, Dios podría haber provisto a Jesús de una habitación en el momento de su nacimiento. Pero eso hubiera sido un desvío del camino hacia el Calvario.


Devocional tomado del sermón “A Big God for Little People”

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La humillación de Cristo

Grace en Español

La Cruz de Cristo y su Significado

Henry Tolopilo

Henry se desempeña como pastor asociado en Grace Church, supervisando el Ministerio español. Anteriormente sirvió como misionero en Costa Rica y México, y también trabajó como director de desarrollo curricular para LOGOI International en Miami, Florida. Henry tiene títulos de Biola University (BA), Talbot Theological Seminary (M.Div.) Y Dallas Theological Seminary (STM). Él y su esposa Barbara tienen dos hijos.

«Entonces el SEÑOR me mostró cuatro artesanos»

5 de diciembre

«Entonces el SEÑOR me mostró cuatro artesanos».

Zacarías 1:20 (LBLA)

En la visión que se describe en este capítulo, el Profeta ve cuatro cuernos terribles que están acometiendo de una forma y de otra y derribando a los más fuertes y los más poderosos. El Profeta pregunta: ¿Qué son estos? Y se le responde: «Estos son los cuernos que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén». El Profeta tenía delante de sí una representación de los poderes que han oprimido a la Iglesia de Dios. Había cuatro cuernos, porque la Iglesia se ve atacada por todas partes. Bien podía el Profeta sentirse consternado; pero, de repente, aparecieron delante de él cuatro artesanos. Y el Profeta pregunta: «¿Qué vienen éstos a hacer?». Esos eran los hombres que Dios había elegido para hacer pedazos a aquellos cuernos. Dios siempre encontrará hombres para su obra, y los encontrará en el momento oportuno. El Profeta no había visto a los artesanos al principio, cuando no era necesario hacer nada, sino solo los «cuernos»; después vio a los «artesanos». Además, el Señor encuentra suficientes hombres. Él no trajo tres artesanos sino cuatro: había cuatro cuernos, por tanto, tenía que haber cuatro obreros. Dios encuentra a los hombres idóneos. No se trataba de cuatro hombres con plumas para escribir; ni cuatro arquitectos para trazar planos; sino cuatro artesanos para hacer trabajos rudos. Ten por cierto, tú que tiemblas por el arca de Dios, que cuando los «cuernos» molesten, se encontrarán los «artesanos» necesarios. No debes inquietarte por la debilidad de la Iglesia en ningún momento. Quizá algún valiente reformador que ha de sacudir a las naciones esté creciendo en el anonimato. Los Crisóstomos pueden salir de nuestras escuelas elementales, y los Agustines, de la más densa oscuridad de la pobreza de cualquier ciudad. El Señor sabe dónde encontrar a sus siervos. Él guarda en secreto una multitud de hombres eficientes quienes, al oír su orden, se levantarán para combatir: «porque la batalla es del Señor», y él obtendrá la victoria. Permanezcamos fieles a Cristo y, a su debido tiempo, él levantará una defensa a nuestro favor, ya sea en el día de nuestra necesidad personal o en un momento de peligro para la Iglesia.

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 350). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

2 Crónicas 5:1–6:11 | 1 Juan 4 | Nahúm 3 | Lucas 19

5 DICIEMBRE

2 Crónicas 5:1–6:11 | 1 Juan 4 | Nahúm 3 | Lucas 19

Una vez construido el templo, el paso final antes de su dedicación era traer el arca del pacto desde el antiguo tabernáculo, que estaba en Sión, la Ciudad de David (parte de Jerusalén) a su nueva morada en el Lugar Santísimo del templo. 2 Crónicas 5:1–6:11 no sólo registra esta transición, sino también las palabras iniciales de Salomón al pueblo antes de su oración de dedicación (ver la meditación de mañana). Tanto el traslado del arca como las declaraciones de Salomón son importantes.

El traslado en sí siguió las disposiciones de la ley: únicamente se permitió a los levitas manejar el arca. Sin embargo, fue un acontecimiento nacional. Los ancianos de Israel y los líderes de las tribus se congregaron de toda la nación para esta gran celebración. El traslado fue acompañado por sacrificios tan espléndidos, que no se pudieron contar ni numerar los animales que se mataron (5:6). Finalmente, se ubicó el arca debajo de las alas de los querubines en el Lugar Santísimo. Como un aparte, el cronista menciona que, en este momento, sólo las tablas de la ley permanecieron en el arca del pacto. Es posible que la urna con maná y la vara de Aarón que había florecido hayan desaparecido cuando el arca estuvo en manos de los filisteos. De todos modos, las orquestas y coros se manifestaron, incluyendo una sección de 120 trompetas. Los cantores alabaron a Dios con el conocido estribillo: “El Señor es bueno; su gran amor perdura para siempre” (5:13).

Dos detalles merecen un comentario especial.

(1) En el pasado, la evidencia de la presencia de Dios en el tabernáculo había sido una nube. Ahora, la misma nube llena el templo; de hecho, la gloria de Dios llena el templo de tal manera que los sacerdotes tuvieron que salir y se encontraron incapaces de entrar para llevar a cabo sus tareas (5:13–14). Esto demuestra que Dios está complacido con el templo; que él mismo había aprobado el traslado del tabernáculo al templo, y sobre todo, que si el templo es su templo, no debe ser domesticado con meros ritos, sin importar cuán espléndidos sean. La gloria de su presencia es lo importante.

(2) Las declaraciones iniciales de Salomón también contribuyeron al sentido de continuidad. Tal vez, algunos puristas se vieron tentados a decir que hubiera sido mejor quedarse con el tabernáculo: después de todo, fue lo que Dios ordenó en el Monte Sinaí. De manera que Salomón recuerda los pasos expuestos por la narrativa hasta este momento: las promesas de Dios a David, la selección de Dios de Jerusalén y de esta ubicación del templo, la elección de Dios de Salomón en vez de David para hacer la construcción, y así debía ser. Por tanto, el templo no fue una innovación cuestionable, sino todo lo contrario: fue el próximo paso en la historia de la redención y en el cumplimiento de las promesas buenas de Dios (6:10–11).

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 339). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Los cuidados de Dios

martes 5 diciembre

Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré.

Ezequiel 34:12

Los cuidados de Dios

Durante la segunda guerra mundial, un cristiano formaba parte de una patrulla de reconocimiento nocturno muy cercana de las líneas enemigas. Era necesario guardar silencio absoluto. Desgraciadamente a menudo los cordones de sus polainas se soltaban y él debía agacharse para volver a hacer el nudo, luego debía correr para unirse nuevamente a la patrulla. A la tensión de sentirse cerca del enemigo se añadía la contrariedad que le causaban estos incidentes.

Cuando se agachó nuevamente para atar los cordones, una ráfaga de metralleta lanzada justo en su dirección pasó por encima de él. Salvó su vida gracias a ese cordón recalcitrante. Comprendió que Dios había empleado ese medio para protegerlo, y emocionado le dio las gracias.

A veces el Señor permite situaciones en nuestra vida que nos molestan. Quiere detenernos en el camino que hemos emprendido, para que aprendamos a dominarnos o para protegernos. Nuestra primera reacción a menudo es un sentimiento de rebeldía, no comprendemos el porqué de lo que sucede.

El profeta Oseas nos muestra los cuidados de Dios, incomprendidos por su pueblo. “Contra mí se rebelaron; yo los redimí” (Oseas 7:13). “No conoció que yo le cuidaba… los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo” (Oseas 11:3).

El Señor siembra nuestras vidas con sus manifestaciones de amor, pero nosotros no las percibimos en el momento. Confiemos en él y aprenderemos a verlas.

Eclesiastés 1:1-2:11 – Santiago 4 – Salmo 138:1-5 – Proverbios 29:7-8

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