La necesidad del arrepentimiento

La necesidad del arrepentimiento

2/15/2018

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmo 51:10)

No puede haber verdadera confesión sin arrepentimiento. Muchas veces no confesamos nuestro pecado porque no estamos dispuestos a abandonarlo. Cuando era un joven cristiano, recuerdo haberle dicho al Señor que me arrepentía por determinados pecados que había cometido y después le daba gracias por haberlos perdonado. Pero eso era lo único que hacía.

Ocurrió algo importante en mi vida espiritual cuando comencé a decir: “Señor, gracias por perdonarme esos pecados. Sé que no te agradan, y no quiero volver a cometerlos”. Eso puede ser difícil de decir porque a veces queremos cometer ciertos pecados otra vez. Pero revelamos falta de madurez espiritual cuando queremos eliminar el castigo del pecado pero deseamos retener el placer. Para que su confesión de pecado sea genuina, debe apartarse de sus pecados.

DERECHOS DE AUTOR © 2018 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

Cada paso dado hacia el calvario fue por amor

FEBRERO, 15

Cada paso dado hacia el calvario fue por amor

Devocional por John Piper

En esto conocemos el amor: en que Él puso su vida por nosotros… (1 Juan 3:16)

El amor de Cristo por nosotros en su muerte fue tan consciente como fue intencional su sufrimiento. Si fue intencional al dar su vida, fue por nosotros. Fue amor.

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin (Juan 13:1).

Cada paso dado hacia el Calvario significaba: «te amo».

Por lo tanto, sentir el amor de Cristo al dar su vida por nosotros ayuda a ver que fue totalmente intencionado.

Observemos lo que Jesús dijo inmediatamente después del momento violento en que Pedro trató de atravesar el cráneo del siervo, pero que solo le cortó la oreja.

Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que tomen la espada, a espada perecerán. ¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y Él pondría a mi disposición ahora mismo más de doce legiones de ángeles? Pero ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que así debe suceder? (Mateo 26:52-54).

Una cosa es decir que los detalles de la muerte de Jesús fueron predichos en el Antiguo Testamento; pero es ir mucho más allá decir que Jesús mismo estaba tomando decisiones precisamente para asegurarse de que las Escrituras se cumplieran.

Eso es lo que Jesús dijo que estaba haciendo en Mateo 26:54: «Yo podría escaparme de esta desgracia, pero ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que así debe suceder?».

No estoy escogiendo el camino que podría escoger para salirme de estas circunstancias porque conozco las Escrituras. Sé lo que debe ocurrir. Es mi elección cumplir con todo lo que se ha predicho de mí en la Palabra de Dios.


Devocional tomado del articulo “The Intensity of Christ’s Love and the Intentionality of His Death”

Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

Génesis 48 | Lucas 1:39–80 | Job 14 | 1 Corintios 2

15 FEBRERO

Génesis 48 | Lucas 1:39–80 | Job 14 | 1 Corintios 2

Algunos han utilizado 1 Corintios 2:1–5 para sugerir que la forma en que Pablo predicó en Atenas fue un error (Hechos 17:16–31) y que, cuando el apóstol llegó a Corinto, él mismo lo reconoció. En el pasaje que nos ocupa, el apóstol dice: “Me propuse más bien, estando entre vosotros, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste crucificado”. Tan lejos de la predicación del Areópago en Hechos 17, tan sólo ateniéndose al simple Evangelio.

Existen buenas razones para rechazar esta interpretación:

(1) Esta no es la lectura natural de Hechos. Conforme vamos avanzando en este libro, no encontramos ninguna señal que advierta de que Pablo se está equivocando en ese punto. Esta falsa interpretación se produce al leer Hechos y 1 Corintios 2 de forma incorrecta y vincular ambos pasajes.

(2) La teología del discurso del Areópago concuerda perfectamente con la que Pablo expresa en Romanos.

(3) Al final de Hechos 17, el texto griego no dice creyeron unos pocos, como si fuese una valoración despectiva o condenatoria, sino que “ciertas personas” creyeron. Esta expresión coincide con otras afirmaciones parecidas en Hechos.

(4) En Atenas, Pablo ya había estado predicando, no solo en la sinagoga a personas familiarizadas con las Escrituras, sino también en el mercado, donde estas no se conocían (Hechos 17:17). Había compartido “las buenas nuevas” (Hechos 17:18), el Evangelio.

(5) Claramente, no dejaron a Pablo terminar de hablar en Hechos 17. Había establecido el único marco en que el Evangelio es coherente: un Dios trascendente, soberano, providencial, personal; la creación; la caída en la idolatría; el transcurso de la historia redentora; el juicio final. Se dirigía hacia la resurrección de Jesús y más cosas, cuando le interrumpieron.

(6) Pablo no era un novato. Había pasado por veinte años de duro ministerio (léase 2 Co. 11), en gran parte ante paganos que no conocían las Escrituras. Es ridículo suponer que se asustó en esta ocasión, modificando el Evangelio.

(7) Hechos 17 muestra que Pablo piensa desde un punto de vista mundano. Incluso después de 1 Corintios 2, el apóstol sigue haciéndolo: en 2 Corintios 10:5, lo encontramos esforzándose por someter “todo pensamiento” a Cristo, y el contexto indica que estas palabras no se refieren solamente a pensamientos aislados sino a la forma de entender la vida en su totalidad.

(8) 1 Corintios 2:1–5 no dice que la decisión del apóstol de no predicar otra cosa que la cruz fuese provocada por los antecedentes de Atenas (como si estuviese confesando que se equivocó allí), sino por los de Corinto, que amaban la elocuencia y la retórica por encima del contenido. Pablo no cae en la simple oratoria: decide hablar únicamente “de Jesucristo y, de éste, crucificado”.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 46). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Los ejercicios prácticos

Nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

1 Juan 4:21

(Jesús dijo:) En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

Mateo 25:40

Los ejercicios prácticos

Hoy en la mañana, maravillado por la lectura de un pasaje de los evangelios, oré al Señor fervientemente: «Señor, eres tan grande, tan bueno, que deseo servirte con total abnegación».

Luego me puse a hacer mis tareas. Hacia las once sonó el teléfono. Era Hervé, un amigo cristiano minusválido que vive solo y que a menudo me llama. Tan pronto como algo no va bien, se pone muy nervioso. Hay que ir rápidamente a su casa, y a veces por una pequeñez…

Hoy su lavadora no funcionaba. ¡Qué tragedia! Traté de tranquilizarlo, de hacerle comprender que hay cosas mucho más graves. Pero no sirvió de nada. Hervé solo pensaba en una cosa: ¡su lavadora no funcionaba! Una vez más, no me quedó otro remedio que prometerle ir lo antes posible.

Colgué el teléfono: «¡Qué fastidio, tenía que hacer un recorrido de media hora en automóvil! ¡Realmente no se daba cuenta! ¡Yo que pensaba tener por fin un sábado tranquilo, después de una dura semana! ¿Y por qué siempre tengo que ser yo?».

De repente recordé la oración que había hecho en la mañana. Entonces descubrí que, por medio de Hervé, el Señor ponía a prueba la realidad de mi abnegación. Jesús dijo que lo que hiciésemos a uno de los suyos era como si se lo hiciésemos a él.

Esta mañana me había escuchado. Sabía que era sincero, pero ahora me pedía que probase lo que acababa de declarar. Son los «ejercicios prácticos» de mi vida cristiana. ¡Entonces fui rápidamente a casa de Hervé!

Génesis 49 – Mateo 28 – Salmo 22:22-24 – Proverbios 9:10-12