Llamados a sufrir

Llamados a sufrir

3/6/2018

Para [el sufrimiento] fuisteis llamados. (1 Pedro 2:21)

Aunque el versículo de hoy parece indicar que se nos llama a sufrir, en realidad se refiere a la última parte del versículo 20, que dice: “Si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios”. Cuando los cristianos soportan con paciencia el sufrimiento, eso agrada a Dios.

Eso no debiera sorprendernos. Al comienzo de este capítulo de Primera Pedro, el apóstol afirma que los cristianos “sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (v. 9). Nuestro mundo sombrío se resiente y a menudo es hostil con quienes representan al Señor Jesucristo. Ese resentimiento y esa hostilidad pueden sentirse en determinados momentos y lugares más que en otros, pero siempre está allí en cierto modo como parte del privilegio de ser suyos.

DERECHOS DE AUTOR © 2018 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

Del pacto de Dios con el hombre

LOS ESTÁNDARES DE WESTMINSTER

y

La forma de gobierno de Westminster

La confesión de fe, catecismos menor y mayor y la forma de gobierno con citas bíblicas completas

Capítulo Siete

Del pacto de Dios con el hombre

VII.1 La distancia entre Dios y la criatura es tan grande, que aunque las criaturas racionales le deben obediencia como a su Creador, sin embargo, nunca tendrían disfrute alguno de Dios como bienaventuranza y galardón, a no ser por una condescendencia voluntaria de parte de Dios, la cual le ha agradado expresar por medio del pacto.

VII.2 El primer pacto hecho con el hombre fue un pacto de obras, en el cual se le prometió la vida a Adán y en él, a su posteridad,147 bajo la condición de obediencia perfecta y personal.

VII.3 Por su caída, el hombre, se hizo a sí mismo incapaz de la vida mediante aquel pacto, por lo que agradó a Dios hacer un segundo pacto, comúnmente llamado el pacto de gracia, en el cual Dios, por medio de Jesucristo, ofrece gratuitamente la vida y la salvación a los pecadores, requiriéndoles fe en Él para que sean salvos,150 y prometiendo dar su Santo Espíritu a todos aquellos que están ordenados para vida eterna, a fin de darles la voluntad y capacidad de creer.

VII.4 En la Escritura, este pacto de gracia frecuentemente se enuncia con el nombre de testamento, en referencia a la muerte de Cristo Jesús el testador, y a la herencia eterna, con todas las cosas pertenecientes a ella, que en aquel testamento son legadas.

VII.5 Este pacto fue administrado en diferentes formas en el tiempo de la ley y en el del evangelio: bajo la ley se administraba mediante promesas, profecías, sacrificios, la circuncisión, el cordero pascual y otros tipos y ordenanzas entregados al pueblo judío. Todo lo cual señalaba, de antemano, al Cristo que había de venir;154 y para aquel tiempo, a través de la operación del Espíritu Santo, eran suficientes y eficaces para instruir y edificar a los elegidos por la fe en el Mesías prometido, por quien tenían la plena remisión de pecados y la salvación eterna. Este pacto se denomina el Antiguo Testamento.156

VII.6 Bajo el evangelio, cuando Cristo, la sustancia fue manifestado, las ordenanzas por las cuales este pacto se dispensa son: la predicación de la Palabra y la administración de los sacramentos del bautismo y la Santa Cena, los cuales, aunque inferiores en número y administrados con más simplicidad y menos gloria externa, no obstante, en ellos este pacto es ofrecido con más plenitud, evidencia y eficacia espiritual,159 a todas las naciones, tanto a judíos como a gentiles. Este Pacto se denomina el Nuevo Testamento.161 Por lo tanto, no hay dos pactos de gracia que difieran en sustancia, sino uno y el mismo bajo varias dispensaciones.

Alvarado, A. R. (Trad.). (2010). Los estándares de Westminster y la forma de gobierno de Westminster (pp. 27–30). Guadalupe, Costa Rica; San Juan, Puerto Rico: CLIR; Sola Scriptura.

Dios aprecia al humilde

MARZO, 06

Dios aprecia al humilde

Devocional por John Piper

El eterno Dios es tu refugio, y debajo están los brazos eternos. (Deuteronomio 33:27)

Puede ser que en este momento estemos atravesando circunstancias que nos estén preparando de manera dolorosa para algún servicio preciado para Jesús y su pueblo. Cuando una persona toca fondo con una sensación de impotencia y vacío, puede ser que descubra que ha golpeado la Roca de la eternidad.

Recuerdo una frase exquisita del Salmo 138, que leímos en nuestro devocional del desayuno el sábado pasado: «Porque el Señor es excelso, y atiende al humilde…».

Uno no puede hundirse tan bajo en la desesperación de los recursos personales que Dios no pueda verlo y tomar cuidado. Es más, él está en el fondo, esperando para agarrarnos. Como dice Moisés: «El eterno Dios es tu refugio, y debajo están los brazos eternos» (Deuteronomio 33:27).

Sí, él nos ve temblorosos y equivocándonos. Él puede agarrarnos (y a menudo lo ha hecho) antes de que toquemos fondo; pero en las oportunidades en que no lo hace, tiene algunas lecciones nuevas que impartir.

El salmista dijo en Salmos 119:71: «Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos». No dice que fuera fácil o divertido o agradable. En retrospectiva, simplemente dice: «Bueno es para mí».

La semana pasada estuve leyendo un libro escrito por un ministro escocés llamado James Stewart. Él decía: «En el servicio del amor, solo los soldados heridos pueden servir». Es por eso que creo que algunos de ustedes están siendo preparados en este momento para ciertos servicios de preciado amor —porque están siendo heridos—.

No vayamos a pensar que la herida ha llegado separada de los amables designios de Dios. Recordemos su palabra: «Ved ahora que yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay dios… Yo hiero y yo sano» (Deuteronomio 32:39).

Que Dios otorgue una gracia especial a todos aquellos que estén gimiendo bajo una carga. Busquen ansiosamente las nuevas ternuras de amor que Dios les está impartiendo, aun ahora mismo.


Devocional tomado del articulo “Only Wounded Soldiers Can Serve”

Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

Éxodo 17 | Lucas 20 | Job 35 | 2 Corintios 5

6 MARZO

Éxodo 17 | Lucas 20 | Job 35 | 2 Corintios 5

Nada es tan bueno como podría serlo. Podemos disfrutar unos breves momentos de las cosas tal como nos las imaginamos, saboreando el néctar de la vida con cada latido de nuestro corazón, pero sabemos muy bien que no durará mucho. Mañana tenemos que volver al trabajo. Puede que este nos guste, pero tiene sus presiones. Nuestro matrimonio puede ser casi idílico, pero cuando nuestro estado de ánimo es negativo, resulta sorprendente la cantidad de cosas que no podemos o queremos compartir con nuestra pareja. El cálido viento del oeste que acaricia nuestro pelo se convierte en un tornado que destruye el hogar. Uno de los progenitores sucumbe ante el Alzheimer, un hijo muere. Existen muchas cosas para disfrutar a nuestro alrededor, pero justo cuando nos disponemos a hincar el diente a un buen filete de ternera, recordamos a los millones de personas que mueren de hambre. No podemos escapar de la cruda realidad: por muy maravillosas que sean nuestras experiencias en este mundo caído, otros sufrirán vivencias más destructivas, y no sentiremos que lo que estamos viviendo sea absolutamente ideal.

Este desasosiego aparece para nuestro bien. Es un rasgo de nuestro carácter, de nuestra naturaleza de criaturas creadas a imagen de Dios. Fuimos hechos para morar en la eternidad; sabemos que pertenecemos a algo mejor que un mundo repleto de pecado (aunque en ocasiones hermoso).

Pablo entiende perfectamente este concepto (2 Corintios 5:1–5). Anuncia el tiempo en que “esta tienda de campaña” (nuestro cuerpo presente) será destruida y recibirá “una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas” (5:1), nuestro cuerpo de la resurrección. “Mientras tanto, suspiramos, anhelando ser revestidos de nuestra morada celestial” (5:2). No es que deseemos “despojarnos de los avatares de la vida” y existir en una inmortalidad desnuda: esta no es nuestra esperanza definitiva, porque “no deseamos ser desvestidos sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida” (5:4).

Después, Pablo añade: “Es Dios quien nos ha hecho para este fin y nos ha dado su Espíritu como garantía de sus promesas” (5:5). Dios nos hizo con este propósito, la vida de resurrección, garantizada para nosotros por la muerte de su Hijo. Además, anticipándose a esta gloriosa consumación de la vida, Dios ya nos ha dado al Espíritu en depósito, una especie de entrega a cuenta sobre la herencia definitiva.

No es de extrañar, pues, que nos quejemos y que nuestra alma se angustie en esta morada temporal que se encuentra bajo sentencia de muerte.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 65). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Antes y después

Martes 6 Marzo

En otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor.

Efesios 5:8

El fruto del Espíritu (de Dios) es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.

Gálatas 5:22-23

Antes y después

«Estaba seguro de que siempre tenía razón. En mi orgullo, cuando adoptaba una idea, jamás cambiaba de opinión. Solo veía mi propio interés, y este rasgo de mi personalidad deterioraba las relaciones con mi familia y mis amigos. Me costaba perdonar a mis hermanos, y exigía mucho a mis familiares sin darles nada a cambio. Cada vez me sentía más solo y amargado. Mis padres me hablaban de lo que vivían después de su encuentro con Jesucristo, pero yo rechazaba completamente lo que consideraba ser solo ritos o costumbres religiosas.

Sin embargo, un día decidí seguirlos a una reunión cristiana para hacerme mi propia opinión. Descubrí que mis prejuicios no tenían fundamento. Las personas que veía eran radicalmente diferentes desde que habían encontrado a Cristo. Percibí su amor por mí y por los demás.

La vida de Cristo reveló mis pecados. No soporté mi situación ante él, pues yo era pecador. Entonces acepté la gracia que Dios me ofrecía mediante el sacrificio de su Hijo Jesucristo. Como dio su vida por amor a mí, puedo confiar en él para el futuro. Me volví una persona más paciente y más serena: mi vida será lo que Dios desee para mí. ¡Él transformó mi carácter orgulloso e independiente!».

Fabrice C.

El cristianismo no es una religión, sino que consiste en aceptar el amor de Dios y desear vivir para Cristo, “el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).

Éxodo 18 – Hechos 13:26-52 – Salmo 30:6-12 – Proverbios 11:1-2

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
ediciones-biblicas.ch – labuena@semilla.ch