Murió por los impíos

Murió por los impíos

John MacArthur

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
— Romanos 5:6-8

 Pablo concentra nuestra atención en una verdad convincente: Cristo no murió por nosotros porque fuéramos piadosos. Él no murió por los religiosos ni por los morales ni por los buenos. Murió por nosotros, los impíos, aunque todavía éramos pecadores.

 Es ya muy raro que las personas mueran por otras personas. A veces leemos acerca de alguien que da la vida en una guerra o en un desastre para salvar a otra persona. Pablo reconoce que en raras oportunidades pudiera alguien morir por una persona justa, alguien que merecía ser salvo. Sería una persona muy notable que dio su vida por salvar a una buena persona. ¿Pero ha oído alguna vez de alguien dispuesto a morir por un malvado? ¿Moriría alguien por un hombre miserable, malvado y ruin? Solo Jesucristo lo haría.

 Ese es el verdadero amor, el amor del que la Biblia nos habla. Es la clase de amor que hizo que Cristo muriera por los peores, no por los mejores. Esa es la maravilla del amor de Dios. Su asombroso amor hacia nosotros se muestra en que Cristo murió por nosotros aunque todavía éramos pecadores. El amor de Dios no tuvo nada que ver con nuestro atractivo o dignidad. Solo tuvo que ver con el carácter de Dios, el hecho de que Dios es amor.

  Cristo no murió por nosotros porque fuéramos dignos o encantadores o piadosos. Pablo dice que estábamos sin fuerzas, indefensos e incapaces de salvarnos a nosotros mismos. No había nada que admirar en nosotros pero Dios nos amó. Cristo murió por nosotros porque éramos indignos e indefensos. No se puede expresar el evangelio de una forma más directa que esa: Cristo murió por los impíos, no por los justos. Lo hizo porque nos ama, no por ninguna otra razón. Un amor que no merecíamos produjo un sacrificio que no merecíamos. Pero eso es lo que hace la gracia.

 Ese amor, ese sacrificio, produce gratitud en nuestra vida. Espero que usted sienta gran gratitud todos los días, sin olvidar jamás cuán indigno es del amor de Dios en Jesucristo. No hemos hecho nada para merecer su misericordia. No tenemos ningún atributo deseable para atraer su amor. Aunque estábamos indefensos y éramos impíos, aunque estábamos en rebelión contra Él, Dios mostró su amor por nosotros al enviar a Cristo a que muriera en nuestro lugar.


Extraído del libro, “El corazón de la Biblia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.  

DERECHOS DE AUTOR © 2018 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

Cuando somos inmortales

FEBRERO, 18

Cuando somos inmortales

Devocional por John Piper

Cuando se hizo de día, los judíos tramaron una conspiración y se comprometieron bajo juramento, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran matado a Pablo.(Hechos 23:12)

¿Y qué pasó con esos tipos hambrientos que prometieron no comer hasta que hubieran tendido una emboscada a Pablo?

Leemos sobre ellos en Hechos 23:12: «Cuando se hizo de día, los judíos tramaron una conspiración y se comprometieron bajo juramento, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran matado a Pablo». No funcionó. ¿Por qué? Porque una serie de eventos poco probables ocurrieron:

· Un niño escuchó la conspiración.

· El niño era el hijo de la hermana de Pablo.

· El niño tuvo el coraje de ir donde el centurión romano que vigilaba a Pablo.

· El centurión lo tomó en serio y lo llevó al tribuno.

· El tribuno le creyó y preparó «doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos lanceros» para llevar a Pablo a seguridad.

Muy poco probable y extraño, pero eso es lo que ocurrió.

¿Qué es lo que hicieron mal los hombres hambrientos esperando en la emboscada? Fallaron en evaluar lo que le ocurrió a Pablo justamente antes de que ellos conspiraran. El Señor se le apareció a Pablo en la prisión y le dijo: «Ten ánimo, porque como has testificado fielmente de mi causa en Jerusalén, así has de testificar también en Roma» (Hechos 23:11).

Cristo dijo que Pablo iría a Roma, y eso sucedió. Ninguna emboscada puede oponerse a la promesa de Cristo. Hasta que llegara a Roma, Pablo sería inmortal. Había un testimonio final que debía ser dado, y Cristo se aseguraría de que Pablo lo diera.

Nosotros también tenemos un testimonio que dar, y seremos inmortales hasta que lo hayamos dado.


Devocional tomado del articulo “Nothing Stands Against Christ”

Éxodo 1 | Lucas 4 | Job 18 | 1 Corintios 5

18 FEBRERO

Éxodo 1 | Lucas 4 | Job 18 | 1 Corintios 5

El segundo discurso de Bildad de Súah (Job 18) contiene una nota de desesperación. Cuando el argumento es débil, algunas personas simplemente gritan más fuerte.

Prácticamente, Bildad comienza diciendo a Job que no tiene sentido hablar con él hasta que adopte una postura sensata (18:2). Job está más que equivocado: es perverso o está loco. Según Bildad, está dispuesto a desbaratar el propio tejido del universo para justificarse: “Es tal tu enojo que te desgarras el alma; ¡mas no por ti quedará desierta la tierra, ni se moverán de su lugar las rocas!” (18:4).

El resto del capítulo se dedica a una terrible descripción de lo que ocurre al impío, que acaba destruido, despreciado, atrapado, sometido a calamidades y desastres, aterrorizado, quemado y apartado de la comunidad. “Borrada de la tierra ha sido su memoria; de su fama nada queda en el país” (18:17). Tanto los pueblos de oriente como los de occidente “se asombran de su suerte” (18:20), una lección moral para aquellos que lo ven.

Llegados a este punto, los tres “consoladores miserables” se han puesto de acuerdo en que Job es impío. A no ser que el último versículo del capítulo sea una simple analogía, la acusación parece ahora intensificarse un poco: “Así es la morada del malvado, el lugar del que no conoce a Dios” (18:21). En otras palabras, Job no es únicamente impío, sino totalmente ignorante de Dios.

Es tiempo de reflexionar sobre este tipo de acusación. Por un lado, lo que Elifaz, Bildad y Zofar siguen diciendo concuerda totalmente con un tema repetido en las Escrituras: Dios es justo, hará justicia, y todo ello se verá. Todo el mundo reconocerá un día que Dios es justo, en la sumisión reverente de la fe o en el terror que clama por rocas y montañas donde puedan esconderse de la ira del Cordero (Apocalipsis 6). Este asunto es recurrente prácticamente en todas las partes importantes de la Biblia. La alternativa al juicio es espantosa: no existe el juicio final y perfecto, por lo que no hay justicia, ni distinción entre lo correcto y lo incorrecto, entre el bien y el mal. De no haber juicio, se estaría negando el significado del mal.

Sin embargo, aplicar esta perspectiva con demasiada rapidez, o mecánicamente, o como si tuviésemos acceso a todos los hechos, es anular el significado del mal desde otro ángulo. El sufrimiento inocente (como hemos visto) está descartado. Llamar malo a un buen hombre a fin de preservar el sistema no solo es personalmente cruel, sino que relativiza el bien y el mal; cuestiona a Dios al decir que no existe diferencia entre ambos. En algunas ocasiones, debemos apelar simplemente al misterio de la impiedad.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, pp. 49–50). Barcelona: Publicaciones Andamio.

La expresión de la victoria

Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

Juan 19:30

La expresión de la victoria

Las siete expresiones de Jesús en la cruz (6)

“Consumado es”. La sexta frase de Jesús está llena de poder; expresa una seguridad, subraya con fuerza un resultado. Al final de esas seis horas de la cruz, en el momento que precedió la muerte de Jesús, algo que había sido anunciado pero que hasta ahora no podía ser comprendido, halló su sentido definitivo. ¿Cómo entender esta expresión? La respuesta es vasta e infinita…

Por medio de ella se cumplieron las Escrituras, es decir, todas las profecías relacionadas con la venida, el ministerio y la muerte de Jesús, pero igualmente todo lo que Dios había dicho sobre los sacrificios, es decir, los ritos prescritos por la ley de Moisés. Jesús fue el Cordero de Dios ofrecido en sacrificio.

La obra de salvación se llevó a cabo en sus múltiples aspectos. Jesús se convirtió en el que redime, el redentor, pues pagó la deuda que teníamos con respecto a Dios debido a nuestros pecados; en aquella época la expresión “consumado es” aparecía al final de una factura e indicaba que esta había sido totalmente pagada. Jesús fue nuestro sustituto en la cruz: “llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24). Fue nuestra propiciación, es decir, ahora Dios nos es propicio, favorable.

Solo Jesús podía pronunciar esta frase. Ella lo muestra en el centro de los planes divinos. Dios nos pide solo una cosa: creer y apropiarnos de la total eficacia de la obra cumplida. ¡Qué pobres se vuelven las exhortaciones de las religiones que invitan al hombre a «hacer», al lado de esta frase de Jesús, dirigida a toda la humanidad: ¡“Consumado es”!

(continuará el próximo domingo)

Éxodo 2 – Hechos 3 – Salmo 24:1-6 – Proverbios 10:3-4