El tiempo oportuno de Cristo

LA VERDAD PARA HOY – 24 DE DECIEMBRE

24 de diciembre

El tiempo oportuno de Cristo

Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo.

Gálatas 4:4

La primera Navidad ocurrió en el momento oportuno. Gálatas 4:4-5 dice: «Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley». ¿Qué era «el cumplimiento del tiempo»? El tiempo soberano de Dios. Él ordenó los acontecimientos mundiales para que todo estuviera preparado para la venida de Cristo y la subsiguiente evangelización de los apóstoles.

Al hacer un análisis de la iglesia primitiva, nos asombra la rápida difusión del evangelio en menos de un siglo. La mano soberana de Dios se destaca con toda claridad. La venida de Cristo no pudo haber sido en un tiempo más propicio.

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El Hijo de Dios se manifestó

DICIEMBRE, 24

El Hijo de Dios se manifestó

Devocional por John Piper

Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, así como Él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. (1 Juan 3:7-8)

Cuando el versículo dice que «el Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo», ¿a qué se refiere con «las obras del diablo»? La respuesta es evidente en el contexto.

Primero, el versículo 5 es un claro paralelismo: «Y vosotros sabéis que Él se manifestó a fin de quitar los pecados». La frase «se manifestó…» aparece tanto en el versículo 5 como en el 8, entonces probablemente las «obras del diablo» que Jesús vino a destruir son los pecados. La primera parte del versículo 8 favorece esta interpretación: «El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio».

El tema en este contexto es el pecado, no la enfermedad, ni los autos malogrados, ni las agendas complicadas. Jesús vino al mundo para ayudarnos a dejar de pecar.

Permítanme ponerlo junto a la verdad de 1 Juan 2:1: «Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis». En otras palabras, Juan promueve el propósito de la Navidad (1 Juan 3:8), el propósito de la encarnación. Luego agrega (2:1-2): «Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero».

Veamos lo que esto significa: significa que Jesús vino al mundo por dos razones. Vino para que no sigamos pecando; y vino para morir de manera que hubiera una propiciación, es decir, un sacrificio sustitutivo que quitara la ira de Dios por nuestros pecados, cuando pecáramos.


Devocional tomado del mensaje “The Son of God Appeared to Destroy the Works of the Devil”

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2 Crónicas 29 | Apocalipsis 15 | Zacarías 11 | Juan 14

24 DICIEMBRE

2 Crónicas 29 | Apocalipsis 15 | Zacarías 11 | Juan 14

Con la excepción de unos pocos versículos, la mayoría del material de 2 Crónicas 29–31 no tiene paralelo en 2 Reyes. Estos capítulos ofrecen un relato detallado de la manera en que el rey Ezequías reinstauró una adoración en el templo que se conformaba a la ley que Dios entregó por medio de Moisés. Luego, el rey congregó al pueblo del pacto, no sólo de Judá, sino incluso de partes de Israel para celebrar la Pascua como hacía tiempo que no se realizaba.

Aquí, podemos centrarnos en 2 Crónicas 29. El paganismo había logrado seducir de tal manera al pueblo, que el servicio del templo había caído en desuso. El templo se había convertido en un almacén de basura; hasta las puertas necesitaban reparación. Con sólo veinticinco años de edad, el rey Ezequías, en el primer mes de su reinado (29:3), abrió las puertas y las arregló. Encontró algunos sacerdotes y levitas, y les instruyó para consagrarse conforme a los ritos establecidos en la ley, y luego limpiar, reparar y volver a consagrar el templo. Más aún, Ezequías reconoció que los fracasos pasados en este aspecto habían provocado la ira de Dios (29:6). No fue tan necio como para pensar que los fracasos fueron meramente un tema de ritual. Tuvo gran visión porque percibió correctamente que el abandono total del ritual demostraba que los corazones de los sacerdotes, levitas, el pueblo y el rey estaban todos enteramente enajenados de Dios. Su intención expresa era modificar este patrón e inaugurar un pacto con el Señor (29:10).

El resto del capítulo narra detalladamente lo que hizo. Más sacerdotes y levitas se unieron. Los instrumentos musicales que David había establecido se restauraron para su uso. Hasta se registraron las desviaciones leves de la ley, como el permiso que se les dio a los levitas para que ayudaran a desollar a los animales de los sacrificios, debido al hecho de que en este momento había muy pocos sacerdotes consagrados (29:32–34).

Así fue como se restableció el culto en el templo del Señor. Y Ezequías y todo el pueblo se regocijaron de que Dios hubiera preparado al pueblo para hacerlo todo con rapidez” (29:35–36).

Así sucede cuando llega un avivamiento de proporciones considerables. Inevitablemente, Dios levanta un líder cuya insistencia profética resulte irresistible, primero a unos pocos y luego a una gran multitud. Y en las mejores instancias, no pasa mucho tiempo antes de que las personas miren hacia atrás y se maravillen por la rapidez con que ha ocurrido un cambio extraordinario en el estado de las cosas. Concluyen correctamente que la única explicación es que Dios mismo lo ha hecho; es decir, que la transformación finalmente no se le puede atribuir al celo reformador o a las destrezas de organización, sino a un Dios que ha cambiado los corazones de la gente.

Carson, D. A. (2013). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (R. Marshall, G. Muñoz, & L. Viegas, Trads.) (1a edición, Vol. I, p. 358). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Entonces será revelada la gloria del SEÑOR, y toda carne a una la verá

24 de diciembre

«Entonces será revelada la gloria del SEÑOR, y toda carne a una la verá».

Isaías 40:5 (LBLA)

Aguardemos gozosos el día feliz cuando todo el mundo se convertirá a Cristo; cuando se arrojarán a los topos y a los murciélagos los dioses paganos; cuando el papismo desaparecerá y la media luna de Mahoma entrará en su cuarto menguante para que jamás proyecte sus funestos rayos sobre las naciones; cuando los reyes se inclinarán delante del Príncipe de paz y todas las naciones llamarán bendito a su Redentor. Algunos desesperan de esto: miran el mundo como una embarcación que se rompe y se hace pedazos para nunca más volver a flotar. Sabemos que el mundo y todo lo que en él hay tienen algún día que ser quemados y, después, aguardamos nuevos cielos y nueva tierra; pero no podemos leer nuestras biblias sin la convicción de que…

dominará Jesús el Rey

en todo país do alumbra el sol.

No nos desalentemos por lo largo de su demora; no estemos descorazonados por el prolongado período de tiempo asignado por Jesús a la Iglesia, en el cual esta debe debatirse entre el escaso éxito y las frecuentes derrotas. Creemos que Dios nunca permitirá que este mundo, el cual ha visto una vez la sangre de Cristo derramada en la cruz, sea para siempre la plaza fuerte del diablo. Cristo vino para librar a este mundo de la detestada dominación de los poderes de las tinieblas. Qué exclamación habrá cuando los hombres y los ángeles se unan para pregonar: «¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!» (Ap. 19:6). ¡Qué satisfacción experimentaremos ese día por haber tomado parte en el combate, por haber ayudado a quebrar «las saetas del arco» (Sal. 76:3) y contribuido a ganar la victoria de nuestro Señor! ¡Dichosos los que confían en este victorioso Señor y combaten a su lado, haciendo la pequeña parte que les corresponde en el nombre y con el poder del Señor! ¡Cuán infelices son aquellos que están del lado del mal!, pues es ese el bando perdedor. Y perder en este combate significa perder y estar perdido para siempre. ¿En qué bando te encuentras tú?

Spurgeon, C. H. (2012). Lecturas vespertinas: Lecturas diarias para el culto familiar. (S. D. Daglio, Trad.) (4a edición, p. 369). Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino.

Artífices de paz

domingo 24 diciembre

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Romanos 5:1

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Mateo 5:9

Artífices de paz

“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz…!” (Lucas 2:14). Ese fue el cántico que los ángeles entonaron cuando Jesús nació. Pero el Príncipe de la paz fue rechazado, ¡y la humanidad sigue esperando esta paz! En nuestro entorno, la enemistad entre los hombres se manifiesta diariamente: disputas entre vecinos, entre esposos, entre herederos, entre compañeros… ¡Y cuántos conflictos económicos, guerras civiles, guerras entre naciones, entre etnias, entre religiones…!

Si nos sentimos desarmados ante los grandes problemas políticos, nos gustaría al menos establecer un clima de paz entre los que nos rodean. Pero, ¿cómo estar en paz con mis familiares y amigos si estoy lleno de tensiones interiores? Y finalmente, ¿cómo estar en paz conmigo mismo, si no estoy en paz con Dios?

Pues bien, hoy Dios nos ofrece esta paz. Fue rechazada por el mundo en general cuando Jesús vino a la tierra, pero ahora está a disposición de todo el que lo recibe en su corazón. El Señor nos invita a cada uno de nosotros a ir a él tal como somos, con nuestros pecados, nuestros conflictos, nuestras amarguras, para recibir la paz con Dios. Solo entonces podremos ser una fuente de paz entre los hombres. Reflejando a Cristo, a través de una humilde búsqueda de su voluntad, seremos verdaderamente artífices de paz.

Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy” (Juan 14:27).

Zacarías 8 – Apocalipsis 17 – Salmo 146:8-10 – Proverbios 30:21-23