Aflicción por las almas perdidas

Aflicción por las almas perdidas

3/21/2018

¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! (Mateo 23:57)

Jesús se interesaba profundamente por las personas. Nuestro Señor llevó a Felipe (Jn. 1:43), a Mateo (Mt. 9:9) y a Pedro y a Juan (Mt. 4:18-19) a la fe con el llamado: “Sígueme”. En Juan 4, junto a un pozo se encontró con una mujer y la llevó a la salvación. En Lucas 19, se encontró con Zaqueo, un recaudador de impuestos, a quien guió a la confesión de pecado, al arrepentimiento y a la fe. En Juan 3, enseñó a Nicodemo acerca del nuevo nacimiento. En Marcos 10, llevó al ciego Bartimeo a que creyera en Él. En Marcos 5, Jesús sanó a un endemoniado en la región de los gadarenos. Y Lucas 23 cuenta de su breve pero conmovedor encuentro con el ladrón en la cruz (vv. 40-43); antes de entregarse a Dios, Cristo lo rescató del infierno eterno.

El corazón de Jesús se afligió por las almas perdidas. En Juan 5:40, tenemos una vislumbre de la pasión de Cristo cuando dijo: “No queréis venir a mí para que tengáis vida”. Tienen un tono melancólico esas palabras. ¿Resuena en su corazón el afecto de sus palabras?

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La mejor promesa de Dios

MARZO, 21

La mejor promesa de Dios

Devocional por John Piper

El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con Él todas las cosas? (Romanos 8:32)

La promesa de mayor alcance sobre la gracia venidera se encuentra en Romanos 8:32. Para mí, este es el versículo más precioso de la Biblia. Parte de la razón es que la promesa es tan vasta, que está presente para ayudarme en prácticamente cada paso de mi vida y ministerio. Nunca ha habido, ni habrá, una circunstancia en mi vida donde esta promesa sea irrelevante.

Por sí sola, esta promesa tan extensa probablemente no haría que este versículo fuera tan valioso. Hay otras promesas de gran amplitud, como Salmos 84:11: «nada bueno niega [Dios] a los que andan en integridad»; y 1 Corintios 3:21-23: «…todo es vuestro: ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el mundo, o la vida, o la muerte, o lo presente, o lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios». Es difícil exagerar la espectacular extensión y alcance de estas promesas.

Pero lo que sitúa a Romanos 8:32 en una categoría única es la lógica que eleva la promesa y hace que sea tan sólida e inamovible como lo es el amor de Dios por su Hijo infinitamente admirable.

Romanos 8:32 contiene un fundamento y una garantía tan fuertes, tan sólidos y tan seguros, que no existe en lo absoluto la posibilidad de que la promesa pudiera ser quebrantada alguna vez. Esto es lo que hace que sea una fortaleza siempre presente en momentos de gran confusión. Sin importar qué ocurra, qué nos decepcione, o qué falle, esta promesa tan extensa de gracia para el futuro nunca puede fallar.

«El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros…». Si esto es verdad, dice la lógica del cielo, ¡entonces Dios ciertamente dará todas las cosas a aquellos por quienes él dio a su Hijo!


Devocional tomado del libro “Gracia Venidera”, páginas 109-110

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El gozo y la tristeza

Miércoles 21 Marzo

 Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

1 Corintios 10:13

Si aflige, también se compadece.

Lamentaciones 3:32

El gozo y la tristeza

El apóstol Pablo, encarcelado en Roma debido a su fe, escribió la carta a los filipenses. Desde su celda habló del profundo gozo que sentía en las situaciones más difíciles. Invitó a los creyentes a regocijarse en el Señor siempre(Filipenses 4:4). Escritos por un preso que se hallaba en tales circunstancias, estos consejos toman una importancia especial para el creyente de hoy.

No obstante, en esta carta, el apóstol Pablo también menciona la enfermedad de su amigo Epafrodito. Agradecido reconoce que Dios lo protegió: “Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza” (cap. 2:27).

Mencionar la tristeza, en una epístola que habla tanto de gozo, ¿no es una contradicción? ¡No! Pablo estaba dispuesto a soportar sin desfallecer una prueba tras otra, pues el Señor era su gozo.

El Señor nos invita a gozarnos siempre en él, pero no por eso espera que seamos insensibles al sufrimiento. Él conoce nuestra sensibilidad, nuestros límites, y nunca los sobrepasa cuando permite sufrimientos en nuestras vidas.

Amigos cristianos, confiemos siempre en la misericordia y en los cuidados de nuestro Dios hacia nosotros y hacia los que nos rodean. Él sabe, pesa y mide todo con sabiduría.

Comprobemos que las dificultades nunca quitan la esperanza, la paz ni el gozo de un cristiano.

Éxodo 33 – Hechos 22:22-23:11 – Salmo 35:9-14 – Proverbios 11:31