El primer paso

El primer paso

3/17/2018

Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. (Mateo 28:19)

El bautismo es la señal exterior de la fe de uno en Cristo. Es un acto de obediencia mediante el cual una persona muestra la realidad de su salvación. La salvación no se ve con los ojos, sino que es algo sobrenatural y espiritual. Sin embargo, debe ser evidente el fruto o resultado de la salvación.

En la iglesia primitiva, el fruto inicial de la ­obediencia era el bautismo, y se puede esperar hoy día ese mismo fruto. Es el medio por el cual una persona da testimonio de su unión en la muerte, sepultura y ­resurrec­ción de Cristo (Ro. 6:3-4). Gálatas 3:27 dice: “Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”.

La Gran Comisión en Mateo 28 nos ordena que prediquemos el evangelio y bauticemos a otros. Eso quiere decir que debemos decir a las personas que la salvación es algo que no solo deben creer, sino también confesar públicamente, con el bautismo como el primer paso. Cuando alguien es reacio a confesar públicamente a Cristo de esa forma, tenemos razón para poner en tela de juicio la autenticidad de su fe. Jesús dijo: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt. 10:32). Esa es la confesión pública que todos debemos hacer.

DERECHOS DE AUTOR © 2018 Gracia a Vosotros
Usted podrá reproducir este contenido de Gracia a Vosotros sin fines comerciales de acuerdo con la política de Derechos de Autor de Gracia a Vosotros. Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

Del arrepentimiento para la vida eterna

LOS ESTÁNDARES DE WESTMINSTER

y

La forma de gobierno de Westminster

La confesión de fe, catecismos menor y mayor y la forma de gobierno con citas bíblicas completas

Capítulo Quince

Del arrepentimiento para la vida eterna

XV.1 El arrepentimiento para vida es una gracia evangélica, cuya doctrina, así como aquella de la fe en Cristo, debe ser predicada por todo ministro del evangelio.292

XV.2 Mediante este arrepentimiento, un pecador, movido no sólo por la visión y sentimiento del peligro, sino también por la inmundicia y odiosidad de sus pecados —ya que son contrarios a la naturaleza santa y justa de la ley de Dios— y al comprender la misericordia de Dios en Cristo para con los arrepentidos, se entristece a causa de sus pecados y los aborrece de tal modo que renuncia a todos ellos y se vuelve hacia Dios, proponiéndose y procurando caminar con Él en todos los caminos de sus mandamientos.294

XV.3 Aunque no se debe confiar en el arrepentimiento, como si fuese una satisfacción por el pecado, o una causa del perdón de éste, pues el perdón es un acto de la libre gracia de Dios en Cristo;296 sin embargo, el arrepentimiento es de tal necesidad para todos los pecadores, que nadie puede esperar ser perdonado sin él.

XV.4 Así como no hay pecado tan pequeño que no merezca la condenación, de la misma manera, no hay pecado tan grande que pueda traer condenación sobre aquéllos que se arrepienten verdaderamente.299

XV.5 El ser humano no debe contentarse con un arrepentimiento general, sino que es deber de cada persona procurar arrepentirse de cada de uno de sus pecados en particular.

XV.6 Así como todo ser humano está obligado a confesar sus pecados a Dios en privado, orando por el perdón de los mismos; pues, al hacer esto y al apartarse de ellos hallará misericordia;302 del mismo modo, el que escandaliza a su hermano o a la iglesia de Cristo, debe estar dispuesto a declarar su arrepentimiento a quienes ha ofendido, en público o en privado, mediante confesión y muestra de dolor por su pecado, y acto seguido, los ofendidos deben reconciliarse con él y recibirlo con amor.304

Alvarado, A. R. (Trad.). (2010). Los estándares de Westminster y la forma de gobierno de Westminster (pp. 53–55). Guadalupe, Costa Rica; San Juan, Puerto Rico: CLIR; Sola Scriptura.

El signo de exclamación de nuestras oraciones

MARZO, 17

El signo de exclamación de nuestras oraciones

Devocional por John Piper

Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí; por eso también por medio de Él, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros. (2 Corintios 1:20)

La oración es una respuesta a las promesas, es decir, a la certeza de la gracia venidera de Dios.

La oración es como retirar de la cuenta en la que Dios ha depositado todas sus promesas de gracia venidera.

Orar no es tener esperanza, en la oscuridad, de que quizás haya un Dios con buenas intenciones por ahí. La oración va al banco todos los días y gira contra promesas de gracia venidera necesarias para ese día.

No perdamos de vista la conexión entre las dos mitades de este gran versículo. Observemos el «por eso»: «Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él [Cristo] son Sí; por eso (por lo tanto) también por medio de Él, Amén, para la gloria de Dios».

Para asegurarnos de que lo entendemos, vamos a invertir las dos mitades: Cuando oramos, decimos Amén a Dios a través de Cristo, porque Dios ha dicho Amén a todas sus promesas en Cristo. La oración es la súplica con la confianza en que Dios hará el bien según sus promesas de gracia venidera, por la causa de Cristo. La oración conecta nuestra fe en la gracia venidera con el fundamento de todo esto, que es Cristo Jesús.

Lo anterior nos lleva a un último punto: Amén es una palabra preciada y plena en momentos de oración. No significa principalmente: «Sí, ya he dicho toda esta oración». Fundamentalmente significa: «Sí, Dios ha hecho todas estas promesas».

Amén significa: «Sí, Señor, tú lo puedes hacer». Significa: «Sí, Señor, tú eres poderoso. Sí, Señor, tú eres sabio. Sí, Señor, tú eres misericordioso. Sí, Señor, toda gracia para el futuro viene de ti y ha sido confirmada en Cristo».

Amén es un signo de exclamación de esperanza después de una oración pidiendo ayuda.


Devocional tomado del libro “Gracia Venidera”, página 105

Todos los derechos reservados ©2017 Soldados de Jesucristo y DesiringGod.org

Éxodo 28 | Juan 7 | Proverbios 4 | Gálatas 3

17 MARZO

Éxodo 28 | Juan 7 | Proverbios 4 | Gálatas 3

Por encima de todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).

(1) En el simbolismo occidental contemporáneo, el corazón es la sede de las emociones: por ejemplo, “te amo con todo mi corazón”. Sin embargo, en el mundo de símbolos de las Escrituras, el corazón engloba la totalidad de la persona. Es un concepto más cercano a lo que denominamos “mente”, aunque en nuestro idioma este término tiene un matiz quizás demasiado cerebral.

(2) Por tanto, “cuida tu corazón” significa algo más que “cuidado con lo que amas o a quién amas”. Podría ser algo como: “Ten cuidado con lo que atesoras, con aquello sobre lo cual depositas tus afectos y pensamientos”.

(3) El “corazón”, en este uso, es la fuente de la vida. Dirige el resto de la vida. Lo que ocupe nuestra mente y nuestras emociones determinará dónde vamos y qué hacemos, pudiendo contaminar toda nuestra vida. Las imágenes son muy elocuentes en esta parte de Proverbios porque los siguientes versículos mencionan otros órganos: “Aleja de tu boca la perversidad; aparta de tus labios las palabras corruptas. Pon la mirada en lo que tienes delante… Allana todos tus caminos” (4:24–26, cursivas añadidas). No obstante, ante todo, guarda tu corazón, “porque de él mana la vida”. Es la fuente de todas las cosas de una forma que, digamos, los pies no son. Jesús emplea en muchas ocasiones estas mismas imágenes: “Camada de víboras, ¿cómo podéis vosotros que sois malos decir algo bueno? De la abundancia del corazón habla la boca. El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal” (Mateo 12:34–35, cursivas añadidas). Así pues, guardad vuestro corazón.

(4) Esta obligación debe tener suma importancia: “Por encima de todas las cosas, cuida tu corazón”. Podemos ver por qué. Si el corazón no es sino el centro de toda nuestra personalidad, debemos preservarlo. Si nuestra religión es únicamente externa, mientras el “corazón” bulle lleno de egoísmo, ¿qué tiene de bueno la misma? Si nuestro corazón busca con ahínco cosas secundarias (no necesariamente lascivas), desde una perspectiva cristiana pronto estaremos centrados únicamente en lo secundario. Soñar con poseer algo, o anhelar cierto salario o reputación, acaba alterando la forma que debe tener nuestra vida. Sin embargo, si sobre todo lo demás, somos conscientes de que nuestra obligación es guardar el corazón, hacerlo influirá en lo que leemos, en cómo oramos, en cómo invertimos nuestro tiempo. Provocará que examinemos nuestro interior y confesemos, que nos arrepintamos y tengamos fe, transformando así el resto de nuestra vida.

Carson, D. A. (2014). Por amor a Dios: Devocional para apasionarnos por la Palabra. (L. Viegas, Trad.) (1a edición, Vol. II, p. 76). Barcelona: Publicaciones Andamio.

Caricaturas Evangélicas

17 Marzo 2018

Caricaturas Evangélicas
por Charles R. Swindoll

1 Corintios 6:9-11

¿No se dan cuenta de que los que hacen lo malo no heredarán el reino de Dios? No se engañen a sí mismos. Los que se entregan al pecado sexual o rinden culto a ídolos o cometen adulterio o son prostitutos o practican la homosexualidad o son ladrones o avaros o borrachos o insultan o estafan a la gente: ninguno de ésos heredará el reino de Dios. Algunos de ustedes antes eran así; pero fueron limpiados; fueron hechos santos; fueron hechos justos ante Dios al invocar el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios. —1 Corintios 6:9-11

Para el mundo, los cristianos evangélicos representan una gran cantidad de conceptos confusos y contradictorios. Decimos que hemos «nacido de nuevo» pero rechazamos la reencarnación. Hablamos en voz alta con alguien que no vemos. Fundamentamos nuestra vida en un libro que creemos que Él escribió, aunque no lo vimos hacerlo.

Nuestras acciones son aún más inconsistentes. Nuestra lista de preocupaciones es larga, aunque decimos que Él lleva nuestras cargas. Tenemos poca paciencia con la mesera aun cuando ella nos vio orar antes de comer. La forma en que manejamos con frecuencia es descuidada y, en algunos casos, hasta ilegal, aunque tenemos una calcomanía que nos identifica como cristianos. Creo que eso debería hacernos sonrojar de vergüenza. Quisiéramos usar una máscara. Mejor aún, volvernosinvisibles.

Usted y yo definimos estos contrastes como una batalla espiritual con la carne. Aceptamos que existan tales contradicciones. Pero créame, el incrédulo no lo ve de esa forma. Él nos ve a través de un filtro distorsionado, compuesto de exageraciones, confusiones y realidades. Las caricaturas, debemos admitirlo, son exageraciones falsas y representaciones extremas. Pero se utilizan formidablemente cuando se toca el tema del cristianismo.

La respuesta no es intentar ser perfectos, (eso sería una pérdida de tiempo), ni tampoco quitar la calcomanía que dice: «Jesús es Señor» del auto (lavarse las manos), para que para que todas las caricaturas puedan ser borradas. Seamos realistas, algunas personas no van a cambiar sus ideas erradas acerca de los cristianos, aunque viviéramos como el apóstol Pablo. Hasta él mismo tuvo personas que le criticaron.

Entonces ¿qué hacer? Usted no puede cambiar el ejemplo de otros cristianos ni tampoco puede cambiar la opinión de los que no son cristianos. Pero puede hacer algo al respecto de la falta de carácter dentro de usted. La presencia de las caricaturas no importa tanto como la ausencia de carácter.

Adaptado de el libro por Charles R. Swindoll, Responde a Mi Clamor (Worthy Latino, Una división de Worthy Media, Inc., Brentwood, TN, 2014). Copyright © 2018 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

El perdón del rey y el siervo que no tenía misericordia

Sábado 17 Marzo

Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

Mateo 18:21-22

El perdón del rey y el siervo que no tenía misericordia

Algunas parábolas (3): Mateo 18:21-35

Resumen: Un rey hizo cuentas con sus siervos. Uno de ellos le debía muchísimo dinero, tanto que nunca podría pagarlo. Entonces rogó a su amo que tuviese paciencia y le prometió que le pagaría todo. El bondadoso rey anuló su gran deuda. Pero tan pronto estuvo libre de su deuda, ese siervo agredió a uno de sus consiervos exigiéndole que le pagase la pequeña cantidad de dinero que le debía. Este también le rogó que tuviese paciencia, pero el otro no lo escuchó… ¡El rey se enteró del asunto y, muy enojado, entregó su siervo a la justicia!

Significado: El rey representa a Dios, quien nos perdonó mucho, muchísimo más de lo que podríamos imaginar. El primer siervo es un creyente que, a pesar de la bondad de Dios, no aprecia su gracia. El segundo siervo es un creyente que se portó mal con otro creyente, pero al que le pide perdón.

Aplicación: Dios nos perdonó una deuda incalculable, dándonos su perdón; entonces, ¿qué son en comparación las injusticias que a veces tenemos que sufrir? El perdón divino que recibimos nos hace responsables de ser misericordiosos con los demás.

El Señor no nos reprocha ninguno de nuestros pecados, pues ¡nos perdonó todo! Pero desea que actuemos con bondad hacia nuestros hermanos creyentes y hacia todos los que nos rodean. “Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).

http://labuenasemilla.net/20180317

(continuará el próximo sábado)

Éxodo 29 – Hechos 20:17-38 – Salmo 34:1-6 – Proverbios 11:23-24