¿Cómo puedo superar un mal hábito?

¿Cómo puedo superar un mal hábito?

John MacArthur 
02/13/2018

Una mala costumbre es usualmente conectada con creencias y actitudes erróneas. No debemos querer cambiar nuestras costumbres solamente porque son vergonzosos, caros, insalubres, o porque nos hacen sentir culpables – sino debemos desear el más grande propósito de Dios para que estemos satisfechos. Hasta que tratemos con las creencias erróneas que debilitan nuestra resistencia a la mala costumbre, solamente tendremos éxito limitado en superarlo.

El cristiano debe ver que las malas costumbres son últimamente problemas espirituales. No debemos dudar a llamarles pecados. Y debemos hacer que los medios de la santificación descrita en las Escrituras (especialmente en la Palabra de Dios y la oración) sean esenciales para superar malas costumbres.

Somos responsables por nuestro propio pecado – incluyendo aquellos pecados que tan fácilmente nos acosan. El hecho que hacemos algo malo habitualmente no nos excusa de nuestra responsabilidad. Al contrario, podría empeorar el pecado. Entonces debemos tomar responsabilidad personal por nuestros propios hábitos y no evitar de llamarlos pecado.

Hábitos pecaminosos no son problemas insuperables para el cristiano. Después de todo, el Espíritu Santo mora en nosotros y está obrando a conformarnos más a la imagen de Cristo. ¿Y si Él es con nosotros, quien contra nosotros? (Romanos 8:31) Además, Gálatas 5:16 dice que si andamos “en el Espíritu,… no satisfagáis el deseo de la carne”. Y 1 Corintios 10:13 es una promesa que Dios no nos permitirá ser tentados más de nuestra habilidad. Si usamos los recursos que Dios nos a provisto por medio de Su Espíritu y Su Palabra, podremos atacar cualquier hábito sabiendo que podemos ser victoriosos.

Permítame darle algunas sugerencias prácticas para superar las malas costumbres, los malos hábitos. Espero que le ayuden.

Primeramente, acuérdese que el pecado comienza en la mente. Santiago 1:14-15 compara a una persona cayendo en pecado a un pez o animal que es capturado con cebo. Ve el cebo, lo desea, y es atrapado en el proceso de arrebatarlo. Asimismo, son los pecados que nos atrapan en la mente.

La persona que roba primero piensa en lo que él quiere. Después piensa en un plan para poder tenerlo. Luego que haya conspirado en su mente, se lo lleva. Hubiera podido parar el pecado en su mente antes que se convirtiera en una acción completa. Es por eso que la Escritura nos manda que renovemos nuestra mentes (Romanos 12:2), a pensar en cosas buenas (Filipenses 4:8), y a meditar en la Palabra (Salmo 1:2).

Derrotar un hábito también requiere un cambio de vida. No debemos hacer provisión para nuestra carne (Romanos 13:14). La persona que quiere dejar de fumar debe tirar todos sus cigarrillos y no comprarlos; la persona luchando con pecado sexual debe deshacerse de todo material sugestivo que posee. Evite la compañía de aquellos que tienen el mismo problema (1 Corintios 15:33), y evite los lugares y circunstancias que le tentarían.

Por último, no trate de batallar con el hábito solo. Desarrolle relaciones con cristianos más maduros quienes le animen y le apoyen (Gálatas 6:2). Pase tiempo en oración con ellos. Pídales que le estén preguntando como está regularmente, y sea honesto cuando falle (Santiago 5:16).

El cambio bíblico no es solamente voltear contra el pecado; es mirar hacia la justicia. La persona que miente debe hablar la verdad (Efesios 4:25). El que roba debe dejar de robar, debe trabajar y dar a otros (versículo 28); y el que habla palabras que no edifican, debe decir palabras que animan a otros (v. 29). No solo deje de pecar – empiece a hacer lo que es correcto. Las buenas costumbres que construirá reemplazaran las costumbres pecaminosas.

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La ciudad perfecta

FEBRERO, 13

La ciudad perfecta

Devocional por John Piper

Pues [Dios] les ha preparado una ciudad. (Hebreos 11:16)

Sin contaminación, ni grafito, ni basura, ni paredes despintadas o garajes de podredumbre, ni césped muerto o botellas quebradas, ni lenguaje grosero de la calle, ni confrontaciones con actitud desafiante, ni violencia doméstica, ni peligros en la noche, ni incendios provocados o mentiras o robos o asesinatos, sin vandalismos y sin monstruosidades.

La ciudad de Dios será perfecta porque Dios estará en ella. Él caminará y hablará y se manifestará en cada parte de esta ciudad. Todo lo que es bueno y hermoso y santo y pacífico y verdadero y feliz existirá en ese lugar, porque Dios estará ahí.

La justicia perfecta estará presente, así como recompensa que retribuye mil veces cada dolor sufrido en obediencia a Cristo. Y nunca se deteriorará. Es más, brillará cada vez más a medida que la eternidad va estirándose hacia una era infinita de gozo creciente.

Cuando deseamos esta ciudad por sobre todas las cosas en la tierra estamos dando honor a Dios, quien, de acuerdo a Hebreos 11:10, es el arquitecto y constructor de la ciudad. Cuando honramos a Dios, él se agrada y no se avergüenza de ser llamado nuestro Dios.


Devocional tomado del sermón “La esperanza de los exiliados en la Tierra”

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Génesis 46 | Marcos 16 | Job 12 | Romanos 16

13 FEBRERO

Génesis 46 | Marcos 16 | Job 12 | Romanos 16

Los últimos tres versículos de Romanos son extraordinarios (Romanos 16:25–27). Constituyen formalmente una doxología, palabras de alabanza a Dios, al que se presenta como el “que puede fortaleceros a vosotros conforme a mi evangelio” (16:25), y que vuelve a mencionarse en el versículo 27: “¡Al único sabio Dios, sea la gloria para siempre por medio de Jesucristo! Amén”. Así pues, en este contexto, la sabiduría de Dios, presupuesta en la expresión “al único sabio Dios”, se pone de manifiesto en su capacidad para establecer a los cristianos romanos por el evangelio de Pablo.

Este evangelio se describe más detalladamente en las líneas intermedias y aquí la sabiduría de Dios es particularmente sorprendente. Se nos dice que él fortalece a las personas por el Evangelio, por la proclamación de Jesucristo, según la revelación del misterio escondido durante largos siglos (16:25). En cierto sentido, no quedaba claro en qué se centraba el Evangelio, ni su alcance. Permaneció en secreto hasta la venida de Jesucristo. Incluso cuando él estuvo aquí, sus propios discípulos no comprendieron, antes de la cruz y la resurrección, que él, el Mesías, también sería el siervo sufridor que pasaría por una muerte odiosa para redimir a los pecadores perdidos.

Sin embargo, aunque este Evangelio se mantuvo escondido “durante largos siglos”, ahora es “revelado por medio de los escritos proféticos, según su propio mandato (16:26). Suena como si el Evangelio hubiese sido revelado “por medio de los escritos proféticos”, esto es, por medio de las Escrituras. Así pues, por un lado, ha sido escondido en el pasado pero ahora es revelado; por otro lado, ha sido profetizado en el pasado, y ahora se cumple. ¿Cómo pueden ser ciertas ambas cosas de forma simultánea?

Parte de la respuesta se encuentra en las formas en que el Evangelio se predice en el Antiguo Testamento. Muchas de las predicciones vienen envueltas en “tipos” o modelos de lo venidero. Una vez cumplidas, podemos ver que Jesús es el verdadero templo, el lugar de reunión definitivo entre Dios y los pecadores creados a su imagen; el verdadero Cordero pascual; el sacerdote supremo; el “Hijo de Dios”; el rey davídico definitivo. De hecho, descubrimos muchas pistas a lo largo del camino. Por ejemplo, leemos las profecías de un nuevo pacto y reflexionamos en cómo tales anuncios vuelven obsoleto el nuevo pacto en principio y nos llevan a esperar una nueva configuración. Sin embargo, nadie esperaba que la misma persona cumpliese todas estas imágenes y tipos en sí mismo. De hecho, algunos judíos del primer siglo esperaban dos mesías, uno davídico y otro sacerdotal. No obstante, vemos a Jesús y su Evangelio, predicho de forma exhaustiva, aunque escondido durante siglos, y ahora revelado “para que todas las naciones obedezcan a la fe” (16:26).

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 44). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Por casualidad

Tuesday 13 February

Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.

Jeremías 31:3

Así dice el Señor, Creador tuyo… y Formador tuyo… No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú.

Isaías 43:1

Por casualidad

Ayer en la mañana se rompió el cordón de mi zapato. Como tuve que buscar otro, salí dos minutos más tarde y perdí el bus. En ese bus hubo un atentado. Si mi cordón hubiese durado un día más, yo estaría muerto… ¿Mi vida depende de un cordón, del azar? Entonces empecé a hacer una angustiosa retrospectiva…

Mis padres se conocieron fortuitamente en una velada. Si esta no hubiese sido organizada, mis padres no se hubiesen conocido ni casado. Yo no existiría. Entonces, ¿nací por casualidad?

Me admitieron en una escuela de Tolosa, donde conocí a mi mujer. Si hubiese tenido un punto menos, hubiese tenido que ir a estudiar en otra ciudad, y nunca la hubiese conocido. Por lo tanto mis hijos nacieron por casualidad…

¿Todo sucede gracias al azar? Hoy respiro, vivo y pienso. Mañana quizá muera. Nací por casualidad, vivo por casualidad, moriré por casualidad… ¿Mi vida es el resultado del azar? ¿No tiene ningún sentido?

¿El azar hace que me mueva, que reflexione, conoce el futuro, se interesa en mí, persigue un objetivo, busca mi bien…?

Por qué no reconocer más bien que hay alguien, una Persona que:

–condujo todo para mi nacimiento, que me creó como soy, con un objetivo concreto.

–Se interesa por mí, conduce las circunstancias de mi vida, quiere mi bien, ¡me ama!

–Me busca, me llama, me invita con paciencia a conocerlo, ¡a dejarme amar y liberar de mis ataduras!

¡Ese Alguien es Dios, es Jesús!

Génesis 47 – Mateo 27:1-31 – Salmo 22:12-15 – Proverbios 9:1-6